Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
EL LOBO _____________ 57
Hace treinta días, mi jefe, el Sr. Wolf de Wall Street, vino a mí con una oferta
que no podía rechazar: Firmar con mi nombre en la línea punteada y pretender ser su
prometida durante un mes. Si accedía, él me dejaría salir de mi contrato de trabajo con
un paquete de indemnización "muy generoso".
Las reglas eran bastante simples: Sin besos íntimos, sin sexo real. Solo fingir
amarnos el uno al otro para la prensa, a pesar de que secretamente he querido quitarle
esa sonrisa sexy de la cara desde el primer día que nos conocimos.
Definitivamente no necesitaba pensar dos veces en esto. Firmé y empecé a contar
los segundos para cuando nunca tuviera que tratar con el imbécil de marca registrada de
nuevo.
Solo llegué a un minuto...
Discutimos todo el vuelo de cuatro horas hasta su ciudad natal, no pudimos dar
una convincente impresión a la prensa de bienvenida, y justo cuando estaba a punto de
quitarle esa mirada arrogante de la cara en la vida real. Deliberadamente dejó caer su
toalla de baño frente a mí, distrayéndome con su pene de veintitrés centímetros para
"mostrarme quién era la persona más grande" en nuestra relación. Luego me dio su
sonrisa de marca registrada una vez más y me preguntó si quería consumar nuestro
matrimonio.
Trágicamente, este es solo el primer día.
Todavía tenemos 29 días más para llegar...
ólo había una cosa peor que despertarse a las cinco en punto cada lunes
por la mañana. Era despertarse sabiendo que el resto de mi semana la
iba a pasar trabajando en Wolf Industries.
¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!
El sonido de mi alarma me saca de mis pensamientos, y ruedo sobre mi cama,
tirando de mi reloj desde la pared. Suspirando, quito las sábanas de mi cuerpo y me
dirijo al baño, tomando una ducha rápida y caliente.
En el momento en que salí, me cubrí el rostro con una ligera capa de maquillaje
y me puse mí vestido azul marino favorito con unos tacones. Debatí si debería usar algo
más festivo para celebrar la ocasión de hoy, pero esta mierda no valía la pena
celebrarla. Nunca.
Cogí mi teléfono y noté una gran cantidad de mensajes nuevos de mis
compañeros de trabajo más cercanos.
¡Felicitaciones, Emily!
¡Felicidades por los dos años con El Lobo, Emily!
¡Así es, Emily! ¡Dos años!
¿Cómo carajo duraste tanto?
¿Estamos celebrando esto o no?
Otro año en mi trabajo debería haber garantizado una noche de champaña, una
noche de celebración con amigos o incluso la felicidad legítima. Pero trabajar para
Nicholas A. Wolf —el Lobo literal de Wall Street, sólo significaba otra "x" estampada
en mi calendario de "días hasta que logre irme".
Uno de los hombres más exasperantes con los que había trabajado, el Sr. Wolf
era un enigma seductor que comía ofertas para el desayuno, almuerzo y cena. Era el tipo
de hombre que poseía un traje de diseñador diferente y un reloj de mil dólares para cada
día del año. También era, desafortunadamente, el tipo de hombre que todavía lograba
hacerme mojar a pesar de su mierda semanal. Especialmente cuando estaba a segundos
de querer darle una bofetada.
En los últimos dos años, había pasado más tiempo con él de lo que había pasado
con alguien más en mi vida. Él fue la primera persona que veía por las mañanas, la
última persona con la que hablaba por la noche, y ya que ambos éramos adictos al
trabajo, él era la única persona que veía cada fin de semana.
Estuve a su lado mientras él dirigía despiadadamente su corporación
multimillonaria, mientras canalizaba sus lecciones de vida por ver tanto El Padrino. Me
senté en reuniones con su gabinete más cercano de ejecutivos, tomando notas sobre su
lenguaje corporal y observando a cualquier persona sospechosa de serle desleal. Y lo
acompañé en todos sus viajes de negocios —en el extranjero y dentro del país, y lo
mantuve al corriente del funcionamiento interno de su corporación.
Nuestros dos años de relación laboral refleja un matrimonio moderno, sin sexo.
Los únicos beneficios que obtuve al trabajar con él fueron materiales: acceso ilimitado a
automóviles, una oficina en la esquina que daba a Manhattan, acceso a su cuenta de
crédito cada vez que quería ir de compras y un salario que era más de cinco veces lo que
la mayoría de los jefes le pagaban a sus asistentes ejecutivos. Por otra parte, era un salario
que nunca pude disfrutar realmente porque siempre estaba trabajando.
Mi vida era su vida
Al desplazarme por mi lista de contactos, le envié un mensaje de texto al
conductor de mi auto.
YO: Estaré lista en veinte minutos.
CONDUCTOR: Estaré allí en quince.
Le puse algo de comida y agua a mi gatita, Luna. Luego llamé a la recepcionista
principal de Wolf Industries.
―Oficina del Sr. Wolf ―respondió al primer timbre―. Le habla Savannah
Smith. ¿En qué puedo ayudarle con su llamada esta mañana?
―Savannah, es Emily. Estoy llamando por tus primeras tareas del día.
―Soy toda oídos, Señorita Johnson.
―Necesito que te asegures de que la sala de conferencias esté despejada para la
reunión de las ocho en punto del Sr. Wolf con Van Corps ―le dije―. También
necesitaré los archivos de Pierce Inc. en mi escritorio para poder sacar todos los
segmentos innecesarios que odia antes de dárselos para su aprobación final. También
necesitaré que me reserves una reunión de cinco minutos con Recursos Humanos. Para
que pueda escribir sobre la pasante que estuvo coqueteando con él este pasado viernes –
él no lo apreció. Ah, ¿puedes llamar a los Bagels de Einstein y decirles que estaré allí
para recoger su desayuno diez minutos antes de lo habitual?
―¡De inmediato, señorita Johnson! ―Ella siempre era demasiado alegre por la
mañana―. ¡Nos vemos pronto, y felicitaciones por su segundo aniversario aquí! ¡Espero
que te sientas orgullosa hoy!
Ni de cerca.
―Gracias. Hasta pronto. ―Terminé la llamada y subí el volumen en los últimos
minutos de Market-Watch1, escuchando los cambios de última hora. Abroché mi pulsera
favorita en mi muñeca y caminé hacia la habitación de mi hermana gemela.
―¡Me iré ahora, Jenna! ―dije, tocando―. ¿Puedes asegurarte de firmar mis
paquetes esta tarde?
1
Market-Watch: Se encarga de proporcionar las últimas noticias sobre los mercados de valores,
financieros y empresariales.
―¿Qué? ―Inmediatamente abrió la puerta y alzó una ceja―. Pensé que ibas a
renunciar hoy.
―Así es. Sólo tengo que asegurarme de que algunas cosas estén en su lugar
primero, y quiero asegurarme de que... ―Dejé de hablar una vez que vi a un tipo
desnudo tirado sobre su colchón―. ¿Quién es ese en tu cama?
―No veo a nadie. ―Ella sonrió―. ¿Quién es ese en tu cama?
―¿Qué? Nadie.
―Exactamente ―dijo ella―. Nadie… sin duda.
Una bocina de repente sonó afuera de nuestra casa de piedra, y di un paso atrás
antes de que nosotras dos empezáramos otra discusión sobre su ridícula vida sexual.
―Definitivamente hablaremos de esto cuando regrese. ―Corrí a la sala de estar
y agarré mi maletín. Abotoné mi abrigo y me dirigí hacia afuera, deslizándome en el
asiento trasero del auto.
―Buenos días, señorita Johnson. ―El conductor, Vinnie, me miró por el espejo
retrovisor―. ¿Debo felicitarte por tus logros trascendentales o sólo guardarme ese
elogio?
―Guárdatelo. ―Me reí―. Has durado diez años. Eso es mucho más tiempo de
lo que yo tengo.
―No exactamente. ―Sonrió mientras se detenía en el camino―. Nunca he
tenido que trabajar directamente con el señor Wolf.
Muy cierto...
―Estoy tan celosa de tu vida en este momento.
―Apuesto que si ―dijo―. ¿Hacia dónde nos dirigimos antes de que te deje en la
sede esta mañana?
―Necesito recoger algunos archivos de Deutsche en la Quinta, un informe de un
asociado de Lehman Brothers en Seventh, y necesito recoger su desayuno y café habitual
de Einstein.
―De inmediato. ―Me lanzó una mirada de simpatía antes de deslizarse por las
calles.
Cuando llegué al edificio principal, eran las siete y media, lo que me dio cinco
minutos antes de que llegara el Sr. Wolf.
Coloqué los archivos de la mañana en su escritorio, vertí el café del vaso de papel
en una de sus tazas preferidas y ordené a uno de los internos que organizara su
limpieza en el armario privado.
Mientras estaba esparciendo queso crema en su bagel, mi teléfono repetidamente
zumbó en mi bolsillo.
Conversación secreta de empleado: El Lobo está aquí...
Puse los ojos en blanco. Estaba más que molesta porque todavía lo llamábamos
con el nombre que inflaba aún más su enorme ego.
Yo: ¿Podemos cambiar su nombre a “El Gilipollas” o “El Imbécil”? ¿Solamente por un
día?
Conversación secreta de empleado: Nunca
Conversación secreta de empleado: Infiernos, no.
Conversación secreta de empleado: ¡EL LOBO!
Salí de su oficina en el mismo momento en que salió del ascensor. Hablando por
su teléfono celular, se paseó por el pasillo, luciendo sexy como siempre en un traje gris
de tres piezas. Sus gemelos "W" con monograma brillaban contra la luz, y sus zapatos
de cuero italiano brillaban tan intensamente que prácticamente dijeron: “Sí, somos
nuevos. Y sí, solo nos está usando una vez”
Cada mujer en su camino hizo una obvia toma-doble ganándose una sonrisa
arrogante de sus labios carnosos y una mirada de aprecio de sus profundos ojos azules.
―Buenos días, Sr. Wolf. ―La recepcionista se sonrojó y le tendió una carpeta
mientras él pasaba.
―Buenos días, señorita Smith. ―Él le dio una sonrisa y terminó su llamada,
dirigiéndose directamente hacia mí. Me miró de arriba abajo cuando se acercó,
deteniéndose cuando no me moví―. Señorita Johnson.
―Señor Wolf.
―¿Hay alguna razón por la que estás aquí afuera y no esperas en mi oficina para
ponerme al día con las noticias?
―Si la hay. ―Le entregué una hoja de papel―. Te he enviado por correo
electrónico todas las nuevas noticias que necesitas, y aquí está la copia impresa. Acabo
de recordar que tengo una cita médica importante esta mañana, así que tengo que estar
en camino. Debería regresar al mediodía.
―Si te vas a ir por tanto tiempo, al menos llamaste a los Peterson de…
―¿Monte Verde? ―Terminé su oración―. Sí, y acordaron reprogramar. Y antes
de que preguntes, he ordenado a Savannah que prepare la sala de conferencias para tu
sesión de las ocho con Van Corps y los pasantes, menos la que estuvo coqueteando
contigo, están preparando la sala de juntas para la reunión de la tarde con tu equipo de
relaciones públicas.
―¿Qué hay de mi conferencia telefónica con Mellon?
―Lo reprogramé para mañana ―le dije―. Pensé que tu reunión de relaciones
públicas podría repasar.
―Hmmm. Que interesante.
Me mordí el labio para evitar decir algo sarcástico. Después de todo este tiempo,
este hombre todavía era incapaz de darme un jodido "gracias", como si sus labios fueran
de algún modo alérgicos a las palabras.
―Bueno, en ese caso, te veré después de la cita con tu médico ―dijo, abriendo
la puerta de su oficina―. Espero que todo esté bien contigo.
Estoy segura que sí…
*
Media hora más tarde, entré en el resplandeciente vestíbulo del Hotel Grand
Hearst. No estaba aquí para una cita con el médico. Estaba aquí para una entrevista de
trabajo.
