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MARTIRIO y TESTIMONIO.
• San Ireneo, en Eus., HE. lIJ, 18, 3: Escribiendo acerca del cómputo
dado para el nombre del Anticristo en el llamado Apocalipsis de Jum1>"
dice literalmente en el libro quinto de su Adversus haereses acerca de
Juan lo siguiente: "Si fuera preciso pregonarse claramente en el mo-
mento presente el nombre del Anticristo, nadie mejor pudiera haberlo
dicho que el que vió la revelación: pueR no hace ffillPho tiempo que la
Tió, sino casi en nuestra misma generación, hacia el fin del. imperio de
Domiciano." Como se sabe, éste muere asesinado el afio 76.
MARTIRIO Y TESTIMONIO 11
" Hay que notar, \Sin embargo, que, no obstante este pasaje de San Ci-
priano, San Lucio era venerado por la Iglesia romana, en el siglo IV, no
como mártir, sino romo obispo. Tal vez dejó aqu! San Ciprlano correr
algo aprisa BU pluma.
26 INTROOUCCIÓN GENERAL
lO Hay que releer toda la bella página platónica del Fed6,., 64 ss., a
que sin duda alude Clemente.
MARTIRIO Y TES1'IMONIO 29
cuos, y vivir así para Dios, que no, por condescender con
ellos, absueltos, caer en manos del Dios vivo" (1, 20, 21).
Susana grita en su angustioso trance, pidiendo auxi-
lio, y los viejos gritan a su vez. Hipólito comenta:
"Los sin ley no cesan de gritar contra nosotros y de-
cir: "¡ Que los cristianos sean exterminados de sobre la
tierra, pues no conviene que vivan tales gentes!" (1,
23, 3).
Los ojos del comentador están, sin duda, clavados
!'Iobre el texto que pretende explicar; pero su mente está
inmóvilmente fija en la realidad de su tiempo, y así, en
Susana, puesta delante de sus jueces y rodeada de la
muchedumbre del pueblo, Hipólito ve a la chusma pa-
gana, estúpida y curiosa, que rodea los tribunales en que
se sigue el proceso a los cristianos:
"Tal sucede en nuestros días: cuando se detiene a los
santos y se los conduce al tribunal, toda la muchedum-
bre afluye para ver lo que va a pasar."
La misma segu_nda vista de los textos y de los hechos
domina, como no podía ser menos, en la exégesis del
episodio de los tres jóvenes que se niegan a adorar la
estatua de Nabucodonosor. Nabucodonosor es el símbolo
de todos los perseguidores:
"He ahí las palabras de un rey tirano (las en que
invita a los jóvenes a adorar la estatua de oro) que no
conocía a Aquel que dijo: No temáis a los que matan el
cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien
al que tiene poder de perder cuerpo y alma en el infier-
no (Mt. lO, 28). Mas los jóvenes, sin intimidarse ante
aquella amenaza, respondieron al rey: "No tenemos ne-
cesidad de responderte acerca de esa palabra. Hay, en
efecto, en el cielo un Dios, a quien nosotros damos cul-
to, poderoso para sacarnos ilesos del horno de tu fuego,
y de tus manos, oh rey, nos librará; mas si no lo hicie-
re, sábete, oh rey, que a tus dioses no les rendiremos cul-
to, y la estatua que has erigido )lo la adoraremos." To-
dos los exhortadores al martirio--Tertuliano, Orígenes,
San Cipriano, por citar sólo aquellos cuyas exhortacio-
nes se nos conservan-explotaron con fruición esta his-
toria de los jóvenes babilonios, cuya hazaña ofrecía tan
patentes analogías con la situación de los cristianos.
Transcritas estas mismas palabras, exclama Tertuliano:
O marlyrium et sine passione perfectum! Satis passi,
satis exusti sunt qlLOS propterea Deus texit, ne potesta-
tem eius mentiti viderentur (Scorpiace, 8, ed. Wissowa
20, p. 161). Mas en el férvido elogio que les dedica el
doctor romano, bien podemos asegurar que no piensa
tanto en los remotos jóvenes hebreos que tan fieramen-
MARTIRIO Y TESTIMONIO 61
LAS PERSECUCIONES.
'l2 PAUL Al,LARD, Día; leco1l8' ·.!tr /6 'mart1fre (París 1930), p. 150.
INTRODUCCIÓN GENERAL
Los PROCESOS.
LAS C.\RCELES.
LAS ACTAS.
Para nuestro objeto es importante notar una forma-
lidad 'que no faltaba en ningún proceso: las actas. En
ningún tribunal faltaban los actuarii, que 'posteriormen-
te se llamaron notarii, porque recogían taquigráficamen-
te todos los actos del proceso, señaladamente el interro-
gatorio, por medio de notae o signos de abreviación, cu-
tre las que son célebres las notas tironianas. Luego se
traducía a escritura vulgar, y así 'pasaban las piezas a
los archivos judiciales.
