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DEL ARQUITECTO
Facultad de Arquitectura
Universidad Nacional Autónoma de México
México 2015
La presente edición se financió con recursos del Programa de Apoyo Para la Innovación y
Mejoramiento de la Enseñanza (PAPIME) de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través del proyecto Raíces.
Documentos de apoyo a la enseñanza de la arquitectura mexicana (PE402307), adscrito al
Centro de Investigaciones en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Facultad de Arquitectura.
I.S.B.N. 978-607-02-1253-6
9 / PRESENTACIÓN
Ricardo Rivera Rodríguez
11 / PRÓLOGO
J. Víctor Arias Montes
15 / PREFACIO
Carlos Ríos Garza
19 / ESTUDIO INTRODUCTORIO
M. Alejandro Gaytán Cervantes
65 / IDEAS Y OBRA
Reinaldo Pérez Rayón
66 / Mis recuerdos
161 / La enseñanza del funcionalismo en la ESIA
169 / Premio Fundidora de Monterrey
173 / Ceremonia de fin de cursos de la generación 1963-1967 de Arquitectura
del Instituto Politécnico Nacional
176 / En el 7° Congreso Nacional de Arquitectos
184 / Una vida en la arquitectura
192 / Plática a los egresados del Instituto Politécnico Nacional radicados
en Querétaro
202 / Entrevista cuestionario
205 / Conferencia presentada en el Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México
211 / Mensaje en la renovación de la Mesa Directiva de la Sociedad de Arquitectos del
Instituto Politécnico Nacional
214 / Consideraciones sobre el estado actual de la arquitectura
224 / Palabras ante una distinción
227 / Unidad Profesional “Adolfo López Mateos”. Una propuesta funcionalista
237 / Presentación del libro Zacatenco, nombre presente en la historia del IPN
240 / Homenaje al arquitecto Reinaldo Pérez Rayón. Palabras del homenajeado
245 / Juan O’Gorman y el Politécnico
250 / Presentación del libro de José Antonio Padilla Segura
254 / Ceremonia de celebración de 50 años de la Unidad de Zacatenco
260 / A manera de epílogo
PRESENTACIÓN
Marcos Mazari Hiriart
Director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM
HAY IDEAS Y OBRAS que han obtenido un lugar indiscutible en la historia arquitectónica
nacional, donde muchas de ellas por su actualidad y vigencia continuarán presentes en el idea-
rio de nuestro arte. Este es el caso de la extensa gama de ideas y la amplia producción espacial
del arquitecto Reinaldo Pérez Rayón por los campos de la arquitectura mexicana, y que han
mantenido un lugar en las mejores páginas de esa historia.
Historia que se acrecienta por ser el más importante impulsor de la expresión arquitectónica y
urbanística de una institución hermana de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM): el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Entidades sin las cuales no podrían explicarse
cabalmente los aconteceres de la educación superior en México, incluyendo sus históricas ins-
talaciones.
Efectivamente, la presencia y la obra del arquitecto Reinaldo Pérez Rayón en al menos las úl-
timas seis décadas de la arquitectura nacional está impregnada de características particulares
que las convierten en universales.
Desde su temprano ingreso a la Escuela Superior de Construcción, con el tiempo transformada
en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, primero
como estudiante y posteriormente como académico, no ha dejado de luchar para que tanto la
formación profesional de los arquitectos como la producción de espacios habitables, pensados
y edificados por ellos, sean cada vez mejores en el marco de una profesión de servicio dirigida
a toda la sociedad.
A lo largo de toda su trayectoria profesional, ha mantenido ese principio básico emanado del
funcionalismo radical que, desde los años 30 del siglo pasado, ha permanecido como uno de
los principales postulados de la doctrina social de la arquitectura mexicana. Y ello, como se
podrá constatar al analizar su obra, lo orientó a una de las búsquedas más complejas y comple-
tas de nuestro hacer: pensar y postular un marco teórico, seleccionar los materiales, técnicas y
procedimientos constructivos más acordes con ese marco y llevar a la práctica un todo unitario
cuya expresión arquitectónica se convirtió en un paradigma de la arquitectura del siglo XX.
Sumado a ello, habrá de resaltar su incansable lucha para que el IPN contara, al igual que la
UNAM, con instalaciones propias de la más alta calidad tanto en su diseño como en su edifica-
ción. Por eso mismo, la historia del Politécnico está impregnada profundamente con las ideas
HACE ALGUNOS AÑOS, allá por 2002, se organizó el proyecto de investigación “Vigencia
del pensamiento y obra de los arquitectos mexicanos” donde, con financiamiento PAPIIT (Pro-
grama de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la Dirección Ge-
neral de Asuntos del Personal Académico de la UNAM), participaron como responsables Ra-
món Vargas Salguero y José Víctor Arias Montes cuyos trabajos concluyeron en 2006 con las
ediciones del libro Vigencia del pensamiento y obra de los arquitectos mexicanos y de los dos primeros
números de lo que hoy conocemos como Raíces digital.
Para el desarrollo, presentación y revisión de los avances de investigación se conformó el Se-
minario de Arquitectura Mexicana, en cuyo seno se escenificaron discusiones interesantísimas
sobre los temas que cada quien había decidido investigar. Así, participaron en el seminario
abordando diferentes temas que fueron incluidos en el libro citado: Ramón Vargas Salguero
(Vigencia del pensamiento y obra de los arquitectos mexicanos), J. Víctor Arias Montes (Ideas
sobre arquitectura en el diario El Universal, 1920-1930), Ma. De Lourdes Díaz Hernández (Vi-
gencia del pensamiento y obra del ingeniero Alberto J. Pani), Alejandro Gaytán Cervantes (Vi-
gencia del pensamiento y obra del arquitecto Juan O’Gorman en la arquitectura de México),
Antonio Lorenzo Monterrubio (Antonio Rivas Mercado. La vigencia de su pensamiento y obra
en la haciendas pulqueras de México), Alfonso Ramírez Ponce (El hombre y la arquitectura.
Reflexiones sobre el habitar), Gerardo G. Sánchez Ruiz (Encuentros internacionales de urba-
nismo e influencias en profesionales mexicanos, 1920-1930) y Araceli Zaragoza Contreras (El
diseño de periódicos y la aparición del suplemento como expresión de las aspiraciones del Mé-
xico moderno: rupturas y continuidades entre 1888 y 1940). Y sobre Raíces digital, trabajado
por Carlos Ríos Garza, cuya finalidad era y es el rescate en forma digital de revistas editadas en
México que han dejado de publicarse. De esta colección se rescató, en el primer número, la
edición monográfica de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos: Anuario 1922-1923; y el segun-
do número de la colección correspondió a los 14 ejemplares de la revista Arquitectura y lo demás.
Ambos productos, libro y discos, abrieron una nueva perspectiva para los estudios historiográ-
ficos de la arquitectura mexicana al ofrecer interpretaciones originales sobre diversos autores y
temas relacionados con la arquitectura así como para ampliar y consolidar, en cada participante,
su vocación por el estudio de lo propio sin menoscabo de lo universal.
En lo realizado por todos, permeó el concepto de “vigencia”, que en la presentación del libro
se explicaba así:
Por su calidad, consideramos que la dirección seguida por el Arq. Pérez Rayón, es
importante para continuar en México, el desarrollo de una arquitectura que solu-
cione principalmente los espacios que requieren las mayorías.
Aunque sabemos que su camino no es el único, también creemos que es una ruta
que es necesario conocer y continuar.
Alumnos de la Escuela
Superior de Construcción
con algunos maestros
entre ellos Juan
O’Gorman.
En el CAM. De izquierda a derecha: Arquitectos Carlos Obregón Santacilia, Reinaldo Pérez Rayón, Jorge L. Mede-
llín, Antonio Alcocer, Jorge González Reyna, Pedro Ramírez Vázquez, Alonso Mariscal, Ignacio Marquina, Ro-
berto Álvarez Espinosa y Juan Martínez de Velasco.
La obra de Pérez Rayón resulta significativa, ya que al aplicar sus conceptos, sintetiza sus ideas
de la siguiente forma:
SÍNTESIS DE SU PENSAMIENTO
• La arquitectura moderna es racional, por ser un producto de la razón, facultad que más dis-
tingue al hombre respecto a las demás especies. Las formas del diseño y de la arquitectura en
particular, tienen por objeto la utilidad, por lo que obedecen en mayor grado a la razón, mien-
IDEAS Y OBRA • REINALDO PÉREZ RAYÓN
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tras que las del arte tienen por objeto la contemplación y responden significativamente a la
imaginación.
• La arquitectura moderna es internacional, como lo es cada día más el hombre actual al que
sirve; igual sucede con los materiales, sistemas constructivos y recursos técnicos en general. No
obstante, la selección adecuada de éstos y la justeza de los programas de necesidades, continua-
rán expresando las diferencias locales, regionales o nacionales, de la ciudad y del campo.
