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¿EXISTÍA EL SÁBADO ANTES DE LA CREACIÓN?

Como pueblo Adventista hemos sostenido y predicado que la ley es Eterna (Samo 111:7-8),
esto significa que el sábado entonces es eterno, porque el sábado es parte de la ley (Exodo
20:8-11)

¿Pero esto pareciera contradecir otras partes de la Biblia?, El sábado tubo un principio (Genesis
2:2-3), Jesus dijo que el sábado fue hecho por causa del hombre (Marcos 2:27). Entonces la
pregunta que queda en duda sería ¿el sábado es eterno sí o no?

Para poder responder esta pregunta debemos saber cuál fue el propósito de Dios, al crear y dar
el sábado al hombre. Según el registro Biblico el sábado es un recordatorio de la creación, o sea
el el día solo es una señal que identifica a Dios como Creador y sustentador de la creación.
Leeremos de nuevo las citas que lo demuestran.

«Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que
hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había
hecho en la creación.» Génesis 2:2-3 RVR1960

«Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay,
y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.» Éxodo
20:11 RVR1960

Ahora la pregunta que hemos de hacernos es ¿Desde cuándo Dios ha sido Dios creador?. La
respuesta es simple. Dios siempre lo ha sido, él es eterno, nunca ha tenido un principio ni un
fin, el mismo es el principio y el fin. (Apocalipsis 1:8), Dios antes de crear esta tierra creo el
universo, es el creador de los innumerables mundos que no han caído.

«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Éste era en el
principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho,
fue hecho.» S.Juan 1:1-3 RVR1960

«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue
creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten;» Colosenses 1:16-17 RVR1960

¿Porque los angeles adoran a Dios?. También la Biblia nos dice que lo adoran porque el es el
Creador de todo.

“Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra
y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y
los ejércitos de los cielos te adoran.” Nehemías 9:6 RVR1960

“Venid, aclamemos alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Lleguemos ante su presencia con alabanza; Aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios
grande, Y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la
tierra, Y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos
formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová
nuestro Hacedor.”Salmos 95:1-6 RVR1960

Hoy comprendemos que aunque el sábado como día de 24 horas no existía antes de la
creación, pero si existía como principio. Los 10 mandamientos no son solo leyes que preservan
las relaciones interpersonales en una sociedad perfecta, son también principios espirituales.
1
Pablo dice que la ley también es espiritual. (Romanos 7:14). Este principio que hemos aplicado
al sábado, también lo podemos aplicar a cada mandamiento.

Es por eso que Lucifer en el cielo quería usurpar el trono de Dios, quería igualarse a Dios y ser
como Dios en poder, y no en amor, de esta manera el diablo fue el primero que quebranto la
ley, el primer mandamiento dice "no tendrás dioses ajenos delante de mí". (Exodo 20:3).

«Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré
mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;» Isaías 14:13 RVR1960

«Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti
maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo
que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín
protector.»Ezequiel 28:15-16 RVR1960

¿Qué es el pecado?

La única definición de pecado es: «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley;
pues el pecado es infracción de la ley.»1 Juan 3:4 RVR1960

El gran principio del sábado, preserva que caigamos en la idolatría y el ateísmo, y que como
creación de Dios debemos adorarlo solo a Él. Existe un mandamiento que nos protege de la
IDOLATRIA y es el sábado.

Elena White escribió: "Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e
inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y
adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del
sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes
de agua”. Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus
mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento. – {CS 43}

El sábado es eterno como principio y no como un día. El día solo es un indicativo que señala a
Dios como creador de los cielos y la tierra.

La observancia del sábado entraña grandes bendiciones, y Dios desea que el sábado sea para
nosotros un día de gozo. La institución del sábado se estableció con gozo. Dios contempló con
satisfacción la obra de sus manos. Declaró que todo lo que había hecho era “bueno en gran
manera”. Génesis 1:31. El cielo y la tierra se llenaron de regocijo. “Las estrellas todas del alba
alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios”. Job 38:7. Aunque el pecado entró en el
mundo para mancillar su obra perfecta, Dios sigue dándonos el sábado como testimonio de
que un Ser omnipotente, infinito en bondad y misericordia, creó todas las cosas. Nuestro Padre
celestial desea, por medio de la observancia del sábado, conservar entre los hombres el
conocimiento de sí mismo. Desea que el sábado dirija nuestra mente a él como el verdadero
Dios viviente, y que por conocerle tengamos vida y paz. 6TI 351.1

Cuando el Señor liberó a su pueblo Israel de Egipto y le confió su ley, le enseñó que por la
observancia del sábado debía distinguirse de los idólatras. Así se crearía una distinción entre los
que reconocían la soberanía de Dios y los que se negaban a aceptarle como su Creador y Rey.
“Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel”, dijo el Señor. “Guardarán, pues, el sábado
los hijos de Israel: celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo”. Éxodo 31:17,
16. 6TI 351.2

Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la
Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del
2
mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre
Dios y su pueblo, una señal de que éste honra la ley de su Creador. Hace distinción entre los
súbditos leales y los transgresores. 6TI 351.3

Desde la columna de nube, Cristo declaró acerca del sábado: “Con todo eso vosotros
guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para
que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. Éxodo 31:13. El sábado que fue dado al mundo
como señal de que Dios es el Creador, es también la señal de que es el Santificador. El poder
que creó todas las cosas es el poder que vuelve a crear el alma a su semejanza. Para quienes lo
santifican, el sábado es una señal de santificación. La verdadera santificación es armonía con
Dios, unidad con él en carácter. Se recibe obedeciendo a los principios que son el trasunto de
su carácter. Y el sábado es la señal de obediencia. El que obedece de corazón al cuarto
mandamiento, obedecerá toda la ley. Queda santificado por la obediencia. 6TI 351.4

A nosotros, como a Israel, nos es dado el sábado “por pacto perpetuo”. Para los que
reverencian el santo día, el sábado es una señal de que Dios los reconoce como su pueblo
escogido. Es una garantía de que cumplirá su pacto en su favor. Cada alma que acepta la señal
del gobierno de Dios, se coloca bajo el pacto divino y eterno. Se vincula con la cadena áurea de
la obediencia, de la cual cada eslabón es una promesa. 6TI 352.1

De los diez mandamientos, sólo el cuarto contiene el sello del gran Legislador, Creador del cielo
y de la tierra. Los que obedecen este mandamiento toman sobre sí su nombre, y son suyas
todas las bendiciones que entraña. “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus
hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde:
haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia: Jehová alce a ti su rostro, y
ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. Números
6:22-27. 6TI 352.2

Por medio de Moisés fue dada también la promesa: “Te confirmará Jehová por pueblo santo
suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y
anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es
invocado sobre ti... Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y
no estarás debajo; si obedecieres a los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy,
para que los guardes y cumplas”. Deuteronomio 28:9-13. 6TI 352.3

El salmista, hablando por el Espíritu Santo, dice: 6TI 353.1

“Venid, aclamemos alegremente a Jehová;


cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación...
Porque Jehová es Dios grande,
y Rey grande sobre todos los dioses.
Porque en su mano están las profundidades de la tierra,
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él la hizo;
y sus manos formaron la seca.
Venid, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
Porque él es nuestro Dios”.
“Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” 6TI 353.2

Salmos 95:1-7; 100:3.


