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Contar la maldad

Contar la maldad

Ma Teresa Prieto Quezada


(coordinadora)

2018
Este libro fue sometido a un proceso de dictamen a doble ciego, de acuerdo con las normas
establecidas por el Comité Editorial del Centro Universitario de Ciencias Económico Admi-
nistrativo de la Universidad de Guadalajara. Se prohíbe la reproducción total o parcial sin
el permiso por escrito del editor.

Primera edición, 2018

d.r. © 2018, Universidad de Guadalajara


Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas
Periférico Norte N° 799,
Núcleo Universitario Los Belenes,
C.P. 45100, Zapopan, Jalisco, México.

isbn: 978-607-547-396-3

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Contenido

Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema


de la violencia de género contra las mujeres?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Verónica M. Marín Martínez
Verónica Rubí Beltrán Rizo
Patricia Guadalupe Villagómez Zavala

¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género


sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente. . . . . . . . . . . . . . . 55
Rebeca del Pino Peña

El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas


de violencia contra las mujeres en Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Amanda Parra Cárdenas
Yuliet Dayana López López

Narrativas de malos tratos en la infancia como pautas


de crianza: un estudio marental en la región Ciénega. . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Tanya Elizabeth Méndez Luévano
Orlando Reynoso Orozco

Crónica de un feminicidio impune . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127


Jorge Gómez Naredo

Violencia y maldad acecha a periodistas:


In memoriam de Javier Valdez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
María Teresa Prieto Quezada
José Claudio Carrillo Navarro
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
Ivar César Oliveira de Vasconcelos
Adriana Lira
Iomar Pirangi Soares
Candido Alberto da Costa Gomes

La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta 


de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . 209
Herberth Alexander Oliva

Vamos a andar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223


Yoanka Rodney Rodríguez
Mirta García Leyva

El vampirismo social como factor crítico


de la prevención de las adicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
Óscar Felipe García

Migración centroamericana, estudios de casos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273


Iván Gómez Trejos

Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio


en adolescentes que agreden a sus progenitores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
Jorge Collantes Domínguez

Violencia psicológica en los jardineros


en un coto del estado de Jalisco. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
Patricia Guadalupe Villagómez Zavala
Sergio Adalberto Franco Chávez
Presentación

La maldad implica una actitud de desprecio hacia los principios que sus-
tentan la conducta ética en las comunidades, se genera en la dimensión
interna de las personas y se traduce en su actitud y conducta social. Se
ha conceptualizado como la falta de bondad que una persona debe tener
según su naturaleza o destino, que en ocasiones se aparta de legalidad y
honestidad, causa calamidad y tiene consecuencias negativas.
Sin duda a lo largo de la historia se han dado acontecimientos que
reflejan la maldad en toda su extensión, por lo que resulta interesante
que a través de diversos estudios los autores de la obra que se prologa
nos cuenten varios casos en los que la maldad ha sido la protagonista.
Contar la maldad aborda el estudio de diversos fenómenos. En el
primer capítulo, desde el punto de vista de la psicología, Verónica Marín,
Verónica Beltrán y Patricia Villagómez desarrollan el tema ”¿Cómo
hablar de maldad cuando abordamos el tema de la violencia de género
contra las mujeres?”. Ellas abordan su análisis desde la perspectiva de
que existe maldad en los perpetradores de violencia en contra de las
mujeres mediante tratos injustos y abusivos de manera intencional y sis-
temática. Dicho estudio se realiza con la finalidad de promover el análisis
y la reflexión sobre cómo las mujeres pueden liberarse de la invasión del
mal en sus cuerpos y sus relaciones, dado que sus vidas dependen de las
habilidades que desarrollan para lograr el éxito.
“¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente”, es el título
del segundo capítulo, donde Rebeca del Pino sustenta su análisis expli-
cando la triada “delito-crimen-víctima” recorriendo los conceptos de la
literatura científica de dicho constructo como fundamentación teórica,
mediante un estudio etnográfico, delimitando metafóricamente una
especie de averiguación criminológica, desde la construcción social de

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Ma. Teresa Prieto Quezada

las víctimas de dicho problema laboral, desde una perspectiva de género,


fenómeno con el que se acentúa más la impunidad de la maldad de la
violencia laboral de género en las universidades.
Sin duda la violencia contra las mujeres ha enmarcado los primeros
temas que se presentan en “Contar la maldad”. Amada Parra, quien es
docente e investigadora de la Universidad Libre, y Yuliet López, comu-
nicadora social y periodista, nos hablan de las formas de violencia contra
la mujer en Colombia, en su ensayo “El secreto más oculto está bajo el
miedo...” mostrando casos reales mediante entrevistas, donde destacan
las noticias de 2017, en las que se hace referencia a mujeres que son
víctimas de delitos, como homicidios y hechos violentos, entre otros
datos, en estudios que versan sobre dicha violencia contra las mujeres
colombianas.
A través de las narraciones de un grupo de madres, con pareja y
sin ella, sobre cómo fueron educadas, Tanya Méndez y Orlando Rey-
noso, docentes de la Universidad de Guadalajara en la región Ciénega,
pudieron conocer la situación de las relaciones íntimas en el seno de las
familias, con un especial conocimiento en las creencias de cómo se cría
y educa fundamentalmente a las mujeres. En su estudio “Narrativas de
malos tratos en la infancia como pautas de crianza: un estudio marental
en la Región Ciénega”, se muestra cómo estuvieron sometidas a maltra-
tos, con base en la idea acerca del valor de las mujeres en las familias
y la inversión de prácticas a las que fueron sometidas desde pequeñas.
Contar la maldad, contiene en su capítulo quinto la crónica de un
feminicidio impune, contado por Jorge Gómez, de la Universidad de
Guadalajara. En el capítulo sexto, María Teresa Prieto y José Claudia
Carrillo, en su ensayo “Violencia y maldad acecha a periodistas in memo-
riam de Javier Valdez”, nos hablan de las amenazas, agresiones y eje-
cuciones que enfrentan los periodistas mexicanos, que abordan temas
como el crimen organizado y la corrupción de los políticos.
Ivar Oliveira, Adriana Lira, Iomar Pirangi y Cándido de la Costa, en
el capítulo “El silencio de universitarios en medio del océano de informa-
ciones: seis casos de liberación”, nos hablan de los procesos educativos
que sufren los estudiantes universitarios y que no corresponden a la
intención de formación plana, exponiéndose así a gran cantidad de infor-

10
Acerca de la autora

mación que con frecuencia refuerza la lógica violencia-exclusión-silencio,


proceso en el que los estudiantes más frágiles prefieren guardar silencio.
Se tiene como ejemplo la narrativa de una estudiante, hija de un
docente salvadoreño, que se ve afectada (como cotidianamente le sucede
a los demás estudiantes) por la maldad de las maras y la barbarie en la
que muchos jóvenes, sin intención de ello, pierden el rumbo. Herberth
Oliva, de la Universidad Francisco Gavidia, de El Salvador, en su ensayo
“La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta de las maras en
el sistema educativo de El Salvador”, nos cuenta la vida de Lito, un joven
de 14 años que se convirtió en uno de los principales sicarios de una de
las maras más peligrosas.
Yoanka Rodríguez y Mirta García, de la Universidad de Ciencias
Pedagógicas Enrique José Veona de Cuba, en el capítulo titulado “Vamos
a andar” relata algunos testimonios sobre víctimas de acoso escolar
por homofobia y transfobia, que pueden servir de reflexión para aunar
esfuerzos en la lucha contra la homofobia y la transfobia en las escue-
las, teniendo como objetivo fundamental el papel de la educación en el
contexto escolar educativo cubano.
Sin duda, las adicciones son un problema que afecta de manera
significativa a la sociedad, tema que Óscar Felipe García aborda en su
ensayo “El vampirismo social como factor crítico de la prevención de las
adicciones”, mediante algunas reflexiones (tras años de trabajo con los
jóvenes latinoamericanos) con la intención de evidenciar las voces de los
jóvenes, en un contexto de vulnerabilidad, y la construida desde algunas
instituciones. Se ha basado en experiencias registradas entre 2007 y 2017
en Medellín, Colombia, y Guadalajara, Jalisco, México.
Iván Gómez, licenciado en periodismo, quien es docente e investiga-
dor del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación en la Universidad
Francisco Gavildia, de El salvador, en el capítulo “Migración centroame-
ricana, estudios de caso”, presenta dos sucesos que guardan relación con
la violencia y la migración irregular a Estados Unidos.
El capítulo 12 está escrito por Jorge Collantes, psicólogo especialista
infanto-juvenil y familias, con maestría en terapia familiar y de pareja,
miembro de la Asociación Española de Terapia Narrativa, quien ha deno-
minado su tema “Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio

11
Ma. Teresa Prieto Quezada

en adolescentes que agreden a sus progenitores”, donde nos habla de la


experiencia y reflexión de casos de violencia filio-parental, abordados
con base en la terapia narrativa. Además, se incluyen los factores que
favorecen la violencia filio-parental.
Por último, en el capítulo 13 nos hablan de la violencia psicológica de
las personas que se dedican a la jardinería. Patricia Villagómez y Sergio
Franco, nos ofrecen el capítulo denominado “Violencia psicológica en los
jardineros en un coto del Estado de Jalisco”, en el cual nos describen la
forma en que estas personas son tratadas y muchas veces discriminadas.
Es así como se concibió el libro colectivo Contar la maldad, cuyo
objetivo central es analizar el tema, desde distintas perspectivas
y acontecimientos, lo cual lo convierte en una valiosa aportación
para reconstruir la paz tanto en México como en otros países de
Latinoamérica.

Alfonso Hernández Barrón


Presidente de la Comisión Estatal
de Derechos Humanos Jalisco

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Prólogo

La maldad se cuenta por las experiencias que marcan, en muchas ocasio-


nes, la vida de niños y niñas, jóvenes y adultos. Se cuenta también de los
números y estadísticas escalofriantes que tratan de hacer un diagnóstico
de cómo la maldad ahorca a la población, pero que no alcanzan para dar
solución a las lacerantes acciones que son cada vez más comunes.
Hay eventos y sucesos que trastocan especialmente el ánimo de toda
una región o nación. En Contar la maldad se hace un recuento de este
tipo de eventos que, como huracán acercándose a tierra, han adquirido
una fuerza por la violencia con que se cometen y el agravio que provocan.
A continuación se problematizan los fenómenos que se abordan y para
los que se debe encontrar una resolución que beneficie a una convivencia
sana aún lejana, en lontananza.
Las mujeres son un grupo que siempre ha sido maltratado, relegado
y violentado. Los movimientos que han exigido la equidad y los más
radicales que alcanzaron, por ejemplo, el sufragio universal apenas el
siglo pasado, empujaron la lucha por tener los mismos derechos y liber-
tades que los hombres. Pero en ese trajín la sangre de miles de ellas no
ha dejado de correr.
La saña y agresividad con la cual se han presentado los feminicidios
generan cada vez más indignación, que se ve multiplicada con la impu-
nidad casi generalizada que consiguen los agresores, culpables y actores
intelectuales, perpetrando así una doble victimización para las afectadas
y sus deudos, que no encuentran alivio tras perder a su madre, su hija,
su prima, su amiga…, su coterránea, y vuelven a ser afectadas por un
sistema de impartición de justicia entreverado y corrupto.
Pero la violencia hacia las mujeres no solo se plasma con la violencia
física. El machismo se camufla y complejiza para burlar su exposición
en las esferas públicas y vuelve a resguardarse entre las sombras, donde

13
Contar la maldad

sigue agrediendo al que ha querido denominar “el sexo débil”. En redes


sociales, que se han transformado en las ágoras millennials, existen gru-
pos que denuestan cualquier esbozo de lucha femenina por ganar un
derecho o simplemente respeto hacia su sexo.
Los agresores aprovechan los cada vez más reducidos vacíos de vul-
nerabilidad en que pueden sorprender a las mujeres y las atacan para
someterlas: una calle en soledad, un autobús abarrotado, una posición
jerárquica en una empresa o institución o una discusión familiar. Cual-
quier contexto es aprovechado por los peyorativamente nombrados
“onvres” (sic).
Sin embargo, la percepción de “lo correcto” está dando un giro casi
de 180 grados para que la denuncia, la exigencia de respeto y la equidad
sean las actitudes ideales a favor de las mujeres y no la sumisión, como
históricamente han querido fomentar.
La violencia se impregna en la cultura de millones de personas
desde el mismo nacimiento. Los hijos o tutorados en núcleos familiares
lo resienten. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geo-
grafía e Informática (inegi) el 43.9% de las mujeres ha sufrido violencia
por parte de su actual o última pareja, esposo o novio, a lo largo de su
relación. Una familia rota para los hijos, que de por sí es una letanía ,
es una tragedia que se agudiza más cuando en su escuela, que en varios
casos representa un “segundo hogar”, también sufren acoso.
El llamado anglicistamente mobbing ha despertado un sinfín de
señalamientos y de vigilancia hacia la planta de docentes que agravian
aún más la vida de sus alumnos. Conocido fue un caso donde profesores
de la Universidad de Guadalajara le negaron a un estudiante realizar su
examen de titulación por su forma de vestir. Si bien este caso puede pare-
cer sutil comparado con otros, es una forma de violencia que se ejerce
desde la posición de poder que ostentan algunos profesores.
Las consecuencias de ello se notan en el estrés que afirman vivir a
diario los estudiantes. La Organización para la Cooperación y el Desa-
rrollo Económico (ocde) hizo públicos datos reveladores en 2017: 50%
de los alumnos en México acuden a clases muy tensos; la media de todas
las naciones que conforman esta organización es de 37%.

14
Prólogo

A las instituciones, esta situación las afecta en la eficiencia terminal


de las carreras o facultades y en la deserción en los niveles de educación
básica.
En contraste, el moobing puede revertirse, los propios alumnos pue-
den aprovecharse de las herramientas que cuentan para ejercer presión
contra los profesores, tal como se presenta en países como El Salvador.
Allí, cliques de pandillas identificadas como “Maras” se disputan terri-
torios y poder en regiones de ese país centroamericano. Su integración
a una educación digna que pueda abrir su panorama y alejarlos de acti-
vidades delictivas tiene historias únicas tanto de éxito como de fracasos
que, sin embargo, no demeritan el valor de la política pública.
Otro evento de relevancia, y que ejemplifica cómo la violencia es recí-
proca dentro de las escuelas, se dio cuando un docente de una preparato-
ria, aparentemente, impartía a un grupo una charla con tono misógino.
Una marabunta de críticas embargó a la institución y al implicado que, al
final de cuentas resultó el afectado: sus alumnos grabaron esa clase y la
“filtraron” a un medio de comunicación que abusó de la edición para ter-
giversar el suceso, ya que el maestro trataba de transmitir a los alumnos
el mundo violento en que viven las mujeres mediante ejemplos explícitos.
Estos dos temas iniciales muestran cómo la violencia se traslada casi
cuánticamente en distintas realidades que están íntimamente conecta-
das. El moobing regresa a las agresiones de género y viceversa.
Extendiendo y complejizando aún más el mundo violento que viven
las mujeres, la Oficina Panamericana de la Salud (ops) aporta números
que cuentan cómo los golpes dirigidos a las mujeres, literal y metafórica-
mente hablando, flagelan a toda Latinoamérica. Señala la institución que
entre el 17% y 15% de las mujeres entre quince y 49 años de edad, en doce
países de la región, ha recibido violencia física o sexual por parte de una
pareja alguna vez. En el caso del presente libro se aborda el fenómeno
en México y en Colombia.
A estos capítulos se añade la narración de un caso que trastocó la
vida de una ciudad. Un feminicidio que hasta la fecha no ha encontrado
castigo para los culpables y ha dejado en vilo a los deudos.
Decenas de diagnósticos afirman que la violencia y la maldad tienen
su origen en el núcleo familiar, en casa, donde los menores aprenden

15
Contar la maldad

prácticas frecuentes y las repiten a voluntad porque normalizan las agre-


siones. Los menores fungen como esponjas que absorben y hacen parte
de sí toda reacción bravucona a la menor provocación.
En el núcleo familiar los niños y niñas no tienen manera de evadir
estas circunstancias, ya que sufrirlas en carne propia los lleva a la gene-
ración de recelo, inseguridad, frustración y coraje ante su propia familia
y a las personas externas, en quienes depositan todo tipo de emociones
negativas por su omisión, insensibilidad y falta de apoyo ante su necesi-
dad de afecto. Esos gritos mudos en búsqueda de ayuda en cada ocasión
que mostraron depresión o tristeza.
Aun cuando los infantes no vivan en carne propia esa violencia, el
hecho de ver peleas entre sus padres o tutores, o de mirar la resignación
de su madre o padre ante las reacciones adversas, los afecta desde la
pupila de sus ojos hasta lo más profundo de su médula ósea e inevita-
blemente los lleva a repetir esta personalidad en el futuro y causar otros
tipos de violencia, como las que ya se han enlistado.
Por ello, uno de los capítulos se dedica a desmarañar la crianza
maternal y a mostrar cómo se presentan estos casos en la región Cié-
nega de Jalisco.
Un niño que crece con el biberón en una mano y la maldad y la
violencia contenida en la otra puede estar predeterminado a agredir y
regresar esas emociones hacia las personas que tiene más cerca, como
sus propios padres. Y la adolescencia representa un detonante para llevar
del pensamiento a la acción esas emociones que lo acompañaron toda
su infancia.
Un haz de luz esperanzadora entre los nubarrones de maldad es la
atención y el apoyo tempranos a estos adolescentes que van en desarrollo
emocional para evitar que transgredan el límite del respeto y violenten
a los demás ante cualquier sentimiento de ataque o para proteger sus
inseguridades.
La falta de límites y razones para evitar la violencia puede provocar
que esta no se quede dentro de la familia y salga ante cualquier otro
grupo social, tal como se aborda en uno de los capítulos del libro, con
trabajadores de jardinería que buscan empleo casa por casa.

16
Prólogo

El contexto mencionado es solo una de las formas en que se plas-


man toda la maldad y la violencia que muchas personas cargan desde su
infancia, que no tiene cómo desfogarse más que agrediendo a los demás
de distintas formas.
Entre los análisis que vienen a continuación se encuentra uno que
aborda el “vampirismo social” y su relación con las adicciones. El vam-
pirismo actúa como una inmersión colectiva a actitudes antisociales que
se desfogan a través de las drogas. Una persona que ha crecido con la
violencia en sus entornos más cercanos trata de cooptar a otro individuo
vulnerable o “apto” para caer en las adicciones. Ante esto, es esencial el
descubrimiento temprano de los problemas para evitar que “ataquen” a
más; con el cierre de esto se puede lograr revertir el “vampirismo” desde
su origen.
Anteriormente se mencionó el desfogue de agresividad hacia jardi-
neros, padres, migrantes, profesores, mujeres; un rubro delicado que
mancha toda búsqueda justicia social es el asesinato de periodistas por
ejercer su profesión.
Los casos referidos son especialmente sensibles porque los medios
de comunicación fungen como encargados de exponer fenómenos que
afectan a la sociedad y son promotores intelectuales de la justicia. Esto
representa un perjuicio para los grupos que se sostienen de la violencia
y que la ejercen como el medio más efectivo para extender y perpetuar
su poder.
Uno de los sucesos más recientes fue el homicidio de Javier Valdez,
periodista sinaloense que fundó uno de los medios de comunicación más
críticos contra el narcotráfico: Ríodoce; además fue un escritor prolífico
de decenas de novelas que muestran la realidad de miles de personas.
Valdez se mostraba como un comunicador seguro de que contar estas
realidades fortalecía la unión entre los ciudadanos que eran afectados
por el narcotráfico y exponían la complicidad que las autoridades tienen
con el crimen organizado.
El asesinato de periodistas contradice la argumentación de todo el
sexenio presidencial de Felipe Calderón, quien afirmaba que los grupos
delictivos “se matan entre ellos”. Si bien sería aventurado afirmar que
ningún periodista, reportero ni comunicador está al servicio del crimen

17
Contar la maldad

organizado —debido a su incumbencia en todos los rubros productivos—


en el caso de Javier Valdez era notoria su independencia de cualquier
grupo de poder o interés en favorecer a cierto cártel o al gobierno.
Valdez consolidó un medio de comunicación que es un ente de pre-
sión esencial, sobre todo a escala regional, por la crítica de sus publica-
ciones, y no replicaba la narrativa de gobierno.
En el sexenio del presidente saliente, Enrique Peña Nieto, y de los
gobiernos de todos niveles, no se ha dejado de culpar al nuevo sistema
de justicia penal, que revela también muchas falencias discursivas y de
práctica que revictimizan a quienes han sufrido algún crimen; ejemplo
es que nunca vemos a los culpables, siempre los esconden, los nombran
con apodos, les tapan el rosto; mientras que las víctimas aparecen con
sus nombres completos, los vemos en todos los periódicos y en decenas
de publicaciones en las redes sociales.
Este hecho tiene el fin de proteger la supuesta inocencia y la afirma-
ción de que ante la ley todos son inocentes hasta que se pruebe lo con-
trario, pero hace de las víctimas unos mártires que vagan en búsqueda
de una justicia que jamás es encontrada.
En el fondo de las argucias, los pretextos y las omisiones está la debi-
lidad de decenas de instituciones de carácter federal, estatal y municipal
que escudan su inoperancia e imposibilidad de enfrentar los problemas
que sacuden a diario a nuestro país y a las naciones externas.
Parece que la maldad y la violencia le tienen tomada la medida a las
instituciones, que dependen de sus valles para actuar o ganar terreno;
sin embargo, en las crestas, cuando se agudiza la violencia, el Estado se
resguarda y deja indefensos a quienes tiene obligación de defender, y que
viven con miedo y depresión por ese fenómeno que los aqueja.
¿Por qué no transformar miedo y tristeza en rabia para exigir a quie-
nes son y han sido responsables de la seguridad que den la cara, que
renuncien a sus cargos y que dejen de buscarlos en cada elección?
Se escudan con la indiferencia, con el olvido, de eso se han sostenido
desde siempre. Pero ese “siempre” debe pasar al “nunca más”.

Saúl Justino Prieto Medoza

18
¿Cómo hablar de maldad cuando
abordamos el tema de la violencia
de género contra las mujeres?

Verónica M. Marín Martínez1


Verónica Rubí Beltrán Rizo2
Patricia Guadalupe Villagómez Zavala3

No seré una mujer libre mientras


siga habiendo mujeres sometidas.

Audre Lorde

Resumen

Las mujeres enfrentamos de manera cotidiana un cúmulo de tratos injus-


tos y abusivos que se repiten en todas las esferas de nuestra existencia
de manera intencional y sistemática. Estos malos tratos provocan daños
materiales, físicos y psicológicos bien documentados en la literatura cien-
tífica y, por ende, bien conocidos por la mayoría de las personas. Sin
embargo, poco hablamos de los perpetradores de violencia, y mucho
menos de cómo aquellos en posiciones de poder fallan en llevar a cabo

1. Psicóloga por la u de g, activista, Maestra en Educación Tecnología, pdtc, u de g, cucs,


dpa.
2. Psicóloga por la u de g, activista, Maestra en Ciencias Sociales, Especialista en Genero,
PA, u de g, cucs, dpa.
3. Psicóloga por la u de g, Doctora en Ciencias de la Educación, pdtc, u de g, cucs, dpa.

19
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

sus tareas más básicas al involucrarse en acciones y enunciar discursos


deplorables en contra de las mujeres. No debemos dudar en nombrar
las cosas por su nombre: en estos hechos hay maldad.
Las mujeres, a menudo, ignoramos las formas en que debemos
enfrentar estas amenazas, ¿cómo enfrentar estas acciones cuyo objetivo
es justamente hacer más difícil su confrontación? La respuesta está en
re-construirnos, reunir fuerzas en la compañía de y con otras mujeres.
Así es como hemos aprendido a sanarnos: siendo sostenidas por nuestras
aliadas. El trabajo que aquí presentamos está dedicado a echar luz sobre
estas realidades que a menudo se ignoran, pero que contienen lecciones
claves para exponer aquello que nos subyuga: las actitudes, las conductas
y los discursos sexistas.
La finalidad de nuestro trabajo es promover el análisis y la reflexión
sobre cómo liberarnos y resistir la invasión del mal en nuestros cuerpos
y nuestras relaciones, y esto no es un asunto menor, porque nuestras
vidas dependen de las habilidades que desarrollemos para tener éxito
en este cometido.

Palabras clave: psicología moral feminista, violencia de género, cotidia-


nidad, mujeres defensoras, alianza entre mujeres, psicología social de la
maldad, narrativas de violencia, sororidad

Abstract

On a daily basis, women face the challenge of unfair and abusive


treatment. Intentional and systematic, it causes material, physical and
psychological damage that has been thoroughly documented in well-
known scientific literature. Still, our society does not talk about the per-
petrators of violence enough, often ignoring the manner in which those in
positions of power fail in their most basic duties through their deplorable
actions and speech towards women. We must not hesitate to name this
state of affairs: it is pure evil.
Women often ignore how to confront this scourge. How can we
effectively rise to this challenge when the very purpose of the behaviors

20
¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

promulgated is to make it harder to rise up? The answer is that we do this


soul-building and strength-gathering in the company of other women.
That is how we have been learning to heal ourselves: by being held by
our fellow sisters. This work that we do together is dedicated to shedding
light on these realities that are too often ignored but which contain cri-
tical lessons for exposing what subjugate us: sexist attitudes, behaviors
and discourses.
The mission of our work is to promote analysis and reflection on
how we free ourselves and resist the invasion of evil in our bodies, our
relationships and ourselves. Our very lives depend on our ability to suc-
ceed in this quest.

Key words: feminist moral psychology, gender violence, daily life,


women advocates, women alliances, social psychology and evil, violence
narratives, sorority

Sobre el asunto de la maldad

Para nosotras, psicólogas de formación, utilizar la maldad como una


categoría de análisis presenta dificultades, dado que nos lleva al terreno
de la moralidad y la ética, temas sensibles en nuestro ejercicio. Es más
común que en psicología se hable de violencia y agresión, sea como fenó-
menos individuales (explicados incluso tomando como base exclusiva
la biología), sea como manifestaciones socioculturales de un sistema
opresivo y patriarcal (desde un punto de vista más sociológico y cons-
truccionista).

21
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Los modelos clásicos para el abordaje de la maldad desde la psi-


cología social (el de Zimbardo4 o el de Bandura5) nos dan varias pistas
para comprender la complejidad de este fenómeno; por eso confiamos
plenamente en que serán abordados por otras autoras y otros autores
con quienes compartimos la experiencia de escribir este libro.
En esta ocasión hemos decidido darles voz a autoras como Anita
Superson (2004), Margaret Little (1995), Virginia Held (2006) y María
Lugones (1983), entre otras, que parten del punto de vista de la psico-
logía moral feminista. Nos interesa hacerlo así porque creemos que su
visión, y la nuestra, abonan a mirar desde otro lado el asunto de la mal-
dad cuando se estudia la violencia contra las mujeres.
Al comenzar a hablar de ética queremos recordar lo que, según Ali-
son Jaggar (2014), ha sido una deuda para con las mujeres: tradicio-
nalmente la ética ha demostrado muy poco interés en lo que a nosotras
concierne, y le ha dado mayor importancia al ámbito de lo público que al
de lo privado, que es donde hasta recientemente se venían desarrollando
las vidas de las mujeres.
Las mujeres no hemos sido tratadas como pares morales de los hom-
bres, porque quienes desarrollaron la disciplina no estaban exentos de
mirar estos asuntos desde la postura masculina. Es decir, cuando Kant
dice algo como “la virtud de las mujeres es una virtud bella frente a la del
varón, que es una virtud noble” no lo dice como filósofo, lo dice primero
como hombre.
Es indispensable, entonces, poner atención a las mujeres y al género
para comprender la situación de las mujeres y la situación de la ética,
atravesada por el sesgo masculino que la ha caracterizado por la natu-
raleza del espacio en el que surge.

4. En una publicación, Philip Zimbardo (2007) profundiza sobre lo que él llama “el
efecto Lucifer” en su libro titulado de la misma manera, en el cual sostiene que los
seres humanos somos esclavos de las fuerzas situacionales, una expansión de lo que
viene describiendo desde su famosísimo experimento de la prisión en la Universidad
de Stanford, en 1971.
5. En su teoría de la desconexión moral Albert Bandura (1990) abunda sobre los
mecanismos cognitivos que las personas utilizan como defensa para distanciarse de
sus propias conductas inmorales o inhumanas (moral disengagement theory).

22
¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

El feminismo, desde sus orígenes, parte de cuestionar las desigual-


dades entre hombres y mujeres, así como la dominación que los hom-
bres han ejercido tradicionalmente sobre las mujeres, y sostiene que una
sociedad en la cual se den estas desigualdades y la discriminación por
sexo no puede ser justa, porque bajo esta determinante de las diferen-
cias sexuales se diferencian para hombres y mujeres: labores, respon-
sabilidades familiares, comportamiento sexual y de género, vestimenta,
alimentación, conducta física, patrones de habla, de conducta, etcétera.
Como si esto no fuera suficiente, por lo general la ética abordaba
a las mujeres como entes moralmente poco maduros, y le daba gran
importancia a los rasgos y razonamientos culturalmente asociados con
lo masculino, como las normas y las reglas, la universalidad, “la autono-
mía, la independencia, la imparcialidad, la competitividad, el ascetismo,
la dominación, etc.” (Ortiz Millán, 2016), dejando de lado el análisis
de las relaciones interpersonales, la interdependencia, la organización
horizontal, la empatía, la comunidad, la emoción, etc., generalmente
entendidos como femeninos.
La psicología moral aborda asuntos relacionados con la motivación
a la acción moral, más específicamente se ocupa de cómo se ven o dejan
de ver los asuntos de orden moral, por qué actuamos o dejamos de actuar
con moralidad y hasta qué punto, y si somos responsables por nuestras
acciones.
La psicología moral feminista atiende a hacer notar las maneras en
que el abordaje de estos temas está motivado por los temas que gene-
ralmente nos ocupan, en especial aquellos en conexión con entender y
terminar con la opresión de las mujeres.
Con la incursión de las críticas feministas en esta esfera vienen con-
secuencias éticas significativas: tenemos que empezar a hablar de aborto,
sexualidad, heteronormatividad, acoso, violación, pornografía, trata,
estereotipos de belleza nocivos para la salud (que generan condiciones
para trastornos como la anorexia y la bulimia), feminicidio, entre otros.

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

La contribución teórica feminista a la psicología moral se desdobla


al menos en tres planos distintos: a) el rol de la emoción en la acción;6 b)
el asunto de la responsabilidad,7 y c) el reconocimiento del efecto de la
opresión sistemática tanto en la psicología de las víctimas de esta opre-
sión como en sus perpetradores, además de la función que desempeña el
patriarcado en las motivaciones de una persona y su acción subsecuente.8
Trataremos en este apartado los dos primeros puntos de vista, y
abordaremos el tercero en un segundo apartado en el cual hablaremos
específicamente de los perpetradores de violencia.

El rol de la emoción en la acción

Hobbes, Hume y Kant son autores a los que las feministas se refieren
con frecuencia para demostrar la poca valía que se le ha dado a la emo-
ción en la acción moral. Para Hobbes, por ejemplo, el motivador de las
acciones es el interés que tiene una persona en sí misma, en tanto que
para Hume es la razón sumada al sentimiento de benevolencia o simpatía
lo que da lugar a la acción. Kant asume una posición distinta y deja en
claro que desde su punto de vista no es más que la razón quien invita a

6. Algunas feministas insisten en que debemos incorporar lo que se ha entendido


tradicionalmente como femenino a nuestras teorías y visibilizarlo, mientras otras
se preocupan de que hablar de cuidados en particular puede dañar a las mujeres,
y creen que incorporar el cuidado a la teoría moral puede perpetuar la opresión. Y
otras feministas retan la tesis internalista de que la motivación está necesariamente
presente en la agencia racional que reconoce una razón para actuar moralmente
(Baier, 1987b; Gilligan, 1982 y 1987; Held, 1987; Tuana, 1992; Tronto, 1993).
7. Algunas preguntas que intentan responderse son, por ejemplo, ¿hasta qué punto
somos responsables de nuestras acciones cuando están motivadas por los deseos
deformados por el patriarcado?, ¿son las víctimas de la opresión, de alguna manera,
responsables de su propia opresión?, ¿son responsables por resistir la opresión?, ¿son
los miembros de un grupo social dominante responsables de entender la opresión y
cómo podrían hacerlo?, ¿son los hombres colectivamente responsables de la opresión
de las mujeres aun cuando no sea el caso de que cada hombre mantiene intenciones
sexistas?
8. Un tema complejo que nos obliga a pensar en asuntos tales como, ¿de qué manera o
a través de qué mecanismos el patriarcado afecta los deseos de las mujeres?, ¿pueden
las mujeres ser autónomas si sus deseos son deformados por el patriarcado?, ¿la
satisfacción de los deseos deformados de las mujeres contribuye a su propia opresión?,
¿qué motiva a esas personas que llevan a cabo actos sexistas que contribuyen a la
opresión de las mujeres?

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

iniciar la acción y que de hecho le da lugar a la naturaleza de todas las


personas. Va incluso más allá y habla de que la razón ha de dominar al
deseo (Superson, 2004).
La teoría moral tradicional es sexista y no lo decimos solo las femi-
nistas. Tomemos a Kant, por ejemplo, pues, al insistir en que la razón
debe dominar el deseo, denigra la emoción, y al enunciar que la razón por
sí misma puede llevar a la acción, deja a la emoción fuera de la moralidad.
Por su cuenta, Hobbes construye la emoción en una forma típicamente
masculina, al apelar a los motivos del interés en sí mismo y buscar el
motivo apropiado para llevar a la acción solo con extraños en la llamada
esfera pública (con la cual tradicionalmente se ha asociado a los hom-
bres) (Calhoun, 1988).
Algunas de las feministas que se ocupan del tema apoyan el punto
de vista de Hume en cuanto a que la benevolencia y la simpatía son nece-
sarias para llevar a la acción moral (Baier, 1987a). Aquellas feministas
que rechazan tanto el punto de vista de Kant (la razón debe dominar al
deseo) com el de Hobbes (el interés en uno mismo es el motivo que lleva
a la acción moral) establecen que los motivos apropiados para llevar a
la acción tienen una íntima relación con la llamada esfera privada (o de
las emociones, del mundo interno) a la cual las mujeres han sido histó-
ricamente relegadas.9
Es importante notar que algunas filósofas, independientemente de
sus motivaciones feministas, retan el hecho de que la teoría moral tradi-
cional devalúe o ignore la emoción, argumentando que al menos debería
hacer espacio para ella. Pero estos modestos esfuerzos de incorporar la
emoción a la teoría moral dejan fuera la discusión que las feministas
postulan sobre la razón por la cual no se incluyen: la asociación con las
mujeres.
Teper (2015) y otras colaboradoras han comenzado a desentramar
los mecanismos detrás de los juicios que nos llevan a hablar de que algo
es bueno o malo revelando la función clave que desempeñan las emocio-

9. Más allá, entre ellas está el motivo del cuidado, exhibido por las mujeres que han sido
cargadas con la responsabilidad de criar niñas y niños.

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

nes en guiar estos procesos y, por ende, nuestra conducta moral (Teper
e Inzlicht, 2015).
La psicóloga y filósofa norteamericana Carol Gilligan publica In a
Different Voice (1982), un documento en el cual describe el desarrollo de
la moral femenina, desafiando la idea tradicional que había establecido
ya Kohlberg como universal. Kohlberg ni siguiera había considerado el
análisis teórico sobre el desarrollo y la capacidad moral de las mujeres.
De acuerdo con Gilligan:

Las mujeres, se orientan en cambio por una ética del cuidado, tienen juicios morales
más contextuales e inmersos en los detalles de las situaciones y los involucrados, y
tienen tendencia a adoptar el punto de vista del ‘otro concreto’ —sus necesidades,
más allá de sus derechos formales—. Sus juicios involucran los sentimientos y una
concepción global y no solo normativa de la moral (en Fascioli, 2010).

El asunto de la responsabilidad

Las feministas han escrito con amplitud sobre este asunto de la respon-
sabilidad. Ellas toman incluso en cuenta el asunto de la responsabilidad
de las mujeres en su propia opresión y hablan de cómo la opresión es
generalmente interiorizada en razón de los deseos deformados que se
generan en las mujeres cuando se apropian de los estereotipos y rasgos
de género y se convierten en realizadoras de los deseos de los hombres
y, por lo tanto, deseadas y deseables para estos en tanto que sean ser-
viles. Según la ética, hacer este tipo de cosas es incurrir en acciones
inmorales,10 porque dañan a las mujeres como grupo y violan el deber
de respetarse a sí misma s.
Pero hay quienes, como Benson (2000), argumentan que una mujer
no es agente que se puede sujetar al escrutinio de la moralidad si no
reconoce su propio valor como persona, y esto sucede cuando se inte-
riorizan las normas sociales opresivas. Pero, siguiendo a Benson, si una

10. Revisar a Bartky (1990), Luker (1984), Nussbaum (1999) y Superson (1993) sobre
su punto de vista acerca de culpar a las mujeres de ser responsables o culpables de
contribuir a su propia opresión y a la de otras mujeres en donde discuten que la
crianza bajo creencias y valores patriarcales altamente sexistas hacen casi imposible
que el resultado sea otro, especialmente en una sociedad altamente católica, como la
nuestra.

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

mujer se considera a sí misma agente moral; es decir, se hace responsable


de sus acciones conscientemente, sería sexista discutirle su derecho a
enunciarse. La preocupación es que, si una persona está bajo el influjo
de la socialización o las circunstancias, podría ser vista solo como una
marioneta que no toma o no puede tomar control sobre sus propias accio-
nes. Pero Superson (1993) sostiene que una mujer que no entiende el
feminismo o que no ve que su estilo de vida es opresivo sería culpada
inapropiadamente porque su autonomía está restringida.
May y Strikwerda (1994) han ampliado la discusión sobre la res-
ponsabilidad en el debate de la psicología moral feminista y hablan de
los hombres como grupo responsable de la opresión de las mujeres, en
particular en lo relativo a la perpetración de violaciones sexuales. Ellas
sostienen que, en algunas sociedades,11 los hombres deben ser conside-
rados colectivamente responsables de las violaciones porque la mayoría
de los hombres, si no es que todos, contribuyen a su prevalencia.
Partiremos de presupuesto de que perpetrar una violación sexual es
un acto de maldad. De acuerdo con los autores, la violación es un crimen
cometido por los hombres como un grupo, no solo por el violador; es
decir, no es que el violador sea “malo”, sino que los actos de violación
toman lugar en lo que se llama la “cultura de la violación”.
La cultura de la violación normaliza y acepta que las mujeres son
violadas dadas las actitudes sociales que se tienen sobre género, sexo y
sexualidad en una cultura dada. Este es un problema social y cultural
porque los hombres tienen mayores posibilidades de involucrarse en una
violación cuando están en grupos, y además son alentados a violar para
demostrar su masculinidad.12
La cultura de la violación modela el comportamiento dentro de los
grupos sociales tanto de hombres como de mujeres. Algunos comporta-
mientos comúnmente asociados con la cultura de la violación incluyen

11. En México, como dice Sayak Valencia, “la violencia se ha vuelto una herramienta de
trabajo y se ha edificado como un espacio de vinculación social (mayoritariamente)
masculina para cumplir los pactos masculinistas y heteropatriarcales que diseminan
tanto al capitalismo como al Estado machista” (2015).
12. Recordar la discusión que estos y otros autores generan en torno a los ambientes
masculinos en los que se transmiten los valores patriarcales (May y Strikwerda, 1994;
Holter, 2013).

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

culpar a la víctima, la cosificación sexual, la trivialización de la violación,


la negación de la violación, o el absurdo de no reconocer ciertas formas
de violencia sexual que no se ajustan a los estereotipos de violación tan
cruenta como se describe en los medios de comunicación.
Para poder sostener la noción de que no estamos hablando de hom-
bres malos, sino de sociedades patriarcales, los autores citan informa-
ción sobre hombres jóvenes en nuestra sociedad que se involucran en
violaciones cuando existe la oportunidad,13 y asientan que los violadores
no son significativamente distintos psicológicamente de otros hombres
en nuestra sociedad al ser valorados bajo la misma metodología (May y
Strikwerda, 1994).
Para entender estos datos es necesario admitir que existen socieda-
des, como la mexicana, donde el patriarcado es un sistema basado en
intereses comunes y beneficios/privilegios extendidos a todos los hom-
bres, e interpretar que cada uno es, pues, cuando menos parcialmente,
responsable de los daños del patriarcado. Todos los hombres se benefi-
cian de la existencia de la violación, como ejemplo está el hecho de que
las mujeres se hacen sentir dependientes de los hombres para que las
protejan de los violadores.
May y Strikwerda (1994) opinan que algunos hombres, en la forma
como interactúan con otros hombres, contribuyen a generar un clima
en el cual la violación se vuelve más prevalente, como cuando participan
en la práctica de “ser cofrades”,14 que los separa de las mujeres a quienes
ven como “las otras”, las diferentes, las que no son ellos.
Se entiende que estas creencias surgen del espacio colectivo, de la
herencia familiar y de todos los ámbitos en que cada persona participe, y
que no son en un principio elecciones conscientes que se puedan aceptar
o rechazar de manera individual. Se trata de una construcción social que

13. Esto es así porque comparten las mismas actitudes que los violadores sobre la
violación y sobre las mujeres.
14. Es típico en nuestras comunidades que los hombres se reúnan por su cuenta a tomar,
a hablar, a “ver el partido”, y que incluso en reuniones o fiestas se dividan en grupos de
hombres y de mujeres, práctica que ahora se extienden al uso de transporte público,
las escuelas, las oficinas, etcétera.

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

comienza a partir del nacimiento de los individuos,15 quienes inhiben o


potencian ciertas características y habilidades según la interpretación de
su sexo, de manera que quienes los rodean les dan un trato diferenciado
que se refleja en cómo se relacionan con ellos o ellas, lo cual da lugar a la
discriminación de género. No obstante, es mediante la interacción con
otros medios como cada persona obtiene información nueva que la con-
duce a reafirmar o a replantear sus ideas de lo femenino y lo masculino.

Sobre el asunto de los opresores

La subordinación y la dominación funcionan no solo en lo social o polí-


tico sino también en lo personal porque los valores que se refuerzan en
una sociedad patriarcal dependen de los grupos en el poder. Estos se
encargan de normalizar y proteger la maldad como un valor de los grupos
dominantes y privilegiados.
La arrogancia, el egoísmo, la ambición, la indiferencia y la irres-
ponsabilidad se entienden como normales en los hombres, no solo esos
que nos gobiernan, sino también los que viven en nuestras casas, con
quienes convivimos a diario. No se espera que estos hombres (tanto los
que ocupan cargos políticos como los que ocupan lugares de privilegio
en nuestros hogares) exhiban conductas compasivas, generosas, de coo-
peración o apertura para con otras personas que no formen parte de su
grupo (entiéndase aquí a las mujeres). De hecho, se presupone que, si
estos privilegios no se extienden a otras personas, entonces se garantiza
que se queden en el grupo dominante.
Holter (2013) informa que las investigaciones relativas al tema de
hombres perpetradores de violencia muestran que la mayoría de las
agresiones físicas graves se llevan a cabo dentro de las relaciones inter-
personales y en el ámbito privado, en el que se combinan o se cruzan

15. Incluso antes, con la tecnología del ecosonograma, se puede generar identificación del
feto con algún sexo y crear con antelación a su nacimiento expectativas y propuestas
de vínculos del tipo “cuando nazca tu hermanita la vas a cuidar porque tú eres el
hermano mayor”.

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

varias formas de jerarquía además del género (como la clase, la orien-


tación sexual, la edad, la fuerza, la discapacidad). Sostiene además que
el ambiente sociopolítico y el económico son factores que recrudecen la
violencia perpetrada contra las mujeres.
Laurence Thomas (1996) habla de que en una sociedad donde hay
desconfianza de que algunos dañen a otros (en este caso, desconfianza
de que los hombres dañen a las mujeres) se promueve la indiferencia al
dolor ajeno, el entumecimiento moral y luego la autotransformación en
una persona mala. Thomas cree que la maldad que se expande dentro de
los miembros de una sociedad lo hace por la marcada ausencia de buena
voluntad entre sus miembros.
A menudo se excusa a los perpetradores de violencia arguyendo que
fueron abusados cuando eran menores, y aunque en psicología entende-
mos que nuestra infancia ocupa un lugar importante en nuestra forma-
ción moral, y que los sentimientos de amargura, rencor y deseo de ven-
ganza que se derivan del maltrato pueden estar presentes y guiar algunas
de nuestras acciones, también tenemos en claro que nuestra sociedad
no promueve sentimientos de solidaridad entre hombre y mujeres; muy
al contrario, en muchas ocasiones son ellos mismos (quienes dirigen
las instituciones de gobierno, eclesiásticas y educativas, por ejemplo)
quienes materializan nuestra más profunda desconfianza.
El asunto es que la violencia se ejerce contra niños y niñas, pero
social y culturalmente se espera que los hombres demuestren su for-
taleza al ser violentos entre ellos, primero, y especialmente contra las
mujeres más tarde en sus vidas. Esto se expresa en la necesidad de ser
los proveedores y protectores de la familia, en la complicidad que emerge
alrededor del acoso sexual, la pornografía y otras prácticas de las cuales
las mujeres están excluidas por el solo hecho de ser mujeres. La exclusión
de las mujeres construye fraternidad entre los hombres. Una fraternidad
en la que está permitido hacerles daño a las mujeres y las niñas y a todo
aquello que no sea “macho” (los niños, los homosexuales, los discapaci-
tados, los ancianos) (Riquer y Castro, 2012).
Algo que es totalmente clave para que se perpetúe el estereotipo de
la dominación masculina y el de la sumisión femenina es la noción de
que los hombres valen más y que las mujeres son inferiores. Cuando un

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

hombre golpea o viola a una mujer no es solo esa mujer quien resulta
afectada, somos todas las mujeres, porque ello establece que los hombres
tienen derechos sobre las mujeres como si estas fueran objetos. Es como
si se dijera “las de tu grupo no valen lo mismo que los del mío” o “hace-
mos lo que necesitamos y queremos hacer con ustedes porque ese es
nuestro destino”. La idea de los opresores es asegurarse de que persista
con seguridad la idea de que las mujeres no tienen valor en esta sociedad.
La maldad y sus efectos están presentes a lo largo de la vida de las
mujeres, pues también afectan a las niñas y las mujeres de edad avan-
zada. Ciertos grupos de mujeres que sufren varias formas de discrimi-
nación, como las mujeres con discapacidad o las migrantes, las indíge-
nas, las lesbianas, las bisexuales y las transgénero, son especialmente
vulnerables a la maldad y la violencia. La violencia contra las mujeres
constituye una manifestación de las relaciones de poder históricamente
desiguales entre los hombres y las mujeres.
Por ejemplo, la violencia física ejercida contra las mujeres apoya
los roles sexuales tradicionales en los cuales se establece que los hom-
bres deben ser los jefes de la familia y que el trabajo de las mujeres es
satisfacer las necesidades que él tenga. El golpeador tiene una tremenda
necesidad de dominar y controlar a su pareja y cree que tiene el derecho
a usar violencia contra ella para ser obedecido.
Un análisis basado en los derechos humanos sienta la premisa de que
las causas específicas de dicha violencia y los factores que incrementan
el riesgo de que se produzca están arraigados en el contexto general de
la discriminación sistémica por motivos de género contra las mujeres y
otras formas de subordinación. La vulnerabilidad frente a la violencia
se comprende como una condición creada por la falta o la negación de
derechos (onu, 2006).
Debemos, entonces, considerar violencia de género la violencia que
toleran las mujeres por el mero hecho de serlo, en el espacio donde se
dan las relaciones de poder de manera desigual entre mujeres y hombres.
Un tipo de violencia en el cual el sexo de quien ejerce la violencia y el de
quien la recibe están íntimamente ligados a la violencia ejercida para
mantener el control y la superioridad.

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Jiménez-Bautista (2012) hace hincapié en la conceptualización de


violencia, en el sentido primero, como el daño ejercido sobre los seres
humanos por parte de otros seres humanos y el resultado de la interac-
ción entre la agresividad natural y la cultura .

Es decir, violencia es cualquier acción (o inacción) realizada a otro ser humano con
la finalidad de causarle daño físico o de otro tipo, sin que haya beneficio para la efi-
cacia biológica propia. Lo que caracteriza a la violencia es su gratuidad biológica y su
intencionalidad psicológica (Jiménez-Bautista, 2012).

La violencia es algo que se ubica en nuestra conciencia (que aprehende y


genera símbolos) y se manifiesta a través de lo que sentimos, pensamos
y verbalizamos, inmersa en un “mundo” conflictivo ante el cual da unas
determinadas respuestas, que evaluamos como negativas en la medida
en que tenemos unas normas culturales y unos valores que así lo esta-
blecen (idem).
Ante este panorama, Otero (2009) puntea sobre la configuración
de género desde la reflexión de la conceptualización de la violencia vista
como un fenómeno social a partir del estatus de las identidades y las
desigualdades de género.
Mucho se ha escrito en nuestro país sobre las formas y los efectos que
la violencia contra las mujeres tiene en nuestras comunidades. De hecho,
incluso el Estado mexicano, desde el año 2003 (y también en 2006, 2011
y 2016), a través del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi),
se ha dado a la tarea de realizar la Encuesta Nacional sobre la Dinámica
de las Relaciones en los Hogares (endireh). Sin embargo, hay una tre-
menda dificultad para registrar datos sobre violencia contra las mujeres,

...fundamentalmente [debido a que] el arraigo cultural de las premisas sociales que


‘normalizan’ la violencia, tanto en cuanto a lo que atañe a la percepción de que es
un tema de índole privado, como en lo que a las reacciones de vergüenza, temor o
desprestigio conlleva el hablar del maltrato (inegi, 2004, en Velasco, 2017).

En su más reciente edición, de 2017, con datos del 2016, el informe de


inegi (2017) da cuenta de que el 66.1% de las mujeres mayores de quince

años ha sido víctima de violencia y el 43.9% de las mujeres ha sido vio-


lentada por su pareja. En otras palabras, se estima que, de los 46.5 millo-
nes de mujeres y adolescentes que residen en el país, 30.7 millones han

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

sufrido al menos un suceso de violencia emocional, económica, física,


sexual o de discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario,
familiar o en su relación de pareja.

Figura 1.1. Ilustración sobre el porcentaje de violencia que se vive, según el ámbito (inegi,
2017).

Además, señala el inegi que el 43.9% de las mujeres ha sufrido vio-


lencia por parte de su actual o última pareja, esposo o novio, a lo largo de
su relación. Además, en los espacios públicos o comunitarios, el 34.3%
de las mujeres ha experimentado algún tipo de violencia sexual. Así
como el 26.6% de las mujeres que trabajan o trabajaron alguna vez ha
experimentado algún acto violento, principalmente de tipo sexual y de
discriminación por razones de sexo o por embarazo. La discriminación,
las agresiones sexuales y las de tipo emocional, como humillaciones,
degradación e intimidación, son los tipos de violencia más frecuentes
en el trabajo (inegi, 2017).
De las mujeres que han asistido a la escuela, el 25.3% enfrentó vio-
lencia por parte de compañeros, compañeras y maestros, entre otros,
durante su vida de estudiantes. Las más frecuentes fueron las agresiones

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

físicas (16.7%) y sexuales (10.9%). Entre las mujeres que asistieron a la


escuela en los últimos doce meses, el 10.7% fue agredida sexualmente.
Finalmente, el informe indica que diez entidades están por encima de la
media nacional, tanto para la violencia total a lo largo de la vida, como
para la violencia ocurrida en los últimos doce meses (octubre de 2015 a
octubre de 2016): Ciudad de México, estado de México, Jalisco, Aguasca-
lientes, Querétaro, Chihuahua, Yucatán, Durango, Coahuila de Zaragoza
y Baja California (inegi, 2017).

Figura 1.2. Ilustración sobre el porcentaje de violencia que se vive, según el ámbito (inegi,
2017).

Es en las dinámicas sociales, producidas y reproducidas a través


de roles, estereotipos y discursos introyectados culturalmente como se
puede explicar la violencia como un fenómeno multidimensional en el
cual están muy claramente implicadas las definiciones de lo que debería
ser un hombre o una mujer.
De la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (enadis,
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, conapred), particu-
larmente sobre la percepción de la población mexicana respecto de la
discriminación hacia el sexo femenino, se obtienen los siguientes seña-
lamientos:

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

La encuesta revela que más de la quinta parte de la población (hombres y mujeres)


encuentra que la violación puede ser responsabilidad de la víctima (una cifra igual a la
de 2005) o que cuatro de cada diez mujeres creen que se debe pedir permiso al esposo
para gastar dinero o salir a la calle. La tercera parte de la población considera que
se debe castigar a la mujer que aborte y una quinta parte de las mujeres cree que los
hombres deben ganar más por el mismo trabajo. Estos datos representan retrocesos
en el reconocimiento formal de los derechos de las mujeres en todo el país. Entre ellos,
hay que incluir los cambios en legislaciones locales que criminalizan a las mujeres
que han abortado y las ausencias legales y políticas que omiten la protección debida
a las mujeres contra la violencia machista, dentro y fuera del hogar (conapred, 2011).

La violencia contra las mujeres alcanza magnitudes significativas en


nuestro país: casi siete de cada diez mujeres de quince años y más (67%)
informan haber sufrido violencia en cualquiera de los siguientes con-
textos: comunitario, familiar, patrimonial, escolar, laboral y de pareja,
según datos de endireh (inegi, 2017). De estas formas de violencia, la
más frecuente es la ejercida por el esposo o compañero, que es declarada
por el 43.2% de las mujeres. Le siguen la comunitaria, padecida por el
39.7% de las mujeres de quince años y más; la laboral, con 29.9%; la
familiar, con 15.9%, y la escolar, con 15.6% (Cámara de Diputados, lxi
Legislatura, 2011).
Por otra parte, para Aroca y cols. (2012), la violencia presenta diver-
sas facetas: la violencia no cuenta con un tipo específico de grupo social
primario —familias—, no importa cultura, economía y posición social;
la violencia como forma de maltrato se ejerce y perpetúa por cualquier
integrante de la familia, y además indica que “existen unas variables que
se asocian a la violencia familiar como son la edad y el sexo de la víctima,
siendo los más vulnerables los niños, los adolescentes, las mujeres y los
ancianos” (Aroca, Bellver y Alba, 2012).
Los datos anteriores nos hacen pensar en los treinta millones de his-
torias de dolor que apenas se aglutinan como un número en la encuesta,
y nos preguntamos: ¿quién las cuenta?, ¿cómo se cuentan?, ¿quién las
escucha?, ¿cuándo?, ¿para qué? Es decir, ¿qué sucede cuando escucha-
mos sobre el dolor que aqueja a las mujeres que conocemos?, ¿es verdad
que estamos entumecidas emocionalmente?
En realidad sabemos que muchas de las historias no se cuentan,
no se comparten, porque, como lo dice Karina Vergara (2011), femi-
nista autónoma, activista y poeta, a veces incluso solo darle voz al sufri-

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

miento resulta en que nos convirtamos en lo incómodo e indeseable. En


su poema Desde la insignificancia refiere el hecho de que las mujeres
somos calificadas, reprobadas y juzgadas por no aguantar, por no ser
“comprensivas”, por “exagerar” lo que es normal. La autora dice en un
fragmento:

Pretendes calificarme sin saber cómo se vive desde la orilla del acantilado.
Tú, ostentando propiedad del mundo, de su idea moral y del buen proceder.
Te estorbo tanto, que sería largo tratar de enumerar, en exacto, aquello que juzgas.
Que me he negado a ser tu musa o la imagen étnica que te justifica.
Que me he cansado de la servidumbre.
Que estoy harta de la incondicionalidad absurda (Vergara, 2011)

Se piensa que “los malos” son los violadores, los asesinos, los secuestra-
dores, los narcotraficantes. Generalmente, esos que están lejos, los otros.
Pero sabemos, basados en los datos que se alcanza a obtener, que la vio-
lencia está presente en una gran parte de las interacciones de pareja (en
particular las parejas heterosexuales, a las que aquí estaremos haciendo
referencia), debido a los estereotipos de género que suponen la domina-
ción de los hombres sobre las mujeres; por cierto, pertenecientes a todos
los niveles sociales, educativos y económicos.
Entendemos que esta realidad cotidiana tiende a esconderse por-
que se supone, todavía, que la violencia de pareja es un asunto “íntimo”
porque sucede dentro de la privacidad de los hogares o en las relaciones
de pareja.
Es un verdadero agravio darnos cuenta de que, aunque los índices de
violencia contra las mujeres siguen aumentando, hay una reducción del
gasto público para atender a sus víctimas y hacer labor de prevención.
Nosotras, como activistas, conocemos y acompañamos en muchas oca-
siones los casos de las mujeres que confían en instituciones de gobierno
a las cuales asisten para buscar apoyo, y se encuentran con una total
falta de acción que, por un lado, erosiona su confianza, y, por otro, las
vulnera en forma exponencial, dado que sabemos que por lo general el
momento de la agresión feminicida se da cuando los hombres observan
que las mujeres toman acciones para alejarse de ellos.
Un total de 5,118 mujeres fueron asesinadas en nuestro país entre
enero de 2015 y diciembre de 2016, pero solo 700 averiguaciones por

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

feminicidio han sido registradas en todo el país, lo cual da cuenta de la


total incapacidad de las autoridades para registrar y atender los casos de
asesinato por razón de sexo. Existen procedimientos para activar la alerta
de género en 27 de los 31 estados que conforman este país, cuya intención
no es sino poner en marcha mecanismos que garanticen el acceso de las
mujeres a una vida libre de violencia, pero todos están estancados en
una fase o en otra (sipse, 2017).
Por lo tanto, aunque existan mecanismos legales e institucionales
para atender y erradicar la violencia contra las mujeres, es claro que los
gobiernos no se toman en serio la tarea de salvaguardad la integridad y la
vida de las mujeres, porque quienes presiden esos mecanismos imponen
obstáculos para el acceso a la justicia y el cumplimiento de los derechos
humanos de las mujeres, y es que quienes se encargan de hacer efectivos
estos mecanismos, en su mayoría, también son hombres.
onu-mujeres establece que:

los perpetradores, y líderes que dan la orden que se comentan actos de violencia, los
ignoran, fomentan, o consienten, deben ser responsabilizados por todos los actos
de violencia. La reforma del sector justicia debe focalizarse en determinar quién se
encuentra en mejor posición de dictaminar las consecuencias para los perpetradores
de violencia. La mayoría de las veces recae sobre el sector justicia formal, mediante
el uso de sanciones penales (onu Mujeres, 2012).

Aroca y cols. (2012) señalan que los opresores son sujetos integrados que
no presentan conductas violentas fuera de su familia, pero mantienen
con sus víctimas vínculos económicos, afectivos, civiles y de convivencia,
por lo que sus víctimas se encuentran en una constante amenaza, son
víctimas de maltrato, miedo e inseguridad personal de forma constante
e imprevisible.
Con el tiempo los temores de las víctimas, desde lo emocional, alcan-
zan manifestaciones tales como despersonalización, dependencia, culpa,
baja autoestima, impotencia y pasividad ante el maltrato.

…La víctima está expuesta y sometida a una violencia reiterada, intencional, a lo largo
del tiempo, intermitente y cada vez más violenta; intercalada, en muchos casos, con
periodos de arrepentimiento y muestras de afecto de su agresor, que le provoca cua-
dros graves de ansiedad y respuestas de alerta constante (Aroca, Bellver y Alba, 2012).

37
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Figura 1.3. Ilustración sobre el porcentaje de violencia que se vive, según el ámbito (inegi,
2017).

