Sei sulla pagina 1di 16

RECURSOS HIDRICOS PARA LA AGRICULTURA EN BOLIVIA

Por Ing. Felix Fernandez Bustos


Especialista en RR.HH y Riego
La Paz, Bolivia

Una mirada al contexto regional

Como se sabe, Bolivia es un país que cuenta con un enorme potencial de recursos hídricos
superficiales que lo ubica entre los primeros 20 a nivel mundial. En el contexto regional este
potencial es similar en los cuatro países integrantes de la Comunidad Andina que, en conjunto,
concentran el 10% del agua dulce del planeta 1. Traduciendo esta enorme oferta de agua en
términos de disponibilidad teórica por habitante se tienen valores superiores al promedio mundial
que se estima en 8.300 m3/hab-año2. Bolivia y Perú se acercan o sobrepasan los 60.000 m3/hab-
año, Colombia a los 47.000 m3/hab-año y Ecuador a los 32.000 m3/hab-año, arrojando un
promedio regional andino de 53.000 m3 de agua por habitante al año. Un dato importantes es que
la mayor parte de los grandes ríos de la región andina son límites fronterizos entre los países, por
lo que gran parte de ésta gigantesca riqueza se encuentra en cuencas compartidas. En estas
grandes cuencas compartidas (la del Amazonas, Endorreica y la del Plata) que abarcan un 77% del
territorio de la Comunidad Andina, se concentra el 83% del agua de la región pero, por
contrapartida, en ellas se asienta únicamente el 24,6% de la población de la CAN (2010).

Como todos los indicadores globales, éstos enmascaran la desigual distribución de la oferta de
agua en cada país. De una manera general, como la población está concentrada a lo largo de los
flancos de la cordillera de Los Andes, existe mucha mayor presión y competencia por este recurso
en esta delgada franja en comparación con las zonas ubicadas en la cuenca amazónica. Las
diferencias son abismales: En la vertiente del Pacífico, en el Perú, se ha estimado una
disponibilidad teórica de unos 1.955 m3/hab-año, mientras que en la cuenca del Orinoco, en
Colombia, donde se asienta solo el 4,5% de la población, se estima una disponibilidad de agua de
334.000 m3/hab-año. Sin duda esta tremenda riqueza, producto de las lluvias anuales, no favorece
a todos por igual. Las zonas alto andinas, que son las alimentadoras de la cuenca amazónica,
cumplen su rol tributario dentro del ciclo hidrológico regional, pero al final se quedan con un
porcentaje mínimo para sostener la enorme diversidad física que caracteriza a la región andina y la
gran variedad de ecosistemas condicionad0s por la dispersión espacial y temporal de la oferta
hídrica.

De los 1.760 km3/año que se estima es la oferta anual de agua superficial de la región andina solo
se usan alrededor de 20 km3/año, es decir 1.14% . La agricultura consume la mayor cantidad de la
oferta, en promedio el 78% , variando ligeramente de un país a otro, al igual que los usos
destinados al consumo doméstico e industrial:

1
EL AGUA DE LOS ANDES, Comunidad Andina, 2010
2
http://www.fao.org/nr/water/aquastat/data/query/index.html
PAIS BOLIVIA COLOMBIA ECUADOR PERU CAN
Agricultura 80% 65% 83% 82% 78%
Uso doméstico 13% 23% 12% 8% 13%
Uso industrial 7% 12% 5% 10% 9%

Tabla 1: Uso del agua en los paises andinos

Un factor que va presionando en forma creciente sobre los recursos naturales es el proceso de
urbanización que se viene experimentando en todos los países. La población urbana es
aproximadamente el 72% de la población total en la región y va en aumento debido a las mejores
condiciones de subsistencia y oferta de servicios de agua potable, energía y saneamiento, además
de mejores condiciones de educación, salud y recreación. Esto está acentuando la competencia
por el uso del agua ya que las demandas consuntivas que se generan en las ciudades presionan
sobre otros usos como los de producción de alimentos, generación de energía y desarrollo
industrial, además de la necesidad de mantener los ecosistemas frágiles de las cuencas altas de la
región. A esto hay que añadir el deterioro de la calidad de las fuentes de agua por la
contaminación con aguas servidas y otras contaminadas por actividades industriales y mineras, las
que contribuyen en proporción significativa a la disminución del agua disponible para consumo
humano.

Si comparamos los recursos hídricos de la comunidad andina con los existentes a nivel mundial
vemos que la oferta y el consumo regional son muy pequeños. La precipitación total anual que
recibe la superficie terrestre del planeta (sin contar la de los océanos) está estimada en 110.000
kilómetros cúbicos (km3) frente a 5.186 km3 que se considera como la oferta total anual de agua
en los países de la comunidad andina . Del total global, unos 40.000 km3 se convierten en aguas
superficiales o se infiltran como recarga de acuíferos (Agua Azul) y cerca de 70.000 km3 se
almacena en el suelo o regresa a la atmósfera a través de la evaporación y de la transpiración de
las plantas ( Agua Verde). El Agua Azul es el agua dulce que sostiene los ecosistemas acuáticos en
los ríos y los lagos y se utiliza para el consumo humano, para la industria, la generación de energía
eléctrica o el riego de los campos de cultivo. El Agua Verde es la que sostiene la cubierta vegetal
que depende solamente de las lluvias. Se estima que la superficie de producción agrícola mundial
capta el 13 por ciento (9.000 km3 por año) del agua verde y el 87 por ciento restante es utilizado
por la vegetación natural en bosques, montañas, pastizales y el resto de espacios terrestres 3. Una
parte de este volumen, unos 2.300 km3 de agua por año se destinan al riego y de ésta sólo cerca
de 900 km3 son consumidos directamente por las cultivos, por lo que el riego es considerado como
el uso menos eficiente y generador del mayor desperdicio de agua. Podemos concluir que, en
3
Water, a shared responsability, The United Nations World Water Development Report 2, 2006
relación con éstas cifras, el agua dedicada al riego en la comunidad andina representa solo el 0.7%
del volumen global destinado a este uso.

Respecto a la superficie de tierras de cultivo en el mundo, éstas se han estimado en 1.5 mil
millones de hectáreas, de las que 277 millones de hectáreas (18%) representan la superficie con
riego, en tanto que en los cuatro países de la comunidad andina (Bolivia, Colombia, Ecuador y
Perú) la superficie cultivable está en el órden de 17.4 millones de hectáreas y un área bajo riego
de 3.7 millones de hectáreas (21%) 4.

La disponibilidad de agua en Bolivia

Bolivia es un país muy rico en agua. Según el Informe Mundial sobre el Agua preparado por la
UNESCO en 2003, Bolivia ocupa el puesto 16º entre 180 países con respecto a la disponibilidad de
recursos hídricos, pero, por otro lado, ocupa el puesto 67ºsobre 122 países en cuanto a la calidad
del agua. Aunque solo se dispone de información indirecta sobre la magnitud y variabilidad de los
recursos hídricos, los órdenes de magnitud determinados por algunos estudios son bastante
similares. En efecto, las estimaciones realizadas coinciden en que el país cuenta con una gran
riqueza hídrica que está en el órden de 574 km3/año (574 mil millones de m3/año) según el
Balance Hídrico realizado en 1.9925.

