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CONCILIO VATICANO II

En Europa se dan cambios teológicos y socio- políticos, en América Latina la iglesia


romana quería mantener a la misma como "una reserva espiritual y cristiana que había que
proteger y preservar" (Codina, 1999: 94). Hay una nueva teología a en Europa pero en América
Latina apenas algunos conocían la situación. Esta nueva teología se caracteriza, según Codina
(2000:94), por una vuelta a los orígenes bíblicos, patrísticos y litúrgicos, por un diálogo
ecuménico con otras Iglesias, por una atención a los signos de los tiempos presentes en la
historia, por una revalorización de las realidades terrenas, de su autonomía y evolución. En el
fondo, la nueva teología es una nueva reflexión a partir de la nueva situación social y de la nueva
praxis eclesial".
En tales circunstancias, el papa Juan XXIII convoca el Concilio Vaticano II como una forma de
responder al contexto europeo, que aunado a la emergencia de nuevos acontecimientos de orden
socio- político, teológicos y eclesiológicos se convierten en el fermento de la nueva posición de la
iglesia en dicho Concilio. En este sentido, se ha marcado la historia de la iglesia, pasa de un
poder centralizado y jerarquizado a una posición más ecuménica, con más apertura a todas las
comunidades cristianas y no cristianas.

El Concilio Vaticano II se abre a un ecumenismo interesado. Escucha a los pensadores y


movimientos cristianos; trata de abrirse a todos pero consciente también de que hay una tradición
y que difícilmente va entender las cosas como tales. Tiene apertura al diálogo con la sociedad
moderna, pues considera que todo lo nuevo no es malo y que la iglesia no debe oponerse al
cambio, demostrando con ello el respeto por las diferentes formas de pensar sobre todo a nivel de
organización institucional. No obstante, tiene sus puntos controversiales: no propone absolutos sino
directrices y estas tienen que ser ejecutadas por los monarcas (conservadores) no por los laicos
por cuanto éstos no tiene preparación ni poder; posición que representa una doble dimensión en
términos de que parece un logro, sin embargo, también expresa retroceso, por cuanto, a pesar de
que ofrece una cierta descentralización (se crean movimientos) el poder siempre queda en manos de
los monarcas.

El cambio de modelo eclesial supone un cambio teológico: la Iglesia pasa de ser sociedad
perfecta (definición belarminiana) a ser sacramento universal de la salvación, sacramento de la
unidad con Dios y entre los hombre; es decir, signo e instrumento de la salvación de Dios en la
historia. En otras palabras, aquel axioma clásico "Fuera de la Iglesia no hay salvación" queda
reformulado desde otra perspectiva, más positiva: la Iglesia es el sacramento universal de
salvación. Ahora la Iglesia no es la comunidad de los únicos que se salvan, sino el signo de
salvación, incluso de aquellos que no pertenecen a ella: "La iglesia es ya sacramento de la
salvación del mundo allí donde el mundo todavía no es Iglesia y quizá nunca llegue a serlo'"
(Codina, 2000: 97); esto se da por cuanto ahora la iglesia es una comunidad, una comunión
(koinonía).

Estos y muchos otros cambios tienen lugar a partir del Concilio Vaticano II, siempre
conservándose dentro de sus intereses; no obstante, cae la Iglesia en una especie de monofisismo
eclesiástico, que identificaba la autoridad humana de la iglesia con la propia autoridad divina y
consiguientemente se hacía de la virtud de la obediencia la actitud característica del fiel, que era
la forma más común de designar al cristiano,

De esta forma, tenemos una iglesia que, a pesar de su gran intento de cambio, sigue conservándose
en sus orígenes y no se vislumbra horizonte alguno para el paso adelante que ya le tocaría dar; por
el contrario, se conserva en una posición retrospectiva de la que no ha logrado deshacerse.
DEL VATICANO II A LA IGLESIA LATINOAMERICANA

Como usted ha leído en los textos anteriores el Concilio Vaticano II, marcó una etapa muy
importante para la Iglesia Católica, especialmente para el contexto Europeo en la cual se
realizaba, aunque como veremos más adelante, también tuvo su impacto en la Iglesia de América
Latina. La experiencia de fe, que desde el concilio se extrajo supuso una nueva era en muchos
campos, el diálogo que se abría con las ciencias modernas, así como los principios de interrelación
con las demás religiones incluso las no cristianas.

