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EL LIBRO MENOR

2
REBELIONES, MOTINES Y
M O V I M I E N T O S D E MASAS E N
EL SIGLO X V I I I V E N E Z O L A N O
(1730-1781)
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

CARLOS F E L I C E CARDOT

Director de la Academia Nacional de la Historia:

Héctor Parra Márquez

Comisión Editora:
REBELIONES, MOTINES Y
Carlos Felice Cardot

Guillermo Morón
M O V I M I E N T O S D E MASAS
Joaquín Gabaldón Márquez EN E L SIGLO X V I I I
Mario Briceño

Oscar Beaujón
Perozo
VENEZOLANO
(1730-1781)
Director de Publicaciones:

Guillermo Morón

E L LIBRO MENOR

2
CARACAS/1977
E L " S I G L O D E LAS LUCES

© Copyright by
ACADEMIA NACIONAL D E L A H I S T O R I A
Caracas/1977

E l siglo x v n i , que tanta trascendencia tuvo pa-


ra Venezuela, se señaló para España por hondas
transformaciones políticas e ideológicas, que sin
duda iban a influir directamente en los destinos
de América. Desde sus comienzos, América ma-
nifestó una gran despreocupación por lo que allá
estuvo ocurriendo, al decidirse u n cambio radi-
cal en la monarquía. L a austríaca, que llegó a
su esplendor con Carlos V y Felipe I I , y a su
total decadencia con Carlos I I , fue sustituida
por la de Borbón, y la influencia francesa comen-
zó a hacerse sentir en los destinos de España y
América, sin que los pueblos ultramarinos tuvie-
ran que ver con lo que sucedía en la Península.
E r a n sólo entidades administrativas que con-
tribuían a sostener el Estado español, pero no

IMPRESO EN VENEZUELA
ITALGRAFICA, S.R.L. - CARACAS —9—

#
formaban cuerpos deliberantes proclives a ser luces, y darle el frente a todas las convulsiones
consultados en las duras alternativas en que a sociales y políticas que durante todo el decurso
comienzos de la centuria vivía España. Su desti- del mismo, se iban a presentar en sus dominios
no se fijó sin la aquiescencia de América. ultramarinos, pero sin que se formularan aque-
llas soluciones sabias y prudentes en el orden
U n silencio casi absoluto fue su reacción ante de sus posesiones americanas, ora mediante al-
los acontecimientos. Podría decirse que fue, o gunas cláusulas propuestas por políticos de v i -
un tácito conformismo, o un manifiesto desdén. sión, ora por el ofrecimiento de una autono-
Para ella, aparentemente, nada había ocurrido. mía aunque no total, pero a lo menos que fue-
Seguía formando parte del imperio ultramarino, se un camino seguro para conquistarla, sin l u -
sin bosquejarse aún los sentimientos de autode- chas n i estériles sacrificios, a un plazo relativa-
terminación; porque Virreinatos, Gobernacio- mente corto.
nes o Presidencias, no eran sino caracterizadas o
modestas dependencias coloniales, del colosal im-
perio que ya estaba eclipsándose, y que n i siquie-
ra los monarcas afrancesados de la Casa de Bor-
bón podían detenerlo en su pendiente fatal e ine-
vitable.

No es el caso bosquejar las razones que tuvo


Carlos I I o sus consejeros, para designar en su
testamento heredero de la Corona a un nieto
de L u i s X I V . T a l vez, en los recónditos senti-
mientos que inspiraron tal determinación, se pre-
veía que con una rama de la casa francesa pudie-
ra mejorar y encauzarse a destinos superiores el
decadente imperio español. Una remoción de san-
gre, y con ella, nuevas concepciones políticas,
económicas y sociales, debían aflorar en todo el
siglo x v n i ; detener hasta donde fuere posible,
un estancamiento manifiesto; meter a España
dentro de la corriente progresista del siglo de las

— 10 —
/»«'

' EL "DESPOTISMO ILUSTRADO"

Se estaba en la época del "despotismo ilus-


trado". Superada con graves sacrificios y pér-
didas inestimables la guerra de sucesión y fir-
mada la paz de Utrecht, Felipe V se dio a la ta-
rea de gobernar a España y de extender su in-
fluencia a su imperio ultramarino. E n lo po-
lítico, los monarcas de esa época tuvieron una
visión distinta de las cosas, ya que emprendie-
ron " u n a amplia reforma igualitaria, destruyen-
de los vestigios aún más visibles del feudalis-
mo", fueron "partidarios del progreso" y to-
maron medidas hábiles y prudentes para favore-
cer la "prosperidad de los pueblos", abogaban
por la centralización administrativa que "esta-
blecía el orden en el lugar del desorden; el or- el comercio y canales que fertilizaran sus cam-
den reflejo de la la razón universal". 1 pos, e industrias que contribuyeran a crear r i -
quezas y a elevar el nivel de vida, trazaron ca-
Una España estancada en su progreso, en- minos y carreteras y abrieron canales, fomenta-
cuentra en los monarcas de l a Casa de Borbón ron la agricultura e introdujeron nuevos méto-
hombres que se preocupan por haderla desper- dos de cultivo, levantaron fábricas y estimula-
tar de su letargo, trabajando y haciendo traba- ron l a formación de grandes compañías de co-
jar y abriendo nuevos cauces para todas las ac- mercio". 2

tividades humanas. Se esfuerzan por fomentar


un renacimiento de l a cultura y ésta, como con- E n el ramo de l a economía, el siglo X V I I I
cepto original y propio, v a contra todo lo que español fue de progreso notorio. L a población
se considere parte de la tradición. E s t a , según aumenta considerablemente, no obstante el i m -
sus hombres, no conducía a nada que signifi- pacto de la guerra de sucesión. Se trata de i m -
que progreso. E s e l triunfo de l a razón, son pulsar la industria, mediante el establecimiento
"racionalistas". Se preocupan por el estudio de de fábricas en diversos sitios de la península. Se
agiliza el comercio y se suprimen barreras inte-
las ciencias físicas y naturales. Otras disciplinas
riores que lo obstaculizaban; y, mediante una se-
tradicionales estaban reñidas con las tenden-
rie de medidas se logra hacer una muy penosa
cias de la época.
exportación. S i n embargo, el régimen impositi-
Se ve un despertar en el progreso material. vo no cambia, manteniéndose el complicado sis-
" S i en los siglos anteriores, dice Palacio Atard, tema existente y l a diversidad de impuestos que
los gobernantes habían atendido con preferen- llegaban a casi la decena, con l a natural compli-
cia a los problemas espirituales, sin reparar en cación y posible duplicidad.
el cuerpo n i en las energías de éste, en e l siglo
X V I I I los hombres de nuestro "despotismo ilus-
trado" se ocuparon ante todo del cuerpo de
España y de sus necesidades, aunque se olvida-
ron siempre de su espíritu. Y como el cuerpo
de España necesitaba caminos que fomentaran
2
Vicente Palacio A t a r d : E l Despotismo Ilustrado, "Arbor",
1
P . H a z a r d : E l Pensamiento Europeo del Siglo XVIII, Ma- número 22, julio-agosto de 1947. Historia de España, M a d r i d
1953.
d r i d , 1946, pág. 320.

— 14 —
COMERCIO Y CONTRABANDO

E l comercio con las Indias era un monopolio


del Estado español. Sin embargo, el contraban-
do constituía u n sistema casi legalizado, especial-
mente el inglés, cuyo gobierno tuvo el privilegio,
durante treinta años, de importar los negros que
necesitaran las colonias españolas, y para su "ac-
tividad" usaban un navio llamado permiso que
les facilitaba la operación. Y el comercio direc-
to, protegido por la Armada española fue distan-
ciándose tanto que las comunicaciones de la me-
trópoli con sus colonias, cada vez fueron más len-
tas, hasta verse en la necesidad de tomar una se-
rie de medidas, que al tiempo de estar en vigen-
cia, iban a ser fuentes de disturbios entre la Co-
lonia y la Metrópoli. T a l el caso de las compañías
de comercio con las Indias, fomentadas en la
época de Felipe V , cuyo desenvolvimiento, lleno E L S I G L O D I E C I O C H O VENEZOLANO
de alternativas, iba a tener notorio significado po-
lítico, económico y social en nuestro medio, e i n -
directamente iba a contribuir, en lo que respec-
ta a Venezuela, a l a formación de un sentimiento
nacionalista, a despertar en los criónos, una con-
ciencia convergente a la defensa de los intereses
del país, contrarios a los de la Compañía, e insen-
siblemente, iba preparando un ambiente criollo
propicio a finalidades autonomistas.

Cuando comenzó el reinado de la Casa de Bor-


bón, la Gobernación de Venezuela estaba regida
por don Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyos, no
quedando como recuerdo de su gestión nada de
significación, pues su actuación fue corta y duras
afecciones físicas^ lo llevaron muy pronto al se-
pulcro. Nuevos gobernadores se suceden, unos
en propiedad y otros interinos o accidentales, y
reinando por segunda vez Felipe V , es nombra-
do don Lope Carrillo de Andrade Sotomayor y
Pimentel, señor de Puente y San Pedro, en opor-
tunidad en que se establecía la Compañía G u i -
puzcoana y comenzaba una nueva vida econó-
mica en la Gobernación y una manifiesta agita-
ción política.

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¿Fue la presencia de los negociantes vascos parte desde el esclavo, que era instrumento de
y la rivalidad de los criollos contra aquéllos la cau- su ''amo", los comandantes de las balandras ex-
sa de la fermentación? ¿ O fue acaso un cambio tranjeras que merodeaban nuestras costas, hasta
en el pensamiento y en la acción motivada a un la nobleza criolla, que veía en esa actividad la
concepto nuevo del vivir, o influencia pro- forma de que su fortuna aumentara considera-
veniente de los pensadores españoles que les blemente en poco tiempo.
dolía la suerte decadente de España, llevada por
una pendiente que no l a detendría n i monarcas
con ansias progresistas y renovadoras?

Causas muy complejas señalan a este siglo y le


dan una fisonomía totalmente diferente del an-
terior, pero la principal la constituyó, antes que
cualquier otra, el factor económico. L a Goberna-
ción de Venezuela vivía de su escasa riqueza
agrícola. L a actividad comercial ultramarina era
ocasional, tardía, lenta. E s casi seguro que con
más periodicidad era el comercio que se efectua-
ba con otras circunscripciones administrativas
del nuevo mundo. Aunque existía el monopolio,
los criollos lo burlaban de continuo y, gracias a
los mercaderes de otras nacionalidades que mero-
deaban por el Caribe, lograban establecer un i n -
tercambio que les permitía vender a buen precio
los pocos frutos de la agricultura y de la cría, al
tiempo que adquirían menudencias, utensilios
y productos que les ayudaban a cubrir sus nece-
sidades y satisfacer su vanidad.

Y los esfuerzos de las autoridades eran impo-


tentes para lograr que el tráfico ilegal cesara,
pues en la organización del contrabando tomaban

— 21 —
E L PENSAMIENTO C R I O L L O

E r a n escasos los conceptos políticos, que a


lo menos, en la primera mitad del siglo, tenían
nuestros, criollos. Menos podían tenerlos la ma-
yoría de quienes actuaron directamente en acti-
vidades de tipo insurreccional. Los pocos elemen-
tos depositarios de alguna cultura y empapados
de las ideas renovadoras del siglo, no fueron fac-
tores determinantes de ninguno de los movimien-
tos que entonces se presentaron. Podrían, sí,
prestarles directa o indirectamente su patrocinio,
pero nunca acaudillarlos. Estos jefes fueron hom-
bres salidos de las entrañas del pueblo, algunos
con confusos conceptos económicos y la mayo-
ría careciendo en absoluto de ideas concretas,
pero casi todos poseyendo una mística y una de-
cisión que si hubiera estado entrañablemente l i -

— 23 —
gada a su persona, merced a claros conceptos f i - llos que se ocupaban de las tributaciones. Los
losóficos o humanos, posiblemente habrían pro- sacudimientos de masas del siglo X V I I I , constitu-
tagonizado episodios duraderos proclives a cau- yeron un anticipo, bastante remoto, de los que
sar hendiduras profundas al imperio español. iban a tener efecto en las postrimerías del siguien-
Porque supieron conducir masas, les inculcaron te, y en el que vivimos, pues éstos tendrían una
una mística susceptible de afrontar todos los pe- participación decisiva, ya no sólo por puras rei-
ligros; tuvieron valor físico y moral para hacerle vindicaciones económicas, sino también como tí-
frente a las autoridades; demostraron en ocasio- picas expresiones de movimientos políticos. Pen-
nes astucia profunda; no mancharon sus manos sadores europeos de la pasada centuria llevaron
con sangrías inútiles, pero ante todo ese conjun- hasta las masas los aportes ideológicos, coadyu-
to de hechos positivos, les faltó la decisión de vantes necesarios para el desarrollo de una mís-
quien tiene trazado un derrotero y v a a él, afron- tica totalizadora y unánime, que puesta en acción,
tando todos los peligros y responsabilidades. Los ha constituido la más poderosa fuerza de los tiem-
dirigentes de masas del siglo X V I I I no tenían una pos contemporáneos.
meta trazada; querían mejorar sus condiciones
económicas, pero carecían del horizonte ideólo' Pero los hombres del setecientos, y sobre to-
gico que les fijara rectamente el sitio donde ha- do los que actuaron antes de las conmociones
bían de llegar y los medios de que debían valerse francesas, no tenían un concepto cabal de fines
para el caso. Querían mejor gobierno en Indias; y procedimientos, y se echaron a las calles y los
menos impuestos e injusticias, pero todavía es- caminos casi instintivamente, en forma avasalla-
taban obnubilados por la sombra del derecho di- dora, pero sin una organización que los conduje-
vino de los Reyes. " V i v a el Rey y mueran los ma- ra a una meta anhelada y fija.
los Gobiernos", fue lema constante.

