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Mexico 1983

JUAN M. LOPE BLANCHANALISIS

GRAMATICAL
DEL DISCURSO

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


ADVERTENCIA

Reúno aquí varios trabajos publicados ultimamente en di-


ferentes lugares, a través de todos los cuales he tratado
de hacer un sencillo experimento de análisis sintáctico en
torno a la lengua española, atendiendo a algunos de sus
diversos niveles de expresión y a algunas de las distintas
épocas de su historia. Quizá esté por demás advertir que
tales trabajos no pasan de ser —ni pretender ser— más
que simples ensayos metodológicos, sencillas pruebas expe-
rimentales que, tal vez, revelen cierta validez o utilidad
para el análisis estilístico de las diferentes formas de expre-
sión lingüística consideradas. De ser así, acaso no fuera
inútil emprender análisis mucho más amplios y profundos
en tal dirección y con similares objetivos. Éste es el hu-
milde propósito de las páginas que siguen.
México, diciembre de 1981.

Primera edición: 1983

D.R. © 1983, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES

Impreso y hecho en México


ISBN 968-58-0508-3
PRIMERA PARTE

METODOLOGÍA

1 El contenido de esta primera parte reproduce, con algunos cambios,


adiciones o supresiones, lo dicho en el artículo sobre "Unidades sintácti-
c a s : R e c o p i l a c i ó n " q u e s e p u b l i c ó e n l a Revista de Filología Española,
lomo LXl (1981), PP. 29-63.
En los estudios reunidos en este volumen, he tratado de e
studiar, en sus rasgos fundamentales, las estructuras bási
cas del discurso en lengna española, atendiendo tanto a su
modalidad literaria —eusayo y novela exclusivamente—,
cuanto a su realización oral —en sus niveles popular
y culto.
En esos breves intentos de análisis gramatical, me he
servido de varias unidades sintácticas de muy diversa es-
tructura y de diferente complejidad. Algunas son unidades
morfosintácticas bien definidas gramaticalmente; otras son
estructuras expresivas de forma muy variable y de difícil
delimitación gramatical. Se trata, en concreto, de las si-
guientes: cláusula, oración, frase, prooración, período y,
muy secundariamente, oración compuesta y oración elíptica.
En la elección de tales entidades sintácticas, como ins-
trumentos básicos de trabajo, he atendido a consideraciones
primordialmente prácticas, más que teóricas, ya que mi
principal objetivo ha sido el de descubrir si entre las estruc-
turas enunciativas propias del habla —popular o culta
y de la literatura existían o no diferencias sintácticas apre-
ciables y significativas.
He de advertir también que, al hacer esa selección y al
elegir los términos con que había de denominar sistemáti-
camente a tales unidades o estructuras sintácticas, he pro-
curado mantenerme, siempre que me ha sido posible, den-
tro de la más estricta tradición gramatical española. Y ello,
no por el prurito de bogar contra corriente, sino por la
convicción de que mantenerse dentro de unos cauces tra-
dicionales bien probados puede ser garantía de acierto y aun
de progreso —por cuanto que "el pasado es prólogo"—,
y más cuando se trata de una tradición tan antigua y sólida
como la de la gramática española clásica, cuyas raíces se
entierran en la tradición grecolatina. Suelen hoy algunas
personas identificar el concepto de lo tradicional con el de
lo caduco, momificado y aun erróneo. No puedo coincidir
con tal opinión. El calificativo de tradicioual corresponde
a lo que, precisamente por su validez y acierto, se instaura y
permanece a través de los tiempos. Claro está que lo
tradicional, por conocido, no presenta el interés y el brillo
de lo novedoso ni, mucho menos, de lo novelero. Pero
puede ser más consistente. Aunque, por supuesto, toda tra- 1. DELIMITACIÓN PREVIA DE LAS ESTRUCTURAS
dición tiene que estar siempre en trance de renovación, SINTÁCTICAS USADAS
de perfeccionamiento, de recreación. En caso contrario,
puede llegar al anquilosamiento, a la muerte; esto es... dejar
de ser tradición viva y fecunda, para convertirse en momia Como punto de partida, y para evitar equívocos debidos a
empolvada, en curioso vestigio del pasado. cuestiones terminológicas, proporciono una definición esen-
cial o provisional de cada una de las unidades sintácticas
Reúno en esta primera parte del libro las ideas genera- consideradas.
les expuestas dispersa y fragmentariamente en los trabajos 1.1. Llamo oración —como se ha hecho durante siglos
que ahora he reunido en su segunda parte —todos los en gramática española— al sintagma bimembre entre cuyos.
cuales se complementan—, con el propósito de explicar dos elementos se establece una relación predicativa. For-
el procedimiento mediante el cual los he ejecutado y con malmente responde a la fórmula de Bühler [S <- P]. Ejem-
la esperanza —o, tal vez, sólo inquietud— de que puedan plos: "Colón descubrió América"; "Los lobos aúllan"; "Las
ser, si resultan coherentes, de alguna utilidad para hacer cuentas, claras"; "¡Qué bello ocaso!".
análisis sintácticos, más amplios y pormenorizados, de tex-
tos orales o escritos. 1.2. La cláusula, en cuanto unidad de manifestación, es la
expresión autónoma desde el punto de vista de la elo-
cución. Corresponde a lo que la gramática inglesa moderna
denomina sentence, y, en esencia, a lo que Andrés Bello
dio en llamar oración. No tiene una forma gramatical de-
terminada, puesto que puede estar constituida por una sola
palabra —interjección, vocativo, etc.—, por un sintagma
nominal o adverbial, por una frase, por una oración o por
uno o varios períodos. Lo que la define y delimita es,.
pues, su autonomía dentro del acto de la comunicación.
Ejemplos: "¡Caramba!"; "Buenos días"; "En mi casa" o "
Por la noche"2 ; "¡La nostalgia de los años perdidos!"; "
Ya me voy"; "Si lo ves, dile que venga a mi casa en cuanto
pueda".

1.3. Entiendo por frase la expresión constituida por un


solo morfema o, más comúnmente, por varios morfemas

2 En respuestas a preguntas como "Dónde nos reuniremos?" o "¿Cuán-


do vendrás?" respectivamente.
ordenados en torno a un elemento nuclear —generalmen- n efecto, no puede ser a la vez frase o período, ni éste puede ser
e

te un nombre— pero no organizada de acuerdo con la prooración o frase, etc. Pero cualquiera de ellos puede constituir
estructura [S <- P]. Su contenido puede corresponder al una cláusula, siempre que aparezca como expresión autónoma
de una oración, pero se distingue de ésta por la manera de
dentro del discurso, conforme indicaba en el & 1.2
estructurar sus elementos constitutivos: en la frase no se
establece la relación predicativa esencial en toda oración.
Ejemplos: "¡El diluvio!"; "Tanto esfuerzo para nada";
"¡La esperanza de nn retorno feliz!"; "Una limosna,
por caridad".
1.4. Denomino prooración al morfema o sintagma de es-
tructura no oracional que implica —reproduce- - nna ora-
ción ya enunciada. Por ejemplo: "¡Nunca!" como respuesta
a una pregunta del tipo '' ¿Cuándo me lo vas a dar?";
o "Por la nocbe" en casos como los ejemplificados en
la nota 2.
1.5. Llamaré período a la expresión constituida normal-
mente por dos —o, a veces, varias— oraciones o frases en-
tre las cnales se establece una sola relación sintáctica, ya
hipotáctica, ya paratáctica. Ejemplos: "Si vienes, te lo daré"; "
Se lo regalas o se lo prestas o se lo vendes"; "¡Tanto es-
fuerzo inútil y tanta ilusión frustrada!".
1.6. Reservo el nombre de oración compuesta a cierta
clase de períodos caracterizados por el hecho de que uno
de los elementos nucleares de la oración gramatical, [S] o [
P], es, a su vez, una oración: "Quien canta su mal espan-
ta"; "Tú fuiste el que le engañó".
1.7. Oración elíptica es, simplemente, la que presenta
omisión de alguno de sus elementos constitutivos, por estar
obviamente implícitos en el contexto. Por ejemplo, la se-
gunda oración del período copulativo "Mi hermano estudia
Derecho y yo Medicina". Por supuesto que, para los efectos
de mis análisis sintácticos —y recuentos estadísticos— las
oraciones elípticas cuentan como verdaderas oraciones gra-
maticales.
1.8. De lo dicho hasta aquí se desprende que los con-
ceptos de oración, período (y oración compuesta), frase y
prooración pertenecen a un nivel diferente del que corres-
ponde a la cláusula. Los primeros se excluyen entre sí, pero
ninguno de ellos es excluyente de la cláusula. Una oración,
de las Brozas. Comenzando por el cap. 12 del lib. I: "Plato...
aperte docet, sine nomine et verbo nullam constare orationem" .
Continuando por el cap. 2 del lib. II: Ex Nomine et Verbo,
tanquam ex materia et forma, quae brevissima sit, constituitur
oratio". Y terminando por el cap. 1 del lib. III, donde precisa
que el nombre debe aparecer en normativo, esto es, funcionando
como sujeto: "nam sine nomine & verbo non sit oratio. Nomen
2. LA ORACIÓN GRAMATICAL voco rectum ipsum cum Aristotele". En este mismo capítulo
apunta el Brocense la necesidad de que entre el nombre y el
verbo se establezca una relación predicativa como fundamento
2.1. Historia del concepto en la gramática española. de toda oración gramatical.
Aunque en las breves Instituciones de Jimémez Patón
2.1.1. Los primeros gramáticos castellanos tuvieron un no se da una definición concreta de la oraeión, lo que de
concepto básicamente —por no decir que exclusivamente— pasada anota y los ejemplos que de oraciones proporciona
formal de la oración. Para ellos, en efecto, oración era toda permiten suponer que su concepto coincidía con el d e Vi-
expresión constituida en torno a un nombre y un verbo llalón y el Brocense. Coincide con él, plenamente, el de
debidamente concertados. La fórmula que responde a sus Gonzalo Correas. El pasaje de su Arte donde con mayor
definiciones es, estrictamente, [N-V].
detalle define a la oración dice así: "Desta orazion, que
Si bien Nebrija no proporciona una definición precisa y
io llamo gramatical, habla prinzipal i propiamente la Gra-
en su Gramática alternan un tanto confusamente los tér-
matica, aunque no la veo definida en las Artes: io la difino,
minos oración, cláusula y sentencia, muy pronto habría
descrivo i declaro desta manera: Orazion es la rrazon i
de quedar establecido que los elementos esenciales, nuclea-
res, de la oración gramatical son el nombre y el verbo. Lo sentido ó habla conzertada que se haze con nonbre i verbo
apunta ya, explícitamente aunque de pasada, el Doctor Ber- de un mermo numero i persona, el nonbre en nomina-
nabé de Busto, cuando dice: "Hasta aquí se ha tratado del tivo, i el verbo en cadenzia ó persona finita, no infinitivo, i
nombre y verbo: que son partes principales en la orazión" se adorna con la particula si quiere, i con otros casos
destas partes, i con ellas mesmas rrepetidas. Las partes
(lib. III).
Pocos años después, el Licenciado Villalón establecía en forzosas desta orazion son el nonbre i el verbo. La particula
nuestra gramática la definición que habría de hacer suya toda es azesoria" (p. 132) . Capítulos después, al analizar las
la escuela lingüística española del Renacimiento; para él, la funciones del sustantivo, repite la idea: "El nonbre está
oración "se liga y ve de partes nombre y verbo como de en la orazion para mover, i aconpañar al verbo, i hazer
principales: y de otras menos principales" (p. 56) ; o anbos la orazion, porque sin el uno, ó el otro, no se
más pormenorizadamente "oración es vna composición puede hazer sentenzia, ni dezir nada. El nonbre á de ser
de nombre y verbo y pronombre como de partes principa- sustantivo, puesto en nominativo por la persona que haze, ó
les: y de otros muchos vocablos y diciones, como de partes se haze ó si queremos dezir padeze" (p. 366) .
menos principales: como de aduerbios, preposiciones, in- Estas definiciones renacentistas, basadas en la relación
terjeciones y conjunciones" (p. 50) . gramatical existente entre un nombre y un verbo [N-V],
El carácter constitutivo, nuclear, del nombre y del verbo llegaron, a través de diversos autores3, hasta las primeras
3
como elementos indispensables de la oración se reitera con Como Benito Martínez Gómez Gayoso, quien afirmaba: "De estas nue-
todo rigor en la trascendental obra de Francisco Sánchez
ediciones de la Gramática académica. En ellas se sostiene dios, p. 111). Y aunque sin detenerse en razonamientos teóricos
que "no puede haber oración ni sentido alguno donde pormenorizados, también Rodríguez Adrados, al establecer las
falte verbo regido por un nombre sustantivo, ó pronombre diferecias existentes entre oración de un lado y palabras o
expreso ó suplido" (ed. de 1796, p. 289)4 . Y con otras pala sintagma del otro, observa que en estos últimos no hay “la
bras, páginas antes: "Estas dos partes [nombre y verbo] son relación sujeto-predicado” que existe en la oración” (p. 45).
tan precisas para formar la oracion, que ni puede haber 2.1.3. A fines del siglo XVIII, Juan de Iriarte rompió con esa
oracion sin ellas, ni tampoco verbo sin nominativo, ó no tradición clásica, que había establecido la distinción entre
minativo sin verbo, callado o expreso" (p. 281) . oración —estructura bimembre predicativa— y cláusula —
2.1.2. A partir del siglo xix, las definiciones formales oración o conjunto de oraciones con sentido completo (cf. § 7.1)
de la oración, sometidas a la influencia de la lógica, pre- . Iriarte, en efecto, prefirió considerar que la oración era la
fieren considerar que los elementos constitutivos de esa expresión total, completa, en tanto que a las estructuras
estructura gramatical son el sujeto y el predicado 5 . La fórmu predicativas de forma [S-P] las denomina frases o sentencias.
la esquemática se transforma en [S-P]. Así —explica— los enunciados predicativos Imperator jubet y
Todos los gramáticos modernos sigueu reconociendo la Milites parent (o "el General manda” y "los soldados obedecen"
personalidad de esa estructura bimembre predicativa [S-P], ) no son sino frases (o senten¬cias) de la oración "Imperator
pero son ahora muchos los que prefieren darle el nombre jubet, ac Milites parent" (p. 235) .
d e p r o p o s i c i ó n , para re se rva r e l de o r a c i ó n a l a e x p re-
Andrés Bello hizo suya, varias décadas después, esta doc-
sión de sentido completo o sintácticamente autónoma. Sin
trina, aunque sustituyendo el nombre de frase por el de
embargo, no faltan hoy quienes siguen otorgando el tradi-
proposición, término ya utilizado por varios gramáticos con
cional nombre de oración a esas expresiones básicas estruc-
turadas en torno a un [S]ujeto y a un [P]redicado. Así lo anterioridad6 . Bello, en efecto, opina que "el sujeto y el
hacen, entre otros, Rafael Seco, para quien la oración consta atributo [predicado] unidos forman la proposición" (§ 35) ,
siempre de "sujeto y predicado" (p. 7) . 0 Manuel Criado, en tanto que "se llama o r a c i ó n toda proposición o con-
según el cual "en la oración se oponen dos miembros bien junto de proposiciones que forman sentido completo; de
definidos: el predicado o «lo que se dice» y el sujeto «de que está alfombrada la ribera es proposición perfecta, pero
quien se dice»" (Gramática, p. 41) . 0 Rafael Pérez-Rioja, no es oración" (§ 308)7.
en cuya opinión los "elementos esenciales de la oración La opinión de Bello parece haber hecho fortuna entre
[son] sujeto y predicado" (p. 292) . Idéntico concepto, pre- muchos gramáticos españoles e hispanoamericanos moder-
sentado con mayor precisión, es el que revela Emilio Alar nos —Cejador, Amado Alonso, Henríquez Urdía, Rafael
-cos Llorach: Gramaticalmente, en [expresiones oraciona- A. de la Peñas — y especialmente contemporáneos —Roca
les] no tenemos más que un sujeto y un predicado, conec- Pous, Hernández Alonso, Manuel Seco, Alcina-Blecua y
tados por la relación predicativa que es la que constituye
6 Como, por ejemplo, el Padre Benito de San Pedro (t. II, p. 2), o
toda oración y es señalada por ciertos indicios formales Jai¬me Costa de Vall (pp, 142-143) o Vicente Salvá (p. 1).
(la llamada concordancia de número y persona) " (Estu-
7 Aunque claro está que hay oraciones sintácticamente subordinadas que sí
ve [partes de la oración], las más nobles y principales son el Nombre, y el poseen “sentido completo”, como yo estoy enfermo en la cláusula “se preocupa mucho
Verbo; porque sin ellas no se puede formar oración perfecta" (p. 3). porque yo estoy enfermo" (cf. infra, § 8.3).
4 Cosa que ya se había dieho en la primera edieión, eon el solo cam-
bio del término oración por el de proposición (cf. p. 244). 8 Los detalles de esta particular historia los proporciono en el librito sobre El
5 O el sujeto y el verbo, como prefiere decir Jaime Costa de Vall: "No concepto de la oración en la lingüística española, México, UNAM, 1979.
puede haber oración que no conste de sujeto y verbo, espresos o suplido
el i i" (p. 123). I
Escarpanter— entre los cuales sospecho que ha pesado, más posibilidades de las estructuras que, sin duda, son oraciones.
que la opinión de Bello, la de Leonard Bloomfield y otros Y ello, básicamente, por dos razones: porque puede haber
gramáticos de lengua inglesa seguidores suyos9 oración (relación predicativa) sin la presencia de un nombre –
No obstante la autoridad de tantos y tan famosos gramá-
en sentido estricto-, y porque también puede haber oración sin
ticos de nuestros tiempos, considero que, en los términos
en que ellos establecen la antinomia "proposición/oración", necesidad de que aparezca un verbo morfológico.
no superan a la establecida por la gramática española clá Aunque la concepción, más amplia o menos marcada, que
sica entre "oración/cláusula", sino que más bien la dete- simboliza la fórmula [S<-P] entendida como “relación entre un
rioran. De ello volveremos a ocuparnos en el § 8. Baste, por sujeto y un predicado”, supera el segundo de los
ahora, apuntar que, para definir lo que ellos llamau "ora- inconvenientes señalados, tampoco cubre, en verdad, todas las
ción" (y los ingleses sentence), atienden a la "plenitud se-
posibilidades de las estructuras oracionales. Y ello por la
mántica" o a la "autonomía elocutiva" de las expresiones
analizadas, esto es, a consideraciones ajenas a la forma o a sencilla razón de que hay oraciones sin verdadero sujeto
la función sintáctica de tales expresiones. Y no me parece gramatical: “Hubo toros” o “me fue bien en el examen”.
debido olvidar que la Gramática o morfosintaxis es la cien
cia que estudia las funciones de las formas lingüísticas. Sin embargo, pienso que no hay por qué repndiar I,
Luego el término oración puede y debe seguirse usando fórmula. Basta con ampliar sus alcances, siguiendo para
para designar a la unidad fundamental de la Gramática. ello la pauta marcada por Karl Bühler.
Esas definiciones modernas corresponden a lo que nuestros 2.2.2. Débese recordar que, para Bühler, "la fórmula
gramáticos clásicos —con una sensibilidad etimológica inne- S-P de la lógica aristotélica sólo debe indicar que la for-
gable— habían llamado cláusula. mación tiene dos miembros y cierto grado de asimetría en
su estructura" (p. 414), asimetría que depende del carácter
predicativo del elemento [P], cosa que hace inalterable e
2.2. Validez del concepto tradicional de oración.
irreversible tal fórmula: [P] se predica de [S], pero no [S]
2.2.1. Definir la oración —de acuerdo con la fórmula de [P]. Así entendida, la fórmula es aplicable no sólo a
simbólica [S<-P]— como estructura bimembre en que se expresiones estructuradas en un sujeto gramatical y un pre-
establece una relación predicativa es dar una definición es- dicado, sino también a elocuciones como las siguientes:
trictamente gramatical, morfosintáctica, por cuanto que ella (I) A María le fue bien en el examen
atiende a la forma de las expresiones que deben conside- (2) hubo toros
rarse oracionales y a la función que entre sus elementos (3) ¡ Qué bello ocaso!
constitutivos se realiza. (4) Año de nieves, año de bienes.
Cierto que el esquema [N-V] con que podríamos repre- Aunque en los ejemplos del tipo (1) y (2) no exista un
sentar simbólicamente las definiciones renacentistas (`nom- sujeto gramatical estricto, sí aparece un elemento nominal
bre y verbo en relación predicativa') no cubre todas las María y los toros respectivamente— del que el otro
elemento predica algo: el éxito (el ir bien), en el primer
Cf. Bloomfield, p. 171; Hockett, pp. 203-204; Lyons, pp. 171 y 178-180.
Entre Bello y Bloomfield hay que situar necesariamente, para hacer jus-
caso, y la existencia (su celebración: el haber), en el
ticia a la historia lingüística, a Antoine Meillet y, sobre todo, a Otto segundo. De igual manera, aunque en los ejemplos del tipo (
Jespersen (pp. 114 y 307). Con posterioridad a Bloomfield hay que recor- 3) y (4) no figure un verbo, sí aparece un elemento
dar, en Francia, a André Martinet (pp. 122-123).
predicativo preciso en (3), la belleza que advertimos en ese
ocaso, y en (4), la bondad (los bienes) de los años en que se
producen nevadas frecuentes.
El [P]redicado puede estar constituido no sólo por un
elemento verbal —tanto forma conjugada ("F. canta bien"), nado. En latín es Jupiter; en griego Zeus, en castellano, Dios, el
cuanto verboide ("Al salir el sol") — o por un elemento cielo o la Naturaleza (283ª).
nominal ("Las cuentas, claras") , sino también por un ele- 2.3.2. Mucho más convincente parece la explicación propuesta por
Sánchez de las Brozas –basándose, posiblemente, en Prisciano-
mento adverbial: "Los barítonos, más fuerte"; "Los niños, según la cual el agente o, mejor, el sujeto sería el fenómeno
delante". Todas éstas sou estructuras evidentemente orac mismo, implícito en el verbo atmosférico de que se trate: la lluvia
ionales, que eucajan sin dificultad dentro del esquema [ en el caso de llover, el trueno en el caso de tronar, la noche en el
S‹- P]. de anochecer, etc. He aquí las palabras de Brocense: “Plato asserit,
Parecen no encajar en él dos tipos de expresión particul sine Nomine & Verbo nullam effeci posse orationem… Idem
intellige in verbis quae dicuntur Naturae; ut pluit, ningit,lucescit,
ar: las interjecciones y los verbos unipersonales. subaudi pluvia, nix, lux... Integra ergo est oratio: pluit pluvia,
2.3. Oraciones formadas en torno a un verbo uniperson fulget fulgur, lucescit luz" 10.
al, del tipo llueve, nieva o anochece.
2.3.1. Para explicarlas dentro de la concepción bimem- Esta explicación ha tenido decididos defensores en nuestro
brista [S-P] de la oración, no creo que baya que recurrir siglo; entre ellos, muy denodadamente, Julio Cejador, y
a interpretaciones un tanto forzadas, cromo la que propuso además García de Diego, Ángel Lacalle, Pérez-Rioja y
el propio Bühler, para quien el bimembrismo de esas ex- Rafael Seco, quien descubría la existencia de un "
presiones se establecería mediante la relación entre fenó- sujeto interno" extraído de la propia raíz verbal: "Los
meno y lugar. De acuerdo con ello, la oración completa y verbos que expresan los fenómenos de la naturaleza,
equiparable, por ejemplo, a Cayo duerme, no sería llueve, llover, tronar, diluviar... etc., no ofrecen propiamente
sino llueve en el lago (cf. Bühler, p. 425) , donde ya figu- posibilidad de que se les atribuya un sujeto gramatical,
ran dos elementos sintácticos diferentes. Sin embargo, esta gracias a su especial significado de hechos naturales...
explicación no parece satisfactoria, porque no hay relación Realmente, en estos verbos lo que hay es un sujeto
predicativa entre sus miembros y porque, como ha obser- interno, sacado de su propia raíz; así, la lluvia es la
vado Piccardo, "tales determinaciones de lugar son, por su que llueve y el trueno es el que truena" (p. 186) .
forma, idénticas a las que acompañan a los demás verbos" También Charles Bally (pp. 18-19) se resistía a admitir "
sin originar por ello estructura oracional; "y la gramática, la afirmación de que la desinencia en latín tonat, esp.
como lo ha señalado el propio Bühler, no puede nunca llueve, ital. piove, así como el pronombre sujeto en
dejar de lado el aspecto formal" (Piccardo, p. 8). fr. il tonne, son formas vacías", y consideraba que "il
Tampoco parece acertado inventar sujetos más o menos " puede afirmar la existencia de un fenómeno especial (
lógicos" para tales verbos, según han hecho no pocos lin- il pleut=”hay lluvia”') ... o bien un agente
güistas de muy diversas épocas. Como, por ejemplo, Fran- desconocido e indeter¬minado (algo produce lluvia,
cisco lpiña, para quien el sujeto no puede ser otro que hace lluvia') ". Que el pronombre il del francés no sea
Dios o la Naturaleza: "En los verbos Exceptae actionis, un signo vacío ya lo habían sostenido, tajantemente,
c o m o pluit, ningit, grandinat, tonat... se entiende Deus, (
Arnauld y Lancelot: "Et quand nous disons il pleut, il
5 Natura; porque sus acciones se atribuyen solo á Dios, ó á
nege, il gresle, etc., il est là pour le nominatif, cèst à
la naturaleza" (p. 11) . Explicación que hizo suya la Real dire, pluie, nege, gresle, etc., reenfermé acec leur
Academia desde las primeras ediciones de su Gramática y verbe substantif est ou fuit: comme qui diroit, il pluie
ha conservado hasta la última, de 1962: "Los verbos uni- est, il nege se fait" (p. 129.
personales llevan callado el sujeto, por ser muy determi 10 Minerva, lib. IV, cap. 3, p.537 y lib. III, cap. 1, p. 262.
Expresiones del tipo pluit pluvia se documentan en di- Prueba de la dirección que supongo en el proceso derivativo
versas lenguas. Bally recuerda los casos del ruso grom gremit podría ser también el hehco de que en todos los verbos
('el trueno truena') , del alemán der Regen regnet ewig unipersonales aparece la raíz nominal (llover -lluvia, tronar-
fort (la lluvia llueve' en Chamisso) y otros. En el sur del
trueno, nevar-nieve, anochecer -noche, etc), en tanto sólo con
Matto Grosso se canta todavía una antigua copla que dice:
"Chuva choveu, Coxipó encheu". Y en el polaco del siglo una designación nominal, pero no con la verbal correspondiente
pasado deszcz dzdzy ('lluvia llueve') junto al normal pada a su proceso: terremoto, huracán, ciclón, sismo, chaparrón,
deszcz (`cae lluvia') o deszczu ('llueve'). aguacero, etc., sin que exista *terremotear, *huracanar,
Cabría suponer que esos verbos unipersonales son el re- *ciclonear, *chaparronear, etc. Y parece ser prueba también de
sultado de un proceso originado a partir del sustantivo que esa dirección que el imagino el hecho de que toda expresión
denomina al fenómeno, y no lo contrario, como supusieron
Rafael Seco y, en su seguimiento, Lacalle, Pérez-Rioja y verbal (unimembre) pueda ser enunciada en sus dos
aun la Academia (Gram., § 3.5.7). Es decir que no es que elementos constitutivos, en tanto que no todas las estructuras
de la raíz verbal se extraiga un sujeto interno, sino que el bimembres pueden expresarse —todavía, al menos— en
nombre designador del fenómeno genera un verbo cogna forma sintética: llover -> caer la lluvia, atardecer >
do"-, que acaba por "absorber" al sustantivo sujeto. Así, par- caer la tarde, relampaguear -> saltar un relámpago, etc.,
tiendo del sustantivo "la lluvia", se afirma su existencia, su
pero no hacer sol > *solear, ni hacer calor —> *calorear, ni
realización: > "la lluvia es (se produce, cae) "; este "ser la
lluvia" daría origen a un verbo llover (un "llover la lluvia", caer un rayo > *rayear, etc.
por supuesto) , que haría innecesaria ya la expresión del
sustantivo sujeto. 2.4. Interjecciones y locuciones interjectivas.
Para la denominación de los fenómenos atmosféricos, se
sirve la lengua de dos tipos de expresión, igualmente "im- 2.4.1. En el análisis y clasificación de las interjecciones
personales". De un lado, la forma unimembre constituida ha habido, dentro de la escuela gramatical española, acti
por un verbo unipersonal: llueve, graniza, anochece, relam- tudes y soluciones para todos los gustos imaginables.
paguea, etc. De otro, la expresión bimembre constituida Podrían resumirse, muy esquemáticamente, en las siguientes:
p o r un sustantivo de s igna dor de l fe nóme n o y p o r u n a) las interjecciones son una parte de la oración, ya sea
verbo de significado "neutro": hace calor, hay sol, hace que se incluya en la categoría de los adverbios (Nebrija) ,
viento, hay un terremoto, ruge la tormenta, etc. La afini- ya que se considere categoría independiente (Busto, Villa
dad existente entre estas dos clases de expresiones había lón, Correas, Villar, Costa, etc.)
sido ya señalada por Arnauld y Lancelot, quienes analiza- b) las interjecciones son verdaderas oraciones completas o,
ban las estructuras del tipo il fait chaud como equivalentes por lo menos, equivalentes de oración, por cuanto que
de las del tipo il nege. Y en español, hay lluvia es lo mismo ellas solas, por sí mismas, pueden revelar nuestros senti
que llueve, como hay sol sería —podría ser— lo mismo que mieutos tan plenamente como una oración
*solea. Y si nevar es lo mismo que caer nieve, y diluviar, gramatical (Salvá,Bello, Lacueva, Selva, Marín,
lo mismo que caer un diluvio, paralelamente caer (un) Lamíquiz, etc., y Benot, Lenz, Amado Alonso, Gili Gaya,
rayo(s) sería —podría ser— *rayear (cf. relampaguear). Barrenechea, César Hernández, etc
c ) l a s i n t e j e c c i o n e s no son ni partes ni equivalentes de
11 Como suponía el Brocense: "In verbis, quae falso dicuntur naturae, (
ut pluit, placer Linacro & doctis intelligi suppositum cognatae significat oraciones, ni mucho menos oraciones verdaderas.
ionis" (lib. III, cap... 1).
d) las interjecciones no son ni siquiera elementos
gramaticales.
La decisión depende, claro está, de la actitud que se sí puede relacionarse con la cláusula, unidad nocional,
adopte ante el hecho del habla, de los principios de acuer- conforme después veremos.
do con los que se analice el fenómeno lingüístico. Una acti- 2.4.5. En lo que respecta a las locuciones o expresiones
tud morfosintáctica puede ayudar a esclarecer el problema. einterjectivas, cabe decir que ellas serán, desde el punto de
2.4.2. Ante todo, parece de suma importancia la distin- visra gramatical, lo que sus elementos constitutivos les hagan
ser formalmente: simples vocativos (como en ¡María!), frases
ción que estableció la Real Academia, en las primeras edi- (como en ¡Gracias a Dios!), prooraciones (como en ¡Maldita
ciones de su Gramática, entre lo que podría llamarse pro- sea tu estampa!). Lo único que distingue o marca a estas
piamente interjección y la locución interjectiva: "No se expresiones de las correspondientes normales -no
deben considerar como interjecciones sino aquellos breves interjectivas- es el rasgo exclamativo propio de su particular
sonidos, ó voces cortas en que el ánimo prorrnmpe pe casi entonación 14. .
involuntariamente1 2 para desabogo suyo, O par a advertir
alguna cosa a otro... Las expresioues que coustan de (los,
o más voces, y que algunos llaman interjeccioues, como:
gracias á Dios, bendito sea Dios, Jesús 'mil veces, y otras
semejantes, no deben considerarse como iuterjecciones, sino
como verdaderas oraciones, que, guando mas, necesitan
suplemento de algún verbo" (ed. de 1781, p. 235) 13
2.4.3. De acuerdo con esta distinción, es obvio que las
interjecciones propiamente dichas no son parte de la ora-
ción, por la sencilla y evidente razón de que —como indi-
caron Alonso y Henríquez Ureña (II, § 223) —, la inter
jección "no entra a formar parte ni de la estructura del
sujeto ni de la del predicado", sino que sólo acompañan
tangencialmente a las estructuras oracionales como refuerzo
expresivo.
2.4.4. Tampoco pueden considerarse ni equivalentes de
oración ni mucho menos oraciones verdaderas. No son esto
último por cuanto que la interjección no está gramati-
calmente estructurada en [S-P]. Ni son, en verdad, equi-
valentes de oración, por cuanto que tal equivalencia des-
cansaría sólo en razonamientos semánticos, y la oración
gramatical no ha quedado definida por su contenido (semán-
ticamente), sino por su forma y su función (morfosintác-
ticamente) . La supuesta equivalencia oracional de la inter-
jección se aproxima, así, a la equivalencia oracional de
un gesto o de un semáforo... En cambio, la interjección
12 Cf. García de Diego, Lingüística, p. 44.
1 3 Expresiones interjectivas llamó a estas últimas Mariano de Rement

ería (p. 126), haciéndose eeo de la aeertada distinción aeadémica.


cuanto tales, afines o "emparentadas" - pero formalmente diferentes.
Su afinidad gramatical 16 les permite establecer relaciones
sintácticas entre sí :Una oración puede regir a una frase ("Entonces
Fulano gritó: ¡Al diablo con todo eso!"), así como una frase puede
regir a una oración gramatical: "Tanto esfuerzo inútil, pero no
debemos cejar en nuestro empeño"; "Socorro, que me caigo!". Claro
está que dos o más frases pueden combinarse entre sí: "Sumisión en
3. LA FRASE su actitud corporal, pero odio en su mirada esquiva".

