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2001. 2.

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Título del sermón: Cuál a treinta, cuál a sesenta, cuál a


ciento
Versículo de la Biblia: Mateo 13:1-9

Estaba Jesús junto al mar y se le juntó mucha gente y les


habló con esta parábola. El sembrador salió a sembrar, y
mientras sembraba, parte cayó junto al camino; y vinieron
las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no
había mucha tierra; brotó pronto, porque no tenía
profundidad de tierra, salido el sol, se quemó y porque no
tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los
espinos crecieron y la ahogaron. Pero parte cayó en buena
tierra y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a
treinta por uno. La palabra significa nuestra relación con
Dios, si nosotros tenemos buena relación con Dios,
guardando la semilla de la palabra de Dios, llevaremos
fruto de cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál a ciento por
uno. Para tal necesitamos estudiar estos versículos
primeramente.

Primero, estudiemos la razón por la cuál las semillas no


llevaron frutos. Dicen que algunos cayeron junto al camino.
¿Qué hallamos en el camino? En el camino andan los carros,
y los peatones; ellos no valoran la semilla, no prestan
atención, los pisotean y los desprecian. De modo que no
podemos esperar que estas semillas lleven frutos. Vienen
las aves y los comen. En otra palabra, recibe la palabra de
Dios, pero no lo valora; escuchan por un oído y luego los
dejan salir por el otro, no tienen la menor interés. Aunque
la palabra de Dios tenga poder y pueda realizar prodigios,
si no puede sembrarse en el corazón del hombre, tampoco
llevará fruto.
En Jeremías 2:13 dice “Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me dejaron a mí fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”
Dejando la semilla de vida que Dios nos da, nos esforzamos
en vano por algo que no tiene vida. El diablo está siempre
alrededor nuestro viendo la oportunidad de tomar la palabra
de Dios que ha sido menospreciada.
Dice también que algunas semillas cayeron en pedregales.
Sabemos que las piedras son muy sólidas, de manera que no
pueden echar raíces sobre ellas. Estas son personas muy
duras, difíciles de quebrantarse. Son testarudos, viven
empapados de su propia tradición, de modo que no aceptan
los cambios. Los esfuerzo de evangelización se hacen
espumas, porque la palabra no halla lugar en el corazón.
Ellos piensan de la creencia como algo de que puede
aprovecharse, o de beneficio. Cuando la creencia le cause
daño, inmediatamente menosprecian la palabra sin ningún
remordimiento. Al comienzo pensando que la creencia en
Jesús les traerá mucho beneficio, llegan a la iglesia sin
ausentarse, pero en el momento que sean vituperados, o les
causen daños, abandonarán la fe como se abandonan los
zapatos viejos. Son personas que nunca podrán llevar frutos
de la palabra de Dios.
En Hebreos 3:18-19 dice “Y a quiénes juró que no entrarían
en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos
que no pudieron entrar a causa de incredulidad”
Los israelitas no pudieron entrar a Canaán por su
desobediencia. El corazón endurecido, el corazón lleno de
dudas, el corazón que considere a la creencia como algo de
que se puede aprovecharse es un corazón de pedregales,
viene y se va de la iglesia y en su trayectoria su raíz se
seca y abandona la fe.
En Génesis 8:21 dice “Y percibió Jehová olor grato; y dijo
Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra
por causa del hombre; porque el intento del corazón del
hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir
todo ser viviente, como he hecho”
Sin que la maldad del hombre sea quebrantado, el reino de
Dios no podrá llegar al corazón del hombre.
Luego algunos cayeron entre espinos. Piensen un momento,
¿podría la semilla crecer entre espinos? Tal vez echen
raíces, pero los espinos los ahogarán y los matarán. Estos
espinos nos da a entender que el corazón del hombre está
lleno de codicia y avaricia. Está más preocupado de las
cosas actuales como qué comerá, qué vestirá, o qué beberá;
se esfuerza más en buscar la riqueza y fama que el reino de
Dios. Porque su interés está lejos del reino de Dios, la
semilla no podrán crecer. Se interesa más en los materiales,
deleites, placeres, éxito y no está interesado de las
cosas espirituales y de la vida eterna. Aunque caigan las
semillas, la codicia los ahogarán.
En Lucas 12:15 dice “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee”
En I Juan 2:16 dice “Porque todo lo que hay en el mundo,
los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo”

