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abril - junio • 2008

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM • Número 40

Reportaje, ensayo, narrativa:


maneras de escribir divulgación científica

Alan Lightman

El presente texto, tomado de la introducción al libro The best american science writing
2005 (Harper, Nueva York, 2005), y traducido por Sergio de Régules, refleja la visión de un
maestro de la divulgación científica.


Hay tantas maneras de escribir divulga-
ción científica como de escribir lo que
sea, y cada una tiene sus herramientas y
su territorio. Existe el reportaje, cuyo au-
tor “busca la nota”, entrevista a los exper-
tos y, en esencia, se quita de en medio.
Está el ensayo, cuyo autor mira al interior
en vez de al exterior, se otorga el papel
protagónico y descaradamente invita al
lector a verlo batallar con una idea. Hay
una tercera categoría que podríamos lla-
mar narrativa experimental. En ésta el
autor puede tratar de captar una escena
o un momento de la vida, como en la
narrativa literaria, sin explicaciones ex-
tendidas ni comprensión cabal; o bien
puede construir una fantasía para ilustrar
algún principio científico importante. En
esta categoría se encuentran el incompa-
rable La tabla periódica, de Primo Levi,
el clásico Flatland, de Edwin Abbott, y
los libros del señor Tompkins, de George
Gamow.
Como en todo tipo de escritura, la
buena divulgación científica es clara,
cautivadora, inteligente, estimulante, ima-
ginativa, elegante y chusca, cuando el
humor es natural. (¡Cómo quisiera que 1
Mi
visión
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perder las ideas esencia-


les. Para esto es muy útil
una buena metáfora. Por
ejemplo, ¿cómo puede el
lego entender el concep-
to, fundamental en cosmo-
logía, de que el universo
se expande, con todas las
galaxias alejándose unas
de otras, pero sin centro de
partida de la expansión?
En 1931 el astrónomo Ar-
thur Eddington propuso
imaginarse que el espacio
es bidimensional y que las
galaxias son puntos pinta-
dos en la superficie de un globo que se ce 20 años, cuando el físico teórico John
infla. Desde la perspectiva de cualquiera Schwarz propuso la teoría de cuerdas,
de los puntos, los otros se alejan en todas irrumpió en el escenario del Centro de
direcciones, pero ninguno de ellos es el Física de Aspen y, en palabras del di-
mi trabajo siempre cumpliera estos altos centro. Desde entonces esta hábil metá- vulgador de la ciencia Dennis Overbye,
ideales!) No hay reglas. Como dijo Henry fora ha ayudado a los estudiantes de cos- “se puso a parlotear, diciendo que había
James en su ensayo “El arte de la novela”, mología de todo el mundo, sin importar descubierto una teoría que lo explicaba
la única regla que no se puede romper en qué lengua aprendan esta asignatura. todo”. Según un plan preestablecido,
es que lo escrito sea interesante. Pero yo Una estrategia excelente para lidiar de entre bastidores salieron unos indivi-
creo que la divulgación científica tiene con el segundo problema, el “miedo a la duos vestidos de blanco y se llevaron a
otras exigencias que no comparte con ciencia”, es mostrar el lado humano de Schwarz. A los pocos años, cuando la risa
otros tipos de escritura, en primer lugar ésta. Por más remoto que parezca el tema, había pasado, Schwarz se dio cuenta de
porque el tema suele ser de carácter téc- la empresa científica es profundamen- que su teoría de cuerdas sí podía explicar
nico y en segundo lugar porque a mucha te humana. “Basta con hacer contacto”, todas las fuerzas de la naturaleza. “De
gente le aterra la ciencia. escribió E. M. Forster en Howards end. inmediato me convencí de que valía la
Para lidiar con el primer reto no re- Los científicos tienen pasiones, miedos, pena dedicarme a esto”, recordó Schwarz
comiendo saltarse las partes difíciles del envidias, culpabilidades, ambiciones y en su entrevista con Overbye. Hasta hoy
tema. Más bien hay que ensuciarse las momentos de nobleza y de cobardía, no hay ni pizca de evidencia experimen-
manos. Hable con los expertos. Estudie. como todo el mundo. Los científicos tie- tal en favor de la teoría de cuerdas. Con
Conozca el material lo bastante bien co- nen vidas y sufren dramas. todo, algunos de los mejores físicos teóri-
mo para poder hacer simplificaciones sin Consideremos, por ejemplo, la teo- cos del mundo están enamorados de ella.
ría de cuerdas, qui- He ahí una historia. Roger Straus, de la
zá la disciplina más editorial Farrar, Straus & Giroux, me dijo
esotérica de la cien- una vez que el secreto de escribir bue-
cia de hoy. La teo- na divulgación científica —o de escribir
ría de cuerdas habla bien en general— es narrar historias. “A
de unos trocitos de la gente le encantan las historias”, dijo
materia vibrante de ta- Roger.
maños ultrapequeños,
mucho menores que
el núcleo de un áto-
El físico y novelista estadounidense Alan
mo. (La teoría tam- Lightman (1948) es uno de los divulga-
bién implica que el dores científicos actualmente vivos más
espacio tiene unas influyentes. Su novela Sueños de Einstein
cuantas dimensiones se ha convertido en un clásico de la lite-
ratura que, además de narrar, divulga la
adicionales, pero eso
ciencia.
2 es lo de menos.) Ha-
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por Sergio de Régules

