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Sostenibilidad / Sustentabilidad Medioambiental, Cultural, Social Y Económica- MORE THAN

GREEN

Si bien es cierto que la crisis medioambiental es la consecuencia, sería un error entender que es
también la causa.

Son la crisis económica y, ante todo, social, las que nos han llevado a una crisis medioambiental. El
capitalismo, la globalización, etc. han hecho que sociedades de todo el mundo hayan importado
progresivamente el modelo anglosajón de territorio y sociedad. Las nuevas conductas colectivas
importadas, no sólo han ido rompiendo estructuras sociales y culturales sino relacionales entre
individuos.

El hecho de que, primero Europa, y ahora Asia copien el modelo social anglosajón eliminando sus
rasgos culturales y de identidad (sostenibilidad cultural) no hace sino incrementar el impacto
medioambiental de estos nuevos modelos sobre estos territorios históricos.

Esto ha traído consigo un mayor consumo generalizado de recursos así como, en consecuencia, de
generación de residuos.

En definitiva, la solución al problema medioambiental no pasa sólo por lo medioambiental sino, y sobre
todo, por reconstruir tejidos sociales y culturales, así como políticas económicas que tomen en
consideración el capital natural como uno de los grandes valores de futuro.

Por tanto, es fundamental ampliar el concepto de sostenibilidad medioambiental a ECONÓMICO,


SOCIAL y CULTURAL.

ORÍGENES

Hoy, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su web define –citando el informe titulado
‘Nuestro futuro común’ (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, 1987) y también
conocido como ‘Informe Brundtland’- el desarrollo sostenible como “la satisfacción de las necesidades
de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer
sus propias necesidades.” A continuación afirma que “el desarrollo sostenible ha emergido como el
principio rector para el desarrollo mundial a largo plazo.” Y, por último, especifica que éste consta de
tres pilares: “el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.” Si bien
es cierto que este triple entendimiento estaba implícito en el Informe Brundtland -el cual defendía el
“crecimiento económico, la inclusión social y el equilibrio medioambiental” como principios estratégicos
de desarrollo tanto a nivel global como nacional y local- no se formula como tres categorías
independientes hasta la Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro en 1992, donde se declara
que el principal objetivo del “desarrollo sostenible es lograr el desarrollo económico, medioambiental y
social que satisfaga las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.”

Dos años más tarde John Elkington acuñaría el concepto Triple bottom line (abreviado
como TBL o 3BL) para describir este nuevo triple paradigma de la sostenibilidad. Desde entonces, éste
se ha convertido en el eje estructurador de la práctica totalidad de las distintas políticas mundiales,
nacionales y locales en materia de sostenibilidad. Sin embargo, han sido muchas voces las que
manifestaban la insuficiencia de esta triple descripción para reflejar la complejidad intrínseca de la
sociedad contemporánea. Felix Guattari –a quien reconocemos como referente- es una de estas
voces. Incluso el Informe Brundtland (1987) aludía a lo “cultural” en numerosas ocasiones. Pero
también están en este grupo instituciones como la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible o la
UNESCO que piden que la “cultura” sea incluida en este modelo de desarrollo. De hecho, la UNESCO
ya en su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural (2001) y, de manera más específica, en
su Convención sobre la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005) reclamaba tener en cuenta
“la creatividad, el conocimiento, la diversidad y la belleza” como premisas ineludibles para el “diálogo
por la paz y el progreso, pues están intrínsecamente relacionados con el desarrollo humano y la
libertad.”

Fruto de esta pulsión ideológica a nivel mundial sobre cómo definir un entendimiento complejo y
holístico de la sostenibilidad, las Naciones Unidas en la página 2 de su borrador nº1 del documento
titulado Accounting for Sustainability de 2008 afirmaban lo siguiente:

“(…) La triple cuenta de resultados (Triple bottom-line) es un ejemplo de esto con la sostenibilidad
social y medioambiental insertadas al final de un continuo imperativo económico de rentabilidad. En el
actual contexto de cambio climático global, urbanización intensiva, creciente inseguridad transnacional
y agudización de la división entre ricos y pobres, existe la necesidad urgente de encontrar nuevas
formas de equilibrio entre los ámbitos de la sostenibilidad económica, ecológica, política y cultural.”

