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ENFOQUE DE COMPETENCIA

El concepto de competencia es el pilar del desarrollo curricular y el incentivo tras el proceso de


cambio. Se define como “el desarrollo de las capacidades complejas que permiten a los estudiantes
pensar y actuar en diversos ámbitos […]. Consiste en la adquisición de conocimiento a través de la
acción, resultado de una cultura de base sólida que puede ponerse en práctica y utilizarse para
explicar qué es lo que está sucediendo” (Cecilia Braslavsky).

La competencia puede emplearse como principio organizador del curriculum. En un curriculum


orientado por competencias, el perfil de un educando al finalizar su educación escolar sirve para
especificar los tipos de situaciones que los estudiantes tienen que ser capaces de resolver de forma
eficaz al final de su educación. Dependiendo del tipo de formación, estos prototipos de situaciones
se identifican bien como pertenecientes a la vida real, como relacionadas con el mundo del trabajo
o dentro de la lógica interna de la disciplina en cuestión.

La elección de la competencia como principio organizador del curriculum es una forma de trasladar
la vida real al aula (Jonnaert, P. et al, Perspectivas, UNESCO, 2007). Se trata, por tanto, de dejar atrás
la idea de que el curriculum se lleva a cabo cuando los estudiantes reproducen el conocimiento
teórico y memorizan hechos (el enfoque convencional que se basa en el conocimiento).

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por-competencias.html#sthash.oWvBpfdP.dpuf

SIGNIFICADO DE ÉTICA. LA ÉTICA NO ES UN CÓDIGO SINO UNA PERSPECTIVA PARA UNA REFLEXIÓN
PRACTICA SOBRE NUESTRAS ACCIONES.

La ética no es el conjunto de normas, ni tratados, ni leyes que obligatoriamente debamos acatar


y cumplir, sino que ética es una orientación armónica que nos va a ayudar a vivir la vida. A lo largo
de nuestra existencia vamos obteniendo enseñanzas y lecciones sobre vivencias anteriores, estas
enseñanzas nos van a influenciar en la visión y actuación que ante los hechos cotidianos y ante la
muerte tengamos, nos va a ayudar a adoptar una estrategia ante la muerte, nos va a ayudar a penar
alegremente por la vida. Nuestras acciones en la vida van a ser influenciadas por la ética. Ética así
pues seria el estudio y reflexión de vivencias pasadas que nos marcan, así mismo la ética establece
una conducta a seguir ante los hechos que cotidianamente se presentan.
LA CONCEPCIÓN DE ÉTICA Y MORAL SEGÚN CARLOS MARX.

Para Marx la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que hay. Según Marx los
seres humanos no necesitan una moral para ver transformado su mundo, necesitan que se
transformen las condiciones de la humanidad en que vive la mayoría, víctima de la desigualdad y la
injusticia. Para Marx no es la teoría sino la practica, el cambio de circunstancias reales, lo que
eliminará ciertas ideas de las mentes humanas y así cambiar la moral de las personas. Para Marx la
moral no será capaz de superar la alienación del hombre, sino que será preciso la transformación
de las estructuras materiales que son realmente culpables de la enajenación de los seres humanos.
Para Marx las ideas morales o filosóficas no contribuyen a superar este mundo, más bien lo
consagran y lo justifican al no darse cuenta dc su procedencia. La Ley y la moral son, prejuicios
burgueses derivados de interés burgueses con la única y exclusiva intención de perpetuar la riqueza
en quien la posee. Los valores morales son los portavoces de los intereses de la clase dominante,

Para Marx la transformación moral del mundo es pura mentira sino atiende fundamentalmente
a la corrección de una distribución de la riqueza radicalmente injusta e inmoral.

COMENTARIO DEL PRINCIPIO “SE DEBE HACER EL BIEN Y EVITAR EL MAL”.

La filosofía de los valores se inicia en la escuela neokantiana de Baden y es cultivada por varios
filósofos de fines del siglo pasado (Scheler, Husserl,...). Se desarrolló extraordinariamente tomando
como base la fenomenología, entendiendo por fenomenología como la ciencia descriptiva de la
conciencia pura. La fenomenología entiende por el bien las cosas que tienen valor, son bienes las
cosas que tienen valor o los actos que los realizan, y valor lo que hace que algo sea bueno. Debemos
entender por valor una afección o estimación subjetiva, es un objeto al que se refieren ciertos actos
de la persona, en estos actos se descubre la jerarquía de los valores, a los cuales antecede y
acompaña el amor, que es como el lazarillo que nos guía al encuentro y estima de los valores
positivos o su opuesto el odio o apatía que aparece cuando no hay jerarquía de valores y que
producen una respuesta malvada ante un hecho.

Partiendo de estas premisas podemos considerar que el principio “se debe hacer el bien y evitar
el mal” significa que se deben dar respuesta a los hechos aplicando para ello en nuestro interior la
jerarquía de valores, evitar el mal significa evitar realizar acciones acompañadas de odio o apatía
que aparece cuando no hay o no se aplica la jerarquía de valores, no debemos actuar sin pensar y
meditar previamente si la jerarquía o tabla de valores ha sido aplicada, en esta tabla o jerarquía de
valores entran en juego la capacidad de elegir, revisar y renunciar a planes de vida y la de elegir
principios de justicia.
DIFERENCIA QUE ESTABLECE “ADELA CORTINA” ENTRE UNA ÉTICA DE MÁXIMOS Y UNA ÉTICA DE
MÍNIMOS.

La ética discursiva puede ofrecer una figura inédita de sujeto capaz de inspirar un nuevo
humanismo desde la idea de un sujeto autónomo, que vive en un mundo subjetivo en el que tiene
un acceso privilegiado y un mundo social al que pertenece. Esto da al individuo una dimensión
individual y una dimensión personal, estas dos dimensiones que constituyen al sujeto se construyen
con la autonomía personal y la autorrealización individual. Esta consideración es clave a la hora de
construir un marco de aplicación de la ética discursiva, porque nos permite distinguir en el concepto
mismo de sujeto las exigencia de una ética de mínimos y una ética de máximos.

