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Adolf Hitler

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Adolf Hitler

Retrato oficial de Adolf Hitler en la cancillería, 1933.

Führer
3.erPresidente de Alemania

2 de agosto de 1934 – 30 de abril de 1945

Precedido por Paul von Hindenburg(como presidente)


Sucedido por Karl Dönitz(como presidente)

Reichskanzler
24.º Canciller de Alemania

30 de enero de 1933 – 30 de abril de 1945

Precedido por Kurt von Schleicher

Sucedido por Joseph Goebbels

Líder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los


Trabajadores

1921 – 30 de abril de 1945

Precedido por Anton Drexler

Sucedido por Partido abolido

Oberste SA-Führer

1930 – 1945
Precedido por Franz Pfeffer von Salomon

Sucedido por Ninguno

Oberbefehlshaber des Heeres

19 de diciembre de 1941 – 30 de abril de 1945

Precedido por Walther von Brauchitsch

Sucedido por Ferdinand Schörner

Datos personales

Nacimiento 20 de abril de 1889


Braunau am Inn, Austria, Imperio
austrohúngaro

Fallecimiento 30 de abril de 1945 (56 años)


Berlín, Alemania

Partido Partido Nacionalsocialista Alemán de los


Trabajadores

Padres Alois Hitler y Klara Pölzl

Cónyuge Eva Braun


Profesión político

Firma

Adolf Hitler (Braunau am Inn, Imperio austrohúngaro; 20 de abril de 1889 – Berlín,


Alemania; 30 de abril de 1945) fue un político alemán de origen austriaco, líder, ideólogo y
miembro original del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores
(Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei — NSDAP) que estableció un régimen
nacionalsocialista en Alemania entre 1933 y 1945 conocido como Tercer Reich.
Durante ese período, recibió y ocupó sucesivamente los cargos de Canciller Imperial
(Reichskanzler) de enero de 1933 a abril de 1945, Jefe de Estado (Führer und
Reichskanzler) de 1934 a abril de 1945 y Comandante Supremo de las fuerzas armadas
alemanas durante la Segunda Guerra Mundial de septiembre de 1939 a abril de 1945.
La ideología de Hitler, que llevó como causa directa al estallido de la Segunda Guerra
Mundial y al desarrollo del Holocausto, se basaba en una serie de puntos de tipo visionario
de carácter innegociable: la eliminación de los judíos; la consecución de un «espacio vital»
para garantizar el futuro de Alemania; la raza como explicación de la historia del mundo y
la lucha eterna como ley básica de la existencia humana.[1]

Contenido
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• 1 Política
• 2 Primeros años
○ 2.1 Infancia
○ 2.2 Adolescencia en Viena y Múnich
○ 2.3 Primera Guerra Mundial
• 3 Inicios en el Nazismo
○ 3.1 Advenimiento a la política
○ 3.2 Putsch de Múnich
○ 3.3 Mein Kampf
○ 3.4 Reestructuración del partido
• 4 Ascenso al poder
○ 4.1 El ascenso durante la Depresión
○ 4.2 Intrigas de Schleicher y Papen
• 5 Establecimiento de la dictadura
○ 5.1 El incendio del Reichstag y la ley habilitante
○ 5.2 Gleichschaltung
○ 5.3 La purga de las "camisas pardas"
• 6 Tercer Reich
○ 6.1 Economía y cultura
○ 6.2 El rearme y nuevas alianzas
• 7 II Guerra Mundial
○ 7.1 Triunfos iniciales
○ 7.2 La caída
• 8 Últimos días
○ 8.1 Muerte de Hitler
• 9 Rasgos de su personalidad
○ 9.1 Antisemitismo
○ 9.2 Teorías sobre el origen de su antisemitismo
• 10 Legado de Hitler
○ 10.1 Higiene racial y el Holocausto
• 11 Véase también
• 12 Referencias
• 13 Bibliografía
• 14 Enlaces externos
○ 14.1 Vídeos originales

Política
Ascendió al poder durante un período de crisis económica, social y política, acentuada por
los efectos de la Gran Depresión de 1929 y el descontento y frustración popular en
Alemania consecuencia de la derrota en la Primera Guerra Mundial. A lo largo de su
mandato político utilizó la propaganda estatal y su carismáticaoratoria para persuadir a las
masas, enfatizando su oposición al Tratado de Versalles de 1919, al pueblo judío, al
pacifismo y al comunismo internacional, particularmente el soviético-bolchevique, y al
mismo tiempo resaltando el nacionalismo alemán, el militarismo, el racismo, la llamada
preservación de la raza aria, el pangermanismo y la anexión o recuperación armada de
territorios europeos perdidos luego de la Primera Guerra Mundial por el Imperio Alemán.
Después de reestructurar la industria y economía y frenar en poco tiempo la inflación y el
desempleo, Hitler se ganó el apoyo popular. Rearmó y organizó las fuerzas armadas
alemanas, estableciendo una dictaduratotalitaria personal que transformó a la sociedad
alemana y eliminó su sistema democrático. Su régimen se caracterizó por la diferenciación
racial, la supremacía aria y la persecución étnico-religiosa y política. Desde 1939, como
consecuencia de la guerra, este modelo se extendió al resto de Europa. En el plano
ideológico, Hitler asumió los planteamientos del fascismoitaliano pero con matices propios
basados en las características del nazismo y la sociedad alemana. En torno a su figura se
desarrolló un intenso culto a la personalidad.
Perseguía una agresiva política exterior expansionista para ampliar el Lebensraum ('espacio
vital') alemán al este de Europa, y combatir una presunta conspiración internacional entre el
judaísmo, la masonería, el comunismo y el capitalismo por parte de los gobiernos
estadounidense, inglés y soviético. Su política tenía como objetivo establecer un Nuevo
Orden (Neuordnung) en el que Alemania y la raza aria tendrían un papel hegemónico
mundial.
Responsable del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa con la invasión de Polonia
en septiembre de 1939, para 1941, período de su apogeo, sus tropas y aliados del Eje
ocuparon la mayoría de Europa y partes de Asia y África, pero fueron derrotadas por las
potencias Aliadas en 1945. Hacia el final de la guerra, las violentas políticas de conquista
territorial y subyugación racial de Hitler habían causado a la muerte de entre 55 y 60
millones de personas (alrededor del 2% de la población mundial de la época) en su mayor
parte civiles, así como un considerable grado de destrucción de ciudades europeas. El
exterminio sistemático y masivo de enemigos políticos y personas consideradas racialmente
«inferiores» o «subhumanas», mediante la detención en una red de campos de
concentración y exterminio en Alemania y en los territorios conquistados, llevó a la muerte
a poco más de seis millones de judíos en lo que posteriormente en el contexto histórico se
denominó el Holocausto, como así también a homosexuales, gitanos, eslavos,
discapacitados físicos, enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos y opositores
políticos a su régimen. Las estimaciones del número de personas que perdieron la vida
como consecuencia de medidas raciales adoptadas por el gobierno de Hitler, sus aliados del
Eje, estados satélite y colaboradores, según la mayoría de los historiadores serían
aproximadamente 11 ó 12 millones de personas, de las cuales la mitad corresponderían al
Holocausto.
Primeros años
Infancia
Hitler de niño.

Alois Hitler (1837–1903).


Klara Pölzl Hitler (1860–1907).
Adolf Hitler nació en Braunau am Inn, una pequeña aldea cerca de Linz en la provincia de
la Alta Austria, no muy lejos de la frontera alemana, en lo que entonces era el Imperio
austrohúngaro.Nacido en una familia de clase media, su padre, Alois Hitler (1837–1903),
fue un agente de aduanas. Su madre, Klara Pölzl (1860–1907), fue la tercera esposa de
Alois. Hitler fue el tercer hijo de la pareja.[2] Como los padres de Hitler eran primos, se tuvo
que obtener una dispensación papal para el matrimonio. De los cinco hijos de Alois y
Klara, sólo Adolf y su hermana Paula llegaron a la edad adulta.[3] El padre de Hitler
también tuvo un hijo, Alois Jr., y una hija, Angela, con su segunda esposa.[3]

Árbol genealógico de Hitler.


Su padre, Alois Hitler, fue un hijo ilegítimo, por lo que durante los primeros 39 años de su
vida llevó el apellido de su madre, Schicklgruber. En 1876, el padre de Alois, Johann
Georg Hiedler, finalmente lo reconoció. En el siglo XIX eran comunes en Austria las
variantes del apellido Hüttler, Hiedler, Hittler y Hitler. La teoría del escritor Franz
Jetzinger de que el apellido guarda relación con el checoHidlar o Hidlarcek[4] ha sido citada
en la literatura en numerosas ocasiones,[5] pero es actualmente rechazada: lo más probable
es que todas esas variantes deriven de Hütte (choza), con lo que el apellido significaría algo
así como «pequeño campesino» o «el que vive en una cabaña».[6]
La propaganda de los Aliados explotó el apellido original de la familia de Hitler durante la
Segunda Guerra Mundial. Panfletos portando la frase «Heil Schicklgruber» fueron lanzados
desde el aire sobre ciudades alemanas. Sin embargo, Adolf nació legalmente como Hitler;
además, se encontraba también relacionado con Hiedler a través de su abuela materna,
Johanna Hiedler.
El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa «lobo noble» (Adel=nobleza +
wolf=lobo).[7] De ahí que uno de los apodos de Hitler puestos por él mismo fuera Wolf o
Herr Wolf —comenzó a usar este apodo a principios de los años 1920 y se le dirigían con él
sólo los amigos íntimos (como «Tío Wolf» por los Wagner) hasta la caída del Tercer Reich.
[8]
Los nombres de varios de sus cuarteles generales dispersos por toda Europa Continental
(Wolfsschanze en Prusia Oriental, Wolfsschlucht en Francia, Werwolf en Ucrania, etc.)
reflejan esto. Incluso Hitler sugirió a su hermana Paula que se cambiara de nombre durante
los juegos Olímpicos en Garmisch y se mantuviera en estricto incógnito bajo el apellido
Wolff, manteniendo su nombre si quería. Por sugerencia de Paula, se añadió el calificativo
de Frau (Señora) para hacer menos sospechoso el cambio de nombre ante sus conocidos
(haciendo ver que el cambio de nombre fuera debido a un matrimonio). Hitler era conocido
como Adi por su familia y parientes más cercanos.
Hitler dijo que, de niño, era azotado a menudo por su padre. Años más tarde le dijo a su
secretaria: «Entonces tomé la decisión de no llorar nunca más cuando mi padre me
azotaba. Unos pocos días después tuve la oportunidad de poner a prueba mi voluntad. Mi
madre, asustada, se escondió en frente de la puerta. En cuanto a mí, conté silenciosamente
los golpes del palo que azotaba mi trasero».[9]
La familia de Hitler se mudó a menudo, de Braunau am Inn a Passau, Lambach, Leonding y
Linz. El joven Hitler fue un buen estudiante en primaria. Pero en sexto, en su primer año de
enseñanza secundaria (Realschule) en Linz, fue suspendido y tuvo que repetir el curso. Sus
profesores dijeron que no tenía «deseos de trabajar». No obstante, quedó cautivado por las
lecturas pangermánicas del profesor Leopold Poetsch, quien influyó notablemente en la
mente del joven.
En Mein Kampf, Hitler concluyó que su bajo desempeño en la educación fue una rebelión
contra su padre, que quería que su hijo siguiera una carrera como agente de aduanas; en
cambio, Hitler quería convertirse en pintor. Esta explicación se sostiene aún más por la
posterior descripción de Hitler de él mismo como un artista incomprendido. Sin embargo,
Alois Hitler deseaba que su hijo llegara a ser funcionario como él, empleo del que se sentía
muy orgulloso y al que había llegado prácticamente sin una base académica. Pero al joven
Hitler ese futuro no le seducía en absoluto, ya que estaba demasiado alejado de su objetivo,
las artes. No obstante, después de la muerte de Alois el 3 de enero de 1903, el trabajo
escolar de Hitler no mejoró. A la edad de 16 años, Hitler abandonó la educación secundaria
sin un título.
Adolescencia en Viena y Múnich
Al morir su padre, su madre mudó la familia a un apartamento modesto en Urfahr, un
suburbio de Linz. Poco antes de cumplir los 16 años, Hitler cayó enfermo de una
enfermedad pulmonar, que lo obligó a suspender sus estudios en la secundaria por un año.
Una vez recuperado, ingresó a una escuela estatal en Steyr. En septiembre de 1905 decidió
abandonar la escuela, luego de haber sido calificado positivamente en la asignatura de
dibujo y haberse convencido a sí mismo que su futuro estaba en la pintura.[10] Durante tres
años, Hitler se mantuvo en Linz sin buscar trabajo, muchas veces en compañía de August
Kubizek, probablemente el único amigo que tuvo en su adolescencia;[11] según Hitler, estos
años serían los «mejores años de su vida».[11] Aunque Hitler consideraba que su futuro
estaba en la pintura o la arquitectura, era un voraz lector, prefiriendo obras de historia y
mitología alemana.[12] Para los dieciséis años, Hitler ya era un ferviente nacionalista
pangermano, y aborrecía a los Hasburgo y a la diversidad étnica del Imperio austrohúngaro.
[11]

