Sei sulla pagina 1di 6

Iconos, Revista de Ciencias Sociales No.

19
Flacso-Ecuador
Mayo 2004
p.141-146

Las búsquedas de
Norbert
Lechner
Felipe Burbano de Lara1

La mayor obsesión que persiguió a Norbert


Lechner durante su trayectoria intelectual,
me atrevo a decir, fue la búsqueda de una de-
finición del espacio y las tareas que le corres-
ponden a la política en una sociedad demo-
crática. En varios momentos de su vida aca-
démica, Lechner volvió una y otra vez sobre
la misma pregunta: ¿qué significa hacer polí-
tica? Su búsqueda se entiende a partir de la
convergencia de tres procesos distintos que
plantearon nuevas interrogantes a la política:
a) las implicaciones y proyecciones de las dic-
taduras del Cono Sur; b) la nueva sensibili-
dad hacia el tema de la subjetividad política,
que venía de la mano de las corrientes post-
modernas, y c) la urgencia de repensar el plu-
ralismo y la democracia en América Latina.
En el fondo, Lechner tenía la certeza de que
la dictadura chilena trajo consigo un cambio
importante en la concepción de la política.
Con el golpe, la política dejó de ser “una ac- sistemática de los derechos humanos y el uso
tividad institucionalizada, con límites relati- de la violencia, sino porque intentó hacer de
vamente nítidos: gobierno, parlamento, par- la economía y del mercado el nuevo lenguaje
tidos” (1982:17), para convertirse en algo de la política. El proyecto neoconservador de
completamente distinto. El régimen militar, la dictadura chilena tenía como trasfondo
en efecto, prohibió hacer política, pero la si- ideológico erradicar la política para imponer
guió practicando a través de otros medios y el reino del mercado como expresión de la li-
procedimientos. Allí están, dice Lechner, los bertad individual. Hacia allá apuntaba lo que
miles de muertos y encarcelados. Pero la dic- algunos intelectuales definieron como el “es-
tadura no sólo se caracterizó por la violación fuerzo fundacional” del régimen militar.
Burbano de Lara, Felipe, 2004, “Las búsquedas de Lechner encontró en ese proyecto un intento
Norbert Lechner”, en ICONOS No.19, Flacso- por construir un orden colectivo que siguiera
Ecuador, Quito, pp.141-146.
las dinámicas de lo que llamó, siguiendo a
Weber, la “racionalidad formal”; esto es, un
1 Profesor-investigador de FLACSO-Ecuador tipo de acción que se orienta por un ajuste
ICONOS 141
temas
permanente de medios y fines, y cuyo escena- un desencanto frente a sus potencialidades.
rio privilegiado es el mercado. Desde la impo- Clausurado el espacio político por el impera-
sición de la racionalidad formal, el pluralismo tivo económico, sólo quedaría confiar en la
deliberativo de una política democrática se ve iniciativa individual y en la “mano invisible”
seriamente restringido. Se trata de un orden del mercado. Lechner se enfrentará a ese de-
que responde a una lógica sistémica y que se sencanto desde una crítica a la modernización
impone de espaldas a los ciudadanos, en el neoliberal como una modalidad histórica de
más amplio sentido realización de la modernidad y de reconstruc-
de la palabra. “Los ción conservadora del capitalismo. El objeti-
Cuando el lenguaje del instintos, los afec- vo de buena parte de su reflexión en los años
mercado quiere imponerse tos y emociones del 90 se volcó justamente hacia la clarificación
como criterio del orden y individuo son so- conceptual de lo que significa la modernidad.
la vida social, hay que metidos a un rigu- A lo largo del siglo XX, América Latina ha ex-
roso autocontrol, perimentado sucesivos intentos de moderniza-
volver a plantearse qué significa de modo que la es- ción económica y social, pero poco sustenta-
hacer política, qué significa pontaneidad ‘pri- dos en una reflexión sistemática sobre la mo-
una política democrática. mitiva’ no interfie- dernidad y sus potencialidades para la región.