E r a prematuro hablar de emancipación. Casi


podría considerarse que en aquellos tiempos
—por lo menos en la primera m i t a d — la separa-
ción de la Metrópoli no estaba aún en los planes
de los pueblos americanos. L a Patria para ellos,
en general, era España. Su gobernante, el Monar-
ca, pero sus enemigos comunes lo constituían la
red de funcionarios de Indias, en especial aque-

— 25 —
LAS INSURRECCIONES

D e los movimientos insurreccionales habidos


durante buena parte del siglo, esto es, desde
1730 hasta 1781, pueden considerarse dos cla-
ses típicamente diferenciadas:
a) L a s rebeliones o motines, y
b) L a s actuaciones de masas con dirección y
metas propias.
Empero, unos y otros estuvieron signados por
causas fundamentalmente económicas y dirigidos
por hombres que no habían tenido ninguna sig-
nificación en el país. Antes bien, podrían repu-
tarse como hombres del pueblo, del común, co-
mo se decía entonces, sin que la participación de
las clases dirigentes de la colonia, por su posi-
ción social, cultural o económica, hubiera estado
E L PENSAMIENTO C R I O L L O

E r a n escasos los conceptos políticos, que a


lo menos, en la primera mitad del siglo, tenían
nuestros, criollos. Menos podían tenerlos la ma-
yoría de quienes actuaron directamente en acti-
vidades de tipo insurreccional. Los pocos elemen-
tos depositarios de alguna cultura y empapados
de las ideas renovadoras del siglo, no fueron fac-
tores determinantes de ninguno de los movimien-
tos que entonces se presentaron. Podrían, sí,
prestarles directa o indirectamente su patrocinio,
pero nunca acaudillarlos. Estos jefes fueron hom-
bres salidos de las entrañas del pueblo, algunos
con confusos conceptos económicos y la mayo-
ría careciendo en absoluto de ideas concretas,
pero casi todos poseyendo una mística y una de-
cisión que si hubiera estado entrañablemente l i -

— 23 —
gada a su persona, merced a claros conceptos f i - llos que se ocupaban de las tributaciones. Los
losóficos o humanos, posiblemente habrían pro- sacudimientos de masas del siglo X V I I I , constitu-
tagonizado episodios duraderos proclives a cau- yeron un anticipo, bastante remoto, de los que
sar hendiduras profundas al imperio español. iban a tener efecto en las postrimerías del siguien-
Porque supieron conducir masas, les inculcaron te, y en el que vivimos, pues éstos tendrían una
una mística susceptible de afrontar todos los pe- participación decisiva, ya no sólo por puras rei-
ligros; tuvieron valor físico y moral para hacerle vindicaciones económicas, sino también como tí-
frente a las autoridades; demostraron en ocasio- picas expresiones de movimientos políticos. Pen-
nes astucia profunda; no mancharon sus manos sadores europeos de la pasada centuria llevaron
con sangrías inútiles, pero ante todo ese conjun- hasta las masas los aportes ideológicos, coadyu-
to de hechos positivos, les faltó la decisión de vantes necesarios para el desarrollo de una mís-
quien tiene trazado un derrotero y v a a él, afron- tica totalizadora y unánime, que puesta en acción,
tando todos los peligros y responsabilidades. Los ha constituido la más poderosa fuerza de los tiem-
dirigentes de masas del siglo X V I I I no tenían una pos contemporáneos.
meta trazada; querían mejorar sus condiciones
económicas, pero carecían del horizonte ideólo' Pero los hombres del setecientos, y sobre to-
gico que les fijara rectamente el sitio donde ha- do los que actuaron antes de las conmociones
bían de llegar y los medios de que debían valerse francesas, no tenían un concepto cabal de fines
para el caso. Querían mejor gobierno en Indias; y procedimientos, y se echaron a las calles y los
menos impuestos e injusticias, pero todavía es- caminos casi instintivamente, en forma avasalla-
taban obnubilados por la sombra del derecho di- dora, pero sin una organización que los conduje-
vino de los Reyes. " V i v a el Rey y mueran los ma- ra a una meta anhelada y fija.
los Gobiernos", fue lema constante.

E r a prematuro hablar de emancipación. Casi


podría considerarse que en aquellos tiempos
—por lo menos en la primera m i t a d — la separa-
ción de la Metrópoli no estaba aún en los planes
de los pueblos americanos. L a Patria para ellos,
en general, era España. Su gobernante, el Monar-
ca, pero sus enemigos comunes lo constituían la
red de funcionarios de Indias, en especial aque-

— 25 —
LAS INSURRECCIONES

De los movimientos insurreccionales habidos


durante buena parte del siglo, esto es, desde
1730 hasta 1781, pueden considerarse dos cla-
ses típicamente diferenciadas:
a) L a s rebeliones o motines, y
b) L a s actuaciones de masas con dirección y
metas propias.
Empero, unos y otros estuvieron signados por
causas fundamentalmente económicas y dirigidos
por hombres que no habían tenido ninguna sig-
nificación en el país. Antes bien, podrían repu-
tarse como hombres del pueblo, del común, co-
mo se decía entonces, sin que la participación de
las clases dirigentes de la colonia, por su posi-
ción social, cultural o económica, hubiera estado
mezclada directamente. E n forma indirecta y re- ra de riqueza. E s la oportunidad en que emerge
fleja sí lo estuvo en ocasiones, y esto no por con- el criollo, con propia personalidad, distinto en
ceptos idealistas, sino en defensa y amparo de mentalidad del blanco español, y cuando nuestro
sus intereses económicos que veían amenazados. mestizo se vigoriza y afianza. A éste le estaba re-
servada una participación notable en el devenir
Felipe V , el primero de los Borbones? ante las de la nacionalidad.
apremiantes necesidades pecuniarias, inició e im-
pulsó las fundaciones de grandes empresas co- Fundada la Compañía Guipuzcoana, comienza,
merciales. Para Venezuela, la Guipuzcoana, fun- con sus primeras actividades comerciales, el des-
dada en 1728, constituyó un vehículo de aparen- contento y la agitación en Venezuela. No porque
te riqueza general, aunque la reacción criolla an- su presencia iba a ser perjudicial, en líneas gene-
te sus agentes fue de sostenida resistencia. Impul- rales para el país, sino porque con l a cesión del
só, también, el monarca la parte cultural con el monopolio, los criollos se iban a sentir perjudica-
establecimiento de la Real y Pontificia Universi- dos en sus intereses, ya que consideraron que des-
dad de Caracas ( 1 7 2 5 ) sobre las bases de lo que de ese momento cambiaban para ellos las normas
había sido el Real Colegio Seminario de Santa tradicionales del ejercicio del comercio. Y si a
Rosa de Santa María, establecido a fines del si- esto se añade la influencia manifiesta que tuvie-
glo anterior, por el progresista Obispo González ron los funcionarios vascos en las actividades ad-
de Acuña, pero en todo el decurso de sus prime- ministrativas y el apoyo manifiesto que le otorga-
ras décadas estuvo casi limitada al estudio de la ban los gobernadores y altos funcionarios, es evi-
teología y ciencias afines, a la filosofía peripaté- dente que el malestar para ellos era indiscutible.
tica y a disciplinas que poco tenían que ver con Además tenía la Compañía más oportunidad de
el pensamiento europeo que ya se oteaba por do- reprimir el tráfico ilegal — e l contrabando— ya
quier, y el cual vino a preparar las conciencias que éste constituía norma casi habitual de en-
para las nuevas concepciones que iban a aparecer tonces. Y la reacción contra lo que consideraron
en la segunda mitad del siglo X V I I I . que iba en detrimento de sus intereses, no se de-
jó esperar.
Sin embargo, este siglo estuvo, sin duda, ca- Como consecuencia de ello aparecieron en for-
racterizado para Venezuela, por el fortalecimien- ma directa o refleja, las primeras manifestacio-
to del espíritu nacional, por el auge del municipio nes venezolanas contra España, en forma de
como cédula matriz de nuestra organización, por grandes movimientos de masas o de sublevacio-
el mejoramiento de la agricultura como formado- nes o motines.

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E n el espacio comprendido entre 1730 al c) E l movimiento de los Comuneros
1781, surgieron en Venezuela los siguientes mo- del Socorro, en Nueva Granada,
vimientos de agitación y de rebeldía: propagado bajo los mismos idea-
les y principios, a la Provincia de
1.- Motines y rebeliones. Mérida y a los propios límites de
• Caracas, hasta Trujillo y Barinas.
a) L a rebelión capitaneada por el zam-
bo Andrés López del Rosario, alias D e esas insurreccciones, las tres primeras tu-
"Andresote", en el valle del Y a r a - vieron corno causa directa e indirecta la actuación
cuy y sus montañas y costas cerca- de la Compañía Guipuzcoana y sus factores, así
nas ( 1 7 3 0 - 1 7 3 2 ) . como l a de León, en 1749; y l a última fue origi-
b) L a rebelión y motín de San Felipe nada por profundas causas económicas y por el
el Fuerte (enero 1 7 4 0 ) , encabeza- malestar de los criollos ante las medidas, gravá-
da por el pueblo y las clases dirigen- menes y exacciones a que eran sometidos por las
tes de l a ciudad, y amparado en autoridades españolas. Pero todos estuvieron ins-
cierto modo por el Cabildo. pirados por nobles sentimientos nacionalistas,
claramente determinados o tímida y confusa-
c) L a rebelión de E l Tocuyo en 1744, mente esbozados.
por españoles e indios que habían E l de las esclavitudes fue posiblemente orien-
sido reclutados y debían marchar a tado hacia finalidades distintas: conseguir la l i -
reforzar los puestos de comando en bertad, anhelo común de todos los hombres so-
Puerto Cabello ante las amenazas juzgados. Pero sin duda, junto con esa aspiración
inglesas. estaban también unidos los móviles económicos.
2 ?
Movimientos de masas. Sus "amos" luchaban por desligarse de la tute-
la de la Compañía y lograr el libre comercio, y
a) L a tentativa de sublevación de ne- los siervos trataban de emanciparse de aquéllos
gros y esclavos en algunas regiones y conseguir, conjuntamente con la libertad, la
de la Provincia de Caracas en 1749. posibilidad también de su propia liberación eco-
nómica. No podrá negarse que en este movimien-
b) L a insurrección de Juan Francisco
to, apenas esbozado, influyeron también los sen-
de León ( 1 7 4 9 ) en Panaquire, di-
timientos que animaron a todas las conmociones
rectamente contra la Compañía G u i -
venezolanas del siglo X V I I I .
puzcoana.

— 30 — — 31 —
ANDRESOTE

E n el hermoso y floreciente valle del Yaracuy


dentro de los términos y jurisdicción de la Pro-
vincia de Caracas, valle largo y feraz, "profunda
fosa tectónica que es lugar de contacto o de se-
paración" entre varios sistemas de montañas,
lleno de selvas apropiadas para el asalto y la
aventura, y de hermosa y rica vegetación, pobla-
do en parte por blancos criollos, pero en su ma-
yoría por negros africanos, rudos y laboriosos,
restos de la inmensa inmigración que por senti-
mientos humanitarios del Padre de L a s Casas y
con el fin de redimir a los indígenas, fueron traí-
dos de las lejanas regiones del Africa, encendió
la chispa de la rebelión contra las autoridades
españolas, un zambo, Andrés López del Rosario,
antiguamente esclavo de u n "hombre de Valen-
c i a " , a quien por la dureza de proceder, por la
arrogancia de su negra figura, por sus condicio- "Andresote" se alza en armas contra las auto-
nes de cíclope africano, era llamado "Andreso- ridades españolas, aunque su acción iba dirigida
t e " , cognomento con que lo conoce la historia. especialmente contra los funcionarios de la Com-
Fue, sin duda alguna, el primer rebelde del si- pañía que en el río Yaracuy le ponían obstáculo
glo X V I I I , sin que su mentalidad estuviera en- al comercio prohibido. Armado de trabucos, esco-
marcada en aquellos ideales que constituían par- petas, chafarotes y carabinas, seguido de cerca
te de la razón y médula de lo que iba a ser flor por multitud de elementos que le obedecían cie-
cotidiana de libertad en el amanecer del siglo gamente, y que como él tenían pocos sentimien-
XIX. tos de piedad, puso en jaque a las autoridades
E r a el año de 1730. Apenas la Compañía G u i - españolas, que tuvieron que mover toda su ma-
puzcoana iniciaba sus actividades, pero ya los quinaria guerrera, a fin de hacerle frente y po-
criollos comprendían que iban a ser desposeídos der contener la sublevación que amenazaba ex-
de los derechos de que habían estado gozando tenderse por toda la provincia. E l Gobernador,
por largo tiempo, y se les estaba restringiendo Sebastián García de l a Torre, recién llegado de
cada vez más su derecho al libre comercio, no España en uno de los primeros viajes de los bar-
porque antes les estuviera permitido, sino por- cos de la Guipuzcoana, encuentra la provincia
que la Compañía, subrogada en los derechos de encendida con el fermento de la guerra, y envía
la Corona, tenía en sus manos elementos más po- a uno de sus tenientes, Juan de Manzaneda, a
derosos para mantener el monopolio mercantil, fin de que aprehendiera a "Andresote", a "sus
y para evitar, a la postre, el contrabando. confederados, auxiliares y protectores".
Nuestros propios cosecheros y los intermedia- Llegado al sitio de los acontecimientos, Man-
rios suyos fueron, en realidad, los más perjudi- zaneda se apersona de su oficio. Se empapa de
cados. Por su parte, la Isla de Curazao, asilo de que el rebelde es un antiguo esclavo, que lo
contrabandistas y filibusteros, arrebatada a la acompañan infinidad de negros e indios; es co-
Corona española por los holandeses desde 1634, nocido en todos aquellos parajes; reside gene-
constituía uno de los núcleos que favorecían el reármente en Riecito y acude puntualmente a oír
contrabando y acicateaban a los criollos en su ac- misa los domingos y días festivos en el pueblo de
ción contra la Guipuzcoana. Y de la desemboca- Cabría. Cumple, pues, sus deberes religiosos
dura del río Yaracuy, en el mar Caribe, a la isla fielmente, no obstante que se ejercita en robos,
de Curazao, apenas un navegar corto y casi sin muertes y asaltos, y se opone a los Ministros de
ningún peligro. la Justicia. L a ayuda de los holandeses es evi-

