Sei sulla pagina 1di 36

HORA SANTA

EUCARÍSTICA

Lc 24,13-35

Los discípulos de Emaús

“Quédate con nosotros Señor”

[1]
Introducción

En nuestra vida es importante encontrar momentos oportunos para


rezar, para encomendarnos al Señor por todo lo que
inmerecidamente recibimos diariamente de su bondad, por eso es
de mucha importancia contar con herramientas que favorezcan
especialmente nuestro encuentro con Jesús en la Eucaristía, donde
está vivo y nos espera con los brazos abiertos para mostrarnos su
amor y su misericordia a todos los que con fe acudimos a su
presencia.

Este texto pretende ser la oportunidad para reflexionar sobre


nuestra experiencia personal con el Resucitado. Sobre si
verdaderamente ha pasado por nuestra vida, vivificándola, así
como con los discípulos de Emaús, de tal manera, que continuemos
radiantes de alegría la misión de anunciar al Dios vivo y verdadero,
fruto de la Escucha de la Palabra y la fuerza del Espíritu de Dios en
nuestra vida.

Aprovechemos, cada momento de nuestra vida para estar con Jesús


Sacramentado, acudamos a Él con fe, amor y devoción y
pidámosle nos conceda las gracias que tanto necesitamos alcanzar,
sea este texto una herramienta valiosa para experimentar un
encuentro personal con Jesús en la Eucaristía.

Oración: Señor Jesús, que en nuestra vida te podamos reconocer


al partir el pan, especialmente, desde el amor sin egoísmos a
nuestros hermanos necesitados, tus predilectos. Que no pases
inadvertido por nuestra vida, cuando te acercas y caminas a nuestro
lado y que nuestro corazón arda por la presencia viva de tu Santo
Espíritu para que cada día nos adhiramos a ti con el mismo
convencimiento y amor por la causa del Reino de Dios de una vida
digna y justa para todas y todos. Amén.

[2]
Hora Santa I

JESÚS CAMINA A NUESTRO LADO

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial: Jesús


Sacramentado, que te
quedaste con nosotros
para acompañarnos y
guiarnos por el buen
camino de la vida,
postrados hoy a tus pies
con espíritu de fe, amor y
adoración te damos
gracias por todos los favores que inmerecidamente recibimos
diariamente de Ti, te pedimos nos acompañes, nos protejas y sobre
todo que aumentes nuestra fe en Ti, que hoy podamos ser mejores
que ayer y que cada día que pasa seamos capaces de llevarte a los
demás, danos la fuerza que necesitamos para salir adelante en
nuestras dificultades, no permitas nos separemos de Ti y haz que
en este momento de adoración podamos encontrarnos
verdaderamente contigo, como los discípulos de Emaús, que
nosotros también podamos caminar contigo y reconocer tu
presencia salvadora en el Santísimo Sacramento del Altar,
concédenos la gracia que te pedimos este día y permítenos
participar de esta Hora Santa, con fe, amor y devoción. Te lo
pedimos a Ti Señor que estás con nosotros y vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…
[3]
Canto

Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 13-16

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús,


que dista setenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí
sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían,
el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos
estaban como incapacitados para reconocerle. Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: La experiencia de estos dos discípulos también puede


ser la nuestra, y al igual que ellos muchas veces no entendemos
que está pasando. No hemos entendido que la Verdad del amor
pasa por la prueba del dolor, porque en el sufrimiento se purifica la
mente y el corazón, y el oro del amor, se ve libre de todo desecho.
De ahí que la experiencia de estos discípulos se repite una y otra
vez en la comunidad o en algún apostolado.

Un día también fuimos invitados por Jesús a seguirlo, nos sentimos


llamados por Él, nos sedujo, nos atrajo hacia sí, experimentamos
su amor misericordioso, y lo seguimos. Hicimos nuestras sus
palabras: «Eres precioso a mis ojos, estimado, valioso y valorado».
Cada uno conoce su historia y experiencia de su propia vocación.
Hasta dimos testimonio de qué manera Jesús nos invitó a seguirlo.
Estábamos dispuestos a cargar con la cruz y llevarla con gallardía
como signo del amor hasta el extremo. La cruz asumida con
valentía se convierte en la revolución de la vida y del amor.
[4]
Pero en el seguimiento a Jesús no todo es color de rosas, después
de un tiempo de perseverancia vienen las pruebas, las dificultades:
enfermedades, muerte de un ser querido, un accidente, los males
sociales que aquejan a nuestro pueblo, las extorciones, la
inseguridad, el caer en la rutina, los problemas en la comunidad, en
el matrimonio, familia, el acoso doctrinal de las sectas entre otras
cosas, que desequilibra al cristiano haciéndolo tambalear en su fe.

Sucede como en el caso de algunos noviazgos cuando se termina el


hechizo del amor, los jóvenes han perdido el sentido del mismo, ya
no sienten nada y tienden a salir solo por compromiso que con el
tiempo los cansa hasta que deciden terminar. Algunos cristianos
hacen lo mismo con su comunidad, o compromiso pastoral alguno,
con la fe de la Iglesia, con Cristo. La cruz los desconcierta y un día
deciden terminar.

Estos discípulos más que ir a Emaús, están escapando de Jerusalén


y de Galilea. Emaús es algo así como un pretexto. ¿No será que
Emaús es un lugar donde se puede escapar de la realidad de la cruz
del seguimiento de Cristo, y también cuando no aceptamos el gozo
de la Resurrección? Hay muchas formas de Emaús, y de hecho
cada uno tiene su propio Emaús o sea que puede estar en cualquier
parte. Sería interesante poder reflexionar sobre uno mismo, ponerle
nombre a mi Emaús. Para unos puede ser la dispersión, el
ensimismamiento, el enfrascarse en lo que más me gusta, puede ser
la tristeza, angustia, desesperanza, desaliento, cansancio…

Meditemos personalmente las siguientes preguntas

 ¿Cuál es mi Emaús personal?


