Sei sulla pagina 1di 18

Código: 2 0 1 7 3 5 5 4

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

TRABAJO INDIVIDUAL

EL MODELO DE ACUSACION CONSTITUCIONAL. LAS FIGURAS DE JUICIO


POLÍTICO Y ANTEJUICIO.

NOMBRE : RONALD MARCIAL MENDOZA OCHOA.

ESCUELA DE POSGRADO : MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL

CURSO : DERECHO PARALMENTARIO

PROFESORES : CARLOS MOISES BLANCAS BUSTAMANTE


ABRAHAM GARCIA CHAVARRI

SEMESTRE 2018-I
INDICE

1. INTRODUCCION

2. EL JUICIO POLÍTICO

3. EL ANTEJUICIO

4. CASO PERUANO EN REFERENCIA A LAS FIGURAS DEL ANTEJUICIO Y


JUICIO POLÍTICO

5. EL DEBIDO PROCESO Y SU APLICACIÓN EN EL JUICIO POLÍTICO

6. POSICION ASUMIDA EN TORNO A LA DISCUSION

7. CONCLUSIONES

8. BIBLIOGRAFIA
EL MODELO DE ACUSACION CONSTITUCIONAL. LAS FIGURAS DE JUICIO
POLÍTICO Y ANTEJUICIO.

1.- INTRODUCCION

El Juicio Político y el Antejuicio, son dos figuras relacionadas al control


parlamentario que ejercen los congresistas sobre los funcionarios públicos de mayor
jerarquía en el país; sin embargo, pese a su parecido en el nombre y la identidad del
órgano encargo de practicarlos, constituyen instituciones diferentes, dotadas de
características singulares, en el caso del antejuicio es un procedimiento basado
exclusivamente en consideraciones de índole jurídicas, reservado para casos de delitos
cometidos por los funcionarios del Estado, en ejercicio de sus funciones, siendo el
objetivo perseguido por este procedimiento el levantamiento de la inmunidad del
funcionario, para que posteriormente pueda ser sometido a un proceso judicial, donde se
pueda determinar su responsabilidad, frente a los cargos imputados en su contra; de otro
lado, la figura del juicio político, se encontraba fundamentado en cuestiones de índole
política, buscando son ello que el alto funcionario público, sea retirado del cargo por
considerar que se encuentra realizando un ejercicio indigno del mismo, en este último
supuesto es evidente que el Parlamento actúa con una potestad sancionadora, la cual no
se aprecia en el antejuicio, pues en este supuesto el encargado de sancionar al
funcionario será el Órgano Jurisdiccional.

Teniendo en cuenta, estos postulados, es de apreciarse a simple vista que se trata


de dos instituciones distintas la una de la otra; sin embargo, el Perú lejos de optar por una
de ellas, desde la vigencia de Constitución de 1993, posee una especie de sistema mixto,
pues de la redacción de los artículos 99° y 100°, se desprende que tanto el juicio político
como el antejuicio a la fecha se encuentran vigentes dentro de nuestro sistema jurídico.

En dicho escenario, el Tribunal Constitucional al emitir pronunciamiento e


ratificando esta interpretación el Expediente N° 0006-2003-AI/TC, de fecha 01 de
diciembre de 2003 (Caso 65 congresistas de la República), lejos de optar por uno u otro
sistema, ratificó que en nuestra legislación constitucional coexisten ambos tipos de
control parlamentario,precisando en dicha ocasión que el antejuicio será empleado en
supuestos de comisión de delitos de función, mientras que el juicio político deberá ser
impulsado en casos de infracción constitucional.

Ahora bien, luego de algunos pronunciamientos en torno a las figuras antes


señaladas, el máximo intérprete de la constitución, al emitir sentencias posterioresagregó
una variante más a este sistema tan peculiar que manejamos, el cual no es otro que el
reconocimiento del derecho al debido proceso que se debe procurar para los funcionarios
públicos pasibles de estos procedimientos (Juicio Político y Antejuicio); esta última
cuestión es quizá la que me ha llamado más la atención, toda vez que, el Derecho al
Debido Proceso, es uno de naturaleza muy compleja, el cual alberga en su interior una
gran cantidad de prerrogativas, por lo que, la aplicación de este criterio elaborado por el
TC, termina siendo muy complicado tanto para los parlamentarios de las comisiones
investigadoras, como para los jueces que deben resolver los pedidos de formulados por
los investigados; ya que, hasta la fecha existe incertidumbre en cuanto a si al interior de
un procedimiento de control parlamentario se debe proteger en su plenitud este derecho o
solo algunas de sus aristas más importantes.