Por otro lado, ya en 2004 se aprueba la Agenda 21 de la Cultura que se convierte en documento
fundador de la Comisión de Cultura de la Asociación Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos
(CGLU), la cual se define como “plataforma mundial de ciudades, organizaciones y redes para
aprender, cooperar y promover políticas y programas sobre el papel de la cultura en el desarrollo
sostenible” cuyo objetivo fundamental es “promover la cultura como el cuarto pilar del desarrollo
sostenible.”

Queda aquí fijado el entendimiento cultural de la sostenibilidad. Sin embargo, también vemos un
desplazamiento de lo social hacia lo político y de lo medioambiental a lo ecológico. Esta idea de los “4
pilares de la sostenibilidad” se vuelve a fijar en lo que se denomina “Círculos de Sostenibilidad,” un
nuevo método para comprender y evaluar el desarrollo sostenible y que se articula, precisamente,
alrededor de estos cuatro pilares de la realidad: economía, política, ecología y cultura. En la actualidad,
éste es el método e ideología detrás de The World Association of Major Metropolis y, más importante
aún, del United Nations Global Compact Cities Programme (o Cities Programme), componente urbano
del United Nations Global Compact. Este programa defiende que “las ciudades, en particular, tienen el
potencial de hacer enormes progresos en la creación de sociedades sostenibles” en “cuatro dominios
sociales: económico, ecológico, político y cultural.”

Aunque More Than Green se sitúa aquí, defiende la idea de social por encima de política y de
medioambiental por encima de ecológico. No podemos obviar que la ecología estudia ya de por sí las
interrelaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su entorno. Y estas relaciones no son de
orden exclusivamente medioambiental sino también social, económico y cultural. En otras palabras,
pensar ecológicamente es pensar de esta manera relacional y holística: las cuatro sostenibilidades. La
ecología lo es todo, no una parte. Lo mismo se puede decir, incluso, de la política: el pensamiento
político debe asumir todas las cuestiones por igual. En definitiva, añadimos la interpretación cultural
del desarrollo a la terna más comúnmente defendida: social + medioambiental + económica.

De esta manera, More Than Green se sitúa en línea con las actuales políticas mundiales, buscando
ampliar el entendimiento más extendido y simplista de la sostenibilidad desde lo verde a lo social y
económico, en primera instancia, y a lo cultural, en última.

Una vez hecho este recorrido podemos pasar a definir cada una de las cuatro sostenibilidades:

SOSTENIBILIDAD / SUSTENTABILIDAD CULTURAL


Ésta entiende el ejercicio de la sostenibilidad y el diseño sostenible desde el reconocimiento del valor
que tiene la cultura como agente que caracteriza tanto el medio físico -natural y construido- como el
social. El medio físico es el patrimonio, la edificación, los recursos naturales, la geografía, el
metabolismo, la biodiversidad… El medio social son los estilos de vida, las formas de convivencia, el
conocimiento local, las celebraciones, las tradiciones, los símbolos, los mitos y creencias… Estamos
hablando de la subjetividad colectiva como gran valor del desarrollo. Sin embargo, la sostenibilidad
cultural también defiende las expresiones de subjetividad individual: la creatividad, la diversidad, la
libertad de expresión en definitiva.

