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MITO Y REALIDAD

PENSAMIENTO PREFILOSÓFICO, FRANKFORT

El pensamiento especulativo o razonamiento es un modo de aprehensión intuitivo,


casi visionario, que aunque trasciende la experiencia, nunca se desprende de ella
por completo, en tanto que intenta explicar, unificar y ordenar el mundo.

 En la actualidad, el pensamiento especulativo cuenta con la ciencia como


nuevo instrumento para la interpretación de la experiencia -y no
permitimos que se cruce con la imaginación-, dejándole una perspectiva
limitada al hombre mismo , en tanto que el mundo de los fenómenos
naturales es ahora un ‘ello’, un algo impersonal.

 En cambio en el Antiguo Cercano Oriente, el pensamiento especulativo se


presentaba envuelto en imaginación, con posibilidades ilimitadas y sin
hacer distinción entre dominio de la naturaleza y dominio del hombre, ya
que tomaba los fenómenos naturales como un ‘tú’.

 A un ‘ello’ se le trata de determinar la identidad -se desempeña un papel


activo-, por lo que ese tipo de conocimiento es articulado e indiferente
emotivamente; un ‘ello’ siempre puede vincularse científicamente con
otros objetos y tenerse como parte de una serie. A un ‘tú’ se le trataba
de comprender -se desempeñaba un papel pasivo- y se recibía una
impresión, por lo que ese tipo de conocimiento era desarticulado, emotivo y
directo.

 Un ‘tú’ era siempre único, tenía el carácter de lo individual, cuya presencia


se revela a sí misma. Además, no era meramente contemplado o comprendido,
sino que era experimentado emocionalmente, en una relación dinámica y
recíproca -AUNQUE ESO NO QUIERE DECIR QUE SE ‘PERSONIFICABA’ LO INANIMADO ,
SIMPLEMENTE PORQUE NO SE CONOCÍA UN MUNDO INANIMADO SINO LLENO DE
VIDA-Toda experiencia con un ´tú’ era individual en alto grado, y en efecto
los acontecimientos se entendían como sucesos individuales cuya
consideración y explicación sólo podían ser concebidas como una acción,
tomando necesariamente la forma de un relato. Es decir, que los hombres
primitivos formulaban mitos en vez de establecer un análisis o llegar a
conclusiones.

*Ej.: Hoy podemos explicar que cambios atmosféricos interrumpan la sequía y


llueva; los babilonios tomaban eso mismo como muestras de la intervención
del pájaro Imdugud.
Sin embargo, no lo hacían por diversión o en búsqueda de una explicación para las
cosas; simplemente relataban los acontecimientos con los que se hallaban
comprometidos como revelaciones ligadas a la experiencia. Eran productos de la
imaginación pero no meras fantasías, ya que no presentaban sus imágenes y actores
imaginarios en un juego libre sino con una autoridad apremiante, tratando de perpetuar
la revelación que habían obtenido de un ‘tú’. Por lo tanto, las imágenes del mito no
son alegóricas; se trata de un nivel de pensamiento abstracto cuidadosamente
escogido del cual son inseparables, representando la forma en que la
experiencia se hace consciente. Hay que considerar seriamente el mito, ya
que revela una verdad significativa aunque no sea verificable; no tiene la
universalidad ni la lucidez de una observación teórica, pero puede decirse
que se trata de una verdad metafísica.

Si tratamos de definir la estructura del pensamiento creador de mitos y compararla


con la del pensamiento moderno, encontraremos que sus diferencias radican más
en la intención y la actitud emotiva que en la ‘mentalidad pre-lógica’.

 La característica principal del pensamiento moderno es la distinción que


hace entre lo subjetivo y lo objetivo, basada en el procedimiento analítico y
crítico por el cual se reduce los fenómenos individuales a acontecimientos
típicos asociados a leyes universales, creando un abismo cada vez mayor
entre la percepción de los fenómenos y los conceptos que permiten
comprenderlos.

*Ej.: El Sol sale y se oculta, pero creemos que es la Tierra la que se mueve
alrededor del Sol aun cuando somos personalmente incapaces del probar
dicha explicación.

 En cambio, en el pensamiento creador de mitos no había lugar para


semejante análisis crítico de las percepciones. El hombre primitivo no podía
separarse de la presencia de los fenómenos porque éstos se le revelaban
del modo que hemos descrito, de modo que para él carecería de significado la
distinción entre conocimiento subjetivo y el objetivo. Tampoco advertía el
contraste que hoy hacemos entre realidad y apariencia; todo lo que
afectaba su entendimiento o voluntad quedaba consecuentemente
establecido como real, y no había razón para considerar a los sueños menos
reales que las impresiones de la vigilia. Y de la misma manera en que no
hacía distinciones radicales entre sueños, alucinaciones y visiones
comunes, el pensamiento creador de mitos tampoco separaba rigurosamente
la vida de la muerte, que se presentaba de manera casi substancializada -al
igual que la enfermedad o el mal-.

LOS SÍMBOLOS ERAN TRATADOS DE FORMA SEMEJANTE , CONSIDERANDO QUE ENTRE ÉSTOS Y
LO QUE SIGNIFICAN EXISTÍA UN ENLACE , COMO EXISTE UNA UNIÓN ENTRE DOS OBJETOS QUE
SON RECÍPROCAMENTE DEPENDIENTES . Por otro lado, el hombre primitivo reconocía
naturalmente la relación de causa y efecto, pero le era imposible concebir la
causalidad como una operación impersonal, mecánica y sujeta a leyes como nosotros;
cuando busca una causa él no se pregunta ‘¿qué?’ sino ‘¿quién?’. Así, los dioses
como personificación de las fuerzas naturales satisfacían su necesidad de
encontrar causas que explicaran los fenómenos.
En casos en que nosotros no advertiríamos sino asociaciones mentales, el
pensamiento creador de mitos hallaba una conexión causal. No olvidemos que
no necesitaba explicar el ‘¿por qué?’ de un proceso para poder representarlo, sino
que aceptaba una situación como inicial y otra como final, aunque solo fuera por la
convicción de que así era, y pasaba a responder el ‘¿cómo?’.

Hoy consideramos el espacio como una mero sistema de relaciones y funciones,


infinito continuo y homogéneo, pero el hombre primitivo no podía abstraer el concepto
de ‘espacio’ de su experiencia en él, que constaba de lo que podríamos llamar
‘asociaciones calificativas’. (TIEMPO) Su concepción de tiempo era igualmente
cualitativa y concreta, y no cualitativa y abstracta como la nuestra. El
pensamiento creador de mitos no comprendía el tiempo como una duración
uniforme o una sucesión de momentos, sino que lo experimentaba en la
periodicidad y el estilo de vida humano y de la naturaleza, un tiempo
‘biológico’, una sucesión de fases recurrentes con un valor y sentido
particulares.

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