2.- EL JUICIO POLÍTICO

El Juicio Político o “Impeachment” (Significa Acusación), es una figura propia del


derecho inglés, que nació aproximadamente en el siglo XIV, cuyos supuestos iniciales de
regulación se encontraban reservados para delitos o actos políticosque tuvieran
lugardurante la gestión del Estado (Eguiguren 2008:113), es así que, tras el paso
deltiempo esta institución, terminó siendo empleada por la Cámara de los Lores para el
juicio de los altos funcionarios que eran acusados por un desempeño inadecuado de sus
funciones.

La institución del juicio político posee una finalidad política, vinculada con la
protección del Estado como tal (En Gallo, Vicente 1987: 70), pues al evaluarse la
adecuada o inadecuada conducta moral de los altos funcionarios, únicamente se está
garantizando con ello elcorrecto desempeño en la función pública encomendada a un
determinado individuo.

El "Impeachment" busca con su actuación que el funcionario público al cual se le


encontró responsable de una conducta indigna,sea retirado o apartado de forma
inmediata del cargo que viene desempeñando (García Chavarri 2008:06), incluso de
considerarlo necesario el Parlamento podría inhabilitar permanentemente al sancionado,
para que en el fututo no vuelva a desempeñar otro cargo de igual naturaleza aladel cual
es separado.

Del desarrollo de los párrafos anteriores, es notorio que la naturaleza del


“Impeachment” es eminentemente política, por lo que, a través de este procedimiento se
buscará castigar la faltas de índole política, que terminen siendo perjudiciales para el
funcionamiento del Estado, frente a este tipo de supuestos, es inevitable que existaen
favor del parlamento un grado mucho mayor de discrecionalidad, para poder calificar una
conducta como indigna o contrarias al normal desempeño del cargo; esta posición, si bien
en términos jurídicos puede sonar un tanto arbitraria, debe ser observadaentendida y
observada única y estrictamente desde un prisma político; es decir lo que resulte
conveniente y oportuno para los representantes parlamentarios de turno.

Conocida la naturaleza política de este procedimiento, resulta siendo consecuente


que, la sanción final a imponerse también tenga la misma naturaleza política,
encontrándose basada en los criterios discrecionales del Parlamento, en dicho supuesto
las sanciones más comunes a las que apela el legislativo son el de la destitución yla
inhabilitación temporal o permanente para el ejercicio del cargo público; ahora bien,
conforme advierte García Chavarri, existe un grupo de la doctrina constitucional que,
considera que la destitución o separación del cargo no constituye ningún tipo de sanción,
dado que, las funciones públicas no se ejercen a título personal, sino en representación
de la comunidad; por lo que, el Parlamento al ser el representante legítimo de esa
comunidad, tiene la potestad de decidir quien ejerce y quien no la función pública; si bien,
este criterio resulta bastante interesante, considero que no termina siendo el adecuado,
pues las personas independientemente de la sociedad, poseen un derecho al acceso a la
función pública, el cual se ve afectado cuando un individuo es destituido o suspendido del
cargo publica que venía desempeñando; en consecuencia, consideramos que en los
casos de Juicios Políticos, nos encontramos frente a sanciones reales y ciertas que
pueden afectar los derechos de las personas.