 ¿A dónde me escapo cuando se hace pesada la cruz o
cuando me resisto al gozo? ¿A dónde recurro yo
personalmente?

[5]
Sería interesante descubrir en este momento cuál es mi Emaús y
darle nombre.

Silencio y meditación personal

Canto de meditación

Como en el texto del Evangelio que estamos meditando, también


en la actualidad, sucede lo mismo, muchas personas que un tiempo
aceptaron seguir al Señor caminan sin rumbo, tristes, fracasados,
frustrados, sin esperanzas, por los problemas de la vida van a la
deriva, no saben qué hacer, piensan que Dios los ha abandonado a
su suerte; pero no es así, lo que sucede es que el Señor camina con
ellos, y al igual que los discípulos de Emaús no lo reconocen.

El Señor nunca abandona a sus hijos, (acaso una madre abandona


al hijo de sus entrañas, aunque lo haga, yo no lo haré) sino son los
hijos quienes abandonan a Dios, cuando atraídos por el pecado,
que se muestra tan apetitoso sucumben y caen en la tentación, o
cuando los problemas son grandes, son ahogados y esto impide ver
al Señor que camina junto a nosotros en el camino de la vida. Dios
nos acompaña a través de un amigo, un hermano, su Palabra, su
presencia Eucarística que nos reconforta en nuestro caminar
cristiano.

Que hermosa es la imagen de estos hombres que van caminando y


el Señor que les sale al encuentro a buscarlos y caminar con ellos.
Hace un tiempo que había conocido a Jesús y Él les había
cambiado la vida y ahora, aquel que les prometió tanto había
muerto. No le creen a las mujeres que dicen haberlo visto, lo han
perdido. Al perder a Jesús se han perdido a sí mismos, no tienen
hogar, su corazón está rumeando una tristeza, están sufriendo una
pérdida.

[6]
Nuestros dolores generalmente están unidos a las pérdidas. Pero
hay muchas formas de pérdidas. A veces son pérdidas de personas,
pero también hay otras cosas que podemos perder: a veces, la
intimidad, la seguridad, la inocencia, el amor, el hogar, los hijos…
a veces hemos perdido nuestros sueños, metas e ilusiones y
preocupados, angustiados, somos incapaces de hablar de cosas
lindas. Por eso en este momento pidamos al Señor nos conceda
tener siempre un corazón que hable siempre de las bondades que
de Él recibimos, pidamos al Señor nos acompañe siempre en el
camino y nos conceda llevarlo siempre a los demás, que las
dificultades de la vida no nos inquieten, sino más bien nos ayuden
a cercarnos más y más al Señor.

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

Oración final: Te damos gracias Señor por esta hora que nos has
permitido poder estar contigo en tu presencia viva y resucitada en
el Santísimo Sacramento del Altar, te pedimos Señor que nos
acompañes en el camino de la vida como acompañaste a los
discípulos de Emaús, que nosotros también podamos experimentar
tu presencia y sobre todo que no seamos ciegos ni lentos para
conocerte, ayúdanos a reconocerte lo antes posible y permite que
seamos agradecidos por todo lo que recibimos de Ti, aumenta
nuestra fe y permite que podamos amarte y desear nuevamente
estar junto a Ti, que vives y reinas con el Padre en unidad del
Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final

[7]
Hora Santa II

A JESÚS LE PREOCUPA LO QUE NOS PASA EN LA VIDA

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial:
Amado Jesús
Sacramentado,
nuevamente estamos
ante Ti, para
agradecerte por la vida
que nos das, para darte gracias por tu resurrección porque a través
de ellas nos enseñas que la muerte no es el final de la vida, sino el
comienzo de una nueva vida a tu lado, para contemplar tu gloria y
tu poder. Te pedimos Señor que nos acompañes y que este día nos
permitas experimentar como tu mano nos protege, como tu amor
nos acompaña y tu misericordia nos rodea. En tus manos ponemos
esta Hora Santa que vamos a dirigir delante de tu presencia viva en
la Hostia consagrada, donde por amor a nosotros te has querido
quedar para mostrarnos el amor tan grande que nos tienes a pesar
de nuestras dificultades y muchas veces de nuestra poca fe, te
pedimos Señor que nos ayudes y nos des la gracia que necesitamos
para poder seguir adelante en nuestra vida, danos valor, danos
entrega, danos fidelidad a Ti y a tus mandamientos. Que en esta
Hora Santa podamos verdaderamente sentirte y experimentar tu
presencia entre nosotros, preocupado por lo que nos pasa en la
vida, concédenos sabernos siempre acompañado y auxiliados por
tu misericordia, concédenos poder abrirnos a Ti para contarte lo
que nos pasa, para que así podamos encontrar el consuelo y la
compañía que necesitamos de Ti para seguir luchando y avanzando

[8]
en el camino hacia la vida eterna. Te lo pedimos a Ti que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…

Canto

Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 17-18

Él les dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais


andando? Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos
llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?
Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Con esta pregunta Jesús estimula a sus discípulos a


sacar a flote el problema gradualmente. Ayuda a los dos a
ayudarse; no los turba con su intuición profética, diciéndoles que
estaban equivocados, sino más bien obra de manera que ellos
mismos pongan en claro lo que tienen dentro, que tomen
conciencia de lo que están haciendo y viviendo, que desaten los
nudos interiores, objetivándolos.

Jesús pregunta sobre el objeto de la conversación, o sea sobre su


estado de ánimo: «porqué están tristes» ante la pregunta del
extraño caminante uno de los dos, Cleofás da una respuesta en dos
[9]
momentos: la primera respuesta es un poco impertinente, casi
como para alejar: « ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no
sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»

Ante esta respuesta Jesús actúa como si nada ha pasado, no tiene


en cuenta esta primera brusquedad, sabiendo que las primeras
respuestas a menudo no son las verdaderas, son las del erizo que se
cierra, para no revelar inmediatamente el misterio de la persona.
Jesús recibe la descortesía y la neutraliza con su paciencia, con su
bondad y le da cuerda a la conversación, para ganar confianza.