ra en las relaciones “En resumen”, dice Lechner, “el desencanto
Para Lechner, la democracia es sociales ‘civiliza- actual se refiere a la modernización y, en par-
una forma de entender la das’” (1982:18). Se ticular, a un estilo gerencial tecnocrático de ha-
política tanto en su dimensión impone una suerte cer política” (1991:47, las cursivas son mías).
plural como en su demanda de frigidez emocio- Lo único que cabe proclamar frente a la racio-
nal y afectiva, co- nalidad formal es la existencia de una plurali-
de orden colectivo. mo consecuencia dad de racionalidades en el campo político. La
de una concepción democracia asume como punto de partida esa
de la vida que pri- pluralidad de voces, de sujetos, frente a la dic-
vilegia el trabajo, el tadura que los silencia y hasta elimina, pero
rendimiento y el también frente al mercado que les cierra y res-
éxito material tringe espacios políticos. Lejos de silenciar a
(1982:27). En un los sujetos, de restarles capacidades deliberati-
contexto donde el vas, la política democrática apunta hacia su
lenguaje del mercado quiere imponerse como pleno reconocimiento y afirmación.
criterio dominante del orden y la vida social,
hay que volver a plantearse qué significa ha-
cer política; y aún más preciso, ¿qué significa La preocupación por
una política democrática? La interrogante in- la cultura política
terpela a todos los países latinoamericanos
que desde distintas maneras abrazan el pro- Una segunda búsqueda que orienta el trabajo
yecto neoconservador y hacen de Chile el de Lechner es la constatación de que vivimos
ejemplo a seguir. Los neoconservadores, dis- un cambio de cultura política, una nueva sen-
cípulos de Friedrich Hayek, interpretan la po- sibilidad, un estado de ánimo diferente, un
lítica como un obstáculo a la libertad indivi- tiempo distinto. En 1986 editó un libro que
dual. Para ellos, la libertad individual no es se tituló Democratización y Cultura Política.
una expresión de la política ni una conse- En él, se plantearon una serie de nuevas preo-
cuencia de ella, sino una realidad previa, an- cupaciones en torno a las dimensiones subje-
terior a la misma política. Para Lechner, el tivas de la política. Años más tarde, a comien-
proyecto neoconservador debilita la legitimi- zos de los 90, apareció su libro Los patios in-
dad de la democracia y a la postre producirá teriores de la democracia, que llevaba como

142 ICONOS
subtítulo Subjetividad y Política. Los dos li- des de los tiempos actuales. Le atrajo la post-
bros fueron ampliamente leídos y debatidos modernidad, sin duda, pero la encontraba dé-
en América Latina. De sus páginas emergie- bil en las respuestas que ofrecía a los proble-
ron temas que habían sido dejados de lado mas que levantaba. “La postmodernidad
por un enfoque de análisis político que po- muestra la complejidad del mundo contempo-
nían énfasis en las condiciones objetivas de la ráneo, pero me pregunto si nos entrega los ins-
sociedad para explicar sus dinámicas de cam- trumentos para trabajar esa complejidad”
bio y conflicto, y que veía en las dinámicas (1991:39). Entre los temas que abren a debate
subjetivas fenómenos de poca monta. Lech- los postmodernos, habría que subrayar los si-
ner empezó a preguntarse con creciente insis- guientes: la defensa radical del pluralismo, la
tencia sobre la importancia de los “estilos de sospecha de que toda construcción de un or-
hacer política” como un “factor decisivo en el den colectivo -y por su puesto el Estado- en-
funcionamiento concreto de las instituciones cierra potencialmente un proyecto totalitario
políticas y, además, como uno de los mecanis- que es necesario contrarrestar, la discontinui-
mos más eficaces de socialización e innova- dad del sujeto y su engañosa soberanía, y las
ción cultural” (1987:11). Empiezan a intere- dudas respecto de la razón como un instru-
sarle aspectos como los valores y las creencias mento efectivo de liberación política. Pero el
para comprender los “estilos políticos” y la tema que más le inquietó de los postmoder-
construcción del orden colectivo. Lechner en- nos, por el profundo giro que provocaba en el
tendió la cultura política como las “orienta- clima cultural de las sociedades de fines del si-
ciones colectivas hacia las cuestiones políti- glo XX, fue el desencanto que plantearon fren-
cas”, como “pautas consolidadas a través del te a la idea de una emancipación progresiva.