A esto hay que aumentar el hecho de que las mujeres no confían en


las autoridades. La endireh (inegi, 2017) refleja que las mujeres vícti-
mas de violencia no suelen tomar la decisión de denunciar la agresión
principalmente porque sostienen que lo ocurrido a ellas no fue grave y
no las afectó, porque tienen miedo a las consecuencias, por vergüenza,
porque no sabían a dónde o cómo denunciar o porque pensaron que las
culparían a ellas o no les creerían.
¿Qué pasa, pues, cuando es el representante de la autoridad quien
nos lastima?, ¿qué pasa cuando es el personal de un hospital público al
que vamos a pedir auxilio el que nos acusa?
El alto comisionado de las Naciones Unidas declara que:

las autoridades también cometen o toleran actos de violencia contra las mujeres [e
incluye] la violencia de género en situaciones de conflicto, las desapariciones o las
ejecuciones extrajudiciales, la violencia en instituciones penitenciarias, la violen-
cia contra las refugiadas y desplazadas, o contra las mujeres de grupos indígenas o
minoritarios (onu, 2014).

Como hemos expuesto a lo largo de este apartado, si reconocemos que


la violencia es un fenómeno que afecta a las mujeres de todos los países,
con independencia de su condición o clase social, edad, casta o religión,
y prácticamente en todas las esferas de su vida, en el hogar, el trabajo, la

38
¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

calle, las instituciones públicas, o en tiempo de conflicto o crisis, admi-


timos, por lo tanto, que es una práctica sistemática contra las mujeres
ejercida por los hombres que se encuentran en los ámbitos antes men-
cionados; es decir, el otro 50% de la población, que se ocupa de hacer las
leyes, defenderlas y de asegurarse de impartir justicia.

Sobre el asunto de las defensoras de derechos humanos


y su función como aliadas de otras mujeres

Como hemos revisado ya, las feministas somos sumamente diversas.


Tenemos una amplia variedad de perspectivas teóricas y no perdemos de
vista eso que tenemos en común: el feminismo es sobre todas las cosas
un movimiento político dedicado a denunciar y corregir esta historia de
la marginalización de las mujeres, sus experiencias y sus vidas.
Juntas demandamos justicia. Nos organizamos para hacer notar que
hemos sido discriminadas históricamente y que lo seguimos siendo. Que-
remos que se promuevan y promover nuevas formas que organización
social que nos permitan vivir con dignidad y en un clima de respeto e
igualdad. Creemos que la paz es feminista.
Hemos creado teorías y metodologías que nos permiten mirarnos,
reconocernos y conectarnos para abordar la problemática que se deriva
de que todos los rincones de la experiencia humana estén mediados por
la lógica patriarcal: la filosofía, la ciencia, la teología, la política insti-
tucional, los servicios médicos, la justicia, la iglesia, y que por lo tanto
reproducen una estructura y una percepción de las mujeres que impacta
la manera en la que somos apreciadas y el lugar al que somos asignadas
en la sociedad (Clack, 2013).
Las mujeres nos hemos organizado en organizaciones civiles, sin-
dicatos, cooperativas, colectivos, grupos, movimientos sociales, alrede-
dor de una amplísima diversidad de luchas cotidianas que van desde el
salario equitativo hasta el cuestionamiento de los estándares de belleza,
pasando por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, la lucha con-
tra la violencia y la desestandarización de lo heterosexual como norma
(entre muchas más). Pero Bourdieu nos hace recordar que nuestras

39
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

luchas parecen no tener eco y por eso es que nuestras resistencias, nues-
tras rebeldías, nuestra sanación, se hacen aparte con importantísimos
resultados que de todas maneras se reconocen (primero por nosotras)
como insuficientes (Bourdieu, 2000a, p. 9, en onu, 2014).
Y es que hay que decir que la maquinaria machista no permanece
impávida ante nuestras movilizaciones como feministas, como acompa-
ñantes de otras mujeres que han sido violentadas. Cuando denunciamos
la misoginia que no se reconoce, cuando exigimos nuestros derechos,
cuando contamos la historia de una víctima, cuando la acompañamos a
demandar un trato digno, hacen que pese sobre nosotras el estigma, la
burla y el escarnio social. Citamos nuevamente a Karina Vergara (2011),
con otro fragmento de la misma obra:

Probablemente, es porque tomé la opción de abrir la mirada,


de escuchar mi voz, de nombrar a mi hermana, y hube de apropiarme
de mi hacer autonomía.
Entonces, me acusas:
Que soy vanidosa. Que me falta sabiduría - para entender tus reglas.
Que de mi boca salen mentiras - porque no me puedo tragar tus verdades.
Porque tomé la palabra. Porque inventé mi camino. Me llamas infiel.
Otra vez soy la hereje. Nuevamente, la pecadora.
Tú, desde la altura iluminada, sentencias, como si pudieras,
sobre el alma mía, y me llamas mujer de oscuridad.
Desde tus altares, ante tus tribunas, empuñando tu cetro.
Has ordenado desfigurar la imagen de mi rostro.
Has intentado borrar mi nombre de los testimonios.
(Vergara, 2011).

Hay (2011) cree que las mujeres que viven bajo el régimen del patriar-
cado tienen solamente un cierto nivel de autonomía, y asume que sería
injusto cargarles a las mujeres la obligación de resistir su opresión, de
rebelarse ante ella. Pero también cree que las mujeres que sí lo hacen,
las que luchan, las que se contraponen, son esenciales para eliminar el
patriarcado y hacer que otras mujeres aumenten su autonomía.
De hecho, sostiene que esta carga extra es todavía una razón más
para eliminar el patriarcado. Hay (2011) nota que responsabilizarse de
esta obligación depende, de hecho, del peligro que esté involucrado en
resistir o defenderse, y que, cuando el riesgo es significativo, entonces se

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

nos libera de esa obligación. Ser defensora de los derechos de las mujeres
es altamente peligroso en México y en cualquier parte del mundo.
Ann Cudd (2006) habla de que las mujeres debemos considerar a
otras cuando tomamos decisiones que promueven los estereotipos de
género, y que a las mujeres oprimidas se les ha de requerir que resistan
la opresión porque no se trata de revictimizarlas, sino de no participar
en hacernos daño.
Existe una amplia variedad de testimonios publicados en los que las
mujeres han compartido sus experiencias de terror con otras mujeres
interesadas en entender, pero sobre todo en acompañar en un camino
de sanación a las víctimas. Muestra de esto son las Historias de Cizalla,
libro editado por el colectivo Juana Julia Guzmán en el año 2013, por
ejemplo, en el que se recojen las historias de 67 mujeres encarceladas
con quienes ellas asumen solidaridad militante. Plantean su interés en
darles voz a estas mujeres privadas de la libertad porque:

en ese camino reconocimos que esa lucha que decidimos asumir tan nuestra, está
directamente relacionada a otros andares de compañerxs, amigxs y familia de este
país por una sociedad más justa, menos excluyente, por un país con vida digna (Colec-
tivo Juana Juliana Guzmán, 2013).

Está el libro de Viviana della Siega (2010) sobre el Caso lnp, en el cual se
leen los testimonios de dos abogadas: Gabriela Filoni y Susana Chiarotti,
que fungieron como defensoras de una niña indígena atacada sexual-
mente por tres muchachos en la plaza central de su pueblo, y se da cuenta
del tortuoso camino por el cual esta jovencita tuvo que atravesar, pero
siempre de la mano de estas y otras mujeres. Chiarotti dice: “…sentía
que el aparato de justicia era una pesada maquinaria patriarcal, y que
para transformarla se necesitaban muchos años de trabajo y esfuerzos
gigantescos (…) era una sensación abrumadora”, pero tanto ella como su
compañera se decicieron a tomar el caso con la clara intención de “mos-
trarle a la chica que no estaba sola y que existían en su país organizacio-
nes de mujeres que trabajaban por la defensa de los derechos de otras
mujeres, que eran solidarias con ella” (Chiarotti, en Della Siega, 2010,
p. 6). Y que intentarían denunciar esa injusticia para que se visibilizara
en el país que ese no era un caso aislado, sino que miles de mujeres son
revictimizadas cuando tratan de denunciar la violencia sexual.

41
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Un último ejemplo es el de las narrativas sobre violencia sexual en las


vidas de las mujeres mexicanas migrantes, recogids por Gloria González
López (2008) en su ensayo titulado Nunca he dejado de tener terror, en
el cual ocho mujeres originarias de Jalisco y Ciudad de México relatan
los horrores de esas experiencias. La autora cierra su artículo diciendo:

después de terminar las 40 entrevistas, entré como terapeuta voluntaria a la lacaaw.


En este organismo, atestigüé con profunda alegría cómo las mujeres mexicanas inmi-
grantes, sobrevivientes de la violencia sexual, pueden sanar sus heridas por medio de
la terapia (...) y se han convertido en activistas y voluntarias apasionadas y empodera-
das que organizan, educan y asesoran a otras…” (González-López y Ruiz, 2008, p. 73).

Nosotras nos preguntamos: ¿cuál es la diferencia entre matar y dejar


matar?, ¿cuál es la diferencia entre hacer daño y dejar que se haga daño?
El trabajo de las activistas es ese: no quedarse calladas, acompañar, decir,
alzar la voz.
¿Quiénes se vuelven activistas?, ¿qué pasa con esas personas que
deciden hacer más o hacer diferente? Las mujeres activistas, por un lado,
hemos vivido en nuestros cuerpos y vidas las injusticias, las hemos reco-
nocido, nos hemos indignado y hemos decidido hacer un hacer peculiar,
pero nosotras también nos encontramos en tensión, porque a menudo
somos blanco de humillaciones, burlas, amenazas, agresiones e incluso
ejecuciones.
Podemos rastrear nuestro ejercicio como luchadoras sociales siglos
atrás, y encontraremos que en todas las luchas invariablemente hemos
sido traicionadas. La más reciente ocasión histórica en que esto sucedió
fue hace 65 años, cuando pugnamos por la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Nos invisibilizaron nuevamente, nos discrimina-
ron, quedamos fuera. Pero no hemos dejado de defender estos derechos
siempre que están en riesgo y no reparamos en el sexo, la edad, la con-
dición social, el pueblo del que forma parte una persona, o su sistema
de creencias o su posicionamiento frente al ejercicio de la sexualidad.
Hemos perseguido que las mujeres sean tratadas con dignidad e igualdad
en derechos que los hombres del mundo, pero no fue sino hasta 1993
cuando en la Conferencia Mundial se abrió la puerta para que nuestros
derechos se consideraran entre los derechos humanos (creados por hom-
bres en un principio).

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

Pero eso no fue suficiente, tuvimos que pugnar por que se obser-
varan los derechos humanos a través de la lente de la perspectiva de
género, porque de lo contrario se consideraban violaciones de los dere-
chos humanos solo los hechos que sucedían en el ámbito público, no los
de las puertas de los hogares hacia dentro, esos todavía se consideraban
actos privados. Desde la perspectiva androcéntrica, si una mujer era
golpeada o torturada en una guerra por un soldado, eso era una violación
de sus derechos humanos, pero si este mismo soldado golpeaba o violaba
a la mujer con la que compartía su casa (esposa, pareja, concubina) era
un asunto que tenía que analizarse aparte (no ocurriera que se lo tuviera
merecido y el pobre hombre pudiera ser injustamente castigado).
Por eso las defensoras de los derechos de las mujeres reconocemos
primero que vivimos en una cultura androcéntrica en la cual el mundo de
los hombres, sus necesidades, sus ambiciones, sus intereses y sus expe-
riencias son los que definen todas las relaciones humanas y sus productos
(las tradiciones intelectuales, la ciencia, la religión, las instituciones del
estado, etcétera). Desde el feminismo proponemos poner adelante y al
centro la experiencia de las mujeres, porque nuestra perspectiva hasta
ahora ha sido una no-perspectiva, debido a que los hombres son el refe-
rente para todo lo que existe. Pero atención: no pretendemos venganza
o suplantación. Sería absurdo pensar que ahora lo que necesitamos es
subordinar a los hombres. Reconocemos que lo que necesitamos es visi-
bilizar las relaciones de poder entre los sexos, porque estas son las que se
utilizan para normaliza la violación sexual, hacen que la violencia física
dentro de una casa no se considere tortura o que la discriminación de la
población lgbttiqa sea considerada hasta necesaria, etcétera.
Las feministas defensoras de los derechos humanos (esta frase hasta
parece redundante) trabajan en un ambiente machista por la defensa de
los derechos propios y de otras, otros, sin dejar de atender responsabili-
dades laborales, familiares, escolares, etc. Esto, sin contar que, cuando
los hombres se dedican a la defensa de los derechos humanos, general-
mente no tienen que toparse con un techo de cristal o un piso pegajoso,16

16. Para más información: https://generoyeconomia.wordpress.com/2009/04/30/


entre-el-techo-de-cristal-y-el-suelo-pegajoso/.

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

y su labor es valorada hasta como heroica. Las mujeres somos hostiga-


das, amenazadas, aisladas, abandonadas por la pareja o la familia para
ejercer presión a dejar las luchas…, y nos merecemos todo esto “malo”
que nos pasa o más.
En las siguientes páginas referimos nuestras vidas en colectivo,
nuestras experiencias como defensoras de derechos humanos, como
acompañantes o aliadas en la vida de mujeres que deciden enfrentar el
aparato que nos oprime.
Referir estas historias nos recuerda las vejaciones, humillaciones y
el estigma de que somos objeto, pero en ellas late también la esperanza
de la posibilidad de ser libres y dejar en libertad esas historias para que
no se olviden las luchas que hemos enfrentado y las modificaciones que
hemos visto ocurrir en nuestras vidas y las vidas de las compañeras que
han confiado en nosotras.
Recientemente, en una reunión de defensoras, hablábamos sobre
nuestros dolores, sobre aquello que nos quita el sueño, sobre los casos
que no se sueltan, que están entrampados. Hablábamos mujeres de
diferentes municipios y poblados del estado (El Salto, Tapalpa, Ciudad
Guzmán, Tuxpan, Atoyac, Guadalajara y la zona metropolitana, Chi-
quilistlán, Unión de Guadalupe, Juanacatlán), y nuestras palabras eran
sobre despojo, nuestras conversaciones se dispersaban y hablábamos
de la extracción desmesurada de la tierra, de la mala condición de los
hospitales con sus sillas rotas, sus cansados y escasos médicos y médi-
cas; hablamos de la contaminación del agua, de cómo la destrucción
del medio ambiente nos afecta primero y más a las mujeres, de la tala
inmoderada, de la falta de luz eléctrica, de la escasez del agua, de las
cantidades de basura y su quema o recolección, de la mala calidad de
la educación, de las afectaciones a nuestra salud, de la represión, de la
violencia y los daños a nuestros cuerpos, nuestras relaciones y nuestras
pertenencias. Platicamos de la pobreza, de la injusticia, de la escasez de
vivienda, de la falta de empleo, del aumento en las infecciones de trans-
misión sexual, de la depresión, del cáncer y la diabetes, del crimen orga-
nizado, del trabajo infantil, de las ladrilleras, de las láminas de asbesto,
de la renta de las tierras. Y nos llamamos a nosotras mismas defensoras

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

de la vida, defensoras de las mujeres y a veces, solamente nos llamamos


mujeres organizadas.
No todas las mujeres ahí presentes se asumían como feministas, pero
todas entienden de qué estamos hablando cuando decimos que todos
estos dolores emanan de una herida provocada por un arma machista.
Reconocemos el peso del patriarcado y el colonialismo que también cruza
nuestras realidades, pero entendemos que las formas en que todas estas
problemáticas nos apabullan surgen de la visión que se tiene de noso-
tras como mujeres desocupadas, feminazis, revoltosas, mitoteras. Todas
hemos sido humilladas en más de una ocasión por miembros de nuestra
comunidad, si no es que de nuestras familias mismas. Son muchísimas las
súplicas que hemos escuchado de nuestros seres queridos de retirarnos de
hacer este trabajo, pero son muchas más las amenazas que hemos recibido
cuando defendemos nuestras voces o las de nuestras compañeras.
No tomamos a la ligera que, al acompañar a una niña víctima de vio-
lación a hacerse un aborto, por ejemplo, el personal de salud encargado
de llevar a cabo el procedimiento en la entidad nos restrinja la entrada,
nos hostilice, asigne policías investigadores a vigilarnos y amedrentarnos
tomando fotografías o se nos retire a la fuerza de las instalaciones para
poder tratar de convencer a las víctimas o sus familias de que no lleven a
cabo el procedimiento. Hemos sido testigos de cómo opera la maldad, de
lo permeada que está en cada nivel del orden social y hemos encontrado
mecanismos para hacerle frente, juntas.
Con todo, todavía nos cala en las entrañas acompañar a una mujer
víctima de violación a poner una denuncia. Tomar nota de la forma en
que es cuestionada por las agentes del Ministerio Público, la manera en
que la médica intenta minimizar el nivel de daño cuando se revisan las
lesiones provocadas en su cuerpo por el agresor al someterla. Estar ahí
con ella cuando la hacen esperar durante cuatro horas o más para hacerle
un examen ginecológico (porque la única médica se va al interior del
estado a revisar “casos verdaderamente importantes”) sin poder bañarse.
No deja de sorprendernos que, cuando sugerimos a las víctimas de
violación pedir un kit profiláctico (que incluya pastillas de anticoncep-
ción de emergencia), se responda que eso se consigue fácil en la farmacia,
que por los antirretrovirales y lo demás hay que ir a un hospital y buscar

45
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

a una persona en particular que es la única que puede escuchar del caso,
pero que se fue quince minutos antes de que terminara el susodicho
examen ginecológico, con lo que se reduce seriamente la efectividad de
los medicamentos.
Nos indigna una y otra vez que la cita que se le ofrece a una víctima
para hacerle un peritaje psicológico se fije para seis meses posteriores
a la denuncia porque “hay pocos peritos que se reparten el trabajo de
todos los municipios”.
Cuando se integran nuevas compañeras a hacer este trabajo, les
tenemos que recordar que a veces las mujeres con quienes trabajamos
no pueden llegar al trabajo mostrando su denuncia de violación o de
agresiones físicas, porque serían juzgadas sin conocer las circunstancias,
pero que de todas maneras tienen que faltar al trabajo al menos cuatro
días para completar el trámite, porque hace falta ir a hacer el retrato
hablado e identificar al posible agresor.
Lastima estar al lado de las mujeres que, después de obedecer cuatro,
cinco, seis años los absurdos procedimientos burocráticos, les confirman
que nunca se va a encontrar, detener, juzgar o encerrar al responsable.
Hemos participado en marchas, plantones, manifestaciones, reunio-
nes, diálogos, foros, conferencias, talleres, conversatorios, transmisiones
en vivo por Internet, redes sociales, exposiciones artísticas, performan-
ces, cursos a veces como asistentes y a veces como facilitadoras, y cada
vez vemos que son más las voces que se unen, siempre de mujeres que
se identifican con las demandas que a coro cantamos, que en grupo reci-
tamos. Y también hay cada vez más hombres que acompañan el movi-
miento, que quieren hacer su parte.
Pero, como ya lo venimos señalando, ser mujeres activistas no es
seguro ni conveniente en este país. Según la nota de Anayeli García en
Cimacnoticias (2013):
Evidenciado ante Naciones Unidas, el Estado mexicano fue repro-
bado por la comunidad internacional ante su incapacidad para proteger
a plenitud los derechos femeninos, así como las garantías individuales
de las periodistas y las defensoras de derechos humanos (dh).

Durante el Examen Periódico Universal, realizado el 23 de octubre de 2013 en Gine-


bra, Suiza, funcionarios de nuestro país no lograron convencer al Consejo de Derechos

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

Humanos de la onu sobre los supuestos avances legales e institucionales para res-
guardar los derechos de las mexicanas en rubros como salud, libertad de expresión,
violencia de género o acceso a la justicia.
Ni siquiera un paquete de iniciativas en materia de dh enviado de última hora, el
22 de octubre, por Enrique Peña Nieto al Congreso —–el cual no contempla medidas
específicas para las mujeres—, convenció a la comunidad internacional sobre las
buenas intenciones del Estado mexicano.
Como resultado, 89 países formularon 180 recomendaciones a México —die-
cisiete de ellas referentes en concreto a los derechos femeninos—, al constatarse la
insuficiencia de las medidas de gobierno para proteger a defensoras de dh y periodis-
tas, la persistencia del fuero militar para castigar violaciones contra civiles, y la falta
de justicia que padecen las mujeres (García, 2013).

Según el informe de la onu-dh sobre la situación de las defensoras y los


defensores de derechos humanos en México, publicado en 2013, aquellas
que se dedican a la defensa de los derechos de las mujeres están dentro
del grupo agredido por perpetradores que, en el 39% de los casos, per-
manecen impunes y no identificados, pero que en el 38% de los casos son
actores estatales, en el 12% son parte de la administración pública federal,
en el 6%, de autoridades municipales, y el 5%, de operadores de justicia.
De estos, ninguno cuenta con una sentencia (onu-dh México, 2013).
En al menos 37 de las agresiones registradas durante el período del
balance realizado para 2013, la Oficina del acnudh en México tuvo cono-
cimiento del inicio de investigaciones en el ámbito penal por parte de
las autoridades competentes. La falta de sanción a los perpetradores no
solamente contribuye a la repetición de los hechos, sino además agrava
el nivel de riesgo en que las defensoras y los defensores continúan reali-
zando su labor. Reiteradamente se ha considerado que una debida inves-
tigación y una sanción adecuada son una efectiva forma de protección
para quienes defienden los derechos humanos. El incumplimiento por
parte de los Estados del deber de procesar y castigar a los culpables es
una violación clara del artículo 12 de la Declaración sobre el derecho y
el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y
proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales univer-
salmente reconocidos, conocida como “Declaración sobre los defensores
de los derechos humanos” (onu-dh México, 2013).
Desde que Enrique Peña Nieto asumió el poder en 2012 se han incre-
mentado los expedientes de queja que se reciben en la cndh y, aunque
fue en este mismo año cuando se creó el Mecanismo de Protección para

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Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas para 2013, la


Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “todos los
derechos para todas y todos” registraba once mujeres asesinadas por
su labor (Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos
“Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red tdt), 2014).
El 24 de agosto de 2017 el Observatorio Ciudadano Nacional del
Feminicidio (ocnf) denunciaba que Irinea Buendía Cortés, madre de
Mariana Lima Buendía, víctima de feminicidio por parte de su esposo,
Julio César Hernández Ballinas, comandante de la policía judicial del
municipio de Chimalhuacán, estado de México, era víctima de agresiones
contra su familia y exigía garantías de seguridad.
Con el acompañamiento del ocnf, Irinea Buendía inició un largo
caminar en busca de justicia que derivó en 2015 en la sentencia 554/2013
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la que el tribunal ordenó
que el caso —que había sido cerrado calificando la muerte de Mariana
Lima como suicidio— se reabriera para que fuera investigado como femi-
nicidio.

El pasado 12 de agosto, Aurelio Michel Buendía, hijo de Irinea Buendía, fue intercep-
tado por personas desconocidas cuando regresaba a su casa. Lo golpearon hasta que
perdió el conocimiento, y mientras lo agredían le advirtieron: ‘Deja tu pinche juicio
pendejo contra Ballinas’.
En ocasiones anteriores, Aurelio (...) ha sido acusado y detenido arbitrariamente
por la supuesta portación de armas y por circular en vehículos reportados como roba-
dos. Dichas detenciones fueron realizadas sin ninguna orden de aprehensión, lo que
evidencia la criminalización y persecución de las que son objetos las familias que
buscan acceder a la justicia.
Actualmente el juicio contra Julio César Hernández Ballinas se encuentra en
desahogo de pruebas y en espera del desarrollo de audiencia y de la sentencia con-
denatoria. En ese contexto el hostigamiento y amenazas contra Irinea Buendía y su
familia se han hecho presentes (Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio
(ocnf), 2017).

De acuerdo con el informe de la onu sobre la situación de las defensores


y los defensores de derechos humanos en México, la defensora Norma
Andrade, presidenta honoraria de la organización, relata en Nuestras
hijas de regreso a casa, que el 2 de diciembre de 2011 sufrió un atentado
con arma de fuego, en presencia de sus dos nietos menores de edad,
fuera de su domicilio particular en Ciudad Juárez, Chihuahua. Cinco

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¿Cómo hablar de maldad cuando abordamos el tema
de la violencia de género contra las mujeres?

días después apareció una manta en el exterior de la escuela primaria


donde la defensora trabajaba como profesora, la cual hacía referencia al
ataque sufrido y lo calificaba como “una advertencia”, además de amena-
zar a la familia de la defensora. El 3 de febrero de 2012, Norma Andrade
sufrió otra agresión fuera de su nuevo domicilio temporal en la Ciudad
de México, cuando un hombre no identificado la atacó en el cuello con
un objeto corto punzante (onu-dh México, 2013)
La Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos publicó en
febrero de 2017 el Diagnóstico Nacional de Agresiones contra Defenso-
ras de Derechos Humanos, donde se denuncia que entre 2012 y 2014
en México se registraron 615 agresiones a defensoras (Red Nacional de
Defensoras de Derechos Humanos en México (rnddhm), 2017).
Para el 19 de junio ViceNews reportaba el caso de tres defensoras de
derechos humanos más, asesinadas en nuestro país: a pesar de tener una
recomendación de la cndh para su protección, en marzo Emma Gabriela
Molina Canto fue asesinada en Mérida, Yucatán, después de sostener
una batalla legal con el político priista Alberto Medina por recuperar
la custodia de sus tres hijos. Miriam Rodríguez Martínez, una activista
muy conocida en Tamaulipas, con sus propios medios buscó y ayudó a
la captura de los secuestradores y asesinos de su hija, pero en marzo de
este año varios reos escaparon y Miriam pidió protección a las autorida-
des, la cual no recibió, y fue asesinada por un comando que arribó a su
domicilio, presuntamente dirigido por uno de los asesinos de su hija el 10
de mayo. El 20 de mayo, una activista transgénero de Guerrero llamada
Jennifer López fue asesinada en su domicilio con un cuchillo con el que
la hirieron en el cuello (ViceNews, 2017).
Es evidente que el mecanismo del Estado para la protección de las
defensoras de dh es un embuste si no hay un reconocimiento y una valo-
ración de nuestra labor. Ante este panorama, ¿de dónde puede salir una
política que prevenga las agresiones en contra nuestra?, ¿qué nos queda?
Nosotras creemos que hilar de colores, hilar finito, seguir tejiendo como
dicen las feministas comunitarias.
En particular comulgamos con lo descrito por Lorena Cabnal en
Femimismos diversos: los feminismos comunitarios (Asociación para
la Cooperación con el Sur [acsur], 2010):

49
Marín Martínez, Beltrán Rizo y Villagómez Zavala

Pienso que en la medida que nos oigamos, nos reconozcamos en la diferencia y repen-
semos como construir diálogos pensantes, sintientes, y respetuosos, podremos seguir
juntando hilos desde donde estemos, toda vez que intencionalicemos nuestras accio-
nes de manera coherente contra los patriarcados y contra las hegemonías que nos
circundan en nuestro propio cuerpo, en la cama, la comunidad, la calle, la ciudad y
en el mundo. Esta acción no solo compete a las mujeres, invita a los hombres, los
compañeros, los hermanos indígenas, los occidentales y a la cooperación solidaria
para reflexionar, acerca de las aportaciones que hacen en las luchas sociales y de los
pueblos, sean políticas o económicas; refuncionalizan, transforman o apuestan a las
aboliciones (acsur, 2010)

Van con estas líneas nuestros abrazos, nuestros más sentidos agradeci-
mientos, nuestros cariños y nuestra fuerza para todas aquellas que en
cualquier lugar del mundo conservan la capacidad de indignarse y luchar
hasta el último día por la transformación de este espacio en el cual un día
compartiremos equitativamente con todo lo vivo, con todo lo sagrado,
con todo lo verdadero…, sin que haya lugar para la maldad.

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¿Un “crimen perfecto” en la universidad?
Narrativa de género sobre el imaginario
de las víctimas del mobbing docente

Rebeca del Pino Peña


Universidad Pedagógica Nacional

Resumen

A partir de una discreta mirada de la criminología, se lleva a cabo un


planteamiento sobre la base de una figura retórica de la analogía del
“mobbing docente universitario”, como un “crimen perfecto” por su
invisibilidad letal en las organizaciones. El análisis se sustenta en un
mecanismo explicativo de la tríada “delito-criminal-víctima” a través de
un recorrido conceptual por la literatura científica sobre este constructo
como fundamentación teórica de un estudio etnográfico en el cual se
delimita metafóricamente una especie de averiguación criminológica de
la construcción social de las víctimas de esta problemática laboral desde
una perspectiva de género. De la que emerge una percepción subjetiva
negativa sobre esta variable de investigación, así como una narrativa
diferencial de género en la vivencia, la interpretación y el significado del
mobbing del personal docente, con mayores afectaciones en el colectivo
femenino por el orden simbólico androcéntrico de las universidades, lo
cual acentúa más la impunidad de la maldad de esta violencia laboral de
género en estas instituciones educativas del siglo xxi.

Palabras clave: mobbing, docentes universitarios, narrativa, género

55
Del Pino Peña

Abstract

From a discreet the perspective of criminology, an approach is carried


out on the basis of a rhetorical figure of the analogy of the “university
teaching mobbing”, as a “perfect crime” because of its lethal invisibility in
the organizations. Analysis that is based on an explanatory mechanism of
the triad “crime-criminal-victim” through a conceptual journey through
scientific literature on this construct as a theoretical foundation of an
ethnographic study in which delimits metaphorically a kind of crimino-
logical investigation of the social construction of the victims of this labor
problem from a gender perspective. From which emerges a negative
subjective perception on this variable of research, as well as a differential
narrative of gender in the experience, interpretation and meaning of the
mobbing of the teaching staff, with greater affectations in the female
collective by the androcentric symbolic order of the universities, which
further accentuates the impunity of the evil of this gender labour violence
in these educational institutions of the 21st century.

Keywords: mobbing, university teachers, narrative, gender

Los primeros pasos para la indagación del “crimen


perfecto” del mobbing docente universitario: El soporte
teórico de estudio

El crimen es un hecho innato en el ser humano, que, desde el asesinato de


Caín y Abel hasta nuestros días, ha dado origen a una multitud de mani-
festaciones delictivas cíclicas (Morillas, 2004) incluso es considerado por
Durkheim (2003) como un fenómeno “normal” dentro de una sociedad.
Basado en este encuadre, Buompadre (2013) afirma que, en el caso
particular de la violencia, esta manifestación hoy en día se ha conver-
tido en un ingrediente básico de todas las instituciones del mundo. La
violencia laboral según Chappell y Di Martino (2006), es considerada

56
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

como la nueva epidemia global del siglo xxi, por los altos costos humanos,
sociales y económicos que genera en todas las naciones.
Al respecto, Leymann (1993, p. 1) subraya que en las sociedades
altamente industriales el lugar de trabajo constituye el único campo de
batalla donde la gente puede matar a otro sin correr el riesgo de enfrentar
a los tribunales.
El entorno de deshumanización laboral nos conduce a la compleji-
dad del estudio del mobbing, el cual ha sido denominado también como
“psicoterrorismo”, “acoso moral”, “asesinato psíquico” (Leymann, 1990;
Hirigoyen, 1999; Piñuel, 2002; Edreiras, 2003), entre otros sinónimos
que se le han dado al término.
Esta variable de investigación está integrada por diversas aristas
para su análisis y explicación, por lo cual, al emprender específicamente
un viaje a lo largo de ciertos postulados de la ciencia empírica e inter-
disciplinaria de la criminología . En este camino se podrían recuperar
algunos de los vocablos de dicha jerga especializada para el estudio de
esta problemática laboral, con el empleo de determinadas analogías para
su disertación en relación con la tríada “delito-criminal-víctima”.
Entramado teórico en el que metafóricamente desde esta perspec-
tiva se encuentra presente en la manifestación de este acto carente de
ética profesional en el escenario ocupacional actual , como una especie de
“delito civil” que se desarrolla intencionalmente para causar un daño a un
tercero, el cual tiene lugar a través de lo que podría ser nombrado como
una “delincuencia organizada en el trabajo”, cimentada en una relación
diádica entre el personal víctima-victimario, que proyecta una especie de
dialéctica hegeliana del amo y el esclavo en el mundo del trabajo.
Por ello, a lo largo de este trayecto por los senderos del mobbing se
pretende, en primera instancia, hacer una breve revisión de la concep-
tualización de este constructo para tener un mayor acercamiento a lo
que podría ser denominado sobre la base de este enfoque criminológico,
como una especie de “delito laboral” orientado al despido o la renuncia
de los trabajadores asediados al respecto , del cual podría aseverarse que
incluso llega a tomar tintes de un “crimen perfecto” en las organizaciones.
Desde esa óptica, Edreiras (2003, p. 134) señala que: “con una acti-
tud consciente de ir por la víctima y con la intención de utilizar contra

57
Del Pino Peña

ella violencia psicológica (...), se busca premeditadamente una violencia


sin huella, lo único que se ve en el proceso es su progresivo deterioro
físico y psíquico”.
De forma que, de acuerdo con este autor:

el objetivo de esta conducta es paralizar a la víctima (...) el proceso pretende pervertir


moralmente a la víctima y destruirla lentamente para conseguir un crimen perfecto
(...) llamamos a esta conducta “acoso moral” y la definimos como toda conducta
abusiva –verbal o no verbal– que atenta por su frecuencia y repetición contra la dig-
nidad o integridad psíquica o física de una persona (...) el acoso moral en el trabajo
tiene como objetivo intimidar, reducir, amedrentar y consumir emocional e inte-
lectualmente a la víctima para eliminarla de la organización sin costes económicos
(Edreiras, 2003, p. 131).

Leymann (1990, p. 5), quien ha sido considerado el padre del estudio


del mobbing, lo concibe como el fenómeno en que una persona o grupo
de personas ejercen una violencia psicológica extrema, desprovista de
ética, de forma sistemática y recurrente al menos una vez por semana, y
durante un tiempo prolongado de más de seis meses, sobre otra persona
en el lugar de trabajo, con la finalidad de destruir las redes de comuni-
cación de la víctima o las víctimas, destruir su reputación, perturbar
el ejercicio de sus labores y lograr finalmente que esa persona o esas
personas acaben abandonando el lugar de trabajo.
Pérez (2009, p. 1) hace referencia a esta dimensión de análisis como
el continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un traba-
jador por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con
el objeto de lograr su aniquilación o destrucción psicológica y obtener
su salida de la organización o su sometimiento a través de diferentes
procedimientos ilícitos, o ajenos a un trato respetuoso o humanitario, y
que atentan contra la dignidad del trabajador.
Se aprecia que este acoso psicológico en el trabajo responde a una
estrategia laboral preconcebida, que suele ser extremadamente sutil y
perversa al mismo tiempo, orientada a la anulación y el avasallamiento
de la víctima, por lo que este “delito laboral”, que “no deja huella” se erige
en un “crimen perfecto” por su invisibilidad en el escenario ocupacional
del siglo xxi.
Como señala Hirigoyen (1999), se trata de una violencia indirecta,
sin marcas ni heridas, con daños psicológicos que pueden perdurar

58
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

durante toda la vida; a lo largo de este proceso “criminal” en el mundo


del trabajo, en palabras de esta autora, se presentan dos etapas para la
destrucción “sutil” de la víctima. En la primera, conocida como “seduc-
ción perversa”, el hostigador, además de buscar ganarse la confianza del
personal acosado, también escudriña en su forma de ser para conocer sus
debilidades y poder plantear mejor su estrategia de aniquilamiento. Le
sigue la fase de la “violencia manifiesta”, donde se pone en marcha toda
la maquinaria demoledora del mobbing en aras de lograr la paralización
y el “asesinato psíquico” de la víctima. 
Cabe mencionar que, en este peregrinaje por el soporte teórico de
esta problemática laboral, se destaca la clasificación del mobbing en
función de la dirección en que los actores sociales perpetradores lo lle-
van a cabo. Se suele categorizar a este constructo como “vertical / des-
cendente” cuando el acosador es el jefe de la víctima, y como “vertical
/ ascendente” en el caso de que sea un colaborador el que asedia a su
superior jerárquico; además está el llamado “horizontal”, que se da entre
pares del mismo rango laboral. Se denomina mixto cuando se presenta
simultáneamente una mezcla de estas tipologías en la organización.
Sobre este punto, Edreiras (2013, p. 134) apunta que:

si el acosador moral es un superior jerárquico, durante el proceso de acoso se suelen


agregar colaboradores al linchamiento moral de la víctima, ya sea por corrupción
—seducción— o por coacción directa del acosador moral. Mob (mobbing) significa
mafia, en estos casos se suele hablar de gang o banda de acosadores.

De acuerdo con Lara y Pando (2014), este tipo de mobbing también es


conocido como bossing, y es el que ha sido registrado como el de mayor
frecuencia en las organizaciones de la actualidad.
Se podría aseverar que esta mafia de “delincuentes organizaciona-
les” se integra fundamentalmente por un victimario principal, que funge
como un tipo de asesino intelectual, y su ejército de acosadores, quienes
se erigen en una especie de “pelotón de la muerte de las víctimas”, al ser
los asesinos materiales de ellas.
De igual forma, de manera complementaria a este “batallón delictivo
psicosocial” del mundo del trabajo, se encuentran trabajadores a los
que se denomina como “testigos tácitos”, porque llevan a cabo acciones
hostiles de mobbing con una menor intensidad que el gang acosador, así

59
Del Pino Peña

como los que reciben el nombre de “testigos mudos”, quienes, aunque


no realizan directamente actos de acoso laboral, al guardar silencio al
respecto contribuyen indirectamente a la perpetuación de este “acto cri-
minal laboral” en contra del personal victimizado en las organizaciones.
Para lograr la devastación del personal hostigado, el victimario prin-
cipal, como señala Sun Tzu (citado en McNeilly, 1999, p. 24), crea un
ejército invencible y espera el momento en que el enemigo sea vulnerable.
De hecho, es importante señalar que, desde la posición de estas
huestes del mal laboral, la víctima se convierte precisamente en su “peor
enemigo”, al representar una amenaza para sus intereses y el orden esta-
blecido por ellos en la organización, así como para poder ocultar, a decir
de González de Rivera (2002), su “mediocridad inoperante activa” en el
desempeño deficiente de sus funciones en la organización, motivo por el
cual los acosadores le declaran a la víctima la guerra del mobbing, gene-
ralmente por la envidia y los celos que tienen, no solo por sus bienes mate-
riales, sino principalmente por sus cualidades individuales positivas, como
su talento profesional y potencial de desarrollo productivo, entre otras.
Sobre este punto, Pérez (2009) acota que es posible identificar
algunos rasgos de personalidad sobresalientes en los trabajadores vic-
timizados que son ambicionados por sus acosadores, entre los cuales
se destacan el que estos por lo general cuentan con un elevado sentido
de la ética y de la justicia, una sólida capacitación para desempeñar sus
funciones con independencia e iniciativa, así como un fuerte sentimiento
de compañerismo y competencia para trabajar bien en equipo.
Por ello el acoso nace del encuentro entre el ansia del poder y la
perversidad, según Hirigoyen (1999, p. 47). Esta autora apunta que el
victimario actúa metafóricamente como una especie de “vampiro organi-
zacional” que intenta penetrar en la psique de la víctima para “asesinarla
psíquicamente” y apoderarse de sus mejores virtudes, las cuales anhela
poseer, con la finalidad de compensar “simbólicamente” sus propias defi-
ciencias derivadas de su incompetencia laboral, en aras de poder sobre-
salir profesionalmente, por su alta necesidad de notoriedad, lo cual, en
el fondo enmascara, un profundo narcisismo y complejo de inferioridad.
En palabras de Gómez (2015), los hostigadores, para lograr su meta
de anulación y avasallamiento del trabajador blanco del mobbing, bus-

60
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

can aprovecharse de sus momentos de debilidad física y de enfermedad


mental, así como de las situaciones emocionales adversas que llegue a
enfrentar. Al mismo tiempo recurrirán a la humillación a través de la
descalificación pública, las difamaciones y las falsas acusaciones y a la
infravaloración del nivel de desempeño de la víctima, amenazándola con
la inestabilidad laboral, así como negándole el diálogo, estigmatizándola
y confinándola al aislamiento para reducir su espacio vital de trabajo,
entre otras acciones hostiles con las que buscarán incrementar todavía
más la angustia del acosado.
Ante este panorama resulta importante señalar que precisamente
desde el enfoque de la victimología, la cual es una rama de estudio de la
criminología, esta variable de investigación, según Buompadre (2013),
hace referencia a la persona física o moral que sufre un daño producido por
una conducta antisocial . Tal como sucede en el caso del mobbing, pues,
como señala Hirigoyen (1999: 144), “para el hombre violento ‘el otro’ no
existe; no le ve, no le escucha; es simplemente un objeto utilizable”.
Por lo tanto, pareciera que en la actualidad las organizaciones se
erigen como el escenario de la permisibilidad de la violencia humana,
donde se puede “justificar lo injustificable”, sin tomar en cuenta la cali-
dad de vida laboral de la clase trabajadora. Doble mensaje que, en el
fondo, abandera, en cierto sentido, la “violencia simbólica” en el sector
productivo como el estandarte del arte de la guerra laboral, donde la “ley
del más fuerte” se impone en la dinámica ocupacional, alejándose del
ideario del planteamiento del “trabajo decente” postulado por la Orga-
nización Internacional del Trabajo (oit).
Específicamente en la praxis organizacional educativa en la actuali-
dad, la manifestación del mobbing encierra un cúmulo de actos hostiles
que han traspasado los muros de las universidades, en las cuales, de
acuerdo con Piñuel (2017) esta manifestación es vista con cierta natu-
ralidad y se mantiene vigente por un problema estructural que ocasiona
que dichos centros del saber se constituyan en el último régimen feudal
que existe en la actualidad en el mundo del trabajo.
De hecho, en la literatura científica se registra que las universidades
se erigen en fértiles caldos de cultivo para la expresión de esta problemá-

61
Del Pino Peña

tica laboral (Bou, 2002; Piñuel, 2002; Del Pino, 2007; Peñasco, 2009;
Westhues, 2009; Gómez, 2015; Piñuel, 2017).
Bou (2002) señala que las universidades operan mediante mayorías
de intereses particulares, chantajes y coacciones, lealtades basadas en
códigos de silencio y, en definitiva, en juegos de poder, por lo que su
estructura y su funcionamiento en la actualidad son violentos per se.
De manera similar, Peñasco (2009) apunta que estas instituciones edu-
cativas son espacios de corrupción, abuso del poder, acoso, aislamiento
y destrucción.
La desviación, los juegos y los abusos del poder, la existencia de
facciones, las rivalidades y enfrentamientos, la mediocridad intelectual
y el juego político interno favorecen que una parte de los trabajadores de
la universidad sean víctimas del mobbing, lo cual genera la depredación
del más vulnerable, del que es diferente, del más amenazante intelectual-
mente, del que no dispone de padrinos influyentes; así como el maltrato
psicológico hacia los profesores recién llegados y de los becarios, etc.
(Piñuel, 2002).
En relación con estos grupos de trabajadores de mayor vulnerabi-
lidad, es importante señalar que en diversas investigaciones de corte
cuantitativo se ha encontrado que el personal docente es una de las
colectividades laborales con mayor grado de riesgo de enfrentar esta
problemática laboral, en la que se ha encontrado una mayor prevalencia
principalmente de mobbing vertical / descendente, que oscilando entre
el 8.9% y el 28.9% (Herranz, Reig y Cabrero, 2006; Cruz, Ovalle y Pando,
2008; Lara y Pando, 2014).
De igual forma, se ha registrado que el personal femenino docente se
constituye en el colectivo académico donde se ha encontrado una mayor
prevalencia y niveles más altos de mobbing (Hirigoyen, 1999; Aldrete et
al., 2006; Del Pino, 2007).
Sin embargo, a pesar de esta situación, en el caso de México se
conocen pocas investigaciones sobre el mobbing del profesorado desde
una perspectiva de género, así como desde un abordaje metodológico
cualitativo que permita tener un acercamiento al imaginario del perso-
nal docente universitario que pueda servir de puente con los resultados

62
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

cuantitativos al respecto, de manera complementaria, en busca de una


mayor comprensión de este constructo.
De hecho, si se toma en cuenta, para el caso del análisis de este cons-
tructo en las instituciones de educación superior, que la víctima representa
el “objeto olvidado” por la criminología, como señala Morillas (2004 ).
Tener la oportunidad de adentrarse en la “visión de los docentes
vencidos” por el mobbing podría coadyuvar a enriquecer esta línea de
investigación científica, y escudriñar también en el análisis diferencial
de género en las universidades, como marco de referencia del estudio
de la reproducción y el reforzamiento no consciente de patrones de des-
igualdad en los actores sociales del claustro docente universitario, los
cuales como señalan Buquet et al. (2013), han estado presentes en estas
instituciones educativas desde su fundación hasta la actualidad.

El peritaje cualitativo del caso del “crimen perfecto”


del mobbing docente universitario: El abordaje
metodológico de investigación

Para dar inicio al rastreo de las evidencias cualitativas para la reconstruc-


ción de la escena de los hechos delictivos, se realizó un estudio etnográ-
fico con el objetivo de tener una aproximación a la construcción social
del profesorado víctima de mobbing docente universitario, desde una
perspectiva de género, por lo cual se emprendieron dos etapas de investi-
gación para un abordaje más completo de esta variable de investigación.
En la primera se llevó a cabo la medición cuantitativa del mobbing,
para lo cual se aplicó el test psicométrico lipt-60 (González de Rivera y
Rodríguez-Abuín, 2003), en una muestra no probabilística estratificada
por conveniencia de 392 docentes universitarios, de los cuales el 50%
era del sexo femenino y el 50% del masculino.
Posteriormente, en la segunda fase, se seleccionaron los casos del
personal académico con las puntuaciones más altas para la realización
de una serie de entrevistas de profundidad, con el objetivo de rescatar
las voces del profesorado víctima de mobbing en las universidades en

63
Del Pino Peña

estudio que pudiera tener un discurso con mayores elementos vivenciales


al respecto.
A tales efectos se diseñó una guía de temas con un abordaje general
sobre este constructo, para después efectuar el análisis de las evidencias
empíricas obtenidas en el trabajo de campo cualitativo y, ulteriormente,
presentar los hallazgos más sobresalientes obtenidos en esta investiga-
ción, con una breve interpretación explicativa tentativa, complementada
con un conjunto de citas originales del discurso de los docentes entre-
vistados.

Siguiendo las pistas del mobbing docente universitario:


¿los indicios narrativos de un tentativo “acto delictivo de
género”?

Como parte de la fase indagatoria de la averiguación del caso del mob-


bing docente en las universidades en estudio se exponen a continuación
las evidencias empíricas de las denuncias más relevantes encontradas
en el trabajo de campo cualitativo.
Para la exposición de los hechos de la escena del crimen, en pri-
mera instancia se enuncian las principales similitudes encontradas en
el discurso de los catedráticos evaluados, para posteriormente exponer
las diferenciales narrativas por género identificadas en esta investiga-
ción, además de presentar la narrativa femenina de un caso de mobbing
docente en la universidad, en el cual se aprecian acciones hostiles de
violencia androcéntrica.

Semejanzas en la narrativa docente del ‘mobbing’ universitario

Entre los principales resultados encontrados en esta investigación se


aprecia en el discurso del personal en estudio una percepción subjetiva
de esta variable de estudio con una interpretación y una vivencia nega-
tiva, lo cual estaba asociado con sentimientos de decepción, impotencia
y frustración en el desempeño del ejercicio profesional. Debido a que este

64
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

colectivo docente concibe al mobbing como la “peor experiencia laboral”


que ha enfrentado a lo largo de su carrera académica, a la cual catalogan
como una problemática del mundo del trabajo que es inaceptable que
exista en estos centros del saber que deberían ser ejemplo de los más
altos valores morales de la humanidad .

Como maestra (...) lo más feo que he tenido que enfrentar es este acoso tan cruel que
me hacen (...) ¡Es muy decepcionante que así te traten en la universidad! (Profesora
universitaria).
¡El mobbing es un infierno! (...) ¡Es lo más malo que me ha pasado desde que
inicie mi práctica docente! (Profesor universitario).
¡Es inconcebible que en una universidad nos hagan estas fechorías! (...) Es donde
deberíamos de ser más éticos (...) ¡No hay duda de que es lo más terrible que he vivido
como maestra! (...) no hay moral (Profesora universitaria).

Desde esa óptica, en las voces del personal en estudio se puede identifi-
car también la cosmovisión de una sensación de destrucción y avasalla-
miento de su estructura emocional hasta una especie de “muerte psico-
lógica” que va minando la fuerza de la víctima hasta su total devastación,
lo cual, en el análisis de esta incidencia delictiva remite, a los sinónimos
de este término “asesinato psíquico” y “psicoterrorismo laboral”. Se corre
el riesgo de que este acto carente de ética profesional pueda llegar a
convertirse en un “crimen perfecto” que quede impune, por la “suti-
leza” de este acoso psicológico en el trabajo, que no deja huellas físicas
cuando se ejecuta, lo cual ocasiona que no se cuente con evidencias que
puedan demostrar plenamente la culpabilidad de estos verdugos en la
universidad.

¡Yo lo veo como si te fueran “chupando la sangre” poco a poquito (...) día a día (...)
hasta que quedas como “muerto en vida” y quedas a su total merced! (Profesor uni-
versitario).
¡Los que me acosan (...) son unos asesinos de cuello blanco (...) que deberían
meter a la cárcel por todo lo que nos hacen (...) pero nunca les hacen nada (...) siguen
libres de castigo haciendo mucho mal (...) como si no hubiera pasado nada! (Profesora
universitaria).
¡(...) Es como si te estuvieran linchando todos los días hasta que ya no tienes
fuerzas de nada (...) por lo que terminan dándote “el tiro de gracia” (...) y ahí quedaste!
(Profesor universitario).

De igual forma, en el discurso de los entrevistados sobresale un punto


de vista sincrónico en cuanto a la “toxicidad laboral” presente en el

65
Del Pino Peña

ambiente, la estructura, las condiciones y la dinámica de trabajo de las


universidades, cuyo escenario ocupacional podría constituirse en un
caldo de cultivo propicio para la manifestación del mobbing en estas
instituciones educativas, como se señala en la literatura científica espe-
cializada sobre este campo del saber.

¡Me apena decirlo, pero yo he trabajado en otros lugares, y el peor ha sido aquí en
la universidad, por tantos dimes y diretes tan asquerosamente bajos que hacen sus
autoridades y sus allegados! (...) ¡Verdaderamente lamentable este entorno de tra-
bajo tan falto de moral y tan enfermo que se vive se en las universidades! (Profesora
universitaria).

¡Aquí te mueves en un ambiente muy feo! (...) ¡Ahora sí, que primero yo, después
yo y siempre yo, y los que estén conmigo (...) los demás que se jodan (...) nosotros
como simples maestros, no les importamos! (...) ¡Ese, ese es el espíritu que priva en
la universidad ´ (...) triste pero real (...) así como no va haber mobbing! (Profesor
universitario).

¡Ya te fregaste si no eres cuate de los que la mueven en la universidad! (...) ¡Ellos tiene
el poder de hacer y deshacer como gusten por la estructura tan rígida que hay aquí!
(...) ¡Hay muchas mafias de poder (...) y si te agarran de “su puerquito” (...) olvídate,
pobre de ti! (Profesor universitaria).

Al respecto, los entrevistados coincidieron en informar que el batallón


de la muerte encargado de ejecutar el mobbing docente universitario
suele estar comandado por sus jefes inmediatos, que llevan a cabo labo-
res como gestores educativos en las coordinaciones de sus áreas de tra-
bajo o del programa académico donde colaboran, quienes, al parecer,
se encuentran arropados por las autoridades universitarias, las cuales
les proporcionan una clase de “inmunidad laboral” que los protege del
riesgo de ser despedidos o de que les llamen la atención por la realización
de estos actos carentes de ética profesional.

¡Los que principalmente te acosan son los que están en el círculo de poder de la
jerarquía (...) tus jefes (...) ellos mandan (...) tú obedeces, no te queda de otra (...) te
aguantas y calladita te ves más bonita (...) ¡Por más que nos hagan lo peor (...) nadie
puede hacerles nada (...) son intocables! (Profesora universitaria).

¡Todos aquellos que tienen “vara ancha” con las autoridades (...) nuestros jefes (...)
y que como a muchos de ellos los pusieron de “dedazo”, están bien protegidos desde
arriba (...) y pues nadie les hace nada! (Profesor universitario).

66
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

¡Mucha de esta gente mala que hay en las universidades (...) son coordinadores (...)
y como siempre están bien parados, se aprovechan de que tienen poder y que nadie
los puede correr (Profesor universitario).

Este entramado laboral aparentemente se repite también en el caso de


ciertos colegas del profesorado en estudio, que forman parte de una espe-
cie de séquito de “fieles académicos incondicionales” a los mandatos
delictivos laborales de sus superiores, con lo cual estos han logrado su
aprobación, reconocimiento y apoyo, así como un conjunto de privilegios
en la universidad derivados de su obediencia al respecto.

¡“Los maestros lambiscones (...) que quieren quedar bien con ellos (...) y que hacen
todo lo que ellos les dicen (...) por malo que sea (...) para poder contar con sus favores
(...) y lograr lo que ellos quieren alcanzar en la universidad (...)!” (Profesor univer-
sitario).

¡Tengo colegas muy malvados (...) que son incondicionales del jefe (...) y por quedar
bien con él y tenerlo contento (...) no les importa el daño que te están haciendo (...)!
(Profesora universitaria).

¡Hay profesores que son unos verdaderos canallas y que como tienen un mayor status
que uno (...) ganado por su lealtad con los ´meros, meros` (...) no por sus propios
méritos (...) sino por las bajezas que les ordenan que hagan para atacarnos (...)! (Pro-
fesor universitario).

De igual forma cabe señalar que el personal docente en análisis destacó


haber sido victimizado periódicamente con una amplia gama de acciones
hostiles de mobbing carentes de ética y falta de respeto a la dignidad
humana, lo cual le ha causado serias afectaciones en su quehacer aca-
démico y en su salud física y mental, así como en su imagen profesional
y personal. Con la finalidad de encaminarlos a su “muerte laboral” en
la universidad, sea para obligarlos a renunciar, sea como una estrategia
para despedirlos arbitrariamente como parte de este “crimen perfecto”
en esta institución educativa .

¡Han creado una imagen monstruosa mía en la universidad (...) como si fuera una
´bruja´! (...) ¡Puras mentiras sobre mi persona para correrme (...) no solo como
profesora me han puesto en mal con mis alumnos y con los otros profesores (...) al
decirles que no hago mi trabajo (...) que cometo muchos errores (...) que no sé hacer
nada (...) que soy una mala persona (...) que no soy de confianza (...) todo esto me ha

67
Del Pino Peña

dañado mucho en mis clases y con los colegas (...) que a veces ya no puedo más, y ya
no sé, si lo mejor sería renunciar! (Profesora universitaria).

¡Cómo me enfermé por tantas cosas tan malas que me hacían, estuve incapacitada
y luego me enteré de que en mi ausencia en una junta del Colegio de Profesores, el
coordinador de la carrera les pasó a todos los asistentes mis incapacidades y mis
documentos personales que tenían en la universidad (...) burlándose de lo que me
había ocurrido, de mi trabajo y hasta de mi vida personal (...) metiendo una cizaña
bien fuerte en mi contra para que me despidieran (...) me sentí tan mal que volví a
ponerme muy mal (...) y cuando regresé todos otra vez se pusieron en mi contra para
que me corrieran (...) y así siguen queriendo correrme por todo (...) que porque respiro
o porque no respiro (...) la verdad hay veces que me pregunto a mí misma si podré
seguir soportándolo (...) o mejor si yo misma mejor me retiro antes de que las cosas
se pongan peores para mí! (Profesor universitario).

¡Mi jefe es muy cruel conmigo (...) no tiene ´nadita´ de corazón (...), me hace cosas
bien feas siempre! (...) todo esto se está convirtiendo en un castigo (...) para ver si
logro aguantar (...) cada vez todo se pone peor (...) y me he llegado a sentir tan mal
que ya estoy pensando mejor en abandonar todo y mejor renunciar! (Profesora uni-
versitaria).

Diferencias en la narrativa de género de las víctimas de ‘mobbing’


docente universitario

A lo largo del proceso indagatorio sobre este constructo, en esta investi-


gación se encontraron también variaciones de género en la construcción
social de la interpretación del significado y la vivencia de esta problemá-
tica laboral en función del sexo del personal docente en estudio.
En el caso del colectivo femenino, las profesoras declararon afron-
tar mayores problemáticas laborales que su contraparte masculina, pues
señalaron que, además de las acciones hostiles de mobbing que suele
enfrentar habitualmente el personal docente en las universidades, ellas
también enfrentan otras relacionadas con su condición cultural intrín-
secamente femenina, al ser vistas por determinados superiores y colegas
varones como una especie de “amenaza” a su status quo en la universidad.
Al respecto, algunas catedráticas destacan que por esta situación,
para ser consideradas por parte de las autoridades universitarias para
el desempeño de sus funciones académicas, a diferencia de sus colegas
varones, ellas requieren tener un mayor compromiso con la universidad,
así como estar siempre más preparadas en sus campos de conocimiento

68
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

para que estar en condiciones de mostrar una mayor capacidad profe-


sional y tener un mayor reconocimiento al respecto, lo cual, señalaron,
no siempre logran, a pesar de contar con una mayor preparación y una
mejor actitud de trabajo.

¡Yo tengo que echarle más ganas que mis otros compañeros maestros, para que
siquiera me tomen en cuenta para dar una clase, y a pesar de que siempre estoy
tomando cursos y preparándome mejor (...) casi siempre les tengo que estar rogando
para que me den las materias que por obligación institucional debo impartir! (Pro-
fesora universitaria).

¡Siempre me dejan al final (...) y me dan los peores horarios, las materias que nadie
quiere (...) a pesar de ser especialista en otras materias y siempre estar tomando cur-
sos de actualización sobre didáctica y las nuevas tendencias que hay de mis materias!
(Profesora universitaria).

¡Aunque destaco más que otros colegas hombres académicamente hablando para que
me den las materias que solicito tengo que demostrar que soy mejor que ellos en todos
sentidos (...) a veces lo logro y otras no (...) y a pesar de ello yo sigo con formaciones
que me permitan tener más armas que me permitan seguir explorando el lograr una
mejor carga docente! (Profesora universitaria).

De igual forma hubo entrevistadas que informaron tener que afrontar


muchos más obstáculos que sus colegas varones para tener acceso a
oportunidades de desarrollo profesional y estímulos por su desempeño
docente, a pesar de tener mayores méritos académicos a tales efectos.

¡Te bloquean, no te dejan alcanzar tus metas profesionales! (...) ¡Estás estancada
aunque seas la mejor! (Profesora universitaria).

¡Te ponen muchos impedimentos para que puedas concursar por alguna convocatoria
de becas o estímulos (...) son muy tramposos (...) me dilatan la estregan de constancias
o me dicen que se les traspapelaron para que no reúna todos los requisitos y no pueda
siquiera concursar (...) para que sus cuates puedan ser los que se hagan acreedores a
esos apoyos! (Profesora universitaria).

¡No se vale todo lo que te hacen para que no puedas avanzar (...) no es justo que te
pongan tantas ´piedritas´ para que puedas meter papeles en las convocatorias (...)
puedas ir a dar una conferencia (...) participes como experta en el medio académico
(...) solo porque eres mejor que ellos! (Profesora universitaria).