Al cumplir diecisiete años, Hitler viajó a Viena por primera vez, quedándose en la ciudad
por dos meses, gracias a la ayuda monetaria de parientes y su madre.[12] Durante su estadía,
visitó la Academia de Bellas Artes de Viena, donde consultó los requisitos para ser
admitido, con el fin de convertirse en pintor. En octubre de 1907 regresó a Viena y se
presentó la prueba de admisión; sin embargo, no logró ser admitido al no poseer el talento
deseado, lo cual lo decepcionó mucho.[13] Al año siguiente lo intentó de nuevo, con peores
resultados. El rector de la Academia le aconsejó intentar en el campo de la arquitectura,
pero como Hitler no se había graduado del colegio, era muy difícil que fuera admitido en la
respectiva escuela.[12] Sin embargo, en esos años jóvenes con «talento excepcional» eran
admitidos en la escuela de arquitectura sin diploma de secundaria, pero se desconoce si
Hitler intentó ingresar alguna vez.[14]
A pesar de su fracaso, Hitler decidió quedarse en Viena, aunque por unos meses continuó
viviendo en Linz con su madre, quien estaba agonizando por causa del cáncer de mama.
Después de la muerte de su progenitora, el 21 de diciembre de 1908, Hitler viajó a Viena,
donde inicialmente se ganó la vida gracias a diversos trabajos como barrer la nieve, cargar
maletas en la estación de trenes y ser un obrero de construcción.[14] Sin embargo, sus
problemas económicos no terminaron, y un año después de haber llegado a Viena fue
desalojado de su apartamento y tuvo que vivir en un miserable hostal, recurriendo a
comedores de indigentes para poder aplacar el hambre.[14] No obstante, para 1910 su
situación económica era más estable, y se mantenía exclusivamente pintando cuadros.
Viena, una ciudad cosmopolita, con mucha vitalidad intelectual y multicultural, le fue por
completo incomprensible. Aunque en posteriores discursos Hitler afirmaría que Viena era
«una perla ante mis ojos», Baldur von Schirach lo contradiría:
Hitler nunca amó a Viena. Odiaba a su gente.[15]

Sin embargo, su estadía en Viena fue muy importante. De acuerdo a Hitler, su


antisemitismo se formó en esta ciudad; aunque su amigo Kubizek lo contradice, ya que
asegura que Hitler ya era un profundo antisemita en Linz.[16] No obstante, de acuerdo al
propio testimonio de Hitler, sus ideas políticas y raciales fueron formadas, o por lo menos
moldeadas, en esa ciudad. Hitler mismo reconocería que la ciudad le enseñó todo lo que
tenía que saber en la vida:
En este período tomó forma dentro de mí una imagen universal y una filosofía que se convirtió en la
base de todos mis actos. Además de lo que entonces creé, he tenido que aprender poco, y he tenido
que cambiar nada.[17]

En 1913 se trasladó a Múnich, probablemente para eludir el servicio militar en su país, ya


que aparentemente no deseaba servir junto con eslavos y judíos,[16] aunque también siempre
se había sentido atraído por la prosperidad y fortaleza que mostraba el Imperio alemán, en
contraste con el decadente Imperio austrohúngaro. Por su parte, Hitler declaró que
abandonó Austria porque la mezcla de razas en Viena le causaba «repugnancia».[16] No
obstante, en 1914, fue localizado por las autoridades austríacas, quienes le exigieron que
regresase a su país natal para el examen médico. Hitler viajó entonces a Salzburgo, donde
fue examinado el 5 de febrero, pero fue declarado «no apto» para prestar servicio militar.
Primera Guerra Mundial

Hitler (derecha) junto a varios compañeros durante la guerra.


El 28 de julio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial; una semana después, Hitler se
presentó como voluntario en el ejército alemán, siendo asignado a un regimientobávaro. El
inicio de la guerra ocasionó gran entusiasmo en el joven Hitler, quien pensó que había
llegado una oportunidad para cambiar su vida:
No estoy avergonzado de decir que, arrastrado por mi entusiasmo, me arrodillé y agradecí al Cielo
desde el fondo de mi corazón ... por haberme permitido vivir en ese tiempo.[18]

Después de menos de tres meses de entrenamiento, Hitler fue enviado al frente occidental.
Sirvió en Francia y Bélgica, como mensajero de la 1ª Compañía del 16° Regimiento de
Infantería Bávaro de Reserva, siendo expuesto al fuego enemigo. Participó en la Primera
batalla de Ypres, donde su unidad fue diezmada en cuatro días. Al finalizar la batalla, de los
3.500 soldados iniciales, solamente 600 podían seguir combatiendo.[19]
Posteriormente, sus oponentes políticos lo acusarían de ser un cobarde, pero la evidencia
los contradice.[19] En octubre de 1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en la pierna,
regresando al frente en marzo de 1917, ascendido al rango de cabo. Sin embargo, no fue
promovido más allá de este grado, al considerarse en ese momento que Hitler no poseía
dotes de mando. Hitler fue condecorado dos veces: recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase el 2
de diciembre de 1914, y la Cruz de Hierro de 1ª clase el 4 de agosto de 1918. Este honor era
raras veces otorgado a un soldado de tan baja graduación.[19] De acuerdo a diversos
testimonios, Hitler ganó su última Cruz de Hierro al haber capturado sin ayuda a quince
soldados enemigos, aunque los registros militares no especifican la razón de esta
condecoración.[19]
Hitler era considerado como un soldado «correcto», pero, según se informa, era impopular
entre sus compañeros debido a una actitud poco crítica hacia los superiores. «Respetar al
superior, no contradecir a nadie, obedecer a ciegas», dijo, describiendo su actitud mientras
era enjuiciado por el putsch de Múnich en 1923. Uno de sus camaradas comentó:
Lo maldecíamos y lo encontrábamos intolerable. Había un cuervo blanco entre nosotros que no
quería seguirnos la corriente cuando maldecíamos la guerra.[19]

En efecto, Hitler nunca se quejaba sobre la suciedad del frente y jamás pidió un permiso
para abandonarlo,[19] aunque pudo salir cuando estuvo recuperándose de la herida en su
pierna en un hospital en Berlín. Cuando regresó, empezó a pronosticar repetidamente que
Alemania perdería la guerra por causa de los judíos y los marxistas, a quienes acusó de
robar a la nación y no prestar servicio militar.[20] En el aspecto personal, Hitler nunca
recibía cartas o presentes de amigos o familiares, y no acompañaba a los soldados cuando
hablaban de mujeres.[19] Durante la guerra, también aprovechó la oportunidad para dibujar
algunas historietas y dibujos de instrucción para el periódico del ejército.

En la imagen, una caricatura ilustra la Dolchstoßlegende: un judío ataca por la espalda a un


soldado alemán. Hitler fue un ferviente creyente de esta leyenda, culpando a los judíos y
marxistas de la derrota alemana en la I Guerra Mundial.
El 13 de octubre de 1918, poco antes del final de guerra, Hitler quedó atrapado en un
ataque de gas venenoso británico, cerca de Ypres. Fue trasladado a un hospital de campaña,
donde quedó temporalmente ciego por causa de los gases tóxicos[cita requerida]. El 10 de
noviembre se encontraba parcialmente recuperado en un hospital militar al noreste de
Berlín, cuando fue informado que la monarquía había sido depuesta y que se había
proclamado la República de Weimar. Cuando se enteró que al día siguiente iba a firmarse
un armisticio y que la guerra se había perdido, Hitler quedó ciego de nuevo.[cita requerida]
Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que su ceguera temporal pudo
haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler expresó
metafóricamente que durante aquella experiencia, al quitarse la venda que cubría sus ojos,
fue cuando descubrió que el objetivo de su vida era lograr la salvación de Alemania.
Mientras tanto, fue tratado por un médico militar y un especialista en psiquiatría, que,
según se informa, diagnosticó al cabo como «incompetente para comandar gente» y
«peligrosamente psicótico».[cita requerida] Su comandante declaró: «¡Nunca promoveré a este
histérico!».[cita requerida] Sin embargo, el historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la
experiencia de Hitler en el frente, sugiere que por lo menos tuvo algún tipo de
entendimiento con los militares.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó de sobremanera, pues en la creencia
popular alemana el ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas
alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el
armisticio. Una explicación extendida por la derecha conservadora sobre la causa de la
derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la espalda»), que pretendía
argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas y marxistas habían
traicionado y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a sus soldados.
El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente
muy perjudiciales para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la
Primera Guerra Mundial. Durante la negociación del documento surgieron controversias
entre el afán pacificador de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el
revanchismo del premier francés, Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo
dentro de los objetivos del Reino Unido y Francia porque,[cita requerida] desde mediados del
siglo XIX, Alemania había rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de Europa
y el control sobre los territorios coloniales en África y Asia. El tratado fue considerado por
los alemanes como una humillación y fue un importante factor en la creación de las
reivindicaciones políticas y territoriales demandadas por Hitler y su Partido
Nacionalsocialista al llegar al poder.
Inicios en el Nazismo
Artículo principal:Nazismo

Carné de Hitler como miembro del DAP.


Advenimiento a la política
Aunque el final de la guerra lo había convencido de entrar al mundo de la política, Hitler se
percató que no contaba con dinero, amigos, familiares con conexiones, estudios
universitarios o experiencia política;[21] por lo que decidió continuar en el Ejército. Viajó a
Múnich para reintegrarse a su batallón, pero allí descubrió que se había proclamado una
república soviética bávara y que su unidad estaba bajo el control de los socialistas, por lo
que solicitó ser transferido a otro lado. El crucial primer invierno de la República de
Weimar, Hitler lo pasó trabajando como un guardia en un campo de prisioneros de guerra
cerca de Austria.
Regresó a Múnich en la primavera de 1919; poco después de su llegada el gobierno
soviético de ese estado fue derrocado por el Ejército alemán y grupos paramilitares
conservadores, y Hitler recibió entonces su primer trabajo político. Su misión consistía en
investigar a los miembros de su unidad que habían colaborado con el gobierno soviético. Su
trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo completo,
asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del Ejército, a nivel distrital. De
esta manera, Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a los muchos grupos
socialistas que estaban naciendo en toda Alemania. También participó como oficial
educador en el «pensamiento nacional», cursos organizados por el Departamento de
Educación y Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr. La principal tarea de Hitler
era entonces erradicar "ideas peligrosas", como la democracia, el socialismo y el pacifismo.
[22]
Un objetivo clave de este grupo era crear una «cabeza de turco» para justificar la derrota
alemana.[cita requerida] Las cabezas de turco fueron encontradas en el Judaísmo Internacional,
los comunistas y los políticos liberales, especialmente los miembros de la coalición de
Weimar, que eran considerados como los «criminales de noviembre».
En julio de 1919, Hitler fue designado V-Mann (Verbindungsmann, término alemán para un
espía de la policía) del Comando de Inteligencia (Aufklärungskommando) del Ejército, con
el objetivo de atraer a otros soldados de ideas similares. En septiembre, se le ordenó que se
investigara un pequeño partido denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque este
partido era nacionalista, los superiores de Hitler desconocían esto, y sospechaban que podía
ser un partido socialista o comunista.[22]
Hitler asistió entonces a una reunión del DAP, sin embargo, cuando uno de los presentes
sugirió separar Baviera de Alemania y unificarla con Austria, Hitler pronunció un discurso
que llamó la atención de Anton Drexler, principal dirigente del partido. Hitler fue aceptado
en el partido, que ya contaba con la membresía de Dietrich Eckart y Ernst Röhm.
Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo,
participando a tiempo completo en las actividades del partido y perfilando con nitidez la
nueva ideología:
A principios de la década de 1920, Hitler desarrolló un pronunciado sentido de su «misión
nacional» (...). La «misión» puede resumirse como sigue: nacionalizar las masas; apoderarse del
Estado; destruir al enemigo interno -los «criminales de noviembre» (refiriéndose a judíos y
marxistas, más o menos lo mismo para su punto de vista)-; construir defensas; llevar a cabo la
expansión «por la espada» para garantizar el futuro de Alemania, superando la «escasez de tierra»
(Raumnot) y adquiriendo nuevos territorios en el este de Europa.[23]

En 1920, tomó el control de la maquinaría de propaganda, y el 24 de febrero celebró su


principal reunión de importancia, con seis mil asistentes. Para hacer pública la reunión,
envió dos camiones de partidarios del Partido con esvásticas, para causar conmoción y
distribuir prospectos; fue el primer empleo de la táctica de terror que haría famoso al
movimiento nazi.
El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán, más conocido como Partido Nazi; ese mismo día Hitler
abandonó el Ejército. Poco después organizó escuadrones de veteranos de guerra, liderados
por Emil Maurice, para que mantuvieran el orden en las reuniones del Partido, y expulsasen
a los que no estuviesen de acuerdo con los oradores.[24] El 5 de octubre de 1921, estos
escuadrones fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung, mejor conocidos como
las SA o los camisas pardas, por el color de sus uniformes. Muy pronto, las SA, bajo el
mando inicial de Johann Ulrich Klintzich, dejaron de limitarse a su rol de mantener el orden
y empezaron a atacar a los grupos políticos opositores y a los judíos, lo cual acabó
convirtiéndose en su actividad principal.[25] En la primavera de 1920, Hitler toma como
emblemas la Hakenkreuz —la cruz gamada— y el saludo del fascismo italiano del brazo en
alto.
Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, hablando frente a
muchedumbres cada vez más grandes. Ganó notoriedad fuera del partido por sus discursos
polémicos, atacando el Tratado de Versalles, y a grupos rivales (sobre todo marxistas y
judíos). Ese año, Hitler personalmente lideró a los camisas pardas contra una reunión de
federalistas bávaros. Aunque Hitler pasó tres meses en la cárcel por la paliza que sus
hombres propinaron a los federalistas, al salir no mostró arrepentimiento alguno; por el
contrario, estaba más resuelto a emplear la fuerza contra sus adversarios:
En el futuro, el movimiento nacionalsocialista evitará rudamente, si es necesario con la fuerza, las
reuniones o discursos que puedan distraer la mente de nuestros compatriotas.[26]