Esta respuesta de Cleofás que intenta alejar a Jesús se parece a la


de la mujer samaritana, cuando Jesús le pregunta sobre su marido
ella cambia la conversación, para ponerse a la defensiva y no
reconocer su pecado Jn 4,19-20. Pero Jesús la ayuda a llegar hasta
el fondo del problema, hasta lograr que abra su corazón a su amor
misericordioso. Él no quiere que anidemos en el corazón todo
aquello que degrada a la persona, hasta llevarla a la muerte
espiritual. «No quiero la muerte del pecador, sino su
arrepentimiento y conversión».

Meditemos personalmente las siguientes preguntas

 ¿Qué hay en el corazón humano que entristece y enferma la


vida?
 ¿Por qué nos ponemos a la defensiva cuando la Palabra
descubre lo que hay escondido en el corazón?
 ¿Te dejas alcanzar por la misericordia de Dios? Basta ya de
cargar con algo que carcome la vida.
 ¿Qué podemos hacer para encontrar el amor y el perdón de
Dios?

Silencio y meditación personal

[10]
Canto de meditación

En nuestra vida caminamos muchas veces sin rumbo, sin dirección,


pensando que nadie se preocupa por lo que a nosotros nos pasa, sin
embargo, no nos damos cuenta que hay alguien que aún en silencio
siempre está pendiente y preocupado por lo que a nosotros nos
sucede en la vida. Como hemos leído en la parte del texto del
Evangelio que proclamamos al inicio de esta Hora Santa, Jesús
camina como un desconocido al lado de aquellos dos discípulos y
viendo su actitud, viendo la condición física que llevaban por el
camino les pregunta por su situación, les pregunta por lo que les
sucede.

Aquellos dos discípulos que van desconsolados, tristes, sintiéndose


engañados, solos y abandonados, se sorprenden de la pregunta de
aquel forastero desconocido que se han encontrado en el camino.
La respuesta de uno de esos dos discípulos no es pasiva, no es con
corazón agradecido porque alguien le pregunte que les sucede, da
una respuesta fría, dura, como diciendo: todos saben que es lo que
está pasando y porqué estamos nosotros así y huyendo de
Jerusalén, ¿cómo es posible que Tú eres el único que no sepa lo
que está pasando aquí?

Como podemos notar, la pregunta de Jesús, no es con interés de


obtener una respuesta acertada, es más bien una pregunta que abre
el diálogo, que permite que ellos se desahoguen y le cuenten a Él,
desde su propio corazón y con sus propias palabras lo que sienten,
aquello que en ese momento está pasando. Jesús se preocupa por
nosotros, quiere ayudarnos a salir delante de todas nuestras
dificultades, por eso es importante que seamos agradecidos y
hablemos siempre con el Señor, no tengamos miedo de acercarnos
a Él, Él nos escucha, nos perdona y nos salva, Él quiere que
seamos felices, Él quiere llenarnos de su misericordia, dejemos
pues, que Jesús nos cuestione en aquellas cosas que quizás no van
muy bien en nuestra vida, respondámosle y encontremos en Él la
[11]
compañía, que muchas veces buscamos en lugares o personas
equivocadas. Él está aquí hablemos con Él y démosle gracias por
preocuparse por lo que a nosotros nos sucede en la vida.

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

Oración final: Este día, Señor; queremos agradecerte por la


oportunidad que nos concediste para estar nuevamente delante Ti,
te pedimos Señor que tu gracia nos acompañe siempre y que todos
los días de nuestra vida nos podamos sentir acompañados por Ti,
gracias por preocuparte por nosotros, gracias por mostrarnos que
eres verdaderamente el amor del padre que se manifiesta en tu
bondad y misericordia, bendícenos, acompáñanos y defiéndenos
siempre del mal. Gracias, Señor, por buscarnos, por no dejarnos
solos en el camino. Nos conoces y sabes que somos presa fácil del
desánimo y del abatimiento y nos cuesta mucho reconocerte en
nuestra oración. Ilumina nuestra mente y corazón para que
sepamos descubrirte y experimentemos esa cercanía que nos llena
de paz y amor. Te lo pedimos a ti que vives y reinas con el Padre y
el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final

[12]
Hora Santa III

LAS MUJERES DICEN QUE JESÚS HA RESUCITADO

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial:
En esta hora Santa
nos dirigimos
nuevamente a Ti,
Jesús
Sacramentado
para darte gracias
por todo lo que recibimos de tu bondad y misericordia, queremos
pedirte perdón por la veces que no creemos desde el primer
instante posible todo lo que Tu eres capaz de hacer en nuestra vida,
muchas veces nos pasa como a los discípulos de Emaús, no
creemos, desconfiamos de lo que nos dicen acerca de Ti, pero hoy
Señor, queremos pedirte que aumentes nuestra fe y que nos ayudes
a creer cada día más y más en Ti, que no desconfiemos de tu
palabra y de las promesas que nos has hecho, Tú estás vivo, y te
muestras ante nuestros ojos en la Santa Eucaristía, donde te
quedaste para acompañarnos y para demostrarnos que eres grande
y que tu amor es para todos los que en Ti creen y esperan,
ayúdanos pues, Señor a descubrirte vivo y resucitado en nuestras
vida y concédenos la gracia de no dudar de tu presencia resucitada
verdaderamente presente aquí en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te lo pedimos, Señor, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…
[13]
Canto

Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 19-26

Él les dijo: ¿Qué cosas? Ellos le dijeron: Lo de Jesús el Nazareno,


que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y
de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados
le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos
que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas
cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que
algunas mujeres de la nuestras nos han sobresaltado, porque
fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo,
vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de
ángeles que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían
dicho, pero a Él no le vieron. Él les dijo: ¡oh insensatos y tardos
de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?
Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Ante la pregunta de Jesús sobre: ¿Qué es lo que ha


pasado? Los discípulos melancólicos dan una respuesta que
sorprende porque se trata de un anuncio sobre Jesús de Nazaret el
Salvador, como si fuera una desgracia, anuncian el mensaje de
salvación con palabras tristes. Los dos hombres denotan cara de
funeral, un reflejo del corazón. Tienen en sus bocas el anuncio de
la salvación, porque han estado con Jesús y lo han seguido pero no
[14]
entienden como tal, y por eso lo anuncian casi como si fuera una
desgracia terrible, irreparable.