En el siglo IV vió San Asterio, obispo de Amasea del
Ponto, una pintura que representaba el martirio de San-
ta Eufemia. El pintor, piadoso también él, desenvolvió
en un lienzo (tv O'uv86'1L) toda la historia del martirio.
La !parte que 'Por ahora nos interesa de la descripción de
San AS1terio, dice así:
"El juez está sentado sobre un trono o sillón elevado
y dirige a la virgen miradas ásperas e irritadas (pues el
arte sabe, ouando quiere, representar la ira aun sobre
materias inanimadas). Allí se ven lanceros de guardia y
muchos soldados. Hay notarios o escribanos que llevan
sus tablillas y sus estiletes; uno de ellos, levantando la
mano de la cera, mira airadamente a la vir,gen que es-
tán ju~gando y estira todo lo que 'puede la cabeza, como
mandándola que hable más alto, no sea que por no oírla
bien escriba algo equivocadamente o se le pase algo por
alto ... " (Migne, PG 40, 335).
Las actas de los mártires no son otra cosa que la
transcripción exacta, o poco menos, de los procesos ver-
bales redactados por los paganos y conservados en los
archivos oficiales, trans,cripción que los cristianos se
procuraban por diversos medios, por ejemplo, la compra
a los agentes del tribunal. Notemos ya, sin embargo, que
las actas de mártires que presentan este carácter de Acta
forensia o Acta iudiciorum son extremadamente raras.
Los archivos judiciales funcionaban regularmente en
el Imperio. A!puleyo los llama instrumentum provinciae.
Una vez que la sentencia pasa al archivo es totalmente
LAS ACTAS 137
siLio son tan escasas las actas auténticas como para Ro-
ma. La escasez o no existencia de actas en Roma está
atestiguada por dos textos importantes. San Gregorio
~bgno escribe en 598 a Eulogio, patriarca de Alejandría:
Praeter illa enim quae in Eusebii libris de gestis sancto-
rum martyrum continentur, nulla in archiuo huius ecclc-
siae uel in Romanae urbis bibliothecis esse cognoui, nisi
pauea quaedam in unius eodicis uolumine collecta; nos
autem paene omnium martyrum, distinctis per dies sin-
gulas passionibus, collecta in uno codice nomina habe-
mus, atque quotidianis diebus in eorum ueneratione mis-
sarum solemnia agímus. Non tamen in eodem uolumine
quis qualiter sil passus. indica/ur, sed tantummodo no-
men, loeus et dies [Jassionis ponitur.
Un documento romano de fecha incierta, pero que no
es anterior' a San Gregorio, declara que la lectura de las
Acta martyrum estaba prohibida en Homa en las reunio-
nes de culto: Seeundum antiquam eonsuetudinem, sin-
[ll/lari cautela in sancta Romana ccclesia non leguntur,
quia et eorum qui eonseripsere nomina penilus ignoran-
tl1r et ab infidelibus et idiotis superflua aut minus apte
fjllam rei ordo fueril esse putantur Sl.
Tomada, pues, rigurosamente esta expresión de ac-
tas de los mártires, no debiera aplicarse sino a las pie-
zas provenientes de los archivos judiciales; mas ya que-
da indicado que el número de actas que tienen este ca-
rácter es muy restringido. En su forma más pura, cabe
citar como ejemplo la Passio v Acta maJ"fyrum Scillila-
llOl"Um y las famosas Acta Proeollsll[aria sobre el mar-
tirio de San Cipriano. La rareza de esta clase, tan im-
portante y de tan alto precio, de actas de los mártires,
ha sorprendido a más de un moderno, por ejemplo, a
Boissier:
"Yo no puedo menos de sorprenderme en gran ma-
nera de esta rareza de actas (que pueden ser atribuídas
a los primeros siglos de la Ilglesia). Los cristianos tenían
gran interés en recogerlas y les era fácil hacerlo. Acaba-
mos de ver que los arc,hivos judiciales contenían, sin
duda, la minuta de las sentencias dadas contra sus her-
manos. No tenían sino procurarse copias, y es seguro que
así lo hicieron algunas veces. De este modo podían re-
producir, en su texto oficial, el interrogatorio del acusa-
do, las deposiciones de los testigos, la sentencia del juez.
Para ellos eran éstos documentos preciosos, que debÍfm
tener interés en conservar. Fácil les era añadir a tedo
ello un relato de la muerte del mártir según el testimo-
OT Cf. VAN DEN GHI!lTN. DThC,.III, 322 SH. (Actes des martyrs), y A. DI
BIL, DHOE, IX, col. 618 (Bollandlstes), col. 633 (Bollandus).
TESTIMONIO Y ENSEÑANZA 149
TESTIMONIO y ENSEÑANZA.
.. Inst. Dit>. v, 13; PI, 6, 5139 8S. Las mismas ideas en In8t. Div. V. 23.
158 INTRODUCCIÓN GENERAL
NUESTRA COLECCIÓN.