• El gusto, al ser una relación causa-efecto, tiene lugar en el inconsciente y consciente, como
un sentimiento subjetivo del hombre. La diferencia del gusto que se da entre los distintos estra-
tos sociales, está determinada por las condiciones económicas y culturales; pero también asume
una intención política de mantenimiento y consolidación de su propia estratificación social.
• El gusto visual de la arquitectura será motivado por una concurrencia de cualidades ostensi-
bles: el planteamiento justo y cabal de las necesidades por cumplir, que den por resultado la
expresión de una satisfacción social. En el diseño, por lo correcto del ordenamiento, propor-
ción y relación de las partes.
• La arquitectura que debe gustar es la bien diseñada y realizada, como resultado del talento,
así como de la intención sincera y honesta del diseñador.
• Las revoluciones sociales, que le han otorgado al hombre igualdad de derechos, establecie-
ron un compromiso fundamental de la arquitectura: satisfacer las necesidades de espacio del
hombre común. Este compromiso implica dar respuesta a un cúmulo de demandas sociales:
viviendas, escuelas, hospitales, edificios y espacios para el deporte y la cultura, etcétera.
• La producción industrial de un objeto hecho por una máquina, significa que va a ser repro-
ducido en serie por cientos, por miles, por millones de veces con forma idéntica; por lo tanto,
éste debe ser concebido como prototipo, con requerimientos óptimos de funcionalidad, cali-
dad y costo para intervenir en un mercado de competencia. Debe ser el mejor en cuanto a efi-
• Hoy la arquitectura debe expresar un justo sentido de la economía, haciendo suya la premisa
del diseño y de la producción industrial: "máximo de eficiencia por mínimo de esfuerzo", en-
tendido esto como inversión de recursos humanos y físicos.
• Lo que parece ser una de las grandes paradojas de la historia, el abuso del desarrollo científi-
co y tecnológico, ha propiciado la explotación violenta de los recursos naturales, igual que el
deterioro del medio ambiente y nos ha acercado al auto exterminio, cuando, por otra parte,
nunca como ahora ofrece tantas posibilidades para hacer del Mundo un hábitat más conforta-
ble, más agradable y seguro.
• El urbanismo moderno no se conforma con pedir mayor cantidad de áreas verdes dentro de
la ciudad: proclama que ésta debe quedar inserta en la naturaleza misma.
Pero si no se toma en cuenta la celeridad en los cambios de las necesidades a satisfacer, da por
resultado que en corto tiempo se produzcan desajustes que contradicen la intención inicial de
los diseños y si los materiales y sistemas constructivos son los tradicionales, la obsolescencia
será permanente o muy difícil de superar.
Edificios escolares
• Casas habitación
• Edificios de Vivienda
• Edificios comerciales
Edificios de aulas
El plan libre y la modulación total, beneficiaron a los espacios, los elementos arquitectónicos,
instalaciones, la estructura y los muebles, fueron especialmente diseñados para esta edificación
por el Arq. Reinaldo Pérez Rayón y su equipo interdisciplinario.
El edificio tipo de aulas y salones de diseño con las partes generales al frente
Corte indicativo de los canceles separadores de los espacios en los edificios de la unidad
El Centro Cultural
Sala de proyecciones
Sección transversal
Fachada principal
Laboratorio de investigación
1974 - 1976
Terrenos del Mayorazgo. Límites de los
estados de México y Morelos
Corte transversal de los edificios tipo indicando su ubicación en diferentes niveles y la comunicación
entre ellos mediante puentes cerrados para protección del clima.
Planta general
Vista general
Vista de la comunicación entre dos edificios de aulas y salones de diseño a diferente nivel
Planta general
Planta baja
Fachada
Interior
Acceso de personas
y automóviles en la
fachada hacia la
calle
En esta edificación en Bosques de las Lomas, se logró la utilización de la luz natural en todas sus
fachadas. Su acceso peatonal en el noveno nivel de oficinas, se diferencia del estacionamiento de
automóviles en el sótano al que se accede por la calle de nivel inferior.
Corte transversal
Buenas Noches
Es para nosotros un orgullo participar en esta reunión, donde el arquitecto Reinaldo Pérez
Rayón, recibe, por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes, la Medalla Bellas Artes 2014.
Este merecido reconocimiento, permite destacar a su obra, entre aquellas que se inscriben en el
momento en que nuestra nación buscaba derroteros propios para su desarrollo. Su trabajo se
realiza de acuerdo a conceptos bien arraigados en la mayoría de los arquitectos egresados del
Politécnico, inscritos en la búsqueda de mejores espacios para los grupos mayoritarios de la
población del País.
Por eso, conceptos tan importantes como la racionalidad, la función, la elasticidad, entre otros
aciertos, toman su verdadera dimensión en cada una de sus obras.
La racionalidad de los espacios creados por él en todo género de edificios, se integra con ésta,
en el uso de los materiales y sistemas constructivos. Así es como plantea una concepción ra-
cionalista de su arquitectura en la que el elemento de mayor importancia es la función de cada
espacio, y con ello, la utilización de técnicas y métodos científicos, los que permitirán desarro-
llar una arquitectura acorde con la evolución de la sociedad; con su tiempo y espacio.
Cuando plantea la elasticidad en sus obras, inscribe cada una de ellas, en su tiempo, reflejándo-
lo en todos sus factores, reconociendo que en el espacio las condiciones funcionales, de uso,
cambian en diferentes sentidos; y debe adecuarse a las nuevas condiciones, sin perder sus ca-
racterísticas particulares.
Estas deben ser consideradas al adaptar un nuevo programa a los espacios que la componen.
En ello, es fundamental que la realización de cualquier modificación que actualiza a las nuevas
necesidades, se realice con honestidad y calidad profesional.
Por otra parte, el arquitecto Pérez Rayón plantea que el gusto visual de la arquitectura será mo-
tivado por una concurrencia de cualidades ostensibles: el planteamiento justo y cabal de las
necesidades por cumplir, que den por resultado la expresión de una satisfacción social en el
diseño, por lo correcto del ordenamiento, proporción y relación de las partes, la calidad cons-
tructiva, el valor y adecuación de las obras, la comodidad y lo agradable. La arquitectura debe
Tratamos de resumir lo vigente, tanto de los conceptos como de la obra profesional del arqui-
tecto Pérez Rayón en los siguientes diez puntos:
1.- Una arquitectura moderna y funcional, como punto de partida para la solución de todos los
espacios que configuran cualquier obra arquitectónica.
2.- Definición de sistemas modulares de medidas, como el componente integrador de los es-
pacios: los elementos arquitectónicos, con los estructurales y los muebles.
3.- Integración de la industria y sus procesos, a la obra arquitectónica, de acuerdo con nuestras
características socio económicas, para la solución de los espacios que en forma mayoritaria
requiere nuestra sociedad.
4.- Realización del diseño en tres escalas:
a) Espacios urbanos,
b) Espacios arquitectónicos y
c) Mobiliario.
5.- Diseño y fabricación específica de elementos estructurales, arquitectónicos y mobiliario,
con un carácter universal (Fórmulas generales).
6.- Utilizar las bondades de los nuevos materiales, en los elementos arquitectónicos y estructu-
rales, por su resistencia, flexibilidad, maniobrabilidad, y rapidez en su construcción.
7.- "Soluciones masivas, a problemas masivos", como en la satisfacción a las necesidades de
vivienda, de edificios para enseñanza, el trabajo, la cultura y el deporte.
8.- Creación de nuevos espacios colectivos, en edificios verticales, disminuyendo los costos
del terreno, con la satisfacción completa y razonable, de los requerimientos de espacio.
9.- Mejores aplicaciones para los nuevos materiales, nacionales, con sistemas constructivos y
procesos de obra lógicos, así como con su utilización regional.
10.- Máxima flexibilidad de los espacios, en una sociedad donde las necesidades de uso cam-
bian constantemente.
1
Las primeras ciudades creadas durante la Colonia, obedecieron a las normas establecidas en España: una traza rigurosamente
ortogonal con manzanas alrededor de un núcleo central conteniendo una plaza de armas con la catedral y los palacios del vi-
rrey y el arzobispado. Puebla fue el mejor ejemplo.
Las manzanas más cercanas al centro eran destinadas a las viviendas de las principales familias. Consistían en una sucesión de
piezas, las principales hacia la calle, alrededor de un patio con la escalera para acceso al segundo piso y pocas veces a un terce-
ro. Las piezas destinadas para vivienda, solían ser iguales en tamaño y se comunicaban entre si, al interior por vanos sin puerta
y al exterior por un pasillo abierto al patio, con un barandal en los pisos superiores, que con frecuencia contenía arillos para
macetas floreadas.
