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Lealtad y Deslealtad: Análisis​

Centro Cristiano Internacional Vida Nueva


Escuela de Formación y Liderazgo
Curso: Lealtad

Trabajo Final
Lealtad y Deslealtad: Análisis
del libro de Dag Heward-Mill

Presentado por:
Zabdiel David Rodriguez

Curaçao, Mayo de 2015


Lealtad y Deslealtad: Análisis​
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INTRODUCCIÓN

Ellos se entristecieron mucho, y uno por uno comenzaron a preguntarle:


—¿Acaso seré yo, Señor?
(Marcos 26:26)

Hay dos maneras de leer el libro ​


"Lealtad y deslealtad" escrito por el
Obispo Dag Heward-Mills: La primera, como una lectura informativa sobre una
problemática latente en las iglesias cristianas, con ejemplos vívidos y consejos
que nacen del aprendizaje que otorga los años.

La segunda manera es con una buena cuota de humildad, como si uno


estuviera ante un espejo a punto de encontrar algo que no le va a gustar. Igual
que los discípulos en aquella cena de Pascua, todos sentimos que pudiéramos
ser los próximos en traicionar a aquel que hemos jurado lealtad. Los logros
personales no valen nada cuando uno está delante de su engañoso corazón.

En cada segmento de ​
“Lealtad y deslealtad” encontramos advertencias
que el líder supervisor y el líder asistente debe tener muy en cuenta para saber
identificar y lidiar con gente desleal, y aún con la deslealtad propia.

El presente estudio fue realizado con la esperanza de haber sido


suficientemente honesto en la lectura del libro. Ármese de valor quien lee y
descubramos lo que el hermano Heward-Mills nos dice, y cómo nos afecta.

Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos.
(Eclesiastés 4:13)
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DESARROLLO

Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.


(1 Corintios 4:2)

En la primera carta de Pablo a los Corintios, el apóstol declara que


aquellos a quienes se les da un encargo en la iglesia de Cristo deben ser dignos
de confianza. Es la gente fiel la más calificada para servir y ejercer liderazgo en la
casa de Dios. Es más importante el carácter probado de una persona que sus
habilidades.

Aunque algunos no consideren el tema de la lealtad como algo


trascendente, para el obispo Heward-Mills resulta vital, por lo cual en el primer
capítulo de su obra nos da siete razones:
1. La lealtad califica a un ministro. Se exige fidelidad a los ministros del
Nuevo Pacto, no solo en lo que se refiere a la iglesia, sino también
en sus matrimonios, en lo que respecta a sus hijos y comunidad.

2. La lealtad combate “la quinta columna”​


. Esto se refiere a los
ataques “desde adentro” que orquesta el enemigo de Dios. La gente
leal puede repeler estos ataques fulminantes.

3. La lealtad permite llenar la iglesia con el amor de Dios. La marca


distintiva de los verdaderos discípulos es el amor ¿Puede haber
amor si nos traicionamos unos a otros? Por supuesto que no, y eso
es lo que, tristemente, el mundo a presenciado por mucho tiempo.
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4. La lealtad permite tener un equipo ministerial exitoso y grande​


. Así
como la fidelidad o lealtad generan amor, también garantizan que la
obra crecerá. Los vínculos de amor y respeto entre líderes y
seguidores permiten la multiplicación. Lo contrario, el irrespeto y la
traición, general divisiones en el cuerpo e iglesias abortivas.

5. La lealtad ayuda al crecimiento de la iglesia. ​


Trátese de una mega
iglesia o una red de iglesia, se necesita gente leal para consolidar un
proyecto de iglesia local ¡Cuánto más una visión internacional! El
autor lo dice así: “sin lealtad, las redes o denominaciones de las
iglesias constantemente sufren desintegración” ¡Esto es muy cierto!

6. La lealtad ayuda a tener un ministerio duradero. El ejemplo del


Señor Jesús es el mejor para ejemplificar este punto. Van casi dos
mil años desde que dijo “edificaré mi iglesia”, y damos testimonio
de que sus apóstoles hicieron el trabajo, los discípulos de ellos
también, y así ha perdurado la predicación del evangelio del reino
hasta nuestros días.