tiempo”, pero que constantemente incorpora Resuena en ese desencanto la crisis de los gran-
nuevas interpretaciones de la realidad y se re- des discursos onmicomprensivos de la historia
nueva a sí misma. Puso en duda que se pudie- de la que habló Lyotard en su famoso libro La
ra hablar dentro de una sociedad de “cultura condición postmoderna. Diría yo que pocos
política”, y prefirió que se hablara siempre en pensadores latinoamericanos como Lechner
plural: “culturas políticas”. Todo su plantea- intentaron sacar las consecuencias de ese cam-
miento sobre este tema sirvió para debatir con bio de perspectiva cultural y política. El deba-
mayor profundidad las transiciones a la de- te sobre la emancipación le llevó a ser crítico
mocracia en América Latina y la perspectiva de una izquierda todavía embebida en el sue-
de su consolidación. No se alineó entre aque- ño de la redención. La emancipación aparece
llos que despreciaron las dimensiones institu- como la proyección hacia la política de los an-
cionales de la democracia y los pactos sobre helos y las promesas no cumplidas de la reli-
las reglas del juego, pero le parecía una apro- gión. La postmodernidad descubre en la pro-
ximación insuficiente. “En los procesos de de- mesa moderna de emancipación la búsqueda
mocratización, la construcción institucional de una plenitud más allá de la historia y de la
está directamente asociada a la creación de política, la instauración de una comunidad or-
una cultura política democrática” (1987:9). gánica, natural, donde se produce la reconci-
Su interés por la dimensión subjetiva de la liación final de la sociedad con la naturaleza
política como aquel campo donde los indivi- humana. Para Lechner, el sueño libertario de
duos, los grupos y las sociedades construyen pensadores como Marx, anunciaba la posibili-
su identidad más allá de cualquier trascen- dad de un final armonioso de la convivencia
dencia metafísica (allí están las huellas de la humana, donde la política quedara desterrada.
modernidad), le llevó a explorar el debate so- Frente al sueño redentor del futuro, planteó la
bre la postmodernidad. Lechner vio en esta revalorización de nuestras vidas en el presente
corriente de pensamiento una entrada suges- (el famoso realismo de Lechner); frente a la
tiva para comprender las nuevas sensibilida- búsqueda progresiva de la libertad a través de

ICONOS 143
temas
la historia, el “eterno retorno” de Nietzsche; y de las diversidades. Es justamente en este pun-
ante la armoniosa sociedad anunciada por el to donde entra el problema de la política de-
comunismo, que nos integra a todos desde mocrática. Para Lechner, la democracia es una
una idea homogénea de naturaleza humana, la forma de entender la política tanto en su di-
afirmación radical del pluralismo y las diferen- mensión plural como en su demanda de or-
cias. Lechner volvió sobre Agnes Heller para den colectivo. La democracia promueve el
afirmar que el pluralismo es un hecho irreduc- despliegue de la diversidad subjetiva, de los in-
tible de las sociedades humanas y, por lo tan- tereses múltiples y de las identidades colecti-
to, la condición misma de la política. La nega- vas; pero por otro, busca mecanismos de con-
ción de la pluralidad sólo puede conducir a certación e integración social de la pluralidad
distintas modalidades de totalitarismo. en una voluntad colectiva. Se trata de una do-
ble dimensión que no puede ser reducida.