Pasé las primeras rondas de entrevistas con gran éxito durante las últimas dos
semanas, y hoy era el momento de la verdad. Esta era la última entrevista, frente a frente
con el CEO, así que estaba tratando de mantener la calma. Intentando de no
entusiasmarme demasiado con la perspectiva de la libertad.
Metí mi carnet de empleado de Wolf Industries en mi bolso y tomé el ascensor
hasta el último piso.
―¿Eres la Señorita Johnson? ―Una recepcionista me saludó en el momento en
que salí del ascensor.
―Sí, soy yo.
―Excelente ―dijo, poniéndose de pie―. Sígueme. El Sr. Hearst está listo para
verte ahora.
La seguí por los pasillos blancos y brillantes mientras las mujeres con tacones nos
seguían por el otro lado. Silenciosamente me imaginé caminando por los mismos
pasillos la próxima semana, sonriendo ante lo que sea que todos parecían tan felices todo
el tiempo.
La recepcionista abrió la puerta de una gran oficina que ocupaba la mitad del
piso, y adentro, el CEO, un atractivo hombre de cabellos grises me sonrió mientras me
acercaba a su escritorio.
―¡Buenos días, señorita Johnson! ―El Sr. Hearst se levantó y extendió su
mano―. Es genial conocerte finalmente en persona después de todas estas rondas de
entrevistas.
―Igualmente señor. ―Le estreché la mano y me senté.
―Tienes mu buen currículum, debo decir. ―Echó un vistazo a la pantalla de su
computadora y tocó algunas teclas en su teclado―. Fuiste la primera en tu clase en Yale
en pre-grado, y la primera en tu clase en Leyes en Harvard. ―Tocó su teclado de
nuevo―. Completaste veranos consecutivos en algunas firmas de abogados bastante
destacadas, y ahora trabajas en Wolf Industries. ¿Por qué no trabajas en una firma de
abogados?
La mayoría de ellos se estaban reduciendo durante la recesión, señor.
―Ah, ya veo. ―Deslizó sus lentes de lectura por el puente de su nariz―. Bueno,
aún estoy más que impresionado con tu currículum. Demonios, no creo que tengamos
aquí a nadie que haya sido el primero en su clase de derecho, de una liga Ivy.
Sonreí y suavemente golpeé mi pie contra el piso. Esperé a que dijera las cuatro
palabras que había estado esperando escuchar todo el año: ¿cuándo puedes comenzar?
Me recordé a mí misma que necesitaba vacilar unos segundos antes de
soltar, "Jodidamente ahora”.
No digas jodidamente. No digas jodidamente. Solo di, ahora mismo...
―Después de considerar cuidadosamente todo lo que potencialmente podría
traer a mi compañía, señorita Johnson ―dijo después de varios segundos de silencio―.
Creo que puedo…
―Puedo comenzar hoy. ―No pude evitarlo―. Como ahora mismo. Estoy
dispuesta a compartir una oficina, estoy dispuesta a trabajar horas extras y fines de
semana, y felizmente aceptaré un veinte por ciento menos de mi salario actual.
―Bueno, esa es la cosa. No puedo contratarla, señorita Johnson. Cerró su
computadora portátil―. Tan impresionante como eres, no creo que encajes aquí.
¿Qué?
―Bueno, ¿por qué no puede darme una oportunidad, incluso una temporal, y
descubrir eso por usted mismo? Me he llevado muy bien con cada entrevistador que he
conocido aquí.
Él suspiró.
―Está bien, mire. No puedo contratarle porque no quiero ser excluido por el
señor Wolf.
―¿De nuevo? ―Estaba confundida―. ¿Qué tiene que ver el Sr. Wolf con esto?
―Todo ―dijo, cruzando los brazos―. Tu currículum dice que eres una asistente
ejecutiva en su empresa. No especifica que trabajas directamente con él.
―Todos trabajan directamente debajo de él.
―Sabes lo que quiero decir. ―Una expresión de preocupación cruzó por su
rostro―. Eres su asistente ejecutiva. Eres la Emily por la que todos deben pasar para
llegar a él. Como, esa eres tú, y estás sentada en mi oficina como si ese no fuera el mayor
conflicto de intereses en la jodida Wall Street. Eres su mano derecha por el amor de
Cristo.
―El Señor Wolf no tiene nada que ver con su compañía, Señor Hearst.
―En realidad, si ―dijo―. Hace cinco años, invirtió el treinta por ciento final
que necesitábamos en nuestra nueva cadena de ubicaciones de alojamiento y desayuno.
También facilitó algunas cosas para nosotros con el departamento de zonificación de la
ciudad para que pudiéramos construir nuestro nuevo edificio de gran altura más cerca
de High Line. No le pagaremos robándole a su asistente ejecutiva. Molestarlo es un
deseo de muerte, y todos en esta ciudad lo saben.
Dejé escapar un suspiro, insegura de qué decir.
―Además ―dijo el Sr. Hearst―, cuando me llamó, dejó perfectamente en claro
que, si tan siquiera pensaba en contratarte o darte algo tan pequeño como una
consideración, él, con sus propias palabras, me echaría mierda.
Sentí que todo el color dejaba mi rostro.
―¿Le dijiste que estaba aquí?
―De ningún modo. Me llamó hace unos minutos, justo antes de que llegaras.
―Abrió el cajón y sacó una hoja de papel―. También me envió una copia de la
declaración de lealtad que es parte de tu contrato de trabajo. ―Me lo entregó―. Me
pidió que imprimiera una nueva copia para que la tengas como recordatorio personal.
Mi mandíbula cayó al suelo.
―Estoy seguro de que te veré de nuevo cuando concluyamos el acuerdo de
Berkshire con Wolf Industries el próximo mes. ―Se puso en pie y extendió la mano una
vez más―. Fue un placer conocer a Emily, de quien el Sr. Wolf habla tanto todo el
tiempo. Espero que le digas que fui amable y que te defraudé bastante bien.
Me puse de pie y salí de la habitación, sin molestarme en estrechar su mano o
decir adiós. Estaba más que molesta porque hizo desperdiciar mi tiempo y enfurecida
porque el Sr. Wolf me impidió conseguir un nuevo trabajo.
¿Cómo sabía siquiera que venía aquí?
Entré en el ascensor y me mordí el labio inferior para evitar gritar. No necesitaba
una copia personal de esa declaración de lealtad para saber lo que decía. Prácticamente
prometí que nunca buscaría otro trabajo hasta mucho después de haber dejado su
compañía, y que nunca hablaría mal de él en la prensa.
Debería haberlo sabido mejor.
Era un tonta de veintiséis años que estaba llena de esperanzas y sueños cuando
lo firmé, pensando que un término de cuatro años pasaría volando. Que trabajar para el
hombre número uno en Wall Street me haría un activo para cualquier firma de abogados
en el país una vez que haya terminado. Pero ahora era mucho menos tonta, tenía
veintiocho años y dos años de mi mandato parecían diez. También estaba segura de que
los nuevos cabellos grises que crecían en la parte posterior de mi cabeza se atribuían
directamente a trabajar con él.
Saliendo del lobby de Hearst y entrando en un nuevo ambiente de lluvia otoñal
de Nueva York, levanté mi paraguas y me dirigí al auto de mi conductor. Tenía que
expresarle esto a Vinnie en el camino de regreso, para agregar este incidente a mi
interminable lista de mierda que este hombre me había hecho pasar. Pero cuando el auto
se detuvo frente a mí, me di cuenta de que Vinnie no era el conductor.
La puerta trasera se abrió lentamente, y un par de zapatos de cuero italianos
golpearon el pavimento. El Sr. Wolf salió del asiento trasero y mantuvo la puerta abierta,
mirándome mientras mis mejillas se sonrojaban.
―¿Vas a entrar, o vas a mirarme por el resto del día?
No respondí. Dejé caer mi paraguas y me deslicé hasta el asiento más alejado.
―¿Tu doctor te dijo que todo estaba bien? ―preguntó mientras se sentaba frente
a mí.
―En realidad, no. Él confirmó que el dolor en mi trasero probablemente
empeorará en los próximos dos años.
―Qué desafortunado. ―Él sonrió―. Puedes llevarnos de vuelta a nuestra oficina
ahora, Lyle.
El conductor asintió y enrolló la división antes de entrar en la Quinta Avenida.
Los deslumbrantes ojos azules de Mr. Wolf todavía estaban en los míos y sus
labios lentamente se curvaron en esa sonrisita sexy que había llegado a ser medio
amorosa, medio detestable.
―Ya sabes ―dijo, sacando una pequeña caja de regalo verde de su bolsillo―,
me parece bastante divertido que me hayas engañado. En nuestro aniversario de dos años,
nada menos. ―Puso el regalo en mi regazo, pero no lo toqué. Iba al cajón del escritorio
con el otro regalo de aniversario que me regaló el año pasado. Y en el momento en que
regresamos a la oficina, estaba aceptando ese maldito contrato de lealtad y mi contrato
de trabajo en las oficinas legales al otro lado de la calle para ver si podían encontrar
alguna laguna.
Es eso o ser despedida...
El auto estacionó en el garaje privado de Wolf Industries, y el Sr. Wolf mantuvo
la puerta abierta una vez más. Él me llevó al ascensor, y cuando las puertas se cerraron,
me miró y bajó la voz.
―Sugeriría cancelar las otras tres entrevistas que programaste para esta semana
también ―dijo―. Los de Deutsche, Goldman y Los Hermanos Lehman. Es decir, a
menos que quieras que continúe cancelándolos personalmente por ti.
Las puertas del ascensor se abrieron en el último piso y él salió, lentamente
mirándome de arriba abajo una última vez.
―¿Ah, y Emily?
―¿Sí?
―Feliz aniversario.
olo había unos pocos hombres en esta ciudad que poseían lo que se
necesitaba para trabajar en Wall Street, unos pocos elegidos que entendían
el valor del tiempo y la lealtad tan bien como yo. Construí mi empresa
desde cero, armada con un deseo de despedida de mi padre "No dejes que la ciudad te
coma vivo" y un traje negro gastado que era dos tallas más grande.
Empecé como un corredor de café —un indeseado suplente en la nómina
excesiva de una mega corporación. Como nadie estaba dispuesto a darme un trabajo
real, hice preguntas siempre que podía. Me quedé hasta tarde y caí en las reuniones con
el pretexto de hacer mis deberes universitarios. Y cuando ninguno de los ejecutivos de
primer nivel quería quedarse hasta tarde y volver a analizar los números del día, me
ofrecí como voluntario.
Y años más tarde, construí mi propio fondo, invertí en todas las acciones que los
demás estaban demasiado asustados en tocar. Luego, finalmente me convertí en uno de
los hombres de negocios más venerados en Wall Street. Si hubo una empresa que
despertó mi interés, la compré. Si había una acción en la que quería invertir, me convertí
en inversionista a la hora de la cena. Y si había un acuerdo que quería hacer, era mío en
cuestión de segundos.
Al menos, pensé que ese era el caso antes de esta mañana.
―¿Qué quieres decir con que Watson no está seguro de si quiere que compre su
compañía? ―Miré a mi asesor, Brenton, con total incredulidad―. La puso a la maldita
venta. Quienquiera que se lo compre no hace una diferencia.
―Te he dicho una y otra vez que quiere que el nuevo propietario sea un hombre
de familia. No eres un hombre de familia.
―Definitivamente tengo una familia.
―Una familia propia. ―Suspiró―. No es una familia a la que llamas cada dos
semanas cuando recuerdas que existen. Ah, y definitivamente no es alguien que haya
estado en Página Seis2 en The Bachelor ocho veces seguidas.
―Diez veces seguidas, pero nadie lleva la cuenta. ―Sonreí―. Pero si hace que
Watson se sienta mejor acerca de mi vida personal y cómo administraré su fondo en el
futuro, puedo llamarlo y sinceramente admitir que no he follado con nadie en más de
ocho meses.
Él me dio una mirada en blanco.
―¿Estás bromeando, verdad?
2
Página seis: En inglés Page Six, es una columna dedicada a las noticias y chismes de la ciudad de Nueva
York. Originalmente publicada en el diario New York Post y ahora en un programa de TV.
―Desafortunadamente no.
Ha sido un poco más de tiempo que eso.
