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¡Alégrate, el Señor está contigo!

Mensaje Espiritual

Viernes, 29 de Junio de 2018


Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles
Solemnidad - Rojo
Hechos 12, 1-11 / Timoteo 4, 6-8, 17-18
/ Mateo 16, 13-19
Salmo responsorial Sal 33, 2-9
R/. “El Señor me libró de todos mis temores”

Santoral:
San Pedro y San Pablo, Santos María Tian de Du,
Magdalena Du Fengju, Pablo Wu Kiunan, San Juan
Bautista Wu Mantang y San Pablo Wu Wa

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Que sostenga un poco más tu Iglesia,
con la fuerza y el calor de tu Palabra.
Que me haga sentir, de arriba abajo,
y de abajo arriba, tú presencia y tú poder,
tu presencia y tu voz,
tu energía y tu confianza en mí.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Como Pedro, que diga quién eres Tú:
¡El Mesías!
Como Pedro, que confiese sin temblor:
¡Eres el Hijo de Dios vivo!
Como Pablo, que de los mil caballos
en los que voy montado, Señor, caiga,
para que descubra, una y otra vez,
que caminas a mi lado y no me abandonas, Señor.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Útil y siempre abierto y buscando tu voluntad.
Firme y agarrado a tu Gracia.
Recio y embellecido por la oración.
Limpio y resplandeciente por la luz de la fe.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Como Pedro, con los poros de las limitaciones.
Como Pablo, con la experiencia de dos mil años.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Que sostenga, con mi pobreza,
la gran riqueza del Evangelio.
En el que edifiques, en mi debilidad,
el imperio y la grandeza de tu Reino.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Como Pedro, sin miedo a ser destruido,
ni derrumbado por el enemigo de la fe.
Como Pablo, aventurero y abierto,
para elevar, sobre mí mismo, lo que
muchos todavía no conocen: a JESUCRISTO.

¡Quiero ser un pilar, Señor!


Y que Tú, cuando quieras y como quieras,
edifiques cuando quieras y como quieras.
Amén.

P. Javier Leoz

Viernes, 29 de junio de 2018

SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES


Solemnidad

Ahora sé que realmente el Señor me libró


de las manos de Herodes

Lectura de los Hechos de los Apóstoles


12, 1-11

El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para


maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto
agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los
panes Ácimos».
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de
cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era
hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro
estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer,
Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas y los otros centinelas
vigilaban la puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el
calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate
rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.
El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias» y Pedro lo
hizo. Después de dijo: «Cúbrete con el manto y sígueme».
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba
sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la
puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos.
Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se
alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que realmente el Señor envió a su
Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo
judío».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 33, 2-9

R. El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,


su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloria en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor,


alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,


y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Ángel del Señor acampa


en tomo de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian! R.

Está preparada para mí la corona de justicia

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo


a Timoteo
4, 6-8. 17-18

Querido hijo:
Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi
partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera,
conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor,
como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que
hayan aguardado con amor su manifestación.
El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera
proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui
librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su
Reino celestial. ¡A El sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Tú eres Pedro,
y te daré las llaves del Reino de los Cielos

a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo


según san Mateo

16, 13-19
.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra,
Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te
digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos.
Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en
la tierra, quedará desatado en el cielo».

Palabra del Señor.