Frijoles son cocidos en todas partes,

En mis noches de insomnio me pregunto si los di- La cosa se explica, hasta cierto punto. Después de
vulgadores de la ciencia no estaremos defraudando todo, los pobrecitos no sólo leen todo en inglés, sino
a nuestro público cuando damos a entender que los que, encima, tienen que escribir todo en inglés, que
científicos son las personas más listas del mundo. Una es el idioma de la ciencia. Por si fuera poco, lo que
investigadora de nuestra universidad afirmó una vez suelen leer no es Shakespeare ni mucho menos, sino
que los científicos ganan más, tienen coches más gran- artículos especializados, que son exactamente lo con-
des y se acuestan con más gente que el común de los trario. Árbol que crece torcido… ya saben ustedes. Así,
mortales. Después de oír esto, muchos jóvenes deben en una reunión de físicos a la que asistí hace un par de
haber decidido entregar desinteresadamente su vida a años tuve ocasión de oír lo que les voy a contar.
la ciencia. Pero imagínense cómo se sentirán esos jó- Era una reunión por todo lo alto. Estaba la crema,
venes cuando, con su doctorado por fin en mano luego estaba la nata y estaba un buen número de coágulos
de muchos años de esfuerzo, descubran que la autora de leche cortada (por ejemplo, yo). Se discutía el fu-
de la afirmación exageró un poquito, y que ni ganan turo de la física en México. Discutir el futuro de la
más ni tienen coches más grandes —aunque, eso sí, física en México es un poco como discutir el futuro
se acuestan con mucha gente, porque toda la familia del Titanic, pero los científicos son optimistas, y en
tiene que dormir en la misma cama. ¿No ten- todo caso, para decirlo como lo dirían ellos,
drían razón en sentirse engañados? ¿Será po- “no se dan arriba sin una pelea” —venden
sible que el exabrupto de la doctora, en vez caro su pellejo, pues. Iban dispuestos a
de despertar vocaciones científicas, inspire dar batalla.
asesinos reincidentes? —Oh, mi dios —dijo uno—. Todos
Para mitigar el daño que podamos haber nuestros esfuerzos han probado inútiles.
causado los divulgadores al presentar a los El escenario actual es una receta para el
científicos como gente particularmente suertu- desastre.
da y agraciada, quisiera mostrar aquí que no era para —Si no limpiamos nuestro acto —dijo otro—, so-
tanto. Tómese como antídoto. mos tan buenos como muertos. Somos historia.
A los físicos, quien no sabe física les parece ton- —A veces un hombre tiene que hacer lo que tiene
to. A mí, comunicador, quien usa mal el español pu- que hacer —concluyó, filosófico, un tercero.
diéndolo usar bien me parece lelo, quizá por un sesgo —Y lo que tenemos que hacer —intervino otro (y
profesional equivalente al de los físicos —e igual de aquí sí la cita es textual)— es construir una facilidad
reprobable, lo reconozco. de estado del arte para hacer investigación de clase
De las groserías que se le pueden hacer al español mundial.
la más fea es, en mi opinión, hablar con anglicismos, —Wow —exclamaron sus colegas.
o sea, calcar en español expresiones del inglés. Quien El secreto para entender lo que dijeron estos físicos
dice “vamos a tener sexo” comete esta vejación (el in- es calcarlo al inglés palabra por palabra. Entonces se
dividuo ya tiene sexo: es hombre o mujer). También la entenderá que lo que se proponía era construir un la-
comete quien dice “amo los espaguetis” cuando quiso boratorio con tecnología avanzada para hacer investi-
decir “me encantan los espaguetis”, “aplican restriccio- gaciones de primer nivel.
nes” por “hay excepciones”, “corran por sus vidas” en Beans are cooked everywhere, o en todos lados
vez de “sálvese quien pueda” y “¡en tu cara!” en lugar se cuecen habas, qué se le va a hacer. Un científico
de “lero, lero, candilero”. Pues bien, los peores verdu- puede cometer tantas tonterías como cualquier Tom,
gos anglificantes del español (después de los traducto- Dick y Harry. Puede, incluso, cometer más. ¿Cuántas?
res de la televisión) son —¡surprise!— los científicos. Podríamos decirlo así: el cielo es el límite.