La FAO (Aquastat 2009) estima los recursos hídricos totales renovables en 622.5 km3/año
incluyendo los aportes externos, de los que 596.4 km3 serían superficiales y 130 km3,
subterráneos, dividiendo las aguas superficiales en producidas internamente (277.4 km3) y las que
son aportadas por cuencas externas (319 kms3)6.

El sistema hidrográfico está formado por tres grandes cuencas: la del Amazonas que cubre
aproximadamente el 66% del territorio boliviano, la cuenca Cerrada o Endorreica que cubre el 13%
del territorio, y la del río de La Plata, que abarca el 21% del territorio del país. Por la cuenca del
Amazonas drena el 96% de toda la oferta de agua de Bolivia y gran parte de su territorio es proclive
a grandes inundaciones. La cuenca del Plata representa aproximadamente el 21% de la superficie
total de Bolivia y es propensa a sequías y desertificación, lo mismo que la cuenca Cerrada que
comprende todo el Altiplano con una extensión del 13% del territorio del país. La principal masa de
agua de esta última está constituida por el Lago Titicaca, compartido con el Perú, que tiene una
superficie inundada de 8 400 km2 y un volumen aproximado de 932 km3 para la cota de 3 810
msnm, con una oscilación anual del nivel en torno a 1 metro.

Area Población Volumen escurrido Indice


Macro cuenca
1000Km2 % Miles % km3/año % m3/hab-año
Endorreica 145 13 4.024 40 10.4 1.8 2.580
Amazónica 724 66 4.945 49 551.0 96 111.425
Del Plata 229 21 1.058 11 12.6 2.2 22.680
4
El riego en los países andinos en cifras, FAO, Roma, 2000.

5
Balance Hídrico de Bolivia realizado en 1992 (Roche et al, 1992), bajo el patrocinio del Programa
Hidrológico Internacional (PHI/UNESCO) y del Proyecto Hidrológico y Climatológico de Bolivia (PHICAB)
6
Aportes de ríos y cuencas transfronterizas, Lago Titicaca compartido, etc.
TOTAL 1.098 100 10.027 100 574.0 100 11.900
Fuente: BHSB (1992) actualizado por el autor con datos del CNPV 2012.

Sin embargo, esta tremenda riqueza además de estar concentrada casi en su totalidad en la cuenca
amazónica, se genera y sale del territorio boliviano casi sin ningún aprovechamiento importante,
excepto la navegación fluvial cuando el calado lo permite, además del aporte paisajístico y
medioambiental. Como resultado, las regiones más pobladas del país (altiplano y valles
interandinos) enfrentan severas restricciones en la disponibilidad de agua tanto para consumo
humano como para su desarrollo agrícola, industrial y recreativo. En efecto, mientras las cuencas
del Amazonas y del Plata concentran el 98% de la oferta total de agua, la cuenca endorreica del
altiplano que comprende principalmente el sistema de lagos Titicaca, Poopó y Coipasa y el río
Desaguadero, que une los dos primeros, solo dispone de menos del 2% del total del país. El aporte
del Lago Titicaca por medio del río Desaguadero al sistema endorreico es mínimo y está alrededor
de 20 m3/s7 lo que representa en un año menos del 5% del volumen del lago. Esto se debe a la
escasez de lluvias y su concentración en solo tres a cuatro meses, generalmente de diciembre a
marzo. En la época seca, el déficit de agua es aliviado por el derretimiento de los glaciares y el
aprovechamiento de aguas subterráneas que se extraen por medio de pozos o que afloran
directamente en humedales situados al pie de las laderas de la cordillera. Esta situación tiene
profundas implicaciones en la vida de la población, el medio ambiente y el desarrollo social y
económico de las regiones áridas y semiáridas del país, agravándose, además, por los efectos del
cambio climático y alteraciones hidrológicas por los fenómenos recurrentes de El Niño y La Niña.
Durante los últimos diez años la escasez de agua se ha ido acentuando particularmente en la
región sur del altiplano, llegándose a una disponibilidad teórica de 446 m3/hab/año menor al
umbral de 1000 m3/hab/año que define la categoría de escasez hídrica. Según Falkenmark (1986)
1000 m3/hab/año puede considerarse como el mínimo para sostener la vida y asegurar la
producción agrícola en zonas que requieren riego 8.

Se piensa que el país dispone de importantes reservas de agua subterránea en el altiplano, valles
centrales y las planicies orientales y chaqueñas. Actualmente casi todas las ciudades se abastecen
de aguas subterráneas para consumo doméstico, minero e industrial, pero no existen estudios
concluyentes sobre el potencial y ubicación de los principales acuíferos. El mapa hidrogeológico de
Bolivia, elaborado por SERGEOMIN, divide el país en cinco provincias hidrogeológicas y describe las
características litológicas, extensión y potencial de cada una de ellas. El estudio, que necesita ser
complementado con investigaciones más detalladas, indica que las mayores reservas se
encuentran en la Vertiente Amazónica, Pantanal-Chaco Pampeano y Altiplano. Las regiones del
altiplano central que bordean la ciudad de Oruro, el valle bajo de Cochabamba y la región de los
Lípez podrían también alojar importantes acuíferos, que serían vitales para el desarrollo de estas
zonas. Se menciona que el denominado Yrendá-Toba-Tarijeño constituye un importante acuífero
transfronterizo que se extiende por Paraguay, Argentina y Bolivia en una superficie aproximada de
300,000 km2. El sector boliviano del acuífero tiene un área que comprende el área del Chaco
tarijeño, chuquisaqueño y también de Santa Cruz de la Sierra. Algunos ejemplos de
aprovechamiento de estas reservas serían la explotación de acuíferos profundos en la región
chaqueña de Abapó-Izozog para regar cerca de 1000 hectáreas de soya y algodón a principios de
7
Mecanismos y procesos de la GIRH en el sistema hídrico del Lago Titicaca, ALT/Sanchez Aragonés, Luis,
Agosto 2011
8
La tensión hídrica se presenta cuando el abastecimiento anual de agua está por debajo de los 1.700
m3/hab-año. La escasez de agua se determina cuando el abastecimiento anual de agua en una zona es
inferior a los 1.000 m3/hab-año.
los años 80 (Proyecto Abapó-Izozog) y la explotación del acuífero Jaukihua en Potosí por la
empresa minera San Cristobal con una extracción de 50.000 m3/día 9, causando graves daños al
ecosistema regional y un posible agotamiento del mismo. En cuanto al abastecimiento de las
ciudades, en Oruro más del 90% del agua potable proviene de acuíferos localizados cerca de la
ciudad estimándose que su aprovechamiento se extenderá hasta el 2034; Santa Cruz, Beni y
Cochabamba también dependen de las aguas subterráneas para el consumo urbano, aunque ésta
última en una proporción del 50%.
Los humedales son otra fuente importante de recursos hídricos que contribuyen a la sostenibilidad
ambiental, conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de prácticas culturales ancestrales
y económicas sostenibles. La protección y conservación de los humedales requiere de un enfoque
participativo entre el estado y las comunidades en el marco de una política de gestión integrada de
los recursos hídricos. Bolivia es parte de la Convención sobre los Humedales (Ramsar, Irán, 1971)
-llamada la "Convención Ramsar" – que es un tratado intergubernamental enfocado en la
protección y mantenimiento de los humedales de Importancia Internacional y planificar el uso
racional", o uso sostenible, de todos los humedales situados en sus territorios. Actualmente,
Bolivia tiene alrededor de 14.8 millones de hectáreas declaradas como sitios Ramsar, encabezando
la lista a nivel mundial con la mayor extensión de humedales de importancia internacional. Los 10
sitios Ramsar inscritos son: los Lípez en Potosí, el lago Titicaca en La Paz, la cuenca de Tajzara en
Tarija, los lagos Poopó y Uru Uru en el departamento de Oruro, el Pantanal boliviano, los Bañados
del Izozog y el río Parapetí en Santa Cruz de la Sierra, Palmar de las Islas y Salinas de San José en
Santa Cruz, Laguna Concepción en Santa Cruz, Río Blanco y Río Matos en el Beni. Como la
degradación y pérdida de los humedales está yendo a un ritmo más rápido que la de otros
ecosistemas, esta convención compromete a Bolivia a realizar acciones que eviten su desaparición.