3
El Sábado fué santificado en ocasión de la creación. Tal cual fué ordenado para el hombre, tuvo
su origen cuando “las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de
Dios.” La paz reinaba sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo.
“Vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera;”1 y reposó en el
gozo de su obra terminada. DTG 248.1

Por haber reposado en sábado, “bendijo Dios el día séptimo y santificólo,” es decir, que lo puso
aparte para un uso santo. Lo dió a Adán como día de descanso. Era un monumento recordativo
de la obra de la creación, y así una señal del poder de Dios y de su amor. Las Escrituras dicen:
“Hizo memorables sus maravillas.” “Las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se
echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son
hechas.”2 DTG 248.2

Todas las cosas fueron creadas por el Hijo de Dios. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era
con Dios.... Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué
hecho.”3 Y puesto que el sábado es un monumento recordativo de la obra de la creación, es
una señal del amor y del poder de Cristo. DTG 248.3

El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el


Creador. En el canto de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír
todavía esa voz que habló con Adán en el Edén al frescor del día. Y mientras contemplamos su
poder en la naturaleza, hallamos consuelo, porque la palabra que creó todas las cosas es la que
infunde vida al alma. El “que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo.”4 DTG 248.4

Fué este pensamiento el que provocó este canto del salmista: DTG 248.5

“Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;


En las obras de tus manos me gozo.
¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!
Muy profundos son tus pensamientos.”5 DTG 249.1

Y el Espíritu Santo declara por medio del profeta Isaías: “¿A qué pues haréis semejante a Dios,
o a qué imagen le compondréis? ... ¿No sabéis? ¿no habéis oído? ¿nunca os lo han dicho desde
el principio? ¿no habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está asentado sobre el
globo de la tierra, cuyos moradores son como langostas, él extiende los cielos como una
cortina, tiéndelos como una tienda para morar.... ¿A qué pues me haréis semejante, o seré
asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas; él saca
por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su
fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: mi camino es escondido
de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es
Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio.... El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” “No temas que yo soy
contigo, no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia.” “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la
tierra: porque yo soy Dios, y no hay más.” Tal es el mensaje que fué escrito en la naturaleza y
que el sábado está destinado a rememorar. Cuando el Señor ordenó a Israel que santificase sus
sábados, dijo: “Sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro
Dios.”6 DTG 249.2

4
El sábado fué incorporado en la ley dada desde el Sinaí; pero no fué entonces cuando se dió a
conocer por primera vez como día de reposo. El pueblo de Israel había tenido conocimiento de
él antes de llegar al Sinaí. Mientras iba peregrinando hasta allí, guardó el sábado. Cuando
algunos lo profanaron, el Señor los reprendió diciendo: “¿Hasta cuándo no querréis guardar
mis mandamientos y mis leyes?”7 DTG 249.3

El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer
al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación
imperecedera. Acerca de aquella ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo
declara: “Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley.” Así
que mientras duren los cielos y la tierra, el sábado continuará siendo una señal del poder del
Creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será
honrado por todos los que moren debajo del sol. “De sábado en sábado,” los habitantes de la
tierra renovada y glorificada, subirán “a adorar delante de mí, dijo Jehová.”8 DTG 249.4

Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a
distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los
designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de
su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben
ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo. Cuando fué dado a
Israel el mandato: “Acordarte has del día del reposo, para santificarlo,” el Señor también les
dijo: “Habéis de serme varones santos.”9 Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a
los israelitas como adoradores de Dios. DTG 250.1

Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado
perdió su significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a
los hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo.
Los dirigentes judíos cumplían la voluntad de Satanás rodeando de requisitos pesados el día de
reposo de Dios. En los días de Cristo, el sábado había quedado tan pervertido, que su
observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el carácter
del amante Padre celestial. Los rabinos representaban virtualmente a Dios como autor de leyes
cuyo cumplimiento era imposible para los hombres. Inducían a la gente a considerar a Dios
como un tirano, y a pensar que la observancia del sábado, que él les exigía, hacía a los hombres
duros y crueles. Era obra de Cristo disipar estos conceptos falsos. Aunque los rabinos le
perseguían con una hostilidad implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a sus
requerimientos, sino que seguía adelante, observando el sábado según la ley de Dios. DTG
250.2

Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos volvían del lugar de culto, pasaron por un
sembrado que estaba madurando. Jesús había continuado su obra hasta hora avanzada, y
mientras pasaba por los campos, los discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los
granos, después de restregarlos en las manos. En cualquier otro día, este acto no habría
provocado comentario, porque el que pasaba por un sembrado, un huerto, o una viña, tenía
plena libertad para recoger lo que deseara comer.10 Pero el hacer esto en sábado era tenido
por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al restregarlo en
las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había en ello un doble delito. DTG 251.1

Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús diciendo: “He aquí tus discípulos hacen lo que
no es lícito hacer en sábado.” DTG 251.2

5
Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se defendió afirmando su condición
de Hijo de Dios y declarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a
sus discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos verificados en
sábado por quienes estaban en el servicio de Dios.DTG 251.3

Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de Cristo


implicaba una reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. “¿Ni aun esto habéis
leído—dijo,—qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; cómo entró en
la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, ... los cuales no era lícito comer,
sino a solos los sacerdotes?” “También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el
hombre por causa del sábado.” “¿No habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los
sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está
aquí.” “El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.”11 DTG 251.4

Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para
un uso santo, entonces estaba bien que los discípulos supliesen su necesidad recogiendo
granos en las horas sagradas del sábado. Además, los sacerdotes del templo realizaban el
sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la misma labor habría
sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían
los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en armonía con el objeto
del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra de Cristo,
estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el
cumplimiento de esta obra. DTG 251.5

Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que
cualquier otra cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre;
por lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de
acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó luego su argumento declarándose “Señor del
sábado,” es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley. Este Juez infinito absuelve a los
discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de estar violando. DTG
252.1

Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró
que su ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: “Si supieseis qué es:
Misericordia quiero y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes.”12 Sus muchos ritos
formalistas no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre
caracterizarán al verdadero adorador de Dios. DTG 252.2