Para el verano de 1921, Hitler era el líder del partido;[27] no sólo era el principal orador y
propagandista, sino que también era la principal fuente de ingresos de ese movimiento
revolucionario. No obstante, los fundadores se encontraban resentidos debido a la conducta
dictatorial de Hitler, y aprovechando que se encontraba de viaje en el norte de Alemania,
planificaron la fusión de su partido con otros grupos políticos; de esta manera, pensaban
reducir la importancia de Hitler y cuestionar su liderazgo. Hitler se enteró de estos planes y
regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en el partido, de lo contrario
renunciaría. Drexler respondió publicando una carta en un periódico, denunciado los abusos
autoritarios de Hitler, pero éste presentó una demanda legal en su contra, y Drexler se tuvo
que retractar. Derrotado, Drexler fue removido de su cargo de presidente y Hitler lo
sucedió, convirtiéndose en el líder indiscutible del Partido Nazi. De esta manera, se
estableció el «principio del líderazgo», que formó el sistema de gobierno político de la
Alemania Nazi.[28]
En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring,a Ernst Hanfstaengl y Alfred
Rosenberg, quienes junto con Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los
cuales pudo obtener generosas donaciones para el naciente partido.
Alentado por el rápido crecimiento, Hitler empezó a idear la toma del poder. Sin embargo,
su partido no era todavía la principal fuerza política en Baviera, y era desconocido fuera de
este estado; por lo que Hitler concluyó que necesitaba el apoyo de las fuerzas políticas y las
guarniciones militares bávaras para lograr este objetivo.[29] Influenciado por la marcha sobre
Roma de Benito Mussolini, Hitler ideó realizar una marcha similar hacia Berlín, con la que
doblegaría al gobierno nacional fácilmente.[29]
A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos,
inspirada por la «Marcha sobre Roma» de Mussolini, que empezó a ver en él el deseo de un
líder nacional heroico. En este sentido, un libro publicado ese año se refería a Hitler
explicando que
el secreto de su personalidad reside en el hecho de que lo que yacía dormido en lo más profundo del
alma del pueblo alemán ha cobrado vida en él [...]. Y eso es lo que ha aparecido en Adolf Hitler: la
viva encarnación del anhelo de la nación.[30]

Putsch de Múnich
Artículo principal:Putsch de Múnich
Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich durante su juicio.
En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las
reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del
Ruhr, devastando la economía germana. El gobierno llamó entonces a la resistencia no
violenta contra Francia, pero en septiembre era obvio que esta estrategia no estaba
generando resultados. El 26 de septiembre, el Canciller alemán Gustav Stresemann decidió
reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia. Stresemann previó que
los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de protestas y disturbios ante estas
impopulares medidas, por lo que declaró el estado de emergencia ese mismo día.[31] De esta
manera, el comandante del Ejército, General Hans von Seeckt, se convirtió en la principal
autoridad de la República.[31] Hitler vio este período de inestabilidad política como la
oportunidad para realizar su propia versión de la "marcha sobre Roma".[29]
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la
autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día, el gobierno regional proclamó su
propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El gobierno
nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas, y además reclamó la
supresión del principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro
se rehusó a obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó con utilizar
la fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces que la situación regional solamente
podría empeorar para él, y que probablemente el gobierno de Stresemann lograría
estabilizar la situación. Cuando Kahr se rehusó a discutir la situación con Hitler y sus
aliados, éste último sospechó que el gobierno de Baviera iba a capitular ante el gobierno de
Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera.[32] Hitler decidió entonces
realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en
Baviera y al jefe de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que se
uniesen a su bando, y luego, juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a
Stresemann. Para ganarse el apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al General Erich
Ludendorff, como figura respetada en su golpe de estado. El anciano general había sido
atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.
En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y los camisas pardas irrumpieron en una
reunión pública liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de
Múnich. Hitler proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo
gobierno, junto a Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe,[33] Antes de iniciar su
"Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno nacional, Hitler reclamó la ayuda de
Kahr y de las fuerzas militares locales. Éste último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la
ingenuidad de Lundendorff, escapó en cuanto pudo y retomó el control regional.[34] Al
amanecer del 9 de noviembre, el Ejército y la policía bávara estaba tomando posiciones
contra los golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban rodeados en Ministerio
de Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para liberarlos. El anciano
comandante alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la policía no
dispararían contra él, y que se unirían a su causa.[33] No obstante, la policía no se replegó
ante Ludendorff y se inició un tiroteo. Dieciséis miembros del NSDAP murieron durante la
refriega, pero Hitler escapó únicamente con un hombro dislocado.
Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron durante el golpe de 1923.
Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, y pensó en el suicidio.[cita requerida] Fue
arrestado dos días después, acusado de alta traición. Alfred Rosenberg se convirtió
temporalmente en el líder del partido. Su juicio, atrajo atención internacional, y le
proporcionó una plataforma política para anunciar su movimiento. Durante su juicio, que se
inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo casi ilimitado para hablar,[35] lo que
hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente discurso nacionalista.
A diferencia de los participantes del golpe de Kapp, Hitler asumió la responsabilidad de la
intentona golpista, pero negó haber cometido un crimen:
Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso. Si hoy me presento aquí
como un revolucionario, es como un revolucionario en contra de la revolución. No existe la alta
traición contra los traidores de 1918.[36]
Durante su juicio en 1924.

El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de


Landsberg, aunque la Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo.
[37]
Hitler recibió un trato privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus
admiradores.[38] Fue absuelto y liberado el 20 de diciembre de ese mismo año, como parte
de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total, solo cumplió nueve meses de
su condena.
Mein Kampf
Artículo principal:Mein Kampf
Fortaleza de Landsberg, donde Hitler, cumpliendo su condena por el golpe de Múnich,
continuó escribiendo Mein Kampf.
La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a
diversos secretarios. El resultado sería una obra titulada Mein Kampf (Mi Lucha), aunque
originalmente había planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y
cobardía.[39] Esta obra, dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una autobiografía y, más
importante aún, una exposición de la ideología nacionalsocialista.
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán
nacionalsocialista debía seguir para eventualmente convertirse en el «amo del mundo».[40]
Primero aboga por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría
con la destrucción de Francia.[40] Una vez conseguido esto, Alemania finalmente se
encontraría en libertad de expandirse, con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital
alemán». Hitler concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África,
sino que debe expandirse hacia el este, a expensas de Rusia.[40] Aunque reconoce que
diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene el
derecho de desalojar a sus ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en particular;
por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.[40]
Acerca de la expansión alemana hacia el este.

Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques
la controlan, y por lo tanto los judíos.[41]
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de
gobierno será una dictadura:[40] Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la
economía, ya que en realidad será un "organismo racial".[41] Después de establecer que la
raza aria es superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para
poder "preservar e incrementar la cultura".[42] Concluye que los alemanes se encuentran en
el estado actual debido a que no preservaron su raza pura, y "gradualmente perdieron su
creatividad cultural".[42] Después de escribir esto, no es sorprendente que determine que el
principal propósito del Estado nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la
dignidad de una humanidad superior.[43]
Acerca del propósito del Estado.

Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a problemas que solamente


una raza superior, con dominio del mundo, podrá resolver.[43]
Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein
Kampf es considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica.
Peor aún, cuando Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos[44] y
llevaría a cabo la expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial
y en un genocidio de los pueblos eslavos y semitas.
Mein Kampf no sólo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también le proporcionó
su principal fuente de ingresos.[44] Aunque el libro se publicó en dos volúmenes entre los
años de 1925 y 1926, solamente vendió alrededor de 240.000 ejemplares entre 1925 y
1934, aunque en los primeros años las ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años
esquivando los impuestos aplicables sobre los derechos de autor de su libro, y acumuló una
deuda tributaria de cerca de 405.500 Reichsmarks. Esta deuda lo perseguiría hasta que se
convirtió en Canciller.
Reestructuración del partido

Entre 1924 y 1929 los nazis experimentaron pérdidas electorales.


Hitler salió de prisión el 19 de diciembre de 1924. Su movimiento revolucionario
probablemente estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos
habían sido prohibidos; además, Hitler tenía prohibido hablar en público y el gobierno
regional estaba recomendando que fuese extraditado a Austria.[45] Durante su ausencia,
Gregor Strasser y Erich Ludendorff lideraron el movimiento nazi, y se fueron distanciando
de él.
En el aspecto nacional, la inestabilidad política y económica que habían contribuído en el
rápido crecimiento del Partido Nazi estaban quedando en el pasado.[45] La hiperinflación y
los fuertes pagos de indemnización habían sido amortiguados, y los franceses habían
aceptado salir de la Renania. Aunque gracias a su fallido golpe Hitler llegó a tener cierta
prominencia nacional, el puntal de su partido siguió siendo Múnich y en los meses
siguientes el apoyo popular empezó a mermar. En las elecciones parlamentarias de
diciembre, los nazis, que participaron bajo el nombre de "Movimiento Nacionalsocialista de
Libertad", perdieron la mitad de sus votantes; en contraste, los socialdemócratas estaban
recuperando los votos perdidos. Los nazis continuarían en decadencia hasta 1929, mientras
tanto, Hitler tuvo que seguir organizando el partido y luchando por mantener el liderazgo
del mismo.
Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una
visión mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la
República no durarían.[46][47][45] A los pocos días solicitó una entrevista con el Dr. Heinrich
Held, Primer Ministro bávaro, y luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió
que legalizase el Partido Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también
se le permitió circular de nuevo. Creyendo en las promesas de Hitler, el Dr. Held le dijo a
su Ministro de Justicia:
La bestia salvaje está controlada. Podemos permitirnos aflojar la cadena.[48]
Dr. Heinrich Held sobre Hitler.
Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a la Constitución eran
parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino
más su estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado,
ahora perseguía la "estrategia de la legalidad"; esto significaba adherirse a las normas de la
Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del
partido, sobre todo los líderes de las "camisas pardas", se opusieron a esta estrategia; Röhm
la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler "Adolphe Legalité" (Adolfo el Legal). De esta
manera, Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para acceder al poder, y
luego las destruiría:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las
narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos
en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado
por su propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso a
Alemania.[49]
Acerca de su nueva estrategia constitucional.

El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923,


aunque la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y
Ludendorff no asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo,
Hitler dejó claro que no pensaba compartir el liderazgo con alguien más:
Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones mientras yo
personalmente asuma la responsabilidad.[49]
En su primer discurso al salir de prisión.

No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al


Estado, a los judíos y a los marxistas de ser "el enemigo"; y los amenazó de muerte.[49] De
inmediato el Estado baváro le prohibió dar discursos por dos años. Desde entonces, la
mayor parte de su tiempo la pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein
Kampf.[50] Temeroso de que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925,
renunció a su ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin
nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.[51]

Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.
Sin poder utilizar sus dones de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar como
propagandista y organizador. Fue en estos años que organizó el Partido Nazi a nivel
nacional, y empezó a crear agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon
las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron
organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se
establecieron las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un
juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más confiables
que los rudos "camisas pardas". Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el
título de "Supremo Líder del Partido y de las SA, Presidente de la Organización
Nacionalsocialista Alemana de los Trabajadores". Además, creó al "Directorado del Reich",
compuesto por los principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura
tan vasta y compleja era la formación de "un Estado dentro de un Estado";[52] de esta
manera, cuando los nazis finalmente llegasen al poder, Hitler podría destruir la estructura
republicana en poco tiempo, y la reemplazaría por la estructura de su Partido.[52]
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor
Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania.[53] La
personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia
en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto
con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo,
la personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del
programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler;[54][53] en poco tiempo,
Strasser se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del último, y esto
eventualmente le costaría la vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la
expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en
un plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der
Gauleiter Nord-West, se unió junto a los marxistas en la campaña electoral.[55] Hitler
contraatacó el 14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde
obligó a Strasser y a Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de
Strasser, Goebbels abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo,
este no sería el fin de la enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedo aún más centralizado, y el llamado
Führerprinzip ("Principio del líder") quedó finalmente arraigado en la organización
partidaria. Bajo este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien
designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al
tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a
Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.
Ascenso al poder
El ascenso durante la Depresión
Reunión del partido nazi en 1930.
La Gran Depresión trajo nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler
había predicho que llegaría, y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones
perdían sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era
oportuno para su discurso revolucionario:
Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días.
Porque la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y
traiciones sin precedentes de los marxistas engañadores del pueblo.[56]
Acerca de la Gran Depresión.

Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de


orgullo nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de
Versalles. Después de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en
Europa, junto con todas sus colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar
la responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender
los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.
[57]
Sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los
empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al campo político y
benefició a Hitler. En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado Canciller de
Alemania por el Presidente Paul von Hindenburg, ya que el Canciller saliente fue incapaz
de conseguir la mayoría parlamentaria para gobernar. Brüning tampoco la consiguió, pero
se mantuvo en el poder gracias a los decretos presidenciales de Hindenburg. De esta
manera, la voluntad del Canciller quedó sujeta a la del Presidente, y la voluntad del
Parlamento alemán fue relegada a un segundo plano. Sin embargo, Brüning era un
demócrata, y procedió a llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría
parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de Hindenburg.[58] Irónicamente,
las elecciones parlamentarias de 1930 no contribuirían en el fortalecimiento de la
democracia, ya que convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania
y al Partido Comunista en la tercera.
Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del Ejército. El discurso
nacionalista de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y una semana después de las
elecciones, durante un juicio contra tres oficiales que habían promovido la ideología nazi en
el Ejército, Hitler fue llamado a testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar
el apoyo de los militares, asegurando que "vengaría" la Revolución de Noviembre y que
eliminaría los límites impuestos al Ejército alemán en el Tratado de Versalles. La victoria
electoral de Hitler también atrajo la atención de los hombres de negocios germanos. Desde
1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos industriales; además, varias
empresas empezaron a financiarlo, entre las que destaca la aseguradora Allianz.[59] Sin
embargo, la mayoría de empresas alemanas se negaron a apoyar al futuro dictador.[60]
Intrigas de Schleicher y Papen

Boleta electoral de las elecciones presidenciales alemanas de 1932.


Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto fue incluido en los
planes de los gobernantes de la República de Weimar.[61] A finales de 1931 se reunió con el
Canciller Brüning y el Presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir
un acuerdo político con él. Fue después de esta primera reunión que Hindenburg aseguró
que:
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un Ministro de Correos, pero
ciertamente no un Canciller.[62]
Hindenburg sobre Hitler.

El 7 de enero de 1932, Brüning se reunió de nuevo con Hitler, e intentó persuadirlo de que
aprobase la postergación de las elecciones presidenciales de 1932.[63] El anciano
Hindenburg no quería postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se
convertiría en Presidente ante la carencia de otros candidatos de peso; si Hitler aceptaba la
postergación de las elecciones hasta la muerte natural de Hindenburg, el Canciller Brüning
luego solicitaría el restablecimiento de la monarquía alemana, aunque bajo un sistema de
gobierno similar al británico.[64] Hitler se dio cuenta que esta medida no lo beneficiaría, y
después de realizar una serie de demandas que fueron rechazadas de inmediato por
Hindenburg, se rehusó a apoyar el plan de Brüning. De esta manera, Hindenburg fue
forzado a aspirar a un segundo período para evitar un triunfo hitleriano.
El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y de
inmediato presentó su candidatura, en contraposición a la de Hindenburg. A pesar de que
Hitler realizó una impresionante campaña electoral,[65] Hindenburg ganó con holgura estas
elecciones, aventajándolo con más de 16 puntos porcentuales. El candidato austríaco había
duplicado los votos de su partido en dos años, pero parecía incapaz de acceder el poder a
través de los votos sin comprometerse políticamente con Hindenburg. Fue en este año que
la animosidad entre Strasser y Hitler se acentuó de nuevo; a pesar de su derrota en Bamberg
en 1926, Gregor Strasser había continuado siendo un importante líder del Partido Nazi, y
era más aceptado por el Parlamento y el Presidente que Hitler. Debido a su talento político,
Hitler lo mantenía en su círculo de asesores más cercano, y junto con Goebbels, Göring,
Frick y Röhm, ocupaba el escalafón más alto del Partido en 1932. Sin embargo, Strasser
empezó a criticar la postura intolerante de Hitler, quien se rehúsaba a compartir un
gobierno con los hombres de Hindenburg.
Después de esta derrota electoral, las «camisas pardas», que ya superaban al Ejército en
número, fueron prohibidas. Fue en este momento que el General Kurt von Schleicher,
artífice del ascenso de Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher
contactó a Hitler a través de Röhm; a este último le ofreció legalizar las SA de nuevo, con
planes de anexarlas posteriormente al Ejército.[66] Por otro lado, le ofreció a Hitler la
convocación de nuevas elecciones parlamentarias, a cambio de apoyar a un nuevo gobierno.
Como antiguo amigo de Hindenburg, Schleicher logró convencerlo de forzar la renuncia de
Brüning, y luego lo persuadió de que nombrase Canciller a Franz von Papen. En las nuevas
elecciones parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la primera fuerza política
del Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar. Con estos resultados,
Hitler se negó a apoyar a Papen, y reclamó la Cancillería para él, rehusándose de nuevo a
compartir el poder con la facción de Hindenburg y Schleicher. Con este nuevo fracaso, la
corriente de Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler
empezó a ser criticada públicamente por este.
Al igual que su predecesor, el nuevo Canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría
parlamentaria, y Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque
en estas elecciones los nazis continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos,
y Hitler quedó aún más lejos de alcanzar la mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto
no cambió su estrategia, ya que el político austríaco continuó demandando la Cancillería
para él, rechazando el ofrecimiento de la Vice-cancillería que le extendió Hindenburg. Por
su parte, Schleicher empezó a planificar la caída de Papen, y convenció a Hindenburg que
si lo nombraba Canciller lograría dividir el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg
accedió el 2 de diciembre de 1932, sin embargo, el gobierno de Schleicher fue breve, ya
que Hitler lo sucedería en menos de dos meses.
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no
residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el Presidente
Hindenburg, quien era muy anciano y propenso a ser manipulado por la camarilla que lo
rodeaba.[67] Esto era obvio para Hitler, y por eso, cuando Papen se le acercó unos días
después de haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que el ex-
Canciller todavía contaba con la confianza del Presidente. Esta alianza llegó en el momento
oportuno para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra, y los seguidores más
radicales estaban abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista. Para complicar
la situación, Schleicher había puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la
Vicecancillería a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión
con Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia a
los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el
movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.
Sobre la amenaza de Strasser.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento
crítico decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo
llamase de regreso. El futuro dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia
para destituir a todos sus simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su
lugar nombró a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín,
donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la partida de
Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del Partido.

Hitler en la Cancillería del Reich, el 30 de enero de 1933.


El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en
caso de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar Canciller al líder
nacionalsocialista. El 22 de enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar
von Hindenburg, Secretario e hijo del Presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo.
El 28 de enero, después de pasar varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza
política sin éxito, el Canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano
Presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría formar un
gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania por el
Presidente Hindenburg. Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados
como Emil Kirdorf, pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo
harían obrar en pro de sus intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más
capaz que estos, y durante su gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al
poder terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al
exilio para salvar sus vidas.
Establecimiento de la dictadura
Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado principalmente por
conservadores, que deeaban controlar a Hitler, muy pronto fueron subyugados. (Al frente:
Hermann Göring y Franz von Papen a su izquierda)
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, las
mismas fuerzas que habían motivado la renuncia de los tres últimos cancilleres seguían
vigentes, y por lo tanto Hitler tenía que lidiar con el Presidente Hindenburg y su camarilla,
quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros,
controlado por los conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría.[68] Además,
en el Partido Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas pardas que,
liderados por Ernst Röhm, no ocultaban su desdén por el hecho de que tantos elementos
conservadores compartieran el gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban las
fuerzas políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y comunistas, que
controlaban diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su adversión por el nazismo,
jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.
El incendio del Reichstag y la ley habilitante
Artículos principales:Incendio del Reichstag, Decreto del incendio del Reichstag, Elecciones
parlamentarias de Alemania de 1933 y Ley habilitante de 1933
Con sólo el 34% del Parlamento bajo su control, Hitler todavía tenía que recurrir al
"Anciano Caballero", el Presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes.[69] El
vicecanciller Franz von Papen, que gozaba del apoyo de Hindenburg, estaba seguro que "en
dos meses habremos arrinconado tanto a Hitler que se pondrá a chillar".[69] Papen no fue el
único que subestimó a Hitler, la prensa en general seguía esta misma línea de pensamiento:
La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad de colmar sus ambiciones
dictatoriales.[69]
The New York Times, 31 de enero de 1933

Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, en sus


primeras alocuciones evitó en lo posible alarmar al ciudadano común.[70] Sin embargo, de
inmediato empezó a trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las
conversaciones con el Partido del Centro, Hitler informó a su gabinete que eran necesarias
nuevas elecciones.[71] Ante las protestas de Hugenberg y Papen, Hitler los calmó
asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete sin importar el resultado. Para
la campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el 5 de marzo, Hitler pudo
hacer uso de los recursos del Estado;[71] además, contó con el apoyo de un importante grupo
de industriales; quienes, luego de que Hermann Göring les asegurara que probablemente
serían las últimas elecciones "en los próximos cien años", donaron tres millones de marcos
de la época para la causa nazi.[72] Adicionalmente, días antes, Hitler había tenido una cena
con diversos líderes del ejército; a pesar de su llamado al rearme de Alemania, los
resultados fueron mixtos, pocos altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran
muchos los que deseaban una dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.[73]
No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler empezó a colocar
trabas a los partidos de oposición. A través de decretos presidenciales, impuso restricciones
a los mítines políticos y restricciones a la prensa.[74] Además, consolidó la autoridad de un
gobierno paralelo regional en Prusia, y colocó a Göring al mando de la policía estadal. Al
poco tiempo, la policía prusiana con la ayuda de las "camisas pardas" empezó a disolver las
concentraciones opositoras; sólo los opositores más ilusos acudían a la policía cuando eran
hostigados por los nazis.[75] Muy pronto, otros siete gobiernos regionales de estados más
pequeños fueron usurpados por los nazis, que establecieron autoridades paralelas.[76]

El incendio del Reichstag permitió a Hitler acelerar sus planes de persecución contra sus
opositores, acusándolos de ser golpistas.
El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstagfue
incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro que Hitler se
benefició ampliamente de este crimen.[77] Después de que la policía atrapara a un comunista
neerlandés de nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring empezó a
acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi pronto copió
su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de emergencia
de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios artículos
de la Constitución de Weimar con el objetivo de "proteger los documentos culturales
alemanes".[78] En realidad, el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con todos
los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el
respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la
correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la libertad de reunión y de
asociación.[78] Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional
que considerase incapaz de mantener el orden en su estado.[79] Luego de que Papen y
Meissner apoyaran el decreto, el anciano Presidente lo firmó.[78]
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron
arrestados y enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se
inició una campaña de alerta contra el "terror comunista", tratando de convencer al
ciudadano alemán de que, a menos que no votasen por los nazis, el país entraría en una
guerra civil.[79][80] Por otro lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo necesitaba
cuatro años en el poder y minimizó su antisemitismo en público, como dejó constancia el
futuro Presidente de Alemania de la post-guerra, Theodor Heuss:
Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en estos días es capaz de
pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la palabra "judío".[81]
Theodor Heuss, sobre el discurso hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania de
1933.

El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno


de Hitler, a pesar de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores,
la mayoría parlamentaria seguía eludiendo a los nazis, que obtuvieron el 44% de los
escaños.[80] Aliado con los nacionalistas de Hugenberg, Hitler controlaba ahora la mitad del
Parlamento; pero para poder llevar a cabo su revolución nacional, el Canciller demandaba
dos tercios de los escaños.[82] Para solucionar esto, y haciendo uso del decreto del incendio
del Reichstag, fueron arrestados todos los diputados comunistas y unos pocos
socialdemócratas desafortunados, pasando por alto la inmunidad parlamentaria que
gozaban.

Hitler se "subordina" ante el Anciano Caballero, al inaugurar el nuevo Parlamento, 21 de


marzo de 1933. Dos días después, Hitler obtiene la ley habilitante, que acaba con el
gobierno parlamentario y lo convierte en un dictador constitucional.
Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y
arroparse de más poder; no obstante, primero realizó un acto simbólico para tranquilizar a
los movimientos representados por el Presidente Hindenburg: los militares, los junkers y
los monarquistas. El 21 de marzo, la misma fecha en que Bismarck inauguró el primer
Parlamento del Imperio Alemán, Hitler inauguró el primer Parlamento del Tercer Reich;
seleccionó la iglesia del cuartel de Potsdam, sitio de importancia histórica para los
militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en crear una atmósfera que diese la impresión
de Hitler estaba subornidado al anciano Hindenburg.[83] El embajador francés, presente en la
ceremonia, escribió después:
Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo podrían estos hombres
-Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones monarquistas, Hugenberg y sus alemanes
nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán- ... dudar en concenderle su entera confianza, en
cumplir todas sus peticiones, en concenderle todos los poderes que exigiera?[84]
André François-Poncet, embajador francés en Alemania entre 1931 y 1938.
El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley
para aliviar las penurias del pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de
1933. Hitler pronunció un discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas.
Prometió usar sus poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases;
[83]
además, pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión
Soviética.[83] Sin embargo, al finalizar su exposición, dejo claro que si no obtenía estos
poderes legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos
más violentos.[85] Sólo los socialdemócratas votaron en contra de Hitler; el Zentrum cedió
luego de que Hitler les prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el Presidente
Hindenburg.[86] De esta manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados
socialdemócratas[87]
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder
Legislativo, y ganaba la capacidad de decretar leyes que "podían desviarse de la
Constitución".[84] No obstante, no buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley
conservaba los poderes del Presidente intactos.[84] De esta manera, el Reichstag alemán
sucumbía voluntariamente ante el Canciller, adquiriendo un estado de impotencia total que
mantendría hasta la post-guerra.
Gleichschaltung
Artículo principal:Gleichschaltung
Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación),
donde el Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus
organizaciones. En su deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario gobierno central,
Hitler primero enfiló la ley habilitante contra el federalismo alemán. Los gobiernos de los
estados más grandes, Prusia y Baviera, ya habían sido usurpados, y los gobiernos de otros
estados más pequeños pronto corrieron la misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de
Wilhelm Frick, Hitler promulgó entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y
ordenaba su reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales.[88] Una
semana después, Hitler apuntó gobernadores para cada estado, y les concedió la facultad de
disolver las dietas y destituir a los jueces.[88] De esta manera, todos los gobiernos regionales
empezaron a seguir las directivas de Berlín, y Hitler lograba acabar con la celosa autonomía
que los históricos estados alemanes habían defendido desde la Guerra de los Treinta Años.