Por esta razón, este entendimiento de la sostenibilidad no sólo pasa por reconocer cómo la cultura ha
conformado tanto el entorno físico y social –como un primer principio de eficiencia ya que aprovecha
lo existente y aprende sobre lo ya aprendido – sino que, y sobre todo, pasa por garantizar la libertad
de expresión de cualquier individuo o colectivo bajo cualquier formato así como “el acceso universal a
la cultura y a sus manifestaciones, (…) a la información y a los recursos”. En otras palabras, entiende
que lo nuevo no debe construirse sobre la nada sino contextualizado en el marco cultural que lo alberga
-cada ciudad y/o territorio tiene sus modos ya aprendidos- no sólo reconociendo el valor de las
expresiones de subjetividad existentes sino fomentando nuevos modos colectivos, individuales, etc.

Así pues, esta sostenibilidad defiende la IDENTIDAD como uno de los principales conceptos sobre los
que construir el desarrollo sostenible: no sólo desde la puesta en valor de la identidad existente –y
materializada en los medios físico y social- sino desde el fomento de nuevas identidades, individuales
y colectivas. Esto supone, por una parte, una economía de medios y recursos y, por otra, la
amplificación y consolidación de valores culturales.

En este sentido, una actuación culturalmente sostenible descubre, primero, y utiliza, después, todos
los bienes tangibles e intangibles del CONTEXTO en el que opera: poniendo en valor el patrimonio
edificado o natural, humano o no humano, reapropiándose de él hasta incluso decidiendo no intervenir,
aprendiendo de conocimientos y modos de hacer existentes propios de un colectivo o comunidad y
que facilitan la implementación de cualquier acción, reconociendo que las personas se comportan y
formulan sus sueños, deseos, frustraciones y creencias tanto individual como colectivamente de
maneras muy distintas…

En definitiva, una actuación culturalmente sostenible fomenta que la sociedad sobre la que actúa se
reconozca e identifique con ella. De esta manera, una sociedad que ama y respeta tanto el entorno
natural y construido en los que vive como las personas que la rodean porque se reconoce e identifica
con todos ellos y consigo misma, es una sociedad más preparada, concienciada, informada, libre,
solidaria, implicada, etc. para asumir las otras cuestiones del desarrollo sostenible -“la inclusión social,
el crecimiento económico y el equilibrio medioambiental.” (Informe Brundtland)

SOSTENIBILIDAD/ SUSTENTABILIDAD SOCIAL

Ésta entiende el ejercicio de la sostenibilidad y el diseño sostenible desde la “reconstrucción de las


relaciones humanas a todos los niveles del socius.” (Guattari, Felix; Las Tres Ecologías; p. 45) En este
sentido, esto implica no sólo fomentar y permitir las relaciones e interacciones sociales en espacios de
convivencia (públicos o privados) de cualquier escala sino, y sobre todo, mejorar el grado de
convivencia entre grupos de personas con rentas, género, culturas, edades o profesiones diferentes a
través de diseños, acciones y políticas que promuevan la integración, la redistribución equitativa de
los beneficios urbanos y recursos disponibles, la justicia social, la solidaridad, la igualdad, la inclusión,
la resiliencia, la aceptación de la disputa o la diferencia como valor positivo, el acceso a la vivienda, la
consolidación y creación de equipamientos y dotaciones públicas, etc. En esta línea, el Premio Nobel
Amartya Sen sintetiza la sostenibilidad social en 6 dimensiones: equidad, diversidad, cohesión social,
calidad de vida, democracia y gobernanza, madurez.

En resumen, esta sostenibilidad destaca la importancia de fomentar las relaciones entre individuos y
la cohesión entre estos. Así, por poner un ejemplo más claro, no es sólo una cuestión de crear espacio
público per se sino también de diseñar los dispositivos necesarios para que la sociedad pueda
“participar” en su gestión o “decidir” su uso y destino. Del mismo modo, este entendimiento de la
realidad solicita que estos espacios sean integradores, que permitan la diferencia y diversidad en la
manera de disfrutarlos. Pero esto no es sólo exclusivo del espacio público, también del privado;
igualmente, las infraestructuras y medios de transporte deben favorecer las interacciones sociales y
todos estos valores asociados: el trazado de un tranvía puede integrar en su recorrido barrios de
personas de distinta renta, edad, cultura, etc. Así pues, esta idea de la sostenibilidad no debe
circunscribirse sólo al espacio público ya que los espacios de convivencia son tan múltiples y diversos
como las propias personas.