3.1. Para manifestar el contenido de su conciencia, dis-


pone el hablante no sólo de la estructura oracional [SP], 3.2. Dentro del concepto de frase pueden reunirse entidades
sino también de otras formas de expresión de naturaleza expresivas diversas. Las más comunes parecen ser las siguientes
17:
diferente. Decía antes (cf. § 1.3) que puede darse el nom-
bre de frase a la expresión autosemántica constituida por a) Sintagmas nominales: "La emoción de un viaje a la.
un elemento nuclear o en torno a un elemento nuclear — India"; "(Todo quedó en ealma). Sólo el murmullo del
e n la inmensa mayoría de los casos, un sustantivo—,
viento entre las ramas"; "Otra devaluación del peso en
pero de estructura no oracional, es decir, no articulada en [ puerta"; "Ventajas del matrimonio"; "¡A la cama inme-
S] y [P]. Cuando se habla de estas unidades formales, diatamente! "18
b) Sustantivos aislados: "¡Fuego!"; "Una limosnita"; "¡
suele afirmarse que se trata de oraciones elípticas o de
Socorro!"; "El desmadre".
restos o equivalentes de oración. No dudo de que, concep- c) Locuciones hechas (restos o representantes de ora-
tualmente, sea cierta tal equivalencia', pero desde el punto ción, según algunos autores): "Buenas noches"; "Con su
de vista formal se trata de entidades bien diferenciadas. La permiso"; "Por favor"; "Hasta la vista"; "A sus órdenes" (
frase puede ser unimembre, cosa que no sucede en el caso cf. § 4.5).
de la oración; y esencial en ésta es la relación predicativa, d) Formas interjectivas: "¡Caramba contigo!"; "¡Ay de
relación que no aparece en la frase. En efecto, ¡Fuego! o mí!".
Una limosnita son frases unimembres; y en La emoción
de un viaje a la India, los elementos constitutivos se orga-
nizan por subordinación sucesiva (núcleo + compl. adnom
inal + compl. locativo), sin que aparezca la relación
predicativa entre ninguno de ellos. Cierto que existe cierta
correspondencia entre esta última frase y una posible ora-
ción gramatical como "El viaje a la India nos emociona-
ba", pero tal paralelismo es únicamente semántico, no for- 1 6 Frente a lo que sucede en el easo de la cláusula, unidad comunica-

mal. Prueba de ello es que el mismo contenido podría tiva más que gramatical, según después veremos.
17 Dado lo reducido del corpus por mí manejado hasta ahora, esta enu-
expresarse a través no ya de una oración gramatical, sino meraeión no pretende ser exhaustiva ni, mucho menos, definitiva. Sirva
de un período sujetivo: "Nos emocionaba viajar a la India". sólo de ejemplificación.
Frase y oración son, pues, unidades gramaticales —y, en 1 8 Así como la estructura o ra c io n a l t ípic a s e o rg a n iza e n t o rn o a u n
verbo, la estructura normal de las frases se ordena en torno a un nombre,
15 Aunque no hay que olvidar que la oración gramatical no ha que-
dado definida conceptualmente.
En cuanto entidades gramaticales que representan a una
verdadera oración, pueden combinarse sintácticamente con
estrucuturas oracionales plenas, ya como elemento subordinado,
ya como suborndinante: "Y cuando preguntaron si estaba
dispuesto ha hacerlo, tajantamente contestó:" De ninguna
manera"; "(¿viernes?).- No, porque estoy agotado"; "¿dónde nos
4. LA PROORACIÓN reuniremos?).- EN mi casa, si ustedes no tienen inconveniente".

4.1. Llamo así al morfema o sintagma de estructura no 4.4. Las prooraciones viene a ser como un caso extremo,
oracional que representa —reproduce— una oración g límite, de las llamadas oraciones elìpticas, si bien
matical enunciada anteriormente. Aparecen en el discurso éstas pueden considerarse verdaderas oraciones gramaticales
uno de cuyos elementos constitutivos [S] o [P], se omite por de
como respuesta o comentario a elocuciones previas. Por sobreentenderse fácilmente. Una cláusla como "llegó primero la
[

ejem ejemplo, "—En mi casa", como respuesta a la orquesta y después el coro" está integrada p1,1 dos
pregunta "¿Dónde nos reuniremos?". 4.2. Cualquier oraciones, en la segunda de las cuales —después el coro"—
hay una simple elipsis del verbo —su elemento [P]redicativo—
elemento gramatical puede funcionar como expresado inmediatamente antes; asimismo, en "No sé si lo
prooración: tiene el director o el secretario", se omite —se elide— el
a)Formas nominales —sustantivo, adjetivo o pronom- elemento nuclear predicativo tiene de la tercera oración.
bre— de función nuclear, sujetiva o predicativa, dentro Otras veces, la elisión afecta al núcleo sujetivo: "Mi
de la oración reproducida " (¿Quién se lo dijo?) . —Mi hermana
: hermano trabaja por las mañanas y estudia por las tardes".
"(Es nuevo o usado?) . —Nuevecito"; " (¿Podría ir alguien?). —
Con la prooración se hace una reproducción de la oración
implicada; la prooración repite —completándola— la
Yo mismo". oración ya expresada, de la cual el elemento
b) Formas nominales de función complementaria —di- prooracional es sólo una parte integrante (un constituyen-
recta o indirecta— en la oración reproducida: "(¿Tienes d ó
te); su funcionamiento es similar al del pronombre en
l a r e s o p e s o s ? ) . — D ó l a r e s " ; cuanto reproductor de su antecedente. En cambio, la oración
—A tu sobrino". elíptica cuyos elementos elididos figuran en una oración an-
c) Formas adverbiales, o nominales de función adver- terior es otra. oración, distinta de la oración precedente.
bial (temporal, modal, locativa, etc.) dentro de la función 4.5. Cabe también distinguir nítidamente entre pro-
implicada: " (¿Cuándo se reunirán?). —Por la noche";
cómo lo resolvieron?) . —A lo loco"; " (¿Dónde lo" oraciones y lo que se ha llamado restos (o fragmentos) de
"(¿y
oración, esto es, sintagmas lexicalizados que tienen auto-
encontraste?). —Allí"; " (¿Lo tienes tú?). —No"; -
" (Po dríamos hacerlo entre todos). nomía funcional y que pueden, por ello, aparecer indepen-
—Tal vez".
dientemente en el discurso, cosa que no sucede en el caso
4.3 Aunque las prooraciones aparecen normalmente en
de las prooraciones. Tales restos de oración quedarían me-
respuestas dentro del diálogo, pueden presentarse también
jor integrados deutro- del concepto de frase. Así, expresio-
en otros casos, especialmente en comentarios o especifica-
nes c o m o M A C H A S tardes", por ejemplo, son frases —con
"

ciones a lo dicho en la oración representada: " (Ahí llega.


posibilidades dr autonomía elocutiva— que podrían ser
Tengo que esconderme) . —Detrás de la cortina.."
"restos" de expresiones verdaderamente oracionales, como cionalmente-la oración subordinante "Te lo devolveré"20. En
"Déle Dios buenas tardes", en el ejemplo considerado.
Claro está que, para efectos estadísticos en análisis sintác el diálogo, sobre todo, estos encabalgamientos sintácticos-
ticos como los aquí reunidos, tanto las prooraciones, entre cláusulas diferentes-son muy comunes.
como las frases y los restos de oración presentan
personalidad similar: son unidades de expresión. Pero
en tanto que las frases —y los "restos de oración"—
poseen capacidad de auto nomía comunicativa, las
prooraciones careceu de ella. Autonomía enunciativa
evidente poseen frases com o "La sal, por favor" o "
Violento debate en la cámara de diputados" — de igual
manera que la poseen restos oraciouales como "Buenas
tardes" o "Adiós"—, cosa que no sucede con las
prooraciones: "Por la noche" o "En mi casa" son
expresiones que earecen por sí mismas de toda posibilidad
enunciativa autónoma.
4.6. La omisión —oral— de un elemento nuclear en
oraciones elípticas independientes o autónomas puede ex-
plicarse por la situación o "universo del discurso" (Urban,
pp. 162ss.). Por ejemplo, en el caso de un enunciado del
tipo "¡Qué belleza!" dicho al contemplar un cuadro19.
4.7 La función prooracional puede estar a cargo no sólo
de una palabra o sintagma reproductor —como sucede en
los ejemplos proporcionados en el § 4.2—, sino que tam-
bién puede ser desempeñada por toda una oración comple-
mentaria. Por ejemplo, a la pregunta "¿Cuándo me lo de-
volverás?", la respuesta "Cuando las ranas críen pelo" es.
una oración subordinada temporal que implica —proora-

19 El elemento nuclear [S] constitutivo de esa oración se elide, ya


que está dado —expresado— por la situación. Pero la relación predicativa,
definitoria de la oración gramatical, se establece sin duda en easos como
éste: Del cuadro —elemento [S] presente y bien delimitado por la situación
en que se produce el hecho del habla— se predica [P] la belleza. Se trata,
pues, de una verdadera oración gramatical, llámese o no "elíptica". Oración
gramatical sin duda, aunque elíptica si se quiere, es la expresión "¡Qué 20 De igual modo, la oración "Si puedo" como respuesta a "Lo harás
estúpida actitud!" dicha cuando el interlocutor del hablante vuelve a éste
la espalda como reacción ante sus advertencias. El elemento nuclear su- pronto?" funciona al mismo tiempo como prooración de su regente implí-
jetivo [S] está dado por la acción física del interlocutor, lo cual permite cita "Lo haré", de modo que tal respuesta representa toda una cláusula
elidir su expresión, dando lugar así a la oraeión elíptica señalada, cuya constituid a p or un p eríod o condic io n a l, c u y a a pó do s is n o e s n e c e s a rio
forma plena sería "Tu actitud (el volverme las espaldas) es una aetitud expresar: "Lo haré, si puedo
estúpida".
aquí, considero que peude llamarse periódo a la expresión
constituida por dos o más oraciones gramaticales21 entre las
cuales se establece uan sola relación sintáctica, ya
coordinante, ya subordinante. Ejemplos: "Trabaja por las
mañanas y estudia por las tardes"; "Si vienes a casa, te lo
daré".
5. EL PERIODO 5.3.1. Por su forma, los períodos pueden ser, de un lado,
bimembres o plurimembres, y de otro, simples o
compouestos.Normalmente, cada período consta de dos partes
5.1. Históricamente, el término período fue empleado o miembros entre las cuales se establece la relación sintáctica
por nuestros primeros gramáticos como sinónimo de cláu- única: "Aunque llueva, iremos al campo"; "Me lo das o te
sula, ambos con el sentido de expresión completa o semán- pego". Pero a veces es posible que aparezcan varios miembros
ticamente autónoma. Así, ya, en Jiménez Patón: "Cláusula, -oraciones o frases o aun prooraciones-, pero siempre unidos
ó Periodo se dice una racon perfecta..." (p. 80vº) . Como por una sola relación sintáctica: "Se lo regalas, o se lo prestas,
también en Covarrubias: "Periodo. La cláusula rodada y o se lo vendes"; "Llegué, ví y vencí".
entera, del nombre griego πЗριοδος, que es lo mesmo".
Igual equivalencia en Correas: "Periodo es palavra Grie- Cuando cada miembro del período, sean dos o más,
ga... i es lo mesmo que en Latin, i Rromanze clausula" está formado por una sola oración —o frase—, el período puede
(p. 135). Esta sinonimia se mantuvo hasta el siglo XIX (Salvó, considerarse simple, como es el. caso de todos los ejemplos
p. 1), pero en esa centuria surgen ya los primeros intentos anteriores. Pero si alguno de los miembros del período está
de establecer una distinción entre período y cláusula. Un constituido a su vez por dos o más oraciones22 —o frases—
tanto imprecisos resultan muchos de ellos, como sucede , el período será complejo. Así, en un enunciado como "
en el caso de Jaime Costa, para quien período sería el Sólo te perdonaré si me devuelves el libro o (si) me lo
enunciado amplio integrado por dos o más cláusulas (p. pagas", existe un período disyuntivo simple ("me lo
141). De carácter muy similar es la distinción que esta devuelves o me lo pagas") y un período condicional
blecieron algo después Salvador Padilla (§ 264) y complejo, dado que el miembro condicionante —o
Vicente García de Diego (Manual, § 274). prótasis— está formado por dos oraciones: [ (A) —si (B)
En cambio, Gregorio Herrainz trató de establecer una o (C)] = [ (Te perdono) si (lo devuelves) o (lo pagas)].
distinción más precisa y rigurosa. Para él, período sería, El miembro compuesto puede ser también el nuclear o
concreta y específicamente, "la cláusula compuesta de dos regente: "Lo acepto y lo eonservaré siempre, porque
partes, la una que expone lo primario del pensamiento me lo das tú". Cosa que había ya observado Gregorio
(prótasis o principio) dejándolo suspendido y dependiente Herrainz, al hablar de miembros paralelos (p. 130).
de la otra, que la completa (apódosis o conclusión). Luego 5.3.2. No es éste el momento —ni hay espacio para
todos los períodos son cláusulas, mas éstas no siempre son ello— de discurrir pormenorizadamente en torno a los
períodos" (p. 129). Esta distinción fue aceptada, entre otros principios teóricos sobre los que se asienta la
gramáticos, por Jiménez Aquino (cf. p. 7) y, posteriormen clasificación sintáctica de los períodos. Es lo que ha
te, por Pérez-Rioja (§§ 284 y 285). hecho la gramática tradicional al clasificar las llamadas "
oraciones compues-
5.2. Con tales antecedentes, expuestos muy brevemente 21
o por dos o mas frases, o por la combinación de frases y oraciones,
como en "Una limosnita, que hoy no he comido nada todavía".
22 0 sea, es a su vez un período diferente.
tas"2 3 . Sólo considero necesario hacer dos observaciones: (que se niega ) de "saber resolverlo", mientras que si se dice
una, relativa a la distinción entre oraciones adversativas "Es intelegente, pero no supo resolver el problema", la
y oraciones concesivas, cosa en verdad delicada, porque in- realción se ha cambiado y el período resultante es
volucra, en cierta medida, los conceptos mismos de para- coordinado adversativo, ya que la oración marcada (por el
taxis e hipotaxis; la otra, referente a la clasificación de uu nexo) o complementaria no es causa de la complementada;
tipo especial de oraciones, desatendido por lo común en
en efecto, el "no saber resolverlo" no es causa de que sea o
nuestros manuales de gramática.
deje de ser inteligente. La oración concesiva es, pues,
5.3.2.1. En mi opinión, la diferencia fundamental entre correlativa -en sentido negativo- de una oración causal: "
períodos adverativos y períodos concesivos radica en la rela- Como es inteligente, supo resolverlo" está en correlación
ción de causalidad que se estableee emie las oraciones de
estos últimos, relación ausente en la coordinación con "Aunque es inteligente, no supo resolverlo".
adversativa. Dentro de las relaciones causativas --y, por ende, Esquemáticamente, podría indicarse así: Período causal = "
complementarias, subordinadas— cabe distinguir eu español — A porque B" (lo resolvió porque es inteligente) :: Periodo
conforme hizo ya Rafael Seco, por ejemplo - la expre- concesivo="No A aunque B" o "A aunque no B" (No lo
sión de la causa eficiente, de la causa final, (le la causa
hipotética y de la causa "contraria" o contra-causa, lo cual resolvió annque es inteligente o Lo resolvió aunque no es
e stá a ca r g o de la ll a m a da o r a c i ó n c o n c e s i v a 2 4 . A sí , en " inteligente). Inversamente, "A aunque B" (concesiva)
aunque llueva, iremos al campo", el hecho de que llueva corresponde a 1.1 estructura causal "A porque no B" (
sería causa de no ir al campo, de lo contrario que en la
Lo haré yo, aunque estoy cansado :: Lo haré yo, porque
oración principal se expresa. En cambio, en un período
adversativo, como "fui a su casa, pero no lo encontré", la no estoy cansado). En cambio, en el período coordinado
oración adversativa (el no encontrar) no es causa —ni con- adversativo no existe --o el hablante no establece—
traria ni eficiente— de la otra oración (del ir a su casa). ninguna relación de causalidad: En "Llovía, pero
Dos oraciones gramaticales pueden ser expresadas (relacio- salimos", el salir no es causa —ni contraria ni eficiente—
nadas) por el hablante de manera paratáctica o hipotáctica: de la lluvia, de igual manera que en "Estoy cansado, pero
En el período "Aunque es muy inteligente, no supo resolver
el problema", se presenta la relación de manera concesiva ( lo haré", el hacerlo (acción futura) uo es causa de que esté
causa contraria), ya que el "ser inteligente" sería causa. cansado, mientras que sí se establece una relación causativa
—contraria— al decir "Aunque llovía, salimos" o "
23 Aunque bajo este nombre se reunían confusamente dos tipos de en-
Aunque estoy cansado, lo haré". Esa implicación de
tidades lingüísticas: la cláusula y el período. En efecto, las definiciones
más comunes de la "oración compuesta" —la de la Aeademia, por ejem- causalidad propia de la oración subordinada concesiva —
pl o— cor re s p o nd e n a l o q u e de be l l amars e c l áu s u l a ( " u n id ad exp resiva
e inexistente en la coordinada adversativa—determina que
autónoma y plena semánticamente'), pero luego, al analizarse y clasificarse
esas "oraciones compuestas", no se clasifican las cláusulas, sino los pe- la oración concesiva deba preceder lógica y cronológicamente a
ríodos. la oración principal, cosa que no tiene por qué suceder en
24 Aunque con otras palabras, casi lo mismo viene a decir José Luis Riv
arola en su estudio sobre Las conjunciones concesivas en español medieval el caso de la oración adversativa. La lluvia, en el ejemplo
y clásico, Tübingen, 1976, Cf., en especial, p. 6, donde explica que "un
enunciado concesivo expresa un caso en que esa expectativa no se
antes considerado, es previa a nuestra salida al campo (y,
cumple y puede ser definido, así, como contrario a una expectativa". en una concesiva hipotética, lo sería la posibilidad: "

aunque puede ser que llueva, iremos"), así como el "estar
cansado" del otro ejemplo, es también anterior al "hacerlo".
Los procedimientos un tanto mecánicos con que se trata
de comportamiento —características particulares de cada
forma—, sin que ello permita dar a tal comportamiento
singular significación suficiente como para definir o carac-
terizar hecho de orden mucho más profundo y trascenden-
te. No me parece satisfactoria la explicación según la cual
los fenómenos de la coordinación y la subordinación que-
dan definidos por el hecho de que la oración precedida del
nexo pueda anticiparse o no a la otra oracióu; lo printero Fórmula que explica la posibilidad de anteposición de la
definiría a la hipotaxis, y lo segundo, a la p a r a t a x i s . De oración subordinada, basándose en la "integración" del
acuerdo con ello, porque tenía frío sería una oración causal elemento subordinante en el miembro F2, pero que no alcanza
subordinada, ya que no sólo puede decirse "se p n s o el ría a explicar la simple cuestión de comportamiento
abrigo porque tenía frío", sino también, anticipando la cau- singular que impide la posposición de la posposición de la
sal, "porque tenía frío, se puso el abrigo". De aceptar tal oración subordinada causal introducida por como. Y que,
criterio de clasificación, resultaría que se cansa pronto sería por otra parte, obliga a hacer razonamientos muy forzados
oración coordinada adversativa cuando fuera introducida 25 para mautener a las adversativas dentro de la relación
por la conjunción i bero (en "corre mucho, pero se cansa paratáctica, ya que el pri
pronto"), ya que no puede decirse *"pero se cansa pronto, cipio de "permutabilidad" que el esquema de Dik permite
corre mucho", y en cambio la misma oración —en idéntica en la coordinación ("Luis y María fueron" = "María y
relación con la otra— sería subordinada concesiva cuando Luis fueron") no funciona bien en el caso de la adversa-
fuese introducida por la conjunción aunque, ya que sí ción restrictiva ("Fulano trabaja pero no progresa", algo
puede decirse "aunque se cansa pronto, corre mucho". Creo diferente de "F. no progresa, pero trabaja") y no funciona
que los conceptos de coordinación y de subordinación res- en absoluto en el caso de adversativas exclusivas relaciona-
ponden a algo más profundo que esa simple posibilidad, das con sino: En "No es francés sino alemán" no se pueden
que sólo prueba —me parece— el diferente comportamien- p e r m u t a r los miembros sin cambiar totalmente el signifi-
to particular de los diversos nexos (pero y aunque en este cado ("No es alemán sino francés").
caso) . Si la oración coordinada se caracterizara verdadera- Tampoco el recurso formal de la posibilidad o imposi-
mente por la obligatoriedad de su posposición y la subordi- bilidad de coordinación interna entre los nexos subordinan-
nada por la posibilidad de su anteposición, ¿qué habría de tes o coordinantes me parece suficiente para definir los
decirse de las oraciones causales introducidas por como, las
conceptos de hipotaxis y de parataxis. De aceptarlo como
cuales —al contrario de lo que sucede con las demás subor-
válido, habría que clasificar como coordinada la oración
dinadas— sólo pueden figurar en la primera posición, pero
causal tenía frío introducida por pues en el enunciado "se
no pueden posponerse a la oración regente? En efecto, "
acostó pues tenía frío", pero esa misma oración tendría
como tenía frío, se puso el abrigo" es el único orden po-
sible, y no "se puso el abrigo, como tenía frío". El tener que ser incluida entre las subordinadas si se construyera
frío es tan causal de ponerse el abrigo como lo sería si se con puesto que; todo ello, por la sola razón de que pues
usase puesto que como nexo, el cual sí permite la pospo- no admite coordinación consigo misma ("se acostó, pues
sición de la causal. tenía frío y pues se sentía cansado"), en tanto que puesto
No creo tampoco que resuelva el problema la fórmula, que sí la admite ("se acostó, puesto que tenía frío y puesto
ya tau difuudida, de S. C. Dik: o que se sentía cansado").
23
Como lime yo. hacerlos ANA M. ECHAIDE en su estudio sobre "La coordinación
adversativa en español", RFE, 57 (1974-1975), pp. 1-33; cf., en especial,
pp. 2-8.
N o puede tampoco pasarse por alto el hecho de que No m e a c u e r d o d e l o q u e p as ó - N o r ecu er d o l o
esos recursos se contraponen en algunos casos, se anulan: q u e p a só
P u e s sería coordinante de acuerdo con el criterio que 2 ) No m e a t r ev o a d ecír s el o - N o o s o d ecír s el o
acabo de comentar, pero en cambio sería subordinante de 3 ) Me e n t e ré d e q u e s e h ab ía i d o - S u p e q u e s e
acuerdo con el criterio de integración en su oración, que había ido.
permite la anteposición: "Pues lo sabes, no necesitas más
explicaciones". Pru e b a d e l a e q u i v al en ci a f u n ci o n al d e l as o r aci o n es
Como bien advierte Rivarola (pp. 9-10), tauto aunque su b o rd i n a n t e s d e s t o s p er ío d o s , p r ep o s i t i v o s y
como pero pueden ser —funcionar como— con j u n ci on es o b j e t i v o , e s e l h e ch o d e q u e l a i n t u i ci ó n l i n g u ís t i ca
adversativas (coordinantes) o concesivas (subordinant es). d e l o s h a b l a n t e s s e i n cl i n e a i n d en t i f i car l as ,
Y, sin embargo, su comportamiento particular es muy dife t ra n sfo rm a n d o e n t r an s i t i v as a l as p r ep o s i t i v as : " H ay
rente: pero no admite anteposición en la cláusula (*" q u e i n si st i r q u e e s o n o s e l es p o d r à p er m i t i r " ; " y
pero s e c a n s a , c o r r e ) n i c o o r d i n a c i ó n ( * " c o r r e , q u e d a m o s q u e se r ía i n t er es an t e h acer l a p r u eb a" ;" y
p e r o s e cansa y pero se ahoga"), c o s a qae sí es posible con e n t o n c e s m e e n t e r o q u e s e q u em ó co n u n s o p l et e" 2 7
aunque. Creo, pues, que cl hecho (le que el nexo sea
concesivo o adversativo depende del tipo de relación que Téngase en cuenta, además, que son muchos los verbos
se establezca entre las dos oraciones, causativa ( castellanos que, siendo antiguamente prepositivos, se hau
subordinante) o no causativa (coordinante) respectivamente. transformado ya en transitivos. Keniston enumera, sólo en el
5.3.2.2. En la mayor parte de los manuales de gramá- § 37.54 de su obra, los siguientes casos de verbos que,
tica, nada o muy poco se dice sobre un tipo de oraciones todavía en el siglo xv1, regían la preposición de: aceptar,
bastante usual en nuestra lengua: el que denominaré "pre- acordar, creer, desear, determinar, intentar, jurar, olvidar,
positivo", a falta de mejor nombre26 . Se trata de oraciones osar, pensar, procurar, prometer, rehusar y temer. También
que sirven de complemento inmediato —por no decir "di- en el español contemporáneo se advierte la misma tendencia
recto", ya que la preposición intermedia lo impide— a un a la construcción directa. Verbos que en España se man
verbo de rágimen prepositivo. O sea, oraciones del tipo tienen aún como prepositivos, se han hecho transitivos en
"No me acuerdo de lo que pasó". México: "Platícame eso"; "Te invito unas copas", etc.
Pienso que estas oraciones prepositivas —o de régimen Desde el punto de vista funcional, habremos de incluir,
prepositivo (?)— desempeñan dentro del período una fun- por lo tanto, estas oraciones prepositivas dentro de la sub-
ción gramatical equivalente a la de las oraciones objetivas. ordinación sustantiva.
Si no verdadero complemento directo —objeto— del verbo 5.3.2.3. Dadas las finalidades esencialmente prácticas de
principal, no cabe duda de que son su término, su com- mis ensayos y el deseo de mantenerme dentro de una tra
plemento inmediato y necesario, tan inmediato y necesario dición gramatical de todos conocida, la clasificación
como pueda serlo el complemento directo de los verbos sintáctica de los períodos que he utilizado ha sido, no
transitivos. Compárense los siguientes ejemplos: obstante sus limitaciones y aun deficiencias, la siguiente:
1) No me acuerdo de nada — No recuerdo nada Clases de relación formal

2 6 Alcina-Blecua, únicos autores en que encuentro amplia atención a


I. Yuxtaposición
es t e ti p o d e o r a c i o n e s , l as l l amas " re gi das " ; c f. pp. 99 1 -9 9 2 . T amb ién II. Relación nexual.
Marcos (Estudios, pp. 117-118) hace mención de ellas, y Gili Gaya (Curso,
§ 224) alude de pasada a este tipo de subordinación sustantiva. 27 En el primer caso puede haber cruce con "repetir que"; en el seg
u ndo,
con "acordar que", y en el tercero, eon "saber que". Alcina_Blecua r e c o g e n u n
p asaje d e Juan Ramón J imé n e z s imila r: " Me ac ue r d o q ue me pa re c ía n
Clases de relación funcional 3) Distributivo: "Aquí bailaban, allá conversaban, acullá
I. Coordinación jugaban a las cartas"
II. Subordinación 4) Adversativo:
Por medio de la simple yuxtaposición pueden estable- 4a) Restrictivo: "Fui a tu casa, pero no me recibió"
cerse las mismas relaciones sintácticas que se señalan me- 4b) Exclusivo: "No se lo di, sino que se lo vendí".
diante el empleo de nexos. La misma relación adversativa 5) Disyuntivo: "¿Te lo regaló o te lo prestó?"
existe, por ejemplo, entre las dos oraciones yuxtapuestas 6) Declarativo: "Me dijo que quería discutirlo contigo, o
de un período como "Yo se lo pedí; él no me lo dio", que sea, estudiarlo juntos".
entre las oraciones relacionadas nexualmente de "Yo se lo
PERÍODOS HIPOTÀCTICOS
pedí, pero él no me lo dio". Claramente subordinada es la
oración se lo digas del período "Te ruego se lo digas hoy
mismo", no obstante aparecer en construcción formalmente A) Sustantivos
yuxtapuesta con su regente te ruego. Las oraciones de infi- 1) Sujetivo: "Quien canta su mal espanta"; "No
nitivo, gerundio y participio se subordinan a la oración me gusta que mientas".
dominante por simple yuxtaposición: "Pedírselo sería hu- 2) Predicativo: "Mi temor es que lo sepa"; "Él
millante"; "El decirlo tú y entenderlo yo, me causa nueva fue quien lo dijo".
admiración"; "Dicho esto, salió". Mucho más raros son los 3) Objetivo: "No sé si vendrá"; "Le ordenó salir
casos de verdadera yuxtaposición —o de falta de vincu- del salón".
lación sintáctica directa— entre oraciones: "La entrega de 4) Prepositivo: "Me convenció de que lo hiciera "
los premios —eso es lo verdaderamente importante debe No me atrevía a decírselo".
hacerse en su presencia". En cambio, la yuxtaposición de 5) Indirecto: "Se lo diré a quien me plazca".
cláusulas es lo habitual en nuestra sintaxis: "Le dije que 6) Adnominal: "Tengo miedo de que venga"; "
se lo daría cuando lo acabara. No supo qué contestarme. La certidumbre de que lo descubrirían le
Una semana después le telefoneé". hizo desistir"29
En los estudios aquí reunidos, siempre que entre las ora-
ciones formalmente yuxtapuestas exista una relación sintác- B) Adjetivos
tica clara, he clasificado a éstas de acuerdo con esa función
1) Explicativo: "Lo tiene mi hermano, que es de
sintáctica, aunque no deje de señalar su condición de yux-
confianza".
tapuestas desde el punto de vista formal.
algunos autores. Que se clasifiquen como independientes —según he hecho
En resumen, la clasificación funcional de los períodos es yo— o que se subagruparan dentro de los copulativos no tendría repercu-
la siguiente: sión de importancia para el tipo de estudios que aquí he recopilado.

