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LA VIOLENCIA CON SABOR A SHAKESPEARE.

Supongamos que hemos viajado al pasado. Al tiempo donde nuestros ancestros tenían
diversas formas de cortejo hacia la mujer primitiva. Supongamos que vemos a dos clases de
hombres primitivos que tratan de cortejar a una hembra. Ambos tienen cualidades: uno es
portentoso, de buen físico, alto, corpulento y buen cazador; el segundo es algo lánguido,
bajo, siempre a la sombra del primero. Sin embargo, ambos entran en una competencia para
tener a la mujer.
Supongamos que el primero gana. Gana el placer de tener, por momentos de instinto y
deseo, la satisfacción de coito con la hembra. Supongamos que aún estamos en ese pasado
vívido, en el cual vemos cómo ocurre el acto sexual: el hombre salvaje toma bruscamente a
la mujer para copular, la hala del cabello para someterla a su disposición, la golpea de a
momentos sino quiere cometer el acto, la asfixia con sus manos enormes. Ahora, veamos el
otro caso con el segundo hombre primitivo: todo sucede de la misma manera que con el
primero.
En nuestra realidad, casi ocurre lo mismo, pero no es solo en el acto sexual donde se muestra
la violencia del hombre, sino en muchos ámbitos. En algunas relaciones, de las que conozco,
lo que se plasmó párrafos arriba, encaja perfectamente: golpes, gritos para la mujer, ruegos
por parte de ella para que él no le deje. Creo que es cuestión de evolución. La violencia hacia
la mujer ha ido evolucionando con ambos actores: ella sosegada del contexto laboral durante
siglos; él, como personaje opresor. Ella como la inocente mujer caricaturizada en los cuentos
de Disney; él, como el salvador de esa inocente y sumisa princesa.
La violencia dentro de Bolivia es constante, recurrente. Un tema de todos los días. Quizá la
máxima shakespiriana funcione si le hacemos algunas modificaciones: la violencia se da en
el día de mañana, y mañana, y mañana, se desliza, paso a paso, día a día, hasta la última
sílaba con que el tiempo escribe sobre ella. Es un inicio, un ciclo que nunca se cierra.
Sin embargo, ese ciclo quiere ser cerrado por la ONG Interteam Suiza que cuenta con la
ayuda del país boliviano. Según el psicodramatista karin de Fríes, señala que el patriarcado
es el sistema adverso a la socialización que sigue vigente en el mundo. Según datos que
brinda la ONG, una mujer muere cada tres días en Bolivia. Es un dato alarmante. Hagamos
cálculos: en Bolivia existe 11.000.000 de personas. Un año cuenta con 365 días; esto dividido
entre 3 días da 121 días. Pues, 11.000.000 dividido entre 121 días, no da 91. Entonces son 91
muertes de mujeres.
Muertes de mujeres que justifican la torpeza del hombre. La violencia hacia ella se da en
clichés. Son clichés que se usan: “La golpeé porque la amo”, “él me golpea porque no le
preparé bien la cena”, “es mi marido, él puede golpearme”. Y los clichés siguen, y siguen…
Dijimos que la máxima de Shakespeare funciona: la violencia hacia la mujer se da en el día
de mañana, y mañana, y mañana, se desliza, paso a paso, día a día… Todos los días.

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