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Deus Caritas Est

29 ABRIL, 2016 By PHILEAS DEJA UN COMENTARIO

“El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es Amor”. (1 Juan 4:8)

Al abordar el estudio de las sagradas escrituras de Oriente y Occidente encontramos


diversas llaves o “capas” de interpretación que deben superarse para llegar hasta la médula,
es decir al sentido último de todo texto trascendente. Blavatsky hablaba de siete claves
principales con siete sub-claves, mientras que Orígenes prefería hablar de tres significados:
uno literal o evidente (en función del “Cuerpo”), otro ético (vinculado al “Alma”) y un
tercero alegórico o interno (relacionado al “Espíritu”).

Más allá de las diferentes claves para decodificar las enseñanzas escondidas en los textos,
hay un principio que es fundamental a la hora de sumergirnos en el estudio de los textos
sacros. Se trata del “Principio de Caridad”, el cual establece que “cualquier interpretación
que disemine el odio o desdén es ilegítima”.

En palabras de Agustín de Hipona: “Tenemos que mediar en lo que leemos, hasta que
encontremos una interpretación que tienda a establecer el reino de la caridad. La Sagrada
Escritura solo enseña caridad, solo condena la codicia, y de esta manera modela las
mentes de los hombres. (…) Por lo tanto, quienquiera que crea que entiende la divina
Sagrada Escritura o alguna parte de ella que no se base en el doble Amor a Dios y a
nuestros vecinos, no la entiende en absoluto. Quienquiera que allí encuentre una lección
para la construcción de la caridad, aunque no haya dicho lo que el autor aparentemente
haya pretendido decir en ese lugar, no ha sido engañado”. (1)

Dicho de otro modo: toda la literatura espiritual promueve el Amor entre los hombres y si
no lo hiciera deberíamos –en primer lugar– revisar nuestra interpretación de los pasajes que
se contrapongan a este principio. Si “Dios es Amor” (“Deus Caritas Est”) entonces todo lo
que provenga de Dios debe estar impregnado de Amor, no de Odio. Aunque le agreguemos
toneladas de literatura y comentarios, todo el Sendero Espiritual se resume en este sencillo
principio: el Amor.

La caridad es la piedra de toque del diálogo interreligioso y del pensamiento universalista,


pues logra condensar todas las doctrinas supuestamente distintas en un solo
enunciado: “Dios es Amor”, lo cual nos conduce inexorablemente a la regla de oro: “Ama
al prójimo como a ti mismo”.

Si el Amor es el eje interpretativo de las escrituras, deberíamos descartar de un plumazo


todas aquellas lecturas que fomenten la guerra, los nacionalismos, el racismo, el clasismo,
las divisiones y toda forma de intolerancia y discriminación.

Para concluir, quiero citar un pasaje muy lúcido de la investigadora Karen


Armstrong: “Una exégesis basada en el “principio de caridad” sería una disciplina
espiritual muy necesaria en nuestro mundo roto y fragmentado. La Biblia corre el peligro
de convertirse en una carta muerta e irrelevante; se está tergiversando con
reivindicaciones acerca de su infalibilidad literal; los fundamentalistas seculares la están
ridiculizando (a menudo injustamente); también se está convirtiendo en un arsenal tóxico
que alimenta odio y polémica estéril. El desarrollo de una hermenéutica más compasiva
podría proporcionar una contranarrativa, importante en nuestro mundo disonante”. (2)

Notas del texto


(1) San Agustín: “Sobre la Doctrina Cristiana”, citas del Libro 3, cap. X y Libro 4, cap.
XXXVI
(2) Armstrong, Karen: “Historia de la Biblia”

“Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo Amor, no soy más que un metal
que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los
misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero
me falta el Amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego
mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo Amor, nada gano con eso.
El Amor es paciente, es bondadoso. El Amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El
Amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo
lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El Amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será
silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo
era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a
ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como
en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta,
pero entonces conoceré tal y como soy conocido.
Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el Amor. Pero la más
excelente de ellas es el Amor”.
(1 Corintios 13)

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