La desigual distribución y acceso a estos recursos es causa de conflictos sociales y políticos


recurrentes en las ciudades y el campo, en los distritos periurbanos y entre comunidades, situación
que se agrava por la estrecha relación que existe entre el acceso al agua y la pobreza de la
población. En el área rural las condiciones de disponibilidad y acceso son a menudo críticas
llegando a niveles de escasez o tensión hídrica en gran parte del altiplano sur y valles interandinos.
Por otra parte, el creciente deterioro de la calidad del agua en ríos y lagos por la contaminación
con elementos químicos tóxicos , aguas servidas y basura provenientes de los relaves mineros ,
establecimientos industriales y las ciudades que carecen de plantas de tratamiento adecuadas,
hace que cientos de poblaciones sufran este a veces irreversible proceso de deterioro ambiental,
imposibilitadas de aprovechar sus fuentes de agua en forma segura para el consumo doméstico, el
consumo del ganado o el riego de sus parcelas.

Uso y calidad de los recursos hídricos

No se tiene datos concluyentes acerca del volumen de agua que Bolivia utiliza o necesita para los
diferentes usos, por lo que se manejan aproximaciones que requieren ser revisadas a medida que
se tengan estudios más completos. El uso consuntivo actual de agua está estimado en 2.000
millones de metros cúbicos anuales (2 km3/año) de los que el 94% sería aprovechado para el riego
en la agricultura, 5% para el consumo humano y 1% por la minería e industria 10. La FAO estimó en

9
Moran, Robert; Michel-Moran Asociados, Golden, Colorado, USA, http:aguabolivia.org/page2,2011
gmail.com|
10
Recursos Hidricos en Bolivia. Un punto de vista estratégico sobre la problemática de las aguas
transfronterizas. Urquidi Barrau, F., marzo 2012.
1987 una extracción de 1.240 millones de m3 con 85% utilizado para el riego 11. En base a estas
estimaciones, la extracción de agua estaría dentro de las siguientes magnitudes:

Riego: 1.054 - 1.880 Mm3/año


Consumo doméstico: 124 - 104.5 Mm3/año
Industria y Minería 62 - 31.5 Mm3/año
Las cifras de la izquierda se basan en las estimaciones de Aquastat.

No se tienen datos sobre el agua utilizada para la generación de energía hidroeléctrica, pero como
ésta es devuelta en su integridad, se considera como un uso no consuntivo como la navegación,
mantenimiento de humedales y usos paisajísticos y recreativos no contaminantes.

Es necesario adoptar una nomenclatura y metodología estandarizada para evaluar las magnitudes
los diferentes usos del agua en Bolivia, lo que daría una base más confiable para la planificación y
gestión de los recursos hídricos. El Inventario Nacional de Sistemas de Riego 12 estimó que el
consumo nacional de agua para riego alcanza a 811.3 millones de m3 (0.8 km3), mientras que el
consumo doméstico de las 9 ciudades capitales (solo agua superficial) llega a 213 millones de m3 13,
sin considerar la extracción para las ciudades intermedias y el área rural, lo que da un total de
1.024 millones de m3 para los dos principales sectores consumidores de agua.

La limitada disponibilidad de agua en las zonas de mayor población es agravada por la


contaminación producida por actividades mineras realizadas durante siglos, particularmente en la
cuenca endorreica y la del río Pilcomayo que pertenece a la cuenca del Plata y posteriormente por
la explotación del oro en yacimientos amazónicos. Las aguas contaminadas por la industria y la
minería deben considerarse también como aguas consumidas ya que no pueden utilizarse
posteriormente. Los principales contaminantes del agua en la minería tradicional son los metales
pesados como plomo, cadmio, zinc, estaño, cobre y arsénico, cuya solubilización se ve
incrementada por el drenaje ácido, generado por sulfuros que están en contacto con agua y aire . El
mal uso del mercurio, el ingreso de colas a los ríos, la sedimentación de material fino en los cauces,
el derrame de combustibles y aceites, la producción de desechos sólidos y aguas negras en las
poblaciones mineras provocan daños irreparables en las aguas y suelos, la destrucción de la flora y
fauna, la pérdida de biodiversidad y la alteración del paisaje natural. En las poblaciones rurales
asentadas en la cuenca endorreica la contaminación es tanto más dañina por cuanto ocurre en una
zona caracterizada por la escasez severa de recursos hídricos y la presencia de comunidades
campesinas que han perdido o están perdiendo gran parte de sus recursos productivos para
subsistir. A pesar de que no se ha determinado la verdadera dimensión de estos daños, se puede
afirmar que los ríos o lagunas localizados en o cerca de explotaciones mineras tienen, en su gran
mayoría, tal grado de deterioro en su calidad que se han convertido en vehículos de esterilización
de las tierras de cultivo y pastizales del ganado.

Las aguas servidas no tratadas y vertidas a los ríos o humedales son otra causa común de
degradación de la calidad del agua. Esta situación afecta a casi todas las ciudades capitales e
intermedias del país. Un estudio realizado en Cochabamba muestra que las aguas no tratadas de 6
municipios, incluídas las de la ciudad capital, son vertidas directamente a los ríos y utilizadas en el
11
FAO, el Riego en America Latina y el Caribe, Roma, 2000.

