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LOS MAMOTRETOS
De Silverio Lanza, un escritor con dinero de los que se llamaban «bohemios» y era
como patrono de éstos, y del que me parece recordar que habla Baroja, fue procesado
por un delito de imprenta de no mucha gravedad y, cuando oyó al magistrado citar el
Código de Derecho Procesal, comentó que ese libro era malísimo porque él le había
puesto una vez en la vía del tren y éste había descarrilado, aunque sin mayores
consecuencias, esto sí.
Uno de estos hombres de letras, bohemios y en busca de gloria literaria y política, que
se llamaba Barrantes, y ya he contado en otra parte que del cargo de director oficial
de periódicos para ir a la cárcel descendió al último peldaño de la bohemia y también
de la cordura, y armaba trifulcas en la calle y aunque daba los gritos más punibles de
los más buscados revolucionarios y delincuentes, nadie le hacía caso y la policía sólo
podía ser testigo de su condición inofensiva.
Y es posible que hubiera bastantes individuos frescos y aprovechados en ese oficio de
cobrar por ir a la cárcel en vez de otra persona, pero la cárcel siempre es aposento
donde todo incomodo tiene lugar, como decía el señor Miguel de Cervantes, que
conoció por experiencia la terrible cárcel de Sevilla, que no era muy diferente la de
«El Saladero» de Madrid, en punto a penalidades y funcionamiento de la corrupción,
como nos lo muestra, sin más, el hecho de que Balseiro, lugarteniente de Luis
Candelas, salvase, quizás hasta de la muerte, a don Salustiano Olózaga –un
prohombre liberal, más tarde ministro y jefe de gobierno– tirando a rebatiña, ante sus
carceleros, un puñado de onzas de oro. Pero ¿quién les reprocharía mirar al suelo, en
vez de al delincuente que se les había encomendado vigilar? Quedaban deslumbrados
por el oro, porque sólo conocían el cobre y algunos realillos de plata en sus
emolumentos, y no estaban mejor pagados que los redactores de un cierto prestigioso
periódico de Madrid que daba como sueldo una buena cena y garantizaba la
independencia de la prensa con una partida de la porra en la plantilla.