7. La lealtad ayuda a cosechar la recompensa total​


. Si somos leales
hasta el final escucharemos las palabras: “Bien hecho, buen siervo y
fiel”. ¡No puede haber mayor gozo y recompensa!

En el capítulo dos se desarrollan las etapas de la deslealtad, y se dan


varios ejemplos bíblicos de personas desleales.
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El espíritu independiente
Esta es una de las más importantes, ya que todo el mundo puede
identificarse en cierto modo ella. En algún momento, sea en la iglesia o en otra
ámbito de la vida, hemos obedecido parcialmente lo que nuestros líderes
dicen… únicamente lo que consideramos “verdaderamente importante”. Eso
delata nuestra falta de compromiso o cohesión con el cuerpo en el cual
servimos.
El caso real que estudiamos en la Biblia es el general Joab. En más de una
ocasión este pariente del rey David mostró su heroísmo, sin embargo, también
en más de una ocasión mostró deslealtad. El episodio que más atrae mi atención
es el asesinato de Absalón.
David dió ódenes expresas de que se tratara a su hijo rebelde con
misericordia… por amor al rey (2 Samuel 18:5) ¿Qué podemos pensar de Joab
cuando él mismo acaba con Absalón? Sin titubear hizo lo que creyó correcto… a
su parecer… sin considerar su amor por el monarca —¿Puede haber amor
cuando se compromete la lealtad?

Al final de su vida, Joab también se embarca en una conspiración en


contra de Salomón, el elegido de su padre David para sucederlo en el trono.
Terminó muerto a causa de su sed de poder y traición sistemática.

Ofensa, Pasividad y Críticas


Al espíritu independiente siguen la etapa de ofensa​
, y a ésta la pasividad,
y las críticas. Todo esto se evidencia en el caso de Absalón, hijo de David —ya
será notorio que los hombres de Dios constantemente lidian con gente
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desleal—. Su hermana fue violada por su hermanastro (ofensa), al no ver que se


le hiciera justicia tramó en silencio por dos años (pasividad) un plan para
martarlo. No conforme con eso, conspiró contra David, por quien no mostraba
ningún respeto criticándole a las puertas de la ciudad, y endulzando los oídos del
pueblo.

En las iglesias hay personas que han con heridas abiertas que si no se
tratan pueden convertirse con el tiempo en sujetos de conspiración. El
descontento puede llevar a la gente a la sublevación.

Otras etapas de la de la deslealtad con la ​


etapa política, el engaño, la
rebelión abierta, y la ejecución​
. De todos los ejemplos bíblicos mencionados en
el libro, no hay uno que haya tenido un buen fin: Joab y Absalón sufrieron
muertes violentas. Adonías, otro hijo rebelde de David también pereció después
de sublevarse (junto a sus aliados otrora amigos del rey. Lucifer fue desterrado
para siempre del reino de Dios. Judas, igual que los demás gozaba de aprecio y
una posición privilegiada, terminó cuestionando a su Maestro, y condenándose
a sí mismo a morir ahorcado.—el capítulo nueve habla en detalle sobre su
traición.
En un sentido metafórico, aquellos que traicionan al cuerpo de Cristo, a
sus hermanos y pastores, están sembrando para sí destierro y muerte espiritual.
Dios no respalda a quienes proceden con engaño y mala intención ¡son diablos!

El capítulo tres se concentra en definir lo que es la cultura de fidelidad —a


estas alturas, ya sabemos que la lealtad está ligada a la fidelidad y es opuesta la
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traición—. Es muy importante para una iglesia, especialmente para el liderazgo,


fomentar esta cultura, entendiendo que nuestra lealtad es para con Dios
primeramente, pero que si no amamos y honramos a quienes vemos, realmente
no somos fieles con el Señor.
No siempre estaremos de acuerdo en todo con el liderazgo, ya que éste
no es infalible, pero es nuestro deber ayudarles a alcanzar los objetivos
comunes. Dicho en palabras del autor: “si perteneces a una organización, no
eres independiente de esa organización”.