Adela Cortina en el texto cree oportuno distinguir en el ámbito moral entre una ética de máximos
y una ética de mínimos: entre aquellos mínimos normativos universalizables, que son posibles por
la dimensión autónoma del sujeto y de los que se ocupan las éticas deontológicas de la justicia, y los
máximos a que se refieren los proyectos biográficos de autorrealización. Por objeto tienen tales
máximos las éticas de la felicidad, siempre que la felicidad no se entienda sólo como placer, sino en
el amplio sentido humano de autorrealización.

La autonomía en el hombre se presenta como la capacidad moral para la resolución o actuación


ante un hecho concreto, desde este punto de vista estrictamente moral, es autónoma la voluntad
de dejarse orientar por lo que todos podrían querer, por ello se dice que la autonomía del sujeto en
el sentido estrictamente moral se refiere a la capacidad universalizadora, que es la que en el ámbito
de las normas nos permite fundamentar racionalmente una ética de mínimos universalmente
exigibles. A la vez la ética de máximos viene marcada por el deseo o propósito de llevar a cabo la
autorrealización personal o individual.
Ética

La ética es la rama de la filosofía que estudia los comportamientos en cuanto pueden ser
considerados como buenos o malos.1 Tiene como centro de atención las acciones humanas y
aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la
vida realizada. El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua
Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.

La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de
aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social. En la vida cotidiana constituye una reflexión
sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.

Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio
moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como “bueno”,
“malo”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, etc., referidos a una acción, a una
decisión o incluso también a las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean
sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, o acciones. Se establecen
juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “Ese hombre es malo”, “no se debe matar”, etc. En
estas declaraciones aparecen los términos “malo”, “no se debe”, etc., que implican valoraciones de
tipo moral.

Antigua Grecia[editar]

Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la ética. Platón
afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes. Así, por ejemplo, en el
Gorgias busca superar el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón evidencia la importancia de
lo que exista tras la muerte para regular el propio comportamiento. En La República aborda
juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética
pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista
diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes.

La Ética nicomáquea, seguramente el más importante tratado de ética de Aristóteles, se basa en la


premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética eudemónica). Para Aristóteles todos los
seres naturales tienden a cumplir la función que les es propia y están orientados a realizar
completamente sus potencialidades. El bien, que es lo mismo que la perfección de un ser o la
realización de las capacidades es cumplir su función propia, aquello a que solo él puede realizar.
También los seres humanos están orientados a la realización plena de la función que les es propia.
El problema que se suscita, entonces, es cuál es la función propia del hombre. Y si acaso hay más de
un bien propio del hombre, ¿cuál es el bien más alto y más perfecto de los que puede alcanzar el
ser humano?
Como en otras de sus obras, Aristóteles releva las opiniones de sus contemporáneos al respecto y
comprueba que todas parecen estar de acuerdo en que el objetivo supremo del hombre es vivir bien
y ser feliz, aunque hay muchos desacuerdos respecto de en qué consiste la felicidad y el buen vivir.
Para Aristóteles la vida feliz (plena) es la que permite realizar la actividad superior (contemplación),
con una suficiente autonomía (bienes materiales, salud), y en compañía de un número suficiente de
amigos (cf. Ética nicomáquea I).

Sólo son morales las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer. En cambio, no son
morales ni inmorales las acciones padecidas, compulsivas o forzosas. Lo que es moral es la acción
que depende de la voluntad, si se actúa de modo correcto. ¿Cuándo se actúa correctamente? La
forma correcta de actuar depende del ámbito de acción (dianoético o intelectual, ético o moral) y
en parte está pautada por las costumbres de la comunidad a la que se pertenece (si la comunidad
es éticamente sana, algo que supone Aristóteles para el mundo griego quizá de modo acrítico) y se
aprende con la educación. Cuando se actúa de acuerdo con estas pautas, se vive bien y se es
virtuoso.

Por otra parte, los filósofos estoicos y epicúreos propusieron teorías morales basadas en principios
opuestos: la virtud y la vida con moderación (estoicismo), y la búsqueda del placer (epicureísmo).

Edad Media[editar]

Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin del
actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a la doctrina cristiana
(vista como Revelación divina), especialmente según la normativa que recogen los mandamientos.
El fin último del actuar humano es la caridad, que se consigue al vivir desde el Evangelio, y que
permite al hombre acceder a la visión de Dios (en el cielo), donde el ser humano alcanza su máxima
plenitud y el bien supremo.

Diversos autores hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es oportuno recordar dos grandes
nombres, san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino (especialmente en la segunda parte de la
Suma de teología, en la que se recogen numerosos elementos de la ética de Aristóteles).20

Posteriormente, y tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se desarrolla en el ámbito
católico lo que luego será conocido como principio de doble efecto.

Edad Moderna[editar]
Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo
(estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos heredados de la Escolástica
medieval. Descartes tiene algunos elementos de ética en su famoso Discurso del método. Dentro
del racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró de modo más amplio y sistemático una propuesta
ética. En el ámbito del empirismo, David Hume trabajó en diversos momentos para comprender los
motivos profundos de las acciones humanas.

La gran revolución ética moderna se realiza a través de Immanuel Kant, que rechaza una
fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo (deontologismo
formal), pues si la moral se orienta a buscar la felicidad no podría dar ninguna norma categórica ni
universal. Los filósofos idealistas desarrollaron esta moral del imperativo categórico. Hacen frente
así al utilitarismo, al afirmar que el principio de utilidad no es el único criterio de corrección de las
acciones.

Edad Contemporánea[editar]

La ética del siglo XX ha conocido aportes importantísimos por parte de numerosos autores: los
vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler
elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar que
esta principal tendencia (en las opiniones y en las instituciones), la cuestión de “la ética” en el siglo
XX, es en realidad un “verdadero nihilismo” y “una amenazante denegación de todo
pensamiento”.21

Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la


ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un
pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos décadas,
el filósofo escocés MacIntyre establece nuevas herramientas de análisis histórico-filosófico de
distintas versiones rivales de la ética.