En conclusión, esta lectura del desarrollo socialmente sostenible es doble: por un lado implica el
fomento de la INTERACCIÓN y, por otro, garantizar la COHESIÓN. De esta manera, esta
sostenibilidad promueve una sociedad que se comporta colectiva y cohesionadamente, haciendo
frente a la individualidad y segregación propias de modelos de desarrollo urbano menos sostenibles –
como el anglosajón, el cual promueve el consumo “disperso” como su “terapia capitalista contra la
soledad” colectiva que construye.

Este entendimiento de la sostenibilidad comparte con el cultural las consideraciones relativas a la


diversidad y libertad de expresión. Sin embargo, es importante matizar que en este caso estas
cuestiones no estarían afectadas tanto por condiciones de identidad y subjetividad creativa sino por la
condición humana misma y nuestra necesidad de relacionarnos y de hacerlo en un marco de
convivencia relativamente estable.

SOSTENIBILIDAD / SUSTENTABILIDAD ECONÓMICA

Ésta entiende el ejercicio de la sostenibilidad y el diseño sostenible desde un uso inteligente y creativo
de los recursos económicos en busca no sólo de ahorrar, sino de conseguir que el valor de la
intervención sea mucho mayor que su precio. Esto, por desgracia, no es siempre así.

De esta manera, propone una economía de medios, materia y energía, así como una proporcionalidad
entre medios y fines. Es el “paga uno y llévate tres.” Esta lectura del desarrollo sostenible plantea que
la gestión inteligente y estratégica de presupuestos puede tener una deriva mucho más rica que la
establecida por un fin a priori.

En definitiva, es la política del sentido común. Construye lugares que hacen un consumo racional de
lo posible y en equilibrio con el medio tanto natural como cultural. Así pues la economía deja de ser un
fin para convertirse en un medio, un medio más para alcanzar el desarrollo sostenible.

SOSTENIBILIDAD / SUSTENTABILIDAD MEDIOAMBIENTAL

Ésta entiende el ejercicio de la sostenibilidad y el diseño sostenible desde “el mantenimiento del capital
natural” (Goodland, Robert; The Concept of Environmental Sustainability; Annual Review of Ecology
and Systematics, Volume 26, p. 10), es decir, de “los recursos naturales como plantas, minerales,
animales, aire o petróleo de la biosfera vistos como medios de producción de bienes y servicios
ecosistémicos: producción de oxígeno, depuración natural del agua, prevención de la erosión,
polinización y servicios recreativos en sí.” Este entendimiento de la sostenibilidad, a diferencia del
tradicional, defiende que la naturaleza y la vida no humana son recursos naturales activos y
productivos cuyo uso debe ser racionalizado. Se equipara, así, el capital natural al capital productivo.

Del mismo modo, su puesta en práctica pasa por todas las cuestiones metabólicas relativas a la
eficiencia y/o autosuficiencia energética, hídrica y en la gestión de residuos -buscando al máximo la
minimización de la huella ecológica- así como por una defensa clara de la biodiversidad y la vida no
humana como grandes valores del desarrollo sostenible.

TEORÍA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE

El Desarrollo Sustentable tiene sus orígenes en el año 1972, en la publicación del Informe al Club de Roma, los Límites
del Crecimiento: Un Informe del Proyecto del Club de Roma, sobre el predicamento de la humanidad, el cual señalaba la
existencia de límites físicos al crecimiento, debido al agotamiento previsible de los recursos naturales y a la incapacidad
global de asimilación de los residuos del planeta.

