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PEIRCE
Sara F. Barrena
sbarrena@unav.es
“¿No es de todas las cosas la más maravillosa que la mente sea capaz
de crear una idea de la que no hay ningún prototipo en la naturaleza,
nada con el menor parecido, y que por medio de esta completa ficción
sea capaz de predecir los resultados de los experimentos futuros,
y que por medio de ese poder haya transformado la faz de la tierra?”
(CP 7.686, 1903).
1. Introducción
¿Cómo llega el ser humano a producir una obra de arte? ¿Cómo llega su
inteligencia a formular una ley científica o a descubrir algo que cambiará el
curso de la historia? ¿Cómo es posible la novedad? ¿Dónde radica la
originalidad de la creación humana? Se han dado numerosas explicaciones
sobre la creatividad, tanto desde un punto de vista filosófico, como psicológico
e incluso neurológico. Sin embargo, se ha olvidado, a mi entender, que la
actividad creadora del ser humano no es una actividad más de entre todas las
que realiza, exclusiva de la ciencia o del arte, sino una característica central de
su razón. Esta consideración pocas veces se ha tenido en cuenta. Así lo muestra
el sistemático olvido a que se ha visto sometida la imaginación -la facultad más
estrechamente ligada con la capacidad de crear- durante los últimos siglos, y su
consideración en ocasiones como una capacidad anárquica, subjetiva e
irracional.
3. ¿Qué es la creatividad?
La creatividad es una noción tan amplia que escapa a los límites de una
definición sencilla. ¿Puede medirse la creatividad como han intentado hacer
algunos estudios científicos y psicológicos? ¿Qué valor tienen las
generalizaciones o los cambios experimentales a la hora de explicar un
fenómeno que se caracteriza por la espontaneidad, que tiene en su misma
esencia algo inexplicable, un elemento de sorpresa? Parece que a lo sumo
podremos establecer una serie de variables desde las que apresar la complejidad
del fenómeno, y tratar de acercarnos a ella desde la experiencia.
En esa concepción del sujeto como signo, y por tanto como capacidad de
comunicarse, de mediación, de estar en relación con otros signos, radica la
capacidad inagotable de crecer del ser humano, su poder creativo. Para Peirce
siempre existe en la mente un elemento de espontaneidad, "la mente no está
sujeta a 'ley' en el mismo sentido rígido en que lo está la materia. (...) Siempre
permanece una cierta cantidad de espontaneidad arbitraria en su acción, sin la
cual estaría muerta" (CP 6.148, 1891). Este elemento de espontaneidad
conjugado con el control propio de la razón, explica la creatividad como la
aparición de nueva inteligibilidad a través de la que se va encarnando el idea de
razonabilidad en el universo (CP 1.615, 1903). Por encima de cualquier
determinismo, hay una nueva -y en ese sentido inesperada- inteligibilidad, y esa
aparición de lo nuevo se da a través de la abducción, cada interpretación es de
naturaleza abductiva.
4. La abducción
Bibliografía
Fin de: Sara F. Barrena, "La creatividad en Charles S. Peirce", en Signos en Rotación,
Año III, nº 181