Cristo volvió a reiterar la verdad de que en sí mismos los sacrificios no tienen valor. Eran un
medio, y no un fin. Su objeto consistía en señalar el Salvador a los hombres, y ponerlos así en
armonía con Dios. Lo que Dios aprecia es el servicio de amor. Faltando éste, el mero
ceremonial le es una ofensa. Así sucede con el sábado. Estaba destinado a poner a los hombres
en comunión con Dios; pero cuando la mente quedaba absorbida por ritos cansadores, el
objeto del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una burla. DTG 252.3

Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vió allí a un hombre que tenía una mano
paralizada. Los fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy
bien que al efectuar una curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no
vaciló en derribar el muro de las exigencias tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó
al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: “¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal?
¿salvar la vida, o quitarla?” Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien,

6
cuando había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar de salvar una vida, era matar. Así se
enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno. “Mas ellos callaban. Y mirándolos
alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu
mano. Y la extendió, y su mano fué restituida sana.”13 DTG 252.4

Cuando le preguntaron: “¿Es lícito curar en sábado?” Jesús contestó “¿Qué hombre habrá de
vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la
levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados
hacer bien.”14 DTG 253.1

Los espías no se atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud, por temor a meterse
en dificultades. Sabían que él había dicho la verdad. Más bien que violar sus tradiciones,
estaban dispuestos a dejar sufrir a un hombre, mientras que aliviarían a un animal por causa de
la pérdida que sufriría el dueño si lo descuidaban. Así manifestaban mayor cuidado por un
animal que por el hombre, que fué hecho a la imagen de Dios. Esto ilustra el resultado de todas
las religiones falsas. Tienen su origen en el deseo del hombre de exaltarse por encima de Dios,
pero llegan a degradar al hombre por debajo del nivel de los brutos. Toda religión que combate
la soberanía de Dios, defrauda al hombre de la gloria que le fué concedida en la creación, y que
ha de serle devuelta en Cristo. Toda religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar los
menesteres, sufrimientos y derechos de los hombres. El Evangelio concede alto valor a la
humanidad como adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar con ternura
las necesidades y desgracias del hombre. El Señor dice: “Haré más precioso que el oro fino al
varón, y más que el oro de Ofir al hombre.”15DTG 253.2

Cuando Jesús preguntó a los fariseos si era lícito hacer bien o mal en sábado, salvar la vida o
matar, les hizo confrontar sus propios malos deseos. Con acerbo odio ellos deseaban matarle
mientras él estaba salvando vidas e impartiendo felicidad a muchedumbres. ¿Era mejor matar
en sábado, según se proponían ellos hacer, que sanar a los afligidos como lo había hecho él?
¿Era más justo tener homicidio en el corazón en el día santo, que tener hacia todos un amor
que se expresara en hechos de misericordia? DTG 253.3

Al sanar al hombre que tenía una mano seca, Jesús condenó la costumbre de los judíos, y dejó
al cuarto mandamiento tal cual Dios lo había dado. “Lícito es en los sábados hacer bien,”
declaró. Poniendo a un lado las restricciones sin sentido de los judíos, honró el sábado,
mientras que los que se quejaban contra él deshonraban el día santo de Dios. DTG 254.1

Los que sostienen que Cristo abolió la ley, enseñan que violó el sábado y justificó a sus
discípulos en lo mismo. Así están asumiendo la misma actitud que los cavilosos judíos. En esto
contradicen el testimonio de Cristo mismo, quien declaró: “Yo también he guardado los
mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor.”16 Ni el Salvador ni sus discípulos violaron la
ley del sábado. Cristo fué el representante vivo de la ley. En su vida no se halló ninguna
violación de sus santos preceptos. Frente a una nación de testigos que buscaban ocasión de
condenarle, pudo decir sin que se le contradijera: “¿Quién de vosotros me convence de
pecado?”17 DTG 254.2

El Salvador no había venido para poner a un lado lo que los patriarcas y profetas habían dicho;
porque él mismo había hablado mediante esos hombres representativos. Todas las verdades de
la Palabra de Dios provenían de él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engastes
falsos. Su preciosa luz había sido empleada para servir al error. Dios deseaba que fuesen
sacadas de su marco de error, y puestas en el de la verdad. Esta obra podía ser hecha
únicamente por una mano divina. Por su relación con el error, la verdad había estado sirviendo

7
la causa del enemigo de Dios y del hombre. Cristo había venido para colocarla donde glorificase
a Dios y obrase la salvación de la humanidad. DTG 254.3

“El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado,” dijo Jesús. Las
instituciones que Dios estableció son para beneficio de la humanidad. “Todas las cosas son por
vuestra causa.” “Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea
lo presente, sea lo por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios.”18 La ley
de los diez mandamientos, de la cual el sábado forma parte, fué dada por Dios a su pueblo
como una bendición. “Mandónos Jehová—dijo Moisés—que ejecutásemos todos estos
estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, porque nos vaya bien todos los días, y para
que nos dé vida, como hoy.”19 Y mediante el salmista se dió este mensaje a Israel: “Servid a
Jehová con alegría: venid ante su acatamiento con regocijo. Reconoced que Jehová él es Dios:
él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad
por sus puertas con reconocimiento, por sus atrios con alabanza.”20 Y acerca de todos los que
guardan “el sábado de profanarlo,” el Señor declara: “Yo los llevaré al monte de mi santidad, y
los recrearé en mi casa de oración.”21 DTG 254.4

“El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.” Estas palabras rebosan instrucción y consuelo.
Por haber sido hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque
“todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho.”22 Y como lo
hizo todo, creó también el sábado. Por él fué apartado como un monumento recordativo de la
obra de la creación. Nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador. Declara que
el que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, y mediante quien todas las cosas existen, es
cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con Dios. Porque, hablando de
Israel, dijo: “Díles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que
supiesen que yo soy Jehová que los santifico,”23 es decir, que los hace santos. Entonces el
sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos. Es dado a todos aquellos a quienes
Cristo hace santos. Como señal de su poder santificador, el sábado es dado a todos los que por
medio de Cristo llegan a formar parte del Israel de Dios. DTG 255.1

Y el Señor dice: “Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al
sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; ... entonces te deleitarás en Jehová.”24 A
todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les
resultará una delicia. Viendo a Cristo en él, se deleitan en él. El sábado les indica las obras de la
creación como evidencia de su gran poder redentor. Al par que recuerda la perdida paz del
Edén, habla de la paz restaurada por el Salvador. Y todo lo que encierra la naturaleza, repite su
invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré
descansar.”25

COMENTARIO HISTÓRICO MARCOS 2.- Jesús asistió a la casa de Leví, para participar de la cena
que se ofrecía en su honor, y los invitados eran los publicanos y pecadores. Los principales
grupos político-religiosos que existían en el tiempo de Cristo, eran los que se oponían a las
enseñanzas de Jesús, y lo acusaban de transgredir el sábado: 1) Los fariseos; 2) Los saduceos; 3)
Los escribas; 4) Los herodiano; 5) los zelotes; 6) Los esenios.