Y luego continúan: «Nosotros esperábamos que sería Él quien


libertara a Israel; pero, a todo esto, ya es el tercer día desde que
acaecieron estas cosas. Por cierto que algunas mujeres de nuestro
grupo nos han dejado asombrados; fueron muy temprano al
sepulcro y, no habiendo encontrado su cuerpo volvieron hablando
de una aparición de ángeles que dicen que vive».
Ante todo esto los discípulos dicen una cosa de la que no se
entiende nada, una cosa que no tenía que suceder y que es una
tragedia para todos los que esperaban en Él. Esto es un anuncio
con palabras pero sin corazón; antes bien, hay un corazón de
tristeza, de resignación, de desilusión, que causa amargura en los
que dicen y no convencen a los que escuchan.

El seguimiento a Jesús no se debe anunciar como una tragedia, un


fracaso o una desilusión; los miembros de una comunidad deben
transmitir el Evangelio, con alegría como dice el Papa Francisco:
«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de los que se
encuentran con Jesús». EG 1. La vida del cristiano debe ser con fe
viva y verdadera, no con melancolía. Revisemos como es nuestro
seguimiento en nuestras comunidades. Ojalá que no sea como el
mensaje melancólico de los discípulos de Emaús que denota una
verdad transmitida con frustración.

Meditemos personalmente las siguientes preguntas

 Esta forma de hablar o anunciar a Jesús denota que en el


fondo del corazón reina la decepción y frustración, no
habían entendido el mensaje de Jesús ¿En qué nos
parecemos nosotros?
 Ahora aunque lo tienen a su lado caminando, ellos
esperaban ver a alguien diferente. Así nunca verán a Jesús,

[15]
por más claro que se les aparezca. ¿Qué nos impide muchas
veces a nosotros reconocer a Jesús que camina a nuestro
lado?
 La esperanza que ellos habían tenido, pequeña y a su
medida, no les deja aceptar la gloria y el gozo de la
resurrección. ¿No será que los intereses personales y
muchas veces egoístas se anteponen a los intereses del
reino?
 ¿Sería conveniente y oportuno dejarse penetrar por las
palabras de Jesús, para reconocer nuestras debilidades, que
no permiten ver claramente al Señor?

Silencio y meditación personal

Canto de meditación

Cleofás y su compañero sabían cosas sobre Jesús, pero no lo


habían interiorizado en el corazón sobre todo el anuncio de la
Resurrección, esto queda al descubierto cuando Jesús les echa en
cara su incredulidad. Estos discípulos aún no habían descubierto al
Dios revelado en Jesús, profetizado en las Sagradas Escrituras, y
todo lo escrito sobre Él.

Esta falta de interioridad lleva a las personas a vivir desde la


intemperie, desde la superficie donde se puede creer con raíces
profundas. Sin interioridad la persona se manifiesta insegura,
perdida, desequilibrada, rota. Siente que su casa no tiene roca
firme; experimenta que su casa está levantada sobre arena y que
los vientos recios, las lluvias y temblores la amenazan con la ruina.
Mt 7,21-28.

Los discípulos de Emaús conocen la Sagrada Escritura, pero


rechazan el escándalo de la cruz e ignoran que es la clave para
entrar en ella y comprenderla. El Señor muerto y resucitado de
quien habla el Evangelio y de quien hacemos memoria en la
[16]
Eucaristía nos lleva a acoger la historia de Jesús como realización
y explicación de todo el designio de salvación. «Tanto amó Dios al
mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él
tenga vida eterna.» Jn 3,16. El Señor nos ayuda a no ser incrédulo,
nos ayuda a creer profundamente en Él y en su palabra, Él mismo
si se lo pedimos todos los días aumenta y alienta nuestra fe.

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…


Canto

Oración final: Al llegar al culmen de esta Hora Santa, queremos


Señor darte gracias por tu resurrección, por la vida que nos das y
nos invitas a alimentarla contigo mismos, queremos agradecerte
porque al igual que a los discípulos del evangelio que hemos
estado meditando en estos días, nos llamas la atención para que no
nos desviemos del camino, nos llamas la atención para que no
olvidemos todo lo que Tú nos dices a través de tu Palabrea que es
vida, gracias porque siempre estás pendiente de nosotros y nos
llamas a creer siempre en lo que nos dice la Sagrada Escritura
acerca de tu presencia entre nosotros. Ayúdanos a superar la
melancolía, la tristeza y todo aquello que experimentamos cuando
no somos capaces de comprender tu voluntad, permítenos a
prender de Ti que estamos para hacer siempre la voluntad del
Padre que nos llama y quiere que todos lleguemos al conocimiento
de la verdad. Inflama nuestro corazón con tu amor y permítenos
esperar siempre en Ti, que con el Padre y el Hijo vives y reinas, y
eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final

[17]
Hora Santa IV

QUÉDATE CON NOSOTROS SEÑOR

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial:
Estamos
nuevamente Señor
ante tu presencia
Eucarística,
queremos darte
gracias por lo que
este día nos has permitido realizar a lo largo de nuestra jornada,
gracias porque al final de la misma, podemos encontrarnos
contigo, gracias porque hoy podemos acercarnos a Ti
verdaderamente presente ante nuestros ojos, en tus manos ponemos
todas nuestras intenciones y necesidades y te pedimos las atiendas
favorablemente, según sea tu voluntad, danos la fuerza que
necesitamos para continuar nuestro caminar, fortalece nuestro
corazón para que no tengamos miedo de enfrentarnos a nuestra
propia realidad, danos un corazón como el tuyo y quédate siempre
con nosotros, Tú eres nuestro Señor y Salvador, Tú eres nuestra vía
y nuestra verdad, Tú eres el más grande y omnipotente en quien
siempre ponemos nuestra esperanza, Tú eres el dueño y Señor de
nuestras vidas, a tu voluntad nos acogemos. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…

[18]
Canto

Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 26-29

Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les


explicó lo que había sobre Él en todas las escrituras. Al acercarse
al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero
ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque
atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con
ellos. Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Jesús, ayuda a sus discípulos a entender que su pasión y


muerte estaban previstas en el designio de Dios y preanunciadas
por las Escrituras. Así reenciende el fuego de la esperanza en el
corazón de sus discípulos mientras caminan con Él. A partir de ese
momento la conversación se convirtió en una contemplación: Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les
explicó lo que había sobre Él en todas las escrituras.