Las piezas se diferenciaban sólo por su uso. Generalmente una era la sala, seguían las recámaras, (en algunas la privacidad de la
cama se lograba con dosel, cortinas a los lados y al frente) luego el comedor y la habilitada para cocina, finalmente la destinada
al excusado, ya de tipo “ingles” y la tina, que se llenaba con agua calentada para el baño familiar del sábado. Para el aseo diario
de las manos y de la cintura hasta la cabeza se usaba el aguamanil de las recámaras, que consistía en una estructura metálica,
con un arillo arriba para la palangana y repisa abajo para le jarra de agua, del arillo superior salían semiaros para el jabón y la
toalla. En Veracruz ya había regadera en el patio.
En la planta baja, las ventanas hacia la calle, se iniciaban cerca del piso, se protegían con rejas metálicas y en las puertas con
vidrios se colocaban visillos de tela delgada para dejar pasar la luz pero no la vista. En la planta alta con alguna frecuencia se
ubicaban balcones hacia la calle.
En las manzanas más alejadas del centro se ubicaban las vecindades, como la que referiré después.
Así era en la época de mi niñez, aunque en la casa a la que llegamos en Veracruz, naturalmente por el clima, ya tenía una rega-
dera en un espacio del patio, cerrado con tablas de madera.
A LA EDAD DE OCHO AÑOS nos fuimos a vivir a Veracruz. Me parece como si este hecho
acotara un segmento de mi vida muy especial, desde la niñez hasta la adolescencia. La razón del
traslado de mi familia fue que el tío Enrique, hermano de mi abuelo materno, siendo jefe de la
Oficina de Pesas y Medidas en ese puerto, dependiente de lo que fue la Secretaría de Fomento,
le ofreció trabajo a mi papá quien, seguramente, más por necesidad que por conveniencia, lo
aceptó.
Con el tiempo he valorado lo que estas oficinas significaron para el país: unificaron el sistema
de medidas que prevalecía anacrónicamente, diverso e impreciso, imponiendo el métrico deci-
mal; y (dolorosamente tarde) el trabajo sacrificado de mi papá, recorriendo el estado, a veces a
caballo, a veces en burro, con ríos crecidos, durmiendo donde se podía, padeciendo hemorroi-
des y una hernia casi congénita. Cuantos méritos se ignoran injustamente.
Tomamos una casa pequeña, modesta pero de un tipo, como las de hoy de interés social, que
predominaba en el puerto, y habían sido promovidas por Herón Proal, un socialista que procu-
ró mucho por el bien de la comunidad. La sociedad que nosotros encontramos carecía, por lo
menos ostensiblemente, de una marcada estratificación social, característica de las ciudades del
centro, por lo que parecía estar constituida por una predominante clase media de la que nos
sentimos formar parte.
Para mí fue una excitante experiencia: el mar, el clima cálido, la vida al exterior de la casa como
si la calle fuera su continuidad. Veracruz era el primer puerto del país, la entrada y salida de Eu-
ropa y los Estados Unidos. Viajeros que se movían con sus grandes baúles entre el Ferrocarril
Mexicano con sus coches pulman, sus portiers de filipina blanca, y los más grandes y lujosos
trasatlánticos del mundo, cuyas tripulaciones con sus trajes de gala hacían presencia al anoche-
cer en la plaza de armas, amenizando a veces el paseo con sus propias orquestas.
Ver entrar o salir del puerto esas enormes moles flotantes, sobre todo en las noches, ilumina-
das y tocando sus sirenas. Visitarlos y bajar con algún objeto comprado con la sensación del
pequeño contrabando, una botella de vino español o de un perfume francés. El olor caracterís-
tico de los barcos, el idioma diverso de sus marineros. Todo colmaba mi imaginación. Así en
mis sueños de niño, recorrí todos los mares, visité países exóticos, resistí las más cruentas tor-
mentas, y combatí con los más feroces piratas.
Como la ciudad en ese entonces era chica, desde un principio, a pesar de mis pocos años, gocé
de una gran libertad; sobre todo cuando al poco tiempo tuve mi bicicleta, la recorría de cabo a
rabo. Por la esquina de la casa pasaba uno de los clásicos tranvías, descubiertos a los lados para
dejar pasar la brisa, ¿cómo poder olvidarlos? Era una aventura colgarse atrás de mosca y bajarse
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Seguí con libros que fueron apoyando mi irreligiosidad, como la “Ciudad de Dios” de San Agustín de Hipona, gran fi-
lósofo de la Iglesia que dijo: no puede haber seres viviendo abajo en la Tierra, pues caerían al vacío, 8 siglos después de
que los griegos Eratóstenes y Aristarco midieran la redondez de la Tierra y la inclinación de la eclíptica, y 12 antes de co-
nocer las leyes de la gravedad de Newton. La Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, siglo XIII d. C. o la Biblia,
que no es un libro con un principio, un desarrollo y un final.
La Biblia consta de dos partes, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El primero es una recopilación de escritos
de diferentes autores, profetas, hecha en Palestina durante el primer milenio antes de Cristo. El segundo lo integran cuatro
evangelios escogidos por la Iglesia entre muchos otros. Estos llamados canónicos son atribuidos a cuatro de los apóstoles,
Mateos, Marcos, Lucas y Juan, que acompañaron a Jesús, considerado hijo de Dios, y que en una forma algo diferente na-
rran su vida, su muerte y su resurrección, escritos supuestamente a varios años de haber sucedido.
La Biblia por lo tanto, puede leerse por partes y sin un necesario orden. La importancia le viene, histórica, por haber sido
Palestina un cruce de culturas antiguas que dejaron rastros, y religiosa, por haber sido sacralizada por el Pueblo Judío en
el Antiguo Testamento, e igual sacralizada por los cristianos que la aumentaron con el Nuevo Testamento que comprende
los cuatro Evangelios Canónicos, más el Apocalipsis.
Las partes son diversas: Míticas las dos versiones diferentes del Génesis, que narran le creación por Dios del universo e
incluyendo al hombre con polvo de la tierra y a la mujer con una de sus costillas. Otras de igual ingenuidad como Jonás
viviendo en el vientre de una ballena. Bellas y eróticas como los Cantares del Rey Salomón. Crueles como la destrucción
de Sodoma y Gomorra en la que solo se salva Lot, pero su mujer, por voltear a ver la destrucción, se convierte en estatua
de sal. De incestos cuando las dos hermanas convienen en emborrachar al padre para cohabitar de noche con él y procrear
hijos, y tal como tuvo que ser con Eva y sus hijos. Proverbios sapienciales. Etcétera.
Todas las religiones han tenido un libro sagrado: El Libro de los Muertos de los egipcios. Los Vedas de los Indues, el Co-
rán de los musulmanes, etcétera, y nuestros más cercanos, el Popol Vuh de los mayas y el Chilam Balam de los mayaqui-
chés, en estos dos últimos, Dios crea a los seres humanos a partir de una mazorca de maíz.
En la Presa Boulder
SEGUÍ MI CAMINO PERO MUY IMPRESIONADO por la muchacha que acababa de ver
por segunda vez.
En la calle siguiente de su casa vivía un compañero de la escuela, Carlos Cuevas, al que de in-
mediato recurrí para informes. Por él supe que se llamaba Leonor pero que todo el mundo la
conocía como Nora —cosa afortunada pues el nombre le Leonor lo asociaba con la muy bue-
na, pero muy fea amiga que había tenido— pero lo más importante que me dijo fue que no sa-
bía que tuviera novio.
Me propuse conquistarla como lo decían y hacían los muchachos de mi época cuando alguna
muchacha les gustaba. Esto implicaba un cortejo con todos sus rituales. Un primer abordaje
que se iniciaba con “me permite acompañarla” y la consabida respuesta de “no me permiten
tratar con desconocidos”. Por fortuna en esta ocasión pude echar mano de un recurso: soy
amigo de Carlos Cuevas y como él es su amigo yo también podría serlo, creo que por ahí, más
o menos, fue la cosa. El caso es que si como era normal no hubo una aceptación inmediata, si
dejó la posibilidad de que continuara el cortejo (generalmente la cortejada emitía signos indica-
dores de la posibilidad o imposibilidad de éxito).
El cortejo continuó. Con frecuencia acompañaba a Carlos a su casa saliendo de la escuela con
la idea de encontrar a Nora, hasta que ella me dio el sí y nos hicimos novios. Desde el principio
acostumbramos vernos todos los días, yo desde luego sentía estar enamorado y feliz como lo
había estado con otras novias. Al poco tiempo Nora tuvo que ir a Monterrey a visitar a la Nena
su hermana. Tal vez dos o tres semanas durante las que nos escribimos cartas en las que paten-
tizábamos nuestro amor. Pero cuando ella regresó, en el momento en que la vi, sentí algo im-
borrable: volví a sentir el amor profundo que una vez había sentido y cuya sensación, tal vez,
había quedado en el fondo del mi inconsciente, esperando una nueva oportunidad. Sólo que en
este caso iba a ser para toda la vida.