comentarios: sregules@universum.unam.mx
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Mis inspiraciones
de la niñez:
revistas de divulgación
y programas de televisión
Fabio Cupul

La vocación por la ciencia –ya sea por la


rra infan-
investigación o por la divulgación cien- til (en in-
tíficas– puede provenir de fuentes varia- glés, por
das. He aquí el testimonio de un exitoso cierto) que
investigador-divulgador mexicano, que se transmi-
nos hace apreciar más el papel que la te-
levisión puede jugar en el crecimiento de
tía por los
la comunidad científica. canales de
televisoras
de Arizona y
Viví mi niñez entre las décadas de los California.
sesenta y los setenta del siglo pasado, A pesar de la
entre el calor, los chamizos, los campos sequía informati-
de cultivo, el polvo, los “braceros”, la va, tuve la oportu-
psicodelia hippie y la moda de los pei- nidad de conocer
nados “afro” de la ciudad fronteriza de personajes televisi-
Mexicali, Baja California. vos y descubrir revistas
En aquellos tiempos, tanto los pro- que, invariablemente,
gramas televisivos como las revistas de influyeron en mi deci-
divulgación científica escaseaban. No ha- sión de estudiar una
bía canales exclusivos para ello, ni mu- carrera de ciencias para
cho menos una amplia variedad de revistas dedicarme a la investi-
de divulgación al alcance de todos. El gación y, actualmente,
panorama era, sin duda, limitado. Tan combinarla con la divulgación. Esta si- a las estrellas, tan de moda en la década
restringidos eran algunos ámbitos del tuación personal con la televisión, a la de los setentas en nuestro país.
entretenimiento parvular que, si desea- que me atrevo a llamar “orientación vo- El impacto que tuvo la televisión en mi
ba ver caricaturas, en lugar de sintonizar cacional por ondas hertzianas”, no es una niñez fue significativo: nada me importó
Cartoon Network, Jetix o Nick y disfrutar experiencia exclusiva mía, ya que me he que aquel armatoste amarillo de bulbos
de 24 horas ininterrumpidas de dibujos enterado que personas de distintas partes marca Zenith, que ocupaba el sitio prin-
animados, como hacen hoy mis hijos, del orbe decidieron estudiar medicina cipal de la sala de mi hogar, tardara lar-
tenía que esperar hasta los sábados y le- inspiradas por el carácter y actuar del Dr. gos minutos en encenderse, no contara
vantarme a las cinco de la mañana para Leonard H. “Bones” McCoy, entrañable con control remoto, únicamente sintoni-
disfrutar de unas cuantas horas de la ba- personaje de la retrofuturística serie Viaje zara cinco canales (uno local, el llamado
actualmente “de las estrellas”, y tres grin-
gos) y sólo proyectara borrosas y distor-
sionadas imágenes en blanco y negro.
Pero empecemos por las revistas que
me impactaron. Durante los setenta Cu-
curucho y el Tío Rius (1974) y Contenido
Junior llenaban mi necesidad de conocer
sobre ciencia, naturaleza y tecnología. Si
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go gratos recuerdos de
su fabuloso programa
Reino salvaje, así como
de sus co-presentadores:
Jim Fowler, en su prime-
ra etapa, y posteriormente
Peter Gros. El programa lo
transmitían semanalmente, en
ocasiones hasta con una hora de
duración.
Prepararme para ver Reino salvaje era
un ritual. Después de jugar futbol con los
amigos por la tarde, me metía a bañar,
me ponía la pijama, mi mamá me servía
un plato de frijoles refritos con varias tor-
tillas de harina hechas a mano (esta fue,
en toda mi niñez y adolescencia, mi sa-
mal no recuer- brosa merienda de todos los días) y, fi-
do, la primera nalmente, me colocaba frente al televisor nólogo (por cuestiones de logística fa-