Resulta importante destacar también que en la narrativa de algunas


docentes se hace alusión a acciones hostiles de mobbing relacionadas con

69
Del Pino Peña

su vida personal, que se aleja de ciertos mandatos culturales de género


de la figura tradicional femenina, tal como ocurre en el caso de las profe-
soras que se encuentran solteras por haber tenido una mayor inquietud
intelectual en su proyecto de vida, o de aquellas que son divorciadas o
separadas por la falta de una conciliación interfaz casa-trabajo.

¡De plano yo sigo sin salir del estado de estupefacción que provoca el ser agredida en
la universidad por ser una profesora bien preparada, que pudiera servir de ejemplo
de empoderamiento a las jóvenes, y que contradictoriamente tengo que soportar un
trato violento por no haberme casado! (Profesora universitaria).

Yo no entiendo cómo hay universidades tan cerradas que aparte de no respetarte


como académica, se atrevan a meterse con tu vida privada (...) ¡No tiene nada que
ver el que yo no haya querido tener hijos con mi profesionalismo y entrega con mi
trabajo! (Profesora universitaria).

¡Es sorprendente tantas groserías que una tiene que aguantar! (...) con cosas que no
tiene nada que ver (...) ¡Como si el ser buena maestra estuviera relacionado con si
estás divorciada, o no! (Profesora universitaria).

Paralelamente, cabe señalar que, de manera aislada, se encontró un caso


de una joven profesora de licenciatura que, además de sufrir mobbing
docente universitario, se quejó de ser acosada sexualmente con miradas
lascivas, expresiones verbales morbosas e inclusive haber padecido acoso
de tipo cibernético, lo cual manifestó condenar más por estar viviendo
esto en una institución que afirma ser defensora de la equidad y respeto
hacia las mujeres.

¡Es muy ofensivo como maestra que recibas un maltrato con alusiones sexuales (...)
y más en una universidad que se dice defensora de la causa de las mujeres (...) sim-
plemente no puede ser (...) no en persona ni por Internet (...) es verdaderamente
denigrante (...) que asco! (Profesora universitaria).

En otro orden de ideas, en lo que respecta al colectivo de varones en estu-


dio, resulta importante señalar que, a pesar de que se encontraron cate-
dráticos con experiencias negativas al respecto, en el discurso de algunos
de ellos, de manera diferente de su contraparte femenina, al parecer se
observa la naturalización de las acciones hostiles de mobbing docente
universitario con tintes machistas, las cuales incluso llegan a justificar
como parte de la cultura organizacional propia de las universidades. Es

70
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

un punto de vista en el cual se podría decir se encuentra presente la repe-


tición de patrones culturales dominantes de género de tipo patriarcal.

¡Es parte del sistema educativo, no puedes hacer nada más que entrarle y no “rajarte”!
(Profesor universitario).

¡Es lo normal, así somos aquí, qué le vas a hacer! (Profesor universitario).

¡Es lo común que te hagan cosas bien gachas en la universidad, pero la verdad es que
en todas es así! (Profesor universitario).

Narrativa de un feminicidio docente universitario

Con la finalidad de ilustrar un caso con los indicios de la escena de un


“crimen perfecto” de género en la universidad, a continuación se presen-
tan las evidencias empíricas más sobresalientes del discurso de la joven
profesora de quien se señaló en el apartado anterior que había tenido
que enfrentar hasta acoso sexual como parte de la maquinaria demole-
dora de mobbing, lo cual se constituye en la máxima expresión de una
violencia de género fundamentada en un recurso de infravaloración y
“cosificación” del orden patriarcal imperante.
De la voz de esta docente víctima de mobbing universitario emerge
una construcción social que deja entrever un cúmulo de actos de violen-
cia de género que fungieron como un arma más letal por los mandatos
culturales sexistas de subordinación femenina y dominación masculina
presentes en estas instituciones educativas.
Resulta pertinente señalar que la narrativa de esta catedrática estuvo
acompañada de expresiones corporales y de reacciones verbales emocio-
nales de dolor, decepción, frustración, impotencia y tristeza a lo largo del
relato, las cuales se incrementaron con una manifestación más intensa
de ansiedad y angustia cuando la catedrática en estudio indicó que había
descubierto que su principal victimario era el coordinador de su área
académica, quien lideraba al colectivo docente masculino que la acosaba
fuertemente.
De hecho, a lo largo de este testimonio se destaca la manifestación
de la etapa de “seducción perversa” como preámbulo del mobbing per-
petrado por el coordinador de la joven profesora, lo cual fue clave para

71
Del Pino Peña

ganarse su confianza por la admiración y respeto que ella le profesó, así


como para la determinación de las estrategias de “muerte psíquica” más
efectivas durante la fase de la “violencia manifiesta”, lo que la llevó a ser
un “blanco perfecto” para su exterminio laboral de parte de su victimario.
De igual forma, puede apreciarse en el discurso de esta profesora
que ella tuvo que enfrentarse a diversas manifestaciones de mobbing,
de manera tanto presencial como virtual, como ofensas, burlas, humilla-
ciones, falsedades, dobles mensajes y exclusión social, entre otras, con
el objetivo de lograr el desprestigio de su imagen profesional y personal
en la universidad, así como de ir aniquilando sus fuerzas físicas, su esta-
bilidad emocional, su talento profesional y su potencial de desarrollo
productivo, entre otras.
Estas acciones de mobbing fueron consideradas por esta docente
como el evento “más funesto” que ella ha vivido en su carrera académica,
además de que las percibe también como una ofensa al ideario de la ética
universitaria, lo cual a ella le ha generado una decepción profunda, que la
he llevado a su “muerte laboral” por el asesinato psíquico que cometieron
en su contra, que le ha impedido luchar todavía para construir un nuevo
proyecto de vida profesional para el futuro.

¡Lo que más deseaba desde que era estudiante, era ser profesora para poder regre-
sarle a mi universidad todo lo que me había dado (...) fui la mejor alumna de mi
generación y en el posgrado también me destaqué (...) siempre quise trabajar en la
universidad (...) ¡era mi máximo! (...) ¡Con mucho esfuerzo logre ganar una plaza! (...)
¡Por primera vez pude concursar por apoyos que no tenía acceso por ser solamente
una profesora interina de asignatura (...) así que le eché muchas ganas y conseguí
ganarlos, y eso me ayudó mucho para poder empezar en la universidad (...) pero eso
no les gustó a los de mi área (...) porque si, ya de por sí, nadie me hacía caso como
nueva, sino que me veían como extraña (...) eso provocó que se me echaran encima
algunos profesores reconocidos en la universidad y que me empezaran a tratar muy
mal (...) ¡se enojaban mucho!
! Como yo tenía la idea de que contaba con el apoyo de mi coordinador (...) pues
pensé que todo iba a mejorar, pero no fue así (...) yo confiaba en él porque era un
maestro que ya tenía muchos años en la universidad y que estaba muy bien “parado”
(...) ¡yo tenía la idea de que era todo un caballero! (...) ¡Yo pensé que al proponerle
varias ideas nuevas para el área, eso me ayudaría con todo esto (...) pero no fue así
(...) se robaba mis ideas para quedar bien en la universidad (...) decían que eras
sus propuestas, pero era una vil mentira (...) ya después descubrí que él era el que
armaba todo para que me atacaran mis otros compañeros (...) que era un hipócrita
de primera (...) que siempre me había mentido (...) que solamente me estaba usando
y se aprovechaba de mí (...) eso me devastó totalmente porque yo confiaba en él…

72
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

Como yo no sabía nada (...) yo no entendía por qué eran tan groseros conmigo
(...) por qué me maltrataban tanto (...) era obvio que no me dieran clases en posgrado
porque no tenía ninguna ´palanca´ que me ayudara a entrar clases allí (...) pero sentí
mucho que me quitaron mis materias de licenciatura (...) para que tuviera problemas
en la universidad porque no estaba cumpliendo con mi carga horaria obligatoria (...)
no me dejaban firmar mi asistencia (...) para que tuviera tres faltas seguidas y pudie-
ran correrme (...) no me avisaban de las juntas (...) me daban información incorrecta
e incompleta para que cometiera errores y no pudiera cumplir bien con mi trabajo
ni tampoco poder concursar por estímulos institucionales (...) ¡no me tomaban en
cuenta para nada…!
¡No tuve cubículo durante más de dos años! (...) y cuando finalmente lo obtuve
me confinaron a un espacio en condiciones muy malas para la salud (...) estaba haci-
nada en un pequeño lugar sin luz que parecía bodega (...) sucio y con mal olor (...) a
los pocos alumnos que me iban a buscar hasta les daba como asco y no regresaban
(...) me tenían hasta lástima y no entendían por qué me habían quitado mis grupos y
me trataban así (...) si yo para ellos, según me dijeron, era una muy buena profesora
que siempre estaba al pendiente de ellos (...) no me permitieron hacer un buen uso
de los recursos que había ganado (...) me robaron la computadora que compré (...)
muchos de mis materiales de trabajo (...) de mis clases y de la investigación que estaba
haciendo (...) eso me afecto un ´chorro` (...) se llevaron hasta trabajos de mis alumnos
(...) ¡yo lo denuncié ante el jurídico, pero nadie me hizo caso...!
¡Nadie me hablaba (...) se daban la vuelta cuando me veían (...) no respondían
a mis saludos ni a mis preguntas! (...) siempre se burlaban muy feo de mí (...) que
estaba bien fea y prieta (...) se burlaban de un problema de salud del que me estaba
recuperando, pero con todo lo que me hicieron me empeoré (...) y se me complicó todo
(...) dijeron cosas muy ofensivas sobre mi vida íntima sin ningún fundamento (...) me
inventaron que yo era una piruja (...) ´que yo había logrado entrar a la universidad
por “cuerpomático” no por mis méritos (...) Y lo más asqueroso fue de todo (...) fue
que por primera vez en mi vida, me acosaron sexualmente (...) tanto en persona como
por Internet (...) me miraban muy morbosamente (...) me hacían comentarios muy
denigrante (...) me mandaban mensajes ofensivos a mi correo (...) con fotografías
pornográficas (...) e insinuaciones repugnantes y nauseabundas (...) nunca me ima-
giné que viviría eso en la universidad (...) ¡qué repugnante !
Yo no tenía ni idea de que mi coordinador era quien promovía todas estas bajezas
(...) me acusaba de cosas muy malas sobre mi persona y mi vida profesional ante los
otros profesores (...) de cosas que yo no había hecho nunca en mi vida (...) ¡Me difamó
cruelmente! (...) dijo muchas cosas que no eran ciertas (...) me ponía muy mal ante los
demás (...) inventó una imagen falsa de mi persona, totalmente contraria a mi forma
de ser (...) ¡me provocó muchos problemas en la universidad donde trabajaba! (...) y
que empezara a enfermarme muy fuerte (...) y como estaba muy mal de salud, por más
que me esforzaba ya no hacía las cosas como antes (...) estuve muy enferma, hasta me
hospitalizaron por lo mal que estaba (...) la verdad, me sentía muy, pero muy mal (...)
no podía creer todo lo que estaba viviendo (...) y cuando descubrí lo farsante y desgra-
ciado que era mi coordinador (...) la “mala leche” que me hacía (...) me di cuenta que
estaba en un verdadero nido de víboras (...) quede muy decepcionada de la universidad.
…Todas estas asquerosidades (...) es lo más funesto que he pasado como maestra
(...) y las reporté muchas veces ante las autoridades por escrito (...) pero me dejaron
“morir sola” (...) nunca, de los nuncas (...) hicieron nada por ayudarme (...) Todo esto
es una vergüenza que suceda en la universidad (...) ¡Me dolió mucho que con toda la

73
Del Pino Peña

injusticia del mundo me despidieran! (...), ¡estoy muy decepcionada! (...) ¡No tengo
trabajo! (...) estoy muy mal de salud (...) me empeoré mucho (...) ahora ya tengo más
enfermedades (...) siento que todo lo perdí (...) me cerraron todas las puertas (...)
me siento muy vacía (...) no tengo fuerzas, me siento muy débil (...) me siento como
zombi, como muerta en vida (...) me maltrataron mucho (...) siento que ya no tengo
ninguna razón para seguir adelante (...) no sé qué rumbo tomará mi vida (...) ¡no le
veo futuro! (...) ¡Ahorita no tengo fuerzas para nada! (...) me destruyeron totalmente
(...) ya no soy la de antes (...) lo que más quería en la vida (...) mi carrera académica
está acabada.

La sentencia del caso del “crimen perfecto” en la


academia. Reflexiones finales sobre la narrativa del
mobbing docente universitario ¿Un delito de género?

A lo largo del proceso indagatorio del “caso delictivo” del mobbing


docente universitario se encontraron evidencias negativas al respecto
en el imaginario del profesorado en estudio, el cual se constituye en
un grupo de alto riesgo laboral de enfrentar esta problemática laboral,
como señalan diversos especialista en el tema (Herranz, Reig y Cabrero,
2006; Cruz, Ovalle y Pando, 2008; Lara y Pando, 2014) a la cual percibe
subjetivamente como el “episodio más fatídico” que ha experimentado
a lo largo de su trayectoria académica universitaria”.
En esta investigación se encontró también una expresión mixta del
mobbing docente universitario, principalmente de corte vertical / des-
cendente, seguido del de tipo horizontal, lo cual coincide con lo postulado
por Lara y Pando (2014), de una mayor expresión de bossing que se com-
plementa con las acciones hostiles del gang de trabajadores acosadores
del mismo nivel jerárquico que las víctimas (Hirigoyen, 1999; Piñuel,
2002; Edreiras, 2003).
Al respecto, cabe señalar que esta situación es producto de la diná-
mica, el entorno y la estructura de estas instituciones educativas, como
señalan diversos especialistas en el tema (2002 ; Piñuel, 2002; Del Pino,
2007; Peñasco, 2009; Westhues, 2009; Gómez, 2015; Piñuel, 2017), al
señalar que, por estas condiciones, este escenario ocupacional se cons-
tituye en un fértil caldo de cultivo para la manifestación de este flagelo
laboral.

74
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

A lo largo de este peregrinaje cualitativo por la línea de investigación


científica del mobbing docente universitario, con una perspectiva de
género, se desprende del análisis de la tríada “delito- criminal-víctima”,
tanto en el plano teórico como en lo que respecta a las evidencias empí-
ricas derivadas del trabajo de campo de este estudio cualitativo, que
esta problemática laboral metafóricamente emerge como una especie
de “crimen perfecto” por su invisibilidad letal, que se acentúa en el caso
de las profesoras en estudio.
Por ello los hallazgos obtenidos en este estudio etnográfico denotan
que las catedráticas entrevistadas se constituyen en un grupo de alto
riesgo laboral de presentar mayores problemáticas de mobbing docente
universitario, dado que se encontraron mayores evidencias empíricas en
la narrativa del colectivo femenino en comparación con su contraparte
masculina, lo cual concuerda con lo registrado por Hirigoyen (1999),
Aldrete et al. (2006) y Del Pino (2007).
Desde la perspectiva de las víctimas del mobbing docente universita-
rio, en estas instituciones educativas impera una cultura organizacional
androcéntrica que, como señalan Buquet et al. (2013), ha estado presente
tradicionalmente en estas organizaciones educativas desde su origen
hasta la actualidad. Todavía subsiste una división “simbólica” de corte
sexista en las universidades, lo que podría estar influyendo en la gene-
ración de mayores acciones hostiles de mobbing contra las profesoras.
De tal manera que podría decirse que esta situación adquiere tintes
de lo que podríamos llamar, desde la óptica de análisis de la criminología,
un “delito laboral de violencia de género”, donde la dominación mascu-
lina del personal victimario que actúa de manera activa contra la víctima
para el marcaje de la subordinación femenina refuerza los desequilibrios
de poder entre varones y mujeres en la universidad.
Al respecto, es importante considerar que el género se fundamenta
en la lógica de poder, de dominación, como asevera Lamas (2000, pp.
344 y 345), al apuntar que Bordieu dice que el orden simbólico mascu-
lino está tan profundamente arraigado que no requiere justificación,
se impone a sí mismo como autoevidente, y es tomado como “natural”
gracias al acuerdo “casi perfecto e inmediato” que tiene, por un lado,
estructuras sociales como la organización social de espacio y tiempo y

75
Del Pino Peña

la división social del trabajo, y por otro lado de estructuras cognitivas


inscritas en los cuerpos y en la mente. Estas estructuras cognitivas se ins-
criben, mediante el mecanismo básico y universal de la oposición binaria
Así, con la inclusión del análisis de este postulado binario en este
trabajo, se parte de la premisa de que se pudo tener un acercamiento
al estudio de mobbing docente universitario, que sobre la base de los
hallazgos obtenidos en esta investigación, denotan la posible manifesta-
ción de lo que podría denominarse o una clase de “crimen perfecto” más
fino y acabado, que se caracteriza por tener mayor planeación y dominio
de este “delito laboral” por un asunto de género de origen androcéntrico
en las universidades, que no deja ninguna sospecha y queda en la total
impunidad.
Los hallazgos obtenidos en este estudio ponen de manifiesto la rele-
vancia de llevar a cabo un análisis diferencial de género en el análisis
de este constructo en el profesorado de estas instituciones educativas,
en el que se rescaten las voces de estos actores sociales para la com-
plementación de los hallazgos cuantitativos arrojados en esta línea de
investigación científica, en aras del enriquecimiento del estudio de este
constructo, en beneficio de la calidad de vida y la salud ocupacional de
los protagonistas de la formación de los futuros profesionales del país.
Desde esta óptica es importante señalar que sería conveniente
emprender más estudios de corte cualitativo sobre este constructo
desde la perspectiva de género, en los cuales, a través de la narrativa,
se profundice en las percepciones subjetivas del profesorado en estudio
sobre la maldad del mobbing docente universitario, en conjunto o de
manera diferencial por cada colectivo en estudio, dado que no es posible
entender la riqueza de la percepción subjetiva de la masculinidad sin la
de la conceptualización femenina, pues estos conceptos se construyen
socialmente por contraposición en el imaginario de los seres humanos.
Sumado a ello resulta pertinente señalar que la realización de futuros
trabajos cuantitativos, cualitativos o mixtos, desde diferentes campos del
conocimiento, podría coadyuvar a enriquecer esta línea de investigación
científica de una forma más acabada y completa, y constituirse en un área
de oportunidad para generar nuevos conocimientos científicos en esta
materia, que permitan tener mayor acercamiento y comprensión de esta

76
¿Un “crimen perfecto” en la universidad? Narrativa de género
sobre el imaginario de las víctimas del mobbing docente

variable de estudio, así como la posibilidad de trascender socialmente


en la dinámica organizacional universitaria.
Podemos afirmar que el repertorio de las voces de las víctimas docen-
tes de la maldad del mobbing universitario de este estudio se suman en
un esfuerzo por coadyuvar a visibilizar lo que podría llamarse como un
“delito laboral de violencia de género”, por lo que, como destaca Girard
(citado en Piñuel, 2006, p. 1), para favorecer la violencia colectiva, hay
que reforzar su inconsciencia, y al contrario, para desalentar esa violen-
cia hay que mostrarla a plena luz, hay que desenmascararla.
Ante tal panorama en cuanto a la praxis institucional educativa, cabe
afirmar que el discurso del profesorado en estudio sugiere la necesi-
dad de que se planteen políticas públicas orientadas a la prevención, el
manejo, el control y el seguimiento del mobbing en las universidades,
desde un enfoque de género, con un mayor énfasis en las profesoras, y
principalmente en los grupos más vulnerables identificados al respecto.
Finalmente, cabe señalar que uno de los grandes retos de la gestión
educativa universitaria actual será la puesta en marcha de una planea-
ción, una organización, un control y una dirección basados en las mejo-
res prácticas desde la perspectiva de género para el abordaje de esta
problemática laboral, mediante la prevención, el manejo, el control y el
seguimiento del mobbing con un mayor énfasis en el profesorado feme-
nino, para la potencialización del quehacer académico, así como para la
mejora del bienestar y el respeto a la dignidad humano-organizacional
del personal docente universitario del siglo xxi.

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79
El secreto más oculto está bajo el miedo.
Formas de violencia contra
las mujeres en Colombia

Amanda Parra Cárdenas


Docente e investigadora de la Universidad Libre

Yuliet Dayana López López


Comunicadora social, periodista, youtuber

Queremos mostrar casos reales con unas entrevistas, pero es tan impor-
tante destacar las noticias sobre las mujeres que son objeto de homici-
dios y hechos violentos que se constituyen en delitos penalizados por
la justicia colombiana, que solo referiremos casos de 2017; con estas
publicaciones señalamos que la justicia colombiana es muy lenta, y a
veces con rasgos de impunidad, por lo cual el victimario queda libre por
vencimiento de términos. Esta es la realidad de Colombia que debe ser
expuesta ante otros países, para que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y otras organizaciones internacionales entren a tomar medidas
cautelares y de protección a las mujeres, y sobre todo que se haga justi-
cia. Como dice un dicho popular, si no queremos que otros castiguen a
nuestros hijos debemos responsabilizarnos de su formación.
Cuando nos referimos a la violencia contra las mujeres estamos
haciendo mención de las madres o mamás , a sus hijas, abuelas, nietas,
sobrinas y otras que están dentro del núcleo familiar, pero fuera del
hogar se encuentran las mujeres que trabajan para mejorar el sustento
económico y sufren el acoso sexual de sus patrones; las niñas que estu-
dian o que también están sometidas a trabajar y que son víctimas de
humillaciones y violaciones.

81
Parra Cárdenas y López López

Esperamos que este documento sea una ventana para mostrar la


cruda realidad que viven algunas mujeres en Colombia como Estado
social de derecho, con un sistema de justicia lento que genera impunidad,
todo dentro de una sociedad llena de miedo que lentamente ve descom-
poner su tejido social, ante la ceguera de la clase política encargada de las
políticas criminales del país. No se debe ignorar la realidad de que “sus
mujeres son maltratadas y sometidas a los instintos más bajos de algunos
hombres y hasta de otras mujeres”, porque se expide unas normas que no
se cumplen, como la ley para frenar el feminicidio, o la otra norma que
condena las lesiones que sufren las mujeres porque les rocían ácidos en
el rostro y las desfiguran; estas conductas y hechos punibles ya estaban
contenidos en el Código Penal.
En Colombia las cifras de violencia contra las mujeres han aumen-
tado considerablemente desde al año 2014, y este es el tercer delito de
mayor frecuencia, con un promedio de 211 casos por día, según cifras
presentadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal en el último
año. Los casos de violencia en los hogares colombianos presentan dos
víctimas principalmente, las mujeres y las niñas, pero no se puede des-
conocer que de igual forma se maltrata a mujeres mayores. Solo en el año
2016 se presentaron 77,182 casos en los cuales mujeres, niños y niñas
fueron maltratados física y psicológicamente. Este factor de violencia
en Colombia está arraigado en el machismo tradicional, con creencias y
costumbres que bien podrían considerarse de la época de las cavernas.
En Colombia, muchas mujeres, en pleno siglo xxi, se casan para que
un hombre les proporcione todo lo necesario y, como se dice en el argot
popular, las mantenga, y ahí empiezan los inconvenientes, porque esa
mujer no será independiente jamás, ni económica ni emocionalmente.
Para padres y abuelos de la generación de esta era fue normal que una
mujer se casara, permaneciera en el hogar cuidando de los hijos y espe-
rando al hombre que se convirtió en el proveedor de esa familia; cuando
él se sentía inconforme, le pegaba a su esposa y, si consideraba que tenía
que hacerlo, a sus hijos también.

82
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

María, la mujer que creció trabajando en el campo

Es el caso de María, una mujer que creció en el campo, con nueve her-
manos, a quien le tocó trabajar y desempeñar labores del hogar y propias
del trabajo rural desde pequeña, un hogar en el que no creció en medio
de riquezas y lujos, pero donde siempre hubo qué comer. Sin duda, una
mujer bonita, de piel color canela, cabello negro, ojos negros, labios rosa-
dos, mejillas pronunciadas y estatura promedio en Colombia.
Dieciocho años era su edad cuando se casó, profundamente enamo-
rada del que sería el padre de siete hijos, hoy en día su apoyo. Todo color
de rosa, como suelen ser las relaciones al inicio; enamorados, soñadores,
con infinitos deseos de salir adelante, deseos que más tarde desaparecie-
ron y se convirtieron en constantes peleas, discusiones y golpes.
Al contactar a María, no quiere hablar, no quiere recordar aquellos
episodios de violencia que soportó durante casi 30 años, por qué lo hizo,
probablemente por la razón que muchas mujeres callan, por sus hijos,
por mantener el hogar, por no ser un fracaso ante la sociedad o simple-
mente porque ellas tienen la culpa, por hacer enojar con sus comporta-
mientos a sus esposos.
En Colombia, el maltrato de violencia doméstica (intrafamiliar) se da
por celos, por desconfianza, por machismo y, sobre todo, por infidelidad,
esta última fue la que más debió soportar María de su marido, y es que
treinta años es un número grande para una persona que con frecuencia
sufre agresiones tanto físicas como psicológicas.
En definitiva, María se niega a contar su historia, porque dice que no
se siente con la capacidad de hacerlo sin verse afectada, así que autoriza
a su hermana Ana, quien presenció varios de los episodios de violencia
que sufrió María. Ana es una mujer alta, de apariencia fuerte, cabello
negro, mirada seria; al igual que María, creció en el campo, trabajando
en el hogar y tuvo que defender a su hermana en muchas ocasiones.
María se casa y se va a vivir con su esposo a una casa cerca de su
hogar paterno, ahí comienzan los inconvenientes, padres y hermanos
reciben quejas de los vecinos por constantes agresiones e incluso, en oca-
siones, ellos alcanzan a escuchar los gritos e insultos con que el hombre
agrede a esta mujer y deben acudir a su defensa; el hogar se convierte en

83
Parra Cárdenas y López López

una batalla campal de casi todos los días y para sus padres y hermanos
cualquier momento puede convertirse en una tragedia.

Entrevistador: ¿Qué situaciones soportó su hermana?


Ana: Vivió con él 30 años en los cuales tuvo que soportar muchísimas
agresiones, maltratos, le pegaba, la insultaba con palabras terribles.
Entrevistador: ¿Qué hizo que su hermana se casara tan joven?
Ana: Supongo que se enamoró de él y por eso se casó tan joven.
Entrevistador: ¿Vivió algún tipo de situación en el hogar paterno que
la hubiera obligado a casarse siendo tan joven o simplemente por amor?
Ana: Yo creo que por amor.
Entrevistador: Ella se va a vivir con este hombre, empiezan a tener
hijos y comienzan las agresiones, ¿estás agresiones también se vivían en
el noviazgo o solo aparecen estando casados?
Ana: Eso fue solo después de que se casaron.
Entrevistador: ¿En qué momento empieza a darse usted cuenta
como hermana de las agresiones que ella sufría por parte del esposo?
Ana: Porque ellos vivían en una casita cerca de la de nosotros y él le
pegaba y uno escuchaba cuando él con una escoba, con un palo o con lo
que fuera, le daba unas palizas que uno la escuchaba cuando ella gritaba,
teníamos que correr a defenderla con mis hermanos y mi mamá.
Entrevistador: En el momento en que se presentó la primera agre-
sión, ¿ustedes intentaron aconsejarla de alguna manera? Y, ¿qué hizo
ella?, ¿qué hizo el señor?
Ana: Él a nosotros no nos decía nada, porque él siempre la pelea y
la guerra fue con ella.
Entrevistador: El hecho de que ustedes se dieran cuenta de que él la
agredía, ¿no sirvió para que él dejara de hacerlo?
Ana: Siempre, él siguió en lo mismo, y ella estaba defendiéndolo a él,
y es más, mi mamá lo demandó y ella fue a hablar y a decir que no debían
creerle a mi mamá porque ellos lo que hacían era jugar y mi mamá y mis
hermanos llegaban a pegarle a él.
Entrevistador: ¿Las agresiones fueron siempre con ella o también
con los niños?

84
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

Ana: Él también los trataba muy mal y les pegaba, muchas veces,
cuando yo ya estaba grande, tuve que intervenir para defender a los niños
porque él les pegaba con lo que encontraba.
Entrevistador: Algún momento puntual que recuerde de las agre-
siones que ella sufrió.
Ana: Ella le servía el desayuno, ella le podía preparar, por ejemplo,
un caldo, arepa y chocolate, pero si ella no le servía carne o huevos, él
tomaba el desayuno y se lo lanzaba por la cara o por los pies y ella corría
a recoger el desayuno y a volver a servirle el plato y rogarle que comiera.
Recuerdo que él llegaba de trabajar cada quince días, le traía a ella
las sobras del jabón y el shampoo que él usaba y decía que él debía usar
jabón y útiles de aseo nuevos, y ella no, y ella contenta le recibía eso.
Entrevistador: ¿Podría decirse que hubo infidelidad por parte del
esposo?
Ana: Toda la vida, ese hombre estuvo con muchas mujeres.
Entrevistador: ¿Cuando usted intervino para defenderla a ella, él
nunca intentó agredirla a usted?
Ana: A mí nunca me agredió. (Ana dice, extra micrófonos, que María
muchas veces debió atender a algunas mujeres con las cuales él llegaba
a la casa, y ella les decía a sus familiares que se trataba de amigas de su
esposo).

A pesar de la violencia de que María era víctima, ella siempre era cariñosa
con él, pero él la trataba mal, le decía palabras fuertes, que olía feo, que
no se le acercara, la golpeaba contantemente con palos, con ramas de
árboles, la tomaba del cabello y la arrastraba por toda la casa en presencia
de los hijos, que miraban atónitos y sin poder hacer nada para defender
a su mamá.
Los vecinos acudían a los padres de ella para quejarse, para pedirles
que hicieran algo para defenderla, tanto a ella como a los niños, pero era
prácticamente imposible, porque el amor que ella sentía por el hombre
hizo que nunca quisiera denunciarlo; por el contrario, María siempre lo
defendió, pues decía que todo era mentira y que se trataba del odio que
su madre y sus hermanos sentían hacia él.

85
Parra Cárdenas y López López

Como María, son muchas las mujeres colombianas que diariamente


soportan situaciones de maltrato y ellas mismas se someten a vivir de
esa manera, porque sus creencias y tradiciones les han enseñado que
deben permanecer toda la vida con su esposo, sin importar el tipo de
matrimonio que deban llevar, sea por garantizar un hogar para sus hijos,
sea por temor a estar solas y no poder sostener un hogar.
Lo cierto es que estas conductas en las familias colombianas son más
comunes de lo que se cree. Con el fin de hacer conciencia precisamente
de este tipo de hechos, la Organización de Naciones Unidas ha declarado
el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la No Violencia con-
tra la Mujer”, y por ese motivo el Centro Nacional de Referencia sobre
Violencia presentó un boletín comparativo de las diversas formas de
violencia que han recibido las mujeres en 2016 (731 casos), analizando
las cifras de homicidios, violencia intrafamiliar, violencia sexual y vio-
lencia interpersonal.1
Analizando las cifras de los tres años anteriores se tiene que en 2014
su promedio fue de 2.6 mujeres violentadas por día; en 2015, 2.2, y en
2016, 2.4.2 Las agresiones a las víctimas se dan principalmente en las
casas, en centros comerciales, en la calle, en establecimientos deportivos,
restaurantes, estacionamientos o parqueaderos, oficinas y carreteras; el
detonante son las discusiones y los insultos verbales, que, por lo general,
terminan convirtiéndose en fuertes abusos y maltratos que pueden llevar
incluso a la muerte de la víctima.
Siguiendo la tendencia de la violencia en Colombia, el mayor meca-
nismo causal de los homicidios de mujeres es el proyectil de arma de
fuego, responsable del 60.2% de los casos de 2014, del 58.2 de 2015, y
del 54.3 de 2016.

1. Lozano N., Violencia de género en Colombia, análisis corporativo de las cifras de los
años 2014, 2015 y 2016, Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
2016. Disponible en: http://www.medicinalegal.gov.co/documents/88730/4023454/
genero.pdf/8b306a85-352b-4efa-bbd6-ba5ffde384b9.
2. Ibidem.

86
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

Marlene: no tenemos por qué ser sumisas

En el diario El Universal, de Cartagena (30 de julio de 2017), se hizo


una entrevista a la magistrada Marlene Díaz, de la cual se hace un breve
relato. La jurista habla con firmeza sobre el maltrato que sufrió por
cuenta de su exesposo, que empezó desde la luna de miel, allá en 1978, y
que acabó en 2007, cuando decidió divorciarse y dejar de lado esa situa-
ción personal, que no concordaba con sus propias decisiones judiciales,
reconocidas por su enfoque de género y lucha contra la discriminación.
La magistrada dice que la justicia colombiana debe fallar con pers-
pectiva de género e invita a las mujeres a dejar de ser sumisas y a empo-
derarse para salir adelante; ella solicitó al Tribunal Superior de Bogotá
emitir una nueva sentencia para que sea reparada por el maltrato, inde-
pendientemente de sus ingresos.3

¿En qué consiste la decisión que la favorece?

La Corte resolvió una tutela en contra del Juzgado 11 de Familia de


Bogotá y la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, ordenando que
se vuelva a dictar la sentencia de divorcio, de cesación de efectos civiles,
porque el matrimonio es católico, para que tenga en cuenta el derecho
que tengo a ser reparada. El Tribunal me negó la indemnización alegando
que no tenía derecho porque mis ingresos me permiten vivir y cumplir
con las obligaciones alimentarias, y consideró que mi salario era sufi-
ciente. Pero yo no le estaba pidiendo que me solucionara un problema
alimentario, que me dieran para el mercado o los servicios, el caso es
que yo fui víctima de maltrato emocional y económico y tengo derecho
a ser reparada.

3. Bonilla, Alejandra (2017), “No tenemos por qué ser sumisas”, El Universal, Cartagena,
30 de julio. Disponible en http://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/no-
tenemos-por-que-ser-sumisas-258890. Consultado: 29 de octubre de 2017.

87
Parra Cárdenas y López López

¿Cuál es el error en el fallo del Tribunal?

El Juzgado dice que el señor incumplió sus deberes económicos, pero me


dice que no hay maltrato porque considera que es mutuo, sin pruebas de
ninguna clase. Apelo, alegando que el maltrato emocional está probado
y que me reconozca la indemnización. El Tribunal me da la razón en el
maltrato emocional, la sentencia es muy bonita, pero dice que no tengo
derecho a ser indemnizada porque como magistrada tengo un buen sala-
rio. Nosotros, en el Consejo de Estado, indemnizamos y no preguntamos
si el victimario tiene con qué pagar y el victimario tiene que saber de
dónde saca porque se le genera una obligación.

¿Hay que dejar de lado el derecho a la intimidad, el qué dirán los


demás?

Si seguimos convencidos de que la violencia de género no puede ser


denunciada y publicitada porque se afecta el derecho a la intimidad,
jamás vamos a poder combatirla. Seguiremos con las mujeres que en
las cuatro paredes de su hogar tienen que soportar de todo, porque no
pueden defenderse. Las mujeres tenemos que mitigar el daño, la mujer
maltratada tiene que empoderarse, tiene que buscar ayuda, tiene que
salir. Y si hay que llegar a las altas Cortes debe hacerse.
El maltrato emocional es tan duro y el maltrato físico es tan peli-
groso, las mujeres concilian. Es más, los jueces de familia y los magis-
trados de los tribunales presionan a las mujeres para que concilien, sin
tener en cuenta las condiciones de la conciliación. Yo lo digo porque
litigué (Derecho de) Familia veinte años y les decía a mis “pacientes”
que no lo hicieran y el juez los convencía. A mí me trataron de convencer
muchas veces y sabía que no iba a conciliar, que quería una sentencia de
maltrato. Son muy pocas las sentencias que hay, no llegan a esos niveles,
por el solo divorcio.

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El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

rcnNoticias: Más de 200 mujeres han sido asesinadas en


Colombia, 2017

Medicina Legal manifiesta en una entrevista que son las armas de fuego
las más utilizadas para cometer este tipo de delitos. La Fiscalía reveló que
han sido denunciados 345 casos de feminicidios en diferentes regiones
del país.
Tras el lamentable asesinato de una mujer a manos de su ex pareja
sentimental en el centro comercial Santafé, en el norte de Bogotá, las
autoridades están en alerta ante el número de este tipo de casos que son
denunciados en el país.
Medicina Legal, por medio de su director, manifiesta que en lo
corrido del 2017 se han registrado 204 casos de homicidios de mujeres;
Carlos Valdés (director) señaló que en los últimos diez años el uso de
armas de fuego ha aumentado de manera preocupante, hasta alcanzar
el primer lugar entre las causas de feminicidios en el país.

Hace diez años nosotros registrábamos agresiones con elementos contundentes en


primer lugar y las armas de fuego estaban en cuarto o quinto lugar, pero hoy en día
el maltrato contra la mujer con arma de fuego está en el primer lugar (...) Los victi-
marios son, principalmente, la ex pareja sentimental, le siguen los familiares y los
vecinos o conocidos…4

En el Día Internacional de la Mujer hay cifras alarmantes de maltrato


contra ellas en Colombia; según Medicina Legal, cada trece minutos
una mujer es víctima de algún tipo de agresión. “Lo más preocupante
es que las edades de mayor agresión están entre los diez y los dieciocho
años, con un gran énfasis en las edades de entre diez y catorce años,
edades en las que se presenta con mayor frecuencia la agresión sexual”,

4. rcn Noticias (2017), “Más de 200 mujeres han sido asesinadas en Colombia en el
2017: Medicina Legal”, octubre 29. Disponible en: http://www.noticiasrcn.com/
nacional-pais/mas-200-mujeres-han-sido-asesinadas-colombia-2017-medicina-
legal. Consultado: 25 de octubre de 2017.

89
Parra Cárdenas y López López

señaló Carlos Eduardo Valdés, director del Instituto de Medicina Legal


y Ciencias Forenses. 5

Sara, los celos de su marido

En una entrevista de tipo personal y sin permitir ser grabada de ninguna


manera, Sara, a quién se le cambia el nombre para proteger su identi-
dad, dice que conoció a su víctima cuando estaba en el colegio. Sara es
blanca, de ojos color miel, delgada, estatura promedio y rubia; con voz
temblorosa recuerda impactes episodios de violencia psicológica y física
que tuvo que soportar.

Entrevistador: ¿En qué circunstancias conoció al que fue su marido?


Sara: Yo estaba en el último año del colegio cuando lo conocí a él, me
gustó, era un hombre mayor, que ya había tenido una esposa y tenía dos
hijos mayores, pero me daba cosas, me compraba muchas cosas en esa
época y creo que de eso fue de lo que me enamoré. Él era muy especial
conmigo, me recogía todos los días en el colegio y yo sentía que con él
estaba segura.
Entrevistador: ¿Siendo novios, la agredió alguna vez, o le digo
alguna mala palabra?
Sara: No mientras fuimos novios nunca, teníamos las peleas que
tienen todas las parejas, pero no era nada del otro mundo.
Entrevistador: ¿Por qué decidió usted irse a vivir con él?
Sara: En ese momento yo era una niña de dieciséis años, estaba muy
enamorada y como niña rebelde quería salir de la casa, no quería que mis
papás me mandaran ni controlaran mi vida, eso era lo que yo pensaba.
Entrevistador: Se va a vivir con él y, ¿qué pasa?
Sara: Primero mis papás estuvieron muy enojados conmigo por-
que no quise terminar el colegio, me faltaban seis meses para acabar

5. rcn Noticias (2017), “Preocupantes cifras sobre violencia contra la mujer en Colom-
bia”, octubre 29. Disponible en: http://www.noticiasrcn.com/nacional-pais/preocu-
pantes-cifras-violencia-contra-mujer-colombia. Consultado: 29 de octubre de 2017.

90
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

y decidí irme con él, pero después igual terminaron aceptándolo, nos
fuimos a vivir juntos y al principio todo era bonito, pero después de dos
años, cuando quedé embarazada, él cambió totalmente el trato hacia mí
y empezaron las agresiones y los maltratos (se le quiebra la voz).
Entrevistador: ¿Por qué se daban las agresiones?
Sara: El problema es que él era quien trabajaba, yo siempre estaba
en la casa, y cuando estuve embarazada no trabaja por eso y él empezó a
comprar cosas como terrenos para construir, pero unos años después me
sacó en cara que lo que había en la casa lo había comprado él y que yo no
hacía nada. Esas fueron unas épocas muy duras, yo estaba embarazada,
pero él me insultaba todo el tiempo, peleaba conmigo todo el tiempo, yo
pensé en regresar a la casa de mis papás, pero no quería quedar como
una fracasada.
Entrevistador: ¿Alguna vez pensó en denunciarlo?
Sara: Sí, pero había una hija que ya estaba por llegar y lo amaba, el,
aunque me maltrataba, me daba estabilidad, y la iba a perder si me iba
de la casa o si lo denunciaba, además, después de que la niña nació él
cambió por un tiempo, después tuvimos otra hija, y había peleas, pero
los malos tratos habían disminuido.
Entrevistador: Hasta ese momento las agresiones eran verbales, ¿en
qué momento comenzaron las agresiones físicas?
Sara: Él era muy celoso, siempre lo fue, pero cuando éramos novios
yo no lo veía, pensaba que me celaba porque me quería, recuerdo que
en esa época me prohibió hablar con muchos de mis amigos del colegio,
pero yo le daba la razón y terminé dejando de hablar hasta con mis her-
manas por un tiempo.
Las agresiones físicas comenzaron cuando las niñas ya estaban
más grandes, el compró un lote en un lugar que a mí no me gustaba, e
hizo una casa y por eso discutíamos todo el tiempo, hasta que un fin de
semana empezó a llegar tarde y borracho, al principio no le dije nada,
pero cuando vi que lo hacía todas las semanas, le reclamé y vino el primer
golpe, me pegó delante de las niñas y desde ese momento me golpeaba en
varias ocasiones cuando discutíamos. A mí me daba pena, así que nunca
se lo conté a mi familia, después de unos días arreglábamos las cosas y
él decía que iba a cambiar y me pedía perdón.

91
Parra Cárdenas y López López

Entrevistador: ¿Durante cuánto tiempo la agredió?


Sara: Había temporadas, digamos, que no me pegaba, no peleába-
mos, pero las agresiones empezaron dos años después de estar viviendo
juntos, hasta que yo me cansé.
Entrevistador: Hablemos de ese momento en el que usted decide no
aguantar más los abusos
Sara: Esa decisión la estuve tomando durante muchos años, como
dos o tres, pero después de que mi hija mayor ya cumplió quince años
yo dije, “no más, no tengo por qué seguir con un hombre con el que ya
no quiero estar”. Para este momento, teníamos una casa y una finca, le
pedí que nos separemos y él se fue de la casa a vivir a la finca, pero hace
unos meses llegó a la casa y quiso entrar a la fuerza, entonces tuve que
demandarlo porque él quiere que yo me quede en la calle con mis hijas,
dice que la casa y la finca son de él y no más. Un día estaba en una reunión
familiar y tuve que salir corriendo porque él llegó a tumbar a golpes la
puerta de la casa y a quedarse a dormir ahí, entonces decidí ir a la policía
y estamos en el proceso de la separación de bienes y todo eso que es legal.

Con la voz quebrantada y con lágrimas en los ojos, Sara no quiere contar
más de lo que fue su vida hasta hace un poco más de un año, como ella
misma dice, y como ella en Colombia hay miles de mujeres que soportan
el maltrato, las agresiones físicas, las malas palabras, las humillaciones,
por miedo, por un profundo temor a la soledad, a ser madres solteras,
pero todas ellas tienen un límite y, al igual que Sara y María, un día des-
piertan dispuestas a decirles a sus agresores: “No más”.
Esta problemática, en vez de disminuir, ha ido en aumento; en
2016 se presentaron 51,182 casos de mujeres víctimas de “violencia de
pareja”.6 Para 2017, Medicina legal en su informe expresa:

Cada día, 140 mujeres son agredidas por sus parejas en Colombia; las autoridades
de Bogotá han recibido más de siete mil denuncias de mujeres maltratadas. Pero en
el mismo lapso apenas se han dictado 23 condenas. La mayoría de mujeres no solo

6. Revista Semana. La epidemia de la violencia intrafamiliar, cerca de 50,000 casos en


2016. Disponible en : http://www.semana.com/nacion/articulo/violencia-intrafa-
miliar-en-colombia-2016/492198.

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El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

espera a que los ataques se repitan una y otra vez antes de denunciar, sino que suelen
desistir apenas iniciado el proceso.

Eso fue lo que pasó en uno de los casos más sonados: el de Lizeth Ochoa
y su marido, Alberto Dangond, quien la golpeó brutalmente en el par-
queadero del Country Club de Barranquilla en un arranque de celos.
La pasividad de las víctimas de esa conducta afecta a miles de mujeres,
contribuye en la formación de otro lastre social: la impunidad.
De hecho, en una de las pocas condenas, el juez 27 de Bogotá se
negó a aceptar la petición de una mujer para absolver a su expareja, que
la pateó, la hirió con arma blanca e impidió durante treinta minutos
que la policía la auxiliara. La víctima y el agresor, Fernando Lucumí,
no volvieron a las audiencias, pero con el testimonio de los policías que
atendieron el caso, el juez dictó una condena de seis años de prisión.
Los responsables de atender esas emergencias en el Centro de Atención
de Violencia de género de la Fiscalía (cavif) cuentan que muchas de las
que desisten vuelven a aparecer después, con nuevos golpes. “Llegan
con vergüenza. Más que cárcel para el agresor, lo que quieren es que un
tercero evite que las golpizas sigan”, dice otra fiscal.

Heidi, su compañero sentimental la quería asesinar

Cinco impactos de bala en la cara, el cuello, el cráneo y las manos casi acaban con
la vida de una joven de 24 años, el pasado 25 de mayo de 2017, en el barrio Robledo
Aures (Comuna 7 de Medellín).
La víctima, que se encontraba en una vivienda, recibió los primeros disparos a
través de una ventana, pero luego el agresor ingresó para terminar el ataque. Tras dos
meses en cuidados intensivos, ella les relató a las autoridades que el presunto respon-
sable era su compañero sentimental, quien luego del atentado no regresó al barrio.
Por la supuesta responsabilidad en estos hechos, el hombre fue capturado y
cobijado con medida de aseguramiento en una cárcel. No se allanó a los cargos por
el delito de tentativa de feminicidio agravado. Según el ente acusador, “durante las
audiencias preliminares de legalización de captura, imputación de cargos y solicitud
de medida de aseguramiento, el presunto agresor estuvo acompañado de la víctima,
quien cambió su versión inicial de los hechos en una declaración juramentada”.

93
Parra Cárdenas y López López

Este es solo un ejemplo de violencia de género en Medellín.7 Las cifras


revelan que las mujeres y los niños siguen siendo los más afectados. El
informe del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia
(sisc), de la Secretaría de Seguridad, indica que, con corte al primero
de octubre de este año, se han registrado 5,624 casos de violencia en
el hogar, de los cuales el 76% corresponde a mujeres y el 24% a hom-
bres. Sin embargo, si se miran en detalle las edades, el 36% corresponde
a menores de edad, el 53% a mujeres, el 9% a hombres, y del resto no
se tiene dato.
En Colombia, las mujeres que más son víctimas de violencia de algún
tipo se encuentran en los rangos de edades entre los veinte y los 29
años, pero de igual manera se presentan altas cifras de homicidios contra
mujeres mayores de 50 años, en una menor cantidad, pero igualmente
significativa. Y, de manera lamentable, el Instituto Nacional de Medi-
cina Legal y Ciencias Forenses de Colombia presenta, en el informe en
mención, preocupantes cifras de alerta sobre el aumento de la violencia
contra niñas entre los menores de dieciocho años.
Las mujeres que viven en unión libre son las principales víctimas
de la violencia de género. Para 2014, este grupo representó el 40,8%
de los casos; para 2015, el 40,5%, y para 2016 el 40,8% (51.382 casos).
En segundo lugar están las mujeres solteras, y muy de lejos, en tercer
lugar, las casadas. Vale la pena preguntarse de nuevo de qué manera son
diferentes las condiciones de una mujer casada de las de una que vive
en unión libre, que llevan a que las últimas tengan un mayor riesgo de
ser victimizadas.8
En la gran mayoría de casos de violencia de género las víctimas son
las mujeres, como lo muestra Medicina Legal con el informe, pues los
casos denunciados por hombres son pocos, aunque no son nulos, pero
es menos común que un hombre denuncie haber sido víctima de violen-
cia por parte de su pareja, porque socialmente un hombre “no se deja

7. Tamayo Ortiz, Heidi (2017), “Mujeres y niños aún son principales víctimas de violen-
cia en el hogar”, El Tiempo, 25 de octubre. Disponible en: http://www.eltiempo.com/
colombia/medellin/mujeres-y-ninos-aun-son-principales-victimas-de-la-violencia-
en-el-hogar-144488. Consultado 29 de octubre de 2017.
8. Ibidem.

94
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

pegar”; esas son las frases más comunes entre los colombianos. Otra
causante de violencia en Colombia son los celos, que se dan en cualquier
circunstancia, en ocasiones por actitudes tan simples como miradas.
Para muchos hombres colombianos es causante de celos que una mujer
intente arreglar su aspecto personal y verse bonita. Es el caso de Sara,
una mujer de aproximadamente 35 años que hoy se encuentra en un
pleito legal con el que fue su marido.

Kelly Méndez: “Siempre voy a tener miedo”

Entrevista publicada en Publiometro noticias, de la columna de Pamela


López (2017), difusión solo con fines de frenar la violencia de género que
se suscita en Colombia, como sigue.
Kelly Méndez se dio cuenta de que la obsesión puede matar. Su expa-
reja, Yerson Neva, le clavó un puñal en el pecho y la secuestró. Está viva,
pero su calvario comenzó cuando no encontró apoyo de la justicia.

Ya casi son tres años desde el ataque, ¿cómo han sido?

Duros, porque no tuve un proceso de sanación normal, no como el que


tuvieron otras mujeres que se restauraron física y mentalmente, y luego
salieron al mundo para empoderarse. Tomo esos casos como ejemplo,
porque me encantaría hacer lo mismo. Cuando pasó todo solo pensaba
en mi hijo, pensaba en mi familia y fue muy duro verme el pecho cosido.
Salí y afronté lo que pasó. De mi dependen mi mamá, mi hijo y mi
hermano, y estoy sola. Soy el eje de la familia, y cuando llegué a mi casa
al primero que vi fue a mi hijo preguntándome qué me había pasado y
no le dije lo que pasó, no pude. Le conté otra historia y sé que se lo tengo
que decir, pero aún no lo he hecho. Ese es otro camino que debe recorrer.
En ese momento tenía dos opciones: me levantaba de esa cama y
afrontaba lo que pasó o dejarme caer. Decidí levantarme, pero no tuve
en cuenta que también tenía que levantar mi ser, mi interior y no tuve
en cuenta que la fortaleza física que tenía no me iba a ayudar a sanar
mi interior. Aún hago esa terapia, no he podido hacer una restauración

95
Parra Cárdenas y López López

interna, ni una conciliación conmigo misma y a veces llega un domingo


a las 9:00 p.m., y me pregunto por qué nadie me vio o me escuchó, y
eso lo hago porque aún vivo en la misma casa, en el mismo lugar cerca
al ataque.
Busqué en Internet ayuda para mujeres víctimas de violencia de
género y encontré las Casas de Igualdad de Oportunidades del Distrito,
y cuando llamé me dijeron: “Tiene que venir y exponer su caso”, igual me
acerqué. Cuando llegué y estuve frente a la abogada sentí que me miró
como “otro caso de violencia”. La gente no me creyó o asumieron que
no era tan grave porque no me había pasado algo en la cara y ese es un
error que comete la sociedad: estigmatizar y pensar que si no tienes la
cara destruida, entonces no está pasando nada. Las personas me decían:
“Pero no le pasó nada en la cara”. Pensaba si no fue suficiente con que
me clavaran un puñal en el pecho.

Pero decidió hablar…

Con mucho miedo lo hice porque pasaron cosas como lo de Tatiana Fan-
diño. Primero, me contacté con un periodista que me dijo que me iba
a exponer más, me metió terror, más del que tenía. Lo volví a pensar y
tomé la decisión más dura en ese momento, así que le escribí a Jineth
Bedoya, quien se convirtió en un ángel para mí. Nos pusimos una cita
en una audiencia de alegato y le conté todo lo que había pasado. Ese día
me enteré de que el señor ya estaba en La Modelo. 

¿Aún la juzgan por las decisiones que tomó cuando estaba


con Yerson?

Ya no lo siento, pero cuando todo pasó, los comentarios en redes sociales


eran crueles. Mucha gente decía, sin saber qué pasaba, que la culpa había
sido mía, que le perdoné muchas cosas, pero es que nunca fui víctima de
violencia física que me previniera de eso y en ese momento no me daba
cuenta de las señales de violencia psicológica, porque él sí me decía que
nadie me iba a querer por gorda, que nadie me iba a tomar en serio, que
los hombres solo me iban a querer para sexo y que me tenía que quedar

96
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

con él. Pero jamás me di cuenta y siento que, si la gente habla, no saben
por lo que atraviesa una persona que ha sido víctima.

¿Qué fue lo más duro de romper el silencio?

Ser juzgada por mi propia familia, pero no guardo rencor. Pero con esto
quiero demostrar que, si hablo, me protejo y protejo a mi familia. Es
tedioso, pero hay que hacerlo porque puedo ayudar a otra mujer y siem-
pre las dirijo a esas personas que las pueden ayudar de verdad. Sí, tengo
un resentimiento con la línea 155 y con la Secretaría de la Mujer, que,
si bien están trabajando por mejorar, esta es la hora en la que no le han
dado cierre a mi caso, no me han llamado para entregarme eso.

¿Cree que la ley contra el feminicidio ha servido de algo?

Sí y no. Esta ley les ha dado más visibilidad a estos casos en donde son
maltratadas físicamente, emocionalmente e incluso financieramente.
Pero otra cosa es cuando aplican la ley y después dejan la victima a su
suerte. Quién nos protege, quién nos ayuda a salir adelante, quién nos
da una mano. Eso queda ahí.

¿Cómo va su caso?

Sé que él aún está en Las Heliconias, en Caquetá, y se supone que debe


cumplir ocho años, porque él dijo que prefería eso antes de pagar una
indemnización y así debería cumplirse. Pero esos ocho años empezaron a
contar desde el momento en el que lo capturaron y no desde el momento
en el que entró a la cárcel, así que ya lleva tres años. Pero no sé qué
garantías judiciales tendrá y puede salir antes.9

9. López, Pamela (2017), “Siempre voy a tener miedo: Kelly Méndez”, Publiometro
noticias, 20 de septiembre. Disponible en: https://www.publimetro.co/co/bogo-
ta/2017/09/20/entrevista-kelly-mendez-victima-violencia-de-genero-bogota.html.
Consultado: 25 de octubre de 2017.

97
Parra Cárdenas y López López

Julio Vélez, un exconcejal homicida

Claudia fue asesinada por su esposo, noticia que fue expuesta en El


Tiempo, el 19 de octubre de 2017, bajo el titular “Confirman condena
contra exconcejal de la ciudad de Cúcuta por asesinar a su esposa”. Los
nombres han sido cambiados, pero la justicia sigue siendo lenta, el hecho
ocurrió en el año 2010, como sigue:

Tras adelantar un minucioso estudio de siete meses sobre el material probatorio del
homicidio de María Claudia Castaña, la Sala Penal del Tribunal Superior de Cúcuta
confirmó en una lectura de fallo la condena a 37.5 años de prisión para el ex-concejal
Pedro Vélez, quien es responsable del asesinato de su esposa y del ocultamiento de
pruebas para encubrir este crimen.
El material probatorio recopilado por la Fiscalía en el caso por deceso de la
abogada Claudia, ocurrido el 16 de abril del 2010, obedeció a un impacto de bala que
le fue propinado en su cráneo, y no producto de un suicidio, como se creyó inicial-
mente. “Fueron siete años de proceso, muy duro, pero recibimos con satisfacción
este concepto y no cabe duda que fue él quien la mató cruelmente”, indicó Patricia
Avedaño, madre de la víctima.
Actualmente, el asesino de esta cucuteña, de veintiún años, se encuentra recluido
en una prisión de Caracas, en Venezuela, por ser uno de los presuntos autores intelec-
tuales del asesinato del diputado venezolano Robert Serra, en octubre de 2016. Para
esa fecha, sobre este político colombiano pesaba una orden de captura de la Interpol
por huir de la justicia colombiana.10

La universidad de La Sabana, de Bogotá, capital colombiana, realizó


una importante investigación en la cual fue posible establecer que los
tipos de violencia más comunes son aquellos que de alguna u otra forma
son aceptados socialmente, como chistes de mal gusto, menosprecio por
parte de la pareja hacia su víctima, golpes hacia los objetos con el fin
de mostrar autoridad y al mismo tiempo crear miedo, las conductas de
celos extremos en los cuales el victimario no le permite a su pareja verse
con familiares o amigos, y también chantajes para que la persona que es
agredida no busque ningún tipo de defensa.11

10. El Tiempo (2017), “Confirman condena contra exconcejal de Cúcuta por asesinar
a su esposa”, 19 de octubre. Disponible en: http://www.eltiempo.com/colombia/
otras-ciudades/condena-contra-julio-velez-exconcejal-de-cucuta-por-asesinar-a-su-
esposa-142704. Consultado: 29 de octubre de 2017.
11. Revista Semana, “La epidemia de la violencia intrafamiliar, cerca de 50,000 casos
en 2016”. Disponible en: http://www.semana.com/nacion/articulo/violencia-intra-

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El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

La universidad, dentro de la investigación que realizó, llevó a cabo


una encuesta a 237 mujeres campesinas, entre las edades de dieciséis y
81 años, quienes de diversas formas justifican las agresiones aludiendo a
que en ocasiones la víctima lo merece. De la tabulación de las encuestas
se obtienen los siguientes datos que forma parte de las conclusiones del
estudio:
• Según el 70% de los encuestados, una persona maltratada es culpable
de permanecer junto a quien la maltrata.
• El 81% considera que la familia debe permanecer unida a cualquier
costo, así esto implique soportar cualquier tipo de agresiones.
• El 55% afirma que las personas que agreden a sus familiares es por-
que son violentas por naturaleza; es decir, aceptan la violencia como
algo normal.
• El 18% piensa que es correcto acudir a los golpes para solucionar
conflictos.
• Y lo más preocupante, el 90% está de acuerdo con que “la ropa sucia
se lava en casa” y por eso guardan silencio ante cualquier tipo de
atropellos. Es mayor el temor del que dirán los demás que su segu-
ridad y autoestima, que en muchos casos es un ejemplo para los
miembros de su familia.

Hablemos de acoso sexual en el ámbito laboral

El editorial del diario El Tiempo (18 de octubre de 2017), expresa: “Ya


era hora de que la conversación surgiera y el cambio se diera. Quienes
recurren al acoso sexual en ámbitos laborales no pueden seguir prote-
gidos por una espuria y sin embargo longeva ley del silencio con validez
universal”.12

familiar-en-colombia-2016/492198
12. El Tiempo (2017), “Hablemos de acoso”, 18 de octubre. Disponible en: http://
www.eltiempo.com/opinion/editorial/hablemos-de-acoso-acoso-sexual-142056.
Consultado: 29 de octubre de 2017.

99
Parra Cárdenas y López López

Como David contra Goliat, las mujeres que han sufrido este drama,
en sus lugares de trabajo o en las aulas —el otro escenario por excelencia
del flagelo—, y han decidido actuar, conocen muy bien esa sensación
de desgarradora impotencia que las invade después de comprobar el
tamaño del monstruo a que se enfrentan.
Deberá hacerse una gran movilización que llegue a oídos del legisla-
dor, de la justicia del Estado colombiano; la comprensible indignación
debe cristalizarse en una presión ciudadana por los canales que para ello
ofrece la democracia.
Esta transformación no solo ha de apuntalar un cambio cultural de
fondo —que ya se asoma—, sino debe dar pie a la creación o el fortaleci-
miento de instancias y mecanismos que permitan que la justicia actúe,
para que las personas que denuncian sientan tranquilidad en lugar de
desasosiego, y también para evitar que esto derive en acusaciones sin
fundamento real, que no solo perjudican a quienes son objeto de ellas,
sino, y de manera grave, porque le restan legitimidad a la causa misma.