El recuerdo que guardo de nuestros tres años de noviazgo es que fue dulce y apacible, creo que
nunca nos dejamos de ver, pues si nos disgustábamos siempre encontrábamos la forma de con-
tentarnos para vernos al día siguiente.
Nos veíamos todos los días en la noche, en la puerta de su casa o adentro cuando llovía o hacía
frío, en lo que servía como hall pasando la puerta. Cuando Nora trabajó en Liverpool, enton-
ces sólo existía como uno de los principales almacenes en el centro de la ciudad, la iba a espe-
rar a la salida y nos veníamos a su casa en tranvía. Cuando nos veíamos en la mañana nos íba-
mos al parque deportivo Plan Sexenal que quedaba junto a su casa. Algunas veces le dieron
permiso para ir al cine con la condición de llevar el consabido chaperón, que le tocó ser a Fer-
DE MIS GUSTOS, creo que tiene un lugar especial el de los viajes. No sé si mi infancia en Ve-
racruz, con la presencia de barcos venidos de todo el mundo, lo que también me motivó a co-
leccionar timbres postales, que obtenía en las agencias aduanales del puerto, o mi gran afición
por la lectura, o mis clase de teoría de la arquitectura y del urbanismo, primero recibidas y lue-
go impartidas, o mi simple deseo de conocer, determinaron en mi un afán de viajar que he
conservado toda mi vida y que fui contagiando a Nora.
Nora desde joven y hasta la fecha se ha interesado por ampliar su cultura. Llevó primero, con
gran aplicación, cursos de inglés en el Instituto México-Norteamericano hasta llegar a hablarlo
y entenderlo. Posteriormente en el Instituto Francés para la América Latina llevó por varios
años cursos para aprender el francés, hasta llegar también a hablarlo y entenderlo, así como
otros muy interesantes de cultura francesa. Además los que ha seguido tomando, historia de las
religiones o de culturas orientales, entre otros.
Esto la ha hecho disfrutar, los viajes que ya sólo por placer he hecho con ella. Así, por ejemplo,
en Francia y España hicimos recorridos siguiendo algunas de las rutas de peregrinación de la
Edad Media hacia Santiago de Compostela, marcadas por una sucesión de ermitas románicas
de gran belleza. En otras ocasiones, con intereses similares, bien en las grandes catedrales góti-
cas, bien en la arquitectura y el arte bizantino.
Nuestros viajes en América, además de los hechos a Estados Unidos y Canadá, incluyeron
Guatemala con su zona maya y la ciudad de la Antigua, donde disfrutamos sus calles con efí-
meras alfombras de flores para la celebración de la Semana Santa. Perú, donde desde Iquitos,
embarcados en el río Nico llegamos a un punto del río Amazonas, habitado por la tribu Yagua,
conociendo su forma de vida primitiva, y adentrarnos, por un momento, a la espesura de la
selva amazónica. La antigua y bella ciudad de Cusco, pero sobre todo la maravilla prehispánica
de Machu Picchu.
A Cuba viajamos al término de la Revolución encabezada por Fidel Castro y su grupo, inclu-
yendo al Che Guevara. Los familiares de Nora, españoles radicados ya de tiempo ahí, nos reci-
bieron y agasajaron con cariño. El tío, ya mayor, había conseguido de Fidel, el conservar parte
de la tierra que cultivaba, gracias a lo cual la familia parecía mantener condiciones satisfactorias.
Ya ahí, pudimos percatarnos del entusiasmo, casi eufórico, sobre todo de los jóvenes por el
triunfo de la Revolución y la fe en un promisorio futuro para el país. La mayoría de la gente de
recursos y privilegios del régimen anterior, había podido salir y radicarse en el punto geográfico
más cercano, Miami, Florida, desde donde mantenía su oposición al sistema socialista estable-
cido por Fidel Castro. Los Estados Unidos, que desde luego los apoyó, declaró un boicot eco-
CREO HABER SIDO UN SER AFORTUNADO. Rodeado siempre de cariño; de mis padres,
pues siendo hijo único, concentraron en mi todo el suyo, pero no fue posesivo, ya que siempre
gocé de gran libertad; de mis abuelos, de mis tíos y naturalmente, después, de mi mujer, de mis
hijos y de mis nietos y bisnietos. Por eso yo también he estado lleno de amor por todos ellos.
Toda mi vida la he pasado en un país sin guerras ni golpes de estado y es más, siendo refugio
de perseguidos políticos, españoles, argentinos, chilenos, etc. Gozando de libertad para expre-
sar las ideas, religiosas o políticas. También constatando su gran desarrollo.
He llegado a la vejez sin el sufrimiento de la pérdida de alguno de mis seres más queridos, sal-
vo aquellos, padres, abuelos y tíos que por razón natural tuvo que haber sido.
La vida, razonablemente, ha colmado todas mis expectativas.
Desde la escuela me fijé la meta de ser arquitecto, es decir, de que mi actividad en la vida fuera
la de crear casas y edificios y tal vez alguna ciudad, porque desde los primeros proyectos he-
chos en el restirador de la escuela, supe que eso era lo que me gustaba y querría hacer por el
resto de mi vida y así ha sido, sin que desde luego fuera fácil.
En nuestro contexto social, para hacer arquitectura se requieren una serie de condiciones: tener
recursos económicos, relaciones sociales, una vocación firme y suerte. Yo, careciendo en abso-
luto de las dos primeras, conté con las dos últimas, lo que no dejó de implicar una terca lucha
para cumplir el propósito.
La obra de Zacatenco es, posiblemente, la más grande realizada por un solo arquitecto con sus
colaboradores, en México.
En el transcurso de la vida no faltaron oportunidades para haberme salido del camino trazado.
Por ejemplo, cuando José Antonio Padilla Segura, terminaba su periodo como Director del Po-
litécnico, él y Víctor Bravo Ahuja, siendo Subsecretario de Educación, trataron insistentemente
de que aceptara ser propuesto al Presidente como el próximo Director del Politécnico.
Al defender mi negativa, propuse a Guillermo Massieu, investigador científico de mucho pres-
tigio y con una carrera académica que yo no tenía. No sé si debido a mi propuesta, él fue el de-
signado. Después, en algunos momentos cuando lo vi, por ejemplo, con el Presidente de la
República o acompañando a Charles de Gaulle en su visita al Politécnico, no dejé de sentir al-
gún cosquilleo en el fondo de mi vanidad. Pero cuando por los acontecimientos del sesenta y
ocho, estando cerca de él, me percaté de lo angustioso de su situación, de cómo insistió ante
Díaz Ordaz para que le aceptara su renuncia y la contestación de no doctor, los generales se mueren
en la trinchera, sentí lo afortunada que había sido mi negativa.
Marzo de 2014.
Honorable presídium
Señoras y señores:
AGRADEZCO PROFUNDAMENTE la distinción de que he sido objeto por parte de los di-
rectivos de la Cía. Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey al considerarme acreedor al pre-
mio instituido para la mejor aplicación del acero en la arquitectura; pero, sobre todo, deseo ha-
cer patente mi convicción de que este gesto altruista será altamente positivo como estímulo al
desarrollo en nuestro país de una arquitectura avanzada que, para serlo, requiere de la mejor
aplicación de los materiales a su vez más avanzados.
Es incuestionable que la historia de la arquitectura es la del incesante esfuerzo realizado por el
hombre para lograr el confinamiento del espacio que requiere para satisfacer cada vez mejor
sus necesidades biológicas y espirituales, individuales y sociales, valiéndose, para ello, de los
mejores recursos técnicos a su alcance.
Es asimismo incuestionable que, al ser estos recursos técnicos factores limitativos en un mo-
mento dado, para la consecución de sus fines, ha luchado siempre por superarlos; y podríamos
afirmar que la evolución de la arquitectura es la evolución de los sistemas constructivos que re-
sultan del mejor aprovechamiento de los materiales.
Una consideración general de los períodos más caracterizados de la arquitectura nos permite
encontrar un afán común y permanente en sus realizaciones: cubrir cada vez más grandes espa-
cios con cada vez menos apoyos.
Limitada la arquitectura en el pasado al uso de un número muy restringido de materiales —la
madera, la arcilla y la piedra—, su mayor preocupación era la de obtener de éstos el óptimo
aprovechamiento posible y tuvo que ingeniarse para lograr disposiciones estructurales con las
cuales el trabajo resistente de los mismos fuera el más adecuado.
De esta manera logra el hombre obtener el mayor partido posible de una disposición tan sim-
ple como el dintel y nos maravilla con el Partenón; logra realizaciones extraordinarias con el
Señoras y señores:
NUESTRA REALIDAD se significa por una aceleración de los cambios que han venido suce-
diéndose en todos los órdenes social, económico político y cultural. Esto nos determina la ne-
cesidad de reconsiderar, día a día, nuestra forma de pensar y de actuar, si no deseamos acabar
siendo unos desajustados con nuestro mundo o que nuestra actuación, sobre todo en la medida
en que constituya una aportación social, llegue a carecer de sentido.