Finalmente, un aspecto bastante llamativo del Juicio Político es que la sanción que
se impone al funcionario cuestionado, pese a restringir algunos derechos, no podría ser
cuestionada en sede judicial; es decir, las decisiones que asumiría el Parlamento en este
tipo de procedimientos son de carácter irrevisables; pues, tal y como hemos venido
señalando, se debe a que en el procedimiento únicamente han intervenido razones de
índole política, mas no jurídicas, por lo que, al basarse la decisión de inhabilitación o
destitución del funcionario en motivos exclusivamente de conveniencia y oportunidad
política (García Chavarri 2008:10), un juez no podría revocar la decisión adoptada, por
pertenecer a la categoría denominada cuestiones políticas no justiciables; sin embargo,
algunos autores como AndrésIbáñez, consideran que en el marco de un Estado
Constitucional de Derecho, resulta inadmisible que existan zonas exentas de control
judicial, sin importar que se traten de actos político administrativos; al respecto, considero
que hoy en día, en plena vigencia de los contenidos materiales sobre los formales, no se
puede ser tan tajante a la hora de resolver un caso tan importante como son los de los
juicios políticos; pues si bien, el juez no puede controlar las funciones parlamentarias, ello
creo yo, no exime al Parlamento de emitir sus acuerdos, respetando algunos estándares
del debido proceso, tal cual veremos más adelante.

3.- EL ANTEJUICIO

El Antejuicio es una figura de origen francés que se creó como un procedimiento


diferenciado que buscaba un tratamiento diferenciado a las conductas criminales o
delictivas perpetradas por los altos funcionarios estatales - ministros (Cairo Roldan
2000:324); en dicho sentido, se consideró oportuno crear esta institución en vista a que
los funcionarios públicos de mayor jerarquía, tal cual sucede hasta la fecha, se
encontraban envestidos de inmunidad parlamentaria, circunstancia que impedía que sean
pasibles de ser procesados penalmente por la comisión de los delitos que se les pudieran
imputar; en dicho escenario, se pensó en este procedimiento como una especie de
antesala al proceso judicial (García Chavarri 2002: 16), en la cual la Asamblea
(Parlamento), pueda decidir si correspondía o no retirar la inmunidad al funcionario a
efectos de que sea procesado y juzgado por el órgano jurisdiccional.

Siendo ello así, resulta notoria la diferencia con el juicio político, por cuanto en este
procedimiento no se busca sancionar o separar del cargo a un funcionario público, sino
únicamente la de levantar su inmunidad, a efectos de que el Órgano Jurisdiccional sea el
encargado de procesarlo por la comisión de un delito en ejercicio de sus funciones y de
ser el caso sancionarlo; asimismo, un procedimiento de antejuicio, tiene su origen en
cuestiones estrictamente jurídicas (delitos de función), quedando al margen de éste las
conveniencias políticas que pudieran presentarse en el caso en concreto; por lo tanto, el
Parlamento al momento de tomar una decisión relacionada a los casos de antejuicio,
deberá ser más riguroso, en cuanto a la fundamentación de su decisión; dado que,
conforme se ha señalado anteriormente, la acusación constitucional que da origen al
antejuicio, tiene un basamento estrictamente jurídico, el mismo que se halla, representado
por el tipo penal que se le imputa y los indicios que vinculen al funcionario público con la
comisión del hecho delictivo, atribuyéndosele participación directa en calidad de autor,
coautor o cómplice; cabe resaltar nuevamente que en el caso de aprobarse el pedido de
levantamiento de la inmunidad, corresponderá a los tribunales ordinarios determinar la
culpabilidad del funcionario (García Chavarri 2002: 18).

Finalmente, resulta necesario precisar en base a lo señalado en los párrafos


precedentes que, en el procedimiento de Antejuicio propiamente dicho, no existe ningún
tipo de sanción para el funcionario público acusado, ya que, conforme a su finalidad, el
objetivo perseguido en este procedimiento es el de permitir a la judicatura penal procesar
al funcionario y de ser necesario sancionarlo mediante una sentencia debidamente
motivada; ahora bien, la eventual suspensión en el ejercicio de las funciones que podría
darse en caso de ser sometido a un proceso judicial, no constituye en ningún caso una
sanción por parte del Parlamento; pues esta únicamente constituye una medida si se
quiere preventiva que busca evitar que el funcionario acusado, utilice el poder político del
cual se encuentra envestido para influenciar el fallo que pudiera darse al interior del
proceso penal (Paniagua Corazao 1999: 187); mas aun, si tomamos en cuenta que dicha
medida únicamente es de carácter temporal, por lo que, podrá retomar con normalidad el
ejercicio de sus funciones en caso de ser absuelto de los cargos imputados en su contra.