Segundo, ¿cómo podremos llevar frutos de cuál a treinta,


cuál a sesenta y cuál a ciento por uno?. La palabra del
Señor desea llevar fruto en nuestra vida, a lo mínimo cuál
a treinta, pero cuando hay posibilidad llevará fruto cuál a
sesenta y cuál a ciento por uno. Si nosotros recibimos la
palabra de Dios como un significado religioso, entonces no
tendrá ningún valor, ni podrá llevar fruto. Porque dentro
de ella está el poder de la vida, prosperidad en todas las
cosas, salud y prosperidad del alma. Pues, la palabra de
Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón. Hermanos, una semilla
contiene en ella el poder de la vida; si lo sembramos,
echará raíces, brotarán, crecerán y llevarán frutos. Así
también es la palabra de Dios. La palabra de Dios tiene
vida. Contiene poder para llevar fruto de cuál a treinta,
cuál a sesenta y cuál a ciento por uno.
En Zacarías 8:12 dice “Porque habrá simiente de paz; la vid
dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos
darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo
posea todo esto”
Es decir, cuando reciba la palabra de Dios, esta bendición
se manifestará en su vida. Por tanto, recibiendo la palabra
de justicia, meditemos en ella. Sembrémoslo dentro nuestro,
así ella nos llevará a tener mayor posibilidad de llevar
fruto cuál a treinta, cuál a sesenta o tal vez cuál a
ciento por uno. No con nuestras fuerzas, ni con poder, sino
con el poder de la palabra de Dios. Cuando guardamos su
palabra de justicia dentro de nosotros y meditamos en ella
diariamente, estos milagros se hacen presente.
En Romanos 8:33-34 dice “¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió más aun, el que también resucitó el
que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros”
Aceptando la palabra de Dios que somos justificado por
medio de su palabra, lo guardamos y lo sembramos en nuestro
corazón; entonces nuestra vida será cuál a treinta veces
más justificado, cuál a sesenta veces más justificado y
cuál cien veces más justificado.
Asimismo podemos tener una vida cuál a treinta, cuál a
sesenta y cuál a cien veces más santificada que actual.
Algunos preguntan que si es posible estar en el mundo lleno
de disturbios y putrefacción vivir sin ser contaminados.
Veamos a los patos, ellos no pueden vivir fuera de ella,
pero si se ahogan morirán también. Pero ellos sin cesar
mojan sus plumas de aceite y esto los mantienen a flote en
el agua. De esta manera, aunque estamos en el mundo,
debemos estar ungido del aceite del Espíritu Santo, y él
nos protegerá de la invasión de lo mundano a nuestro
corazón. Y con el poder del Espíritu Santo nuestra vida
podrá ser cuál a treinta, cuál a sesenta, cuál a cien veces
más santificada.
En I Timoteo 4:5 dice “porque por la palabra de Dios y por
la oración es santificado”
Santiago 3:17 dice “Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena
de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni
hipocresía”
Porque pensamos de antemano que no podremos vivir
santificados, la palabra de Dios no puede echar raíz dentro
de nosotros. Debemos entender que sí podemos vivir
santificados, aceptar el poder de la palabra de Dios;
entonces ella nos dará una vida más santificada que lo
actual. Asimismo llegaremos a tener una vida cuál a treinta,
cuál a sesenta, cuál a cien veces más saludable y feliz.
Porque después que aceptamos a Jesús, guardamos también su
palabra de sanidad y ella ejercerá su poder para sanarnos.
En I Pedro 2:24 dice “Quien llevó él mismo nuestros pecados
en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados”
Es la palabra de Dios y su promesa está siempre viva. Si
guarda y siembra a esta palabra en su corazón, ella llevará
fruto cuál a treinta, cuál a sesenta, y cuál a ciento por
uno.
La hermana An Gap Suk testificó así. Hace tres años su
esposó recibió cirugía por cáncer al hígado, pero
reapareció, y por el mes de octubre del año pasado el
hígado empezó a deformarse y unas 4000CC de sangre salió
del hígado y llenó todo el estómago. Consecuentemente la
presión estaba baja, y cayó en coma y quedó síncope. Lo
llevaron al hospital, pero porque era fin de semana los
doctores estaban fuera, aunque estaba en sala de emergencia
no le pudieron hacer nada. Su vida estaba asido a un hilo.
Entonces la hermanos asida y decidida a la palabra de Dios
clamó a toda voz; cuando ella aún oraba sintió paz y gozo
en su corazón. Al día siguiente fue a la sala de emergencia
aún con temor de no encontrar a su esposo vivo, pero él
estaba despierto y le habló diciendo “Dios me ha salvado”.
Pensando humanamente no había esperanza para él, pues el
hígado estaba totalmente destruido, derramando y llenando
de sangre todo el estómago y la presión muy baja, lo peor
era que estaba abandonado en la sala de emergencia sin
atención médica; pero sobrevivió. Luego él se recuperó
rápidamente por la gracia de Dios. Pero el hombre cuando
padece de estas situaciones peligrosas en su corazón