Ante los cambios y ante el desconcierto provocado por los mismos, debemos tratar de asumir
una actitud crítica para discernir que valores y fines deben subsistir por permanecer las causas
que los determinan y cuales son intrascendentes o meramente coyunturales.
La arquitectura es el satisfactor de necesidades humanas más importante, después del alimento
y el vestido, tanto en lo individual como en lo social. Por lo tanto no solo es impactada por los
cambios sino que a su vez los refleja como en un espejo.
Así, la arquitectura, que entendemos como moderna, se gestó en las últimas décadas del siglo
pasado y se generalizó en las primeras de este siglo. Surgió como consecuencia de los cambios
que habían tenido lugar a partir del Renacimiento en el orden social, en el económico, en el po-
lítico, en el científico y tecnológico y en el artístico y cultural.
El humanismo que se gestó con el Renacimiento dio una visión diferente del mundo y del
hombre. Desde Copérnico hasta Einstein, el Universo adquirió dimensiones comprensibles ca-
si solo matemáticamente. Nuestro mundo, de centro del Universo, pasó a ser solo una de sus
partículas.
La historia y los procesos sociales son interpretados científicamente, sobre todo a partir de que
Marx y Engels desarrollan la concepción filosófica del materialismo dialéctico. Darwin y los
demás evolucionistas encuentran las raíces del hombre a partir de la evolución de las especies.
El psicoanálisis de Freud y las investigaciones de Pavlov, enriquecen el conocimiento científico
al tratar de explicar las motivaciones del sentimiento y de la conducta humana.
Estimados compañeros:
ANTES QUE OTRA COSA, les expreso mi agradecimiento por la oportunidad que me brin-
dan de platicar con ustedes, a los que me siento unido por el cariño a nuestra institución.
Siempre que he tenido la oportunidad de hacerlo con grupos de provincia he constatado la fra-
ternidad que motiva el origen escolar común.
Desde mi egreso del Politécnico, mi vida profesional ha seguido, de alguna manera, ligada al
mismo.
Primero como maestro a los pocos años de egresado, y después por la afortunada circunstancia
de que las realizaciones más importantes de mi trabajo profesional fueron al servicio del Insti-
tuto.
Paralelamente, mi pertenencia a la Junta Directiva de la Universidad Autónoma Metropolitana,
primero, y al Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República, después, me
acercaron al problema de la educación superior en el país, del cual el instituto forma una parte
importante, de su problemática.
A los 15 años de edad, en 1935, ingrese a la Escuela Superior de Construcción, que en uno o
dos años más pasaría, con el nombre de Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura a formar
parte, junto con otras escuelas técnicas, de lo que sería el Instituto Politécnico Nacional.
En ese momento pasó algo en la escuela para mi y mis compañeros de generación muy intere-
sante y que determinó nuestra formación futura.
En Europa y en Estados Unidos se había gestado un movimiento en el arte, en el diseño indus-
trial y en la arquitectura, según el cual, la nueva arquitectura resultante —que fue conocida al
inicio como funcional pero en general desde entonces como arquitectura moderna— implicó
un cambio no solo formal sino fundamentalmente conceptual.
Distinguidos invitados
Estimados compañeros
Señoras y señores.
UNA VEZ MÁS, acudimos al acto de renovación de la mesa directiva de nuestra Sociedad de
Arquitectos del Instituto Politécnico Nacional. Este acto, nos da la oportunidad de constatar el
cumplimiento permanente de sus elevados fines, así como el de asumir, con entusiasmo, el
compromiso de un renovado esfuerzo para la superación de los mismos.
Queriendo recordar en forma breve estos fines, los sintetizamos diciendo: que concurren a la
elevación cultural y profesional de sus agremiados, para propiciar un mejor desempeño, como
creadores de arquitectura, en el ámbito de una sociedad con la que, por su origen de escuela,
deben estar especialmente comprometidos.
La fidelidad a los mismos y la preocupación de su cumplimiento, por parte de las sucesivas di-
rectivas que la han presidido, a través de más de cuarenta años de existencia, han sido la base
firme en que se ha sustentado el prestigio que nuestra sociedad ha llegado a adquirir, tanto en
el ámbito profesional de la arquitectura, como en el de la comunidad politécnica y de la socie-
dad en general.
El cumplimiento de estos fines y principios fundamentales, ha implicado, naturalmente, la rea-
lización de acciones con propósitos más concretos: unas, enfocadas a la preocupación por la
enseñanza de la arquitectura en nuestra escuela, con el ferviente y mantenido deseo de que lle-
gue a ser una enseñanza de excelencia. Otras, encaminadas a auspiciar la relación gremial de los
arquitectos egresados del politécnico, con una participación más amplia, en las principales
agrupaciones de carácter supraescolar, como son: la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, el Co-
legio de Arquitectos de México, y las dos academias existentes, a fin de sumar esfuerzos, en
beneficio del gremio en general. Otra, no menos importante, es la de difundir la obra arquitec-
Muchas gracias.
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, tuvo lugar un cambio en la arquitectura, tal vez el más signi-
ficativo en toda su larga historia, porque a diferencia de los que habían venido sucediéndose
mediante los estilos artísticos, que atendían más a las formas externas, en este caso, el cambio
fue más conceptual que simplemente formal, al afirmar contundentemente el papel de la arqui-
tectura como satisfactor social, de acuerdo a las nuevas condiciones imperantes. Esto implicó
la mayor preocupación por satisfacer las necesidades humanas, con preferencia las de los gru-
pos más necesitados, por lo tanto también con la mayor economía, mediante el mejor aprove-
chamiento de los recursos tecnológicos.
Viollet le Duc, el gran arquitecto francés, a mediados del siglo XIX, con gran visión, ya había
anticipado la necesidad de una arquitectura nueva que expresara con sinceridad sus posibilida-
des estructurales y constructivas y las necesidades por satisfacer.
La nueva arquitectura, con esta conceptualización, moderna, funcional, racional, internacional,
orgánica, etcétera, como se le ha adjetivado, en referencia a sus características, todas concu-
rrentes, al comprometerse a satisfacer con la mayor eficacia y economía, las necesidades huma-
nas, este compromiso tuvo que ser el condicionante de las formas plásticas resultantes, y que la
belleza fuera la consecuencia natural de la expresión sincera de la finalidad lograda.
Louis H. Sullivan, uno de los principales iniciadores de la nueva arquitectura en Estados Uni-
dos dijo en forma contundente y con ahorro de palabras: la forma sigue a la función.
Históricamente la arquitectura no solo ha estado determinada por las condiciones sociales, po-
líticas, económicas y culturales, sino que a su vez ha contribuido al mantenimiento de dichas
condiciones y en forma muy importante del poder político. No en balde, las obras más signifi-
cativas que nos han sido legadas del pasado, son palacios y templos, cuya magnificencia ha ido
en relación con el poder de los príncipes y de las iglesias que las usufructuaron.
Sin remontarnos demasiado al pasado, debemos puntualizar las condiciones cercanas que ges-
taron la nueva arquitectura:
DESEO EMPEZAR DICIENDO: muchas gracias doctora María de los Ángeles Rodríguez
Álvarez, afectuosamente doctora Mara. Muchas gracias por este libro. En lo particular por las
referencias a mi persona, más amables que meritorias.
Ahora debo hablar por las impresiones que me han causado el libro cuyo tema, como ustedes
comprenderán es para mi entrañable.
Primero que está hecho con un gran profesionalismo, un rigorismo histórico que no deja rin-
cones sin esculcar. Expuesto con un lenguaje depurado y preciso, a la vez que sencillo. Con
una buena presentación.
Después, y esto para mi es lo más importante, que deja trascender el espíritu con que se conci-
bió Zacatenco, esta Unidad Profesional que con justicia lleva el nombre del presidente López
Mateos.
Este espíritu implicaba grandes retos. El primero, el propósito de rescatar la dignidad del Poli-
técnico, Institución tan cara a nuestros sentimientos como sus egresados, y que estimábamos
que de alguna forma se degradaba con las construcciones que se llevaban a cabo en Santo To-
más, de la llamada Ciudad Politécnica por emulación a la entonces reciente Ciudad Universita-
ria, pero con un marcado y triste contraste entre ambas. Pues mientras la segunda se había rea-
lizado con amplia suficiencia tanto en terreno como en inversión, la segunda se realizaba con
una pobreza en todos sentidos.
Esta situación se consigna en el libro de la Doctora, con mayor amplitud.