— 34 —
dente y la magnitud de sus actuaciones se robus- la predicación y la caridad, hagan llegar la tran-
tece y toma más cuerpo desde el establecimiento quilidad a esta provincia y establezcan la quie-
de la Compañía, a pesar de que antes, según las tud de que carece, por virtud de la violencia que
autoridades españolas, ya se ejercitaba en diver- la ha abatido desde hace algunos años". Sin ar-
sas fechorías. Manzaneda toma la acción militar mas, sin bagajes, sin acompañamiento alguno,
acompañado de muchos elementos de guerra q'ue aquellos misioneros ofrecen el perdón a nombre
había traído de Caracas, y de aquellos que ha- de los dos brazos, el secular y el eclesiástico, y
bía recibido en su auxilio provenientes de luga- logran que todos los amotinados abandonen aque-
res vecinos. Organiza su expedición y sale ha- llos lúgrubes parajes, llenos de hierro, muerte y
cia la serranía en busca de su anhelada presa. E n venganza, y sigan a Caracas. S i n embargo, du-
el cerro de Guabinas, "país lóbrego y para noso- dando del perdón ofrecido, la mayor parte de
tros muy melancólico, montuoso, estrecho, pen- los amotinados toman la ruta hacia los llanos,
diente, suelo de piedras que cortaban los pies", hacia las riberas del Orinoco, siguiendo al P a -
hay el primer encuentro con resultados tan des- dre Tomás de Pons. Iban a buscar la ansiada l i -
favorables que la derrota fue casi instantánea, y bertad. Recorrían aquellas comarcas ilímites, con
según un escribano de la época, " e l miedo les dio la seguridad de que tal vez al f i n la encontrarían.
alas para volar, pues lo que habíamos caminado, No querían ser tratados más como esclavos e
en cuatro días lo descaminaron en medio día". iban hacia donde fuera, "con l a condición de
que ningún blanco les debía gobernar, porque
Este tremendo descalabro hizo que García de ellos estaban hechos a desollarlos y que ellos
L a Torre saliera poco tiempo después a conte- eran libres, pues sus antiguos abuelos lo habían
ner la sublevación. Ante su cercanía, y la multi- sido en G u i n e a " , según propias palabras de uno
tud de elementos que traía, "Andresote" se em- de los amotinados. No se cumplió el perdón
barcó en una balandra holandesa con algunos de
ofrecido y las autoridades españolas, no obstante
sus parciales, para no regresar jamás; pero en
aquéllos haber depuesto las armas pacíficamen-
las montañas del Yaracuy quedó la sublevación,
te, y alegando algún otro levantamiento que nin-
que sólo fue dominada por la acción de los dos
guna relación tenía con el anterior, emplearon to-
misioneros capuchinos: Fray Salvador de Cá-
do el rigor de sus procedimientos, ajusticiando
diz y Fray Tomás de Pons, enviados por el Obis-
a unos, y a otros, enviándolos a presidios distan-
po José Félix de V a l verde, a fin de que "por
tes y sometiéndolos a ios más crudos padeci-
medio de la persuasión y valiéndose de las ar-
mientos.
mas de que está dotada l a Iglesia Católica, o sea,

— 36 —
L a lucha de "Andresote" terminó sin. que E L M O T I N D E SAN F E L I P E E L F U E R T E
operara por ella ninguna reacción favorable para
los criollos. No tuvo ideología definida. H o m -
bre duro y temible, se valía de todo el impulso
de su férrea voluntad para mantener en conster-
nación a las autoridades y a los vascos, y para
favorecer el comercio de contrabando. Estuvo
siempre huérfano de ideales. A lo menos, nin-
gún testimonio directo y personal podríamos ale-
gar para una prueba favorable. Sin embargo,
¿quién podría negar que "Andresote" —Andrés
López del R o s a r i o — no abrigaba en el fondo de
su alma algunos sueños de libertad, arraigados
profundamente en él, reminiscencias, acaso, de
viejos atavismos, acumulados en siglos, confusos
y disímiles, transmitidos por las leyes fatales de Todavía estaba fresca en la memoria de los ha-
la herencia? Pero su movimiento, totalmente i n - bitantes l a osadía de "Andresote" a l levantarse
orgánico, demostró a los criollos la capacidad en armas contra las autoridades y mantener por
guerrera de que podían hacer gala y la poca ha- varios años agitada la Gobernación de Venezue-
bilidad y preparación de las autoridades españo- l a , cuando l a misma feraz y rica región era ame-
las al no poder contenerlo y darle seguro rema- nazada con otro movimiento: l a sublevación de
te. 3
San Felipe el Fuerte en enero de 1741.

Pocos años tenía de nueva vida jurídica l a ciu-


Carlos Felice Cardot: La Rebelión de Andresote, Valles
dad y ya sus habitantes y su Cabildo ponían de
3

del Yaracuy, 1730-1733. Imprenta Nacional, Caracas, 1952.


Segunda edición. Editorial A . B. C , Rogotá, 1957. E n este manifiesto, con reiterada insistencia, su indepen-
estudio que presentamos a la Acndrmia Nacional de la Historia dencia, su libre proceder, su valor moral y en
en la oportunidad de nuestra incorporación como Individuo cierto modo, el vehemente deseo de mantener a
de Número, hacemos una extensa relación de la sublevación, su región bajo "fueros" especiales, prescindien-
valiéndonos principalmente del expediente original que existe
do, en cierto modo, de la tutela natural que
en e! Archivo General de Indias di Si villa. Audiencia de Santo
Domingo. Signatura Antigua, legajo 57-6-10. Signatura Moderna,
ejercían sobre todo el territorio de l a Goberna-
legajo 782. ción las autoridades regias. L a ciudad se había

— 38 — — 39 —
"reconstituido jurídicamente", por virtud de Real ción, pues sus intereses se veían amenazados. A l -
Cédula, el 6 de noviembre de 1729, y será el gunos de los que habían combatido a " A n d r e -
Gobernador Sebastián García de la Torre quien sote" por contrabandista y salteador, ahora que
le fijará, el 18 de abril de 1732, los límites que le mantenían una holgada posición y traficaban con
darán ámbito distinto del que tenían Barquisi- frutos producidos en el feraz valle, incurrían,
meto y Nirgua, cuyos litigios y rivalidades con1 aunque por medios distintos, en los mismos pro-
éstas fueron tan frecuentes y tan perjudiciales cedimientos del Zambo en lo que respecta al per-
para su estabilidad. juicio de la Real Hacienda.
Había muerto don Juan Angel de la Rea, Jus-
Cuando se sofocó la insurrección de " A n d r e -
ticia Mayor de la ciudad, y por haber hecho de-
sote", el comercio fue, en cierto modo, libre. D e
jación del cargo su sustituto, don José Villafañe,
la Rea, fallecido en 1739, así lo había establecido
se consideró necesario trasladar hacia San Felipe,
y su sucesor, Villafañe, había continuado el sis-
con este cargo, a don Ignacio de Basazábal, viz-
tema, cobrando pequeños impuestos que los crio-
caíno, quien ocupaba igual destino en Carora.
llos aceptaban con complacencia. L a presencia de
Claramente se observa que tal nombramiento un vizcaíno en el cargo, los iba a conducir a un
debió hacerse de acuerdo con la Guipuzcoana, a sistema distinto, perjudicial para ellos. L a fuer-
fin de que ésta tuviese en ese destino a un hom- za y poder de la Compañía era tal, que tenía más
bre de confianza, que se plegara a ella en todas medios, directos e indirectos, para defender sus
las eventualidades y fuese u n instrumento eficaz intereses y los criollos no podían competir con
para reprimir el "ilícito comercio". A fines de ella.
noviembre de 1740 llegó y tomó posesión e l 1°
de diciembre, no sin que el Cabildo se mostrara Sin embargo, el Cabildo recibe al nuevo Jus-
en desacuerdo con la disposición del Goberna- ticia Mayor; pero por boca de sus más caracte-
dor Zuloaga, por considerar, tal vez por interpre- rizados miembros deja constancia de que aquel
tación interesada a sus fines, que era al Virrey nombramiento estaba viciado por no provenir
del Nuevo Reino, en Santa F e de Bogotá a quien de la legítima autoridad virreinal. Especiosos ar-
le competía esa designación, por haber pasado la gumentos para retardar e impedir su pacífica po-
Gobernación de Venezuela a depender de dicho sesión en el mando. L e temían al nuevo funcio-
Virreinato por órdenes reales de reciente data. nario, a quien motejaban con epítetos duros en
E l nombramiento de Basazábal perjudicaba a relación con su conducta personal y procederes
los hacendados y terratenientes de la jurisdic- arbitrarios con los gobernados.

— 40 — — 41 —
vada. Los vecinos pedían justicia y gritaban "aba-
L a agitación cundió desde aquel momento en
jo los vascos". L a manifestación fue tumultuosa
la pequeña pero altiva ciudad. Sus hombres pro-
y se trató de cubrir ésta bajo un ropaje de lega-
minentes se constituyeron en cabezas del descon-
lidad. E l Cabildo, solícito, se reunió aparente-
tento y los hombres del "común" los secundaron
mente bajo la presión tumultuaria, pero en rea-
ampliamente. Por su parte, el Cabildo, desde el
lidad estaba en connivencia con el movimiento.
primer momento, había demostrado cuál era su
L a curiosa acta que se levantó de la memorable
manera de pensar en aquella emergencia en que
reunión constituye un testimonio elocuente de la
lo colocaban.
situación imperante. Allí se revela cuál era la
Y el nuevo mandatario demostró desde el co- reacción que tenían contra Basazábal, y se expo-
mienzo de su gestión que sería duro en la per- nen las quejas contra él. Una serie de hechos que
secución del llamado "comercio ilegal" que cons- le impiden ser u n gobernante justo y ecuánime.
tituía en nuestros días coloniales la más legaliza- A la verdad, según los testimonios, su conducta
da forma de proceder. Pero l a Compañía, sus fac- era irregular, y desde los mismos momentos de
tores y dependientes, pensaban y actuaban en su posesión demostró ser un hombre arbitrario
forma distinta, y en defensa de sus prerrogati- e incorrecto.
vas no escatimaban ningún proceder por arbitra-
rio que pareciere a los criollos. E l Cabildo, plegado a los amotinados, levantó,
por intermedio del escribano, la " s u m a r i a " de
E l 4 de enero de 1741 la situación hizo crisis. los hechos. Querían aparentar no ser cabezas de
E n la madrugada se levantó el pueblo en masa la sublevación y obrar bajo apremio. Y mientras
y se dirigió a detener a los miembros del Cabildo el Teniente Justicia Mayor está fuera de la ciu-
por haberle dado posesión a Basazábal. E n la dad sin funciones de Gobierno, el Cabildo go-
casa de don Bernardo de Matos y Machado, que bierna la ciudad y ante los hechos, los funciona-
se encontraba enfermo, deliberaron. Hasta allí rios de la Compañía observan impasibles cómo,
fueron llevados los otros miembros. Todo arre- a la vista de todos, el comercio con los holande-
glado minuciosamente para el motín. E l Cabil- ses pudo desenvolverse con entera libertad por
do, que estaba de parte del pueblo, se prestó a todos los caminos y, sobre todo, por vía fluvial
la maniobra. Entre tanto, ya en horas tempranas del río Yaracuy, en cuyas bocas las naves extran-
de la mañana, el Teniente Justicia Mayor, ante jeras maniobraban con entera impunidad.
la situación creada, busca su seguridad en la mi-
sión de San Francisco Javier, de Agua de Cule- E l motín había dado aparentemente sus fru-
bras, distante legua y media de la ciudad suble- tos. Entre tanto, don Gabriel de Zuloaga ya en-

— 42 —
terado de los hechos, envía al Licenciado Domin- ría con valor y heroísmo, opta por una solución
go López de Urrelo, Teniente de Gobernador y conciliadora. No cree prudente ahora hacer un
Auditor de la gente de guerra, a que reduzca ataque armado, el cual causaría innumerables víc-
a la obediencia a la amotinada ciudad. E l 28 timas. Ordena el licénciamiento y regreso a los
avanzan hacia San Felipe, partiendo de Nirgua. puntos de origen de las tropas concentradas en
Otra comisión es despachada desde San Felipe Guama y "que con unos cuarenta o cincuenta
con carta del Cabildo, en donde le suplica que, hombres de la fortificación de Puerto Cabello y
"para el mayor sosiego y quietud del común, se
de la Compañía Guipuzcoana. . . pase a la ciu-
digne mandar hacer alto a la gente y entrar con
dad de San Felipe y entre en ella y ejecute las
el escribano y demás comitiva de sus criados, a
órdenes que le están dadas y provindencias que
quienes, para la mayor desensia de vuestra se-
le están encargadas, a excepción de que por
ñoría, pueden acompañar doce hombres de su
lo que toca a las prisiones de los que resultaren
guardia".
culpados no los hará de ejecutar n i ejecutó, sino
dar cuenta a Su Señoría, con relación de los que
Pero el comisionado reduce a prisión a los de-
fueron y circunstancias del d e l i t o " . . . L e da ins-
legados, y la ciudad, al tener noticia de este he-
trucciones de que retire de la ciudad a personas
cho, se pone en armas. Se organizan sus fuerzas
sospechosas y los confine a determinados luga-
en cuatro cuarteles. Se ponen en acción viejos
cañones, se cavan fosos, se reclutan soldados. L a res, de donde no podrán salir; y si con estas pro-
guerra estaba declarada y la defensa de la ciudad videncias todava la ciudad "resistiere" y sus "mo-
estaba presta. Mientras tanto, López de Urrelo radores y habitantes" no quisieren que entrase a
avanza hacia Guama, a establecer su cuartel ge- ella el Teniente de Gobernador y "pretendieren
neral, a donde comienzan a llegar tropas traídas embarazar sus providencias y hacer cualesquiera
de diversas ciudades cercanas, a objeto de do- capitulaciones como las que ha pretendido aque-
minar la ciudad revoltosa a la fuerza. Guama se lla ciudad, como si ésta y aquel pueblo fuese ciu-
convirtió en el posible centro de operaciones dad o plaza de enemigos de la Real Corona, y
militares, que al fin no se llevaron a cabo. por ésta se hallasen atacados, y como Su Señoría
tuviese facultad de perdonar delitos, como se
Las instrucciones impartidas por el Goberna- pretende por vía de capitulación por lo de dicha
dor Zuloaga al empaparse bien de la situación ciudad, los perdone los que han cometido, cuan-
constituyen un cambio de táctica. Ante la posi- do debieran advertir no tener tal facultad ni aún
bilidad de las incursiones inglesas, que rechaza- para tolerarles. . . " , y si aún persisten en el tu-