revista estaba di- para degustar las visiones de la naturale- miliar), nunca me he apartado de los
rigida a niños y za junto con un buen bocado de alimen- asuntos biológicos. Actualmente realizo
su formato era a to. Era un buen pasatiempo que me hacía investigación y divulgación sobre coco-
manera de histo- feliz. Pero lo que más me maravillaba drilos, miriápodos y artrópodos en ge-
rieta. Su creador de ese momento de fusión con las ondas neral. Para mí, la llamada “caja idiota”
fue Eduardo del Río hertzianas del televisor era visualizarme tuvo su momento de lucidez al mostrar-
(Rius) y, por supues- en mi adultez estudiando y manipulando me las maravillas de la naturaleza, ade-
to, en su temática los animales, como Perkins lo hacía en más de colocar ante mis ojos imágenes
había el matiz socia- la pantalla. En otras palabras, en pleno de actividades profesionales que permi-
lista que caracteriza la contacto con la naturaleza. ten combinar el gusto con el trabajo. Mi
obra de este conocido En Reino salvaje se presentaban as- exposición durante la niñez a ciertos
y prolífico autor. Yo es- pectos de la historia natural de programas televisivos y revistas
peraba con ansias que los animales, su manipula- (aunada, claro está, a otras
mi papá me la comprara ción y, lo más importan- variables sociales y per-
quincenalmente, ya que te, se echaban por tierra sonales), me permiten
exaltaba mi imaginación supercherías respecto actualmente hacer lo
con juegos e historias. La- a su comportamien- que me gusta (y reci-
menté su salida del mercado to. Aunque Perkins no bir un pago por ello),
al cabo de un poco más de contaba con la visto- y así apegarme a la
un año. De la segunda, que también leía sidad que hoy en día conseja que dice: “un
por el año 74, recuerdo que era como el poseen Austin Stevens, hombre con suerte es
hijo de la revista Contenido (que todavía Jeff Corwin, Mike O´shea, aquel que convierte su
circula), ya que poseía esencialmente el sir David Attenborough, el pasatiempo en su profe-
mismo formato (creo que era más gran- desaparecido Steve Irwin o el sión” (Mark Waid).
de) y enfatizaba explicaciones sobre el mismísimo Roberto Rojo, sí com-
cómo y por qué del funcionamiento de partía con ellos la misma pasión por la
un amplia gama de tecnologías (recuer- naturaleza (esta misma pasión fue lleva-
do claramente la del automóvil). Des- da al máximo por Carl Sagan en su serie
Fabio Germán Cupul Magaña estudió la
afortunadamente, después de un tiempo Cosmos, que más de una vez me sacó de licenciatura y maestría en oceanología en
también se dejó de editar. Sin embargo, la depresión estudiantil cuando los exá- la Universidad Autónoma de Baja Cali-
tuvieron efecto en mí, al fomentarme el menes y las tareas me abrumaban en la fornia. Es investigador en la Universidad
entusiasmo por la ciencia. licenciatura). Creo que su pasión y gusto de Guadalajara y estudia el doctorado en
Por otro lado, en el ámbito televisi- por su profesión fue lo que me inspiró desarrollo sustentable sobre el tema de
la artropodofauna urbana. Ha publicado
vo, Marlin Perkins fue en definitiva el del divulgador Perkins, y me enganchó también numerosos artículos de divulga-
presentador y divulgador científico de finalmente para estudiar una carrera de ción científica. Comentarios:
aquellos tiempos que más me inspiró ciencias biológicas. fabio_cupul@yahoo.com.mx
para definir mi perfil profesional. Ten- Aunque estudié la carrera de ocea-
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Ideas
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Los límites de la