Concepto de bien

El bien es lo deseable, lo opuesto del mal, que es lo no deseado. El bien es el fin de las acciones
éticas. La parte de la filosofía que estudia las acciones humanas, calificándolas como buenas o malas,
es la ética. La ética tiende al logro del bien, pero no todos los filósofos entienden lo mismo por ese
fin.
Un grupo sostiene que el bien de referencia, es el sumo bien o fin último, que puede ser la felicidad
o el placer, o la vida eterna, este último fin, perseguido por la doctrina cristiana. O sea un bien que
no sea el medio para otro bien, sino fin en sí mismo. Por ejemplo está bien estudiar, para trabajar
(como medio) y está bien trabajar para mantener la familia (como medio) y está bien tener familia
porque eso me realiza plenamente como ser humano y ya no necesito conseguir otra cosa. La
realización personal sería en este caso el bien último deseado. Esta es la concepción aristotélica.

Para Aristóteles el concepto de bien deriva de la Ciencia Política, siendo el mismo bien el de los
ciudadanos que componen el Estado y el bien perseguido por el mismo Estado. Por eso el bien
último perseguido debe estar determinado por la política, que debe perseguir el bien común o de
todos. El bien supremo para Aristóteles es la felicidad, que se logra con el buen obrar o el obrar
virtuoso. La vida en busca del placer la considera propia de las bestias, satisfaciendo solo su
sensibilidad.

En la filosofía kantiana lo que hace que un acto sea bueno o malo es la intención, y no su
exteriorización

Un tercer grupo más actual de filósofos, sostiene que lo bueno es lo ajustado a una determinada
escala de valores.

Lo que está bien en una cultura puede diferir de lo que está bien o es correcto para otra. Por
ejemplo, entre los musulmanes está bien la poligamia, lo que está mal visto para los occidentales, y
en general para el resto de las religiones. El relativismo cultural acepta que haya distintas
concepciones sobre el bien, lo que no es admitido por el etnocentrismo. Hay acciones que son
intrínsecamente buenas o malas, por ser moralmente aceptables o repudiables para cualquiera.
Todos sabemos que matar, salvo en casos excepcionales, como en legítima defensa, en repudiable,
lo mismo que robar, pero otras acciones son discutibles, y el límite entre el bien y el mal se diluye.
¿Está bien que haya diferencias sociales? ¿Está bien aceptar el aborto o los matrimonios entre
homosexuales, o el divorcio vincular? Seguramente encontraremos a estas preguntas, respuestas
en uno u otro sentido, ambas con fundadas argumentaciones.

Bíblicamente el bien es la virtud, perteneciente al reino de Dios, y el mal, el pecado, regido por el
diablo o Satanás.

Un bien en sentido económico y jurídico es una cosa que posee un valor comercial. Así hablamos de
bienes muebles incluyendo en ellos un auto, un anillo o una moto y de bienes inmuebles cuando
nos referimos a terrenos o casas. Estos bienes pueden ser privados, si entran en el patrimonio de
los particulares, o públicos, excluidos del comercio, como una plaza, que pertenece al pueblo en su
conjunto. También existen bienes intangibles (que no se pueden ver y tocar) como los derechos
Eudaimonia

Eudemonía (Griego: εὐδαιmon) o plenitud de ser es una palabra griega clásica traducida
comúnmente como “felicidad”. Aristóteles lo entendió como ejercicio virtuoso de lo
específicamente humano, es decir, la razón. El uso popular del término se refiere a un estado de la
mente y alma, relacionado con la alegría o al placer.

Según Aristóteles, el fin o bien último que persigue el hombre es la eudemonía o sea, felicidad,
entendida como plenitud de ser. El problema viene dado entonces en determinar qué se entenderá
por felicidad, y es aquí, que la Ética a Nicómaco hace mención a cuatro tipos de vida y su
consiguiente forma de encontrar la felicidad. Según Aristóteles, el hombre cree alcanzar la felicidad
con riquezas; o con honores y fama; y otros creen obtenerla por placer. Concluye diciendo que no
se alcanza la felicidad mediante ninguno de los cuatro caminos mencionados, sino mediante la
práctica de la virtud.[cita requerida] Hay que vivir la vida de acuerdo a nuestra razón y busqueda de
la verdad, actuando bien, es decir, vivir en la concepción teleológica de la naturaleza humana.

ENTENDIENDO LA EUDAIMONÍA DE ARISTÓTELES Y LA FELICIDAD DE KANT

Autor Consultado: Alessandro Caviglia

La eudaimonía griega es la aproximación terminológica a la felicidad, o mejor entendida, la


aspiración a la felicidad que tienen todos los hombres. Aristóteles lo empleaba para designar el
thelos (fin) de todas las acciones. Siendo El bien supremo, al que aspiramos los hombres. Se
entiende que El bien supremo del hombre para Aristóteles es la felicidad, siendo ésta la máxima
virtud, que consiste en la actividad del alma conforme a la virtud. A diferencia de Platón, para quien
el Bien supremo es único e inaccesible.

Según Aristóteles, se puede obtener el bien a través de cada virtud. Es decir, a partir de la propia
experiencia, se puede alcanzar un grado de perfección y virtud en cualquier actividad. ¿Pero cómo
accedemos a la felicidad? El hombre es feliz, cuando efectúa aquello para lo cual existe. Aristóteles
hace una fenomenología de la acción humana. Los argumentos para él, se ponen a prueba en la
acción, y la acción tiene relación con la racionalidad.

La racionalidad práctica la vincula Aristóteles, por un lado, al concepto de lógos (palabra,


pensamiento o deliberación) y por otro lado, a la virtud. El logos nos permite a los hombres deliberar
sobre nuestros sentimientos, nuestra felicidad depende de lo que hagamos bien, y en relación de
cómo la actividad del alma va de acuerdo con la virtud y a lo largo de toda la vida.

La virtud aristotélica, puede ser vista como una virtud psíquica, entendida como una disposición
firme de la voluntad de autogobierno, para elegir acertadamente entre los sentimientos y los fines
de la conducta como resultado de la deliberación. Es decir, lana virtud está relacionada con el “bien”
en el sentido práctico de tener una “función” y una praxis.
La virtud para Aristóteles que supera a todas, es la sabiduría práctica, phrónesis. Esta, se
encuentra directamente relacionada a las disposiciones del carácter êthos. La costumbre, es la
adquisición a través del hábito de la virtud. Revela la manera como los hábitos van configurándose
hacia lo bueno.

Aristóteles sitúa la fuente del conocimiento ético en las experiencias de la vida. La sabiduría
práctica se desarrolla a partir de la práctica de los hábitos correctos o modos de ser con la finalidad
de llegar a la perfección, areté; tanto como a un conocimiento directo de las situaciones prácticas.
Para Aristóteles, lo más importante no es el acceso a una noción inaccesible de la virtud o al
conocimiento de ella, sino a la practicidad de la acción a través de la cual nos beneficiamos.

Este carácter virtuoso de la virtud, nos acerca a la vida buena y a la felicidad que practicamos en
la vida práctica de cada día. Este concepto de virtud es un proyecto real, que se valida por sí mismo.
Es decir, que en una situación real, si consideramos que algo es virtuoso, deberíamos tener un fácil
acceso a él. Si no lo escogemos, será por que no hicimos la deliberación necesaria, o fallamos a
nuestros principios. La sumatoria de experiencias a las que tendremos que exponernos a lo largo de
nuestras vidas y la cantidad de deliberaciones para actuar, nos proporcionarán la libertad suficiente
para escoger una vida “buena”, una vida basada en la virtud.

Aristóteles sostiene que no sólo contamos con el conocimiento de nuestra acción correcta, sino
también contamos, con la disposición para obrar de acuerdo a ésta. El bien depende de ese actuar
correctamente. Para él, la virtud no es innata, sino adquirida, ya que siempre el hombre lucha contra
lo racional y la incontinencia.

Aristóteles considera que lo caracteriza al hombre es la razón. Razón que lo ha llevado al estudio de
la vida intelectual. Auto-realizarse intelectualmente, es ser feliz, y tener acceso a una vida buena o
eudemonía. , equilibrada, sin excesos y que ejecuta la recta razón.

La distinción de prudencia o sabiduría práctica por sobre todas las virtudes, es la incorporación
del juicio moral en todas la situaciones prácticas de la vida. Su ética, es el deseo de la vida buena, es
perseguir la felicidad, sin que haya una obligatoriedad. Su ética es opcional, ya que cada situación
será singular para evaluar y deliberar . No hay imperativos en su ética, sí hay una relación intrínseca
entre la sabiduría y el deseo ético, que subyace un conflicto en relación a la norma.

Para poder acceder a un saber ético, no lo hacemos a través de un saber deductivo, es decir, nos
acercamos a él a través de la experiencia, según Aristóteles. La sabiduría práctica, nos acerca a una
vida razonadora, a la presencia de lo contingente, a no conocerlo todo, sino en la acción, en la
heterogeneidad de las experiencias humanas. Podemos considerar a la ética de Aristóteles como
una ética de bienes y de fines o una ética material.

Entendiendo la felicidad desde Kant

La ética de Kant es una ética formal. La felicidad para él, es un concepto que pertenece al
entendimiento. No es el fin sino lo que acompaña toda satisfacción. EL hombre está determinado
por naturaleza a ser el creador de su felicidad. Para ello no deberá de ordenar sus acciones de
acuerdo a sus instintito, sino más bien con los conceptos que él se hace de su felicidad.
El conocimiento no tiene un fin ético para Kant. Lo que conozco, diría Kant, se da a partir de dos
fuentes del psiquismo, es aquello que he elaborado a partir de mis datos sensibles organizados,
producto de las categorías de mi entendimiento. La experiencia se produce en el entendimiento. La
experiencia, nos lleva a ajustar los objetos a las estructuras que están en nuestra mente. Sin
embargo la experiencia no está necesariamente focalizada a lograr la felicidad para él. La ética para
Kant, es aquella moral que no se funda en la experiencia sino en principios a priori independientes
de la experiencia.

Para ello, la voluntad libre es la que determina la verdadera moral. Aquel que obra bien es quien
actúa de acuerdo a principios prácticos proporcionados nuestra razón a priori, independientemente
de la experiencia. La razón práctica es la que produce, es la espontaneidad de la razón, que tiene
voluntad libre. Esto determina la primacía de la razón práctica sobre la razón teórica.

La razón práctica, es la razón que determina la acción del hombre, es la autonomía del sujeto
para actuar. Kant sostiene que la conciencia moral es el reino de lo que debe ser, en oposición a la
Naturaleza, que es el reino del ser. Las leyes pueden ser de la Naturaleza, leyes por las cuales todo
sucede; o leyes de la libertad, leyes según las cuales todo debe suceder. La primera ciencia es la
Física y la segunda la Ética. En la Naturaleza impera la inmediatez, la necesidad. La conciencia moral
está basada en imperativos categóricos que mandan a un sujeto libre, que puede o no obedecer. El
imperativo es una máxima y por lo tanto, el imperativo moral, va más allá que cualquier
circunstancia.

Es una máxima que rige a priori. Lo bueno en el sentido moral no tiene tanto que ver con las
virtudes, ya que si la voluntad es mala, esas virtudes no están usándose para el bien sino para otros
motivos. Es así, que la felicidad es producto de la buena voluntad, que viene a ser la parte más
elevada del Bien. La buena voluntad es el origen de la moral. Y el Bien supremo es la articulación de
la moralidad llevada a través de la buena voluntad y la felicidad.

Kant propone la existencia de una <inscripción> a priori que determina el obrar. Y éste se da en
la razón pura práctica. La buena voluntad es aquella que rectifica y acomoda a un fin universal, la
influencia de la felicidad -que provee satisfacción con el actuar bien- pero sobre todo taimándola,
ya que cuando se desborda, pierde sentido. La voluntad es el principio todo de la acción. El motivo
de la acción de la voluntad libre es algo que se forma dentro del propio fuero interno del hombre y
es inseparable de la libertad de la voluntad misma, y ésta es la ley moral. Esta ley moral es única
característica del ser humano. Esto lo humaniza.

Kant considera al hombre en cuanto ser que actúa libremente, incluso con independencia y
autocontrol, de manera que sus apetitos coincidan con su concepto de felicidad. Esto lo aleja de los
instintos, de esta manera el comportamiento debido de un ser racional es de acuerdo con la libertad.
Así, no es el egoísmo empírico el motivo de un ser racional, que vaya de la particular al todo, sino el
racional, que toma lo universal y a través de él, establece la regla de lo singular. Este pensamiento
de análisis y síntesis de todo a parte es el que caracteriza el pensamiento kantiano. Sus leyes
producen la verdadera felicidad, y ésta se da a partid de la libertad.