―Incluso si yo te creyera, cosa que no es así, tu restricción de coger a alguien no
te convierte en un hombre de familia. Simplemente significa que no te estás
comportando como tu yo normal. Por “hombre de familia”, se refiere a alguien que sabe
que la vida no es todo trabajo. Alguien que pueda apreciar los momentos de la vida fuera
de la sala de juntas.
―Hago un gran trabajo con eso ―dije―. Lo dijiste tú mismo. Mi compañía paga
los salarios más altos en todos los niveles para que los empleados puedan disfrutar de
sus vidas fuera de la sala de juntas.
―Bien… ―Se sentó en su silla―. Cuando tu segundo Director de Finanzas se
casó, ¿qué le diste como regalo de bodas?
―Una bonificación generosa y un vino añejo.
―Umm. ¿Y exactamente qué escribiste en la etiqueta de esa botella de vino?
Suspiré.
―Estoy decepcionado de que te cases. Nunca pensé que eras de ese tipo.
―¿Qué más?
No respondí. No quería recordar.
―Escribiste, “estoy bastante seguro de que te divorciarás en dos años, así que es mejor que
la abandones y viajes a Florida para ayudarme con este acuerdo en Tampa”. Por otra parte, al
menos tuviste la amabilidad de escribir, “PD: espero que al menos haya obtenido un acuerdo
prenupcial antes de firmar ese contrato. Te veo en el trabajo cuando vuelvas. Con amor, Nicholas”.
"Creo que fueron esas dos últimas palabras las que lo hicieron renunciar.
―Eso fue hace dos años ―dije―. Ya no envío ese tipo de notas.
―Porque Emily los hace por ti. ―Él puso los ojos en blanco―. Fuera de tu
empresa, no tienes ninguna relación verdadera, y eso es exactamente lo que Watson
quiere que tenga su sucesor. Él piensa que hará que el dueño sea más empático cuando
se trata de ciertas cosas. ¿No es así?
Joder no.
No estaba seguro de por qué estaba actuando como un santo repentinamente, ya
que era mucho más despiadado de lo que yo era cuando dirigió su propia empresa
décadas atrás. Una vez había escrito las cinco palabras exactas que resumían
exactamente cómo veía las relaciones: inútilmente voluble, inservible e impredecible.
Una vez que chocaban, nunca se recuperaban, por lo que nunca les inyecté
energía. La idea de comenzar una familia nunca se me pasó por la mente porque vi de
primera mano lo que le sucedió a algunos de mis compañeros más exitosos. Su ética de
trabajo se redujo gradualmente, su impulso por el poder se desvaneció, y comenzaron a
dirigir sus empresas en la felicidad en lugar de sentido financiero.
Y estaba completamente desconcertado sobre por qué después de seis meses de
negociaciones, cinco semanas de teleconferencias interminables y horas de ida y vuelta,
que este CEO estaba considerando cancelar un trato por algo tan frívolo.
Suspiré y me recliné en mi silla.
―Necesito que sellemos este trato, Brenton. No aceptaré un no por respuesta.
―Estoy seguro de que no. ―Sonrió nerviosamente―. Un acuerdo de cinco mil
millones de dólares sería un gran impulso en la cartera, especialmente porque te hará
duplicar eso en diez años una vez que las otras ofertas se concreten.
Pero si no lo conseguimos, perderemos veinte mil millones en la misma cantidad de
tiempo...
Podría adivinar el resto de sus pensamientos sin que él dijera una palabra.
―¿Tienes alguna idea sobre cómo podemos hacer que cambie de parecer?
―¡Finalmente! ―Se rió y abrió una carpeta―. He estado esperando que me
preguntes eso todo el día.
Antes de que pudiera lanzar su estrategia, mi teléfono de escritorio sonó con un
número desconocido.
―Mantén ese pensamiento por un segundo, Brenton. ―Hice un gesto para que
me diera un segundo―. Habla el Sr. Wolf ―contesté el teléfono.
―Señor Wolf, este es el Sr. Tanner de la firma Tanner y Asociados al otro lado
de la calle. Me dijiste que llamara si um, si Emily Johnson volvía.
―Lo hice ―dije―. ¿Cuándo ella estaba ahí?
―Justo ahora, señor. Ella simplemente se fue no hace mucho tiempo.
Saqué mi teléfono y miré mi bandeja de entrada. Su último correo electrónico fue
de hace treinta minutos.
Sr. Wolf,
Parece que olvidé que también tenía una cita con la dentista programada para
hoy. Ya que la oficina está cerca, iré y personalmente lo reprogramaré para más
adelante. Así como sugirió.
Emily Johnson,
Asistente ejecutivo de Nicholas A. Wolf, Wolf Industries
Yo: Estoy ocupada gastando 10.000 en el spa en este momento. No puedo responder.
Suspiré, sintiendo una ligera punzada de celos en mi pecho. Había asumido que
él estaba saliendo con ella desde hace mucho, cada lunes por la tarde estaba reservado
con “conversación telefónica con Samantha”, y él nunca me permitía interrumpir esas
llamadas. Iban directo a su línea privada de video, y nadie estaba permitido en su oficina
durante ese tiempo.
Incluso aunque Página Seis era bastante exacta cuando se trataba de cosas del “Sr.
Soltero del Año”, nunca en realidad lo he visto con nadie desde que comencé a trabajar
para él, y nunca lo he escuchado mencionar nada sobre su vida sexual. Honestamente
no veo cómo podría encontrar el tiempo.
Entonces otra vez, si alguien puede encontrar el tiempo para sexo al azar, estoy segura de
que es él…
Respondí a cada uno de los correos electrónicos de mis compañeros con un “lo
averiguaré tan pronto como pueda”, pero independientemente de cuando descubriera la
verdad, no diría una palabra sobre eso a ellos. Juré hace mucho tiempo que nunca
compartiría ningún detalle sobre su vida personal con nadie. Idiota o no, mantendría sus
secretos como esperaba mi futuro asistente ejecutivo hará con los míos.
―Aquí estamos, Señorita Johnson. ―Vinnie abrió la puerta trasera para mí―.
¿Debería decir una oración por usted antes de que entre?
―Di una oración por ambos. ―Salí del auto―. Estoy llevándote conmigo si soy
despedida.
Él se rió y esperó a que entrara al edificio antes de regresar al asiento del
conductor.
Fui en el elevador al piso superior y sostuve mi tarjeta de acceso contra el panel
para su pent-house. Entonces respiré profundo antes de empujar las puertas abiertas.
Caminé a través de su cocina, y su sala de estar, finalmente deteniéndome una
vez que su mirada azul encontró la mía. Estaba inclinado contra las ventanas de piso a
techo que miraban hacia la Quinta Avenida, luciendo más allá de sexy en una playera
blanca y vaqueros. Su cabello oscuro estaba ligeramente más desordenado que lo usual,
como si acabara de rodar fuera de la cama.
―Puedes tomar asiento ahora. ―Me señaló que me sentara en su sofá.
Él se sentó frente a mí y alcanzó por su café.
―¿Debería asumir que no robaste ningún sorbo de este hoy como siempre?
―Te he dicho incontables veces antes que no bebo tu café. No me gusta la vainilla
extra que siempre pides.
Él giró la casi vacía taza alrededor en sus manos, golpeando la parte donde restos
de mi brillo labial rojo estaban en la tapa.
―Ese es el brillo labial de Vinnie ―dije.
―Estoy seguro. ―Me regresó el café y golpeteó sus dedos contra su rodilla―.
Quería hablarte en privado porque tengo una propuesta para ti.
―Sí, me gustaría renunciar a mi trabajo como tu asistente hoy ―dije,
esperanzada―. Gracias por tu oferta.
Sus labios se curvaron en una sonrisa pero no se río.
―He sido muy afortunado a través de mi carrera y creo que he alcanzado una
posición donde puedo permitirme ir tras solo las cosas que quiero. ¿Estarías de acuerdo?
―Lo estaría.
―Bien. ―Sirvió un vaso de agua y me lo dio―. Porque estoy dispuesto a dejarte
salir de tu contrato laboral si acuerdas en ayudarme con este trato particular.
Me senté, completamente intrigada.
»De cualquier modo, hay algunas condiciones que vienen con esto.
―Estoy escuchando.
―Bueno, primero necesitarás ayudarme a parecer como un CEO más familiar al
público. Necesitaré que las personas piensen que soy un hombre de compromiso y que
he estado secretamente comprometido en algo privado por un largo tiempo.
―¿Quieres que envíe algunos comunicados de prensa positivos sobre tu
compromiso eterno con el trabajo de caridad?
―Es un poco más complicado que eso. Necesitaré tus servicios personales por
unas pocas semanas constantes.
Pestañeé, esperando que llegara a la parte buena. La parte de “estoy finalmente
saliendo de este contrato”.
―También necesitarás firmar un nuevo, acuerdo separado de no divulgación así
podemos asegurarnos que ambos seremos leales en alcanzar la misma meta. ¿Entiendes?
―No. ―Tomé un sorbo de mi agua―. En realidad estoy bastante confundida
ahora.
―Emily, necesito que tú… ―vaciló, luciendo como si las siguientes palabras
fueran dolorosas de decir―. Necesito que finjas ser mi novia. En realidad, necesito que
seas mi prometida por los siguientes treinta días.
Dejé caer mi vaso al suelo, y se quebró en pedazos.
Esperé a que se riera. Que me dijera que esto era algún tipo de broma y que
simplemente estaba probando mi sentido del humor.
No vino la risa.
No vino ninguna explicación tampoco.
Puso un fajo de papeles junto a mí.
―El acuerdo es este, y no tendrás que trabajar para mí más cuando terminemos.
Guardé silencio.
―¿Vas a decir algo, Emily?
Pestañeé.
―Bien. ―Suspiró―. Siempre has parecido como el tipo de romántica
empedernida, así que supongo que puedo estar obligado desde que estoy pidiéndote
hacer esto. ―Me tendió una pluma―. Emily Johnson, ¿te casarías conmigo?
―No. ―Me puse de pie y alisé mi vestido―. Diablos no. ¿Te gustarían tus
actualizaciones de la mañana aquí o en tu oficina?
―Me gustaría tu firma aquí, en este papel.
―Pasaré ―dije―. No recuerdo ver “fingir ser la esposa del jefe” en la descripción
de mi trabajo. Y créeme, tengo esa descripción en el corazón.
―Estarás representando a mi prometida, no mi esposa. Hay una diferencia.
―Lo dudo. No mereces ninguna de las dos ―dije, más que lista para cambiar el
tema―. Como sea, ¿a qué hora te gustaría la propuesta Claxton en tu escritorio?
―Estoy ofreciéndote la oportunidad de irte. ¿No es eso lo que querías?
―Eso no es suficiente para ponerme contigo fuera del trabajo por treinta días.
―Negué―. Pensé que estabas feliz sobre ser un CEO soltero. Fuiste el Soltero del Año
de Página Seis ocho veces consecutivas.
―Fueron diez, pero no estoy contando. ―Se puso de pie―. Personalmente
pienso que esto sería bastante fácil para ambos desde que pasamos tanto tiempo juntos
de todos modos. Te conozco tan bien como tú me conoces.
―No, no lo haces. ―Recogí mi bolso y comencé a caminar hacia la puerta―.
No me conoces en absoluto.
―Sé que odias tu trabajo.
―Porque te lo digo cada día.
―Sé que eres un peso ligero. No puedes beber más de dos bebidas en una tarde
sin conseguir un dolor de cabeza.
―Oh, vaya. ―Me giré para enfrentarlo―. Eso es prácticamente material de alma
gemela.
―Supuse que serías difícil sobre esto. ―Rodó sus ojos―. Así que, incluí un bono
financiero en el contrato.
―¿Cuánto es?
―¿Por qué no vienes de regreso a mi sillón y lo lees?
―Porque no quiero. ―Crucé mis brazos―. ¿Cuánto es?
―Cincuenta mil.
―¿Cincuenta mil? ―bufé―. Estás usando un reloj que es tres veces más caro que
eso.
―Mi reloj nunca ha tenido entrevistas de trabajo secretas a mis espaldas.