12
PRONAR, MACA, 2000
13
Informe Nacional sobre la Gestión de Agua en Bolivia, Matos R. y Crespo A., 2000
riego de 2.146 hectáreas14. Lo mismo ocurre con las aguas del río Choqueyapu, en la ciudad de La
Paz, que riega los cultivos ubicados río abajo con todos los desechos orgánicos y minerales que
transporta contaminando los productos agrícolas y el agua de consumo humano con elementos
potencialmente tóxicos como el arsénico, cinc, cromo y cobre, además de bacterias fecales como
Esterichia coli y Salmonella. Lo mismo se puede decir acerca del uso de aguas servidas no tratadas
en la ciudad de El Alto (antes y después de la planta de Puchukollo), Tarija (río Guadalquivir), Oruro
(río Tagarete), Cochabamba (río Rocha), por mencionar solo unos cuantos.

Producción agrícola bajo riego en Bolivia

Bolivia es un país muy rico en recursos hídricos y biodiversidad pero con un potencial muy limitado
para el desarrollo agrícola. El territorio tiene severas limitaciones ya que casi una mitad (altiplano y
valles) es árida o semidesértica y la otra está constituida por llanuras anegadizas y tierras
forestales. De los más de 100 millones de hectáreas que tiene Bolivia solo 8 o 9 millones tienen
potencial productivo agrícola (8%), estimándose en 2.5 millones la superficie de cultivo (2.7
millones en la campaña 2009-10). De este total, el 40% está situado en el occidente del país y el
60% en las tierras bajas del oriente.

Por otra parte, la distribución de la tierra productiva es una de las más inequitativas de Sud
América: el 80% de las unidades productivas agropecuarias ocupan el 3 % de la superficie de
tierras cultivadas, mientras que el 20% restante de unidades productivas usufructúa el 97% de la
tierra, con el agravante que las primeras están situadas en la región occidental de altiplano y valles,
caracterizada por su alto grado de fragilidad y baja productividad 15.

Esta realidad se fue conformando desde la época colonial en la que, a la par de su codicia por el
oro y la plata, los conquistadores se fueron apoderando también de las mejores tierras para
producir alimentos y criar ganado. Este proceso de despojo se mantuvo en la época republicana,
quedando confinados los pobladores originarios a las tierras más inhóspitas e improductivas
principalmente en la región andina del país. Dentro de este contexto, la actividad agropecuaria se
fue desarrollando lentamente y se mantuvo estancada en sus prácticas primitivas, mientras la
economía giraba solo alrededor de la actividad minera hasta mediados del siglo XX, cuando las
ricas tierras orientales empezaron a ser incorporadas a la dinámica social y económica del país.

El riego, como una práctica para mejorar y asegurar los cultivos, ya fue conocida y aplicada por las
civilizaciones andinas antes de la colonia. Muchas obras hidráulicas y canalizaciones de piedra para
captar, almacenar y distribuir el agua construidas por dichos pueblos son impresionantes por su
tamaño y complejidad y constituyen un ejemplo de su capacidad estratégica para producir
alimentos en un contexto de severas limitaciones ambientales. Todavía se puede ver en algunas
comarcas andinas los canales de decenas de kilómetros revestidos de piedras talladas, provistos de
saltos para control de la velocidad y de otros dispositivos que hoy se llaman obras de arte. Los
andenes que cubren miles de hectáreas en el territorio del antiguo Tahuantinsuyo y los camellones
o waru-warus son otra muestra de su conocimiento y experiencia para el manejo de los cultivos en
tierras con exceso de agua. Durante la colonia estas obras continuaron siendo utilizadas y algunas
mejoradas especialmente en los valles que debían producir alimentos para las poblaciones
dedicadas a extraer minerales como Potosí. Son notables las pequeñas represas de cal y canto

14
Reuso de Aguas en Agricultura, Guzmán Bejarano, F., GIZ/PROAGRO, agosto 2011.
15
MDRyT, Compendio Agropecuario 2012
construidas alrededor de esta población que, aunque estaban destinadas a proveer agua para los
ingenios mineros, también daban agua para el consumo humano y el riego de los campos vecinos.
Incluso se cuenta que una de ellas, la de Kari Kari, causó enormes estragos entre los azogueros y la
población al reventar a fines del siglo XVI.

Al fundarse la república, los hacendados criollos heredaron toda la estructura productiva de la


época colonial incluída la infraestructura de riego que, aunque rústica y precaria, fue utilizada en
las mismas condiciones hasta la Reforma Agraria de 1953, excepto algunas obras de relativa
magnitud como pequeños reservorios de tierra, obras de arte o revestimiento de canales
destinados a ampliar las áreas de riego, construidas por hacendados especialmente en los valles de
Cochabamba. Una obra que sobresale por su tamaño y diseño (35 m de altura) y por ser la primera
en el sur del país, es la presa de embalse “El Tranque”, construída entre los años 1935-38 en
Culpina, departamento de Chuquisaca, por la empresa SAGIC, vinculada a la empresa minera
Patiño.

Al año de instaurarse el gobierno de la Revolución Nacional, la Ley de Reforma Agraria fue dictada
en abril de 1953 cuyo logro más importante fue la abolición del trabajo gratuito del campesino
para el dueño de la tierra. Para fortalecer el proceso de reforma agraria el antiguo Ministerio de
Agricultura se transformó en el Ministerio de Asuntos Campesinos y Agricultura (MACA) que, por
las presiones del momento, se dedicó más a resolver asuntos políticos en desmedro de las
necesidades de desarrollo del sector. Se creó la Dirección Nacional de Desarrollo Rural encargada
de canalizar las demandas del movimiento campesino por mejores oportunidades de desarrollo y
educación, actividad que fue continuada por el Servicio Nacional de Desarrollo de la Comunidad,
que le sucedió. Por la misma época, el Servicio Agrícola Interamericano, financiado por el gobierno
de los Estados Unidos, inició también actividades de apoyo enfocadas a la creación de Estaciones
Agrícolas Experimentales y Extensión Agrícola. Entre ellas, financió un estudio de uso de suelos de
alcance nacional que sirvió de base para la posterior elaboración del Mapa Ecológico de Bolivia
(MACA, 1975). Pero antes (1938) el gobierno de Bolivia mostró por primera vez un verdadero
interés por el desarrollo de sistemas de riego suscribiendo un acuerdo con el Gobierno de México
por el cual éste destacó una Misión técnica para identificar posibles proyectos de riego y elaborar
los estudios. Como resultado de su trabajo se construyeron las represas “México-La Angostura” en
Cochabamba (Sistema Nacional de Riego No 1) y “Tacagua” en Oruro (Sistema Nacional de Riego
No 2), inauguradas en 1948 y 1961, respectivamente. También produjo informes preliminares
sobre la posibilidad de una presa reguladora en Ulloma, sobre el río Desaguadero y en Rositas
sobre el rio Grande, en Santa Cruz. Para trabajar junto a los técnicos de la misión mexicana se
constituyó la Dirección General de Riegos con profesionales bolivianos que después, con la
experiencia adquirida, conformaron un equipo muy motivado que continuó con este impulso por
muchos años más.