Luego, este planteamiento es retomado casi 20 años después en el debate internacional y se realiza a través del Informe
elaborado en 1987 por Gro Harlem Brundtland, Nuestro Futuro Común (conocido como Informe Brundtland), de allí surgió
la Comisión Brundtland, la cual en sus deliberaciones, definió el Desarrollo Sustentable, como “aquel que provee las
necesidades de la generación actual, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para solventar sus propias
necesidades” (p. 3). En virtud de ello, se deducen dos conceptos básicos: atención a necesidades y equidad
transgeneracional. Es decir, que la generación actual no comprometa, ni maltrate el medio ambiente, como para impedir
que las próximas generaciones puedan hacer lo mismo y que las futuras generaciones tengan la misma opción.

De igual manera, según la Cumbre de la Tierra (1992), realizada en Río de Janeiro por 178 países, concordaron en un
conjunto de principios, denominado Carta de la Tierra, los cuales habrían de ser respetados por los gobiernos y la
población, y se adoptó un programa de acciones para promover la sustentabilidad, el cual se denominó Agenda 21, y de
allí se creó un mecanismo institucional dentro del Sistema de las Naciones Unidas, que fue la Comisión para el Desarrollo
Sostenible, la cual se encarga de velar por el bienestar de la calidad de vida de las poblaciones a nivel mundial y de los
ecosistemas, tratando de crear conciencia, para que no se destruya el medio ambiente a escala mundial, ya que ése es la
base para un desarrollo sustentable.

En ese sentido, la Comisión para el Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas (ob. cit.), señala que, “el Desarrollo
Sustentable tiene como punto central la gente, en el sentido de que su principal objetivo, es el mejoramiento de la calidad
de vida del hombre, y está fundamentada en la conservación, en virtud de estar condicionado por la necesidad de respetar
la capacidad de la naturaleza para el suministro de recursos y servicios para el mantenimiento de la vida” (p. 10).

De igual manera, Reed (2000), señala que el Desarrollo Sustentable abarca tres componentes básicos: económico, social
y ambiental, que constituyen sus fundamentos o pilares sobre los que descansa este desarrollo.

1) “El Componente Económico de la Sustentabilidad, señala que las sociedades se encaminen por sendas de crecimiento
económico, que generen un verdadero aumento del ingreso y no apliquen políticas a corto plazo que conduzcan al
empobrecimiento a largo plazo” (p. 49). Como por ejemplo, el endeudamiento externo, que acarrea posteriormente, el pago
del servicio de la deuda, el cual compromete el bienestar de la población futura, por la merma en los ingresos de la nación,
el cual pudiera destinarse a la ejecución de políticas públicas, a través del gasto social.

El mismo autor señala, que requiere además, que las sociedades generen un flujo óptimo de ingresos a la vez que
mantienen las existencias básicas de capital. En el contexto, el capital incluye el capital de fabricación humana, capital
humano y el capital natural. La economía sostenible requiere de un enfoque diferenciado respecto al crecimiento, en el
sentido, de que muchas áreas del mundo en desarrollo necesitan urgentemente aumentar su capacidad productiva y, al
mismo tiempo, y con la misma urgencia, las sociedades industrializadas deben reducir su consumo de recursos naturales
y dar a dichos recursos un uso más eficiente. La Sustentabilidad Económica, exige además, internalizar todos los costos,
incluyendo los costos sociales y ambientales relacionados con la producción y disposición de los bienes.