Hitler y Hindenburg durante las celebraciones del 1 de Mayo de 1933.


El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones
obreras que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de
acabarlas, Hitler y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en
ganarse la confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de Mayo como día
festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona
habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores, promoviendo el motto
"Honor, trabajo y respeto para el trabajador".[89] Al día siguiente, el 2 de mayo, la actitud
del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos fueron disueltos y "coordinados"
forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus líderes fueron
colocados bajo "custodia protectora", un eufemismo que implicaba la internación en un
campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado colaborando con el régimen
nazi se salvaron.[89] Solamente a los sindicatos católicos se les concedió un respiro de dos
meses, luego recibieron el mismo trato.[89] Desde entonces, los representantes sindicales
fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos firmados por estos eran
legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.[90]
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e
impotentes que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el
10 de mayo, se confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se
cerraron sus periódicos;[91] los socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva
más tolerante al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por
considerarlo "subersivo".[91] Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus
homólogos comunistas en los campos de concentración.[92] El Partido Popular Alemán y el
Partido Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron
voluntariamente a inicios de julio;[91] de inmediato siguieron los partidos católicos, el
Partido Popular de Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo
lo mismo al día siguiente.[91] Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser
"coordinados", el 21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del
Pueblo Alemán, el partido de Hugenberg; una semana después éste renunció a su cargo de
Ministro de Agricultura, y disolvió el partido, también "voluntariamente".[91]
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar
todos los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba
Hjalmar Schacht como nuevo Ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y
aunque el conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como Vice-canciller,
estaba muy consciente de la futilidad de su posición.[91] La ley del partido único fue
aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del gabinete.[92]
Mientras Hitler se esforzaba por "coordinar" la sociedad alemana con el Partido, al mismo
tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales "inferiores".
El 1 de abril llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una "campaña
mediática" que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.[93]
Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos activos en el banco fueron
embargados luego de que se descubriera una arma letal en su casa: el cuchillo con el que
cortaba el pan.[93] Aunque se apostaron camisas pardas frente a los negocios judíos, en
general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días después.
[90]
El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano
Hindenburg; el Presidente le recriminó al Canciller el hecho de que los veteranos de guerra
judíos no estaban siendo tratados como ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga
promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la presencia de judíos
en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacia y la medicina.[94]
Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el pretexto de
prevenir el "hacinamiento".[94] No obstante, las medidas de 1933 no fueron consideradas
peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a hostigar a
los judíos provenientes de Europa oriental.[94]
La purga de las "camisas pardas"

Gráfico que muestra el sistema de marcado en los campos de concentración nazis.


En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente
de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí mismo
Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa fidelidad
durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de eliminación de
diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba «enemigos de
Alemania» y «razas impuras», lo que le llevó a reasignar las directrices a los campos de
concentración para la liquidación sistemática de comunistas, judíos, testigos de Jehová
(Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y homosexuales, principalmente, así como a un
intenso rearme.
Las fabricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme, además para
absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas Autobahns o
carreteras.
Tercer Reich
Artículo principal:Alemania Nazi
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y
convencer a la mayoría de los alemanes de que el era su salvador de la economía ante de la
depresión, del comunismo, el «judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto con
otras minorías «indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso
conocido como Gleichschaltung.
Economía y cultura
Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la
mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la
deuda de flotación y el rearme. Durante un discurso de la Organización de las Mujeres
Nacional Socialistas en septiembre de 1934, Adolf Hitler argumentó que para la mujer
alemana su mundo era «su marido, su familia, sus hijos, y su casa».
Esta política fue reforzada al instaurar la Cruz de Honor de la Madre Alemana, junto con
incentivos económicos para la mujer que tuviera cuatro o más hijos. La tasa de desempleo
se redujo sustancialmente, en su mayoría a través de la producción de armas,
construcciones de obras civiles (Organización Todt) y el envío de la mujer a casa, para que
los hombres pudieran ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a afirmar que
la economía alemana logró emplear a todos, al menos según la propaganda de la época.
Gran parte del financiamiento para la reconstrucción y el rearme vino de la manipulación
de la moneda por Hjalmar Schacht, incluyendo los créditos a través de las cuentas mefo.
Los efectos negativos de esta inflación se compensaron durante los años siguientes por la
adquisición de oro de las tesorerías de las naciones anexadas.
Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de mejora de la
infraestructura en la historia alemana, con la construcción de decenas de represas,
autopistas, ferrocarriles, y otras obras civiles. Hitler insistió en la importancia de la vida
familiar: los hombres debían ser el «sostén de la familia», mientras que las prioridades de la
mujeres debían ser la educación de los hijos y las tareas domésticas. Esta revitalización de
la industria y la infraestructura se produjo a expensas del nivel general de vida, al menos
para los que no fueron afectados por el desempleo crónico después de la República de
Weimar, ya que los salarios se redujeron ligeramente durante la Segunda Guerra Mundial y
se aumentó en un 25% costo promedio de vida. Los obreros y los agricultores, los votantes
frecuentes del NSDAP, sin embargo, registraron un aumento en su nivel de vida.

Hitler desfila en el Estadio Olímpico de Berlín junto a miembros del Comité Olímpico
Internacional.
El gobierno de Hitler auspicio la arquitectura en una escala inmensa, junto con Albert Speer
que pasaría a ser el famoso «Arquitecto del Reich». Si bien como arquitecto fue importante
en la aplicación clasicista y la re interpretación de la cultura alemana, Speer demostró ser
mucho más eficaz como ministro de armamento en los últimos años de la Segunda Guerra
Mundial. Todos estos avances fueron ampliamente explotados por el Ministerio de
propaganda dirigido por Goebbles.
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y
dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas
las demás razas. Olympia, la película sobre los juegos y otras películas documentales de
propaganda para el partido nazi fueron dirigidas por la cineasta personal de Hitler, Leni
Riefenstahl.
Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una red de ferrocarriles de amplio
calibre) estos fueron cancelados tras el inicio de la II Guerra Mundial. De haber sido
construido el ferrocarril, su calibre habría sido de tres metros, siendo incluso más amplio
que el ferrocarril Great Western de Gran Bretaña.
Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y practico para el pueblo,
automóvil que más tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y
construcción le fue encomendado al ingeniero Ferdinand Porsche. La producción de este
también fue aplazada a causa de la guerra.
Hitler consideró a la antigua Esparta como el primer estado nacional socialista, y alabó su
tratamiento eugenésico de los niños deformes.
También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más altas distinciones del Tercer
Reich, al industrial Emil Kirdorf en abril de 1937, en recompensa por su apoyo financiero
durante su ascenso al poder. Al año siguiente, cuando murió, también le organizó un
funeral de estado.
El rearme y nuevas alianzas
Artículos principales:Potencias del Eje y Pacto Tripartito

Hitler y Mussolini.
Si bien se especula que desde 1919, se mantenía un programa secreto para volver a armar
un ejército por parte del gobierno Alemán, es en marzo de 1934, cuando Hitler anuncia
públicamente que el ejército alemán se ampliaría a 600.000 hombres (seis veces el número
estipulado en el Tratado de Versalles), así como la introducción de una Fuerza Aérea
(Luftwaffe) y el incremento del tamaño de la Marina (Kriegsmarine). Gran Bretaña, Francia
e Italia, así como la Sociedad de Naciones rápidamente condenaron estas acciones. Sin
embargo, dado que Alemania nuevamente explicó que sólo estaba interesada en la paz,
ningún país tomó medida alguna para detener este desarrollo y se permitió que el programa
armamentista alemán continuara. Además, el Reino Unido no compartía la visión pesimista
de Francia sobre Alemania, y en 1935 firmó un acuerdo naval con Alemania, lo que
permitió aumentar el tonelaje alemán hasta un 35% del de la armada británica. Este acuerdo
que se firmó sin consultar ni a Francia ni a Italia, debilitó directamente la Sociedad de
Naciones y puso al Tratado de Versalles en camino hacia la irrelevancia.
Caricatura aparecida en la prensa francesa en 1937. Franco, Mussolini y Hitler sostienen un
niño desfalleciente, que representa la Segunda República Española.
En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán, violaron nuevamente el tratado
al introducir tropas y ocupar nuevamente la zona desmilitarizada en Renania. Ante la
inacción de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, el afán expansionista de Alemania se
extendió. En julio de 1936, comenzó la guerra civil española cuando el ejército, dirigido
por el General Francisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la República. Tras recibir
una petición de ayuda del General Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en apoyo de
Franco, y España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus
métodos, incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937,
primer bombardeo contra blancos civiles de la historia,[25] y que, posteriormente, el célebre
pintor Pablo Picasso plasmó en su célebre cuadro.
El conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores del dictador DuceBenito
Mussolini, declaró el 25 de octubre de 1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que
denominó «El Eje». El 25 de noviembre del mismo año, Alemania firmó el Pacto Anti-
Comintern con Japón. Para fortalecer la relación con esta nación, Hitler se reunió en 1937
en Núremberg con el príncipe Chichibu, hermano del emperador Hirohito.
El Pacto Tripartito fue firmado por Saburo Kurusu en representación del Imperio Japonés,
Adolf Hitler por Alemania y el Conde Galeazzo Ciano, el 27 de septiembre de 1940. Más
tarde se amplió para incluir a Hungría, Rumanía y Bulgaria. Este grupo se conoció como
las Potencias del Eje. Más tarde, el 5 de noviembre de 1937, en la Cancillería del Reich,
Adolf Hitler celebró una reunión secreta con los ministros de Guerra y Exteriores, más los
tres jefes de servicios, registrada en el Memorándum Hossbach y reveló sus planes para la
apropiación de «espacio vital» (Lebensraum) para el pueblo alemán.
II Guerra Mundial
Triunfos iniciales
El 12 de marzo de 1938, Hitler presionó a Austria para la unificación con Alemania (el
Anschluss) e hizo una entrada triunfal en Viena el 14 de marzo. A ello le siguió la
intensificación de la Crisis de los Sudetes, en la zona de habla alemana de Checoslovaquia
conocida como Sudetes; Esto condujo al Acuerdo de Munich de septiembre de 1938, que
autorizó a la anexión y ocupación militar inmediata de estos distritos por parte de
Alemania. Como resultado de la cumbre, la revista TIME proclamó a Hitler Hombre del
Año de 1938. El Primer Ministro británico, Neville Chamberlain, saludó este acuerdo como
la «paz en nuestro tiempo», pero al dar forma a las exigencias militares de Hitler, Gran
Bretaña Y Francia también abandonaron Checoslovaquia a Hitler. Hitler ordenó al ejército
alemán entrar en Praga el 15 de marzo de 1939, tomando el Castillo de Praga y de Bohemia
y proclamando un protectorado alemán en Moravia.

Hitler saluda a las tropas alemanas que se dirigen a Polonia.


Tras ello, Hitler eleva quejas relativas a la Ciudad libre de Dánzig y el corredor polaco (la
Crisis de Danzig), que fue cedida por Alemania en virtud del Tratado de Versalles. Gran
Bretaña no había podido llegar a un acuerdo con la Unión Soviética para una alianza contra
Alemania, y, el 23 de agosto de 1939, Hitler firma a un pacto secreto de no agresión (el
Pacto Molotov-Ribbentrop) con Stalin en el que se acordó la probable partición de Polonia
entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. El 1 de septiembre, Alemania invadió la parte
occidental de Polonia. Después de haber garantizado la asistencia a Polonia, Gran Bretaña y
Francia declaran la guerra a Alemania el 3 de septiembre, pero no actúan de inmediato. No
mucho después de esto, el 17 de septiembre, las fuerzas soviéticas invadieron Polonia
oriental.
Durante esta guerra, Hitler reconstruye sus fuerzas. En abril de 1940, ordena a las fuerzas
alemanas a marchar sobre Dinamarca y Noruega. En mayo de 1940, Hitler ordena a sus
fuerzas atacar Francia, la conquista de los Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica. Francia se
rindió el 22 de junio de 1940. Esta serie de victorias persuaden a su principal aliado, Benito
Mussolini de Italia, para unirse a la guerra al lado de Hitler en mayo de 1940.
Gran Bretaña, cuyas fuerzas habían derrotado en Francia a los evacuados de la ciudad
costera de Dunkerque, continuaron luchando junto a las fuerzas canadienses en la batalla
del Atlántico. Después de sus gestiones en pro de la paz sistemáticamente rechazadas por el
Gobierno británico, ahora conducido por Winston Churchill, Hitler ordena los bombardeos
sobre las Islas Británicas, dando lugar a la Batalla de Gran Bretaña, un preludio de la ya
prevista invasión alemana. Los ataques comenzaron a golpear por las bases de la Real
Fuerza Aérea y la protección de las estaciones de radar sudeste de Inglaterra. Sin embargo,
la Luftwaffe no derrota a la Real Fuerza Aérea a finales de octubre de 1940. La
superioridad aérea para la invasión, denominada Operación Sealion, no estaba asegurada, y
Hitler ordenó diversos bombardeos que se llevarián a cabo en ciudades británicas,
incluyendo Londres y Coventry, en su mayoría por la noche.
La caída
El 22 de junio de 1941, aún sin doblegar a Inglaterra, tres millones de soldados alemanes
atacaron la Unión Soviética, rompiendo el pacto de no agresión que Hitler había firmado
con Stalin dos años antes. Esta invasión, llamada Operación Barbarroja, cuya duración se
estimaba en unos pocos meses, incautó grandes cantidades de territorio, incluidos los
Estados Bálticos, Bielorrusia, y Ucrania. También rodearon y destruyeron muchas fuerzas
soviéticas. Pero los alemanes debido al atraso de cuatro meses por las operaciones en
Grecia y Yugoslavia, no consiguieron llegar a Moscú en diciembre de 1941 por la llegada
anticipada del invierno ruso con temperaturas de hasta -50 °C (el más duro en 50 años)
unido a la feroz resistencia soviética reforzadas con tropas siberianas especialmente
adaptadas a condiciones extremas del entonces general Zhukov. La invasión no había
logrado el triunfo rápido que Hitler quería.