―No hay dinero suficiente para lo que me estás pidiendo que haga. ―Me di
vuelta otra vez y abrí su puerta―. Tendré la propuesta Walter-Claxton en tu escritorio
para las dos en punto de esta tarde.
―Cien mil.
―No ―dije―. ¿Hay algo más?
―Quinientos mil.
―También me aseguraré de tener el estudio del caso Carter en mano así podemos
ver si sus predicciones tienen algún mérito. ―Continué ignorando su oferta―. Creo que
estamos bien, pero no hará daño estar cien por ciento seguros.
―Un millón. ―Me miró―. Oferta final.
―Yo… ―Mi voz se atoró en mi garganta―. Hazlo cinco millones, y lo
consideraré.
―Estás jodidamente loca.
Me encogí de hombros y salí de su condominio, entrando en el elevador antes de
que él pudiera venir tras de mí. Mientras las puertas se cerraban, maldije en voz baja por
no aceptar el millón.
Diablos, debería haber aceptado la mitad…
Me debatí sobre volver arriba y decirle que cambié de opinión, que quería leer el
contrato y negociar los términos. Antes de que pudiera tomar mi decisión, escuché su
tono sonando desde mi teléfono.
Era un correo electrónico.
Asunto: El Trato.
Pienso que estará en tu mejor interés aceptar mi oferta. Dudo mucho que el
hombre con quien finalmente te cases será tan dotado como yo…
―Nicholas.
¡No! Claramente tomé la decisión correcta.
ulsé ignorar en la vigésima llamada de la mañana del Sr. Wolf, enviándole
un bonito mensaje “Lo que necesite (siempre y cuando no se trate de ESO)
hágamelo saber por correo electrónico” en su lugar. No podía creer que
me hubiera pedido que me casara con él, y debería haber sabido que algo estaba pasando
cuando Brenton me envió un mensaje de texto sobre mi tamaño de anillo la noche
anterior.
Sin embargo, nunca hubiera pensado eso.
Al abrir mi laptop, inicié sesión en nuestro portal de contratos pendientes. Quería
ver cuál de ellos supuestamente valía la pena para pasar por un mes de mentiras.
Me tomó un minuto entero encontrarlo.
El acuerdo de $5B Watson con el CEO orientado a la familia...
Cerré los ojos y suspiré. Habíamos trabajado en los cálculos de ese acuerdo juntos
justo después de que se fuera su CFO anterior, y estaba claro que sin ese trato y las piezas
que lo acompañaban, los nuevos acuerdos flaquearían en los años venideros.
De todos modos, tiene que haber una mejor idea que conseguir una prometida falsa para
sellar ese trato...
—¿Savannah? —Presioné mi botón del intercomunicador unas horas más tarde.
—¿Sí, señorita Johnson?
—¿Podrías traerme una nueva impresión de los archivos Watson?
—Absolutamente. Lo traeré en cinco minutos.
Terminé la llamada y envié rápidamente un correo electrónico a nuestro
departamento de investigación. Mientras organizaba mis notas, Savannah entró en mi
oficina con una taza de café.
—Aquí tiene, señorita Johnson —dijo, colocándolo en mi escritorio—. ¿Desea
algo más?
¿Café? —Eso no es una copia impresa de los archivos Watson, Savannah.
—Lo sé. —Bajó la voz—. El señor Wolf dijo que lo único que estaba permitida a
traerle hoy era café.
—¿Disculpa?
—Dejó muy claro que me despediría si decidía lo contrario. ¿Le gustaría un poco
más de café, tal vez?
—No, gracias. —Esperé a que ella salga de mi oficina y llame a Vinnie.
—A su servicio, Señorita Johnson.
—Vinnie, ¿estás en el garaje por casualidad?
—Lo estoy.
—Estupendo. Dejé mi maletín y una caja de archivos en tu asiento trasero esta
mañana. ¿Puedo encontrarme contigo allí para que pueda obtenerlos?
—No es necesario, señorita Johnson. Se lo traeré todo. —Colgó, y vi una nota en
la funda de la taza de café que Savannah trajo.
¡Ugh!
Cogí mi teléfono y le envié un mordaz mensaje en respuesta, pero él me había
enviado un correo electrónico primero.
Asunto: El Acuerdo (Otra Vez)
Señorita Johnson,
Reescribí los términos de este acuerdo y ajusté la compensación financiera al
monto que solicitó.
Le sugiero que venga a mi oficina para recoger el contrato. También sugiero que
me dé una respuesta para el final del día.
De lo contrario, el equipo de seguridad no le permitirá abandonar el edificio.
Sinceramente,
Nicholas A. Wolf
ENTRE
-Y-
ANTECEDENTES
El acuerdo es el siguiente:
SERVICIOS PRESTADOS
6. Confidencialidad.
Ambas partes acuerdan que no publicarán, divulgarán ni revelarán ninguna
información relacionada con este acuerdo. (Podemos negociar los términos de tú diciéndole a
tu hermana. He adjuntado una hoja separada para eso.)
7. Actuación
Ambas partes acuerdan hacer todo lo necesario para garantizar que los términos
de este acuerdo tengan efecto.
8. Compensación.
EL JEFE compensará a la empleada por la cantidad de cinco millones de dólares
(5’000,000.00 USD) al finalizar el acuerdo. EL JEFE también rescindirá el contrato de
empleo actual de la empleada con Industrias Wolf.
LA EMPLEADA compensará al jefe con un agradecimiento verbal. ("Gracias
por aceptar esta escandalosa demanda financiera, y por contratarme cuando tenía
poca o ninguna experiencia".) También firmará el formulario adjunto confirmando
que, a partir de esta mañana, el jefe ha pagado todos sus préstamos estudiantiles y deudas
personales en su totalidad. (De nada.)
En testimonio de lo cual, las partes han puesto sus firmas, sus sellos y cierran
debidamente el 20 de octubre de 2017.
__________________________
El Jefe, Nicholas A. Wolf
__________________________
La Empleada, Emily Nicole Johnson
irmé el contrato en un simple segundo.
Revista de Chismes de Famosos & Wall Street
###
Día Uno
Incluyo un itinerario corto y algunas cosas que NECESITO que hagan los dos
para asegurarme de que lo hagan mientras la prensa mira, así podemos asegurarnos de:
A) Convencer a Watson de que Nicholas es un "hombre de familia". B) Reformar la
imagen de Nicholas en la prensa como un antiguo playboy en lugar de uno actual. C)
¡Asegurar la bonificación de un millón de dólares que se me prometió si conseguimos
este trato!
Día 1-3:
Volar a la ciudad natal de Nicholas, en Blue Harbor y quedarse en The Four
Seasons por un par de noches antes de alojarse en la propiedad de la familia Wolf.
Ensayar la historia de "cómo nos enamoramos" (Les he enviado varias copias)
Hacer algunas entrevistas con la prensa de bienvenida.
Si ven cámaras, bésense. Si no ven cámaras, bésense.
(Intenta mirarlo a los ojos todo el tiempo, Emily. Oh y Nicholas, intenta apoyar
ligeramente tu mano en su culo cuando se están besando, así esto puede parecer una
relación "caliente")
Día 4-20:
En algún momento, el Sr. Watson volará y querrá: A) Jugar al golf con Nicholas.
B) Cenar con la familia Wolf. C) Hacer un recorrido por todas las villas de Bed &
Breakfast en los que el hermano de Nicholas es copropietario con la madre de Nicholas.
D) Firmar este maldito trato en el que hemos trabajado durante MESES.
Día 21-30: Regresaremos a Nueva York, conseguir más fotos de pareja y
entrevistas para la prensa. (Si necesario)
Día 31: Ruptura amistosa.
Por favor, no lleguen tarde a su vuelo.
Brenton East
Asesor Especial del CEO de Wolf Industries
Debatí si quería continuar con esto o no, si era demasiado tarde para que me
echara atrás. Le había dicho a mi hermana que todavía estaba dudando a pesar que firmé
el contrato sin pensarlo dos veces.
Me desplacé hasta el nombre de Nicholas en mi teléfono, pero luego escuché su
voz en mi sala de estar.
Al abrir la puerta de mi habitación, lo vi de pie en los escalones de piedra…
sacudiendo la cabeza hacia mi hermana. Estaba usando una camisa gris que se adhería
a sus músculos en todos los sentidos y un par de pantalones oscuros que dejaban
expuesta la "V" perfectamente tallada debajo de sus caderas.
—¿Dónde está Emily? —preguntó, impaciente.
—Soy Emily.
—Eres una buena doble, Jenna.
—Somos idénticas.
—No para mí. —Rodó los ojos—. ¿Dónde está ella?
—En su habitación. —Lo dejó entrar, traicionándome en cuestión de segundos.
—¿Dónde está su equipaje?
—¿Por qué no le preguntas a ella? —Sus ojos se encontraron con los míos, y
sonrió—. ¡Buenos días, Em!
Sacudí mi cabeza y salí de mi habitación.
—Buenos días, Jenna. Nicholas.
—¿Dónde está tu equipaje? —preguntó.
Me encogí de hombros.
—Sé muy bien que has empacado para nuestro vuelo, Emily —dijo—. ¿Dónde
está tu equipaje?
—He decidido no ir.
—Realmente necesitas mejorar al leer los términos de los contratos que firmas. —
Miró alrededor de la habitación—. Solo voy a preguntar por tu maleta una vez más.
—No voy a ir —dije—. La puerta está justo detrás…
—Le dijiste a tu jefe idiota que cambiaste de opinión sobre el… —Marah, la
mejor amiga de mi hermana, se detuvo en seco cuando entró en la sala de estar. Miró a
Nicholas de arriba abajo, sus mejillas enrojeciéndose con cada segundo que pasaba—.
Bien, maldición. ¿Puedo ir en tu lugar?
—Tú no querrías —dije, odiando que la forma en que Nicholas me estaba
mirando en este momento había hecho que me mojara—. Es mucho peor de lo que te
he contado alguna vez por teléfono.
—Tienes veinte minutos para prepararte —dijo. Luego extendió su mano a
Marah, y luego a mi hermana—. Soy el jefe idiota, pero prefiero que me llamen
Nicholas.
—Es un placer conocerte. —Jenna sonrió—. Su maleta ya está empacada. Está
en el armario del pasillo.
¿Qué carajos? La miré en completo shock, completamente sorprendida por su
traición.
Definitivamente no me quedaré en este encuentro y saludo hasta el próximo mes...
—Gracias —dijo Nicholas, caminando hacia el armario—. Te estaré esperando
en el auto. —Se fue y esperé a que bajara los escalones.
—¿Por qué demonios me harías eso, Jenna?
—Primero, has querido salir de tu contrato de trabajo desde el día que lo firmaste,
y obtendrás cinco millones por hacer esto —dijo—. Dos, son solo treinta días. Y tres,
creo que en el fondo quieres follarlo, y ¿qué mejor manera de hacerlo que esta?
—Estás delirando. —Me dirigí al baño—. Realmente no quiero ir.
—¡Oh por favor! Fuiste grandilocuente —dijo, siguiéndome—. Es por eso que
compraste un segundo boleto de avión para más tarde esta mañana. Solo querías que
pensara que no ibas, porque personalmente creo que ambos tienen problemas de control.
—Colocó sus manos sobre mis hombros—. Emily Nicole Johnson, esto es solo por
treinta días. Si alguien puede manejar esto, eres tú.
Día uno
3 Club de la Milla: Es el término usado para las personas que tienen sexo en los baños de los aviones.
Día Uno
(Sí, AÚN es el día uno)
e apresuré a salir del avión una vez que la azafata abrió la puerta y me
puse unas gafas de sol. La última cosa que quería era que la prensa viera
cuán molesta lucía ahora mismo.
Entré en el servicio más cercano y salpiqué agua fría en mi rostro. Respiré hondo
varias veces e intenté calmarme después de horas de discutir con Nicholas.
Literalmente discutimos todo el vuelo…
Si este era el día uno, no había manera de que llegara al día treinta. Diablos,
tendría suerte si lograba llegar al día diez a este ritmo.