Luego de esta breve explicación, queda claro que tanto el Juicio político como el
Antejuicio, son figuras distintas la una de la otra, las mismas que se fundan y buscan
contenidos distintos; por lo que, a fin de graficar de mejor forma esta situación, presento el
siguiente cuadro resumen.

Juicio Político Antejuicio

Se basa en cuestiones meramente Se basa en cuestiones de índole jurídica,


políticas. (conveniencia y oportunidad) vale decir la comisión de un hecho
tipificado como delito.

Este procedimiento busca la imposición de No busca sanción alguna para el


una sanción política (destitución o funcionario acusado de la comisión del
inhabilitación) delito

Tiene su origen en el derecho ingles Tiene su origen en el derecho francés

4.- CASO PERUANO EN REFERENCIA A LAS FIGURAS DEL ANTEJUICIO Y JUICIO


POLÍTICO

Desde el inicio de la vida republicana del Perú, nuestra tradición constitucional -


desde la Constitución de 1823 hasta la Carta Política de 1979 -, optó por la figura del
Antejuicio como el mecanismo para el ejercicio del control parlamentario de los
funcionarios públicos, así por ejemplo el inciso 5 del artículo 90 de nuestra primera carta
fundamental autorizaba al Senado a: "(...) Decretar, tanto en los casos ordinarios como en
los extraordinarios, que ha lugar la formación de causa contra el magistrado que ejerciere
el poder ejecutivo, sus ministros, y el Supremo Tribunal de Justicia (...)”; asimismo, la
Constitución de 1979, en el mismo sentido que sus predecesoras establecía en sus
artículos 183 y 184, lo siguiente: "(...) corresponde a la Cámara de Diputados acusar ante
el Senado al Presidente de la República, a los miembros de ambas Cámaras, a los
Ministros de Estado, a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y del Tribunal de
Garantías Constitucionales y a los altos funcionarios de la República que señala la Ley
por infracción de la Constitución y por todo delito cometido en el ejercicio de sus
funciones. (...) Una vez recibida la acusación, podía declarar que había lugar a la
formación de causa contra el funcionario para que éste quedase sujeto a juicio según la
Ley. (...)"; tal y como anticipamos anteriormente, de la lectura de estos articulados, se
desprende claramente que el Perú hasta antes de la vigencia de la Ley fundamental
vigente, abrazaba a la institución del Antejuicio.

Sin embargo después esta claridad conceptual que antes se manejaba respecto a
la figura de control parlamentario vigente en nuestro Estado, se perdió con la aprobación
de Constitución de 1993, ya que, el Constituyente del 1992, en primer lugar eliminó la
figura del Senado, otorgando sus funciones en cierta medida al Pleno del Congreso, de
otro lado al abordar el tema del control parlamentario, entrelazó de forma innecesaria las
características del Antejuicio como las del Juicio Político, circunstancia que nos llevó
desde entender a ambas figuras como sinónimas hasta considerar que en ambas
instituciones son distintas y que conviven en el escenario político actual.

Es así que, de la revisión de los artículos bajo comentario se tiene los siguiente:

El artículo 99° de la Constitución Política establece: “(...) Corresponde a la Comisión


Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente de la República; a los representantes
a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal Constitucional; a los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte Suprema; a
los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la
Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco
años después de que hayan cesado en éstas (...)”; a primera intención y con la sola
lectura de este dispositivo constitucional, pareciera que seguiríamos bajo la lógica de un
Antejuicio; el problema surge, analizar el artículo 100°, pues éste consagra: “(...)
Corresponde al Congreso, sin participación de la Comisión Permanente, suspender o
no al funcionario acusado o inhabilitarlo para el ejercicio de la función pública hasta
por diez años, o destituirlo de su función sin perjuicio de cualquiera otra
responsabilidad. El acusado tiene derecho, en este trámite, a la defensa por sí mismo y
con asistencia de abogado ante la Comisión Permanente y ante el Pleno del Congreso.
En caso de resolución acusatoria de contenido penal, el Fiscal de la Nación formula
denuncia ante la Corte Suprema en el plazo de cinco días. El Vocal Supremo Penal abre
la instrucción correspondiente. La sentencia absolutoria de la Corte Suprema devuelve al
acusado sus derechos políticos. Los términos de la denuncia fiscal y del auto apertorio de
instrucción no pueden exceder ni reducir los términos de la acusación del Congreso (...)”.
(resaltado nos corresponde); del análisis de dichos articulados, resulta evidente que
nuestro Constituyente ha incurrido en una especie de distorsión de nuestra tradición
constitucional referida a la Acusación Constitucional y al Antejuicio Político; se ha
introducido dentro de esta figura, matices propios al juicio político (García Chavarri
2008:340); así se puede identificar que ahora la labor del parlamento no se ciñe
únicamente a evaluar el levantamiento de la inmunidad del funcionario público, para que
pueda ser procesado y eventualmente sancionado en la vía judicial correspondiente; sino
que, el congreso independientemente de la sanción que pudiera recaer sobre el
funcionario en el proceso jurisdiccional, tiene la atribución de destituirlo y/o inhabilitarlo, lo
cual, tal y como se ha detallado en párrafos anteriores era una característica propia del
juicio político, en donde el parlamento por cuestiones de índole político, podía aplicar este
tipo de castigos; frente a este cambio, el Tribunal Constitucional ha ido construyendo una
criterio interpretativo que ha ido desde identificar a ambas instituciones como sinónimas
hasta llegar al pronunciamiento emito en el Expediente N° 0006-2003-AI/TC, de fecha 01
de diciembre de 2003, en la cual el máximo intérprete de la Constitución señaló que en
nuestro sistema de acusación constitucional actual conviven tanto el Antejuicio como el
Juicio Político, encontrándose reservado el primero de ellos para los supuestos de delitos
de función cometidos por altos funcionarios públicos (Presidente de la República,
Ministros, Congresistas, Fiscal de la Nación, Contralor General de la República, Defensor
del pueblo); mientras que, el segundo de los procedimientos debía ser aplicado a los
casos en los cuales dichos funcionarios cometían una infracción a la Constitución.
Este pronunciamiento, lejos de disipar las dudas existentes en torno a la acusación
constitucional, generó la aparición de nuevas y profundas incertidumbres; así por ejemplo
debemos señalar que, si bien los delitos de función son fácilmente identificables, al
encontrarse expresamente tipificados en el Código Penal; sin embargo, en el caso de la
infracción a la Constitución, la situación se torna mucho más compleja e incluso
podríamos decir vacía de contenido; pues, pese a algunos esfuerzos realizados por el
Tribunal Constitucional de ejemplificar cuando nos encontraríamos frente a unos de estos
supuestos (Caso Luz Salgado Rubianes y Carmen Lozada de Gamboa - Expediente
3593-2006-AA/TC), hasta la fecha el legislador no ha cumplido con legislar y tipificar las
conductas que se encuadran dentro de los supuestos de la denominada Infracción a la
Constitución; por lo que, siendo ello así, se aprecia que en cuanto a este extremo existe
un déficit enorme; el mismo que por aplicación del principio de Legalidad y sobre todo de
Taxatividad, impide al Congreso investigar y eventualmente sancionar a los altos
funcionarios por esta causal; pues conforme establecen los principios fundadores del
derecho, nadie puede ser procesado ni sancionado por una conducta que no esté
previamente prohibida o vetada por el ordenamiento jurídico.

Por otra parte, es también muy llamativo, los efectos que produce en la realidad el
último párrafo del artículo 100° de la Constitución, el cual establece que en caso de que el
Parlamento decida aprobar la acusación constitucional en contra de un funcionario
público, el Ministerio Publico (Fiscal de la Nación), así como el Poder Judicial (Corte
Suprema), deben, investigar, instruir, acusar y resolver el caso, sin exceder o reducir los
términos facticos y jurídicos dispuestos por el Parlamento; al respecto, consideramos que
el tal cual se encuentra redactado este articulado, existe una seria afectación a la
autonomía constitucional tanto del Ministerio Público como del Poder Judicial, pues son
ellos los que en ejercicio de sus competencias los que derivan identificar que hechos
constituyen o no delito y no estar supeditados a un dictamen elaborado por Congresistas
que en ningún caso ejercen la función jurisdiccional; tal cual es de apreciarse, este
también constituye otro de los problemas que actualmente pueden ser observados en
atención a la figura de la Acusación Constitucional.
Sin perjuicio de lo advertido anteriormente, pasare a desarrollar otro de los
problemas que aquejan actualmente a los procedimientos de Juicio y Antejuicio Político, el
cual se encuentra referido a si en dichos procedimientos se deben garantizar a los
funcionarios públicos acusados el ejercicio pleno del derecho al Debido Proceso.

5.- EL DEBIDO PROCESO Y SU APLICACIÓN EN EL JUICIO POLÍTICO

El debido proceso es un derecho humano, que busca resolver de forma justa las
controversias que se presentan ante las autoridades judiciales. Este derecho contiene una
doble dimensión, pues además de responder a los elementos formales o procedimentales
de un proceso (juez natural, derecho de defensa, plazo razonable, motivación resolutoria,
acceso a los recursos, instancia plural, etc.), asegura elementos sustantivos o materiales,
lo que supone la preservación de criterios de justicia que sustenten toda decisión (juicio
de razonabilidad, juicio de proporcionalidad, etc.); este derecho no debe ser entendido
únicamente para la vía judicial, sino que se puede expandir a los distintos ámbitos del que
hacer jurídico, en tal sentido, podremos hablar de un debido proceso administrativo, de un
debido proceso corporativo particular, de un debido proceso parlamentario, etc., pues lo
que en esencia asegura el debido proceso es la emisión de una decisión
procedimentalmente correcta con respecto de sus etapas y plazos, y sobre todo, que se
haga justicia. (Landa Arroyo 2012: 59).

Este concepto del debido proceso, consideramos que es el que más se adecua a
las necesidades del Estad constitucional de derecho, en donde mas allá de las
formalidades, lo importante es que las decisiones que adopte el estado se encuentre
materialmente conforme a los lineamientos establecidos en la Constitución; siendo por
tanto exigible que en un procedimiento de acusación Constitucional se protejan los
contenidos sustanciales y procesales al debido proceso.

En esta línea la Corte Interamericana asumió esta misma concepción a partir de la


Opinión Consultiva Nº 9 del año 1987 y posteriormente en el caso Ivcher Bronstein vs.
Perú se estableció:
“ (...) Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un “juez
o tribunal competente” para la “determinación de sus derechos”, esta expresión se refiere
a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que a través
de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón
mencionada, esta Corte considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones
de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones
apegadas a las garantías del debido proceso legal en los términos del artículo 8° de la

Convención Americana (...)”.

Asimismo, el Tribunal Constitucional Peruano a partir de la emisión de los


pronunciamientos en los casos Carlos Alberto Boloña (Expediente 05312-2006-PA/TC),
Princeton Dover Corporation (Expediente 7289-2005-PA/TC), Minera Sulliden Shahuindo
SAC (Expediente 6149-2006-PA) y Compañía de Exploraciones Algamarca ( Expediente
6662-2006-PA/TC); estableció básicamente que en el Perú el Debido Proceso era un
derecho que debía garantizar toda entidad pública y privada, siendo que, cualquier
procedimiento que se promueva ante tales organismos debía cumplir con los estándares
regulados por dicha prerrogativa; asimismo, el TC señaló expresamente que el Congreso
de la República debía respetar este derecho al interior de los procesos de antejuicio y
juicio político.

Entonces queda claro que, es una obligación del Parlamento cumplir con los
cánones del debido proceso cuando lleve a cabo un procedimiento de juicio político o
antejuicio en contra de un alto funcionario del Estado, hasta aquí queda claro que para el
parlamento es una obligación el respeto de los cánones del debido proceso; sin embargo,
la duda surge en cuanto a que, como sabemos este derecho es quizá uno de los más
grandes en cuanto a contenido que se tiene en la actualidad; por lo que, es válido
preguntarnos si en un procedimiento de corte parlamentario, que no es equiparable a uno
de naturaleza jurisdiccional, es exigible el respeto irrestricto de todos los contenidos del
debido proceso.

