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La incidencia de hematomas puerperales varía de uno en 300 hasta uno en 1 000 partos. La
nuliparidad, la episiotomía y el parto con fórceps son los factores de riesgo relacionados con
mayor frecuencia. En otros casos, los hematomas pueden aparecer después de lesión de un
vaso sanguíneo sin desgarro de los tejidos superficiales. Éstos pueden ocurrir con parto
espontáneo o quirúrgico, y la hemorragia puede ser tardía.
Hematomas vulvares
Estos hematomas, en particular los que aparecen con rapidez, pueden causar dolor muy
intenso. Este suele ser el primer síntoma que se nota. Los hematomas de tamaño moderado
pueden absorberse de manera espontánea. Los tejidos que cubren al hematoma se pueden
romper como resultado de necrosis causada por presión, y puede aparecer después
hemorragia profusa. En otros, el contenido del hematoma puede expulsarse en forma de
coágulos grandes. En la cavidad subperitoneal, la extravasación de sangre por debajo del
peritoneo puede ser abundante y en ocasiones letal.
Diagnóstico. Un hematoma vulvar se diagnostica con facilidad por dolor perineal intenso, y en
general aparición rápida de un tumor denso, fluctuante y sensible de tamaño variable,
cubierto por piel que muestra alteraciones del color, incapacidad para orinar, al examen de la
vagina, con descubrimiento de una tumoración redonda y fluctuante que invade la luz. Cuando
un hematoma se extiende hacia arriba entre las hojas del ligamento ancho, no siempre se
detecta a menos que una parte del mismo sea palpable a través del abdomen, o si se
desarrolla hipovolemia. Éstos son preocupantes porque podrían ser letales. Las imágenes
ecográficas o por CT ayudan a valorar la localización y extensión de los hematomas.
Tratamiento.
Los hematomas vulvares más pequeños identificados después de que la mujer sale de la sala
de partos pueden tratarse a la expectativa. Sin embargo, si el dolor es intenso o el hematoma
sigue agrandándose, el mejor tratamiento es la incisión y drenaje expeditos. Esto se efectúa en
el punto de distensión máxima junto con evacuación de sangre y coágulos y ligadura de los
puntos hemorrágicos. La cavidad después se puede obliterar con puntos de sutura de
colchonero. Con frecuencia, no se identifican puntos de hemorragia después que se ha
drenado el hematoma. En esas circunstancias, la cavidad se cierra por medios quirúrgicos, y la
vagina se tapona durante 12 a 24 h. Cuando hay hematomas del aparato genital, la hemorragia
casi siempre es mucho mayor que lo que se estima en clínica. La hipovolemia y la anemia grave
deben evitarse mediante la sustitución adecuada de sangre. La mitad de las mujeres con
hematomas que requieren reparación quirúrgica también necesita transfusión.
Embolización angiográfica. Puede usarse de manera primaria o, con más frecuencia, cuando no
se logra hemostasia mediante métodos quirúrgicos.
La rotura del útero puede aparecer como resultado de una lesión o anomalía preexistente,
relacionarse con traumatismo o complicar el trabajo de parto en un útero sin cicatrices
previas.
Rotura traumática
Rotura espontánea
Por estas razones, en mujeres con paridad alta todos los uterotónicos deben administrarse con
gran precaución para inducir trabajo de parto o estimularlo.
Anatomía patológica
La rotura del útero previamente intacto en el momento del trabajo de parto afecta con mayor
frecuencia el segmento uterino inferior adelgazado. La lesión, cuando está en la vecindad
inmediata del cuello uterino, a menudo se extiende en dirección transversal u oblicua. El
desgarro por lo regular es longitudinal cuando ocurre en la porción del útero adyacente al
ligamento ancho. Aunque aparece de manera primaria en el segmento uterino inferior, con
cierta frecuencia el desgarro se extiende más en dirección ascendente hacia el cuerpo del
útero o en dirección descendente a través del cuello uterino hacia la vagina. A veces, también
puede haber desgarro de la vejiga. Después de rotura completa, el contenido del útero escapa
hacia la cavidad peritoneal.
COAGULOPATÍA DE CONSUMO
Hipofibrinogenemia
Al final del embarazo, las concentraciones plasmáticas de fibrinógeno típicamente son de 300
a 600 mg/dl. Cuando hay coagulopatía de consumo, estas concentraciones a veces pueden
servir para proteger contra hipofibrinogenemia de importancia clínica. Para favorecer la
coagulación clínica, las concentraciones de fibrinógeno deben ser de alrededor de 150 mg/dl.
En presencia de hipofibrinogenemia grave, el coágulo que se forma a partir de sangre entera
en un tubo de vidrio al principio puede ser blando, pero no tiene que ser de volumen reducido.
Después, en el transcurso de media hora se hace bastante pequeño al tiempo que se
desarrolla la retracción del coágulo inducida por las plaquetas, de modo que hay extrusión de
muchos de los eritrocitos, y el volumen de líquido excede con claridad el del coágulo.
Trombocitopenia
Es probable que haya trombocitopenia grave si las petequias son abundantes, si la sangre
coagulada no se retrae en el transcurso de un periodo de alrededor de 1 h, o si las plaquetas
son raras en un frotis de sangre teñido. La confirmación se obtiene mediante recuento de
plaquetas.