CITA SELECTA.- “Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios
está antes que cualquier otra cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención
del hombre; por lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra,
está de acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó luego su argumento declarándose “Señor
del sábado,” es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley. Este Juez infinito absuelve
a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de estar
8
violando.” (DTG 252).

1. COMIENCE A PREPARARSE DESDE EL DOMINGO.- Distribuya las responsabilidades entre los


miembros de la familia, realice evaluaciones sobre aquellos detalles que impidieron estar listos
para la recepción del sábado, trate que el viernes sea un día de actividades normales y no
recargado.
2. RECEPCIÓN DEL SÁBADO.- Por lo menos media hora antes de la puesta del sol, todo
debiera estar listo. Prepare un programa de recepción: alabanzas, lectura bíblica, expresar
gratitud por las bendiciones recibidas durante la última semana laboral, oración.
3. ACTIVIDADES DURANTE EL DÍA.- Planifique que toda la familia puedan estar presentes para
el inicio de la Escuela Sabática, y participen el Culto Divino. En las horas de la tarde realice una
caminata, visita a enfermos o necesitados, y dedique tiempo para la testificación.
4. DESPEDIDA DEL SÁBADO.- Despidan el sábado en familia, y pidan a Dios bendiciones para la
nueva semana de actividades.

ORACIÓN: PADRE ETERNO. GRACIAS POR REVELARNOS LOS ACONTECIMIENTOS FUTUROS POR
MEDIO LAS PROFECÍAS. TE SUPLICAMOS QUE NOS AYUDES A PROFUNDIZAR EL ESTUDIO DE LAS
PROFECÍAS QUE MUY PRONTO SE CUMPLIRÁN, Y PARA QUE ESTEMOS APERCIBIDOS DEL
FUTURO. POR JESÚS, AMÉN. El mensaje del tercer ángel es la proclamación de los
mandamientos de Dios y la fe de Cristo Jesús. Los mandamientos de Dios han sido
proclamados, pero la justicia de Jesús, dándole igual importancia, no ha sido presentada por los
adventistas del séptimo día, haciendo que la ley y el Evangelio vayan de la mano. No puedo
hallar palabras para presentar este tema en toda su plenitud.
“La fe de Jesús”. Se habla de ella, pero no ha sido entendida. ¿Qué cosa constituye la fe de
Jesús, que pertenece al mensaje del tercer ángel? Jesús convertido en el ser que lleva nuestros
pecados para llegar a ser el Salvador que perdona el pecado”. 3 Mensajes Selectos:195.

“Se ha perdido de vista la fe de Jesús: ésta ha sido tratada de una manera descuidada. No ha
ocupado la posición destacada en la cual le fue revelada a Juan. La fe en Cristo como la única
esperanza del pecador, ha sido dejada fuera de consideración y excluida no sólo de los
discursos sino también de la experiencia de muchísimos que dicen creer en el mensaje del
tercer ángel”. Ídem:190.

La experiencia de la verdadera justificación ha sido excluida de nuestros mensajes y una falsa


justificación ha tomado su lugar. Muchos han sido enseñados a creer que somos justificados
mientras cometemos pecados conocidos. Sólo cuando estamos listos para hacer un pacto con
Dios de abandonar el pecado por el poder del Espíritu Santo, somos justificados. Véase 2 Cor.
7:9-10.

“Pero al paso que Dios puede ser justo y sin embargo justificar al pecador por los méritos de
Cristo, nadie puede cubrir su alma con el manto de la justicia de Cristo mientras practique
pecados conocidos, o descuide deberes conocidos. Dios requiere la entrega completa del
corazón antes de que pueda efectuarse la justificación. Y a fin de que el hombre retenga la
justificación, debe haber una obediencia continua mediante una fe activa y viviente que obre
por el amor y purifique el alma”. 1 Mensajes Selectos:429.

No hemos comprendido que la fe de Jesús es uno de los pilares de nuestra fe. El mensaje de
1888 de Waggoner y Jones unió la fe de Jesús con la ley para formar un evangelio completo.
Ellos fueron acusados de remover los hitos. La fe de Jesús nos da el poder para guardar la ley a
la perfección.

9
El sábado [reposo] es una revelación de Cristo, y una señal mediante la cual, aquellos que la
aprecian, saben que es el Señor quien los hace justos y los santifica.

E. White escribió en relación con ese mensaje: “Cristo es el sistema completo de verdad.
Declara: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”. [1]

: “El mensaje del tercer ángel es justicia por la fe, ya que el sábado es justicia por la fe.
Mediante él, el hombre se relaciona con las obras de Dios, y dichas obras de Dios son perfectas.
Por lo tanto, [el hombre] alcanza el reposo por la fe”. [2] Así, reposar en Cristo está en el núcleo
central del mensaje de 1888, y estudiar el reposo que Cristo da es de gran valor. Se trata del
don del reposo que nos da Jesús (Mat. 11:28).

El sábado lleva en él mismo el poder creador de Dios, el reposo de Dios, la bendición de Dios, la
presencia de Dios. Es una presencia que concede santidad, y es la continua presencia de Dios
que santifica.

El sábado es un recordatorio de Dios como Creador: Es el recordatorio de la manifestación de


su poder creador. Es una señal entre él y su pueblo por siempre, “porque en seis días hizo
Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó” (Éx. 31:17). El creyente
encuentra en Jesús el poder creador de Dios, que se manifiesta haciendo de él una nueva
criatura: El poder creador es el mismo que el poder redentor; por consiguiente, redención es
creación –son una y la misma cosa. Lo primero que es Jesús para el pecador que responde a él,
es Creador (Redentor). Cristo hace de él una nueva creación. “Si alguno está en Cristo, nueva
criatura es” (2 Cor. 5:17). “Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí” (Sal. 51:10). Así, la obra de Dios en la redención, es creación.

En el sábado hay reposo divino: “Pues en cierto lugar dijo así del séptimo día: «Y reposó Dios de
todas sus obras en el séptimo día»” (Heb. 4:4). Hemos visto que sólo los que creen pueden
entrar en su reposo. Dios es Espíritu, por lo tanto, su reposo es un reposo espiritual. El reposo
espiritual es liberación del pecado.

el primer versículo de Apocalipsis 14:

He leído esas dos escrituras relacionadas la una con la otra, a fin de mostrar que el sello y el
nombre de Dios van inseparablemente unidos.