PERÍODOS PARATACTICOS 29 Aunque funeionalmente las oraciones adnominales deberían incluirse


entre las adjetivas, las mantengo aquí entre las sustantivas para distin-
guirlas con claridad de las tradicionalmente llamadas oraciones adjetivas
1) Copulativo de relativo. Tal vez pueda justificar esta distinción el hecho de que las
adnominales ocupan el lugar sintáctico de los complementos adnominales,
la) Normal: "F. habla inglés y lee francés". cuyo núcleo es siempre un sustantivo morfológico: "Tengo miedo de sus
lb) Intensivo: "F. trabaja y además estudia". intenciones",

2) Ilativo o continuativo 2 8 : "No lo sé, así que no


28 Tanto los períodos ilativos como los distributivos podrían clasificarse
como simples variantes partieulares del periodo copulativo, conforme hacen
2) Especificativo: "No encuentro el libro que
compré ayer".

C) Adverbiales
a) De relación circunstancial
1) Temporal: "Se lo diré cuando lo vea".
2) Modal: "Lo resolví como pude"; "Pasamos el
LA ORACIÓN COMPUESTA
día arreglando el motor".
3) Locativo: "Lo guardaré donde nadie pueda
encontrarlo".
6.1. El nombre de "oracióu compuesta" podría resevarse
b)
De relación cuantitativa exclusivamente para cierta clase particular de períodos:
1) Comparativo: "El estudia más que tú". aquellos en que alguno de los elemeutos constitutivos de la
2) Consecutivo: "Trabajaba tauto que cayó en- oración gramatical básica, [S] o [P], es a su vez una
fermo". oración. Tal cosa sucede, indudablemente, en el caso de los
los períodos sujetivo y predicativo.
c)
De relación causativa En efecto, si en una oración gramatical —de estructura [
1) Causal: "Llora porque tiene hambre"; "Es- S<-P]-- uno cualquiera de sus elementos nucleares, [S] o
tará enfermo, porque no ha venido"30 [P] o ambos, se transforma a su vez en una oración, el resul-
2) Final: "Grita para que le hagan caso". tado será un sintagma complejo, al que tal vez pueda darse
3) Condicionales: "Si vienes, te lo enseñaré"; " ese nombre de "oración compuesta", por cuanto que evi-
De haberlo sabido, se lo habría dicho". dentemente está compuesto —constituido, formado— por
4) Concesivas: "Aunque me siento mal, iré". dos componentes oracionales, uno de ellos "encajado" en el
30 Aunque conceptualmente distintas, las oraciones que expresan la causa otro. Así, en expresiones del tipo
lógica y las que expresan la causa eficiente o material pueden cons-
truirse en español de igual manera. Entre (1) "Estuvo en tu casa, porque
(1) Quien canta su mal espanta
yo lo vi entrar" y (2) "Estuvo en tu casa, porque yo se lo ordené" no (2) Tú fuiste el que le engañó
h ay d i f e r e n c i a f o r m a l ni ngu na. L ó gi c ame nt e s í l a ha y : en (1 ), el hecho
de que 'yo lo viera' no es la causa determinante de que él `estuviera en
tu casa', en tanto que en (2) el hecho de que 'yo se lo ordenara' si fue lo el elemento sujetivo [S] de (1) y el predicativo [P] de (2)
que determinó que 'él fuera a tu casa'. En el primer caso, el `haberlo está constituido por una estructura sintáctica que es, en sí
yo visto' es lo que me permite decir (asegurar, suponer, pensar, etc.) que "
estuvo en tu casa", de modo que la oración causal "yo lo vi" lo es de
misma, una oración gramatical articulada en [S<-P]. Esas
un verbo implícito, núcleo lógico de todo el período. (Sobre esto, cf. el pre- oraciones —la sujetiva quien canta de (1) y la predicativa
ciso estudio de RAFAEL LAPESA, "Sobre dos tipos de subordinación causal", el que me engañó de (2) — son parte constitutiva, nu-
en Estudios ofrecidos a Emilio /narcos Llorach, III, 1978, pp. 173-205). Se
trata, pues, de una diferencia conceptual que no cuenta con diferentes
clear31, de la oración total, verdadera oración compuesta23.
formas de expresión en nuestra lengua. Desde el punto de vista gramatical,
31 Kovacci (p. 29) las agrupa entre las "proposiciones incluidas" junto.
las dos oraciones causales se presentan como subordinadas explicativas del
con otras de carácter muy diverso, como (3) "leí el libro que me reco-
predicado principal; la distinción entre ambas —no formal— debe haeerse
mendaste". No cabe duda de que el grado de "inclusión" de quien canta
secundariamente atendiendo a la diferencia lógica o conceptual. Creo , pues, en e l ejemplo (I) es muy diferente del de que me recomendaste en (3) y ,
que son dos tipos de una misma clase gramatical de períodos: el causal. desde el punto dc vista sintáctico, esencialmente distinto.

32 Doblemente compuesta será, lógicamente, la oración constituida por


En cambio, en los otros períodos hipotácticos, la oración mente, cabe preguntarse si el elemento esencial del [P] es el
subordinada es un simple complemento de la principal, y no verbo o si lo es el complemento directo o si lo es la unión de
un elemento constitutivo de ella, [S] o [P]. Así, en (3) "leí ambos. En no pocas ocasiones, es evidente que la función
el libro que me recomendaste", la oración principal tiene predicativa corresponde, en realidad, al complemento directo u
plentitud formal por sí misma, puesto que posee un [S] (
objeto. En "Fulano dio un paseo", lo que se predica de Fulano no
= yo) y un [P] (= leí el libro) propios y diferentes de la
oración subordinada; ésta no es más que un comple- es el dar, sino el pasear (= dar + paseo).
mento de aquélla, de manera que podría omitirse sin que Hay varios tipos de estructuras predicativas en que esa función
la regente resultase formalmente cercenada ("leí el libro") . nuclear està a cargo de un nombre -sustantivo o adjetivo— que
En cambio, en el período del ejemplo (1) es imposible aparece acompañado po un verbo auxiliar, en rigor no
eliminar la oración sujetiva (quien canta) , ya que el sin-
predicativo por si mismo; el esquema de esas estructuras
tagma restante (su mal espanta) quedaría formalmente in-
completo en cuanto oración, por carecer de su elemento [S] predicativas es "verbo auxiliar + complemento directo".
constitutivo, nuclear. Y lo mismo en el caso del período Entre ellas, las siguientes: "dar + sustantivo, "hacer +
predicativo, ejemplificado en (2) . En otras palabras, las sust.", "tener + sust.", "echar + sust., "poner + sust." y
oraciones subordinadas sujetivas y predicativas no cumplen, otras menos usuales. Ejemplos:
dentro del período, las funciones propias de un elemento
secundario dentro de la oración simple, sino las correspon- (4) "Fulano dio un suspiro"
dientes a un elemento esencial o constitutivo33. (5) "Le hizo una caricia"
6.2. Tal vez se podría pensar que no son éstos los dos (6) "No tengo ningún temor"
únicos casos en que cupiera hablar de oraciones compues- (7) "Échale un telefonazo"
tas. En efecto, los períodos objetivos podrían también con- (8) "Me puso una regañada tremenda"
siderarse similares a los anteriores:
El elemento nuclear —constitutivo— de oración [P] sue- En todos estos casos, es evidente que la función predica-
le ser un verbo, conjugado o no. O sea, un predicado ver- tiva no corresponde en rigor a la forma verbal, sino al
bal. Ahora bien, esa identificación de [P] con el (V)erbo sustantivo. El verdadero predicado de (4) no es dar, sino
es exacta cuando se trata de verbos intransitivos usados ciar un suspiro, y el lexema conceptualmente cargado —el
intransitivamente, como en "los perros ladran", donde la que se predica de [S]— no es el verbo, sino el suspiro. En
función de [P] corresponde exclusivamente al verbo. Cual- todos esos ejemplos (del 4 al 8) , el comunicado predica-
quier otro elemento que pudiera aparecer en esa oración tivo podía haber sido expresado por un verbo derivado de
sería simplemente complementario, no constitutivo de la la raíz de cada sustantivo: "dar un suspiro" = suspirar, "
oración: furiosamente, a la luna, etc. hacer una caricia" = acariciar, etc. La lengua no siempre ha
Pero no siempre sucede así. Cuando la oración gramati- derivado verbos morfológicos para expresar las diversas
cal está formada por un verbo transitivo usado transitiva- modalidades conceptuales deducibles de conceptos sustanti-
una subordinada sujetiva y una predicativa: "Quienes lo solucionen bien
vos, y por ello mucha perífrasis verbo-nominales carecen
serán los que podrán pasar a la prueba siguiente". de una forma verbal correspondiente. Por ejemplo, "dar
33 Por supuesto que las oraciones predicativas de carácter adverbial (cf. un codazo" pero no *codacear; "hacer pucheros" pero no
lo dicho al final del § 2.2.2) deberán también ser incluidas en este grupo: * pucherear, etc.
"La leche, donde no pegue el sol".
Paralelamente, la gramát ica reconoce y establece la exis-
tencia ole predicados nominales, en los cuales la función
[P] corresponde a un nombre, y no al verbo auxiliar (o "co- Si se acepta que el elemento [P] de la oración simple transitiva
pulativo") que pueda acompañarle. Así en es el conjunto verbo + sustnativo ("F. dijo una mentira" = "F.
(9) "El perro está hambriento" mintió"), también el período objetivo -como en "Fulano dijo que
(10) "No estoy convencido de ello"
vendría"- podría considerarse como un caso de oración
(11) "Fulano es valiente", etc.,
compuesta, dado que el elemento [P] incluiría a su vez una
lo que en cada caso se predica de su respectivo sujeto no es,
obviamente, ni el ser ni el estar, sino el hambre, la convic- estructura oracional [S<-P] (él<- vendría) como parte
ción, el valor, etc. Estos predicados nominales funcionan constitutiva del mismo.
como los verbales y a veces tienen una expresión léxica
paralela: "este chile está muy picante":: "este chile pica De admitirse esta interpretación, creo que se podría incluir
mucho"34. aún, dentro de la clase de "oraciones compuestas", un período
Pues bien, esas mismas predicaciones pueden establecerse
muchas veces a través de la estructura "verbo transitivo auxi- más: el formado por oraciones "prepositivas", cuyo
liar + sustantivo complemento directo" que estamos consi- funcionamiento sintàctico es similar, como hace poco hemos
derando:
visto (#5.3.2.2), al de las objetivas. Si en "ayer supe la verdad",
(9a) "El perro está hambriento — El perro tiene ham-
la función predicativa corresponde a supe la verdad, y en "
bre".
(loa) "No estoy convencido —No tengo la convicción" (1 ayer supe que estaba enfermo" tal función corresponde a
la) "Fulano es valiente — F. tiene valor". supe que estaba enfermo, en "ayer me enteré de que se había

No pretendo decir que los matices semánticos de ambos quemado", la función predicativa correspondería a me enteré
tipos de expresiones sean siempre idénticos, ni importa ello de que se había quemado, es decir al verbo regente y a la
gran cosa, sino simplemente que la función de los predica-
dos nominales de la primera serie (hambriento, conven- oración predicativa conjuntamente"36
cido, etc.) es similar a la de los sustantivos objetivos de la
segunda (hambre, convicción, etc.) : la función predicativa.
De manera que el elemento [P] de una oración gramatical
puede estar constituido simplemente por un verbo —en uso
intransitivo— o por un verbo y su complemento directo:
V Los hombres andan
[P] V+C.D. — Los canguros dan saltos35.

34 Cf. ALARCOS, Estudios, p. 120: "el café estaba amargo = el café amar-
gaba", etc.
35 Esta distinción parece haber quedado ya apuntada por Cristóbal de
Villalón (cf. pp. 57-58 y 85). Y años después, mucho más explícitamente,
por Gonzalo Correas (pp. 370-371).

36 Esta agrupación de oraciones que denomino "compuestas" me parece


absolutamente secundaria para mis propósitos , y no pertenece a la serie
de conceptos anteriores (oración, frase, etc.); no se distingue esencial-
80vº y 81rº), de Gonzálo Correas (pp. 132 y 135), del P. Juan
Villar (pp. 235, 253 y 259), y del P. Agustìn de San Juan (pp.
223 y 330). Despuès, a travès de Vicente Salvà, ha llegado, en
nuestro siglo, a la obra- en esto singular- de Juan B. Selva38.
Baste recordar aquí la explicación del Maestro Correas: "En la
7. LA CLÁUSULA gramàtica se llama oración la razón breve y sentido o sentencia
que se hace con nombre y verbo concertados con número y
persona. Con las oraciones gramaticales multiplicándose unas
7.1. Historia del concepto en la tradición gramatical es- entre otras se hace el período, o corto con pocas oraciones, y a
pañola
veces con solo una, o largo con muchas. Perìodo es palabra
griega.. y es lo mismo que en latín, y romance cláusula.
7.1.1. Si bien en la Gramática de Nebrija los términos
oración y cláusula aparecen usados indistinta y confusamen- 7 . 1 . 2 . Con lo dicho, podrá advertirse fácilmente cuán
te (cf. supra, § 2.1.1.) , en la segunda gran obra gramatical equivocados estaban Amado Alonso y Henríquez Ureña
sobre la lengua española, la del Licenciado Villalón, en- cuando escribieron aseveraciones tan injustificadas y sor-
contramos ya claramente establecida la distinción entre prendentes como éstas: "En algunas gramáticas extranjeras
ambos términos y entre los conceptos que cada uno habría las expresiones que son oraciones por la forma pero no por
de designar en la tradición gramatical hispánica durante el sentido se llaman miembros de oración con forma de
los siglos siguientes. Explica Villalón: "debe notar, que ay oración, lo cual en español sería buena explicación pero
diferencia entre clausula y oración. Que oración, a lo me- uo un nombre; en las nuestras se suelen llamar, desde Be-
nos perfecta, se compone por la mayor parte de persona llo, proposiciones para distinguirlas, convencionalmente, de
que haze alguna obra: y de verbo: y de persona con quien las oraciones plenas. Oración es el término tradicional en
se denota passar, o hazer aquella obra el verbo... Y digo, nuestras gramáticas para designar la expresión de sentido
que clausula es a las vezes vna oración sola 37 y otras vezes completo. Por desgracia, algunos gramáticos recientes han
es vn ayuntamiento de muchas oraciones: las quales todas introducido otro término, también convencional, cláusula,
juntas espresan y manifiestan cumplidamente el concibi- con el cual designan especialmente a la oración de sentido
miento del hombre en el proposito que tiene tomado para completo, como si el tener sentido completo fuese cosa de
hablar" (p. 85) . Esta precisa distinción es la que sostuvo una clase especial de oraciones y no lo normal. Es evidente
casi unánimemente la magnífica escuela gramatical espa- que, sin embargo, conviene dar el nombre especial a las
ñola de los Siglos de Oro. Puede hallarse en las obras de oraciones especiales, y conservar el nombre tradicional de
Sebastián de Covarrubias (s.v.) , de Jiménez Patón (pp. oración para las oraciones normales. Las oraciones especia-
3 7 El subrayado es mío. De tal observación se desprende sin lugar a du-
les son las que, si bien tienen sujeto y predicado, no tienen
,
das, que Villalón advertía con toda claridad, ya en 1558, la eseneial dife- 3 8 La distinción entre cláusula y período, de que nos hemos ocupado
rencia existente entre oración, en cuanto unidad gramatical, formal, y cláu- en el § 5.1, presupone la distinción entre estos dos conceptos, por un lado, y
sula, en cuanto unidad de manifestación, nocional. Algunos gramátieos e l d e o r a c i ó n , por otro. E n c o n s e c u e n c i a , e l c o n c e p t o t r a d i c i o n a l d e
contemporáneos parecen agrupar en un mismo casillero morfosintáctico tan cláusula ha .sido abrazado, durante las dos últimas centurlas, por muchos
bien diferenciadas entidades línguísticas. otros gramàticos : Costa, Padilla, Herrainz, García de Diego, Pérez-Rioja,
Lamíquiz , etc.
sentido completo; y el nombre especial debe reservarse la oración de la gramàtica español tradicional, rebautizada ahora,
para ellas, como hizo Bello. Muy de desear es que se no ya con un anglicismo, sino con un galicismo: proposición. Pero de
destierre de nuestras gramáticas el término cláusula, que ello nos ocuparemos después (#8).
es impropio, injustificado y provocador de confusiones"
7.2. El concepto de cláusula
(Gram., II, § 19) .
Como hemos visto, oración no es el término "tradicio-
Recordemos la antigua definición del Licenciado Villalón: "es a las
nal" en la escuela lingüística española "para designar la ex
veces una oraciòn sola y otras veces es un ayuntamiento de muchas
presión de sentido completo", sino para denominar a
oraciones, las cuales todas juntas expresan y manifiestan
la expresión constituida por un nombre y un verbo —o cumplidamente el concibimiento del hombre en el propósito que
un [S] y un [P]— en relación predicativa. Tampoco el
tiene tomado para hablar"40. O sea, unidad de manifestación 4 1 que
término cláusula era una innovación terminológica de
comienzos de este siglo, sino voz profundamente revela un propósito c omunicativo42 conceptualmente pleno43.
enraizada en la tradición hispánica. Y, por último,
cláusula —y no oración— fue precisamente el nombre Para Bello, como para tantos otros gramáticos anteriores o
dado por nuestros más antiguos e importantes gramáticos a la posteriores a él, lo esencial de la cláusula —aunque la
"expresión de sentido completo". denominen oración— es el hecho de que posee sentido
No obstante lo erróneo de todas las aseveraciones de Ama- completo. Otros, en cambio, advirtiendo que una caracteri-
do Alouso —tan buen conocedor, por otro lado, de las zación exclusiva o básicamente semántica presenta serios
doctrinas fonéticas de los gramáticos renacentistas—, su inconvenientes desde el punto de vista gramatical, prefieren
injusto anatema parece haber hecho fortuna, en especial atender a su autonomía elocutiva: de ahí las definiciones
desde el momento en que Piccardo y Roca Pons divulgaron como expresión en posición absoluta, o sea, no incluida en
ideas semejantes. En la actualidad, los términos tradiciona- otra expresión mayor (Bloomfield, p. 170) , o como consti-
les oración-cláusula han sido prácticamente desplazados tuto que no es un constituyente (Hockett, p. 199) , o como
por los de proposición-oración empleados —que no idea- expresión lingüística independiente (Dick, p. 167) que rea-
dos— por Bello, cuando no por los correspondientes al uso liza "una verdadera comunicación" (Roca Pons, II, p. 134).
inglés contemporáneo, cláusula-oración39. Todo eso es, en efecto, la cláusula.: expresión con auto-
Tal desplazamiento me parece, no sólo absolutamente nomía elocutiva —mejor que sintáctica— derivada de su
innecesario e injustificado, sino inclusive perjudicial. Y plenitud conceptual.
ello, porque no creo que la unidad de la Gramática (o mor-
fosintaxis) sea, de ningún modo, la sentenee del inglés 40 Y comparémosla, para advertir mejor su increíble penetración, con l a
moderna de Sir Alan Gardiner: "A sentence is an utteranee which
—traducida indebidamente con el término oración— sino makes just as long a communication as the speaker has intended to make
39 Inglés clause-sentence. Cf., por ejemplo, el reciente libro de Guillermo before giving himself a rest" (p. 208).
Rojo, Cláusulas y oraciones (Universidad de Santiago de Compostela, 4 1 Cf. Lamíquiz (# 3.4.7), para quien la cláusula —que él llama enun-
1978), en el que se hace la historia de estos coneeptos con un peculiar ciado— es "la unidad de manifestación".
sentido histórico de nuestra lingüística: el autor de lengua española más 42 Cf., de nuevo, Gardiner: "A sentence is a word or set of words
an t i g u o q ue s e m enc i o na e s A ndré s Be l l o ( 1847) y , d e los extranjeros, revealing an intelligible purpose" (p. 98).
Arnauld-Lancelot. No sorprende, pues, que la terminología en él emplea_ 4 3 El concibimiento del hablante, su pensamiento global; o sea, la ex-
da sea la inglesa, como lo es ya entre muchos de los profesores de presión "autosemántica", como se preferiría deeir hoy.
español, no sólo norteamericanos, sino también iberoamericanos y aun
españoles. La dependeneia cultural no se limita a los aspectos materiales
de la vida moderna.
7.3. Clasificación previa de las cláusulas

7.3.1. Atendiendo al número de sus elementos constitu-


tivos, las cláusulas podrían clasificarse en unimembres o en
plurimembres, según que estuvieran integradas por una o
por varias unidades gramaticales (oraciones, frases, proora
ciones) . Ejemplos de cláusulas unimembres: "Me voy a
8. La unidad fundamental de la Gramàtica
casa". "¡Silencio!". "Tanto esfuerzo para nada". " (¿
Quieres res venir?) —Desde luego". "¿Caramba!".
Ejemplos de cláusulas plurimembres: "Aunque no lo 8.1. Decía páginas antes (§ 7.1.2) que el desplazamiento
creas, ya he leído el libro que me prestaste ayer, porque de la distinción oración:: cláusula por la antinomia proposición::
es apasionante"44 "(¿Puedes venir?) . —Ahora no, pero oración me parecía absolutamente inconveniente. Y ello,
mañana sí". no sólo como simple cuestión terminológica e histórica,
7.3.2. Atendiendo a la naturaleza o clase de sus elemen- sino también como verdadero error de principio.
tos constitutivos: En efecto, parece lógico pensar que la unidad fundamen-
A) Cláusulas oracionales: las constituidas por una o va- tal de la gramática, de la morfosintaxis, sea una estructura
rias oraciones gramaticales: "Estoy muy cansado". "Las que pueda definirse morfológica y sintácticamente. El con-
cuentas, claras, y el chocolate, espeso". "Aunque lo jures, cepto de oración como expresión formada por dos miem-
no lo creo, porque es lo más absurdo que he oído nunca y bros de función diferente, [S] y [P], entre los que se esta-
porque tú eres muy mentiroso". blece una relación predicativa, responde a ese principio
morfosintáctico. En cambio, la unidad de manifestación de-
B) Cláusulas no oracionales: finida como expresión autónoma desde el punto de vista
a) Constituidas por frase(s), en cualquiera de sus tipos: "¡ de la elocución, no responde a tal principio, ya que nada
La esperanza de un regreso feliz!". "Sumisión en su acti- dice de la forma gramatical privativa de tales expresiones,
tud, pero odio en su mirada". "¡María!" (vocativo). "¡Chi- ni explica cuál es su función gramatical, pues no creo que la "
huahua!" (interjección). "Buenos días, señor", etc. autonomía" elocutiva sea una verdadera función sintác-
b) Constituidas por prooracioness "¡Desde luego!". "Ahora tica. Y, como acabamos de ver, la cláusula —que no "ora-
no, pero mañana sí" (cf. supra) . ción"— carece de forma gramatical determinada y delimi-
tadora, puesto que puede estar constituida por una sola
C) Cláusulas mixtas: Constituidas por combinación de palabra, o por una prooración, o por una frase, o por una
las diversas estructuras gramaticales: oración gramatical, o por una reiteración de cualquiera de
a) Oración y frase: "Había un vendedor q u e gritaba: ¡ esos elementos o de sus combinaciones. Así, resulta absolu-
Al rico bombón helado!". "Tanto trabajo para ganar diez tamente imposible determinar cuál pueda ser la forma gra-
miserables pesos". "Buenos días, dijo al entrar" (cf. 3.1) .
b matical de la cláusula45
) Oración y prooración: "Sí lo hará, pero ¿cuándo?". " ( 45 Nada tienen en común, desde el punto de vista gramatical, expresio-
¿Tú lo sabes?). —Te juro que no". " (¿Lo quieres?). —Sí, nes como "¡ aray !", p or un la do , y , po r o t ro , " Lo s prime ro s día s , e o mo
C

porque es precioso" (cf. § 4.3). Lidos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario como solía la casa de
su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello
ue a él le fue posible, pero acabadas las bodas y sosegada ya la
q

44 Cláusula constituida por cuatro oraciones, integrantes, a su vez de


,

trams periodos: adversativo, adjetivo especificativo y causal.


8.2. Pienso también que la oración, concebida como ex- como un todo por el hablante -determina que puedan ser ellas
presión articulada en [S] y [P] y de relación predicativa, caracterizadas sintácticamente, dado que entre las oraciones
es la unidad fundamental de la gramática por la sencilla gramaticales que las integran se establecen relaciones sintàcticas
razón de que esa estructura ha sido la que ha permitido precisas, de coordinación y subordinación.
construir todo el edificio de la cieucia gramatical desde En resumen, si las expresiones predicativas se destructura [S<-P]
hace siglos. No obstante su actual eclecticismo lógico-semán- son, con mucho, las más usuales en el acto de la comunicación; si son
tico-gramatical, la Real Academia Española tiene que reco ellas las que han permitido levantar el edicificio gramatical a través
nocer que "las oraciones bimembres son las que principal- de siglos; y, sobre todo, si todas ellas pueden ser definidas tanto
mente han servido y sirven de patrón para el análisis morfològica cuanto sintácticamente, parece lógico que se las
sintáctico, en cuanto establecen una relación formal entre considere como la unidad fundamental de la gramática y se
los dos términos del juicio lógico: sujeto y predicado. Cada
reserve para ellas el secularmente tradicional nombre de
uno de ellos puede llevar complementos propios que lo
oración. Esos otros enunciados cuya única
determinan y desarrollan, y que se articulan en torno al su
característica comúu es su plenitud conceptual o su
jeto o en torno al predicado, como núcleos
esenciales de la oración gramatical". Y admite que este autonomía elocutiva, difícilmente podrían ser considerados
concepto estricto de la oración "facilita un instrumento de verdaderas unidades morfosintácticas. Otorgarles ahora el
análisis tan convencional como se quiera, pero que ha sido nombre de oración, en vez del tradicional de cláusula, no
utilizado con eficacia por la Gramática de todos los ofrece ventaja alguna, y sí el grave inconveniente de
tiempos" (Esbozo, § 3.1.6). La simple determinación de presuponer que la unidad básica de la gramática pueda ser
las categorías funcionales de la lengua ha tenido que una estructura multiforme, heterogénea, y carente de función
hacerse siempre partiendo del análisis de la unidad sintáctica específica.
gramatical [S --P], según advierte Barrenechea: "Para 8.3. Oración y proposición
estudiar las clases de palabras en español con criterio
sintáctico tomaremos como base las oraciones bimembres Concebida, pues, la oración —o expresión bimembre pre-
«sujeto/predicado». Procederemos así porque en español la dicativa— como la unidad fundamental46 de la Gramática47,
estructura de las oraciones unimembres admite considero que no habría por qué incluir, dentro de los con-
cualquier tipo de palabra y de construcción endocéntrica ceptos gramaticales, el hoy tan generalizado de proposición.
o exocéntrica que podría formar parte de una estructura Como bien se sabe, con este nombre se designa ahora a
mayor en el esquema S/P, y por lo tanto no sirve para toda estructura oracional o predicativa [S <- P ] que carezca
caracterizar dichas clases" (p. 12) . de independencia por formar parte de una expresión más
Cierto es que muchas cláusulas pueden tener verdadera amplia. La idea depende del supuesto de que toda oración
estructura gramatical, pero no en cuanto cláusulas o expre- gramatical debe poseer la autonomía propia... de la cláu-
siones autónomas, sino como consecuencia de la estructura sula. Pero si la oración se define por su forma y su función,
propiamente gramatical de las oraciones o períodos que la sin atender a su autonomía semántica o elocutiva, creo que
integren: "Cuando lo vea, se lo daré para que no nos mo-
leste más". Pero tal cosa no sucede en "iSocorro!", cláusula 46 Aunque no única, por supuesto, dado que existen otras entidades sinta

verdadera (que no "oración") . Quiero decir que, en el caso gmáticas, menores y mayores, como locución, frase, período, etc.
47 Aunque no tenga por qué serlo de la Semántica, o de la Psicolingüís-
de cláusulas oraeionales, la estrecha relación de sus elemen tiea, o de la Estilística, o de la Teoría del lenguaje.. , ramas todas de la
tos constituyentes —consecuencia de haber sido concebidos Lingûística (un objetivos y metodología espeeíficos, aunque a veces haya quien los
mezcle un tanto coufusamente,
frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con
cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle..." etc.
toda estructura oracional [S<- P] seguirá siendo duda, una oración, tanto desde el punto de vista formal
verdadera oración, cualquiera que sea la relación que [S<-P], como desde el punto de vista de su autonomía
establezca con otras estructuras oracionales semejantes. Si "Tú
elocutiva o de su autonomía semántica. Ahora bien, si
te vas" es, indudablemente, una oración, y "Yo me quedo",
otra, por cuanto que en ambas se establece una relación lo coordino o subordino gramticalmente a otra oración (
predicativa entre un [S] (tú en la primera, y yo en la "Me siento mal" respectivamente), aun conservando
segunda) y un [ P ] (vas y quedo respectivamente) , no toda su plenitud formal y semántica, deja de ser oración
creo que ninguna de e lla s de je de se r l o q u e
g ram aticalmente es por e l simple hecho de que se por el simple hehco de haber entrado en relación con
relacionen entre sí en expresiones más amplias ( otra estructura relacional50.
períodos o cláusulas) del tipo: "Tú te vas y yo me quedo", Si lo que se quiere deci r es que una oración puede
"Tú te vas aunque yo me quedo", "Tú te vas porque yo taponerse a otra, o coordinarse con ella o
me quedo", etc. Decir lo contrario es confundir el ser subordinarse a ella, dígase simplemente eso, y llámesela
con el actuar". La oración subordinada (o "proposición"), oración yuxtapuesta, oración coordinada u oración
además, puede muchas veces tener plena autonomía, tanto subordiuarla, pero no se la desnaturalice innecesariamente,
desde el punto de vista formal y elocutivo como desde el transformáudola en "proposición" 5 1 , para transferir su
punto de vista conceptual o semántico, según puede nombre propio de oración a una estructura que puede,
advertirse en el ejemplo anterior (yo me quedo). O en inclusive, no ser sintagmática: la cláusula.
otros muchos: En "Tú te preocupas demasiado cuando yo Considero, en síntesis, que todo este confuso problema
estoy enfermo", la oración subordinada tiene plenitud y procede de un solo error de principio: el de pensar que la
autonomía formal ("yo estoy enfermo" es una oración unidad básica de la Gramática —la oración— puede corres-
completa por sí misma, que podría expresarse sola, inde- 50 La posición de quienes opinan que la oración coordinada sí sigue
pendientemente) y tiene también sentido completo en sí siendo verdadera oración, y no "proposición" (cf. nota 51), me parece to-
misma, de manera que el hecho de que forme parte de davía menos sostenible. En el ejemplo considerado, lo único que converti-
ría a me siento mal en "proposición" sería el hecho de que ya no se ha
una expresión más amplia (un período o una cláusula) expresado sola, independientemente (sigue teniendo plenitud formal, fun-
no cercena en nada el sentido —el contenido ción predicativa y autonomía semántica en los dos períodos ejemplifiea-
semántico—de "yo estoy enfermo" 49 . No me parece dos). Pues bien, ese "no expresarse sola", ese "formar parte de una expre-
sión más amplia", es rasgo común tanto al período paratáctico cuanto al
aceptable razonar de la siguiente manera: El enunciado "Me
hipotáctico. -Como lo es también a la cláusula dentro del discurso.
siento mal" es, sin 5 1 T érmino, p or otra p art e , q u e n i s iq u ie ra pre s e n t a la ve n t a ja de la
48 De modo semejante, un sustantivo morfológico, como madera, no deja de
economía, pues sus partidarios también se ven obligados a especificar si
ser tal por el hecho de relacionarse —inclusive por subordinación— con se trata de proposición coordinada, o subordinada o yuxtapuesta . Cuestión
otro sustantivo: "puerta de madera"; en cuanto sustantivo, puede seguir e n q u e, p o r c i e r t o , t a m p o c o e x i s t e a c u e r d o e n t r e l o s d i v e r s o s d e f e n s o -
rigiendo complementos adjetivos: "puerta de madera tallada", o "de caoba",
res de la "proposición", ya que para algunos (Escarpanter, como Bloom-
etc.
field) toda oración relacionada con otra —sea por yuxtaposieión, por
4 9 La posible objeción de que una oración como la de ese ejemplo for-
coordinaeión o por subordinación— se convierte en proposición (actitud, al
ma parte de una eláusula y, así, su autonomía está restringida por tal de-
menos, rigurosamente sistemática), en tanto que para otros (Roca, Her_
pendencia o integración, no me parece que tenga validez. También una
nández, Marín) sólo a las subordinadas corresponde tal degradaeión, sin
eláusula o "expresión autónoma" puede —y suele— formar parte de un
que falte quienes consideren (Alcina-Blecua) que algunas subordinadas
contexto mayor: párrafo, discurso, conversación... de manera que tam-
son verdaderas oraciones —las complementarias— y sólo las completivas se-
poco sería expresión autónoma: Una respuesta del tipo "—Pues no se lo
rían proposiciones (ya que son, estrictamente, las únicas carentes de inde-
he dicho, porque no lo he visto todavía" es sin duda una eláusula (u "ora-
pendencia). No afiadiré aquí más. Otras consideraciones sobre el asunto
ción" en términos de Bello) —porque es el enunciado completo del ha-
he hecho en el librito publicado por la Universidad de México a que
blante— y sin embargo tiene, obviamente, menos autonomía semántica y
hice referencia en la nota 8; a él me remito,
aun elocutiva que "estoy enfermo" dentro de su período...
ponder a una entidad conceptual, informe (o de forma muy v
ariable) y carente de función sintáctica, en vez de identi-
ficarse con una estructura formal específica y poseedora de
una función privativa.52
* * *

Con estas simples y, en su mayor parte, tradicionales es-


Segunda Parte
tructuras lingüísticas —palabra, frase, oración, prooración,
período, cláusula— he hecho los ensayos de análisis del dis-
curso que siguen. Repetiré, una vez más, que los resultados ESTUDIOS
obtenidos —dada la limitación del corpus analizado en
cada caso— son enteramente provisionales. Me interesaba
más determinar si el método de trabajo elegido podía ser
productivo, que alcanzar resultados concretos y definitivos.
Pienso que tal vez puedan descubrirse en estos ensayos
algunos síntomas de fenómenos o realidades interesantes,
como podría ser la similitud estructural de la cláusula
propia del habla culta y de la lengua literaria, frente a la
estructura —más sencilla y recortada— característica del
habla popular, y otros pormenores que —si bien sujetos a
comprobación o rectificación— pueden desprenderse de los
breves ensayos que siguen.

