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Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo:
Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena
envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una
hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He
comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.
Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo
saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su
siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los
pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho
como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y
por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo
que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.
Lucas 14.15-24
De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y
llenó toda la casa donde estaban reunidos. Hechos 2.2
Cuando los creyentes se reúnen, para orar y adorar y buscar la presencia de
Dios sinceramente, la gloria de Dios se manifiesta a través de su Espíritu. Si
queremos ver tiempos de la gloria de Dios tenemos que buscar más personas
para que la casa se llene. No solo se trata de emoción por ver el crecimiento se
trata de que la comunión de los creyentes atrae la presencia de Dios.
Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión.
Donde se da esta armonía, el SEÑOR concede bendición y vida eterna. Salmo
133.3
Desde el pasado Dios ha traído su gloria sobre su casa, y debe ser nuestro
anhelo vivir tiempos de Gloria en la casa de Dios.
Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el
holocausto y los sacrificios, y la gloria del SEÑOR llenó el templo. 2 Tan lleno de
su gloria estaba el templo que los sacerdotes no podían entrar en él 2 crónicas
7.1-2
Cada creyente orando, cada lagrima derramada en la presencia de Dios, cada
corazón quebrantado, cada decisión por Cristo, cada alabanza, hacen que la
casa se llene de un perfume para Dios.
Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume
preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus
propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. Juan 12.3