Para Kant, la moralidad es la morada de la libertad, y soy libre para actuar moralmente. Esto hace
al hombre agente activo de su propia moralidad ya que se guía por la moral. Sin embargo hay una
pasividad en el hombre cuando se somete a las inclinaciones. La voluntad del individuo depende de
la motivación que tenga. Si actúo con la norma, tengo buena voluntad. Sin embargo, cuando lo hago
contra la norma, mi voluntad es inmoral. Si yo no reconozco que es una ley moral, tengo una
incapacidad para reconocer, para entender, esto es alejar al hombre del entendimiento, de la
sensibilidad y de la razón misma, del conocimiento en sí. El ser moral es el ser racional. Las leyes de
la moral son a priori, puesto que no se extraen de la experiencia. Son leyes que nacen de la razón,
siendo la razón un componente universal que no viene ni de las costumbres, ni de la experiencia.

La calidad de la libertad es la causa de la felicidad. Así, la libertad sólo puede ser determinada de
acuerdo con las reglas de una voluntad universalmente válida, porque sino no existiría regla. La
bondad interna de la voluntad es buena en sí misma cuando coincide con al voluntad universal. Esta
universalización de la voluntad es un imperativo categórico. Lo bueno, es relativo, sólo existe la
buena voluntad. Lo bueno absolutamente, es el bien supremo, es un bien sin restricciones y sólo
tendría esta característica la buena voluntad. La buena voluntad es la indispensable condición que
nos hace dignos de ser felices.

Sin embargo, podemos actuar moralmente, sin necesariamente alcanzar la felicidad. Kant
discrimina la felicidad, de pseudofelicidades, donde esta felicidad disfrazada, es aquella que mueve
a la felicidad en una acción que no necesariamente es moral. Como el hombre no es sólo racional
sino también sensible, al actuar no se halla sólo bajo el dominio de la razón sino también de las
inclinaciones.

Por eso, el hombre considera el buen obrar como un deber o una exigencia que muchas veces
va en contraposición a sus inclinaciones. Y justamente en la medida en que el hombre actúe por
deber, su obrar es moralmente bueno. Porque el valor moral de una acción no depende de lo que
se pretenda lograr con ella sino del principio o máxima por el cual se la realiza. Así pues, si hay un
imperativo categórico (es decir una ley para toda voluntad de un ser racional), sólo podrá mandar
que se haga todo por la máxima de una voluntad tal que pueda tenerse a sí mismo al mismo tiempo
como universalmente legisladora respecto del objeto; pues sólo entonces es incondicionado el
principio práctico y el imperativo a que obedece, porque no puede tener ningún interés como
fundamento.

De esta manera, el principio de la moralidad coloca al hombre sujeto a su propia legislación, si


bien es universal, está ligado a obrar según su propia voluntad legisladora, y aunque esté sometido
a una ley universal, la ley de su propia voluntad es aquella que lo encaminará a descubrir un
fundamento supremo del deber, un imperativo como mandato moral. Esta es la autonomía de la
voluntad que hace del hombre a un legislador universal, que se juzga a sí mismo y a sus acciones, es
decir un reino de los fines, donde se considere a sí mismo y a los demás como fin en sí mismo.

Es decir, el thelos en Kant relaciona los principios de la eticidad a partir de la unificación de la


libertad con las condiciones necesarias de la felicidad, a partir del principio universal y autónomo de
la libertad. Sólo está permitido buscar la felicidad entre aquellas condiciones bajo las cuales uno
simplemente pueda ser digno de ellas. La felicidad es algo universal en la satisfacción de las
finalidades…de lo contrario sería pleno placer. Estos principios de la unidad de todas las finalidades
son principios de la razón pura.

¿Es posible plantear a la felicidad como fin en sí mismo? Kant, en la Crítica de la Razón Pura,
describe a la felicidad como la satisfacción de todas nuestras inclinaciones (tanto extensive,
atendiendo a su variedad, como intensive, respecto de su grado, como también protensive, en
relación con su duración). Considera que la ley práctica derivada del motivo de la felicidad es la
pragmática, es decir la ley de la prudencia. Y ley moral (ley ética), a aquella que no tiene otro motivo
que la dignidad de ser feliz.

La primera aconseja nos qué hay que hacer si queremos participar de la felicidad. La segunda
cómo debemos comportarnos si queremos ser dignos de ella. La primera ley, se basa en principios
empíricos ya que sólo a través de la experiencia, podemos saber qué inclinaciones hay que busquen
satisfacción y cuales son las causas naturales capaces de satisfacerlas. Sin embargo, la segunda
prescinde de inclinaciones y de medios naturales para darles satisfacción. Considera la libertad de
un ser racional y a las condiciones en las cuales la libertad coincide con la felicidad. Esta ley podría
apoyarse en ideas de la razón pura y ser reconocidas como a priori.

Aunque para acceder al bien supremo, será a través de la moralidad y la felicidad. Dice Kant “en
tanto que virtud y felicidad conjuntamente constituyen la tenencia del sumo bien en una persona,
y por cuanto un reparto de felicidad en justa proporción con la moralidad (como valor de la persona
y su merecimiento a ser feliz) constituye el sumo bien de un mundo posible” Es necesario en el
problema práctico de la razón pura postular la inmortalidad del alma, ya que sólo en la inmortalidad
y la eternidad se resuelve la integridad del sumo bien. Y para entender el segundo elemento del
sumo bien, la felicidad que se adecua a esa moralidad, también es necesario postular la existencia
de Dios. Dios, incognoscible para la razón pura teórica, aparece ahora como un postulado de la
razón práctica necesario para afirmar la posibilidad del sumo bien. Tenemos que auspiciar el sumo
bien el cual por lo tanto tiene que ser posible, dice Kant.

Para finalizar, la felicidad es un estado de un ser racional situado dentro del mundo, con su deseo
y voluntad, descansa en la medida que la naturaleza coincida con su finalidad global, así como con
su voluntad. La ley moral no da el fundamento que conecta la moralidad con la felicidad, por ello,
la razón necesita postular tanto la inmortalidad del alma como la existencia de un Dios justo. En la
vida posterior a la muerte será Dios quien garantice esa conexión.