Una reformulación del consenso “Ambos momentos se presuponen recíproca-
mente y son irreductibles entre sí”
Señalados estos temas generales de la indaga- (1986b:155). La crisis de la idea de totalidad
ción intelectual de Lechner, quisiera referirme no diluye la necesidad de pensar la integra-
brevemente sobre las interrelaciones entre plu- ción, el orden y el consenso. Exige, eso sí, pen-
ralismo, democracia y el fetichismo de la polí- sarlos de un modo distinto. Precisamente esa
tica, para concluir con un par de consideracio- exigencia asume la política bajo la democracia.
nes sobre la construcción de la identidad del Lechner estuvo convencido de que nos hacía
sujeto y el tema central del reconocimiento. El falta una nueva manera de entender el consen-
mayor desafío que plantea la pluralidad a la so. El libro que dedicó a este tema lleva un tí-
política es su articulación. Sobre este punto, tulo casi extraterrestre: La conflictiva y nunca
Lechner suena profundamente moderno. acabada construcción del orden deseado (1986).
Plantea el tema de reflexión propio de la filo- Hay algunos temas de exploración claves en el
sofía política moderna: cómo unir la diversi- libro. Uno de ellos es la relación entre orden y
dad de sujetos políticos, todos con iguales li- consenso. Para Lechner, el orden presupone el
bertades, derechos y capacidades deliberativas, consenso, pero el consenso -en una fórmula
en un orden colectivo. La tensión entre plura- paradojal- nunca puede ser alcanzado. Aún
lidad y unidad no es analizada en el contexto más, únicamente si lo pensamos como inal-
de un proceso que tienda hacia una armonía canzable podremos afirmar la pluralidad y las
final. Todo lo contrario, la tensión entre esas diferencias. Tres condiciones requiere el con-
dos dinámicas resulta irreductible al proyecto senso para fundar un orden democrático: a) el
democrático. Si alguna categoría despierta consenso como preferencia compartida de los
sospecha en el pensamiento postmoderno esa participantes para evitar la guerra civil; b) el
es la de totalidad. Lechner se hace eco de esa consenso como acuerdo sobre los procedi-
desconfianza. La noción de totalidad tiene co- mientos válidos en la toma de decisiones; y c)
mo trasfondo el presupuesto universalista de el consenso como concepto límite para discer-
que la integración y el orden requieren la ho- nir las condiciones del disenso (1986b:156).
mogeneidad. Del sueño totalitario de algunas De los tres puntos, el último resulta funda-
filosofías modernas se desprende la dificultad mental. El consenso aparece como concepto
de algunas categorías universalizantes -nación, límite, inalcanzable, puesto que el punto de
ciudadanía, individuo, igualdad- para pensar partida es siempre el pluralismo radical; sin
las diferencias. Pero la crisis de la categoría de embargo, sin el consenso como horizonte, co-
totalidad, asociada en la modernidad al Esta- mo referente utópico, no se pueden establecer
do, deja pendiente el problema de articulación límites a los desacuerdos. “Solo por referencia
de la pluralidad, de la formación de una vo- a la utopía del consenso las relaciones sociales
luntad colectiva a partir del reconocimiento se conciben como relaciones de reciprocidad y

144 ICONOS
no como guerra” (1986b:175). El pacto de- tica, “o sea la determinación (conflictiva) de
mocrático, agrega nuestro autor, se guía por el un referente trascendental por medio del cual
consenso como su premisa, no como su obje- los hombres pueden reconocerse unos a otros
tivo concreto. El consenso tiene que aparecer en su diversidad” (1985ª:107). Las divisiones
en toda su imposibilidad para subrayar la plu- sociales exentas de mediación quedarían ex-
ralidad como un momento constitutivo de la puestas a su propia conflictividad al no en-
política y como afirmación de las diferencias. contrar un espacio, una instancia, donde pro-
Sin la utopía del consenso, se diluye la idea del cesar sus desacuerdos; con ello, la sociedad
