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Los conflictos familiares, entendidos como procesos de desarmonía entre los

miembros de una familia, ocurren en todas y cada una de las familias por muy
buena relación que tengan sus miembros.

Cualquier grupo o conjunto de dos o más personas puede tener, en determinados


momentos, disparidad de opiniones. Esta disparidad puede dar lugar al conflicto.
Si no se resuelve bien, puede debilitar las relaciones entre sus miembros.

La psicología familiar pretende enseñar a las familias estrategias de resolución


de conflictos para que estos conflictos no lleguen a suponer un problema que
enturbie la relación entre sus miembros (en este caso padres-hijos).

La manera de solucionar los conflictos del día a día indica cómo son estas
relaciones, al mismo tiempo que deja entrever la personalidad de cada miembro de
la familia.

Existen tres formas básicas de solucionar los conflictos:

1. Yo, padre, gano. Tú, hijo, pierdes


– Modelo usado por padres que siguen estilos educacionales autoritarios.
– En este modelo, los padres ejercen su poder usando castigos y chantajes para
valer sus soluciones frente a las del hijo y esperar a que este las acepte.
– No se da ninguna mediación, porque prevalece la opinión de los padres ante
la del hijo.
– No se tiene en cuenta la opinión del hijo ni las alternativas que propone ante
el problema. Limita su capacidad para solucionar sus propios problemas.
– A la larga, crea rencor. Este rencor puede debilitar la relación.
– El hijo aprende a mentir para conseguir lo que quiere, no aprende a
solucionar los problemas por si solos: no se le permite adquirir
autorresponsabilidad.

2. Tú, hijo, ganas. Yo, padre, pierdo


– Modelo usado por padres que siguen estilos educacionales negligentes.
– Se da en situaciones en las que existe un conflicto y, por mucho que los padres
han intentado persuadir al hijo, no lo han conseguido y terminan cediendo.
– Este método es usado por muchos padres con el objetivo de evitar discusiones
o problemas familiares.
– El hijo termina aprendiendo que puede conseguir todo lo que quiera. Su
sensación de poder aumenta cada vez más, y este poder será usado para seguir
consiguiendo sus objetivos.
– Los padres terminan aprendiendo que son más débiles que el hijo.
– Este modelo crea hijos egoístas que aprenden a hacer sentir culpables a los
padres.

3. Nadie pierde. La concertación


– Es el método más recomendable y el modelo usado por padres que
siguen estilos educacionales democráticos.
– La solución al problema se encuentra teniendo en cuenta las opiniones de todos
y cada uno de los miembros. Entre todas las soluciones propuestas, se busca
aquella que favorezca a todas las partes.
– El hijo se siente valorado, le da sensación de utilidad.
– Le permite crear estrategias de solución de problemas y le permite enfrentarse
a sus propias decisiones.
– Comprende, además, el valor de la familia como un conjunto cooperativo.

Tan importante como solucionar los conflictos familiares que van surgiendo en el
día a día, es también buscar la mejor forma de solucionarlos. Una solución
conjunta y democrática, basada en la concertación, nos enseña a respetar y
valorar al resto de personas, al mismo tiempo que nos sentimos valorados por
los demás. Una buena resolución de conflictos estrecha lazos y permite una
convivencia plena y positiva.

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