CATASTRO
44 | Martes
Diagonales
12 de octubre de 2010
contratapa
Los fines de la prensa contemporánea
El análisis de
Jorge Muracciole
D
urante mucho tiempo
los propietarios de los
medios de comunica-
ción, y el discurso dominante
de los mismos, daban como
una verdad insospechada el ca-
rácter objetivo de las noticias.
Esta naturalización de la ideo-
logía dominante disimuló en
las últimas décadas, con la uni-
versalización de la prensa co-
mercial, una realidad de pero-
grullo masivamente conocida
en los inicios de la prensa, en
los albores del siglo XX. En esas
épocas la prensa escrita que
monopolizaba la relación co-
municacional de cara a la opi-
nión pública incipiente se defi-
nía con claridad meridiana so-
bre los intereses políticos que
sustentaba y las ideas expresa-
das en sus páginas cotidianas.
La prensa conservadora, en de-
fensa de sus intereses de clase
junto a las tradiciones de las
elites hegemónicas; la crecien-
te vertiente liberal-política bre-
gaba por la separación del Es-
tado de toda dependencia reli-
giosa y por la profundización
de los derechos ciudadanos,
como el voto universal y una
cierta igualdad genérica. O en
su defecto, se manifestaba la
prensa militante propia del
universo obrero, representada
por las ideas socialistas, o los
postulados anticapitalistas ver-
tidos en las páginas de los pe-
riódicos anarquistas y comu-
nistas de la época, y el naciente
sindicalismo que intentó pro-
fundizar el reivindicativismo
obrero, en su articulación con
el naciente Estado keynesiano,
que con posterioridad de la
crisis del 29, reemplazó a las
ideas de la economía liberal
clásica.
En esas primeras décadas del
sigloXX la prensa comercial no
era un fenómeno de masas
como lo fue según pasaron los
años en la larga metamorfosis
del capitalismo de producción
-propio de los albores del for-
dismo- y el naciente consumo
de masas, al posterior capita-
lismo de consumo y servicios.
Justamente con el consumo de
masas y el negocio publicitario,
la prensa tradicional fue trans-
Correa fue víctima en Ecuador de intereses despreciables de parte de la prensa
formándose y necesitó para in-
crementar su pauta de anun-
ciantes y su credibilidad de un
espectro que trascienda sus
originarios lectores partidarios,
fieles a sus principios, de un
periodismo profesional, que
bajo las banderas de una pro-
clamada objetividad se lanzara
a la masificación de su mensa-
je comunicacional.
Si bien no es el objetivo de esta
breve síntesis narrar exhausti-
vamente las etapas de dicha
metamorfosis, lo cierto es que
con posterioridad a la crisis de
los años setenta y el desarrollo
superlativo de los dispositivos
de marketing, los medios de
comunicación y la aparición de
las multimedias fueron siendo
cada vez más una herramienta
de primerísimo orden de los
grupos económicos concentra-
dos, que entendieron que con
los avances tecnológicos una
nueva era acompañaba el nue-
vo patrón de acumulación, una
suerte de retroalimentación
sistémica, atravesada por el
horizonte de la era del conoci-
miento y la biopolítica.
Una de las bases más podero-
sas del concepto de capitalis-
mo cognitivo (Boutang 1999.
Corsani 2003) radica en su ca-
pacidad de ejercer una fuerte
crítica a la pretendida neutrali-
dad de categorías como la so-
ciedad del conocimiento.
En el imaginario social de la
opinión pública contemporá-
nea la idea de neutralidad del
conocimiento y la informa-
ción que van construyendo los
medios, no sólo la realidad
consumida por el común de la
ciudadanía, sino el formateo
del imaginario predominante
en la opinión pública es una
de las asignaturas pendientes
del debate en los medios de
"comunicación".
De este debate no es ajena La-
tinoamérica y la actual emer-
gencia política. A propósito de
esta realidad, los sucesos ocu-
rridos, en diversos países de la
región como la Argentina, en el
caso del punto de inflexión de
las mass medias en su batalla
antigubernamental, iniciada
con la puja distributiva de los
aranceles de exportación de la
soja, y su agravamiento a partir
de la iniciativa oficial por de-
mocratizar el espectro mediáti-
co heredado y consolidado a
partir de la dictadura civico-
militar. O el marcado sesgo ra-
cista de la prensa conservadora
en el Estado multi-étnico boli-
viano. O la intentona golpista
de la semana pasada disfraza-
da por los medios, como rebe-
lión policial en Ecuador, donde
curiosamente, producto de la
Reforma Constituyente del año
pasado, el andamiaje comuni-
cacional del país andino se en-
cuentra en plena transición ha-
cia un espectro comunicacio-
nal más democrático, que ha
puesto límites concretos a la
histórica hegemonía de los
grupos financiero-económicos
propietarios de los principales
medios.
Uno de los casos emblemáticos
es la resistencia a la llamada
"Revolución Ciudadana" que
preside Rafael Correa, del mag-
nate mediático Fidel Egas, que
es presidente tanto de la TV Te-
leamazonas como del Banco
Pichincha. Los sucesos de Qui-
to mostraron con extrema cru-
deza el desapego de los medios
hegemónicos a las institucio-
nes democráticas y su inquina
con el gobierno popular al mi-
nimizar la retención del presi-
dente constitucional del Ecua-
dor por centenares de subleva-
dos , y ponderar las raíces del
intento de golpe en "el descon-
tento reivindicativo de las fuer-
zas policiales".
En paralelo, las declaraciones
de Lula Da Silva, en relación
con la campaña de la prensa
en favor del candidato de la
derecha opositora, encabezada
por el grupo multimedia O
Globo, es una muestra eviden-
te de las finalidades mediáticas
en los procesos abiertos en
América Latina.
Sociólogo, Conicet
FOCO
El escritor,
el hombre
LUIS RIVERA
Cuando la semana pasada se
supo que el premio Nobel de
Literatura era para el peruano
Mario Vargas Llosa, se abrió en
muchos el debate entre la valo-
ración del escritor y el despre-
cio que generan sus comenta-
rios llenos de odio, síntesis de
lo más reaccionario que habita
este continente.
Una compañera de trabajo se
preguntó en su muro de face-
book, por ejemplo: “¿Será este
el momento de dejar atrás los
prejuicios y leer a Vargas Llosa
por primera vez?”
No hacía más que reflejar la di-
cotomía que genera el saber que
conviven esa persona de ideas
reaccionarias con el artista ge-
nerador de momentos únicos.
Pues bien, el hombre lo hizo
de nuevo. Ayer salió a hablar
de la Argentina con esa mora-
lina tan típica de los que se
creen superiores.
Dijo el flamante Nobel de las
letras: “La presidenta Cristina
Fernández conduce un gobier-
no corroído por la corrupción.”
No contento con ello, fue más
allá no ya hablando de perso-
nas que pueden o no gustarle,
sino del país como entidad o
grupo social: “La Argentina está
desapareciendo y es un ejem-
plo a no seguir en el campo po-
lítico de América Latina”.
Lo hizo en declaraciones a ra-
dio La Red, en diálogo con el
periodista Mariano Grondona.
Nada es casual, parece.
Seguramente Vargas Llosa no
debe haber hablado de este
modo en épocas en que las dic-
taduras militares devastaban el
continente o el neoliberalismo
sumía en la pobreza a millones
de latinoamericanos. Tiene de-
recho a pensar como quiera.
También lo tienen muchos a
despreciar sus dichos sin ha-
cerlo con el escritor.