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Mirar los rostros

Sergio Padilla Moreno

En días recientes hemos sido testigos de noticias que nos pueden hundir en la desesperanza. Nos
damos cuenta que tenemos un mundo confrontado, dividido y muy desigual. Los centros urbanos
padecen graves problemas de movilidad y contaminación, además de peligrosamente
dependientes de los combustibles fósiles. La naturaleza está muy dañada y las reservas mundiales
de agua dulce están cada vez más comprometidas por la sobreexplotación y la contaminación. Al
mismo tiempo, nos damos cuenta que tenemos más enfermedades originadas, en mucho, por el
estrés y la mala alimentación que nos impone nuestro estilo de vida que, siendo muy sinceros, no
nos hace verdaderamente felices. Quizá la mejor manera de demostrar del fracaso del modelo
económico y social que padecemos, y su consecuente crisis, es traer a memoria los numerales 32
al 36 del Documento de Puebla de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (1979),
cuando se hacía un análisis de la realidad de Latinoamericana y se hablaba de rostros sufrientes de
niños, jóvenes, ancianos, indígenas, campesinos, obreros, subempleados y desempleados,
marginados y hacinados urbanos. Estos rostros, a tres décadas de distancia, nos siguen
confrontando.

Uno de los temas más preocupantes que vivimos como sociedad es que a esos rostros les
prestamos atención, de modo efímero, cuando están en medio de la tragedia, como fue el caso del
terrible accidente en Hidalgo o cuando son afectados por desastres naturales. Es por eso urgente
que afinemos la mirada para contemplar los rostros de nuestros hermanos y hermanas más
pobres en medio de su cotidianidad y, así, hacer empatía de corazón con ellos para que nos
preocupemos de compartir en el amor “las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de todos
los seres humanos” (Cfr. Gaudium et spes). El arte puede ser camino para ello y propongo un par
de muestras.

A través de la película Roma el director Alfonso Cuarón nos hace mirar el rostro, vida, anhelos y
dificultades de Cleo, la empleada doméstica protagonista de la cinta, que, aunque es apreciada por
su familia, no deja de ser una mujer marginada. Pero también recomiendo ampliamente el libro “Y
dijo Jesús: Hagamos un pueblo” (Buena Prensa, 2018) con las extraordinarias fotografías de
Enrique Carrasco, así como el inspirado y profundo texto de Pedro de Velasco, ambos queridos
amigos jesuitas. En la contraportada dice que “Ante los desconciertos, sufrimientos e injusticias,
dolor y muerte presentes en el mundo actual, este pequeño libro quiere ser una invitación a la
esperanza. No sólo se trata de presentar un conjunto de fotos bellas con alusiones poéticas.
Textos y fotografías, al unísono, nos presentan una historia: El relato de cómo Dios Hijo quiso irse
haciendo humano, dejándose humanizar por su pueblo y por su mundo.” Hay esperanza, pero
necesitamos aprender a ver, profundamente, el rostro de los demás.

padilla@iteso.mx

MISIONEROS DEL ESPIRITU SANTO/ BIENAVENTURANZAS


https://www.youtube.com/watch?v=GBJyvR9mDe0&start_radio=1&list=RDGBJyvR9mDe0

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