Otro reto lo constituía la gran oportunidad de concretar los principios, sustentados por la ar-
quitectura moderna profetizada por Viollet le Duc, el gran arquitecto francés, a mediados del
siglo XIX cuando expresó la necesidad de una nueva arquitectura para satisfacer las necesidades
del hombre moderno con el uso de su avanzada tecnología
Sr. Dr. José Enrique Rivera, director general del Instituto Politécnico Nacional
Distinguido presídium
Señoras y señores:
A MIS CASI OCHENTA Y OCHO AÑOS, puedo tener la certidumbre de haber sido un
hombre afortunado, con una vida sencilla, sin dramatismos ni heroicidades, difícilmente sería
tema para un escritor. En cambio me ha ofrecido algunos privilegios y muchas íntimas satisfac-
ciones, como este homenaje que me conmueve profundamente, por gestarse en la Institución
que siempre he llevado cerca del corazón y porque tiene lugar en el ocaso de mi vida
Nací el año 1918, en el que terminó la Primera Guerra Mundial y cuando acontecía en el país,
uno de los movimientos más importantes de nuestra historia: la Revolución que nos ubicó en
la modernidad, y con el tiempo nos llevó a un largo periodo de paz que permitió un desarrollo
social, económico y político del país.
El haber vivido durante mi larga existencia en este periodo, sin guerras, sin golpes de estado,
envidiable en comparación con otros países, principalmente los latinoamericanos, convirtién-
donos incluso en refugio para los perseguidos políticos, muchos de gran valor personal y en el
que gozamos de una apreciable libertad para pensar y opinar, entre otras, fue un privilegio.
Mi vida familiar ha sido una fuente de satisfacciones: me casé con la mujer que ha sido el amor
de toda mi vida, el 7 de mayo de 1945, día en que se firmó la paz de la Segunda Guerra Mun-
dial. La víspera presenté mi examen profesional en la ESIA. Tuvimos un hijo, también arquitec-
to politécnico, y dos hijas, todos buenos cariñosos, al igual que los ocho nietos que nos dieron.
Dos bisnietas y un biznieto, son para mí como flores de la vida.
ANTES QUE NADA me sumo al reconocimiento del meritorio esfuerzo realizado por José
Antonio para la realización de tan magnífica obra.
En cuanto a la misma, dada su magnitud, brincando de título a título, de capitulo a capítulo, y
deteniéndome en las partes que especialmente me capturaron, pude llegar a una visión tal del
conjunto que me permite llegar a algunas apreciaciones.
Una de las características inherentes al ser humano es la curiosidad, el deseo de saber cómo son
las cosas y los eventos del mundo que lo rodea. Las que percibe a través de los sentidos y las
piensa con la mente. Así ha sido desde el Homo Sapiens, sobre todo cuando a éste lo pasma-
ron por lo placentero, o lo molestaron o lo agredieron y lo aterrorizaron —aquí la curiosidad
se hizo también necesidad vital— hasta el hombre actual.
Con el Homo Sapiens se inicia el conocimiento, que trasmite al volverse gregario. Esto consti-
tuye un proceso acumulativo y auto alimentado: más conocimiento genera más conocimiento.
El protagonista más importante de este proceso es el maestro.
Todo lo que he dicho no es sino una rápida síntesis a vuelo de pájaro, diría yo de lo escrito en
la obra, pero tiene por objeto el entender por qué José Antonio, que ejerció tan variadas e im-
portantes actividades, en un momento favorable de su vida, se echó a cuestas tan formidable
tarea. No me es difícil entenderlo cuando sé que una parte temprana de esas actividades fue la
docencia. Fue maestro y seguramente con una firme vocación que ha pervivido en él y lo ha
motivado…
El recorrido con que nos describe la manera y la forma en que los conocimientos se difundie-
ron conforme la sociedad se organizaba, no sólo es convincente por lo documentado, sino
también ameno. Desde la transmisión oral o gráfica hasta las importantes instituciones, que por
su universalidad, atinadamente engloba con el nombre de universidad, deteniéndose con mayor
detalle en los momentos más brillantes en las distintas épocas.
Lo anterior es lo que me parece el propósito sustantivo de la obra.
A MIS NOVENTA AÑOS me emociona enormemente esta celebración. Me hace voltear hacia
atrás y vivir en el recuerdo momentos inolvidables.
Veo una media tribuna del estadio iluminada con antorchas y oigo un atronador grito de ¡Hué-
lum, Gloria, Politécnico! Que salía de nuestras gargantas, pero en realidad del fondo del cora-
zón, porque nuestro equipo le había ganado al entonces, siempre rival, de la Universidad.
El amor a nuestra alma mater pasaría después por otros momentos y nuevas pruebas:
De indignación, cuando en la época del presidente Miguel Alemán vimos crecer el magno con-
junto de la Ciudad Universitaria y a nosotros, los politécnicos, como premio de consolación, en
área mínima de terreno disponible en Santo Tomás, se estaban construyendo edificios para las
escuelas existentes sin dejar ninguna posibilidad de desarrollo para una Institución que ya ma-
nifestaba el inicio de un prominente crecimiento. Edificios tan pobremente construidos que se
derrumbaron con el primer temblor.
Yo ya había renunciado a la jefatura del Plano Regulador de la ciudad de México en 1956,
cuando el ingeniero Alejo Peralta, recién nombrado Director del Politécnico me dijo que tenía
seria preocupación por el proyecto que se estaba llevando a cabo con el nombre de Ciudad Po-
litécnica en Santo Tomás.
Agregó que el Ing. Manuel Moreno Torres, entonces Director de Obras Públicas del Distrito
Federal, egresado también del Politécnico, a quien había consultado, le había sugerido que me
pidiera una opinión. De inmediato le contesté que no sólo le daría una opinión, sino que elabo-
raría un estudio que pondría a su consideración.
BREVE EXPLICACIÓN
Cuando he sido invitado a dar algunas conferencias o pláticas, mi tema ha sido recurrente: los princi-
pios de la arquitectura moderna y su condición de satisfactor social, que han permeado toda mi obra
arquitectónica.
En unas, fui parco o incluso omití algo que hubiera querido decir y en otras, me excedí en detalles su-
perfluos. Esto me ha motivado a hacer una síntesis condensada de las que dejé escritas.
He incluido mis intervenciones en algunos actos, y relato algunas anécdotas que deseo compartir.
También algunas referencias a publicaciones extranjeras del proyecto de la Unidad Profesional del Insti-
tuto Politécnico Nacional “Adolfo López Mateos”.
Mayo 2014
la arquitectura
La arquitectura cumple con la función de concebir los espacios, protegidos de las inclemencias
del medio natural, en los que los seres humanos realizan sus actividades y su vida misma, indi-
vidual y social, determinando la forma, su tamaño y su interrelación: cuidando de lograr como-
didad, seguridad, la necesaria privacidad y agradabilidad. Lo conducente al mayor bienestar.
arquitectura moderna
Viollet le Duc, el connotado arquitecto francés, a mediados del siglo XIX, dijo que habría de
venir una nueva arquitectura hecha para el hombre actual y realizada con el aprovechamiento
del avance de la tecnología. El hombre actual, al que se refería, es el devenido del humanismo
renacentista que valora al ser humano por su propia condición de ser, independientemente de
sus condiciones sociales, económicas y culturales, y a quien las sucesivas revoluciones sociales
le han otorgado iguales derechos.
IDEAS Y OBRA • REINALDO PÉREZ RAYÓN
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En cuanto al aprovechamiento del avance tecnológico, la arquitectura siempre lo ha hecho. Su
historia ha ido al parejo de la forma en que el ser humano se ha ingeniado para cubrir los espa-
cios con la menor cantidad de material y el menor esfuerzo.
El vaticinio se cumplió. A fines del XIX y principios del XX se generalizó la nueva arquitectura.
Primero en Europa, con Le Corbusier, su principal propagador y pronto en los Estados Uni-
dos con Frank Lloyd Wright y Louis H. Sullivan (con su frase la forma sigue a la función), entre
otros, más los arquitectos del Bauhaus alemán expulsados por el nazismo como Walter Gro-
pius y Mies van der Rohe.
Esta nueva arquitectura cuyos adjetivos de funcional, porque debe atender con eficacia a las
necesidades más directas; racional, porque debe responder a la razón; Internacional, ya que la
forma de vida lo es, cada vez más; orgánica, porque debe asimilarse a los organismos vivos en
los que nada falta y nada sobra, son adjetivos que indican sus principales características y valo-
res, englobados en el de moderna. Constituye un parte aguas con el pasado: no sólo es diferen-
te en las formas, los estilos, sino en su conceptualización.
La novedad de la arquitectura moderna resulta de su enfrentamiento con circunstancias sin
precedente.
En el pasado la arquitectura privilegiaba la expresión del poder de quienes la usufructuaban, los
palacios y templos que hoy subsisten y admiramos por su suntuosidad y magnificencia dan
cuenta de ello, mientras los espacios destinados al pueblo en general, fueron desapareciendo
por su pobreza.