Sin embargo la experiencia final quizás estuvo sometida a otras realidades, y es por eso que
para América Latina, el concilio en principio quizás no significó más allá de otra reunión, veamos
el ¿por qué?. La época anterior y posterior al concilio estaba marcado por un profundo
descreimiento de la población Europea con respecto a la Iglesia y a la religión en general,
obviamente este hecho era prácticamente nulo en la mayoría de América Latina. Pues bien ese
proceso de secularización masiva que se estaba dando, hizo pensar a un sector de la Iglesia
Católica, en la necesidad de abrir las puertas, y entablar un discusión con el grupo disidente.

Factores como las respuestas científicas a casi todo fenómeno, se convertían en enemigos
para un religión que siempre gozo de la creencia general. Paro para el ciudadano Europeo cada
vez resultaba más notorio su descontento con la organización Católica tradicional, cerrada y
alejada de la realidad, todos estos puntos por nombrar sólo algunos, hacían crecer el ateísmo, esto
en una sociedad siempre caracterizada por un férreo apego a las tradiciones era suficiente para que
la Iglesia tomara decisiones, las cuales debían ser efectivas y hasta radicales. Una vez más se
resalta el hecho de que tal cosa como el ateísmo en América Latina, sencillamente no existía.

Pues bien, en medio de este clima, y bajo la lupa observante de un mundo que quizás
desconocía muchos de los factores mencionados, el concilio arranca, con la idea de acercarse
finalmente a ese mundo (El Europeo) que a cada momento se alejaba más y más. Las decisiones
allí tomadas, como habrá leído en el apartado que trata exclusivamente del concilio, dieron un
giro que podríamos llamar extraordinario, más aún si lo
hemos de comparar con el sistema que anteriormente predominaba, y que como se lee, fue en
mucho el causante de la crisis eclesial.

EL CONTEXTO DE AMERICA LATINA

En la situación particular de América Latina podemos decir en principio que el origen del
concilio como tal no le tocaba en lo más mínimo, pues el problema de fe, enmarcado en un tono
de no creencia, no estaba en juego. Sin embargo esto no quiere decir que el concilio como tal
pasara completamente inadvertido para un sector de la Iglesia, sólo que las repercusiones de este,
más a que un nivel teórico se buscaron enmarcar desde la perspectiva de la práctica.

Se entiende por tanto que es imposible responder igual a un concilio que se realiza en otra
parte del mundo, bajo otras características de orden político, social y económico. Por tanto se
inicia un proceso el cual tendría como objetivo primordial el poder sentar las bases que hagan
entender a un pueblo en especial, la razón de ser la de la Iglesia, el por qué de las cosas, y el para
qué de la vida en consonancia con la fe.

Aparece, no por primera vez, pero si desde una perspectiva especial(el de la Iglesia), el
reconocimiento de la pobreza en la que vive la mayoría de personas en el continente es resultado
del pecado humano, el cual se manifiesta en las políticas que desde el exterior explotan al ser
humano concretamente el sistema capitalista, el cual debido a sus políticas económicas sume al
mundo en un mercado libre, olvidando la dignidad de las personas. Igualmente en algunos
sectores de Europa se acepta con cierto grado de responsabilidad que la situación de América
Latina, es responsabilidad del primer mundo.