Hitler dando un discurso en contra de Roosvelt, 11 de diciembre de 1941.


Hitler firmó la declaración de guerra contra los Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941,
cuatro días después del ataque del Imperio del Japón a Pearl Harbor, Hawái, muchos
historiadores y revisionistas consideran este paso un grave error táctico y político, pues
logra así en su contra, una coalición que incluía el imperio más grande del mundo (el
Imperio británico), el más grande del mundo industrial y financiero (los Estados Unidos), y
el ejército más grande del mundo (la Unión Soviética).
A finales de 1942, las fuerzas alemanas fueron derrotadas en la Segunda Batalla de El
Alamein, frustrando los planes de Hitler para aprovechar el Canal de Suez y el Oriente
Medio. En febrero de 1943, la titánica batalla de Stalingrado acabó con el cerco y la
destrucción del 6 º Ejército alemán. Poco después llegó la gigantesca Batalla de Kursk
(1.300.000 rusos, 3.600 tanques, 20.000 piezas de artillería y 2.400 aviones, frente a
900.000 alemanes, 2.700 tanques, 2.000 aviones).
Desde Stalingrado, el plan militar de Hitler se volvió cada vez más errático, los rusos
comenzaron a avanzar obligando a la retirada de fuerzas alemanas extenuadas y la situación
económica interna en Alemania se deterioró.
Después de la invasión aliada de Italia (Operación Husky) ,en 1943, el aliado de Hitler,
Mussolini, fue depuesto por Pietro Badoglio, que se rindió a los Aliados. A lo largo de
1943 y 1944, la Unión Soviética constantemente forzó a los ejércitos de Hitler a retroceder
a lo largo del Frente Oriental. El 6 de junio de 1944, los ejércitos occidentales aliados
desembarcaron en el norte de Francia en lo que fue la operación anfibia más grande jamás
realizada, la Operación Overlord.
Hitler muestra a Benito Mussolini el estado en que quedó la sala en la que llevó a cabo el
atentado del 20 de julio.
En el ejército alemán, los más realistas sabían que la derrota era inevitable, y algunos
oficiales dibujan un plan para deponer a Hitler del poder. En julio de 1944, uno de ellos, el
ex-oficial de observación de artillería del mariscal Erwin Rommel, Claus von Stauffenberg
coloca una bomba plantada en uno de los cuarteles generales de Hitler, la Wolfsschanze (La
Guarida del Lobo), en Rastenburg, pero sin conseguir acabar con Hitler, este intento es uno
de los atentados contra Hitler que estuvo más cerca de tener éxito.
Éste ordenó salvajes represalias, y una persecución implacable por parte de las SS lo que
resulta en la ejecución de más de 4.900 personas, a veces por inanición en régimen de
aislamiento seguido por estrangulación lenta. El principal movimiento de resistencia fue
destruido, aunque pequeños grupos aislados siguieron funcionando. La lista de personajes
que cayeron es extensa y se pueden citar a Wilhem Canaris, Friedrich Fromm y Erwin
Rommel, entre otros.
El atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 le dejó secuelas progresivas que lentamente
fueron afectando su raciocinio, desenvolvimiento y dominio de la situación.
Hitler también experimentó un deterioro de la salud. Su mano izquierda temblaba; el
biógrafo Ian Kershaw y otros creen que puede haber sufrido de la enfermedad de
Parkinson. También se ha sospechado, por alguno de los síntomas, que pudo haber
padecido sífilis, aunque las evidencias en favor de ello son mínimas.
Últimos días
En los últimos días de la guerra, Hitler contrajo matrimonio con su amante Eva Braun, en
su búnker subterráneo bajo las ruinas de Berlín, mientras la ciudad era invadida por el
Ejército Rojo de la Unión Soviética y su ejército finalmente derrotado. Luego de contraer
matrimonio, Hitler y Braun se suicidaron y sus cuerpos fueron incinerados.
Si bien Hitler había designado en su testamento a Karl Dönitz como sucesor, su suicidio
significó la rendición condicional alemana y el fin de la Segunda Guerra Mundial en
Europa y de 12 años de mandato totalitario nacionalsocialista en Alemania y regiones de
Europa. Desde entonces la historiografía, la memoria colectiva y la cultura popular en
general, mantiene un aspecto negativo sobre su figura debido a la crueldad de sus crimenes
de lesa humanidad.
Muerte de Hitler
Artículo principal:Muerte de Adolf Hitler
Hitler y Karl Dönitz en el Führerbunker. Dönitz sucedería a Hitler como Presidente de
Alemania.

Portada del diario militar norteamericano The Stars and Stripes con fecha del 3 de mayo de
1945.
Fotografía de Hitler manipulada por el ejército de los EE.UU. para facilitar una posible
identificación de un Hitler con su apariencia física modificada.
La versión oficial de los aliados —que concuerda con la versión dada por su secretaria
personal, Traudl Junge, en el libro Hasta la última hora: la secretaria de Hitler cuenta su
vida (Bis zur letzten Stunde: Hitlers Sekretärin erzählt ihr Leben), con la versión de
Joachim C. Fest, historiador y biógrafo, en El hundimiento (Der Untergang) así como la
biografía del General Freytag von Loringhoven— indica que Hitler renunció a intentar huir
de Berlín y se suicidó con un tiro de pistola y, al mismo tiempo, ingiriendo una cápsula de
cianuro en su Führerbunker, a 15 m de profundidad en el subsuelo del edificio de la
Cancillería en Berlín, junto a su nueva esposa Eva Braun y rodeado de unos pocos
incondicionales, el 30 de abril de 1945, cuando el Ejército Rojo, dirigido por el mariscal
Georgi Zhúkov, tomaba Berlín y se encontraba a menos de 300 m del búnker.
Aquel día, Hitler almorzó en compañía de sus secretarias en un silencioso ambiente y
después del almuerzo, el cual fue servido por Constanze Manziarly, hizo matar a su perra
Blondie. Luego dio a su ayudante Otto Günsche instrucciones estrictas sobre la cremación
de su cuerpo y el de su esposa, probablemente para evitar que fueran exhibidos como
«trofeos de guerra», recordando el ultraje del cadáver de su amigo Benito Mussolini, que
fue colgado desnudo boca abajo junto con el de su amante en una gasolinera de Milán,
donde fue golpeado, escupido y despreciado durante días. El siguiente relato procede del
testimonio de Günsche: Hitler se retiró a eso de las 16 horas junto con Eva Braun a su
despacho privado contiguo a la sala de mapas y Otto Günsche se paró frente al despacho
esperando el momento de entrar; le acompañaba Linge. Se sintió un disparo ahogado y
Günsche esperó unos 15 minutos de acuerdo a instrucciones; posteriormente Linge ingresó
a la habitación de dos ambientes. Hitler estaba recostado a un extremo del sofá con un tiro
en la sien, con salida de proyectil, de la cual aún manaba sangre, su boca tenía una grotesca
mueca.
Según Günsche y Linge, Eva Braun estaba recostada al otro extremo con los ojos abiertos y
una mueca de dolor en su rostro, una pistola estaba en la mesa a su disposición, pero no
alcanzó a usarla, pues el cianuro suministrado por el médico personal de Hitler, Ludwig
Stumpfegger, había sido rápido.
En efecto, Linge siguió a Günsche al entrar al compartimiento de Hitler, y una vez
confirmada su muerte, levantó los cuerpos envueltos en una alfombra y los sacó al patio
trasero de la Cancillería, en unos momentos en que llovían obuses rusos por doquier.
Günsche depositó ambos cuerpos en un orificio de obús, los roció con unos 200 l de
gasolina y les prendió fuego. Mientras se consumían, unos cuantos testigos, entre ellos
Martin Bormann, Goebbels, realizaron un nervioso y acongojado saludo militar, mas un
obús que estalló cerca les obligó a volver al búnker sin verificar la total consumación de la
incineración.
Su muerte se puso en duda durante mucho tiempo, creándose toda suerte de mitos.
Recientes versiones surgidas en los años 1990 del lado ruso, confirman que los soviéticos
(NKVD), después de una infructuosa búsqueda en la que incluso hallaron a un doble de
Hitler suicidado en una habitación de la Cancillería como una forma de despistar, por fin
dieron con los restos irreconocibles en parte de Hitler, Braun y la familia Goebbels y que
estos, secretamente aún para el mismo general Zhúkov, fueron transportados en cajas
especiales a la frontera, a un cuartel militar que luego pasaría a ser territorio de la
República Democrática Alemana.
Los rusos confirmaron inicialmente en 1955 la muerte de Hitler, pero no se mostraron
evidencias muy sustanciales, salvo algunos detalles odontológicos, lo que confirmaba a
pesar de todo que los rusos tenían los cuerpos.
Estos restos permanecieron secretamente enterrados bajo un jardín de dicho cuartel en la
ciudad de Magdeburgo y sólo algunas autoridades de la NKVD sabían dónde estaban, hasta
que en 1970 fueron exhumados, se extrajo el cráneo a Hitler y el resto de los cadáveres fue
incinerado para evitar que su tumba fuera objeto de veneración, y las cenizas fueron
lanzadas al río.[95]
No se ha podido dar con el cráneo de Hitler, pero una parte signada como de Hitler, el
hueso parietal de su caja craneana, está en un Museosoviético. Sin embargo, en septiembre
del 2009, el arqueólogo Nick Bellantoni anunció que, luego de un análisis de ADN
practicado a los restos, se determinó que el fragmento del cráneo correspondería a una
mujer de entre 20 y 40 años de edad.[96]
Rasgos de su personalidad

Hitler en una de sus características poses oratorias.