Ahora la arquitectura tiene que satisfacer un cúmulo de necesidades, individuales y sociales re-
zagadas, sobre todo en los países pobres: escuelas, hospitales, edificios para el trabajo, la cultu-
ra popular, instalaciones para el deporte y la recreación, etcétera. Pero sobre todo habitaciones
decorosas y dignas. Lo que la condiciona a un justo sentido de la economía, hacer más con lo
menos
Las necesidades, además de la cantidad, se han hecho más complejas, por ejemplo: una opera-
ción quirúrgica se hacía en la mesa del comedor, el cirujano se quitaba el saco, se remangaba y
si acaso se lavaba las manos. Ahora se requiere un sofisticado quirófano en un hospital.
En el pasado la arquitectura debía ser bella de acuerdo a la concepción objetiva que de la belle-
za se tenía, sometiendo sus formas a cánones o a los estilos tradicionales. Esto la ubicaba en el
campo de las bellas artes plásticas, compartiendo con ellas su filosofía, métodos creativos y en-
señanza.
Ahora sabemos que la belleza es subjetiva, que depende sólo del gusto de quien la ve o con-
templa. Cosa que, entre paréntesis, también ha sido determinante para la libertad creativa del
arte moderno y que el gusto ha sido fácil de llegar a ser inducido y cambiado, incluso motivado
por lo novedoso, por eso las modas.
en México
En México, en los años treinta arriba la nueva arquitectura. Un grupo de jóvenes y talentosos
arquitectos egresados de la Universidad Nacional, Juan O`Gorman que lo encabeza, Juan Le-
garreta, Enrique Yáñez, Raúl Cacho y otros, se entusiasma con ella y realiza con sus principios,
importantes obras. Pero al llevar su entusiasmo a la enseñanza, encuentra en su escuela la opo-
sición de los maestros tradicionalistas.
la ingeniería
La ingeniería a su vez, en sus diferentes especialidades, ha tenido que realizar obras más impor-
tantes, por lo que ha requerido, al igual que la arquitectura, ampliar sus conocimientos, en este
caso científicos y tecnológicos. Su campo más relacionado con la arquitectura ha sido el de la
civil, diferente de la militar que cumplía con realizar los implementos para la guerra y las mura-
llas defensivas de las ciudades. Ahora debe hacer grandes obras como los puentes colgantes,
túneles de gran longitud y profundidad, grandes presas, autopistas, etcétera.
También se encarga de construir lo que el arquitecto proyecta. Es la forma en que la arquitec-
tura y la ingeniería se complementan, pero la ampliación y diferenciación de los conocimientos
en ambas profesiones, en la arquitectura, de las necesidades humanas y en la ingeniería, del
comportamiento de los materiales y su forma de aplicación, han determinado la necesaria y
conveniente separación de las escuelas en que se forman.
proceso en la ESIA
En la ESIA, paulatinamente, fue creciendo una preponderancia de los ingenieros, directivos y
profesores, en la enseñanza de la arquitectura, en detrimento de la misma. Primero se impuso
el nombre de Ingeniero Arquitecto, por lo menos confuso, dada la diferenciación en todas las
demás instituciones educativas. Se adicionaron al programa de estudios de arquitectura mate-
rias exclusivas de la ingeniería, Obras Hidráulicas y Obras Sanitarias, entre otras, que se fueron
quitando, afortunadamente. El efecto posiblemente más negativo fue una dilución vocacional.
al egresar
El arribo de los primeros arquitectos, egresados de la ESIA al campo profesional, fue de recha-
zo por parte de los arquitectos tradicionalistas, no sólo por la diferente conceptualización de la
arquitectura, sino por el origen socioeconómico con el que democratizaban la profesión. No
así con los arquitectos universitarios que compartían la misma concepción arquitectónica y la
misma preocupación social.
Con ellos establecimos una gran fraternidad que nos llevó a formar parte del Colegio de Arqui-
tectos, como miembros de sus sucesivas directivas y Juntas de Honor y aún de su presidencia.
También de la Academia Nacional de Arquitectura, en la que algunos fuimos distinguidos co-
mo Académicos Eméritos.
la SAIPN
Sin embargo, para fortalecer nuestra identidad como arquitectos, formamos en 1951, la Socie-
El año pasado el Arq. Luis Ortega realizó, en el mismo Palacio, otra igual, con gran asistencia.
su enseñanza actual
La enseñanza en las escuelas de arquitectura, en general, no ha escapado al desvío de los prin-
cipios de la arquitectura moderna. La ESIA por su origen y la condición socioeconómica de sus
alumnos, es la más obligada a retomarlos, ya que sus principios son absolutamente vigentes
porque subsisten las circunstancias que los determinaron.
un privilegio
Fue para mí un privilegio, el haberme formado como arquitecto en el momento justo. De ple-
na coincidencia entre el advenimiento de la nueva arquitectura al servicio del hombre común y
el nacimiento del Politécnico con la mística social de la Revolución. Con excelentes maestros,
en especial Juan O’Gorman.
Juan O’Gorman fue un hombre polifacético, como algunos del Renacimiento, brillando su in-
discutible talento como arquitecto, como pintor y como maestro, durante los 18 años que lo
fue en el Politécnico.
Sus cursos, en especial el de Teoría de la Arquitectura, era extraordinario, no sólo por la lógica
y claridad al expresar las ideas, sino por la motivación a los alumnos para participar en los aná-
lisis, las deducciones y las conclusiones.
Recuerdo que la clase se iniciaba sin falta y a la hora indicada, en un aula siempre colmada de
alumnos y que al término de la misma, como nadie intentaba salir se prolongaba más del tiem-
po previsto.
Nos llevaba a deducir, a través de las sucesivas etapas históricas de la arquitectura, su condicio-
namiento a las necesidades propias de cada momento: sociales, económicas, culturales y políti-
cas, tanto como a las físicas y a los recursos técnicos que hicieron posible su realización.
En cuanto a los recursos técnicos, nos llevó a analizar y deducir mediante las obras más ejem-
plares, cómo se aprovecharon y al mismo tiempo contribuyeron a su evolución. Vimos cómo
los primeros templos griegos fueron hechos de madera con inteligentes soluciones de carpinte-
ría y ya con mayores recursos en el Partenón, la madera fue sólo sustituida por mármol. Que la
cúpula de Agripa, obra paradigma de la arquitectura romana fue un alarde de tecnología, por lo
escaso del material que la cubre y por haberse realizado sin cimbra, por el avance de anillos ce-
rrados.
Finalmente, cómo al presentarse el riesgo de derrumbe en las basílicas románicas por los em-
pujes de sus arcos de medio punto, se inició el gótico con los arcos alargados verticalmente y
los esfuerzos encausados por nervaduras pétreas, eliminando los muros y dejando pasar la luz
en las grandes catedrales europeas de fines del medioevo.
Los seres humanos desde que nacen, son de los menos protegidos de las inclemencias del me-
dio natural, por lo que han tenido que recurrir a su inteligencia y habilidad para lograr sus pro-
pias defensas. La más inmediata es el vestido que al llevarlo pegado al cuerpo es como una se-
gunda piel. Otras especies nacen ya con un pelambre o inclusive con un caparazón. El vestido
evoluciona desde un simple taparrabo o una zalea de animal, hasta el más sofisticado que ha
permitido el plantarse en la luna.
La otra defensa es la habitación, su casa, la vivienda. La habitación protege el espacio dentro
del cual realiza las funciones más elementales y la vida de relación con el núcleo social más
inmediato, su familia. La habitación responde al instinto primitivo de territorialidad que subya-
ce compartiéndolo con casi todos los demás seres vivientes, pero también, a los más elevados
sentimientos humanos que le confieren a la habitación la calidad de hogar.
También ha evolucionado al parejo de los seres humanos. Desde la cueva o la copa del árbol,
rudimentariamente acondicionados, hasta la más confortable, segura y agradable, lograda debi-
do al avance científico y sus recursos tecnológicos. Por igual el desarrollo de la habitación ha
ido al parejo del de la sociedad.
En el pasado el interés se centró en las edificaciones al servicio de los dioses y los poderosos.
Los templos y los palacios que aun admiramos por su grandeza y magnificencia son ejemplos
significativos. Las casas donde la gente del pueblo vivió, seguramente modestas y construidas
con materiales perecederos, más expuestas a incendios, terremotos, guerras y sobre todo a la
acción del tiempo, fueron desapareciendo sin dejar rastros.
Ante esta carencia de fuentes arqueológicas e historiográficas, Viollet le Duc, a mediados del
siglo XIX escribió su famosa Historia de la Vivienda Humana, en la que en forma novelizada, se
personifica en Epergos el narrador y nos conduce en un recorrido a través del tiempo y de la
geografía, en el que el hombre, sin más herramientas que su sentido común y su ingenio con
los recursos técnicos a su alcance, va construyendo su morada.