La felicidad es un anhelo de todo ser racional, pero es finito y para ello es necesario la
determinación de su facultad de desear. Ya que su propia satisfacción no es una posesión originaria,
no se basta a sí mismo, sino la naturaleza misma le ha planteado necesidades en las que necesita
utilizar su facultad de desear. Por ello, la ley moral es diferente al principio de la felicidad. La máxima
de amor a sí mismo nos aconseja que seamos felices, y la ley moral nos manda cumplir la ley, seamos
o no felices.

Diferenciando a Aristóteles de Kant

Las posiciones entre Aristóteles y Kant son muy distintas, mientras que el primero nos muestra
qué es la felicidad y nos enseña el camino para conseguirla es decir en el ejercicio de la virtud y la
sabiduría en la praxis; el segundo profundiza en la naturaleza y viene a decirnos que la felicidad es
un principio subjetivo al que todos y cada uno estamos condicionados por nuestra naturaleza finita,
que aprendemos de la experiencia y que poco tiene que ver con la moralidad.
La sabiduría práctica de Aristóteles es reflexiva, analiza la práctica humana. Considero que
Aristóteles elabora una filosofía de la voluntad dentro de la ética. El hombre para Aristóteles,
requiere de una racionalidad práctica que le proporciona un valor agregado en nuestros tiempos
actuales. Dicho de otra forma, Aristóteles plantea una ética moderna sugerente. Elabora la
exquisitez de la anticipación del fin, la sensación de proceso como una meta interior, así como la
actividad humana en función de la ética.

En Kant, la felicidad engloba un concepto subjetivo, no absoluto. Es un constructo abstracto,


relativo es decir un bien-ëtre. El identifica más la felicidad como un estado pasajero de bien-estar,
un momento subjetivo de un ser racional. <que alguien se sienta bien y actúe bien>

La felicidad, lo bueno y la eticidad constituyen el summum bonum para Kant. La diferencia radical
con Aristóteles es que la ética para él es opcional, no hay una obligatoriedad. Su saber ético no es
deductivo. Es la adquisición del hábito de la virtud que se configuran hacia lo bueno. En Kant, la
felicidad pertenece al entendimiento, es a priori, es una máxima universal, independiente de la
experiencia, es racional.

Este es quizás el supuesto más claro que determina las diferencias entre Kant y Aristóteles:

Mi supuesto es el siguiente existen realmente leyes morales puras que determinan enteramente a
priori (con independencia de motivos empíricos, esto es, la felicidad) lo que hay y lo que no hay que
hacer, es decir, el empleo de la libertad de un ser racional en general

Pragmatismo

«Pragmático» redirige aquí. Para otras acepciones, véase pragmática (desambiguación).

Hilary Putnam es un famoso pragmatista.

El pragmatismo es una escuela filosófica creada en los Estados Unidos a finales del siglo XIX por
Charles Sanders Peirce, John Dewey y William James.1 Su concepción de base es que sólo es
verdadero aquello que funciona, enfocándose así en el mundo real objetivo

Conceptos generales[editar]

El pragmatismo se caracteriza por la insistencia en las consecuencias como manera de caracterizar


la verdad o significado de las cosas. El pragmatismo se opone a la visión de que los conceptos
humanos y el intelecto representan el significado real de las cosas, y por lo tanto se contrapone a
las escuelas filosóficas del formalismo y el racionalismo. También el pragmatismo sostiene que sólo
en el debate entre organismos dotados de inteligencia y con el ambiente que los rodea es donde las
teorías y datos adquieren su significado. Rechaza la existencia de verdades absolutas, las ideas son
provisionales y están sujetas al cambio, a la luz de la investigación futura.
El pragmatismo, como corriente filosófica, se divide e interpreta de muchas formas, lo que ha dado
lugar a ideas opuestas entre sí que dicen pertenecer a la idea original de lo que es el pragmatismo.
Un ejemplo de esto es la noción de practicidad: determinados pragmáticos se oponen a la
practicidad y otros interpretan que la practicidad deriva del pragmatismo. Esta división surge de las
nociones elementales del término pragmatismo y su utilización. Básicamente se puede decir que,
ya que el pragmatismo se basa en establecer un significado a las cosas a través de las consecuencias,
se basa en juicios a posterioridad y evita todo prejuicio. Lo que se considere práctico o no, depende
del considerar la relación entre utilidad y practicidad.

Una mala comprensión del pragmatismo da lugar a generar prejuicios cuando es todo lo contrario.
En política se suele hablar de pragmatismo cuando en verdad el pragmatismo político se basa en
prejuicios y apenas observa las consecuencias que no encajen con los prejuicios de base, que es
muchas veces lo opuesto al sentido original del pragmatismo filosófico.

Para los pragmatistas, la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con el éxito que tengan
en la práctica. En otras palabras, el pragmatismo se basa en la utilidad, siendo la utilidad la base de
todo significado.

Además hay otro autor del pragmatismo que se llama George H. Mead que introduce dos conceptos
a esta corriente filosófica:

- "Self" (si mismo"): la capacidad que tiene uno mismo de verse desde fuera, de hacernos una idea
de como nosotros actuamos o que efectos podemos repercutir por encima de otras personas. El
proceso de construcción del "Self" sería: primero nos imaginamos como somos delante de los otros,
después que opinión creemos que tienen los demás de nosotros. Y por último el desarrollo de un
sentimiento de nuestra persona.

- "Otro Generalizado": imágenes e ideas de como son los otros; generalizaciones que organizan el
"self" de los otros que recogemos por etiquetarnos a nosotros y a otros.

Etimología[editar]

La palabra pragmatismo proviene del vocablo griego pragma que significa "hecho" o "acto"
(situación concreta)

El Deber

13 de octubre de 2011 Publicado por Malena


El deber posee un carácter obligatorio. Es lo que no puede ser de otra forma y que nace de un
mandato, con un significado derivado de una determinada fuente.

El deber puede proceder de diversas fuentes: de la naturaleza, del mundo inteligible, de Dios, de la
existencia humana o de los valores.

n la antigüedad y en la Edad Media la preocupación se centraba en aquello que es debido; y la razón


era que casi todas las morales de esa época eran morales concretas en las que importaba más el
contenido de los mandatos que la forma.

Sin embargo, siempre ha habido alguna conciencia de la diferencia fundamental entre el deber ser
y el ser puro y simple.