En el período 1960-75 el Servicio Nacional de Desarrollo de la Comunidad, con muy pocos recursos
obtenidos del BID, el tesoro nacional y participación comunitaria, se encargó de construir obras de
riego comunitario como presas de tierra, tajamares, galerías filtrantes en diversos puntos del país.
Estas obras fueron construidas en base a la demanda de las comunidades campesinas y el
compromiso de éstas de aportar los materiales locales y la mano de obra no calificada, aporte que
en muchos casos llegaba al 50% del costo total. Algunas obras tuvieron mucha relevancia para el
desarrollo local como las presas de Lagun Mayu, Llusta Khocha, Kehuiña Khocha, Muyu Loma,
Coari, Totora Khocha , Challua Mayu, y el canal de salida de la laguna de Vacas, todas éstas en el
valle alto de Cochabamba. Posteriormente estas obras fueron mejoradas y ampliadas por el
proyecto Altiplano-Valles financiado por GTZ. Otras obras de microriego fueron construídas en La
Paz, Oruro, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija.

El Ministerio de Agricultura (que cambió de nombre muchas veces en los últimos 20 años) a través
de sus unidad técnicas respectivas, continuó promoviendo el desarrollo del riego en forma muy
limitada por la permanente escasez de fondos y la falta de apoyo político para su fortalecimiento.
Entre los proyectos más importantes en este período figuran el sistema de riego Huarina, ubicado
en el altiplano norte (3.800 ha), la rehabilitación de un conjunto de presas pequeñas en el área
Punata-Tiraque en Cochabamba (5.000 ha), Culpina en Chuquisaca (1.200 ha), y otras menores.
Todos estos trabajos, con la excepción de Huarina, han consistido en la rehabilitación y mejora de
los sistemas tradicionales ya existentes, generalmente con una inversión promedio de 500 dolares
americanos por hectárea y un aporte sustancial de las comunidades beneficiarias del orden del
50% de los costos de inversión.

Respecto al nivel de desarrollo del riego en Bolivia, uno de los documentos de referencia más
completos es el Inventario Nacional de Sistemas de Riego realizado por el Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (MAGDR) en el año 2000. Según este estudio el área
total de riego era de 226.564 hectáreas y el número de familias usuarias, 217.975. Se estimó en
4.724 el número de sistemas u obras de riego, de las que el 92% eran obras de pequeña escala o
microriego con superficies regadas menores a 100 hectáreas. Es probable que el área de riego sea
un poco mayor a la estimada ya que, como el mismo informe lo señala, muchas pequeñas obras
comunitarias no pudieron ser visitadas y quedaron al margen del cómputo total. No se debe
olvidar que, especialmente en los valles, no existe ninguna comunidad que disponiendo de una
fuente de agua, por mínima que sea, no la esté aprovechando para riego por medio de canales
rudimentarios. Después de la reforma agraria de 1953, cuando las grandes haciendas fueron
divididas entre los campesinos, el agua de riego, que ya era escasa, tuvo que ser dividida de la
misma manera entre los nuevos agricultores minifundiarios, dando lugar a una escasísima
superficie de tierra regada por familia, lo que queda corroborado por el hecho de que las
comunidades con microsistemas menores a 10 hectáreas (las comunidades más pobres y aisladas)
tenían solo 0.4 hectáreas regadas por familia, subiendo ésta relación a 0.8 hectáreas por familia en
las zonas con microsistemas de hasta 100 hectáreas. Esta situación de precariedad en la
disponibilidad de agua afectaba a 133.478 familias campesinas o sea el 61% del total de familias
con acceso al riego. O sea que 6 de cada 10 familias están en esta situación de marginalidad
productiva lo que se traduce directamente en una agricultura de subsistencia.

Las obras denominadas medianas y grandes, con superficies entre 100 y más de 500 hectáreas
eran solo el 8% del número de sistemas de riego pero representaban el 57% del área regada y el
39% de las familias usuarias, beneficiando a las escasas tierras planas de los valles interandinos,
particularmente en los departamentos de Cochabamba, Oruro, Tarija y La Paz. Como la
disponibilidad de agua en estos sistemas es un poco mayor a la del subgrupo anterior, el área
regada por familia era aproximadamente de 1.5 hectáreas, cifra que probablemente haya
disminuido en la actualidad debido al creciente proceso de subdivisión de las tierras de cultivo y la
escasez de agua a consecuencia de la competencia sobre su uso y el cambio climático.

El consumo total de agua de riego fue estimado en 811.3 Hectómetros cúbicos (Hm3) o sea 811.3
millones de metros cúbicos durante todo el año, incluyendo las estaciones seca (invierno) y lluviosa
(verano). Aquí vale la pena aclarar que el llamado riego de verano, que se realiza en la época de
lluvias, es complementario y tiene la finalidad de asegurar las cosechas en caso de déficit del
aporte pluvial en la estación; en cambio, los cultivos de invierno dependen en su totalidad del agua
de riego ya que no se producen lluvias significativas en ésta época. En las tierras altas del altiplano,
sin importar la disponibilidad de agua, los cultivos solo tienen lugar en el verano, por lo que el
riego no permite incrementar la intensidad de los cultivos y su rol se reduce a asegurar las
cosechas en años secos o disminuir el riesgo durante los períodos sin lluvia. Las sequías
recurrentes que se repiten una vez cada cinco años como promedio, constituyen una amenaza
permanente para estas comunidades que requieren de más apoyo tecnológico para reducir su
vulnerabilidad. Algunas acciones podrían consistir en la experimentación y difusión de nuevas
variedades adaptadas a estas condiciones, la introducción de prácticas conservacionistas y
restauradoras de la fertilidad, uso más eficiente del agua y tecnología mejorada para producir
cultivos de más alto valor en el mercado. A diferencia del altiplano, el riego permanente en los
valles mesotérmicos permite dos o tres cosechas al año, así como cultivos de mayor valor y la
flexibilidad para adaptar los tiempos de cosecha. Es una verdadera desgracia que el riguroso clima
altiplánico no permita esta posibilidad a más de 400.000 Has. que solo pueden utilizarse para una
cosecha anual a secano.

Como se indicó arriba, el volumen total de agua de riego utilizada en cada una de las épocas de
cultivo se estimó de la siguiente manera:

Epoca de invierno (riego completo): 268 Hm3 (33%)


Epoca de verano (riego complementario): 543.3 Hm3 (67%)
Total: 811.3 Hm3

Las superficies de riego de verano e invierno han sido estimadas en 154.000 y 72.000 Has.
respectivamente, o sea un total general de 226.000 Has. Si se considera que el área con riego de
invierno también es cultivada en verano se tendrá una superficie real de prácticamente 300.000
Has. que probablemente refleje la extensión total de superficie cultivada bajo riego.