Un concepto que revoluciona mi pensamiento es el de la ​


persuación total
(capítulo cuatro). Uno no puede ser fiel a aquello de lo cual no está convencido.
El Obispo Dag lo dice así: “No permanezcas en un ministerio si tienes muchas
preguntas en tu cabeza. Respóndelas, o vete”. Es lo más sensato que podemos
hacer.
De vez en cuando pueden surgir dudas respecto a cómo nuestro liderazgo
está actuando. Precisamente, hay que enfrentar el problema, analizarlo con
honestidad, hablar con los líderes en buenos términos, hasta convencernos de
que todo está en orden… o si no lo está —Esa es la mejor forma de silenciar la
No admitas ninguna acusación contra un
murmuración y difamación… “​
anciano, a no ser que esté respaldada por dos o tres testigos” (1 Timoteo
5:19, Deuteronomio 19:15)

El capítulo siete aborda el tema del ​


asistente leal​
. En el mismo inicio
encontramos esta declaración: “el ministro asistente es una de las personas más
importantes del equipo ministerial. Él puede edificar o destruir el ministerio con
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sus acciones, con sus palabras e incluso con su actitud”. El asistente no es


meramente un subordinado, sino alguien que hace posible cristalizar la visión
del líder principal. Allí radica la eficacia de la lealtad.

Por otro lado el ​


asistente desleal (capítulo ocho) tiene una muy pobre
conexión con su líder. Rara vez orará por este, a no ser para quejarse en
presencia de Dios —la queja es afín con la deslealtad—. No es extraño que
prefiera alimentarse del pasto de otros rebaños (a través de Internet, por
ejemplo) que desmenuzar los sermones que semana tras semana el pastor
principal se esfuerza en preparar con amor. Conste, que nada malo hay con
escuchar otros predicadores, pero si esto sustituye lo que recibes en tu propia
casa espiritual es grave.

Leal = Incorruptible
Cayo Fabricio Luscino, un célebre general romano, nos da una importante
lección de integridad. Dice la historia que “hallándose el famoso general en la
más completa pobreza fue nombrado emperador por la República, para ir a
tratar con Pirro, rey de Epiro, sobre asuntos de la mayor importancia
concernientes a su patria. Pirro lo recibió en su corte con las mayores
distinciones y trató de inducirlo para que secundara sus proyectos, contrarios a
Roma, ofreciéndole honores elevados y grandes riquezas.” La respuesta Fabricio
le dió una lección a Pirro —y a nosotros—: “Si aún me crees honrado; ¿por qué
pretendes corromperme? Y si me crees capaz de dejarme sobornar, ¿de qué
puedo servirte?” ​
(LERÍN, Alfredo “500: Ilustraciones”, Casa Bautista de Publicaciones, 1965)
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Necesitamos más gente incorruptible en los equipos ministeriales.


Necesitamos ser esas personas íntegras que fortalecen la visión de nuestras
congregaciones y organizaciones. Siempre habrá un Pirro que nos motive a
erguirnos llenos de orgullo, o a alguien más de nuestro equipo, por lo cual no
debemos bajar la guardia.
A continuación algunos signos que nos hacen ​
desleales en potencia:
● Debilidades morales.
● Debilidades financieras.
● Fascinación por lo mundano (el autor enuncia “líderes mundanos”)
● Pensar que puedes hacer mejor el trabajo del líder.
● Atacar a la autoridad espiritual.
● Heridas sin sanar
● Arrogancia (en el libro habla de “gente petulante”)
● Un matrimonio tormentoso
● Excusarse siempre o culpar a otros
● No cumplir las promesas
● Buscan promoción y reconocimiento
● Creerse un “sabelotodo”
● No aportar a la obra con diezmos y ofrendas.
● Ausencias injustificadas
● Dar aprobación a alguien que toma decisiones equivocadas
● Calumniar (esto está muy relacionado con el significado de la
diablo​
palabra ​ )
● Siempre llega tarde a las reuniones (la impuntualidad transmite
cierto indiferencia o desinterés)
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Estas y otras características, actitudes o conductas minan nuestra vida y


nos hacen sospechosos de descontento, ingratitud, o frustrados. Con el tiempo
si no las superamos estas actitudes y nuestras acciones destruirán lo que
nuestros otrora respetados líderes edificaron.