orden y se cierne sobre la sociedad la lógica de caería en la lógica de la guerra, en una suerte
la guerra. Lo que requieren las sociedades de- de “estado de naturaleza” para recordar la fa-
mocráticas es, por lo tanto, una suerte de ho- mosa metáfora del desorden esbozada por
rizonte de reconocimientos recíprocos, un lí- Hobbes. El problema de las mediaciones fue
mite -como ya se dijo- a los disensos. De lo planteado por Lechner a partir de lo que de-
anterior se desprende que el “pacto democrá- nominó “forma de Estado”, por contraste al
tico” no sólo requiere de unas reglas y de unas “aparato de Estado”. Su punto de partida fue
instituciones, sino del reconocimiento mutuo una crítica a la concepción marxista del Esta-
entre los sujetos. Uno de los temas de mayor do. Desde su punto de vista, Marx y la iz-
importancia en la trayectoria de Lechner será quierda descuidaron completamente el lado
justamente el del reconocimiento como prác- simbólico del Estado, para poner énfasis sola-
tica que guía la formación de los sujetos. El mente en su práctica coercitiva como aparato
planteamiento lo aparta de la soberanía del in- de dominación y poder. La construcción del
dividuo autónomo, capaz de autodeterminar- Estado burgués siempre fue denunciada por
se, proclamada por el pensamiento liberal. Marx como la creación de una entelequia abs-
“Como primera tesis, afirmaría que el sujeto tracta, exterior a la sociedad, donde el con-
no se constituye positivamente y ‘hacia aden- junto social se enajenaba a sí mismo. El Esta-
tro’, para establecer luego relaciones ‘hacia do, siendo un producto social, terminaba im-
fuera’; se trata de un solo y mismo proceso” poniéndose y dominando la vida de la socie-
(1986b:27). En el ejercicio de hacerse recípro- dad. Era un fetiche tal como lo entendía
camente, los sujetos construyen su identidad Marx: “Los productos de la actividad huma-
mediante un juego de diferenciación. “No es na se independizan y devienen sujetos que so-
posible construir una unidad sin construir, si- meten a quienes son sus productores”
multáneamente, las diferencias con el otro res- (1985a:108). El Estado moderno, en la críti-
pecto al cual uno se afirma” (1986b:27). Se ca marxista, llevaba a los individuos a un dua-
apoya en Niklas Luhmann para afirmar una lismo existencial: por un lado, el hombre po-
moral que “no premia un consenso -ello sería lítico, expresión del universalismo burgués de
superfluo y banal- sino la exitosa incorpora- la igualdad y la libertad; por el otro, el hom-
ción del respectivo Alter a la identidad opera- bre de carne y hueso sometido a relaciones de
tiva del propio Ego” (1986b:162). clase y explotación. Vivir a través del fetiche
significaba, para Marx, dejarse seducir por el
El fetichismo en la política universalismo del Estado burgués y dejar de
lado todo el problema de constitución dife-
Desde el punto de vista del orden político, el rencial y antagónica de las clases sociales. El
juego de la reciprocidad entre los sujetos re- proletario hace abstracción de su condición
quiere un campo de mediaciones donde la so- de clase, de sujeto real explotado, para mirar-
ciedad pueda representarse desde sus divisio- se desde el universalismo de las libertades
nes y diferencias sociales, pero también más burguesas. Lechner desafió este planteamien-
allá de éstas. Nuevamente aparece la centrali- to y sugirió que el fetichismo del que habló
dad de la política. La diversidad exige la polí- Marx no era un fenómeno específicamente

ICONOS 145
temas
burgués sino una necesidad de toda sociedad El debate académico y político sobre la demo-
dividida, plural. El Estado no es una ilusión o cracia en América Latina se halla unido a la fi-
un engaño sino una abstracción real, y además gura de Norbert Lechner, sin duda. Su nombre
necesaria, donde las divisiones sociales en- aparece junto al de otros notables intelectuales
cuentran un espacio de mediación y la socie- latinoamericanos -menciono sólo algunos: Er-
