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Colosenses 3:1-11

Por Richard Niell Donovan


Traducción por Ángeles Aller

PASAJE BÍBLICO: Colosenses 3:1-11


COMENTARIO (Estudio de la Biblia):
EL CONTEXTO:
El apóstol Pablo y su compañero Timoteo escribieron esta carta a la iglesia en Colosas (v. 1), una
ciudad pequeña en Asia Menor (actualmente Turquía). Pablo no había visitado Colosas, pero había
recibido noticias de Epafra, el misionero que seguramente fundó allí la iglesia (1:7).
Pablo habla favorablemente de la fe, el amor, y la esperanza de los cristianos colosenses (1:4-5)
y reconoce que el Evangelio fructifica y crece en ellos (1:6). Sin embargo, parece que Epafra le ha
dicho a Pablo que hay problemas graves en Colosas – problemas con falsas enseñanzas que algunos
eruditos han llamado “la Herejía Colosense.” Pablo escribe esta carta para ayudar a los colosenses
a solucionar estos problemas (en particular, véanse 2:4, 8, 13-16, 18; 3:5, 8, 18 – 4:1).
Aunque Pablo se va a dirigir a esos problemas uno por uno, primero quiere estar seguro de que
los cristianos colosenses están bien enraizados en los puntos básicos de la fe – y en Cristo como el
centro de esa fe (véase 1:15-20 en particular y 2:6-7, 9, 13b-19). Si estos cristianos colosenses
entendieran mejor la naturaleza y la misión de Cristo – quién era y es y lo que Cristo vino a hacer
por ellos – ese entendimiento les daría la fundación necesaria para solucionar los problemas que
preocupan a Pablo.
En capítulo 2, Pablo les dijo a los cristianos colosenses que habían sido sepultados con Cristo en
el bautizo y resucitados con él (2:12). Habían muerto por sus pecados, pero Cristo, “os vivificó
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (2:13).
Ahora explica en detalle lo que esto significa para ellos. Ya que han resucitado con Cristo:
• Deben buscar las cosas de arriba (vv. 1-3).
• Deben dejar su comportamiento mundano, como la inmoralidad sexual y la avaricia (v. 5).
• Deben dejar su ira, enojo, malicia, maledicencia, y torpes palabras (v. 8).
• Deben ser honestos uno con otro – decir la verdad y no mentir (v. 9).
• Deben recordar que en Cristo no hay judío ni griego – circuncisión ni incircuncisión – bárbaro
ni Scytha – siervo ni libre – porque “Cristo es el todo, y en todos” (v. 11).
COLOSENSES 3:1-2. BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA, DONDE ESTÁ CRISTO
1Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
“Si habéis pues resucitado con Cristo” (v. 1a). En capítulo 2, Pablo les dijo a los cristianos
colosenses que habían sido sepultados con Cristo en el bautizo y que habían resucitado de la muerte
con él (2:12). Ese versículo se paralela a lo que Pablo dijo en Romanos 6:3-5, donde habló del bautizo
como un entierro y resurrección con Cristo – el entierro de la persona que era antes de Cristo y su
resurrección a la nueva vida después de Cristo.
Pablo lo dice en más detalle en su carta a Gálatas:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, más vive Cristo en mí: y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí”
(Gálatas 2:20).
“buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (v. 1b). La palabra
“buscad” está en el presente, que en griego indica una acción que continúa. Es decir, Pablo les dice
que busquen y que sigan buscando las cosas de arriba. Esta búsqueda dura toda la vida.
Como consecuencia de su nueva vida en Cristo, estos cristianos deben subir los ojos del barro
que tienen bajo los pies y mirar hacia las estrellas de arriba. Deben dejar atrás su preocupación con
las cosas mundanas del kosmos para enfocarse en “las cosas de arriba.” Además, arriba es donde
Cristo vive y reina ahora – el mismo Cristo al que se unieron en el bautizo y resurrección. El que está
“sentado a la diestra de Dios” – el lugar más honorado.
En su carta a los filipenses Pablo dijo que, ya que Jesucristo obedeció hasta morir en una cruz,
“Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en
el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de
los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, a la gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2:9-11).
“Poned la mira (phroneite) en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (v. 2). En versículo 1,
Pablo pidió a estos cristianos que buscaran “las cosas de arriba.” Ahora, les dice que pongan “la mira
en las cosas de arriba.” La palabra griega phroneite tiene que ver con nuestro entendimiento –
nuestras actitudes – nuestra manera de pensar.
En su carta a los filipenses, Pablo les pidió adoptar la mente de Cristo, que era igual con Dios,
pero no creía que esa igualdad se pudiera obtener. En cambio, Cristo se vació, vino a la tierra en
forma humana, y obedeció hasta morir en una cruz (Filipenses 2:5-8). Por lo tanto, Dios le ha
exaltado.
En su carta a los romanos Pablo dijo:
“Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento,
para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Muchos piensan que una “religión de corazón” o una fe basada en las emociones es superior a
una “religión de la cabeza” o una fe con menos contenido emocional. Aunque una fe apasionada
puede ser algo bueno, la Biblia habla más a menudo de lo que podríamos llamar una “religión de
cabeza” que de una “religión de corazón.” Aunque “corazón” es una traducción literal de la palabra
griega kardia, la gente de los tiempos bíblicos pensaba que el corazón era el centro del intelecto y
la voluntad, y no el centro de las emociones. La Biblia nos alienta a creer una y otra vez – una
actividad basada en la cabeza.
No debemos preguntarnos porque la Biblia enfatiza tanto la cabeza – el intelecto – nuestras
creencias. Personas tienden a actuar según sus creencias. Si creen cosas que no son verdad,
actuarán según esas falsas creencias y sufrirán las consecuencias. Si han aprendido a creer en lo que
sí es verdad, beneficiarán muchísimo de esa enseñanza – y de sus verdaderas creencias.
Además, fe tiene raíces en la creencia, y la fe es la clave del discipulado y la salvación (Romanos
3:28, 30; 4:5, 11-16; 5:1-2; 9:30-32; 10:6; Gálatas 2:16; 3:8ff; 5:5).
En este versículo, Pablo contrasta “las cosas de arriba” con “las cosas de la tierra.” Aunque no
define ninguna de las dos, sus comentarios en versículos 5-9 nos dan bastante información de lo
podríamos considerar cosas “de la tierra” – inmoralidad sexual, inmundicia, y todo lo demás.
COLOSENSES 3:3-4. TAMBIÉN SERÉIS MANIFESTADOS CON ÉL EN GLORIA
3Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra
vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
“Porque muertos sois” (v. 3a). La muerte es una grave transición. Trae el fin de todo. En este
caso, los cristianos colosenses han muerto al antiguo orden. Lo que eran antes ya no existe. A pesar
de esto, para ellos la muerte no ha sido el final. Han “resucitado con Cristo” (v. 1) – han resucitado
a una vida nueva.
“y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (v. 3b). Hay mucho escondido o misterioso
que se asocia con Dios. Al fin y al cabo, Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos…. Como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos” (Isaías 55:8-9).
¿Cómo puede ser de otra manera? ¿Cómo podríamos nosotros, los creados, llegar al fondo de
quien nos creó?
Sin embargo, no hemos tenido que llegar al fondo para conocer a Dios. Dios se nos ha revelado
por medio de la ley y los profetas – a través de su larga historia con el pueblo de Israel – a través de
Jesucristo (Juan 14:9; véase también Mateo 16:17) – y a través del trabajo de los apóstoles (Efesios
3:8-9).
Sin embargo, las cosas de Dios siguen sin conocerse, menos para aquéllos que han escogido
creer. Para los que no tienen fe, los secretos divinos permanecen tan impenetrables como siempre
(1 Corintios 2:7-8, 14-15; 2 Corintios 4:4).
Es en ese sentido que la vida de estos cristianos colosenses “está escondida con Cristo en Dios.”
Habiendo nacido de nuevo a través de su bautizo – su muerte y resurrección con Cristo – los
cristianos colosenses han cambiado en maneras que los que no creen no pueden entender. Como
los secretos divinos, estos cristianos están “escondidos con Cristo en Dios” – doblemente ocultos.
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare” (v. 4a). Lo primero que hay que anotar es que Pablo
dice que Cristo es “nuestra vida.” En su carta a la iglesia filipense dijo, “Porque para mí el vivir es
Cristo” (Filipenses 1:21). En su carta a la iglesia en Gálatas dijo, “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Ahora sugiere que
lo que es verdad para él es verdad para todo cristiano – que Cristo es su vida.

¿Cuáles son las implicaciones prácticas de Cristo como nuestra vida? Para empezar, Cristo nos
abre el camino a la vida eterna, incluyendo la vida que vivimos aquí y la vida que anticipamos en el
más allá. En la oración de sumo sacerdocio que rezó justo antes de morir, Jesús dijo, “Esta empero
es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado” (Juan
17:3). La vida eterna tiene tanto que ver con la calidad de vida como con su cantidad. La vida eterna
empieza aquí y ahora, y continúa más allá del tiempo.
Esto significa que una vida centrada en Cristo adopta un carácter nuevo y mucho más positivo
que nuestra vida antes de tener a Cristo. Como un navegante cuya brújula siempre le dirige al norte
verdadero, podemos confiar que Cristo nos lleva por el buen camino. Quizá no podamos ver lo que
hay detrás de la esquina – y pasaremos por momentos difíciles – pero nuestra meta y dirección
están aseguradas. Vivimos con la promesa que “al Padre ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).
“se manifestare” (v. 4a). Esta manifestación vendrá con la Segunda Venida de Cristo, cuando
todos verán quién es – el Mesías (palabra hebrea) – el Cristo (palabra griega) – el Hijo de Dios – el
Salvador del mundo (2 Tesalónicos 1:7; 1 Corintios 1:7; 1 Pedro 1:7, 13). Por eso, “en el nombre de
Jesús se doble (doblará) toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los
que debajo de la tierra” (Filipenses 2:10).
“entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (v. 4b). Cuando Cristo sea
revelado en su gloria, compartirá ese día con sus discípulos – los que han creído en él y han tratado
de seguir su dirección. Nosotros, también, seremos manifestados – manifestados en gloria, como
Cristo fue manifestado en gloria. Juan lo confirma al decir, “sabemos que cuando él apareciere,
seremos semejantes a él” (1 Juan 3:2).
COLOSENSES 3:5-6: AMORTIGUAD VUESTRA INMORALIDAD Y MALOS DESEOS
5Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia,
molicie, mala concupiscencia, y avaricia, que es idolatría: 6Por las cuales cosas la ira de Dios viene
sobre los hijos de rebelión.
“Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra” (v. 5a). Miremos primero la
palabra “pues” (griego: oon). Esta pequeña palabra conecta versículos 1-4 con versículos 5-9. En
versículos 1-4, Pablo animó a los cristianos colosenses a buscar “las cosas de arriba, donde está
Cristo” (v. 1) – y a poner sus mentes en “las cosas de arriba” (v. 2). Razonó “Porque muertos sois, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (v. 3). Es decir, cuando se hicieron cristianos,
murieron a su vida anterior y renacieron a una vida nueva (2:12; véase también Romanos 6:1-8).
Ahora, con la palabra “pues,” Pablo les muestra las consecuencias naturales de su nuevo estatus
como cristianos. Ya que han muerto a su vida anterior y han resucitado a una vida nueva con Cristo,
es natural que sus pensamientos y comportamientos concuerden con su nueva identidad.
El resultado lógico de su nuevo estatus es que ellos deben “amortiguad” (aplacar, aminorar, o
contar como muerto) sus “miembros que están sobre la tierra.” La palabra griega traducida como
“miembros” se refiere a miembros o partes del cuerpo. Se podría mal interpretar este versículo de
la misma manera que algunos han mal interpretado las palabras de Jesús en Mateo 5:29-30 –
pensando que habla de algún tipo de mutilación propia. Esto no es lo que Pablo, ni Jesús, decían.
Aquí Pablo enfatiza que estos cristianos colosenses han muerto a su previo ser y han resucitado en
un ser nuevo y redimido. Por eso deben cumplir con su nuevo papel. Deben dejar atrás el
comportamiento previo que acompañaba a su ser anterior – y deben llevar vidas según su nuevo
ser.
Entonces Pablo redacta una lista de comportamientos específicos – empezando con el más obvio
(la inmoralidad sexual) y volviendo hacia los problemas que dan comienzo al pecado (molicie, mala
concupiscencia, y avaricia).
Esta lista no es exhaustiva, pero sí sirve para ilustrar. En versículos 8 y 9, Pablo incluye otra lista
completamente diferente.
“fornicación” (porneia) (v. 5b). Porneia tiene que ver con relaciones sexuales e ilícitas. Pablo ha
utilizado porneia para hablar de una relación incestuosa entre un hombre y la esposa de su padre
(1 Corintios 5:1). Aconsejó a los cristianos que no tuvieran nada que ver con gente que dice ser
cristiana pero que practica porneia (1 Corintios 5-9). Les dijo que no ensuciaran sus cuerpos
teniendo relaciones con una prostituta (pornes) (1 Corintios 6:15). Efesios 5:3-5 aconseja a los
cristianos que ni siquiera hablen de la inmoralidad sexual (porneia), y advierte que “ningún
fornicario… tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.”
El énfasis en la inmoralidad sexual tiene profundas raíces en el Antiguo Testamento. No solo se
prohibía el adulterio, sino que se podía castigar con la muerte (Éxodo 20:14; Levítico 18:20, 20:10;
Deuteronomio 5:18; 22:22-24). Las mujeres debían permanecer vírgenes hasta casarse
(Deuteronomio 22:13-21). Se prohibía el incesto (Levítico 18:6-18; 20:10-21), igual que otros
comportamientos sexuales (Levítico 18:22; 20:13-15).
“inmundicia” (akatharsia) (v. 5c). La palabra akatharsia connota suciedad física o moral. En 2
Corintios 12:21 y Gálatas 5:19, Pablo usa esta palabra para hablar de inmundicia sexual – pero
también se puede referir a otros tipos de inmundicia moral.
“molicie (pathos), mala concupiscencia” (epithumia kaken) (v. 5d). La palabra pathos no se
refiere necesariamente a una pasión depravada – y en este versículo no hay otra palabra en el griego
original que se podría traducir como ‘depravado.’ Sin embargo, el hecho de que aquí se encuentre
junto a “mala concupiscencia” (kaken es la palabra griega para ‘mala’) sugiere que aquí Pablo está
hablando de una “pasión depravada.”
“y avaricia (pleonexia), que es idolatría” (v. 5e). La palabra pleonexia viene de dos palabras
griegas, pleon (más) y exo (tener) – y significa avaricia o codicia.
La avaricia es un deseo excesivo por algo que pertenece a otro – un deseo tan intenso que puede
provocar a la persona avariciosa a actuar de cualquier manera para conseguir lo que quiere. El
último mandamiento prohíbe codiciar la casa de un vecino, o su mujer, o su siervo o buey o asno “ni
cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17). La avaricia, entonces, da raíz a muchos otros pecados.
Pablo iguala la avaricia a la idolatría, porque se trata de amar algo que no es Dios con un amor
insaciable – alabar algo que no es Dios – hacer algo en que Dios no es la prioridad principal.
¿Qué podemos hacer para no caer en la avaricia? ¿Podemos controlar nuestras emociones así?
¿Nos requiere Pablo algo imposible?
No hay duda que nuestras emociones son importantes. Sin embargo, NO es verdad que estemos
a la merced de nuestras emociones – que no podamos ejercer control sobre ellas. El primer paso es
seguir las disciplinas espirituales tradicionales que nos mantienen equilibrados, como la oración, la
lectura de la Biblia, la participación en alabanza pública y el compañerismo cristiano.
El autor de Efesios nos dice “tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo” (Efesios 6:13). Esta armadura consiste del cinto de la verdad, la cota de justicia, el evangelio
de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, “y la espada del Espíritu; que es la palabra de
Dios” (6:14-17). Recomienda que oremos “en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el
Espíritu” (6:18).
“Por las cuales cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de rebelión” (v. 6). Con “las cuales cosas”
Pablo se refiere a lo que ya mencionó en versículo 5 – “fornicación, inmundicia, molicie, mala
concupiscencia, y avaricia.”
Pablo avisa que participar en estos vicios provocará la ira de Dios sobre los hijos de la
desobediencia. Dios es santo y no puede soportar la falta de santidad.
En algunos casos, estas consecuencias tienen una característica automática. Gente que cae
adicta a las drogas o al alcohol casi siempre sufre las consecuencias de su adicción en su vida física,
mental, económica, social, y espiritual. Gente que practica una sexualidad promiscua a menudo se
contagia de alguna enfermedad – o se encuentra con un embarazo que no desea.
En otros casos, quizá no veamos las consecuencias en el momento. Pero eso no significa que Dios
no arreglará las cosas en el futuro.
COLOSENSES 3:7-8. DEJAD TAMBIÉN VUESTRA IRA Y TORPES PALABRAS
7En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas. 8Mas ahora, dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra
boca.
“En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas” (v. 7). Pablo les
recuerda a los cristianos colosenses que una vez fueron culpables de los pecados que aparecen en
versículo 5 – fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y avaricia. Saben lo que es llevar
ese tipo de vida y han escogido dejarla atrás para hacerse cristianos. Estaban perdidos, pero ahora
han sido encontrados. ¿Por qué volver a sus antiguos hábitos?
“Más ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes
palabras de vuestra boca” (v. 8). Pablo clama a estos cristianos colosenses que dejen atrás el
comportamiento pecaminoso que una vez regía sus vidas – y les hace una lista de cosas específicas
– sentimientos y comportamientos destructivos, ambos para ellos y para las personas a su
alrededor.
“ira (orge), enojo” (thumos) (v. 8b). El tipo de ira que representa la palabra griega orge es ira que
permanece a fuego lento bajo la superficie, esperando cualquier excusa para estallar. Hoy, un
psicólogo lo podría llamar hostilidad.
La ira que representa la palabra thumos es más activa. Si orge cuece a fuego lento, thumos es ira
explosiva – orge liberado de su jaula.
El nuevo testamento repetidamente alienta cristianos a dejar atrás su ira y enojo:
• Jesús advirtió, “más cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo, que
cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que
dijere a su hermano, Raca, será culpado del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado
del infierno del fuego” (Mateo 5:21-22).

• Pablo citó Deuteronomio 32:35 diciendo, “No os venguéis vosotros mismos, amados míos;
antes dad lugar a la ira; porque escrito está: Mía es la venganza: yo pagaré, dice el Señor” (Romanos
12:19).
• En su carta a Gálatas, entre las obras de la carne Pablo incluyó enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, y disensiones, y advirtió, “los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios”
(Gálatas 5:20).
• El escritor de Efesios citó Salmo 4:4 diciendo, “Airaos (orgidzo de orge), y no pequéis; no se
ponga el sol sobre vuestro enojo” (paraorgismos de para y orge)… “Toda amargura, y enojó, e ira, y
voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros
benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó en
Cristo” (Efesios 4:26, 31-32).
• Cuando advirtió del juicio venidero, el autor de Hebreos recuerda a sus lectores que Dios dijo,
“Mía es la venganza, yo daré el pago” (Hebreos 10:30).
Es fácil reconocer el valor del consejo de Pablo acerca de la ira. La ira es mortal. En su libro,
Wishful Thinking, Frederik Buechner dice, “De los siete pecados cardenales, ira es posiblemente el
más divertido. Lamerte las heridas, chasquear los labios sobre antiguos desacuerdos, pasar por la
boca la posibilidad de amargas confrontaciones aún por llegar, saborear el último pedacito del dolor
que te han dado y el dolor que devuelves – en muchas maneras se parece a un banquete hecho para
un rey. El mayor inconveniente es que lo que comes eres tú mismo. El esqueleto del banquete eres
tú.”
Pero no solo es uno mismo lo que está en riesgo. La ira de una persona amenaza el bienestar de
sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, miembros de su congregación, y todos los demás.
Es probable que una persona enojada lastime a otros con palabras de ira – y a veces con violencia
física.
También, aunque pueda parecer que ira produce resultados a corto plazo, a la larga suele ser
contra productiva. Un amigo consejero me dijo una vez, “ira engancha ira.” Es decir, gente suele
responder a una persona enojada, enojándose – y esa dinámica produce calor en vez de luz.
Alguien podría responder con ejemplos de gente enojada que ha logrado hacer cosas – y sí, hay
muchos ejemplos. La cuestión es si se puede lograr aún más controlando más efectivamente la ira.
¿Pero cómo podemos controlar nuestra ira? ¿Cómo podemos eliminarla?
• El primer paso es lograr entender su naturaleza corrosiva y así motivarnos a controlarla.
• El segundo paso es recordar que Dios dice, “Mía es la venganza, yo daré el pago” (Hebreos
10:30). Justicia no depende de nosotros y nuestra ira.
• El tercer paso es involucrarse en las disciplinas espirituales tradicionales como la oración, la
lectura de la Biblia, participar en alabanza pública y practicar compañerismo cristiano. Estas
disciplinas nos pueden ayudar a desarrollar auto disciplina en lo que se refiere a la ira – y en muchas
otras cosas.
“malicia” (kakia) (v. 8c). La palabra griega kakia significa malicia o mala voluntad. La persona
maliciosa está motivada a lastimar a otra persona.
“maledicencia” (blasphemia) (v. 8e). Cuando se usa blasphemia en relación a Dios, significa
blasfemia. Cuando se usa en relación a otras personas, significa calumniar o difamar (véase Mateo
15:19; Marcos 7:22; Efesios 4:31; 1 Timoteo 6:4; Judas 1:9).
“torpes palabras” (aischrologia) (v. 8f). Esto es el uso de lenguaje vulgar – palabras que otros
pensarían ofensivas.
Palabras (habladas o escritas) son poderosas y tienen la capacidad de usarse para el bien o para
el mal. Santiago describe la lengua como la brida de un caballo o el timón de un barco. Son
relativamente pequeñas, pero tienen gran poder en cuanto a la dirección que toma la vida de cada
persona. Igual que un fuego pequeño puede destruir un gran bosque, así también la lengua es un
fuego que puede contaminar todo el cuerpo.
Santiago dice que solemos domar animales, pero “ningún hombre puede domar la lengua, que
es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre,
y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a la semejanza de Dios. De una misma
boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.
¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la
higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce”
(Santiago 3:3-12, vv. 8-12 en particular). El punto de Santiago, claro, es que nuestro hablar nace de
lo que está en nuestro corazón. Si nos hemos convertido en gente de Dios, nuestro hablar debe
reflejar la nueva persona en que nos hemos convertido.
COLOSENSES 3:9-11. NO MINTÁIS LOS UNOS A LOS OTROS
9No mintáis (pseudomai) los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos, 10Y revestidos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen
del que lo crio; 11Donde no hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha,
siervo ni libre; mas Cristo es el todo, y en todos.
“No mintáis los unos a los otros” (v. 9a). La palabra griega pseudomai significa mentir – decir algo
que no es verdad – pero también significa engañar o defraudar.
Ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento prohíben la falsedad y honran la verdad:
• Los Diez Mandamientos prohíben rendir falso testimonio contra un prójimo (Éxodo 20:16;
Deuteronomio 5:20).
• Una persona que “negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare…
lo restituirá… añadirá a ello la quinta parte” (Levítico 6:2-5).
• “y no engañaréis, ni mentiréis ninguno a su prójimo. Y no juraréis en mi nombre con mentira,
ni profanarás el nombre de tu Dios” (Levítico 19:11b-12).
• “Destruirás a los que hablan mentira: Al hombre de sangres y de engaño abominará Jehová”
(Salmo 5:6).
• Una de las seis cosas que Dios aborrece es “la lengua mentirosa” (Proverbios 6:17).
• El Nuevo Testamento tiene palabras fuertes para los falsos profetas (Mateo 7:15; 24:11, 24;
Marcos 13:22; Lucas 6:26; 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1; Apocalipsis 16:13; 19-20; 20:10). Jesús dijo, “Y
conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8:32).
• “Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Efesios 4:25).
• “Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
hacemos la verdad” (1 Juan 1:6).
• Del Nuevo Jerusalén, Juan dice, “No entrará en ella ninguna cosa sucia, o que hace abominación
y mentira” (Apocalipsis 21:27).
Ahora Pablo les pide a los cristianos colosenses que no se mientan unos a otros – que no se
engañen.
“habiéndoos despojado (apekduomai de apo y ekduo) del viejo hombre con sus hechos, y
revestidos (enduo) del nuevo” (vv. 9b-10a). Las palabras, ekduo (quitarse) y enduo (ponerse) se
solían usar para hablar de ponerse o quitarse la ropa – vestirse o desvestirse.
La razón por que Pablo les pide a estos cristianos colosenses que no mientan es porque se han
despojado del viejo hombre y se han revestido del nuevo. Reconoce que este “despojar” y “revestir”
ya ha pasado. No les pide que lo hagan, porque ya lo han hecho.
Pablo utiliza esta metáfora de la ropa para recordarles a los cristianos colosenses que ya se han
“despojado del viejo hombre con sus hechos” y se han revestido “del nuevo” (3:9b-10) – queriendo
decir que al hacerse cristianos, se hicieron personas nuevas. Dejaron atrás su persona pecaminosa
y han tomado el papel de una nueva persona guiada por el Espíritu Santo. La llamada de Pablo hacia
la honestidad concuerda con su llamada para que actúen como las nuevas personas en las que se
han convertido – que descarten su viejo comportamiento y que adapten el nuevo (véase también
Romanos 13:14).
“el cual por el conocimiento es renovado” (epignosis) (v. 10b). El hombre “nuevo” (v. 10a) es el
que “por el conocimiento es renovado.”
Si gnosis es conocimiento (y lo es), entonces epignosis es un conocimiento más profundo y
verdadero – el tipo de conocimiento que no podemos sacar de un libro – el conocimiento que viene
solo con la experiencia de la vida.
Pablo habla de este tipo de renovación en otros lugares:
• Les aseguró a los cristianos colosenses que “antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior empero se renueva de día en día” (2 Corintios 4:16). Estas son buenas
noticias para los que envejecemos y vemos que nuestra habilidad física disminuye día a día.
• Les imploró a los romanos, “no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de
vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta” (Romanos 12:2; véase también Colosenses 1:9).
“conforme a la imagen (eikon) del que lo crio” (v. 10c). El propósito de ser renovado en
conocimiento es reflejar más fielmente la imagen (eikon) de nuestro creador.
• Esto se refiere a la historia de la creación en Génesis donde dice, “Y crio Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo crio; varón y hembra los crio” (Génesis 1:27).
• Pablo les dijo a los romanos que Dios predestinó a los que ya conocía “para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”
(Romanos 8:29).
• También dijo, “Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del
celestial” (1 Corintios 15:49) – el “terreno” se refiere al ambiente de nuestra persona anterior y
“celestial” al ambiente de nuestra nueva identidad en Cristo.
Llevar la imagen del creador es importante. Si no podemos llevar la imagen de Dios con lealtad,
comprometemos nuestro testimonio de Dios y nuestra capacidad de cumplir con la Gran Comisión
(Mateo 28:19-20). Cuando otros nos ven, deben ver la marca de Dios en nuestras vidas.
“Donde no hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha, siervo ni libre”
(v. 11a; véase también Gálatas 3:28). Una vez que nos hemos despojado “del viejo” y nos ponemos
“el nuevo,” (v. 9), entramos en una zona sin barreras donde antiguas divisiones ya no existen.
Pablo nos da varios ejemplos de divisiones sociales que ya no aplican para el cristiano:
“Griego ni Judío.” Este es un ejemplo obvio en el que “griego” es sinónimo de “gentil.”
No debemos perder de vista que Dios mandó la separación entre judío y gentil. Dios escogió a
Abram como padre del pueblo judío, y prometió que le haría una gran nación (Génesis 12:2). El Tora
requería circuncisión y restricciones dietéticas – practicas diseñadas, en parte, para ayudar al pueblo
judío a mantenerse distinto de las culturas que lo rodeaban. Cuando los israelitas entraron en la
Tierra Prometida, Yahvé dejó claro que no se debían casar con habitantes locales (Deuteronomio
7:3; véase también Josué 23:12-13; Esdras 9:1-2, 10; 10:1-4). Cuando Salomón tomó a mujeres
extranjeras como esposas, ellas “inclinaron su corazón tras dioses ajenos… E hizo Salomón lo malo
en los ojos de Jehová, y no fue cumplidamente tras Jehová como David su padre” (1 Reyes 11:4, 6).
Los primeros cristianos eran judíos, y la iglesia requería que conversos gentiles varones se
sometieran a la circuncisión. Pero entonces Felipe bautizó a un eunuco etiopio – un hombre que,
por su defecto físico (castración) no podría entrar plenamente en la comunidad judía (Hechos 8).
Entonces Saúl recibió una visión de Cristo en camino a Damasco – una visión que le llevó a llamarse
Pablo, el gran apóstol a los gentiles (Hechos 9). Por último, Pedro tuvo una visión en la que se le
requería comer animales impuros, según la ley judía. Esto resultó en un entendimiento más amplio
para Pedro: “Vosotros sabéis que es abominable a un varón Judío juntarse o llegarse a extranjero;
más me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10:28) – y “Por
verdad hallo que Dios no hace acepción de personas; Sino que de cualquiera nación que le teme y
obra justicia, se agrada” (Hechos 10:34-35; véase también Hechos 15).
Después de eso, Pablo, el apóstol a los gentiles, asciende en importancia y empezamos a oír poco
de Pedro (el antiguo defensor del legalismo judío) en el resto del libro de Hechos.
“circuncisión ni incircuncisión” es otra manera de decir judío y gentil. El Tora requería circuncidar
los varones al octavo día después de nacer para marcar su pertenencia en el pacto con la nación de
Israel (Levítico 12:2-3).
Sin embargo, como Cristianos no tenemos necesidad de circuncisión porque hemos recibido una
circuncisión no hecha con las manos – una obra de Dios en lugar del hombre – una circuncisión
espiritual en lugar de física – una circuncisión del corazón (Deuteronomio 10:16; Jeremías 4:4;
Romanos 2:29; véase también Hechos 15:1-29; Gálatas 2:1-10).
“bárbaro ni Scytha.” A diferencia de los ejemplos anteriores (judío y gentil – circuncisión y
incircuncisión), bárbaro y Scytha no están opuestos. Los griegos pensaban de quienes no eran
griegos como bárbaros – gente que hablaba un idioma salvaje y vivía de manera salvaje. Los Schytha
vivían un tipo de barbarismo extremo conocido por sus salvajadas y prácticas alarmantes, como la
de beber la sangre de sus enemigos.
“siervo (doulos) ni libre.” La palabra doulos se traduce siervo o esclavo, y sugiere servidumbre
involuntaria. Un doulos es subordinado a su amo y se le exige obedecer las órdenes de su amo. Un
hombre libre, en contraste, no es solo libre, pero también podía ser dueño de sus propios esclavos.
Pablo escribió una carta a Filemón, cristiano y dueño de esclavos, acerca de Onésimo, un esclavo
de Filemón que seguramente se había escapado. Pablo devolvió Onésimo a Filemón, pidiéndole que
recibiera a Onésimo “No ya como siervo, antes más que siervo, como hermano amado, mayormente
de mí, pero cuánto más de ti, en la carne y en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele
como a mí” (Filemón 16-17).
“más Cristo es el todo, y en todos” (v. 11b). Todas las categorías incluidas en versículo 11a se
reúnen bajo la dirección de Cristo, que “es el todo, y en todos.” En Cristo, las antiguas categorías ya
no tienen significado. Todos han pecado. Todos son perdonados. Todos tienen el mismo acceso a la
cena del Señor. Todos son hermanos y hermanas. Todos son “uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada
enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de
dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).
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