Maia Fernández Miret Schussheim

dio de comunicación tiene sus propios navega entre el texto y el habla, y usa cual-
La divulgación científica, como la ciencia
límites, reglas y retos, como saben bien quier otro recurso sonoro para re-construir
misma, es una labor eminentemente crea-
tiva. Maia Fernández Miret explora en este todos los que trabajan en alguna forma el mundo en las cuatro paredes forradas de
texto, fruto del módulo de creatividad del de popularización de las ideas, desde la una cabina. La divulgación en radio debe
Diplomado en Divulgación de la Ciencia publicidad hasta la divulgación científica. tener presente esta geometría, y además
de la unam, los límites que aparecen en Un buen guión, un buen programa de ra- cuidarse de no caer en excesos didácticos:
la relación entre textos y medios audiovi-
dio, una buena página de internet, hasta es más fácil expulsar los giros
suales, y ofrece interesantes reflexiones al
respecto. un buen comercial de televisión, son condescendientes del texto
siempre producto de una nego- que de la voz, que nos
ciación entre los límites y traiciona con más fre-
quien los empuja; entre cuencia de la que
Quienes se dedican a actividades creati- un poco de rigidez y un imaginamos.
vas mantienen una relación de amor y poco de flexibilidad. Otra caracterís-
odio con los límites. Quienes hacen ra- tica definitoria del
Por un lado, los límites le dan for- dio deben tener un radio es su fugaci-
ma a ese caos primordial que es la sentido exquisito de dad. Cuando escri-
hoja —o la pantalla, o la grabado- los ritmos y los tiem- bimos podemos darnos
ra— en blanco. Por el otro, obli- pos para no construir una el lujo de hacer algunas
gan a las ideas del creador a frase tan larga que ahogue al locutor, ni contorsiones con las pala-
adoptar posiciones incómo- un diálogo con demasiado personajes in- bras, meter unas oraciones
das para entrar en una pági- distinguibles. Muchos de los que incur- dentro de otras como muñecas rusas y
na demasiado pequeña, sionan en radio por primera vez cometen usar recursos tipográficos para jugar con
un minuto demasiado el error de pensar que el texto escrito —el el lector, confiados de que éste puede ir y
corto, un presupues- texto literario, impreso— se puede tras- regresar por la página, tomárselo con cal-
to demasiado es- ladar sin más al discurso oral; otros (tal ma y darnos el beneficio de la duda para
trecho. vez los mismos, pero de rebote) piensan entender los acertijos que le proponemos.
Cada me- que la radio no es más que una forma en- En radio sólo tenemos una oportunidad
sayada del habla cotidiana. La radio, sin para que lo que decimos no acabe de in-
6 embargo, no es ninguna de las dos cosas: mediato en el bote de basura del olvido.
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Los productos audiovisuales y mul- veces una pregunta inquietante y nunca tación enriquecedora con su público. Es
timedia —casi cabría incluir aquí los resuelta: ¿hasta dónde un texto es divul- imposible definir la creatividad, pero al
libros ilustrados, por ejemplo los li- gación? ¿Es Alan Lightman un divulgador menos sabemos dónde está: cuando ha-
bros para niños— son unas quime- que transmite no las ideas básicas, pero cemos a un lado los límites, en forma de
ras enormemente difíciles de gestar: sí las emociones que despierta la com- consideraciones técnicas, económicas,
el matrimonio del texto y la imagen, prensión de la teoría de la relatividad? metodológicos, publicitarias, políticas y
que se acotan entre sí de ¿Es divulgación el perio- quién sabe de qué otras naturalezas, es
formas muy complejas. dismo de ciencia, un ella la que nos devuelve la mirada desde
No sólo deben obede- ámbito adusto y meti- la página, el monitor, la cinta de audio
cer a los imperativos culoso en el que rara- que ya no están vacíos.
del ritmo que privan en mente caben palabras
la radio, sino al férreo de más? ¿Se vale dejar
yugo de las imágenes, la decisión en manos
que pueden funcionar del lector, aduciendo
como ornamentos del que son sus ojos los Maia F. Miret es diseñadora industrial por
formación, pero divulgadora de la cien-
discurso, profundizar en que inclinan la balan-
cia por capricho. Actualmente dirige una
él, ramificarlo y, en algu- za hacia la divulgación pequeña editorial, Libros del escarabajo,
nas ocasiones incluso servir como un o la literatura? ¿Quién debe contener a que publica divulgación de la ciencia pa-
contrapunto cómico o dramático. De los divulgadores dados a excesos retóri- ra niños y jóvenes. Comentarios:
todas las formas de comunicación, la cos, y quién se encarga de soltar la mano librosdelescarabajo@gmail.com
audiovisual y la multimedia son las de quienes padecen de más la censura
que pueden contener la información autoimpuesta?
más densa y compacta, y por tanto las Todavía no sabemos la respuesta a to-
que más trabajo requieren para alcan- das estas preguntas; tal vez no la sepa-
zar un equilibrio entre el exceso y la mos nunca, pero estaremos más cerca si
trivialidad. la comunidad de divulgadores establece
Finalmente, los textos escritos, ya un esfuerzo sistemático por evaluar sus
sean guiones para otros medios o pro- productos y por entablar una retroalimen-
ducciones de naturaleza literaria, tienen
su propia oferta de límites y posibilida-
des. La primera es, claro, la extensión
y la naturaleza de la publicación o el
medio donde, con suerte, aparecerán.
Pero hay otros límites, más intangibles
pero no menos reales, que delimitan la
pluma de los divulgadores: el idioma
en que se escribe, la cultura científica
y general del público y las creencias
e ideologías de quienes pueden inter-
pretar los textos de formas indeseables
y sorprendentes. Durante mi estancia
en el Diplomado en Divulgación de
la Ciencia de la unam surgió varias 7
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Susana Herrera Lima