En filosofía suele distinguirse el deber ser del ser. Esta distinción es ontológica, pero desde el punto
de vista lingüístico existen dos tipos de lenguaje: el lenguaje indicativo y el prescriptivo y con
frecuencia se supone que el ser corresponde al reino de la realidad en cuanto tal (a veces sólo al
reino de la naturaleza) y el deber ser al reino de la moralidad que expresa lo que debe hacerse u
omitirse

l deber se deduce del bien supremo para las morales de tipo material.

Para los estoicos el deber es principalmente vivir de acuerdo a la naturaleza, o sea con la razón
universal. En cambio, para las morales de tipo formal, el deber se deduce del imperativo categórico
supremo, independiente de los fines concretos.

Para Kant, el deber es la forma de la obligación moral por respeto al deber y no solo en cumplimiento
del deber, que equivale a identificar el deber con el soberano bien.

En las éticas de tipo material es el mandato sobre la conciencia moral por cierto número de valores.

Se puede admitir que la intuición de los valores supremos produce en ciertos casos la conciencia del
deber, de hacer y cumplir lo que es valioso.

Desde el Psicoanálisis, el deber ser es la conciencia moral, una de las funciones del Superyo,
instancia del aparato psíquico que actúa como censor con respecto al yo.
El Superyo se forma mediante la incorporación de las exigencias y prohibiciones parentales. Parece
dominar al yo y adquiere para el sujeto valor de modelo y función de juez.

El Superyo comprende dos instancias: el ideal del yo y una instancia crítica.

Desde esta teoría, la interiorización de las prohibiciones se produce en una etapa precoz, muy
temprana.

Según Melanie Klein existiría un Superyo desde la etapa oral del desarrollo psicosexual en la que el
objeto del deseo erótico es el pecho materno; mediante la introyección de objetos buenos y malos
(pecho bueno pecho malo).

Freud precisa la idea de que el Superyo del niño no se forma a imagen de los padres sino a imagen
del Superyo de los padres, o sea que es una identificación con el contenido que se convierte en el
representante de la tradición, o sea, de todos los juicios de valor que persisten a través de las
generaciones.

El Superyo freudiano comprende principalmente representaciones de palabras cuyos contenidos


provienen de las percepciones auditivas, de los preceptos, y de la lectura.

Fuente: “Diccionario de Filosofía abreviado” de José Ferrater Mora, “Diccionario de Psicoanálisis”,


de Laplanche y Pontalís.

HEDONISMO

El hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor y de
las angustias, como objetivo o razón de ser de la vida. Las dos escuelas clásicas del hedonismo,
formuladas en la Grecia antigua, son la escuela cirenaica y los epicúreos:

Escuela cirenaica: Se plantea que los deseos personales se debían satisfacer de inmediato sin
importar los intereses de los demás. Esta teoría fue expuesta por el grupo de los Cirenaicos.

Epicúreos: Formulada por los epicúreos o hedonistas racionales, seguidores del filósofo Epicuro de
Samos, quien vivió en Grecia entre 341 y 270 a. C. La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido
modificada o confundida a través de la historia, hasta el punto que algunos lo toman como un
libertino mientras que otros lo consideraron un asceta, él consideraba que la felicidad consiste en
vivir en continuo placer, porque para muchas personas el placer es concebido como algo que excita
los sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo
que excita los sentidos son los placeres sexuales. Según él, existen otras formas de placer que se
refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer
es malo en sí, solo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el error.

El hedonismo tiende a tener cierta razón en algunas áreas,algunas culturas lo aceptan como parte
del humano.

Por tanto, los filósofos concluyen que:

Todos los seres humanos nacen con la posibilidad de experimentar placer.

El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.

Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.

Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.

El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual.

Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos, como la


popularidad o la fama.

El mayor placer para la especie humana debe girar en torno al servicio a los demás.

Si se aprende a distinguir verdaderamente lo que es placer, se vivirán muchos momentos de


felicidad.

OPOSITORES

La fe católica se opone a las formas más sensuales del hedonismo, considerando que minan los
valores y las virtudes del eudemonismo espiritual, en el cual el Cristianismo frecuentemente ha
fundado su moral. El hedonismo es considerado por muchas religiones una actitud carente de moral
pero no porque aprecie algún placer, sino porque lo antepone a las exigencias del amor a Dios y al
prójimo. Para el catolicismo, es una actitud que corre el riesgo de caer en el egocentrismo, el cual
incapacita gravemente al sujeto para relacionarse con otros, a menos que sea para explotarlos y
satisfacer su afán de placer.

El filósofo británico G. E. Moore dedica gran parte de su libro Principia Ethica (1903) a la refutación
del hedonismo. Entiende que considerar que el placer y solamente el placer es bueno significa caer
en lo que llamó «falacia naturalista». Al decir que «el placer y solamente el placer es bueno», el
placer se convierte en un equivalente de «bueno». Así, la proposición «el placer es bueno» significa
realmente «el placer es el placer», tautología de ningún interés ético. Moore defendía que el bien
era indefinible, si bien podían atribuírsele ciertas características que no obstante no delimitarían su
significación por completo.

ALTERIDAD

Lo primero que vamos a hacer es determinar el origen etimológico del término alteridad que ahora
nos ocupa. En este sentido tenemos que establecer que procede del latín, concretamente de la
palabra “alteritas”, que es fruto de la suma de dos componentes: “alter”, que puede traducirse
como “otro”, y el sufijo “-dad”, que se usa para indicar “cualidad”

Alteridad es la condición de ser otro. El vocablo alter refiere al “otro” desde la perspectiva del “yo”.
El concepto de alteridad, por lo tanto, se utiliza en sentido filosófico para nombrar al descubrimiento
de la concepción del mundo y de los intereses de un “otro”.

La alteridad hay que entenderla a partir de una división entre un “yo” y un “otro”, o entre un
“nosotros” y un “ellos”. El “otro” tiene costumbres, tradiciones y representaciones diferentes a las
del “yo”: por eso forma parte de “ellos” y no de “nosotros”. La alteridad implica ponerse en el lugar
de ese “otro”, alternando la perspectiva propia con la ajena.

Es decir, la alteridad viene a ser una buena muestra de interés por comprenderse. De ahí que se
encargue por fomentar tanto el diálogo como los acuerdos e incluso las vías de paz a cualquier
posible conflicto.