En base a estas cifras el volumen unitario medio de agua utilizada sería de 2.404 m3/Ha en riego
de verano y 3.473 m3/Ha en el de invierno, lo que concuerda con las necesidades en cada época.
Estas dosis de riego varían desde 900 o menos a más de 6.000 m3/Ha dependiendo de las fuentes
de agua y la extensión a regar. En todo caso estas cantidades están muy por debajo de los
requerimientos de los principales cultivos (papa, maíz, legumbres y hortalizas), lo que indicaría que
las dosis de riego son deficitarias en diversa magnitud respecto del uso consuntivo de los cultivos.
Si consideramos las características rudimentarias de las obras, la distribución por canales de tierra,
el manejo de pequeños caudales, las deficiencias de operación y mantenimiento y las pérdidas
que se incurren en el sistema de riego por inundación, es probable que la eficiencia global no
supere el 25 o 30%, con lo que las cantidades netas de aplicación estarían como máximo en un
cuarto de las estimaciones anteriores. Esto se traduce en los bajísimos rendimientos de los cultivos
y los cada vez menores ingresos de los agricultores que, sumados al contínuo deterioro del
potencial productivo de las tierras, la escasez y mal manejo del agua y la falta de políticas
enfocadas en el desarrollo sostenible de las comunidades campesinas, condicionan el
estancamiento de la actividad agrícola y la pobreza rural especialmente en los valles interandinos y
el altiplano. El éxodo creciente de la población joven hacia las ciudades es otra manifestación del
continuo deterioro económico y social de las comunidades rurales del país.
La superficie cultivada del país fue de 2.767.800 Has en la campaña 2009-10 o sea el 31% de la
superficie cultivable que se estima en 8.902.900 Has (suma de áreas cultivadas, barbecho,
descanso y potenciales). Dentro de este escenario, el área regada nacional alcanza apenas al 8% de
la superficie total cultivada, estando ubicada mayoritariamente en los departamentos occidentales
(93%) y solo un escaso 7% en las zonas de valle del departamento de Santa Cruz.
Sin embargo, este departamento concentra el 66% de las tierras cultivadas y el 48% de las tierras
cultivables, por lo que la expansión significativa de la agricultura bajo riego tendrá que producirse
necesariamente en ésta región. Tomar en cuenta que esta es una fotografía del 2000, por lo que es
menester actualizarla con los resultados de proyectos de riego posteriores.

Entre estos mencionaremos los proyectos de riego Altiplano.Valles (PRAV), proyecto Inter Valles
(PRIV) que contaron con financiamiento de la cooperación alemana, y el Programa Nacional de
Riego (PRONAR) implementado por el Ministerio de Asunto Campesinos y Agropecuarios (MACA)
en el período 1996-2005. El proyecto Intervalles, se dedicó principalmente a mejorar algunas
pequeñas presas ya existentes y las redes de distribución en los municipios de Tiraque y Punata,
departamento de Cochabamba, proporcionando riego a un área neta de 5.000 Has, aunque no se
indica el área incrementada por el proyecto. El PRONAR logró ejecutar 158 obras de riego y
microriego en siete de los nueve departamentos de Bolivia, con una inversión total de US$ 37
millones financiados por el BID, GTZ, gobierno central, gobiernos municipales y asociaciones de
riego. El proyecto incluyó, además de la construcción de obras de riego, componentes de
fortalecimiento institucional, asistencia técnica y ordenamiento de recursos hídricos 16.

La evaluación expost muestra algunos resultados que probablemente se hayan desvanecido en el


transcurso de los últimos años por los cambios en la administración central y los nuevos enfoques
sectoriales:

 Incremento del ingreso de 138% en las cosechas y 130% por mano de obra (Evaluación
expost de Gerbrandy sobre una muestra de 20 proyectos);
 1060 técnicos capacitados en formulación y manejo de sistemas de riego y 240 en cursos
de postgrado;
 Realización del Inventario Nacional de Sistemas de Riego, 7 diagnósticos departamentales
y 7 planes departamentales de riego;
 Creación del Consejo Nacional Interinstitucional del Agua (CONIAG), con el propósito de
conducir un proceso de construcción participativa de una propuesta de política para los
recursos hídricos y Ley de Promoción del Riego aprobada.

La inversión para la ejecución de la infraestructura de riego fue del 52% del monto total:

Has Inversiones (US$)


Departamento Proyectos # Familias
regadas BID Ap. Local Total
Cochabamba 20 3.210 1.983 2365141 626.798 2.991.939
Chuquisaca 34 1.612 2.367 2712142 780.009 3.499.151
La Paz 32 3.077 4.584 3.201.460 979.723 4.181.183

16
Memoria del Programa Nacional de Riego 1996-2005, MACA, 2005. Ministerio de Asuntos
Campesinos y Agropecuarios
Memoria del Programa Nacional de Riego
Oruro 26 1.326 1.885 1.740.746 548.554 2.289.300
Potosí 12 1.300 706 1.047.322 359.058 1.406.380
Santa Cruz 9 554 699 912.185 265.932 1.1778.117
Tarija 25 1.477 2.170 2.727.255 897.336 3.624.590
Totales 158 12.556 14.396 14.713.249 4.457.412 19.170.661

El costo unitario fue de $1.332/Ha y $1.527/familia, valores bastante moderados que


probablemente se deban a la pequeña magnitud de las obras y la no inclusión del costo de
mejoramiento de la red de distribución, cuya construcción y/o mejoramiento en muchos casos no
fue considerada dentro de los proyectos.. Tampoco se trabajó en el desarrollo y adopción de
prácticas agrícolas mejoradas para cultivos bajo riego.

A partir de la gestión 2006 en que se inicia el gobierno de Evo Morales, se han aprobado los
siguientes proyectos, la mayor parte en actual ejecución:

- “Plan Nacional de Desarrollo del Riego” cuyo objetivo es ampliar el área de riego en
275.000 Has hasta el año 2030 y, a corto plazo, en 40.000 Has hasta el año 2011, con una
inversión total de $1.200 millones para los 5 componentes que figuraban en el primer
PRONAR 1996-2005. La estrategia del proyecto, con un marcado énfasis en la defensa y
consolidación de los derechos del agua de los regantes y un papel protagónico de las
organizaciones de la sociedad civil, especialmente de las asociaciones de regantes, en la
formulación e implementación de políticas, programas y proyectos, consiste en promover
la inversión pública en sistemas de riego mayores a 100 Has. a través de fondos
concursables y, en sistemas menores a 100 Has, por medio de trabajo conjunto con
comunidades campesinas originarias, lo que nos hace ver que está reducida a las
poblaciones comunitarias más pobres del área rural, donde la escasez de agua está
obligando al éxodo de sus habitantes. Este proyecto plantea una nueva visión del riego
basada “en las características físico-geográfica del país y de condiciones técnicas, sociales,
económicas, financieras y ambientales dadas en el ámbito de las cuencas hidrográficas que
comprende el país”17. Aunque el proyecto abunda en aspectos conceptuales de tipo
general, lo más importante a rescatar es su visión de enmarcar el proyecto en el ámbito de
las cuencas hidrográficas, lo que sin duda evitaría la dispersión de obras sin considerar las
disponibilidades y prioridades de éstas. Se tiene la impresión de que este es un programa
marco dentro del cual se inscriben proyectos más pequeños como los citados a
continuación.
- Proyecto Nacional de Riego con Enfoque de Cuenca (PRONAREC) aprobado en marzo de
2010, como una parte del proyecto “PNDR …para Vivir Bien”. Para el efecto, con un
préstamo del BID por $34.3 millones, el proyecto aspira a incorporar 9.000 Has. con riego
por medio de 33 obras en los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba, Santa Cruz,
Chuquisaca y Tarija, en los próximos 5 años.
- Programa SIRIC (Subprograma de Inversiones en Riego Intercomunal) cuyo financiamiento
proviene del Ministerio Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (68%) y las
Prefecturas de Chuquisaca, Tarija, Cochabamba y Santa Cruz, las Alcaldías y los propios
beneficiarios (32%), por un monto de 31 millones de dólares (20 millones de euros). Este
proyecto ha identificado proyectos mayores a 100 Has con costos de hasta 4 millones de