Más adelante en nuestro estudio, cuando consideremos en qué consiste el nombre de Dios,
comprenderemos qué es el sello de Dios. El sello de Dios es precisamente aquello que nos trae
su nombre, aquello que pone su nombre en nuestras mentes, sobre nosotros y en nosotros. :
Moisés pregunta: ‘Cuando vaya a los hijos de Israel diciéndoles que el Dios de sus padres me ha
enviado a ellos y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les responderé? Entonces Dios dijo a
Moisés: “‘Yo soy el que soy’. Y añadió: -Así dirás a los hijos de Israel: ‘“Yo soy” me envió a
vosotros’. Cuál es su nombre? “YO SOY EL QUE SOY”. Por consiguiente, el nombre y el
memorial de Dios van juntos. sino que a fin de que nuestro conocimiento de él nos haga un
bien, necesitamos saber que él es quien es {necesitamos saber quien / cómo es}.}. No nos basta
simplemente con saber acerca de la existencia de Dios, sino que necesitamos saber quién es y
el sentido de su existencia en relación con nosotros. Por lo tanto, no dijo meramente “Yo soy”,
sino “Yo soy el que soy”, o ‘Yo soy lo que soy’. Ese es su nombre, y si queremos realmente
conocerlo, hemos de saber, no solamente que él existe, sino que él es quien es; y no lo
conocemos hasta que no sepamos quién es él.

En Hebreos 11:6 se expresa el mismo pensamiento: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo
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buscan”. ¿Cuál es la recompensa que Dios da al que le busca? –Es Dios mismo!JESUCRISTO. Él
mismo, todo lo que él es, con todo lo que tiene. Si tuviéramos todo lo que él tiene sin tenerlo a
él, ¿qué bien nos haría? Comprendedlo: si tuviéramos todo lo que él tiene pero siguiéramos
siendo nosotros, vendríamos a ser lo más parecido a demonio

Así pues, cuando nos da lo que él es, cuando se nos da él mismo, su carácter, su naturaleza y
disposición, entonces podemos hacer uso de lo que él es tanto como de lo que él tiene, y “es
necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe”, y que es tal como realmente es.

Continuamos: ¿Qué es Dios primeramente, para toda cosa y persona en el universo?


[Congregación: “Creador”]. ¡Ciertamente! Lo primero que él es para todo objeto, animado o
inanimado, es Creador, ya que por él existen todas las cosas. Él es el autor de todo. Por lo
tanto, lo primero para los seres humanos, ángeles o cualquier otra criatura inteligente, es
conocerlo como Creador. Ahora dice: “YO SOY EL QUE SOY”, por lo tanto, lo primero que llega a
toda criatura en lo relativo a lo que él es, es decir, en comprender su nombre, es que es su
Creador. Vemos pues que su nombre es inseparable de su memorial. Por lo tanto, “este es mi
nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”.

Pensad en ello. Siendo que el sábado es la señal de que él es el Dios verdadero, y habiéndonos
dicho que él es lo que es, resulta que el sábado ha de ser la señal de cómo es Dios, tanto como
de que Dios existe. ¿Lo comprendéis? [Congregación: “Sí”]. Por lo tanto, dado que su nombre
es “YO SOY EL QUE SOY”, y que el sábado es la señal de que él es quien es, ¿veis que ese es su
nombre por siempre, y también su memorial por siempre? El Señor dio el sábado –“Acuérdate
del sábado para santificarlo”- como un memorial de que él es el Señor. En consecuencia, “este
es mi nombre para siempre”, ese es su memorial.

El día séptimo no es nada en sí mismo. Un hombre puede guardar el séptimo día de la semana
sin conocer al Señor para nada, tal como podría guardar el domingo o cualquier otro día. Pero
nadie puede guardar el Sábado sin conocer al Señor. Hay en el mundo tres clases de
observadores de días: (1) guardadores del día siete de la semana, (2) guardadores del día
primero (domingo), y (3) guardadores del Sábado. Guardadores del Sábado es lo que Dios
quiere. Pero demasiados guardadores del día séptimo de la semana han pretendido estar
guardando el Sábado. Es un engaño de los últimos días.

Santificad mis sábados, y sean por señal”. Ese es el punto de partida. El sábado es, pues, una
señal que él ha dispuesto para nosotros; que él mismo nos ha dado, “para que sepáis que yo
soy Jehová, vuestro Dios”. El sábado es la señal de que él es Dios el Señor; no simplemente de
que existe, sino de que él es quien es, puesto que ese es su nombre. ¿Lo comprendéis? “Yo soy
el que soy”: -Yo soy Aquel que es Dios el Señor’.

. El sábado es una señal de que él es Dios, el Señor. Por lo tanto, el sábado es una señal de que
él existe, tanto como de que él es quien es {su carácter y atributos}.

, lo primero que el sábado ha de significar es que él es el Creador Éxodo 31:17: “Para siempre
será una señal entre mí y los hijos de Israel. Es una señal “para que sepáis que yo soy Jehová,
vuestro Dios”. ¿Y por qué es la señal? ¿No es acaso “porque en seis días hizo Jehová los cielos y
la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó”? Puesto que es una señal de eso que hizo, es una
señal de él mismo, que fue quien lo hizo.

Pensad ahora en el sábado. ¿Qué es el sábado? Tal como ya hemos leído en Ezequiel 20:20, es
una “señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová, vuestro Dios”. Es como si
dijese: ‘Recordad aquello {el sábado} cuyo significado es que yo soy vuestro Dios. ¿No es pues

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ese el memorial que trae el Señor a la memoria de las personas? Porque tal es el propósito de
todo memorial: traer a la memoria. Dios quiere que sus criaturas lo recuerden, y les ha dado
aquello que lo hará posible. Y ahora nos dice: ‘Acordaos de aquello {el sábado} que hará que
me recordéis’.

Cuando él está presente en nuestra mente, no lo está meramente como Aquel que existe, sino
como siendo lo que es. Pero cuando ‘siendo lo que es’ es traído a nuestra mente, es traído su
nombre {“Yo soy el que soy”}. ¿Dónde está su nombre {según Apocalipsis}? [Congregación: “En
la frente”]. Dios quiere estar en las mentes de las personas, y el sábado es el que lo trae a ellas;
no una teoría sobre Dios, sino que lo trae a él mismo a la memoria. Eso es así debido a que el
sábado es la señal de que “Yo soy Jehová, vuestro Dios”. Acordaos de la señal {“Acuérdate del
sábado para santificarlo” (Éx. 20:8)}, acordaos de aquello que traerá a vuestra mente al Señor
vuestro Dios. Y ‘él es lo que es’. Acordarse del sábado lo trae a él, con todo lo que él es, a
vuestra mente. ¿No es ese su memorial?