— 45 —
multo y la sublevación, se vuelva el Teniente G e - rritoriales llegará hasta el propio Virreinato de
neral para Caracas y se deje a " S a n Felipe como Nueva Granada. Zuloaga actuó como u n hábil
un pueblo rebelde sublevado y conspirado con- político. No convenía un derramamiento de san-
tra los ministros de su Majestad y sin obedien- gre en momentos en que estaba preparado para
cia a ellos ni a la justicia para vivir sacudidos del repeler ataques del inglés. Ffacerlo era facilitar
yugo de dicha obediencia, sin la que nada se éstos y disminuir la defensa nacional, y lo que
puede c o n s e g u i r . . . , hasta tanto que su Majestad era más grave, embarcarse en una represión en
resuelva o mande lo que fuera servido o mejor donde a buen seguro él cargaría con las más
oportunidad". . . agrias críticas y el Gobierno perdería opinión.
Parlamentar y ofrecer la paz, allí estribaba su
L a capitulación se realizó. E l D r . Bernardo táctica. Y estaba seguro que de mantenerse en
Raimundo Dacosta Romero, Canónigo de la C a - rebeldía el poblado nada ganaría a la postre, pues
tedral de Caracas, quien se hallaba en San Feli- el movimiento, al f i n , se extinguiría solo, por
pe, fue el encargado de negociar la capitulación. inacción. E r a completamente local y estaba limi-
E l 15 se comienza a licenciar tropas, se desguar- tado a la protesta contra los vascos y contra la
nece la fuerza insurrecta y el Teniente de Gober- Compañía. Cambiando de táctica todo podía re-
nador, López de Urrelo, entra a San Felipe, en solverse. Y así pasó.
forma pacífica, para poner a andar, a poco tiem-
po, la intrincada maquinaria procesal contra los Pero, sin duda, el motín y alzamiento consti-
amotinados, sus cómplices o encubridores. tuyó una dura reacción local contra una situa-
ción imperante. U n despertar de conciencias. L a
Son dictadas diferentes órdenes de confina- unión de las clases dirigentes, los miembros del
mientos y embargos de bienes. Otra sublevación Cabildo, los terratenientes, los cosecheros, jun-
anunciada no se lleva a cabo y nuevo Gobierno to a las mismas esclavitudes, para defender a la
tiene la ciudad desde el 29 de abril en la perso- ciudad contra quien venía a regirla bajo el am-
na de don Tomás Rodríguez Correa. E l Cabildo paro de la arbitrariedad y el terror. Reacción
desaparece, pues estuvo de cuerpo entero en la también contra los poderosos funcionarios vas-
sublevación. Entre tanto, San Felipe y vecinos cos que ya tenían tomados no sólo los puestos ad-
y moradores principales será centro de las mira- ministrativos de la Compañía, sino que se iban
das de todos, y la noticia de su sublevación sal- enchufando en el Gobierno, para favorecer los
drá del ámbito local, se extenderá a todos los pue- designios de aquélla. Movimiento de altivez y
blos comarcanos y rompiendo las fronteras te- valentía que recuerda a los de las viejas ciudades

— 46 —
castellanas. Demostración de lo que sería des- LA SUBLEVACION D E E L TOCUYO (1744)
pués cuando esas conciencias, con claras nocio-
nes de solidaridad en la defensa común, se alis-
ten a empresas emancipadoras. 4

Doscientos años hacía que en el valle de E l


Tocuyo había nacido la ciudad del mismo nom-
bre. Dedicada a quehaceres agrícolas, desde los
primeros tiempos de su fundación fue más dada
a la vida interior, a la meditación, al estudio, a
la oración que a ingentes problemas de tipo po-
lítico o social. Sus vecinos españoles, bien por
nacimiento o por raza, se esforzaron por darle
vitalidad a la pequeña población, la que alcanzó,
muy al comienzo, título de Muy Noble y Muy
4
León T t u j i l l o : Motín y Sublevación en San Felipe, E d i t o r i a l L e a l ciudad, además del rango que desde su fun-
E d i m e . Jaime Villegas, editor, Caracas, 1955. P a r a narrar muy dación siempre tuvo. Así lo dice una Real Cédula
sintéticamente l a sublevación de San Felipe hemos tomado la
de 1562. Sus núcleos de vida intelectual estu-
información requerida de este libro, que h a sido el único,
hasta ahora, que ha estudiado a fondo estos sucesos, a base vieron centrados en los conventos de Nuestra
de documentación inédita proveniente del A r c h i v o General de Señora de Los Angeles, de los Padres Francis-
Indias de Sevilla. canos y en el de la Concepción, de los Padres

— 49 —
Predicadores. D e allí salen, desde finales del E l Imperio español, en época de Felipe V , tra-
siglo x v n , hombres que serán, andando los taba de reponerse de las heridas duras y doloro-
tiempos, altos valores del pensamiento colonial sas que le habían inferido años atrás, cuando la
y señeras figuras representativas del país. Pero decadencia se fue por una pendiente que no pu-
la actividad principal de la ciudad .fue la deriva- dieron detenerla quienes tenían la responsabili-
da de las faenas del campo. dad del Gobierno metropolitano. Guerras suce-
A comienzos del siglo x v m , la riqueza agrí- sivas, pérdidas terribles, miseria general y, sobre
cola era manifiesta. L a ciudad producía mucho todo, la humillación de una potencia que llegó
trigo, algodón, azúcar blanca y prieta, maíz, di- a ser la más poderosa de la' tierra.
versas frutas criollas y extranjeras, ganado vacu-
Gobernando Felipe V , por segunda vez, trata
no y cabrío. Había una gran industria de cur-
de llevar el Imperio a una situación de efectiva
tiembre y la multiplicación de sus sementeras de
preponderancia. Su primer intento fue el de me-
caña de azúcar, esparcidas por todo su valle, le
jorar la marina. Y , en efecto, lo logra. Conti-
daba a la ciudad la primacía en la provincia en
núa la labor que había emprendido Alberoni, y
lo que respecta a este cultivo.
la cual siguen Patino y Campillo. Pero su tra-
No había riquezas de consideración, pero sus dicional enemiga, Inglaterra, que desde la de-
vecinos y moradores disfrutaban de cierta hol- rrota de la Armada Invencible no deja la opor-
gura. Su vasta jurisdicción extendida hasta leja- tunidad de molestar a España, se traba en ar-
nas tierras de climas templados y fríos, le refor- mas nuevamente con ella, sin que de esta gue-
zaban su propia vitalidad, fuera ya del propio rra no logre la Península más éxito sino el de
ámbito municipal. derrotar a las escuadras inglesas en sus propias
U n suceso, al parecer inesperado, conmueve posesiones ultramarinas, y con actos de heroís-
la tranquila vida de la ciudad. Se trata de una mo en Cartagena de Indias y L a Guaira, evitar
sublevación contra las legítimas autoridades, rea- el desembarco de "los luteranos" en sus depen-
lizada en momentos difíciles por las amenazas dencias de la América Meridional". 5

extranjeras. Episodio que, no obstante su evi-


dente importancia, ha sido silenciado hasta ahora Don Gabriel de Zuloaga, era nombrado G o -
por los historiadores. Y hoy, en homenaje a la bernador de Venezuela, y toma posesión del Go-
ciudad madre, nos complacemos en ponerlo de
presente a los estudiosos, como una de las ma- 5
Diccionario de Historia de España: Artículo sobre Felipe V ,
nifestaciones de rebeldía del siglo x v m . tomo I .

— 50 —
7 de mayo, en donde Knowlles fue rechazado,
bierno el 6 de octubre de 1737. Tendrá una di-
mediante el esfuerzo conjunto de las autorida-
latada actuación y durante ella le hará frente, con
des locales y los efectivos de la Compañía G u i -
valor, inteligencia y tenacidad, a serios trastor-
puzcoana. Y como no se dio por vencido, a lo
nos internos y a duras acometidas externas. E n
menos, amagó con una nueva expedición. 6

previsión de éstas, Zuloaga toma empeño en mo-


dernizar y fortalecer las defensas de L a Guaira E n efecto, Zuloaga recibió aviso del Rey, con
y Puerto Cabello, y así puede rechazar la agre- fecha 4 de noviembre de 1743, que el jefe de la
sión producida en 1739, y años después, en Escuadra, don Carlos Knowlles, estaba próximo
1743, luego de una jornada de valor y tenacidad, a salir de Postmourt "con diferentes embarca-
derrotar completamente a la Armada inglesa, con ciones de guerra para la Isla Antigua, a fin de
positivas e irreparables pérdidas para ésta. Z u - unirse en ella con las que había de esta clase en
loaga, con José de Iturriaga y el Teniente Coro- los puertos y costas de las colonias británicas de
nel Mateo G u a l y Pueyo, realizan extraordina- esta América, para volver a ésta, con designios
rias hazañas de valor y emplean una táctica pre- de invadir los Puertos de Cabello y L a G u a i r a " . 7

cisa que dio al traste con las aspiraciones de los Enterado Zuloaga de la notificación regia, toma
atacantes. Pero la Armada inglesa, refugiada en rápidas medidas, a fin de conjurar el peligro tan-
sus posesiones antillanas, bastante diezmada en to más cuando ya había tenido aviso de Martini-
hombres y elementos, constituía una permanente ca de que Knowlles ya merodeaba por el Caribe,
amenaza para nuestras costas y para la Nueva y estaba pronto a marchar al Continente. " P r o -
Granada.
6
Luis* Alberto Sucre: Gobernadores y Capitanes Generales
Esto sucedía en marzo de 1743. L a Guaira de Venezuela. Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio,
habrá de convertirse en bastión inexpugnable de 1928. Manuel Landaeta Rosales: Los Piratas y Escuadras Ex-
España y en gloria para las autoridades criollas. tranjeras en las Aguas y Costas de Venezuela desde 1528 hasta
L a derrota inferida a l a Armada inglesa, com- 1903, Caracas, empresa Washington, 1903. Jerónimo Martínez
Mendoza: E l ataque de los Ingleses a Puerto Cabello el año
puesta de quince navios y doce balandras, y la
1743, E l ataque a La Guaira y Puerto Cabello por los ingleses
cual arrojó millares de proyectiles sobre la po- el año de 1743, Tipografía Vargas, S. A . Jerónimo Martínez
blación, estimuló notablemente a las autorida- Mendoza: E l ataque de los Ingleses a Puerto Cabello el año de
des españolas, que, no dormidas en sus laureles, 1743 (nota explicativa). Italgráfica, Caracas, 1959.
siguieron su obra de fortificación y es luvieron 7
Archivo General de Indias: Sevilla. Audiencia de Caracas.
solícitas en repeler nuevos ataques. Este se ori- Legajo núm. 70. Carta de don G a b r i e l de Zuloaga a l R e y ,
Caracas, 22 de diciembre de 1744.
ginó en Puerto Cabello, entre el 26 de abril y el

— 52 —
curé, sin perder instante, dice Zuloaga, poner les leyó l a orden consiguiente, les hizo las exhor-
ambos puertos y sus fortalezas en el mejor esta- taciones que creyó oportunas, fundadas en las
do y resguardo que me fue posible, y para ello razones siguientes " t a n legítimas como son: la
hice marchar al de L a Guaira alguna tropa m i - causa de Dios, la de nuestro Rey y Señor (que
liciana de la de esta ciudad y sus cercanías, a fin Dios guarde) y la rendida obediencia que nues-
de que se acuartelasen en aquel puerto y dispu- tros antepasados y nosotros hemos tenido siem-
se a este intento que de los lugares de la tierra pre a nuestro superior.. . " . Esto ocurría el 1 ?

adentro más cercanos al de Cabello marchasen a >de mayo. Se realizó la nómina de los hombres
él porción de aquellas milicias españolas e i n - aptos, la que llegó a doscientos, los cuales de-
dios". . . 8
bían salir en el curso de ocho días. Se incitó a
los corregidores a fin de que hicieran bajar a los
Entre las regiones que debían aportar efecti- indígenas. Se tomaron las medidas adecuadas a
vos para la defensa común, estaba la ciudad de la manutención de la tropa, que en número pro-
E l Tocuyo. De allá debían salir doscientos espa- bable de trescientos veinticinco debían marchar
ñoles, "los más lucidos y aptos", y ciento cin- a Puerto Cabello. L a salida se efectuaría en dos
cuenta "indios flecheros", por "haber en su j u - grupos, mediando alrededor de treinta días en-
risdicción muchos numerosos pueblos de ellos y tre una y otra. Comandaría la primera el maes-
en aquella ciudad muchos vecindarios". Los je- 9
tre de campo a l a orden del capitán comandante
fes militares de la jurisdicción manifestaron su de dicho puerto, y la segunda el alcalde ordina-
conformidad y comenzaron a dictar las medidas rio que hace las veces, actualmente, de sargento
que eran necesarias y convenientes para el fin mayor. L a salud de González de Yépez no le per-
propuesto. mitía tomar parte activa en la expedición. P a -
decía " u n mal de orina" y no podía montar a ca-
Los soldados tocuyanos estaban listos para
ballo. Vieja novedad que sufre desde "hace
partir. E l maestre de campo y sargento mayor
años". Poco personal había en la ciudad, y salien-
Félix Alonso González de Yépez, no obstante es-
do el alcalde en campaña, forzosamente queda-
tar delicado de salud, tomó inmediata iniciativa,
ría de autoridad en la ciudad González de Yé-
a fin de cumplir l a orden de Zuloaga. Hizo jun-
pez. No se resiste a ello, pero lo deja a la "alta
tar al vecindario, "así nobles como plebeyos",
comprensión" del gobernador Zuloaga. 10