2) Con relación a la dimensión social de un desarrollo sostenible, presupone que la equidad y una comprensión de la
interdependencia de las comunidades humanas son requisitos básicos para una calidad de vida aceptable, que, es el
principal objetivo del desarrollo. A fin de sostener una trayectoria del desarrollo durante un largo período (sostenible en el
tiempo), las riquezas, recursos y oportunidades deben compartirse de manera tal, que todos los ciudadanos tengan acceso
a niveles mínimos de seguridad, derechos humanos y beneficios sociales, como alimentación, salud, educación, vivienda
y oportunidades de autorrealización personal.
La equidad social significa, asegurar que todas las personas tengan acceso a la educación y tengan la oportunidad de
hacer contribuciones a la sociedad que sean productivas y justamente remuneradas. La interdependencia de la comunidad
humana implica comprender que las severas desigualdades sociales constituyen una amenaza para la estabilidad y la
viabilidad a largo plazo de la convivencia humana. La interdependencia implica además, reconocer que los niveles de vida
de las comunidades están relacionados, en última instancia, con el tamaño de la población humana que deberá ser
mantenida por los recursos ambientales y la infraestructura del planeta. De igual manera, la dimensión social de un
desarrollo sustentable, exige la activa participación política de todos los sectores sociales y la rendición de cuentas por
parte de los gobiernos a una sociedad más amplia en relación con su formulación de políticas sociales básicas referentes,
entre otras cosas, a asuntos de equidad social y tamaño de la población. Requiere también aprovechar el conocimiento y
experiencia de las poblaciones y fortalecer la capacidad de los grupos sociales para moldear y manejar sus propias vidas.

3) La Dimensión Ambiental de un Desarrollo Sostenible, se fundamenta en el mantenimiento de la integridad, y por lo tanto,


de la productividad a largo plazo de los sistemas que mantienen la infraestructura ambiental, y por extensión, la vida en el
planeta. La Sustentabilidad Ambiental, requiere el uso de los bienes ambientales de forma tal, que no disminuya la
productividad de la naturaleza, ni la contribución general de los bienes y servicios ambientales al bienestar humano. Estos
tres componentes del desarrollo sostenible, deben converger de forma tal, que generen un flujo estable de ingresos,
aseguren la equidad social, alcancen niveles de población socialmente convenidos, mantengan las fuentes de capital de
fabricación humana y de capital natural, y protejan los servicios del ambiente que imparten vida (p. 50).

Asimismo, en la Cumbre de la Tierra (ob. cit.), se acordaron una serie de estrategias para el logro de un desarrollo
sustentable, entre ellas, están:

1)El Componente Económico:

Administración macroeconómica sana: Aplicación de políticas fiscales prudentes, mantenimiento a largo plazo del equilibrio
de la balanza de pagos, contratación de niveles manejables de las obligaciones financieras internacionales.

Crecimiento con alivio de la pobreza: Aplicación de políticas económicas intensivas en el uso de mano de obra, a fin de
aumentar al máximo la creación de empleos para los sectores más necesitados y vulnerables, aplicación de incentivos
monetarios y fiscales para ampliar las oportunidades productivas y de comercialización para los pequeños agricultores y
comerciantes, distribución de los aumentos de la productividad nacional en forma tal que se amplíen las oportunidades de
producción para los sectores más pobres, fortalecimiento de los incentivos económicos y sociales para las empresas
asociativas y cooperativas entre los sectores más necesitados.

Producción Agrícola: Reversión de las políticas contrarias al sector agrícola, fortalecimiento de la seguridad en el suministro
interno de alimentos, aumento de la participación de la inversión pública en la agricultura para el mejoramiento de la tierra,
administración de cuencas hidrográficas, reforestación y servicios de extensión.

El papel del Estado incluye tres vertientes: 1) como agente económico, debe adaptarse el papel del Estado a las áreas en
las que se desempeñe con mayor eficiencia que el sector privado, y en donde se facilite la participación óptima del sector
privado; 2) como garante del bienestar social: fortalecimiento de las funciones de administración, regulación y fijación de
normas en áreas en las que se requiere la defensa de los intereses y del bienestar social; 3) como garante del desarrollo
social: suministro de bienes y servicios sociales y ambientales y creación de condiciones sociales equitativas.