María Paula La Rotta: Hacer justicia en este país es difícil

Entrevista publicada en Publiometro noticias, de la columna de Pamela


López (2017), difusión solo con fines de frenar la violencia de género que
se suscita en Colombia, como sigue.
El caso de María Paula La Rotta, quien fue golpeada por Carlos Arbe-
láez, retumbó en los medios este año. Ahora ella habla de lo que viene.
Está cerrando ese capítulo de su vida esperando un renacimiento y un
nuevo camino que ha encontrado poco a poco ayudando a más mujeres
que atravesaron lo mismo que ella.

¿Cómo enfrentó los señalamientos?

He sido una persona que ha tenido amigos, pero no he sido muy abierta
con muchas y cosas y haber hecho público este caso para mí fue muy
difícil porque eso fue abrir una puerta para que otros entraran a conocer
mi vida. 

100
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

Para mí, y para mi familia, fue duro recibir esas críticas. Por ejemplo,
mi mamá es una mujer que somatiza todo y se enfermó; mi papá es una
persona introvertida y en la primera audiencia no pudo acompañarme
por su trabajo, entonces digamos que me ha tocado esta lucha sola, no
porque no cuente con mis papás, sino porque he querido que ellos estén
al margen para que no sufran más.
Eso para mí fue duro. Cuando llegué a Medicina Legal y me dijeron
que eso era un intento de abuso sexual no comprendí muy bien lo que
pasaba y, con el paso del tiempo, me di cuenta que hice bien al denunciar.

Primero fue la denuncia y luego sí fue la parte mediática

Mi mamá no quería hacerlo mediático porque no quería que su círculo


social y la familia se enfrentaran a eso, y psicológicamente no esta-
ban preparados para que reconocieran a su hija por esto. Pero en ese
momento pensé que, si a otra chica le pasa algo y no hice nada, eso
quedaría en mi conciencia. Dos exnovias de Carlos contaron sus histo-
rias de agresión. Una de ellas quiso poner la denuncia, pero no lo logró
precisamente por esos tropiezos que pone la justicia.

Hay que denunciar

Muchas mujeres deciden no denunciar porque sienten que no les dan una
protección real. Los procesos se hacen largos, no comes por muchos días
y te revictimizan. Denunciar es todo un proceso y uno desiste; la justicia
te tiene que ver “hecha mierda”, golpeada o con una herida profunda
para que te tome en serio.
El hecho de hacer la denuncia pública y hablar es importante, porque
si seguimos callando estas cosas no va a haber ningún cambio. Están
las leyes, pero si no las hacemos valer no sirve de nada. Es tener la ley e
ignorada porque las personas no hablan y dan por hecho que están bien.
Aquí lo importante es que hay un castigo social, porque hay una presión,
algo visible y eso es lo que en mi caso sirvió. Gracias a Dios mi proceso
fue rápido y me gustaría que fuera igual para otras mujeres porque hacer
justicia es difícil. Aunque lo mío, en teoría, fue una semijusticia.

101
Parra Cárdenas y López López

¿Todavía piensa que el camino para él no es la cárcel?

Sí, no me importa lo que digan los demás, yo lo conocí y no creo que tenga
sentimientos malos, sino que está desequilibrado. No es un delincuente
que tiene sangre fría para matar a otro, pero en la cárcel se va a volver peor.
Desde el principio nunca quise que se fuera preso y me dijeron que
era muy boba, que por qué no lo mandaba preso. Pero es que a mí no
me sirve mandar a una persona bipolar presa porque con esta justicia
sale en dos años a matar a otra mujer, a hacerme daño, quién sabe a
qué. Prefiero que tenga un castigo social, porque en este país prima la
plata o la imagen. De todas maneras, eso lo pensé por el bienestar de él
y por el de la mamá que es una víctima de él

¿Aún la juzgan?

Todo el tiempo. Después del proceso fui hostigada por él, por su fami-
lia, por su amigo y todo por la indemnización. Aunque para mí lo más
difícil ahora es que quedan secuelas y estar con un hombre, hasta en la
intimidad, va a ser difícil; la indemnización económica es la ayuda para
un nuevo comienzo y para crecer nuevamente, pero esto que me pasó
me ayudó a conocerme más, a ver de lo que puedo ser capaz, a saber,
que puedo ayudar a otra chica que pasó por algo igual. Esto ha sido un
despertar.

¿Cómo romper el silencio?

La pregunta más importante es: ¿Quiero que esto se repita todos los días
de mi vida? Si es así, serán personas infelices por hacer feliz al otro. Uno
se vuelve sumiso y cada vez se siente menos, entonces hay que pensar si
quieren eso toda la vida. Hay que pensar en sus hijos y en su familia. Con
las instituciones el proceso es lento, pero si lo hacemos unidos lo vamos
a superar más fácil, tampoco hay que­­dejarnos revictimizar.13

13. Publiometro Noticias (2017), “Hacer Justicia en este país es difícil: María Paula
la Rotta”, 2 de septiembre. Disponible en: https://www.publimetro.co/co/bogo-

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El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

¿Cómo va su proceso judicial?

Tuvimos la última audiencia el 29 de agosto y conciliamos. Íbamos a


apelar, pero por cuestión de tiempo no se pudo. Le dieron 23 meses de
cárcel, pero como fue conciliatorio no va para allá. En cinco años no
puede salir del país y su pasado judicial está marcado. Si en esos cinco
años vuelve a cometer estos actos de agresión lo envían a la cárcel. Eso
sí, a pesar de querer conciliar recibí agresiones de Carlos en redes socia-
les que quedaron como evidencia.

No hay voluntad política para tratar los asuntos


de las mujeres

En el periódico El Universal, de la ciudad de Cartagena (3 de septiembre


de 2017), bajo el titular “En Cartagena no hay voluntad política para
tratar los asuntos de las mujeres”, se muestra otro homicidio o femini-
cidio, como lo quieren presentar para que no tenga la connotación de
un asesinato, como sigue:

El nuevo caso de feminicidio ocurrido ayer en la urbanización Villas de la Candelaria


pone de manifiesto, según la Mesa del Movimiento Social de Mujeres de Cartagena
y Bolívar, “la frecuente violencia contra las mujeres y la tolerancia social hacia este
tipo de hechos”.14
Hay información de que esta mujer, que fue asesinada por su esposo, pidió
auxilio y cuando la comunidad respondió, ya era tarde. La ley 1257 de 2008 y las otras
leyes plantean que, frente al delito de la violencia contra las mujeres, “si una persona
observa, escucha y sabe algo y no lo informa, también es cómplice de ese delito”.
El colectivo Social de Mujeres recuerda que diversas organizaciones de mujeres
han solicitado una audiencia pública con el objetivo de contribuir al desarrollo de
una agenda de trabajo para tratar el flagelo de la violencia contra la mujer. “Para el
Movimiento Social de Mujeres la violencia contra la mujer no es un asunto privado.

ta/2017/09/12/entrevista-maria-paula-la-rotta-agresor-carlos-arbelaez-violencia-
contra-la-mujer.html. Consultado: 25 de octubre de 2017.
14. Batista, Lia Miranda (2017), “En Cartagena no hay voluntad política para tratar los
asuntos de las mujeres”, 3 de septiembre. Disponible en: http://www.eluniversal.
com.co/cartagena/en-cartagena-no-hay-voluntad-politica-para-tratar-los-asuntos-
de-las-mujeres-261240. Consultado: 29 de octubre de 2017.

103
Parra Cárdenas y López López

Debemos hacer este tipo de conciencia y desligarlo como un asunto de familia y vol-
verlo un asunto de salud pública. Los delitos contra la mujer no se están tipificando
como feminicidios y esto también es responsabilidad de la institución”, expresó Leidys
Perneth, activista.

La tramitología que “mata” a las mujeres víctimas


de violencia

El maldito pimponeo entre entidades

La responsabilidad recae en la sociedad y en el “pimponeo” que les dan


las entidades. “Nos están matando”, y ya nos estamos acostumbrando
a esa frase. Lo comprobamos una vez más con el asesinato de Claudia
Giovanna Rodríguez, cuatro meses después de la violación y muerte de
Yuliana Samboní y una semana después del intento de feminicidio contra
Paola Noreña, en Bogotá.
Eso, sin contar los miles de casos en otras ciudades que, lamentable-
mente, pueden terminar como el del lunes pasado en el centro comercial
Santa Fe. Los feminicidios en Colombia se dan la mano y en parte porque
las mujeres no encuentran la protección cuando la necesitan: la trami-
tología las está “matando”.

Negligencia de los servidores públicos

Imagínese una mujer con dos hijos, que por años ha soportado abuso
físico y sexual de su pareja, la misma que la tiene amenazada, y en los
últimos días fue sometida a una fuerte golpiza que casi le quita la vida.
Con miedo, en muchos casos no por ella sino por sus hijos y familiares,
se atreve a denunciar y no puede porque la uri terminó su horario de
atención a las 5:30 p.m. Absurdo, pero real, tal como le pasó a Paola
Noreña luego de ser acuchillada a la salida de su universidad. Además,
este caso, y otros miles, son tratados como lesiones personales, no como
intento de feminicidio. A Claudia no la escucharon y fue asesinada. Ahora
bien, una mujer que es víctima de maltrato debe ir a las comisarías de
familia a denunciar a su agresor, pero si fue abusada sexualmente debe

104
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

ir a Medicina Legal para un diagnóstico y empieza entonces el viacrucis


de llenar papeles y ser revictimizada.15
El mismo gobierno lo sabe. De hecho, la consejera presidencial para
la equidad de la mujer, Martha Ordóñez, quien se pronunció por los
casos que se han presentado en los últimos meses, reiteró que es nece-
sario fortalecer todas las acciones de articulación institucional frente a
la activación de las rutas de protección, atención y denuncia en los casos
de violencia contras las mujeres.
Es muy importante el trabajo conjunto y coordinado por las dife-
rentes autoridades con responsabilidad en ese proceso, incluyendo el
sector salud, policía, fiscalía, justicia, ministerio público, e ntre otras,
para que la ruta se active aplicando el principio de debida diligencia y
se brinden las condiciones de seguridad necesarias para proteger a las
mujeres víctimas.
En julio de 2015 Colombia aprobó la Ley 1761, o Ley Rosa Elvira Cely,
que tipifica el feminicidio como un delito autónomo, no un agravante
más de homicidio, y cuyo objeto se centra en “garantizar la investigación
y sanción de las violencias contra las mujeres por motivos de género y
discriminación”.
Esto implica que, al admitir el feminicidio como delito, el Estado
colombiano reconoce que las mujeres son asesinadas por su condición
de mujeres, en el marco de una cultura patriarcal soportada en una jerar-
quía de sexos en la que prevalece la subordinación femenina.
Sin embargo, la negligencia con que el Estado sigue tratando este
tema y la continua impunidad transmiten el mensaje de que en el país
se puede matar a las mujeres.

15. López, Pamela (2017), “La tramitología que mata a las mujeres víctimas de violencia”,
Publímetro noticias, Bogotá, Colombia.

105
Parra Cárdenas y López López

Algunas notas breves de la violencia contra las mujeres


en Colombia

363 mujeres en refugios de la Secretaría de Gobierno16

Magali, una de las víctimas, empezó su calvario al quedar embarazada del


primero de los tres hijos que tuvo con su pareja. “De siete días que tiene
la semana, me pegaba seis, pero yo nunca sabía por qué”, dice la joven,
que hoy vive en una de las casas refugio de la Secretaría de Gobierno de
Bogotá. Fueron cuatro años de golpes e insultos que aguantó “por los
hijos”. El día en que su compañero intentó apuñalarla, lo abandonó.
La subdirectora de Familia de la Secretaría de Integración Social,
Maritza Mosquera, dice que hasta esos sitios protegidos llegan los agre-
sores a buscarlas. A 78 hombres se les ha prohibido estar cerca de los
sitios de trabajo o residencia de sus parejas este año.
Hay alerta porque, según la fiscalía y medicina legal, muchas de
esas agresiones son cometidas por miembros de la fuerza pública. “Las
golpean en la cabeza y en la parte baja de las costillas o las pisan, donde
creen que no dejan huella”, dice un médico.
Los centros de atención a mujeres se congestionan durante las fies-
tas de Navidad y fin de año y los días del Padre y de la Madre. Y, como
pasó en el caso del “Bolillo”, el alcohol está presente en el 80% de las
agresiones.

Maltrato, antesala del asesinato17

El año pasado 125 mujeres fueron asesinadas por su pareja. Según los
expertos, estos hechos trágicos pueden comenzar con un maltrato verbal
y van subiendo de tono hasta llegar a la agresión con armas.

16. Medicina Legal (2017), “Cada día, 140 mujeres son agredidas por sus parejas en
Colombia”. Disponible en: http://www.medicinalegal.gov.co/cada-dia-140-mujeres-
son-agredidas-por-sus-parejas-en-colombia”. Consultado: 29 de octubre de 2017.
17. Ibidem.

106
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

La psicóloga Ángela Ávila, de la Casa Refugio de Palermo, dice que


las víctimas no denuncian por miedo a perder su estabilidad económica,
y solo cuando se ven en riesgo de muerte buscan ayuda.
Muchas veces son los vecinos los que llaman al 123, dice el coronel
de la policía Luis Salazar, quien agrega que, cuando van a atender la
agresión, algunas mujeres rechazan la ayuda de la autoridad.
Tenemos un problema de salud pública, un resquebrajamiento del
tejido social, de los valores familiares, y de la sociedad. Las mujeres a
gritos piden justicia y la aplicación de la justicia, donde sus casos sean
atendidos por jueces mujeres donde los rasgos del machismo no inter-
fieran con las decisiones.

Celos y alcohol terminaron el crimen de mujer acuchillada

Ana Patricia era la mujer que el viernes en la noche murió en la sala de


urgencias de la clínica Madre Bernarda, después de haber sido acuchi-
llada por su marido en su residencia del barrio Villas de la Candelaria. El
caso ocurrió siendo aproximadamente las siete de la noche, después que
la pareja iniciara una discusión que fue subiendo de tono hasta terminar
en los hechos descritos.
Sin mediar palabras, el hombre hirió en el cuello a Patricia, quien
salió corriendo hacia la terraza e intentó subir una escalera de caracol que
conduce hacia el segundo piso. Sin embargo, Pasos Carrillo la alcanzó
y prosiguió asestándole puñaladas, mientras la mujer gritaba pidiendo
auxilio a los vecinos. Cuando algunas personas se percataron del hecho,
Pasos Carrillo emprendió la huida. Los recién llegados auxiliaron a Ana
Patricia y la llevaron a la sala de urgencias de la clínica Madre Bernarda,
donde murió a los pocos minutos, debido a la gravedad de las heridas.
Se supo que Pasos Carrillo fue capturado esa misma noche y ahora está
detenido, esperando ser judicializado.18 

18. Álvarez, Rubén Darío ( 2017 El Universal), “Celos y alcohol terminaron el crimen de
mujer acuchillada”, 3 de septiembre. Disponible en el http://www.eluniversal.com.
co/sucesos/celos-y-alcohol-terminaron-el-crimen-de-mujer-acuchillada-261233.
Consultado: 25 de octubre de 2017.

107
Parra Cárdenas y López López

¿Está bien que las violen pero no que las maten?

En Colombia las múltiples violencias contra las mujeres suelen estar


justificadas desde los discursos oficiales y las creencias cotidianas. Es
común que la responsabilidad sea de la víctima y que su padecimiento se
sustente en frases como “Algo habrá hecho para ser merecedora de ese
trato”, “Seguramente lo provocó” o “Está bien que la violen, pero no que
la maten”. Las acciones de revictimización en el país son tradición hasta
el punto que un acto de violencia de género no es relevante ni para los
servidores públicos, ni para los grandes medios de comunicación, ni para
gran parte de la población, si la víctima no tiene las heridas suficientes
para mostrar en cámara o si no hay un cadáver que pueda justificar una
indignación, las más de las veces temporal y mediática.
Cuando la muerte de una mujer se trata solo como un hecho noti-
cioso que llena la parrilla informativa de los medios y escandaliza a
un público objetivo, la víctima se convierte en víctima otra vez y en un
número más que llena las estadísticas, pero eso no lleva a una reflexión
profunda y a una crítica real frente a una problemática grave. Es común
ver cómo algunos medios, ante un feminicidio, señalan con la autoridad
de quien se cree merecedor de juzgar que “Nadie hizo nada”, mientras
la atención se centra en el autor material de los hechos y la violencia
sistemática contra las mujeres sigue por fuera de los focos, del análisis,
de la intervención, incluso del dolor

Conclusiones

En una sociedad civilizada podría decirse que resulta ilógico pensar que
la víctima tenga la culpa; las autoridades y en ocasiones los gobiernos,
hacen campañas y actividades de sensibilización para que las personas
víctimas de algún tipo de maltrato denuncien, les cuenten a sus fami-
liares o busquen ayuda, porque está comprobado, según los casos y las
cifras, que desde el primer momento en que una persona le permite a
su pareja las conductas de agresión, sea hombre o sea mujer, se van a
repetir las conductas; en cambio, si se pone un alto desde el inicio, las

108
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

relaciones podrían mejorar o, si es necesario para el bienestar de ambas


partes, terminar.
A lo largo de la historia colombiana ha sido posible evidenciar que
los episodios de violencia de cualquier tipo entre las parejas, y con los
hijos cuando los hay, ha ido en aumento, y hoy en día incluso muchas de
esas conductas de maltrato se inician en el noviazgo, cuando el hombre o
la mujer son celosos y no permiten a sus parejas el relacionamiento con
otras personas e incluso con su misma familia.
Pero es claro que esto se da porque la víctima lo permite, por eso
muchas personas, cuando son encuestadas sobre este tema, expresan que
el agredido es culpable por permitir que pase, pero también es claro que
en ocasiones las personas que sufren de maltrato crecen en ambientes
que no les permiten construir una personalidad sólida, tener la suficiente
autoestima para entender que dichas conductas no deben ser justificadas
y que, por el contrario, deben ser frenadas.
Muchas de las mujeres agredidas en Colombia lo permiten porque
en sus casas le enseñaron que al hombre hay que respetarlo y más aún
si es quien hace el aporte económico para el hogar; de la misma manera,
muchos hombres colombianos también han sido educados con el pensa-
miento de que deben casarse con una mujer que esté dispuesta a estar en
el hogar cuidando de los hijos, y por tal motivo se generan las conductas
machistas que originan la violencia intrafamiliar.
Cuando la mujer siente el deseo de superarse y salir adelante por sí
misma, este tipo de hombres tiende a decirle que no es necesario, que
ella solo debe estar pendiente de los hijos, que él la quiere así, que ella
es perfecta y un cúmulo de frases que también se convierten en maltrato
psicológico y que hacen que estas víctimas tengan una autoestima baja
que les impida sobreponerse a la situación.
En Colombia las mujeres en ocasiones no solo son víctimas de su
esposo o pareja, sino también de la sociedad, aún en pleno siglo xxi.
Colombia continúa manteniendo tradiciones con las cuales incluso
muchas jóvenes hoy en día comulgan, y entre amigas suelen existir los
consejos donde una amiga le dice a la otra que debe aguantarse lo que el
hombre le haga, porque ella depende de él y es precisamente esa relación
de dependencia que está dada por el sentido de inferioridad con el cual

109
Parra Cárdenas y López López

las mujeres han sido educadas lo que hace que, por más que un per-
sona sea joven, termine aguantando y acostumbrándose a los maltratas
e incluso a la infidelidad.
Aunque no lo parece y tampoco está catalogada como tal, la infide-
lidad es una forma de maltrato, sobre todo desde el punto de vista del
respeto que se debe tener por la pareja, pero en el sentido de ser leal a
esa persona. Y en culturas como la colombiana, que goza de gran varie-
dad, hay regiones donde se ve como algo normal que un nombre tenga
su esposa, pero si lo desea tenga relaciones amorosas fuera de su matri-
monio, porque en los hombres es algo común, y si se quisiera justificar
cuando es la mujer quien es infiel, esta es rechazada socialmente: para-
dójicamente, no ocurre lo mismo cuando es una mujer la que maltrata
a un hombre, porque, aunque no se dé en todos los casos, estas mujeres
son aplaudidas por ciertas personas, que lo consideran siempre con un
acto de la tan nombrada liberación femenina y en muchos de los casos es
común escuchar a colombianos decir, que seguramente la mujer actúo
así para defenderse.
Desde el punto de vista sociológico y del deber ser de una socie-
dad educada y en desarrollo, las conductas de infidelidad y maltrato no
debieran ser justificadas bajo ninguna circunstancia, ya que en todos los
casos terminan afectando de manera considerable a la víctima, en una
relación con el entorno, con sus hijos, e incluso con ella misma, porque
allí puede darse inicio a los episodios de menosprecio a sí misma lo que
incluso puede llegar a atentar contra su propia vida.
Estas conductas están dadas por la percepción de vulnerabilidad que
existe en los hogares colombianos, donde siempre hay un miembro que
es más fuerte que otro y que tiene mayor autoridad que otro; por eso en
estos casos las víctimas, además de mujeres, también son los niños y los
ancianos, en el caso de las parejas que viven con los padres de uno de
los dos; todos estos comportamientos son consecuencia de un individuo
que busca ser superior a los demás y que termina haciendo lo necesario
para, como se dice popularmente, hacerse respetar, porque socialmente
ha sido educado para entender que una mujer, un niño o un anciano no
pueden estar por encima de él.

110
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
de violencia contra las mujeres en Colombia

Por eso estos victimarios terminan adquiriendo una gran habilidad


para manipular a sus víctimas y hacerles creer que ese comportamiento
es normal y en ocasiones es producto del amor que sienten por ellas,
pero estas conductas también están dadas en hogares donde las mujeres
han superado un nivel académico, a pesar de que se da en menor escala,
también es representativo e importante para mencionar, ya que muchas
mujeres pueden depender de un hombre emocionalmente y no necesa-
riamente en términos económicos.
El maltrato intrafamiliar en Colombia es un problema social que
afecta a mujeres, hombres, niños e incluso ancianos, y que va en aumento
a pesar de que se trate de un país en busca del desarrollo; hay conductas,
costumbres y tradiciones que podría decirse que seguirán existiendo,
porque están dadas de generación en generación y, aunque podría
decirse que con el tiempo puedan desaparecer, lo cierto es que en las
relaciones interpersonales siempre se creará algún tipo de dependencia
que, en determinado momento, puede ocasionar episodios de maltrato
y de discusiones que lleven a agresiones físicas o psicológicas.
Para señalar cómo la violencia contra las mujeres se ha incremen-
tado, señalamos cinco casos relevantes ocurridos en este último año,
como esa voz que desde su silencio espera que el sistema penal acusatorio
de hoy la proteja, pero irónicamente el operador judicial le da a su victi-
mario “casa por cárcel”, porque los centros penitenciarios tienen un gran
hacinamiento de presos; entonces el victimario y condenado por el juez,
al regresar a su casa, lo primero que dice, “ahora si le voy a dar más duro
para chille más”, ahora no solo recibirá golpes legalizados por el Estado,
sino está en un estado de indefensión. Solo la Corte Interamericana de
Derechos Humanos podrá intervenir en la política criminal de Colombia,
si alguna mujer valiente hace la denuncia.

111
Parra Cárdenas y López López

Bibliografía

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112
El secreto más oculto está bajo el miedo. Formas
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29 de octubre de 2017.

113
Narrativas de malos tratos en la infancia
como pautas de crianza: un estudio
marental en la región Ciénega

Tanya Elizabeth Méndez Luévano


Orlando Reynoso Orozco
Universidad de Guadalajara

Introducción

En este artículo se describirán las narraciones que realizó un grupo de


madres solteras y con pareja de la región Ciénega, acerca de cómo fueron
educadas. Este estudio nos permitió conocer la situación de las rela-
ciones íntimas dentro de la vida cotidiana de las familias y ahondar en
las creencias de cómo se cría y educa fundamentalmente a las mujeres.
Parte de lo que se relata muestra que estuvieron sometidas a malos tratos
debido a la idea acerca del valor de las mujeres en cada familia y la inver-
sión de roles como prácticas a las que estuvieron sometidas desde muy
pequeñas. Conocer las dinámicas familiares que componen este grupo
de madres fue adentrarse en las problemáticas adversas de su entorno,
el desarrollo socioafectivo de las madres y la idea que ellas construyeron
acerca de lo qué es ser madre, y a su vez lo que les significa ser madres en
la actualidad, así como las situaciones que pueden influir negativamente
en el establecimiento de las relaciones entre madres e hijas e hijos.
Cuando una madre ha sido parte de un contexto familiar y social
atravesado por creencias, valores y culturas de crueldad, estigmas de
género o violencia, menospreciadas y aplastadas por discursos devalua-

117
Méndez Luévano y Reynoso Orozco

dores desde la familia y las instituciones, ¿cómo logran resignificar su


pasado? ¿Cómo reconstruyen sus narrativas? Pensar en ello nos permitió
adentrarnos en sus historias y relatos, formados a lo largo de su vida,
principalmente en su familia de origen.
Las creencias tradicionales y de familias con discursos arraigados en
el machismo, en las etiquetas, la violencia física y psicológica,1,2 prácticas
de negligencia, entre otras, como necesarias para disciplinar y regular
la conducta de los menores de edad siguen ampliamente arraigadas en
diversas sociedades y culturas.3 Estas prácticas son consideradas como
malos tratos,4 ya que pueden originar ideas erróneas de los cuidados
parentales y marentales, además de que tienen un gran impacto en la
vida de los niños y niñas, a nivel físico, emocional, cognitivo y psicológico.5
La presente investigación tuvo como principal interés establecer en
qué medida las variables individuales, sociodemográficas, relacionales y
familiares influyeron en la relación de las madres con sus progenitores.
Con ella se pretende lograr un mayor conocimiento de las narrativas y
realidades de las madres de familia, las prácticas más frecuentes, las
creencias educativas y los factores culturales que las determinan y que
pueden interferir en su vida cotidiana. Por las razones expuestas, es pre-
ciso señalar que un ambiente hostil puede superarse cuando las madres
reconstruyen sus historias y se visualizan con narrativas alternas a las
vividas en sus historias de origen sin el menosprecio por ser mujer o
discursos devaluadores a su identidad.

Metodología

Esta investigación se desarrolló bajo los parámetros de la investigación


cualitativa; en total participaron 54 madres, tanto solteras como casadas,
de la región Ciénega de Jalisco (municipios de Atotonilco el Alto, La
Barca, Chapala, Jamay, Ocotlán y Tototlán) entre quince y 61 años (x =
39, DE=12.9), para explorar las narrativas en sus dinámicas familiares
cotidianas, mediante el desarrollo y el uso de una entrevista semies-
tructurada.

118
Narrativas de malos tratos en la infancia como pautas
de crianza: un estudio marental en la región Ciénega

Las preguntas se agruparon por temas o categorías, basados en los


objetivos del estudio y la literatura del tema, lo que permitió ubicar con
mayor claridad la situación del entrevistado y su percepción. Las cate-
gorías temáticas fueron: 1) datos sociodemográficos, 2) constitución
familiar, 3) pautas relacionales y roles en la familia de origen y en la
constituida, 4) autoconocimiento, relaciones y deseos, 5) construcción
de sus relaciones sobre la base del género, 6) contexto social.
Dada la relevancia que tiene el área familiar para los propósitos de
esta investigación, en la aproximación a las participantes se consideraron
varias categorías socioculturales que inciden tanto en las madres como
en las dinámicas familiares, entre las cuales se encuentran, las mitolo-
gías y creencias familiares, debido a que, con ellas, se facilita conocer las
pautas familiares que presentan y ocasionan actitudes conflictivas o de
resistencia dentro de la familia.6

Resultados

Con los datos aportados por las participantes fue posible estructurar las
tendencias que prevalecen en algunas de las pautas de acuerdo con la
estructura familiar en la que se sitúan las madres entrevistadas (tabla 1).
En el análisis por categorías de las narrativas contenidas en las entre-
vistas se exploraron las pautas familiares respecto de los estereotipos de
género, ya que fue posible advertir que a las mujeres se les asignó una
función como responsables del hogar, del cuidado de los integrantes y
crianza de los hijos, mitos con respecto al matrimonio y a las funciones
que deben desempeñar como madres, ocupaciones que aluden de forma
indirecta o directa al matrimonio, a los ritos de la maternidad, al poder
que ejercen los hombres sobre ellas y a las reglas que les imponen cuando
quieren salir a trabajar, tal como se describe a continuación:

...las mujeres son de la casa y deben obedecer (Victoria, 40 años, casada).

...las mujeres no tenemos necesidad de estudiar, ya que nos vamos a casar (Irene,
38 años, casada).

119
Méndez Luévano y Reynoso Orozco

...las mujeres perdemos el tiempo fuera de casa (Mariela, 34 años, casada).

...las mujeres realizan labores de hogar (Ma. del Refugio, 64 años, casada).

...las mujeres nos educamos para casarnos (Yolanda, 41 años, casada)

...las mujeres son trabajadoras, obedientes y responsables (Esther, 48 años, casada).

Las concepciones que recogimos anteriormente aluden a los señalamien-


tos de género creados y reproducidos día a día a través de la interac-
ción de quienes integran el hogar; el análisis de las pautas vinculares
de género nos revela las relaciones de poder de los hombres hacia las
mujeres, que predominan en la familia de origen. En los discursos es
posible advertir que asumen una división sexual del trabajo y reproducen
roles de los géneros que a través del tiempo se encuentran enraizados en
los integrantes de la familia. La concepción del hombre como proveedor,
unida a la función de guardián y jefe del hogar, refuerza la imagen de los
varones en lo público y en la esfera privada las mujeres.
El papel de los mandatos dentro de las dinámicas cotidianas de estas
madres juega un papel fundamental , en la forma de órdenes a seguir y
que deben cumplirse, debido a que van delimitando las funciones que
deben desempeñar dentro de la sociedad, como en el caso de la maren-
talidad las funciones son el cuidado de los hijos por encima del suyo,
evitando “sentimentalismos”, que son transmitidos a través del tiempo
como los relatos mostrados a continuación:

...el respeto y la obediencia, ante todo (Irma, 45 años, soltera).

...las mujeres nacemos para atender al marido y cuidar a los hijos, porque ellos son
quienes aportan dinero a la casa (Rosa, 63 años, casada).

Asimismo, se recuperan en sus narrativas pautas que aluden a relaciones


violentas como parte de la convivencia familiar cotidiana; se destaca el
poco reconocimiento de sus derechos, así como la utilización física y el
abuso de poder como formas de educación, narrativas que remontan a
prácticas de desigualdad e inequidad de género, como se muestra en las
siguientes:

120
Narrativas de malos tratos en la infancia como pautas
de crianza: un estudio marental en la región Ciénega

...las mujeres eran invisibles en mi familia de origen (María, 35 años, casada).

...todo se vale en la relación, hasta los golpes (Ofelia, 47 años, casada).

...mi padre intentó matar tres veces a mi hermano Vicente porque este defendía a mi
madre, por lo cual tuvo que irse a Estados Unidos. A mí me corrió de la casa junto
con mi hermano Jorge, fallecido, pero afortunadamente ya me iba a casar (María,
19 años, soltera).

Estos resultados revelan la estructura familiar a que pertenecieron,


las funciones que tuvieron dentro de su familia de origen, así como las
características y actitudes de desigualdad que prevalecieron entre hom-
bres y mujeres, y por último la violencia y los malos tratos a que fueron
expuestas.
En lo referente a los relatos de las madres se pueden distinguir que,
dentro de los valores concebidos en la familia de origen, se encuentran
las responsabilidades de las mujeres, las funciones que deben desempe-
ñar como madres, el poder, las reglas y creencias con respecto de los roles
del hombre y la mujer que se señalan en los siguientes relatos:

... me desarrollé en una familia con violencia y alcoholismo, siempre fui cabeza de
familia y ha sido una carga para mí. Los problemas de mis padres se solucionaban
a golpes. Dentro de mi familia se cuentan muchas historias dolorosas. Las caracte-
rísticas que sobresalen por la familia paterna son las de ser golpeadores, déspotas e
hipócritas (María, 39 años, soltera).

...salir adelante y ser fuerte para que mis hijos no repitan mi historia (Eunice 37
años, soltera).

Existen pautas de violencia que se han señalado dentro de los relatos de estas madres,
en donde existe la descalificación por parte de la familia, como se puede ver en lo
siguiente:

...puedes trabajar y hacer lo que te plazca, pero no se te reconocerá (María 19 años,


soltera).

...recuerdo que en mi casa siempre existió maltrato y violencia física por parte de mi
padre (Martha 17 años, soltera).

El impacto que tienen las pautas de violencia dentro del entorno familiar
puede generar que se naturalice en las dinámicas y relaciones y, por lo

121
Méndez Luévano y Reynoso Orozco

tanto, se mantengan e invisibilicen con el tiempo. La violencia es un


factor de riesgo, como se muestra en los relatos de las madres, porque
pueden pautarse conductas de poder y agresión en los hombres y en las
mujeres creencias de aceptación ante estas.

...con mi pareja había violencia física y psicológica hacia mí y mis hijos. (Yolanda S.
G., soltera).

...mi esposo es electricista y trabaja de vez en cuando. Es alcohólico. He recibido


violencia física por parte de él cuando toma. No tengo apoyo para tomar decisiones y
platico solo con una amiga. Mis hijos son rebeldes y solo Juan Jesús está más dedicado
a estudiar. Siento que soy desvalorizada. Me considero la cabeza de familia, pues yo
soy la que trabaja. Tuve un aborto después de la primera hija y antes de Juan Jesús.
En mi familia de origen hubo violencia física y psicológica por parte de mi padre que
golpeaba a mi madre y hermanos (María, 35 años, casada).

En este mismo contexto, la violencia está descrita en las narrativas de las mujeres y
sus relaciones con la familia de origen:

...la violencia física en mi familia de origen se dio por mi padre alcohólico y cuando
se encontraba en ese estado golpeaba a toda la familia; con mi esposo también, sin
embargo, sí me apoya, además me siento orgullosa con mi labor de ser madre. En los
momentos difíciles que viví de niña, una vecina fue el mayor apoyo, tanto para mí
como para la familia, esta vecina nos brindó apoyo moral y económico. Guardo recuer-
dos de cuando mi padre estuvo preso por haber golpeado a mi madre, sin embargo, un
tío le pagó la fianza para sacarlo; mi padre siempre fue bastante autoritario y rígido,
lo cual traía como consecuencias constantes conflictos con mi madre. Me considero
como rebelde, enfermiza, dominante pero fracasada, esto porque he tenido problemas
económicos y de violencia física con mi esposo (Ofelia, 47 años, casada).

...Mi madre fue golpeada por parte de mi abuela. La relación con sus hermanas es
conflictiva, Verónica (infidelidad), Nancy (falta de respeto), Yesenia (provoca pro-
blemas) y hubo preferencias por los hermanos por parte de su papá. En casa solo
había insultos y la creencia para las mujeres de “hacer siempre lo que el hombre
diga” y para los hombres de que “los hombres son los que mandan y trabajan”. Tuve
problemas serios con mi expareja porque abusó sexualmente de mi hija de tres años
(María, 32 años, soltera).

Conclusiones

Las características que logramos identificar con estas madres fueron:


la exposición permanente al sufrimiento desde su infancia y que estas

122
Narrativas de malos tratos en la infancia como pautas
de crianza: un estudio marental en la región Ciénega

situaciones produjeron efectos graves en su capacidad de empatía con


sus hijas e hijos debido a que ellas mismas no recibieron empatía y bue-
nos tratos; asumieron responsabilidades desde temprana edad con roles
domésticos y de cuidado hacia otras personas.
Los resultados aquí narrados reflejan que las madres participantes
reconocieron creencias muy marcadas en los estereotipos tradicionales
de género, según los cuales las mujeres siguen a cargo de las labores del
hogar, el cuidado de los integrantes y la crianza de los hijos, incluso, si
se les permite salir a estudiar o trabajar, no pueden descuidar esas labo-
res. Observamos relatos arraigados culturalmente en los cuales resaltan
las funciones y responsabilidades que los hombres deben desempeñar
frente a la familia constituida, como lo es la manutención y la economía
familiar, situación que pudo haber influido en la interiorización de las
funciones y narrativas de sí mismas, incapaces de notar los recursos
con que cuentan. Las narraciones de alguna manera invaden el afronta-
miento de las nuevas circunstancias por las que atraviesan con y sin la
pareja y los efectos que esto tiene sobre la crianza de los hijos y las hijas.
La mayoría de estas mujeres narran relaciones con la familia de
origen devastadas por la violencia, el machismo o la adicción de alguno
de sus integrantes, así como asoladas de buenos tratos en el hogar. Las
conductas abusivas y los contextos sociales estresantes y carenciales
predisponen para la existencia de incapacidades parento-marentales de
sus familias de origen; las representaciones de los hijos e hijas y de las
mujeres en ideologías violentas aún presentes en nuestra cultura sirven
de sustento ideológico para que estas manifestaciones de sufrimiento
e incompetencia continúen. La más perniciosa de estas ideologías es
la patriarcal, que impregna las creencias y las prácticas religiosas, los
modelos educativos, las teorías psicológicas y las prácticas políticas.4
Al analizar la existencia en las narrativas de creencias con respecto
a la composición de una familia y la estructura nuclear, observamos que
las pautas familiares en la educación de las mujeres estuvieron saturadas
de mitos en relación con el matrimonio como mecanismo de inhibición
de la disposición de sí misma y de la función de los hombres en el hogar.
Estas pautas están relacionadas con los estilos de crianza, debido a que

123
Méndez Luévano y Reynoso Orozco

las madres consideran que, sin el apoyo de otros (fundamentalmente


hombres) para la educación de sus hijos, no lograran salir adelante.
Los resultados de esta investigación han permitido visualizar la
importancia de escuchar y evidenciar las narrativas de las madres refe-
rentes a los estilos de crianza que vivieron de niñas, lo que permitirá
no solo entender lo que les significa ser madres, sino también evitar
repetir etiquetas patologizantes que quedan fuera de esa realidad que
viven cotidianamente, al igual que evidenciar una cultura de violencia
hacia las mujeres.
Por eso para nosotros haber escuchado las voces de estás mujeres fue
reconocer cómo estamos interpelados por categorías científicas y univer-
sales que nos impiden como investigadores aprender a reflexionar acerca
de cómo se han construido social e históricamente las funciones de las
mujeres, cómo se ha dimensionado su papel simbólico y material por la
dominación masculina. Las historias se entretejen entre mandatos y dis-
cursos de abuso y violencia; mostrar las subjetividades de estas madres
nos posibilita construir espacios de reflexión, pero también de acción.

Notas

1. Durrant, Joan y Ron Ensom (2012), “Physical Punishment of Chil-


dren: Lessons from 20 Years of Research”, Canadian Medical Asso-
ciation Journal, , núm 184, vol (2), pp. 1373-1377, Canadian Medical
Association.
2. Fréchette, Sabrina y Elisa Romano (2017), “How do Parents Label
their Physical Disciplinary Practices? A focus on the definition of cor-
poral punishment”, Child Abuse & Neglect, septiembre , pp. 92-103,
International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect.
3. Pinheiro, Paulo Sergio (2006), Acabar con la violencia contra los
niños, niñas y adolescentes, Nueva York, unicef, pp. 10-17.
4. Barudy, Jorge y Maryorie Dantagnan (2010), Los desafíos invisibles
de ser madre o padreBarcelona, Gedisa, pp. 74-80.
5. Gracia, Enrique; Lila, Marisol y Gonzalo Musitu (2005), “Rechazo
parental y ajuste psicológico y social de los hijos”, Salud Mental,

124
Narrativas de malos tratos en la infancia como pautas
de crianza: un estudio marental en la región Ciénega

núm 28, vol (2), pp. 73-81. Intituto Nacional de Psiquiatría Ramón
de la Fuente Muñiz.
6. Ceberio, Marcelo (1987), Quién soy y de dónde vengo: el taller del
genograma Buenos Aires, Tres Haches, pp. 147-150.

Tabla 1
Información sociodemográfica de las madres participantes
(estructura familiar, situación económica familiar y escolaridad)
obtenida a partir de la entrevista

Estructura familiar Situación económica familiar Escolaridad


Madres casadas En más de una ocasión las Prevalece con un 40% de
familias tuvieron que recurrir a las mujeres únicamente
separarse para buscar nuevas con primaria, un 28% no
opciones fuera del país. la terminó o se quedó
cursando el nivel secundario
o técnico sin concluir. Pocas
sintieron motivación por
parte del padre en labores
académicas. La mayoría
hubiera deseado estudiar de
haber podido decidir.
Madres solteras La prevalencia de carencias La diferencia en este grupo
y estabilidad económica es es que dos mujeres lograron
una situación habitual. En concluir sus estudios de
alguna ocasión han tenido preparatoria y licenciatura, a
que solicitar apoyo a la familia diferencia de las casadas.
para llegar al fin de quincena.
Algunas tienen que regresar
a vivir con su familia de
origen debido a que no han
podido pagar la renta. Utilizan
frecuentemente subsidios
de los servicios sociales que
presenta el municipio.

125
Méndez Luévano y Reynoso Orozco

Bibliografía

Barudy, J. y Dantagnan, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser madre o


padre. pp. 74-80. Barcelona: Gedisa.
Ceberio, M. (1987). “Quién soy y de dónde vengo: el taller del genograma”.
pp. 147-150. Buenos Aires: Tres Haches.
Durrant, J. y Ensom, R. (2012). “Physical punishment of children: lessons
from 20 years of research”. Canadian Medical Association Journal,
núm. 184, vol. 2, pp. 1373-1377. Canadian Medical Association.
Fréchette, S. y Romano, E. (2017). “How do parents label their physical dis-
ciplinary practices? A focus on the definition of corporal punishment”.
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for Prevention of Child Abuse and Neglect.
Gracia, E., Lila, M. y Musitu, G. (2005). “Rechazo parental y ajuste
psicológico y social de los hijos”. Salud Mental, núm 28, vol. 2, pp. 73-81.
Intituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
Pinheiro. P.S. (2006). Acabar con la violencia contra los niños, niñas y
adolescentes. pp. 10-17. Nueva York: unicef.

126
Crónica de un feminicidio impune1

Jorge Gómez Naredo


Universidad de Guadalajara

Cuando abrió la puerta el sol era ya débil y el calor, aunque no se había


transformado en frío, perdía vigor. Vivía en una pequeña casa en el
campo donde no mucha gente pasaba. Pensó que era su hermano. O
su mamá. O quizá su papá, quien traía al perro que, a pesar de su muy
corta estatura y debilidad a simple vista, ladraba como si fuera un feroz
mastín napolitano. Y es que todos ellos vivían cerquita de ahí y tenían,
desde hace mucho tiempo, desde siempre, una estrecha comunicación.
No era ninguno de ellos. Era Alberto, su esposo. Hacía treinta días
que se habían separado una vez más, como lo habían hecho en muchas
ocasiones durante su historia juntos. Ella, Betsabé, de 29 años de edad,
estaba convencida de que esta vez sería la definitiva, que no más, que
ya: que se había concluido todo y no había futuro para ambos en pareja.
Hacía poco menos de cuatro horas él había salido por esa misma
puerta. En esa primera visita del día acudió para intentar “arreglar” todo.
Suplicó que no lo dejara, que lo que ella había sufrido con él no se repe-
tiría. Que esta vez sí iba a transformarse y que ya no habría ni gritos ni
amenazas ni golpes. Pero ni los ruegos primero ni la voz alzada y dura
después habían servido.
Se fue, y se fue enojado. No comprendía que ella ya no quería estar
a su lado y que no iba a cambiar de parecer. Pero Alberto volvió. Cuatros
horas después de haberse ido, regresó.

1. Una versión preliminar de este texto fue publicada en los portales web Proyecto Diez
y Polemón.

127
Gómez Naredo

Lo que a continuación sucedió ese 9 de septiembre de 2015 fue todo


muy rápido. Como un suspiro. Como un relámpago en una tormenta.
Como una palabra que se pronuncia con fuerza y nada más terminar de
decirse se hace silencio.
Los cinco hijos de ambos estaban en la casa, ya acomodados en
los lugares donde siempre dormían. Él comenzó primero insultándola
y después vinieron los empujones, los puñetazos y los puntapiés. Usó
especialmente las rodillas y los codos, pues son las partes, junto con la
cabeza, más duras del cuerpo humano.
Rápido la tumbó. Después, para que no se moviera, la amarró con un
alambre por el estómago. Hecho esto, le enterró varias veces un cuchillo
en el pecho. Y como si hiciera falta más sufrimiento, le cortó las venas
que pasaban por la muñeca: quería que ella se muriera rápido. Que no
volviera a mirar jamás: que dejara de existir.
Betsabé había intentado defenderse, pero la fuerza de él era mayor
que la de ella. Le dijo a su hijo, con la poca vitalidad que le quedaba, que
saliera, que fuera a pedir auxilio y le hablara a su abuela o a su abuelo o
a sus tíos. Él, cuando observó que el niño obedecía a su madre, lo tumbó
con fuerza y le dijo: “Mira, cabrón, si sales y dices algo te mato a ti y a
todos tus hermanos”.
El niño, de diez años de edad, se quedó en la casa, con un miedo
que no ha dejado de sentir, con no saber qué realmente pasó. Vio todo.
Observó como él humillaba a su madre, cómo la golpeaba. Miró, junto
con sus cuatro hermanos, la forma en que su papá asesinaba a su mamá.

II

En el periódico se consignó que un hombre había asesinado a su esposa:


doscientas sesenta palabras. En la televisión se anunció con bombo y
platillo una “nota” de un “incidente” donde un hombre había matado a
su pareja: un minuto con cuarenta segundos. Todo lo demás, todos los
detalles y lo que la familia ha pasado después, está lleno de silencios. De
no palabras.

128
Crónica de un feminicidio impune

A la mayoría de los medios de comunicación les interesa la sangre.


Mientras más violento sea un asesinato, más espacio se le dará. Mientras
más cruenta la situación haya sido, más palabras se dirán y más imágenes
se mostrarán. Después de que la nota está consignada, nada pasa. Nada
les interesa. No se preocupan por los afectados. No se inquietan ni con
su dolor, ni con su impotencia, ni con su desesperación. Para muchos
medios, lo único digno de ser “reporteado” son los recién fallecidos en un
asesinato o en un “accidente”. Después se alejan. Se van. Lo que queda
no les interesa. No les importa.
Muchos medios de comunicación solamente regresan cuando la vio-
lencia vuelve a despertar y hay de nuevo sangre. Cuando alguien porta un
cuchillo y lo mete en el estómago o en el pecho de una persona, o cuando
un hombre o una mujer aprietan el gatillo de una pistola y la bala perfora
la cabeza de alguien. Únicamente así retorna el interés. Lo demás los
aburre. O ni siquiera se enteran que hay un “demás”.
La sangre vende y capta audiencias. La sangre hace que una página
de Internet de un medio de comunicación tenga más visitas y, por ende,
más posibilidades de vender publicidad a un precio más alto. Por eso
la “nota roja” resulta un buen negocio, y muchos reporteros, editores,
jefes de información y dueños de medios de comunicación se preocupan
siempre por “cubrir” los actos más sanguinolentos posibles, lo más color
rojo. Fuera de eso, lo demás está de más. Se puede omitir. Silenciar:
hacer nada.

III

Abrí el periódico y comencé a leer: corrupción y gobiernos ineficaces. Un


país, México, que se desmorona. Una ciudad, Guadalajara, que vive en el
caos y sus administradores ni se enteran. La misma historia de años en
esta región. La misma maldita historia. Ladrones, autoritarios, cínicos.
Pasé las hojas como sin ganas de leer. Llegué a la sección de “segu-
ridad”. Ahí estaba el caso. Me detuve en el encabezado y leí detenida-
mente. Al concluir, rápido se me vino a la mente: “esto se convertirá en
un número más”.

[ 129 ]
Gómez Naredo

Sí, un número más que estará contenido en una cifra anual. Un


número más que se incluirá como parte de un porcentaje en un dis-
curso de algún dirigente de una asociación civil, o de una encargada de
un instituto de las mujeres, o de un gobernador o de un alcalde o quizás
del presidente del país o de un alto funcionario de una organización
internacional. Un número que no dejará jamás de ser un número más,
que estará condenado a serlo siempre, toda la vida. Un número y nada
más. Una mención en la prensa y nada más. Una historia que no será
contada y que pasaría inadvertida. En desconocimiento.
Pasé la vuelta a la hoja del periódico. Me terminé el café en ese café
a donde siempre voy, y me levanté. Caminé por las calles del centro
de Guadalajara y el caso de esa mujer que había sido asesinada por su
esposo comenzó a borrarse de mi mente. Se me transformaba en olvido.
El azar es algo complicado de explicar. Azar, por ejemplo, es que a los
cuarenta años compres el primer boleto de lotería en tu vida y te saques el
premio mayor. Azar es que salgas de tu casa corriendo con unas energías
que no sabías que tenías y alcances una unidad del transporte público
que está pronto a arrancar, y cinco minutos después, dos tipos armados
con pistola y cuchillos se suban a esa misma unidad y te roben todas tus
pertenencias. Azar es eso que llamamos inexplicable y que nombramos
a veces coincidencia. Y a mí, ese día, el azar hizo que el caso de la mujer
que fue asesinada por su pareja no se me olvidara.
Llegué a mi casa y encendí la computadora. Entré en la red social
más popular del país y, sin buscar, me encontré una publicación de una
persona que conozco. Había compartido algo sobre esa mujer que fue
apuñalada por su pareja. Pude haberla dejado pasar, no verla. Quizá
el “algoritmo” de esa red social pudo haberme impedido leer lo que mi
conocido mencionaba sobre el caso. Pudieron haber pasado muchas
cosas, quizá me hubiera hartado de perder el tiempo y me hubiera ido a
dormir. Quizá un transformador de luz hubiera estallado y me hubiera
quedado en la oscuridad. Pero no: vi lo que mi conocido decía sobre el
caso. Pronto lo relacioné.
Al siguiente día contacté con mi amigo en esa red social y le escribí:
“me gustaría hablar con esa familia que tú conoces, la de la mujer con
cinco hijos que fue asesinada por su esposo”. Esta persona accedió a mi

130
Crónica de un feminicidio impune

petición. Unas horas después, o un día después, no recuerdo bien, me


dijo: “la familia aceptó charlar contigo”.
Dos o tres días pasaron. El mundo continuaba girado de la misma
forma: al menos para mí. Y llegó el momento: encendí el auto y salí de la
ciudad: destino, San Sebastián el Grande, en el municipio de Tlajomulco.
No conocía el pueblo a donde iba y hasta hace dos semanas ni siquiera
sabía de su existencia. La carretera parecía que tenía muchos años sin
ser remozada. Pronto anochecería. El pueblo era de calles angostas y
casas pequeñas. Perros sin dueños deambulando por todos lados. Pude
percibir fácilmente que esa localidad era de las no beneficiadas con las
grandes obras de los gobiernos, y que estaba habitada por los olvidados
de un sistema que se dice equitativo pero que en la práctica crea desigual-
dades tan grandes que es difícil siquiera darles un nombre.
Me bajé del auto y toqué en la casa que me habían indicado. Así fue
como conocí a la familia de la mujer asesinada por su esposo. Me dijeron
que querían contarme lo que había sucedido. Yo escuché sus palabras,
sus rostros, sus silencios.

IV

Betsabé García Hernández conoció a Alberto Servín Álvarez cuando ella


estudiaba la preparatoria. Hubo coqueteo y pronto les nació algo que
consideraron amor. Quienes los veían pensaban que estaban contentos
y hasta felices. La familia no se sentía muy conforme con la relación,
pues se corría el rumor en el pueblo de que Alberto y sus parientes se
encargaban de la distribución de droga en la zona. Pero eran solo eso:
rumores. Palabras que corrían de boca en boca y que se alimentaban con
detalles borrosos e incluso contradictorios. No había claridad acerca de
esa información: todos en el pueblo la sabían, pero nadie se atrevía a
confirmarla, a ponerle el calificativo de cierta.
La familia de Betsabé, aunque preocupada por los chismes, no se
interpuso en la relación. Si dos se quieren, ¿quién es la familia para
echarle hielo y veneno y mal augurio al amor y a las ilusiones? El respeto
ante todo.

[ 131 ]
Gómez Naredo

Poco tiempo después de iniciar su noviazgo, Betsabé y Alberto se


fueron a vivir juntos, y desde el principio la familia de ella se dio cuenta
de que él era machista. Tenía actitudes que molestaban, indignaban y
muchas veces preocupaban. Pero pensaron que, con la confianza, se irían
diluyendo, desapareciendo. También notaron, de forma inmediata, que
Alberto consumía mariguana y cocaína y que lo hacía casi todos los días.
Pero Betsabé era muy reservada, y aunque contaba a veces ciertas cosas
de su vida con Alberto, no eran tan alarmantes como para poner a la
familia en estado de alerta.
El padre de Betsabé, campesino de toda la vida, cuando habla de ese
pasado lejano de su hija, de cuando ella se fue a vivir con Alberto, se le
saltan las dudas en el rostro y los ojos se le ponen rojos. Quizá piensa que
pudo haber actuado de otra forma, que él y su esposa y sus hijos pudieron
haber cambiado la historia de lo que ya no se puede cambiar, que si su
hija les hubiera dicho algo, o contado algo, las cosas no serían como hoy
son. Me dice con ese rostro de dudas y esos ojos que se ponen cada vez
más rojos: “siempre la agredía, pero nunca nos decía nada”.
Betsabé y Alberto estuvieron casados más de doce años y tuvieron
cinco hijos. Desde un principio él la violentaba verbalmente. Que puta,
que enferma, que pendeja, que mujer cualquiera. Siempre agresiones
y humillación. La denigraba y la sometía. Alberto quería una relación
donde él fuera el que mandara y el que decidiera todo y donde la vio-
lencia y el trato vil de él hacia ella se convirtieran en cotidiano: en lo de
todos los días.
Maldecir a tu pareja, menospreciarla e insultarla, aunque no haya
golpes, es violencia. Y esto a pesar de mucha gente que piensa, hoy en día,
que las palabras no violentan. Que las palabras son débiles y no lastiman.

La casa a la cual llegué para entrevistarme con la familia de Betsabé está


pintada de colores muy vivos, con verdes muy blancos y azules poco
pálidos. Consta de cuatro espacios que no tienen una vocación específica,
es decir, que pueden fungir como sala o comedor o cocina o lugar de

132
Crónica de un feminicidio impune

trabajo o recámaras o cuarto de los tiliches. No hay, como en las casas


de los ricos, habitaciones destinadas para cada actividad. Hay espacios
que se utilizan y reutilizan dependiendo de lo necesario, de lo inmediato:
de lo que es urgente.
En una de esas habitaciones había una mesa (junto con un sofá que
también era cama), y en torno a ella nos sentamos. Estaban todos: su
madre, sus hermanos y su padre. Desde que supe que los entrevistaría,
me entró un dolor de estómago que no era fuerte, pero sí obstinado. Un
dolor extraño provocado por no saber qué hacer cuando estuviera ahí,
con la familia. Reflexionaba sobre la mejor forma de iniciar la conversa-
ción. Qué debía decir. Cómo debía preguntar. A quién debería dirigirme
más. Durante dos días estuve haciendo anotaciones, imaginándome la
entrevista, buscando la mejor forma del expresar y del callar, la menos
dolorosa para ellos. Hacía quince días que habían asesinado a su hija,
a su hermana, a su niñita que creció y se hizo adulta y se convirtió en
madre. Hacía tan solo quince días…
He tenido entrevistas difíciles a lo largo de mi carrera profesional.
Por ejemplo, cuando charlé con lesionados permanentes de las explo-
siones del 22 de abril; es decir, con personas a quienes, de un día para
otro, les cambió la vida y para mal. Recuerdo que comenzaban a llorar
al rememorar la explosión que los dejó imposibilitados para trabajar.
Me dolía su dolor. Sin embargo, ninguna de esas conversaciones, ni de
las que he mantenido en otros lugares y con muy diversas personas, me
resultaron tan complicadas. Y es que el charlar con la familia de Betsabé
casi me tumba, casi me derrumba. Quizá es que me derrumbó, pero hice
todo lo posible para que no se notara, para ocultarlo, para decir que
seguía ahí: de pie en la conversación.
Me contaron todo lo que tenían dentro. Los observaba detenida-
mente: veía sus rostros, sus manos, sus ojos: la tristeza, su quebranto,
las cuitas que de tan recientes olían fuertemente a tristeza. Hubo un
momento en que pensé en detener todo. Decirles: “yo no puedo, esto es
demasiado, ya no soporto este mi dolor que me nace de su dolor”. Me
aguanté. Tenía que ser duro. Resistir. Estaba ahí, enfrente de ellos. Los
veía y no podía más. Sentí que me desvanecía, que el cuerpo no respon-

[ 133 ]
Gómez Naredo

día, que mis manos se tumbaban y mis piernas se doblaban y mi espalda


caía. Si eso sentía yo: ¿qué sentían ellos?
Al lado de donde platicábamos, solamente unos cuantos metros más
allá, bien cerquita, estaban ellos, los niños de Betsabé. Jugaban. Reían. A
veces peleaban. De reojo veía el rostro del chico de diez años, el mayor.
No sonreía como los demás. Siempre trataba de poner cara de enojo,
de seriedad, de adulto que está inconforme con la vida que ha vivido.
La familia me contaba de Betsabé y de sus hijos. De Betsabé y de sus
sueños. De Betsabé y de sus ganas de vivir una vida libre de violencia,
y yo miraba hacia el otro lado, y veía a los hijos de Betsabé. Las piernas
mías se quedaban sin fuerza. Mis manos se llenaban de un no sé qué que
me carcomía.
Cuando la charla se terminó, los niños se acercaron a la mesa donde
estábamos nosotros. Dos veían un celular. Uno, el más chico, el de tres
años, se abrazó pronto a su tío. El otro aventaba un juguete e iba por él a
recogerlo. Y el grande, el de diez años, continuaba haciendo de su cara un
rostro de estar enojado. Se sentó en una silla y su mirada se dirigía hacia
ninguna parte. Una mirada que parecía estar conformada solamente por
rabia, rencor y resentimiento. Apretaba los labios y ese gesto formaba
un rictus de disgusto inefable.
La madre de Betsabé, al darse cuenta de que miraba a su nieto, me
dijo, como quien me cuenta un secreto: “el niño le tiene mucho coraje al
padre. Me dice a cada rato que quiere que lo agarren, que quiere que le
pasen cosas feas, que para él, su padre no es su padre”. También me contó
que uno de los niños, en las noches, se levanta y comienza a llorar, y le
dice que quiere irse con su mamá, que la quiere ver y la extraña, y ella,
que no sabe qué hacer, lo trata de calmar y le responde que no es posible,
que su mamá no está ya aquí, en este mundo, que se fue al cielo y que
descansa en el panteón. Y entonces el niño le pide desesperadamente que
lo lleve al panteón, que quiere estar donde su mamá, y que si a su mamá
la enterraron, él también quiere estar ahí enterrado, cerquita de ella.