17
Plan Nacional de Desarrollo del Riego Para Vivir Bien, 2007-2011, MMAA, 2007.
dólares, como las represas La Tuna (1.024 Has, Mairana), San Pedro (150 Has, Aiquile) y
Villa Serrano (260 Has,Chuquisaca) para su posterior construcción.
- Mi Agua I, para el cual la Corporación Andina de Fomento, CAF, en noviembre de 2010
otorgó un préstamo de $126 millones. Parte de estos fondos son distribuídos a municipios
incluídos en el Programa gubernamental “Mi Agua” en ejecución Se menciona la ejecución
de 380 proyectos generalmente pequeños, pero este número se amplía según aumenta el
presupuesto. El financiamiento por Municipio de este proyecto es de US$ 300.000 para la
primera etapa, estando continuado con los proyectos Mi Agua II y III con apoyo financiero
de la CAF.
- Programa de Apoyo al Riego Comunitario, PARC, se viene ejecutando por un período de 5
años a partir de Octubre 2011, cuyo objetivo principal es el fortalecimiento de las
organizaciones de regantes y productores agropecuarios, además de mejorar pequeñas
obras de riego en Cochabamba y Chuquisaca. Entre sus actividades se incluye la
implementación de una Escuela de Riego para la capacitación de regantes de ambos
departamentos. Este proyecto cuenta con un financiamiento de 9.933.000 Euros aportados
por el Gobierno de Bélgica y contraparte de Bolivia (76% + 24%).
- Riego-Recursos de Contravalor-Vipfe, se destinarán US$ 2.4 millones para 10 proyectos a
ejecutarse por municipios
- Proyecto Suma Uma dedicado a mejorar la productividad agropecuaria en 10 municipios
seleccionados de los departamentos de La Paz y Oruro. Se ejecuta agricultura bajo
microriego en los municipios de: Patacamaya, Umala, San Pedro, Chacarilla, Santiago de
Callapa, Charaña, Calacoto (LPZ) y Curahuara de Carangas, San Pedro de Totora y Turco
(Oruro). No se menciona el presupuesto.

Considerando algunos informe existentes como el de PRONAR 1996-2005, PRONAREC (5.985 Has),
más unas 20.000 Has (50% de las 40.000 Has mencionadas para la primera fase del PNDR “Para
Vivir Bien” suponiendo que sean áreas nuevas) la superficie de riego podría ser actualmente de
unas 270.000 Has18:

Superficie regada según Inventario 2000: 226.564 Has


Incremento PRONAR 1997-2005: 14.396 Has
Incremento PRONAREC 2010-2012: 5.985 Has
Obras del PNDR “Mi Agua” 20.000 Has
Total actual estimado: 268.945 Has

El área incremental sería aproximadamente de 42.381 Has o sea un 19% de la superficie de riego
estimada en el año 2000. Si es esta la situación, se confirmaría la hipótesis de que gran parte de los
escurrimientos y fuentes de agua en el altiplano y valles interandinos están siendo aprovechados
desde mucho antes de la creación de la república y no existiría sino un margen limitado para
habilitar nuevas áreas de riego de magnitud significativa en el occidente del país. Dada esta
circunstancia, además de proseguir con los planes de mejoramiento y ampliación de la
infraestructura de riego en ésta región, será necesario pensar en el aprovechamiento de las
grandes cuencas hídricas del oriente para regar principalmente regiones del chaco en Santa Cruz y
Tarija.

18
Esta cifra se podrá verificar cuando se tengan los informes de resultados de todos los proyectos con
especificación de áreas nuevas y mejoradas.
Perspectivas de desarrollo y expansión

Volviendo a la desigual distribución de los recursos hídricos mencionada al principio y las


potencialidades derivadas de ella, la primera constatación es que la expansión de la superficie de
riego se va a dar principalmente en las tierras bajas del oriente y sur del país, debido a la
concurrencia de factores y recursos favorables como la abundancia de agua, tierras cultivables,
topografía, clima y ubicación geográfica, además de comunidades que anhelan superar su
marginación y pobreza ancestral. En el altiplano y valles interandinos, donde los recursos hídricos
están prácticamente en el límite e incluso agotados en algunos casos, la estrategia de mejorar los
sistemas existentes y ampliarlos si es posible, optimizando su eficiencia, podría ser la base para
establecer áreas de riego de alto rendimiento con asociaciones de productores bien capacitados,
introducción de variedades mejoradas, tecnología apropiada y relacionamiento con el mercado.

El gobierno actual, en aplicación del Plan de Desarrollo de Riego 2007-2011 “Para Vivir Bien” y el
Programa “Mi Agua”, está fomentando la construcción de obras de riego y microriego entregando
fondos directamente a los municipios independientemente de que tengan o no proyectos
contemplados dentro del plan nacional o departamental. Si bien esta política contribuye
efectivamente a crear nuevas áreas de riego en las comunidades campesinas o ampliar las
existentes, el hecho de que las obras se decidan al margen de un plan sectorial de uso de aguas,
sin considerar las prioridades dentro de la cuenca, la gestión ambiental o la necesidad de una
gestión integrada del agua, estará creando dificultades cuando se trate de hacer un uso equitativo
de este recurso en función de las prioridades o cuando se trate de un recurso compartido dentro
de la cuenca y se presenten demandas no tomadas en cuenta al momento de decidir una obra.
Este enfoque contradice, además, el espíritu del Programa Nacional de Riego con Enfoque de
Cuenca (PRONAREC) aprobado en 2007.

No cabe duda que el actual gobierno está promoviendo e implementando un importante programa
de riego dotándole de recursos igualmente importantes. Sin embargo, la falta de un plan rector
que englobe y regule todas las iniciativas del sector en los diferentes niveles nacionales y
subnacionales, está ocasionando la dispersión de los proyectos y de las unidades ejecutoras que no
conservan la debida concurrencia y coordinación en cuanto a los objetivos y la ejecución técnica y
administrativa. La selección de proyectos, aunque en su gran mayoría se trata de obras de
microriego, está al margen del tan enfatizado “enfoque de cuenca” y del concepto de gestión
integral del agua que, en un escenario de gran escasez de este recurso como el actual, está
incubando serios conflictos de carácter vital entre comunidades, pueblos y ciudades, aparte de que
lesiona los criterios básicos de eficiencia económica y gestión integral. La decisión de un municipio
o comunidad para acceder a los fondos presidenciales, sin someterse a estos criterios e
independientemente de las necesidades de los otros beneficiaros de la cuenca, anula esta visión y
resta credibilidad a los ejecutores de este programa.