Cuando estuve segura que estaba lo bastante calmada para enfrentar al mundo
de nuevo, colgué la bolsa de Luna sobre mi brazo y salí del servicio. Nicholas estaba en
el pasillo esperándome.
Se veía tan molesto como yo, pero gentilmente me quitó mi maleta de mano y la
rodó a su lado mientras nos dirigíamos a la zona de recogida de equipaje.
Durante todos los viajes previos que habíamos hecho juntos por negocios,
siempre había habido tensión entre nosotros, pero no así. Nunca así.
Ante la cinta de equipajes, Brenton se apresuró hacia nosotros y juntó sus manos.
—¡Ah! ¡Están aquí! —dijo—. Watson llegará un poco más tarde de lo planeado
ya que quería pasar un par de días más con su sobrina, así que tenemos un poco de
tiempo extra para prepararnos.
—¿Dónde está la prensa de bienvenida? —pregunté.
—Estarán aquí en un día o así. Mientras tanto, tengo a la reportera de Town &
Country esperándoles en el auto. Quiere hacer una breve entrevista antes de una más en
profundidad más adelante esta semana. ¿Están listos para eso?
No nos dio la oportunidad de responder. En su lugar, se lanzó a otro conjunto de
cosas que necesitábamos hacer… eventos locales, entrevistas, montaje de fotos.
Desconecté su voz mientras nos acercábamos la camioneta polarizada. Le ofrecí
mi asiento a la reportera de Town & Country para no tener que sentarme junto a Nicholas,
pero deslizó su mano alrededor de mi cintura y me posicionó a su lado de todos modos.
—El Four Seasons, ¿correcto? —preguntó el conductor.
—Correcto —dijo Brenton—. Mya, puedes hacer tantas preguntas como puedas
en este viaje de cuatro minutos.
—Gracias. —Hizo clic con su bolígrafo y le sonrió a Nicholas—. Bueno, supongo
que iré al grano y empezaré con usted, señor Wolf. Dada su reputación previa en Página
Seis, nos sorprendió bastante oír sobre su compromiso. ¿Cuándo supo que su prometida
era la indicada?
—Pregúnteme otra cosa. —Su voz fue cortante.
—Mmm. —Sus mejillas se enrojecieron—. Claro. ¿Hay planes para una boda ya?
—Tampoco me gusta esa pregunta.
Ella miró nerviosamente a Brenton, que parecía estar a punto de tener un ataque
al corazón.
—Bien, mmm… ¿Puede darnos un pequeño detalle de cómo le propuso
matrimonio a Emily?
—Me puse sobre una rodilla y le pedí que se casara conmigo. Dijo que sí.
Silencio.
Brenton dejó escapar una risa forzada y sujetó la mano de la reportera.
—Han tenido un vuelo realmente largo y hubo un montón de turbulencias.
¿Podemos reanudarlo desde aquí durante su tiempo asignado de entrevista? Puedo
garantizarle que él estará más animado para entonces.
—Absolutamente. —Cerró su cuaderno y miró sus manos mientras Brenton
fulminaba con la mirada a Nicholas.
Cuando el auto estacionó en el Four Seasons, la reportera se apresuró a salir sin
decir una palabra.
Empecé a levantarme, pero Brenton negó. Luego le pidió al conductor que saliera
para poder hablarnos en privado.
—De acuerdo, miren. —Su tono era firme—. No estoy seguro qué diablos ha
sucedido entre ustedes en los pasados días, pero tienen que superarlo y rápido. Sólo
tienen que tolerar al otro durante veintinueve días más, y pensaría que después de
trabajar tan de cerca con el otro durante dos años esto sería jodidamente fácil. —
Chasqueó sus dedos—. Hay cinco mil millones de dólares con una nueva imagen de
CEO, una resolución de contrato y mí jodido bono de un millón de dólares esperando.
¿Que tan difícil podría ser pretender que se gustan? Arréglenlo. Ahora.
Abrió las puertas y Nicholas me ayudó a salir del auto.
Aún sin hablarnos, seguimos al botones al ascensor y fuimos directo a la suite.
Cuando el botones nos dejó a solas, Nicholas suspiró.
—Hay cuatro dormitorios en esta suite. Puedes elegir el que te guste. Luna puede
tener su propia habitación si a él le gustaría también.
—Luna es una ella.
—Luna es un gato. —Puso sus ojos en blanco y se quitó su camisa, revelando su
conjunto perfecto de abdominales—. Hay un pequeño parque fuera si quieres llevarla
allí antes de ir a casa de mi familia esta semana.
—¿Tendremos nuestros propios dormitorios también allí?
—Lo dudo. —Entró al baño de la suite—. Probablemente compartiremos mi
vieja habitación.
—No voy a compartir una cama contigo.
—Veremos.
Negué y lo seguí.
—Necesito que me prometas que dormirás en el sofá o… —Vacilé cuando entré
al baño, notando que sólo llevaba una toalla alrededor de su cintura.
—Confía en mí —dijo, mirándome de arriba abajo—. Dormiré en mi maldito
balcón si eso significa que no tendré que discutir contigo. Si hubiera sabido que
cambiarías tan rápidamente después de una propuesta, habría continuado haciendo
audiciones.
—Nunca te propusiste. —Puse los ojos en blanco—. Escribiste un contrato. Y has
cambiado también.
—Mi nivel de paciencia no lo ha hecho.
—¿Sabes qué? —Alcé mis manos en muestra de rendición—. Voy a esforzarme
por representar el rol de dulce y cariñosa prometida durante el resto de nuestro acuerdo.
Voy a continuar siendo la adulta.
—¿Eso es lo que realmente piensas que eres? —Sonrió con suficiencia—. ¿La
adulta?
¿Por qué siempre es tan tentador cuando sonríe así?
—Sí. —Me crucé de brazos—. Creo que siempre he sido la…
El resto de mi frase se detuvo en mi lengua cuando dejó caer su toalla al suelo,
cuando capté un vistazo de su enorme polla por primera vez.
Sentí mi mandíbula caer mientras mi mente intentaba dar sentido a lo que estaba
viendo.
OH. DIOS. MÍO.
Definitivamente mide veintidós centímetros…
Carraspeé e intenté alejar la mirada de él y su polla, para reanudarlo justo donde
lo dejé, pero no pude.
—¿Estabas diciendo? —preguntó—. ¿Algo sobre ser la adulta en esta relación?
No podría lograr que saliera una palabra de mi boca si lo intentara. Sólo pude
sonrojarme y mirar.
Notando mi falta de palabras, sonrió y lentamente levantó su toalla.
—Para que conste —dijo—. Siempre estoy abierto a añadir una cláusula de
intimidad, contigo… —Me recorrió con la mirada una última vez y entró en la ducha.
Veintinueve días más. Veintinueve días más…
Días Dos
Nicholas,
A Watson le gustaría unirse a la “señora Wolf” y a ti en la casa de tu familia
como invitado por la noche por unos días esta semana ya que todos los hoteles de Blue
Harbor están ocupados. Ya le he dicho que sí, así que de nada.
ADEMÁS: ¿Pensé que dijiste que querías fotos con Emily hoy? ¿Por qué me
mandaste un mensaje con que no quieres hacerlo hasta mañana?
Respóndeme lo antes posible.
Brenton East
Consejero Especial del CEO de Wolf Industries
¡Nicholas!
¡No puedo creer que tengas que comprometerte para venir a casa a vernos! Estoy
segura que tu padre está mirando y negando con completa incredulidad ya que (entre tú
y yo), no pensó que te fueras a casar nunca.
Bueno, como te dije antes, la casa estará lista para ti, tus invitados y tu
encantadora prometida mañana. Hemos añadido dos nuevas incorporaciones que no
podemos esperar a mostrarte. Oh, y tu hermano ha instalado trampas de oso alrededor
de la propiedad para mantener a los paparazzi tan lejos como sea posible.
¡Realmente estoy deseando conocer a tu futura esposa! De hecho, estoy evitando
todas las noticias y no estoy hablando sobre la ocasión con nadie de aquí para poder
evaluarla por mí misma.
4 The Wall Street Journal: periódico estadounidense de tiraje internacional con un énfasis
especial en noticias de negocios y economía.
Le disparé a Nicholas una mirada, y me puse de pie. Cuando caminamos hacia
la puerta, él colocó su mano en la parte baja de mi espalda, poniendo instantáneamente
mis nervios en llamas.
—¿A dónde van ustedes dos? —Brenton se levantó del banco cuando salimos
fuera.
—The Wall Street Journal quiere tomarnos una foto —dijo Nicholas.
—¡Oh, bien! Entonces esta es la oportunidad perfecta para que finalmente se
besen. Pienso que esa sería una gran primera foto, especialmente con esta publicación.
Solo háganlo parecer creíble, por favor.
—No creo que esa sea una buena idea en lo absoluto… —dije.
—¿Por qué no es una buena idea? —Nicholas miró hacia mí.
—Porque él dijo que necesitaba ser creíble —mentí, sabiendo que era una idea
brillante y quería hacerla—. También necesito unos días más, de hecho semanas, para
olvidar que eres mi jefe… y un idiota.
—¡Este lugar es perfecto! —El reportero se dio la vuelta y colocó su trípode—.
¿Podrían retroceder un poco y colocarse más cerca de la fuente? Y lo siento, Brenton,
pero realmente no te necesito en esta.
Nicholas mantuvo su mano en la parte baja de mi espalda y forcé una sonrisa.
El reportero ajustó su lente un par de veces más y luego sostuvo sus dedos en alto.
—Tomando la fotografía en tres… dos…
Antes que pudiera contar a uno, Nicholas me dio vuelta y me jaló contra su
pecho. Selló su boca con la mía, besándome tan profunda y desesperadamente, que
olvidé respirar.
Murmuré cuando paso sus dedos a través de mi cabello para mantenerme cerca,
mientras silenciosamente me coaccionaba a abrir mi boca, para que pudiera llevar este
beso incluso más lejos.
Servicialmente, abrí mis labios, y él deslizó su lengua profundamente en mi boca.
Nunca me dejó cambiar el ritmo, nunca me dejó tomar el control. Sus labios poseyeron
los míos, y no había razón para pelear contra ello.
Un suave gemido escapó de mi boca y envolví mis brazos alrededor de su cuello
para mantener mi balance.
Traté de ignorar la sensación de su polla endureciéndose a través de sus
pantalones, pero entre más me besaba, más fuerte me sostenía contra él.
Estaba convencida que estaba a segundos de follarme aquí mismo y ahora, pero
repentinamente mordió fuertemente mi labio inferior y se separó de mi boca. Luego
susurró:
—Creo que eso debería ayudarte a olvidar que soy tu jefe… y un idiota…
Luchando para recuperar mi aliento, miré hacia el fotógrafo y a Brenton. Brenton
estaba representando con gestos una ronda de aplausos y gesticulando ¡Bravo! mientras
el fotógrafo estaba de pie con la boca abierta, como si no pudiera creer que Nicholas
hubiera hecho eso.
—¿Tomaste la fotografía? —Nicholas tomó mi mano y caminamos hasta él—. Si
no, estaríamos felices de hacer eso de nuevo.
—No, señor. Definitivamente mmm… definitivamente lo tengo.
—Bien —Miró hacia Brenton—. Creo que mi prometida y yo nos dirigiremos a
la casa de mi familia ahora.
—Está bien. Tu conductor está listo para llevar tu equipaje y a Luna. Si no les
importa, los veré ahí en una hora.
—No nos importa. —Nicholas mantuvo mi mano en la suya cuando regresamos
al hotel. Me susurró que “mantuviera mi vista al frente” y caminamos a través de los
flashes y los clics de las cámaras de los reporteros en el vestíbulo.
Dirigiéndome hacia la camioneta negra esperándonos, abrió la puerta trasera
para mí y me ayudo a subir.
—¿Emily? —dijo mi nombre cuando el conductor salía a la calle.
No respondí. Sólo mantuve mi vista hacia el frente. Mi corazón estaba latiendo
tan fuerte, que estaba segura que podía escucharlo, y sabía que mis mejillas estaban
todavía muy rojas.