siempre guarda temor e incertidumbre. Dice “moriré por el
cáncer del hígado”, el temor ocupaba todo el corazón del
aquel hombre que no le fue posible tener fe. Así que
decidió llegar a la iglesia. Y el año pasado el 17 de
diciembre después de una oración con imposición de mano,
los temores e incertidumbres desaparecieron, en su lugar se
llenó de certeza y paz. Entonces su sanidad fue completada.
Así es hermanos, la palabra de Dios está viva y eficaz y
conforme a la palabra será hecho. Esto no con nuestra
fuerza. Ni con nuestro poder. Es la palabra de Dios que
llega a nosotros con poder; de modo que si nosotros
sembramos la palabra, ella nos llevará a tener una vida más
abundante y de salud cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál
a ciento por uno.
Asimismo podrá tener una vida más exitosa y gozar de las
bendiciones de Dios cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál a
ciento por uno. En la Biblia vemos a Abraham que se
enriqueció hasta hacerse muy poderoso.
En Génesis 26:12-14 dice “Y sembró Isaac en aquella tierra,
y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová El
varón se enriqueció y fue prosperado, y se engrandeció
hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato
de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron
envidia”
De manera que cuando sembremos la palabra de Dios, su poder
se manifiesta en nosotros cuál a treinta, cuál a sesenta y
cuál a ciento por uno.
Hermanos, asimismo tendremos una vida más gloriosa y
teniendo esperanza en el reino de Dios en nuestro corazón
cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál a ciento por uno. No
trate de hallar esperanza en el poder, gloria y fama del
mundo, mas halle esperanza y gozo en Cristo Jesús. Porque
al sembrar la palabra de promesa de Dios, ella llevará
fruto de cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál a ciento por
uno.
En II Corintios 5:1 dice “Porque sabemos que si nuestra
morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos
de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos”. Teniendo certeza de la salvación, sabiendo de
que tiene una morada en el reino de Dios, que Él tiene
preparada una morada eterna, entonces aunque estemos aquí
viviremos gozosos. No se esclavizará a las cosas del mundo,
a la riqueza, a la fama y honor, no se quedará preso del
temor, de la desesperanza, y de las preocupaciones. Porque
su corazón estará rebosando de la gloria del reino de Dios.
Meditando sobre la palabra, siémbrelo en su corazón, para
que ella lleve fruto de cuál a treinta, cuál a sesenta y
cuál a ciento por uno.
También si sembramos la semilla de la palabra llevaremos
frutos de la evangelización cuál a treinta, cuál a sesenta,
y cuál a ciento por uno. Alguien podría preguntarse ¿qué
puedo hacer persona como yo, no puedo evangelizar? No es
cierto. Porque si usted guarda la palabra sobre
evangelización y lo siembra en su corazón, entonces se
manifestará el poder de Dios para evangelizar. Una persona
podrá en su vida evangelizar a lo mínimo a treinta personas,
a lo mejor sesenta o tal vez hasta cien personas. Antes del
quebrantamiento es la soberbia, antes de la caída la
altivez de espíritu. De modo que la soberbia y el orgullo
propio son obstáculos para la palabra de Dios. Por tanto es
necesario reconocer siempre al Espíritu Santo que está en
medio nuestro para ayudarnos. Asimismo debemos estar
armados de la espada de la palabra de Dios. Tenga la
palabra de Dios a su alcance siempre, junto a la cama, en
la oficina, en la cartera, en el bolsillo, o cuando esté
viajando. Lea, estudie y medite sobre ella para que este
más cerca de ella. No lea la palabra por leer, hágalo
meditando sobre ella, como las vacas que rumian sobre lo
que comieron en el día, también nosotros debemos meditar
sobre la palabra que leemos; así ella podrá echar raíces
dentro de nosotros.
En Salmos 1:2 dice “Sino que en la ley de Jehová está su
delicia, Y en su ley medita de día y de noche”. No lea
solamente, medite en ella; luego al orar quédese firme en
la palabra. Pues, la palabra es la roca fuerte donde
nosotros podemos apoyar.
En Efesios 3:20 dice “Y a Aquel que es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos
o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”. Dios
es capaz de llenarnos cuál a treinta, cuál a sesenta y cuál
a ciento por uno. Por tanto, asido y meditando sobre su
palabra ore al Señor.
En Proverbios 18:21 dice “La muerte y la vida están en
poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”.
De modo que debemos confesar la palabra de Dios siempre con
nuestra lengua. El siguiente paso es entregar a sí mismo
ante el altar de Dios. Esta es la manera de convertirse en
tierra buena. Deleitarse en la palabra, meditar en ella y
luego entregarse a sí mismo ante el altar de Dios. Entonces
Dios arará nuestro corazón en buena tierra. Cuando el
principal del sinagoga escuchó la noticia de que su hija