2)El Componente Social:

Equidad Distributiva: Institucionalización de los mecanismos para la redistribución de la riqueza, activos productivos e
inversiones futuras para garantizar la participación de los más necesitados en actividades generadoras de ingresos, así
como su acceso a la riqueza social y a los recursos productivos.

Servicios Sociales: Suministro de las necesidades básicas de vivienda, sanidad y agua potable, mejoramiento de la
infraestructura social para garantizar la educación, capacitación, atención a la salud y servicios para la población, garantía
de acceso igualitario de los pobres a la asistencia legal, servicios crediticios y financieros y oportunidades de empleo.

Equidad de Sexos: Provisión de oportunidades igualitarias con el fin de que las mujeres se incorporen a las actividades
generadoras de ingresos, educación y capacitación y programas de salud, establecimiento de un status legal igualitario, a
fin de que las mujeres puedan ejercer derechos a la propiedad y obtener acceso al crédito.
Estabilización de la Población: Fomento de la estabilización demográfica y estrategias de adaptación y provisión a las
familias de servicios de planificación familiar, para garantizar una población que no exceda la capacidad de soporte del
ecosistema de un país.

Responsabilidad Oficial y Participación Política: Instrumentación de mecanismos transparentes y accesibles mediante los
cuales los gobiernos deban responder ante la población en relación con los asuntos sociales, ambientales y del desarrollo
económico, garantía de consulta y participación de todos los sectores en la formulación e implantación de políticas para el
desarrollo nacional.

3)El Componente Ambiental:

Uso sostenido de los Recursos: Limitación del consumo de los recursos naturales renovables a tasas regenerativas,
garantía de que las tasas de consumo de los recursos no renovables, no excedan el suministro de sustitutos.

Funciones de Absorción: Disminución de las descargas de contaminantes atmosféricos, contaminantes del agua y
desechos tóxicos, para así garantizar que las emisiones no excedan la capacidad de absorción del ambiente.

Capital Natural: Instrumentación de mecanismos reglamentarios y basados en el mercado, para asegurar que la existencia
total del capital natural sea constante con el transcurrir del tiempo, establecimiento de políticas nacionales que contribuyan
a aumentar la cantidad y calidad del capital natural (p. 52).

Es decir, crear un marco de acción, que regule todo el contexto en el plano de la sostenibilidad de todo el planeta
(sostenibilidad global), donde la primera prioridad sea el alivio a la pobreza de los países menos favorecidos, a través de
mecanismos nombrados anteriormente, también el reordenamiento de los patrones del comercio internacional y de los
flujos de capital, para asegurar una mayor afluencia de los países en desarrollo en estas relaciones económicas, y por
último, la responsabilidad de la actual generación en relación con la protección de las opciones y oportunidades de
desarrollo de las futuras generaciones, mediante la protección del ambiente y de los recursos naturales.

Con relación a las teorías planteadas anteriormente, todas dan cuenta del camino a donde se pretende llegar, el cual es la
búsqueda de un desarrollo económico, que sea sustentable en el tiempo, y a través del cual se transiten por vías de
estabilidad económica, donde la economía no esté presionada por los schoks petroleros, por los déficits fiscales, por los
procesos inflacionarios, donde el bienestar social de la población venezolana sea el norte de esas políticas públicas que
se llevan a cabo en la economía y en virtud de ello, se observa el distanciamiento de ese deber ser, de la realidad fiscal y
económica del país, en función de los resultados sociales, que tienen que ver con la pobreza, el desempleo, la desigualdad
en la distribución del ingreso, entre otros.

Con respecto a la valiosa intuición en el uso de los materiales autóctonos y de los elementos constructivos originales
puede perderse al quedar descartados las tradiciones propias. Todos estos aspectos deben, por supuesto, analizarse
minuciosamente a partir de las creencias y costumbres de cada región. (Olgyay, Manual de diseño bioclimático para
arquitectos y urbanistas, 1998, pág. 9)

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