5 2 Objetar que, en expresiones del tipo "Quien calla otorga" (o sea, en


períodos sujetivos y predicativos: cf. § 6.1), no puede hablarse de la exis-
tencia de dos oraciones gramaticales —sino de una sola oración, constituida
por dos proposieiones—, ya que otorga no puede ser oración por carecer
de elemento [Sl, sería objeeión improcedente, y la solución propuesta, ino-
perante. Esto, por cuanto que otorga tampoco podría considerarse
verdadera proposición dado que no responde a la estructura [S<-P] para la
que se quiere reservar el nombre de proposición. La objeción, si bien se
mira, trata de resolver el problema mediante su simple cambio de nombres
(proposición en lugar de oración y oración en vez de cláusula) , lo cual,
como es lógico, nada resuelve. El hecho evidente es que una oración
gramatical —quien calla— se inerusta en otra funeionando como su elemento
sujetivo. (De ello me he ocupado, un poco más detenidamente, en el
artículo "En torno a las unidades sintácticas del discurso", publicado en
las Actas de Simposio Internacional de Lengua y Literatura Hispánicas,
Bahía Blanca, 1981, pp. 219-228).
NOTAS SOBRE LAS UNIDADES SINTÁCTICAS DEL
DISCURSO

Las diferentes estructuras elocutivas de que me ha servido


para hacer los rápidos análisis sintácticos de la
comunicación oral o escrita, presentan cierta
distribución proporcional en su uso, según el tipo de
comunicación o expresión de que se trate: lengua
hablada o lengua escrita; narración o diálogo; poesía o
prosa; estilo emocional o intelectual, etc.
Por supuesto que la unidad gramatical más empleada,
con enorme diferencia, en cualquier forma de expresión
humana es la oración. Ella aparece prioritariamente tanto
en la lengua hablada como en la escrita, en el habla culta
como en la popular, en la expresión poética como en la pro-
saica. Es, en pocas palabras, la estructura gramatical básica
de toda comunicación lingüística.
En cambio, frases y prooraciones son formas expresivas
peculiares de ciertos tipos o géneros comunicativos. En lí-
neas generales, la frase resulta ser estructura característica
de la expresión poética, en tanto que las prooraciones son
formas casi exclusivas del diálogo.
En poesía, no son raros los poemas en que las frases pre-
dominan, numéricamente, sobre las oraciones gramaticales.
Sirvan de ejemplo los versos de Antonio Machado en Sol de
invierno:

Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.
Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado obviamente similar a la de los ocho adjetivos (y dos morfemas
de verde, la palmera. adjetivados: en sombra, de ayer) que matizan efectivamente la
Un viejecillo dice, expresión poética. D eun total de 62 voces, sólo cuatro formas
para su capa vieja:
"¡El sol, esta hermosura verbales predicativas, estrictamente oracionales2.
de sol!"... Los niños juegan. Semejante arquitectura sintáctica en todas las estrofas
El agua de la fuente iniciales de otro de los más bellos poemas machadianos: Orillas
resbala, corre y sueña del Duero. Las escasas estrucuturas predocativas que en ellas
lamiendo, casi muda la aparecen van siempre subordinadas a frases dominantes, y
verdinosa piedra'.
siempre, además, en relación hipotáctica adjetiva.
Frente a la acumulación de frases, frases escuetas —espe- ¡Primavera soriana, primavera
cialmente en las tres primeras estrofas del poemita—, sólo humilde, cougo el sueño de un bendito, de
siete estructuras formadas en torno a predicados verbales, uu pobre caminante que durmiera de
la mayor parte de ellos apiñados en la estrofa final. Recuér- cansancio en un páramo infinito!
dese asimismo, del propio Machado, el poema "Soria fría, ¡Campillo amarillento,
Soria pura" de Campos de Castilla: la misma acumulación como tosco sayal de campesina,
de frases, plenas de poder evocador. pradera de velludo polvoriento
El predominio de las frases sobre las oraciones gramati- donde pace la escuálida merina!
cales no es, a veces, sólo numérico, sino que alcanza a la ¡Aquellos diminutos pegujales
jerarquización sintáctica de la expresión total. Así, en el de tierra dura y fría,
siguiente poema, también de Machado (Soledades): donde apuntan centenos y trigales
que el pan moreno nos darán un día!
La plaza y los naranjos encendidos Y otra vez roca y roca, pedregales
con sus frutas redondas y risueñas. desnudos y pelados serrijones,
Tumulto de pequeños colegiales la tierra de las águilas caudales,
que, al salir en desorden de la escuela, malezas y jarales,
llenan el aire de la plaza en sombra con hierbas monteses, zarzas y cambrones.
la algazara de sus voces nuevas. ¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía! ¡
¡Alegría infantil en los rincones Castilla, tus decrépitas ciudades! ¡La
de las ciudades muertas! agria melancolía
¡Y algo de nuestro ayer, que todavía que puebla tus sombrías soledades!
vemos vagar por estas calles viejas! (p. 77). ¡Castilla varonil, adulta tierra,
Castilla del desdén contra la suerte,
Toda la estructura del poema se organiza en torno a cua- 2 Muy semejante, casi idéntica, es la estructura sintáctica de muchos poe-

tro frases dominantes, a las cuales se subordinan otras m as d e J u an R am ó n J i m én ez. A s í, por ejemplo, en su El ejía 1 3 , t ras de
dos amplias estrofas formadas exclusivamente por frases, la tereera y últi-
tantas oraciones, todas complementarias: dos de ellas —que ma da en rada a cuatro formas oracionales, pero todas ellas son subordi-
llenan, que vemos— subordinadas adjetivas, con función n ad as d e fu n ci ó n ad j et i v a: " Un suspirar por algo encant ado y dist ant e, /
por algo más que no se encuentra y que se ignora, / presentimientos tristes en
1 En Poesías completas, Prólogo de Manuel Alvar, Madrid, Espasa-Calpe, cielos de diamantes,// una mujer que olvida y un poeta que llora".
1975, p. 135.
Castilla del dolor y de la guerra, Brisa en las alamedas).4
tierra inmortal, Castilla de la muerte! (pp. 142-143).

Sigue la parte narrativa del poema; aparecen ahora en No juzgo necesario seguir acumulando ejemplos.
ella las estructuras predicativas, las oraciones gramaticales, Considero que los presentados bastan para mostrar
dominando, organizando en torno a su núcleo verbal todos el particular valor poético de la frase, su capacidad
los elementos expresivos ("Era una tarde, cuando el campo de evocación afectiva, su alta emotividad.
huía del sol, y ... aparecía la hermosa luna..."). Los tér- De ahí, también, el hecho de que, dentro de la
minos se han invertido: los verbos, que en los 25 versos prosa, suelan aparecer las frases no en los pasajes
iniciales sólo hablan aparecido en cinco ocasiones y siempre estrcitamente narrativos, sino en las evoaciones
como núcleo de oración complementaria, pasan ahora a sentimentales y en las descripciones plenas de
ocupar su puesto dominante en los enunciados. El con- subjetividad; es decir, en las situaciones en que
traste es manifiesto. A las dos diversas y bien diferenciadas
resulta adecuado el uso de la llamada prosa poética.
partes de que consta el poema, corresponden dos formas
diferentes de expresión lingüística. Su empleo fue recurso estilísitico de que sirvió, con
El intenso poder descriptivo y evocador de la frase per- notable frecuencia, un escritor tau esmerado como
mite que, en ocasiones, todo un poema esté constituido, Gabriel Miró. Sirva de ejemplo el siguiente pasaje del
íntegra y exclusivamente, por frases. Tal cosa sucede, por obispo leproso, en el que la descripción del paisaje
ejemplo, en el Poema de la soled, de García Lorca , en el 3
levautino, su evocación íntima, corre a cargo de una
cual no figura ni una sola forma verbal: Mediaba de
sucesión marzo.
brevesOlor de naranjos
frases, de todos
enmarcadas los horta-
en su principio
Tierra seca, les. Aire
y en tibio,por
su final y estructuras
dentro de predicativas,
su miel unaverbales:
punzada de hu-
tierra quieta medad, un aletazo del invierno escondido en la revuelta
de noches de una calle. Nubes gruesas, rotas, blancas, veloces. Azul
inmensas. caliente entre las rasgaduras. Sol grande, sol de verano.
(Viento en el olivar, Más nubes de espumas. Otra vez sol; el sol, cegándose; y
viento en la sierra). Tierra la tarde se abría y se entornaba, ancha, apagada, en-
vieja cendida, fría..5
del candil En la prosa narrativa "neutra", el promedio de apari-
y la pena. ción de formas verbales (en cuanto núcleos predicativos)
Tierra es —según mis cálculos, aún muy provisionales — de una 6

de las hondas cisternas. por cada seis formas no verbales, en un total de siete pa-
Tierra labras por cada unidad oracional. En cambio, en el texto
de la muerte sin ojos y 4 Prácticamente lo mismo sucede en el poemita Pueblo, donde sólo apa-
las flechas. rece una forma verbal subordinada (un gerundio): "Sobre el monte pela-
(Viento por los caminos. do / calvario. / Agua clara / y olivos centenarios. / Por las callejas /
hombres embozados , / y en las torres / veletas girando, / Eternamente / gi-
rando. í 111 pueblo perdido, / en la Andalucía del llanto!" (p. 230).
3 C i t o por la edición de sus Obras completas de A. del Hoyo, Madrid,
5 En Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1943; p. 849.
Aguilar, 1960, p. 229. 6 Cf., por ejemplo, "Una nota sobre el estilo de Quevedo", incluido en este mismo
volumen.
nadero. La Reina le busca con los ojos y les saluda con el
de Miró transcrito, a un total de 70 palabras corresponden
abanico…Algarero ramillete. Revuelo de abanicos. Peinetas,
sólo cuatro verbos, en vez de los once o doce que matemá-
modroños, claveles. Aplausos en todo taurino, al primer quite de
ticamente deberían corresponder. El contraste es todavía Frascuelo. Un piquero por tierra”10. Dos aisladas estructuras
mayor si se confronta el texto mironiano con ciertos pasa predicativas inmersas en un cúmulo de frases. Recurso
jes de la prosa de Quevedo, en que las formas verbales, descriptivo éste que alcanza en las páginas iniciales de Al fijo
predicativas, se acumulan casi violentamente, como suce- del agua un cultivo extraordinario: “Pueblo de mujeres
de, por ejemplo, en el siguiente pasaje, extraído de su enlutadas. Aquí, allá, en la noche, al trajín del amanecer, en
Nombre, origen, intento, recomendación y decencia de la todo el sanro río de la mañana, bajo la lumbre del so alto, a las
doctrina estoica: luces de la tarde –fuertes, claras, desvaídas, agónicas-;
viejecitas, mujeres maduras, nadero. La reina le busca
Tantos contaban, que vivían como lograban. Vivían
desvaídas, muchachas de lozanía, párvulas; en los atrios de
para morir, y como quien vive muriendo. Acordábanse
las iglesias, en la soledad callejera, en los interiores de
del mucho tiempo en que no fueron; sabían que había tiendas y de algunas casas —cuán pocas— furtivamente
poco tiempo que eran7. abiertas. Gent e s y calles absortas. Regulares las hiladas de
mnros, a grandes lienzos vacíos. Puertas y ventanas de
En total, doce formas verbales, escuetas, en número su- austera can t e r í a , cerradas con tablones macizos, de
perior a las demás palabras nocionales del texto. Frente a nobles, rancias maderas, desnudas de barnices y vidrios,
ello, la acumulación nominal, en una rápida sucesión de todas como trabajadas por uno y el mismo artífice rudo
frases, de otro texto mironiano en que sólo aparece un ver- y exacto. Pátina del tiempo, del sol, de las lluvias, de las
bo, subordinado: "Calvario barroco de cipreses negros. Vol- manos consuetu , en ]os portones, en los dinteles y sobre
tear de campanas a la redonda de las cumbres. Calles con los umbrales...". Sigue, hasta alcanzar más de dos páginas,
toldos de cañizos. Fiestas y casas viejas. El Ayuntamiento esta sucesión de frases, apenas rota ocasionalmente por
con soportales de cal. En la sombra, un banco con los mis- alguna aislada estructural oracional.
mos abuelitos de siempre, que miran la lejanía desde la Fuera de este uso literario —poético— de la frase, hay
curva de sus cayadas"8. otros dos tipos de enunciado en que su empleo es relativa-
Evocaciones o descripciones hechas mediante un rico en- mente frecuente: más, en los titulares de los periódicos;
sartado de frases pueden hallarse en la prosa de muy diver- menos —dentro de la lengua hablada— en expresiones ex-
sos escritores. Valle Inclán era muy afecto a ellas: "¡Verdes clamativas. De lo primero, pueden encontrarse fácilmente
escampados de lluvia y ventisca, luces de tarde, paseos y abundantes ejemplos en cualquier diario: "Impetuoso y rá-
melancolías de los emigrados españoles por la orilla hú- pido avance de las tropas iraquíes"; "Respaldo total a la
meda de la carretera, entre Irún y Hendaya!"9 Otras veces, iniciativa del Presidente por parte de todos los sectores";
son rápidas y nerviosas pinceladas descriptivas, escuetas, "Gran desarrollo económico a pesar del caos mundial";
palpitantes: "Tumulto en la talanquera del toril, y el toro "Incontenible derrame de petróleo en el Golfo de México";
en el ruedo: Bien criado, bien puesto de pitones, barroco, "No más hambre con el uso íntegro de cosechas", etc. La
berrendo en colorado, divisa colmenareña. Aplausos al ga- función nominal (denominativa) de los "titulares" perio-
7 En l a e d i e i ó n de s u s Obras completas e n pro s a p rep arad a p or Luis dísticos encaja perfectamente con el carácter no predicativo
Astrana Marín, Madrid, 3a. ed., 1945; p. 875b. de la frase gramatical.
8 Años y leguas, p. 979 de la misma edición de sus Obras completas. 10 m i dueño en la ed. cit., p. 386.
o Viva mi dueño: Primera serie de El ruedo ibérico, t. II, Madrid, 1928, 11 Agustín Yález, Al filo del agua, México, 24 ed., 1955, p. 3.
p. 15.
También la espontánea sencillez de las elocuciones ex-
clamativas parece corresponder plenamente a la estructura En el diálogo, no es raro que una sola oración gramatical
mononuclear de la frase. "¡Tanto sufrimiento inútil!", dé paso a toda una sucesión de prooraciones, cuyo
"¡Siempre con la misma cantinela!", "¡Toda mi vida en denominador común es el sintagma predicativo [S<-P]
inicial: “ –(Nos reunimos todos los días)- ¿En tu casa? –
este pueblo mugroso!" y otras expresiones semejantes son
No; en la de Luis. - ¿A qué hora? – A las ocho o nueve de
relativamente frecuentes en el habla coloquial. Pero también la noche”.
puede aparecer la frase, con relativa frecuencia, en la len- De lo dicho se desprende, obviamente, que toda
gua hablada normal, no emotiva, en enunciados como los confrontación de los “estilos” gramaticales de diversos
siguientes: " (Trabaja muchísimo toda la semana). Pero textos deberá hacerse siempre seleccionando textos de “
los domingos, cama hasta las once, luego su jaibol en el estilo” lingüístico o literario homogéneo: poético,
club, después una buena comida, siesta mayúscula, una narrativo o coloquial. A no ser que se trate, precisamente,
de mostrar las diferencias estructurales existentes entre
partidita de poker y ni golpe en todo el día". " (Se casó los diversos estilos de lengua o entre géneros diversos.
con él). En seguida, cinco meses de felicidad, y a continua-
ción, veinte años de infierno. Ahora, divorcio a las puertas".
Por último, algunas breves anotaciones sobre la proora-
ción. Es forma peculiar —ya que no exclusiva)"— del diá-
logo. El "conocimiento compartido" por los interlocutores
les permite elidir (omitir en su elocución) lo previamente
dicho de manera oracional. Cualquier forma lingüística
puede funcionar como prooración. Ya un sustantivo ("¿Qué
quieres tomar? — Vino"), ya un pronombre ("¿Quién lo
tiene? — Yo"), ya un adjetivo ("No sé si será fácil o difícil.
— Casi imposible"), ya un adverbio ("¿Piensas decírselo? —
Nunca" [o sí]), ya un sintagma más o menos extenso ("Me
dicen que lo has visto. — Ayer en la Facultad"), ya —in-
clusive— una oración gramatical, subordinada precisamente
a la elidida ("¿Y cómo lo resolviste? — Como Dios me
dio a entender" ) 1 3 . También el pronombre neutro —lo,
eso, etc.— puede funcionar no como pro-nombre, sino como
pro-oración: "¿Cuándo moriría don Claudio? Y nadie lo
recuerda" (Miró, Sigüenza, p. 546)14
1 2 Puede aparecer en la narración: "Entre los indígenas existe la creen-
lo tiene? —Yo"), predicativa ("No sé si será fácil o difícil. —Imposible") o
ci a de que la luna nue va p u e d e d a ñ a r a l f e t o . S o b r e t o d o e n t re l o s zap o - complementaria de cualquier clase: objetiva ("Qué quieres? —Vino"), pre-
tecos"... Inclusive, literaria: "Y a este paseo nada más venimos por las positiva ("¿Te atreverías? —A todo"), indirecta ("A alguien se lo habrá
tardes; eso sí, todas las tardes" (Mutó, Libro de Sigüenza, en Obras com- dicho"... —Sólo a Luis"), temporal ("Cuándo irás? —Mañana"), locativa
("Tú lo has visto", —En la Facultad"), modal ("Y F. ¿qué tal lo haría?
pletas, p. 509). Perfectamente"),causal ("No entiendo por qué lo hizo. —Por temor al
13 Cf. supra, § 4.7 de la Primera Parte. ridículo"), etc.
1 4 Por ot ra pa rte , la funci ó n si n t á c t i c a d e l a p r o o r a c i ó n res p ect o d e l a
oraeión gramatical evocada puede ser de todo tipo. Sujetiva ("¿Quién
pias, sobre todo, de la norma culta, y resultan ser más escasas en el
habla popular.
Dados los límites impuestos por el carácter mismo (le esta
reunión, deberé reduc irme a aualizar uuo solo de los temas
sintácticos qu e puedan ejempli f icar la premisa primera y la
u',

consecuencia final. He elegido uno de los que considero


GRAMÁTICA Y APRENDIZAJE DE LA LENGUA más significativos y probatorios, por pertenecer al estrato más
MATERNA íntimo y p ro fu u d o d e l a es t r u cu t u r a l i n g u ís t i ca d e
n u e st ra l e n g u a: el de la orgauización sintáctica del discurso
o habla en el nivel oracional. Preteudo, pues, decubrir cuáles
Presuposiciones son las diferencias esenciales existentes eutre la expresión
1) Existen en la lengua algunas estructuras sintácticas — oral culta y la expresión, también hablada, del nivel popular.
modos de construir la expresión— de notable compleji- Todo ello, a través de la sintaxis de la cláusula.
dad y aun dificultad. Mi método de trabajo ha sido el siguiente: He reuuido,
2) Es muy probable que la mejor manera de adquirir y tomándolas al azar, 20 muestras del habla actual de la ciu-
dominar tales estructuras sea mantener un contacto sistemá dad de México, reunidas en las encuestas que venimos
tico y constante con usuarios naturales de ellas, cosa haciendo en el Centro de Lingüística Hispánica de la Uni-
que depende del ambiente familiar y social en que se versidad Nacional a partir de 1968 . Diez de ellas corres- 1

desenvuelve el educando, de las lecturas que haga con ponden al habla popular urbana, y las otras diez pertenecen
atención, y de su personal capacidad de aprehensión y al habla cuita de la misma área. Cada una de ellas tiene
asimilación. una extensión de 15 líneas en los libros señalados en la
3) No todos los individuos en edad escolar —sino los nota 1. Todas ellas corresponden a elocuciones ininterrum-
menos —se hallan inmersos en tal favorables condiciones. pidas de los informantes, esto es, a enunciados dichos en
4) La enseñanza escolar parece ser el factor que origina momentos en que los informadores hablan sin que el inter-
mayor y más intensa consciencia lingüística. locutor intervenga, interrumpiéndoles. De cada informante
Consecuencia he tomado dos muestras, correspondientes a dos distintos
pasajes de la misma encuesta. Cinco de estos informantes
Si todo ello es cierto, cabe deducir que corresponderá a pertenecen a la clase sociocultural alta (representantes del
la escuela, a la enseñanza sistemática, la tarea de proporcio- habla culta) y los otros cinco a la clase sociocultural baja,
nar el conocimiento consciente y riguroso de esas construc- de nula o escasa instrucción escolar (informadores repre-
ciones sintácticas de más elevado índice de dificultad. sentantes del habla popular). Sus características básicas son
las siguientes:
1 Una pequeña parte de esas encuestas ha sido transliterada fielmente p
or los investigadores del Centro de Lingüística y publicada por la propia
Universidad de México en dos gruesos volúmenes: El habla de la ciudad de
Siendo el propósito de esta comunicación demostrar lo México: M a t e r i a l e s p a r a s u e s t u d i o (1971) y E l h a b l a p o p u l a r d e l a
acertado de la consecuencia señalada, deberé probar, antes
que ciudad de México (1976). De ellas me he servido para reunir los
materiales linguísticos objeto de análisis en este breve ensayo.
nada, que esas estructuras sintácticas complejas son pro-
pias
No siendo mi propósito ahora, de ninguna manera, plan-
tear ni mucho menos analizar lo que podría ser una apasio-
nante tema de investigación sociolingüística, sino sólo reu-
nir la información necesaria para discernir lo acertado o lo
erróneo de mis presuposiciones, el corpus con que trabajo
puede parecer reducido, y no permitiría, por supuesto, lle- C u a d r o I I

gar a conclusiones precisas de alcance sociolingüístico. Lo HABLA POPULAR: SÍNTESIS


utilizo y presento sólo como una muestra que puede ser
índice o síntoma del problema que ahora nos ocupa. El aná-
lisis de los textos produjo les siguientes resultados:

Cuadro 1

HABLA CULTA: SÍNTESIS

2 La oración regente —inicial en la mayor parte de los casos— de cada


texto no establece normalmente, como es lógico, relación sintáctica, pues
no va precedida de ninguna otra a que pudiera determinar,
3 Dentro de "S" incluyo todas las combinaciones sintácticas que im-
plican una relación significativa, que va más allá de la simple adición por
yuxtaposición o por cordinación copulativa o declarativa. Una relación
adversativa es tan pertinente, desde el punto de vista semántieo, como
pueda serio una causal o una comparativa.
macicales, end tanto que, dentro del habla culta,
la cláu más extensa abarcaba 11 oraciones5.

2) Las oraciones del habla culta son más complejas —más Iar
gas y con mayor número de elementos complementarios,
especificadores o matizadores de los conceptos—, que las del
habla popular. Efectivamente, en textos de la misma exten-
sión (como son los utilizados por mí) se descubren sólo
209 oraciones gramaticales dentro del habla culta, frente a
327 oraciones en el habla popular. La expresión oracional
popular es, pues, más escueta, más desnuda y concisa que la
del hablante instruido.
3) La yuxtaposición y la coordinación, como formas más si
m les de la sintaxis oracional, son bastante más comunes en
p

el habla popular que en la culta. La subordinación se


emplea, consecuentemente, más en el habla de las personas
de mayor instrucción. Las frecuencias son muy reveladoras:
El habla culta se sirve de la subordinación en un 48.2% de
los casos, en tanto que el habla popular sólo lo hace en el
30.3% de ellos. Esto significa que la norma culta utiliza
la subordinación —de acuerdo con mis muestras, por su-
puesto— casi un 60% más que el habla popular (exacta-
mente, un 59.1% más)6 . Muy semejante es la relación entre
Un rápido examen de estos cuadros estadísticos revela in- los índices "S" del habla culta (55.3%) y del habla popular
mediatamente acusadas diferencias entre el habla popular y (34.4%), lo cual representa un 58% más para aquélla.
el habla culta en lo que respecta a la sintaxis oracional. 4) La estructura típica de la cláusula popular suele ser
muy sencilla, como ya apuntábamos en el comentario 1. En
1) La cláusula propia del habla popular es más breve y buen número de casos sigue el molde "oración principal +
más simple que la del habla culta, según revela el hecho oración relacionada", en el que la oración relacionada suele
de que la cláusula popular sólo alcance un promedio de ser una yuxtapuesta (41.6%) o una copulativa (23.3%) .
2 oraciones gramaticales, en tanto que la cláusula cuita está La estructura de la cláusula culta, algo más compleja en
integrada por una media de 3.2 oraciones. En el corpus por promedio, llega en no pocos casos a subordinaciones de va -
mí analizado, la cláusula del habla popular más amplia y 5 Así: 1 regente + 3 copulativas + 2 causales + 2 adjetivas + 1 suje-
compleja que hallé estaba constituida por 7 oraciones4 gra- tiva + 1 objetiva + 1 modal '(Inf. C-1, p. 20).
6

Esto implica que las relaciones lógicas de subordinación se expresan


4 con freeuencia, en el habla popular, por medio de la simple yuxtaposición o
De la siguiente manera: 1 regente + 3 copulativas + 1 causal + 1 ob-
de la coordinación. Un ejemplo de mis materiales: "También se puede
jetiva + 1 adjetiva (Inf, P-2, p. 26). quejar la criada con un gendarme; me garrotea" (Inf, P-5, p. 419), es
decir, `si la criada se queja, el gendarme me garrotea'.
una de cuales expresa un razonamiento completo, aca.
rios niveles sucesivos. Veamos un ejemplo, nada inusitado
De ahí que la cláusula siguiente suela relacionarse
con
en el habla de personas instruidas: "Sería verdaderamente
la anterior por simple yuxtaposición —no por coordi-
bueno que me fueras regresando ya los libritos que tuve la
nación ni subordinación, como sucede con mayor frecuen-
debilidad... o la tontera de prestarte cuando estuviste in
cia en el habla popular— por cuanto que la primera
ternada en el sanatorio". Cláusula cuyo molde abarca 5
cláusula fue expresada en su plenitud, y la siguiente ex-
niveles (4 de subordinación sucesiva):
presa un pensamiento o razonamiento nuevo, no subordi-
nado a lo dicho inmediatamente antes.
6) Ciertas formas de relación sintáctica son poco usua-
les, y por ende poco familiares, entre los hablantes incul-
tos. Un caso muy sintomático: el de las relaciones de índole
adjetiva y posesiva al mismo tiempo. El hablante popular
suele expresarlas sucesivamente, por medio de los morfe-
mas que (relacionante complementario adjetivo) y su (
posesivo), en vez de hacerlo simultáneamente por medio
del relativo cuyo: "un niño que... como de catorce años,
que su papá era rico" (Inf. P-1, p. 22).
En cambio, véase la simplicidad sintáctica de un texto po (
7) Aunque los límites impuestos a esta comunicación me
Inf. P-5, p. 419): "¡Ahi que siga su camino y yo sigo también
impiden hacer el análisis de las estructuras lingüísticas de
el mío! Ni quien me chingue solito. Ni quien
diga
nada, ni yo molestar a nadie. Ni vacilar a una
cr cada uno de los informantes seleccionados, quisiera al
i a d a ni a nada, pues también se puede quejar la criada con
menos advertir que los porcentajes reunidos demuestran
un gendarme; me garrotea. Pero, corno no les digo, nada. que no hay —ni cabría esperar tal cosa— un divorcio com-
Yo ¿qué cosa?... Me trajieron de Toluca para acá, y loe pleto entre las realidades expresivas del habla popular y
metían buenas jodas". l a s d e l h a b l a c u l t a . Rep ár es e en q u e l o s ín d i ces " p o r-
centuales" correspondientes al informante popular núme-
5) Son más abundantes las relaciones nexuales entre cláu- ro 4 superan, aunque sea por muy leve margen, en lo que
sulas sucesivas en el habla popular (29.8%) que en la culta ( respecta al uso de la hipotaxis, a los índices correspondien-
19.6%) . Ello se debe a que la segunda cláusula, que sin- tes a los informadores cultos números 2 y 4. El habla
tácticamente debería formar parte integrante de la prime- humana, culta e inculta, forma un continuum de impo-
ra, se añade de manera un tanto forzada a ésta, construida sible fragmentación en casilleros antagónicos.
mentalmente sin tener en cuenta —sin prever— a la se- * * *
gunda. La causa de todo ello parece clara: el hablante
popular, al organizar la estructura profunda de su enuncia-
do, no ha tenido la capacidad —la previsión— de abarcar A la vista de todos estos hechos, cabe hacer algunas con-
la totalidad de lo que acabará por ser su razonamiento. sideraciones relativas a la función de la enseñanza escolar
Actúa por partes, fraccionadamente. Y por partes breves, dentro del proceso —del largo y nunca bien consumado
sencillas, en tanto que el hablante instruido alcanza a proceso— de adquisición del lenguaje.
construir cláusulas de mayor amplitud y complejidad, cada Mucho se ha dicho, y no siempre sin razón, que la es-
cuela se ha interesado más por enseñar la gramática del dos de la escuela primaria y secundaria el funcionamiento de las
idioma, que por enseñar el idioma mismo. "La escuela estructuras sintácticas oracionales. Pero sí creo que en la escuela
se ha preocupado por desarrollar predominantemente una d e b e rá e l e st u di an t e i r s e i n i ci an d o en l o s secretos del
competencia gramatical antes que una competencia comu- idioma", en el uso amplio y variado de los recursos que
nicativa, que asegure la producción de enunciados apro- l a l e n g u a l e o f r ece p ar a l a ad ecu ad a ex p r es i ó n d e
piados... El estudiante aprende, si acaso, a conocer un aspecto sus pensamientos y sentimientos. De alguna manera
de su lengua —el morfosintáctico— pero ignora cómo em- deberá la escuela proporcionar los conocimientos teóricos
plearla, cómo valerse de ella para dar expresión matizada sobre las estructuras oracionales más complejas de !
a su pensamiento y fantasía"'. Creo, no obstante, que esos m u s i t o idioma. Sin ello, quizá sea posible que el indivi-
dos aspectos —el gramatical y el expresivo— son insepa- dno llegue a pensar bien y ampliamente, pero será muy
rables y complementarios. En el caso que nos ocupa, la difícil que alcance a saber expresar con claridad y preci-
gramática debería enseñar a usar las estructuras complejas sión —no digo ya con elegancia— el contenido de su
que no todos los hablantes son capaces de emplear con conciencia. Y, como bien se sabe, son los modos de
naturalidad y con fluidez. Dicho a la antigua: enseñar expresión oral el objeto y fin de la gramática. No
tengamos rubor en admitir, con nuestros antepasados,
a hablar bien. Servirse reiterada y mayoritariamente de la
que la gramática sea —al menos, entre otras cosas— "el
yuxtaposición y la coordinación copulativa no es, me pa- arte que enseña a hablar y escribir correctamente un
rece, "hablar bien", sino sólo fragmentariamente y desa- idioma cualquiera". Que quienes nos precedieron en el
provechando formas de expresión más precisas y variadas, apasionante estudio de la lengua no eran tan tontos ni tan
como son las de la hipotaxis. Una mente capaz de organizar ingenuos como algunas soberbias actitudes de ciertos
cláusulas complejas, cada uno de cuyos elementos inte- lingüistas contemporáneos harían pensar. La gramática
grantes ocupe el lugar que le corresponde y cumpla con la puede concebirse —mejor dicho, cultivarse— como un
función que le es propia, será, sin duda alguna, una mente fin en sí mismo. ¿Por qué no? Pero también puede
capaz de organizar bien sus ideas, ssu deseos, sus propósi- concebirse —y con mayor derecho quizá— como un
tos, sus iniciativas. medio capaz de contribuir, en gran medida y con
Diversas investigaciones hechas últimamente en varios notable eficacia, en el admirable proceso de superación
países, entre las cuales ocupa un destacado lugar la diri- humana, tanto individual como colectiva.
gida en Puerto Rico por el Profesor Humberto López
Morales —investigación que ya ha sido llevada felizmente
a su término—, han demostrado que es el grado de esco-
laridad alcanzado por los hablantes, y no los llamados me-
dios de comunicación masiva, lo que crea una fuerte cons-
ciencia lingüística en el hombre. De este hecho, al parecer
incuestionable, cabe deducir la enorme importancia que la
enseñanza, en todos sus niveles (primario, medio y supe-
rior), tiene en el largo proceso de adquisición de la len-
gua. No soy pe da gogo ni me he oc u p a d o n u n c a e n l a
enseñanza de la lengua en los niveles iniciales. Desconozco,
pues, cómo y en qué medida podrá enseñarse a los educan-
Jorge Díaz Vélez, "Lengua materna, gramática y enseñanza", en
Anuario de Letras, XV (1977), pp. 219-240; ef. en especial pp. 235-23G.
C-I. Muestra B

C-2. Muestra A

C-2. Muestra B
C-3 Muestra A

C-2. Muestra total

C-3. Muestra B
C-3. Muestra total

C-4. Muestra B

C-4. Muestra A
C5C5C5 C5 Muestra B

C-5. Muestra total


INFORMANTES INCULTOS
P-1. Muestra A

P-1 Muestra total

P-1. Muestra B
P-2. Muestra A

P-2. Muestra total

P-2. Muestra B
P-3. Muestra A
P-3. Muestra total

P-3. Muestra B

P4. Muestra A
P-4. Muestra total

P-4. Muestra B

P-5. Muestra A
P-5. Muestra B

P-5. Muestra total


LA ESTRUCTURA DEL DISCURSO EN CINCO
ESCRITORES MEXICANOS

Presento aquí, muy sucintamente, los resultados obtenidos


a través de una confrontación de textos breves escritos por
autores mexicanos de nuestro tiempo. He hecho el análisis
sintáctico de dos fragmentos de novelas o ensayos escritos
por Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Agustín Yáñez,
Octavio Paz y Juan Rulfo. Como es natural, y dados los
propósitos comparativos del trabajo, los textos estudiados
tienen todos la misma extensión 1 . La cual, a su vez, es
equiparable a la de los pasajes de la lengua hablada anali-
zados en el ensayo precedente.