Ese fue definitivamente el beso más sucio que he tenido…
—¿Emily? —Colocó sus dedos debajo de mi barbilla y gentilmente me giró hacia
él.
—¿Sí?
—Necesito que canceles tu ley del hielo por el resto de este viaje. Sé que sólo ha
sido un día, pero no estoy acostumbrado a no hablar contigo por tanto tiempo.
—Bueno, si así es como realmente te sientes, entonces necesito que al menos
digas…
Presionó un dedo contra mi boca antes que pudiera terminar.
—Lo siento.
—¿Qué? —Mis ojos se ampliaron. Nunca lo había escuchado decir esas dos
palabras, incluso si estuviera en lo cierto o no.
—Lo siento —repitió suavemente—. No quise decir lo que escribí en la
enmienda, y no tienes que trabajar mientras estemos comprometidos. Tampoco estaba
tratando de matar a tu gato en el aeropuerto. Solo quiero que no discutamos, tanto,
mientras estemos aquí.
—Así que, ¿no más enmiendas de último minuto? —pregunté.
—Sólo si te gustaría abordar la cláusula dos con respecto a que nosotros dos
follemos. —Sonrió ampliamente—. Eso siempre está en la mesa.
—Entendido. —Sonreí cuando tomó de nuevo mi mano en la suya—. Disculpa
aceptada.
*
Media hora más tarde, la camioneta se estacionó frente a una gran propiedad que
estaba asentada contra el borde del lago con la marca registrada Blue Harbor. La casa
fue construida en tres grandes partes, todas conectadas por una pasarela de vidrio con
una vista perfecta de la ciudad. Por lo que podía ver desde aquí, el patio trasero era acre
tras acre de un exuberante pasto verde con caballos blancos paseando.
El conductor comenzó a sacar nuestras cosas de la maletera, y la madre de
Nicholas; una antigua reina de belleza de cabello gris, salió por la puerta principal.
—¡Finalmente están aquí! —Envolvió sus brazos alrededor de Nicholas y lo
abrazó fuertemente—. ¡Es tan bueno verte de nuevo! ¡Creí que me ibas hacer esperar
otros cinco años!
—Te veo cada semana.
—Una video llamada semanal no es lo mismo que una visita, Nicholas. —Dejó
que se alejara y me jaló en un abrazo—. ¡Y estás casándote con Emily! —dijo—. Es tan
bueno al fin conocerte en persona luego de solo recibir tus correos electrónicos y
actualizaciones telefónicas estos dos últimos años. —Me abrazó un poco más fuerte y
susurró—: Él habla sobre ti todo el tiempo.
Nunca tuve la oportunidad de procesar sus palabras. Un alto y penetrante grito
vino desde dentro de la casa.
—¡Tío Nick-O-Lassss! —En cuestión de segundos, una pequeña niña vestida toda
de rosa se apresuró por la puerta principal y saltó directamente a sus brazos.
—Estoy sorprendido que incluso te recuerde. —Su hermano mayor, Nathan, se
apoyó contra el marco de la puerta—. No es como si vinieras a casa todo el tiempo para
verla.
—Acabo de limpiar mi agenda para tener una video llamada con ella todos los
lunes. —Nicholas puso sus ojos en blanco, pero le sonrió a la pequeña niña.
Ella besó su mejilla y me miró.
—¡Soy Samantha! ¿Cuál es tu nombre?
—Emily. —Repentinamente me sentí una tonta por asumir que sus lunes siempre
estaban libres para otra Samantha—. Es agradable al fin conocerte.
—¡Lo sé! —Saltó y echo un vistazo dentro de la bolsa de Luna. Luego jadeó—.
¡Un gatito! ¿Puedo jugar con él, tío Nick-O-Lass?
—Veremos. —Nicholas la recogió antes que pudiera abrir el pestillo—. Un poco
más tarde. ¿Quieres ayudarnos a llegar a nuestra habitación?
Asintió y comenzó a contarle sobre su día en la escuela.
Sonriendo, su madre nos indicó para que la siguiéramos dentro de la casa.
Mientras ella se entretenía con la conversación entre Nicholas y Samantha, yo reprimía
un jadeo cada vez que caminábamos a través de una habitación diferente.
La casa era increíble…
—Aquí es donde ustedes dos se estarán quedando. —Su madre abrió las puertas
de la gran suite con un balcón que tenía una vista frontal al lago. Había una cama tamaño
King al otro lado de las ventanas, un área para sentarse cerca de las puertas abiertas del
baño, y un armario de vidrio en la pared que estaba lleno de vino.
—Emily, siéntete libre de llamarme Liz. Hazme saber si necesitas algo más una
vez que te acomodes —dijo, tomando a una ceñuda Samantha de los brazos de
Nicholas—. Tendré una cena ligera y bebidas esperando por ustedes en la cocina cuando
estén listos.
—Gracias —dijimos al unísono, viéndola irse y cerrar la puerta.
—Tomaré el sofá como pediste —dijo Nicholas—. Y tú puedes tener la cama.
Hay un solo baño en esta habitación, pero hay otro en el pasillo. Te daré un recorrido
después que llames a tu hermana.
—¿Qué te hace pensar que necesito llamar a Jenna en este momento?
—Porque he viajado contigo en veintisiete ocasiones más —dijo, dirigiéndose a
la puerta—. Le cuentas absolutamente todo, minutos después que las cosas pasan.
Entonces, viendo cómo te besé en público hace una hora, y tu teléfono sigue vibrando
con su tono de llamada distintivo, creo que deberías terminar con ello de una vez. —
Sonrió y camino hacia el pasillo—. Estaré en la cocina.
Día Cuatro (y Cinco)
MI HERMANO: Brenton te hizo pasar por esa mierda de visita familiar falsa y
repentina, ¿verdad?
MI HERMANO: Solo sé malditamente honesto conmigo. ¿Realmente estás con Emily o
está es otra producción Brenton/Wall Street para que cierres un desalmado acuerdo de negocios?
—Dame tu teléfono —dijo Emily, alcanzándolo mientras borraba el último
mensaje de texto de mi hermano—, se supone que hoy debemos estar ensayando la
historia acerca de cómo nos enamoramos, y todo lo que has hecho es revisar tu teléfono.
—Todo lo que tú has hecho es relajarte en mi yate por cuatro días seguidos. —
Bajo mi teléfono y veo hacia ella. Estaba extendida en el piso en un vestido rojo brillante
de verano, viendo a Samantha molestar a Luna con un yoyo azul al otro lado de
nosotros.
—Yo pasando tres días en tu yate no es el punto, Nicholas.
—¿Entonces cuál es?
—Watson estará aquí mañana. —Ajustó sus lentes de sol—. Y tienes que darle
una buena impresión para que puedas cerrar el trato.
—Estoy consciente de eso.
—¿Entonces, ya memorizaste nuestra historia de amor?
—Para nada —dije—. Improvisaré.
—Entonces, si lo tienes memorizado. —Se rió y recostó nuevamente en el piso
del yate, mirando hacia el cielo—. No puedo esperar para escuchar tu dramática
interpretación.
La miré fijamente mientras los rayos del sol brillaban contra su rostro. Contra mi
mejor juicio, tomé unas cuantas fotos de ella con mi teléfono.
—Necesito preguntarte algo —dije.
—Te escucho.
—¿Qué te hizo pensar que estaba saliendo con Samantha Hendrix?
—Salió en la Página Seis, y todos estaban hablando sobre eso.
—¿Qué estaban diciendo?
—Lo usual —contestó, su voz suave—, que claramente estabas en la carrera por
obtener el título de Soltero del Año nuevamente, y que ella era otra muesca de
supermodelo en tu cinturón.
—Que interesante.
—¿Lo es? —Rodó sobre su estómago.
—Así es.
—¿Es cierto?
—No. —Me moví hacia el piso, jalándola para que estuviera entre mis piernas—
. Seguramente, tú ya sabías eso.
—Tenías toda una reputación cuando empecé a trabajar contigo —dijo—. No me
sorprendería. Puedes viajar cuando y adonde quieras, y puedes salir con quien quieras.
—Nombra un viaje en el último año y medio en el que no estuvieras conmigo. —
Arrastré mi dedo contra sus labios—. Luego nombra un momento cuando te haya
mencionado que estaba saliendo con alguien más.
—Bueno, eso no significa nada pero... —Estuvo callada por varios minutos—.
Honestamente no puedo pensar en uno.
—Porque honestamente no hay ninguno. —La jalé más cerca y la besé por mucho
tiempo hasta después del atardecer, deseando que estuviéramos solos en este maldito
yate.
Día Diez
o estaba segura de por qué nunca conecté estos puntos antes, por qué nunca
le presté demasiada atención al "S. Cuenta de cumpleaños" que siempre
aparecía en los libros en esta época del año. Echaba un vistazo a los
extravagantes pormenores de gastos aquí y allá, pensando que debían ser cotizaciones y
no recibos reales, pero ahora lo sabía con certeza.
—¿Realmente crees que le estás enviando a tu sobrina el mensaje correcto al
conseguirle un poni, un DJ y un mini convertible rosa para su cuarto cumpleaños?
—Eso es lo que pidió. —Se defendió Nicholas. Luego señaló la ventana donde
ella y un grupo de sus amigas estaban reunidas alrededor de Luna con un ovillo
brillante—. Claramente debería haberle comprado un gatito y haber ahorrado un
montón. ¿Por cuánto quieres vender a Luna?
Le di un golpe en el brazo y me reí.
—No está en venta.
Me tomó de la mano y me condujo a través de una multitud de padres y otros
invitados a la fiesta, dirigiéndose directamente a la cocina. El DJ ahora estaba
preparándose para su tercera serie en el césped lateral, por lo que era el turno de su madre
de cuidar a los niños desde la ventana.
Cuando llegamos a la cocina, me acorraló, luciendo como si estuviera a punto de
besarme, pero nos interrumpieron.
—Todavía tratando de comprar amor, ya veo. —Era Nathan.
Nicholas se giró para mirarlo.
—¿De qué diablos estás hablando?
—Samantha está siendo criada por mí, un padre soltero, y por supuesto, piensas
que puedes aparecer aquí por una o dos semanas y arreglarlo todo con dinero y jodidos
ponis.
—Ella pidió el maldito poni.
—Todas las niñas piden un poni, Nick —dijo bruscamente—. Eso no significa
que se los den. Y nadie te dijo que estaba bien organizar esto como la mejor fiesta, que
estoy seguro es solo otro espectáculo para Watson.
—Watson está pasando su tiempo en el lado turístico de Blue Harbor hoy.
—Qué conveniente. —Se encogió de hombros—. Al igual que este compromiso
que se alinea con la orientación de prioridades de Watson para la familia. Leí sobre él y
vi que nunca había cerrado un trato con un hombre que no estuviera comprometido o
casado. No sabías nada de eso, ¿verdad?
Nicholas no respondió.
—Sin duda espero que no hayas creído lo que Nicholas te dijo, Emily —indicó—
. Si crees que te ama, estás tristemente equivocada. La única persona a la que ama es a
sí mismo, y espero que tengas una muy buena paga por aguantarlo durante esta farsa.
No tiene un solo inversionista honesto en Wolf Industries, y vendió su alma a los
demonios en Wall Street en lugar de ayudar a su propia madre y hermano con el negocio
hotelero de su ciudad natal. ¿Ese es realmente el tipo de hombre con el que quieres estar?
Noté que Nicholas apretaba los puños.
—Papá te dijo que fueses generoso y nunca olvidases de dónde venías. —Nathan
miró a Nicholas de arriba abajo—. No creo que haya usado nada durante este viaje que
cueste menos de mil dólares, y no recuerdo haber crecido en Park Avenue.
—Nathan...
—¿Cuánto donas realmente a la investigación del cáncer? —Se apoyó contra el
mostrador—. Estoy seguro de que lo que sea, es mínimo. Me sorprendería si donaras
algo fuera de los bienes raíces de Manhattan. —Dirigió su mirada hacia mí otra vez—.
¿Cuánto te está pagando realmente, Emily? Cualquier cosa menos de medio millón es
criminal y...