No sabemos cuánto duró esa maravillosa explicación;


probablemente horas, el único dato que tenemos es que se les fue
haciendo noche. Esas palabras fueron provocando una reacción en
su interior; reavivaron el amor y volvieron a encender la llama de
la esperanza. Seguían caminando, pero ya no tenían tanta prisa por
llegar. Aunque sus ojos seguían sin ver y sus oídos no acababan de

[19]
comprender, su corazón había comenzado a arder, sus vidas se
estaban empezando a transformar.

Al igual que ese primer día de la semana, Jesús también camina


con nosotros, y nos habla directamente al corazón mediante su
Palabra. En esta Hora Santa Él nos acompaña. Al grado de arder el
corazón con su palabra. Es por eso que se mantiene oculto, no
pretende deslumbrarnos a la vista, sino convertir corazones
mediante su palabra viva. Porque la fe nace de una predicación, y
la predicación por la palabra de Cristo. Rm 10,17. Este es el
momento de reavivar nuestra fe.

Quizás hace un tiempo ya experimentamos su amor y misericordia,


y aceptamos con gozo seguirlo, pero hemos decaído en la
intensidad de su amor. Este es el lugar y momento oportuno.
Volvamos a encender la llama de la fe y dejemos que nos hable al
oído y renovemos nuestro caminar con Él, no antepongamos
nuestros intereses personales y egoístas. Él es nuestro Salvador y
Señor.

 Profesión de fe…

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.


Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios
Padre, Todopoderoso. Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Madre Iglesia
Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

Silencio y meditación personal

[20]
Canto de meditación

Cuando la tarde de aquel día poco a poco iba declinándose en el


ocaso, Aquel compañero desconocido se ha hecho apreciar. Su
conversación envolvió nuevamente la vida de los discípulos,
llenándolos de luz, por eso no querían dejarlo que prosiguiera su
camino, sino continuar degustando ese alimento espiritual que les
había hecho que volvieran a la vida, algo misterioso estaba
sucediendo parece ser patrimonio exclusivo de aquel caminante
que les había salido al encuentro.

Ambos discípulos no tardaron en invitarlo a quedarse con ellos:


«Quédate con nosotros». Ellos querían que la llama encendida en
sus corazones no se apagara, para no volver a experimentar aquello
que los había alejado de Jerusalén. No habían sido capaces,
todavía, ni de descubrir su voz ni de reconocer su rostro, pero su
corazón algo intuía. Por eso insistieron en que no se fuera y
espontáneamente lo invitaron. El desconocido había pasado a ser
un amigo.

Jesús nunca impone su presencia. Es importante captar y entender


que Jesucristo nunca nos va a imponer su presencia, nunca nos va a
obligar a su amistad. Depende primariamente de nosotros invitarle
o dejarle de invitar. Si no damos ese paso Él seguirá su camino y
todo habrá quedado en un interesante intercambio, pero sin
transformación, sin verdadero cambio.

Por eso, para muchos Jesús no es más que un desconocido, un


atractivo e interesante desconocido, que se cruzó un día por sus
vidas, les habló un rato, tal vez días, les impresionó, les impactó,
pero no les brotó espontáneo invitarle a quedarse con ellos, a
abrirle la propia vida, la casa interior para compartir con Él todo. Y
se fue, sin darle la oportunidad de abrir sus ojos, de transformarles
y de incorporar definitivamente la experiencia de su amistad a la
propia vida, llenándolo todo de sentido.
[21]
Si los discípulos de Emaús hubieran dejado que Jesús prosiguiera
su camino, su encuentro con Él en el camino hubiera sido una
experiencia a medias, no habrían tenido la oportunidad de
reconocerlo y mucho menos regresar a la ciudad totalmente otros.
Este es el caso de muchas personas quienes han sido encontradas
por Jesús en el camino de su vida, han quedado atraídos por Él,
pero nunca lo invitaron a entrar en sus vidas… un encuentro a
medias no puede ser. Digamos también nosotros: «Quédate con
nosotros Señor».

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

Oración final: Al finalizar este momento de encuentro contigo


Señor queremos suplicarte, como los discípulos de Emaús a
quedarte con nosotros, como ellos también nosotros queremos
invitarte a acompañarnos en nuestra vida, queremos invitarte a
quedarte siempre con nosotros. Quédate con nosotros señor,
Quédate con nosotros este día y tendremos contigo la paz. Quédate
con nosotros, no nos dejes, contigo la noche nunca vendrá.
Quédate con nosotros, no nos dejes por los caminos del mundo
señor. Quédate siempre con nosotros, señor. Tú nuestra vía, verdad
y vida: tu presencia esté en nuestro corazón fuente de luz, alegría y
amor. Que nuestro día sea fecundo, de obras dignas de bondad,
para que nuestra vida sea en el mundo un resplandor que atestigüe
tu caridad. Te lo pedimos a Ti que junto al Padre y al Hijo eres
Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final
[22]
Hora Santa V