El gran interés que despierta la figura de Hitler se debe precisamente a los ribetes de su
extraordinario tipo de personalidad y su halo de impenetrabilidad. Hitler poseía un
extraordinario carisma capaz de envolver no sólo a las personas, sino también a las masas,
además de poseer una gran oratoria gesticular muy estudiada y una capacidad de liderazgo
notable; pero quien haya permanecido con él diría lo mismo que opinó su ministro y
arquitecto Albert Speer: «Nunca llegué a conocerlo».
Hitler era en sí un individuo muy autosuficiente y solitario. Muy pocas personas integraban
su séquito personal, se pueden citar a Albert Speer, el fotógrafo Heinrich Hoffmann, Martin
Bormann, Wilhelm Bruckner, Joseph Dietrich, Joseph Goebbels, Julius Schaub, Julius
Schreck y el arquitecto Geisler y sus secretarias personales. A ellos les exigía lealtad a toda
prueba y discreción.
Según algunos historiadores, Hitler fue vegetariano,[97] si bien otros lo descartan,[98] no
fumador,[97] abstemio[97] (dato también cuestionado por algunos historiadores),
[98]
ecologista[99] , se dice que promulgó las primeras leyes de la historia que penaban el
maltrato a los animales[99] , aunque la verdad es que las primeras leyes contra el maltrato
animal ya proceden del imperio romano.[100] Se dice que no permitía a sus colaboradores
fumar y beber enfrente de él.
Hitler jamás visitó una ciudad bombardeada, un campo de concentración o un
hospital[cita requerida] (la única excepción fue para visitar a las víctimas del atentado del 20 de
julio). Un fiel ejemplo de este aspecto es que Hitler se negó a ver las fotos y filmaciones de
las ejecuciones de los involucrados en el atentado ejecutado por Claus von Stauffenberg
hacia su persona en 1944.
Una de las características más relevantes de la personalidad de Hitler era la capacidad de
impresionar, encantar, manipular y subyugar a quienes lo rodearan; había personas que
podían ser muy fuertes y seguras en sus campos de acción, pero en presencia de Hitler estas
personalidades se veían disminuidas y manipuladas hasta el servilismo; por ejemplo,
Hermann Göring expresó al ministro de finanzas Schacht que «cada vez que estoy frente al
Führer siento el corazón en un puño».
Hitler demostraba además insensibilidad y falta de escrúpulos cuando se trataba de
deshacerse de enemigos y/o sacrificar soldados; se puede citar como ejemplo el caso de
Fritz Todt. Todt, quien había contado con la plena confianza y privilegios del Führer hasta
entonces, sostuvo una amarga reunión en la que discutió a viva voz con Hitler en la
madrugada del 8 de febrero de 1942, cuando terminó esa reunión este abordó un Heinkel
111, al despegar el avión explotó. Horas después ordenaba a Albert Speer tomar la
dirección de la Organización Todt. Cuando el Ministerio del Aire intentó investigar las
causas de este, Hitler paró en seco las investigaciones y dio por cerrado el caso (se supo que
Todt intentó convencer a Hitler de terminar la guerra y que el Heinkel fue destruido a
control remoto; la vida del piloto no importó).
Hitler y Eva Braun.
En su vida sentimental, muy discreta, se asocian los nombres de Geli Raubal, Eva Braun,
quien fue su amante, Unity Mitford e Inga Ley. Leni Riefenstahl, una de las más sindicadas
en su momento, negó haber sido amante de Hitler. Hitler era muy celoso y no permitía a
casi nadie inmiscuirse en esos temas. Albert Speer en sus memorias señaló que Hitler
proporcionaba un trato desconsiderado, opresivo y vejatorio hacia Eva Braun.
Respecto de la orientación sexual de Hitler mucho se ha escrito[cita requerida] debido a su
vínculo inicial con Ernst Röhm, pero las evidencias indican que Hitler era, sin lugar a
dudas, heterosexual.[98]
Una de las secretarias personales de Hitler, Traudl Junge, describió así la energía que
emanaba de la persona de Hitler: «Cuando estaba presente (Hitler), todo el edificio bullía
de actividad, todos corrían, los teléfonos sonaban, los radioespectadores no cesaban de
enviar y recibir notas de comunicados (...) Cuando él estaba ausente, todo volvía a una
monótona normalidad, Hitler era como una especie de dínamo». Junge describió a Hitler
como una persona que presentaba dos personalidades: una muy considerada y afable, y otra
muy fría, iracunda y avasallante en extremo, apasionada y calculadora.
Cita Junge en sus remembranzas: «Hitler era vegetariano, gustaba del té y además no
soportaba el calor; no se podía fumar en su presencia y hacía climatizar sus ambientes a no
más de 11 °C de temperatura. Otro de los aspectos es que a Hitler le gustaba escuchar
chismes, pues lo distraían de su realidad. Además, Hitler se acostaba muy tarde, a las tres o
cuatro de la madrugada, y se levantaba también muy tarde, entre las 10:00 y las 11:00
horas; el personal militar de la primera planta se acostaba en torno a la medianoche,
terminada la última reunión de guerra de cada día y se levantaba hacia las siete».[cita requerida].
Para los miembros cercanos a Hitler, Keitel, Lammers y Bormann, Hitler predicaba con el
ejemplo pagando sus propios costes personales sin derogar ningún fondo del Estado. Los
ingresos de Hitler, hábilmente administrados por su secretario personal Martin Bormann,
sucesor de Rudolf Hess, provenían de los derechos por su imagen postal y por su libro
Mein Kampf. [cita requerida].
Otro de los rasgos característicos de Hitler era su desprecio por la debilidad ante el enemigo
y por éste, sobre todo al judaísmo y en segundo grado al comunismo, su impulsividad y su
obcecación por las metas sin importar el costo que tuvieran. Por ejemplo: cuando
Brauchistch le solicitó la retirada estratégica de Moscú, Hitler se encolerizó diciendo: «¡No
me podéis quitar Moscú!, ¡quiero Moscú!».
Un ejemplo de su aparente flexibilidad es cuando cedió ante Himmler por la deportación de
los holandeses a Polonia, en pro de aumentar primeramente el contingente de las SS.
Albert Speer llegó a emitir el siguiente comentario al respecto: «En el lugar donde debía
haber un corazón en el pecho de Hitler, había un gran hueco».
Cuando le tocaba tratar temas variados sobre aspectos técnicos o militares, mostraba un
acabado conocimiento de estos, llegando a sorprender a sus interlocutores.
Hitler era muy condescendiente con quienes mostraban valor y arrojo en combate; llegó a
diseñar él mismo la Cruz de Brillantes, Espadas y Robles para Hans Ulrich Rudel, el
célebre piloto de «Stukas».

Hitler, de perfil.
Antisemitismo
El primer testimonio de Hitler sobre la cuestión judía se encuentra en una carta escrita en
septiembre de 1919:
utilizando la terminología biológica que frecuentemente desplegaría, declaró que las actividades de
los judíos producían «una tuberculosis racial en las naciones». Afirmó categóricamente que los
judíos eran una raza, no una religión. El antisemitismo como movimiento político, declaró, debería
basarse en la «razón», no en la emoción, y debería conducir a la eliminación sistemática de los
derechos de los judíos. Sin embargo, concluía, el «objetivo final», que sólo podía alcanzarse con un
gobierno de «fortaleza nacional» tenía que ser la «eliminación completa de los judíos».[101]

Veintinco años después, en vísperas de su suicidio, dejó escrita en su Testamento Político


su valoración de la «raza judía» como la verdadera culpable de la guerra en curso.
En un pasaje de Mein Kampf, escribió que el sacrificio de los soldados alemanes en el
frente de la Gran Guerra no hubiese sido necesario si «doce o quince mil de estos judíos
corruptores del pueblo hubiesen sido sometidos a los gases tóxicos».[102]
El antisemitismo de Hitler era un componente muy arraigado y esencial de su ideología,
más allá de los usos propagandísticos que pudo darle a lo largo de su trayectoria política.
Junto con el deseo de asegurar la hegemonía de Alemania en Europa y la consecución de un
espacio vital para su país, la eliminación de los judíos era el tercer elemento que
conformaba su ideología.[103]
El deseo de venganza que Hitler desarrolló tras la capitulación alemana en noviembre de
1918 se centró en una serie de enemigos que ya había identificado años antes, a los que solo
se podía combatir mediante la guerra; y
ya que bajo su punto de vista los judíos eran los responsables de los crímenes más terribles de todos
los tiempos -por la «puñalada en la espalda» de 1918, la capitulación, la revolución, la desgracia de
Alemania-; ya que bajo su pervertida percepción eran los principales protagonistas del capitalismo
de Wall Stret y de la City de Londres, así como del bolchevismo de Moscú; y ya que, según su
creencia en la leyenda de la «conspiración judía mundial», siempre estarían bloqueando su camino
y representarían el enemigo más peligroso para sus planes, lógicamente esa guerra no podía ser otra
cosa que una guerra contra los judíos.[104]

En este sentido, Hitler se veía como el agente necesario para la salvación de Alemania y
veía la destrucción del poder de los judíos como el medio indispensable para lograrla.
Con su ascenso al poder el 30 de enero de 1933, su Weltanschauung, ante todo un conjunto
de objetivos visionarios, sirvió para integrar las fuerzas centífugas del nazismo, para
movilizar a sus activistas y para legitimar determinadas iniciativas políticas llevadas a cabo
siguiendo, de una forma u otra, su voluntad. Entre tales objetivos estaba la eliminación de
los judíos, idea que supo manejar con criterio táctico a lo largo de su carrera. Así,
Hitler intervenía para canalizar los ataques en forma de una legislación antijudía tremendamente
discriminatoria, aplacando en cada fase a los radicales y progresando en la radicalización de las
medidas adoptadas. Existía, por lo tanto, una «dialéctica» continua entre acciones «salvajes» desde
abajo y discriminación orquestada desde arriba. Cada fase de radicalización era más intensa que la
que la precedía. De esta manera, la inercia no se desvanecía nunca.[105]

Teorías sobre el origen de su antisemitismo


Desde su aparición en el mundo político, surgieron toda clase de teorías y rumores que han
intentando explicar, insatisfactoriamente, los orígenes del antisemitismo de Hitler.
Hubo rumores de que Hitler tenía alguna parte de sangre judía y de que su abuela, Maria
Schicklgruber, se embarazó mientras trabajaba como criada en una familia judía.[cita requerida]
Las implicaciones de estos rumores eran políticamente explosivas para el proponente de
una ideologíaracista. Los adversarios intentaron demostrar que Hitler tenía antepasados
judíos o checos. Aunque estos rumores no fueron nunca probados, para Hitler fueron una
razón suficiente para ocultar sus orígenes.[cita requerida] Según Robert G. L. Waite en The
Psychopathic God: Adolf Hitler, Hitler convirtió en ilegal para las mujeres alemanas
trabajar en familias judías, y después del Anschluss (anexión) de Austria, convirtió la
ciudad natal de su padre en una área de prácticas de artillería. Waite dice que las
inseguridades de Hitler en este aspecto pueden haber sido más importantes que si la
ascendencia judía pudo ser probada por sus compañeros.
Para 1903, Hitler asistía a la Realschule al mismo tiempo que Ludwig Wittgenstein, uno de
los más destacados filósofos del siglo XX. Un libro de Kimberley Cornish sugiere que los
conflictos entre Hitler y algunos estudiantes judíos, incluyendo Wittgenstein, fueron un
momento crítico en la formación de Hitler como un antisemita.[106] Sin embargo, la obra de
Cornish ha sido acusada de ser de naturaleza especulativa.[107][108]
Muchos historiadores especulan que su odio extremo hacia los judíos era por la posibilidad
de que el padre biológico de Alois (y por tanto su abuelo) fuera de origen judío,[cita requerida] lo
que fue desmentido luego. Otros lo atribuyen a que su madre murió al cuidado de un
médico judío,[cita requerida] pero el mismo Hitler pareció estar agradecido por sus atenciones (le
regaló una pintura y más tarde como canciller le permitió salir de Austria). Según algunos,
sería la idea de la supuesta influencia sionista para que Estados Unidos entrara en la guerra.
[cita requerida]
Hasta la fecha, ninguna de estas aseveraciones ha sido convincentemente
confirmada. Otra hipótesis afirma que fue simplemente por estrategia política.[cita requerida]
Hitler encontró un culpable simbólico que le permitía justificar fácilmente el nacionalismo
alemán y superar la lucha de clases (lo que en psicología básica se denomina chivo
expiatorio).[cita requerida] El banquero no era malo por ser banquero, sino por ser judío. Si el
banquero era alemán, nacionalista alemán, sólo podía empeñar la plusvalía que obtenía a
costa de los trabajadores en engrandecer Alemania. Era una adaptación de la idea fascista
del nacionalismo para superar la lucha de clases, pero era mucho más potente al identificar
un enemigo mítico contra el que ya existía recelo y aversión mítica y antigua (los judíos
como responsables de la muerte de Cristo). Una brillante idea con la que promover un
movimiento unitario con una gran dosis de crítica y acción constructora (la gran Alemania)
y una no menor dosis de destrucción y violencia mítica. La acción política perfecta:
construir y destruir como propuesta política.
Según sus escritos, él consideraba a los judíos como una raza extranjera en territorio
alemán y compartía muchas de las ideas antisemitas comunes en la época, que eran de
origen muy antiguo (un ejemplo de esto lo tenemos en la influencia del panfleto apócrifo
Los protocolos de los sabios de Sión). Así es como hablaba de una «conspiración judeo-
bolchevique» (en la que incluía a todos los movimientos de izquierda por igual), al mismo
tiempo que culpaba a los empresarios y financieros judíos de los problemas económicos por
los que pasaba Alemania en aquel entonces (algunos de sus primeros discursos versaban
sobre lo que él llamaba «la esclavitud del interés»). Como se verá, eso llevó a acusarlos
también de llevar a Alemania a la derrota en 1918.
Legado de Hitler
Durante los Juicios de Núremberg se acusó a 611 personas, integrantes de las diversas
instituciones del Tercer Reich, de cinco delitos: complot, crímenes de guerra, crímenes
contra la humanidad (exterminio), crímenes contra la paz y genocidio. Los principales
jerarcas nazis apresados fueron condenados a la horca o a largas penas de prisión; otros
murieron en los meses que siguieron a la caída de Berlín.
El nazismo y cualquier reminiscencia ideológica afín fueron prohibidos en casi toda
Europa; de hecho no se pueden publicar bibliografías, esvásticas y otros símbolos sin riesgo
de cometer falta o delito punible. Sin embargo, la discriminación antisemita permaneció
hasta bien entrada la década de los 60, sobre todo en países americanos.

Primera edición de Mein Kampf, julio de 1925.