¿Puede la divulgación ganar un premio Nobel? La experiencia de Al Gore y su


documental Una verdad incómoda muestra que sí… o al menos, la mitad de
uno, al tiempo que contribuye a cambiar a nivel mundial la percepción pública
de un grave problema ambiental.

E l 12 de octubre le fue otorgado el premio Nobel


de la paz a Al Gore, político y activista, y a los más de
sido la sistematización de
los datos provenientes de
3 mil científicos que integran el Panel Interguberna- investigaciones científicas en
mental sobre Cambio Climático (ipcc) de la Organiza- torno al problema del calenta-
ción de las Naciones Unidas (onu). miento global y el cambio climático,
El Comité Nobel, en su discurso, puso especial én- así como el hecho de hacer accesibles los
fasis en la labor de los ganadores del reconocimiento documentos resultantes de su trabajo en un sitio de
para “construir y divulgar un mayor conocimiento so- internet de acceso público y gratuito (www.ipcc.ch).
bre el cambio climático causado por el ser humano”. La labor de Al Gore, por su parte, ha sido fundamen-
En cuanto a Gore, el Comité Nobel afirmó que “es talmente hacer visible esta problemática en el ámbi-
probablemente la persona que a título individual ha to de los medios de comunicación, construyendo un
hecho más para crear conciencia a nivel mundial sobre discurso dirigido hacia públicos no especializados en
las medidas que deben adoptarse”. ciencia, pero con una argumentación basada en inves-
Sin duda, la contribución fundamental del ipcc ha tigaciones científicas.