TE CONOCIMOS SEÑOR AL PARTIR EL PAN

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial: Te
adoro con
devoción, Dios
escondido, oculto
verdaderamente
bajo estas
apariencias, A ti se somete mi corazón por completo y se rinde
totalmente al contemplarte. Al juzgar de ti, se equivocan la vista, el
tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo
lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta
palabra de verdad. En la cruz se escondía sólo la Divinidad, pero
aquí se esconde también la Humanidad; creo y confieso ambas
cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. No veo las
llagas como las vio Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que
yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. ¡Oh
memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu
dulzura. Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame a mí,
inmundo, con tu Sangre, de la que una solo gota puede liberar de
todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien veo oculto, te
ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara
a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…

[23]
Canto

Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio


Lucas 24, 30-31

Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición,


lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le
reconocieron, pero Él desapareció de su vista. Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Jesús, por tanto, acepta la invitación a entrar en la casa


de sus compañeros y a sentarse a su mesa. La mesa es, tal vez, el
lugar más familiar de una casa. En torno a la mesa nos
descubrimos unos a otros, es el lugar donde rezamos para dar
gracias a Dios, donde preguntamos, comentamos o nos contamos
las cosas. Es el lugar de las sonrisas, pero también de las lágrimas.
La mesa es, también, el lugar donde la distancia y los silencios se
hacen más dolorosos; donde los hijos perciben la tensión o el amor
de sus padres y donde los hermanos y hermanas expresan sus
enfados, envidias o el verdadero aprecio.

En torno a la mesa sabemos si hay amor o si, por el contrario, hay


rencor y división en la familia. Jesús se sienta a la mesa, y al
hacerlo, de ser el invitado pasa a ser el anfitrión y realiza un gesto
familiar dentro de la tradición judía, toma un pan, lo bendice, lo
parte y se lo da. Un gesto que no pasa inadvertido a los ojos de los
dos viajeros, por el contrario, es el gesto que les convence. ¿Por
qué ese gesto fue tan significativo para ellos? Podría haber muchas
posibles interpretaciones, yo creo que no fue solo el gesto. Fue una
gracia especial de Dios que se había venido gestando desde el
[24]
momento en que Cristo se cruzó por su camino, pero que no se
podía alcanzar hasta que no se hubiese dado el paso de la
invitación. Fue un regalo de Dios, fue el regalo de la fe.

Silencio y meditación personal


Canto de meditación

Cuando los discípulos reconocieron a Jesús en la fracción del pan, sus


sufrimientos, sus racionalismos y sus decepciones fueron superados
ante una común convicción: ¿No ardían nuestros corazones cuando
nos hablaba en el camino? Lo hemos visto, lo hemos reconocido era
Él, tantas horas compartiendo por el camino, y no hemos sido capaces
de verlo. Su fe se puso a prueba inmediatamente porque tuvieron que
empezar a creer sin ver, sin poder confirmar, tuvieron que empezar a
transmitir sin tener más prueba que su propio testimonio.

Como los discípulos de Emaús también nosotros hemos de pasar de la


decepción al convencimiento; durante esta Hora Santa hemos
experimentado el diálogo con Jesús, que produce transformación. No
es posible encontrarse con Él y que no haya cambios, la luz de la fe y
la esperanza que Él siembra en nuestros corazones nos debe llevar a
ser sus testigos en el mundo, no olvidemos que los dos eran discípulos
de Cristo, que habían presenciado su vida pública y seguramente
presenciaron muchos de sus milagros, escucharon sus enseñanzas y
vivieron su amor al prójimo de manera inmediata. Meditemos en las
siguientes preguntas y tratemos de experimentar la presencia del
Señor que está entre nosotros.

 ¿Cuántas veces hemos compartido con Jesús en la mesa de la


Eucaristía con verdadera fe?
 ¿Qué experiencia hemos tenido al compartir la mesa
Eucarística en nuestra comunidad?
 ¿Nuestro corazón arde de verdad cuando escuchamos su
Palabra?
 ¿Creemos que Jesús está presente verdaderamente en la
Eucaristía?
[25]
Es importante que verdaderamente reconozcamos a Jesús en la
Eucaristía, después de este momento de reflexión que hemos tenido
ayudados por las preguntas que hemos respondido, agradezcamos al
Señor porque nos permite estar junto a Él y como aquellos discípulos
de Emaús, pidámosle que nosotros también lo reconozcamos en la
fracción del pan.

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

Oración final: Al llegar al momento final de la Hora Santa de este


día queremos darte las gracias Señor por todos tus beneficios,
especialmente el de habernos permitido estas aquí delante de Ti, te
pedimos Señor nuca permitas nos separemos de Ti, abre nuestros ojos
para poder reconocerte, abre nuestros ojos para poder experimentar tu
presencia que es vida y es verdad, como lo discípulos de Emaús,
también nosotros queremos experimentar el ardor de tu palabra en
nuestros corazones y especialmente el latir de nuestro corazón por
estar junto a Ti, te amamos Señor y nuestro corazón late sin cesar de
amor por Ti, permite que al alejarte de nuestra vista, podamos
quedarnos con tu presencia grabada en nuestra mente y en nuestro
corazón para llevarte a los demás, a aquellos que nos esperan en la
casa o en el trabajo, en la calle o aquí mismo en la Iglesia, que
después de haberte contemplado y adorado en este Sacramento
admirable de tu amor y de nuestra fe, demos testimonio de lo que Tú
eres capaz de hacer por nosotros. Te lo pedimos a Ti que junto al
Padre y al Espíritu Santo eres Dios y vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final
[26]
Hora Santa VI

