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BENIGNO FRANCESCO- LA SOMBRA DEL REY, INTRODUCCIÓN

Puntualice de qué se trató el llamado régimen de los validos. ¿qué objetivos tenía el gran Memorial del Conde Duque
de Olivares?

Resumen: Entre los siglos XVI y XVII se produce un cambio en la dirección política de los estados europeos. Estos
cambios tienen están asociados a la desaparición de monarcas de gran sello personal (Isabel I, Felipe II, Enrique IV) que
son sucedidos por una generación de jóvenes-infantes soberanos que actuaron a través de ministros plenipotenciarios:
los VALIDOS. La interpretación tradicional (decimonónica) asocia la aparición de estos ministros a la de reyes débiles,
con déficit de autoridad ante la influencia de la corte.
Sin embargo, el autor considera que la figura del ministro es un fenómeno inédito y característico de una fase específica
hacia la evolución del Estado moderno.
En el XVII hombres como Buckingham, Olivares y Richelieu en las potencias principales europeas era la regla. En Francia
los llamaban ministèriat y en España Valimiento. Su presencia está asociada a la imagen del “favorito” del rey. Pero en
el 1600 está ligada al aumento de funciones y las prerrogrativas estatales, que se hacen urgentes y gravosas –en cuanto
a los asuntos cotidianos y la coordinación de los aparatos burocráticos-. La figura del Valido anticipa al primer ministro
del XVIII.
Estos hombre tenían una extraordinaria calidad de poder –ejemplo: el Duque de Lerma-, actuaban como dueños
absolutos de la voluntad del emperador y mandaban “mas como rey de lo que actuaban como ministros”. Era el Alter
Ego del rey.
La historiografía ha revisado la interpretación tradicional del valido de la siguiente manera:
 Las exigencias de gobierno político de la monarquía hace necesaria esta figura.
 La distancia que en el siglo XVI había entre las tareas ceremoniales y caballerescas –educación exclusiva de los
reyes- y las dificultades que coordinación y dirección de gobierno.
 La aparición del ministerial evidencia un cambio de equilibrio entre la monarquía y la nobleza, a favor de la
nobleza –que pasa a de elite social (nobleza terrateniente) a clase dirigente.
 El ministro administra la “gracia” del rey. Ante el incremento del patronazgo regio era necesario que ‘otro’ que
no fuera el rey administrara la ‘gracia’, con el fin de optimizarla y evitar confrontaciones.
Todas las anteriores consideraciones son útiles y discutibles, pero el autor en su libro pretende mostrar cómo el ascenso
de un Valido trae consecuencias a los sucesivas vicisitudes de la Monarquia española del siglo XVII.
Durante los 20 años de reinado de Felipe III, primero el duque de Lerma instaló un modelo “aristocrático de gobierno”
en el que el soberano le atribuye los principales honores a los nobles y ricos hombres, dándole a la alta aristocracia un
papel preeminente en el Consejo de Castilla, en la dirección política y en el reparto del patronazgo.
En el XVI, tanto Felipe II como Enrique IV e Isabel fueron soberanos que gobernaron con discrecionalidad a la hora de
repartir cargos y mercedes, poco dados a los vínculos rígidos, que tenían un grupo reducido de concejeros cuya elección
no tuvo que ver con su origen social. Sus cortesanos y favoritos debían servir largo tiempo antes de obtener una merced
de prestigio.
Tanto Felipe III como Jacobo I eran liberales a la hora de repartir títulos y honores.
Otra diferencia fue que en la Corte predominó una sola facción de la aristocracia. Esto cambió la lógica clientelar.
En el período anterior se tendió al equilibrio entre facciones dentro de la corte.

Aspecto Político de la Corte: la corte fue el lugar donde la nobleza guerrera se transformó en una aristocracia de nuevo
cuño, donde creció su participación política y se arraigó en su influencia sobre estructuras del estado. El elemento
fundamental de la atracción hacia la corte, hacia las capitales, es el aumento de recursos que daba la gracia regia. La
fidelidad que, al principio, llevaba a ponerse bajo la sombra de un poderoso, ahora se podía ofrecer como parte de una
contratación y de un intercambio. Richelieu decía que deseando hombres de fidelidad y escaseando tal mercancía,
estaba dispuesto a pagar su peso en oro.
El valido estaba rodeado de sus hechuras, aliados, parientes como el conglomerado del valido que gozaba del
monopolio del poder estatal.
Los validos aparecen de la lucha (denuncia de corrupción) en el seno de facciones aristocráticas. Hacia 1620 la imagen
del valido como expresión de la coparticipación de la aristocracia en el poder monárquico llegaba a su fin y emergía un
perseguidor de las preeminencias nobiliarias, un tirano. Para ponerse a esto, la facción opositora encontraba apoyos
ocultos.
Últimamente la revisión del término ‘absolutismo’ ha pasado del ‘enfasis en los procesos de centralización de la
monarquía administrativa’ a centrarse en ‘la persistencia de áreas de poder relativamente autónomas controladas por
la élites locales’. Por esto, el absolutismo seiscentista es un intento pragmático y ad hoc para restaurar la autoridad del
rey en un contexto de mudanzas rápidas más que, la coherente aplicación de una nueva concepción de Estado.
La tradicional ‘crisis general’ del siglo XVII es más que el resultado de choque entre la monarquía y la resistencia
particularista. Son redes de poder establecidas jerárquicamente sobre un territorio, el sistema fiscal –por ejemplo-
significaba el drenaje y la redistribución de recursos.
Hacia 1640, Olivares se enfrentó a conflictos provinciales que reclamaban consenso, negociación, coordinación y
representación política dentro de un territorio vasto y de una complejidad polisinodal, las élites locales periféricas eran
fundamentales.
La característica central de las monarquías del siglo XVII era la unión dinástica de múltiples dominios, no el Estado. Por
lo tanto, integrar estos territorios respetando las leyes e instituciones de cada uno planteaba problemas de reciprocidad
e integración de las clases dirigentes. Un ejemplo de ellos es la resistencia a la Unión de Armas (al estilo español) que
propuso el secretario Coke en 1627 y también la dificultad de aceptación a los proyectos de participación mixta de
castellanos y no castellanos en las cortes de Aragón o Portugal. Con lo cual, se evidencia la dificultad de introducir
cambios en sociedades donde la tradición es la fuente de legitimación, cómo existen redes de poder y sentimientos de
pertenencia en los sistemas institucionales. FIN,-

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