8
Archivo General de Indias: Ibidem.
9
Archivo General de Indias: Ibidem. 10
Archivo General de Indias: Carta de Félix Alonso Gonzá-

— 54 —
Pero las cosas no iban a suceder tal como las incorporaron en el tumulto, continuando la di-
había planeado el maestre de campo y las demás cha voz, que no convenía la dicha marcha, y
autoridades municipales. Situaciones imprevis- viéndonos nosotros con un universal tumulto
tas cambiaron completamente el curso de los su- de dicha plebe, y que con los pocos hombres prin-
cesos. A las ocho de la mañana del 10 de mayo, cipales que allí estábamos, pues sólo íbamos en
todos los soldados debían estar 'en la plaza públi- dicha marcha veinte hombres, era imposible ha-
ca de la ciudad " s i n que concurriese otra alguna cer la menor resistencia", razón por la que " t u v i -
persona que no estuviese designada para dicha mos por más conveniente el apaciguar dicho t u -
marcha", pero, por haberse presentado ese día multo, con suaves razones, exhortándoles siem-
una copiosa lluvia, se suspendió la reunión para pre a que marchasen, ponderándoles los tres tan
el día siguiente. Se les fue pasando revista por justos motivos que a dicha marcha nos instaban,
la lista que habían levantado, y se les entregó, a que lo son: la defensa de nuestra religión católica,
cada uno, las armas correspondientes, quedando el servicio de nuestro Rey y señor natural, y de-
las de los demás soldados que no iban en esta fensa de nuestra propia Patria, procurando mo-
oportunidad, en los cuarteles respectivos. Los verlos con otras eficaces razones". E s la prime-
11

soldados recibieron las armas, y siglosamente las ra vez que criollos venezolanos hablan de la
fueron cargando, mientras los comandantes y las Patria.
autoridades se ocupaban de organizar la marcha. Pero eran inflexibles. Manifestaban que no
Cuando el maestre de campo, a caballo, dio or- convenía esa marcha, ya que los llevaban a tra-
den a la primera compañía que iniciara la salida, bajar a. Puerto Cabello, "expuestos a perder la
"se levantó una voz en la plaza de toda la gente vida de calenturas y de necesidades por el mal
plebe que decía que no convenía dicha marcha y tratamiento que tienen noticia dan los vizcaínos,
nos abocaron más de cien armas de fuego, con que si fuera a guerrear, desde luego, fueran, sin
los gatos levantados, diciéndonos que no conve- repugnancia ninguna y perdieran las vidas como
nía; y a este tiempo el sonido de un arma de leales v a s a l l o s . . . " Las autoridades municipa-
fuego. . . que se disparó en la plaza ocurrieron les, ante la gravedad de la situación, trataban de
por todas las calles más de doscientos hombres explicarles que sólo iban allí "prontos para cual-
armados con espadas, chafarotes y rejones, y se
11
Archivo General de Indias: Carta de Félix Alonso G o n -
zález de Yepes, L u i s de Escalona y Córdova P i n a y Diego Pé-
lez de Yepes al Gobernador Zuloaga, de fecha V de mayo de rez Hurtado a l Gobernador Zuloaga, E l Tocuyo, 14 de mayo
1744. de 1744.

— 56 —
quier función o funciones que pudieren ofrecer- Sacerdotes. Pero la sublevación continuó. E l apa-
se del Real servicio", pero por ser grande la dis- ,lente apaciguamiento fue obra de poco tiempo.
tancia de la ciudad al teatro de los acontecimien- Los amotinados acudieron a los cuarteles y se
tos, debían marchar con tiempo, antes de que el /llevaron en forma violenta las armas que esta-
enemigo estuviere a la vista. Ante tal situación ban en depósito, y se marcharon al sitio de G u a -
de insubordinación, el maestre de campo instó jjirita, distante una legua de E l Tocuyo, donde es-
que saliesen con él sólo los voluntarios, y que po- >lecieron su cuartel general. Se dispusieron a
dían quedarse los que estaban "allí forzados y defensa: colocaron espías en la ciudad, a fin
violentos". No aceptaron esta proposición, como impedir que ninguna persona saliese de ella,
tampoco aquella de que marchasen "todos los comunicasen las noticias fuera de la jurisdic-
hombres principales de la ciudad". Los amoti- Fueron privados de todo gobierno y auto-
nados manifestaron que persona alguna había de s
d a los justicias, "teniéndonos tan recelosos
salir o "habían de perder la vida todos". 12
e todas las noches nos refugiamos eñ los con-
ítos para librarnos de cualquiera traición que
L a rebelión era un hecho. E l común domina-
ftos quieran hacer y salimos de día para no dar-
ba. E l Vicario de la ciudad, el Prior del Conven-
les más alas para que hagan en esta ciudad algu-
to de Santo Domingo y los demás eclesiásticos de
na hostilidad por no poderlo nosotros resistirla
la ciudad, al darse cuenta de que los sublevados
por armas, por ser muy desiguales nuestras fuer-
no aceptaban ninguna de las razones que les ex-
t a s " . Estas sólo eran de cincuenta hombres y
ponían, se mezclaron con los amotinados, a fin
con provisión de pólvora y balas muy escasas, y
de exhortarlos, a la marcha, "con eficacísimas
los revoltosos montaban a dos m i l hombres, por
razones", pero no lograron convencerlos. Enton-
haberse ya mezclado con los primitivos insurrec-
ces trataron de apaciguarlos, y ratificaron las ra- tos, mestizos, mulatos, negros y zambos, coaliga-
zones que tenían para no acudir a la cita de Puer- dos todos con los indios de la jurisdicción. 14

to Cabello, pero que estaban dispuestos a hacer


un donativo a Su Majestad. 13
Los amotinados amenazaban a los justicias de
Aparentemente, el tumulto cesó, a lo menos, la localidad. Estos, temerosos, no podían salir
momentáneamente, y por precaución, las autori- de la ciudad, ni enviar persona alguna que lleva-
dades fueron conducidas a sus casas por los ra noticias hasta el gobernador, por las amenazas
(¡HC les hacían. Ante la situación, se trasladó por
Archivo General le Indias: Ibidem.
Archivo General de Indias: Ibidem. 14
Archivo General de Indias: Ibidem.

— 58 —
dos veces hasta el campamento de Guajirita el f?González Yépez, L u i s de Escalona y Córdova
Vicario de la ciudad, exhortándolos a que era ne- ¿Diego Pérez Hurtado. E l 16, y por intermedio
cesario ocurrir hasta la autoridad superior, a lo
que al fin consintieron que saliere el Vicario, el un clérigo, ratificaron la misma informa-
17
cura Rector y don Joseph Bernabé González, pe-
ro ninguna de las autoridades' municipales de- Otros "notables" de la ciudad se dirigieron al
bía hacerlo, así como cualquiera otra persona fjjfeernador tratando de ponerse a cubierto de
principal, no obstante el deseo que tenían de plquier equívoco respecto a su conducta. E r a n ,
ir personalmente. E s t a información, junto con decían, fieles y leales vasallos, y nada tu-
otros testimonios, era remitida el día 14. 15 n que hacer con la sublevación. L a repu-
naturálmente. Fue un acto irreflexivo de
E s oportuno observar que junto con las noti- plebe".
cias que despacharon las autoridades tocuyanas.
al tiempo que esperaban del gobernador Zuloaga Para el 22 de diciembre, según el gobernador
la providencia de rigor, "suplicaban rendidamen- ^aga, todavía la ciudad permanece en rebel-
te mire dicha plebe usando de su benignidad y , y así se lo comunica a Su Majestad. No había
piedad acostumbrada, pues la causa de haber co- do tomar ninguna medida especial para so-
metido semejante yerro ha sido su mucha igno- ler a la ciudad, "porque esto había y ha de ser
rancia y persuadidos de algunas voces que se han fuerza de armas, y no de otra manera, por la
divulgado de otras ciudades y por mucha incapa- bsistencia de aquella gente en su conspiración
cidad no ha sido posible apearlos de su errado levantamiento, y no poder para ir contra ella
dictamen". L a comisión, después de autoriza-
16 sacar ninguna de esta ciudad, ni de otros
da, no pudo salir. Así lo testifican las autorida- ares, por ser primero atender al resguardo y
des locales. Y para llevar los autos al conoci- ensa de esta provincia, n i aún poder haber
miento del gobernador, despacharon un correo enviado ni enviar comisario a la averiguación y
por vía de Carora, con poder para el D r . Anto- pesquisa de tal hecho y delito, porque a la dis-
lín de Liendo, a fin de que éste lo presente en el tancia de setenta leguas que hay de esta ciudad
" T r i b u n a l del Gobernador". Esta detallada y a aquélla se le impediría e impedirá y tal vez pue-
minuciosa información la transmitían Félix Alon- de ser que lo matasen o maten". Y solicitaba de

17
Archivo General de Indias: Carta de González de Yepez,
Archivo General de Indias: Ibidem. Escalona y Córdova y Pérez Hurtado a l Gobernador Zuloaga.
Archivo General de Indias: Ibidem.
E l Tocuyo, 16 de mayo de 1744.

— 60 —
Su Majestad, lo que fuese de su " R e a l agrado" «los acontecimientos de "Andresote", primero, y
para castigo de aquella gente " y ejemplo de las en fecha reciente, el motín de San Felipe el Fuer-
de las otras ciudades y pueblos de esta provin- •'U;, fueron sucesos conocidos por todos, y la reac-
c i a " , a fin de que no "se experimenten en otros ción fue igual. Repulsa total a todo lo que signi-
lugares hechos tan ruidosos .y abominables". 18 ,|icara ayuda a la Compañía, sin darse cuenta de
4jue, en el caso presente, se trataba de una peli-
E n diciembre tenía la ciudad más de siete me- • grosa amenaza internacional. Pero los tocuyanos
ses en estado de amotinamiento. L a rebeldía o jilo lo creyeron, y antes que marchar a la defensa
motín estalló desde el 11 de mayo, aunque es po- 'del país ante las amenazas inglesas, protestaron su
sible que ya antes hubiere habido pasos prelimi- •dhesión y vasallaje al Rey, y le ofrecieron su
nares para tomar la grave determinación. ¿Cómo ayuda, pero se negaron, en forma violenta y ame-
y por qué se desarrolló aquel proceso en ciudad nazante, a obedecer a los requerimientos milita-
aparentemente tranquila y ajena, hasta la fecha, ¡fes.
a ese tipo de trastornos? Por los datos que has-
ta ahora poseemos, en buena parte incompletos, U n concierto previo impulsó a los moradores
se pone de manifiesto una tenaz resistencia a to- de la ciudad. L a trama la organizaron con calcu-
do lo que significare ayuda o protección a la ladora habilidad. Pero es muy discutible que só-
Compañía Guipuzcoana o simplemente a los viz- lo los hombres "del común" hayan sido quie-
caínos. Y a aquélla estaba lo suficientemente en- nes movieron todos los hilos de la conspiración.
raizada en el país, pues dieciséis años de activi- Las autoridades municipales cumplieron con su
dad era lapso suficiente para que se conociesen deber y justificaron su actitud ante el goberna-
los más íntimos procederes, y no se llamaran a dor. No fueron obedecidos por el pueblo. L a s
engaño los criollos. Cuando la voz del goberna- demás clases dirigentes, aparentemente, estuvie-
dor Zuloaga llamó a los pueblos a armar volun- ron también en disposición de marchar, pero no
tarios para defenderse contra los ingleses, los to- lo hicieron porque los amotinados no permitie-
cuyanos pensaron, y posiblemente con razón, que ron que nadie saliese de la ciudad. Empero, las
aquello era una simple farsa, y que iban destina- cartas remitidas por muchos de los "hombres
dos a servir a los guipuzcoanos, en las factorías principales", justificando su conducta y protes-
que tenían en Puerto Cabello. E r a evidente que tando su adhesión, son bastante sospechosas. Se
muestran "apesadumbrados" por todo lo suce-
18
Archivo General de Indias: Carta del Gobernador Zuloaga dido y quieren dar "probanza de nuestra leal-
al R e y , Caracas, 22 de diciembre de 1744. tad", como gente de la "nobleza" de la ciudad.