Habéis visto que el nombre de Dios y el sábado del Señor -su memorial- no pueden jamás
separarse. Por lo tanto, cuando el Señor dijo a Moisés “Yo soy el que soy” -que es su nombre
por siempre-, le estaba dando en ello también su memorial {“con él se me recordará por todos
los siglos”}, ya que su memorial lo trae a la mente, y trayendo a la mente a Aquel que ‘es lo que
es’, eso lo trae a la mente en su auténtico nombre. En resumen: el nombre del Padre en las
mentes de sus hijos {como menciona Apocalipsis 7 y 14}, constituye el sello del Dios viviente en
sus frentes.

Leamos también los primeros versículos del evangelio según Juan: “En el principio era el Verbo,
el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las
cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. Y ahora
el versículo 14: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Es la última parte de Efesios 3:9: “Dios, quien creó todas las cosas mediante Jesucristo” (KJV).

Dios, en la creación, se manifestó en y a través de Jesucristo. Por lo tanto en la creación Dios


puede conocerse solamente en Jesucristo. Así pues, aquel que no conoce a Jesucristo, ¿podrá
albergar conceptos correctos sobre las cosas creadas, sobre la creación? [Congregación: “No”].
No encontrará a Dios allí; no encontrará allí las ideas sobre Dios, puesto que en la creación Dios
se manifestó en Cristo. Pero hay más: ¿Cómo se manifestó Dios en Cristo en la creación? -
¡Creando! ¿Cómo sucedió? Salmo 33:6 y 9: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos; y
todo el ejército de ellos, por el aliento de su boca”. “Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y
existió”. Existió entonces y allí.

Hebreos 11:3: “Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Pero Dios se manifiesta creando en
Jesucristo, y se manifiesta creando en Jesucristo, por su palabra. Esa palabra mediante la cual
creó todas las cosas, posee en ella misma el poder para hacer que se vea aquello que antes no
podía de ninguna forma verse, puesto que no existía. “El universo fue hecho por la palabra de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Por lo tanto en la palabra que
Dios habla en Jesucristo, hay poder capaz de crear cosas. Dicho de otro modo: en la palabra
está el poder para producir aquello que nombra la palabra que él declara. Por consiguiente,
Dios puede llamar las cosas que no son como si fueran, sin mentir,

Pero no sucede así con Dios. Cuando él expresa su pensamiento en la palabra, esa palabra
produce lo que había en su mente. La energía creadora, el poder divino, está en la propia
palabra que Dios pronuncia. Así, no existiendo los mundos en absoluto, Dios habló en
1
2
Jesucristo, y los mundos aparecieron. Ahí están todavía, debido a que en su día pronunció la
palabra.

. Además, esa misma palabra lo mantiene en la existencia una vez que fue creado, y lo
mantiene en el preciso lugar que Dios le asignó. Quiero que veáis cómo la palabra que Dios
pronuncia tiene en ella misma todo ese poder. SUSTENTA Leamos en Colosenses 1:14-17. Se
está refiriendo a Cristo, el Hijo de Dios, “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados. Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en él
fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos, y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Por lo
tanto, la misma palabra que lo produjo, hace que subsista en su forma actual.

Bien, vayamos ahora al segundo pensamiento, en Hebreos 1:1-3: “Dios, habiendo hablado
muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos
últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien
asimismo hizo el universo. Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su
sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”. ? No; la palabra que los
hizo existir al principio, tiene en ella el poder creador que los sustenta y preserva.

2 Pedro 3:1-7: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo. En ambas despierto con
exhortación vuestro limpio entendimiento, para que tengáis memoria de las palabras que antes
han sido dichas por los santos profetas”. ¿De qué se debe tener memoria? De las palabras que
los santos profetas dijeron. ¿Por qué hemos de recordarlas? Porque el Señor quiere que
descubramos el poder de esas palabras, y que recordándolas obtengamos en nuestras mentes,
en nuestras vidas, el poder y la fuerza de las palabras. Eso es así porque las palabras de los
profetas eran las palabras de Dios, que pronunciaron por “el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras
ellos” (1 Ped. 1:11).

Por lo tanto, esa palabra capaz de crear mundos, de preservarlos, de destruir mundos y de
rescatarlos, es la palabra que el Señor quiere que tengamos bien presente en nuestras mentes,
a fin de que comprendamos el poder de su palabra.

El reposo de Cristo

Daniel Peters

El sábado [reposo] es una revelación de Cristo, y una señal mediante la cual, aquellos que la
aprecian, saben que es el Señor quien los hace justos y los santifica. El reposo en Cristo está en
el corazón mismo del mensaje de 1888. Ese mensaje prepara a un pueblo, mediante la justicia
por la fe, para la segunda venida de Jesús. E. White escribió en relación con ese mensaje:
“Cristo es el sistema completo de verdad. Declara: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”. [1]

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E.J. Waggoner, uno de los mensajeros de 1888, desarrolla y clarifica esa idea: “El mensaje del
tercer ángel es justicia por la fe, ya que el sábado es justicia por la fe. Mediante él, el hombre
se relaciona con las obras de Dios, y dichas obras de Dios son perfectas. Por lo tanto, [el
hombre] alcanza el reposo por la fe”. [2] Así, reposar en Cristo está en el núcleo central del
mensaje de 1888, y estudiar el reposo que Cristo da es de gran valor. Se trata del don del
reposo que nos da Jesús (Mat. 11:28).

El sábado lleva en él mismo el poder creador de Dios, el reposo de Dios, la bendición de Dios, la
presencia de Dios. Es una presencia que concede santidad, y es la continua presencia de Dios
que santifica.

El sábado es un recordatorio de Dios como Creador: Es el recordatorio de la manifestación de


su poder creador. Es una señal entre él y su pueblo por siempre, “porque en seis días hizo
Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó” (Éx. 31:17).

El creyente encuentra en Jesús el poder creador de Dios, que se manifiesta haciendo de él una
nueva criatura: El poder creador es el mismo que el poder redentor; por consiguiente,
redención es creación –son una y la misma cosa. Lo primero que es Jesús para el pecador que
responde a él, es Creador (Redentor).

Cristo hace de él una nueva creación. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Cor. 5:17).
“Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu

recto dentro de mí” (Sal. 51:10). Así, la obra de Dios en la redención, es creación.

En el sábado hay reposo divino: “Pues en cierto lugar dijo así del séptimo día: «Y reposó Dios de
todas sus obras en el séptimo día»” (Heb. 4:4). Hemos visto que sólo los que creen pueden
entrar en su reposo. Dios es Espíritu, por lo tanto, su reposo es un reposo espiritual. El reposo
espiritual es liberación del pecado.

El creyente encuentra en Jesús el reposo de Dios: “Porque el que ha entrado en su reposo,


también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Heb.

4:10). El reposo es un don, por lo tanto, está escrito: “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. El reposo espiritual se recibe solamente por la
fe.

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En el sábado está la bendición de Dios: “Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó,
porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 2:3).

