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La paternidad en Giuseppe Verdi

Sergio Padilla Moreno

Un 21 de enero, pero del año 1901, murió en la ciudad de Milán el compositor italiano Giuseppe
Verdi, uno de los músicos más queridos y reconocidos en la historia del arte en Occidente. De su
inspiración salieron obras corales, un Réquiem y una treintena de óperas, muchas de las cuales han
gozado del aprecio de los diletantes del arte lírico de todo el mundo. Obras como Nabucco, La
traviata, El trovador, Rigoletto, Aída y Otello, entre otras, son óperas que se siguen representando,
grabando y disfrutando. Pero hoy me quiero detener en un tema que se puede seguir en varias de
sus óperas y de la misma biografía del compositor: la paternidad.

Verdi reconoció siempre la gran influencia que tuvo su papá, de nombre Carlo, así como de Antonio
Barezzi, hombre generoso que fue su protector y luego suegro. Aunque por algún tiempo, en su
etapa madura, vivió fuertes conflictos con ellos cuando se sintió incomprendido por la relación que
Verdi, ya viudo, estableció con la cantante Giuseppina Streponi. Otro rasgo importante en el tema
de la paternidad en Verdi se presentó a raíz de la dolorosa experiencia de la muerte de sus dos hijos
pequeños y, poco después, de su esposa Margarita Barezzi. Todo ello llevó a Verdi a tratar, en varias
de sus óperas, el tema de la paternidad a través de personajes cargados de fuerza, emotividad y
pasión por sus hijos, aunque no exentos de conflictos de relación con ellos, es decir, en ningún
momento aborda la figura paterna desde posturas edulcoradas o románticas, sino profundamente
realistas, con sus luces y sus sombras. Destaco tres figuras: en primer lugar, Giorgio Germont, el
padre de Alfredo, protagonista de La traviata, quien busca arrebatar a su hijo el amor de Violeta,
mujer de dudosa reputación, aunque después tendrá que reconocer que el amor de esta mujer es
auténtico y sincero. El otro caso es Rigoletto, protagonista de la ópera del mismo nombre, quien, a
pesar de ser un bufón de la corte, defiende a su hija Gilda de las vejaciones que sufrió del Duque de
Mantua, aunque ello lo lleve a intentar asesinarlo. Finalmente, Amonasro, padre de la protagonista
de Aída, quien le pide que traicione a Radamés, el amor de su vida, anteponiendo el interés de la
patria.

Qué importante y fundamental es reflexionar la figura paterna, ya sea del padre biológico o de quien
la realice, en el desarrollo de la personalidad y madurez de los hijos. Bien dice el P. Benjamín
González Buelta sj, en su libro Letra pequeña. La cotidianidad infinita: “¿Cómo escuchó Jesús a José
decirle «hijo» y cómo lo vio y lo amó Jesús para reconocerse después como el Hijo del Padre y
llamarle también «abbá», como a José?”

padilla@iteso.mx

Figlia!...Mio padre! - Rigoletto – Verdi


https://www.youtube.com/watch?v=aQJnYpsqhWA

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