Dado esto, grupos organizados intentan denunciar el hecho como un delito que debe ser
erradicado, no es posible según ellos que mientras una parte de la tierra goza de todos los
beneficios, otro sector: la gran mayoría no tengan las herramientas necesarias para sobrevivir ni
siquiera un día. Se condena a la vez que concretiza en palabras el hecho de dependencia en que
está sumida América Latina, bajo esto se llega a la conclusión de que mientras más se extienda esta
cadena, más pequeñas serán las opciones que tenga América de poder levantarse y romper el
círculo de pobreza.
Así y bajo este sistema de dominación que en principio se considerada solapada, se
pretende bajo la consigna de trabajo desde las bases luchar, usar las armas que sean necesarias con
motivo de lograr la liberación del pueblo que ansia verse libre de la opresión que por muchos años
han sentido. Para los grupos afines a esta forma de pensamiento, no queda otra opción sino lanzarse
de forma decidida, predicando la pobreza evangélica como llegada del reino de Dios y
predicando un futuro que espera a los que ahora no tienen nada; para que algún día lo tengan todo.

EL PAPEL ECLESIAL

Ya hablamos en cierta forma de los término dependencia, y las implicaciones que esto
tenía en la realidad del pueblo Latino, igualmente se nota como es precisamente la Iglesia, así
como algunos otros grupos de la clase obrera los que lanzan las denuncias contra el que ellos
consideran su enemigo, por ende el de todo el pueblo. Lo importante realmente en este punto en
el papel que la Iglesia toma, no como espectadora de un posible desorden social, sino como agente
de transformación.

Normalmente en el caso de la Iglesia esta se ve como una parte de la historia únicamente


dedicada a cumplir funciones de índole asistencias, orfanatos, escuelas entre otros, así como la
clásica obra de carácter espiritual, el conducir a las almas perdidas, al redil del Señor, esa es la visión
casi normal que tenemos cuando nos referimos al tema de Iglesia. Sin embargo y debido a la
situación particular de América Latina, la Iglesia en este campo desarrolla una actitud novedosa,
de tipo combativo, y profética frente a los principios causantes de dolor.

La Iglesia se da o la hacen darse cuenta, de que no puede seguir siendo un tipo de organización
aislada del resto de la sociedad, no es más una entidad dedicada a ser parte del problema, callando
cuando debe de hablar, y hablando en temas que nadie le pidió su parecer. La reflexión realizada a
la luz de los acontecimientos hacen nacer en la Iglesia un auténtico deseo de servir y no ser servida,
de ser el verbo llamado a formar una comunidad efectiva, donde guiados por el espíritu, exista
una libertad real para todos, más allá de su condición social, donde todos puedan vivir en justicia
y equidad. Aquí la voz de la Iglesia ira desde la denuncia hasta el planteamiento de nuevas formas
de vida, una donde no exista exclusión.
Dentro de esta necesidad de dar una respuesta a la condición del ser oprimido, se
considera igualmente importante el conocer, lo que se habla, no se trata únicamente de dar
explicaciones de orden teórico que en nada tengan que ver con el hecho real. Por tanto todo aquel
que desde la Iglesia, en este caso, obispos, sacerdotes, etc., que desean ser parte del factor liberador
han de ser participes directos de aquello que denuncian, conviviendo, trabajando al lado del que
padece, siendo uno más. De lo contrario, y como ya se dijo el discurso se volvería vacío y lleno
de palabras que nada tienen que ver con la verdad.

Es bueno señalar también y usted seguramente lo habrá leído en el texto base, que a la luz de
esta reflexión de la Iglesia, muy particular dicho sea de paso,í^ej)una serie de reacciones, las
cuales parecieron empañar en alguna mediada el trabajo eclesial. La razón de esto fue la constante
alusión de la Iglesia Latinoamericana, al factor social, el cual mezclado con una especie de aparente
comunismo, hacía parecer el movimiento como peligroso, para una Iglesia(la Romana)
acostumbrada, a siempre estar en una posición intermedia muchas veces silenciosa y en otros
casos completamente ausente de la sociedad como tal.