Precisamente por todo lo que es y lo que significa, normalmente cuando se habla de alteridad
también viene a la mente otro concepto, el de otredad. A veces se emplean como sinónimos, no
obstante, este último tenemos que decir que es aquel término que se utiliza para expresar que
cuando una persona está entablando una conversación con otra lo que hace es adueñarse de ella.
¿Cómo hace eso? Recurriendo a frases habituales como “si yo fuera tú lo que haría sería…”.

Precisamente por lo que significan, por los valores que expresan y transmiten tanto la alteridad
como la otredad se usan en determinados ámbitos de estudio como, por ejemplo, la Historia o la
Antropología. Y es que sirven para entender las posturas de unas partes u otras en cualquier
acontecimiento o hecho.

Esto quiere decir que la alteridad representa una voluntad de entendimiento que fomenta el diálogo
y propicia las relaciones pacíficas. Cuando un hombre judío entabla una relación amorosa con una
mujer católica, la alteridad es indispensable para entender y aceptar las diferencias entre ambos.
En cambio, si se registra una escasa alteridad, la relación será imposible ya que las dos visiones del
mundo sólo chocarán entre sí y no habrá espacio para el entendimiento.

La alteridad también puede entenderse a un nivel más amplio. El encuentro entre dos países o dos
pueblos implica poner diferentes formas de vida frente a frente. Si hay voluntad de alteridad, la
integración podrá ser armónica, ya que cada pueblo respetará las creencias del otro. Ese diálogo,
por otra parte, enriquecerá a ambos. En cambio, si no hay alteridad, el pueblo más fuerte dominará
al otro e impondrá sus creencias. Eso ocurrió, por ejemplo, a partir de la llegada de los
conquistadores europeos a América.

Algunos estudiosos, como sería el caso de Adrián Vázquez Fernández, han considerado que
básicamente existen tres tipos de alteridad: alteridad política, alteridad ética y alteridad ético-
política.

ETICA NICOMAQUEA

Etica nicomáquea o Ética a Nicómaco (griego Ἠθικὰ Νικομάχεια,sob transliterado Ethika


Nikomacheia; gen.: Ἠθικῶν Νικομαχείων, Ethikōn Nikomacheiōn; latín Ethica Nicomachea) es una
obra de Aristóteles escrita en el siglo IV a. C. Se trata de uno de los primeros tratados conservados
sobre ética y moral de la filosofía occidental, y sin duda el más completo de la ética aristotélica. Está
compuesto por diez libros que se consideran basados en notas sobre sus ponencias magistrales en
el Liceo. La obra abarca un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Junto
con el mensaje bíblico judeocristiano, constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que
posteriormente se erigió la ética occidental.

Aristóteles empieza su obra definiendo lo esencial de la ética: el bien. Con su habitual método
inductivo, hace acopio de las opiniones hasta entonces dichas, que lo relacionan con la felicidad,
pues tal cosa es "lo que todos buscan". En un paralelismo con las artes y los conocimientos prácticos,
Aristóteles dirá que el bien para el hombre, la felicidad, consiste en el ejercicio de su función como
hombre. Así, basándose en las tres disposiciones del alma aristotélica, establece que dicha función
tendrá que estar relacionada con el alma racional, en tanto que es la que caracteriza al hombre.
Para ello introducirá el concepto de virtud, que será identificado con la costumbre del buen obrar.
El estagirita establece que las virtudes han de ser de dos clases: las virtudes llamadas éticas, morales
o de carácter; especialmente la justicia, que vienen del alma desiderativa en tanto que esta obedece
a la razón; y las virtudes denominadas dianoéticas, intelectuales o racionales, que son las que
permiten alcanzar la felicidad y vienen del alma racional misma. Después muestra cómo el placer
tiene que ver también con la felicidad, y por lo mismo con la ética. Como el hombre es social,
necesita amigos para alcanzar la felicidad completa. Esto le lleva a una descripción final de la
felicidad que será la que se alcance por una actividad acorde con la virtud más excelsa.

DIFERENCIA ENTRE ETICA Y MORAL

La ética influye en las normas de conducta de una sociedad. Por ejemplo, es ético que alguien
consuma carne porque a priori no se está incumpliendo ninguna norma social.

Por otro lado, la moral influye en las normas de conducta de una persona. Por ejemplo, para una
sociedad puede parecer ético cazar animales, mientras que para unos individuos es inmoral hacerlo
ya que esa práctica atenta contra la libertad de los animales.
Mientras que la moral constituye un marco básico de conducta personal, es decir, lo que es correcto
o no. La ética supone un conjunto de directrices o leyes que definen las prácticas aceptadas, así
como el comportamiento de un grupo de personas o sociedad.

Tanto ética como moral se encargan de nuestras costumbres y formas de actuar en la medida en
que pueden considerarse como correctas o incorrectas.

Una de las diferencias principales es que mientras la moral dicta normas y criterios de actuación, la
ética trata de fundamentar racionalmente dichas normas. Por ejemplo, sería moral estudiar la ESO,
porque es una enseñanza obligatoria, mientras que es ético porque la enseñanza sirve para que el
individuo se forme y tenga un futuro provechoso.

Para resumir la diferencia entre ética y moral, podemos decir que la ética son determinados tipos
de comportamiento, ya sean correctos o incorrectos. Mientras que la moral establece las normas
que permiten determinar si el comportamiento ha sido correcto o no.

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Moral:

Se denomina moral al conjunto de creencias y normas de una persona o gruposocial que


determinará el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o del mal ²correcto oincorrecto² de una
acción o acciones).

Ética:

La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, ycómo se ha de
aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. Enla vida cotidiana
constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un
sistema moral u otro

Tabla de diferencias entre ética y moral

Ética Moral

La ética es el estudio filosófico y científico de la moral yes teóricaLa moral es practicaSurge como tal
en la interioridad de una persona, comoresultado de su propia reflexión y su propia elección.La
moral tiene una base social, normas establecidasen el seno de una sociedadInfluye en la conducta
de una persona pero desde sumisma conciencia y voluntadEs un conjunto de normas que actúan
desde elexterior o desde el inconsciente, una motivaciónextrínseca a la conciencia del sujetoEs el
valor, más no el valor impuesto desde el exterior,sino el valor descubierto internamente en la
reflexiónde un sujeto.Impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio,impositivo, coercitivo y
punitivo

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