134
Crónica de un feminicidio impune

VI

En 2009 Alberto golpeó vehementemente a Betsabé. De las humillacio-


nes verbales había pasado a los manotazos, las cachetadas y los puñe-
tazos. No es que la violencia en la palabra hubiera desaparecido. No. Es
que ahora esa violencia estaba acompañada de dolor físico, en el cuerpo.
Y no era la primera vez. En 2006, o quizá en 2007, Betsabé llegó
con su papá y le contó que Alberto le había dado varios puñetazos, que
la había tumbado y estando ella en el suelo la había pateado. Fueron a
denunciarlo con la policía. La persona que los atendió se medio rio, y en
un tono mezclado de burla y seriedad, les dijo: “eso no es nada. Si hasta
ya se le borraron los golpes. Para que nosotros podamos actuar debe
venir sangrando señora”.
Betsabé era una mujer valiente. Y las mujeres valientes tienen fuerza
y coraje y entereza. Por eso, un día de 2009 decidió que esos golpes
que recibía y que se habían hecho tan cotidianos, no eran cosa normal.
Debía hacer algo. Así que se llenó de coraje y se planteó denunciar a su
esposo ante las autoridades. Ya no más infierno. Ya no más tratos que la
mancillaran todos los días y a todas horas.
Marcó el teléfono de una amiga de toda la vida y le contó lo que le
pasaba. Ambas fueron a una oficina de la Procuraduría del Estado de
Jalisco. Ante varios burócratas describió lo que le sucedía: que su marido
la había golpeado, que la agredía, le gritaba y la insultaba, que todos los
días le decía que era poca cosa, que era una puta, que era lo peor que le
había pasado. Y que ella, Betsabé, quería que eso se terminara, que no
sucediera más. Estaba harta de vivir lo que vivía, y pensaba que había
posibilidad de no vivirlo más. Por eso acudía a una oficina gubernamen-
tal dispuesta a hacer todo lo necesario para terminar con su infierno, con
el infierno de estar junto a Alberto, su esposo y agresor.
Quienes la atendieron en la oficina de la Procuraduría le pidieron
un montón de papeles y le dejaron claro lo que tenía que hacer: “señora,
usted tiene que demostrar que su marido la agrede, usted tiene que pro-
barlo”. La mandaron a varias oficinas donde burócratas más o menos
parecidos a los que la atendieron primero le decían lo mismo: que ella
debía demostrar, que ella debía evidenciar, que ella debía convencer. Que

[ 135 ]
Gómez Naredo

ellos no podían creer así nomás que su marido la humillaba y la golpeaba.


Ella y solamente ella era la responsable de comprobar lo que decía.
Aun así, sabiendo lo difícil que sería eso, Betsabé decidió continuar
con la denuncia. Y es que Betsabé era una mujer valiente, y las mujeres
valientes tienen fuerza, coraje y entereza.
Betsabé juntó papeles y anduvo de oficina en oficina tratando de
convencer a muchos burócratas que la atendían que era verdad lo que
ella decía. Un día, los señores encargados de impartir justicia y detener
cualquier tipo de violencia, muy llenos de sonrisas y de contento, le dije-
ron que las cosas estaban marchando muy bien, y le dieron una buena
noticia: ya estaba redactada y firmada una carta-citatorio para que su
esposo acudiera a declarar ante la Procuraduría.
Sin embargo, esas personas que le dieron la “buena noticia”, le plan-
tearon un problemita: los encargados de entregar los citatorios en la
Procuraduría estaban muy llenos de trabajo con todas las cosas malas
que suceden en el orbe, y si se atenía a ellos, podría ser que la notificación
jamás llegara a su destino. Por eso le propusieron algo que consideraron
lo “más conveniente”: que como ella, Betsabé, conocía a su esposo y sabía
dónde vivía y dónde trabajaba, que por qué no le llevaba ella misma el
citatorio para que él se presentara en la oficina donde debía declarar.
Dijeron que esa era una muy “buena opción”, pues “agilizaría” el trámite
y todo marcharía mucho mejor.
Betsabé estaba decidida a terminar con las humillaciones que todos
los días recibía de Alberto, así que aceptó hacer lo que le pedían en la Pro-
curaduría, y con la misma amiga con quien había acudido a denunciar a
su esposo, decidió ir y dejar el citatorio en el lugar donde estaba Alberto.
Sí, ella misma fue la encargada de entregar la misiva que obligaba a su
agresor a acudir a la Procuraduría.
Pronto Betsabé se dio cuenta de que las instituciones en este país
funcionan mal y hacen poco por la gente que no es rica ni influyente.
El papeleo era un castigo cotidiano. Muchas veces los burócratas de la
Procuraduría le dijeron, en una especie de terapia psicológica, que por
qué no mejor arreglaba las cosas con su marido, que unos golpes no
eran cosa muy preocupante, que solía pasar y que quizá con una plática
se arreglaba todo y vivían felices. Que quizá su esposo cambiaba. Le

136
Crónica de un feminicidio impune

pedían “comprensión” y argumentaban constantemente que a todos nos


puede pasar eso de estar enojados y desquitarse con una persona: “eso
suele suceder señora, pero no es tan grave, no es el fin del mundo”. Le
mencionaban que a veces quejarse no es bueno y, en cambio, aguantar
tiene muchos beneficios a largo plazo.
Betsabé, a pesar de que era una mujer valiente, se desanimó. Y es
que en México, hasta a los más decididos, cuando se topan siempre con
la realidad de un país en donde la justicia suele ser un sueño que todos
imaginamos pero nadie sabe si existe, les entra el desaliento y eso que
podríamos llamar derrota. El ir y venir de una oficina a otra, el recibir
trato denigrante por parte de las autoridades, y el que su marido, con
la denuncia, se pusiera más agresivo y más golpeador, contribuyeron a
que Betsabé decidiera, ese mismo año de 2009, detener su intento por
separarse de su esposo.

VII

Alberto se enojaba mucho cuando Betsabé no hacía lo que él le pedía:


cuando no estaba donde él quería que estuviera y cuando no hablaba lo
que él quería que ella hablara. Un día, por ejemplo, a Betsabé la invitaron
sus hermanos a una comida y ella aceptó ir. Se celebraba el cumpleaños
de un familiar. Estuvo contenta. Rio y platicó con primos, tías y cuñadas.
Dicen los que la vieron ese día que estaba animada, alegre: radiante.
Ese sentimiento pronto se le terminó: cuando regresó a su casa,
Alberto había roto un montón de objetos: platos, sillas, floreros, la tele-
visión que tenían y que les había costado mucho esfuerzo comprar. Había
pedazos de vidrio por todas partes: su casa se había convertido en un
desastre. Esa era una forma habitual en la cual Alberto mostraba su
enojo, y es que eso de haberse ido a una comida con su familia, eso, era
una ofensa imperdonable para él. Era motivo de castigo. De punición.
Betsabé se sabía una mujer violentada. Lo fue durante más de doce
años, desde el comienzo de su relación con Alberto. En 2009 había
tomado la decisión de dejar a su esposo, pero las autoridades no le faci-
litaron las cosas. Le hicieron la separación complicada. Tenía claro que

[ 137 ]
Gómez Naredo

su esposo se ponía más enojado y más violento cuando ella lo intentaba


dejar o cuando ella mostraba cierto rechazo al maltrato que él ejercía.
Destrozaba cosas y la humillaba de un modo más pertinaz y brutal. Y
ella albergaba miedos muy fuertes que le aquejaban a cada rato: Alberto
podía comenzar a atacar un día a sus hijos, hacerles daño, violentarlos
también. Quizá por eso optó por continuar con él. Quizá pensó: si él se
calma cuando yo no intento dejarlo, podría ser la solución. Si él se tran-
quiliza cuando yo hago todo lo que me dice que haga, puede que ese sea
el arreglo del problema.
Las mujeres, cuando sufren violencia de parte de sus parejas o de
familiares, suelen no estar apoyadas por las instancias públicas encarga-
das de detener este problema. Papeleo, idas para acá y para allá, violencia
de las mismas autoridades. Por eso muchas mujeres deciden quedarse
donde están y soportar la violencia. Idean estrategias no para que esa
violencia termine de tajo, sino para que les afecte lo menos posible. Esa
fue la salida de Betsabé.
En México se han hecho leyes para proteger a las mujeres. En 2008
se aprobó a nivel federal la de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre
de Violencia, la cual establece estrategias para impedir que se maltrate
a las mujeres. Pero redactar un montón de artículos e incisos donde se
establece castigo a los violentos no significa que esos artículos e incisos
se apliquen en la realidad, ni que el problema que se pretende eliminar
sea verdaderamente erradicado. Tanto es así que, después de aprobada
esa ley, tipificado el delito de feminicidio y promulgadas un montón de
leyes sobre la materia en todas las entidades de la República Mexicana,
el maltrato hacia las mujeres continúa y hasta se ha agravado.
Betsabé continuó su vida con Alberto. Quizá fueron sus hijos. Quizás
las amenazas que él constantemente le hacía. Ella, que ya era reser-
vada con temas de su relación marital, se volvió aún más reservada. No
contaba casi nada. Su sufrimiento se lo callaba. Se lo ahogaba. Su papá
menciona constantemente, como si decirlo muchas veces fuera a cambiar
algo de lo que le sucedió a su hija: “ella se quedaba callada. Ella nunca se
quejaba del maltrato. Nunca nos lo contaba a nosotros”.

138
Crónica de un feminicidio impune

VIII

Amontonados en un cuarto de la casa familiar están los utensilios de


trabajo de Betsabé. Ella era costurera, y cuentan que era muy buena, que
hacía trabajos excepcionales, que a la gente le agradaba mucho llevarle
sus telas y ropas para que les diera forma o les arreglara los desperfectos.
Trabajaba en ello el tiempo que le quedaba libre de cuidar a sus hijos, de
limpiar la casa, de lavar y planchar y dejar todo bien para que su esposo
no se enojara ni se quejara.
El que ella trabajara en la casa de su familia, sin embargo, le causaba
un enojo muy grande a Alberto. Le decía que seguramente ella coquete-
aba con todo hombre que fuera a llevar sus ropas para remendar.
Los cierto es que Betsabé juntaba un dinero (que nunca fue mucho)
para que las carencias en la casa no fueran tantas ni tan visibles. Para
tener algo que comprarles a los niños. Para los uniformes y las comidas
y la vida que en este país se vuelve cada día más cara y más dura. Tener
cinco hijos nunca ha sido un buen negocio, y Betsabé lo sabía. En lo de
la costura le ayudaba su mamá. Tenían varios clientes y la fama en el
pueblo del buen trabajo que hacían corrió rápido.
Hoy, ese espacio donde ella laboraba está como sin vida. Ahí están
las dos máquinas de coser. Ahí están las telas que Betsabé no pudo con-
vertir en vestidos o en pantalones o en faldas. Ahí también están las
ropas con desperfectos que ella no terminó de zurcir. Los pendientes se
quedaron en eso, en pendientes. Ella ya no está.
Ese cuartito lleno de tiliches y utensilios de trabajo se quedó como
detenido en el tiempo. Nadie lo mueve. Nadie lo toca. Nadie se atreve a
modificarlo. Es como si la familia pensara que la muerte de Betsabé ha
sido un mal sueño, una pesadilla, y que dejar intactas las pertenencias de
ella contribuye a cambiar una historia que no se puede cambiar. Desean,
sin duda, que al siguiente amanecer, ella esté viva y vuelva al trabajo y
vuelva a atender a los clientes que le piden que les arregle una falda o
que les transforme en vestido un pedazo de tela que acaban de comprar.
La mamá de Betsabé me cuenta que no tiene fuerzas para reactivar
el negocio. Que no sabe si algún día lo haga. Y es que las ganas se le han

[ 139 ]
Gómez Naredo

ido. Se le secaron. Ahí sigue esa habitación con dos máquinas de coser
y un montón de telas e hilos y mantas. Ahí está todo solo, sin Betsabé.

IX

Hace como seis o siete años, Alberto llegó a su casa y comenzó a maltratar
a Betsabé, a gritarle, a amenazarla. La familia, que vive cerca, ahí juntito,
escuchó el alboroto y salió rápido a defenderla. Le dijeron a Alberto que
no eran modos, que así no, que se fuera. Él, como respuesta a esa repri-
menda, sacó una soga de la casa, la puso en un árbol, y se colgó. Los her-
manos de Betsabé pronto fueron hacia el árbol donde Alberto se estaba
quedando sin aire y deshicieron el nudo de la soga: le salvaron la vida.
No fue la única vez que sucedió algo así. En otra ocasión, por los
mismos motivos, pasó lo mismo. Y nuevamente la familia de Betsabé
evitó su muerte. Ya estaba suspendido en el aire y traía la soga muy
dura alrededor del cuello. Como no pudieron deshacer el nudo, sacaron
un cuchillo de la casa y cortaron la cuerda para que Alberto cayera en el
suelo y pudiera respirar. “Lo salvamos, ya se había colgado”, me dice un
hermano de Betsabé, como deseando quizá que ese intento de suicidio
no hubiera quedado en intento.
Enfrente de mí, la mamá de Betsabé me mira con ojos de estar en
otra parte. Su cuerpo está ahí, enfrente de nosotros, pero su mente se
observa lejana. Quizá recuerda el último momento en que vio a su hija
viva. Quizá piensa que si hubiera hecho algo, que si hubiera dicho algo.
Quizá reflexiona sobre las posibilidades que tuvo para impedir que un día
su yerno matara a su hija. Esas posibilidades, seguramente, se le vuelven
impotencia ponzoñosa y más coraje.
Los ojos de la mamá de Betsabé me dicen que el rostro de su hija
está ahí metido en su cabeza, y que las palabras que digo yo o que dice
su esposo, o sus hijos, son como murmullos, como silencios.
De repente, cuando alguien, quizá el papá, o los hermanos, dicen
algo, la mamá abruptamente retorna a la conversación e interrumpe las
voces que se están pronunciando: “Ella era muy reservada. Ella me decía
‘no mamá, no se meta’. Yo pienso que la amenazaba, porque me decía

140
Crónica de un feminicidio impune

cuando yo le comentaba sobre eso y me respondía: ‘no le digan nada,


déjenlo’, y yo le decía, ‘pero no hija, no estás sola, cómo te va a estar
ofendiendo’; y ella no nos decía nada”.
Cuando a Betsabé se le notaba muy abrumada por lo que vivía con
Alberto, o cuando en una charla cualquiera ella daba a entender que su
marido la maltrataba, su mamá o su papá o sus hermanos se ponían ter-
cos y le decían que lo dejara, que se fuera a vivir a otro lugar. Pero ella se
negaba. Declinaba los ofrecimientos y no le daba mucha importancia al
asunto. Quizá, como dice su mamá, estaba amenazada.

Un mes antes de ser asesinada, Betsabé nuevamente se hizo de valor y


decidió lo que había decidido hacía más de siete años: que la relación con
su esposo debía terminar, que no quería más malos tratos. Que no más
humillación ni golpes ni nada. Enfrente de toda su familia, le dijo como
reclamo por las vejaciones de que era objeto: “¿Qué te hizo falta? Si ropa,
la tenías, si comida, la tenías. Siempre la casa estaba limpia. Yo atiendo
a los niños, y yo trabajo para que haya dinero en la casa, y todavía así no
te doy gusto. Pues yo la verdad no sé qué es lo que quieres”.
Una semana antes de que Betsabé fuera acuchillada por Alberto,
este habló muy seriamente con la familia de ella. Él quería volver, quería
que nuevamente ambos vivieran juntos. Pero Betsabé no. Alberto, hom-
bre terco, insistía constantemente. La familia intervino: trató de hacerle
entender que ya no iba más, que la dejara porque era ella la que ya no
quería estar con él, que esas cosas pasaban, y que no había nada por
hacer, porque la decisión era definitiva.
Él argüía que ellos estaban casados, y que el matrimonio era de dos.
Y la familia indicaba que sí, que el matrimonio era de dos, pero que si
una persona no quería estar ya con otra, no había poder humano, ni legal
ni divino, que lo impidiera.
Betsabé estaba decidida: una relación con un hombre que la había
humillado cientos de veces durante doce años no valía la pena. Nadie
la haría cambiar de opinión. Se le veía enérgica. Y a pesar de todo, no le

[ 141 ]
Gómez Naredo

tenía miedo de Alberto. Por eso siempre le abría la puerta. Trataba de


hacerle entender que la relación no iba más, que eso que ellos tenían no
era algo sano, y que lo mejor para ambos, para los niños y para todos,
era que se separaran.
Buscaba convencerlo y le repetía una y otra vez que ya había tenido
muchas oportunidades. Dicen los familiares de Betsabé que esta le dijo
a Alberto: “Yo ya no quiero nada contigo. Ya se me quitó el amor. Tú me
traes en puros cuentos: que dame chance tres meses, que dame chance
dos meses, que dame chance un mes, y ahora otra vez me dices que te
dé chance, porque ahora sí vas a cambiar, pero nunca has cambiado. Ya
vamos a tener doce años juntos y de plano no cambias en nada”.

XI

Hay días que no deberían existir. Días que deberían estar proscritos en la
vida de una persona, de una familia, del mundo entero. Días de maldad.
El sol comenzaba a perder fuerza y la oscuridad estaba ya haciéndose
presente. La familia llegó de trabajar a su casa y vio que de la de Betsabé
salía Alberto. Muy enfurruñado. Muy serio. Muy con la cara desencajada.
Pasó sin saludarlos. Se montó en su bicicleta y se fue.
Betsabé salió después de él, y comenzó a platicar con la familia.
Parecía que todo iba bien, que la separación marchaba a pesar de la
insistencia de su esposo en que no se dejaran el uno del otro.
Platicaron los integrantes de la familia varios minutos y se despidie-
ron. El tiempo suele consumirse rápido cuando al siguiente día hay que
preparar las cosas de los niños para la escuela. Todo parecía tranquilo.
A eso de las once de la noche, él, Alberto, regresó: “quizás se fue a
drogar para agarrarse de valor y hacer lo que hizo”, me dice el papá de
Betsabé. Lo que pasó a continuación es algo que jamás se le va a borrar
de la cabeza a todos los miembros de la familia.
El papá, como quien quiere contar algo lo más apegado a la realidad,
a pesar del dolor y de la impotencia, dice: “Mi hijo es quien oyó porque
está pegada su casa con la de ella, y oyó que empezaron a llorar los niños.

142
Crónica de un feminicidio impune

Y ella no gritó ni nada, porque seguro la amenazó que si gritaba iba a


comenzar a matar a los niños, o algo. Todos los niños vieron todo”.
El chico más grande de Betsabé intentó salir de la casa para gritarle
a su abuelo que su papá le estaba haciendo algo malo a su mamá, pero
Alberto lo impidió. Antes de alcanzar la puerta, corrió para detenerlo y
lo aventó a unos sillones que estaban en la casa. Le dijo que si gritaba, o
si intentaba gritar, lo iba a matar también a él.
Cuando los demás niños vieron que su papá aventó a su hermano
y que lo amenazó como lo hacía cotidianamente a su mamá, comenza-
ron a llorar. Fue en ese momento cuando el hermano de Betsabé se dio
cuenta de que algo no andaba bien, que algo feo estaba sucediendo a
unos metros de donde estaba él.

Yo, cuando escuché los gritos, salí corriendo. Corriendo en calzones, porque los gritos
los oí desesperados. Me levanté y junto a mí estaba mi esposa y le dije, “¿qué pasa?”, y
salí, y en cuanto abrieron la puerta de enfrente salió corriendo un niño, y le pregunté,
con voz fuerte, “¿qué pasó hijo?”, y en el transcurso que grité, yo creo que Alberto
corrió a la puerta de atrás. Entonces, cuando entré, lo vi que él iba abriendo la puerta
de atrás. Corrí, pero en ese momento vi las piernas de mi hermana tiradas en el suelo
y me paré y ya no lo seguí. Entonces la levanté, y vi que traía la herida en el pecho y
que traía mucha sangre. Y lo que hice fue que ya no lo seguí. Entraron entonces mi
papá y mi mamá y ya les dije lo que había pasado, que le hablaran a alguien. Yo no
sabía qué hacer.

Todo fue muy rápido. Y cuando las cosas son rápidas, uno no se da
cuenta de lo que sucede a su alrededor. Lo cierto es que cuando la fami-
lia entraba, Alberto estaba cerca de ahí y huía por la puerta trasera de
la casa.
Ver a Betsabé tirada y llena de sangre puso a la familia en un estado
de no saber a ciencia cierta qué hacer. Pronto hablaron por el teléfono
pidiendo ayuda. Todo en ese momento se les puso nublado. La intención
era que no se les muriera Betsabé, que no se le fuera la respiración.
Los niños estaban despiertos. Habían visto todo: cuando llegó su
papá, cuando le levantó la voz a su mamá, cuando comenzó a golpearla,
cuando la amarró, cuando le metió el cuchillo en el pecho y cuando le
cortó las venas de la muñeca, cuando les dijo que se callaran y que no
gritaran. Todo lo vieron y escucharon. Y lloraban.

[ 143 ]
Gómez Naredo

El papá de Betsabé entró a la cocina, donde estaba el cuerpo de su


hija, “todo lleno de sangre. La levanté, y la vi, y todavía respiraba. Le
puse la mano en la herida, pero pues por donde quiera aventaba sangre,
como si le hubiera destrozado el corazón”.
La familia está convencida de que Alberto investigó algo sobre cómo
matar más rápido a una persona, y es que le puso “un alambre amarrado
en la cintura, un cable. Que es para que rápido se muriera”.
Alberto asesinó a Betsabé con dos cuchillos: uno lo traía en su
mochila y otro lo tomó de la propia cocina. Es decir, ya tenía un plan, ya
sabía lo que iba a hacer. Llegó con la intención de asesinarla, y cumplió
su cometido. No saben en la familia si alguien lo ayudó. Si alguien estaba
afuera esperándolo. No saben nada. Y los recuerdos que tienen, más de
él o de su huida, son los gritos de los niños, los llantos, y el cuerpo de
Betsabé tirada en la cocina de la casa, llena de sangre.
El papá de Betsabé no me dirige la mirada. Cuando me cuenta todo
lo que Alberto le hizo a su hija, sus ojos están como recapitulando todo,
haciendo un esfuerzo por decirme cada detalle, cada dolor que trae, cada
cosa que lo hace llorar. Se para en un silencio. Los demás miembros de
la familia lo siguen. Están pensando. Recuerdan. Están viviendo nue-
vamente lo que experimentaron hace apenas unos días. Están experi-
mentando ese dolor que no se ha ido, y que no saben si algún día se irá.
El papá, de repente, rompe el silencio, y me dice, mirándome a los
ojos: “Es de las muertes más fuertes que pueda haber, pues ver a un hijo
vivo una o dos horas antes, y ya después verlo muerto, o abrazarlo y que
se esté yendo”.

XII

Betsabé está tirada en la cocina, llena de esa su sangre que no deja de


salirle del cuerpo. Respira, sí, pero pronto no lo hará. Lo sabe su papá.
Lo saben sus hermanos. Lo sabe su mamá. Los niños quizá lo intuyen.
¿Quién está preparado en este mundo para auxiliar a una hija o a una
hermana o a una madre que se desangra porque le han metido una y otra
vez un cuchillo en el cuerpo?

144
Crónica de un feminicidio impune

La familia habló rápido a los servicios médicos y a la policía. Que


vengan rápido, que hay una mujer muy grave que está a punto de morir
y que si llegan rápido quizá se salve y quizá sobreviva. Que el asesino
de esa mujer está cerquita, que la acaba de matar y que se escapó quizá
corriendo, o en bicicleta, y que podría ser fácil, en estos momentos, cap-
turarlo.
Desesperación. Impotencia. Betsabé se está muriendo. Betsabé ya
se murió. Betsabé está ahí tirada sin vida y no llega ni la policía ni los
médicos ni nadie.
Después de una hora, una patrulla municipal se acerca. Comienzan
las investigaciones. “Y qué sucedió”, preguntan. “Y saben para dónde
se fue el asesino,” preguntan. La policía hace su trabajo, pero mal. O no
muy bien. Son lentos. Desesperan. Alerta por la radio que un presunto
homicida anda suelto en la zona.
Una hora después de la llegada de los policías arriban los enviados
de una televisora local. El reportero pregunta qué pasó, cómo fue, a qué
horas. Le ordena al camarógrafo que lo acompaña que haga una toma
por allá, donde se ve a la familia toda desesperada y toda llena de lág-
rimas. Están haciendo la nota del asesinato de una mujer. Están haciendo
“periodismo”.
Una ambulancia hace su aparición. Demasiado tarde. Llegan los
judiciales y comienzan a preguntar qué pasó y por qué pasó y quiénes
fueron los testigos. Hacen preguntas simples y rápidas. Dicen que de
rutina. Se forman una idea de lo que sucedió. No son muy comunicativos.
“Cuando ya estaba amaneciendo poquito antes de las siete de la
mañana”, me cuenta el papá de Betsabé, llega una unidad del Instituto
Jalisciense de Ciencias Forenses. Ellos son los encargados de analizar
qué sucedió, digamos, desde un punto de vista científico. Se encargan de
analizar todo, las pistas, lo que dejó el asesino, las huellas dactilares. Fue
rápida su visita. Unos cuantos minutos. Llegaron, levantaron el cuerpo
sin vida de Betsabé, lo metieron en una camioneta y se fueron.

[ 145 ]
Gómez Naredo

XIII

Lo que continúa al asesinato de un familiar es algo complicado de expli-


car. Está el dolor que carcome, que hace que las lágrimas salgan abun-
dantemente. El estado de shock. El no saber a ciencia cierta si lo que está
sucediendo es real o es una pesadilla. Surgen unas ganas tremendas de
pensar, y especialmente de creer, que lo que ha pasado no es real, que es
una jugada macabra de la mente, y que uno se irá a dormir y despertará
y lo que pasó será solamente un sueño y nada más. Que la sangre no es
sangre, y que la muerte no ha llegado. “Nunca ha pasado uno por esto”,
me dice el papá de Betsabé.
La mente actúa de formas muy diversas, dependiendo de la persona.
Hay quienes tratan de negar el asesinato por todas las vías: esto no ha
pasado, esto no me está pasando. Esto que viví en realidad no lo viví: no
es cierto. Hay quienes se vuelven serios y no hablan. Y la mente como
que se les detiene en un solo pensamiento, y guardan imágenes, las más
crueles, las más tristes, y les dan vueltas y vueltas y no salen de ahí, de esas
imágenes y esas tristezas. Hay quienes se preguntan el porqué, y tratan de
pensar si el pasado se pudo haber cambiado. Les surgen las preguntas: si
hubiera hecho esto, si hubiera sucedido esto, ¿sería lo que hoy es?
El asesinato de un familiar es un trauma, es un duro golpe a lo psi-
cológico, a lo emocional, y también a lo físico, al estar bien de salud.
Debería haber, para personas que viven lo que vivió la familia de Bet-
sabé, ayuda inmediata. Gente pagada por el Estado que esté encargada
de mirar el dolor de esa gente y apoyarla. Pero eso no sucede en México.
A las víctimas “indirectas” de un asesinato, en este caso, feminicidio, se
las trata con desprecio, con insensibilidad, como si no fueran víctimas.
El día que comenzó con el asesinato de Betsabé (murió en la madru-
gada) no fue de ayuda psicológica, sino de “papeleo” y de estar yendo
de aquí para allá. Les dijeron los judiciales que fueron a su casa cuando
murió Betsabé que tenían que acudir muy tempranito a la Procuraduría,
para que vieran lo de los trámites, lo de la entrega del cuerpo, y para
que los agentes del ministerio público les dijeran cómo iba eso de la
“investigación”.

146
Crónica de un feminicidio impune

Llegó el papá de Betsabé y dos hermanos de ella a la Procuraduría


a la hora que los citaron: a las ocho de la mañana. Cuando arribaron,
ellos pensaron que ya iba a estar todo, que los “papeles” para continuar
el “trámite” les serían entregados de forma inmediata. Pero nada más
entrar en una oficina una persona les dijo que había que esperar: “nos
citaron a las ocho. Estuvimos ahí como una hora, para que nos pudieran
ellos atender, y ya que nos atendieron pues fue nada más para que nos
dijeran ‘vénganse a las dos y media o tres, porque va a tardar esto mucho,
pues tengo varios papeleos que hacer’”.
Los familiares llegaron con ganas de decir todo lo que sabían del
asesino, de dónde vivía, de a dónde solía ir, de por qué pensaban que no
se había ido lejos, pero los encargados de investigar les comunicaron que
con lo que sabían ya era suficiente, y que ya no había que declarar más,
que eso se haría hasta que el presunto homicida estuviera ya atrapado.
A las dos de la tarde la familia llegó de nuevo a las oficinas de la
Procuraduría. Una persona ahí les dijo: “Mire, no hemos terminado los
trámites, dense una vuelta más tarde”. A las siete de la noche pudieron
salir los familiares con los papeles necesarios para recoger el cuerpo.
Cuando te matan a un familiar, a un amigo, te enteras de que la justi-
cia en México no funciona. De que no actúa como debería actuar. De que
se pierde tiempo importante que puede ser usado para que el culpable
de un feminicidio sea detenido. La familia de Betsabé anduvo ahí, con su
dolor e impotencia, en trámites burocráticos. Y es que, cuando matan a
un familiar de una persona que no es “rica”, ni “reputada”, ni influyente;
es decir, a una persona que habita en la carencia, la justicia ni se entera.
La justicia no está “aceitada”. La justicia no es justicia.

XIV

Un día, a principios del año 2015, unos asesores de ventas de productos


funerarios contactaron a Betsabé. Le ofrecieron un paquete a bajo costo
pero muy integral: si le pasaba algo (que Dios no lo quiera) tendría un
entierro digno con todos los gastos pagados. La empresa haría todos
los trámites y su familia no tendría que desembolsar ni un solo peso.

[ 147 ]
Gómez Naredo

Le dijeron que eso era prever, y que de contratar el servicio se haría


una mujer responsable. Le prometieron que si se moría antes de pagar
el servicio (que Dios no lo quiera), la empresa cubriría todos los gastos
(una especie de seguro). Betsabé se dejó convencer y contrató el paquete
que le ofrecían.
La empresa se llama “Programa de Apoyo de Beneficio Social”, y en
su página de Internet (algo que repiten sus promotores que ofrecen y
venden sus paquetes) dicen que hacen el bien, pues se encargan de “ayu-
dar a las familias mexicanas, por medio de campañas y programas socia-
les que han superado a todos los que se han implementado en México”.
Cuando Alberto asesinó a Betsabé, esta apenas había pagado unos
cuantos meses de su seguro funerario. A ella le dijeron que si fallecía y
estaba al corriente de sus pagos, su familia no tendría que pagar dinero
alguno en los gastos fúnebres. Mintieron. La familia habló con ellos y les
contó lo que Betsabé les había dicho, pero los del “Programa de Apoyo
de Beneficio Social” les dijeron que eso no era cierto, que en el inciso tal
y en el párrafo tal del contrato no se estipulaba ello, y que lo único que
podían hacer (en un acto de gran magnanimidad) era que, el dinero que
Betsabé había pagado, se descontaría de la contratación de un nuevo
paquete funerario. La familia terminó pagando más de quince mil pesos.
Además de ello, los trámites que supuestamente debían hacer los del
“Programa de Apoyo de Beneficio Social” no los realizaron.
Estas empresas suelen aprovecharse de la pobreza que aqueja a miles
de mexicanos. Así como muchos políticos usan las penurias de la gente
para ganar votos, estas compañías de supuesta “ayuda social” hacen
negocio con las carencias de los ciudadanos en momentos tan críticos
como la muerte. Dicen “ayudar” pero en realidad se enriquecen con las
aflicciones y la miseria de millones.

XV

A la familia de Betsabé le interesa que Alberto sea capturado y que sea


juzgado, y que pague lo que hizo. Claro, saben que a su hija nadie la
traerá de vuelta con los vivos, no volverán a verla, pero ellos quieren que

148
Crónica de un feminicidio impune

se haga justicia, que a Alberto lo encierren y pase su vida en la cárcel por


haberles quitado a su hija, a su hermana.
Sin embargo, el sistema de justicia en México, lo han comprobado,
es lento, y no se mueve. No hace gran cosa por impartir justicia. No está
“engrasado”. Es un animal gigante que no camina y parece inmovilizado,
impotente e ineficiente.
Un hermano de Betsabé describe en pocas palabras la relación
con los investigadores que llevan el caso y que se supone deben estar
informándolos de los avances: “ellos no se han puesto en contacto con
nosotros, somos nosotros quienes nos ponemos en contacto con ellos”.
Si quieren saber del caso, hablan. Si quieren saber qué están haciendo
los policías investigadores, tienen que marcarles. Si quieren conocer
detalles, tienen que comunicarse. Nunca ellos les regresan sus llama-
das. Nunca les informan. Nunca les dicen cómo van las pesquisas, o si
hay o no avances.
Pero aunque hablen, las respuestas suelen ser siempre las mismas.
Que están haciendo la investigación. Que están poniendo atención a
detalles. Que ahí la llevan, y “que no ha caído, que no ha caído, que no
ha caído”.
Enfrente de la mesa, la conversación que tengo con la familia se llena
de pocas esperanzas. “Unos días sí estuvieron aquí patrullando, pero ya
ahora: nada”. Uno de los hermanos de Betsabé dice unas palabras que
están bañadas de sinceridad: “yo la verdad es que no confío ya. En este
tiempo hemos estado solos, ¿cuándo han visto una patrulla haciendo
como que vigila, como que investiga?”.
Un día después del asesinato de Betsabé, elementos de la Fiscalía
encontraron el arma homicida. El cuchillo con el cual Alberto le quitó la
vida a su esposa. Lo encontraron a espaldas de la casa. Cuenta un her-
mano: “hasta ese entonces sí se veía a los judiciales que anduvieran aquí,
pero no se han metido a fondo”. El papá me dice bien claro: “Si quisieran
agarrarlo, ya lo hubieran hecho”.
Los judiciales y el ministerio público comentan con los familiares
de Betsabé que tomen las cosas con calma, que no se desesperen, que
se tiene que “seguir un proceso”, y que ese “proceso” tarda, pero que
no pierdan las esperanzas, porque ellos están trabajando arduamente.

[ 149 ]
Gómez Naredo

La indignación recorre la habitación donde estoy platicando con


la familia. Y es que están hartos de un “proceso” que evidentemente no
funciona. Y además, los pasos de ese “proceso” solamente los conocen
los judiciales y los ministerios públicos y los que están ahí sentados en
las oficinas estatales. Ellos, los familiares, solamente se imaginan qué
significa eso del “proceso”. Nadie les dice nada.

XVI

La familia de Alberto, dicen en el pueblo, es la encargada de la distribu-


ción de sustancias prohibidas: mariguana, cocaína, pastillas psicotrópi-
cas, etcétera. Eso dicen, no hay nada cierto. La gente habla. Hay rumores
de la relación de la familia de Alberto con las autoridades locales: se
menciona que la policía del municipio de Tlajomulco llega ahí con la
familia de Alberto, como si fueran a recibir su cuota. Eso se rumorea en
la comunidad. Y desde hace muchos años.
Uno de los judiciales que lleva el caso de Betsabé le dijo a la familia
que no confiaran en la policía de Tlajomulco porque es corrupta y no
ayudará a que se esclarezca el paradero de Alberto. Y la familia ya no
sabe en quién confiar y en quién no. Unos dicen una cosa. Otros, otra.
¿Qué hacer?
El día del velorio, varios parientes de Alberto se acercaron a la igle-
sia. El papá de Betsabé me mira y habla: “nada más para ver si era cierto.
Llegaron, se asomaron y se fueron”. No han sabido nada de ellos. No
quieren hablar con ellos ni les han hablado ni nada.
Los amigos de Betsabé están muy enojados, y quieren que Alberto
vaya a la cárcel. Por eso juntaron unos pesos y mandaron a hacer unas
lonas, donde se pedía información a la sociedad sobre el paradero de
Alberto: “se busca por asesinato”, le pusieron a la foto del marido de
Betsabé. Pronto las lonas desaparecieron: “todas las quitaron. No dura-
ron ni 24 horas, ese mismo día las retiraron”. La gente en el pueblo se
dio cuenta de que habían colgado las lonas, y que Alberto había matado
a Betsabé. Pero como que nadie habla. O nadie quiere hablar.

150
Crónica de un feminicidio impune

La voz del papá de Betsabé es como la de alguien que poco a poco va


perdiendo la esperanza de obtener castigo para el asesino de su hija. Me
cuenta: “la gente nos dice que [Alberto] aquí anda, y que si no anda aquí,
se fue para Monterrey o para Los Ángeles, donde tiene familia”; es decir,
que puede ser que esté aún en el pueblo, y si no lo está, seguramente se
encuentra en ciudades donde sería relativamente fácil buscarlo con el
apoyo de cuerpos de seguridad de Estados Unidos. Pero ni los policías
ni los ministerios públicos ni los judiciales de México ni nadie hace nada
contundente para capturarlo.
La vida cotidiana le cambió a la familia de Betsabé. No han recibido
amenazas, pero saben que entre la policía de Tlajomulco y la familia de
Alberto hay algo. Un acuerdo. Acompañando al dolor y a la impotencia,
a la familia le llegó el miedo. No quieren que un día alguien les haga más
daño: “hemos estado cuidándonos, andamos juntos, nos vamos juntos, y
cuando llegamos a la casa nos encerramos. Estamos alterados. Y es que
Alberto amenazó a los niños. Los hemos estado cuidando. Hemos estado
con parientes. Es pesado. Muy pesado que ha sido esto”.

XVII

Al fondo de la casa de la familia de Betsabé hay un patio grande con dos


árboles en medio. O quizá tres. No hay pasto, solamente tierra. Siete
niños juegan y levantan polvo cuando corren. David va detrás de una
pelota. Trata de patearla. No grita: es silencioso.
David es uno de los hijos de Betsabé y de Alberto. No es el más
grande. Tampoco el más chico. Tiene seis años de edad. Extraña a su
mamá: ya no está ahí junto a él, diciéndole qué debe hacer, cómo se debe
comportar. Él entiende que algo malo le pasó. Algo malo la dejó sin vida.
Y sabe que eso malo provino de su papá.
Los cinco niños de Betsabé de un día para otro se quedaron en una
orfandad complicada de explicar: con una mamá apuñalada y con un
papá asesino y prófugo. La familia de Betsabé los quiere cuidar. Educar.
Que no falten a la escuela y que no carezcan nunca de amor ni de afecto.
Desean con todas las fuerzas posibles hacer lo que su mamá hacía: criar

[ 151 ]
Gómez Naredo

a los niños, que no tienen la culpa, que son sensibles, que son frágiles.
Pero nunca faltan las complicaciones.
Las autoridades suelen entender muy poco de amor y de afecto. Y las
diferentes instancias les han dicho a los familiares de Betsabé cosas bien
distintas y bien contradictorias. Un policía les comentó que se quedaran
con los niños, que no habría problema. Un judicial, en cambio, les ase-
guró que si los llevaban al dif, se los iban a quitar. Que no los pusieran
con el psicólogo porque se llevarían a los niños a lugares “institucionales”
y ya de ahí no saldrían.
La familia de Betsabé tiene miedo de perderlos, de que se los quiten.
No sabe qué hacer. No sabe a quién creerle. No sabe si llevar a los niños
al psicólogo al dif. Los aterra que los envíen con la familia de Alberto.
El no saber qué hacer y el recibir información confusa ha hecho que la
familia ande todo el día pensando en qué podrá pasar, todo el día con la
presión de que en cualquier momento pueden llegar “los del gobierno”
y llevarse a los niños y separarlos y ponerlos en un lugar a donde ellos
no puedan ir a visitarlos.
Cuando se acercaron al dif de Tlajomulco los atendieron y les dije-
ron que tendrían asistencia psicológica, tanto los niños como la familia
entera. Y que sería de calidad. Una trabajadora social les comentó que
“tenían mucho trabajo” y que las citas para asistencia psicológica tarda-
ban como dos meses, o más. Pero por ser ellos quienes eran, es decir, por
ser un caso “complicado” y “muy fuerte”, habían hecho un gran esfuerzo
y les dieron una cita “dentro de unos veinte días”.
También, en el dif, les dieron una carta para que fueran a la Procu-
raduría Social, si es que querían hacer el trámite de la custodia. En esta
les dijeron que sí, que podrían hacer dicho trámite, pero que había que
probar que poseían “solvencia económica” para cuidar a los niños. Les
advirtieron que fueran desembolsando ocho mil pesos por niño para
eso del “tutor legítimo”. El papá de Betsabé se queja: “hasta le dije a
la licenciada, de dónde, si por eso venimos a pedir ayuda, porque no
tenemos. En vez de darles a ustedes, mejor le doy de comer a mis nietos
con ese dinero”.
Además, les exigieron varios documentos, todos certificados. Entre
estos se debía incluir el acta de nacimiento del padre de los niños, es

152
Crónica de un feminicidio impune

decir, de Alberto, quien está prófugo. En una hoja que les proporcionaron
en la Procuraduría Social, se pide en la parte final que los documentos
deben ser “resientes [sic]”, y llevar cuatro copias de cada uno.
Una persona en la Procuraduría Social le dijo a la mamá de Betsabé
que ella no veía probable que pudiera quedarse con los niños de su hija,
pues era pobre. Y le aseguró la funcionaria que, si deseaba realmente
mantener a los niños con ella, tendría que laborar mucho y ganar un
dineral para lograrlo: “usted, señora, tiene que ponerse a trabajar si
quiere la custodia”.

XVIII

En este país, si no tienes dinero, ni amigos influyentes, ni gente cer-


cana a quienes gobiernan, todo se te complica. Si no tienes los recursos
para “engrasar” la maquinaria de justicia, esta simplemente no trabaja.
Se queda parada, esperando a comer bocados de billetes de quinientos
pesos. ¿Qué hacen quienes habitan en la pobreza (que son más de la
mitad de todos los habitantes de México) para poder obtener un trato
digno y justo?
Los integrantes de la familia de Betsabé son víctimas indirectas de
la violencia, y como tales la Ley de Víctimas que se aprobó en 2013 los
debería proteger. Esta legislación debe proporcionar justicia, trato justo
y derecho a la verdad. Y también debe garantizar que todos los trámites
sean gratuitos, derecho a la asistencia y “debida diligencia”. Y obliga a
toda autoridad en los Estados Unidos Mexicanos a que trate con decoro
a las víctimas y establece “reparación integral” del daño. Y enumera las
medidas inmediatas de ayuda a las víctimas, como la asistencia méd-
ica y psicológica, y apoyo para el transporte para cuando sea necesario,
además de asesoría jurídica gratuita y de calidad.
Nada de esto se cumple en la realidad. Las familias, en especial las
familias que viven en la pobreza, son tratadas con discriminación por las
autoridades. Se les obliga a hacer un montón de trámites y a perder el
tiempo con idas aquí y allá. Se les proporciona información confusa y se
les inocula un miedo que los deja inmóviles. La ineptitud y la ineficacia de

[ 153 ]
Gómez Naredo

las autoridades es lo cotidiano. Y de esto nadie se salva, ni las instancias


municipales ni las estatales y mucho menos las federales.

XIX

Fue el 9 de septiembre de 2015 cuando Alberto mató a Betsabé. Al prin-


cipio, la gente encargada de investigar el feminicidio anduvo moviéndose
un poco. Nada más un poco. Hacían como que hacían algo. Pero pasaron
los días, las semanas y los meses, y el caso “se enfrió”. Ya no hubo avance.
Ya no hubo pesquisas. Ya no hubo interés por parte de las autoridades
en hacer algo.
En las oficinas gubernamentales el caso no está cerrado, pero sí olvi-
dado.
He ido con los familiares de Betsabé varias veces desde la primera
entrevista que tuve con ellos, y siempre me dicen lo mismo: el caso no
avanza, no hay “nuevas”, no hay nada. Alberto continúa prófugo. ¿En
Estados Unidos? ¿En Jalisco? ¿En el norte del país? ¿En Guadalajara?
De repente llegan rumores: que lo vieron cerca, que regresó, que
anda por ahí, paseándose por plazas públicas. Y la familia de Betsabé va
con las autoridades y los policías y cuenta lo que les cuentan, y las auto-
ridades y los policías le dicen que no se anden fiando de rumores. Que
no es cierto. Que ellos están al tanto, y si hay “algo nuevo”, les avisarán.
Y nunca les avisan porque, seguramente, nunca hay “algo nuevo”.
A los familiares de Betsabé no se les acaban las ganas de justicia
para su hija. Pelean. Mantienen presente el recuerdo. Van a manifesta-
ciones en contra de la violencia contra las mujeres. Hacen todo lo que
sus posibilidades les dan para hacer. Pero la estructura de impunidad
en México es mucha. Y Betsabé no es el único caso: en este país todos
los días matan a mujeres y a hombres, y eso les sirve a los policías para
justificarse: tenemos mucho trabajo. Y nada pasa. Nada pasa.
Los hijos de Betsabé se quedaron con los abuelos maternos. Ahí los
cuidan y los llevan a la escuela y los alimentan y les dan cariño. Pero no
es fácil. Que un día tu papá mate a tu mamá…, eso marca, eso transforma
todo, eso te cambia la vida tanto en tu familia como fuera de ella. Pero

154
Crónica de un feminicidio impune

los abuelos y toda la familia ahí están, haciendo todo lo posible para que
ellos, los hijos de Betsabé, sean contentos y tengan el menor número de
carencias.
El caso de Betsabé es un caso más de miles de casos de feminicidio
en México. Es la historia que se repite una y otra vez: autoridades que
no cumplen su labor para prevenir los asesinatos de mujeres, y después
de que estas son asesinadas, autoridades que no cumplen con su labor
de hacer justicia.
En México la violencia y la impunidad están por todas partes. Sí, la
violencia y la impunidad que se hicieron nuestra vida cotidiana.

[ 155 ]
Violencia y maldad acecha
a periodistas: In memoriam
de Javier Valdez

Ma. Teresa Prieto Quezada


José Claudio Carrillo Navarro

Primero vinieron por los locos y yo no los defendí porque


no era un loco. Luego vinieron por los comunistas y no
los defendí porque no era comunista. Luego vinieron por
los judíos y no los defendí porque no era judío, después
vinieron por los periodistas y no los defendí porque no era
periodista. Vinieron por mí y nadie me defendió porque no
había nadie para hacerlo.

Bertolt Brecht

Introducción

En México los periodistas que abordan temas como el crimen organi-


zado, la corrupción de los políticos, o denuncian a algunos de los poderes
facticos, sufren casi de manera sistemática amenazas y agresiones, y
pueden ser ejecutados a sangre fría. Junto a Javier Valdez Cárdenas, en el
periodo de gobierno de Peña Nieto, otros 40 periodistas mexicanos han
pagado con su vida su trabajo informativo, y sus muertes permanecen
impunes, en la mayor parte de los casos, por “la corrupción generalizada
que reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que
los miembros del gobierno a veces están coludidos con los cárteles” (rsf,

157
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

2017). Según registra Reporteros Sin Fronteras (2017), “México es el país


en paz más peligroso del mundo para reporteros”.
El periodista que enfoca este trabajo es Javier Valdez, asesinado el 15
de mayo de 2017 saliendo del periódico Ríodoce, lugar donde laboraba,
quien contaba con 50 años, estaba casado, tenía dos hijos, y tenía una
gran trayectoria reconocida en el periodismo nacional e internacional.
Valdez siempre fue consciente de los riesgos de su profesión y del devenir
de su vida que lo persiguió hasta su último aliento. “Hacer periodismo
es caminar por una invisible línea marcada por los malos que están en
el narcotráfico y en el gobierno, uno debe cuidarse de todo y de todos”.
Consideraba un deber no callarse ante la injusticia y denunciar atropellos
y vejaciones, dándoles voz a las viudas, los huérfanos, a las madres de
desaparecidos y a las víctimas de violencia, que en nuestro país aumen-
tan día a día.
Sus editores recuerdan su sentido del humor, su compromiso y su
humanidad, Valdez señaló insistentemente que el periodismo “valiente”
y “digno” que se hace en México “no tiene sociedad alrededor, está solo”,
y por eso cada vez es más escaso en un país donde el crimen organizado
y los gobiernos corruptos imponen el silencio a punta de bala o dinero” .
Sanjuana Martínez, periodista mexicana, nos dice que: “Los perio-
distas que hemos decidido contar la verdad, la ominosa realidad que va
dejando esta estela de dolor y sufrimiento con 200 mil muertos, más de
30 mil desaparecidos, un millón y medio de desplazados, 40 mil huér-
fanos, sabemos que estamos solos”.
Sanjuana Martínez (2017) hace un recuento imaginario, casi real, de
cómo fue asesinado Javier Valdez en un caluroso mediodía de mayo en
Culiacán, y un sangriento desenlace que solo la realidad es capaz de darnos.

“¡Bájate!, hijo de la chingada” —le gritó el pistolero encapuchado a Javier Valdez, que
conducía su Toyota Corolla rojo. “¡Híncate cabrón!” —le ordenaron, y le dispararon
doce balazos.
Veo la imagen de Javier tirado en medio de la calle boca abajo, su sombrero, sus
lentes, su sangre derramada en mitad de la calle, e imagino el encuentro de tan solo
unos segundos con la muerte. La sorpresa, el espasmo, el hormigueo en el cuerpo, la
voz temblorosa sin poder ordenar las palabras, la sensación del miedo que paraliza,
el dolor de los primeros balazos, el recuento de la vida que pasa en unos segundos
porque sabes que vas a morir, un pensamiento para los que amas y el final (Sanjuana,
Martínez, 2017-05-24)

158
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

Una mirada teórico metodológica sobre la violencia


social

Uno de los problemas más apremiantes de la sociedad contemporánea,


tanto en el plano estructural como en el de la interacción humana, está
asociado con los niveles tan altos que el fenómeno de la violencia ha
venido presentando en la diversidad de instituciones sociales en México.
Este proceso trastoca estructuras como la familia, el barrio, la escuela y
las no menos fundamentales relaciones entre las organizaciones sociales,
los partidos políticos, los grupos minoritarios y el Estado, redefiniendo
y reconfigurando las lógicas relacionales entre ellos.
Imposible soslayar la forma en que grupos “invisibles” y emergentes,
como los vinculados con el terrorismo y el narcotráfico, han venido a
transformar el escenario social con las dosis de intimidación en la vida
cotidiana de la sociedad civil.
Partimos del reconocimiento de que el fenómeno ha adquirido una
magnitud que trasciende las instituciones, y que la complejidad en su
identificación, con sus matices y especificidades en la manera en que
dicho proceso se inserta en ellas, requiere no solo observar cómo lo
macro se despliega en lo particular, sino también ir más allá y operar en
las formas en que se ha manifestado, pensado, significado o instruido por
los sujetos involucrados. Hay que reconocer sus respuestas, sus modos de
interiorización de los procesos de violencia, para comprender las mane-
ras en se articulan en el comportamiento social.
Es importante analizar de forma concreta como la violencia ha
penetrado la intimidad de los espacios sociales y personales, conductas,
comportamientos, actitudes, creaciones y recreaciones de significado en
las personas, y su impacto en el sentido de la vida. De la misma manera,
es importante revisar particularmente cómo los sujetos integran y con-
forman sus procesos subjetivos y enfrentan, asertiva o negativamente,
estos procesos.
La narrativa un enfoque utilizado por Valdez para identificar la mal-
dad.
La finalidad del enfoque cualitativo es comprender e interpretar
la realidad tal como es entendida por los sujetos participantes en los

159
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

contextos estudiados (Rodríguez y García, 1996). Si bien es cierto que


este planteamiento se encuentra permeado de prenociones, la reflexión
crítica y cuestionadora sobre nuestras creencias puede ser una vía para
construir de manera paulatina consideraciones más descentradas y en
consecuencia más objetivas en la interpretación de nuestra propia sub-
jetividad. Como señala Taylor (1992, p. 20):

Este enfoque da significados intersubjetivos a los roles, normas y cultura que regulan
las interacciones humanas y constituyen una forma particular de vida social. Además,
estudia los significados subjetivos, intenciones, motivos, emociones y sentimientos
que los individuos expresan por medio de las acciones.

La metodología propuesta para esta investigación pretende generar datos


descriptivos, como las palabras de las personas, habladas o escritas, y la
conducta observable desde la consideración de:
• Los escenarios y las personas observadas, desde una perspectiva
holística.
• La comprensión de la persona desde el marco de referencia de su
contexto.
• Las producciones de sentido a partir de las significaciones construi-
das por los sujetos.

El primer momento de análisis en la reconstrucción focalizó las entrevis-


tas realizadas a Javier Valdez por terceros y, en un segundo momento,
sus propios escritos, libros y artículos de revistas y periódicos que se
difundieron públicamente. De ellos se analizarán dos niveles de recu-
peración:
a) El descriptivo, que alude a las situaciones narradas por el sujeto y a la
descripción de escenarios, agentes, instituciones, personas, etcétera.
b) El interpretativo, que vienen a ser datos de tipo interpretativo sub-
jetivo por parte del investigador.

Tanto la descripción como la interpretación permiten en el análisis de


un texto, para reconstruir la realidad del sujeto a través del lenguaje oral
o escrito . Partiendo de la premisa de que escuchar historias permite
reflexionar sobre las experiencias vividas y explorar por medio de la
imaginación los mundos vividos de los sujetos en su experiencia . Los

160
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

estilos de narrar y el contenido de los relatos son diferentes y tienen que


ver con las historias personales y la forma de interaccionar con el mundo
y con ellos mismos.
De estos dos niveles de recuperación parten las siguientes preguntas:
¿Cómo el sujeto narra e interpreta sus experiencias?, y ¿cómo se recons-
truyen las narrativas desde los sujetos?
La narrativa o el relato, como la historia que se cuenta sobre la vida
pasada de alguien, y como una acción situada socioculturalmente desde
su contexto, también implica preguntarse qué se produce colectivamente
en la entrevista y qué no solo ofrece información sobre el pasado, sino es
una acción a través de la cual la persona despliega el sentido que tiene de
sí misma en el momento existencial por el cual atraviesa.

Las narrativas de los sujetos

Peter Mac Laren (1993) señala:

Las narrativas nos ayudan a representar el mundo. También nos ayudan a recordar
tanto sus placeres como su horror, las narrativas estructuran nuestros sueños, nues-
tros mitos y nuestras visiones, en la medida en que son soñadas, mitificadas e ima-
ginadas. Nos ayudan a dar forma a nuestra realidad social tanto por lo que incluyen
como por lo que excluyen. Proporcionan los vehículos discursivos para transformar
la carga de los saberes en acto de narrar. Traducir una experiencia en historia es tal
vez el acto más fundamental de la comprensión humana.

Javier Valdez fue un gran narrador de historias de la vida cotidiana de un


país con el alma en vilo por la violencia. El discurso narrativo, al igual que
el habla, lo remite a acciones de los hombres cargadas de humanidad. Si
no fuera así, las narraciones que plasman nuestra vida, como las leyendas
o los corridos, e incluso los propios mitos, no tendrían sentido. Estas his-
torias que narran e inventan el mundo captan la forma de vida que está
presente en las vidas que relatan; son representaciones de la realidad.
Janer Manila afirma que a los seres humanos les encanta contar
historias, porque las historias son un tanteo de ordenación de aquellos
elementos —a menudo caóticos— que circulan entre los meandros olvi-
dados de la mente. Desde esta perspectiva se plantea que la cualidad más

161
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

importante de la narrativa es la secuencia singular de acontecimientos,


sucesos, estados mentales e intenciones en que participan seres humanos
como personajes o actores.
Una hermenéutica narrativa permite la comprensión de la comple-
jidad psicológica de las narraciones que los individuos hacen de los con-
flictos y los dilemas en sus vidas. En el caso de esta capitulo, el relato de
Javier Valdez es un modo de comprensión y expresión de vida en la que
está presente la voz de este periodista.
Pero, ¿es posible que las narraciones de Valdez generen conocimien-
tos sobre la violencia en el escenario de la vida social de México? ¿Cómo
Valdez presenta las formas de violencia en México a través de los relatos
que cuenta? ¿Cuál es la manera en que podemos interpretar sus expe-
riencias de maldad en la vida cotidiana?
Diversos autores plantean que las narraciones son un medio y un
recurso a través del cual los individuos se presentan a sí mismos e inter-
pretan en sus experiencias, sus vínculos con las instituciones, las per-
sonas y los sucesos.
El abordaje metodológico de este momento está basado en un enfo-
que cualitativo que recoge, a través de la entrevista y las narrativas auto-
biográficas (Arfuch, 2002; Taylor y Bogdan, 1987; Tarrés, 2001), relatos
de vida de un periodista clave en la narrativa de violencia en México, en
la que su experiencia en diferentes campos de acción relacionados con
el narcotráfico, la corrupción, los levantones, la desaparición forzada,
los asesinatos y los secuestros marcan una estela de dolor e impotencia
entre los ciudadanos.
Desde la teoría sociológica se movilizan conceptos como el de
“mundo de vida”, de Schütz (1962) y Berger y Luckman (1979) y el de
“vida cotidiana”, de Heller (1994). Estos conceptos han permitido recu-
perar la lógica de los sujetos en un interjuego entre las determinantes
estructurales y la dimensión subjetiva. El trabajo analítico consiste en
identificar los significados centrales de la maldad, en palabras de los
propios actores, testigos y protagonistas de violencia
Por la riqueza de información que arroja la narrativa, se considera
un instrumento que realiza importantes aportaciones al trabajo de reco-
lección de datos acerca de la violencia en México, puesto que permite

162
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

recuperar no solamente un discurso, sino también aspectos de la inte-


racción cara a cara entre el investigador y los informantes, como refieren
Taylor y Bogdan (1987), sobre la base de encuentros dirigidos hacia la
comprensión que tienen los informantes respecto de sus vidas, expe-
riencias o situaciones.
Como señala Hammersley (1994), el acceso al campo es mucho más
que la entrada física, implica la entrada al mundo simbólico y signifi-
cativo de los sujetos. En ese sentido, el instrumento de la entrevista en
profundidad permite recuperar parte de las construcciones, los signifi-
cados, los ritos, los mitos, las creencias, los sentimientos, las emociones
y los traumas que deja la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.

La narrativa como espejo de una realidad

Manifiesta Velásquez (2005) que las narrativas tienen una cualidad muy
especial: proporcionan un buen espejo para reflejarse en ellas. Haciendo
referencia a Erickson (1998), señala que “el relato narrativo es una repre-
sentación vivida del desarrollo de un acontecimiento de la vida cotidiana
en la cual las visiones y los sonidos de lo que se hizo y lo que se dijo se
describen en la misma secuencia en el que se produjeron en tiempo real”.
El relato narrativo permite al actor la sensación de estar en la escena,
en tal contexto, la historia personal empieza a develar lo que se esconde
atrás de él . Lo narrado presupone una forma de organizar la realidad
dentro de un espacio temporal, de hacer inteligible la experiencia humana
que puede ser narrable, ya que ha dejado huella. El hombre ha logrado
comunicar sus pensamientos, sentimientos y acciones a través del lenguaje
y la narración, además de la forma para hacer comprensible la realidad.
Por lo tanto, la narración es una de las rutas primarias para pensar en la
vida, tanto como el entendimiento de las reglas asociativas, comunicativas
y distributivas lo es para entender el pensamiento algebraico.
La llamada estructura narrativa de la existencia humana. La vida del
hombre encuentra su sentido en forma de relatos con los que la vida se
expresa, al tiempo que se hace comprensible. De entre los seres vivientes,
el hombre es el único que busca interpretarse a sí mismo.

163
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

La narrativa autobiográfica, como expresión de la organización de


la experiencia humana, busca comprender o explicar un hecho que se
considere relevante de lo que se hace o piensa, es una necesidad del
hombre para explicarse su realidad; es en este sentido que se plantea
que lo narrativo es un proceso cognitivo y no solo un adorno retórico; el
mismo hecho de dar inteligibilidad a los acontecimientos es desplegar
la cualidad cognitiva de la narrativa.
En la medida en que la narrativa autobiográfica estructura la reali-
dad de uno o varios sujetos, cada acción social adquiere su significado, la
narrativa refleja “el tiempo en que se vive” desde las acciones cotidianas,
como la forma de saludar, hasta las formas de consumo e incluso lo que
se sueña. Todo ello es lo que continuamente se narra, ya que con ella se
representa al mundo.
En actos de significado, Brunner (2000) llama la atención lo que dice,

“hay algo curioso en la autobiografía. En un relato efectuado por el narrador en el


aquí y el ahora sobre un protagonista que lleva su nombre y que existe en el ahí y
entonces, y la historia termina en el presente, cuando el protagonista se funde con el
narrador. Pero el Yo, cuando narra, no se limita a contar, sino que además justifica. Y
el Yo, cuando es protagonista, siempre está, por decirlo así, apuntando hacia el futuro.