6.- POSICION ASUMIDA EN TORNO A LA DISCUSION


La posición que tengo en referencia al cuestionamiento realizado anteriormente es
que en primer lugar no sería lógico garantizar todos los contenidos del debido proceso en
los procedimientos de Antejuicio o Juicio Político; ya que, conforme advertimos estos
procedimientos no poseen una naturaleza jurisdiccional que busque privar de la libertad
personal al acusado, sino que únicamente buscan o sancionar políticamente a un
funcionario o levantarle la inmunidad para que el órgano jurisdiccional sea el encargado
de determinar su culpabilidad en la comisión de un delito de función, ello de acuerdo al
procedimiento parlamentario que corresponda seguir en contra del funcionario; siendo ello
así, es de señalar también que si existen parámetros y derechos que conforman el debido
proceso que si deben ser respetados por el Parlamento al ínterin de los procedimientos
antes señalados, pues pese a no alcanzar el rango jurisdiccional, no dejan de ser
procedimientos en los cuales se encuentran inmersos otros derechos y/o garantías
constitucionales (inmunidad parlamentaria, derecho al ejercicio del cargo público, derecho
al trabajo, etc) ajenos a la libertad personal que exigen una debida protección; por lo que,
resulta pertinente garantizarles en un primer momento que la acusación constitucional
deba ser proporcional y razonable; es decir que obedezca a una finalidad constitucional
(idoneidad), que no exista otro medio menos gravoso para el afectado que garantice de la
misma forma el fin buscado y que sobre todo obedezca a la búsqueda de la justicia; una
vez superado este nivel, considero que es lógico garantizarle al funcionario público
derechos de orden procesal como los de defensa, a la prueba, a una debida motivación, a
un juzgador natural, al plazo razonable y al nebis in idem, por supuesto que, esta lista no
es cerrada pues se pueden considerar derechos mas o derechos menos; ahora bien, el de
la mano del hecho de reconocer el respeto de estos derechos, vine el tema de su
exigibilidad, es decir en caso de su afectación pueden ser reclamados ante el Órgano
Jurisdiccional, tal cual ha ocurrido en los casos de los ex presidentes Alan García y
Alejandro Toledo, quienes vía amparo acudieron al Poder judicial para dejar sin efecto las
investigaciones parlamentarias que se les seguían en el congreso, en el caso del primero
pudo lograr su cometido y con ello suspender el procedimiento que se le estaba
siguiendo; al respecto considero que el verdadero reto para justamente se encuentra en
determinar el grado de protección que se debe dar a estos derechos, si es uno bajo,
medio o intenso, yo considero como este extremo deberá ser evaluado caso a caso, pues
conforme la formula de ponderación de Alexy, las circunstancias propias a cada hecho la
concierten en una formula movible que puede variar dependiendo al análisis que se dé a
estas circunstancias.

Finalmente, considero que dada la envergadura política de los sujetos pasivos y


activos de estos procedimientos, debería ser el Tribunal Constitucional el que conozca
directamente los recursos de amparo que presenten los funcionarios públicos y de no ser
así, otra posible alternativa podría ser el habilitar el recurso de Agravio Constitucional para
estos supuestos aun en casos de sentencias estimatorias; circunstancia que garantizaría
de mejor forma tanto los derechos de los funcionarios, como las competencias del poder
legislativo para controlar a los funcionarios públicos de alto nivel en el Estado.

7.- CONCLUSIONES

 La primera conclusión a la cual puedo arribar es que actualmente nuestra


Constitución, posee una mala regulación de las figuras del Antejuicio y juicio
Político, pues lejos de optar por una de ellas, ha complicado el panorama al
realizar una especie de mezcla entre ambas.

 Como consecuencia de la mala técnica legislativa del constituyente, hoy en día se


presentan muchos inconvenientes como el tema de la invasión de competencias
que el legislativo esta habiendo en detrimento del Ministerio Publico y del Poder
Judicial, ya que, pese a que uno es titular de la acción penal y el otro el único
facultado para juzgar a una persona, son obligados por la constitución a respetar
de forma arbitraria los contenidos facticos y jurídicos del dictamen de acusación
constitucional elaborado por el congreso.

