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Diseño: Expositivo
Lógica: Deductiva
Introducción
La ley del fundamento nos enseña que quienes basan su desarrollo espiritual en
Dios y su palabra de Dios crecen espiritualmente.
Puntos a desarrollar
5. Queda claro, pues, que debemos fundamentar nuestra vida espiritual y nuestra
experiencia cristiana en el modelo de Jesucristo. La práctica de Jesús es el cimiento
sobre el cual debemos edificar nuestra vida de fe.
Conclusión
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1Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, 2puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Tema: La meta del desarrollo cristiano es llegar a ser como Jesús, el Cristo.
Diseño: Expositivo
Lógica: Deductiva
Introducción
En Grecia hay un pueblo que se llama Maratón. Este lugar fue el escenario de una
batalla entre los ejércitos griegos y el ejército persa en el año 490 a.c. De acuerdo
a la leyenda, al terminar la batalla los griegos enviaron un mensajero llamado
Fidípides a la ciudad de Atenas para anunciar la victoria griega. El hombre recorrió
las 26.2 millas sin parar. Al llegar a Atenas, el hombre gritó “Hemos ganado” y cayó
muerto al suelo. En su honor se construyó un monumento memorial que todavía
existe. En honor a este hombre, los juegos olímpicos modernos crearon el evento
del maratón. Esta es una carrera de larga distancia donde las personas que
compiten en la misma deben recorren 42.2 KM o 26.2 millas.
1. Hebreos 12.1-2 compara la vida cristiana con una carrera de larga distancia; con
un maratón.
3. A este grupo selecto de testigos o “mártires”, debemos añadir las personas que
nos han precedido en la fe.
4. ¿Puede nombrar usted algunos de los testigos modernos que han pasado a
formar parte de esa gran nube de testigos? (Personas que forman parte de la
audiencia pueden contestar a viva voz.)
La carrera
1. Los creyentes somos los atletas contemporáneos que debemos correr la carrera.
2. Para correr de manera eficaz, es necesario dejar atrás “todo peso y el pecado
que nos asedia”. Es decir, hay que dejar atrás las prácticas pecaminosas que no
nos permiten crecer en la fe y en la comunión con Dios.
3. También hay que correr con paciencia, palabra que sería mejor traducida como
“perseverancia” o “militancia”.
La meta
1. Toda carrera tiene un punto de partida y uno final. El lugar donde termina la
carrera se llama la “meta”.
2. Las personas que corren deben concentrarse en llegar a la meta. Si una persona
corre sin mirar a la meta, corre el peligro de desviarse, de caerse o de no terminar
la carrera.
3. Nuestra meta no es un lugar, sino una persona. Nuestra meta es Jesús, el que
abrió el camino que lleva a Dios (Heb. 2.10).
Conclusión
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1. Lea el sermón en voz alta, con entonación y sentimiento. Sí, le recomiendo que
“predique” el sermón en vez de leerlo en silencio. Recuerde que estos manuscritos
han sido escritos “para el oído”, no para la vista. Si se limita a leerlos en silencio,
no podrá apreciar el ritmo y los juegos de palabras contenidos en estos sermones.
2. Determine cuál es la idea central del sermón. En el caso de estos sermones, el
tema recoge la idea central de cada manuscrito. Note que la idea central se repite
dentro del sermón por lo menos una vez.
3. Trate de comprender el propósito y la ocasión del sermón. Una vez más, ofrezco
esta información a principios de cada sermón.
2. Lea el texto con cuidado, eliminando las secciones que sean poco pertinentes
para su congregación o para su contexto. Le aconsejo que imprima una copia del
bosquejo que desea usar. De este modo, podrá marcarlo con libertad.
3. Elimine las ilustraciones personales que haya incluido el autor o la autora del
sermón. Usar este tipo de referencias personales ajenas no sólo es de mal gusto
sino que también puede darle un tono artificial o falso al sermón.
El próximo paso depende de la cantidad del texto original que use en su sermón. Si
su versión del sermón impreso es radicalmente distinta a la original, no es
necesario hacer nada más. Sencillamente, predique su sermón esperando el mejor
resultado. No obstante, si su versión del sermón impreso es muy parecida a la
original, la honestidad le obliga a reconocer dicha fuente. Si su congregación
distribuye boletines o periódicos, incluya una nota reconociendo que el sermón
predicado en tal domingo fue escrito originalmente por otra persona o fue inspirado
por un sermón impreso. Si no desea ponerlo por escrito, sencillamente indique que
su sermón está basado en las ideas de otra persona antes de comenzar a predicar.
Los predicadores que usan materiales ajenos sin darles el debido reconocimiento se
exponen a pasar momentos de gran humillación. Las anécdotas sobre este tema
son muchas. Recuerdo a un compañero de estudios en el seminario que fue
disciplinado por su obispo por predicar un sermón de Juan Wesley sin darle el
crédito debido. Sé de varias congregaciones que han despedido a sus ministros tras
descubrir que estaban usando sermones publicados por otros predicadores en
portales electrónicos en el Internet. Finalmente, recuerdo que en una ocasión llegué
a una congregación y la pastora me pidió que no predicara mi sermón sobre Mateo
22 porque ella lo había predicado sin mi permiso la semana anterior.
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