estaba ya muerta quedó anonadado, pero acercándose Jesús le
habló diciendo “No temas cree solamente”. Si está
acompañado de Jesús, él tomará la responsabilidad, de
manera que escoja por la fe y no por el temor. Siempre nos
rodeará el temor, pero no decida por el, porque por otro
lado está también la fe.
En Marcos 5:36 dice “Pero Jesús, luego que oyó lo que se
decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree
solamente”.
Y en Marcos 9:23 dice “Jesús le dijo: Si puedes creer, al
que cree todo le es posible”. Por tanto, cuando la duda
quiera entrar a su corazón, échelo fuera con la palabra de
Dios. Pedro cuando tuvo fe en el Señor caminó sobre las
aguas, pero viendo las olas se llenó de temor y se ahogó.
Eran las mismas aguas, y era Pedro el que hace un minuto
atrás estaba caminando sobre las aguas, pero por su mala
decisión se sumergió. Siempre debe escoger por la fe y no
por la duda. Eche fuera asimismo las dudas en el nombre del
Señor y confiese con su labio la palabra de Dios.
En Santiago 1:6-7 dice “Pero pida con fe, no dudando nada;
porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No
piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del
Señor”.
En I Pedro 5:8-9 dice “Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe,
sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo”. Cuando el diablo se
acerque con dudas, échelo fuera en el nombre del Señor,
debe resistirlo; si lo deja él transformará su corazón en
una tierra inerte e inútil. Luego debemos buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia. Reconocer cuál
es la prioridad en nuestra vida es muy importante. Pida a
Dios diariamente que llegue su reino a nuestro corazón.
Debe pedir a Dios que el reino de Dios nos tenga siempre
bajo su dominio, así nuestro mayor interés debe ser la
extensión del reino de Dios. ¿Dónde está el reino de Dios
en el mundo? Son las iglesias. Hacer que llegue el reino de
Dios significar evangelizar y extender el número de los
cristianos en el mundo; eso es buscar primeramente el reino
de Dios y buscar su justicia significa, buscar a Jesús.
Jesús es justicia. Significa conocer más a Jesús,
participar en su obra, entender su gracia y tratar de vivir
conforme a su deseo. Y dice la Biblia que si busca
primeramente el reino de Dios y su justicia todas estas
cosas os serán añadidas. Porque para entonces su corazón se
habrá convertido en tierra buena. Ustedes han leído el
artículo que salió el 12 de enero de 2000 en el diario Kook
min. Un diácono que vivía en la provincia de Kyung Buk, era
miembro de una iglesia muy pequeña, contaban con 50
asistentes. El diácono Kim Sang Tae participa del servicio
dominical en una iglesia que durante 20años no realizó uno
sola reparación o remodelación por la pobreza. Tanto él
como el pastor de la iglesia padecieron muchos días de
sufrimientos, a veces por las lluvias otras veces por el
frío. Un día el pastor estaba muy preocupado por la iglesia,
entonces el diácono Kim se acercó y le ofreció que si su
negocio se mejora un poco lo primero que haría sería
reparar la iglesia. El pastor le agradeció aún por la
palabra de aliento y oró por él. Al día siguiente como todo
los pescadores, echó las redes en la pesquera. Pero la
situación no estuvo a su favor; los mejores lugares estaban
ya ocupados, de modo que bajo sus redes en el centro de la
pesquera. Pero sucedió un milagro, multitud de peces de
cola amarilla llegaron al centro y llenaron la red del
señor Kim, generalmente los peces no llegan al centro, pero
estaba su red llenos de pez de cola amarilla. Con la venta
de estos peces obtuvo una ganancia de 400mil millones de
won. Él a diferencia de otros que buscaban dioses paganos,
buscó al Dios verdadero y experimentó el milagro como Pedro.
Luego llevó a cabo su promesa y reparó la iglesia. Pero
otro milagro se presento el 12 de febrero de 2001, el
diácono Kim salió a la pesca el día 23 de enero y pescó una
gran ballena de visón que cuesta 50 mil millones de won en
el mercado. Lo curioso es que esta ballena siendo tan
grande no puso resistencia, mas siguió al diácono Kim hasta
la costa. Él estaba endeudado con 300 mi millones de won
después de la crisis económica, pero con esta pesca, él
pagó su deuda y recuperó su pesquera. Cuando su prioridad
fue reparar la iglesia en lugar de pagar su deuda, Dios
manifestó este milagro. ¿Cómo es posible? Es posible porque
en la palabra de Dios está el poder de hacer las cosas cuál
a treinta, cuál a sesenta y cuál a ciento por uno.
En Deuteronomio 28:12-13 dice “Te abrirá Jehová su buen
tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su
tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás
a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá
Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima
solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los
mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para
que los guardes y cumplas”.