 Existe un gran vacío en nuestra legislación en cuanto a lo concerniente al tema de


infracción a la constitución, pues hasta la fecha no se ha cumplido con tipificar que
conductas se enmarcarían dentro de este apartado, lo cual, genera que el Juicio
Político al menos en este extremo no pueda ser aplicado en la realidad.

 Resulta innegable que el derecho al debido proceso debe ser respetado al interior
de los procedimientos parlamentarios del Antejuicio y Juicio Político; sin embargo
en la actualidad aun existen muchas dudas en cuanto a su aplicación en concreto;
en dicho escenario consideramos que no puede ser aplicado en su totalidad como
ocurre en un proceso judicial; dado que, este no es equiparable a los mencionados
procedimientos de control parlamentario; en dicho escenario, creemos que una
buena alternativa es la de optar por evaluar cada caso en concreto, aplicando las
reglas básicas de una ponderación de derechos.

 Finalmente, considero que el Tribunal Constitucional tendría que tener un rol más
activo en la resolución de los amparos que sean interpuestos por los funcionarios
públicos con ocasión de la vulneración del debido proceso en casos de juicio
político o antejuicio, siendo una alternativa que se convierta en instancia única de
estos reclamos o que en su defecto extienda la posibilidad del recurso de agravio
constitucional atípico a estos supuestos.

8.- BIBLIOGRAFIA:

CAIRO ROLDAN, Omar


2008 “El juicio Político en el Perú”. En De Iure. Revista Editada por alumnos de la
Universidad de Lima: Lima.

CHAVARRI GARCIA, Abraham


2008 “Acusación Constitucional y Debido Proceso. Estudio del modelo peruano de
determinación de la responsabilidad de los altos funcionarios por parte del
Congreso de la República”. En Jurista Editores: Lima.
CHAVARRI GARCIA, Abraham
2008 “Acusación Constitucional, Juicio Político y Antejuicio”. En Cuaderno de Trabajo N°
09. Pontificia universidad Católica del Perú: Lima.

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


2001 Corte IDH. Caso Ivcher Bronstein vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de febrero de 2001. Serie C No. 74
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_54_esp.pdf

EGUIGUREN PRAELI, Francisco José


2008 “Antejuicio y Juicio Político en el Perú”. En Pensamiento Constitucional. Volumen
13. Fondo Editorial PUCP: Lima.

LANDA ARROYO, Cesar


2012 “El Derecho al Debido Proceso en la Jurisprudencia: Corte Suprema de Justicia de
la República del Perú, Tribunal Constitucional, Corte Interamericana de Derechos
Humanos”. Volumen I. Editora Diskcopy S.A.C: Lima, pp. 59.

PANIAGUA CORAZAO, Valentín


1999 “La justiciabilidad de los actos político-jurisdiccionales del Congreso”. En Anuario
de Justicia Constitucional. centro de Estudios Constitucionales: Madrid.

RODRÍGUEZ – BEREIJO LEÓN, María


2007 “Capítulo IV Valoración de Pruebas y Pruebas Preconstituidas en el Derecho
Tributario”. La prueba en el Derecho Tributario. Navarra: Editorial Aranzandi, SA,
pp. 191-139.

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2003 Expediente N° 0006-2003-AI/TC, del 1 de diciembre de 2003.
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2003/00006-2003-AI.pdf

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2006 Expediente N° 3593-2006-AA/TC, del 04 de diciembre de 2006.
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/03593-2006-AA.html

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2006 Expediente N° 05312-2006-AA/TC, del 06 de noviembre de 2006.
http://tc.gob.pe/jurisprudencia/2006/05312-2006-AA%20Resolucion.pdf

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2006 Expediente N° 7289-2005-PA/TC, del 03 de mayo de 2006.
http://tc.gob.pe/jurisprudencia/2006/07289-2005-AA.pdf

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2006 Expediente N° 6149-2006-PA/TC Y 6662-2006-PA/TC, del 11 de diciembre de
2006
http://tc.gob.pe/jurisprudencia/2006/06149-2006-AA%2006662-2006-AA.pdf

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
2006 Expediente N° 6662-2006-PA/TC, del 11 de diciembre de 2006.
http://tc.gob.pe/jurisprudencia/2006/06149-2006-AA%2006662-2006-AA.pdf

Potrebbero piacerti anche