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¿Suena familiar, comunicadores de la ciencia?
La relevancia de este hecho tiene múltiples aristas,
desde la perspectiva eminentemente política (el he-
cho de otorgar un reconocimiento de tal magnitud
a ciudadanos y proyectos provenientes, sobre todo,
del país menos comprometido con la causa que de-
fienden) hasta la que concierne directamente al
quehacer científico y, sobre todo, a su co-
municación en el espacio público. Sin
optimismos desbordados, y menos
aún con imperdonable ingenui-
dad, esta situación debería
llamar a los comunicadores
de la ciencia al análisis y
la reflexión de las posi- al conjunto de científicos involucrados (de no estar
bilidades que la co- él, este premio sería tratado de forma muy diferente
municación pública por los medios, y es muy probable que fuera aprecia-
de la ciencia puede do solamente por científicos y ecologistas), y obliga a
detonar en el ám- pensar el hecho y el problema en términos de comuni-
bito específico de cación pública de la ciencia, de acceso al conocimien-
las políticas pú- to científico y de contribución a la formación de una
blicas, así como conciencia crítica en los ciudadanos.
para la incorpo- El trabajo y acciones de Al Gore han sido controver-
ración de la esta tidos; no se trata, aclaro, de tomar postura respecto
actividad en las a “si estuvo bien o mal” otorgar este premio de esta
prioridades de los forma específica. Lo importante, considero, es tomar
medios. conciencia de la relevancia que puede adquirir la
Este premio está comunicación pública de la ciencia cuando atiende
colocando en la agenda problemáticas que conciernen a la sociedad –en este
no solamente la proble- caso, al planeta entero– y que contribuyen a poner
mática del calentamiento efectivamente, y de manera significativa, al conoci-
global y el cambio climático, miento científico al servicio del bienestar social.
sino también la urgencia de
realizar proyectos cuyo propósito
principal sea poner el conocimiento
científico al servicio del bienestar social. Los Susana Herrera Lima es licenciada en computa-
premiados, en su mayoría, son científicos que es- ción, por la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla y maestra en comunicación de la ciencia y
tán recibiendo no un Nobel de ciencia, sino un Nobel
la cultura por el Instituto Tecnológico de Estudios
de la paz, trasladando así la comunicación del discur- Superiores de Occidente (ITESO). Actualmente es
so científico al ámbito de la cultura científica, orien- coordinadora de la Maestría en Comunicación de
tada primordialmente a la generación de condiciones la Ciencia y la Cultura del ITESO, y vicepresidenta
de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la
indispensables para la supervivencia. El hecho de que
Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT).
el ex-vicepresidente/activista devenido comunicador Comentarios: shl@iteso.mx
los acompañe proporciona una visibilidad diferente

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Columna a cargo del P.h.D.(*)


Nepomuceno Baldón

Es de todos conocido el extrañamiento epistémico(**)


que merece un historiador de la ciencia que no sepa
chismes de científicos.
Documentos personales los tiene por montón: se sa-
be que los científicos sólo destruyen los papelitos que
los comprometen. Pero un historiador de la divulga-
ción de la ciencia que carezca de documentación pri-
vada perteneciente a los sujetos estudiados es peor que
un pez fuera del agua; es como un Al Gore sin cambio
climático: un Don Nadie.
Yo, Nepomuceno Baldón, aprendiz de historiador
de la divulgación científica, voy todos los domingos
a La Lagunilla en busca de documentos reveladores,
archivos muertos y tacos de lengua. De mis pizcas he
hecho una selección refinadísima que pongo a dis-
posición de todos ustedes gracias a este espacio que Dirección General
El muégano
graciosamente (aunque me ha costado trabajo conven- de Divulgación
divulgador
de la Ciencia
cerlos) me han concedido los señores editores de este
afamado boletín. Para beneplácito de la comunidad,
se trata de cartas perdidas que algunos científicos de René Drucker Colín
renombre han enviado a los divulgadores coetáneos de Director General
su obra. (Es una fortuna que, en todos los casos y para Juan Tonda Mazón
mi sorpresa, el idioma epistolar sea el español.) Asunto Subdirector de Medios de Comunicación
histórico más jugoso no puede imaginarse; tanto, que Juan Manuel Valero Charvel
hasta las cartas parecen (como dicen los jóvenes de Subdirector de Prensa y Radio
mi época) hechizas. Pero las fracturas papiriformes, Martín Bonfil Olivera
las manchas amareloides y el moho panicular que Editor
ostentan dan fe de su antigüedad(***). Los originales Lourdes Arenas Bañuelos
obran en mi poder, para que los desconfiados puedan Nemesio Chávez Arredondo
enviarlos al calígrafo de su preferencia o al paleógrafo Sergio de Régules
de su inclinación. Bueno, en realidad sólo puedo pro- Juan Tonda Mazón
Redacción
porcionarles una fotocopia, y no por desconfianza sino
por prudencia, en tanto la casa Sotheby’s de Londres Ma. del Carmen Mercado
Diseño original
no autorice la póliza correspondiente. No presento las
cartas en orden diacrónico sino sincrónico(****). Sólo Alejandra Bernal
pido a quien las cite una mención de mi nombre en alebernal78@yahoo.com.mx
Diseño y diagramación electrónica
calidad de custodio de tales tesoros históricos.