Siguiendo los mismos principios de análisis gramatical


empleados en ese ensayo, los resultados obtenidos —algunos
de ellos, bastante sintomáticos— son los siguientes:2

1 Los fragmentos analizados pertenecen a las obras siguientes: A. REYES,


Cuestiones gongorinas, en la ed. de sus Obras completas VII, México, Fon-
do de Cultura Eeonómiea, 1958, p. 156 (Muestra A), y Entre libros, en la
misma edición y volumen, p. 259 (Muestra B); M. L. Guzmán, La sombra
del caudillo, 5a. ed., México, Compañía General de Ediciones, 1957, p. 44-45 (
Muestra A) y pp. 232-233 (Muestra B); A. YÁÑEZ , Al filo del agua, Mé-
xico, Edl. Porrúa, 1955, p. 22 (Muestra A) y p. 177 (Muestra B); O. PAZ,
El laberinto de la soledad, México, Cuadernos Americanos, 1950, p. 20 (
Mues tr a A) y p. 108 (M u e st r a B) ; J. R U L F O , Pe dr o P á r a mo , Méx i co ,
Fondo de Cultura Económica, 1955, pp. 23-24 (Muestra A) y p. 146 (Mues-
tra B).
2 En la presentación de los datos estadísticos sigo una disposición simi-

lar a la utilizada en el ensayo anterior. Así resultará fácil hacer la com-


paración entre las estructuras propias de la lengua hablada y de la len-
gua escrita.
Observaciones.

Una rápida confrontación de los datos reunidos en este


cuadro estadístico permite hacer algunas consideraciones de
cierto interés:
I) La estructura del discurso varía notablemente según
que pertenezca a textos novelísticos o a ensayos.
1) En promedio, el número de cláusulas que integran
los textos novelísticos (19) 4 es muy superior al de los en-
sayos (10) 5 , lo cual significa que la cláusula de este último
género literario es mucho más amplia que la de la novela,
como hubiera cabido imaginar.
2) Ello depende de la mayor complejidad sintáctica de
la cláusula usual en el ensayo. En efecto, la cláusula de
Alfonso Reyes está integrada por un promedio de 4.3 ora-
ciones gramaticales, y la de Octavio Paz, por 3.9 oraciones
(promedio 4.1), en tanto que la de Yáñez abarca sólo 3.4
oraciones, la de Guzmán 3.5 y la de Rulfo 2.2 (promedio de 3
oraciones por cláusula). Todo ello implica, obviamente,
que la oración usada por los ensayistas es más amplia —pre-
senta más sintagmas complementarios— que la de los no-
velistas, la cual es más escueta, más descarnada°.
3) Los períodos hipotácticos son más frecuentes en el
ensayo (70.% en Reyes y 53.% en Paz; promedio: 62%)
que en la novela (44.% en Yáñez, 50% en Guzmán y sólo
37.7% en Rulfo; promedio: 44.2%). En cambio, la yuxta-
posición de oraciones es mucho más común en el estilo de
los novelistas (promedio de 31.3%) que en el de los ensa-
yistas (promedio de 19%)7.
II) Las diferencias de estructura sintáctica entre unos
autores y otros es, a veces, considerable:
4 Esto es: 15 cláusulas en Agustín Yáñez, también 15 en Martín Luis

Guzmán y 28 en Juan Rulfo...


5 Sólo 9 cláusulas en Alfonso Reyes y 11 en Octavio Paz.
6

En los textos de Reyes figuran sólo 39 oraciones gramaticales, y 43 en


los de Paz (promedio: 41 oraciones), en tanto que Guzmán organiza 52
oraciones, Yáñez 51 y Rulfo 63 (promedio: 55).
7 En Guzmán, 26% en Y áñez, 28.6% y en Rollo, 39.3%, mient ras que en
Reyes es sólo de un 16.2%, y en Paz, de un 21.9%.
1) Los estilos de Alfonso Reyes y de Juan Rulfo —en lo una elevada variedad de relaciones. De los cinco
que a la estructura de la expresión se refiere— son casi escritores estudiados, sólo Martín Luis Guzmán le supera
antitéticos. En los textos de uno y otro considerados —de en cuanto a la diversidad de los períodos incluidos en sus
idéntica extensión, por supuesto—, Reyes organiza sólo respectivos textos: 15 clases de relación oracional en este
9 cláusulas, y R ulfo 29, o se a , má s de l t ri p l e . L a último, y 13 en Rulfo, mientras que tanto en Agustín
pr eci s ión pormenorizada del ensayista —a través de Yáñez como en Alfonso Reyes sólo encuentro 10 tipos de
cláusulas y oraciones amplias, complejas— frente a la relación.
pincelada sintética, impresionista, del narrador. 6) El análisis sintáctico del texto literario permite tam-
2) La naturaleza misma de la cláusula difiere notable- bién apreciar la variedad interna del estilo individual.
mente en Rulfo y Reyes. Se sirve el primero de la yuxtapo No obstante la brevedad de las muestras aquí estudiadas,
sición en un 39.3% de los casos, en tanto que Reyes hallamos claros testimonios de ello. Martín Luis
sólo la utiliza en un 16.2% de las ocasiones. En contrapartida, la Guzmán, por ejemplo, se sirve en un momento dado (
subordinación oracional duplica en la prosa de Muestra A) de 4 cláusulas consecutivas formadas, cada
Reyes (70.3%) a la usual en Rulfo (37.7%). una de ellas, por una sola oración, para desbocarse
3) También se observan acusadas discrepancias entre los inmediatamente después en una gigantesca cláusula
tipos de subordinación preferidos por uno y otro constituida por 13 oraciones gramaticales. Y Agustín
escritor. Los períodos modales, que en Rulfo Yáñez, por su parte, organiza la primera de las muestras
representan un 9.8% de las relaciones oracionales en consideradas con sólo 19 oraciones, distribuidas en 6
total, no aparecen en los textos de Reyes ni una sola cláusulas, en tanto que en el otro pasaje —de igual
vez. En cambio, la subordinación adjetiva, que en la
extensión que el primero— se sirve de un total de 32
prosa de Reyes alcanza un pasmoso 35.1%, en la de Rulfo
oraciones gramaticales, correspondientes a 9 cláusulas. Sería
apenas llega a un modesto 6.6%.
necesario
III) Desde analizar
un puntocondedetenimiento la relación
vista exclusivamente que
gramati
4) Octavio Paz es, de los cinco escritores aquí conside-
rados, el que mayor número de relaciones nexuales esta puede
cal, losexistir
textosentre estructura también
analizados sintácticaparecen
y situación argumental.
proporcionar
blece entre unas cláusulas y otras (33.3%), en tanto informaciones interesantes:
que Agustín Yáñez apenas recurre a esa forma de expresión 1) Aparte de la simple coordinación copulativa, los tipos
(7.7%). de relación oracional más comunes y frecuentes en
5) Juan Rulfo es, sin duda, el autor de estilo más dife- nuestra lengua parecen ser la adversación, la adjetivación y las
renciado. En un buen número de ocasiones, su sintaxis subordinaciones temporal y final. Períodos de esta
se aparta de la de los demás escritores, para aproximarse naturaleza han aparecido en todas las muestras
analizadas, y en proporción nada desdeñable.
nítidamente a las estructuras propias de la expresión
2) La relación adversativa, que entre oraciones alcanza
popular, de la lengua hablada por el pueblo: cláusulas muy
un 5.5% de promedio, es —además— la única que
breves —constituidas en promedio por sólo dos oraciones
todos nuestros escritores establecen entre cláusulas contiguas.
gramaticales—, y frases u oraciones escuetas, intensas,
3) Proporcionalmente, la subordinación adjetiva es la
esenciales. Yuxtaposiciones frecuentes (39.3%), como en
más empleada en español literario (18.5%), tanto con
el habla popular (41.6%); subordinaciones oracionales
función explicativa (8.5%), como especificativa (9.7%).
escasas (37.7%), a la manera de los hablantes populares (
30.3%); y, dentro de ellas, subordinación adjetiva muy 4) También los períodos temporales aparecen en todos
esporádica (6.6%), aún más ocasional que en la sintaxis los textos estudiados, si bien permiten apreciar
del pueblo (8.5%). Sin embargo, esta aparente sencillez considerables diferencias entre la inclinación de unos u otros
de la prosa de Rulfo no impide que en su construcción escri-
sintáctica se produzca
tores hacia su empleo: en tanto que Agustín Yáñez los uti-
liza con alta frecuencia (8.2%), Octavio Paz restringe su
uso (2.4), y Juan Rulfo parece evitarlos (1.6%).
5) La finalidad es, asimismo, consideración presente en el
pensamiento de todos los escritores —aunque con fre-
cuencia más baja (3.4%)—, pero en cambio la causalidad
—que parece ser factor primordial en la lengua habladas —
apenas alcanza un índice de frecuencia del 0.8%, y no halla LA ESTRUCTURA DE LA CLÁUSULA EN EL HABLAD
acogida en los textos de tres de los autores analizados: Re- Y EN LA LITERATURA
yes, Paz y Yáñez.
La generalizada y lógica suposición de que la lengua ha-
blada difiere, en gran medida, de la lengua literaria merece
un detenido análisis que muestre cuál es, en realidad, esa
supuesta diferencia. No pretendo hacer aquí un estudio
pormenorizado de la cuestión, sino sólo presentar unas
cuantas consideraciones en torno a uno de los casilleros lin-
güísticos en que cabría investigar la naturaleza de esa di-
ferenciación: el de la estructura sintáctica de la cláusula.
Mis consideraciones se basan en la comparación de los
resultados obtenidos a través de las dos breves investiga-
ciones sobre las peculiaridades de la cláusula usual en la
lengua literaria de nuestros días, y la peculiar de la lengua
hablada, tanto popular como culta, que ocupan las páginas
anteriores a éstas.
Un rápido examen del cuadro estadístico en que resumo,
la información obtenida en los dos ensayos anteriores, per-
mite advertir inmediatamente las acusadas diferencias exis-
tentes entre las tres modalidades de la lengua aquí con-
sideradas.
En primer lugar, una inesperada: la proximidad o afi-
nidad sintáctica del habla culta y de la lengua literaria, en
oposición al habla popular. Se había supuesto —según de-
cía al comenzar estas páginas— que existe una clara dife-
renciación entre habla y literatura. Que la lengua escrita,
la lengua literaria, en cuanto modalidad intelectual del len-
guaje, es más compleja y "amplia" estructuralmente que
la lengua hablada, en cuanto modalidad espontánea y
8 Cf. los resultados obtenidos en el ensayo anterior: subordinación causal
natural de la expresióu humana. Pero el análisis del corpus
= 6.4%. mexicano por mi considerado revela una situación muy
ESTADISTICA

distinta. La estructura de la cláusula propia del habla


culta coincide exactamente, en lo que al número de ora-
ciones integrantes se refiere, con la estructura de la lengua
literaria (3.2 oraciones de promedio en los dos casos) y
ambas difieren de la estructura propia del habla popular (
sólo 2.1 oraciones por cláusula) .
También el número total, absoluto, de las oraciones
gramaticales que han aparecido en cada una de las mues-
tras analizadas —literaria, oral culta y oral popular— apun-
ta en la misma dirección. En el corpus del habla popular
encuentro un total de 327 oraciones, en tanto que en el de
los textos literarios sólo figuran 248, y en el del habla culta
aún menos: 209. Ello obedece al carácter intenso, a la
forma
simple , "d esn u d a ", propia de la expresión popular, en la que
las oraciones están constituirlas sólo por los ele-
mentos básicos, indispensables, en tanto que la lengua i supuesto, el hablante popular distribuye en dos cláusulas
literaria, culta, recurre a elementos secundarios, comple- consecutivas.
mentarios, que permiten matizar el pensamiento y precisar La proximidad sintáctica existente entre el habla culta y
la idea fundamental. El hecho de que el número de ora- la lengua literaria —y su común distanciamiento del
ciones gramaticales recogidas en las muestras del habla habla inculta— se advierte asimismo en la preferencia de
culta sea inclusive inferior al de la lengua literaria puede esta última modalidad del habla por la yuxtaposición y por
deberse a la abundancia de formas "dubitativas" —del tipo la coordinación copulativa de las oraciones gramaticales: En
este. .., eh..., bueno... , pues...., entonces etc.— tanto que literatura y habla culta sólo se sirven de la yux-
y de repeticiones de segmentos, mediante las cuales el taposición en un 27.7% y un 29.1% de los casos respecti
hablante se da tiempo para ir construyendo su elocución. vamente, el habla popular la utiliza en un 41.6% de
Los porcentajes consignados en el cuadro estadístico las ocasiones, lo cual equivale a decir que el pueblo se
muestran que, en la inmensa mayoría de los casos, la len- sirve de la yuxtaposición oracional en
gua hablada culta y la literaria siguen derroteros comunes, aproximadamente un 46.5% más de casos que el
que se alejan sensiblemente de los seguidos, en general, hablante culto o el escritor. Y lo mismo sucede en el
por el habla popular. caso de la coordinación copulativa: El porcentaje de su
empleo es casi igual en la prosa l i t e r a r i a ( 1 5 . 5 % ) q u e
Así, los casos de relación nexual entre las cláusulas son e n e l h a b l a d e p e r s o n a s c u l t a s (15.1%) , en tanto que
proporcionalmente los mismos en el habla culta y en la en el habla popular asciende a un 23.3% (esto es, un 52.
lengua literaria (19.1% y 19.6% respectivamente) , en tan- 3% más que en aquéllas) .
to que en el habla popular el porcentaje se eleva hasta un En cambio, la subordinación oracional es lógica-
29.8%, lo cual significa que el habla del pueblo se sirve mente— mucho más común en las formas cultas de
de ese tipo de relación en un 54.4% más que el habla expresión que en el habla popular: Alcanza un 49.5% en
culta y la lengua literaria. Ello podría deberse a que tanto la literatura y un 48.2% en el habla culta, pero sólo
el escritor como el hablante culto alcanzan a concebir llega al 30.3% en el habla del pueblo (o sea, 61.7%
mentalmente —a organizar— la totalidad de la expresión menos). Se comprueba así la suposición de que la
en una sola cláusula, en tanto que el hablante popular sintaxis oracional de la lengua literaria es más compleja
procede fragmentadamente, por partes, expresando en una que la de la lengua hablada... popular, pero no mucho
cláusula la idea fundamental, y complementándola después más que la del habla culta, que sigue los moldes
con otra, que relaciona nexualmente con la primera. Así, sintácticos de la escritura (o que los condiciona).
por ejemplo, un hablante popular expresaría primeramente Una y otra vez hallamos corroborada esta afinidad es-
la idea principal de su pensamiento a través de una cláu- tructural entre habla culta y lengua escrita, en oposición
sula breve: "No voy a darte nada de lo que me pides". al habla popular. Así, en el caso de la complementación
Y después, a través de una segunda cláusula, concebida de tipo adjetivo: Las dos primeras emplean más del
posteriormente, podría explicar las razones de su comuni- doble de oraciones adjetivas (17% y 18.5%
cado inicial: "Porque no quiero que te hagas malcriado y respectivamente) que el habla inculta (8.5%) , diferencia
caprichoso". Un escritor, en cambio, o un hablante culto, que se acusa aún mucho más intensamente en el caso
concebiría más f ácilmente la expresión global, unitaria, de de las oraciones adnominales (habla culta 2% y lengua
su pensamiento, y podría manifestar todo el contenido literaria 3.4%, frante
de su conciencia a través de una sola cláusula integrada a habla popular = 0.3%). No parece, pues, gozar la subor
por las cuatro oraciones gramaticales que, en el ejemplo d inación de carácter adjetivo de las simpatías del hablante i
nculto1.
1
1 A ese respècto, r e s u l t a ta mbién sumamente revelador lo que se ad-
HABLA Y LITERATURA 113
También los periodos de carácter sustantivo, en general,
tn rdarias. Pero (¿es necesario reiterarlo?) la pequeñez del
parecen disfrutar de mejor acogida entre los escritores
(16.4%) y hablantes cultos (11%) que entre los incul- n) pus estudiado impide proponer conclusiones terminan-t.,,;
tos (5.4%). Y, de semejante manera, lengua literaria y quede, pues, esta observación como una simple suge-
habla culta coinciden también en su preferencia relativa tencia o síntoma de algo que merecería un análisis mucho
mis detenido.
por las oraciones subordinadas temporales (4.2% y 7%
Si la causalidad es factor que parece inquietar más que
respectivamente), en oposición con el habla popular (sólo
otros al hombre del pueblo, la finalidad, en cambio, parece
2.2%).
despertar más la atención de los hablantes cultos y los escri-
Frente a todos estos casos en que la estructura sintáctica
tores. Los períodos hipotácticos finales, en efecto, son re-
de la expresión literaria y de la oral culta coinciden nota-
lativamente frecuentes en la lengua literaria (3.4%) y en
blemente, diferenciándose de la expresión popular, sólo
el habla culta (3.5%), pero escasean en la popular (1.6%).
en dos ocasiones el habla instruida parece alejarse de las
pautas marcadas por la lengua escrita, para proximarse a
las inclinaciones propias del habla inculta.
La primera de ellas corresponde a la subordinación mo- No sé hasta qué punto puede ser válido hablar de "len-
dal, que en la literatura asciende al 5% de los períodos gua literaria", o de "habla culta" o de "habla inculta"
reunidos en el corpus, mientras que el habla culta sólo como de un todo homogéneo en cada caso. Estas generali-
llega al 1% y en la popular al 0.9%. Dado lo reducido zaciones entrañan graves peligros. En los ensayos que pre-
—y provisional— de los materiales lingüísticos analizados, ceden a éste pude advertir, por un lado, que la cláusula
peculiar de uno de los hablantes incultos estudiados era
no me atrevo, en este particular, a aventurar explicación
más compleja, más amplia, más "rica", que la cláusula ca-
alguna.
racterística de uno de los hablantes instruidos. Y, por otro,
Más significativa y, tal vez, explicable resulta ser la se-
que el estilo —o tal vez fuera mejor decir la sintaxis—
gunda ocasión de discrepancia habla/escritura. Correspon-
de uno de los escritores difería radicalmente del estilo
de a la subordinación causativa, en general2 , y muy en
—o la sintaxis— de otros. Que la cláusula más común-
particular a la relación causal propiamente dicha: Usada
mente empleada por Juan Rulfo se alejaba violentamen-
ésta por el pueblo en un 8.8%3 y por los hablantes cultos
te de la usual no sólo en los otros escritores'', sino también
en un 4%, sólo aparece, dentro de la lengua literaria, en un
en el habla culta, para aproximarse y casi confundirse
insignificante 0.8%. Cabría suponer que, para el hablante
con la cláusula típica del habla popular.
medio, para el hombre común y corriente, la causa, el por-
El temor a este peligro que entrañan las generalizaciones
qué de las cosas reviste suma importancia, en tanto que
me obliga a presentar estas páginas como un simple en-
otras precisiones —modalidades, adjetivaciones— resultan
sayo de método que, aplicado mucho más ampliamente,
vierte en la prosa de un escritor "intelectual", como el ensayista Alfonso podría resultar revelador... o estéril.
Reyes, frente a lo que se descubre en el estilo de un narrador "popularista"
como Juan Rulfo: En aquél, las oraciones adjetivas representan un asom-
broso 35.1% de su sintaxis oracional, en tanto que Rulfo sólo las utiliza
en un insignificante 6.5%a.
2 Que en la literatura representa sólo el 5% de las relaciones sintácticas

eutre oraciones, en tanto que en el habla culta sube hasta el 11.5% y en la


popular hasta el 12.6%. 4 Por eierto que esa "anomalía" o singularidad de la prosa de Rulfo
a Lo cual la convierte en la forma de subordinación predilecta de los modifica los pourntajcs estadísticos de la lengua literaria, aproximándolos
hablantes populares, de acuerdo —claro está— con los reducidos textos que un larlo a Ins po„rliLijes representativos de la lengua hablada.
aquí ;nialiru.
m a n t es
mexicanos di cuenta sucinta anteriormente (cf.
p. 74) ; los informadores puertorriqueños cuya habla es
ahora objeto de estudio responden a las siguientes caracte-
rísticas: Informante 1 = Mujer de 24 años, con Maestría
en Historia del Arte; Inf. 2 = Hombre de 27 años, Pro-
fesor de Historia en la Universidad de Puerto Rico; Inf.
3 = Mujer de 37 años, Abogado; Inf. 4 = Hombre de
LA ESTRUCTURA DEL HABLA CULTA EN PUERTO 55 años, Economista; Inf. 5 = Mujer de 57 años, Educa
RICO Y EN MEXICO dora en Salud Pública y Empleada Federal.
Los resultados, en resumen, del análisis sintáctico del
habla peculiar de esos informantes se recoge en los dos
,Una reciente visita a Puerto Rico me ha proporcionado cuadros de las páginas siguientes:
la oportunidad de extender el análisis de la estructura sin
táctica de la lengua hablada a la norma culta de San Una rápida confrontación de estos dos cuadros sinópticos
Juan. Con amplia generosidad, la Profesora Amparo nos permite descubrir en seguida fundamentales coinci-
Morales puso a mi disposición los textos trasliterados de dencias y algunas notables divergencias.
las encuestas hechas en la capital de la isla por el Ante todo, la casi idéntica estructura oracional de la
equipo de investigadores que, bajo la coordinación de cláusula promedio: en Puerto Rico está constituida por
Humberto López Morales, está llevando a cabo el 3.1 oraciones, y en México, por 3.2. En consecuencia, el
estudio del habla culta de San Juan, dentro del amplio " promedio de aparición de oraciones regentes es también casi
Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística el mismo: 32.4% en San Juan, y 31.6% en México. Muy
culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la similar es, por su parte, el promedio de relaciones sintácti-
Península Ibérica"1. cas significativas (índice S) en el habla puertorriqueña
(55.1%) y en la mexicana (53.1%). Y no difieren tampoco
De vuelta en México, he hecho una selección de textos
mucho los niveles porcentuales de las relaciones hipotácti-
puertorriqueños, organizándolos de manera que resultaran
cas (50% en San Juan y 46% en México).
fácil y adecuadamente comparables con los textos mexica
No cabe sorprenderse ante tales coincidencias. En ambas
nos analizados con anterioridad. La base de esta ciudades se habla una misma lengua, que —a juzgar por
confrontación ha sido un reducido muestrario del estos resultados, aunque limitados y provisionales— sigue
habla puertorriqueña, representada por cinco muestras manteniendo su unidad estructural básica, al menos dentro
de otros tantos informantes cultos residentes en San Juan, de la norma cultural elevada que aquí hemos considerado.
y el corpus del habla mexicana correspondiente al habla
Atendamos, ahora, a las divergencias que pueden descu-
de los cinco informadores cultos antes estudiados. En
brirse dentro de esa homogeneidad fundamental. Salta, en
todos los casos, las muestras consideradas tienen primer lugar, a la vista el hecho de que el corpus del habla
aproximadamente la misma extensión —alrededor de 325 puertorriqueña aquí analizado sobrepase —no obstante ser
palabras cada una— y pertenecen a un mismo tipo de de la misma extensión que el corpus mexicano— a éste
1expresión
N o t i c i a d eoral:
e s t a gla
r a narrativa.
n e m p r e s a h De
e d alasd o ecaracterísticas
n e l v o l u m e n dpersonales
e Actas, in-
formes y comunicaciones de El Simposio de México organizado por el en 45 oraciones gramaticales. Paralelamente, el número de
yrsocioculturales
P ogra ma Inte ra me ric dea los
n o dinfor-
e L i n g ü íst i c a y E n se ñ a n z a d e I d i o m as q u e p u - (;ínsnlas del corpus puertorriqueño (86) excede en 17 unid
blicó la Universidad Nacional Autónoma de México en 1969 (cf. pp.
221-233).
ades al mexicano (66) . En contrapartida, lógicamente, el n
úmero depalabras que integran, en promedio, la oración
CUADRO 1 C
UADRO 2