Reflexión
SAN PEDRO Y SAN PABLO, ORIGEN Y META DE LA IGLESIA DE DIOS
Jesús propuso una encuesta a sus discípulos. Primero quiere saber lo que
dice de él la gente y después, qué piensan ellos: "¿Quién dice la gente que es el
Hijo del Hombre? - Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? - Simón Pedro
contestó: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Entonces Jesús le hizo una
promesa formal: "Dichoso, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la
sangre, sino mi Padre, que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro" (Mateo
16,13) –Pedro, Petros, Quefá, Piedra, Roca–. En ese momento, Pedro sintió la
mirada fija del Señor, pues toda vocación implica una mirada especial del
Esposo, que enamora a la esposa, de invitación, predilección, y de gracia. Pedro
es el primero a quien Jesús ha llamado. Nació en Betsaida, junto al lago de
Tiberiades y se trasladó a Cafarnaún, donde junto los hijos del Zebedeo, con
Juan y Santiago, había montado una sociedad familiar, una empresa pesquera.
Elegidos los tres por Jesús, se convirtieron en los discípulos más íntimos y
fueron testigos de los mayores acontecimientos de su vida, como la
Transfiguración en el Tabor, donde Pedro pretendía establecerse, la
resurrección de la hija de Jairo, y la agonía de Getsemaní, donde le
contemplaron chorreando sangre.
El temperamento de Pedro era rudo, impetuoso y espontáneo, lo que hoy
consideraríamos primario, sanguíneo y colérico. Lo podemos comprobar tanto
cuando contempla exaltado la pesca milagrosa, cuando Jesús se dispone a
lavarle los pies en la última Cena, o cuando defiende a Jesús en el huerto con la
espada. Y se manifiesta repentizador y creativo, cuando le propone a Jesús
construir tres chozas en el monte de la Transfiguración, donde se encontraba
feliz. A Pedro y a sus sucesores les concede Jesús una misión única en la
Iglesia. Como ésta es presentada bajo la imagen de un edificio o construcción,
necesita cimiento, roca visible, aunque el fundamento invisible es Cristo
resucitado, "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya
puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3,10). Si el fundamento invisible es Cristo
resucitado, el visible es la cátedra de Pedro. Estos cimientos son la garantía de
la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas que tiene que
superar su barca, que es otra alegoría apropiada al pescador de Galilea,
acostumbrado a capear y bracear en temporales y borrascas.
EL SUCESOR DE PEDRO
Hoy es el Papa, sucesor de Pedro, quien tiene la misión de guiar la Iglesia
de Cristo, su rebaño. Es el sucesor de Pedro, quien lleva el palio, metáfora de
Cristo cargado con las ovejas que redime. Este episodio evangélico tiene que
llevarnos a renovar nuestra fidelidad al Papa y a los obispos, y a pensar que a
ejemplo de Pedro, el Señor nos pide saber amar. Sólo podremos ser apóstoles
del Señor, si sabemos amar. El amor y la humildad, son las dos virtudes que
debemos aprender de Pedro y tratar de vivir. Sólo cuando vivimos éstas virtudes
seremos capaces de cumplir la misión que el Señor nos ha encomendado a
cada uno.
EL PRIMADO DE PEDRO
Pedro es el único apóstol a quien Jesús le encarga pastorear a sus
corderos y ovejas. «Sólo juntos podemos estar con Cristo, que es el Señor de
todos. garantizar así la comunión con Cristo. Jesús le asigna un nuevo nombre,
Cefas, que quiere decir Roca. Siempre es recordado como el primero del grupo
en los Evangelios. Custodio de la comunión con Cristo; tiene que guiar en la
comunión con Cristo de modo que la red no se rompa, sino que sostenga la gran
comunión universal».
«La Iglesia es siempre de Cristo y no de Pedro. La responsabilidad de
Pedro consiste en ser Primado de jurisdicción, y esta posición preeminente que
Jesús quiso entregar a Pedro «se constata también después de la
resurrección», en el nacimiento de la primera comunidad cristiana. «En el
Concilio de Jerusalén, Pedro desempeña una función directiva, y precisamente
por el hecho de ser el testigo de la fe auténtica, el mismo Pablo reconocerá en él
un papel de "primero" .«Además, el hecho de que varios de los textos claves
referidos a Pedro puedan ser enmarcados en el contexto de la Última Cena, en
la que Cristo confiere a Pedro el ministerio de confirmar a los hermanos,
muestra cómo la Iglesia, que nace del memorial pascual celebrado en la
Eucaristía, tiene en el ministerio confiado a Pedro uno de sus elementos
constitutivos». Este contexto del Primado de Pedro en la Última Cena, explica la
esencia del primado: Cristo en los Evangelios confío a Pedro un papel
preeminente entre los apóstoles que consiste en garantizar la unidad en la
Iglesia. Recemos para que el primado de Pedro, confiado a pobres seres
humanos, sea siempre ejercido en este sentido original deseado por el Señor y
para que lo puedan reconocer cada vez más en su significado verdadero los
hermanos que todavía no es tan en la Iglesia (7 junio 2006 Benedicto XVI)
El Papa es una persona «perfectamente capaz de afrontar los grandes
retos de la actualidad». Está muy preparado en varios frentes y afrontar la
secularización, promover el ecumenismo e impulsar una decidida y sincera
evangelización.