— 62 —
E n esta situación estuvieron los Falcón, los Mí- Guipuzcoana, cuyo odio a ella, fomentado prin-
reles, los González Yépez, los Balconete, los cipalmente por las clases pudientes, se había
Colmenares, los Silva. 19
extendido por todas partes, y creado una con-
E l gobernador Zuloaga, muy bien enterado ciencia general en contra de aquélla. ¿Y quién
de los hechos, les había formulado cargos, ha- podía asegurar, en los momentos, que los con-
ciéndoles responsables, en forma directa o indi- tingentes tocuyanos iban a defender a la " p a -
recta, del tumulto del "común", tal vez como t r i a " o a los intereses de la Compañía, cuando
instigadores. Y en esto no estuvo equivocado e l .ftta, con sus valiosos efectivos, pocos meses
perspicaz gobernador. L a mayoría de la pobla- ||ntes, había logrado, en unión de las autorida-
ción estaba profundamente vinculada a las cla- ss criollas, rechazar con denuedo el ataque i n -
ses sociales y económicas que desde el Cabildo, l é s , . . ? Sin duda que bajo cualquier pretexto
o a través de su mera posición independiente, marchasen, pensaban caer siempre en las
ejercían una tutela, bastante marcada, sobre to- s de la Compañía, y a esto se revelaban los
dos los comarcanos. Por otra parte, la salida de tollos y hacían mover los hilos de su influencia
los contingentes de la localidad, aptos para los t a que la oposición se extendiera a todas las
corrientes menesteres de la agricultura, les ha- es sociales. E n el movimiento de Juan Fran-
cían un grave daño a la propia economía de las sco de León quedará plenamente demostrada
clases pudientes, ya que se les iba una valiosa ita participación.
mano de obra, casi servil, que contribuía en for-
ma eficiente y definitiva a impulsar la agricul- Otro elemento de juicio permite que fundé-
tura en la región, su fuente única de vida. E l is una presunción vehemente de que las per-
pretexto era de u n valor que no podía discu- as de distinción de la ciudad no fueron ajenas
tirse: las fiebres que abundaban en la época en motín. Este testimonio proviene de Juan I g -
toda la costa cercana a Puerto Cabello, y que tcio Alvarez Cienfuegos, antiguo corregidor de
producían un alto índice de mortalidad, y la po- .lumocaro Bajo, Sanare y sus "anexos", quien
sibilidad de i r a ser "siervos" de la Compañía tinbía llegado a la ciudad en ejercicio del comer-
do, a fin de vender buena cantidad de mercan-
cías que había adquirido de un tal Laboren y
Archivo General de Indias: Ihidem. Cartas de Jacinto A n -
había comprometido a pagarla con frutos de
19

tonio Falcón de Míreles, Joseph Bernabé González y Yepez,


Ambrosio Ignacio Falcón de Míreles, L u i s González Yepez
lá región. Este era un comerciante establecido
Balconete, Agustín González Balconete, José Alonso González San Felipe, quien se surtía de las factorías de
Balconete y otros. Guipuzcoana, en Puerto Cabello. L a presencia

— 64 —
de Alvarez Cienfüegos en aquellos momentos Las predicciones se cumplieron y al "toque de
de sublevación constituyó viva preocupación en ánimas" un grupo de hasta doscientas personas
E l Tocuyo, porque dadas sus conocidas vincula- fueron hasta la residencia de Alvarez Cienfüe-
ciones con las autoridades españolas, se imagina- gos, dándole "mueras" por "comisionado del go-
ron que el pretexto de su viaje era no sólo el de
# bernador". L e golpearon las puertas, hicieron
comerciar, sino el de "pesquizar", y se suponía una requisa general, tomaron algunos géneros y
que traía "pliegos" del gobernador. Hondos sin- marcharon a la casa de un "isleño", Nicolás
sabores sufrió durante los días que pasó en la . Valladolid, a quien intimaron a que saliese de
ciudad. S i por una parte los "notables" lo visita- la ciudad. Este era amigo del alcalde González.
ban, y le hablaban del " t u m u l t o " ocurrido y tra- Para Alvarez Cienfüegos no hay duda de que
taban de hacerle ver la conveniencia de que v i - "•esto último fue pura comedia. Quisieron com-
niese un juez a conocer de la causa, por la otra, plicar a Valladolid para despitar la posible par-
era también visitado en la posada, por personas, ticipación del alcalde. Según aquél, el tumulto
entre ellas, por u n "forastero", quien le comu- se " c r e ó " en la casa del alcalde " y lo fomentó
nicaba que en la casa del alcalde González "se él y los suyos". Después unos y otros trataban
están juntando gran porción de hombres arma- de justificarse y sincerarse. Por otro lado, al con-
dos, para venir al golpe de ánimas a matar a vento llegaban toda clase de consejas, tan con-
vuestra merced o echarlo de la tierra, porque tradictorias, que encubrían torcidas maniobras.
dicen traer despachos del gobernador para pes-
quizar sobre el por qué no conviene i r a Puerto L e decían que se marchase o "largase las co-
Cabello, y así vuestra merced procure poner en misiones, que si no me habían de sacar de él".
cobro su persona y hacienda antes que le suceda Ante tal situación, Alvarez Cienfüegos partió so-
alguna fatalidad. . . " , por lo que de inmediato lo, y en la madrugada, hacia Barquisimeto, a fin
solicitó y obtuvo asilo en el convento de Nues- de ponerse a buen recaudo. Y si a estos elemen-
tra Señora de Los Angeles, de los franciscanos, tos de juicio le añadimos la carta de las autori-
por medio del padre José Suárez, prior jubilado dades tocuyanas, dando cuenta de los sucesos
y presidente del convento in capite, quien lo re- de la "plebe", pero pidiendo benignidad y pie-
cibió el 15 de julio, a las ocho de la noche. 20 dad para ellos, de la cual hicimos referencia, ten-
dremos que llegar a la conclusión de que no fue-
ron extrañas a! motín las clases dirigentes, y l a
2 0
Archivo General de Indias: Carta de J u a n Ignacio Alvarez
Cienfüegos al Gobernador Zuloaga, Barquisimeto, 30 de julio
ciudad logró su propósito de que no saliese de
de 1744. allí persona alguna hacia Puerto Cabello.

— 66 — — 67 —
; Cabello"; José Nicolás de Lucena, teniente de
No hay duda de que los instigadores o jefes caballería e infantería... 22

reales del movimiento eran buena parte de los


funcionarios municipales o pertenecían a las cla- ¿Hasta dónde se extendió la sublevación tocu-
ses acomodadas de la ciudad. A este particular yana y cómo finalizó? Con los elementos que
es muy convincente el testimonio de Alvarez hemos tenido a la vista provenientes del Archi-
Cienfüegos, quien afirma: "que los mismos blan- vo General de Indias de Sevilla, sólo nos consta
cos dicen son malos, aunque los dichos mulatos que todavía para fines de año el pueblo perma-
dicen que éstos se lo mandan, que ellos son unos necía en desobediencia a las autoridades legíti-
pobres sujetos, a ellos se descubrirá muy clara- mas, y así ha debido terminar el 1744. Después,
mente los blancos que lo fomentan". Pero los 21 la prudencia de Zuloaga y medidas más bien de
jefes aparentes, los que se amotinaron y desafia- tolerancia que de energía han debido volver la
ron las iras de los gobernantes y se expusieron tranquilidad a la región. Algo análogo a las pro-
a las implacables penas, fueron unos hombres videncias tomadas cuando ocurría el motín de
humildes, que es justicia hacerlos vivir para San Felipe. Pero la sublevación de E l Tocuyo
la posteridad: Pedro de la Cruz, alias "Calan- significó una nueva manifestación del desconten-
che", mulato "azambado" de más de cincuenta to y de la reacción criolla contra la Guipuzcoana
años, con sus hijos y sobrinos que llegan a ca- y contra las autoridades que con tanta benevo-
torce; Onofre y su hermano "jamuguero", con lencia le prestaban su patrocinio.
sus hijos, quienes viven en Guajirita, tradicional U n movimiento en donde se mezclaron y con-
centro de la pequeña industria de enjalmas; G r e - fundieron, aunque un tanto subrepticiamente,
gorio Rodríguez, "mulato zapatero" de cincuen- todas las capas sociales de la región. U n a reac-
ta y cinco años, "de mirar airado y no muy alto", ción de típico sentido económico, ya que iba
Joseph Ignacio de Silva, "mestizo", quien el 11 contra la Compañía que tanto molestaba a los
de mayo, en plena plaza tocuyana, con la espada criollos.
desenvainada "gritaba no conviene ir a Puerto

21
Archivo General de Indias: Ibidem. " L i s t a . L o s princi-
pales rahezas de mulatos y donde se dio l a orden cuando el
tumulto de no i r a Puerto Cabello se llevasen las armas y ar-
masen el R e a l en el sitio de G u a j i r i t a donde v i v e n éstos y se 22
Archivo General de Indias: Ibidem.
mantuvo algunos días..." Información de Alvarez Cienfüegos.

— 68 —
LOS ESCLAVOS EN ACCION

L a tentativa de las esclavitudes venezolanas


de 1749 sembró una profunda conmoción en toda
la parte central de la provincia de Caracas. Des-
de los aledaños de la capital, Chacao y Petare,
hasta otros núcleos grandes y chicos, disemina-
dos casi todos en la región de Barlovento, los
negros constituían una mayoría apreciable de
población, y buena parte de ellos, si no la tota-
lidad, eran esclavos que habían venido proce-
dentes del Africa, traídos por comerciantes que
se dedicaban al tráfico inhumano, procedimien-
to corriente, aunque infamante, desde que fue
permitido por las autoridades españolas.

L a sublevación de 1749 constituyó un episo-


dio de lucha de clases. Querían ^uzai de la liber-
tad que era privativa de la mayoría de los hom-

— 71--
bres. Y este anhelo, tan legítimo y lógico, no es- ando con una dirección eficiente y una meta
tuvo muy distante de que obedeciera también a l , podían poner en dura prueba a toda la G o -
causas económicas, pues mientras subsistiera e l rnación. Así lo da a entender el teniente de
estado de esclavitud, el deber de éstos era tra- bernador y auditor de guerra, licenciado D o -
bajar, hasta la muerte, en beneficio del dueño, ngo de Aguirre y Castillo, que actuaba en
!

sin que pudiera beneficiarse de esta dura labor, mbre del gobernador Castellanos, ausente, a
en su propio provecho. sazón, de Caracas, cuando inicia, el 30 de ma-
la averiguación correspondiente.
Los esclavos que estaban diseminados en una
gran porción de la parte central del país, a buen Empleando los más duros tormentos, sobre
seguro hicieron u n previo concierto con la fina- ío el infamante látigo, las autoridades espa-
lidad de proceder a la rebelión. Y en mayo de las lograron la confesión de muchos de los
ese año fueron descubiertos y sometidos a los iprometidos, y pudieron establecer las rami-
más duros e implacables castigos. caciones entre todas las esclavitudes. L a ma-
Pero no llegó a estallar. L a s autoridades co- jría estuvo de acuerdo en la especie que habían
loniales descubrieron, con tiempo, la trama ur- iecho correr, sobre la existencia de una Real
dida, y de seguidas comenzó a actuar la rígida Cédula liberatoria de su condición. Y la fantasía
justicia colonial, primero con los interminables He algunos llegaba hasta afirmar que después de
y detallados interrogatorios y luego con las du- l a muerte de don Blas Landaeta, su espíritu an-
ras e infamantes penalidades para los principales daba en un caballo blanco, y que él había ido a
comprometidos. "España y vuelto con la cédula de libertad. . .
Curiosa e imaginativa forma de otear, hasta en
Los esclavos habían tenido noticias ficticias, los espejismos de la fantasía, la anhelada liber-
naturalmente, de que había llegado una Real Cé- tad.
dula, que les otorgaba la libertad, pero creían
que las autoridades criollas la habían ocultado a E l negro Manuel de Espinoza, considerado
fin de que no pudieran beneficiarse de sus dis- quizá como el instigador del movimiento, pagó
posiciones. Y esta voz fue extendiéndose por to- en la horca su deseo de liberación. Desde G i r t a -
das partes, hasta los centros más densamente po- gena de Indias, pasando por Mompox y luego
blados de africanos. Constituía un verdadero pe- en Venezuela, este esclavo tuvo una larga actúa
ligro la sublevación, pues existían en el país alre- ción, y una preponderancia como agitador, pen-
dedor de cuarenta m i l esclavos, que unidos y denciero y valeroso. Fue el único ajusticiado.

— 72 —
U n grupo numeroso de los comprometidos su- "AN FRANCISCO DE LEON Y SU
frieron pena de azotes, prisiones, grilletes, con- OVIMIENTO DE MASAS
finamientos y la pérdida de la parte superior de
la oreja izquierda, castigo atroz, cruel e inhuma-
no, aplicado con la más grande naturalidad, en
presencia del "cirujano", quien'se encargaba de
curar a los infelices reos. Los nombres de M i -
guel Andrés de Orta, José Francisco Silva, Juan
Antonio y Vicente Istúriz, Domingo Mateo
Guanche, Blas de Ochoa, Juan Vicente del Toro,
Esteban Ochemandi y Timoteo Arias fueron las
víctimas principales de la frustrada conspiración,
quedando perpetuamente señalados por la jus-
ticia. Y junto con Miguel de Espinoza, fueron
en cierto modo precursores de la lucha contra la
esclavitud en nuestra tierra. 23
',. E n Panaquire, pequeño poblado, antiguo cen-
tro de esclavitudes, no muy distante de Caracas,
Juan Francisco de León, capitán poblador y te-
(\Wateniente isleño, se lanza en protesta contra
los guipuzcoanos al ser destituido de su cargo
de teniente de justicia, que ejercía en dicha villa,
cargo que pasaría a ocupar un vizcaíno. E r a en
abril de 1749. No era por demasiado apego a su
puesto, sino porque ya se estaban confundiendo
las funciones de los empleados de la Compañía
2 3
Héctor García Chuecos: " U n a insurrección de negros en con las propias que competían a los empleados
los días de l a C o l o n i a " , capítulo del libro Relatos y Comenta- reales. León protestó, y como no obtuvo con-
ríos sobre temas de historia venezolana, Caracas, Imprenta N a - testación, marchó hacia Caracas, con más de
cional, 1957. D e este estudio del historiador García Chuecos
hicimos este brevísimo extracto. Ojalá pueda ampliar sus i n -
ochocientos hombres y la ocupó. Apoyado por
vestigaciones al particular, ya que lo ofrecido apenas da una los miembros del Cabildo, terratenientes en su
esquemática noticia sobre l a insurrección. mayoría, y en su totalidad pertenecientes a la