N O R M A CULTA D E S A N J U A N N O R M A C U L T A DE M É X I C O

2 La oración regente de la primera cláusula de cada una de las cinco

muestras individuales es independiente de cualquier otra cláusula. De ahí


la diferencia numérica: 78 analizadas + 5 iniciales = 83. En el caso de la
c iu d ad d e M é x i c o , l a di fe re nc i a as c i e nde a 10 u ni da d es, d eb id o a que,
de cada uno de los cinco informantes, analicé dos muestras diferentes (
de igual extensión, en su conjunto, que las del habla puertorriqueñaa).
gramatical del hablante culto mexicano (7.6) sobrepasa al bles, que no puedo tomar ahora en cuenta, debido a las
del hablante puertorriqueño (6.3) . Quiere todo esto decir limitaciones de espacio y al propósito general de este
que la expresión de los puertorriqueños cuya habla se ha ensayo, que en ningún modo podría tener pretensiones
considerado aquí es algo más concisa, más "desnuda y sociolingüísticas. Sólo a título de curiosidad me
esencial que la de los mexicanos. permito indicar ahora que los dos informantes
Dentro de la subordinación oracional, pueden advertirse puertorriqueños cuya cláusula mostraba una mayor
también algunas diferencias entre los dos dialectos. Las complejida en promedio (4.1 y 4.3 oraciones por
subordinadas que podrían denominarse "primarias", por cláusula respectivamente) eran las dos mujeres
cuanto que corresponden a complementos básicos de la representantes de la segunda y tercera generación (informantes
oración simple, son más abundantes en el habla de San 3 y 5). En cambio, los dos informantes jóvenes se
Juan. En especial, las objetivas y prepositivas, que en la servían de cláusulas constituidas por sólo 2.2 y 2.7
norma puertorriqueña representan, respectivamente, el 7.8% oraciones en promedio. En México, por su parte, los in
y el 1.2%, para un total del 9%, en tanto que, en el formantes que emplearon el tipo de cláusula más
habla mexicana sólo alcanzan el 5.3%. De ahí que la clase simple fueron el N° 4 (mujer de 49 años, dedicada al
de oraciones que he denominado compuestas abunden rela- hogar = 2 . 5 o r a c i o n e s p o r c l á u s u l a ) y e l N 9 2 (
tivamente más en el español de Puerto Rico (12.1%) que h o m b r e d e 2 5 años = 2.8); el que hizo uso de cláusulas
en el de México (8.6%). más complejas fue el N9 3 (mujer de 42 años, con
En cambio, las oraciones complementarias de carácter Doctorado en Psicología = 4.5).
adjetivo —menos necesarias en un tipo de comunicación Del conjunto total de períodos reunidos en todas estas
esencial— son más frecuentes en el habla de los informan- muestras, tanto en Puerto Rico como en México, se
tes mexicanos (16.3%) que en la de los puertorriqueños desprende que hay ciertos tipos de relación sintáctica
(9.7%), en especial en el caso de las explicativas — (7.6% que son poco usuales en la expresión española, por
y 3.1%) respectivamente—, que son elementos comple- representar, tal vez, formas más complejas o
mentarios un tanto ornamentales. evolucionadas de la sintaxis del discurso. Raros son los
También existe una marcada diferencia entre la sintaxis períodos distributivos e ilativos dentro de la parataxis; así
de las cláusulas en uno y otro dialecto. El número de cláu- como también son escasos, dentro de la hipotaxis, los
sulas que establecen relación sintáctica nexual en el habla períodos complementarios indirectos, los locativos, los
puertorriqueña (25 = 30.1%) es mayor que el de las cláu- consecutivos y, aún en mayor medida, los concesivos.
sulas que se hallan en tal situación en el habla mexicana ( La temporalidad, en cambio, así como la causalidad —
11 = 16.6%). Tal vez pudiera verse en ello un síntoma tanto real cuanto hipotética (condición) —son relaciones
de que el hablante mexicano concibe mentalmente la sintácticas que parecen gozar del favor de los hablantes
cláusula de manera más global e independiente —plena— de español. Cuestiones, éstas, que también reclaman
que el hablante puertorriqueño, de expresión —quizá— más atención amplia y pormenorizada.
espontánea. Pero es ésta hipótesis muy delicada, que reque-
riría de una meditación mucho más profunda y documen-
tada de la que ahora puedo hacer.
Por supuesto que entre el habla —el estilo— de unos y
otros informantes se descubren también diferencias nota-
3 En el sentido dado por Rodolfo Lenz a este término (cf. La oración y
sus partes, 3º ed., Madrid, 1935, §§ 33 y 351).
labras) y representativas del mismo estilo de lengua:
el narrativo. Es decir que he procurado siempre que los
nexos analizados ofrecieran la mayor homogeneidad
diafásica posible.
Empleando el mismo método de trabajo usado en las
anteriores ocasiones, he llegado a los resultados que pro
curo sintetizar en los cuadros de las páginas siguientes.
LA ESTRUCTURA DEL HABLA EN CUATRO Un rápido análisis de los datos sintetizados en estos dos
CIUDADES DE HISPANOAMÉRICA cuadros permite hacer algunas observaciones que, no
obstante ser enteramente provisionales —dada la
brevedad de los textos considerados--, podrían resultar
La reciente publicación de las encuestas hechas en torno al sintomáticas y, por consiguiente, poseer algún interés.
habla culta de Caracas y Santiago de Chile', sumadas a Ante todo, me parece notable —por no decir que sor-
las que se hicieron en México y se publicaron anterior- prendente— la homogeneidad fundamental que
mente2 , permite iniciar estudios comparativos sobre muy muestra el habla culta, en su estructura sintáctica íntima,
diversos temas de la sintaxis oracional hispánica en su básica, de cuatro ciudades tan alejadas entre sí y tan
manifestación oral. Al preparar estas páginas, he contado diversas como son las cuatro capitales consideradas. Son
también con textos representativos del habla culta de San mucho más acusadas sus coincidencias estructurales que
Juan de Puerto Rico, todavía en proceso de publicación. sus divergencias. En efecto, hay similitud fundamental
Estando enfocado este Simposio al estudio de la unidad y en los siguientes hechos:
la variedad de la lengua española, he juzgado conveniente 1) En el número de oraciones gramaticales que integran, en
hacer un rápido estudio de la estructura sintáctica del dis- promedio, la cláusula oral. Es de 3.1 (oraciones por
curso representativo de esas cuatro ciudades. cláusula) en el habla de San Juan, de 3.2 en la de
Para ello, he seleccionado cinco breves muestras de otros México y de 3.3 en la de Santiago; sólo en el habla de
tantos informantes cultos nativos de cada una de esas ciu- Caracas se eleva ligeramente a un 3.9 de promedio.
dades4 todas ellas de igual extensión (alrededor de 325 pa- 2) También es muy semejante la extensión léxica pro-
1 E l h a b l a c u l t a d e C a r a c a s : M a t e r i a l e s p a r a s u e s t u d i o . Ed. dirigida medio de cada oración gramatical en el habla de las
por Angel Rosenblat, a eargo de Paola Bentivoglio. Caracas, Instituto
de Filología "Andrés Bello", 1979. E l h a b l a c u l t a d e S a n t i a g o d e C h i l e : cuatro ciudades. Va desde una media proporcional de 6.
Materiales para su estudio. Ed. de Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras. 3 (palabras por oración) en San Juan de Puerto Rico a
Tomo I, Sa ntia go, D e p a r t a m e n t o d e L i n g ü íst i c a y F i l o l o g í a d e l a Un i v er-
sidad, 1979.
un máximo de 7.8 en México, pasando por un promedio
2 El habla culta de la ciudad de México: Materiales para su estudio. de 6.6 en Santiago de Chile y de 7.2 en Caracas. De
Méxieo, Centro de Lingüística Hispánica, 1971. acuerdo con ello, el promedio general de la estructura
3 Tales textos, que me fueron proporcionados gentilmente por Amparo
léxica de la oración hispánica, en su manifestación oral,
Morales y Humberto López Morales, a quienes reitero mi agradecimien-
to; son los mismos que he utilizado en el ensayo inmediato anterior
oscilaría en torno a las siete palabras6. Suponer, con
a éste. fundamento en sus leves
4
La caracterización fundamental de todos esos informantes es la si- jer de 64 años, Periodista. S a n t i a g o d e C h i l e : Inf. 1 = Mujer de 27 años,
guiente: C a r a c a s : Inf. 1 = Mujer de 27 años, Estudiante universitaria de Estudiante de Medicina; Inf. 3 = Mujer de 39 años, Profesora de
e
L tras; Inf. 2 = Hombre de 27 años, Ingeniero eléctrico; Inf. 3 = Mujer Litera-(lira en la Universidad; Inf. 4 = Hombre de 52 años, Médico;
(le 42 años, Psicóloga; Inf. 4 = Hombre de 39 años, Biólogo; Inf. 5 Mu- = I n f . 5 = Mujer de 62 aros, Asistente Social y Profesora de francés. Los
informantes mexicanos y puertorriqueños quedaron delineados en capítulos anteriores
(cf. p p. 74 y 115)
6
Este número incluye todo tipo de voces, tanto primarias como corn-
CUADRO 2: PERIODOS
diferencias, que la oración gramatical peculiar de San Juan ( de ello'. ¿Cómo no temer por el porvenir de nuestro idioma--
6.3) fuese más simple o "desnuda" que la usual en Méxi- si advertimos que una misma realidad objetiva recibe mu-
co (7.8) sería riesgo temerario. Sólo el estudio de un chos y muy diferentes nombres en cada uno de los países
corpus mucho más amplio podría conducir a conclusiones —y aun de las regiones— en que se habla español? :Cómo
de esa naturaleza. no espantarse al comprobar que el cathartes atratus se llama
3) Llama, asimismo, la atención la coincidencia en la dis- gallinazo en el Perú, aura en Cuba, zamuro en Venezuela,
tribución o porcentaje de las oraciones coordinadas y sub- zoncho o noneca en Costa Rica, chulo, galembo, chicora o
ordinadas dentro de la totalidad de los períodos reunidos. gallinazo en Colombia, jote en Chile, urubú en el Paraguay (
La parataxis muestra índices idénticos en las hablas de Rosenblat, p. 34) y zopilote, chombo, shope o nopo en
Santiago (22.6%), de México (22.5%) y de Caracas (22.3%), México, según las regiones? s . Y, por otra parte, ¿cómo no
para disminuir sólo un tanto en la de San Juan (17.6%). El suponer que la lengua está en grave peligro de fragmenta-
promedio general del habla urbana culta se establecería en ción al comprobar que un mismo fonema, como ll, tiene
torno a un 21.1%. Similar resulta ser, en consecuencia, el realizaciones tan diferenciadas como la lateral [2], la cen-
índice de aparición de períodos hipotácticos en el habla de tral [y], la rehilada sonora, ya fricativa [z] ya africada [dz], o
las cuatro capitales. Va del 45.9% en México al 52.2% en Ca- inclusive la rehilada sorda [s]?.
racas, pasando por un 46.8% en Santiago y un 50% en Pero aun superando esa visión catastrófica del porvenir
San Juan. El promedio general se fija en un 48.8%. El leve de nuestro idioma, no cabe duda de que las diferencias
incremento de la subordinación en el habla de Caracas con fonéticas y, sobre todo, lexicológicas esmaltan con fuertes
respecto a las restantes poblaciones se debe, obviamente, a colores las hablas de cada una de las regiones del mundo
la mayor amplitud oracional de su cláusula (3.9). hispanoamericano. No parece suceder lo mismo, por suerte,.
De acuerdo con todo esto, creo que podría suponerse que en lo que respecta a la estructura íntima, al ensamblaje
la estructura sintáctica general del discurso hablado es bási- interno y fundamental de nuestra lengua, que es —por
camente la misma en la norma culta, al menos de las hablas supuesto— el morfosintáctico o gramatical. Al menos, si lo
locales consideradas, sin que las leves diferencias observadas juzgamos a través de las muestras de cuyo análisis aquí
permitan de ningún modo asegurar que la estructura de la me estoy ocupando.
cláusula propia del habla caraqueña sea más compleja que Porque la verdad es —o, por lo menos, así me parece--
la de las restantes ciudades, ni que la forma oracional pro- que las diferencias observadas en las normas sintácticas de
pia del habla mexicana sea más rica o amplia que la de las las cuatro ciudades que he podido estudiar, son mínimas e
otras poblaciones. La verdad es que, en esencia y en sus irrelevantes. Aproximémonos a ellas.
líneas generales, parecen extredadamente uniformes. Del análisis del Cuadro 2 podrían extraerse algunas di-
Y creo que esto no es intranscendental. Cualquier obser- vergencias, de tono —creo— menor. Las más acusadas serían:
vador medianamente atento podrá advertir, sin dificultad, 1) El bajo índice de aparición de las construcciones
acusadas diferencias lexicológicas y aun fonéticas entre las yuxtapuestas en el habla de México (sólo un 0.9%), frente
normas de las diversas ciudades hispanoamericanas. La ob- al relativamente alto de las otras ciudades (4.3% en San
servación "turística" de los diferentes dialectos hispánicos Juan, 4.4% en Santiago y 5.8% en Caracas) . Cabe pensar
7 Cf. ANGEL ROSENBLAT, El castellano de España y el castellano de
conduce a consideraciones alarmistas, por no decir que
A m é r i c a . Caracas, lnstituto de Filología Andrés Bello, 1962.
8
sensacionalistas. Ya Rosenblat ha hecho amable caricatura F R A N C I S C O J . S A N T A M A R Í A , Diccionario de mejicanismos , México, Edl. P
plementarias orrúa,1959.
y nexuales (conjunciones, preposiciones) o "dubitativas"
(este, verás, bueno, pues, etc.).
(1110 la peculiaridad mexicana se deba, sólo, a deficiencia
(le la muestra, tan limitada.
2) El relativamente alto porcentaje de períodos moda-
les en el habla de Santiago de Chile (4%) frente al menor
promedio de las otras tres ciudades (1.5%), así como el
también alto índice de uso de los períodos temporales en
México (6.7%), en contraste con el promedio general que
alcanza en las restantes capitales (3.3%).
3) El bajo porcentaje de períodos condicionales en el
habla santiagueña (0.8%), marcadamente distinto del ín-
dice de aparición en las normas de las otras tres poblaciones (
4% en su promedio), así como, en menor medida, la rela-
tivamente baja incidencia de oraciones adjetivas en el espa-
ñol de San Juan (9.7%) frente a la más alta de las otras
hablas (15.2%).
Pero creo que estas leves diferencias —que, además, se
observan ya en cuestiones de detalle, esto es, en tipos de
construcción particulares— son menores y menos significa-
tivas que las coincidencias apreciables en las estructuras
básicas que antes he señalado y en otras muchas construc-
ciones particulares, que pueden observarse también en el
Cuadro 2. Por ejemplo, la coincidencia fundamental en los
porcentajes relativos a los períodos adversativo o locativo,
en la baja incidencia de los períodos distributivo, concesivo
o prepositivo, y en la ausencia de construcciones conse-
cutivas.
La homogeneidad esencial de la sintaxis oral puede apre-
ciarse con mayor claridad si se la compara con la estruc-
tura de la lengua literaria. Es obvio que establecer compa-
raciones permite entender mejor el significado de los sim-
ples datos numéricos aislados. Por ello, haré ahora algunas
confrontaciones entre la estructura sintáctica de la lengua
hablada culta y la de la lengua escrita. A tal efecto, me .
serviré de la información reunida en otro trabajo, en que
analicé la estructura de la prosa narrativa peculiar de cinco
escritores mexicanos contemporáneos9 Los resultados obten
idos en ese ensayo pueden sintetizarse así:

9 Incluido en este mismo volumen, pp. 100-106.


Un rápido vistazo a este cuadro permite advertir que carente de significación, por supuesto— radica en el hecho
existen acusadas diferencias entre las estructuras expresivas de que la lengua hablada se sirve de no pocas palabras
de unos y otros escritores. Así, entre la arquitectura oracio- "vacías" o "de relleno", que dan tiempo al hablante para
nal de la cláusula peculiar de Alfonso Reyes (4.3 oraciones ir organizando su elocución: voces como ¿ves?, bueno, pues,
por cláusula) y la característica de Juan Rulfo (2.2) exis- esto, entiendes?, eh, etc., que están ausentes en la expre-
te una diferencia cuantitativa de prácticamente un 100%. sión escrita.
Las relaciones hipotácticas, que en Rulfo representan sólo 3) Sorprende, asimismo, la coincidencia existente entre la
el 37.7% de su sintaxis oracional, alcanzan en Reyes un distribución proporcional de los períodos paratácticos e
pasmoso 70.3%, es decir, casi un 100% más. Y conside- hipotácticos en las dos manifestaciones de la lengua. Aqué-
rando datos más particulares, advertimos asimismo sorpren- llos representan el 21.1% del total en la lengua hablada
dentes diferencias. Por ejemplo, la subordinación adjetiva, y el 22.3% en la literaria; éstos, el 48.8% y el 51.3% respec-
que en la prosa de Alfonso Reyes alcanza un elevadísimo tivamente.
promedio (35.1%), en la de Rulfo apenas llega a un mo- Las divergencias son menos acusadas: Por una parte, es
desto 6.6%, en tanto que los períodos modales, que en mucho mayor la propiedad o corrección sintáctica de la len-
Juan Rulfo representa un 9.8%, no aparecen en los textos gua literaria, casi libre de los anacolutos y enunciados fa-
de Reyes por mí estudiados ni una sola vez. Y así en otros llidos (cláusulas inacabadas) , propios de la lengua hablada
muchos casos. por exigencia natural de la espontaneidad y rapidez de la
Diferencias tan acusadamente contrastadas como éstas no conversación. Por otra parte, existen algunas leves diver-
gencias particulares entre habla y literatura en la distri-
se hallan en la expresión culta oral. Hay, pues, mucha ma-
bución proporcional de los tipos de períodos hipotácticos.
yor homogeneidad, mayor uniformidad, en la estructura
Así, la subordinación adverbial, en su conjunto, que en
sintáctica de la lengua hablada, que en la de la lengua
la lengua hablada llega al 20.3% de toda la sintaxis ora-
escrita. Cosa que cabía imaginar, ya que cada escritor tiene cional, en la literaria asciende sólo al 14.7%. En natural
—como artífice de la lengua— un estilo más personal o in- compensación, la subordinación adjetiva representa sólo el
dividual izado. 13.8% de la hipotaxis oral y el 18.5% de la literaria.
Ahora bien —y por otro lado— no deja de sorprender 4) Pero, prosiguiendo con comparaciones más particula-
la similitud que, en su conjunto, revela la estructura de la res —como las iniciadas en la parte final del punto ante-
lengua literaria en relación con la de la lengua hablada rior—, descubrimos también muchos casos de notable coin-
culta. Los puntos de contacto son, en efecto, muchos y fun- cidencia entre la sintaxis de la lengua hablada y de la
damentales. Veamos algunos de ellos: literaria. Tal cosa sucede, por ejemplo, en el caso de los
1) Es práctiamente idéntico el número de oraciones que períodos temporales (4.1% y 4.2% respectivamente), en
—en promedio— integran la cláusula culta oral (3.2) el de los períodos sujetivos (3.6% y 3.8%), los finales
que la literaria (3.4). La cláusula propia del habla popu- (3.6% y 3.4%) y los objetivos (7.3% y 8.8%) entre mu-
lar, en cambio, está constituida por un promedio de sólo 2 chos otros, que después mencionaré. Claro está que no po-
oraciones gramaticales'''. dría haber una igualdad absoluta en todos los casos, de
2) También es igual el número de palabras que consti- manera que pueden descubrirse algunas —no muchas— di-
tuyeu la oración gramatical propia del habla o de la litera- vergencias notorias. Por ejemplo, en el caso de los períodos
ta ra: 7 voces en ambos casos. La única diferencia —no
1 0 causales, importantísimos al parecer para la lengua hablada
Cf . el ensayo sobre "Gramática y aprendizaje de la lengua materna", en (6.1%), pero mucho menos usuales en la literaria (0.8%);
especial. p. 76. algo muy semejante sucede en el caso de los períodos con-
dicionales, que parecen gozar del favor de la expresión CUADRO 4: PERIODOS GRAMATICALES
hablada (3.2%), pero no de la literaria (0.4% solamente).
Para terminar esta pesada exposición —la presentación Literatura Habla culta Promedio

de datos numéricos resulta siempre farragosa y confusa, al


menos para los estudiosos de las letras-, me permitiré
hacer algunas observaciones de alcance más general; es de-
cir de índole no ya dialectológica11, sino gramatical.
La suma de los datos reunidos a través del estudio de las
peculiaridades sintácticas del habla urbana y de la lengua
literaria permite, creo, delinear un esquema —provisional,
por supuesto— de la distribución proporcional de las di-
versas estructuras oracionales propias de la lengua española
contemporánea, al menos en su nivel culto.
Dentro de la diversidad de relaciones sintácticas interora-
cionales que posee la lengua española, gozan algunas de
gran vitalidad —frecuencia de empleo—, en tanto que en
otras son escasamente utilizadas. En el cuadro de la página
siguiente presento un esquema proporcional de los períodos
sintácticos que ocupan esas dos posiciones extremas.
Nunca más que en este momento es preciso insistir en
el carácter enteramente provisional de estos datos. La bre-
vedad del corpus manejado impide, por supuesto, conceder
significado absoluto a estas cifras. Sería desvarío pretender
que las breves muestras por mí analizadas hasta ahora pu-
diesen reflejar con exactitud la ordenación proporcional, la
das las relaciones sintácticas entre oraciones propias de la
vitalidad relativa, de cada una de las relaciones interora-
lengua española. Ese elevado índice de aparición en el dis-
cionales de nuestra lengua. Las presento sólo como posibles
curso contrasta con la baja frecuencia de los restantes
síntomas de una organización que habría que estudiar mu-
períodos paratácticos e hipotácticos: a todos ellos —15 en
chísimo más amplia y pormenorizadamente.
total— no les corresponde más que un 21.5% de aparicio-
Consideradas así esas cifras, como posibles indicios muy
nes12 . Lo cual significa —inclusive dentro de la insuficien-
provisionales, me atreveré a aventurar algunas observacio-
cia o provisionalidad de las muestras— que hay un número r
nes en torno a ellas.
educido de períodos (copulativos y adversativos dentro de la
Llama la atención el hecho de que a los solos siete tipos
parataxis, adjetivos, objetivos, sujetivos y temporales
de períodos enumerados en la parte superior del cuadro
dentro litro de la hipotaxis) de mayor importancia funcional
corresponda un 50.2% —como promedio general— de to-
que otros en la lengua española o —por mejor decir— en la
11 Entendiendo por tal todo lo referente a la manifestación concreta
de un sistema lingüístico, cualquiera que sea su nivel o marco geográfico:
1 2 P u e s t o q u e a l a s oraciones regentes, no relacionadas sintácticamente con
or al o e sc rito; popula r , c u l t o o i n c l u si v e " a c a d é m i c o " ; u rb an o , reg i o n al o
otra o r a ción gramatical, corresponde el 28.3% de apariciones (30.1% en el h
aldeano.
abla culta y 26,4% en la lengua literaria).
expresión hispánica. Me parece de gran interés estudiar básica del sistema lingüístico español, estas diferencias pue-
las razones de esa preferencia o prioridad, tratando de rela- den ser reflejo de la peculiar arquitectura de nuestro idio-
cionar tal estadística con los diversos factores —gramatica ma, o de preferencias socioculturales, o de diferenciaciones
les y culturales— que puedan determinarla. Por un lado, geolingüísticas, o de peculiaridades estilísticas, tanto indi-
cabría poner en relación la abundancia de esas oraciones viduales como de nivel de lengua, o de... Esta incógnita es
subordinadas con los elementos complementarios de fun- lo que me parece digno de atención y estudio14
14
ción equivalente, es decir, con los adverbios o locuciones
adverbiales de semejante naturaleza, para tratar de determi
nar en qué medida y por qué razones las circunstancias de
tiempo o las complementaciones adjetivas se expresan me-
diante oraciones gramaticales o por medio de sintagmas no
oracionales. Por otro lado, cabe pensar que la relativamente
alta frecuencia de los períodos objetivos y sujetivos está de-
terminada por el carácter primario, esencial y significativo,
de tales funciones sintácticas. Pero también habría que in-
vestigar por qué, en cambio, las circunstancias de lugar y
modo, por ejemplo, se expresan con tan baja frecuencia me-
diante oraciones gramaticales. ¿Se deberá a que la lengua
posea un alto número de adverbios o locuciones adverbiales
locativas y modales u obedecerá más bien al hecho de que
tales circunstancias revistan menor interés para los hablan-
tes de español? Me parece asimismo intrigante el hecho de
que las relaciones de causalidad sean mucho más frecuentes
en el habla culta que en la lengua literaria, especial-
mente en lo que a períodos causales y condicionales se re-
fiere. La divergencia, en estos casos, es inquietante: la len-
gua literaria, como antes indiqué, recurre a la subordina-
ción causal en sólo un 0.8% de los casos, en tanto que el
habla culta se sirve de ella en un 6.1% de las ocasiones13,
y los períodos condicionales, que en la literatura apenas
alcanzan un modestísimo 0.4%, en la lengua hablada ascien-
den al 3.2%.
Cuestiones, todas éstas, que despiertan cierta inquietud
o, al menos, curiosidad. Imagino que, dentro de la unidad
13 Porcentaje que aun supera el habla popular, con un 8.8%, al grado de
que, en este nivel del habla, los períodos causales ocupan el segundo
lugar por su importancia numérica, tras de los copulativos. Esto de
acuerdo con los brevísimos textos analizados en el estudio sobre "Gra-
mática y aprendizaje de la lengua". 'Tómese, pues, como un simple indi- Cf., a este respecto, el último de estos ensayos, sobre "Complementos y
cio muy provisional e inseguro. oraciones complementarias". en las páginas finales de este libro.
LA ESTRUCTURA DE LA CLÁUSULA EN DOS
OBRAS MEDIEVALES
Relaciones interoracionales2

Presento aquí tos resultados de una confrontación simitar


a tas anteriores y complementaria de eltas, hecha de acuerdo
con los mismos principios de anátisis, pero con un enfoque
no ya sincrónico, sino histórico, por cuanto que ha sido
establecida entre dos obras literarias casteltanas de ta Edad
Media separadas entre sí por más de dos siglos: el Calila e
Digna y ta Cárcel de amor de Diego de San Pedro. La pri-
mera. como muestra de la primitiva prosa literaria medie-
val. y la segunda, como paradigma de la prosa prerrenacen-
tista det fin de ta Edad Media.

He hecho el análisis sintáctico de dos pasajes de cada


una de estas obras —algo más amptios que los estudiados en
los ensayos precedentes1— y he obtenido los resultados que
sintetizo en los dos cuadros siguientes:

Cuadro I. Calila e Diana1

Alrededor de mil palabras en cada obra: Para el Califa e Digna uso la


edición de J. E. Keller y R. IV. Linker cMadrid. 1967), y analizo los
pasajes que van de la p. 166, lin. 2989 a la p. 168. lin. 2530, y de la p. 264,
Iin. 4054 a la p. 266, lín. 4097, todas del ms. B. Para la Cárcel de amor
me o de la edición de S. Gili Gaya (Madrid, 1950)s; y he analizada el o
que va de la p.118.Iin.3 a la p.119, Iin. 26, y el que va de
El p r i m er p o r c e n t a j e se refiere, exclusivamente, refiere,al de oraciones rela-
la
cionadas; el s egundo incl u y e en e l recuento l oraciones regentes.

texto 170. lis. 6 a la p. 176. lin. 33.


Una rápida comparación de los dos cuadros permite ad-
vertir coincidencias lógicas, pero también diferencias nota-
bles, que muestran cómo la prosa castellana evolucionó a lo
larga de esos dos siglos y medio, haciéndose más compleja y
elaborada.
En lo que a la estructura oracional de la cláusula se re
fiere, cabe advertir que es muy simitar en ambas obras,
frente a lo que sucede en la prosa narrativa contemporánea. El
Relaciones interoracionales promedio de oraciones por cláusuta es en la Cárcel de amor (
4.8) semejante el del Califa. (5.1), y en ambas obras muy
Coordinación
superior al de la prosa moderna (3.2)3.
Pero las diferencias entre las dos obras medievates son
claras en otros muchos aspectos sintácticos:
1. El número total de oraciones gramaticales disminuye ya
en los pasajes analizados de la Cárcel: 33 oraciones menos que
en el Calila, o sea, aproximadamente, un 15% menos,
lo cual significa que las estructuras oracionales de la Cárcel
son algo menos "desnudas" —desprovistas de elementos
secundarios —que las del Califa.

2. Esta diferencia queda corroborada y ampliada por el


Trecho de que el número de palabras, en promedio, inte-
grantes de la oración está en la Cárcel (5.6) a medio ca-
mino entre el Calla (4.7) y la prosa moderna (alrededor
de 7 palabras por oración como promedio) . La oración se
amplía y enriquece, pues, en la Cárcel del amor en relación
con el Calila.

a Lo cual quiere decir que, proporcionalmentes; la clásula del Cabila


sobrepasa a la de la literatura actual en un 45.7%. y la de la
Cárcel, en un 37.1%, mientras que entre sí sólo se da una diferencia del 6.
3%.
3. La relación format entre las diversas cláusulas del Ca- ser las oraciones objetivas y, naturalmente, tas suetivas.
lila era —como en toda ta prosa castellana primitiva— Llama la atención al elevadísimo número de períodos tem-
de carácter copulativo en una proporción desmesurada (73. porales y —en proporción relativa— consecutivos que apa-
2%). De ahí la monotonía formal de la prosa primitiva: "E recen en ta Cárcel de amor. Estos últimos parecen ser un
vio La Collarada el trigo, e non vio la rred, e poso ella e recurso estilístico muy del agrado de Diego de San Pedro: "vi
todas las palomas, e travaronse en la rred. E vino el paxa- cerca de mí... vna torre de altura tan grande, que me parecía
rero muy gozoso por las tomar; e comenzaron las palomas a llegar al cieto. Era hecha por tal artificio, que de la estrañeza
debatirse... e punavan por estocer " (pp. 166-167). En la delta comencé a marauillarme... Eran en tanta manera altos [
Cárcel, la sintaxis copulativa entre cláusulas desciende ya a sus pilares,] que me espantaua como se podían sostener" (
un 40.5%, en beneficio de yuxtaposición y de otras pp. 118-119).
relaciones sintácticas más variadas (adversación. ilación, ad-
jetivación, secuencia temporal). 6. De la elaborada y casi plateresca complejidad de la prosa de
Diego de San Pedro —próxima ya a tas amplias. estructuras
4. Mayores son todavía las diferencias en lo que a los pe- sintácticas de la prosa renacentista y barroca—es, por
ríodos respecta. En primer lugar, debido a que las relacio- último. buena muestra el empleo de estructuras oracionales
nes paratácticas, que en el Calila eran del orden del 50.6%, paralelas, frecuentes en la Cárcel de amor. Baste, pues el
descienden en la Cárcel a sólo el 14.2%. en beneficio de las tiempo apremia, un solo ejemplo: "Lloraua de lástima, no
retaciones hipotácticas, que en la obra de Diego de San Pe- sosegaua de sañudo; desconfiaua segund .su fortuna,
dro se elevan a un asombroso 85.8%. Aparecen, así, en esta esperaua segund su iusticia; guando pensaua que sacarle a
obra cláusulas de enorme complejidad, constituidas por un Laureola. alegráuase; guando dudaua si to podríe hazer,
elevado número de oraciones. Por ejemplo: "Y a la ora, enmudecía" (p. 176).
porque aula más espacio para la pena que para el remedio,
hablé con Galio. do de Laureola, como es contado, y dísele
En conclusión. creo que este rápido ensayo de análisis.
cómo Leriano quería sacalla por tueca de la prisión, para Io
gramatical del discurso muestra cómo ta estructura sintác-
qual le suplicava mandase juntar alguna gente para que,
tica de la prosa castellana se fue enriqueciendo, a partir de su
sacada de la cárcel. la tomase en su poder y ta pusiese en
desnuda sencillez primitiva, hasta tlegar, en poco más de
salvo, porque si él consigo la leuase podría dar lugar al tes-
dos siglos, a esquemas sumamente complejos y variados.
timonio de los malos onbres y a la acusación de Persío" (
p. 175).

5. Dentro de la subordinación, se advierte en seguida


que la de carácter sustantivo se mantiene dentro de las mis-
mas proporciones en ambas obras (24.7% y 22.7%). Pero
es en la subordinación adjetiva y, sobre todo, en la de carác-
ter adverbial (17.6% en el Califa y 51.8% en la Cárcel)
donde la prosa de Diego de San Pedro muestra cómo se ha
ido enriqueciendo y complicando la sintaxis castellana a
lo largo de aquellas centurias. Y, precisamente, con estruc-
turas oracionates secundarias (complementos de carácter ad-
jetivo y adverbial), no primarias o esenciales, como suelen
Magistralmente acumulaba Quevedo recursos retóricos
para aumentar la densidad de su intención expresiva. Así,
cuando suma antítesis y equívoco al ridiculizar a aquel
hidalguillo que protestaba de hallarse en el infierno, dado
su noble linaje: "... y tengo mi ejecutoria, y soy libre de
todo, y no debo pagar pecho. —Pues pagad espalda, dijo
u n d i a b l o , y d i ó l e l u eg o cu at r o p al o s en el l as , q u e l e
U NA NOTA SOB RE EL ES TILO DE Q U E VE DO derribó de la cuesta".