LA CONVERSIÓN VERDADRA

Canto

Exposición del
Santísimo

Oración inicial: Te
alabamos Señor, te
bendecimos y te damos
gracias por el don tan
grande que nos has
concedido de quedarte con nosotros en la Eucaristía, gracias Señor
porque sabemos que desde este Sacramento nos ves y contemplas
los latidos de nuestro corazón que late sin cesar de amor por Ti,
gracias por amarnos y por llamarnos para estar junto a tu presencia
real, viva y verdadera en el Santísimo Sacramento del Altar,
acompáñanos en esta hora y concédenos la gracia de encontrarnos
contigo, ayúdanos a ser como Tú, enséñanos a ser misericordiosos
como Tú y el padre los son, que nosotros podamos amarte en los
demás y que en este día podamos renovar nuestras fuerzas
desgastadas por los cansancios y carreras y angustias de este día,
líbranos siempre del mal y acompáñanos en el camino como
acompañaste a los discípulos de Emaús, que podamos encontrarte
y así iniciar y continuar con nuestro proceso de conversión, que
cada día, podamos morir a nosotros mismos y podamos renacer a
Ti y que de ese renacer contigo brote en deseo de llevarte y
transmitirte a los demás, especialmente a aquellos que se han
alejado y no creen en Ti, que con nuestro propio testimonio de vida
podamos acercar a más personas a tu camino, te lo pedimos a Ti
Jesús Sacramentado que estás presente ante nuestros ojos y vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.

[27]
Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones
y necesidades…

Canto
Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 32

Se dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón


dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras? Palabra del Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Podemos darnos cuenta que después de todo el camino


que los discípulos habían hecho junto a Jesús es hasta aquí donde
cayeron en la cuenta que mientras caminaban al ritmo de las
palabras de Jesús se encendió de nuevo en sus corazones el fuego
de su amor en pura llama nueva. Un fuego que da calor y luz,
porque Jesús ha venido a la tierra a prender el fuego del Padre, y se
consume hasta ver toda la tierra arda y viva la experiencia de la
luz, y caminen los hombres como hijos del día, hijos de la luz…
sus corazones se llenaron del gozo de su espíritu de alegría.

He aquí que el punto central de este relato nos muestra sin dejar
duda alguna, sin ocultar detalle, de cómo la conversión, la
verdadera conversión proviene de ese encuentro personal e íntimo
con Cristo. Estar en la presencia misma de Cristo resucitado es
aquel suceso portentoso, pero oculto, de cómo un corazón deja de
ser de piedra y se hace carne. (Ez 11,19).

[28]
La conversión verdadera consiste entonces en experimentar en la
Palabra del Señor, la misma presencia de Dios que nos acompaña,
nos guía, nos escucha y quiere que cada día seamos mejores y
vivamos de acuerdo a lo que Él nos enseña en su Palabras, también
de acuerdo a lo que la doctrina de la Iglesia Católica nos enseña
como camino para encontrarnos con el Señor. La conversión
consiste en un cambio profundo de mentalidad y al cambiar nuestra
mente también cambia y transformamos nuestro corazón, tenemos
que esforzarnos por hacer en nuestra vida un verdadero cambio de
mente y de corazón, esforcémonos por buscar siempre el encuentro
con el Señor y pidámosle a Él nos conceda la gracia de sentir
siempre que Él camina a nuestro lado, que nunca nos deja solos, se
hace el desconocido, nada más para medir nuestra capacidad de
actuar y tomar buenas decisiones en la vida, lo hace para evaluar
cómo está nuestra fe en Él. Pidamos al Señor nos de la gracia de
esforzarnos cada día por alcanzar la conversión verdadera de la que
hoy hemos hablado en esta Hora Santa.

Silencio y meditación personal

Canto de meditación

El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii


Gaudium (La alegría del Evangelio) nos dice en el numeral 1: «La
alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se
encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados
del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con
Jesucristo siempre nace y renace la alegría…»

«Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se


encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con
Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por
Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que
alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie
queda excluido de la alegría reportada por el Señor».
[29]
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un
pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada
con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a
Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé
de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza
contigo Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez
más entre tus brazos redentores».

Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido, insisto
una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros
los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Meditemos un
momento las siguientes cuestiones ante Jesús Sacramentado.

 La fe pasa por la mente, pero su lugar hondo es el corazón.


¿Hemos descubierto la certeza de lo que la mente no es
capaz de percibir?
 Se cree al Resucitado con el corazón: ¿Hemos olvidado el
corazón? ¿O le tenemos cierto miedo?
 Convertirse al Señor es dejar que el corazón arda de amor
en su amor:
 Convertirse al Señor es hacer de Jesús el amor de mi vida.

Después de haber meditado un momento pidamos al Señor ayude y


fortalezca nuestra fe, que podamos verdaderamente descubrir a
Jesús resucitado que vive entre nosotros y está hoy aquí ante
nuestros ojos con su presencia vivificadora para ayudar a nuestra
falta de fe, que el Señor nos conceda todo aquello que de todo
corazón y con mucha fe hemos pedido hoy.

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

[30]
Oración final: Gracias Señor por permitirnos formar parte de tu
familia en la Iglesia, gracias por permitirnos este día poder haber
estado delante de Ti, gracias porque nos permites adorarte, porque
verdaderamente hemos sentido como tu Palabra hace arder nuestro
corazón herido muchas veces por las dificultades de la vida,
gracias Señor porque estar contigo es experimentar tu amor, tu
bondad y tu misericordia, gracias por este don tan grande de tu
amor, acompáñanos, guárdanos, defiéndenos, sé Tú nuestro mayor
consuelo, sé Tú la fuente donde nosotros podamos saciar nuestra fe
para que, nosotros con nuestra propia vida podamos conducir a los
demás. Gracias por esta Hora Santa que nos has permitido vivir,
inflama nuestro corazón con tu amor y danos siempre el deseo de
buscarte y estar siempre junto a Ti que eres Dios y vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final

[31]
Hora Santa VII

COMUNICAR LA ALEGRÍA DEL SEÑOR RESUCITADO

Canto

Exposición del Santísimo

Oración inicial: Oh Señor mío


Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero Hombre; yo te adoro
realmente en este admirable
Sacramento; allí te confieso y te
invoco, como que de ninguna
manera dudo de la verdad de tu
Cuerpo y Sangre, Alma y
Divinidad. ¡Ojalá pudiera yo
contemplarte y conocerte, amarte, alabarte y glorificarte, como te
contemplan, conocen, aman, alaban y glorifican tantos millares de
Ángeles y Santos! Justo es Señor, que todas las criaturas del cielo
y de la tierra te alaben y te rindan infinitas acciones de gracias por
el ardentísimo amor con que bajaste del cielo hasta nosotros, y por
habernos dejado en prenda de amor tú mismo cuerpo vivo e
inmortal. ¡Oh Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo!,
ten misericordia de nosotros, y danos tu paz, y alimenta nuestras
almas con esta comida espiritual, para que ni en la vida ni en la
muerte nos separemos jamás de tu misericordia. Que cada día
podamos creer en tu resurrección y podamos proclamar donde
quiera que estemos, que Tú vives y reinas junto al padre y al
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen.

Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones


y necesidades…

Canto
[32]
Meditación personal

Canto de aclamación al Evangelio

Lucas 24, 33-35

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y


encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que
decían: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a
Simón! Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el
camino y cómo le habían conocido al partir el pan. Palabra del
Señor.

Momento de reflexión personal en silencio

Canto de meditación

Reflexión: Sorprendidos, deslumbrados y enardecidos por el


reencuentro con Cristo-Resucitado, los discípulos de Emaús, no
podían quedarse encerrados en sí mismos. Sienten la necesidad de
gritar, llevar, correr la gran noticia del Señor Resucitado. Les
quemaba dentro el fuego de su fe, y, abriendo puertas y ventanas se
lanzaron, noche adentro, hacia Jerusalén. Como el hijo pródigo
nuevamente recorrió el camino de vuelta a la ciudad, se sintieron
nuevos caminantes, nómadas, peregrinos… sentían la necesidad de
ser testigos de la resurrección. De hacer partícipes del gozo de la
resurrección a los demás…

Como estos discípulos también nosotros tenemos que ser capaces


de transmitir la vida, sobre todo porque creemos en un Dios vivo
que está entre nosotros y se quedó en la Eucaristía para darnos
vida, para acompañarnos y animarnos a llevar su Palabra a donde
quiera que nosotros vayamos. La resurrección de Jesús debe ser
para nosotros uno de los acontecimientos más grande de nuestra fe,
[33]
porque en la Cruz, Jesús nos enseña que se encuentra la vida, nos
enseña que sabiendo llevar con amor nuestra Cruz de cada día
somos capaces de resucitar con Él a una nueva vida más cerca del
Señor. Jesús con su resurrección devuelve la confianza en la vida
eterna, en esperar algo mejor después de nuestra vida terrena, Él
mismo nos demuestra que para vivir es necesario morir a nosotros
mismos, para poder así, resucitar con Él, pidamos pues, al Señor
que nosotros podamos ser parte de su familia y que podamos
resucitar cada día con Él, que podamos verdaderamente creer en su
resurrección y que al creer nosotros, podamos contagias a los
demás la alegría de la resurrección, Jesús está vivo y vive entre
nosotros.

Silencio y meditación personal

Canto de meditación

En la experiencia de los discípulos de Jesús, algo nuevo había


comenzado en su historia personal; una luz los había inundado,
algo en su corazón les decía que las cosas ya no serían como antes.
Su corazón les decía que eran parte de una nueva historia, de una
historia acompañada por alguien que está vivo y demuestra su
presencia al aparecerse en el camino o en la sala de reunión aún
con la puerta cerrada. Jesús no está muerto, ha resucitado y quiere
hacernos parte de su historia de vida, quiere hacernos parte de su
resurrección.

El Señor nos llama para ser parte de su familia y por eso tenemos
que reconocerlo resucitado entre nosotros, no tardemos tanto, no
seamos como los discípulos de Emaús que habían caminado
mucho tiempo con Él y no lo reconocieron, reconozcámoslo
presente aquí entre nosotros, reconozcámoslo presente en cualquier
momento de nuestra vida, especialmente reconozcámoslo presente
en nuestros hermanos e incluso en nosotros mismos. Jesús ha
resucitado y por eso estamos alegres, Jesús está aquí y quiere que
[34]
nosotros al reconocerlo como los discípulos de Emaús, seamos
capaces de ir y de anunciar esta gran noticia a los demás, incluso a
aquellos que no creen, a ellos también tiene que llegar esta gran
noticia.
Pidamos al Señor que nos acompañe siempre en nuestra vida, que
sea Él quien guíe nuestro caminar y sobre todos que nos ayude a
encontrarnos siempre con Él, con su presencia viva y resucitada,
verdaderamente presente entre nosotros en el Santísimo
sacramento del Altar. Hagamos nuestras las siguientes preguntas y
respondámoslas desde lo más profundo de nuestro corazón,
hablando con Jesús y diciéndole cuanto lo amamos y el deseo que
hay en nuestro corazón de estar siempre con Él.

 El señor ha resucitado…
 ¿Tu también te has encontrado con Él?
 ¿Qué esperas?
 Corre a dar la gran noticia…

Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…

Canto

Oración final: Jesús Sacramentado, queremos invitarte a


permanecer siempre en nosotros, queremos pedirte nos concedas la
gracia de permanecer en Ti, para alcanzar la vida eterna y
especialmente en este hora de oración, queremos encomendarte a
todos los enfermos, ancianos y necesitados de nuestro alrededor,
para que Tú los asistas, los ayudes y concedas a cada uno, lo
necesario para cada día. Concédenos a nosotros la caridad
necesaria para asistir a aquellos que lo necesitan, que no tienen
quien por ellos, que están solos y abandonados, que aprendamos a
ser como el buen samaritano, caritativos y solícitos con los
necesitados, que aprendamos a ser como Tú, capaces de hacer el
bien a todos, sin distinción alguna. Ayúdanos y danos la gracia de

[35]
servirte, amarte y seguirte, haciéndote presente a los demás con
nuestras obras y con nuestro propio testimonio de vida. Te lo
pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Canto: A tan grande Sacramento

Bendición y Reserva del Santísimo

Canto final

[36]

Potrebbero piacerti anche