Jesús Martí Ballester


www.betania.es

PEDRO Y PABLO: CIMIENTOS Y ROCA DE FE


Al llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los
primeros pasos de nuestra era cristiana, tomando cuerpo y forma, criterio y
testimonio en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros
tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo
Era la hora de la verdad:
-De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la
tierra
-De pasar del dicho al hecho, incluso vertiendo la sangre
-De no seguir con miradas perdidas en el cielo
-De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado
1. SAN PEDRO Y SAN PABLO: SERVIR ANTE TODO
-Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia
-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con
sangre
-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por
encima de todo el afán evangelizador! Como recientemente nos ha recordado el
Papa Francisco, fueron personas (cristianos) contracorriente.
-Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra
vida cristiana. Como San Pedro, a veces, corremos el riesgo de quedarnos “con
y en los nuestros”. Como a San Pablo, qué bien nos vendría si Dios nos tirase
de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira,
debilidad, falsos prejuicios, cobardía.....) para aventurarnos a lo nuevo sin
miedo. Muchos, hoy en la Iglesia, siguen entendiendo que el esfuerzo
evangelizador ha de ir recompensado por una responsabilidad mayor, con un
reconocimiento implícito o explícito por la Jerarquía Eclesial. Afortunadas las
palabras del Papa Francisco: “muchos entienden su servicio a la Iglesia como un
carrerismo”.
2. SAN PEDRO Y SAN PABLO: DIVERSIDAD PARA UNA MISMA FE
-En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y hasta
le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la
Pascua.
-Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse
quedado encerrada en las cuatro puertas de Palestina
-En uno sobresale aquello de “ser amigo de sus amigos”. No le acompañó
precisamente ni la ciencia ni las letras, pero tuvo la virtud de ser sencillo como
una paloma y noble como el oro. Jesús, le hizo entrega de las llaves de esa gran
familia que es nuestra Iglesia.
-Con el otro, Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser
adversario a ser “fan” y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus
esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo
estimó en basura cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de
la vehemencia a la docilidad ante su Dios.
Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere
respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús.
Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después,
con un “sí” uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El
otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, a un enamorado de la causa de
Jesús.
Dos personas distintas con un mismo denominador común:
JESÚS....¡TODO POR JESÚS!
3. LOS NUEVOS “PEDRO” Y LOS NUEVOS “PABLO”
Aún con nuestras historias (buenas o malas), limitaciones (que son otras
tantas), con los caminos emprendidos (a veces contrarios a la fe), aún siendo
como somos (y mira que somos complicados)......Dios sigue contando con
nosotros: pone el tesoro de su Reino en nuestras manos aún a sabiendas que
siempre serán empecinadas y constantes vasijas de barro. Y, volviendo al Papa
Francisco, qué bueno sería saber, pensar y reflexionar una de sus perlas
lanzadas en la capilla de Santa Marta: “nunca he visto que detrás de un cortejo
fúnebre vaya un camión de mudanzas”. Con nosotros, claro está, se va lo que
hemos dado, trabajo, ofrecido y servido.
En esa carne (débil y pecadora) que somos los hombres y mujeres de
nuestro tiempo, Dios va manifestándose todos y cada uno de los días. Ojalá
seamos capaces de ofrecer a DIOS nuestra vida de tal manera que nos
sintamos “menos superhombres” y “más amigos de Dios”.
Con todo ello, en este día de los pilares de la iglesia, tenemos un recuerdo
y oración especial por ese testigo del evangelio que nos ensambla con el primer
testimonio de los apóstoles y que es signo de unidad, de caridad y de comunión
en toda la iglesia: el Papa Francisco. Dios lo acompañe en su intento de
renovación, profunda y espiritual, de nuestra Iglesia.

Javier Leoz

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