La narrativa es construcción y reconstrucción de eventos, incluyendo


los estados de conciencia del hombre, en un orden que los coloca o los
configura de manera tal que impliquen un cierto sentido, pero lo más
importante de la narrativa es que da cuenta de la historicidad del hom-
bre: el ser consciente de su ser y de su hacer en el mundo.
Al respecto, debe recordarse lo que Ricoeur (1995) decía: “No hay
relato éticamente neutro”, cuando relevamos o bien cuando omitimos
también estamos contándonos. Lo fundamental de lo narrativo es que
se refiere a una categoría abierta de discurso que, por lo general, implica
la construcción y reconstrucción de la experiencia humana, donde se
plasman emociones, sentimientos, posiciones políticas e ideológicas. La
narrativa no solo es un conjunto de secuencias cronológicas, personajes
y acciones; estos son solo sus componentes, pero estos componentes
no poseen, por así decir, una vida o un significado propio, su signifi-
cado viene dado por el lugar que ocupan en la configuración global de
la totalidad de la secuencia; es decir, en la configuración narrativa que

164
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

expresa una forma de problematizar la realidad. Contarle a alguien que


ha sucedido algo diferente o digno de contar implica que el narrador
interprete las acciones humanas organizándolas por medio de una serie
de eventos establecidos en una trama.
Cualquier narración tiene la intención de contarnos “algo”, de esta-
blecer un hecho particular en una perspectiva de totalidad —lo cual le
confiere el estatus narrativo—; es decir, de dotar de unidad e inteligi-
bilidad a lo especifico al pertenecer a una trama, pues nada puede ser
considerado como acontecimiento si no es susceptible de ser integrado
en una trama. La trama dota de sentido a los acontecimientos, los cuales,
a su vez se desarrollan en un contexto. Los acontecimientos de la trama
toman sus significados en el propio desarrollo de la narrativa vista desde
una perspectiva de totalidad, y esta se construye desde sus partes.
La narrativa, al constituirse como método de investigación, posi-
bilitó, al hablar de Javier Valdez, no solo desde la acción narrada en sí
misma, sino desde la esencia del pensamiento que constituye esa expe-
riencia, que a su vez es parte activa de la gama de significados que com-
partió en las historias donde expuso la oscuridad y la maldad del crimen
organizado en México.

La prosa que nos arrebataron

Con la muerte de Javier Valdez perdemos a un gran narrador de historias


de la vida real en México, con un talento extraordinario, que, con profun-
didad, sensibilidad y ternura, reflejó la tragedia y el dolor humano que
vive este país, tan lastimado por la violencia salvaje que lo azota desde
hace décadas.
Valdez escribía historias de la gente en un ejercicio de esperanza y
hospitalidad hacia el otro, siempre tierno y amoroso. Valdez fue recono-
cido en Nueva York con el Premio Internacional a la Libertad de Prensa
por el Comité para la Protección de Periodistas, y en 2013 obtuvo, junto
a Ríodoce , el premio Pen Club a la excelencia editorial. En 2012 fue
considerado entre los “50 personajes que mueven a México”, y su libro

165
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

Malayerba resultó finalista del premio Rodolfo Walsh en la Semana


Negra de Gijón, en España.
La única arma con que Javier Valdez luchaba era la narrativa; escri-
bía historias de terror, inundadas de sangre, muerte y tragedia, pero
narradas con la ternura de quien brinda un abrazo en medio de la nada,
aunque en esas historias se le fuera un pedazo de vida y de aliento, pasara
noches sin dormir y requiriera una terapia para reanudar el día a día,
como cuenta en una entrevista con la revista Desocupado.
Una vez, en confianza, el autor afirmó convencido, a manera de expli-
cación del infierno en que viven amplias zonas del país, que la decadencia
en México abrazó las diferencias, las crisis, las desigualdades; los proble-
mas se profundizaron y el narcotráfico ahondó en el salvajismo. Javier
piensa que en esta batalla los ciudadanos están en medio y los periodistas
también, porque el narco ya está en todos lados.

No solo es la manifestación delictiva de las drogas, ahora secuestran, extorsionan,


tienen el control de la venta de armas, cerveza, los taxis; tienen hospitales, policías,
al ejército, gente en el gobierno o que ellos pusieron ahí al financiarlos. Es un narco
omnipresente, está en todos lados.

Valdez realizó periodismo posible en condiciones


imposibles

“Desde hace algunos años el periodista empezó a ser noticia por su valen-
tía, pero también por su corrupción y porque juega con grupos de poder,
se pone en medio y luego lo matan”, dice Javier Valdez Cárdenas, con
voz de niño grande.
En Narcoperiodismo pone claros ejemplos de lo anterior y describe
las vidas rotas de los periodistas exiliados, asesinados, cooptados y ate-
rrorizados por el crimen. En el libro retrata el periodismo del silencio de
Tamaulipas, el de Veracruz y Sinaloa, que da esperanza, pero también
el de la oquedad, el que difunde lo que pasa en Noruega o Gran Bretaña,
pero no lo que ocurre en sus calles.
Al respecto, asegura:

166
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

No me voy a referir al caso de Ríodoce porque ahí trabajo, y está referido en el libro.
Pero, por ejemplo, Veracruz, ahí encontré la sucursal del infierno y cinco pisos abajo
con la narcopolítica, el gobierno criminal, una sociedad que no protesta, la corrupción,
el pavor y, sin embargo, los periodistas resisten, escriben historias, hacen un trabajo
de equipo, se cuidan. A pesar de ello, los siguen matando y persiguiendo.

Valdez habló de procesos muy dolorosos, de exilio de periodistas que


tristemente no podrán volver a México porque su condena ha sido fir-
mada y si regresan serán asesinados. “Hoy, ellos deben conformarse con
mirar su casa por medio de Internet, los han desterrado de su familia
por el resto de su vida”.
Valdez Cárdenas habla de la violencia institucional, del lavado
de dinero, de la colusión de políticos, empresarios, del periodismo de
Jalisco, Coahuila, Nuevo León, y ahonda en el de Veracruz.

¿Cómo contar el periodismo mexicano sin Veracruz? ¿Cómo excluir a Rubén Espi-
nosa, asesinado en la Ciudad de México hace ya más de un año? Un periodista perse-
guido, solo, mirando para todos lados, sin dinero, sin comer, triste, insomne, exhibido,
expuesto, que huía de Veracruz, diciéndole a todo el mundo y todos publicándolo, y
de repente muerto.

Para el fundador de Ríodoce, Rubén es la imagen de los periodistas mexi-


canos en medio del páramo, desnudos, frágiles, precarios, en su asesinato
están todos y en Narcoperiodismo revela detalles de su persecución.
La tarea de Javier no fue juzgar, sino hablar con la persona, con el
ser humano que tiene una historia encima, sea la que sea, un matón, un
halcón, un sicario, una víctima, un niño, un hijo o una madre que busca
y espera. Javier siempre pidió permiso para grabar, tomar notas, lo que
le ayudó para que en sus entrevistados le confiaran sus vidas porque, él
lo señalaba, estaban ansiosos de ser tratados como seres humanos, por
lo que terminan llorando y al final le decían qué parte no debía publicar,
lo cual respetó sin ningún problema.
Para él no había forma de sanar lo que se vive, sabe y escribe. Apren-
dió a administrar, enfrentar y reconocer esas dolencias, se refugió en
el blues, el jazz, el rock, hacia un guiño a Joaquín Sabina y a Real de
Catorce, algunos de sus artistas favoritos, y los parafrasea de forma natu-
ral. También le gusta bailar, y, sobre todo, lloraba y lloraba mucho.

167
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

Javier se describía como un hombre solitario, y tenía la certeza de


que no existe cura para la violencia, pero aprendió a torear sus conse-
cuencias. Escribir era para él un desahogo, una catarsis, le servía para
exorcizarse. Un traguito de whisky, y por qué no, bailar, para inyectarse
vida. No todo es tragedia; aseguraba que en él hay otros Javieres que
conviven, que hacen y leen poesía, que son optimistas, luchadores, que
se levantan, sueñan y están ahí, resistiendo, él nos decía:

A veces me siento frustrado y triste porque gran parte de la sociedad no acompaña


al buen periodismo, parece no importarle que maten o desaparezcan activistas y
periodistas, pero también me alimentó de otras luchas de la gente que se atreve a
hablar y dar su testimonio.

Valdez señalaba con cierta tristeza que la sociedad es distante, fría, des-
humanizada, resignada a la muerte, cómoda e hipócrita, y que ha acep-
tado al narco y lo metió a la alcoba, y por esa razón se metió hasta la
cocina. “En parte la gente ha sido cobarde y ha extendido su indolencia”.
Así lo aseguró con todas sus letras.
Criticó esa actitud de la sociedad mexicana de

acostumbrarse a la maldad, a la muerte, a los abusos y justificar que todo lo que pasa
es porque nos lo merecemos o porque así son todos los políticos y hace de todo esto
una suerte de resignación, de hincarse a esperar la muerte, lo cual es triste y peligroso,
porque se están perdiendo generaciones, de verdad generaciones enteras.

Todos los reflectores que los reconocimientos han traído a su carrera


no lo hacen bajar la guardia, con la sencillez de quien se sabe frágil y
expuesto, mantiene el augurio pesimista sobre el futuro de México, pero
se asume como un mexicano más al que no le queda otra más que resistir:

El periodismo ya cambió en México y cada vez son menos los medios que investigan,
que analizan, revisan y propician un debate sobre el narco. Ahora estamos contando
muertos, lo están haciendo la mayoría de los medios. Se han olvidado de contar
personas, sus historias, los latidos, torrentes sanguíneos, frustraciones, sueños,
ilusiones, de víctimas y victimarios en este panorama de destrucción. También a
los medios, el narco y los operativos del Gobierno los tienen arrinconados, con el
bozal o sin él, bajo el imperio del miedo y la autocensura.
Lo peor sería que nos prohíban soñar, tener ilusiones; querer ser mejores,
anhelar justicia y paz, y mantener la dignidad. Lo peor sería dejar de apedrear
estrellas. No lo podemos permitir. No importa que no tumbemos ninguna.

168
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

...Soy un hombre solitario y aunque convivo con mucha gente y tengo ratos
de alegría y diversión, escasos pero que parecen un estado permanente y que no lo
son, debo darme espacios para pensar en lo que hago y debo hacer. Esos ratos en
soledad son cada vez más difíciles y algunos de los rincones que he escogido para
sumergirme también son frecuentados por otros, pero me permiten estar conmigo,
desprenderme un poco de la rutina y mirar más allá de lo aparentemente intrascen-
dente. Esos espacios son como bálsamos, como curitas para mí, momentos conmigo.
Lo otro que me ayuda es ir a terapia: lo hice cada semana, durante dos años, en un
periodo muy crítico y definitorio para mí, todo un parteaguas en mi vida, y lo hago
ahora, en ciertas coyunturas...
...El caso es que no pasa un mes sin que vaya con mi terapeuta, que además de
ser buena profesionalmente hablando, ha sido más que generosa. Los otros escapes
que me doy son los libros que leo, la música —que no debe faltar en mi carro ni en
el rinconcito que opera como biblioteca en mi casa—, y los tragos de güisquis sin
agua mineral ni rocas, porque de esas —rocas, piedras, arena— sobran en mis ojos
y mi garganta, y tengo que deshacerme de ellas para que me dejen ver y hablar, y
desahogarme. Creo que todos estos escenarios copulan para que logre exorcizar
miedos, fantasmas, acechanzas y frustraciones, inyectarme energía y amaneceres
vía intravenosa, y seguir viviendo. Y escribiendo...

Javier Valdez Cárdenas entra de manera definitiva en la historia de la


crónica en México y lo hace por la puerta grande. En cada esquina el
monstruo nos sopla a la cara. Todos de alguna manera somos culpables:

Es la última oportunidad de este gobierno de dar un golpe sobre la mesa y aclarar al


menos un crimen porque la sensación de impunidad que transmiten estos crímenes
impunes, que no se resuelven, que no hay ningún culpable, es casi un aliciente para
seguir matando.

Valdez “llenó de contenido las muertes” por lo que “no puede ser una
simple estadística”, dijo Cayuela. “Está en juego la credibilidad interna-
cional del país, están en juego nuestras libertades”.
Cuando le preguntaron si era una persona especializada en el narco,
él señaló que se había especializado en contar la historia de las personas
en el narco:

...Sí, tengo información de los capos, de las raíces, pero mi trabajo ha sido más la
gente que ha padecido el narco...
—¿Y si no hubiera existido el narco?
...Hubiera contado igual historias de la gente. Me gustaría mucho una noche en
vela buscando vagabundos o pasar una temporada en el manicomio o en una cárcel.
Me gusta mucho esa vida y en esos lugares está el periodismo, en esos pasadizos
secretos se encuentra nuestra profesión. Yo me inclino por esos escombros y buscar
lo que quede de nosotros...

169
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

Estoy vivo, pero esta carrera tiene sus repercusiones en la salud: tengo gas-
troenteritis, problemas de circulación, tengo que tomar antidepresivos, pastillas para
dormir y también ir al psicólogo: durante dos años fui cada fin de semana a terapia
y ahora voy una vez al mes…, también lloro mucho: soy un hombre llorón.

Razones no le faltan para soltar las lágrimas. Basta contar las historias
de mujeres hermosas que se han puesto al servicio de narcotraficantes
obligadas o persuadidas; basta narrar cómo algunos “morritos” esperan
que un día su padre vuelva de un lugar que reconocen como “Desapare-
cido” o basta sumergirse en las entrañas de su propio gremio y escribir
un libro sobre el narcoperiodismo.

En muchos periodistas hay mediocridad, deshonestidad, corrupción, arrogancia y


tenemos que reconocerlo: el narcotráfico, el crimen organizado, se ha infiltrado en
los medios de comunicación en todos los niveles, como lo ha hecho en el gobierno”,

Precisa mientras se inspira en la letra de un clásico de la trova cubana,


Resumen de noticias, de Silvio Rodríguez.

No cuesta nada mirarse para adentro (cita la canción): en estados como Sinaloa,
Chihuahua, Michoacán o Tamaulipas muchas veces mandan en las redacciones o
cuentan con espías y todos en las redacciones lo saben.

Aun así, hay niveles de censura. En el estado de Sinaloa, observa Valdez,


aún el nivel de represión a la libertad de expresión es bajo en compa-
ración con Tamaulipas donde los diarios tienen que cerrar o donde los
delincuentes entran a las salas de redacción para disparar a mansalva.

Creo que todavía podemos hacer periodismo porque hay un solo cartel y no dos o más
en disputa como en otras zonas, pero de todos modos muchas veces sabemos que es
prudente callarse porque el crimen organizado en Sinaloa es una dulce amenaza,
un fusil AK 47 que te apunta y te sonríe.

...ando buscando rincones que no se cuentan de la vida nacional, historias no rela-


tadas, rubros y caminitos desolados que no son apreciados en su justa dimensión en
los medios de comunicación, que por lo cotidiano y por la muerte tan escandalosa y
tan lamentable ya no la vemos. Por eso escribí: Los morros del narco, la presencia
de los niños y los jóvenes en el narcotráfico; Levantones, sobre los desaparecidos, y
Los huérfanos del narco, sobre las viudas y niños de desaparecidos y asesinados. Son
espacios no contados, invisibles...

170
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

El mensaje de los dueños detrás de esto es: “No crezcas en la redacción;


quiero enanos, reporteros que no piensen, que sean automáticos, que
pongan la grabadora, que no incomoden, que no cuestionen, que no
investiguen, que no sepan a quién están entrevistando”.

Yo no lo había visto así hasta que empecé a ver esta otra realidad, y es cierta: si te
encargan cinco u ocho notas, ¿en qué momento vas a investigar? No hay espacio para
reflexionar tu trabajo, no hay tregua para dar dos pasos para atrás y decir “¡ah, las
cosas están así”, porque estás en una dinámica tan intensa que no te permite sentir,
pensar, sentarte a reflexionar porque son jornadas avasallantes. Entonces te imponen
una dinámica que impide que hagas periodismo y que evita que crezcas; por eso digo
que a los dueños les interesa que haya enanos en la redacción...

Señala San Juana Martínez:

Desde que asesinaron a Javier mucha gente me ha llamado o escrito para pedirme que
me cuide. ¿Cómo podemos cuidarnos? ¿A dónde acudimos en caso de emergencia?
¿A quién le pedimos ayuda? ¿A la policía que esta coludida con el crimen organizado?
¿Al ejército que se ha convertido en un ejército traidor que voltea sus armas contra
civiles y ejecuta extrajudicialmente, tortura y desaparece? ¿A la Marina, cuyos nexos
con el narcotráfico son públicos?

La sociedad mexicana no ha logrado entender que cada vez que se mata a


un periodista se mata un pedazo de democracia. Cada vez que se silencia
a un periodista perdemos todos unos trozos de libertad de expresión.
Cada vez que se agrede a un medio de comunicación se lastima una
porción de libertad de prensa, del derecho a la información que todos
los mexicanos deben gozar y que se está vulnerando con esta matanza
indiscriminada de compañeros.

No es fácil ver pasar los cadáveres de colegas y amigos entrañables. No es fácil vivir
como vivimos. No es fácil vivir con la zozobra, con el miedo que no paraliza, pero no
deja dormir. No es fácil tener descolgado el teléfono de casa desde hace dos años. No
es fácil ver el coche que te sigue. No es fácil salir de casa pensando que ese abrazo, ese
beso que das, puede ser el último. No es fácil vivir pensando ¿quién será el siguiente?…
Cada vez que mis hijos me ven llorar por un compañero asesinado, saben que
también lloro por los hijos de mis compañeros, por esos huérfanos de la prensa, por
todos los huérfanos de esta guerra fratricida, por esta barbarie que parece no tener
fin. Y ellos, mis hijos, saben que también pueden llegar a serlo, saben que se pueden
quedar sin madre.

171
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

A eso hemos llegado. A ejercer el periodismo como un destino manifiesto


hacia la muerte.

El trabajo de Javier es un precedente. Nosotros vamos a enaltecer su legado, siguiendo


por el mismo camino que hemos elegido: el del periodismo libre, independiente,
crítico, comprometido con la verdad. Aunque en eso nos vaya la vida, aunque nos
maten. Qué vamos a hacer… es lo único que podemos seguir haciendo. Vamos a seguir
siendo periodistas de esta forma porque estamos empeñados en cambiar este país,
que es nuestro y no de ellos.

Creo que el futuro debe estar en la crónica, porque si no podemos revelar


los nexos entre políticos y narcos, o entre estos y empresarios y banque-
ros, o solo pasar de rozón al desarrollar estos temas, el gran reto es contar
el pavor como forma de vida y eso solo puede lograrse con un buen texto,
con prosa, con lágrimas, sudor y sangre plasmadas en punta de golpes en
las teclas. Y eso es hacer crónica. Creo que ni el mejor texto, ni la mejor
crónica, cuenta todo este infierno, pero se acerca, coquetea con los nudos
centrales del fenómeno, nos alcanza a decir a fondo, con profundidad,
más allá de los datos duros y los números, cómo se vive, goza y sufre el
narco en la banqueta, la calle, la escuela, la banqueta, el café, el bar, el
antro, el vecino, la esquina: el narco nuestro de cada día. Sin duda ese
es el reto. Y ahí debería estar nuestra expectativa. Ahí está el paradigma
del ejercicio periodístico actual en México.

Una abuela y su dolor

Dentro de estas historias sobre el ejercicio de la maldad, Javier Valdés no


descuidó a las abuelas, quizá uno de los principales pilares de la nación
mexicana.
Juana, una abuela típica de Monterrey, cariñosa y comprometida.
Tuvo que cuidar a su nieto Iñaki luego de que su hija y madre de este
desapareciera de forma irrisoria en la capital del estado norteño, tras
colisionar su vehículo accidentalmente contra una caravana de camione-
tas de lujo pertenecientes al crimen organizado. Cuando el hermano de
Damaris, la madre de Iñaki, arribó al lugar del accidente para auxiliarla,

172
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

solo sería testigo de tres camionetas que arrancaron a toda velocidad,


dejando el auto de la chica con cuatro impactos de balas.
Iñaki crecería, por una parte, con la ausencia irremediable de su
madre; por otra, con la tensión de la búsqueda, de su desaparición.
Varios meses después aparecería una osamenta en una zona de
Nuevo León conocida como La Huasteca, la cual coincidiría con el cuerpo
de su madre desaparecida.
Desde entonces, Juana, de cincuenta y tantos años, sería su madre
no solo sustituta, sino también real para el niño. Juana a veces llora y el
pequeño Iñaki le pregunta por lo que le sucede, y siempre, tanto Juana
como su tío Abraham, le dicen que les entró una basurita en el ojo (Val-
dés, Javier, 2015, pp. 20-26).

Las rastreadoras

Valdés llamó “rastreadoras” a un grupo de madres, esposas y hermanas


que operan en algunos municipios del norte de México. Se dedican a
hurgar en los montes y los terrenos baldíos, donde han tenido bastante
suerte desentrañando fosas comunes, en busca de sus familiares desapa-
recidos. Han sido al parecer más exitosas que los gobiernos municipales,
estatales y federales.
Muchas de ellas, tras pasar más de seis meses o mucho más desde
que se llevaron a sus familiares, saben que es demasiado tiempo para
esperar que sus captores los tuvieran aún con vida, y se consuelan tan
solo con la posibilidad de encontrar por lo menos los huesos.
Hay una niña, Xiara, que siempre está llorando y rezando para que
su papá regrese. Su mamá es una de las rastreadoras que no pierden la
esperanza, junto con la pequeña, de recuperar, aunque sea los restos de
su ser amado. Xiara quiere pegarse a las rastreadoras, donde colaboran
su mamá y su abuela para ayudar a su papá a que vuelva. La abuelita le
dice que su papá está perdido en un bosque o una selva y que no logra
encontrar el camino de regreso. Por eso las dos mujeres van todos los
días a aquel bosque, para ayudarlo a que vuelva. La niña quisiera ir con
ellas (2015).

173
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

Al trabajo de las mujeres rastreadoras se han ido sumando también


hombres, jóvenes, de mediana edad y viejos: albañiles, obreros, profe-
sores. El grupo de las rastreadoras crece y también consigue encontrar
los restos de los familiares de muchos.

Niños esperando a su papá

La eterna espera de los niños por sus papás desaparecidos que no llegan
es uno de los tópicos más importantes. El tiempo para los niños, como nos
muestra Valdés, no es similar a la percepción del tiempo en los adultos.
El niño no puede asimilar de manera sencilla la ausencia del progenitor,
por más explicaciones adaptadas a su edad que reciba. El adulto puede,
aunque dolorosamente, concebir y elaborar explicaciones acerca de sus
muertos y ausentes. El niño, quien vive más instaurado en el presente,
aunque puedan pasar meses y años, vive la ausencia como si su progenitor
desaparecido se hubiera ido en la mañana y simplemente no regresara de
trabajar. Puede seguir esperando durante meses, incluso años: “Ahora
mis manitas se han hecho así, así y así, porque mi papi no llega”, dice
Gustavo un niño de seis cuyo padre desapareció (Valdés, 2015, p. 69).
María Herrera Magdaleno es la abuelita de Gustavo, a ella le desa-
parecieron cuatro de sus ocho hijos. Señala que un año atrás le dijo que
su papá se había ido a trabajar, pero que ya no encuentra historias para
darle explicaciones al pequeño. A partir de la narrativa de Javier Valdés
surgen temas que podrían dar para muchas más investigaciones socioló-
gicas y psicológicas: ¿Qué sucede con las emociones y la percepción del
tiempo en los niños que esperan durante tanto tiempo por sus familiares
sin que estos retornen? ¿De qué manera está afectando directamente la
violencia en los pequeños, quienes no dejan de sufrirla en carne viva?
Javier Valdés encontró a varios de estos niños catalogados por los
psicólogos con déficit de atención (2015). Lo que desconocen muchos
de estos especialistas es que la depresión por duelo y pérdida emocional
produce deficiencia atencional tanto en adultos como en niños. El niño
no tiene palabras para ordenar la experiencia de la pérdida afectiva.
Entonces transfiere a su conducta la pérdida a manera de ansiedad,

174
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

inquietud, inatención. En la escuela se muestra como inatento, desen-


focado, su mirada moviéndose a todas partes, sus actividades académi-
cas inconclusas siempre. Si el problema emocional es grave, ni siquiera
comenzará dichas actividades: hay niños que, en el entorno escolar, en
un turno de cuatro o cinco horas de clase, en sus días más difíciles, ni tan
siquiera sacan sus materiales de la mochila. Pasan toda la jornada, sea
matutina o vespertina, jugando durante la clase, creando caos y conta-
giando su inquietud al resto de los compañeros.
Ese año, uno de sus primos le confesó a Gustavo que los Reyes Magos
no existían, que se trata de los papás, quienes llevan los regalos. Entonces
Gustavo se preocupó aún más de lo atenazado que de por sí ya vivía, ¿qué
haría él si su papá no estaba?

Alteración del tiempo libre

La vida cotidiana no dejó de encontrarse retratada en los relatos e histo-


rias periodísticas de Valdés. Sobre todo, la vida cotidiana trastornada por
la irrupción del crimen organizado en todas partes, que afecta a jóvenes
y niños, quienes tienen que modificar sus hábitos, dejar de salir a jugar a
la calle, a convivir o divertirse, como solían hacerlo en muchas ciudades
mexicanas las nuevas generaciones durante décadas.
Un relato suyo nos impacta: un escuadrón de cuarenta individuos
asalta un bar en Ciudad Juárez. Desde entonces los niños no pueden
salir a la calle a jugar futbol, rayuela, changáis, como lo hacían desde
siempre. Sus padres no se sienten tranquilos al no tenerlos a la vista,
los chicos deben aprender a pasar el día entero en la escuela y luego
toda la tarde en sus casas, hasta el día siguiente y de nuevo la rutina.
Por consiguiente, se apegan a la televisión y los videojuegos, terminan
sus tareas y no tienen más remedio que quedarse en casa o conformarse
con las escasas salidas acompañados de sus cuidadores. En la escuela
son comunes los tiroteos; en cuanto se escuchan las detonaciones, los
niños y sus profesores ya conocen de memoria el protocolo, muchos de
ellos hasta bromean mientras se agachan y tienden en el piso para que

175
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

ninguno de los proyectiles que frecuentemente entran por la ventana


reventando los vidrios, alcance a nadie.
Los docentes también viven con miedo, sobre todo aquellos que
se han beneficiado con los privilegios del sistema educativo. En ciuda-
des como Torreón, Saltillo y algunas otras del norte del país, de alguna
manera, los miembros del crimen organizado se enteran de cuánto ganan
los profesores mejor cotizados y con más tiempo en labor, amenazándo-
los y obligándolos a proporcionarles un alto porcentaje de sus sueldos.
Con los jóvenes y adolescentes es algo que no resulta lejano de tal
realidad. Como casi cada noche había un muerto en los bares, discos,
antros, cafés y centros nocturnos, se ven obligados a organizar fiestas
que comienzan temprano y dejan de tener música muy alta después de
las 11:00 pm. La mayoría pasa la noche en el hogar donde se organizó la
fiesta. Todas las reuniones transcurren en casas de amigos y familiares,
nadie se arriesga a adentrarse en los antros, bares y zonas de tolerancia,
en los pocos que puedan quedar tras resultar clausurados, cerrados, por
miedo o por haber sido escenarios de crímenes nocturnos.
Los docentes aprenden en el día a día a tratar con pinzas a los estu-
diantes, nadie sabe si alguien puede ser hijo o familiar de algún sicario.
No son raros los ajusticiamientos o amenazas debido a que un profesor
intentó disciplinar a algún niño o por una calificación. Todos los profes
coinciden en que es muy difícil enseñar a los chicos en un escenario
donde la violencia ocupa tanto espacio.

Mutismo temático electivo

El mutismo, según los psiquiatras, es la incapacidad de hablar de algo en


específico o la negación a hablar por completo. En este caso, en muchos
niños y jóvenes se presenta un mutismo relacionado con la violencia o
con lo que les ha ocurrido a sus familiares.
Durante algunos años a la gente joven le gustaba hablar de los hechos
violentos, presumir que conocían a tal pistolero o delincuente, si incluso
eran familiares de él. Muchos mentían, exageraban, inventaban histo-
rias. Les gustaba jugar a ser o parecer narcos y mafiosos, escuchaban los

176
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

narcocorridos a todo volumen y se ufanaban de ello. Pero en la medida


en que la verdadera violencia armada comenzó a tocar cada vez a más
familias en el país, los jóvenes dejaron de hablar de estos temas.
Algunos de ellos, según Javier Valdés, lo hicieron por la imposibi-
lidad de expresar emocionalmente su dolor, sobre todo si un familiar
directo había caído. Muchos, sobre todo niños, se volvieron cabizbajos,
tímidos y dubitativos, inseguros. Otros tantos perdieron la vivacidad y
dejaron de hablar y jugar con espontaneidad.
Niños y jóvenes no hablan por miedo, por temor de que los malos se
enteren de lo que dicen, sobre todo si están en presencia de conocidos
de los mafiosos.
Javier encontró que, en una misma familia con varios niños, a cada
uno de ellos le afecta la pérdida o desaparición de un familiar de modo
distinto. Nos relata: quizá al mayor, quien jugaba mucho con su padre,
el evento se le refleja a manera de inatención, hiperactividad y mala con-
ducta en la escuela. A la segunda, quien quizá era niña, probablemente se
le convierta en ataques de asma o alergias, y al más chiquito en depresión
y tristeza inacabable.

Estar bien dentro de lo que cabe


...Ha sido un poco difícil, pero a la vez hemos podido salir adelante. Mis hijos son tres
y han estado bien, los primeros años fueron difíciles por muchas cosas, por vivir el
duelo, enfrentarnos a una nueva forma de vida, por los trámites que hubo qué hacer,
las cosas que hubo qué enfrentar... (2015).

Nos dice Blanquita, madre de familia y empleada de un periódico reli-


gioso, a su marido lo balacearon fuera de su casa.
Ella tuvo el admirable valor de seguir con sus hijos adelante, cua-
tro niños. Dos niñas, las más grandes, fueron las que más resintieron
la pérdida de su papá. Es muy interesante porque toda la narrativa de
Valdés no se enfoca en lo absoluto en la narración de masacres, descuar-
tizamientos y asesinatos. No solo, de ningún modo y por ningún motivo
retrata el dolor y el sufrimiento . Sus historias también dan cuenta de
un esfuerzo muy grande de las familias, en particular de las mujeres

177
Prieto Quezada y Carrillo Navarro

viudas, esposas, madres, abuelas, tías, y de los niños y adolescentes por


reestructurar su vida, enfocarse, reenfocarse y surgir más fuertes.
A pesar de que la violencia ha asolado muchas de las regiones de
México, también es la posibilidad y la oportunidad, ya un hecho de por
sí, de que surja un nuevo tipo de familias, más fortalecidas, humanizadas,
sensibles y empoderadas.
En el esfuerzo de salir adelante, emocional, social y económicamente,
como lo hace Blanquita. La narrativa de Javier nos va guiando hacia el
laberinto emocional, administrativo y político que recorren las familias
con miembros desaparecidos o asesinados. Madres como Blanquita, a
pesar de haber sufrido todo aquello, han logrado a sus hijos pequeños, los
de ella mantuvieron su promedio y desempeño académico, ella es capaz,
a pesar de la depresión y el duelo, de generar recursos económicos para
sostener a su familia entera. Gracias a este tipo de mujeres, los chicos,
a pesar de la pérdida, tienen algo muy sólido en lo cual sostenerse, y
aprenden a seguir adelante a pesar de la adversidad. Esta narrativa es
sumamente constructiva y esperanzadora.
La religión adquiere un nuevo sentido para muchas de estas fami-
lias, algo que más bien es una espiritualidad que fortalece al corazón,
volviendo a las familias, a la vez que humildes, valientes y muy fuertes,
y las hace sentir que ningún tipo de violencia, a pesar de las pérdidas,
puede doblegarlas. Blanquita ha acercado a sus hijos mucho más a la
iglesia; ella dice que es la fe y Dios quienes los sostienen.
En algunas ciudades del norte del país, bastantes jóvenes se reu-
nían en casas de conocidos y familiares para rezar, bailar, leer, conver-
sar, escuchar música y convivir. Si en alguna ocasión se acercaron los
miembros de la mafia o del crimen organizado para ver lo que estaban
haciendo, siempre decían: “somos un grupo religioso...”. Y por alguna
razón los dejaban tranquilos. También es una oportunidad, como nos
describen las historias de Valdés para encontrar mayor humildad y rede-
finir muchos de los valores que antes de vivir los periodos de violencia
no se tenían en cuenta .

178
Violencia y maldad acecha a periodistas: In memoriam de Javier Valdez

La salud y la violencia

Otro de los tópicos innovadores que retomó Valdés en sus narraciones es


el de la salud en los familiares de personas desaparecidas y asesinadas.
De manera detallada nos habla de los síntomas por depresión, duelo y
pérdida: déficit de atención, problemas de sueño, ansiedad, inquietud.
Pero también de los problemas diabéticos, de colesterol y estrés en las
personas adultas afectadas por la violencia.
Este es un tema que ha sido poco abordado en investigaciones cien-
tíficas. La abuela que se volvió diabética por la pérdida de sus hijos, los
niños que no pueden trabajar en clase. También está la resiliencia, como
el caso de Blanquita, quien, a pesar de perder a su marido, se vuelve un
muy sólido referente para sus cuatro hijos.
Hemos podido ver que la narrativa de Valdés nos habla por una parte
de las repercusiones de la violencia en todos los niveles: social, econó-
mico, político, urbano, burocrático y administrativo, y de sus efectos en
la vida cotidiana en las familias: en los niños, la escuela, el trabajo y las
relaciones afectivas y de salud emocional y física.
La narrativa es un recurso importante, no solo para investigar la
subjetividad de los actores sociales, es además un elemento de catarsis
para aquellos que han vivido experiencias de violencia; o bien mostrar
los motivos de los victimarios ; la revelación de situaciones vividas se
convierte en elemento reflexivo que conduce a analizar la propia vida y
a asumir un juicio moral ante la vivencia experimentada y reflexionada
desde el sujeto que se narra, que se configura una voz y un rostro ante el
otro, que se hace visible ante el mundo de su propio relato.
Hay que recordar, como señala Jan Jarab (2017), representante en
México de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
derechos humanos, que “El asesinato de un periodista no solo afecta a su
entorno más próximo, sino también a la sociedad en su conjunto, pues
acallándolo se viola el derecho de toda la sociedad a esta información”.

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Prieto Quezada y Carrillo Navarro

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180
O silêncio de universitários em meio
ao oceano de informações:
seis casos de libertação

El silencio de universitarios en medio


del océano de informaciones:
seis casos de liberación

Ivar César Oliveira de Vasconcelos


Adriana Lira
Iomar Pirangi Soares
Candido Alberto da Costa Gomes

Resumo

Estudantes universitários sofrem processos educativos não correspon-


dentes às proclamadas intenções de formação plena. Assim, expõem-se
a uma pletora de informações que, freqüentemente, reforçam a lógica
violência-exclusão-silêncio. Geralmente, eles interagem com professores
que, em parte, os consideram pessoas que não pensam e não são críticas.
Numa parcial negação de diálogo, os mais frágeis preferem o silêncio, o
que evidencia que, no lugar da educação baseada no monólogo, a uni-
versidade precisa ser palco da educação dialógica. Quais estratégias de
superação o estudante pode empregar para o rompimento desse círculo
vicioso? Realizou-se um estudo de casos múltiplos em que, para cada
caso único, atribuiu-se um nome, escolhido de acordo com a caracterís-
tica do estudante mais favorável a essa superação: Coerência, Interação,
Oportunidade, Resiliência, Compenetração e Contextualização. Con-

181
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

cluiu-se que esses momentos de superação precisam ser aproveitados


como estratégias educacionais efetivamente transformadoras, que saiam
do discurso para a prática, da opressão à esperança.

Palavras-chave: universidade, violência, exclusão, silencio, superação

Resumen

Estudiantes universitarios son frecuentemente sometidos a procesos


educativos distantes de las proclamadas intenciones de formación plena.
Así, se exponen a una plétora de informaciones que intentan desarrollar
competencias para la entrada en el mundo del trabajo. Sin embargo,
tales características refuerzan la lógica violencia (simbólica)-exclusión-
silencio. Con frecuencia interaccionan con profesores que los ven como
personas que no piensan ni son críticas. En una negación parcial del
diálogo, los más frágiles se ocultan en el silencio. Se evidencia que la uni-
versidad, en lugar del monólogo, necesita ser el ámbito de la educación
dialógica. ¿Qué estrategias puede usar el estudiante para romper este
círculo vicioso? Para responder a esta pregunta, se realizó un estudio de
casos múltiples en el que, para cada caso único, se atribuyeron térmi-
nos según la característica del estudiante más favorable a la superación:
coherencia, interacción, oportunidad, resiliencia, compenetración y
contextualización. Se concluyó que se deben aprovechar esos momentos
de superación como estrategias educativas efectivamente transformado-
ras, que pasen del discurso a la práctica, de la opresión a la esperanza.

Palabras clave: universidad, violencia, exclusión, silencio, superación

Introdução

O esforço educativo que considera o ser humano em suas capacidades


de pensar, sentir e agir articula ao máximo os aspectos informativos e
formativos da educação. Elabora-se essa articulação quando se vinculam

182
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

conhecimentos teórico-práticos e desenvolvimento humano, desdobran-


do-se na aquisição de conceitos, mudança de atitudes e ações concretas
para transformar realidades. A partir da combinação saber-consciência
transcorre a subida de sentidos, preparando educandos e educadores
para identificar problemas, além de aprender a lidar com eles e apre-
sentar soluções. A dificuldade com a qual se depara essa articulação é
que parte dos educadores e demais envolvidos no mencionado esforço
parece estar anestesiada pelo imbróglio em que se converteu o domínio
das informações. É uma dura realidade a comparar com os dois lados de
uma bola: cá fora, a informação; lá dentro, a formação. A pouca comu-
nicação entre os dois lados fragilizará cada vez mais o desenvolvimento
humano. A persistir o problema, alimenta-se a inflação de informações
ao mesmo tempo em que se definha o sentido da educação.
Na universidade, contexto favorável à consolidação de processos for-
mativos iniciados na educação básica, em princípio essa inflação parece
consolidar-se. Nela já se constatou não apenas a primazia da informa-
ção, e sim, também, sua contribuição para instalar-se o autoritarismo na
relação entre professor e alunos (Vasconcelos e Gomes, 2015). Durante
a interação de suas experiências sociais (Dubet, 1994) com a de alunos,
quando aquela é nivelada pela educação mais informativa do que forma-
tiva, o professor converte a desinformação destes alunos a respeito de
alguns assuntos em mecanismo de controle sobre a sua fala; e vice-versa
—quem mais sabe, manda!
Esse cenário gera violência simbólica, que se segue de exclusão
social e de silêncio no meio acadêmico. O quadro de violência insta-
lado sorrateiramente na universidade, que prioriza a informação, pode
ser representado por discursos como: “O aluno vive dando rasteira no
professor; acho mesmo que eles são preguiçosos...” (dito por professor
universitário); “durante o curso, a universidade vai te empurrando igual
a um lixo; o sexto ano é a lixeira” (dito por universitário) (Vasconcelos
e Gomes, 2017). Quem ordena a seu aluno calar a boca e, para agravar
a situação, fazendo-o diante de seus colegas, sente-se seguro para tanto
porque entende saber mais do que todos. De fato, é violência generali-
zada numa universidade que esqueceu o direito humano à liberdade de
pensamento, opinião e expressão (onu [1948], 1998).

183
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

Essa generalização da violência promove a exclusão social de univer-


sitários. Contribui para a classificação destes na medida em que, arbitra-
riamente, a universidade seleciona o tipo de cultura a ser incorporada
pelos estudantes (Santos, 2005). É violência dentro de uma instituição
que, com o tempo, passa a preocupar-se quase exclusivamente com o
mercado de trabalho. Alimenta em seu âmbito a exclusão diferida dos
estudantes —antes da chamada democratização, estes estavam fora da
educação superior—, pois, ao classificar de acordo com os padrões cul-
turais médios, gera um exército de excluídos do interior (Bourdieu e
Champagne, 2015). Desse modo, passa-se da violência à exclusão.
O par violência-exclusão, uma nociva parceria à manifestação de
subjetividades, leva ao silêncio de estudantes. Impacta a plena formação.
Um silêncio raramente interrompido e, quando tal, por roucas respostas.
Mesmo nestes raros momentos, os alunos são desconsiderados, des-
percebidos, tornam-se invisíveis (Vasconcelos e Gomes, 2015). Nessa
invisibilidade humana, afastam-se do olhar educativo os processos de
formação integral —preocupação humana antiga, presente, por exemplo,
no ideal grego da Paideia (Jaeger, 2001) e na proposta humboldtiana
(Freitag, 2001)—, pelo que se concretizaria a imagem de ser humano
construída de acordo com um tempo histórico-social-cultural. Essa
formação mais ampla fica imperceptível também para uma parte do
alunado. Portanto, entende-se o silêncio como ausência de liberdade
de expressão da capacidade humana de conhecer, fazer, conviver e ser,
segundo a metáfora dos quatro pilares da educação para o século xxi
(Delors et al., 1998).
Caracteriza-se, explicitamente, o contexto da educação bancária
(Freire, 2011) em seu propósito de calar consciências. Em contraponto,
como se fosse o outro lado da moeda, a pedagogia dialógica se revela
como chave para promover a radicalidade necessária à libertação.
Propaga-se como possibilidade de promover a quebra do silêncio que,
sutilmente, se impõe na filigrana do ato educativo. É por intermédio
do diálogo que será resolvida a tensão dissimulada na ação docente, e
institucional, já constatada por Freire (1996), que é a busca pelo equilí-
brio entre autoridade-liberdade, o qual, freqüentemente, esbarra no par
autoritarismo-licenciosidade.

184
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Ao contrapor-se à educação bancária, a pedagogia dialógica contri-


bui para que uma parte dos alunos consiga superar a lógica da violência,
exclusão e silêncio, podendo expressar-se quanto à sua formação plena.
Assim, emerge relevante interrogar-se: quais seriam as estratégias de
superação utilizadas por estudantes, em contextos de alta prioridade da
informação, de modo a libertá-los da mencionada lógica?
Assim, a pesquisa buscou investigar essas possíveis estratégias,
visando descobrir como ocorre tal superação por meio da pedagogia
dialógica, a fim de entender como concretizar a libertação desses indi-
víduos. Espera-se que este trabalho contribua com reflexões a respeito
do problema e com soluções práticas para romper a fatídica lógica em
universidades que privilegiam o informar em vez de articulá-lo com o for-
mar. Pode contribuir para tornar visíveis ao professor, em sua interação
com os alunos, vinculações entre conceitos, procedimentos e atitudes.

Um lado da moeda: da violência ao silêncio

Há tempos a universidade vem deixando de ser um bem cultural para


tornar-se um bem econômico (Bauman, 2007; Enguita, 2016; Zabalza,
2004), notadamente por sua explícita função instrumental na preparação
de profissionais, assim promovendo o desenvolvimento de habilidades e
competências adaptadas às mudanças técnicas que renovam constante-
mente a competitividade e a concorrência do mercado de trabalho. Nesse
aspecto, a universidade, com muito empenho, tem buscado, a passos
largos, acompanhar as constantes exigências resultantes das transforma-
ções do mundo financeiro e do mundo do trabalho, muito embora, esse
percurso, por envolver-se demais em aspectos técnicos e especializações,
ou seja, mais ênfase à informação, negligencia o desenvolvimento pessoal
característico da formação humana plena. Um item indispensável a essa
formação é o direito à expressão, nem sempre observado, por exemplo,
no ambiente da sala de aula.
Na universidade, parece quedado nas nuvens o direito humano à
liberdade de expressão postulada pela Declaração Universal dos Direitos
Humanos. Não é demasiado lembrar que:

185
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

Todo ser humano tem direito à liberdade de pensamento, consciência e religião (...),
opinião e expressão, [com] a liberdade de, sem interferência, ter opiniões e de pro-
curar, receber e transmitir informações e ideias por quaisquer meios e independen-
temente de fronteiras (onu [1948], 1998, art. 18-19).

De acordo com esse mandamento, o direito de procurar, receber e trans-


mitir informações, bem como ideias, pressupõe o direito à liberdade de
pensamento, consciência e religião. Entretanto, o exercício deste último
nem sempre se faz acompanhar pelo primeiro. Um universitário pode
ter ideias e opiniões a respeito de determinado assunto e, simultanea-
mente, não ter oportunidade para expressá-las. Com efeito, já as críticas
freireanas realizadas no contexto da problemática educacional brasi-
leira explicitam a dependência do processo educacional à liberdade do
educando. Com esta, ele se motiva e assim manifesta suas opiniões e
críticas, fazendo-o não porque teria sido presenteado com a liberdade,
seja pelo seu professor ou por alguma esfera natural ou espiritual. Na
verdade, faz isso porque conquistou o direito de manifestá-las (Freire,
1996). Retirá-lo é um ato de violência!
Entre pesquisadores, há consenso de que é difícil definir a violên-
cia devido ao seu caráter relativo e mutável. Refere-se a um fenômeno
dependente dos contextos histórico e cultural, do lugar onde se desen-
volve e de outros fatores (Lira e Gomes, 2012). Pode ser desde danos
físicos (assassinatos, agressões, sequestros) até simbólicos (preconceito,
humilhações, bullying, ironias), presentes em vários espaços sociais,
dentre eles o da educação. Neste ainda representa um enigma. Inserida
em contextos de abundantes e desencontradas informações, com alguma
continuidade, a violência é cometida por professores.
Para Foucault (2014), a violência exercida pelo professor é instru-
mento do poder utilizado para manter a disciplina na sala de aula. Como
explica o autor, a percepção de parte dos alunos a respeito desse poder,
com o tempo, passa a legitimá-lo. Inclusive, justificando a punição sobre
eles próprios. Dessa maneira, o poder se espalha e, em nome dele, come-
te-se a violência simbólica —é o cala boca, é a ameaça de ser expulso
da sala de aula, é o olhar de desprezo, definida por Bourdieu (1983, p.
25) como:

186
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Uma forma de violência suave, uma vez que nela estão encobertas as relações de poder
que regem os agentes e a ordem da sociedade global. Neste sentido, o reconheci-
mento da legitimidade dos valores produzidos e administrados pela classe dominante
implica o “desconhecimento” social do espaço, onde se trava, simbolicamente, a luta
de classes.

E, se a relação violência-poder é dialética, não apenas o poder se legitima.


A própria violência desponta como natural. A ação pedagógica, de acordo
com Bourdieu e Passeron (1992), embute uma autoridade legítima subs-
tabelecida por classes que impõem o arbitrário cultural, sendo capaz,
inclusive, de impor e proporcionar autonomia a quem estiver incum-
bido de exercê-la. Contando com a autoridade legítima a ela concebida,
a ação pedagógica passa a contribuir com a disseminação da cultura a
ser internalizada pelos alunos, mantendo fora aqueles que deixaram de
internalizá-la. Com essa maneira violenta de comunicar-se, o professor
deixa de perceber que sua atuação didático-pedagógica se insere numa
configuração social mais ampla. A violência se converte em processo de
exclusão humana.
É nesse nível de comunicação que se torna presente o mencionado
processo para a seleção de estudantes. Contudo, para os mencionados
autores, não há efetivamente comunicação entre quem exerce a ação
pedagógica e quem a recebe, pois essa ação não se revelará como violên-
cia. A linguagem utilizada pelo professor se encaminha já plena de sím-
bolos. Falar destes implica embutir material simbólico e isso caracteriza
um paradoxo ao qual o professor fica preso. E passa a excluir!
De acordo com Xiberras (s/f, p. 22), “excluídos são todos aque-
les que são rejeitados de nossos mercados materiais ou simbólicos, de
nossos valores”. Evidencia-se que ser excluído ou estar em estado de
exclusão é ficar à margem, sem possibilidade de participar da sociedade.
Portanto, o ato de excluir implica retirar o indivíduo das regras que con-
figuram as relações sociais. Logo, desconsidera-se a existência humana.
A exclusão, como a violência, silencia!
Entretanto, desde logo, é preciso destacar que o silêncio, de acordo
com Orlandi (2007), pode ser o elemento que dá sentido à comunicação e
não deve ser entendido apenas como ausência de palavras; ao contrário,
como estas, ele tem muito a dizer. Assim, o tirar a palavra, o fazer calar
e o silenciar são situações que, à luz da autora, poderiam relacionar-se

187
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

tanto à retórica da dominação, como opressão, quanto à retórica do opri-


mido, como resistência. Na sala de aula, em nome da execução de cur-
rículos adequados ao utilitarismo das demandas de mercado, o docente
universitário pode dominar e despejar o conhecimento técnico específico
sobre seus alunos, sob o pretexto de seguir programas de ensino e ter o
conteúdo como dado. Neste caso, como observa Zabalza (2004), a idéia
de formação assume o desvio do seu sentido original para o sentido da
conformação. É o aceitar silencioso da impossibilidade indireta da pala-
vra e da parcial negação do diálogo o que conduz, em muitos casos, ao
sentimento de autorrenúncia. Não obstante, como ocorre para os mais
frágeis, a solução primeira é o silêncio, entendido como a ausência de
liberdade de expressão da capacidade humana de construir a sua própria
história. Na verdade, uma ausência humana.
Que silêncio é esse, o do meio acadêmico, passível de comparação
com uma ausência humana? Tomando a complexidade humana como
horizonte, como se torna ausente do mundo o estudante submetido à
violência, à exclusão, ao silêncio?
Ora, mergulhado na diversidade de componentes da vida social e,
de acordo com a multiplicidade de princípios, o indivíduo da chamada
sociedade líquida é cada vez mais exigido a construir a própria identi-
dade (Bauman, 2005; Dubet, 1994; Hall, 2011). E isso se verifica entre
os universitários. Igual a um puzzle, estes se reconstroem num infindável
processo de assimilação e separação (Bauman, 2005). Sua identidade se
constrói e se reconstrói às voltas com renovados contornos de dominação,
pois será na crítica cognitiva e normativa que eles firmarão sua identidade
(Dubet, 1994). Ele precisa ter competência para isso, aqui entendida como
capacidade de fazer e fazer-se oportunidade (Demo, 2007).
Seguindo essa idéia de identidade elaborada com a crítica cognitiva
e normativa, obtém-se que o ato educativo voltado para a formação pro-
fissional e cidadã busca continuamente fazer com que emerja o sujeito
que questiona e é capaz de propor. Nesta perspectiva, o estudante pre-
cisa ser educado para analisar a didática empregada no ato educativo
no qual se envolve, tais como a avaliação, as técnicas, a organização dos
trabalhos e assim por diante. Se assim for, constrói-se a possibilidade
da autonomia num contexto em que educandos e educadores podem, de

188
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

forma dinâmica, atuar como agentes de suas escolhas e seus percursos de


vida. Podem exercer o direito de manifestar críticas, aceitar ou recusar
determinados valores e interesses, bem como o de construir represen-
tações culturais (Vasconcelos e Gomes, 2016).
Isso adquire maior vigor se o público-alvo da formação se consti-
tui de jovens. É deles a identidade negada com mais freqüência. Não
exclusivamente porque eles estão em alta quantidade nas universida-
des, e sim porque estão mais expostos à massificação de informações,
chegadas até eles por diversos meios, desde as velhas mídias, como o
rádio e a tv, até as novas, como o computador e a Internet (Vasconce-
los, 2011). Por conseguinte, a crítica não considerada, seja cognitiva ou
normativa, é parte perdida do ser humano. É recorte da humanidade,
deixada para trás, porquanto julgar e posicionar-se são características
humanas. É uma ausência, caso entendido este termo como o estado
de fluidez em que a realidade se desvanece. Uma ausência que, no nível
ontológico, pode levar à solidão profunda —como em Fernando Pessoa
(Paz, 1976)— ou amplificar o horror ao vazio —como na estética cultu-
ral islâmica expressa nos azulejos, presentes já entre os portugueses do
século xvi (Leite, 2007)—. Aqui, silêncio é vazio!

Outro lado da moeda: do silêncio à libertação

De acordo com a Lei de Diretrizes e Bases da Educação Nacional (ldben),


uma das finalidades da educação superior é estimular o pensamento
reflexivo (Brasil, 1996). Neste sentido, na sala de aula, por exemplo, o
professor precisa deixar de ser o dono da verdade, pois, só assim, o estu-
dante passa a ter voz, não sendo mais um mero ouvinte. Esse ambiente
educacional necessita ser espaço efetivamente democrático, de modo a
permitir a formação plena dos estudantes. Porém, diversas pesquisas
apontam a necessidade de superação do monólogo em que o professor,
sozinho, para cumprir as regras da instituição e atender ao seu pró-
prio instinto, comporta-se como aquele que detém o conhecimento a
ser transmitido ao aluno, que, por sua vez, deve assimilar os conteúdos.
Com efeito, como explicam Oliveira e Martins (2007, p. 97), embora

189
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

considerada tradicional e muito criticada, a aula expositiva tem suas


vantagens; no entanto, torna-se necessário evitar que ela se converta
em “expediente no qual se pretende o silêncio e a passividade, [con-
tribuindo] para a morte do desejo e da palavra por parte do aluno”. É
claro que, percebendo-se excluídos do processo educativo, os alunos
deambulem sem sentido numa escola que aprendeu a ensinar, mas não a
aprender. À vista disso, o sentimento de exclusão se amplia, numa escala
mais ampla, ao mundo humano.
Objetivamente, não é sentimento, é realidade, essa exclusão humana.
Ela se intensifica na universidade, pois grande parte de seus jovens estu-
dantes traz consigo, desde os níveis educacionais anteriores, a cultura
do silêncio, pela qual, o professor, aquele que detém o poder e manda na
sala de aula, ensina, e o aluno, aquele que aprende para o cumprimento
de uma série de etapas, visa quase exclusivamente concluir o curso e
garantir o diploma —abertamente, algo em processo de esvaziamento
de conteúdo, um símbolo novo vendido como símbolo antigo—. Nessa
pressa, em que muitos falam muito, mas pouco dizem, mesmo com o
barulho das informações, aquiesce a reflexão diante da necessidade da
formação plena.
Essa é a lógica da violência-exclusão-silêncio, já apresentada neste
trabalho. Entretanto, claro está que o problema dessa lógica é o desafio
da libertação do ser humano, e aqui emerge a proposta da pedagogia do
oprimido, mais tarde reencontrada na pedagogia da esperança (Freire,
2011, 2015). Fundamentalmente, pode situar-se no espaço de atuação
dos estudantes o encargo reservado pela filosofia da educação freireana
aos oprimidos, o de serem o portal de saída da opressão —situada em
termos de amplitude humana, esta corresponde à mencionada lógica.
Seguindo a perspectiva dessa filosofia, calcada na dialética do senhor
e do escravo (Hegel, 2003), os que oprimem e os que sofrem a opressão
precisam superar a contradição existente na relação entre os dois. Esta
é contraditória porque, enquanto seres humanos, com a vocação de ser
mais, ambos se encontram presos num circuito que os torna menos. A
dinâmica de superação dessa contradição opressor-oprimido é explicada
por Freire (2011) quando este evidencia diferenças entre opressor e opri-
mido. O primeiro não tem a força de libertação possuída pelo segundo.

190
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Este se encontra mais preparado para compreender as situações opresso-


ras, os seus efeitos e a necessidade de libertação. Consoante o autor, faz-se
necessário estabelecer a Pedagogia do Oprimido a ser direcionada para a
Pedagogia da Libertação. De uma a outra destas pedagogias, o indivíduo
silenciado em sua humanidade se remete ao outro, que age desse modo
porque se encontra, ele próprio, desumanizado. Justamente por isso cabe
ao oprimido o encargo de superar a contradição opressor-oprimido.
Essa libertação virá com a prática do diálogo. Para Freire (1996, p.
105), “a liberdade amadurece no confronto com outras liberdades”. De
acordo com o autor, o educador que dialoga não tem medo de apostar
na liberdade, na esperança, na palavra advinda do outro, no desejo deste
de erguer-se ou reerguer-se. Logo, infere-se que, por meio do diálogo,
se resolverá o que aqui já se mencionou: a tensão dissimulada na ação
docente, e institucional, detectada pelo autor, que é o equilíbrio tenso
entre autoridade-liberdade, o qual, correntemente, deixa de existir em
função do autoritarismo e licenciosidade. Nesse sentido, emerge a pro-
posta da Pedagogia Dialógica, cujos fundamentos podem ser explicados
com a seguinte paráfrase:

Em tal pedagogia, o indivíduo só dialoga horizontalmente quando ama o mundo,


ama a vida, ama o ser humano. Dialoga apenas quando, com humildade, admite a
superação de si, a contribuição do outro, a humanidade do outro na medida de sua
humanidade e a ignorância do outro na medida de sua ignorância. Dialoga quando
possui intensa fé na vocação humana de ser mais, fé na capacidade de fazer-se e
refazer-se, bem como na capacidade humana de superar quaisquer impedimentos
à ação transformadora do mundo. Só dialoga quando tem esperança, porque, ao se
reconhecer imperfeito, parte em busca contínua de ser mais na companhia dos outros.
Só quando, exercendo o pensar crítico, reconhece a solidariedade entre os indivíduos,
pois pensa a relação Eu-Tu e Eu-Isso criticamente, pensa a realidade como processo,
banhando-se continuamente de temporalidade (Vasconcelos e Gomes, 2016, p. 223).

Evidencia-se que o diálogo é o encontro entre seres humanos, a atitude


de tornar-se presente ao ser e com o ser (Buber, 1982; Freire, 2011).
Pode-se afirmar que, se Buber (1982) retoma a Paideia grega na medida
em que busca —recorrendo a uma antropologia filosófica— apreender o
ideal dos antigos gregos da formação humana, enquanto aspecto interior
da vida, Freire retoma a Politeia grega na medida em que busca, com
uma filosofia da educação, apreender dos antigos o ideal de civilidade,
enquanto sonho de vida harmônica, fraterna. Portanto, está em jogo o

191
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

rearranjo da Paideia e Politeia (Jaeger, 2001) —como estiveram juntas,


originalmente, em Aristóteles ([séc. iv a. C.] 1996)—. Caracteriza-se esse
rearranjo como articulação entre aspectos informativos e formativos da
educação, ela mesma fonte da pedagogia dialógica, capaz de desmontar
qualquer ditadura da informação. Essa articulação afasta-se de processos
que priorizam dados, informações, aspectos cognitivos em detrimento
da formação mais abrangente.
Portanto, no lugar da educação assente no monólogo, a universidade
precisa cultuar a educação dialógica, a qual, sem abrir mão dos rigores
técnicos da preparação profissional, promove, por meio da relação entre
experiências sociais, as diversas possibilidades para o desenvolvimento
humano. Promove o silêncio fundador, aquele que permite escutar o
outro em toda a sua dimensão ao dizer e ao não dizer. O silêncio que abre
espaço para os protagonismos e para novas significações (Orlandi, 2007).
Desse modo, indo da frágil articulação entre informar-formar ao diá-
logo entre saberes, o educador evidencia, neste percurso, sua preocupa-
ção em não incorrer em violências e possibilidades de excluir educandos.
Da opressão à esperança, concretiza a troca do silêncio pela libertação.

Metodologia

A pesquisa qualitativo-exploratória delineia-se como estudo de casos


múltiplos (Yin, 2010). Teve o auxílio das explicações de Merriam (1998)
em sua síntese entre as ideias tendentes ao positivismo, em Yin (2010), e
as ideias existencialistas-construtivistas, em Stake (2016). Para a autora,
“o caso é uma coisa, uma entidade única, uma unidade cujas fronteiras
são claramente limitadas [e o estudo de caso a análise de um fenômeno,
podendo ser, por exemplo], uma instituição, um processo ou uma uni-
dade social” (Vasconcelos, 2017, p. 67). Esse tipo de delineamento atende
ao perfil do objeto de pesquisa, estabelecido em contextos sociais reais,
atuais, difusos, e sobre o qual os pesquisadores não exercem influência.
Compuseram esses contextos três instituições de educação superior
brasileiras que desenvolvem atividades universitárias, sendo duas par-
ticulares e uma pública, instaladas em Brasília, a capital brasileira. Dois

192
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

estudantes de cada uma delas foram selecionados, não aleatoriamente


e sim consoante informações anteriores dos pesquisadores a respeito de
seus perfis: precisavam ser alunos com decidida atitude de superação do
silêncio, freqüentemente imposto aos alunos e percebidos pelos mais
preocupados com uma formação mais ampla —profissional e cidadã—.
Assim, seis jovens universitários foram submetidos à técnica do relato
de vida (Berteaux, 2005), entrevista coerente com o estudo de caso
assumido nesta pesquisa, uma vez que tal técnica trabalha com objetos
circunscritos, evidenciando aspectos vitais do contexto estudado e con-
tribuindo para recuperar a memória de pessoas envolvidas na violência
e exclusão (Prieto Quezada, 2012). Neste sentido, os participantes foram
abordados com as seguintes introdução e perguntas:

Quando falamos em educação, pensamos em formação para o trabalho e para a


cidadania. Porém, na prática, a universidade parece se preocupar mais em formar
o profissional do que o cidadão. Parte dos professores se preocupa mais em passar
os conteúdos dos planos de ensino, achando que os alunos são desinteressados, sem
capacidade crítica para opinar sobre a própria formação. A universidade, por sua vez,
parece concordar com isso ou, pelo menos, não insere ações efetivas para desfazer esse
cenário. Isso é uma forma de violência, pois agride os estudantes em vários direitos,
como o direito de criticar e opinar sobre a sua formação enquanto ser humano e
não apenas como profissional (Grande cenário). Essa violência exclui os estudantes
do mundo da cidadania, da participação, da ética e de ter vida mais digna. Assim,
sofrendo violência e exclusão, muitos alunos se calam. Os que conseguem falar não
são ouvidos (Conseqüências do grande cenário). Outros ainda são persistentes, conti-
nuam dando opinião sobre sua formação, embora correndo o risco de serem marcados
pelo professor. Para você, o que têm de especial esses alunos e alunas? No seu caso,
o que o (a) faz abrir a boca e dizer o que pensa? Alguns professores contribuem para
essa liberdade de falar? (As perguntas da pesquisa).

Os áudios resultantes das entrevistas foram ouvidos pelos pesquisadores,


com transcrições que destacaram aspectos capazes de responder ao pro-
blema de pesquisa. Depois, elaborou-se um “escrito, com as ideias-chave
e episódios apreendidos” (Stake, 2016, p. 82) nos relatos. Algumas pas-
sagens, ligeiramente adaptadas, foram utilizadas durante as explicações.
O material escrito passou pela análise de conteúdo (Bardin, 2009), tendo
sido cada relato um evento pontual e significativo do processo de vida
de cada participante (Bertaux, 2005). Finalizou-se a análise com um
cross-case (Yin, 2010), coerente com a escolha por um estudo de casos

193
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

múltiplos. Desse modo, viabilizou-se a análise da superação do silêncio


a que os participantes são submetidos no dia a dia de sua formação.

Resultados e discussão

Cada caso, uma estratégia de superação do silêncio

Para fazer jus à opção pelo estudo de casos múltiplos holístico (Yin,
2010), considerou-se uma só unidade de análise, efetivamente o eixo
central do problema de pesquisa: estratégias de superação da lógica
violência-exclusão-silêncio em contextos de priorização dos aspectos
informativos da educação. Se tal unidade pôs sob o mesmo olhar aspec-
tos singulares de cada um dos casos, o conjunto destes, por sua vez, dire-
cionou o olhar dos pesquisadores para a perspectiva teórica postulada
pelos quatro pilares da educação para o século xxi, à qual se agregaram
as contribuições da pedagogia dialógica (Delors et al. 1998; Freire, 2011),
bem como outros referenciais acrescentados durante as análises.
A partir dessas delimitações, obteve-se uma visão geral de cada caso
e de seu conjunto, sendo que, para cada caso único, atribuiu-se um nome,
escolhido de acordo com a característica do estudante mais favorável à
superação do silêncio: Coerência, Interação, Oportunidade, Resiliência,
Compenetração e Contextualização.

1. Coerência e Interação

Nos dois primeiros casos, Coerência e Interação, um aluno e uma aluna


realizam cursos de graduação na mesma instituição, onde também já
se graduaram noutro curso há cerca de cinco anos. Isso caracteriza a
dupla experiência de cada um desses participantes no contexto edu-
cacional pesquisado. Assim, em consonância com a sua denominação,
no primeiro caso, o participante utiliza a coerência como estratégia de
superação do silêncio imposto aos estudantes. Advindo de uma família
de professores, o estudante relatou várias situações do dia a dia escolar.

194
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Segue uma que, entre outras, evidenciou como essa estratégia opera
quando ele precisa sair do silêncio:

Uma professora, com muitos discursos moralistas, tinha algumas regras [como não
chegar atrasado após cinco minutos depois de iniciadas as apresentações de alunos
na aula]. Então, um dia cheguei atrasado e não pude participar da apresentação de
meu grupo. Entrei e fiquei na sala. Passaram-se quase trinta minutos e uma colega
chegou atrasada... Aí, a professora a deixou entrar e participar da apresentação do
grupo dela. Eu levantei a mão e começou um bate-boca porque eu falei “por que a
senhora tá deixando?” Ela perguntou para mim “você tem formação militar, é?”. No
final da aula eu falei “isso aqui é totalmente incoerente (...) no ambiente escolar você
tem que dar o exemplo”.

O que pulsa com intensidade nesse participante, a incoerência entre o


discurso e a prática, corresponde às análises feitas há quase cinqüenta
anos por Teixeira (1976, p. 281) no contexto de suas denúncias com
relação à educação brasileira em alguns de seus graves problemas his-
tórico-culturais. Para o autor, encontra-se na base de seculares proble-
mas da educação no Brasil a substituição corriqueira dos “valores que
proclamamos pelos valores reais bem diversos que praticamos”. Com
efeito, constata-se o histórico distanciamento entre o prometido e o rea-
lizado por membros de instituições —não à toa, o governo de D. Pedro II
fechou os olhos às leis antiescravagistas por um tempo, até onde pôde,
embora promulgadas com a pressão sofrida da Grã-Bretanha e outros
países (Schwarcz, 2017)— já denominado tal distanciamento de hipo-
crisia organizacional (Brunsson, 2007). No caso da atuação didático-
-pedagógica, cabe citar Freire (1996, p. 135): é “na coerência entre o que
faço e o que digo, que me encontro com eles ou com elas [os educandos
e as educandas].
Com relação à aluna que protagonizou o segundo caso, ficou eviden-
ciado que a estratégia de superação deve ser, para ela, a interação com
colegas e até com professores. Entretanto, consoante seu relato, o ponto
inicial da interação deve ser de responsabilidade dos professores porque,
freqüentemente, alunos se espelham nas condutas deles. Nesse sentido,
o depoimento a seguir representa essa visão da estudante:

Um professor disse até palavrão na sala (...). Ele estava falando sobre a entrega de
trabalhos e provas e avisou que, quem não fosse recebê-los na aula seguinte, não
fosse também encher a paciência dele depois, pedindo nota. E aí ele falou o palavrão,

195
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

[dizendo] também que não estava nem aí..., que não queria saber de alunos vindo
reclamar já que não tinham vindo receber a nota. Eu achei desnecessário aquilo. Ele
poderia ter dado o recado de uma forma, digamos, mais humana e, não, assim: sou
o superior e não estou nem aí para vocês!

Embora a aluna e seus colegas, nesse episódio, tenham permanecido


calados no contexto de violência simbólica cometida pelo professor
(Bourdieu e Passeron, 1992), a participante deixou claro durante seu
relato que somente com o esforço da interação será possível que os alu-
nos se manifestem, seja com críticas construtivas direcionadas para pon-
tos específicos do processo educacional, seja com relação à formação
plena. Ficou claro na entrevista que, para a aluna, interagir é estabelecer
diálogos enquanto intercâmbio de experiências. Para ela, o professor
precisa passar suas vivências profissionais e de vida aos alunos, sem o
que não é gerado o clima propício à manifestação de opiniões. Entende
que a boa interação ocorre quando uns e outros constroem atitudes
positivas —afirmação já identificada em outra pesquisa (Vasconcelos e
Gomes, 2016)—. Isso é compatível com a pedagogia dialógica proposta
por Freire (1996, 2011).

2. Oportunidade e Resiliência

Nos terceiro e quarto casos, Oportunidade e Resiliência, o aluno e a


aluna são egressos de uma universidade particular, onde, cada um deles,
em 2016, concluiu o curso de graduação. No primeiro caso, para superar
o silêncio, o participante corre atrás de soluções para os problemas do
curso, aproveitando oportunidades oferecidas por este para se formar.
Por exemplo, ao ser perguntado se, na relação com o professor, ele se
dava bem com este, conversando, ou se permanecia fechado, esperando
uma atitude de abertura, eis a sua resposta:

Eu conversava, sim, caso o professor desse liberdade. Eu percebia que, quando ele
queria dar conteúdo e não dava oportunidade, então, eu ficava na minha, tirava dúvida
quando possível. Mas, quando há oportunidade eu discuto, debato, tiro dúvida...
[Na verdade] eu me dava bem com os professores; só [com relação a] alguns dos
conteúdos, eu tinha dificuldades! [Nesse caso] eu tirava dúvida e corria atrás para
estar me aperfeiçoando.

196
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Eis aqui um forte componente vinculado à herança cultural do partici-


pante (Bourdieu e Passeron, 1964). Ele aprendeu, talvez em casa, que
precisa aproveitar momentos de abertura para manifestar-se e seguir
com sua formação para a vida; aprendeu, talvez na escola, que o pro-
fessor é quem escolhe e determina os momentos de formar-se. Nesse
jogo, ficou claro, pelos relatos, que ele entende a importância de articu-
lar informação e formação. Pareceu ser essa a dinâmica percebida pelo
aluno, não pelo professor.
O segundo caso, por sua vez, evidenciou a resiliência (Tavares, 2002)
como estratégia de superação da privação de liberdade, sentida e per-
cebida pelos alunos, em termos de capacidade de realização. A egressa
relatou algumas situações emblemáticas do clima de violência e tenta-
tivas de anular o aluno na sala de aula, nem sempre concretizável se a
vítima tem a capacidade de rápida recuperação:

1ª Situação relatada: Enquanto a gente tinha uma professora que dava todo o suporte
pra você entender e aprender, outras te desestimulavam...

2ª Situação: Se seu problema é com o professor, resolva com ele e eu sempre tive isso
muito fixo na minha cabeça. A gente teve problema de turma com o professor; eu
tentei resolver com ele, não deu certo. Então, eu tive que procurar a coordenadora.

3ª Situação: Havia um colega que tinha problema na fala e toda vez que falava os
colegas zombavam dele. [Alguns professores interferiam, outros não].

4ª Situação: Numa apresentação do professor eu questionei e ele me chamou de


cavalinho (...) e eu falei “você é um babaca” [um tonto, um bobo]. Retruquei. Eu não
era de ficar calada. Eu levei pra coordenação. A coordenadora [substituta] veio à sala.
Ela e o professor ficaram falando lá em cima [do estrado; pelo menos, sem púlpito,
como era nalgumas escolas desde o início do século xix!]. Essa parte mais chocante
em meu curso. Com isso, eu me calei nas outras aulas com esse professor. Para tirar
dúvidas eu recorria a outras professoras. Eu dizia “bom dia”, porque minha mãe me
ensinou a dar bom dia.

Como se observa, a aluna não desiste de sua formação plena. Apesar


das vicissitudes durante o curso, manteve-se em atitude crítica e com
a cabeça erguida. Age como Bernadette, em De Gaulejac (2015), que,
formulando sonhos a partir de uma fotonovela, abre portas e se revolta.
Em seu relato, a aluna não culpa os professores, a universidade ou os
colegas pelos problemas; ao contrário, antes de identificar responsabili-

197
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

dades, assume o que ela própria pode fazer para resolvê-los. Para Tavares
(2002), o sujeito que assim se conduz responde de modo consistente
aos desafios e dificuldades, reagindo com flexibilidade, com otimismo e
equilíbrio, superando pressões de seu contexto social. Em larga escala,
contribui para sociedades mais resilientes. Estas, segundo o autor,
“implicam o desenvolvimento de atitudes que passam pela articulação
de componentes cognitivos, afetivos e volitivos” (p. 66). Tais atitudes
encontram o apoio que humaniza, do lado do educador, no que Freire
(1996, 2011) chama de travessia —a capacidade de aproximação das
condições negativas de vida dos alunos para promover mudanças nas
estruturas às quais são submetidos.

3. Compenetração e contextualização

Nos últimos dois casos, Compenetração e Contextualização, o aluno e


a aluna são de cursos de graduação numa universidade pública. Ficou
evidenciada, no primeiro caso, a relevância de poder contar, durante a
graduação, com experiências de vida capazes de contribuir para a própria
formação. Para o participante, esta abrange mais do que o ensinado,
isoladamente, pela família, escola ou vida em momentos pontuais. Ele se
mostrou profundamente convicto da necessidade de manifestar-se nos
processos educativos, senão, deixam-se passar momentos da formação
mais ampla. Uma convicção que, aparentemente, se origina da capaci-
dade de interconectar experiências nesses três âmbitos de sua vida. Ao
relatar porque é um aluno participativo e crítico, obteve-se o seguinte
como resposta:

Primeiramente, minha família —a minha mãe, principalmente, que sempre disse


que, se eu não concordar com alguma coisa, desejar algo diferente, se eu ficar calado,
não vai resolver— ensinou-me que, se eu estivesse incomodado com alguma coisa,
eu devia me expressar. Em segundo lugar, minha formação escolar, mesmo porque
eu tive a sorte de ter muitos professores bons, preocupados não só com o conteúdo,
mas com essa formação do aluno, de cidadão; eles também reforçavam essa idéia de
que a gente não está ali para ficar só calado e aceitando tudo. O outro fator foram as
leituras e experiências que eu tive, que me mostraram realmente que no mundo onde
a gente vive não tem como você ficar passivo lá, recebendo tudo o que vem.

198
O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Essa certeza de que a formação integral se situa no encontro de três


atuações —família, escola e ele próprio— coloca a compenetração como
recurso relevante à saída do silêncio no ato educativo. É mesmo proces-
sando informações e procedendo em caminho inverso, de dentro para
fora, que o jovem estudante se tornará visível pela fala manifestada.
Nesse sentido, a escola precisa compreender que cada ser humano, com
o qual lida em seu dia a dia, deve ser tomado em suas potencialidades e
tido como capaz de estabelecer ligações entre experiências adquiridas.
Por isso, Alves (2001, pp. 38-39) era obstinado em afirmar que as esco-
las não devem ser linhas de montagem, com professores preocupados
em acrescentar sobre os alunos saberes e habilidades para convertê-los
num produto final:

O objeto original que entrou na linha de montagem chamada escola (naquele


momento ele chamava “criança”) perdeu totalmente a visibilidade e se revela, então,
como um simples suporte para os saberes-habilidades que a ele foram acrescentados
durante o processo.

No segundo caso, evidenciou-se a capacidade de manter-se contextuali-


zado como item importante da formação integral. Como ficou demons-
trado pelos relatos da aluna, sem essa capacidade, suas participações nas
discussões em sala de aula ficariam reduzidas:

Eu, particularmente, só me pronuncio e falo quando é um assunto que eu tenho


domínio, certeza, e que eu consiga debater plenamente; que seja do meu interesse.

Por outro lado, ficou evidenciado que a ausência de informações capazes


de situar os colegas na sala de aula, em especial quanto aos assuntos em
desenvolvimento pelo professor, interfere no desejo de participação da
aluna. Em determinado período do curso:

Havia 50% de formandos [dentre eles, esta aluna] e 50% de calouros. [Estes] não
deixavam a gente falar. Eles queriam mostrar para o professor que eles eram inte-
ligentes (...) e a gente ficava pensando, “meu Deus, cala a boca, cara, pra que isso?”.

Constata-se, portanto, que a ausência de informações aos alunos pre-


judica a manifestação da estudante entrevistada. Certamente, aqui não
se refere à primazia da informação, e sim à articulação com a formação.

199
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

Já Coll e colaboradores (1998) chamam atenção para a necessidade de


se articularem os conteúdos conceituais, procedimentais e atitudinais
durante o processo educacional. Efetivamente, essa dinâmica propor-
ciona mais oportunidades à motivação do aluno para sair do silêncio,
pois, se, simultaneamente, ele compreende os assuntos, sabe para que
eles servirão em sua vida e percebe como poderão alterar suas condutas.
Assim, sintetizando, esta apresentação seguiu o critério aluno/aluna
por instituição pesquisada, tendo sido utilizadas denominações que bus-
cam espelhar características que representam a capacidade de superação
do participante. Contudo, ao longo dos relatos, outras informações cir-
cularam em torno desse tema, constituindo o amplo cenário pesquisado,
passível de apresentação num quadro descritivo (quadro 1).

Percebendo o drama dos colegas e entendendo os professores

Num só golpe de vista, verifica-se, pelo quadro 1, que os participantes se


preocupam com os dramas de colegas e professores. O par violência-ex-
clusão leva ao desinteresse dos estudantes com relação à formação plena.
Esse par mantém com o silêncio uma relação dialética que alimenta a
priorização de informações sem articular estas com a formação plena. De
acordo com os relatos, há entre os participantes uma consciência desse
cenário angustiante.
Essa preocupação dos estudantes com os colegas, já constatada em
trabalho anterior (Vasconcelos e Gomes, 2015), é desaproveitada para
promover uma pedagogia dialógica. Poderia ser, em termos freireanos,
ser a janela por onde passaria a superação da contradição opressor-opri-
mido (Freire, 2011). Parece que a consciência dos participantes quanto
ao contexto educacional onde estudam, apesar da pouca clareza de seu
papel de reverter tal contradição (Freire, 2011), conduz o olhar deles para
a descoberta de situações de desinteresse, acomodação, alheamento e
até medo entre os estudantes universitários. Por isso, eles incluem em
igual olhar a situação dos professores, obrigados e cumprir a tabela orga-
nizada pelas instituições, não obstante a necessidade de uma formação
continuada.

200
Quadro 1
Descrição geraldos casos únicos

Contextos educacionais/ Relatos dos participantes sobre:


Casos
cursos O próprio participante Colegas Professores
Medicina. 1º semestre.
Já com licenciatura Alguns problematizam,
Influenciável pelo histórico familiar
1 em Educação Física Desinteressados. contribuindo para a formação
(docência) e pelo perfil dos colegas.
pela mesma instituição plena.
(2011).

Coerência
M (27)
Engenharia Civil.
3º semestre. Já

201
possui bacharelado Observadora, influenciável pelas
1 em Arquitetura e condutas favoráveis à formação Acomodados. Preocupam-se em informar.
Urbanismo pela plena.
mesma instituição

Interação
F (26)
(2012).

Priorizam o cumprimento
Egresso do curso de Atento às oportunidades de da grade curricular. Alguns
2 Desinteressados.
Administração (2016). aprender/ desenvolver-se. dinamizam a aula, aliando
teoria/prática.

Oportunidade
M (24)
de informações: seis casos de libertação
O silêncio de universitários em meio ao oceano
Contextos educacionais/ Relatos dos participantes sobre:
Casos
cursos O próprio participante Colegas Professores
Preocupam-se em cumprir
Egresso do curso de
Aberta ao diálogo. Confronta diante normas da instituição. Alguns
2 Comunicação Social- Alheios.
de injustiças. são grosseiros. Muitos estão
Jornalismo (2016).

Resiliência
F (25)
cansados.

Professores das ciências


exatas tendem a só
Matemática. 4º informar. Os das sociais
3 Experiências de vida e escolar. Acomodados.
semestre. incluem formação. Passam
rapidamente por outros
conteúdos.

Compenetração
M (22)
Psicologia. 10º
3

202
semestre.
Situada com relação ao contexto Compreensivos. Alguns são
Amedrontados.
social. grosseiros.

Contextualização
F (22)
Obs.: Abaixo do nome de cada caso está o sexo e a idade do participante protagonista. Legenda – 1: Centro universitário. 2: Universidade par-
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

ticular. 3: Universidade pública.


O silêncio de universitários em meio ao oceano
de informações: seis casos de libertação

Sair dessa tabela não é simples. Para tanto poderiam contribuir,


dentre outras, as cinco alternativas propostas por Nóvoa (2009) para os
cursos de formação docente, resumidas nos termos prática, profissão,
pessoa, partilha e público. Não é o lugar para discutir essas alternativas.
Entretanto, parece adequada a idéia de disposição colocada pelo autor,
em lugar de atributos e competências, idéia que ele justifica por entender
o tema da formação como construção cultural. De fato, sem abertura às
mudanças, ao diálogo, e vontade de aproximar-se dos alunos, o professor
deixa de existir. Em seu lugar, um mero instrutor e, assim, distanciam-se
as premissas traduzidas nos quatro pilares da educação para o século xxi
(Delors et al., 1998). No final, também os alunos se tornam invisíveis,
pois emudecem.

Conclusão

Frente ao paradoxo da vida mergulhada em informações, sem liberdade


para exprimir aspirações de uma formação mais ampla, jovens estudan-
tes universitários parecem andar à deriva, na solidão de sua luta, uns pela
obtenção do título, outros por isto e pela busca de sentido. Cada um por si
parece ser a norma. Submetidos às ondas de informações técnicas, obvia-
mente necessárias à sua formação profissional, parte deles se ressente de
mediações que sinalizem e os conduzam à formação mais rica, capaz de
situá-los melhor num mundo globalizado, de rápidas transformações.
Com efeito, o momento histórico atual exige:

Uma nova informação em que os canais de comunicação funcionem e possibilitem


uma formação diferente. É o círculo que se desdobra indefinidamente em espiral em
que cada ponto de chegada é o mesmo e é diferente do ponto de partida. Mas é na
razão desta diferença que a mudança acontece e nos lança para o futuro em movi-
mento crescente e acelerado, quase vertiginoso (Tavares, 2002, pp. 65-66).

Há indícios de que parte desses estudantes é privada do direito à expres-


são, embora o discurso generalizado do momento histórico de que tudo
é possível e de respeito à diversidade. No ambiente acadêmico, este tra-
balho demonstrou, nos limites da pesquisa, que esse direito é retirado
dos estudantes, que estes sofrem violência. Não raro, há grosserias de

203
Oliveira de Vasconcelos, Lira, Pirangi Soares y da Costa Gomes

quem deveria educar; há desqualificações de quem deveria dar atenção.


Assim, há exclusão, pois tornam-se invisíveis aspectos humanos que
deveriam ser habituais nesse ambiente: a crítica construtiva, o feedback,
o compartilhamento e assim por diante. É, de fato, o silêncio ontológico.
No dia a dia escolar, continua vivo o panoptismo foucaultiano, pelo
que parte dos professores insiste na pretensão de tudo ver na sala de aula
e os alunos certos de que em tudo são vistos —exceto quando acessam as
redes sociais em plena aula!— Foucault (2014) explicaria que continuam
os tempos medievais da vigilância e punição. Como no muxarabi, janela
de treliça que, tanto nas colônias latino-americanas, como nos reinos
ibéricos, permitia a algumas mulheres ver a rua sem serem vistas, os
processos burocráticos em sua homogeneização servem mais para escon-
der os alunos do efetivo mundo acadêmico e menos para organizar suas
vidas. Distancia-se o diálogo; aproxima-se a opressão.
Assim, o estudante fica refém de caprichos, de ações anunciadas
como boas para a sua formação plena (Delors et al., 1998), mas preju-
diciais à liberdade de expressão. Contudo, há luz! Alguns alunos conse-
guem erguer-se e superam a mordaça. Verdadeiros paladinos em meio
ao embrutecimento (Rancière, 2007), precisam ser percebidos e, assim,
serem aproveitados, tais momentos de aprendizado coletivo, em estra-
tégias educacionais efetivamente transformadoras —sair do discurso, ir
à prática (Nóvoa, 2009)—. Nesse sentido, a pedagogia dialógica (Freire,
2011) pode operar a travessia capaz de promover a superação opressor-
-oprimido rumo à esperança (Freire, 2015), quebrando barreiras imper-
ceptíveis entre a fala do professor e a fala do aluno.

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207
La maldad en la escuela salvadoreña:
narrativa violenta de las “Maras” en el
sistema educativo de El Salvador

Herberth Alexander Oliva


Universidad Francisco Gavidia, El Salvador, Centroamérica

Resumen

Narrativa fundamentada en el relato de Susana (nombre ficticio), la hija


de un docente salvadoreño que vive la cotidianidad de gran parte de la
comunidad estudiantil salvadoreña que se ve afectada por la maldad de
las “Maras” y la barbarie en la que muchos jóvenes, sin proponérselo,
pierden el rumbo de un camino de bien por una tortuosa vida, en la que
la violencia se vuelve el pan diario de todos los días. La narrativa presenta
la vida de Lito, un joven que con solo catorce años se convirtió por causas
de la vida en uno de los principales sicarios de una de las “Maras” más
peligrosas del mundo.
En esta historia veremos cómo el entorno social de Lito le juega
una  mala pasada al buscar un mejor futuro en su escuela, y terminó
encontrando dentro de la convivencia escolar una peligrosa transforma-
ción de estudiante en sicario pandilleril, que cambió los libros por las
armas y dio paso con ello a la cruel historia de muchos jóvenes centro-
americanos que, por causa de la violencia escolar, consolidan una vida
dedicada al delito y siembran en las escuelas un panorama de terror y
violencia.
Las diez de la mañana de un 25 de mayo, Lito cumplía catorce años;
su delgado cuerpo entraba en un proceso de desarrollo biológico y su

209
Alexander Oliva

fina voz cambiaba con un tono más acentuado y fuerte: Lito está trans-
formándose en un hombre.
La vida de Lito transcurría entre su escuela, a la cual dedicaba mucho
empeño, pues el mal ejemplo de un padre alcohólico le marcaba el des-
tino entre lo que soñaba ser y lo que no quería ser. Su sueño era ser
un gran electricista, inspiración de un oficio ejemplificado en su padre,
quien, al sufrir el abandono de su esposa por un chofer de autobuses, se
sumergió en el vicio del aguardiente y su desdicha permanente, hasta
pasar de ser un destacado y honrado electricista a un triste borrachito
del barrio en el cual vivía junto con su hijo Lito.
El cumpleaños de Lito le significaba la alegría inmensa de saber
que era una fecha especial, pero muy dentro del corazón de Lito estaba
la tristeza de celebrar un cumpleaños más alejado de las celebraciones,
y ni hablar de los regalos. Pensó festejar su cumpleaños como cualquier
niño: con un gran pastel; sin embargo, la vida le tenía preparada otra
sorpresa. Lito llegó a las 6:30 de la mañana a su escuela, ubicada en una
zona rural, donde los árboles y el sonido de los animales se confundían
con el caminar de los más de 160 estudiantes que formaban parte de su
escuela.
Al entrar a su aula, observó el tatuado rostro de Joel, un joven de
unos veintidós años quien era identificado por todos los habitantes de
la comunidad como un líder pandillero muy famoso; Joel era el líder de
una estructura adscrita a la Mara Salvatrucha, lo cual provocó que Lito,
al ver el semblante del pandillero y el olor a maldad y criminalidad que
emanaba del espíritu de aquel pandillero, le naciera un inmenso temor.
Joel estaba esperándolo en uno de los pupitres del aula llena de
polvo; se acercó y le dijo: “Lito, este día te vamos a dar un regalo de
cumpleaños; ya sabemos que estas tiernito y vamos a celebrar con vos
tu ingreso a la Mara Salvatrucha, compadre”.
Lito fue conducido a una barranca en la cual estaban entre 20 y 30
jóvenes, quienes le advirtieron entre voces: “Ahora vas a ser uno de noso-
tros y, si no te gusta, pues te matamos, pendejo”. El temor de rechazar
la invitación a formar parte de la estructura criminal le generó una clara
resignación de que su vida de estudiante disciplinado y su constante
entrega en su día a día escolar llegaban a su fin por el simple hecho haber

210
La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

sido un adolescente sin padres que se preocuparan por su persona; ade-


más, su bajo perfil y destacada conducta le permitirían pasar inadvertido
entre las autoridades policiales, quienes vigilaban constantemente los
pasos delictivos que los pandilleros llevaban a cabo en la localidad.
“Lito ahora vas a ser un hombre, uno más entre nosotros”, era el
susurro que el alma empalidecida por el miedo le decía; mientras tanto,
dos jóvenes le quitaban la camisa para someterlo al ritual con el cual lo
obligarían a formar parte de la famosa estructura pandilleril, la ms13.
Sin mediar palabra, Lito quedó en el centro de la rueda que bajo
aquella barranca se había formado, mientras que cuatro fortachones se
abalanzaron sobre el escuálido cuerpo del temeroso Lito, quien, durante
trece segundos, fue víctima de patadas y trompadas que le propinaron. La
golpiza provocó que Lito se orinara en los pantalones, marcando además
los múltiples moretones en las costillas como consecuencia de los golpes
que recibió para poder ser sometido contra su voluntad a la Mara.
Al finalizar la paliza, Lito quedó tirado en el suelo; su dolor y su ago-
nía eran tales que él solo pensaba que era más fácil morir en ese instante
que tener que vivir prisionero de los deseos pandilleriles entre los cuales
estaba marcado su futuro como un sicario de la ms13.
Fueron los mismos jóvenes quienes lo levantaron, lo felicitaron y,
con un saludo de manos, le dijeron “Ya estás brincado morro, ahora sos
uno más de nosotros…”.
El cumpleaños de Lito apenas comenzaba, los jóvenes mareros le
tenían al nuevo miembro de la Mara una jerga preparada con licor y
una prostituta que sería el deleite de todos; Lito fue obligado a beber
ese día y, pasados los tragos, le invitaron a pasar a un cuarto en el cual
una mujer de unos veinticinco años, una joven prostituta que había sido
contratada para satisfacer los más bajos instintos de los pandilleros ; sin
embargo era el nuevo joven pandillero quien sería el primero en acos-
tarse con aquella chica bajo cuyo delgado cuerpo y su perfil humilde se
escondía el dolor de alma que le provocaba prostituirse y llevar oculto el
martirio de una enfermedad venérea que contagiaría a todo aquel que
osara acostarse con ella.
En ese cuarto oscuro, Lito vio al fondo un sucio colchón en el que la
joven prostituta estaba esperándolo. El nuevo integrante de la pandilla

211
Alexander Oliva

estaba temblando de miedo, pues nunca había tenido relaciones sexua-


les, ni mucho menos imaginaba que el día de su cumpleaños catorce sería
la ocasión en la que perdería su virginidad, cortesía de las dadivas que le
daban el pertenecer a su nueva familia, la ms13.
Con el corazón palpitando a todo lo que daba, Lito estaba sudando, y
sentía además cómo su cabeza daba vueltas debido a los efectos embria-
gantes del aguardiente, mientras que al fondo escuchaba un resonar
femenino que le decía “Feliz cumpleaños amor, yo soy el regalo con el
que te vas a convertir en hombre este día…”. Entre miedos y confusiones,
Lito se convertía en hombre, pero también marcaba su vida a la desgracia
y el miedo que la vida pandilleril le tenía preparada.
Después de haberse acostado con aquella joven, Lito vio entrar a
dos jóvenes borrachos, quienes de una forma violenta sometieron a la
prostituta, golpeándole y violándola, acción que provocaba el silencioso
desprecio de Lito, mientras que los demás pandilleros reían y celebraban
el maltrato y el vejamen cometido contra la joven chica, que no tenía otra
opción que la de complacer a los mareros, o de lo contrario le costaría
la vida.
Joel, aquel líder pandilleril cuyo rostro estaba marcado por las letras
en su rostro ms13, le dijo con voz clara y semblante serio: “Mira, cabrón,
la onda es que hora sos nuestro, y tenemos que probar tu fidelidad a tu
nueva familia”. Alcanzó a Lito una bolsa negra en cuyo interior había un
regalo que le cambiará la vida para siempre. Se trataba de una pistola
calibre 9 milímetros que le entregaban los integrantes de la que ahora
era su pandilla, su barrio, su clica, territorio que de ahora en adelante
tendría que defender con su vida.
Siendo Lito un joven proveniente de un hogar en el cual su padre
alcohólico abusaba físicamente de él, este humilde adolescente logró
entender que, después de todo su martirio de vida y su dolor de alma,
la pandilla era su único refugio. Debido a que la Mara Salvatrucha tiene
presencia permanente en muchas zonas degradadas de la capital salva-
doreña, el humilde barrio donde vive Lito es uno de los más peligrosos
puntos rojos de la ciudad, que se caracteriza por sus altos índices de vio-
lencia, y en el que se producen constantemente asesinatos entre jóvenes
de catorce a veintitrés años de edad.

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La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

Con el pasar de los días, los noticieros en El Salvador hablaban de


que, solo en el barrio donde Lito tiene su hogar, fueron detenidos durante
los tres primeros meses de 2016, 104 personas y las autoridades policia-
les incautaron 27 armas de fuego de grueso calibre.
Los días transcurrieron, y los planes de los líderes de la pandilla
ya tenían asignada la misión con la cual someterían a prueba a Lito.
Habiendo transcurrido veinte días de aquella loca y extraña mañana en
la que Lito fue “brincado”, dos pandilleros llegaron a tocar la puerta de
lámina de la humilde casa del nuevo marero: “Lito, Lito, abrí la puerta.
Salí, pendejo, que el Spanky quiere hablarte”.
Los fuertes golpes hicieron que saliera a la calle, se puso una sucia
camisa y siguió a los jóvenes de cuerpos tatuados en cuyas ropas se
marcaba los bultos de las armas de fuego que escondían. Después de
caminar por unas solitarias veredas, llegaron a una casa abandonada en
la cual se encontraban Joel y su líder, el Spanky; además, unos quince
pandilleros conformaban la reunión que cada tres semanas realizaban
religiosamente para planificar los asesinatos, extorsiones y demás delitos
que de una forma organizada y especifica se concretaban en minuciosos
operativos delincuenciales.
Un rostro ojeroso, con tatuajes alusivos a letras y números góticos,
marcaba la sombra del rostro del Spanky, quien, en forma directa y sin
tapujos, dijo: “Mira bien, Joel, sobre tu persona recae la responsabilidad
de que este chavo se ponga pilas para darse el tiro (asesinato), porque ya
no podemos permitir que la “jura” (policía) siga en el territorio y todo
por culpa de ese profesor culero”.
El profesor al que hacían referencia era el docente conocido en el
barrio como el Profe Mario, este egregio personaje era un educador con
más de veinticuatro años de trayectoria, formativa de los cuales veinte
se los había dedicado a la escuela donde Joel había estudiado los años
anteriores a convertirse en marero. El Profe Mario se caracterizaba en la
escuela por aconsejar a los estudiantes y formarlos en valores morales.
En muchas ocasiones este educador hacia más énfasis en apoyar a los
estudiantes con mayores necesidades; siempre había en su boca una
palabra de aliento para esas pobres almas vacías de amor; sin embargo, el

213
Alexander Oliva

Profe Mario buscaba, en el diario devenir formativo, hacer de su escuela


un templo de sana formación académica y moral.
Fue durante un día normal de clases en el recreo, que el Profe Mario
se acercó a Lito para preguntarle de por qué se había ausentado tanto
de las clases desde el pasado mes de mayo, ya que Lito nunca faltaba y,
a pesar de ser un joven de muy escasos recursos, este adolescente tenía
claro que su formación escolar era indispensable durante el largo camino
en el que construiría un mejor futuro que el que le ofrecía la vida de pan-
dillero o narcotraficante, que le era lo único que podía darle el destino
si se quedaba en ese barrio que pareciera que albergaba a la pobreza y a
los espíritus malignos de las almas en pena que, aun cuando tenían vida,
eran unos pandilleros llenos de maldad y odio.
Lito, consciente del silencio que debía guardar de su nueva pertenen-
cia a la Mara Salvatrucha, le mintió al Profe Mario argumentando que
las eternas borracheras de su padre le obligaban a cuidarlo y ausentarse
de las clases, ya que últimamente el exceso de alcohol había provocado
que tuviese una recaída de salud.
El profesor intentó comprender el planteamiento de Lito y decidió
invitarlo a desayunar una taza de café y un trozo de pan en aquella fría
mañana de viernes; Lito aceptó sin mayores preocupaciones, pero, mien-
tras ellos se encontraban sentados en la vieja mesa de la cafetería esco-
lar, el Profe Mario observó cómo tres alumnos sin tapujos compraron,
frente a sus ojos, cinco dólares de marihuana para ser consumida en el
interior del centro educativo. De manera súbita e impetuosa, el querido
y admirado educador se enfureció al ver la grave falta que se cometía en
su amada escuela y se dirigió a la vendedora de la cafetería, una mujer
robusta conocida por todos como Marta; ella administraba la pequeña
tienda escolar, tienda que servía de fachada para vender drogas dentro
de la escuela, de lo cual ella obtenía un alto margen de ganancias, ya
que su hermano Joel, quien siendo un importante líder pandilleril de la
zona arremetió con gran violencia contra la directora de la escuela para
adjudicarse la administración de la cafetería escolar, lugar desde el cual
pueden tener todo el control dentro del centro educativo y vender drogas
o seleccionar los perfiles pandilleriles de quienes pueden ser futuros
mareros de la ms13 .

214
La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

El Profe Mario recrimino a Marta diciéndole: “Cómo es posible,


mujer, que le vendas drogas a estas criaturas, les destruís la vida. Y uste-
des muchachos, cómo es posible que no respeten la escuela y hagan estas
cosas en este lugar de respeto para su formación escolar”.
Marta y los jóvenes estudiantes pandilleros rieron y se burlaron del
Profe Mario, a quien advirtieron: “Deje de andar de metiche, viejo pen-
dejo, de lo contrario lo vamos a matar por involucrarse en lo que no
debe”. Enfurecido el profesor, sacó del bolsillo de su pantalón un viejo
teléfono celular y habló a la policía informando de la situación; mientras
el célebre y noble personaje realizaba la llamada, por su cabeza pasaba
la información que durante la noche anterior había leído en uno de los
principales periódicos de la ciudad:

La violencia recrudeció en la última semana en El Salvador, con un importante incre-


mento del número de asesinatos en los alrededores de los centros escolares, hecho
que las autoridades atribuyen a las pandillas, pese al endurecimiento de las medidas
de seguridad que intenta implementar en los centros educativos.

El Profe sabía perfectamente que en la realidad educativa salvadoreña


se había incrementado los asesinatos entre el sector estudiantil, y leyó
en la nota periodística que:

La violencia y criminalidad escolar es una situación en la que el gobierno intenta tra-


bajar, sin embargo, aumenta cada día la represión policial para frenar esta situación
y que tiene su explicación en los grupos criminales de las pandillas y su marco de
operatividad en las escuelas…

Debido a las amistades que el Profe Mario tenía en el Sindicato de Maes-


tros Salvadoreños, conocía datos reveladores que informaban que:

…desde hace cinco años se venía registrando un promedio anual de entre de diez y
doce homicidios diarios entre jóvenes menores de veintiún años, todo ello como causa
directa de las acciones violentas que las pandillas han llevado a cabo y que obliga a las
autoridades gubernamentales a redoblar los patrullajes con policías y soldados, con
vehículos artillados en zonas rurales y en varios puntos de la capital…

Mientras la adrenalina y la indignación pasaban por la cabeza del


docente, Lito, ahora miembro de la pandilla, y conociendo la forma
en que operaban los mareros en el centro educativo, reconocía que su

215
Alexander Oliva

escuela era una de las muchas que tienen el mismo sistema de funcio-
namiento en donde impera el control total de las pandillas hasta vol-
verse centros de reclutamiento. Lito pensó que lo mejor era alejarse de la
escena porque la llegada de la policía tenía lógicamente que empeorar las
cosas, además la pistola qua le acompañaba debajo de su camisa, lo podía
llevar directamente a la cárcel por el uso y portación de armas de fuego.
Para fortuna del docente una patrulla respondió de inmediato, y al
llegar a la escuela, como si de sabios se tratara, llegaron directamente
a la cafetería escolar, sabían de los ilícitos que Marta, la hermana del
marero, estaba ejecutando en la escuela, y en un abrir y cerrar de ojos
varios policías rodearon a los estudiantes que habían comprado droga, y
que, además, portaban armas de fuego y pesaban sobre ellos serias acu-
saciones de asesinato contra jóvenes pertenecientes a la pandilla rival.
Un fuerte operativo policial se iniciaba: más de seis patrullas llega-
ron al desvalido barrio de Lito; medio centenar de policías emprendían
arrestos y desbarataban la cafetería escolar, donde el tráfico de drogas
y el escondite de armas dentro de la escuela eran descubiertos por la
intensa pesquisa efectuada por los gendarmes.
La jornada de clases se suspendió debido al inusual hecho de la eje-
cución del operativo policial, el cual no provenía de la llamada inocente y
valiente del profe Mario, porque en el interior de la institución policiaca
ya se desarrollaba un plan de investigación contra esa célula criminal;
para mala fortuna del profe Mario, su llamada fue el pretexto idóneo
para entrar a la escuela y comprobar lo que sospechaba el cuerpo poli-
cial, que las escuelas del sector habían sido tomadas por las “Maras” y
en ellas ya no se enseñaban las clases de matemáticas o ciencias, ahora
se habían transformado en escuelas criminales y los cuadernos y libros
habían sido cambiados por armas, drogas y mucho terror en la vida de
sus estudiantes.
La noche del día después de aquellos acontecimientos en los que la
escuela había sido intervenida por la policía, los mareros, convocados
por el Spanky, dieron paso a una reunión de emergencia en la cual se
decidiría como actuar en venganza de lo anteriormente ocurrido. Por
decisión unánime se decidió que una justa revancha seria matar al Profe
Mario por haber desafiado la autoridad pandilleril, y para tal efecto los

216
La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

pandilleros decidieron que fuera Lito el asesino del Profe. Joel le enco-
mendó a Lito que debía matar al viejo metiche por meterse contra los
intereses de la ms13, y por tanto no debía fallar en la misión asignada;
sin embargo, fuertes rumores habían llegado a oídos del Spanky de los
lazos de amistad que existían entre Lito y el Profe Mario, lo cual le hacía
dudar de si sería capaz de asesinar al docente.
El plan era simple, Lito debía controlar las horas de llegada y de
salida del Profe Mario y esperar la menor oportunidad para jalar del gati-
llo y ponerle fin a la vida del aquel educador que en múltiples ocasiones
sació el hambre de Lito en sus peores momentos de necesidad.
Sobre la mente de Lito estaba una angustia que no lo dejaba en paz,
se encontraba en medio de una encrucijada como nunca en su vida; pero
también reconocía que, de no acatar las órdenes emanadas de sus líderes,
sería su vida la que estaría en grave peligro.
Durante dos semanas exactas Lito observó y controló con gran dete-
nimiento cada paso del humilde Profe Mario, sabiendo con gran certeza
que tarde o temprano recibiría la orden para ajusticiar a aquel hombre
que había hablado a la policía para interponerse en contra de la venta de
drogas que se realizaba en la escuela. Fue entonces un día domingo por
la noche que Lito recibió, de manos de uno de sus compañeros mareros,
una nota que manifestaba que el lunes era el día pactado para asesinar,
a la salida de la jornada escolar, al Profe.
A la salida de la escuela y de la forma más sigilosa, Lito dio paso
rápido en el sendero en el que se cometería el crimen; con el corazón
palpitando a todo lo que daba, sus manos sudorosas y con un frio que le
acompañaba todo su cuerpo, Lito gritó: “Profe, profe, deténgase, detén-
gase…”. Fueron las palabras de Lito mientras que el Profe, al reconocer
al muchacho, se detuvo y observó con gran asombro como Lito sacaba
la pistola que desde su iniciación a la pandilla le había sido entregada.
“¿Qué es lo que haces con esa arma del diablo, muchacho?”, fueron las
palabras del Profe. A lo que Lito respondió: “Ahora se muere, viejo mal-
dito; son ordenes de arriba”. Lito cortó cartucho y encañonó al educador
que con gran amor había obsequiado mucho cariño y sana orientación
a todos los estudiantes, incluyendo de manera especial a Lito, ya que el

217
Alexander Oliva

profesor conocía la historia de desgracia y maltrato que acompañaban a


Lito en buena parte de su vida.
El Profe Mario, al ver la actitud decidida y empecinada del joven que
quería asesinarlo, intentaba comprender por qué recibiría la muerte de
manos del estudiante más querido, al cual no solo había formado en el
plano académico, también le había tomado cierto cariño especial por su
dedicación al estudio y la precaria situación económica y familiar.
Las lágrimas corrieron por el rostro de aquel viejo profesor, el dolor
de alma que le provocaba enfrentarse a la muerte le permitió que sus ojos
dejaran escapar una lagrimas que emanaban una resignación de asumir
a la fría muerte, pero su incredulidad no le dejaba asumir la idea de que
fuera Lito su posible asesino. Justo cuando Lito empuñaba el arma y
se disponía a tirar del gatillo, aparecieron dos pandilleros que habían
sido enviados por Joel para asegurarse de que el trabajo encomendado a
Lito se cumpliera al pie de la letra; debían matar al viejo traidor en vista
que la desconfianza para con Lito era evidente, ya que para nadie era
desconocido que en la escuela el Profe Mario tenía un especial cariño y
simpatía por aquel inteligente muchacho.
Al ver a los dos jóvenes armados, Lito asumió que era a él a quien
le darían muerte, por lo que, sin pensarlo, disparó contra sus camara-
das mareros, la respuesta de aquellos facinerosos no se hiso esperar,
el surgimiento de fuego cruzado entre los pandilleros provocó que una
bala dañara el hombro del Profe Mario, llevando al educador al suelo y
cubierto por una hemorragia que de inmediato le generó un estado de
inconsciencia.
El ruido de las armas de fuego alertó a un grupo de policías y solda-
dos que vigilaban los alrededores del barrio, pues en días anteriores la
escuela había sido objeto de un operativo de seguridad que condujo a
varias capturas importantes de traficantes y pandilleros, además de des-
mantelar una importante estructura de comercio de ilícitos en la zona.
Los policías actuaron rápidamente, y mientras Lito buscaba arras-
trar al profe Mario hacia un lugar seguro, los otros dos pandilleros busca-
ban cargar sus armas con las pocas municiones que llevaban consigo. Al
llegar a la zona, los policías y soldados ubicaron a los dos peligrosos pan-
dilleros, quienes, al verse rodeados por las autoridades abrieron fuego

218
La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

contra los agentes. Las autoridades, envalentonados y con la rabia y furia


contra la injusticia, emprendieron un feroz ataque en el cual murieron
ambos como consecuencia de las ráfagas de plomo provenientes de los
fusiles de los cuerpos de seguridad.
A pocos metros del conflicto, Lito, entre nervios y un envolvente
miedo que lo atrapaba, le pedía perdón al profesor Mario, a quien de
forma apresurada le explicó que había sido la Mara Salvatrucha quien lo
mandó a asesinar por haber llamado a la policía. El docente ensangren-
tado le pidió a Lito que no se preocupara, pero insistía en que escapara
porque la policía seguramente lo arrestaría al verlo con el arma de fuego.
Lito, sin pensarlo, huyó de la escena del conflicto. Mientras corría, por
su mente pasaban los sueños e ilusiones que tanto añoraba si tan solo
en su escuela nunca hubiese existido la presencia de la ms13, pero, en el
contexto de ruralidad y pobreza en el que el destino le había ubicado, Lito
sabía perfectamente que no eran muchas sus esperanzas de superación.
Al llegar a su casa, vio que su padre estaba profundamente dor-
mido, varias botellas de licor vacías le hicieron entender que su proge-
nitor acababa de estar ingiriendo bebidas embriagantes; sin embargo,
Lito buscó en el patio de su casa enterrar el arma que los pandilleros le
habían asignado. Fue cuando terminó de esconder el arma, cuando un
contingente de diez uniformados tocó a su puerta, Lito se quitó la camisa
rápidamente y cual protagónico de telenovela inicio una actuación en la
cual aparentaba no saber la razón por la que los cuerpos de seguridad
estaban en su casa dándole persecución.
Cuando Lito se disponía a abrir la puerta, tres policías fuertemente
armados lo tiraron al suelo y le preguntaron dónde estaban los otros pan-
dilleros que intentaron matar al profesor. Lito, entre los gritos y golpes
que recibía de los policías, les argumentaba que no sabía las respuestas
que tanto esperaban. Los policías tomaron del cabello a Lito, le coloca-
ron unas esposas y lo llevaron a golpeteos interrogándole. Por todo el
camino avanzaron por un trecho en medio de una nube de polvo, golpes
y empujones.
Cerca de una cancha de futbol, los agentes del orden público pararon
la marcha y tomaron unas botellas plásticas llenas de agua, vaciaron el

219
Alexander Oliva

contenido en la boca de Lito con el afán de obstruirle la respiración. El


adolescente siguió negando que supiera lo que requerían de él.
Lo golpearon otra vez y lo arrojaron al suelo. Uno de los policías se
paró con las botas sobre el delgado cuerpo para luego saltar sobre su
estómago por algunos segundos, que al joven se le hicieron largos en un
dolor que abarcaba toda el área abdominal y la parte baja de la espalda.
Mientras Lito trataba de asimilar el dolor de la tortura que le provocaban
los policías, uno de ellos le dijo al oído. “Escucha bien, niño pendejo, lo
que te voy a decir, si no me das la información de los otros salvatruchos
te vamos a asesinar y tirarte en el sembradío para que luego se coman
tu cuerpo las hormigas”.
Tres más se acercaron a Lito, uno de ellos sacó de su pantalón una
fotografía, por medio de su teléfono celular, de un pandillero reconocido
en la zona, a quienes las autoridades buscaban por haber asesinado a
dos policías quince días atrás; la foto correspondía a Sparky. Le pre-
guntaron a Lito que confirmara la identificación de ese asesino. Lito
volvió a negar cualquier vínculo con la pandilla y sus líderes, pues para
la fortuna de este joven, su reciente ingreso por la fuerza no le daba el
tiempo suficiente para que los agentes lo identificaran como miembro
de la estructura criminal, pero, para mala fortuna, un agente policial vio
a Lito correr por las veredas del angosto camino en el que el profesor
sufrió un intento de asesinato.
El inocente y sufrido estudiante repetía de manera insistente que
no identificaba al pandillero de la fotografía, por lo que un policía, ya
enfurecido por las constantes negativas, le ordenó que caminara hacia el
borde de una peligrosa barranca. Otro miembro del cuerpo policial dijo:
“Te voy a dar una última oportunidad, niño cagado, debes señalarme
cuál es el lugar donde la pandilla se reúne; decime dónde se esconden”.
La respuesta fue la misma, Lito negaba conocer información sobre la
pandilla, por lo que un uniformado se le acercó desde atrás para colo-
carle una bolsa platica sobre la cabeza hasta apretarla con violencia para
asfixiarlo una y otra vez durante unos veinte largos y eternos minutos.
Otro hombre vestido de civil le preguntó una vez más por el para-
dero de los pandilleros, mientras otro le daba puñetazos en el estó-
mago. Desesperado, afirmó que había escuchado que sus vecinos en el

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La maldad en la escuela salvadoreña: narrativa violenta
de las “Maras” en el sistema educativo de El Salvador

barrio habían dicho que los pandilleros huyeron hacia una de las casas
abandonadas que se encontraban por el camino que conduce al río. Los
policías le tomaron la palabra y fueron a buscar, con Lito como si de
un guía se tratase. Al llegar al lugar señalado por Lito no encontraron
nada. Se sintieron engañados y creyeron que Lito les estaba escondiendo
valiosa información para impedir el hallazgo de los pandilleros prófugos
que habían emitido la orden de asesinato contra el célebre docente. De
regreso y en forma de venganza por el supuesto engaño de Lito, decidie-
ron llevarlo al cuartel policial donde le metieron la cabeza en el interior
de un barril lleno de agua en repetidas ocasiones.
La amenaza de muerte de los policías contra Lito seguía repitién-
dose. Uno de los uniformados que estaba al frente del interrogatorio
tomó unos residuos de excremento de perro, que ya estaban deshidrata-
das por el sol de cuatro días, el agente policial los tomó con sus guantes
y le pidió a Lito que abriera la boca, a lo que este se negó. Otro de los
policías le pegó una patada en el pecho y su boca se abrió buscando una
bocanada de aire, lo cual fue aprovechado para introducir la porquería
en la boca de Lito.
El joven fue salvajemente golpeado y arrojado el suelo para saltar
sobre él. Después le apretaron los ojos con tanta fuerza que Lito pensó
que se los sacarían. Fue una de las torturas que más dolor le causaron. Los
policías le repetían que lo iban a matar, que nadie en ese lugar desolado
escucharía sus lamentos. Lito solo pensaba en lo más profundo de su ago-
nía que después de haber escapado de los pandilleros, ahora era un prisio-
nero de la policía y los miembros del ejército que acompañaban a estos.
Mientras todo eso ocurría, una ambulancia de la Cruz Roja brindaba
atención médica al Profesor Mario mientras era trasladado a un hos-
pital; la hija mayor del Profe Mario, Susana, acompañaba a su padre y
escuchaba como este le ordenaba buscar a Lito en la sede policial, ya que
consideraba que Lito sería inculpado injustamente por las autoridades.
El proceso de la tortura a Lito duró más de tres horas. La captura de
Lito fue reportada en el puesto policial después de las tres de la tarde.
Casi al final de esa tarde, Lito les pidió que lo mataran o que lo dejaran el
libertad, que lo acusaran de lo que fuese pero que terminaran su calvario
y martirio. Un sargento policial argumentó que no valía la pena gastar

221
Alexander Oliva

balas en él, que lo matarían poco a poco hasta que su vida se apagara
como una llama de cerillos. Fue justo en el momento en que subían a Lito
a una patrulla cuando apareció Susana, quien exigió a las autoridades
dejaran en libertad al joven; sin embargo, el sargento dijo que Lito sería
acusado por el delito resistencia a la autoridad. Allí le colocaron unas
apretadas esposas, que lo hirieron con su metálico e insistente abrazo,
por lo que Lito pasó en prisión, junto a adultos, tres días, hasta que lo
liberaron, gracias a la denuncia que Susana interpuso en la oficina de la
Procuraduría de Derechos Humanos. Al salir de la cárcel, Lito fue asis-
tido en el hospital Benjamín Bloom, el cual brinda atención a menores
de edad, pero una infección en el pulmón derecho condujo a la repentina
muerte de Lito; infección que fue provocada por los golpes que recibió.
Así acabó la vida de un joven estudiante que truncó su formación debido
al control territorial, el miedo y la violencia con que operan las pandillas
en muchos centros educativos en El Salvador.

222
Vamos a andar

Yoanka Rodney Rodríguez1


Mirta García Leyva2

Resumen

Algo más de diez años han transcurrido desde que el Centro Nacional
de Educación Sexual (cenesex) de Cuba, inició vez su campaña nacio-
nal contra la homofobia y la transfobia. En 2017, la campaña suscitó el
debate público acerca de la violencia escolar por homofobia y transfobia,
la responsabilidad de los profesionales de la educación y del sector de
educación en la prevención de dicha problemática. A la vez, estimuló a
quienes forman parte del Proyecto estudio sobre el Bullying homofó-
bico en instituciones educativas cubanas, de la Universidad de Ciencias
Pedagógicas “Enrique José Varona” a acercarse a las historias de vida,
miedos y esperanzas de aquellas personas que durante su paso por las
instituciones educativas han vivido situaciones de acoso escolar por su
aparente o real orientación sexual e identidad de género.
El presente trabajo se apoya en algunos testimonios que son impo-
sibles de ignorar, los cuales pueden servir de reflexión, aprendizaje y
experiencias con el fin de aunar esfuerzos en la lucha contra la homofo-
bia y la transfobia en las instituciones educativas. Tiene como objetivo
fundamentar la responsabilidad de la educación en el contexto escolar

1. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, Cuba. yrodney75@gmail.


com.
2. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, Cuba. emmanueldejesus@
cubarte.cult.cu.

223
Rodney Rodríguez y García Leyva

educativo cubano en la prevención del acoso escolar por homofobia y


transfobia.

Palabras clave: acoso escolar, orientación sexual, identidad de género

Abstract

A little more than ten years have passed since the National Center for
Sexual Education (cenesex) of Cuba, began for the first time its national
campaign against homophobia and transphobia. This 2017, the cam-
paign, provoked the public debate about school harassment for hom-
ophobia and transphobia, the role of education professionals and the
education sector in the prevention of this problem. At the same time it
stimulated those who are part of the Project study on “Homophobic Bul-
lying in Cuban Educational Institutions”, of the University of Pedagogical
Sciences “Enrique José Varona” to approach the life stories, fears and
hopes of those who during their passage by educational institutions have
experienced situations of school bullying for their apparent or real sexual
orientation and gender identity.
The present work is supported by some testimonies that are impos-
sible to ignore, which can serve as reflection, learning and experiences in
order to join efforts in the fight against homophobia and transphobia in
educational institutions. Its objective is to support the role of education
in the Cuban educational context in the prevention of school harassment
for homophobia and transphobia.

Keywords: bullying, sexual orientation, gender identity

224
Vamos a andar

Introducción

El mundo es como es y no como uno quiera que sea, a


veces no se logra lo que más tú deseas en la vida, yo me he
resignado, pero si pudiera cambiar el mundo hubiese pre-
ferido ser mujer que hombre, hubiese sido más feliz desde
todo punto de vista.

