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Leyenda de la Siguamonta
No hay que confundir a la la Siguamonta con la Siguanaba. La Siguamonta es
una leyenda de principios del Siglo XX, originada en la capital de Guatemala.
Cuenta la historia que en aquel entonces, la todavía pequeña capital estaba
rodeada por barrancos donde sucedían cosas atroces.
El culpable según los testigos era un endemoniado pajarillo dorado de
simpatiquísimo cantar que atraía a los niños curiosos y desobedientes para
embarrancarlos.
La Princesa de Fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de
pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo
publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y
sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y
colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre
todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia
piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su
curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se
explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi
corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una
piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que
ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y
atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y
durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía
siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la
piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra
tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma
tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil
de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y
como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo
inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes
del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían
encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor
humano y pasión por cuanto hacía, que
comenzaron a llamarla cariñosamente "La
princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la
dura corteza del corazón del joven, que tal
y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la
princesa hasta el fin de sus días.
EL ÁRBOL MÁGICO
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro
encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las
palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra,
supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada.
Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se
abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que
decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se
encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran
montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del
mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras
mágicas.
EL HADA FEA
Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más
lista y amable de las hadas. Pero era también un hada muy fea, y por mucho
que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos
estaban empeñados en que lo más importante de un hada tenía que ser su
belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a
una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de
poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:
- ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había
pensado hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo
que le contaba su mamá de pequeña:
- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es
así por alguna razón especial...
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a
todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó
sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así,
pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran
fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y
música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran
hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los
siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la
inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la
fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de
alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
FABULAS
EL ADIVINO
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente
se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban
abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por
qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro
de los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
LA BRUJA
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y
fórmulas para calmar la cólera de los dioses.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces
supremos del país.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has
podido persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo
problema que tengas a cambio de dinero, pero son incapaces de arreglar los
suyos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén
en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para
comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin
que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro, mira que
ni el presente está seguro.
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y
en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco
tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por
los que habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para
sus zambullidas en el lago.