En nuestro próximo número: Primera entrega: Carta de El muégano divulgador, boletín mensual editado por
la Subdirección de Prensa y Radio de la Dirección
Charles Darwin Sqr. a Mr. John Pincheon
General de Divulgación de la Ciencia de la unam; 2o.
piso de Universum, zona cultural de cu, Coyoacán. Tel:
Notas: 5622-7315. E-mail: muegano@universum.unam.mx
Las opiniones expresadas en los textos son respon-
*Pasante en historia de la Divulgación sabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan
** También conocido como tache. el punto de vista de la institución. El material se publi-
ca con propósitos de difusión y sin fines de lucro. Para
***La datación del papel por carbono 14 y la espec- cualquier aclaración, favor de ponerse en contacto con
trografía de la tinta están por contratarse mediante un el editor.
proyecto papitas.
**** Según las he ido encontrando.

10
no divulgarás
por Martín Bonfil Olivera

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De la cápsula de ciencia
a Scientific american:
las variedades del acto divulgativo

A riesgo de sobresimplificar, puede afirmarse que cuando la mayoría de los investi-


gadores científicos –con honrosas excepciones– se refieren a la divulgación, lo hacen
pensando en uno de dos modelos extremos: la cápsula tipo “un minuto de ciencia”, y
el artículo amplio y detallado estilo Scientific american.
Las primeras proporcionan información escueta y concreta, precisa pero (necesa-
riamente, debido a las limitaciones de espacio) descontextualizada, y muchas veces
poco atractiva, pues suelen concebirse a partir del interés del científico, no del
público. Esta divulgación mínima tiene la virtud de informar, pero rara vez puede
llegar a explicar, y menos profundizar en el cómo, el por qué, la historia, el con-
texto sociocultural y otros ángulos que podrían atraer al lector o radioescucha y
enriquecer su experiencia.
Por su parte, el artículo extenso y profundo, riguroso y muy documentado,
con frecuencia resulta complejo, y es adecuado sólo para un público que tenga
interés previo por la ciencia y una formación de nivel universitario.
Quienes nos dedicamos de tiempo completo a la divulgación sabemos que
la gama de posibilidades es mucho más amplia. Que entre la cápsula mínima
y el artículo semi-especializado existen múltiples niveles en los que, además
de incluir información más o menos detallada y rigurosa, pueden explotarse
los variados recursos disponibles para el divulgador: símiles y metáforas;
lenguaje humorístico, literario o poético; referencias y relaciones con otros
ámbitos (arte, cultura, política, deportes, espectáculos, historia… los límites
son la imaginación y creatividad del divulgador).
Los divulgadores sabemos también que muchas veces lo más importante
no son los hechos y datos científicos precisos –y mucho menos las fórmu-
las o gráficas–, sino los procesos, las ideas, los métodos por el que se ha
llegado a obtener el conocimiento científico y los argumentos que nos
hacen confiar en él.
Mientras el investigador suele concentrarse en el conocimiento, el di-
vulgador abarca, además, a los científicos como individuos y como co-
munidad; su labor, que produce dicho conocimiento, y su contexto, que
puede abarcar la totalidad de la cultura en que está inmerso. Un mismo
tema puede abordarse así desde los ángulos más diversos, con diferen-
tes niveles de profundidad y dirigiéndose a públicos muy variados.
Pero la diversidad de posibilidades de la divulgación hecha por
divulgadores (es decir, por especialistas en divulgación) no sólo es
lineal: se extiende también en otras dimensiones. Se puede enton-
ces ir más allá de los mensajes destinados simplemente a trans-
mitir información, para llegar a los actos creativos que buscan

Piscolabis
compartir experiencias de tipo estético, emocional, ético, cultu-
ral… humano. La novela, el cuento, el poema, la obra de tea-
tro, la instalación, la música… las posibilidades para compartir
la ciencia son ilimitadas, y en muchas de ellas los contenidos
conceptuales pasan a segundo o tercer plano, sino que por ello
“El Muégano es como el crimen: se deje de estar, indudablemente, divulgando la ciencia.
no paga” El acto divulgativo va mucho más allá de la transmisión de
conocimiento. Entender esto es quizá una de las característi-
cas que distinguen al divulgador de oficio.
Nemesio Chávez Arredondo

comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx 11
abril - junio • 2008

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