Nota:
Después de la conferencia dirigida al Grupo Politécnico Mexicano, anteriormente sintetizada,
(1998) continué la búsqueda, por algunos años de error y enmienda, hasta llegar a una solución,
con nuevos materiales y nueva forma de realización, concretada en un prototipo realizado en la
ciudad de Aguascalientes, con dos viviendas probadas en cuanto a funcionalidad (comodidad,
aislamiento térmico y acústico) seguridad y agradabilidad, y estimación de reducción del costo.
Ahora, lo que más me interesa es poner ésta a la consideración general, mediante su exposición
y divulgación, para quien o quienes se interesen en su realización, contribuyendo posiblemente
a la solución de la problemática habitacional.
Noviembre de 2011
Con motivo de uno de los aniversarios del Palacio de Bellas Artes, fui invitado a participar co-
mo panelista en una reunión en el foro, que tuvo por fin exponer ideas sobre el valor arquitec-
tónico del edificio. Ahí el moderador me hizo la siguiente pregunta: ¿Arquitecto, usted que es-
taba en su escuela del Politécnico en el momento de la terminación del Palacio, nos puede de-
cir cuál fue la reacción de sus compañeros y maestros, dado los principios que en ella se sus-
tentaban?
Mi contestación fue la siguiente: desde luego de rechazo, simplemente por atemporalidad. No
solo actual sino cuando muchos años atrás se concibió el proyecto. Éste ya no correspondió a
la corriente predominante en la arquitectura. que a partir de los pabellones de la Exposición In-
ternacional de París, cayó en un alarde de exponer el acero, que culminó con la Torre Eiffel,
con sus cualidades de ligereza. En el proyecto del Palacio, en cambio, la estructura metálica se
cubrió con mármol, haciéndola pesada, resultando gran inconveniente para el suelo del centro
de la ciudad de México, y muy costosa.
Siendo tan formalista y blanco decíamos que parecía un pastel de boda.
Sin embargo, cuando el gobierno se propuso abrir las puertas del Palacio recién inaugurado al
arte moderno, nacional e internacional, nuestra generación cuando joven tuvo acceso al disfru-
te por ejemplo, de la obra de nuestros famosos muralistas que cubrieron sus interiores, de oír a
la Orquesta Sinfónica de Bellas Artes dirigida por Carlos Chávez, tocando obras de Blas Galin-
do, Moncayo o Silvestre Revueltas, ver danzar con los pies descalzos a Rosaura Revueltas el
“Zapata” con música de su hermano Silvestre.
En cuanto al teatro, con Margarita Xirgu venida de España, ver obras de García Lorca o clási-
cas de Lope de Vega, etcétera. Con escenografías desprovistas de telones y bambalinas, sino
sólo, a lo mejor, una mesa y una silla que por efectos de iluminación lograban el ambiente pro-
picio a la “obra”.
El teatro mismo, por su acústica, su visibilidad y las facilidades de su tramoya, pudo competir
con los mejores del mundo. Así nos fuimos olvidando de sus formas arquitectónicas y con-
cluimos que un edificio debe ser juzgado desde diferentes ángulos, como su uso y la eficacia de
algunas de sus partes.
Agradezco la distinción por la larga permanencia a nuestro Colegio, pero además, por el privi-
legio de dirigirme a ustedes en representación de mis colegas contemporáneos, a quienes admi-
ro por su calidad profesional y personal.
La arquitectura es una posibilidad de servir al ser humano en forma más directa y cercana, pues
protege de las inclemencias del medio natural, a los espacios en los cuales realiza y organiza sus
actividades y su vida misma, individual y social, creando las condiciones de comodidad, seguri-
dad y agradabilidad, que contribuyen a su mayor bienestar.
Esta condición de servicio a nuestros semejantes, es uno de los motivos para la gran satisfac-
ción y la enorme gratificación que nos produce el realizarla.
Los que hemos llegado a una edad avanzada, habiendo entregado todos nuestros esfuerzos en
forma permanente a la arquitectura, lo podemos constatar.
Como afortunada coincidencia, nuestra generación se formó en el momento en que arribó a
México, después de haberse desarrollado en Europa y en los Estados Unidos, una nueva arqui-
tectura, que como ustedes bien lo saben, pero vale la pena recordarlo, fue la que según Viollet
le Duc a mediados del siglo XIX, debería servir al hombre común independientemente de sus
condiciones económicas y sociales, y con los avances de la tecnología.
Esta nueva arquitectura, (cuyos adjetivos, funcional, racional, internacional y orgánica, sólo in-
dican sus características, englobándose en el de moderna), entusiasmó a un grupo de jóvenes y
talentosos arquitectos, egresados de la escuela de arquitectura de la Universidad Nacional, y
aplicando los principios de la misma, realizó importantes obras. Pero este grupo además, al lle-
var su mismo entusiasmo al campo de la enseñanza creó, uniéndose a él Hannes Meyer, ex di-
rector del Bauhaus, en el Politécnico, una escuela de arquitectura moderna, y en la Universidad,
en su escuela de origen junto a otros distinguidos maestros influyó en definitiva, para el cam-
bio hacia la enseñanza de la nueva arquitectura.
Fue incuestionable el cambio de mentalidad de los arquitectos, motivado por la nueva arquitec-
tura, en el Politécnico, porque fueron sus principios fundacionales, tal vez algo radical en su
principio; un poco menos rápido en la Universidad por la inercia de la tradición. Pero el cam-
bio se dio en ambas escuelas y ya fue definitivo en las que se crearon después.
Una sentencia bíblica dice que el árbol se conoce por sus frutos: de los frutos más importantes
de nuestra generación, basta citar a la Ciudad Universitaria en el Pedregal, al Centro Médico,
lamentablemente destruido por el sismo del 85, pero vuelto a reconstruir y a la Unidad Profe-
sional del Politécnico, en Zacatenco.
Septiembre 2011
UNAS ANÉCDOTAS
Ya aprobado el proyecto de la Unidad Profesional en Zacatenco y por iniciarse las obras, el Pa-
tronato de Obras e Instalaciones, que se había constituido para las de Santo Tomás se cambió,
siendo sus nuevos miembros, el Ing. Alejo Peralta como Director del Politécnico, el Ing. Ma-
nuel Moreno Torres, como Presidente, y entre sus vocales el Ing. Germán Campos, de la em-
presa “Campos Hermanos”, la más importante fabricante de estructuras metálicas en el país.
Estructuras tradicionales hechas y montadas a base de placas y remaches que resultaban pesa-
das y costosas
Los ingenieros Peralta y Moreno Torres consideraron la conveniencia de cumplir con la pre-
sentación del proyecto de la Unidad al nuevo patronato.
Al conocerlo el Ing. Campos y ver que las estructuras que se proponían eran soldadas a tope,
ostentando, su ligereza, se alarmó y puso el grito en el cielo: no es posible aceptar esas estructuras de
popotes que con el menor temblor se vendrían al suelo.
Argumenté en su defensa, diciendo que eran las más avanzadas tecnológicamente y que se es-
taban ya generalizando en el mundo. Que debidamente calculadas resultarían igualmente segu-
ras que las tradicionales.
En su formación se utilizaron
los tipos de la familia Garamond 9, 11, 11.5 12, 14, 16, 18, 20, 26
y Arial 8, 10, 12 y 14 puntos
ES UNA DISTINCIÓN para la Universidad Nacional Autónoma de México, y en
especial para la Facultad de Arquitectura, presentar las obras e ideas del
arquitecto Reinaldo Pérez Rayón.
Nacido en la ciudad de México en 1918, ingresa en 1935 a la Escuela
Superior de Construcción para después, una vez transformada ésta, cursar la
carrera en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) del Instituto
Politécnico Nacional (IPN) de la que egresa en 1945.
A partir de 1948, se incorporó a la ESIA a dictar las cátedras de Teoría de
la arquitectura, Teoría del urbanismo y Taller de composición, mismas que
había dejado vacantes el arquitecto Juan O’Gorman. Innumerables
generaciones dan fe de la pasión y sólido conocimiento con que el arquitecto
Pérez Rayón se hizo cargo de las tareas académicas en una época en que se
gestaba el funcionalismo arquitectónico.
Su formación académica cerca de quienes impulsaron el funcionalismo
radical en México, lo llevó a asumir y construir una doctrina propia que toma
los principios de esa corriente imprimiéndole un sello particularmente
importante por su actualidad y vigencia, al reconocer que las condiciones sobre
las cuales se construyó el funcionalismo poco han cambiado en nuestro país.
Por ello mismo, el proyecto de investigación Raíces decidió editar esta
publicación y dejar constancia de las ideas y obra de un arquitecto
sobresaliente de la arquitectura mexicana.
PAPIME PE402307
FACULTAD DE ARQUITECTURA
CENTRO DE INVESTIGACIONES EN ARQUITECTURA, URBANISMO Y PAISAJE
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO