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CRISTIANOS VICTORIOSOS Y CRISTIANOS VENCIDOS

Por: J. C. Ryle

El punto que nos interesa de tu vida espiritual es si verdaderamente oras. Tus puntos de
vista doctrinales pueden ser correctos y tu amor por la fe del Evangelio puede ser firme
e inconmovible, pero aún asi,́ todo esto puede no ser más que un mero conocimiento
intelectual…. Lo que nos interesa saber es si tú, en verdad, puedes hablar a Dios de la
misma manera que puedes hablar de Dios…. Entre los verdaderos cristianos existen
grandes diferencias; en el ejército de Dios no todos son iguales. Es cierto que todos se
ejercitan en la buena pelea, pero hay unos que luchan más valientemente que otros.
Todos están ocupados en la obra del Señor, pero hay unos que hacen más que los otros.
Todos son luz en el Señor, pero hay unos que brillan más que otros. Todos corren la
misma carrera, pero hay unos que llegan más lejos que otros. Todos aman al mismo
Señor y Salvador, pero unos le aman más que otros. ¿No es esto cierto? Hay personas
que, aunque forman parte del pueblo de Dios, parece que no han hecho progreso alguno
desde el diá en que se convirtieron. Han nacido de nuevo, pero espiritualmente
permanecen bebés durante toda su vida. Asisten a la escuela de Cristo, pero no se
mueven del A B C del Evangelio y la santidad. Pertenecen al rebaño de Cristo, pero
siempre están en el mismo lugar, no se mueven. Año tras año se puede observar en ellas
las mismas faltas y debilidades. La experiencia espiritual de las tales no ha cambiado
desde el diá de su conversión. Sólo pueden tolerar la leche del Evangelio, pero no
pueden con la comida fuerte. Siempre la misma puerilidad en la fe, las mismas
flaquezas, la misma estrechez mental y de corazón, la misma falta de interés en
cualquier cosa que rebase su pequeño ciŕ culo, todo exactamente lo mismo que años
atrás. Aunque resulte triste decirlo, ¿no es esto cierto? Sin embargo, hay otros dentro del
pueblo de Dios, que progresan contiń uamente. Avanzan como Gedeón y los suyos que,
aunque cansados, siguen adelante (Jueces 8:4). Siempre están añadiendo gracia a la
gracia, fe a la fe, y esfuerzo al esfuerzo. Cada vez que uno los ve, tiene la impresión de
que el corazón de los tales se ha engrandecido, y la estatura espiritual de los mismos
duplicado. Parece que cada año ven más, saben más, crecen más y viven más
profundamente su profesión religiosa. No sólo exhiben buenas obras para probar la
realidad de su fe, sino que en las tales se muestran celosos. No sólo hacen bien, sino que
no se cansan de hacer bien (Tito 2:14; Gálatas 6:9). Se proponen grandes cosas y las
consiguen. Si fracasan, lo intentan de nuevo, y si otra vez caen, de nuevo se levantan. Y
en todo esto, y durante todo este tiempo, se consideran a sí mismos como siervos
inútiles que no hacen nada de provecho. Estas personas son las que hacen hermosa la
religión cristiana a los ojos del mundo, y las que la adornan con sus vidas; arrancan las
alabanzas de los inconversos y obtienen la estimación incluso de los egoístas del
mundo. Oiŕ , ver y convivir con estas personas resulta de provecho espiritual para el
alma; enfrente de las tales, y al igual que sucedía con Moisés, uno se hace la idea de que
han venido de delante de la presencia de Dios; Debemos confesar que gente así ́ no
abunda mucho. ¿A qué podemos atribuir la diferencia tan grande entre estas dos clases
de cristianos que hemos descrito? ¿Por qué razón algunos cristianos brillan más y son
más santos que otros? Yo creo que esto se debe, en la mayoriá de los casos, a hábitos
distintos de ORACIÓN PRIVADA. Yo creo que los que se distinguen por una vida de
santidad pobre, Oran poco; mientras que los que se distinguen por una vida de profunda
santidad, Oran mucho. Yo creo que la grandeza espiritual, y también la natural,
depende, más que nada, del uso diligente de los medios a nuestro alcance. Después de la
conversión, la santidad de una persona depende, principalmente, del uso cuidadoso de
los medios de gracia que Dios ha dispuesto. Y sin reserva alguna me atrevo a afirmar
que el medio principal, y por el cual la mayoriá de creyentes han sido grandes en la
Iglesia de Cristo, ha sido el hábito diligente de la oración privada. Hay personas que
después de haber hecho una buena profesión de fe, parecen apartarse de los caminos del
Señor. Corren bien durante un tiempo, como los Gálatas, pero luego caen en las
enseñanzas de falsos maestros. Mientras las emociones y sentimientos arden, al igual
que Pedro confiesan a Cristo, pero tan pronto viene la hora de la prueba, le niegan. Los
creyentes pueden perder el primer amor, como los efesios; sus ánimos y su celo, como
Marcos, puede enfriarse. Por un tiempo seguirán algunos, como Demas al Apóstol, pero
más tarde volverán al mundo. Muchos de los que profesan la religión cristiana pueden
hacer esto. ¿Cuál es la causa principal de todo enfriamiento y apartamiento espiritual?
Por regla general creo que la causa principal es el DESCUIDO DE LA ORACIÓN
PRIVADA. Es cierto que la historia secreta de muchas caid́ as no se conocerá́ hasta el
Diá del Juicio. Pero en mi opinión: el motivo principal de todo enfriamiento y
apartamiento tiene su origen en el descuido de la oración privada, como lo han
demostrado muchas experiencias.

Las Biblias que se leen sin oración, los sermones que se oyen sin oración, los
matrimonios que se contraen sin oración, los viajes que se emprenden sin oración, las
amistades que se forman sin oración, las lecturas bíblicas y devocionales con oraciones
rápidas y que no salen del corazón; todo esto constituye una serie de escalones
descendentes por los cuales muchos creyentes bajan a un plano de apatiá espiritual, o al
borde mismo de una terrible caída….No dudemos del hecho de que los que caen,
primero caen en su vida espiritual privada, y más tarde su caid́ a es pública. Primero
caen en su vida de oración, y luego a los ojos del mundo. Al igual que Pedro, primero
descuidan la amonestación del Señor de velar y orar, y luego, también como ese
Apóstol, pierden las fuerzas y en la hora de la tentación niegan al Señor.

Confío que el lector cristiano de este escrito nunca se apartará de la fe. Pero la mejor
manera de asegurarse de que no se apartará de los caminos del Señor, es recordando mi
amonestación: NO descuides la oración privada.

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