El creyente encuentra en Cristo la bendición de Dios: “A vosotros primeramente, Dios,


habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijera, a fin de que cada uno se
convierta de su maldad” (Hech. 3:26). Y: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”
(Efe. 1:3). Es Dios quien nos bendice, y nos aparta de nuestros pecados.

En el sábado se encuentra la santidad de Dios: Es solamente la presencia de Dios la que puede


hacer santa alguna cosa. Moisés, cuando vio aquella zarza que ardía sin consumirse, se dispuso
a ir “para contemplar esta gran visión, por qué causa la zarza no se quema”. Entonces, “cuando
Jehová vio que él iba a mirar, lo llamó de en medio de la zarza: —¡Moisés, Moisés! —Aquí estoy
—respondió él. Dios le dijo: —No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es” (Éx. 3:4-5). Aquel lugar se había convertido en tierra santa
solamente por la presencia de Dios en la zarza. De la misma forma, la presencia de Dios hizo
santo al séptimo día -el sábado- cuando reposó en él y cesó de todas sus obras.

El creyente encuentra en Cristo la presencia de Dios para hacerlo santo: “En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros” (Juan 14:20). Y “Dios
quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en
vosotros, esperanza de gloria” (Col. 1:27). Es la presencia de Cristo la que hace santo al que
cree, y es su continua presencia la que santifica.

Cierto día, el pastor R.J. Wieland me señaló: “La justicia es santidad que se ha enfrentado con el
problema del pecado en naturaleza humana pecaminosa, y ha triunfado sobre él. ¡Por lo tanto,
justicia es mucho más que simplemente

santidad!” [3] Por lo tanto, es Cristo en nosotros el que nos hace justos, y sólo mediante su fe
se puede recibir su justicia.

“El efecto de la justicia será la paz, y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y
mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en lugares de reposo” (Isa.
32:17-18). La justicia es liberación de la desobediencia a la ley, y esa es la definición del “reposo
espiritual: perfecta liberación de todo pecado”. [4]

Ellen G. White escribió que el sábado “nos presenta a Cristo como Santificador tanto como
Creador” … ‘Díles también mis sábados, que fuesen señal entre mí y ellos, para que supiesen
que yo soy Jehová que los santifico’ (Eze. 20:12), es decir, que los hace santos. Entonces el
sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos”. [5]

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El sábado lleva en él la santificación de Cristo: No solamente bendijo el séptimo día, sino que lo
santificó a fin de que la presencia de Dios pudiera morar en nosotros. La presencia de Cristo
hace santo al pecador, y su continua presencia lo santifica.

“Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30). Todo lo

encontramos en Cristo, ya que el reposo del sábado es la culminación del pacto eterno, del
evangelio que consiste en “Cristo en vosotros, la esperanza de

gloria”. Las buenas nuevas del evangelio consisten en que todo lo que está encerrado en Cristo
viene a ser nuestra experiencia cuando Cristo está en nosotros.

Los creyentes encontramos en Cristo la presencia de Dios que nos santifica al morar en
nosotros: Escrito está: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos
a él y haremos morada con él” (Juan 14:23). Y “todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de
Dios, Dios permanece en él y él en Dios” (1 Juan 4:15). “Vosotros sois el templo del Dios
viviente, como Dios dijo:

«Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo»” (2 Cor. 6:16).

Podemos, pues, ver, que el sábado es la señal divina de una obra terminada. Es la señal de su
obra completa en la creación, y la señal de su obra completa en la segunda creación: la cruz.

E.J. Waggoner escribió: “El poder que se necesitó para crear el mundo y todas las cosas que hay
en él, el poder que mantiene a todas las cosas en existencia, es el poder que salva a aquellos
que confían en él. Tal es el poder de la cruz”. [6]

Pero ser hecho justo, o recto, implica necesariamente la muerte del yo. No podemos crucificar
al yo por nosotros mismos, pero también ahí hay buenas nuevas: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20).

A través del sábado sabemos que la presencia de Cristo hace santo al que se entrega a él. Es
decir, lo convierte en justo. Y la continua presencia de Cristo morando en nosotros, completa y
mantiene la santificación.

Waggoner comentó que la justificación es el estado más elevado en el que el hombre puede
estar en esta tierra, y que la santificación no es más que esa misma justificación avanzando en
el tiempo. La justicia de Cristo trae el reposo. La justicia de Cristo trae el “sábado”.

La santificación es la manifestación de la completa obra de Cristo en el individuo. El reposo es


lo que suele seguir a una obra terminada. Así es también como el reposo espiritual sigue a una
obra espiritual completa. La imagen de Cristo se

1
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forma plenamente en el creyente, de forma que cuando Dios mira al creyente, ve su propio
reflejo.

“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en
quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isa. 30:15).

“Así, veis que cuando Dios estableció el sábado, había puesto ya toda la creación ante el hombre,
de forma que este podía ver a Dios en la creación. Pero el Señor quería acercarse más que eso al
hombre. El hombre podía estudiar la creación y adquirir un conocimiento acerca de Dios. Pero
Dios quería que lo conociera [aún en mayor profundidad]. En la creación, el hombre podría
conocer acerca de Dios; en el sábado conocería a Dios, ya que para aquel que lo guarda en verdad,
el sábado trae la presencia viviente, la presencia santificadora de Jesucristo” [7]

Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat.
11:28).