— 74 — — 75 —
nobleza criolla, ostentando muchos de ellos títu-
León en su lucha, como se ha afirmado por
los de Castilla, logra una declaración del C a -
gunos. Antes bien, miembros de los Cabildos
bildo en donde éste manifestaba que la Com-
nezolanos la mayoría, por derecho propio o por
pañía era notoriamente perjudicial para los inte-
¡argos heredados, sostuvieron, por largos años,
reses criollos. Sigue la lucha de León, ayudado
jna lucha pertinaz contra la Compañía, y en
naturalmente por la inmensa irffluencia de la f
eha lucha, ya desaparecido León de la escena,
nobleza criolla, hasta que, llegado de goberna- "rmaron parte los más modestos trabajadores
dor Felipe Ricardos, inicia una dura persecu- anuales, con los más encumbrados personajes
ción contra él y sus parciales. León huye a los loniales, y sea por miras puramente egoístas o
montes y resulta difícil capturarlo. Su casa, s i - r sentimientos verdaderamente patriotas, lo-
tuada en la plaza de L a Candelaria, es derruida, aron al fin que los métodos de la misma se
y sobre el terreno, es regada sal en señal de infa- beralizaran, hasta que Carlos I I I , Rey "afran-
mia, "por pertinaz, rebelde y traidor a la Real j a d o " y liberal, estableciera prácticamente la
Corona y por ello reo". 'bertad del comercio.
A tiempo que esto pasaba, León y su hijo
Nicolás León, hijo del caudillo, manifiesta que
Nicolás se presentan a las autoridades de un
¡«ctúa en defensa de "nuestra patria" porque si no
pueblo algo distante de la capital, y traídos a
lo hacemos, al fin podemos perderla, y en esta
ella, son remitidos prisioneros a España. Fueron
'Oportunidad parece que habla como uno de los
tratados con clemencia, y Juan Francisco se alistó
cruzados de la libertad que obraban bajo estos
a una expedición al Africa. Después murió, sin
nobles impulsos en la primavera del siglo x i x .
volver a Venezuela, y su hijo Nicolás regresaría
L a conciencia de la nacionalidad se estaba ponien-
a reclamar los derechos que legítimamente le
do de presente, y cada vez se arraigaba más en las
pertenecían.
entrañas de los criollos, se consustanciaba con
Esta sublevación, de contornos precisos, con ellos e iba a hacer causa común bajo el amparo
sentimientos vivos de nacionalidad, iba a robus- de nobles destinos. 24

tecer la unión de las clases sociales de Venezuela,


para el logro de un alto destino. Sea en defensa
de sus propios intereses materiales o de prerro- Nos abstuvimos de narrar esta significativa sublevación,
2 4

gativas de posición social, las altas clases diri- porque h a sido estudiada ampliamente, y juzgada bajo distintos
criterios. Sobre sus pormenores puede consultarse, entre otras
gentes de la oligarquía criolla no abandonaron
publicaciones: Documentos relativos a la Insurrección de Juan

— 76 —
Este poderoso levantamiento fue un típico S COMUNEROS DE MERIDA
movimiento de masas. León aglutinó a su alre-
dedor miles de elementos que lo siguieron con
fervor y pasión. Y si en él hubiera estado cor-
porizada la acción de los conductores modernos,
su movimiento, a buen seguro, hubiera tenido
un resultado positivo. Pero los pactos celebrados
y no cumplidos por las autoridades españolas, y
tal vez su vacilación, lo perdieron. Faltó, quizá,
el sentido ideológico que lo alentara a aquella
osada aventura.

E l famoso visitador Juan Francisco Gutiérrez


de Pineros, enviado a Nueva Granada por la

É
orte de Carlos I I I , escribía desde Bogotá el 21
e abril de 1781, a su "amigo y señor" don José
«Je Abalos, celoso intendente de Caracas, la si-
r iente significativa correspondencia, inédita has-
a hoy: "Aunque hace dos correos que no tengo
carta de usted, cumplo la palabra que le he dado
de remitirle las ulteriores noticias de los alboro-
Francisco de León.—Publicación del Instituto Panamericano tos del Perú, a cuyo fin le incluyo la adjunta
de Geografía e H i s t o r i a , Comisión de H i s t o r i a , Comité de Orí- relación que ha venido en el último correo. P a -
genes de l a Emancipación, Núm. 1, Introducción de Augusto rece que han trascendido las inquietudes a la Pla-
Mijares, Caracas, 1949. E n r i q u e Bernardo Núñez: Juan Fran- ta y Santa Cruz de la Sierra, y se dice que en
cisco de León o el levantamiento contra la Guipuzcoana.—Edi-
es la cometieron los amotinados la atrocidad de
torial A v i l a Gráfica, Caracas, i y 4 9 . José G i l F o r t o u l : Historia
Constitucional de Venezuela.—Tomo I , segunda edición, Parra
quemar vivo, en una hoguera que hicieron con
León Hermanos, Caracas, 1930. el tabaco, al Director General de esta Renta en

— 78 — — 79 —
el Virreinato de Buenos Aires. Dios quiera que 'ación del Socorro, ocurrida en el mes de marzo;
se apague cuanto antes este fuego y que conte- a pesar de que los alborotos de que habla el
nidos y castigados los rebeldes no trascienda u n Visitador Pineros tuvieron mayor trascendencia
ejemplo tan perjudicial a los demás países de la que él se imaginaba, su carta deja entrever
América, pues los ánimos en tpdas partes son mdas preocupaciones que presienten la intran-
propensos a la imitación, y si no los emprenden lilidad que ha de llenar los últimos años de su
es por falta de vigor y proporciones. Aquí hemos ;stión. Este movimiento del Socorro y de sus
tenido también una especie de alboroto en las |recindades pudo revestir mayor importancia en
Villas de Socorro y San G i l y parroquias inme- Nueva Granada, en donde las voluntades se
diatas que por varios vecinos de ellas, que son isperaron y estuvieron dispuestas a la lucha,
los que llaman gente de color, se tumultuaron f en el momento propicio hubiese aparecido u n
contra las rentas del tabaco, aguardiente y alca- abecilla dotado de inteligencia y decisión para
balas y para contenerlos y castigarlos ha salido "nducir aquellas multitudes acéfalas, las que,
ya un oidor con cincuenta soldados de la guardia una curiosa actitud, admitían su adhesión al
del Virrey y algunos voluntarios y guardas. Se sy, pero protestaban de los malos gobiernos,
espeta que no tenga consecuencia este suceso, forma sutil ésta en que pretendían ampararse
pues los tumultuarios carecen de armas y cabeza ¡ante la emergencia, cuyas secuelas pudieron ser
que los dirija, pero a mí me ha desazonado mu- ¡.desastrosas para la Corona.
cho, porque esperaba i r evacuando mis asuntos i¡ Traspasando las fronteras que separan el V i -
sin inquietudes, y lo más que siento es lo que rreinato de la Capitanía General de Venezuela,
se escribirá abultando y desfigurando los hechos, el fermento sedicioso y la sublevación misma
como sucede en semejantes ocasiones. Celebraré contagiaron a las localidades fronterizas, gracias
que usted se mantenga bueno. No deje de co- a ; la agitación promovida por conjurados que
municarme las noticias que tenga de España y mueven los hilos necesarios, a fin de extender a
colonias, amigas y enemigas, y créame siempre todas partes el espíritu que había germinado en
su afecto servidor y amigo". 25
E l Socorro y cuya meta inmediata era el logro
de una serie de mejoras en el aspecto econó-
Cuando esta carta era escrita, y mucho antes mico. Logra interesar a elementos del Táchira,
de llegar a su destino, ya era un hecho la suble- toda la región de Mérida, hasta Timotes, y tra-
taron de extender la chispa a Barinas.
25
Archivo General de Indias: Sevilla. Expediente sobre " L o s
Comuneros de Mérida", Caracas, legajo 4 2 5 . Fue don Manuel Cáceres, vecino de Pamplo-

— 81 —
na, quien bajó con más de dos mil hombres, has-
ta Rosario de Cúcuta, el que fue invitado por as y haciendas que no son muy ventajosas, y
un grupo de tachirenses a iniciar el movimiento í el tiempo lo comenzaremos para que con
en tierras de Venezuela. E l alcalde de San Anto- uerdo general se trate lo mejor pidiendo por
nio y distinguidos caballeros del lugar ocurrie- ora a V.S. siga nuestro partido y comunique
ron a E l Trapiche, jurisdicción granadina, se en- s progresos, comenzando por los estancos, do-
trevistaron con aquéllos, y a poco ya la insurrec- ativos, etcétera. Bien sabemos que todas estas
ción había pasado el Río Táchira. provincias hasta Caracas anhelan esto mismo, co-
Ya desde junio cundía, en forma, un tanto o sabrá V.S. el buen éxito del Inca del Perú,
clandestina, el fermento en la ciudad de Mérida. 'e donde tendremos particular razón. E l porta-
Los ánimos estaban prevenidos. E l 5 de junio de §Jor espera la respuesta dentro del tercer día, y
1781 amaneció fijada en esta ciudad la siguiente ^ará ver que Pamplona, Villa, Cúcuta y La Grita
papeleta: "Los principales lugares de este reino, tamos acordes". 26

cansados de sufrir las continuas pensiones con E l mes de Julio fue de constante y real su-
que el mal gobierno de España nos oprime con blevación. Los hombres de los Andes venezolanos
la esperanza de ir a peor, según noticias, hemos Respondieron, en su generalidad, al llamado de
resuelto sacudir tan pesado yugo y seguir otro pos granadinos. La simiente había germinado y
partido para vivir con alivio. Sabemos que esta |ya era imposible contenerla.
provincia toda desea lo mismo, y así emprenden
sus mejores resoluciones, que las fuerzas unidas jf La Grita, como la ciudad más importante de
son invencibles. Del Perú tenemos ayuda para ja región, se convirtió en centro y eje de la in-
tomar los puertos. En todo, Dios nos ayude". surrección. Don Juan José García de Hevia fue
Otra igualmente subversiva amaneció fijada el el capitán más destacado del descontento regio-
mismo día, y es del tenor siguiente: "Hacemos nal contra los altos tributos, y contra otros que
saber a V.S. cómo los lugares principales de este se les acababan de imponer, y hacia los cuales
reino cansados de sufrir el intolerable peso de insurgió Galán y Berceo en E l Socorro, y muy a
alcabalas hasta de lo sagrado, rigurosos estancos regañadientes se logró en Zipaquirá que las auto-
aún de la tierra, etc., con amenazas de peores ridades españolas convinieran en limitar unos y
si caben mayores; hemos resuelto, todos a una eliminar otros, aunque después la engañosa y tor-
voz, sacudir tan pesado yugo, y tomar otros tem- tuosa política española en Indias no hubiese cum-
peramentos para la conservación de nuestras vi-
26
Ibidem.
— 82 —
plido las promesas. A la sublevación de La Grita no concurrió el Cabildo, ni las personas de dis-
se unieron los demás pueblos del Táchira, y cuan- tinción de la ciudad". Una voz de pregonero pre-
do los insurrectos se presentaron frente a Mérida, guntó a los concurrentes si había alguno que hi-
la mayor parte de sus habitantes, con algunos no- ciera oposición a las "capitulaciones" de Zipa-
tables a la cabeza, se sumaron en forma directa, quirá, y bajo "pena de vida", respondieron que
o con discreción, al levantamiento, que por la no formulaban ninguna. Luego de todo este
justicia que defendían y por la gran cantidad de espectáculo, colocaron guardias en todos los "ca-
pueblos que se le había sumado, hacía predecir minos y en las pulperías" y procedieron a tomar
que sería incontenible y que al fin obtendría el los papeles e intereses de la Real Hacienda y
éxito deseado. estancos de tabaco y aguardiente, con lo "que
A Mérida llegaron el 24 dé julio. La caravana concluyeron las funciones de este día". Al si-
venía de las regiones tachirenses. Más de seis- guiente, "día del apóstol Santiago", se volvieron
cientos hombres se presentaron a la ciudad, a a tender en la dicha plaza, haciendo convocatoria
donde hicieron campamento entre la una y las a son de cafa, con dictamen del común pasaron
dos de la tarde. Los pueblos merideños de Bai- a hacer nombramiento de cuatro capitanes para
ladores, Estanques y Egido, se sumaron a los que en dicha empresa acaudillen las milicias de
que venían de La Grita. Venían armados con dicha ciudad". Efectuada la designación y pose-
escopetas, lanzas, flechas, sables y garrotes. Ocu- sionados en las funciones, se suministraron las
paron la plaza y su capitán Contreras, a la cabe- "instrucciones y demás documentos de su go-
za de su escuadrón, prorrumpió en un "viva a bierno, preceptuándose pasasen con la gente de
Nuestra Señora del Socorro y nuestro señor Rey su comando" a sublevar a Barinas y Trujillo. Los
Carlos I I I " , y fue coreado por toda la multitud. campos y haciendas vecinas de la ciudad acogie-
Seguidamente dijo que "muriera el mal gobierno ron a los hombres "principales" de la ciudad que
y fue respondido de la misma manera". Luego escapaban para evitar represalias de los comune-
plantó en la plaza "dos horcas y dos banderas ros o que íes implicasen en el movimiento. 27

blancas y mandó que toda la ciudad pasase por Eran motivos puramente económicos los que
debajo de dichas banderas, a cuya orden con- había impulsado la sublevación de E l Socorro y
currió todo el común que había venido a la no- Mérida. Si la mayoría de los movimientos ante-
vedad, y que efectivamente hicieran la ceremo- riores habían tenido como pretexto la protesta
nia de pasar por debajo de dichas banderas que
es la muestra de unirse al proyecto, a cuyo acto 27
Ibidem.