Ser leal a alguien significa que no puedes ser leal a todos.


En cierta ocasión un pastor foráneo llegó a mi congregación para predicar.
Su enseñanza y testimonio me gustó mucho. No obstante, entre mi pastor y él
hubo cierto desacuerdo por temas menores. De cualquier forma, sería la última
vez que subiría al púlpito de nuestra iglesia.
Años más tarde los tres coincidimos en un evento. Vi como ambos
pastores se trataron con mucha amabilidad. Yo asistí a una de las charlas del
predicador foráneo sobre el ministerio musical —es mi área ministerial—, y
nuevamente me encantó. Al finalizar, me acerqué a este pastor para compartir
sobre más del tema. Platicábamos mientras caminábamos al siguiente salón
para su próxima charla. Y fue cuando me dijo algo que nunca olvidaré:
—Tu pastor no quiso que yo predicara más la otra vez. Tenemos nuestros
desacuerdos— Luego con mucha gentileza se despidió.
En el momento no entendí. Ya que lo había visto horas antes conversando
amenamente con mi pastor. Se mostraron muy respetuosos el uno con el otro...
Pero luego entendí. Este hermano “me paró en seco” porque era prudente
mantener cierta distancia. Yo estaba entusiasmado queriendo aprender más de
él, y no podía permitirse verse envuelto en “tráfico de ovejas” (aún sin ser
cierto). Le agradezco mucho haberme recordado que estaba bajo la autoridad
de mi pastor. Así demostró su lealtad al Señor y a su consiervo.
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Un ministro genuino es leal


En la Biblia leemos las palabras del apóstol: “Sed imitadores de mí, así
como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1)
En el libro objeto de nuestro estudio leemos esta inferencia del texto
bíblico “Un ministro genuino siempre te dirá: “No me sigas si no estoy siguiendo
a Cristo” ¡Esta es una actitud loable!

El apóstol Pablo fue un líder eclesiástico muy experimentado, fundó obras


en toda Asia, predicó a lo largo y ancho del imperio romano, hizo señales
milagrosas, pero también fue traicionado en ocasiones.

Jesús mostró su lealtad al Padre siendo obediente hasta la muerte. En el


huerto de Getsemaní se mantuvo fiel. Colgado del madero, siendo insultado por
una multitud, se mantuvo fiel. También él supo lo que es el abandono de sus
discípulos… en más de una ocasión. Supo lo que es ser traicionado, vendido, y
negado por sus amigos. Aún así se mantuvo leal a aquellos con quienes hizo el
pacto aquella última cena de pascua.
Sea uno un líder principal o asistente, de quien más puede uno aprender
es del Hijo de Dios.
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CONCLUSIÓN

Vivimos en los tiempos que Jesús profetizó, cuando “el amor de muchos
se enfriará”. Oímos de escándalos y abuso de poder desde plataformas
ministeriales. Gente sin escrúpulos se aprovecha de la buena fe de los incautos
“en el nombre de Jesús”. Algunos reaccionan con hermetismo cuando les hablan
de la iglesia y los líderes eclesiásticos. Piensan que éstos nada tienen que ver con
Dios, o que la comunión de los santos es algo meramente opcional.

Este escenario lamentable es producto de la deslealtad. Aquellos que


alguna vez sirvieron al Mesías y terminaron sirviendo a su estómago (Romanos
16:18), esquilando las ovejas del Señor en vez de apacentarlas. Estos desleales y
traidores son un cáncer que ataca al Cuerpo de Cristo.

No obstante, en vez de que los malos ejemplos nos hagan desertar,


debemos reafirmar nuestro compromiso con el Buen Pastor y su rebaño. Hay un
lugar para cada uno de nosotros donde desarrollamos la agenda del reino de
Dios, bajo el liderazgo de gente fiel al llamado del Señor. Si te encuentras allí, no
dejes que ninguna oferta o posición eclipse el propósito divino.

Si no somos leales a nuestros hermanos que nos lideran, a quienes


vemos, difícilmente lo seremos al Padre al que servimos, a quien no vemos.

Zabdiel David Rodríguez.


Curaçao, Mayo 2015

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