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Agosto 013
El maestro había decidido decapitar a sus alumnos. La forma era
corriente, sin ingenio, yo le había convencido de darme tiempo para idear
algo mejor; la verdad, él ni siquiera había pedido mi participación; pero
¡lo vi tan triste!, hablando de algo que seguramente quiso hacer durante
tanto tiempo, que no soporté verle tanto olvido de sí en el rostro.
Decidí ayudar, y quizá sólo eran expectativas mías, pero me parecía
natural que el demonio disfrutara desde el momento en que concebía la
perversidad de sus planes; cosa que en él no veía. Tal vez aquí había algo
más que yo me estaba perdiendo; asumí que si no lograba mejorar su
plan, al menos entendería lo que se me hubiese escapado entre líneas.
Agosto 013
Una tarde de tormenta decidió quedarse en casa a pesar de que
nunca había detenido sus cátedras por ningún motivo, ni siquiera cuando
su padre muriera. Dijo que antes lo miraba poco, que las visitas se habían
reducido a nada, y la nada, nada importa.
Se helaba toda la casa, le acerqué hasta su lugar una manta, pero me
retiró la mano, como si con ese gesto me dijera que necesitaba de ese frío.
Largo rato se quedó viendo por la ventana, y en un momento creo que
hasta sonrió. Pensé que ya no les cortaría la cabeza; ahora había decidido
ahogarlos. Y me alegré de que hubiera recobrado el gozo de su maldad.
Siempre cenábamos juntos; pero al oscurecer quise dejarlo a solas
con su malicia, o lo que fuera que hubiera recuperado. Me fingí con dolor
de cabeza y me acosté; claro que no pude dormir, sólo pensaba en
ayudarlo, un plan B, por si acaso le volvía la inconformidad, la tristeza.
Agosto 013
Me di cuenta de que su mitad seguía intacta, y es que era imposible
que se hubiera levantando temprano y la hubiese tendido; pues aunque
nuestro lecho estaba separado, le gustaba que yo tendiera sus cobijas y
Agosto 013
Me quedé helada. No reconoció mi ternura, o quizá se me habría
terminado; tanto pensar en cómo ayudarlo con esos niños me había
transformado, o quizá siempre supo adivinar, y hoy, falló.
¿Me transformé?, ¿un gesto lindo entre seres que se adoran, se ha
convertido ahora en la regla que me mide?, ¿qué sabe él de ternura?, si soy
yo siempre quien arregla su cama, o ¿sería sólo un pretexto para volverme
su mucama, sin que yo sintiera necesario el menor reproche?
¿Cuánto importa la verdad, es lo único que se persigue en esta vida o
sólo en este tiempo? Da igual, ¡es casi lo mismo! Yo quería que él me
encontrara: como su mujer cuando desarreglara su cama y reconociera mis
sentimientos en el gesto, o como su mucama: en la perfección del doblez
en las telas, pero ¡que me encontrara!
Y quizá debiera uno estar eligiendo todo el tiempo, pero creo que hay
un momento cuando uno comienza por hacerse; es decir, coserse sólo de
telas que soporten el tiempo. Escoger entre verdad, o verdad. Y yo no sé
qué creer ahora, porque también tengo ganas de enojarme, de indignarme,
¡me dulcificó la idea de una criada!, ¿cuántas veces habré comido de sus
malditos dulces envenenados?
Enero 998
“Si el mundo es malo debes lograr ser lo más preciado para el hombre
más cruel, así no podrías estar más a salvo”, es lo que leí en su diario en el
apartado de “Conversaciones con mamá”.
No pude más, ¡quise liberarme!, pero sin lastimar a mi mujer. Ella
cree que soy un hombre despiadado, y yo la dejo creerlo porque así se
siente segura, y dígame ¿quién se siente seguro en la bondad? La bondad
sólo es confianza en el descuido. Ella quiere que no la quiera, y también
que la quiera. Así todos los días son un reto para ella. Trabaja desde la
negación, y entonces se pone creativa; si al fin accedo a besarla, ella se ve
hermosa, brilla, se enaltece, como si hubiera ganado algo. Yo quisiera
sorprenderla a veces, y cuando he tenido tantas ganas de besarla debo
morderla, o empujarla después, y ella me mira de una manera como si me
debiera todo, como si fuera su amo, con un deleite, con un asombro, que
prefiere cerrar los ojos para no llorar.
Está convencida de que soy un monstruo, y eso es lo que le gusta de
mí. Hasta me dice Franky, como diminutivo de Frankenstein, porque
claro, a ella le gusta interpretar el papel de contraparte: dulzura y bondad.
No soy todo malo, a veces se me escapa alguno que otro cariño, pero ella
está tan acostumbrada a mis “maltratos”, que no sé cómo, pero siempre
encuentra la forma de transformar mis caricias en ofensas, mis besos en
golpes, mis miradas de amor en ironía y sarcasmo. Hace poco, mi
desesperación me llevó a confesarle la verdad, que soy un simple humano,
enternecido por las causas más nobles, me entristece el mundo, sobre todo
los niños y ancianos. ¿Sabe lo que me dijo?, que era lo peor, el más ruin y
despreciable, recuerdo exacto que gritó: ¡deposité mi maldad en ti, y ahora
me la regresas, me has devuelto a los opuestos!
¿No podríamos ser yo el bueno y tú la mala?, pregunté. Y ella dijo:
¡No lo creo!, no me interesa el poder, me atrae la supervivencia diaria, la
esclavitud; y tú no sé por qué haz decidido liberarme. Me voy a buscar la
protección, la maldad que tú no puedes darme, ¡quédate con tu deficiente
crueldad!
Creo que estoy enloqueciendo de veras, y no sé si en la locura
encuentre la maldad o me acerque aún más a la bondad. Pero les he pagado
Claustrofobia
Félix Martínez
Hacía 20 años que no iba a la ciudad de México, y era el mismo smog, las
mismas prisas, el mismo peligro. La casa de mi primo tenía tres pisos, el primero era
un taller de costura, el segundo oficina, y nos hospedamos en el tercer piso. Conocí
Tepito, Six flags, y fuimos hasta Taxqueña donde vivía mi cuñada; y sin haber
sudado, miré mi cuello negro de mugre, y esto no era lo único que iba en contra de la
capital, también estaban los temblores. Platicaba con mi primo al calor de un café
hirviendo, que es así como lo disfruto, para irlo tomando lentamente, aspirando su
aroma, cuando sentí que se movía mi silla. Levanté la vista hacia mi primo que tenía
los ojos muy abiertos, aunque él ya estaba acostumbrado a esto, me dijo está
temblando, y seguimos sentados unos segundos, cuando se escuchó un tronido. ¡A la
pared!, dijo mi primo, a tiempo de ver como una parte del techo caía donde yo había
estado sentado, corrí a la escalera para sentir como se hundía a mis pies, después vi
todo negro. No sé cuánto tiempo pasaría hasta que tomé el control de lo que pasaba,
mi pierna estaba estirada y no la sentía, la otra pierna la tenía doblada, mi cabeza
inclinada sintiendo una placa de concreto encima, sonidos lejanos, gritos apagados,
grité sin sonido, hubiera preferido morir antes que sufrir este tormento, quise no
pensar, comencé a arrancarme los pestañas, las cejas, y cuando acabe con ellas, los
cabellos, y el tiempo pasaba sin oír más que ruidos que llegaban a través de las
paredes amontonadas una encima de otra; maderas, muebles, y una gotera que caía
en mis espaldas lograba humedecerme, escurriendo hasta mi cara lo que mitigaba mi
sed. Cuando mi desesperación llegó al límite, grité con fuerza deseando morir. Sentí
un zarandeo en mi hombro, era mi primo… despiértate Ramón, despiértate... quise
terminar mi café, pero ya estaba frio.
Carolina amó a los gatos desde pequeña, sentía que estos seres
le enseñaron el amor más incondicional. Era conocida en su barrio
como la loca de los gatos porque a sus cuarenta años, su única
compañía eran los más de veinte felinos con los que vivía. Las
personas solo le habían causado lágrimas y le habían hecho sentir
basura. Por eso se alejaba de ellas y prefería pasar interminables
horas al lado de sus mininos, a veces escuchando jazz o bosa nova
o simplemente hablando con ellos.
Esta última actividad era la que más disfrutaba. Aquel
lenguaje, sin palabras que interfieran con la verdadera comprensión
de los sentimientos le parecía maravillosa. Bastaba un
¡miauuuuuuu! largo de Gaspar para saber que debía alimentarlos.
Todos los bigotudos llegando, atraídos por el ¡clonc! ¡clonc! de la
comida vertida en los pequeños platos, agradecían con el ¡cronch!
¡cronch! que hacían sus pequeños hocicos masticando. Aunque
también se escuchaban los ¡grrr! ¡grrr! ¡grrr! mezclados con los
¡chisss¡ ¡chisss¡ ¡chisss¡ que anunciaban una contienda o un
malestar por varias razones, como una disputa por territorio o
porque fueron tocados sin permiso.
Después, los diminutos ¡miu! ¡miu!, que la llamaban a tomar
la siesta en el sillón más mullido de la casa, acompasada con los
¡prrr! ¡prrr! de los ronroneos. Sus días se fueron transformando así
en una existencia sin necesidad de las palabras y con el disfrute
absoluto de los ¡miauuuuuuu!, ¡miu!, pero sobre todo de los ¡prrr!
que para Carolina eran la versión musical del amor. Pronto ella
también fue pronunciándolos, como una extensión de su voz, que
cada vez se parecía más a las de sus veinte compañeros felinos.
Un día en el que ya nada más podía salir mal en el mundo
exterior porque perdió su trabajo y estaba a punto de ser desalojada
de su casa, sin darse cuenta, empezó a emitir los ¡prrr! ¡prrr! para
tranquilizarse. Al terminar una deliciosa comida, no resistió
lamerse las manos ¡lam¡ ¡lam!. Al terminar las vio convertidas en
hermosas patas esponjosas color negro lustroso. Sorprendida buscó
por toda la casa un espejo, recién fue consciente que sentía su
cuerpo más liviano. Al ver su reflejo se vio transformada en un
hermoso ejemplar felino y se relamió largamente frente a él
¡laaaaaaaammmmm! ¡laaaaaaaammmmm!
Después de unos días, ella y sus colegas mininos se dieron
4. The Ottawans.
Enero 2019 delatripa 40 59
que ella volviera a la sala, lo toqué de nuevo y repasé esa mezcla
dura y a la vez sedosa; la mano se me humedeció, creo que debe de
haber sido por los nervios. La boca me hizo saliva y tembló todo mi
cuerpo.
Bajé del sillón al escuchar los pasos de mi madre que regresaba
a la sala, la precedía el aroma a café. Corrí hacia la recamara y desde
el cobijo de la puerta entrecerrada, la vi poner el servicio sobre la
mesita de centro, acomodarse en el sillón y tomarlo de nuevo en sus
manos. Enseguida se quedó absorta pasando sus ojos sobre las
páginas.
Nunca olvidaré, mientras viva, ese hermoso libro de poesía
empastado en terciopelo rojo, el deseo y la curiosidad que nació en
mí, a tan temprana edad, por aprender a volar.
¡Ansiaba crecer pronto para ir a la escuela y poder leerlo!
MARGOT EN EL ESPEJO.
En un sueño me bebí el café de Margot,
mientras ella se miraba al espejo con su
blanca espada desnuda frente a mí y su
cabello mal recogido en la nuca. Me lo bebí
a sorbos cortos. Ella seguía mirándose la ALGUIEN QUE BAJA LAS
cara en el espejo como muda. De pronto ESCALERAS.
alguien abre la puerta en silencio, entra y nos Tanta serenidad se veía en las
mira. Me da temor su desnudez, me semeja piernas de la mujer bajando las escaleras
una figura de yeso y trato de cubrirla. El del edificio. Tanta perfección en los
visitante vuelve a salir sin decir nada ni hace muslos torneados como si alguien los
ruido. hubiera tallado en fina madera, líneas
Ya despiertos, ella me mira con disgusto curvas que alborotaban la respiración con
y no disimula su enojo. Cree que de verdad solo oír sus pasos. Una leve penumbra
me tomé su café. enunciaba aquella visión hasta el talle.
Ropas negras y un taconeo sobre baldosas
semejaban el poder embriagante del vino.
POR UN GOL. La espié tantas veces hasta que se perdía
Muchos años después en la tribuna del en la puerta de uno de los apartamentos y
estadio, el ex rey del futbol habría de otras cuantas esperé con la ansiedad de un
recordar aquella tarde aciaga en que le enamorado en la penumbra del pasillo
correspondió cobrar el penalti de la final del semejante a un fantasma. Parecía que mi
mundial y ante su estupor, solo en ese destino estaba dispuesto desde aquella
momento pudo ver con toda claridad la posición a ver sus dos piernas bajar
escena con el cuadro más aterrador: el palo escaleras, medio ocultas en sus faldas
derecho tenia instalado un imán que atraía provocadoras y el incesante taconeo en
sin piedad hacia afuera el balón. una especie de danza de tambores
remotos. Tantas tardes de espera hasta la
vez que la seguí hasta la puerta de uno de
NI TE CASES NI TE EMBARQUES. los apartamentos y me quedé paralizado.
Decidió hacer las dos cosas a la vez un Era cierto el comentario de los vecinos
martes para probar que tal le iría el resto de del edificio: la otra mitad del cuerpo de la
su vida. Se casó ese día por la mañana y en bruja no estaba en casa.
la tarde se embarcó en un crucero. No murió
en el naufragio. Se ahogó un año después en
una piscina.
EL EXTRAÑO GUARDIÀN.
Dejé escapar a la prisionera a través de las cuevas que
atraviesan de lado a lado la montaña.
Hice todo lo necesario para su fuga pudiera lograrse sin el
riesgo de ser otra vez capturada y verla de nuevo.
Asumo el riesgo de ser juzgado y sé, sin duda, que me
corresponderá la ejecución.
Pero es que no podía tolerar su fealdad.
Amo tus formas de mujer. Tus piernas suaves, tus manos, tus
pechos duros y firmes. Amo tus labios pintados de rojo, tu cabello
rubio, hasta me gustan tus extensiones y tus uñas de plástico. Los
cirujanos han hecho un gran trabajo contigo, en especial en la
zona que me tiene loco… Qué importa que no hayas nacido así, si
me encantas, incluso es ventaja que no haya embarazos, y que
pueda cogerte todos los días del mes; no como la bruja con que me
casé y que me limita según su periodo y su humor. No sé si en tu
caso se consideraría feminicidio, pero espero que nunca me
engañes porque hace tiempo comencé a fantasear con destruir
tanta perfección, y siento miedo porque imaginarte sufriendo me
produce placer. Ojalá no me obligues a hacerte daño, corazón.
Querido lector:
Los niños de cuarto grado de la escuela
primaria fuimos invitados a participar en el
concurso de poesía coral en la ciudad.
Después de visitar el teatro y declamar,
recibí en mis manos un libro con portada color
naranja claro, con la silueta hecha con líneas
blancas de la cara de una adolescente, la cual no Al paso de un tiempo, decidí leer el
hallo en ninguna librería ni editorial hasta ahora, texto desde el principio; me enamoré de sus
el libro se titulaba El diario de Ana Frank. Era aventuras, de sus ilusiones, de su lenguaje.