El labrador ara la tierra, antes de sembrar la semilla


quitará piedras, espinas, y raíces ya muertas para
convertirlos en buena tierra. Si a ésta tierra siembra la
semilla, ella dará fruto de cuál a treinta, cuál a sesenta
y cuál a ciento por uno. Dice la Biblia que Isaac sembró y
cosechó ciento. Asimismo debemos roturar nuestro corazón
para sembrar la semilla de la palabra. Debemos
arrepentirnos primeramente del corazón inmundo llenos de
pecado, de lo mundano, de la desobediencia y de la duda.
Echar fuera la codicia y la avaricia y luego transformarlo
en una tierra buena. Entonces podremos sembrar la semilla
de la palabra de Dios. Sean estas palabras de justicia, de
sanidad, de bendición, de vida eterna, al sembrarlos
debemos meditar y deleitarnos en ella; así mediante ella
llevaremos frutos de cuál a treinta, cuál a sesenta, y cuál
a ciento por uno. La palabra de Dios no tiene ni punto de
variación, en ella no hay mentira. Por tanto acuérdese de
la palabra, porque ella debe ser para nosotros un tesoro.
No solo vivirá de pan el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios. Buscando la palabra, transforme su
corazón en tierra buena, entonces estará sobre y no debajo,
será la cabeza y no la cola, prestará, pero usted no pedirá
prestado.

Oración
Dios llenos de amor y santo, ayúdenos a no ser un corazón
como las calles, desinteresado de la cosas de Dios,
permitiendo al diablo tomar nuestra promesa. Oh Señor
ayúdenos a no abandonar tu palabra cuando llegan las
persecuciones, y amenazas. Asimismo ayúdenos Señor a no
transformar nuestro corazón lleno de codicia que derrite la
palabra de Dios, oh Señor pedimos que transforme nuestro
corazón en tierra buena. Deleitarnos en tu palabra, meditar
en ella y buscanr siempre el reino de Dios y su justicia,
glorificar tu nombre. Así también tu palabra dentro de
nosotros lleve fruto de cuál a treinta, cuál a sesenta y
cuál a ciento por uno. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.

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