Para participar, siquiera sea muy modestamente, en estos Pero me estoy desviando de mi objetivo, y el tiempo que
actos de homenaje a Don Francisco de Quevedo organizados se me ha concedido es muy limitado. Inncesario parece
por nuestra Facultad de Filosofía y Letras, he hecho un rá- seguir mostrando ejemplos de lo que todos ustedes cono
pido análisis sintáctico de su prosa, sirviéndome de los mis- cen. Volvamos, pues, a nuestro asunto. Que es el de
mos elementos de juicio que he empleado en trabajos an- mostrar cuáles son las peculiaridades estilísticas de la
teriores. sintaxis oracional de Quevedo, cosa --que yo sepa—
Sobre la lengua de Quevedo se han publicado, como us- todavía no bien estudiada y que requeriría de una amplia
tedes bien saben, muchos ensayos, de distinto valor y alcan y paciente investigación, de que estas cuartillas no
ce. El personalísimo estilo de este gran escritor se pueden pasar de ser simple e insuficiente muestra.
ha analizado reiterada, pero —tal vez— algo Todo lo que yo he podido intentar —habida cuenta de
superficialmente. Se han estudiado sus recursos retóricos, la premura con que ha tenido que organizarse este acto
todos los cuales son, sin duda, parte de su estilo; pero no —ha consistido en hacer unas breves calas en la prosa
todo su estilo ni, mucho menos, lo más profundo, íntimo narrativa de Quevedo. He tomado cuatro muestras de
y secreto de su estilo: otras tantas obras de nuestro escritor —todas ellas, al
Evidente es la maestría de Quevedo en el uso de la hipér- azar— y, por supuesto, de semejante extensión. Esto
bole: ¿Quién no recuerda el desaforado tamaño de los za último, con el propósito de que pudieran ser fácilmente
patos de aquel "clérigo cerbatana", del Buscón, cada uno comparables entre sí, tomando en cuenta que cada una
de los cuales "podía ser tumba de un filisteo? ¿O a aquel de ellas pertenece a un tipo —o género— diferente de
paciente mulato del Sueño del infierno, "que a puros cuer prosa. La primera pro-ce del Libro de todas las cosas y
nos tenía hecha una espetera la frente"? otras muchas más; la segunda, del Buscón; la tercera, del
Maestro insuperable fue también Quevedo en el uso del Nombre, origen, intento,. recomendación y decencia de la
equívoco, recurso estilístico que le permitía hacer gala doctrina estoica; y la última, de La constancia y paciencia. del
de todo su ingenio y de toda su irona, amarga o festiva. Santo Job1.
Baste un ejemplo, tomado también del Sueño del infierno: El resultado de los análisis sintácticos de esos cuatro tex-
"fuime llegando adonde estaba Judas, y vi que la pena de tos aparece esquematizado en el siguiente cuadro:
los despenseros era que, como a Ticio le come un bui-
1 En la edición de sus Obras completas en prosa, hecha por Luis Astrana
tre las entrañas, a ellos se las escarbaban dos aves que Marín (Madrid, 3º d., 1945), corresponden a las páginas 108, 120, 875y.
llaman sisones. Y un diablo decía a voces, de rato en rato: 1167 respectivamente, columna b en todos los casos. En total, 40 lineas
Sisones son despenseros, y los despenseros, sisones". de la primera muestra, 42 de las dos siguientes, y 38 de la última.
ESTRUCTURA DE LAS CLÁUSULAS
ESTRUCTURA

DE LOS PERIODOS

Un rápido examen del cuadro nos permite advertir va-


rias cosas dignas de comentario.
1) La oración gramatical de la prosa de Quevedo está
integrada, en promedio, por 5.2 palabras. El promedio me-
nor corresponde al Libro de todas las cosas (= 4.7), y el
más amplio, al tratado sobre el Santo Job (5.9).
2) La cláusula de Quevedo, de acuerdo con las mues-
tras analizadas, está constituida por un promedio de 4.9
oraciones gramaticales. Las más sencillas, constan de una
sola oración —cosa que sucede en cuatro ocasiones—, pero
en otras las cláusulas pueden abarcar 16 y aun 18 oracio-
nes, estrechamente encadenadas unas a otras. Así, en el
pasaje seleccionado del Buscón, hallamos la cláusula siguien-
te: "Yendo, pues, en él dando vuelcos a un lado y otro,
como fariseo en paso, y los demás niños todos aderezados
tras mí, que con suma alegría iba montado a la jineta en el
dicho pasadizo con pies, pasamos por la plaza (aun de acor-
2 E s d e c i r , número d e o r a c i o n e s q u e e n promedio, integran la cláusula. 3
darme tengo miedo), y llegando cerca de las mesas de las
O s ea, núme ro de p a l a b r a s q u e t a m b i é n e n p r o m e d i o , a p a r ecen en .cada verduleras (Dios nos libre), agarró mi caballo un repollo
cláusula (línea superior) o en cada oración (linea inferior). a nna, y ni fue visto ni oído cuando lo despachó a las
tripas, a las cuales, como iba rodando por el gaznate, no ciones es extrema: constan casi exclusivamente de verbos (
llegó en mucho tiempo". con sujeto implícito). Así, en este pasaje de la Doctrina
3) Abundan en el estilo de Quevedo los períodos com- estoica: "Tantos contaban, que vivían como lograban. Vi-
plejos (32 en los textos estudiados). vian para morir, y como quien vive muriendo. Acordábanse
4) La subordinación oracional alcanza un 82% relativo y del mucho tiempo en que no fueron; sabían que había poco
un 65.3% absoluto4. tiempo que eran". Doce formas verbales desprovistas de
5) Las oraciones subordinadas por hipotaxis causativa toda complementación matizadora. Mayor número de ver-
llegan al 17.3% del total; de ellas, las subordinadas causa- bos que de todas las otras palabras nocionales.
les (de causa eficiente o lógica, es decir, explicativas) re- Comparativamente, estas cifras pueden resultar aún más
presentan un 8.2% del total. reveladoras. Veámoslo también, confrontando los datos ob-
6) También es elevado el porcentaje de períodos sustan- tenidos mediante este breve análisis de la prosa de Quevedo
tivos objetivos (= 16.4%). con los alcanzados en el ensayo dedicado a los cinco escri-
7) En cambio, las oraciones subordinadas adjetivas re- tores mexicanos contemporáneos. En los cuadros siguientes
presentan sólo el 11.9% del total: 5% de períodos adjetivos se consignan algunos datos estadísticos que permiten com-
explicativos y 6.9% de períodos especificativos. parar los rasgos sintácticos fundamentales de los autores
mexicanos y de Quevedo.
Ahora bien, ¿qué significado tienen estas cifras y porcen-
tajes? ¿Qué nos pueden revelar sobre el estilo de Quevedo? PORCENTAJE DE PALABRAS POR CADA ORACIÓN
En sí mismas, poca cosa, salvo alguna excepción. Por lo ge- GRAMATICAL
neral, será necesario comparar esos datos numéricos con los
correspondientes a otros escritores, de diverso estilo y per-
sonalidad. Veámoslo.
Por sí mismo, el hecho de que la oración gramatical pro-
pia de la prosa de Quevedo esté constituido sólo por unas
cinco palabras es sumamente reveladora . Es prueba irrefu-
table de la intensidad, de la "densidad" conceptual del
estilo de Quevedo: sus oraciones gramaticales están consti-
tuidas por los elementos esenciales, sustantivos, con exclu-
sión de los elementos secundarios, matizadores. Nombres
y verbos abundan en su prosa, en menoscabo de las catego-
rías secundarias. En algunos casos, la desnudez de las ora-
4 Relativo, esto es, en relación sólo con las oraciones referidas a otra
. --dominante— por coordinación. Y absoluto, o sea, tomando en conside-
ración todas las oraciones gramaticales de los textos, incluyendo las inde-
pendientes y dominantes. En este último caso, la distribución proporcional
es la s ig u i e n t e : O r a c i o n e s re ge nt e s = 20.5%; o rac i o ne s coord inad as =
14.1%; oraciones subordinadas = 65.3%. En el primero, sin contar las
oraciones regentes, un 82.2% de oraciones subordinadas y un 17.8% de ora-
ciones coordinadas.
Y m á s s i t e n e m o s e n c u e n t a q u e e s a c i f r a i n c l u y e t o d o t i p o d e p a l a bras:
nexos, artículos, partículas, etc
El número de palabras constitutivas, en promedio, de la sobre esta aparente preocupación de Quevedo por las rela
oración quevedesca (5.2) contrasta violentamente con el ciones de causalidad. Sería temerario aventurar alguna hipó
de la oración peculiar de Alfonso Reyes (8.7) y de Octavio tesis en torno a una posible actitud "helénica" por
Paz (7.9) 6. Sólo Juan Rulfo (5.4) se sirve de estructuras parte de un Quevedo preocupado por desentrañar el
oracionales casi tan desnudas e intensas como las de porqué de las cosas.
Quevedo. También llama la atención el alto porcentaje de períodos
En cambio, la amplitud y complejidad sintáctica de la objetivos (16.4%) que aparecen en la prosa de
cláusula usual en Quevedo (4.9 oraciones por cada cláusula) Quevedo. Porcentaje que duplica al constatado en los
sólo tiene paralelo en la cláusula empleada por Alfonso Re- escritos de Rulfo (8.2%) y que casi triplica al registrado
yes (4.3 oraciones), y queda muy lejos de la sencillez estruc- en la narrativa de Yáñez (6.1%). Sólo los ensayistas —
tural de la cláusula propia de Rulfo (2.2 oraciones) y aun Alfonso Reyes (10.8%) y Octavio Paz (12.2%)— se
de la de novelista tan esmerado como Agustín Yáñez (3.4). acercan un tanto a é l . De nuevo un rasgo, una
Esta acumulación oracional prueba tangiblemente la riqueza peculiaridad sintáctica que parece dar prueba de la
sintáctica y la densidad conceptual del estilo de Quevedo. intensidad conceptual del estilo quevedesco. Digo esto
De su alambicada sintaxis es también prueba excelente porque la oración objetiva, a diferencia de otras —como
el alto porcentaje de períodos hipotácticos por él empleados la locativa, temporal, adjetiva o modal—, es funcional
(65.3%), muy superior al de los usados, en promedio, por y nocionalmente primaria o nuclear, esto es, con-
Yáñez (44.9%), por Guzmán (50%) y no digamos ya por ceptual.
Rulfo (37.7%). Sólo la prosa del Reyes ensayista (70.3%) En cambio, la adjetivación oracional es, en la prosa de
supera en este particular a la de Quevedo. Este absoluto Quevedo, muy inferior proporcionalmente a la de los escri
predominio de la hipotaxis, unido a la amplitud sintáctica tores mexicanos, salvo a la de Juan Rulfo. En efecto,
de la cláusula quevedesca, me parece la mejor muestra de los períodos adjetivos reunidos en los textos de Quevedo
la complejidad y riqueza del pensamiento de Quevedo, de representan sólo el 11.9% del total, mientras que en
su denso conceptismo, gramatical —casi matemáticamente— Alfonso Reyes alcanzan un sorprendente 35% y en
Yáñez un más equilibrado 22.4%. Sólo Rulfo es todavía
medido.
más parco que Quevedo en la adjetivación oracional (6.
Otros datos particulares parecen revelar peculiaridades
5%). Al parecer, la hipotaxis adjetiva, comnplementadora,
individuales del estilo de Quevedo. Por ejemplo, el elevado
matizadora, no armoniza bien con el estilo desnudo,
porcentaje con que emplea la subordinación causativa: En intenso, de Rulfo o de Quevedo.
tanto que los períodos de esta naturaleza no representan, Ceso aquí de esablecer confrontaciones entre los esque-
en la prosa de los escritores mexicanos considerada en con mas sintácticos de Quevedo y de los otros escritores. Es
junto, más que un modesto 5%, en los textos de Quevedo tarea farragosa... y arriesgada. Porque no cabe olvidar que
analizados ascienden al 17.3%. En especial, los períodos es- algunas de esas discrepancias pueden deberse a la evidente
trictamente causales representan en Quevedo el 8.2% de 7 Existen coincidencias notables entre algunos rasgos peculiares de la
diferencia de época en la historia de la lengua española'.
la sintaxis oracional, mientras que en Rulfo no llegan sintaxis de Quevedo y los de la prosa de otro escritor castellano anterior
en más de un siglo a él: Diego de San Pedro. La sintaxis de la Cárcel de
sino al 1.6%, y en Alfonso Reyes son prácticamente inexis- amor —analizada en páginas precedentes— revela coincidencias notables
tentes. La brevedad de las muestras consideradas me impi- oil la d e Queved o: número de o ra c io n e s in t e g ra n t e s , e n pro me dio , de
de tratar de extraer conclusiones definitivas y seguras cada cláusula (4.8 y 9 respectivamente); abundancia de períodos hipo-
6 Y también aunque en menor medida, con las estructuras oracionales de tácticos ((68% y 65,3%); promedio (le palabras constitutivas de cada
,
Aguo lo Yáñez (6,7) y de Martín Luis Guzmán (6.5). oración (5.6 y 5.2).
Sólo quisiera, para terminar, plantearles una consideración
en torno a lo hasta aquí dicho.

Observando las peculiaridades sinácticas de los escritores


mexicanos considerados, se advierte de inmediato que los
dos polos opuestos —estilísticamente— están ocupados por
los escritos de Juan Rulfo y de Alfonso Reyes. Lo que en el
primero es brevedad, síntesis, desnudez sintácticas, es en el se-
gundo amplitud, análisis, complejidad estructural. Pues LA ESTRUCTURA SINTÁCTICA DEL DISCURSO EN
bien, en las escuetas comparaciones que he venido ha- LAS CARTAS DE DIEGO DE ORDAZ
ciendo entre la sintaxis de Quevedo y la de los autores
mexicanos, hemos podido advertir que coincide ella unas
veces con la de Reyes y otras, con la de Rulfo. Entre esos En ocasiones anteriores he tenido oportunidad de
dos polos o extremos, Quevedo. Parco en palabras, denso, estudiar algunas peculiaridades de la lengua empleada por
escueto en la estructura oracional, como Rulfo; amplio en Diego de Ordaz en las Cartas que, entre el 2 de abril de
el pensamiento, complejo en la estructura de la cláusula, 1529 y el 15 de agosto de 1530, escribió a su sobrino
rico en la sintaxis, como Reyes. Resultado de esa simbiosis: Francisco Verdugos , cartas que fueron publicadas hace
acumulación de conceptos. ¿Forma externa del conceptis- algunos años por Enrique Otte2 . Considero que los
mo? Lo repito: la brevedad de los textos analizados impide documentos de carácter privado, no oficial —memorias,
pretender conclusiones tan extremas y comprometidas. Véa-
cartas, informes particulares, relatos de viaje, etc.—
se en estas líneas un simple ensayo de método. Y si acaso,
ofrecen sumo interés para quienes traten de estudiar el
todo lo más, un posible síntoma del estilo íntimo de
Quevedo. castellano transplantado a América durante el siglo xvi. Y
creo ver en Diego de Ordaz un excelente representante
de los conquistadores y primeros colonizadores del
Nuevo Mundo, ya que aquí transcurrió la mayor parte
de su vida. Llegado a Santo Domingo en plena juventud,
participó en la conquista de Cuba y posteriormente en
la de México, para pasar los últimos años de su
1 L o s es t u d i o s a q u e me refiero son: " L a expresión condicional en D ie-
go de Ordaz", en Studia Hispanica in honorem R. Lapesa, I, ,
Madrid, 1972, pp. 379-400; "Observaciones sobre el uso del verbo en
D i e g o d e Ordaz", en A nuar io d e L e t r as, México, VIII (1970), pp. 39-
55; "Perífrasis v e r b a l e s e n e l h a b l a d e D i e g o d e O r d a z " , e n S t u d i a
Iberica: Festschrift für Hans Flasche, Bern-München, 1973, pp. 383-
8 Ideal artístico conscientemente procurado por Juan Rulfo, de acuerdo 3 9 2 ; " L o s p r o n o m b r e s át onos en las cart as de D iego de Ordaz" , en
con las declaraciones hechas a Alejandro Avilés recientemente y re- Homenagem à Memória do Prof. Joaquim Mattoso Cámara: Revista de
pr oducida s por Luis Ca r d o z a y A r a g ó n p o c o d e sp u é s. C o m en t a es t e ú l t i -
L e t r a s , Assis, 18 (1976), pp. 123-142; "Sintaxis de los relativos en las
mo: "Rulfo, maestro de una prosa estricta y desnuda, ve los riesgos de
C a r t a s de Diego de Ordaz", en Anuario de Letras, XVII (1980), pp. 63-84.
<influencias negativas: textos verbalistas, llenos de retórica. Regodeo en
ta palabra y en la forma, que fue también lo que liquidó a la novela 2 Aparecieron en la revista de Historia Mexicana, XIV (1964), núms. 53

española", (L. CARDOZA y ARAGÓN, "Literatura de .tiempito>”, en Los y 54, pp. 102-129 y 321-338. Posteriormente, el Prof. Vidal Lamíquiz
Universitarios, nº 171-172, México, julio de 1980, p. 27). tuvo l a g e n t i l e z a d e p r o p o r c i o n a r m e f o t o c o p i a d e l a s s i e t e c a r t a s
a u t ó g r a f a s . todas las cuales se conservan en el Archivo de Indias.
I M l ESTUDIOS

vida en la región del Orinoco y morir en plena travesía CUADRO III


entre Santo Domingo y España3.
Para analizar la estructura sintáctica de su prosa episto-
Sintaxis de los períodos
lar, con el simple propósito de descubrir sus rasgos funda-
mentales, he analizado tres muestras de igual extensión,
correspondientes a otras tantas cartas autógrafas del
conquistador". Los resultados obtenidos quedan sintetiza-
dos en los cuadros siguientes:

CUADRO I

CUADRO II

Relaciones sintácticas entre cláusulas

3 Cf. CASIANO GARCÍA, Vida del Comendador Diego de Ordaz, descubridor


del Orinoco, México, Edl. Jus, 1952.
4 De la carta III, un total de 44 líneas de las páginas 116 y 117 (de la

ed. de E. Otte citada en la nora 2: Muestra A). La Muestra B, de igual


extensión, corresponde a la carta IV, pp. 121-122. Y la Muestra C, a la
Carta V, pp. 126127. Cada una de las muestras reúne alrededor de 500
unidades léxicas (Total, 1500).
El examen de estos cuadros permite ya, por sí mismo, posible i que vierdes que conviene, en especial en eso de
hacer algunas consideraciones de cierto interés. Llama, en Guzmán i Cristóbal Díaz, que, según parece por su carta,
primer lugar, la atención el alto número de períodos diver- no tienen buen pensamiento, pero avnque les pese, os lo
sos —su gran variedad— utilizados por Diego de Ordaz en darán, que no pueden hazer otra cosa" (Carta IV, p. 121).
las breves muestras por mí consideradas. Aparecen en ellas Como consecuencia directa de esta complejidad de la cláu-
prácticamente todas las clases de períodos sintácticos con sula, es muy elevado el número de unidades léxicas cons-
que cuenta la lengua española. Sólo carecen de representa- titutivas, en promedio, de cada una de ellas: casi veintiocho
ción los períodos distributivo, ilativo, complementario indi- (27.8). Y ello, no obstante que el número promedio de
recto y consecutivo. Que son, precisamente, tipos de relación palabras integrantes de cada oración es relativamente bajo (
sintáctica con muy bajo índice de aparición en la lengua 5.8).
española general5 . Esa variedad sintáctica de unos documen- Lo cual significa que la forma oracional característica de
tos escritos sin fines artísticos —variedad superior a la que Ordaz es muy escueta, concisa o "desnuda": se sirve sólo
reflejan textos literarios de diversos escritores contemporá- de los elementos comunicativos esenciales, imprescindibles,
neos— me parece verdaderamente notable y aun sorpren- sin adornos estilísticos, en perfecta concordancia con el ca-
rácter práctico y casi coloquial de las cartas.
dente. Y prueba, quizá, de un amplio y profundo dominio
de la lengua por parte del capitán de Hernán Cortés°. Otra peculiaridad que llama poderosamente la atención
Parece también significativo el alto promedio de las ora- es el hecho de que Diego de Ordaz establezca casi siempre
algún tipo de relación sintáctica entre cada cláusula y la
ciones constitutivas de cada cláusula: casi cinco (4.8). Esta
precedente. Por lo general, recurre a la simple ilación copu-
amplitud y complejidad sintáctica de la cláusula peculiar
lativa con el nexo y, solo o reforzado por una forma prono-
de Ordaz revela también un firme dominio de la lengua.
minal referente a la cláusula anterior ("... i no ver cada
En los breves textos considerados, aparecen tres cláusulas día governadores nuevos. I por esto deseo no sólo ir a do
constituidas por nueve oraciones gramaticales cada una y digo..." Carta III, p. 117) , pero a veces una cláusula sirve
cuatro cláusulas integradas por ocho oraciones, mientras de complemento explicativo —introducido por que— de la
que sólo en una ocasión aparece una cláusula unimembre cláusula anterior: "... que en mi avsencia vse del reji-
(formada exclusivamente por una oración). Un ejemplo: " miento que yo tengo en esa Cibdad. Que de otra manera
Y en todo esto avéis de poner toda la dilijencia que sea no se consiente trespasar..." (Carta IV, p. 121). Frente a un
5 En el ensayo sobre "La estructura del habla en cuatro ciudades de total de 40 cláusulas relacionadas nexualmente entre sí,
Hispanoamérica", advertía que el porcentaje correspondiente a esas cla-
sólo 14 aparecen simplemente yuxtapuestas, cuando lo nor-
ses de períodos resultaba ser de los más bajos en nuestra lengua: de
0.3% en el caso de los períodos distributivos, de 0.2% en el de los con- mal en español parece ser la yuxtaposición de unas cláu-
secutivos y los de complemento indirecto, y de 0.6% en el de los ilativos. sulas con otras.
Nada de extraño tiene, por consiguiente, que no los haya documentado En cambio, frente a esta constante y monótona reiteración
en textos tan breves como los seleccionados para estudiar la sintaxis de
esas cartas.
de la relación copulativa entre las cláusulas, es muy bajo el
6 Esta circunstancia me trae a la memoria el bello y revelador estudio porcentaje de períodos copulativos —de oraciones coordina-
de Angel Rosenblat sobre las "Bases del español en América: Nivel social y das copulativas— en las Cartas de Ordaz: asciende sólo al
cultural de los conquistadores y pobladores", presentado en la Primera 7.4%. Porcentaje, en verdad, reducido y sorprendentemente
Reunión Latinomericana de Linguística y Filología, Viña del Mar, 1964 (
inferior al que corresponde a estructuras sintácticas algo
Actas publicadas por el Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá, en 1973; cf.
pp, 293-371), Ampliado y reeditado en varias ocasiones y últimamente en
más complejas, como la adjetiva especificativa (que alcanza
el libro d e l propio Rosenblat sobre Los conquistadores y su lengua, en las Cartas un porcentaje del 11.3%), la objetiva (13.2%)
Universidad Central de Venezuela, 1977 (pp. 7-80), y las causativas en general (19.8%).
Una última prueba más de la complejidad sintáctica de
la expresión peculiar de Ordaz la hallamos en el elevadísi-
mo índice de relaciones hipotácticas en general (66.1%),
en detrimento de las más sencillas relaciones paratácticas,
que sólo ascienden, en total, a un modesto 12.8%. Esta dis-
tribución proporcional resulta —como después veremos—
poco frecuente en español moderno, donde no existe un
hiato tan acusado entre estructuras coordinadas y subor-
dinadas.
Pero las peculiaridades sintácticas de estas Cartas resal- La primera observación importante que puede hacerse
tan mucho más si se comparan con las estructuras expre- ante estos datos se refiere a la notable coincidencia general
sivas de otros escritores o de otras modalidades de la lengua de las estructuras básicas peculiares de las Cartas de Ordaz,
española. Para ponerlas en evidencia, hagamos una confron- la C á r c e l d e a m o r d e Diego de San Pedro y la prosa de
tación entre su estilo y el de otros escritores del pasado y Quevedo, todas ellas, a su vez, muy distantes de las estruc-
de nuestros días cuya sintaxis he estudiado en los trabajos turas sintácticas características del español moderno, tanto
precedentes, atendiendo también a la estructura sintáctica literario cuanto oral. En efecto, la cláusula propia de los
peculiar de la lengua hablada, tanto culta como popular. tres primeros muestra una complejidad oracional muy supe-
Los resultados de tal confrontación pueden deducirse del rior a la de nuestra época: abarca aquélla un promedio de
Cuadro IV. casi cinco oraciones gramaticales (4.8 tanto en Ordaz como
en la Cárcel, y 4.9 en Quevedo), mientras que en la litera-
CUADRO IV tura mexicana contemporánea no pasa de 3.2 oraciones7 y es
de sólo 2.1 en el habla popular8.
En cambio, el número promedio de palabras integrantes
de la oración gramatical es menor en los tres escritores del
pasado que en los de nuestros días: de 5.5 en aquéllos9 y de
7 en éstos, lo cual representa un 25% m á s . Si no fuera
por la brevedad misma de los textos estudiados, que impide
llegar a deducciones seguras, se estaría inclinado a pensar
7 Cierto que ese promedio general puede resultar un tanto engañoso, ya
que, individualmente, algunos escritores contemporáneos se sirven de
cláusulas más complejas; así, en el caso de los ensayistas, la cláusula em-
pleada por Alfonso Reyes alcanza un promedio de 4.3 oraciones, y la
usada por Octavio Paz, de 3.9. Pero, de cualquier modo, son menos com-
plejas desde el punto de vista oracional que las de Ordaz, San Pedro y
Quevedo.
8 Esa mayor amplitud de la cláusula "clásica" determina que la pro
porción de oraciones regentes sea menor en los escritos del pasado que en
los de nuestro tiempo (20.8 frente a 32.8).9
En su conjunto.Individualmente: 5.2 en Quevedo, 5.6 en la Cárcel
y 5,8 en Ordaz.
que la oración gramatical de hace cuatro siglos estaba las Cartas (7.4%) , en violento contraste con las relaciones
constituida por los elementos esenciales, y que la del español copulativas que tan reiteradamente establece Ordaz entre S

moderno da cabida a un mayor número de elementos com- unas cláusulas y otras. Esa reducida frecuencia de períodos
plementarios. oracionales copulativos coincide con la que revela la Cárcel
Coincide también la sintaxis de Ordaz con la de Que- de amor (6.7%) y la prosa de Quevedo, todo lo cual con-
vedo y Diego de San Pedro en la distribución relativa de trasta, una vez más, con los altos porcentajes a que llega la
oraciones coordinadas y subordinadas. En todos ellos, la hi- coordinación copulativa en la expresión moderna, no sólo
potaxis alcanza índices muy elevados (66.1%, 65.3% y 68% hablada (15.1% en la norma culta y 23.3% en la popular),
respectivamente), y muy superiores a los de la expresión sino también literaria (15.5%).
moderna (49.6% en la lengua literaria y 48.2% en el habla Pero la peculiaridad sintáctica más acusada en la prosa
culta)10 de Diego de Ordaz quizá sea el frecuentísimo empleo de
Todas estas coincidencias —y otra más, que en seguida subordinaciones causativas (19.8%), especialmente de perío-
veremos— entre la estructura sintáctica de las Cartas de dos finales (6.6%) y condicionales (4.7%). Sólo Quevedo
Ordaz y los escritos de Quevedo y Diego de San Pedro pue- se aproxima en esto a él (17.3%) y no le va tampoco muy
den deberse a la relativa proximidad histórica de los tres a la zaga Diego de San Pedro (15.7%), mientras que los.
autores. Esto es, a razones de época común dentro de la escritores mexicanos contemporáneos se distancian notable-
historia general de nuestra lengua. De ser ello cierto, cabría mente de ellos (5% en promedio total) 12 . Pienso que el alto
suponer que la estructura sintáctica del discurso, en gene- porcentaje de complementos finales y condicionales que
ral, y de la cláusula, en particular, era más compleja hace descubrimos en los textos de Ordaz pueden deberse a la
siglos que en la actualidad, en tanto que la estructura léxica naturaleza misma de las Cartas. En ellas da el conquistador
de la oración se ha ampliado en nuestro tiempo. diversas instrucciones a su sobrino sobre lo que debe hacer
Llama también la atención el alto porcentaje de períodos con sus posesiones y bienes de fortuna en la Nueva España,
objetivos y adjetivos especificativos que aparecen en las y se siente, tal vez, inclinado a justificar tales instrucciones
Cartas. Tanto las oraciones objetivas como las especificati- explicándole la finalidad de lo dispuesto. A la vez, su en-
vas son, desde el punto de vista comunicativo —del men- tonces ya largo distanciamiento de los asuntos y de la situa-
saje—, de primordial importancia. Advertimos, de nuevo, ción de la Nueva España, le obliga a hacer hipótesis sobre
un rasgo más en la prosa del Adelantado que confirma el lo que sus instrucciones podrían desencadenar, condicio-
carácter conciso, desnudo y esencial de su estilo. Intensidad nándolas a lo que las circunstancias reales exigiesen.
expresiva en que coincide, una vez más, con Quevedo11 y Creo, en síntesis, que los breves pasajes de las Cartas ana-
se aleja un tanto de los escritores de nuestro tiempo. lizados permiten extraer algunas conclusiones, provisionales e
No deja de sorprender la baja proporción de períodos inseguras, desde luego, dada su misma brevedad. En pri-
copulativos que —como antes he apuntado— figuran en
10 mer lugar, cabe sospechar que la estructura sintáctica del
Consecuentemente, los períodos paratácticos son más usuales hoy (
discurso, sumamente compleja hace cuatro siglos (amplitud'
22.6%) que en el pasado (12.7%). Sólo en el uso de períodos adjetivos
explicativos —es decir, complementarios o no esenciales para el contenido de la cláusula, acusado predominio de la subordinación ora-
de lo comunicado— supera ampliamente la prosa moderna (8,8%) a la de cional, etc.), se ha ido simplificando posteriormente, hasta_
Ordaz (2.3,%) y de Quevedo (5%). desembocar en una relación proporcional más equilibrada
11 El porcentaje de subordinadas objetivas de las Cartas (13.2%) sólo 1 2 Sólo Octavio Paz recurre con relativa frecuencia (9.7%) a las rela-
es superado por el de la prosa de (Quevedo (16,4%), Y en los textos de a ciones causativas. De las cuales sí se sirve en mayor medida la lengua
m bos es donde la sub o rdinación sustantiva en general, alcanza índices hablada, tanto culta (11,6%) como popular (12,6%).
más elevados: 24.1% en Quevedo y 21% en Ordaz.
entre parataxis e hipotaxis dentro de la prosa contemporá-
nea. En segundo término, estas Cartas revelan un amplio
dominio, por parte de su autor, de la sintaxis española y
una notable capacidad de expresión lingüística. Y que Ordaz
poseía un estilo epistolar bien definido y uniforme, según
lo muestra la homogeneidad estructural de los tres diversos
pasajes analizados. ANOMALÍAS EN EL HABLA POPULAR DE MEXICO

En el ensayo sobre las diferencias estructurales existentes


entre la cláusula peculiar de la lengua hablada y la de la
lengua literaria, advertía que el promedio general de oracio-
nes que aparecía en las muestras de la lengua literaria
mente el mismo en la lengua literaria que en el habla culta
(3.2), en tanto que en el habla popular ese promedio des-
cendía sensiblemente (2.1 oraciones por cláusula). Lo cual,
unido a otros hechos paralelos, obligaba a rechazar la idea
de que existe una clara diferenciación entre lengua hablada
y lengua escrita, cuando, en realidad, la diferenciación pa
rece establecerse entre habla popular y expresión culta —
oral o escrita.
Advertía, también, en ese estudio que el número de ora-
ciones gramaticales reunidas, en total, en las muestras del
habla popular (327) excedía en mucho al número de oracio-
nes que aparecía en las muestras de la lengua literaria
(248), siendo todas ellas —dados los propósios comparativos
de tales ensayos— de similar extensión. Atribuía esa nota
ble discordancia "al carácter intenso, a la forma simple,
«desnuda», propia de la expresión popular, en la que las
oraciones están constituidas sólo por los elementos básicos,
indispensables, en tanto que la lengua literaria, culta, recu
rre a elementos secundarios, complementarios, que
permiten matizar el pensamiento y precisar la idea
fundamental". El número de elementos léxicos
integrantes, en promedio, de cada oración gramatical
difiere también —consecuentemente— en la expresión
culta y en la expresión popular: En tanto que en el habla
culta (así literaria como oral) el promedio de voces const
itutivas de cada oración asciende a algo
más de 7, en el habla popular no llega a las 5. Y esta dife- medio raro". La relativamente alta frecuencia de estas y
rencia es más importante de lo que dos simples unidades otras muletillas determina que el promedio de palabras
permitirían suponer'. En efecto, las 7 voces que —en pro- verdaderamente comunicativas o nocionales sea, en el ha-
medio, repito— integran cada oración de la lengua literaria bla popular, inferior al de 5 extraído matemáticamente de
son todas ellas, prácticamente, unidades comunicativas, las muestras por mí estudiadas.
mientras que no todas las palabras integrantes del habla En síntesis, los bordones más frecuentes en el habla po-
popular —y en esto el habla culta coincide con la popular, pular de México parecen ser los siguientes:
aunque en aquélla se dé el fenómeno con menor intensi- 1. Pues, en sus diversas realizaciones fonéticas: pwes, pos,
dad— son propiamente significativas. Abundan en ella for- pus, pos, ps. En las breves muestras analizadas con este pro-
mas "vacías" de contenido específico; formas huecas, de pósito apareció en un total de 188 ocasiones y en boca de
4

diversa naturaleza y de distinta función. prácticamente todos los informantes . Parece ser la muleti- 5