La optimización del uso del agua mediante sistemas de aspersión o goteo es una alternativa para
elevar la eficiencia, pero es cara por lo que se requiere que los cultivos sean rentables y puedan
pagar la inversión, además de que los productores estén capacitados y organizados para una buena
gestión técnica y productiva y dispongan de canales apropiados de comercialización. Estas
condiciones limitan su difusión a zonas de valle de Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija,
en las que ya se tiene productores privados y comunitarios dedicados a cultivos especializados que
emplean riego tecnificado y responden a criterios de gestión idóneos para su autosuficiencia.
Como ejemplo se tiene a los establecimientos de producción de flores de exportación que, a partir
de unos pocos emprendimientos particulares, se han difundido a otras regiones del valle
cochabambino en diferentes escalas de inversión. Considerando el problema crítico de escasez de
agua en la parte occidental del país donde está asentada la mayor población productora de
alimentos básicos, la baja eficiencia de riego (en general no más del 25%) y el hecho de que
prácticamente todas las fuentes de agua están mal o bien aprovechadas, podrían señalarse algunas
líneas de acción orientadas principalmente a mejorar la base productiva de las poblaciones rurales
más afectadas por esta situación que, a la vez, son las más vulnerables a los desastres ocasionados
por el cambio climático:

- Existen regiones donde las carencias o limitaciones críticas en materia de recursos


naturales, medio ambiente y tenencia de la tierra apenas permiten una agricultura de
subsistencia en la que el riego tiene un efecto mínimo. Este es el caso del altiplano y
muchos pequeños y angostos valles enclavados en los resquicios de la cordillera andina
donde la falta de agua, las bajas temperaturas y la atomización de la propiedad de la tierra
limitan severamente la producción agrícola y condenan a sus habitantes a la pobreza y
marginalidad. Como no es factible cambiar estos factores, el Estado debería tener
alternativas para la racionalización del régimen de propiedad agraria junto a programas de
reasentamiento en tierras que les aseguren mejores condiciones sociales y económicas.

- Dada la estacionalidad de las lluvias de verano (no más de cuatro meses) es imprescindible
“guardar” este recurso para los meses críticos por medio de un programa masivo de
cosecha de agua y reservorios o presas de almacenamiento. En el período de lluvias la
mayor parte de los cultivos requieren solo riego de apoyo en los intervalos secos, por lo
que la mayor parte de los escurrimientos no son aprovechados. El emplazamiento de
estanques y presas almacenarán parte de estas aguas para los cultivos de invierno y
deberían ser parte de la estrategia global de ampliación del riego en el país. Las zonas de
valles reúnen condiciones para nuevas obras de captación y almacenamiento, existiendo
también posibilidades de trasvase de cuencas para mejorar el suministro de agua en
regiones de producción sostenible.

- El incremento de la eficiencia global de riego es el componente clave de todo programa de


mejoramiento y modernización del riego en cualquier país. Si anualmente el riego
consume 811.3 millones de m3 con una eficiencia máxima de 30%, resulta que por lo
menos 568 millones de m3 (70%) se pierden por el mal estado de las obras, evaporación,
infiltración y fugas en los canales, rebalses y malas prácticas de aplicación. Elevar la
eficiencia del riego por medio el mejoramiento o construcción de tomas y obras de arte,
reservorios para acumular los pequeños caudales e impermeabilización de la red de
distribución hasta la parcela, sin olvidar la organización y capacitación de los usuarios en
mejores técnicas de producción y uso del agua, permitiría reducir la pérdida de ese
enorme volumen de agua y aproximar las dosis de riego, deficitarias en general, a las
necesidades reales de los cultivos, incrementando los rendimientos.

- La tecnificación del riego mediante sistemas de aspersión y goteo tienen la ventaja de


elevar la eficiencia de riego en forma considerable, hasta 70 – 80%, dependiendo de las
condiciones de suelo, cultivo, viento y tipo del equipo. Como se mencionó antes, la
desventaja es el costo y la capacidad de recuperación de la inversión en base a la
producción. Los requerimientos financieros, técnicos y organizativos limitan su empleo a
zonas con cultivos selectivos de mayor rentabilidad que se dan en algunos valles del país.
Hay experiencias positivas sobre el uso de estos sistemas en Bolivia, estimándose una
superficie de 15.000 Has regadas entre unidades muy pequeñas hasta medianas. La
topografía de algunas regiones como los Yungas de La Paz ha permitido aprovechar las
diferencias de altura para instalar pequeños sistemas de aspersión sin necesidad de
bombas para impulsar el agua, abaratando considerablemente el costo y economizando el
agua. Es, por otra parte, una modalidad muy amigable con los agricultores y el medio
ambiente, por lo que es ampliamente aceptada en las regiones donde se ha difundido.
Aunque no hay duda acerca de los beneficios de ésta opción técnica, el hecho de que estos
sistemas, tanto por el costo como por su operación y mantenimiento requieren inversión
privada, limitan su uso a explotaciones agrícolas de alto rendimiento donde, además, los
productores estén debidamente capacitados para la gestión productiva y económica del
perímetro de riego.

Como el potencial de crecimiento del área de riego en occidente es muy limitado, las alternativas
más promisorias se encuentran en las tierras bajas de Santa Cruz y Tarija principalmente, donde ya
se tiene proyectos identificados de gran importancia económica y social. El más importante es el
proyecto múltiple Río Grande-Rositas, en el departamento de Santa Cruz, que la Ley No 940, de 5
de octubre de 1987, declaró de prioridad nacional y de necesidad y utilidad pública. Este proyecto,
por sus dimensiones y ubicación, tiene carácter estratégico dentro de los planes de desarrollo
nacional y su construcción y puesta en valor debería ser una prioridad del gobierno nacional. El
área de riego será de alrededor de 200.000 Has, lo que permitirá producir con tecnología moderna
alimentos estratégicos como el trigo, papa, maíz y arroz a través de unidades productivas privadas
y asociativas con fuerte apoyo del gobierno central, por lo menos en sus primeras etapas. Se
contempla la producción de más de 300.000 toneladas de trigo de invierno (más del doble de la
producción actual), 400.000 toneladas de arroz, 100.000 toneladas de papa, entre los principales
cultivos. Existen valiosas experiencias previas de producción agrícola y otras relativas al
comportamiento socio-cultural de la población nativa y foránea en actividades de producción
desarrolladas en el Proyecto Abapó-Izozog en la década de los 70s, que van a ser útiles para el
diseño de las actividades productivas agrícolas, los tipos de unidades productivas y posibles
asentamientos de agricultores de otras regiones del país.

Entre otras posibilidades de riego se menciona al del Río Parapetí, también en el Chaco, y el de
Sachapera-Villamontes, que funcionó muy corto tiempo y requiere un replanteo para hacerlo más
sostenible.

Actualizado al 12/12/2013
fernandezfelix2525@gmail.com

Potrebbero piacerti anche