El significado del sábado desde el punto de vista de Dios La palabra sabbath significa "reposo", y el
primer hecho que descubrimos en el Antiguo Testamento es que el sábado pertenece a Dios. Él lo
llama "mi día santo" (Isa 58:13); "mis sábados" (Éx. 31:13). "El séptimo es sábado para Jehová tu
Dios" (Éx. 20:10). Claramente, el sábado pertenece a Dios: es antibíblico calificarlo como el
"sábado judío". Sí, fue hecho para el hombre (Mar. 2:27), pero no pertenece al hombre –sea éste
judío o gentil–: Pertenece a Dios. La siguiente pregunta lógica es: ¿Por qué razón el Dios
todopoderoso, que obviamente no necesita descanso (Isa. 40:28), apartó el séptimo día como su
día especial de reposo? La respuesta bíblica a esa cuestión es que Dios separó ese día de sábado,
ese día de reposo, para señalar su obra perfecta y completa en la creación (Gén. 1:31; 2:1-3; Heb.
4:4). Ese hecho tiene una importancia capital para nuestra comprensión del evangelio. Hemos de
tener presente que ese sábado fue el séptimo día para Dios, no para nosotros. Dios dedicó seis
días para la creación de todo lo que es y tiene nuestro planeta. Entonces apartó (santificó) el
séptimo día como su sabbath (Éx. 20:11). Adán y Eva fueron creados al final del sexto día (Gén.
1:26-31). Por lo tanto, el sábado (o séptimo día) de Dios, de hecho, para la raza humana fue el
primer día completo de existencia. Veamos por qué es eso importante, especialmente al
considerar el sábado a la luz de la redención en Cristo. Dios obró seis días en la creación de este
mundo. Solamente descansó cuando su obra fue perfecta y completa (Gén 2:1 y 3). Adán y Eva, en
contraste, no comenzaron obrando; dedicaron su primer día entero de vida a reposar en el sábado
de Dios. Solamente después de haber "entrado" en el reposo de Dios continuaron con los seis días
de labor. El ser humano comenzó, pues, recibiendo toda la obra de Dios como un don
absolutamente gratuito. Solamente entonces pudo la humanidad disfrutar de la creación, en los
restantes seis días de la semana. Lo mismo que sucede en la creación, la salvación comienza, no
haciendo algo, sino reposando en la obra perfecta y acabada de Jesús, realizada en su vida y en su
muerte. Lo mismo que Adán y Eva dedicaron su primer día al reposo sabático antes de emprender
2 su actividad común, nosotros podemos disfrutar las bendiciones de la salvación solamente
reposando primeramente en la perfecta justicia que Jesús ha provisto. Esa perspectiva muestra
que el reposo del sábado viene a representar el fundamento mismo de la verdad gloriosa de la
justicia por la fe. Cuando Dios puso aparte (santificó) el sábado, entró en una relación de pacto
eterno con la raza humana, una relación en la que el ser humano habría de depender siempre de
Él. Pero cuando Adán y Eva pecaron, escogiendo depender de ellos mismos más bien que de Dios:
rompieron ese pacto dado por Dios. Como resultado perdieron el verdadero reposo que el sábado
simbolizaba. "Con el sudor de tu rostro comerás el pan" (Gén. 3:19). Pero Jesús vino a este mundo
con el expreso propósito de restaurar ese reposo 1 que la raza humana había perdido al caer en el
7
pecado (Mat. 11:28). Haciendo tal cosa, restauró el significado del sábado. A fin de recibir las
buenas nuevas de la salvación hemos de retomar ese principio fundamental del reposo sabático
como fue dado a nuestros primeros padres. El Nuevo Testamento especifica que Jesucristo fue el
agente por medio del cual Dios llevó a cabo tanto la creación (Juan 1:3; Col. 1:16; Heb. 1:2,10)
como la redención (Juan 3:16, 17; Rom. 3:24; 1 Cor. 1:30; Gál. 3:13; Col. 1:14; Tito 2:14; Heb. 9:12;
1 Ped. 1:18; Apoc. 5:9). De la misma forma en que Cristo acabó la creación al final del sexto día y
reposó el séptimo, acabó también la redención en la cruz el sexto día y reposó en el sepulcro el
séptimo día (Juan 17:4; 19:30). Más aún, la obra de Cristo para la restauración, que será completa
al final de su ministerio celestial (1 Cor. 15:24-26; Heb. 2:13), está también ligada al sábado (Isaías
66:22 y 23). Su obra de restauración será una obra perfecta y completa, tanto como lo fueron la
creación y la redención. Por lo tanto, el sábado tiene un triple significado para nosotros: creación,
redención y restauración. Dado que Cristo es nuestro Creador, Redentor y Restaurador, tiene el
perfecto derecho a reclamar para sí el título de "Señor del sábado" (Mar. 2:28; Luc. 6:5; Apoc.
1:10). Cuando la nación judía lo rechazó como Mesías, su observancia del sábado perdió el
significado. Es por ello que Hebreos dice: "Por lo tanto, queda un reposo [en el original escrito
sabbatismos: reposo sabático] para el pueblo de Dios" (4:9). Toda observancia del sábado que no
sea motivada por una respuesta de fe a la perfecta expiación efectuada por Cristo en la cruz, es
falsificación, y pertenece todavía al antiguo pacto de salvación por las obras. El significado del Dios
creó el mundo mediante Cristo, para nuestro bien. No hicimos ninguna contribución a la creación;
simplemente la recibimos como un don de Dios. Si bien el sábado pertenece a Dios, lo mismo que
el mundo, Dios lo hizo en beneficio nuestro (Éx. 31:13; Eze. 20:12; Mar. 2:27). Dios puso aparte –
santificó- el reposo del sábado para recordarnos que él es nuestro amante proveedor y que
dependemos de él para todo lo que nos es necesario. Es significativo el hecho de que Dios
estableció ese pacto con el ser humano antes de la entrada del pecado. Por lo tanto, si Adán y Eva
nunca hubieran pecado, hoy 3 seguiríamos guardando el sábado de Dios como día de reposo. Pero
cuando el pecado entró en el mundo, destruyó el significado original del reposo sabático. El
pecado es rebelión contra nuestra dependencia de Dios y una demanda de depender solamente
del yo (Rom. 1:21; Fil. 2:21). Por lo tanto, cuando el pecado nos separó de Dios (Isa. 59:2), el
sábado perdió ese significado para nosotros. El hombre introdujo entonces su propio día de
reposo: el domingo. No obstante, a diferencia del día de reposo de Dios, el día por el que el
hombre lo sustituyó (domingo) no señala hacia una obra perfecta y completa –sea en la creación o
en la redención–. Ese hecho es de importancia capital a la luz de los acontecimientos finales del
gran conflicto entre la salvación por la fe, simbolizada por el sábado instituido por Dios, y la
salvación por las obras, simbolizada por el domingo instituido por el hombre. El sexto día
Jesucristo realizó en la cruz una redención perfecta y completa, de la misma forma en que había
completado una obra perfecta en la creación al final de aquel sexto día (Luc. 23:54). De esa forma
restauró el reposo del sábado que había dado en el Edén, y que había sido arruinado por el
pecado. Ahora, todos los que reciben el evangelio por la fe entran una vez más en el reposo
salvífico de Dios, del cual es señal el sábado (Heb. 4:2, 3; Éx. 31:13; Eze. 20:12; Isa. 58:13, 14). En el
sermón del monte Jesús enseñó claramente que si buscamos primeramente su reino y su justicia
(que es por la fe), todas nuestras necesidades serán cubiertas (Mat. 6:33). En otras palabras: El
evangelio ha provisto una vía por la que podamos escapar de la dependencia hacia nosotros
mismos, que es la causa de todos nuestros problemas, y regresar a la dependencia hacia Dios, que
es la fuente de todo gozo y felicidad. Pero una cosa es segura: No podemos servir a dos señores;
no podemos servir a Dios y al yo (Mat. 6:24-34). Cuando entramos en el reposo de Dios, su día de
reposo ha de ser el nuestro. Es la señal exterior de que vivimos por la sola fe. Guardar el sábado
según esa motivación de la fe, es verdadera observancia del sábado.

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