Así se presentan dos posiciones antagónicas, los unos apegados a los sistemas más
comunes, y los otros apegados insistentemente a lo que ellos consideraban correcto para el
momento específico. Estos últimos a su vez buscaban por varios medios defender su posición,
tratando de justificar sus acciones como auténticamente cristianas, así como minimizando las
acusaciones que se hacían sobre ellos, las cuales en la posición de la Iglesia Latinoamérica, eran
infundadas, y sólo buscaban sostener el sistema que hacía más pobres a los ya de por sí pobres.

Finalmente diremos que la posición que hubo de tomar la Iglesia Latinoamérica, a la luz de
los hechos que se dieron y aún se siguen dando, fue una forma realmente nueva de organizarse, y de
intentar manifestar un opción de fe para todos. Siendo que quizás este tipo de teología lanzaba sus
virtudes sobre los pobres podríamos decir que en ese aspecto quizás se queda un poco corta,
igualmente hay que reconocer que su desarrollo que se dio en un momento concreto, y bajo un
tipo de pensamiento determinado.

En realidad y más allá de los pro y contra que la persona que dedica su tiempo al estudio
de este hecho, podemos afirmar que se abrió una nueva
etapa a la hora de considerar a la Iglesia como una comunidad para las mayorías, y no una
sociedad clasista en la cual únicamente unos pocos eran los encargados de obedecer, mientras los
demás no tenían otra opción, sino la de seguir sin un ápice de conciencia, a los encargados dictar
pautas para llevar la vida. Realmente podemos tomar como ejemplo la importancia que se le dio a la
participación de las personas comunes, sin mayor aspiración que ser libres, a la construcción
responsable de un nuevo sistema de humanidad, más justo y equitativo, y abierto para todo aquel
que de él, quiere ser parte.

LA NUEVA IGLESIA.

Esta última parte no es una propuesta, ni un tipo de modelo a seguir, únicamente es un punto
de apoyo en el que todos, y se dice todos, estamos llamados a formar, cada uno desde la posición
en la que sienta más a gusto. Hablar de Iglesia siempre conllevará un sentido de crisis así como
de apego; apego a lo clásico, a los sistemas que nos brindan de una forma u otra cierta cuota de
seguridad, aún cuando esta misma seguridad sea la causa de muchos de los problemas que hoy
enfrentamos.
Frente a este panorama tenemos la misión de ir generando no sólo en la teoría una
conciencia nueva, en la que podamos dar a la Iglesia un papel realmente activo, y sobre todo
cargado del espíritu, ese que da vida, y puede entrar donde las ideologías y formas de pensamiento
normalmente no pueden, ni quieren entrar. Esto sería un cambio genial, si lo comparamos con el
tipo de comportamiento actual, el cual en muchos puntos aún aparece como un agente fiscalizador,
más que de beneficio común.

Y se dice en beneficio común, porque como ha señalado tanto en los párrafos anteriores,
como en el texto base, la Iglesia, y especialmente la Iglesia Latinoamérica, se ofreció como garante
de libertad y representante de los pobres, esto si bien es importante no puede tomarse como un
modelo deseable de seguir, la Iglesia debe ser una comunidad para todos, o para nadie, y aunque
parezca un tanto pesado el concebirlo de esta manera, es justo pensar que cada una de las
personas, sin importar su condición, tiene algo de valor que aportar.

Así guiados y dirigidos por un pensamiento, sino nuevo, sí renovado, nos dirigimos hacia una
tarea enorme, pero rica, en la cual no habrá mano que sobre, en la cual quienes quieran participar,
tendrán que saber que es posible mucho lo se tendrá que dar y aparentemente muy poco lo que se
habrá de recibir.sin embargo es una aventura en la cual podemosasegurar que el hecho de perder
e casi nulo, puesto que una lucha por la iglesia no es si no una lucha por la vida ,la vida de los
que aun creen en ella , y cuanto pr la vida se lucha, es obio que resulta imposible creer.

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