— 85 —
contra la Guipuzcoana, por los perjuicios que a cinco reales y medio, y la libra de chimó, que
derivaban los criollos por la acción de ésta, los valía cuatro o seis reales, subió a dos pesos, o
comuneros se revelaban ahora por los nuevos im- sea que casi cuadruplicó su valor. Además, el
puestos que ya amenazaban a gravar su pobre estanco recibía los productos al precio antiguo
economía. Se duplicaban los derechos de alca- y lo vendían a los fijados con posterioridad y se
bala. "Estos, decían los merideños', sin mayor expedía con notorias fallas en los pesos.
aumento al Real erario, causarán grande que- Cuando no se habían repuesto de la angustia
branto a los vecinos por la gran miseria y pobre- que les ocasionó el estanco de tabaco, llegó "el
za del lugar". Luego el estanco de tabaco y
28
mandato del donativo que aunque endulzado por
chimó. Esto puso "atónitas" a las gentes, "pues las primeras voces de nuestro Rey Señor. . . se
siendo éste un vicio en este lugar, que en realidad nos pedía con penas y amenazas de castigo y
no puede llamarse vicio, sino preservativo, pues por otra parte no quería recibirlo en efectos y
es el remedio universal y antídoto con que todos animales que se ofrecían para su satisfacción, si
los pobres se curan y preservan de muchas enfer- no había plata efectiva, y de esto no se escapa
medades, por cuyo motivo es usado comúnmen- el pobre más solemne, dando los blancos verda-
te de todos, de modo que como es constante, será deros a dos pesos y queriendo obligar a los que
rarísimo el que no lo gasta, especialmente el no lo eran a lo mismo, diciéndoles subirían por
chimó, sigúese a esto el que por esta misma con- esto a la clase de nobles, siendo esto así tan
tinuación de este vicio, había muchos pobres y apretado, no hallándonos con un real, aún para
casas de personas decentes que al hacerlo y ali- el desayuno de nuestros hijos. . . "
29

ñarlo eran lo único con que pasaban la vida con


virtud y recogimiento. . . " Por supuesto que es- Otra razón que tuvieron los comuneros cons-
tas medidas causaron profunda consternación en tituyó la noticia que se difundió con ocasión de
todas partes: se vio llorar las gentes cuando se la venida de un juez de tierras, quien "traía pro-
procedió a arrancar las matas de tabaco que te- yectos tan espantosos para esta ciudad, que se
nían en sus casas, porque al privárseles de esa dice debía sacar veinte o treinta mil pesos de las
pequeña industria casera de la que derivaban su visitas de las tierras, lo que no nos fue dificul-
mísero sustento, no tenían con qué adquirirlo, toso creer, pues por la visita de una o dos cua-
pues de un real que valía, se subió, en el estanco, dras de tierra llevaba seis pesos, no obstante di-

28
Ibidem. 29
Ibidem.

— 87 —
cen que trajo señalado de rentas quinientos pe- porque si éste supiese las miserias a que los ex-
sos, y saber nosotros que los había de tomar del ponían, le mandarían a "cortar la cabeza" a quien
sudor de nuestras frentes, pues los tomaba de sin méritos se intitulaban "fieles vasallos".
las cajas reales". 30

Todos los pueblos de la región estaban dura-


Motivo de disgusto les ocasionó también el mente afectados, y bien pronto hicieron causa
estanco de aguardiente, y la forma como manejó común. Los sublevados, en incontable número,
don Nepomuceno Uzcátegui el negocio, siempre tomaron la ofensiva, por una dura presión de
en perjuicio de los desvalidos, por sus arbitra- masas y no por acciones guerreras. Las autori-
riedades y por la parcialidad que demostró con- dades huían a los campos o se sumaban. Los te-
tra "los pobres". En lo que respecta a los otros rratenientes y hombres principales de la región
productos de la caña de azúcar, decían los comu- hacían lo mismo. No se operó, como en ante-
neros: "Para nuestro daño y atraso se sigue que riores movimientos, una casi completa fusión de
cuando están en sujetos particulares no pode- clases sociales. Los clérigos, entre ellos el Vica-
mos vender nuestros dulces y mieles de purga, rio de Mérida y fundador de la instrucción gra-
porque siendo estos caballeros hacendados, tie- tuita en la ciudad, Dr. Francisco Antonio Uzcá-
nen en abundancia las mieles para sus casas, tegui, exhortaba a sus feligreses a deponer cual-
fuera de que como son caballeros, no tienen que quier actitud y a continuar en sumisión a la vo-
temer, aunque falten, como se ha experimentado luntad del Soberano. Empero, poco era oído.
en otras ocasiones; el aguardiente de venta, ni Años después, este ilustre sacerdote, ya Canóni-
. se les da cuidado, ni hay quien los obligue, y así go de la Catedral de Mérida, será un adalid de
nunca llega el caso de que podamos los pobres la causa emancipadora. Y bajo el amparo de
tener algunas salidas para nuestras mieles, con tantas circunstancias favorables, los comuneros
lo que experimentamos un total atraso y gran- avanzan hacia Trujillo, con ánimo, seguramente,
des miserias. . . ".
31 de llegar hasta Caracas, pero ante la resistencia
de su Cabildo, se detienen en Timotes, y comien-
Otras quejas menores, pero siempre justas, zan a parlamentar. Este es inflexible y no se
tenían los comuneros contra los funcionarios fis- pliega a la aspiración de los amotinados. E l Dr.
cales de la región. Creían ellos que todas esas Antonio Nicolás Briceño, "fidelísimo vasallo",
medidas las tomaban sin la anuencia del Rey, abogado de la Real Academia, tomó marcado em-
peño en que los sublevados no entrasen en Tru-
Ibidem.
jillo. Al tener noticias de la cercanía de los co-
3 0

31
Ibidem.

— 88 — — 89 —
números, determinó convocar los vecinos en poco a poco, a los rebeldes. Las autoridades, al
Mendoza, lugar de su residencia, y allí se acuar- fin, mitigaron, en cierta forma los impuestos y
telaron al tiempo que solicitó auxilio del gober- las tributaciones. 32

nador de Maracaibo. Estos llegaron a La Mesa,


y cuando los amotinados se empaparon de esta Si los movimientos anteriores en territorio ve-
novedad, retrocedieron, no sin antes correr no- nezolano habían tenido como escenario las re-
ticias de que esperarían refuerzos de Santa Fe giones centrales del país, éste de los Comuneros,
para continuar su acción. en cambio, de extracción netamente neogranadi-
na, integraría, vamos a decirlo así, toda una vas-
Ante la negativa del Cabildo trujillano y la ta zona de la montaña venezolana, y uniría, por
llegada de refuerzos, los comuneros se retiraron la fuerza aglutinante de un incentivo de lucha
a Mérida. No quisieron entrar en lucha armada. en defensa de la comunidad, y, en general, de
Su arma preferida y con la que habían vencido los intereses y de los más duramente afectados
hasta ahora, había sido la justicia y la persuasión.
Pero no lograron continuar la marcha. La "fide-
lidad" de Trujillo fue manifiesta y los movimien- 3 2
Al estudiar la insurrección de "Los Comuneros" no pre-
tos de tropas regulares pusieron en evidencia que tendimos hacer una narración exhaustiva de tan trascendental
era imposible continuar la acción en forma pa- movimiento. Sin embargo, hemos puntuaÜ2ado algunos porme-
ñores desconocidos, tomados de documentos inéditos prove-
cífica. E l "contagio" del Socorro apenas llegó nientes del Archivo General de Indias de Sevilla, legajo 425,
hasta Timotes, o sea hasta el témino de la juris- cuya copia nos facilitó el Reverendo Hermano Nectario María,
dicción que había pertenecido hasta 1777 al Vi- competente y erudito investigador. E l movimiento venezolano
rreinato de Santa Fe. No se extendió más, y dis- ofrece muchos aspectos interesantes no estudiados hasta ahora.
persados los comuneros, comenzó la intrincada Por la brevedad del presente trabajo no los hemos- tocado, ni
siquiera en forma compendiada. Apenas apuntamos algunos.
justicia española a inquirir los elementos de jui- Sobre el movimiento, en general, puede consultarse: Vicente
cio para lograr el condigno castigo de los amo- Dávila, Los Comuneros de Mérida. Discurso de recepción en
tinados, no obstante el indulto del Arzobispo la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 23 de julio de
Antonio Caballero y Góngora, indulto que pen- 1922. J . N . Contreras Serrano, Comuneros Venezolanos, Cara-
saban debía extenderse hasta la jurisdicción ve- cas, 1952; Los Comuneros, prólogo de Eduardo Posada, Bogitá,
MCMV. José Fugencio Gutiérrez, Galán y los Comuneros, Bu-
nezolana. Hubo confiscaciones, prisiones y de-
errnanga, 1939. Germán Arciniegas, T/n Comuneros, «lición <!e
portaciones, pero la vida fue siempre respetada. Santiago de Chile, 1940. Horacio Rodríguez Plata, Los Comu-
Al fin la mayoría quedaron libres y los bienes neros, en curso superior de Historia de Colombia, tomo I I ,
que habían sido ocupados se les devolvieron, Bogotá, 1950.

— 90 — — 91 —
por impuestos y exacciones, a núcleos humanos LOS FINALES D E L SIGLO
centrados en latitudes geográficas similares, ca-
racterizados por su físico sano y fuerte, y her-
manados en el trabajo por la misma vocación
agrícola y por su apego a la tierra, cultivada por
todos ellos con laboriosidad. Serán inás tarde
los hijos de estos robustos labradores quienes
engrosarán, en territorio venezolano, las huestes
voluntariosas que partiendo de tierras neograna-
dinas, bajo la jefatura de un Bolívar, ahora con
perfiles de gran caudillo, realizarán, en la Cam-
paña Admirable, la reconquista de Venezuela y
la fundación de la Segunda República.
En el período enmarcado desde "Andresote"
hasta Los Comuneros —1730-1781—, vino a
identificarse, con perfiles casi nítidos, la realidad A diferencia de todos los anteriores, los mo-
del alma nacional, todo ello merced a la conjun- vimientos de fines del siglo fueron de un ca-
ción de una serie de elementos que asumían rácter marcadamente autonomista. Constituyeron
siempre la defensa de los intereses del criollo, el tenue despertar de una conciencia, atizada por
ante las acometidas, cada vez más agresivas de la constante campaña que, por conducto de sus
las autoridades. Aquellos señores aparentaban numerosos agentes y discípulos, mantenía Mi-
querer a su Rey, pero detestaban a sus agentes. randa desde Londres y la cual se extendía a todo
Una forma peculiar, bastante velada, de prepa- el continente americano. E l fruto estaba ya en
rar la coartada una vez que la implacable justicia franco proceso de maduración. Y desde la insu-
española los llamare a rendir cuenta. Sin duda, rrección de los negros y esclavos de Coro, con
los movimientos señalados encontrarían eco en Chirinos y González, el de Gual y España, el de
la mente criolla y contribuirían a prepararla pa- Pirela, el concepto de las luchas cambió. De sim-
ra pasos más decisivos en el orden de la vida ples revueltas e insurrecciones sin sentimientos
política, cuando llegare el momento de actuar propios de autonomía, se pasará ya a los movi-
abiertamente en pos de la libertad. mientos en cuya finalidad se verá la clara noción
de la separación de la Madre patria.

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no bien dirigidas, el advenimiento del siglo de
Una serie de factores se conjugaban para mar- la emancipación. Por eso no debe estudiarse éste
car también un cambio en la ideología. Por un como nacido de generación espontánea, pues bue-
lado, la acción proselitista de Miranda, que ya na parte de su existir en la acción se debe a la
hemos apuntado, y por la otra, la política espa- política europea anterior y a lo que durante un
ñola cada vez más equivocada. Y como remate largo período de tiempo pudo gestarse en Amé-
de todo, la terrible conmoción que produjo en rica. Él encadenamiento del acontecer histórico
el pensamiento europeo y americano las prédicas es uno solo, y no puede prescindirse de ningún
de los ideólogos franceses precursores de la Re- eslabón para estudiarlo en toda la perspectiva
volución y la Revolución misma, que conmovió, que éste requiere.
hasta sus cimientos, la férrea estructura feudal
de la Europa de los últimos años del siglo. Caracas, 31 de mayo de 1960.
La economía, como lo ha demostrado el pro-
ceso de la humanidad, jugó un papel preponde-
rante en la vida venezolana del siglo preindepen-
dentista, y las masas venezolanas tuvieron una
acción realmente eficaz en todo el decurso del
mismo. Faltaron no sólo quienes pudieran aglu-
tinar hombres, para acciones de fuerza, sino
aquellas mentes directrices, que caracterizando
un descontento, pudieran conducirlas a metas
definidas, bajo moldes ideológicos, ya que repre-
sentaban una poderosa fuerza, que bien orien-
tada y dirigida sería irresistible.
Los dirigentes de las revueltas del siglo XVIII,
no fueron propiamente precursores de los gran-
des sucesos del siguiente, pero contribuyeron a
unificar el pensamiento y la acción de los crio-
llos, a mantener un estado latente de agitación, a
preparar, bien con acciones espontáneas, irrefle-
xivas, o con otras, previamente planeadas, pero

— 94 —
INDICE GENERAL

El "Siglo de las Luces" 9

El "Despotismo Ilustrado" 13

Comercio y contrabando 17

El siglo dieciocho venezolano 19

El pensamiento criollo 23

Las insurrecciones . . 27

Andresote 33

El motín de San Felipe el Fuerte 39

La sublevación de El Tocuyo (1744) 49

Los esclavos en acción 71

Juan Francisco de León y su movimiento de masas 75

Los comuneros de Mérida 79

Los finales del siglo 93


ACADEMIA NACIONAL D E L A H I S T O R I A

EL LIBRO MENOR

NÚMEROS PUBLICADOS:

1 - E L MUNICIPIO, RAÍZ DE LA REPÚBLICA, de Joa-


quín Gabaldón Márquez.
2 - REBELIONES, MOTINES Y MOVIMIENTOS DE MA-
SAS E N E L SIGLO XVIII VENEZOLANO (1730-
1781), de Carlos Felice Cardot.

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