Actualmente, muchas reminiscencias del nazismo, se encuentran encubiertas en doctrinas
militares, sociales y políticas empresariales que aún perduran en el mundo.
Quizás uno de los legados más importantes de la Alemania nazi sea la completa adopción
del concepto del Blitzkrieg, literalmente guerra relámpago, en todas las academias de
guerra del mundo. Las estrategias, batallas y técnicas de la Wehrmacht usadas en la
Segunda Guerra Mundial son objeto de estudio en todos los institutos militares.
La publicación del libro Mein Kampf de Hitler está prohibida en muchos países europeos,
principalmente en Alemania desde 1945;[109] no obstante, todavía es editado entre otros
lugares, como por ejemplo en España y México, y circula libremente por librerías de
algunos países sin restricciones, en muchos idiomas y es objeto de estudios de todo tipo.
Distintos grupos en todo el mundo se consideran herederos del nazismo. Grupos violentos
como el Ku Klux Klan, Nación Aria, etc., reclaman ser herederos de esta doctrina.[25]

El escarabajo, diseñado a petición de Hitler, fue uno de sus mayores legados al mundo.
Otro de los legados de Hitler es el automóvil y actual nombre de la firma constructora
Volkswagen (auto del pueblo). El diseño original del auto fue realizado por el ingeniero
Ferdinand Porsche, aunque los detalles finales de los acabados de la carrocería y su nombre
fueron dados por el mismo Hitler. Durante el gobierno nazi la construcción del Kdf-Wagen
(Kraft durch Freude, fuerza a través de la alegría) se limito a prototipos, aunque el
Volkswagen como fuese mayormente conocido el automóvil, trascendería en los diversos
modelos posteriores a la guerra (escarabajo).[110]
Higiene racial y el Holocausto
Artículo principal:Holocausto
Uno de los fundamentos de Hitler y el NSDAP de las políticas sociales es el concepto de
«higiene racial». Se basó en las ideas de Arthur de Gobineau, la eugenesia, y darwinismo
social. Aplicado a los seres humanos, «la supervivencia de los más aptos» fue interpretado
como una exigencia de la pureza racial y la matanza fuera de la «vida indigna de ser
vivida». Las primeras víctimas fueron mutilados y niños con retraso en un programa
denominado Acción T4. Después de una protesta pública, Hitler hizo un amago de poner
fin a este programa, pero, de hecho, los asesinatos continuaron.
Entre 1939 y 1945, las SS, con la ayuda de gobiernos colaboracionistas y reclutas de los
países ocupados, sistemáticamente asesinaron entre 11 y 14 millones de personas, incluidos
cerca de seis millones de judíos, en los campos de concentración, los guetos y las
ejecuciones en masa y a través de otros métodos como los experimentos médicos. Además
de ser gaseados hasta la muerte y muchos de ellos murieron como consecuencia de la
hambruna y la enfermedad mientras trabajaban como esclavos (a veces en beneficio de las
empresas privadas alemanas en el proceso, debido al bajo costo de esa mano de obra). Junto
con los judíos fueron asesinados polacos no judíos (más de tres millones de víctimas), los
comunistas o supuesta oposición política, miembros de grupos de resistencia, católicos y
protestante opositores, los homosexuales, los gitanos, los minusválidos físicos y retrasados
mentales, prisioneros de guerra soviéticos (posiblemente el mayor número, cercano a los
tres millones), testigos de Jehová, clero anti-nazi, sindicalistas, y pacientes psiquiátricos.
Uno de los mayores centros de asesinato en masa fue el complejo-campo de exterminio de
Auschwitz-Birkenau. Hitler nunca visitó los campos de concentración y no habló en
público sobre las muertes en términos precisos.
Las matanzas que llevaron al Holocausto (la «Solución Final de la Cuestión Judía» o
Endlösung der Judenfrage) fueron planificadas y ordenadas por líderes nazis, con Himmler
jugando un papel clave. Si bien no se ha hallado la orden concreta de Hitler autorizando el
asesinato en masa de los judíos, existe documentación que demuestra que aprobó los
Einsatzgruppen, escuadrones de muerte que siguieron al ejército alemán a través de Polonia
y Rusia, y que se le mantuvo bien informado acerca de sus actividades. La evidencia
también sugiere que en el otoño de 1941, Hitler y Himmler decidieron el exterminio en
masa por medio de gases. Durante los interrogatorios por oficiales de inteligencia
soviéticos, desclasificados más de cincuenta años después, el valet Heinz Linge y el
ayudante militar Otto Gunsche oyeron decir a Hitler que había «poros de más en los
primeros planos de las cámaras de gas».[cita requerida]
Para avanzar en la aplicación de esta «Solución Final», se celebró la conferencia de
Wannsee, cerca de Berlín, el 20 de enero de 1942, con quince altos funcionarios
participantes, dirigido por Reinhard Heydrich y Adolf Eichmann. Las actas de esta reunión
proporcionarían la prueba más clara de la planificación para el Holocausto. El 22 de
febrero, Hitler fue grabado diciendo a sus socios, «vamos a recuperar nuestra salud sólo con
la eliminación de los judíos».[cita requerida]

Führer de Alemania
Predecesor: Sucesor:
1934 – 1945
Paul von Hindenburg Karl Dönitz
Presidente de Alemania Presidente de Alemania
1925 – 1934 1945

Predecesor: Sucesor:
Canciller de Alemania
Kurt von Schleicher Joseph Goebbels
1933 – 1945
1932 – 1933 1945
Predecesor:
Líder del NSDAP Sucesor:
Anton Drexler
1921 - 1945 —
1919 – 1921
Predecesor:
Franz Pfeffer von Oberste SA-Führer Sucesor:
Salomon 1930 – 1945 Ninguno
1926 – 1930

Véase también
• Holocausto
• Mein Kampf
• Nacionalsocialismo
• Alemania Nazi
Referencias
1. ↑ Cf. Ian Kershaw, «Hitler y la singularidad del nazismo», en Hitler, los alemanes y
la Solución Final, págs. 564-565.
2. ↑ Bullock, A. Hitler: A Study in Tyranny (Penguin Books 1962), 23.
3. ↑ ab Bullock, A. Hitler: A Study in Tyranny, 25.
4. ↑ Franz Jetzinger: Hitlers Jugend. Europa-Verlag, Viena 1956, pág. 11 (en alemán)
5. ↑ Por ejemplo en: Hitler. Eine Biographie, de Joachim Fest. 2ª edición, Ullstein,
Berlín 1999, pág. 43 (en alemán)
6. ↑ Ian Kershaw: Hitler 1889–1936. DVA, Stuttgart 1998, pág. 34, en especial la nota
la pie nº19; compárese con Brigitte Hamann: Hitlers Wien. Piper, Múnich 1997,
pág. 64 (ambos en alemán).
7. ↑Origin and Popularity of the Name "Adolph", thinkbabynames.com
8. ↑ Walter C. Langer, The Mind of Adolf Hitler, p. 246 (Basic Books: New York,
1972)
9. ↑John Toland, Adolph Hitler, pp. 12-13.
10. ↑ Shirer, ibid., pág. 14.
11. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 15.
12. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 16.
13. ↑ Adolf Hitler, Mi lucha: Las experiencias de mi vida en Viena.
14. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 18.
15. ↑ Shirer, ibid., pág. 348.
16. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 27.
17. ↑ Shirer, ibid., pág. 21.
18. ↑ Shirer, ibid., pág. 28.
19. ↑ abcdefg Shirer, ibid., pág. 30.
20. ↑ Shirer, ibid., pág. 31.
21. ↑ Shirer, ibid., pág. 33.
22. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 35.
23. ↑ Ian Kershaw, «Hitler y la singularidad del nazismo», en Hitler, los alemanes y la
Solución Final, pág. 561.
24. ↑ Shirer, ibid., pág. 42.
25. ↑ abc Benegas, José María, págs. 255-257.
26. ↑ Shirer, ibid., pág. 43.
27. ↑ Shirer, ibid., pág. 44.
28. ↑ Shirer, ibid., pág. 46.
29. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 63.
30. ↑ Ápud Ian Kershaw, «Hitler y la singularidad del nazismo», en Hitler, los
alemanes y la Solución Final, pág. 562.
31. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 64.
32. ↑ Shirer, ibid., pág. 66.
33. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 70.
34. ↑ Shirer, ibid., pág. 71.
35. ↑ Shirer, ibid., pág. 75.
36. ↑ Shirer, ibid., pág. 76.
37. ↑ Shirer, ibid., pág. 78.
38. ↑ Shirer, ibid., pág. 79.
39. ↑ Shirer, ibid., pág. 80.
40. ↑ abcde Shirer, ibid., pág. 82.
41. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 84.
42. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 87.
43. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 89.
44. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 81.
45. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 112.
46. ↑ Heiden, ibid., pág. 251.
47. ↑ Heiden, ibid., pág. 255.
48. ↑ Shirer, ibid., pág. 118.
49. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 119.
50. ↑ Shirer, ibid., pág. 129.
51. ↑ Shirer, ibid., pág. 130.
52. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 121.
53. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 123.
54. ↑ Shirer, ibid., pág. 122.
55. ↑ Shirer, ibid., pág. 127.
56. ↑ Shirer, ibid., pág. 136.
57. ↑ Shirer, ibid., pág. 138.
58. ↑ Shirer, ibid., pág. 137.
59. ↑ Shirer, ibid., pág. 144.
60. ↑ Shirer, ibid., pág. 172.
61. ↑ Heiden, ibid., pág. 433.
62. ↑ Shirer, ibid., pág. 154.
63. ↑ Heiden, ibid., pág. 434.
64. ↑ Shirer, ibid., pág. 153.
65. ↑ Shirer, ibid., pág. 158.
66. ↑ Shirer, ibid., pág. 161.
67. ↑ Showalter, Dennis; Astore, William J. (27-04-2005). Hindenburg: Icon of
German Militarism (Hindenburg: Icono del militarismo alemán). Potomac Books
Inc.. pp. 89. ISBN1574886541. (en inglés)
68. ↑ Shirer, ibid., pág. 188.
69. ↑ abc Toland, ibid., pág. 440.
70. ↑ Toland, ibid., pág. 441.
71. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 189.
72. ↑ Toland, ibid., pág. 455.
73. ↑ Toland, ibid., pág. 442.
74. ↑ Toland, ibid., pág. 443.
75. ↑ Shirer, ibid., pág. 191.
76. ↑ Toland, ibid., pág. 445.
77. ↑ Toland, ibid., pág. 483.
78. ↑ abc Toland, ibid., pág. 451.
79. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 194.
80. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 195.
81. ↑ Toland, ibid., pág. 456.
82. ↑ Shirer, ibid., pág. 196.
83. ↑ abc Toland, ibid., pág. 459.
84. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 198.
85. ↑ Toland, ibid., pág. 460.
86. ↑ Shirer, ibid., pág. 199.
87. ↑ Según Shirer fueron 84 los diputados socialdemócratas.
88. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 200.
89. ↑ abc Shirer, ibid., pág. 202.
90. ↑ ab Shirer, ibid., pág. 203.
91. ↑ abcdef Shirer, ibid., pág. 201.
92. ↑ ab Toland, ibid., pág. 470.
93. ↑ ab Toland, ibid., pág. 464.
94. ↑ abc Toland, ibid., pág. 466.
95. ↑ «La KGB ordenó quemar los restos de Hitler y tirarlos al río» (11 de diciembre de
2009). Consultado el 12 de diciembre de 2009.
96. ↑ Daily Mail 28/09/2009 [1]
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99. ↑ ab Ferry, Luc. El Nuevo Orden Ecológico
100.↑Proyecto de Acuerdo 52 de 2002 Concejo de Bogota D.C.
101.↑ Ian Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y
la Solución Final, La Esfera de los Libros, Madrid, 2009, pág. 155.
102.↑ Cf. Ian Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los
alemanes y la Solución Final, La Esfera de los Libros, Madrid, 2009, pág. 156.
103.↑ Cf. Ian Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los
alemanes y la Solución Final, La Esfera de los Libros, Madrid, 2009, pág. 157.
104.↑ Ian Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y
la Solución Final, La Esfera de los Libros, Madrid, 2009, pág. 159.
105.↑ Ian Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y
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106.↑The Jew of Linz: Hitler, Wittgenstein and Their Secret Battle for the Mind (1999)
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Bibliografía
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• Gómez Miguel, Raúl (2008). Política. El poder de las palabras, las ideas y el
ingenio. México: Trillas. ISBN 978-968-24-8319-6
• Kershaw, Ian: Hitler 1889–1936, Ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 2000. ISBN
84-226-7892-6.
• Kershaw, Ian: Hitler 1936–1945, Ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 2000. ISBN
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• Roberts, Andrew: Hitler y Churchill: Los secretos del liderazgo, Ed. Taurus
Ediciones, Madrid, 2003. ISBN 84-306-0503-7.
• Shirer, William Lawrence. The rise and fall of the Third Reich; a history of Nazi
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Digital General Collection: Simon & Schuster.
• Solar, David: La caída de los dioses: Errores estratégicos de Hitler, Ed. La Esfera
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• Solar, David: El último día de Adolf Hitler, Ed. La Esfera de los libros, Madrid,
2004. ISBN 84-9734-214-3.
• Steinert, Marlis: Hitler, Ed. Javier Vergara, Editor, Buenos Aires, 1996. ISBN 950-
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• Steinert, Marlis: Hitler y el universo hitleriano, Ed. Ediciones B, Barcelona, 2004.
ISBN 84-666-1549-0.
• Trevor-Roper, Hugh: Los últimos días de Hitler, Ed. Nuevas Ediciones De Bolsillo,
Barcelona, 2003. ISBN 84-9759-725-7.
• Gitta Sereny: Albert Speer: Su lucha con la verdad-Ed. Vergara-2006
• Kogon, Eugen: El Estado de la SS, Ed. Alba, Madrid, 2005, ISBN: 84-8428-248-1.
Enlaces externos
• Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Adolf Hitler.
Commons

• Wikisource contiene obras originales de o sobre Adolf Hitler.Wikisource

• Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Adolf Hitler. Wikiquote


• Juan Francisco Fuentes, «Libros que matan» (reseña de Los libros del gran
dictador. Las lecturas que moldearon la vida y la ideología de Adolf Hitler),
Revista de Libros, 165, septiembre de 2010.
Vídeos originales
• Imágenes privadas de Hitler y algunos conocidos en YouTube
• Hitler y su perro en YouTube
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