—Cállate. —No podía soportar más, y sus palabras estaban haciendo que me
doliera el pecho.
—¿Qué dijiste? —Me miró—. Lo que está pasando entre mi hermano y yo no
tiene nada que ver contigo.
—Tiene todo que ver contigo, ya que he pasado dos años con él y no ha hecho
nada más que tratar de ganarse mayor respeto de ti. —Avancé, acercándome—. Para
que conste, tu hermano dona más de una cuarta parte de sus ganancias a la investigación
del cáncer. Yo misma entrego los cheques.
Apretó su mandíbula, y Nicholas me rodeó la cintura con el brazo.
»¿Y de dónde crees exactamente que vienen tus llamados inversores honestos? —
No pude parar—. ¿Crees que Smith & Claxton solo encontraron tu cadena de posadas
un día e invirtieron exactamente lo que necesitabas?
—Sí —aseguró—. Eso es exactamente lo que sucedió. Fue el destino.
—Seguro no eres tan tonto. —Entrecerré la mirada hacia él—. Nicholas los
encontró hace años, porque incluso con toda tu moralidad y prepotencia, todavía tienes
que contratar a alguien que pueda manejar adecuadamente tus cuentas comerciales.
Demonios, incluso llegó a un acuerdo para comprar de forma privada Smith & Claxton
para que más adelante nunca puedan aprovecharse de tu empresa. De esa manera,
siempre tendrás miles de millones de dólares en Wolf Industries detrás de ti para
apoyarte, ya sea que quieras saberlo o no.
Parecía aturdido, y no podía creer que lo estuviera criticando así.
»Cada pedido financiero que alguna vez has hecho y recibido de tus honestos
inversores ha venido directamente de Nicholas porque, a pesar del hecho de que no estás
satisfecho con la carrera que eligió, todavía te sigue amando. Y no creo que me quiera,
sé que sí, así que jódete y vete a la mierda si no lo crees. No estamos aquí por ti.
Me aparté del agarre de Nicholas y los dejé a los dos en la cocina. Me dejé caer
en un sofá abarrotado en la sala de estar y sacudí la cabeza.
¿Realmente acababa de hacer eso? ¿Por qué Nicholas no me detuvo?
Me quedé quieta y observé a los invitados a la fiesta correr por toda la habitación,
preguntándome cuándo me iba a decir Nicholas que me había excedido en mi papel de
prometida al arriesgarme.
—¿Emily? —De repente, se paró frente a mí y me tendió la mano—. ¿Puedo
hablar contigo un minuto en privado?
Asentí y me levanté, preparándome para una discusión una vez que estuviéramos
solos.
Me llevó al baño más cercano y cerró la puerta.
—Está bien, mira —empecé—. No iba a...
—Gracias. —Me empujó contra la pared y cubrió mi boca con la suya, cortando
mi frase. Mordiéndome el labio inferior, me sujetó las manos y las colocó sobre mi
cabeza, inmovilizándolas contra la pared de azulejos.
—Mantén las manos allí —susurró, dejándolas ir lentamente.
—¿Aquí? —Abrí los ojos de par en par cuando se apartó de mi boca—. ¿Ahora
mismo?
No respondió. Deslizó su mano debajo de mi falda y me arrancó las bragas de un
tirón, dándome la respuesta sin decir una palabra.
Poniéndose de rodillas, separó suavemente mis piernas y presionó un dedo contra
mi coño empapado. Lanzó un cálido beso contra mi clítoris, y mis manos se dirigieron
inmediatamente a su cabeza.
Soltó una carcajada y se levantó de nuevo.
—Emily... —Su voz era baja, exigente.
—¿Sí?
Agarró mis manos y las colocó de nuevo sobre mi cabeza.
—Mantén las manos aquí, y no me hagas volver a decírtelo.
Asentí y mantuvo la mirada fija en la mía mientras me desabrochaba lentamente
la blusa. Luego besó su camino por mi cuello y desabrochó la parte delantera de mi
sujetador con los dientes.
Tragué saliva mientras presionaba húmedos besos contra mis pezones, cuando
su boca hizo un rastro más allá de mi estómago.
Poniéndose de rodillas otra vez, levantó suavemente mi pierna izquierda y la
colocó sobre su hombro. Sin decir una sola palabra, enterró su cabeza en mi coño y me
torturó sensualmente con su lengua.
—Tu coño sabe tan bien... —masculló.
Luché por mantener las manos en alto como me había ordenado, para no
inclinarme y tomar puñados de su cabello mientras succionaba mi clítoris dentro y fuera
de su boca. Mis caderas se retorcieron contra mi voluntad, contra sus labios, y en el
momento en que hundió la lengua un poco más profunda en mi interior, mi mano
izquierda agarró su cabeza.
—Joder... —dije con voz ronca—. Creo que deberías... Creo que deberías
disminuir la velocidad...
—Yo no.
Mi mano derecha cayó desde la pared mientras sus besos se volvían aún más
implacables.
Me aferró los muslos para mantenerme en equilibrio, pero nunca se detuvo.
Nunca disminuyó la velocidad.
El abrumador placer me obligó a reclinar la cabeza contra la pared y agarrar con
dureza puñados de su cabello.
Mi coño palpitaba contra su boca, y deslizó dos gruesos dedos dentro de mí.
—Córrete en mi cara, Emily... —susurró, hundiendo sus dedos más
profundamente y masajeando mi clítoris con la punta de la lengua.
Cerré los ojos cuando mi cuerpo comenzó a temblar, mientras sentía las olas de
un orgasmo creciendo dentro de mí.
—Córrete en mi jodida cara... —susurró de nuevo, sujetando mis muslos un poco
más fuerte.
Incapaz de luchar más, grité su nombre mientras mi cuerpo cedía ante el poder
de su boca. Agarré su cabello, con fuerza, y me sostuve hasta que el último
estremecimiento de placer me atravesó.
—Buena chica —alabó, bajando mi pierna de su hombro y poniéndose de pie.
Presionó un solo dedo contra mis labios, miré hacia abajo y me di cuenta de su polla
estaba fuera del pantalón y dura como roca.
Pasé una mano por su longitud, ganándome una mirada caliente. Empecé a
arrodillarme para devolverle el favor, pero de repente me hizo girar.
—Inclínate y sujétate al fregadero.
—¿Qué?
—Inclínate y sujétate al fregadero. —Me dio una nalgada en el trasero—. Ahora.
Más que excitada y todavía mojada, obedecí lentamente. Escuché el sonido
mientras abría un condón, y lo sentí mordiéndome la nuca.
Deslizó una mano entre mis piernas, gimiendo sobre lo húmedo que estaba mi
coño, y luego presionó su polla contra mi hendidura.
—Joder, Emily...
Gemí mientras lentamente empujaba su polla dentro de mí, centímetro a
centímetro.
—Oh... Oh, Dios...
Cuando estuvo completamente enterrado dentro de mí, me empujó hacia
adelante y frotó sus manos contra mis costados mientras me ajustaba a su longitud.
—¿Es esto lo que querías en nuestra habitación hace unos días? —susurró en mi
oído.
—Sí. —Tragué saliva mientras me apretaba los pechos—. Sí…
—Hmmm. —Dejó salir su risa baja y sexy haciéndome desear su polla aún más,
y luego me aferró las caderas y comenzó a follarme sin piedad.
Su ritmo fue aún más implacable que el tempo para besar mi coño.
Los sonidos de la fiesta estaban justo al otro lado de la puerta: la risa, la música
y el canto, pero todos se convirtieron en un ruido de fondo distante mientras deslizaba
su polla dentro de mí una y otra vez.
Llamaban a la puerta cada pocos minutos, pero nunca hizo un movimiento para
abrirla. Solo siguió follándome, controlándome.
—Ah... —Cerré los ojos una vez que sentí que mi cuerpo temblaba de nuevo—.
Ah... Nicholas... Ohhh Dios...
Sostuvo firmemente mis caderas cuando solté el fregadero murmurando palabras
que no acababa de entender. Mis rodillas se debilitaron cuando un orgasmo más
poderoso se abrió paso a través de mi cuerpo, y lo sentí tensarse detrás de mí cuando
alcanzó su propia liberación segundos más tarde.
Mantuvo su polla dentro de mí, permitiéndonos permanecer entrelazados hasta
que estuvo seguro de que podía mantener el equilibrio por mi cuenta. Lentamente se
retiró, arrojó el condón y recogió mis bragas hecha jirones.
—Vamos —instó, abriendo finalmente la puerta—. Necesitamos terminar esto en
mi habitación.
—¿Otra vez? —Abrí los ojos de par en par—. ¿Ahora?
—Sí, otra vez. —Me besó los labios—. Ahora mismo.
Día Catorce (Y quince)
Asunto: Watson
Aceptó *finalmente* firmar los papeles de venta, pero quiere otra visita a tu
oficina principal en Nueva York para asegurarse de que "su alma aprueba" el trato.
También quiere que sea estrictamente en persona esta semana.
¡Felicitaciones!
—Brenton East
PD: No, en serio. ¿Esa historia que contaste sobre Emily durante la cena esa
noche fue verdadera o no?
Mañana.
—Brenton East
PD: Pensamiento al azar ¿Por qué no le pediste a Emily salir en ese entonces?
Este compromiso podría haber sido real ahora, tal vez...
Dos horas después, cuando nuestro avión ascendía en el cielo, me incliné y tiré
del auricular de la oreja izquierda de Emily.
—¿Sí? —Me miró y sonrió—. ¿Estás a punto de sugerir una modificación del
contrato?
—No. —La acerqué a mí y la besé en los labios, no queriendo soltarla hasta que
estuviese sin respiración.
—Detente. —Se apartó de mí y sacudió la cabeza—. Simplemente detente.
—¿Es algo malo?
—Sí. —Parecía confusa—. No me beses así.
—¿Cómo?
—Como si verdaderamente fuese real.
La acerqué y la besé de nuevo de todos modos.
—Lo es.
Día Veintidós
errar el trato Watson no fue tan satisfactorio como pensé que sería. Las
botellas de champán fueron abiertas y servidas libremente, los miembros de
la junta ofrecieron varias rondas de ovaciones de pie y Wolf Industries fue
sobre lo que más se hablaba en la prensa de negocios.
Pero había algo que faltaba: Emily.
Ahora que estábamos de vuelta en Nueva York, lejos del reducido espacio de
Blue Harbor, no estaba seguro de cuál debería ser el siguiente movimiento con ella.
Imágenes de ella encima de mí me invadían cada pensamiento, pero no era solo nuestro
sexo lo que llenaba mis días. Era su risa, su conversación y su sonrisa.
Y sus malditas novedades…
Había estado tan ocupado con el señor Watson los pasados días que todo lo
demás —incluso Emily—, se había desvanecido en el fondo. Desde que él me había
forzado a permanecer a su lado y darle incesantes actualizaciones durante muchos días
seguidos, difícilmente había tenido una hora para mí mismo. Lograba conseguir tres
horas de sueño por la noche, y haría una petición personal a mi equipo de que nunca
volveríamos a perseguir a un CEO con orientaciones a la familia.
Al menos, no uno como el señor Weston.
En la quinta y última fiesta de celebración que estaba abierta al público,
honestamente esperaba que Emily apareciese, pero nunca lo hizo. Y en los días que
siguieron en mi vuelta a mi rutina normal, no pude evitar pensar en cuánto ella odiaba
su trabajo cuando estuvo aquí. Cuán fuertemente dudaba que ella haría lo imposible y
haría trabajo extra o vendría a verme a mi oficina.
Empecé a llamarla, pero ni siquiera estaba seguro sobre qué decir.
Día Veintitrés
sí que, ¿crees que serías una buena asistente ejecutiva por, qué? —
Brenton miró a la última candidata, una graduada en Duke,
supuestamente, quien escribió mal su dirección en el currículo.
—Es porque tengo un buen guardarropa justo como su anterior asistente, Emily.
Y si las cosas no funcionan entre los dos, creo que yo seré una segunda esposa genial.
Jesús…
—Gracias por venir hoy, Rachel. —No había necesidad de hacer otra pregunta,
y había acabado con esta mierda por el día—. Estaremos en contacto.
Le estreché la mano y miré fijamente a Brenton cuando ella se fue de la
habitación.
—Está bien, está bien. —Alzó las manos—. Tendré una charla con Recursos
Humanos ahora mismo. Voy a suspender nuestra política de “todo el mundo puede al
menos conseguir una entrevista”.
—Gracias.
Dejó la habitación y hubo un golpe en la puerta segundos después.
¿Emily?
—¡Entre!
La puerta se abrió, pero no era Emily en absoluto. Era su conductor personal,
Vinnie.
—Señor Wolf, ¿podemos hablar? —preguntó.
—Claro. Cierra la puerta.
Agradeció y caminó a mi mesa. Por alguna razón, parecía más nervioso de lo
normal.
—¿En qué puedo ayudarte esta mañana, Vinnie?
—Recibí una carta en mi cajón de empleado esta mañana. —La sacó de su
bolsillo trasero—. Dice…
—Gracias por ocuparte de uno de los activos más valiosos de Wolf Industries
durante los pasados dos años y por ser leal durante diez años. —Solté el bolígrafo—. Lo
sé. ¿Qué con eso?
—Bueno, hay un cheque en el interior que es prácticamente mi salario
multiplicado por treinta años y un aviso de despido que empieza después del último día
de la señorita Johnson. —Se rascó la cabeza—. No me estoy quejando en absoluto, solo
tengo curiosidad de por qué me está dejando ir con una indemnización por despido tan
grande. ¿No necesitará un conductor personal para su siguiente asistente ejecutiva?
—No necesariamente —respondí—. La señorita Johnson es la única asistente
ejecutiva a la que alguna vez le he asignado un conductor personal en esta compañía.
Todas mis otras asistentes lo han compartido con mi secretaria y equipo ejecutivo, y creo
que iré en esa dirección con la siguiente. Si alguna vez consigo una, claro.
—Oh, ya veo. —Sonrió—. ¿También fue la única asistente ejecutiva que recibió
una tarjeta para compras ilimitada y pases para el spa en su nombre en cualquier lugar
de esta ciudad? ¿La única que tenía acceso a su jet privado para viajar?
—Creo que ambos ya sabemos la respuesta a eso, Vinnie.
—Ella no —mencionó, mirándome directamente a los ojos—. Ella no tiene ni
idea…
Día Veintinueve
No puedo creer que él no haya llamado.
i teléfono no sonó ni una sola vez desde que volvimos a Nueva York.
Aunque una parte de mí sabía que esa era una posibilidad. Cuando
Nicholas cerraba un trato, preparaba una fiesta de celebración. El trato se
convertía inmediatamente en “noticia antigua” cuando empezaba la segunda fiesta, y él
comenzaba a buscar un nuevo objetivo.
Había leído las informaciones de lo feliz que se encontraba en la celebración de
clausura, cómo le dijo a todo el mundo que su prometida fue incapaz de ir por “motivos
personales”. Así que, tomé eso como una señal para mantener la distancia. Incluso había
considerado aparecer por la fiesta, pero cambié de idea en el último minuto.
—Alégrate, Em. —Mi hermana puso una taza de chocolate humeante frente a
mí—. Al menos llegaste a follar con él. Fue increíble todo el tiempo, ¿cierto?
—¿Es todo en lo que piensas sobre esos días, Jenna?
—No. —Sonrió—. Sí.
No pude evitar reírme.
—Sí, siempre.
—Bueno, atesora esos momentos hasta que encuentres a alguien más. Estoy
segura de que ya ha pasado a la siguiente. Es Míster Página Seis, después de todo.
—Recuérdame no volver a venir a ti cuando necesite consuelo.
—No entiendo por qué es un gran problema. —Sacó un cupcake del
refrigerador—. Has trabajado para él durante dos años. Te sentías atraída por él, pero
no lo suficiente para cruzar la línea. Te invita a hacer un nuevo contrato temporal, uno
donde básicamente te está liberando por los últimos días, y te estás quejando de ello. No
es como si estuvieses enamorada del tipo. ¿Cierto?
No respondí.
—Oh, Dios mío… —Se dejó caer frente a mí—. Supongo que debería haberlo
visto como la razón por la que te negabas a salir y tener citas con gente nueva después
de tu última ruptura.
—Eso no tuvo nada que ver con Nicholas.
—Creo que tiene todo que ver con él. ¿Por qué otra razón pasarías todo ese tiempo
extra con él antes del acuerdo? —Parecía como si estuviese a punto de lanzarse a uno de
sus discursos “profundos” no tan reveladores, pero hubo un repentino golpe en la puerta.
—Yo contestaré. —Me apresuré a la puerta y me encontré frente a nuestra
madre—. ¿Mamá? —dije—. Pensé que no vendrías hasta el fin de semana.
—¿Cuándo ibas a decirme que estabas comprometida? —Parecía herida—. Tuve
que leerlo en el Financial Times. Tenía que volar hasta aquí antes de lo que planeé en un
principio porque simplemente sabía que no me esconderías algo así durante tanto
tiempo. ¿Lo harías?
—Hablemos de eso. —Suspiré y la dejé entrar—. ¿Café o té?
—Vodka.
Entré a la cocina y le serví un chupito. Me preparé para mí un vaso de zumo de
naranja.
—Tu jefe es un gran partido —indicó, quitándome el vaso—. Solo estoy
sorprendida de que fueses por él después de todas las quejas que proferiste durante tus
seis primeros meses allí.
—No es un compromiso real, mamá —contesté—. Nunca lo fue.
—Bueno, por supuesto, es un compromiso de verdad. No tienen que casarse en
menos de un año como hicimos tu padre y yo para hacerlo real.
—No, eso no es lo que quiero decir. Me refiero a que nunca hemos…
Alguien llamó a la puerta a mitad de frase, antes de que pudiese contestar.
—Dame un segundo —pedí, yendo a responder a la puerta. La abrí y me encontré
frente a Nicholas—. ¿Sí? —dije.
—¿Vas a invitarme a entrar?
—Sí. —Me sonrojé ante su presencia en su traje negro insignia, y le hice un gesto
para que entrase.
—Emily, ¿es él? —gritó mi madre desde la cocina, pero no esperó a que
respondiese.
—Es un placer conocerla señora Johnson. —Nicholas le tendió la mano mientras
ella entraba en el salón—. Soy Nicholas Wolfe, el prometido de Emily.
Mi madre lo miró, luego a mí. Vocalizó “VAYA” hacia mí y le estrechó la mano
antes de volver a la cocina.
—No sabía que tenías compañía esta noche —mencionó él, colocándome un
mechón de cabello tras la oreja.
—Lo harías si respondieses a mis mensajes de texto y dejases de ignorarme.
Arqueó una ceja.
—Me pediste un nuevo teléfono y un nuevo servicio antes de irnos a New Harbor.
Justo lo encendí el otro día. Mis disculpas por no llamarte, pero definitivamente no te
estoy ignorando, Emily.
Nos miramos el uno al otro.
—Simplemente estaba pensando en ti y quería pasarme por aquí —aseguró.
—¿Por sexo?
—No solo por sexo. —Sonrió—. ¿Puedes venir mañana a la oficina y limpiar tu
escritorio? Brenton está comenzando a ponerse ansioso sobre mudarse a tu oficina. Si
vuelves al trabajo, dejaré que la mantengas.
—No lo creo. —Me reí y puso sus labios sobre los míos—. ¿A qué hora quieres
que vaya?
—A las ocho en punto —contestó—. Y quiero que pases primero por mi oficina.
—Está bien. —Lo besé de nuevo y se dirigió a la puerta.
—Te veré mañana.
—Te veré mañana. —Volví a la cocina y me senté frente a mi madre.
—Bien, ¿qué estabas diciendo sobre este compromiso con tu prometido no siendo
real? —cuestionó.
—Nada. —Sonreí—. Nada en absoluto.
Día Treinta
Querida Emily:
Primero, Feliz Aniversario.
Segundo, he estado pensando en esta carta desde hace algún tiempo, y si he llegado a
conocerte de la forma en que creo, probablemente no la abrirás hasta que pasen muchos meses.
(Para entonces, verdaderamente espero que te sientas de manera diferente con respecto a mí).
De cualquier modo, gracias por ser la mejor asistente ejecutiva que he tenido jamás. Sé lo
demandante que puedo ser, soy consciente que a veces soy autoritario, y me disculpo por el estrés
adicional bajo el que has estado con el trato Waldman.
Dicho eso, estoy siendo perfectamente honesto, preferiría que no fueses mi asistente —que
te tomases algún tiempo para considerar estar conmigo de un modo diferente.
Eres la mujer más atractiva e inteligente que he conocido jamás, y después de pasar tanto
tiempo contigo, creo que nos iría mejor como pareja que en nuestra situación actual conmigo en
una posición de poder sobre ti. (Aunque para que lo sepas: si alguna vez llegamos a la cama,
definitivamente estaré en una posición de poder allí…).
Me gustas, te deseo y me gustaría una oportunidad para estar contigo.
Si sientes lo mismo, házmelo saber, e inmediatamente rescindiré tu contrato.
(Bueno, mientras prometas ayudarme a encontrar un reemplazo que sea la mitad de buena
que tú).
De otro modo, lo aceptaré como un rechazo y mantendré las cosas entre nosotros de manera
profesional.
—Nicholas A. Wolf
PD: Sí, soy consciente de que en la actualidad estás saliendo con alguien, pero dudo
profundamente que durará. No es el correcto para ti. (Y yo soy mejor… en todos los aspectos).
Querida Emily:
Primero, Feliz Aniversario.
Segundo, estoy bastante seguro de que nunca has abierto la primera carta. No te aburriré
repitiéndola, estoy seguro de que todavía está guardada en algún lugar de tu escritorio.
Ahora han pasado dos años, y mi atracción por ti no se ha desvanecido. Se ha intensificado
con cada día que pasa y con cada comentario que sale de tu sexy boca sabionda.
Hemos viajado juntos por todo el país bajo el pretexto del trabajo, pero realmente preferiría
que quitásemos el elemento “trabajo”. Preferiría que fueses solo mía y no mi “asistente ejecutiva”.
Mi oferta todavía sigue en pie en lo referente a rescindir tu contrato.
Por favor, hazme saber si sientes lo mismo…
Nicholas A. Wolf
PD: Ahora mismo no estás saliendo con nadie, así que antes de que malgastes tu tiempo
con alguien más, quédate conmigo…
Releí ambas cartas diez veces, maldiciéndome por no abrirlas la primera vez que
me las dio. Me pregunté si esa era la razón por la que hoy estaba siendo tan frío, si
realmente pensaba que yo no me sentía del mismo modo.
—¿Señorita Johnson? —De repente estaba de pie en mi puerta.
—¿Sí, señor Wolf? —imité su tono frío y dejé las cajas.
—Viendo que se está tomando mucho tiempo sacando sus cosas de mi edificio
—comentó, acercándose a mí—. ¿Cuál es el problema?
—Mi jefe actualmente se está comportando como un imbécil de nuevo, y no estoy
segura de por qué o cómo manejarlo. —Me encogí de hombros—. Fui un poco estúpida,
supongo, porque pensé que me amaba.
—Él definitivamente la ama. —Sonrió y me limpió mis lágrimas perdidas con la
punta de los dedos. Luego miró las cajas de aniversario abiertas y sonrió—. Tú, de entre
toda la gente, deberías saber que tu jefe canaliza el nerviosismo en frialdad,
especialmente cuando está al borde de negociar un nuevo trato.
—Él no tiene ningún trato nuevo. —Lo miré a los ojos—. Cerró el último de este
trimestre la semana pasada.
—No, quedaba uno. —Me besó en los labios y luego se dejó caer sobre una
rodilla. Lentamente abrió una caja de anillo, revelando un impresionante nuevo anillo
de esmeralda, y su mirada se encontró con la mía.
Jadeé y esperé que dijese algo, pero no llegó ninguna palabra. En cambio, sacó
una hoja de papel del bolsillo del pecho y me la entregó.
CONTRATO
Cláusula de pre-proposición