mi libro y de nadie más; lo hojeaba, olía y La conexión con esas letras empezó a ser
admiraba. más fuerte. Recuerdo que un tema peculiar
Mi primer libro. del libro y de las niñas de 10 a 13 años era el
Rápidamente noté que el texto iba marcado romance; Ana Frank estaba enamorada de
con fechas del siglo XX, las mismas en las que Peter y soñaba con ser su novia y casarse
se situó la Segunda Guerra Mundial. Al con él algún día.
principio leí el libro buscando la fecha que Sí, yo estaba enamorada también de un
indicaba el día que yo lo tomaba para leer; era niño, quería ser su novia y deseaba algún día
interesante notar que hace unos años en la casarme con él. Pero también estaba lejos de
misma fecha ocurrió algo totalmente distinto, que él supiera de mi existencia.
pero a la vez similar. "Iniciarse en la lectura", a veces es por
Cuando comencé a leer lo que ocurría día gusto, a veces por disciplina, a veces por
por día, me di cuenta que Ana Frank era una obligación, o incluso por desesperación. En
niña-adolescente que pensaba cosas que yo otras ocasiones es un propósito de año
alguna vez había considerado en mi propia nuevo, a veces es una meta necesaria para
mente. Sus relatos trataban de situaciones alcanzar tu sueño.
cotidianas de su vida, de sus sueños, de sus Como sea que fuera, la lectura es vital
problemáticas y de sus deseos internos. para desarrollarse en este mundo. Existen
miles de técnicas para leer, concentrarse y
obtener el gusto de la lectura, creo que hay
las que son muy buenas y prácticas, hay de
Libros importantes.
La musa en rojo.
Cada vez que inicia un año (al menos en el John Ruskin1 exponía en un tratado que
calendario Gregoriano) me toca cumplir años, en general, todos los libros pueden dividirse
así que comienzo a hacer un recuento de lo ya en dos clases: libros del momento y libros de
vivido y con gran alegría sé que llegarán a mí todo momento; traigo esto a colación porque
regalos que siempre son una maravillosa cuando inicia el año ya les tengo reservado
sorpresa, y para quienes me rodean les causa un espacio a los libros que iré leyendo
cierta angustia el que yo parezca una niña al ver conforme van pasando las hojas del
que en cada onomástico recibo libros y más calendario, algunas personas lo ven
libros de obsequio y mi rostro es inmensamente pretencioso, otras en un sentido de estricto
feliz (sé que ellos quisieran ver qué otros orden y yo, yo lo veo como esos libros que
objetos causan en mí ese placer). me van acompañando para comprender los
En este país la educación es un lujo y días y que se encuentran cerca de aquellos
poseer libros lo es aún más —sé que eso no le otros que están en todo momento.
agradará a los amantes de lo ajeno— porque Sí, soy de esas que traen en su bolso
estos objetos son bienes que tienen precios de (aunque pese varios kilos) un libro siempre,
alto costo y que son difíciles de adquirir. así creo yo en cualquier espacio puede
Recuerdo que cuando niña, mi tío Manolo era el ponerse a leer, o bien, cuando sale de viaje,
que contaba con un librero muy bello y ahí no importa que sea corto, llevo libros porque
guardaba grandes tesoros que tomaba cada tarde sé que esa compañía me hace bien, son esos
para recordar ciertos pasajes históricos o compañeros que uno extraña y que
simplemente para aprender nuevas palabras; me mantienen un diálogo conmigo. Me han
decía: Uno nunca sabe cuándo podemos utilizar preguntado cuál es mi libro favorito, y no,
cierta palabra, así que es aconsejable no he podido dar respuesta, es que ¡Son
aprenderlas, quererlas y compartirlas… Sí, tantos! Hay cosas que me gustan de unos,
quizá en aquel tiempo no lo comprendía del me encantan de otros y hasta e aquellos que
todo, pero debo confesar que me gustaba andar no me atrapan, confieso que me gustan y me
repitiendo palabras, más palabras, muchas dicen quedito: ¡Hey no me olvides!, más
palabras.
1. John Ruskin fue un crítico de arte del siglo XIX, él fue un
apasionado de la producción cultural de la Edad Media.
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