Quisiera presentar aquí los resultados de un espigueo lla más común entre los hablantes mexicanos: "Vienen per-
hecho en las muestras del habla popular mexicana de nues- sonas que... pues... «¡Regáleme agua!»... Pus... ¿por qué
tros días reunidas en uno de los libros que sirvió de base no se las voy a dar"; "Tiene... pos... una cosa... pos...
para los estudios anteriores3. muy rara". Todo ello aparte de su empleo como refuerzo
En general, esas muletillas sirven para proporcionar al intensivo de afirmaciones o negaciones: "¡Pus claro!"; ¡Ps
hablante el tiempo necesario para que vaya organizando cómo no!"; "Pos sí señor".
mentalmente su elocución. Son, pues, formas dubitativas 2. Este. Sigue de cerca a la anterior: 152 apariciones en
que amparan las vacilaciones expresivas propias de la lengua mis textos, y en boca también de todos los informantes
espontánea, peculiares de la improvisación elocutiva. Por salvo uno. Parece haber cierta distribución sintáctica, rela
ejemplo: "No sé si... pues... estará bien... —digo— lo tiva, entre pues y este: La forma conjuntiva aparece más
que hice, pero... pos... no podía hacer otra cosa". Otras frecuentemente al comienzo de cláusula ("¿Y usted qué
veces —aunque con menor frecuencia— sirven para mante- piensa hacer? —Pos... no... no sé todavía"; "¿Dónde lo
ner la atención del interlocutor, haciéndole participar de encontró? —Pues... aquí, en México") , que en su interior
algún modo en la exposición oral, a la vez que proporcionan ("porque... pues... se va sentir muy sola"), mientras que
también al hablante el tiempo indispensable para ir orga- la forma demostrativa aparece más en el interior de la frase
nizando su pensamiento y para seleccionar las estructuras ("cuando veas que... este... que viene el señor"; "con un
expresivas correspondientes: "No se lo di... —fíjese us- equipo que se llama... este... el... el Penaron, sin que
ted—... porque... pos no lo iba a saber usar". El origen falten, por supuesto, casos de aparición en el comienzo de
esencialmente dubitativo de tales bordones resulta evidente cláusula ("¿Qué te acuerdas de él? —Este... esa vez pe-
en aquellos que presentan forma precisamente interrogati- lió..."). Ocasionalmente, ambos bordones se usan agrupa-
va, como sucede en los del tipo "¿cómo le diré?". Por ejem- dos: "No... pos... este... no sabía qué hacer". O reite-
plo: Se hace con una... —¿cómo se llama?— ...una como rados: "entonces vino, y... este... este nadie quería...".
cuchilla"; "tenía un... -cómo le dijera?—... un flequito No es usual en México la forma neutra esto, la cual se
1 Si bien, proporcionalmente, tal diferencia representa ya un siente como peculiar de los españoles.
29% menos 3. Menos empleadas que las anteriores —aunque poseen
de unidades léxicas en el habla popular respecto de la culta, 4 He considerado el habla de 20 informantes incultos, analizada a tra-

2 Es decir que proporcionan alguna información constitutiva del men-


vés de las transliteraciones reunidas en el volumen citado en la nota
saje global.3 anterior, El recuento lo hice sobre los textos reunidos en dos páginas de
El habla popular de la ciudad de México. Materiales para su estudio, cada encuesta,5
S ó l o u n o d e Ios veinte con s ide ra do s e lu dió e s t a mu le t illa , a l me n o s e n e l
México, UNAM, 1976. texto de la breve muestra analizada,
todavía notable vitalidad— son las formas entonces (40 te esas cosas"; "Y ya más tarde... —como le digo—... fuimos
timonios en mis muestras), bueno (38 apariciones) y ¿ a...."; "Pero como mis... —¿cómo le diré?—.. el campo
no? (56 casos). Por supuesto que los testimonios de de actividad mío era tan reducido...". En la misma línea
entono considerados aquí son sólo aquellos en que la están ¿cómo se llama? (2 casos) y como quien dice (1): "
voz no de empeña su función adverbial propia ( Porque si tú... —¿cómo se llama?—... renuncias, yo..."; "
temporal) ni su fui ción continuativa; sólo aquellos en que íbamos... —como quien dice—. .. espantados de...".
pierde toda funció sintáctica específica y se convierte en 6. Otros bordones algo menos frecuentes son fíjese, fíjese
verdadero bordór "...hacia la forma del tacón, atrás. usted, fíjate que (16 e n total), mire o mira (8) : "iba
Entonces... el acabar significa otra cosa (...) ése se p'allá... —fíjese— por las tardes"; "y así lo.. —mira—...
llama el banco. Entonces... agarro y le cepillo". Con lo resolvió". También funcionan como refuerzo de afirma-
frecuencia, presenta 12 formas apocopadas entóns, ción o negación: "¡Fíjese que sí!"; "Fíjate que ahorita
entón, entós y aun ton.. Por s parte, bueno suele no". Aún en menor escala se usan ora verá(s), pongamos (
emplearse al comienzo de la elocución "¿Qué opinas? — equivalente de digamos), qué, a la vez (sin alusión nin-
Bueno... es difícil saber qué..."; "—Bueno... yo les digo a guna a simultaneidad) y , ya (carente de valor temporal) y
mis hijos". Es propia de todos los nivele del habla. La algún otro, de empleo ocasional, en casos como "no tenía...
forma interrogativa ¿no?, en cambio, aparee casi — o r a v e r á s — . . . pu es r em ed i o " ; " h ay u n p as o q u e s e
exclusivamente al fin de oración, como solicitud d llama... —¿qué?—... El Calvario".
aquiescencia por parte del interlocutor: "...debe de dar s La acumulación de estas muletillas reduce aún más el
opinión... en qué va a trabajar ¿no?"; "La base principal promedio de palabras conceptuales constitutivas de la ora-
es el dinero ¿no?". Uso más puramente dubitativo, en c ción popular. He aquí algunos ejemplos arquetípicos: "(De
interior de oración o período, muestra en casos como "Y las alzas de los precios ¿qué es lo que más fuerte se le ha
le decía... ¿no?... que se aguantara... ¿no?... porque...' hecho?) —Güeno, ps fíjese que los... pos los pasajes; por-
4. También la muletilla interrogativa ¿verdad? (26 te que... mire: yo... este... digo" (p. 133; únicas palabras
timonios) cumple esa función involucradora: "yo creo útiles: los pasajes; y, tal vez, porque, iniciador de una ora-
que hubiera sido muy distinta nuestra vida ¿verdad?". Pero ción explicativa que no llega a enunciarse). "(Sus hijos ¿en
otra veces es un simple bordón dubitativo: "No, pus qué trabajan?) —Mire, este... fíjese que yo, ahorita he
creo ni papá también es de México, ¿verdá?" 6 . Algo tratado de... de acomodar, precisamente... Tengo dos hijos,
menos usua todavía es la forma interrogativa ¿entiende? ¿no?, que pus no tienen trabajo" (el mismo informante del
(18 aparicic nes): "y entonces nosotros... ¿entiende?... ejemplo anterior). Una muestra más: "Bueno, pus ándale
nos fuimos vivir con mi papá". pues... Pues sí, fíjese, joven... Y entonces este... hice la
5. Con el verbo decir como núcleo se forman varias loco primera comunión, y entonces... este... pos... estuve otro
ciones que desempeñan la misma función de relleno en año más allí... Entonces... este... pues ya me regresé a
casos de vacilación expresiva. Las más comunes son: mi pueblo" (p. 66).
digamos (14 testimonios), digo (también 14), ya le digo (6)
, como 1 digo (2) y, en forma interrogativa, ¿cómo le diré? (
4), ¿cómo le dijera? (2) o ¿cómo le diría? (1): "Eso es... — No son los bordones los únicos responsables del empo-
digamos—.. algo indebido"; "Porque yo... —digo—... no me 7 " Y a la v e z é l m e d i c e . . . " ( n o s i m u l t á n e a m e n t e c o n o t r o h a b l a n t e ,
gustan
6 sino res bien como equivalente de además, también); "le pongo hule,
S in que c o ns e r ve s u f i nal i dad i nt e rro gat i v a pro pi amente d icha, y que que es lo más barato a la vez".
el interlocutor ignora por completo tal circunstancia; precisamente e l
encuestador había preguntado: "¿Y su papá nació aquí o también
era de...?".
brecimiento léxico de la expresión popular (y aun culta "Pero como yo no sa... nadie me lo había dicho"; "Donde
oral), sino que a ello contribuyen las frecuentes repeticio- estaba la... donde ella vivía". Otras veces, la oración o el
nes de palabras, como recurso empleado para "rellenar" período queda simplemente inconcluso, sin que haya recti-
las vacilaciones y proporcionar al hablante el tiempo indis- ficación de su esquema: "No, pus que estaba..."; "Y cada
pensable para ir construyendo mentalmente la elocución. vez que yo tuve oportunidad..."; "O me voy o... o..."; "
Por lo general, las palabras repetidas suelen ser formas bre- Esa mujer que tenía yo...". Este tipo de anomalía es uno
ves (mono- o bisilábicas), como preposiciones, conjunciones, de los más frecuentes en el habla popular. Me limitaré a
pronombres y artículos: "ya lo... lo encontraron"; "todos transcribir algunos ejemplos más. De rectificación en la es-
se.. . se echaban"; "tratan de... de hundirlo"; "a reconci-
tructura de la oración o del período: "Lo conocí en... Vi-
liar con... con la sociedad"; "que no... no saca uno ni..."; " víamos antes aquí, en Chimalistac... y allí lo conocí"; "así
y ¿qué... qué tienes?". No es rara la reiteración de dos es de que aquí se... pues ya prácticamente es casi de aquí";
unidades léxicas consecutivas: "y... se le... se le unta"; "Aquí, desgraciadamente, ya todo es... se hace uno la ilu-
"pus que la... que la busquen"; "que no se... no se ma- sión"; "Uno trabaja en... Uno es carnicero, otro es electri-
dure"; "ahora yo no... yo no tengo adonde ir". Pero claro cista". De oración inconclusa: "Pero fíjese que... noso-
está que no faltan repeticiones de sintagmas mucho más tros...; "Es lo mismo, porque la gente que ya sabe y
complejos: "de allí a la... hacia la costura, hacia la costura"; conoce..."; "Pos yo quisiera que...".
"ese disco va dando vuelta —¿entiende?— va dando vuel- Todas éstas parecen ser —de acuerdo con lo que las bre-
ta"; "Sí, es una cera... es una cera que se usa... una cera ves muestras por mí analizadas revelan— las causas princi-
que se llama F". Particularmente frecuente es la reiteración pales y más comunes de la limitación conceptual peculiar
del verbo decir en reproducciones de diálogos: "Dice: Está de la expresión hablada inculta. Muchas de estas anomalías
unté soñando, dice"; "Dice... y dice: Yo quisiera —dice— son también propias de la lengua hablada culta, aunque se
que mi hija..."; "y yo digo: Mire, digo, no crea". presentan en ella en proporción menor que en el habla
Otro procedimiento recubridor de vacilaciones consiste popular. La diferencia es, pues, cuantitativa, más que cua-
en el simple alargamiento de un fonema durante lapsos más litativa. Sólo la lengua escrita culta, cuyo proceso de orga-
o menos grandes, por lo general de dos segundos, seguidos nización mental no está sometido a las presiones impuestas
de un silencio dubitativo: "la verdad es que y0000... no lo por la espontaneidad del diálogo, puede liberarse de tales
sé"; "vino yiiii... nos lo dio"; "pues n0000... diría yo eso"; " anomalías expresivas. De ahí —al menos en parte— la ma-
para que leeee... prestara su..."; "fue aaa... al lugar ese". yor riqueza léxica de la oración peculiar de la expresión
Relativamente frecuente es el empleo del fonema /e/ sin culta —especialmente, la literaria-- y de ahí, consecuente-
base léxica: "Entonces... eeee... si le cobro barato..."; " mente, el menor número de oraciones gramaticales que
los eeee... trepaban en los carros"; "entóns... eeee... sí". O integran los textos literarios de igual extensión que las
un sonido nasal continuo, de mayor o menor duración: " muestras del habla popular estudiadas.
Eso ya hace como... mmm... ya hace como diez o nueve
años".
Restringe también el contenido comunicativo de la ex-
presión popular el elevado número de oraciones o de perío-
dos inacabados. El fenómeno se debe, sobre todo, al hecho
de que a veces el hablante rectifica el tipo de construcción
sintáctica elegido inicialmente: "Toda su vida... ps se vino
como (le la add de dieciocho años de su lado de ellos";
plementarias3 que aparecían en las diez muestras conside-
radas —dos por cada uno de los cinco informantes estu-
diados—, advirtiendo si tales funciones eran desempeñadas
por una oración subordinada o por un elemento no oracio-
nal (palabra o sintagma no predicativo). Los resultados
obtenidos se consignan, esquemáticamente, en el cuadro
siguiente:
COMPLEMENTOS Y ORACIONES COMPLEMENTA-
RIAS EN EL HABLA CULTA DE MÉXICO

En el ensayo dedicado a estudiar algunas de las peculiari-


dades sintácticas de la norma lingüística culta de varias ciu-
dades americanas, apuntaba la conveniencia de tratar de
explicar por qué determinados períodos —adjetivos, obje-
tivos, temporales, sujetivos y causales— parecen gozar de
un alto índice de aparición en la expresión hispánica, en
tanto que otros —modales, locativos y cuantitativos, por
ejemplo— aparecen muy rara vez en el discurso oral. Consi-
deraba que podría proporcionar resultados significativos la
confrontación de los porcentajes de aparición de las oracio-
nes complementarias con los de los elementos o sintagmas
complementarios de función equivalentes.
Con el propósito de ir reuniendo datos que puedan con-
tribuir a dar respuesta a esas inquietudes, hago en estas pá-
ginas algunas comparaciones entre los diversos materiales
lingüísticos que proporcionan varios textos representativos
del habla culta mexicana. Se trata, en esencia, de las mismas
muestras que sirvieron de base para el ensayo hecho en
torno a la sintaxis oracional del habla culta y de la po-
pular con alguna leve ampliación del texto. Su brevedad
obliga, al igual que en casos anteriores, a tomar los resultados
como simples indicios más o menos sintomáticos.
El procedimiento ahora utilizado ha sido el siguiente: He 3 Me sirvo aquí d el té rmin o " c o mple me n t a rio " e n u n s e n t ido mu y a m-
hecho un recuento de todas las funciones sintácticas com-
1 plio, ya que incluyo en él funciones nucleares, como la sujetiva y predi-
cativa (en su forma nominal u oracional). Interprétese, pues, en el sen-
tido de "constituyente de la oración simple que puede ser sustituido por
Cf. "La estructura del halda en cuatro ciuades de Hispanoamérica",
pp. 120-133. toda una estructura oracional".
C . "Gramática y aprendizaje de la lengua materna", en páginas an Sujetos de oración expresados en el texto.5
Excluyendo determinativos
(artículos, demostrativos, etc)
ramente complementarias: adjetiva, temporal, locativa, mo-
dal, causativa, adnominal, etc.
Dentro de esta división general, primaria, a las tres pri-
meras funciones —sujetiva, predicativa y objetiva-prepositi-
va— corresponde en mis breves textos un total de 260 tes-
timonios (= 41.7% del total). Son, todas ellas, funciones
sustantivas (propias del sustantivo morfológico y, a la vez,
sustanciales). A las once restantes funciones consideradas
corresponde sólo un total de 364 apariciones (= 58.3%).
Estas cifras, no obstante su carácter relativo y provisional,
permiten apreciar cuáles son las funciones esenciales que
aparecen en el discurso y advertir que la lengua hablada
hace uso, muy mayoritariamente, de ellas, recurriendo a las
otras funciones, en verdad complementarias, sólo ocasional-
mente. Cabe imaginar que la lengua literaria se sirva de
estas últimas en mucha mayor proporción, en tanto que
Se advierte, de inmediato, que hay ciertas funciones sin- la lengua hablada se presenta casi desnuda de ellas, estruc-
tácticas con un alto índice de aparición. Ante todo, la su- turada sólo con los elementos indispensables.
jetiva (134 testimonios); y, en su seguimiento, la adjetiva ( Por otra parte, el cuadro permite también advertir que
107), la objetiva (83) y la adnominal (70); después, en esas funciones primarias están a cargo, casi exclusivamente,
menor número, la locativa, la temporal, la modal y la pre- de palabras o sintagmas no oracionales; sólo las oraciones
dicativa (nominal). Pero dentro de esas funciones sintácti- objetivas alcanzan un porcentaje digno de tomarse en cuenta (
cas cabe —y debe— hacerse una distinción básica: la que 14.5%, al cual podría añadirse el 8.3% de los períodos
existe entre funciones oracionales nucleares o primarias y prepositivos), cosa que no sucede en el caso de las oraciones
funciones estrictamente complementarias. De aquella parte sujetivas (4.5%) y aún menos en el de las predicativas (
habría que situar las funciones sujetiva y predicativa, sin 3.2%).
cuya presencia no se da la oración gramatical; y aun podría Más compleja se presenta la situación si atendemos al
añadirse a ellas la función objetiva, esencial —al menos resto de los períodos considerados. En conjunto —o sea, sin
desde el punto de vista semántico, comunicativo— en mu- distinguir entre oraciones y sintagmas complementarios—
chas oraciones de verbo transitivo; y con la función obje- las funciones que muestran un relativamente alto prome-
tiva, la de régimen prepositivo, que no es sino una variante dio de apariciones son la adjetiva (107) y su afín la adno-
formal de aquélla. De la otra parte, las funciones verdade-
6 minal (70), la locativa (43), la temporal, (37), la modal
Llama la atención esta total ausencia de relaciones concesivas. Tuve
(33) y la cuantitativa (comparativa y consecutiva: 26)7 . Pero
que ampliar mucho la lectura de los textos recopilados en el tomo sobre El con acusadas diferencias internas entre unas y otras. En
habla [culta] de la ciudad de México hasta encontrar dos testimonios de efecto, mientras que algunas de estas funciones suelen ser
oraciones concesivas, pero ni uno solo de sintagmas no oracionales con-
cesivos. No parecen, pues, ser muy usuales expresiones del tipo "No obs-
desempeñadas por palabras aisladas o sintagmas no oracio-
tante su cansancio, siguió trabajando"; el hablante parece preferir la nales, otras revelan una más equilibrada distribución. Así,
construcción oracional, del tipo "Aunque estaba muy cansado, siguió tra- en un extremo, las funciones cuantitativas atestiguadas en
bajando". Claro que esta impresión habría que verificarla con testimonios 7 Los esq emas comparables, en este último caso, serían del tipo "Tra-
mucho más abundantes. u
baja muchísimo" o "como una mula" o "tanto que se va a agotar",
las muestras estudiadas (26 en total) están a cargo exclusi cuantitativas) en la cadena hablada. No obedece,
vamente de complementos no predicativos; no se evidentemente, a un posible desinterés de los hablantes por
documenta en esas muestras ni una sola oración estas determinaciones de lugar, modo o cantidad, ya que
consecutiva o comparativa. En cambio, las el índice de aparición de complementos de tal naturaleza
especificaciones temporales se reparten más no es pequeño: 41 especificaciones locativas, 31 modales y 26
equilibradamente entre complementos no predicativos ( cuantitativas. Mucho menor es el número de
62.2%) y oraciones subordinadas (37.8% . Equilibrio determinaciones causales (11 en total), finales (10) y
relativo muy similar parece darse en el caso de las condicionales (8), de manera que no cabe pensar que
complementaciones adjetivas: sintagmas no oracionales las determinaciones circunstanciales carezcan de interés
(63.5%) y oraciones gramaticales (36.5%) . Pero no sucede para los hablantes. Se trata, al parecer, de una diferencia
lo mismo en el caso —funcionalmente similar— de los estructural de la sintaxis española: las
complementos adnominales, representados por sustantivos complementaciones causativas suelen expresarse
en el 92.9% y por oraciones en sólo el 7.1%. Y aún es más mediante sintagmas oracionales, en tanto que las
acusada la desproporción en los casos de la complementa- especificaciones circunstanciales suelen expresarse por
ción locativa y de la modal, rara vez expresada por cons medio de sintagmas no oracionales, salvo en el caso de la
trucciones oracionales (4.6% y 6.1% respectivamente). complementación temporal, en que se establece un
Pero la situación cambia drásticamente cuando de rela- mejor equilibrio entre ambas formas de expresión,
ciones causativas se trata. La causa eficiente, la causa final según líneas antes advertía.
y la causa hipotéticas suelen expresarse, de manera abru- Por otra parte, imaginaba que el análisis de las formas
madora, por medio de oraciones gramaticales. En efecto, complementarias, en sí mismas, podría revelar
los textos analizados muestran un 72.7% de oraciones cau peculiaridades de algún interés. Lamentablemente, la
sales, un 80% de oraciones finales y un 100% de oraciones brevedad de los textos considerados —no obstante que en
condicionales (en total, un promedio de 84.2% de oracio este particular los he ampliado un tanto— impide una vez
nes causativas). Y hay que tener, además, en cuenta más llegar a resultados definitivos. Sin embargo, esos
que muchos de los complementos causativos están formados, en textos permiten hacer algunas observaciones generales.
realidad, por elementos prooracionales. En efecto, un com En primer lugar, la relativa a la frecuencia con que las
plemento causal del tipo por eso en expresiones como "Por determinaciones temporales de diversa naturaleza se
eso no fui" está constituido por un elemento prooracional, acumulan, yuxtaponiéndose unas a otras, en un mismo pasaje
eso, que implica una oración gramatical expresada con ante comunicativo. Como en el texto siguiente, en el que
rioridad (como "No hubiera sido bien recibido", por la determinación del tiempo se establece con toda
ejemplo). precisión mediante el encadenamiento de un adverbio,
Cabría preguntarte a qué razones se debe lo exiguo del una locución temporal y una oración subordinada: "
porcentaje de oraciones modales' y locativas (y, más aún, Ayer por la tarde cuando regresé a casa, recordé que..."
. Acumulaciones de este tipo no son frecuentes en el caso de
8 Así como, al parecer, la causa contraria o concesión; cf. lo dicho en la
nota 6.9
los complementos adverbiales de las otras clases; sólo en
Como pudimos advertir en el ensayo dedicado a confrontar la estruc-
las determinaciones locativas suele producirse, en el
tura de la cláusula literaria y de la oral, una de las pocas ocasiones en habla mexicana al menos, una yuxtaposición semejante
que el habla culta se apartaba de la lengua escrita para coincidir con el —de naturaleza apositiva—entre el adverbio aquí y el
habla popular era precisamente en el caso de las oraciones modales, las
cuales alcanzan en la literatura un porcentaje del 5%, en tanto que en el
complemento locativo particular
habla culta sólo a s c e n d í a n a l 1 % y en el habla popular al 0.9%. ¿Cabría imaginar, por ello, que los períodos modales scan una forma muy culta
o "intelectual" de nuestra sintaxis oracional?
de que se trate en cada caso: "Aquí, en México, pensamos de
decir, a su empleo como nexo copulativo entre cláusulas10,
otra manera"; "porque aquí, en el Canal 13, sólo informa-
mos de...". función que es también frecuente en el habla culta mexi-
cana. Como morfema temporal, entonces tiene normalmente
Es, en verdad, notable el interés de los hablantes por pre-
funcional pronominal o prooracional; esto es, implica o
cisar con exactitud el momento de la acción. La determi-
reproduce una determinación temporal expresada anterior-
nación general del tiempo corre ya a cargo de las diversas
mente por un sintagma complementario no oracional o por
formas temporales del verbo. Pero ello no es suficiente para los
toda una oración gramatical. Lo primero sucede en casos
hablantes: la lengua les proporciona una rica gama de .
adverbios temporales que permiten precisar mejor el mo- como "y llegó a la medianoche. Entonces tenía yo mucho
mento del pasado, del presente o del futuro en que se sitúa la sueño como para..."; lo segundo, en casos como "Vivimos allí
acción principal. Mas no basta: se dispone también de una hasta que se murió mi mamá. Entonces mi papá decidió traernos
larga serie de sintagmas temporales, más o menos complejos, a México", donde entonces equivale —prooracionalmente— a la
que determinan con mayor exactitud el momento de la oración subordinada temporal cuando murió mamá. Lo mismo
acción. Lo cual no es óbice para que los hablantes recurran sucede en "...se fue a trabajar a Estados Unidos. Desde
aún al empleo de oraciones temporales de significación muy entonces no lo he vuelto a ver" 11 . Normalmente —como se ve
específica. En "Iré mañana por la tarde apenas salga de clase", en los ejemplos anteriores —el empleo. referencial de entonces es
la forma verbal iré sitúa ya la acción en el futuro, cuya infinita anafórico: "Regresando, entonces ya empecé a hacer mi
dimensión queda estrechamente reducida dentro de los límites tesis"; pero no faltan ejemplos. de uso catafórico: "Entonces,
del mañana particular y concreto; la locución temporal por la ya que me había iniciado, compré libros en inglés".
tarde precisa y reduce aún más esos límites, que quedan Otros adverbios temporales reunidos con relativa frecuencia en
finalmente constreñidos al momento preciso de salir de los breves textos analizados son ya, nunca, siempre,. luego y
clase. No quisiera arriesgar aquí ningún comentario después. Las únicas locuciones temporales que se repiten
psicolingüístico sobre la posible transcendencia que la con cierta regularidad en ellos son las formadas en torno al
temporalidad tiene para la vida y el espíritu humanos... Pero sustantivo año ("en el año de 1965", "el año pasado", "
bien podría correrse el riesgo, a la vista de esas frecuentes desde el año de 1925", "en los años futuros", e t c . ) y , e n
acumulaciones de complementos temporales en la expresión m e n o r m e d i d a , e n t o r n o a t i e m p o ( " e s t u v o poco tiempo
hispánica (o acaso general). allí", "trabajó en los Estados Unidos mucho tiempo") y en
El rápido análisis que he hecho de los complementos ad- torno a rato ("volvió al rato", "fui un ratito"). Los demás
verbiales —temporales, locativos, modales y cuantitativos—que complementos temporales, dada su gran. variedad y lo
figuran en mis breves textos permite también aventurar esporádico de su aparición en las muestras, se resisten a toda
algunas cuantas observaciones. Llama la atención, ante todo, clasificación proporcional1 2 . Anotaré, por último, la escasez de
su gran variedad. La cual torna difícil todo intento de adverbios temporales en -mente: en mis
sistematización precisa. Dificultad que agrava la misma
brevedad de los textos considerados. Sería necesario aumentar 10 Me refiero a construcciones del tipo "No fuimos porque estábamos
considerablemente la amplitud de la muestra para tratar de mucho muy cansados. Entonces, pensamos que..."
11 Entonces = "desde que se fue a los Estados Unidos".
llegar a resultados firmes y seguros, Me limitaré, pues, a hacer
esas consideraciones generales que anunciaba. 12 Aislad amente han a pa re c ido lo c u c io n e s c o mo " e n e s e mo me n t o " o
"en cl momento de su llegada", "a la hora de la tesis" y "a la hora de
El morfema temporal que ha aparecido con mayor fre las "cachetadas", "varios meses", "el otro día", "antier", "una
cuencia en el corpus estudiado ha sido entonces. No atiendo s e m a n a d e s pués" y otros 414 unity diversa naturaleza.
,en mis estadísticas, como es lógico, a su función ilativa, es
textos sólo he podido espigar un aislado inmediatamente13. do por uno de los más cultos de mis informantes: "la única
Más heterogénea es todavía la estructura de las complem forma de que... una estrella llegue a serlo es única y exclu-
entaciones locativas. Más abundantes aún que las temporales (no sivamente mediante el proceso de contracción de una nube
oracionales), son de muy diversa naturaleza14; sólo un de material interestelar". Lo cual, como antes vimos, no es
esquema o molde —no una locución fija y concreta— nada raro en el caso de las determinaciones temporales.
alcanza incidencia notable: la que se organiza en torno a algún Finalmente, poco permiten decir los materiales lingüís-
topónimo. Así, "estuve en Nueva York", "vive en
ticos ahora estudiados en torno a los complementos cuanti-
Guadalajara", "va a Cuernavaca", "en México", "en
tativos. Lo más notable e importante queda anotado en
Estados Unidos", etc. Del total de especificaciones locativas
espigadas en mis trasliteraciones del habla culta, casi el 50%
páginas anteriores: la ausencia de oraciones comparativas y
corresponden a esta clase representada por un nombre de lugar. consecutivas en mis muestras. Cabe añadir algunas breves
En cambio, los adverbios locativos propiamente dichos son muy anotaciones, todas ellas esperables: Que las formas cuantita-
escasos. El único que muestra vitalidad apreciable es aquí, tivas o intensivas que más han aparecido son muy, mucho,
frecuentemente empleado de manera catafórica en relación con poco, bastante y algo. Que los superlativos orgánicos pare-
el nombre del lugar: "Pues aquí, en México, ha subido mucho cen ser poco usuales: "una cantidad bajísima". Que aún
la vida" 15 . Además de aquí, sólo he documentado, aisladamente, ahí son más escasos los adverbios en -mente con significado
y afuera. intensivo: "es extraordinariamente joven". Que tanto se
En lo que a las determinaciones modales respecta, las únicas usa con relativa frecuencia como adverbio o adjetivo inten-
observaciones que las muestras estudiadas me permiten hacer son sivo: "me querían tanto" (= mucho); "encontré tanta ama-
de carácter muy general. Ante todo, el hecho de que, a bilidad en ellos". Y que también más aparece con esa fun-
diferencia de lo que sucede en el caso de los complementos ción: "Es más tonto" (= muy).
temporales, la gran mayoría de las determinaciones modales Supongo que, dentro de esta distribución general de las
corren a cargo de adverbios en -mente (vulgarmente, diversas formas complementarias, podrán hallarse acusadas
aproximadamente, dinámicamente, exclusivamente, realmente,
diferencias entre la expresión de unos y otros hablantes, de
espiritualmente, generalmente, predominantemente, únicamente1 6 ,
acuerdo con condicionamientos socioculturales, con deter-
buenamente). Más del 70% de los complementos modales reunidos
están representados por adverbios en -mente. En cambio, los
minaciones de situación y estilo, y aun con preferencias
únicos adverbios modales orgánicos que he hallado en mis individuales. No he tratado aquí sino de vislumbrar los
textos han sido así, bien, mal, y la locución adverbial de lineamientos más generales y detectar algunos posibles in-
repente. En verdad escasos son los sintagmas modales extensos, dicios de rutas promisorias.
como el emplea-

13 Y ello, en un hablante muy culto y muy esmerado en su expresión. Lo


ha bitu al, c o n e s t a f u nc i ón, s e rí a en s eguida o luego ( s o bre tod o, en forma
reiterativa: "Hazlo luego luego").
14 Tan variables, semánticamente, como "trabaja en el Banco de Méxi-
co", "voy a su casa", "al aeropuerto", "está en la parte de atrás", "en
las cercanías del sol", "en esa terraza", "en aquellas regiones", etc.
15 Cf. lo anotado antes, pp. 171-172.
15 En una ocasión, dentro de la locución enfática fija "única y exclu-
sivamente". Habría que estudiar la real vitalidad de estas acumulaciones
adverbiales en el discurso.
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11. "Anomalías en el habla popular de México": Home naje¬
a Ana María Barrenechea .
ÍNDICE

Advertencia .............................................................................................. 7
Primera Parte: Metodología .................................................................9

1. Delimitación previa de las unidades sintácticas usadas 13


2. La oración gramatical ..................................................................... 16
3. La frase 28
4. La prooración ................................................................................... 30
5. El período ......................................................................................... 34
6. La oración compuesta ..................................................................... 45
7. La cláusula ................................................................... . 50
8. La unidad fundamental de la gramática . . . . . 55

Segunda Parte: Estudios ...................................................................... 61


Notas sobre las unidades sintácticas del discurso . . ...................... 63
Gramática y aprendizaje de la lengua materna . . . .........................72
La estructura del discurso en cinco escritores mexicanos ......... 100
La estructura de la cláusula en el habla y en la literatura 107
La estructura del habla culta en Puerto Rico y en México 114
La estructura del habla en cuatro ciudades de Hispanoa-
mérica 120'
La estructura de la cláusula en dos obras medievales . .
134
Una nota sobre el estilo de Quevedo . . . . . . ............................... 140
,a estructura sintáctica del discurso en las Cartas de
Diego de Ordaz .............................................................................. 149
Anomalías en el habla popular de México . . . . .......................... 159
complementos y oraciones complementarias en el habla
culta de México ............................................................................. 166
Referencias bibliográficas .............................................................. 177
Procedencia de los estudios . . . . . . . 183

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