dad un lugar donde representarse. “A través nesto Laclau, Juan Carlos Portantiero, Manuel
del Estado, la sociedad se pone fuera de sí mis- Antonio Garretón, Angel Flisfisch, Guillermo
ma” (1985a:108). Sólo por referencia a esa es- O´Donnel, José Nun, Tomás Moulián, Oscar
tructura de mediación, simbólica, externa a la Landi- quienes en los años 80 y 90 impulsaron
sociedad pero generada pero producto social, una profunda reconsideración filosófica de la
las divisiones pueden operar conflictivamente política y la democracia en la región. Todos
bajo una lógica política en lugar de caer en la ellos, de una u otra forma, emprendieron su
lógica de la guerra y la destrucción. Si se afir- trabajo intelectual impactados por la violencia
ma el pluralismo como punto de partida irre- de los autoritarismos del Cono Sur y por la de-
ductible de una política democrática, la extin- rrota y la persecución de las izquierdas. Frente
ción del Estado como forma deja de ser un a la brutalidad de la represión; frente a la clau-
objetivo de la estrategia política. Seguirla sos- sura de los espacios y libertades políticas; fren-
teniendo sólo tendría sentido si se mantuviera te a la violación sistemática de los derechos hu-
como fin de la acción política la realización manos, la democracia emergió como un nuevo
histórica y concreta de una comunidad orgá- horizonte de reflexión y de posibilidades para
nica o natural, exenta de divisiones y diferen- el futuro de América Latina. Hacía falta em-
ciaciones. En cambio, desde un proyecto que prender un largo y minucioso proceso de escla-
afirma la pluralidad, el Estado se mirará como recimiento conceptual. La figura de Lechner
estructura de mediación donde la diversidad fue siempre un aporte desafiante e imaginativo
social discute el sentido de su convivir; es un al rico debate que se abrió por esos años.
fetiche real que les permite a las sociedades di-
ferenciadas dilucidar el sentido de su vida en Bibliografía
común. De este modo, se completa la visión
de Lechner: los sujetos se hacen en un juego Lechner, Norbert, 1982, ¿Qué significa hacer política?,
de reconocimiento recíproco, pero mediados Desco, Lima.
———, 1985a, “Aparato de Estado y Forma de Estado”,
por una estructura simbólica que siempre pro-
en Julio Labastida Martín del Campo, coordinador,
yecta las divisiones sociales más allá de sí mis- Hegemonía y alternativas políticas en América Latina,
mas. Lo que para Marx era un rezago tradicio- Siglo XXI, UNAM, México.
nal de las sociedades modernas -la proyección ———, 1985b, “Presentación” y “Epílogo”, en Norbert
de la religión sobre la vida política y, por tan- Lechner, coordinador, Estado y política en América La-
to, un fetiche que enajena a la sociedad de sus tina, Siglo XXI, México.
———, 1986a, “El proyecto neoconservador y la demo-
fuerzas y del control sobre sí misma- se con-
cracia”, en Julio Labastida Martín del Campo, coordi-
vierte en Lechner en una instancia insalvable - nador, Los nuevos procesos sociales y la teoría política
diría- de una política democrática. La convi- contemporánea, Siglo XXI, UNAM, México.
vencia política, por lo tanto, requiere el traba- ———, 1986b, La conflictiva y nunca acabada construc-
jo de un fetiche que será siempre un producto ción del orden deseado, Centro de Investigaciones So-
social. La condición de libertad se jugará no ciológicas, Madrid.
———, 1987, “El nuevo interés por la cultura política”,
en la superación del fetiche, como creía Marx,
en Norbert Lechner, editor, Cultura Política y Demo-
sino en la posibilidad siempre abierta de retra- cratización, FLACSO, CLACSO, ICI.
bajarlo, y a través suyo debatir el sentido del ———, 1990, Los patios interiores de la democracia, FCE,
orden y la convivencia social. México.
———,1991, “Un desencanto llamado postmodernismo”,
* * * en Varios Autores, Debates sobre Modernidad y Postmo-
dernidad, Nariz del Diablo, Quito, 1991.
146 ICONOS

Potrebbero piacerti anche