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Martin Bormann tenía 15 años cuando cayó el régimen de Hitler, y él era uno
de los más fervorosos hijos del nazismo. Había crecido empapado en este
régimen, en una escuela de élite para futuros líderes nacionalsocialistas. Era
parte de esa generación que no había conocido nada más, que era "puro" en su
formación y motivación, sin contaminaciones judeocristianas del pasado.
Formaba parte de la raza de "hombres nuevos" que el nazismo propugnaba.
Su padre, también llamado Martin Bormann, no era un nazi más: era la mano
derecha de Hitler, Jefe del Partido, Canciller de Alemania...
En la élite nazi
Como hijo que era de uno de los más altos
Martin Bormann, padre
dignatarios del régimen, Martin estudió en una
academia especial en Baviera para formar a los futuros dirigentes de
Alemania. Allí estuvo 5 años hasta que el Tercer Reich colapsó.
Sacerdote y misionero
Con el tiempo y madurando en su fe católica, vio con claridad que Dios le
llamaba a una vida más comprometida con la verdad y con el servicio a los
demás. El mito del súper hombre y de la raza aria desaparecía en la nebulosa
de un pasado difícil de olvidar. Por todo ello, ingresó en la congregación de
los Misioneros del Sagrado Corazón. Quería ser hermano lego, es decir, no
sacerdote; no se sentía digno de más, y su único objetivo era llevar al mundo
entero el amor y el perdón de Cristo por todos los hombres.
Sin embargo, sus superiores no lo veía así.
Martin era un hombre inteligente y capaz que
podría llegar al sacerdocio. Finalmente le
convencieron. Se ordenó 11 años después:
“¿Por qué me hice sacerdote? Porque me llamó
la gracia de Dios. Me llamó a conservar y
también a colaborar en la difusión entre los
hombres del feliz mensaje de la Redención…
Al principio, no pensé en el sacerdocio, no me
atrevía. Quise prestar mi servicio como
hermano lego. Para eso me dirigí a los
misioneros del Sagrado Corazón. Mi director
espiritual me encaminó con decisión a los
estudios y así he llegado a ser sacerdote en esta
Congregación, para servir a la gloria de Dios y
a la salvación de las almas. En este camino, fui
Bormann, ya de sacerdote
guiado por la Madre (María). Gracias sean
dadas a Dios”. Fue misionero durante 8 años en el Congo, donde llegó a
estar secuestrado por los rebeldes Simba.
En 1969, tras un grave accidente de tráfico, tuvo tiempo para repensarse mucho
su vida y lo que verdaderamente Dios esperaba de él. Vio con claridad que su
vida debía seguir por otros derroteros, por lo pidió la dispensa sacerdotal y al
poco tiempo se casó. Sin embargo su salida no suponía un abandono de la fe, al
contrario.
Profesor universitario
Desde entonces se dedicó a impartir clases en una universidad del centro de
Alemania como profesor de estudios filosóficos, teológicos y de religión.