Paciente/Adolescente
Clínica del Adolescente de Cuba

A lo largo de la historia de la humanidad se puede encontrar evidencia


de la expresión de la conducta sexual de lo que se llama hoy homose-
xualidad y transexualidad. Estas expresiones han estado presentes con
características inherentes a cada sociedad, cultura y régimen político
existente. En todas las épocas, y en no pocas ocasiones, fueron aceptadas
y alabadas. En otras, sancionadas, perseguidas, castigadas y condena-
das, según influyeran sobre ello las buenas costumbres, la moda y sus
cambios y los movimientos cívicos.
Siempre presente con independencia del trato que se le diera, un
denominador común, mantenido en el tiempo y hasta la actualidad, el
gusto, el deseo, el enamoramiento y la construcción de amor hacia las
personas del mismo sexo; su causa/origen ha sido motivo de múltiples
hipótesis y teorías, patologizadoras unas, otras como expresión de dere-
cho, de diversidad sexual, unas buscan su origen en lo biológico, lo here-
dado, y otras lo ven como un constructo social.
La división y la contraposición de cualidades y modos de conductas
supuestamente inherentes solo a los hombres o a las mujeres, a partir
de estereotipos de género sexistas, limitan a ambos sexos en el desarro-
llo pleno de sus posibilidades y potencialidades personales y sociales
en todas las dimensiones de la vida y suelen convertirse en fuente de
conflictos y trastornos en la vida sexual. Lo cierto es que las personas
que expresan una orientación sexual e identidad de género afectiva no
heterosexual en la búsqueda de su placer y de su plenitud emocional han
vivido en carne propia, junto a familiares y amistades, la discriminación.
Al respecto, Cuba no ha sido una excepción. “El pueblo cubano, here-
dero de una rancia cultura patriarcal, como tantos otros de los países

225
Rodney Rodríguez y García Leyva

de la región, ha transitado por momentos de franca intolerancia ante


las sexualidades no heteronormativas” (Garcés, 2015, p. 32). La familia
heteronormativa existente, y la escuela como parte y reflejo de las socie-
dades patriarcales, históricamente han constituido dos de los lugares
de educación y aprendizaje que reproducen y multiplican los modelos
sociales sexistas.
Los patrones culturales relativos a la masculinidad y la femini-
dad que aún suelen observarse en el hogar, la comunidad y la escuela,
tanto en el aula como en el receso y en todas las actividades escolares y
extraescolares, tienen un fuerte impacto en el desarrollo de niñas, niños,
adolescentes y jóvenes, ya que influyen profundamente en el desarrollo
de la personalidad y su esfera psicosexual, lo que se manifiesta en el
comportamiento del estudiantado al responder a construcciones socia-
les distorsionadas, ajenas a la personalidad y a la sexualidad, las que se
adquieren desde la infancia temprana en la familia y son reforzadas en
la escuela y en la sociedad a lo largo de toda la vida.
Sin embargo, se ha demostrado que tales manifestaciones sexistas
son susceptibles de transformación, a través de formas de educación
de la familia con perspectiva de género, que propicien el desarrollo de
modos de relación de ambos sexos más equitativos, flexibles, abiertos
y auténticos.
Ante este panorama, desde hace varios años se iniciaron en Cuba
estrategias en función de trabajar a favor de la libre y responsable orien-
tación sexual e identidad de género. Desde el año 2007 la dirección del
Centro Nacional de Educación Sexual (cenesex) impulsa actividades en
favor de la diversidad, y las más visibles son las que se producen en el
marco de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia,
las cuales cada dos años abordan un espacio en particular y permiten la
discusión, el debate, la sensibilización y la reflexión sobre la problemática
de las personas lesbianas, gay, bisexuales, transexuales y travestí (lgtb)
en las diferentes esferas de la vida, la familia, la escuela, la comunidad,
el trabajo y la sociedad en general.
El tema sobre la violencia homofóbica y transfóbica en las escuelas
rara vez estuvo en el debate público de la sociedad cubana; sin embargo,
en 2017 la 10a Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia,

226
Vamos a andar

bajo el lema “Por escuelas sin homofobia y transfobia”, generó que, en


los medios de comunicación y redes sociales, especialistas y cibernautas
expusieran sus puntos de vistas, reflexionaran e intercambiaran sobre
la problemática, propusieran y promovieran normas e iniciativas para
prevenir el fenómeno o manifestaran su rechazo al tema.
Reflexionar hoy sobre el contraste de opiniones y las aportaciones
que el debate público acerca de la violencia por homofobia y transfobia
en las escuelas produjo es una oportunidad de incuestionable valor. Per-
mite incidir en la formación del profesional de la educación y de manera
particular enriquece las investigaciones que se desarrollan en el proyecto
“Estudio sobre el bullying homofóbico en instituciones educativas cuba-
nas”, que dirige la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José
Varona” de La Habana. Todo ello pone en evidencia la necesidad y la
importancia de trabajar esta temática poco visibilizada y aún incompren-
dida en Cuba. Por estas razones vamos a andar en este capítulo a través
de las voces de aquellas personas que decidieron contar sus vivencias
por su tránsito por alguna institución del sistema educativo cubano;
pondremos a relieve sus miedos, sus angustias, sus sueños y, sobre todo,
su capacidad de salir adelante en el empeño de lograr una sociedad más
justa, equitativa y más unida.
Como parte del proceder metodológico se utilizó el método de
estudio bibliométrico, se consultaron tres periódicos nacionales en sus
versiones digitales (Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores); dos
portales (Cubasí e ips) y el blog (“Cartas desde Cuba”). Entre los resul-
tados se destaca el contraste de opiniones acerca del tema de la cam-
paña, evidencia algunas formas en las que se manifiesta la homofobia y
la generación de nuevas ideas o aportaciones que reafirman la necesidad
de establecer canales de diálogo ciudadano sobre temas dirigidos a la
diversidad sexual, en particular la transexualidad, otras formas de acoso
en las escuelas y la formación de valores.
El debate público sobre la violencia homofóbica y transfóbica que
se produce en las escuelas no buscó llegar a acuerdos ni consensos, pero
generó un abanico amplio de opiniones que deben tenerse en cuenta en
la formación del profesional de la educación, como la sensibilización, la
visibilización y la prevención del fenómeno, el trabajo con la familia y

227
Rodney Rodríguez y García Leyva

el oferta de programas de formación en temas sobre la educación de la


sexualidad, la diversidad sexual, la homofobia y la transfobia desde la
formación inicial y permanente.

Desarrollo

Toda la sociedad occidental, como queda claro en El origen de la familia,


la propiedad privada y el Estado, es patriarcal desde los propios comien-
zos de la historia conocida. En todas han existido estructuras sociales
jerárquicas en las cuales los de más arriba han controlado a los de más
abajo por medio de la violencia y la amenaza. Estas estructuras y prácti-
cas se extendieron a los diferentes contextos sociales como las familias,
las escuelas y las relaciones entre hombres y mujeres; y se estableció una
clara delimitación jerárquica que desfavorece a la mujer y niega cualquier
manifestación erótico-afectiva no heternormada.
La sexualidad es una dimensión fundamental de cada sujeto en la
construcción de su identidad personal y en la interacción con otros en
sociedad. Está mediada por relaciones de poder heterosexistas, impues-
tas y normadas en cada cultura durante siglos, las cuales desconocen el
carácter fluido y cambiante de la sexualidad. Así como los argumentos
y hechos que demuestran que lo normal es la existencia o coexistencia
de múltiples expresiones de la sexualidad que han sido discriminadas
y desafían el conjunto de prácticas culturales, legales e institucionales
que mantienen el enfoque normativo de la existencia de dos géneros, en
correspondencia con el sexo biológico, y que la atracción sexual entre
estos géneros es lo natural o lo socialmente aceptable (Butler, 2007).
A cada persona, al nacer, se le asigna un sexo con su correspon-
diente identidad de género como el primer criterio de identificación del
sujeto. Este hecho, en interacción con los factores biológicos genéticos,
epigenéticos, hormonales, cerebrales y socioculturales constituye, un
aspecto central del desarrollo psicosexual de cada ser humano, y entre
todos conforman la noción del mundo y de sí mismo de cada sujeto a lo
largo de la vida, incluidas la identidad de género y la identidad sexual.

228
Vamos a andar

La identidad de género es la convicción personal y privada que tiene


el sujeto sobre su pertenencia a un género . Es decir, es la “autoconciencia
de ser mujer o varón. Se manifiesta en la forma de percibir, interiorizar
e internalizar el sexo de pertenencia. Esto se traduce en sentimientos,
comportamientos y actuaciones que van más allá de la imagen corporal”
(Reich, citado por Ayensa, 2007). Define el grado en que cada persona se
identifica como masculina o femenina o alguna combinación de ambos.
Es el marco de referencia interno, construido a través del tiempo, que
permite a 1os sujetos organizar un autoconcepto y comportarse social-
mente en relación con la percepción de su propio sexo y género (ops, oms
y was, 2000).
En las sociedades patriarcales se organiza la reproducción, la sexua-
lidad y la división sexual del trabajo a partir del sistema sexo/género/
deseo, pero lo cierto es que existen personas que sienten una atracción
erótico-afectiva hacia las personas de su mismo sexo (homosexuales:
lesbianas y gays) y las que son atraídas por las personas independien-
temente de su sexo (personas bisexuales). Hay personas que se identi-
fican con un sexo diferente o que expresan su identidad de género de
manera diferente al sexo que le asignaron al nacer (personas trans).
Así hay como las que se sienten cómodas en su identidad de género
(en su identidad de hombres o mujeres) y no quieren cambiarla, pero
no siguen las normas de masculinidad o feminidad hegemónicas. “Es
decir, las personas que no son trans- pero cuya expresión del género va
a ser diferente de lo que se espera de ellas como niñas, niños, hombres
o mujeres (Pichardo y otros, 2015, pp. 10-11).
La orientación sexual y la identidad de género son constructos bio-
médico-normativos de la modernidad y, aunque es difícil cuantificar
cuántas personas no heterosexuales existen en el mundo, lo cierto es
que históricamente han sido objeto en muchos casos de discriminación
y exclusión social, debido al “esquema de pensamiento dualista que
históricamente ha caracterizado a la cultura occidental (mente-cuerpo,
naturaleza-cultura, sujeto-objeto, biológico-social), -donde- la dicoto-
mía hombre-mujer, masculino-femenino es una de las más resistentes
al cambio” (Castro, 2017, p. 1), lo que ha propiciado la existencia de
múltiples hipótesis y teorías patologizadoras que interpretan las identi-

229
Rodney Rodríguez y García Leyva

dades de género y las orientaciones sexuales no heteronormativas como


enfermedad, y refuerzan los estereotipos que conducen al rechazo, la
discriminación, la exclusión social y la violencia.
Ante este panorama, los comportamientos y las conductas de las
personas que expresan una sexualidad no heterosexual en muchos casos
se consideran desviadas, anormales, patológicos y perversos. Ello tiene
consecuencias nefastas y hace experimentar a esas personas vivencias
angustiosas junto a sus parejas, familiares y amistades, en la búsqueda
de su placer y de su plenitud emocional, a la vez que obstaculiza su inte-
gración a la vida social, a la participación y al acceso en igualdad de con-
diciones y oportunidades a la salud, la vivienda, el trabajo y la educación.
Por ello se considera que la división y la contraposición de cualidades
y modos de conductas supuestamente inherentes solo a los hombres o a
las mujeres, a partir de estereotipos de género sexistas, limitan a ambos
sexos en el desarrollo pleno de sus posibilidades, potencialidades perso-
nales y sociales en todas las dimensiones de la vida, y suelen convertirse
en fuente de conflictos y trastornos en la vida sexual. Por ello es urgente
propiciar en todos los espacios el debate sobre este tipo de discrimina-
ción y sus posibles soluciones; uno de ellos, sin duda a equivocaciones,
es el ámbito educativo.

El contexto cubano: la homofobia y la transfobia

Desde el triunfo de la Revolución, en 1959, en Cuba, se evidenció la


voluntad política por parte del Estado y el gobierno para enfrentar todas
las formas de discriminación. No obstante, no se puede olvidar que la
población cubana es heredera de una rancia cultura patriarcal y, como
otros países de la región, “ha transitado por momentos de franca into-
lerancia ante las sexualidades no heteronormativas” (Garcés, 2015, 32),
lo que obstaculizó el cumplimiento del principio de justicia social y de
respeto pleno a la dignidad humana para aquellas personas que no enca-
jaban con las normas de género y sexualidad hegemónicas. Lo anterior
trajo penosas consecuencias para estas personas, entre ellas que en 1971
en la declaración final del Primer Congreso Nacional de Educación y

230
Vamos a andar

Cultura se hiciera un llamado a impedir que los homosexuales laboraran


en el ámbito de la educación (resolución abolida en 1975, por orden del
Tribunal Supremo, sobre la base de su carácter inconstitucional), y se
propiciaran diversos procesos discriminatorios en las filas de las orga-
nizaciones políticas cubanas (Castro, 2017).
Lo anterior fue posible debido a que:

esa intención política y su traducción a acciones concretas de inclusión social estu-


vieron constreñidas por los límites teórico-ideológicos que guiaron el proceso revo-
lucionario cubano y su comprensión de las desigualdades y las exclusiones. En el
caso específico de las identidades de género y la transexualidad, en sentido general,
tales límites pueden describirse con tres elementos básicos: a) el predominio a nivel
institucional, de una concepción binaria, heteronormativa y de anclaje en el sistema
sexo-género que patologiza, estigmatiza y penaliza; b) la sólida instalación en la psi-
cología cotidiana de esta concepción; c) cierto grado de invisibilización o pérdida de
relevancia en las acciones de cambio relacionadas con los grupos sociales de orienta-
ción sexual e identidad de género que no normativas, lo que respondía a también al
predominio del enfoque clasista internacional de la emancipación (Castro, 2017, 27).

Cuando en 1972 lo especialistas del Grupo Nacional de Trabajo de Educa-


ción Sexual (gntes), actualmente cenesex, diagnosticaron el primer caso
de un cubano atrapado en el cuerpo de una mujer, como transexual, que
solicitó atención institucional. En Cuba se creó la comisión multidisci-
plinaria para la atención a estas personas, y veinticuatro años después se
procedería, en 1996, al cambio de nombre en su carné de identidad, para
facilitar su integración social. Desde entonces mucho se ha avanzado
en materia política, de salud y educativa en los temas que se relacionan
con la diversidad sexual y el derecho de quienes trasgreden las normas
de género y sexualidad.
Para finales de la primera década del presente siglo comenzaron a
darse pasos por parte del gobierno cubano, en un plano internacional, en
función del reconocimiento de los derechos de las personas lgtb, al fir-
mar la declaración presentada ante la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 18 de diciembre de 2008, que se refiere a la diversidad sexual
como parte de los derechos humanos, y además se insta a los gobiernos a
tomar medidas para que la orientación sexual y la identidad de género no
sean penalizadas, en particular como ejecuciones, arrestos o detenciones.
En marzo de 2011 Cuba respalda la «Declaración conjunta para
poner alto a los actos de violencia, y a las violaciones de derechos huma-

231
Rodney Rodríguez y García Leyva

nos relacionadas, dirigidos contra las personas por su orientación sexual


e identidad de género», presentada ante el Consejo de Derechos Huma-
nos en Ginebra. Y en el 29 de enero de 2012 se aprueba en la Primera
Conferencia del Partido Comunista de Cuba (pcc), en particular, los
Objetivos de Trabajo (55, 56 y 59), los cuales se refieren a la necesidad
de luchar contra un grupo de prejuicios y actos discriminatorios dentro
de los que se encuentran los referidos a orientación sexual identidad
de género y rol de género . Lo anterior se ratifica años más tarde, en
2016 en la Conceptualización del Modelo Económico Social Cubano de
Desarrollo Socialista, en su capítulo 1, en los Principios que sustentan
el modelo y sus principales transformaciones (artículo 68) y en el eje
estratégico: Desarrollo Humano, Equidad y Justicia (artículo 213). De
esta manera se evidencia la voluntad política y el posicionamiento del
tema en las filas del pcc.
A pesar de lo mucho que se ha avanzado en materia política y edu-
cativa en los temas que se relacionan con la diversidad sexual y el dere-
cho de quienes trasgreden las normas de género y sexualidad, todavía
persisten conductas en niños, niñas, adolescentes, jóvenes, miembros
del profesorado y de la comunidad educativa en general que inciden de
manera negativa en el ejercicio pleno de la ciudadanía y en el respeto a
los derechos (Rodríguez y Estévez, 1996; Rodríguez, García y Alfonso,
2007; Castro, 2014). Aunque se conoce sobre el sufrimiento de estas
personas en su trayecto por el sistema educativo, la búsqueda de litera-
tura científica sobre la violencia homofóbica y transfóbica en las escuelas
cubanas permitió comprobar que en Cuba las investigaciones sobre la
temática son escasas.

En las escuelas se rechazan a los que tienen una “orientación sexual o identidad de
género no heteronormativa”... mire usted, qué manera de enredar el término homo-
sexualidad. Es cierto, eso está mal, ¡muy mal! Pero se hace lo mismo con los feos, los
que usan espejuelos, los que tienen algún problema ortopédico, los brutos, los que
escuchan música no “reggetonizada”, los que no les gustan las fiestas, los que no se
buscan novias, los flacos, los gordos y nunca. No se habla del día de los hombres y
mucho menos de un día del orgullo heterosexual por solo poner dos ejemplos (Crash,
Bullying: Pocos segundos para un gran maltrato, Alina M. Lotti/CubaSí).

El testimonio anterior permite reconocer que ciertamente, existe rechazo


e incomprensión sobre la violencia homofóbica y transfóbica que se pro-

232
Vamos a andar

duce en las escuelas, así como las que se vinculan a otras formas de acoso
en este contexto. Esta opinión corrobora lo planteado por Castro hace
algunos años

las culturas dominantes no admiten otras variantes de género que no sean las rela-
cionadas con su funcionalidad reproductiva. Por eso se reconocen solo dos maneras
sexuadas de existir, en femenino o en masculino, representadas por nuestros genitales
para obtener la correspondiente carta de identidad. En este esquema de pensamiento
quedamos todas/as apresados/as, con limitadas posibilidades para comprender las
diferentes maneras de existir como especie sexuada (2008, 5).

No obstante, existen, aunque pocas, investigaciones que de forma indi-


recta o directa lo abordan. Algunas de ellas se pueden encontrar en
mayor proporción en la revista Sexología y Sociedad, del cenesex, y sus
contenidos se agrupan en diversas temáticas: el sexismo en la escuela
(Rodríguez y Estévez, 1996); dirigidos al derecho a la libre orientación
sexual (Pereira, 2007); la responsabilidad de la familia en la aceptación
de los miembros que tienen orientación e identidad sexual diferentes a
la heteronormativa (González, 2010; Alfonso, 2012; Hernández, 2012);
políticas públicas sobre violencia escolar en Cuba: entre lo jurídico y la
realidad (Rodney y García, 2014) y la homosexualidad en Cuba (Darcout,
2014; Garcés, 2015).
Otras investigaciones que abordan la temática provienen del campo
de la psicología y la psiquiatría, y en nuestra opinión son las que más apor-
tan a la investigación del acoso escolar por homofobia y transfobia, por
brindar evidencia científica de la existencia de la problemática en escuelas
cubanas; como ejemplo se puede citar la realizada por el equipo multidisci-
plinario de la Clínica del Adolescente entre 1999 y 2012, la cual revela que,
de 1,382 pacientes remitidos a consulta de sexología durante el periodo
antes mencionado, 254 fueron diagnosticado con alguna disconformidad
con el género y su familiares informan que hijos e hijas sufrieron rechazo
sistemático y maltrato en las escuelas (Hernández, 2012). A su vez un
estudio descriptivo retrospectivo a 27 transexuales, realizado en colabora-
ción entre el cimeq y el cenesex durante más de dos años, hace referencia a
pacientes que fueron víctimas de burlas por parte de sus coetáneos desde
la escuela primaria, y que abandonaron los estudios por esa causa en la
enseñanza primaria o en la secundaria (Rivas, 2007).

233
Rodney Rodríguez y García Leyva

Hasta el momento solo se han encontrado tres investigaciones


puntuales que de forma directa abordan el acoso escolar por homofobia
(Rodney y García, 2014 y 2015; Rodney, García, Rodríguez y Valle, 2015),
todas ellas realizadas por especialistas de la ucpejv . Lo cierto es que todas
ellas de una forma u otra aluden a que en la escuela tradicional, como
parte y reflejo de la sociedad patriarcal, se reproducen y multiplican los
modelos sociales sexistas, en los cuales los patrones culturales relativos
a masculinidad y feminidad suelen observarse en sus diversos espacios
y actividades. Por ello es necesaria su atención para la prevención de
dicha problemática.

El contexto educativo cubano: historias y debates sobre


el acoso escolar por homofobia y transfobia

En Cuba, el derecho a la educación parte de la Constitución de la Repú-


blica, en la cual se garantiza como un derecho de todos, y constituye un
proceso social, organizado y dirigido a partir de entender la sociedad
cubana como educadora en su esencia. Pero ser tratado con dignidad y
respeto es un derecho que cotidianamente se violenta en la sociedad, la
familia y la escuela. En este último contexto, la escuela, profesionales de
la educación, miembros del estudiantado y de la comunidad educativa
recrean patrones y modelos de relaciones sociales que se apoyan en el
empleo de la violencia para cumplir con la función educativa.
Es mediante la educación que las personas adultas, y en corres-
pondencia con el sexo, ofrecen a niños y niñas desde edades tempranas
modelos socialmente establecidos sobre la masculinidad y la feminidad
estereotipados, los que influyen en el desarrollo de la personalidad y
en la esfera psicosexual. Estos modelos, en muchos casos, se apoyan
en enfoques que originan relaciones de fuerza, poder y subordinación
entre los sexos y generan diversas formas de discriminación, a la vez que
normalizan comportamientos sexuales contrapuestos y polarizados entre
las personas de sexos diferentes, los que conducen inadecuadamente a
separar y contraponer a las hembras y los varones en mundos separados
y opuestos.

234
Vamos a andar

La división y la contraposición de cualidades y modos de conduc-


tas supuestamente inherentes solo a los hombres o solo a las mujeres,
a partir de estereotipos de género sexistas, limitan a ambos sexos en
el desarrollo pleno de sus posibilidades y potencialidades personales
y sociales en todas las dimensiones de la vida y suelen convertirse en
fuente de conflictos y trastornos en la vida sexual (Rodríguez, 2005, p.
1). Por ello uno de los problemas sin resolver en la escuela y por cierto a
nivel social en general es la discriminación y la violencia que se cometen
contra aquellas personas que desafían los patrones de masculinidad y
feminidad hegemónicos.

Desde mi infancia he buscado la manera de ser un poco feliz. He llorado, he tenido


que decir y luchar por vivir, por llegar a ser un poco más, por decir todo lo que siento.
Ha habido verdades que he tenido que callar, porque el tiempo pasa y la vida me exige
un poco más sin importar mis condiciones y mis limitaciones. Y frente a los retos y
desafíos se acumulan mis fracasos y mis impotencias, sepultándome día a día, aunque
ame la vida y quiera vivir (Transexual de mujer a varón, tomado de Rodríguez, García
y Alfonso, 2007, p. 14).

El testimonio anterior invita a pensar cómo la historia de la infancia, de


la Sexología y la Psiquiatría, ofrece evidencia científica sobre la existencia
de personas que recuerdan que su problema de identidad comenzó tem-
prano en sus vidas cuando experimentaron vivencias angustiosas por ser
totalmente diferentes a 1os sujetos del mismo sexo, así como las vivencias
angustiosas experimentadas porque prefirieron jugar los juegos del sexo y
vestirse con ropas del otro sexo no por diversión, sino como expresión del
sentido de pertenecer al sexo que no les fue asignado al nacer, haciéndolo
en secreto y sintiéndose culpables y avergonzados por ello.
Para muchas personas es difícil comprender que existen niños que
desde muy temprana infancia afirman sentirse niñas o asumen en sus
juegos, conductas y estereotipos del género femenino, incluyendo ves-
tirse con ropas de su madre o hermanas. Practican juegos que desde lo
social no responden al binarismo de los géneros y que son asignados
como propios de las féminas. Jugar con muñecas es una actividad en las
que asumen el papel de madres u otros roles femeninos. Compartir el
juego con las niñas los complace y evitan los juegos más rudos del grupo
de niños. Suelen tener gestos y verbalizaciones femeninas, y en ocasiones

235
Rodney Rodríguez y García Leyva

manifiestan malestar con ciertas características de su cuerpo, como la


aparición de vello y la falta de pecho.
Por otro lado, están aquellas niñas que suelen comportarse como
niños. Afirman sentirse como tales y se niegan a usar ropas muy femeni-
nas. Evitan sayas y usan ropas que no marquen las siluetas de su cuerpo.
Prefieren jugar con varones esos juegos que la cultura patriarcal consi-
dera rudos o varoniles. Mientras que, en juegos con niñas, asumen roles
masculinos. Al iniciar la pubertad, manifiestan incomodidad especial-
mente en relación con el pecho, que tratan de ocultar adelantando los
hombros. En ocasiones, utilizan dos o tres camisetas amplias o suelen
llevar chaquetas cerradas en pleno verano. Lo cierto es que buscan cual-
quier mecanismo que les posibilite esconder y sujetar el pecho.
Las problemáticas descritas anteriormente se recogen en diversas
literaturas científicas y han recibido diferentes denominaciones, como:
disforia de género, inconformidad de género, trastorno de la identidad
sexual y trastorno de la identidad de género. Todas ellas tratan de expli-
car la incongruencia o discordancia que sienten algunas personas desde
la temprana edad entre el sexo asignado al nacer y la identificación psi-
cológica con el sexo al cual se sienten pertenecer. La cual se caracteriza
por un deseo irreversible, persistente y extremo de pertenecer a un sexo
diferente a1 asignado. Las personas que vivencian estas experiencias
sienten que la vida “les ha jugado una mala pasada”; que “la naturaleza
se equivocó con ellas”, y se sienten “atadas a un cuerpo que no les per-
tenece”, por lo que algunas demandan de manera persistente la cirugía
de adecuación genital para resolver la incongruencia existente entre el
cuerpo y la mente, mientras otras solo desean y reclaman un cambio en
su identidad legal y la asunción del rol correspondiente al sexo al cual
sienten pertenecer (Rodríguez, García y Alfonso, 2007, p. 13).
Acercarse a la problemática que viven niños y niñas que tienen un
trastorno de la identidad de género es un desafío para la familia, los pro-
fesionales de la educación y la sociedad en general. Esta es una temática
muy compleja y difícil ya que su expresión ocurre desde edades muy
tempranas. Para algunos especialistas las primeras manifestaciones de
estas incongruencias pueden aparecer a partir de los dos y cuatro años
de vida. No es previsible su evolución futura, se comporta de manera

236
Vamos a andar

idéntica en cada caso y genera angustia a la familia que no sabe qué


hacer, por lo que, ante estas situaciones, presiona a hijos e hijas hasta
con la violencia física y psicológica para lograr el cambio, adecuarlo a
como debe ser. Estas incomprensiones generan en las familias males-
tar, sufrimiento, angustia y depresión en estos niños y niñas, la cual se
prolonga a lo largo de su infancia.

Me sentí “incómoda” usando los uniformes. Por ello tenía problemas en las escue-
las. Fui rechazado por parte de mis compañeros y profesores. No me invitaban a los
cumpleaños de mis compañeros, se les prohibía jugar conmigo por mis “conductas
amaneradas” y era excluido de otras actividades escolares y extraescolares. Fui víctima
de violencia física, verbal y psicológica por parte de profesores y compañeros. Un día
un profesor me encerró en una habitación, me obligó a desnudarme y fui agredido
con un fuete. Otro día me obligaron a quitarme la camisa en el baño con los varones
presentes. No quería hacerlo por sentir vergüenza de mi cuerpo (Persona trans- de
hombre a mujer, Rodríguez, García y Alfonso, 2007).

Durante la pubertad las personas con trastorno de identidad de género


continúan experimentando cambios que se relacionan con la aparición
de 1os caracteres sexuales secundarios, los cuales provocan incertidum-
bre y aumentan la angustia, al estar identificadas con roles diferentes a
los asignados desde lo sociocultural. En ellas , la evolución es progresiva
y cambiante en el transcurrir del tiempo, y los cambios se manifiestan
también dentro de las familias primero, y después en el ambiente social.
Por lo común, tienen experiencias individuales de malestar que se vin-
culan con los prejuicios y estigmas sociales provenientes de ambientes
familiares, escolares y sociales. Con el tiempo descubren que no perte-
necen a su sexo y que serían más felices si pertenecieran al otro.
En la adolescencia, las personas con trastorno de la identidad de
género abandonan con mucha frecuencia al ámbito escolar, debido al
rechazo que produce su imagen corporal. En esta etapa de la vida son
más vulnerables a las burlas, que por lo general suelen ser muy crueles.
El uso de nombre como pajaritos, “hembritas”, “flojitos”, “tuercas” y
“pan con pan” son tan solo algunos de los tantos que se utilizan para
humillar a quienes en la escuela y en la comunidad desafían las normas
de género y sexualidad.
En esta etapa de la vida, “comienzan a automedicarse con hormonas,
con la intensión de acercarse al sexo deseado, aunque no siempre las dosis

237
Rodney Rodríguez y García Leyva

son las recomendadas, ni el medicamento elegido es el adecuado para


lograr el efecto esperado” (Rodríguez y otros, 2007, p. 14). Ello agudiza
el distanciamiento de la familia, porque no comprende que las personas
con trastorno de identidad de género expresan un deseo que va en contra
de las ideas básicas acerca de la existencia humana: forzar su existencia
como mujer u hombre . Por ende, se producen escenarios de violencia
que recorren rutas que conducen a la violencia física, psicológica y sexual,
por lo que algunos adolescentes abandonan su familia de origen y buscan
otros espacios “amigables” que en ocasiones suelen conducirlos a proble-
máticas antisociales que ponen en riesgo su salud y la vida.
Este sesgo hoy continúa presente en niños, niñas, adolescentes y jóve-
nes que no replican la norma binaria de género, lo que provoca malestar,
sufrimiento, violencia e infelicidad para ellos, ellas y la familia, dada la
necesidad que obliga desde lo sociocultural a construirlos como hombre
o mujer, sin tener en cuenta la variabilidad que se da en este proceso
de construcción, que se inicia en la más temprana infancia e incluso ya
expresado desde etapas prena tales. Todo esto significa para las familias
“una vergüenza”, un rechazo, porque “En mi familia nunca ha habido
maricones”, e incomprensiones debido a que “Yo tengo tres hijos a todos
los he criado igual, pero este es diferente”, y culpas, debido a que indaga
constantemente sobre “en qué se ha fallado, quién nos va a ayudar”.
Esta realidad hace pensar una vez más en el sufrimiento la realidad
de niños y niñas inconformes con su género con la finalidad de brindar
la educación , orientación y atención temprana con las familias y educa-
dores profesionales, así como prevenir la discriminación que estos niños,
niñas, adolescentes y jóvenes siguen antes de asumir su identidad en un
espacio de libertad; el doloroso proceso de aislamiento, marginalidad,
abandono temprano de los estudios, el incremento de los riesgos para
su salud psíquica y física, así como la violación de sus derechos sexuales
y humanos .
Otra situación similar la viven aquellas personas que tienen una
orientación sexual diferente a la heteronormativa; las denominan homo-
sexuales, y son víctimas de la homofobia, la cual “constituye un prejuicio
social construido culturalmente e interiorizado mediante la socialización
de los sujetos, y se expresa de forma continua” (Pichardo y otros, 2015,

238
Vamos a andar

pp. 12-13). En otras palabras, desafían las normas del sistema sexo-
género-deseo y sufren en carne propia el control y la incomprensión de
las masculinidades hegemónicas de la sociedad patriarcal.
A diferencia de las personas con trastornos de identidad de género,
las homosexuales no tienen conflicto con su físico, no los perturban sus
genitales. En general, solo piden que se les acepte como son y que no los
discriminen por su conducta sexual. Como se ha explicado, desde las
primeras edades, y en correspondencia con el sexo, las personas adul-
tas les ofrecen al niño y a la niña modelos diferenciados de educación
sexual encaminados a sostener los criterios de masculinidad y feminidad
aceptados por la cultura. En muchos de estos casos, esos modelos se
abordan desde una perspectiva discriminatoria y sesgada. Y, al estable-
cerse socialmente normas, actitudes, valores, formas de comportamiento
sexual estereotipados en la diferenciación de los roles de género, se con-
tribuye a una educación sexista y a un desarrollo parcial de la sexualidad
masculina y femenina que se expresa en todos los contextos sociales,
incluyendo en la escuela.

Amado era afeminado y gay (no estoy seguro si fuera del closet en aquel momento);
sin embargo, recuerdo bien los comentarios en el pasillo, en los dormitorios. Tenía un
diario en el que solía apuntar reflexiones sobre su vida, sobre sus deseos reprimidos
y alguna que otra anotación sobre chicos que le atraían. Tenía un diario que fue a
parar a manos de los compañeros de su cubículo. Las reacciones fueron violentas,
apaciguadas por las niñas de su aula que salieron en su defensa. Su taquilla fue sacada
para el pasillo. No sé qué habrá sido de su vida. Sé que vinieron sus padres. Sé que
hubo varias reuniones. Sé que pidió la baja (tomado de Facebook, 2017).

Las historias de vida siempre desbordan las representaciones que se


tienen sobre un asunto particular. En todas las que aquí se comparten
la situación se afrontó con violencia. Develan el sufrimiento de quienes
desde muy temprano experimentan vivencias angustiosas, las cuales se
inician primero en el hogar y continúan en la escuela y el medio social
en general. Demuestran que la discriminación por orientación sexual e
identidad de género ha recorrido un camino escabroso desde tiempos
inmemorables, que ha generado todo tipo de reacciones en diferentes,
y Cuba no ha sido una excepción. Que las personas hablen de sus senti-
mientos aunque puedan dar la impresión de ser personas débiles, posi-
bilita comprender las vivencias angustiosas que se padecen, y que ser

239
Rodney Rodríguez y García Leyva

diferentes no significa ser desiguales, así como que en la sociedad todavía


existen sujetos expropiados de derechos.

El debate público sobre el acoso por homofobia


y transfobia en las escuelas

Los cubanos si no llegamos nos pasamos, como en este tema —violencia homofó-
bica y transfóbica en las escuelas—. Es una cosa como si quisieran que todos fueran
homosexuales, que al parecer es lo normal. Es tanta la intensidad y propaganda,
que esa desproporción invisibiliza otros temas acuciantes de nuestra sociedad, se ha
empoderado mucho a este segmento poblacional, que espero sea minoría, porque si
no adiós mundo y adiós especie humana Otra cosa es que se respete esta orientación
o conducta, es el derecho de cada cual, pero de ahí a plantearla como casi la máxima
aspiración humana es una actitud nefasta y tan discriminatoria como lo que intentan
combatir. Me parece que se debe tratar, si lo quieren ver como algo natural, para mí
no lo es digan lo que digan, la ley biológica es hombre-mujer, lo otro es resultado del
cerebro humano, cuando es una opción o problema congénito cuando es hormonal
(mph, Bullying: Pocos segundos para un gran maltrato, Alina M. Lotti/CubaSí).

La deconstrucción de un sistema de pensamiento rígido que impulsa las


conductas homofóbicas y transfóbicas es un proceso complejo. Si a esta
situación se le suma la incomprensión y la falta de conocimiento sobre
una problemática tan sensible, entonces queda claro que el problema es
bien complejo. Se requiere entonces encausar la crítica y la creatividad
desde el conocimiento, la cultura, los saberes acumulados, el compro-
miso político y el diálogo responsable, así como la atención permanente
de las ciencias sociales., aunque, definitivamente, se perciben avances
si se realiza una rápida comparación con el panorama de hace diez años.
El bullying escolar no está necesariamente relacionado con el com-
portamiento homofóbico y transfóbico, es bueno que se toque este tema,
se debe comenzar por los educadores, que no lo deben permitir ni ser
partícipes del mismo, los niños son muy sensibles a esto, va desde el
bullying por el aspecto físico, los muy gordos o muy flacos, el dirigido a
quienes tienen problemas económicos, los que no usan ropas de marca, el
que se niega a fumar o quienes se niegan a intimar a esa edad, a quienes
no gustan del barullo y prefieren la tranquilidad, al menos inteligente
e incluso a los muy inteligentes se les aparta, son centro de burlas que

240
Vamos a andar

pueden ser muy hirientes, los educadores son máximos responsables y


se educa a los familiares de los acosadores, nadie nace siendo acosador,
considero que deben existir las medidas disciplinarias y legales al res-
pecto, la educación social es fundamental, pero debe estar apoyada por
sanciones legales, la sociedad nuestra debe aprender mucho, eso se educa
desde las primeras edades, luego podremos hablar de matrimonios en la
comunidad lgtb (rgc, entrevista en línea con el cenesex sobre la homofo-
bia y la transfobia en Cuba, Juventud Rebelde digital@juventudrebelde.
cu, 9 de mayo de 2017).
Desde 2007, el cenesex y el grupo TransCuba (red de personas trans-,
parejas y familias) celebraron, por primera vez en la isla, el Día Interna-
cional contra la Homofobia. Un año después, se iniciaron las celebracio-
nes de lo que hoy se conoce en el país como la Jornada Cubana contra
la Homofobia y Transfobia, “como parte de una estrategia educativa y
comunicacional más amplia, que desde entonces promueve el respeto
a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género como
ejercicio de justicia y equidad social” (Castro, 2017, p. 124), con lo cual
se contribuye a generar conciencia social en función de contribuir a la
comprensión por parte de la población de los objetivos y principios apro-
bados en la política del pcc en relación con el enfrentamiento y el rechazo
a la discriminación por orientación sexual e identidad de género.
Después de haber abordado en las campañas anteriores los temas
que se vinculan con las responsabilidades de las familias, los espacios
laborales y el activismo sindical en favor de los derechos de las personas
que no cumplen las normas de género y sexualidad, en 2017, y con una
sociedad cubana más tolerante, respetuosa e inclusiva, la 10a Jornada
contra la Homofobia y Transfobia se dirigió a las escuelas, bajo el lema
“Por escuelas sin homofobia y transfobia”, para colocar la mirada en la
violencia por homofobia y transfobia que puede afectar a las escuelas en
el debate público.
Para facilitar la comprensión de este trabajo, es importante destacar
que se asume como debate público el “intercambio ordenado de argu-
mentos y opiniones, entre personas de procedencias diversas y amplía
pluralidad, respecto a materias relacionadas con la colectividad y la polí-
tica” (Pindado y Rebollo, 2015, p. 31). El fin de esta actividad es incen-

241
Rodney Rodríguez y García Leyva

tivar en la ciudadanía contribuciones que puedan influir en su eficacia


y calidad y en la de los recursos públicos necesarios para su realización,
así como en la calidad del propio proceso democrático.
Se caracteriza por:
• Intercambio de argumentos y opiniones.
• El diálogo, la conversación y la palabra como instrumentos básicos.
• No es un canal de interlocución, negociación y consenso.
• El abanico de opiniones debe incorporar la diversidad y pluralidad
de la comunidad afectada.
• El objeto del debate siempre debe ser de contenido político.
• La finalidad es hacer aportaciones para influir e incidir en la mejora
de las intervenciones públicas o comunitarias, y mejorar la calidad
de la democracia.
• No hay que llegar a conclusiones consensuadas.
• No hay que votar para tomar decisiones.

Siguiendo lo planteado por Pindado y Rebollo, el debate público promo-


vido no es un canal de interlocución. No nace ni se promueve para que

los poderes públicos tengan alguien con quien comentar sus ideas o propuestas a fin
de llegar después a acuerdos o no. No es un espacio formal al que acuden las insti-
tuciones para captar o pulsar la opinión de determinados actores sociales. No es un
canal de negociación para llegar a acuerdos entre las partes interesadas (2015, p. 33).

De lo que se trata es de multiplicar y develar las diferentes aristas que


afectan a un grupo determinado de la sociedad y su realidad, en este
caso las personas que manifiestan una expresión de género y sexualidad
diferente a la hegemónica, con el fin de incorporar aportaciones diversas
y plurales.
Lo anterior permite colocar la mirada en la escuela y llamar la aten-
ción sobre la responsabilidad de las escuelas en la atención y la preven-
ción de la violencia por homofobia y transfobia. La existencia de eviden-
cias que corroboran que en el contexto escolar se producen situaciones
por estos motivos favorece el desarrollo de propuestas, reflexiones y toma
de decisiones que posibilitan de forma gradual cambios de conciencia y
transformación de comportamiento, aunque una parte de la población se

242
Vamos a andar

oponga y haga resistencias, por lo que será de vital importancia mantener


espacios diversos para el diálogo y construir consensos.
Las acciones emprendidas por el cenesex en su 10a Jornada contra la
Homofobia y la Transfobia, junto a la divulgación que se produjo sobre
el tema en publicaciones seriadas, como los periódicos Granma, Tra-
bajadores, Juventud Rebelde y los sitios CubaSí y Cartas desde Cuba,
por solo citar algunas, generaron un debate público cuyos resultados
muestran un contraste amplio de argumentos y producen resultados
diferentes y múltiples. Aunque el debate público no busca llegar a acuer-
dos de consenso o producir votaciones sobre las opiniones o la opinión
que más prevalece o se valora, sí posibilitó, al posicionar el tema de la
violencia por homofobia y transfobia en las escuelas, abrir un abanico
amplio de opiniones para después sintetizarlas en grandes bloques. Estas
opiniones son las que deben tenerse por las diferentes instituciones res-
ponsables para tomar las decisiones pertinentes y contribuir a la atención
y la prevención de la problemática.
A partir de lo anterior se puede señalar que el tema sobre la violencia
homofóbica y transfóbica en las escuelas en el debate público permitió
comprobar la necesidad del trabajo educativo que se requiere realizar
todavía en la sociedad, en las familias y, por supuesto en las escuelas.

Siento que en las escuelas se habla más de los derechos de los homosexuales que de la
reproducción humana (hombre-mujer). Si estoy equivocado, por favor ilumínenme
con sus conocimientos, pero los homosexuales no se reproducen. Si lo hacen no es
con su pareja y caemos en otro tema. Una sociedad que no se reproduce no crece y
me parece que ese problema ya lo tenemos bien complicado entre el envejecimiento
de la población y las parejas que solo quieren tener un hijo. Por favor, ya se ha hecho
bastante por los homosexuales, dejen ahora que ellos solitos se ganen las cosas. La
cosa redonda y amarilla que está en el cielo y alrededor de la cual gira nuestro planeta
es el Sol, no los homosexuales (Crash, cibernatuta, Bullying: Pocos segundos para un
gran maltrato, Alina M. Lotti/CubaSí).

El testimonio anterior hace pensar una vez más, y no por eso es reitera-
tivo, en el valor de la educación, las deficiencias del sistema educativo y
social, la complejidad de las relaciones humanas, así como la conducta
de las personas ante situaciones tan disímiles y placenteras como las
relaciones y preferencias sexuales. En este sentido, cabe señalar que el
Ministerio de Educación de la República de Cuba es parte importante

243
Rodney Rodríguez y García Leyva

de las acciones que se desarrollan en el enfrentamiento y el rechazo a la


discriminación por motivo de género, orientación sexual e identidad de
género, junto al Ministerio de Educación Superior, y ambos brindan su
apoyo a la estrategia educativa que desarrolla el cenesex; sin embargo,
no es posible pretender que los cambios se produzcan de manera auto-
mática, pues ellos dependen de los cambios que deben generarse en la
conciencia social.
La homofobia y el sexismo sirven para acosar e intimidar a niños,
niñas, adolescentes y jóvenes cuyos comportamientos rompen con las
normas de género y sexualidad, independientemente de su orientación
sexual e identidad de género. Lo anterior corrobora lo plateando por
las inglesas Askew y Ross en 1991, cuando advirtieron que “el sexismo
en la escuela constituye un microcosmo del sexismo en la sociedad”
(citado por González y Castellanos, 2003, 154). Este planteamiento per-
mite afirmar que las agresiones y formas sistemáticas de intimidación
contra niños, niñas, adolescentes y jóvenes que desafían las normas de
género y sexualidad constituyen una problemática universal que afecta
a la escuela, institución social que reproduce en un marco más pequeño
los problemas sociales que se producen en un plano más general de la
sociedad.
Manifestar orientación sexual e identidad de género diferentes a la
heteronormativa no es una enfermedad. Tampoco pone en peligro la
continuidad de la especie humana y la natalidad en ningún país, y, aun-
que “el porcentaje de personas no heterosexuales es difícil de cuantificar,
diversos estudios lo han situado entre el 3% y el 10% de la población”
(Pichardo y otros, 2015, p. 9).
La homosexualidad no es un desorden psicológico o una enferme-
dad; de hecho, actualmente no es percibida de este modo por la comu-
nidad científica internacional; tampoco “en sus manifestaciones exter-
nas no está obligatoriamente asociado a la reproducción de modos de
expresión y conducta del otro sexo, como por ejemplo el manierismo”
y “no constituye en sí misma una amenaza para la sociedad” (Gonzá-
lez y Castellanos, 2003, pp. 124-125). La homosexualidad, igual que la
heterosexualidad o la bisexualidad, es uno de los factores que definen la
identidad del ser humano; no es nunca una elección.

244
Vamos a andar

Los estudios sexológicos demuestran el carácter primariamente sano de todas las


expresiones diversas de la sexualidad y coinciden en plantear que la orientación sexo
erótica constituye un componente psicológico de la sexualidad que se manifiesta en la
personalidad y la entienden como la dirección que toma el impulso o deseo sexual y las
vivencias erótico afectivas, amorosas, hacia una persona del otro sexo, del mismo o de
ambos, que conforman la orientación heterosexual, homosexual y bisexual (Rodney
y García, 2015, 4).

Otro punto importante en el testimonio anterior devela la fuerza de los


mitos que se generan desde la cultura patriarcal, sus complejidades y
consecuencias. En el imaginario social está naturalizado que lo normal
son las relaciones heterosexuales y, por ende, quienes no cumplan el
mandato cultural de la función asignada: ser mujer es igual a ser madre,
ser hombre es igual a ser padre, pone en peligro la continuidad de la
especie limitando desde esta perspectiva la función erótico placentera
de la sexualidad.
Abordar la temática desde el contexto escolar tampoco significa
desconocer que la violencia homofóbica y transfóbica forma parte de
una problemática más general, la cual comprende la victimización de
personas cuyas características se apartan de las normas hegemónicas
que organizan rígidamente las dinámicas sociales, por ello en la escuela
muchas veces los miembros del estudiantado también son víctimas de
acoso escolar por motivo de imagen corporal, color de la piel, rendi-
miento académico, estatus social, estatura, entre otros.
Existen muchas dudas y preocupaciones por parte de la población
sobre la existencia del acoso escolar por homofobia y transfobia, así como
del abordaje de un tema tan polémico. ¿El Código Penal cubano tiene
en cuenta el bullying homofóbico y transfóbico en el ámbito escolar?
¿Hay acoso en las escuelas cubanas? ¿Cómo puede uno identificar a un
niño o niña víctima? ¿Es posible identificar también a quienes pueden
convertirse o son potenciales victimarios? ¿Por qué son las escuelas el
escenario principal de esta jornada contra la homofobia?

En Cuba no hay acoso escolar, todos los jóvenes nos llevamos bien y tenemos los mis-
mos ideales (Pablo/cibernauta, 16 de mayo de 2017, Época de sensibilidad humana y
transformaciones profundas, Yoanka Rodney/ Periódico Granma).

245
Rodney Rodríguez y García Leyva

Las dudas y el testimonio anterior obligan una vez más a compartir algu-
nas ideas. Como bien se expresa en el texto Abrazar la diversidad:

La primera dificultad que encontramos al trabajar este tipo de acoso escolar es la invi-
sibilización. Es común invisibilizar la presencia tanto de personal como de alumnado
lgtb en los centros educativos: la mayor parte de docentes no tiene en cuenta que en
cada aula es estadísticamente muy probable que haya estudiantes no heterosexuales,
trans o que viven en familias lgtb. Además, hay una tendencia a no identificar los casos
de violencia con un origen de homofobia o transfobia, bien porque no se perciben
como situaciones de discriminación (…) o bien porque no se pone de manifiesto la
homofobia que origina esa situación (Pichardo y Williams, 2015, 20).

En la actualidad, los avances científico-técnico permiten al ser humano


viajar fuera del planeta, realmente y de forma lamentable, es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio, y el cambio de mentalidad que se
necesita producir en algunas personas que rechazan defienden la discri-
minación por motivo de orientación sexual e identidad de género no se
alcanzará solamente con campañas de bien público y voluntad política,
debido a la consolidación de la cultura patriarcal. Por ello se necesita de
una acción integral y coherente en todos los niveles sociales para lograr
la transformación que tanto se necesita.
Se impone el desarrollo de una acción educativa a escala social que
no se perciba como impuesta. Sin duda alguna, en este empeño es esen-
cial el trabajo en las escuelas con la finalidad de educar a niños, niñas,
adolescentes y jóvenes en la importancia de respetar al otro y de que sea
capaz de disfrutar de manera libre y placentera su sexualidad.
La violencia homofóbica y transfóbica en las escuelas se enfrenta con
educación, prevención, aceptación, solidaridad y sensibilidad. También
al utilizar adecuadamente lo establecido desde el punto de vista norma-
tivo y legislativo en las instituciones educativas; al implementar correc-
tamente el reglamento escolar, que en Cuba prohíbe el empleo de burlas,
bromas groseras y palabras hirientes entre coetáneos. Otra forma de
enfrentar el acoso escolar es dar cumplimento al Programa Nacional de
Educación Sexual con Enfoque de Género y Derechos Sexuales, el cual,
entre sus contenidos esenciales, tiene abordar el tema de la violencia
de género sexual y en particular aquella que se produce por orientación
sexual e identidad de género. También se enfrenta comunicando a los
profesores y familiares las situaciones de acoso que se viven, para que

246
Vamos a andar

estos puedan actuar, y preparándolos adecuadamente en este tema tan


específico, teniendo en cuenta que muchas de las situación de violencia
que se producen dentro de las escuelas o en sus alrededores, incluyendo
las que se producen por motivo de homofobia y transfobia, no se denun-
cian y las victimas al callar la situación quedan a merced de sus agresores
sin recibir la ayuda necesaria.

En Cuba sí hay acoso escolar o bullying, yo lo viví en carne propia, nunca se lo he dicho
nadie...También conocí un muchacho de mi aula en la secundaria que fue víctima
de un bullying bien violento y prolongado, todo octavo grado, ya en noveno estaba
loco. De esto no se habla mucho o casi nada, solo el que lo sufre o ha sufrido lo sabe
(Anónimo, 17 de mayo de 2017, Época de sensibilidad humana y transformaciones
profundas, Yoanka Rodney/ Periódico Granma).

La escuela cubana se considera, o está llamada a ser, el centro cultural


más importante de la comunidad; entonces, el trabajo educativo a desa-
rrollar por esta agencia de socialización debe llegar a toda la población.
De igual modo, sus actividades se fortalecen con la colaboración de otras
agencias de socialización, la participación de los medios de comunicación
y de las instituciones de la sociedad civil.
Comprender el condicionamiento sociohistórico de la conducta
humana permite explicar que la violencia homofóbica y transfóbica que
afecta a las escuelas es un problema de la sociedad y la cultura, así como
explicar y relacionar la dinámica de la influencia de factores biológicos
y sociales, internos y externos, de la actividad y la comunicación que
caracterizan a los sujetos que emplean la violencia como medio para
resolver los conflictos o participan en ella, a partir de la compresión de lo
que Vygotsky definió como la ley genética general del desarrollo y la ley
acerca de la dinámica o situación social del desarrollo (Infante, 2007).
La ley de mediación de lo psíquico, la relación entre enseñanza-
desarrollo y las categorías vivencias, zona de desarrollo próximo, “los
otros” y niveles de ayuda, también son vitales para comprender la vio-
lencia homofóbica y transfóbica.
La ley genética del desarrollo postula que cualquier función en el
desarrollo cultural de los sujetos se manifiesta dos veces o en dos planos
diferentes, el primero:

247
Rodney Rodríguez y García Leyva

aparece en el plano social y después en el plano psicológico. En principio aparece


entre las personas como una categoría interpsicológica. Esto es igualmente cierto
con respecto a la atención voluntaria, la memoria lógica, la formación de conceptos
y el desarrollo de la voluntad (Vygotsky, 1995, p. 50).

Esto indica que existe una interacción dialéctica entre lo social y lo indi-
vidual en la cual el sujeto es un ente activo, constructor y transformador
de la realidad y de sí mismo, y no un simple receptor-reproductor; o sea,
la asimilación de la cultura y la formación de los órganos funcionales es
un proceso mediatizado y surge como resultado del dominio de los signos
en calidad de herramienta para guiar la conducta propia.
Para entender la relación entre factores individuales y contextuales
de los sujetos que se implican en situaciones de violencia homofóbica
y transfóbica hay que detenerse a valorar la edad, el sexo, situación
histórica específica, características de la situación económica y social,
generación a la que pertenece y familia en la que se desarrolla, lo cual es
necesario para comprender dichos comportamientos.
También, tener en cuenta la categoría vivencias; es fundamental para
comprender el comportamiento de las personas que actúan de manera
violenta, debido a que las vivencias posibilitan determinar de qué modo
influye sobre el desarrollo de los sujetos uno u otro aspecto del contexto
en el cual interactúa. Las vivencias constituyen un acto individual e irre-
petible, y tienen que ver con las huellas que deja en el sujeto; implican
determinar cosas de vida significativa.
Por ello es importante el trabajo de los mediadores sociales, de la
enseñanza y de la educación en el desarrollo y la formación de las gene-
raciones más jóvenes, por constituir mecanismos intermedios entre la
sociedad y el sujeto; en ellos se materializan todas las interacciones de la
persona, ya que se concreta la relación sociedad-individuo. En estos nive-
les intermedios cada ser humano recibe de manera singular y simultánea
las influencias sociales como inmediatas, y es ahí donde actúa de manera
individual o colectiva, reflejando los aspectos sociales más generales.
El vínculo de la escuela en estrecha colaboración con otros media-
dores sociales es esencial, y juntos pueden tributar a la sociedad una
educación para la equidad en todos los contextos y en particular en con-
textos desfavorecidos, para suprimir las desigualdades, combatir proce-

248
Vamos a andar

sos de exclusión social, promover la educación de calidad para todas las


personas, desarrollar la capacidad de diálogo y crítica y una educación
para la convivencia, la paz y los derechos humanos, así como elaborar
estrategias de transformación de conflictos y de convivencia en el aula
y en otros espacios, sobre la base del diálogo y el respeto mutuo, dentro
de la óptica de una escuela inclusiva.
En Cuba, hay consenso entre los investigadores del sector educativo
en cuanto a la importancia de la prevención como proceso educativo y
como actividad consustancial a la educación en todos los niveles del
sistema educativo. Por ende, no puede entenderse como suplemento
cuando ya existen problemas que conducen a la atención de niñas, niños
y adolescentes por la educación especial. Debe enfocarse en el aprendi-
zaje, la calidad de la salud y del comportamiento social del estudiantado,
al trabajo con la familia y la comunidad (Pérez, 2007).
Cuando se desarrolla una prevención oportuna se previene, contiene
y hasta se elimina la violencia que afecta al clima de convivencia y cama-
radería que ha de prevalecer en las escuelas. Realizar la prevención en la
escuela y desde ella supone considerar la atención integral con igualdad
de posibilidades y oportunidades a toda la diversidad del estudiantado,
lo que implica conocer bien, tanto sus características individuales como
las de su familia y valorar siempre las que inciden en la calidad del desa-
rrollo infantil para de esta manera proponernos las estrategias a seguir
convenientemente.
Desde esta perspectiva, las escuelas cubanas actuales exigen funda-
mentalmente al profesorado que, desde la autorrealización personal, el
respeto por sí mismos, hacia los demás, a los derechos de todos los seres
humanos, sin distinción alguna de raza, sexo o status social y el compro-
miso social, sean sensibles y capaces de orientar y guiar la educación del
estudiantado, por considerarlo punto de referencia, dado su modo de
actuar, y ejemplo de un sistema de valores donde se destaque la solida-
ridad, la responsabilidad en la labor educativa, la justeza y la dignidad.
Los adultos que supervisan, administran y trabajan en las escue-
las tienen el deber y la responsabilidad de proporcionar a las nuevas
generaciones entornos seguros y acogedores que apoyen y promuevan
su educación y desarrollo, así como asegurar que dicho desarrollo las

249
Rodney Rodríguez y García Leyva

prepare para la vida como adultos responsables, orientados por valores


como la solidaridad, la igualdad de género, la no discriminación y el res-
peto mutuo, y que asuman la obligación de proteger y educarlas contra
toda forma de violencia, sobre la base del marco jurídico que, tanto en el
ámbito internacional como en el regional y nacional, prohíbe el empleo
de la violencia en las escuelas y tomen las medidas necesarias para su
prevención.
Cuando el profesorado en ejercicio en ocasiones no trabaja la diversi-
dad en el aula, no supera el currículo oculto de la escuela tradicional que
conduce al aprendizaje de la sumisión y no se apoya en las normas desde
posturas democráticas que proporcionan un papel protagónico al estu-
diantado en su proceso de aprendizaje (Rodney, 2005), lo que trae como
consecuencia que algunos miembros del profesorado en determinados
momentos asuman conductas rígidas, autoritarias y no estimuladoras
al diálogo abierto.

…una buena parte de mi infancia en la que fui testigo de este fenómeno del bullying
(portuario, 25 de mayo de 2017, cibernauta, Granma, 17 de mayo de 2017, Época de
sensibilidad humana y transformaciones profundas).

Los resultados obtenidos en el análisis de los comentarios realizados por


los foristas invitan a pensar sobre lo que aún queda por hacer o conso-
lidar desde la formación profesional pedagógica; entre ellos se destaca:
• Necesidad de visibilizar las diferentes formas de acoso sin obviar las
que se producen por homofobia y transfobia.
• Responsabilidad del personal docente y todos los miembros de la
comunidad educativa en la prevención de la violencia por homofobia
y transfobia.
• Diseño, elaboración y recopilación de materiales educativos dirigi-
dos a la familia, el estudiantado y el profesorado.
• Promover metodologías que fomenten la interacción, la equidad, el
aprendizaje cooperativo y la responsabilidad como forma de preve-
nir cualquier tipo de violencia.
• Divulgar todas las normas que constituyen un recurso legal contra
cualquier tipo de discriminación en el sistema educativo, incluyendo

250
Vamos a andar

la violencia por homofobia y transfobia, debido a que cumplen una


función de protección del estudiantado.

Los profesionales de la educación son los máximos responsables de desa-


rrollar una labor educativa de calidad, y deben educar no solo a los miem-
bros del estudiantado implicado en situaciones de violencia homofóbica
y transfóbica. También hay que desarrollar una labor educativa dirigida
a los familiares y demás miembros de la comunidad educativa. Las leyes
cubanas consideran de manera general el principio de no discrimina-
ción; ellas deben aplicarse en cada uno de los casos que se requieran,
en función de evitar, neutralizar y eliminar las situaciones de violencia.
Se hace necesario, entonces, aportar un conocimiento científico sobre el
tema que de manera integral tenga en cuenta a la familia, al profesorado
y demás miembros de la comunidad educativa, para hacer a niños, niñas,
adolescentes y jóvenes menos vulnerables a la violencia homofóbica y
transfóbica. Pautar normas educativas institucionales contra cualquier
forma de discriminación por estereotipos de género, orientación sexual,
identidad de género u otra expresión transgenérica que pueda provo-
car la deserción escolar de la persona rechazada y adecuar la formación
pedagógica en función de prevenir cualquier manifestación de discrimi-
nación en las escuelas.
Es importante que el profesorado comprenda que, a pesar de la obra
impetuosa de la Revolución en la formación de toda la ciudadanía, las
dificultades objetivas y subjetivas no posibilitan la desaparición de la
violencia, se requiere, para alcanzarla, la realización de una batalla más
compleja y difícil que otras tareas, porque es imposible resolver el pro-
blema mediante leyes, pues significa luchar contra actitudes mentales,
condicionadas históricamente y enraizadas en gran parte de la pobla-
ción. La educación para la paz y los derechos humanos contribuye a
desnaturalizar la violencia por razones de orientación sexual, legitima la
intolerancia hacia prácticas discriminatorias y homofóbicas; fomenta la
integración social y el ejercicio de los derechos, a la vez que disminuye los
malestares que afectan la salud de las personas implicadas en situaciones
de violencia y la revictimización.

251
Rodney Rodríguez y García Leyva

Se conoce que durante la formación del sujeto en la sociedad es


posible advertir que las personas adquieren rasgos que hacen a unas
diferentes de otras. Muchas de estas cualidades son asimiladas a partir
de los patrones socialmente aceptados y tolerados. Es necesario que el
profesorado elabore nuevas construcciones que ayuden a flexibilizar los
roles de género y que se inicie un proceso de cambio que, en las acciones
educativas del aula y en la escuela donde se gesten espacios de interac-
ción, fomenten la paridad, la equidad, la colaboración y la participación
con perspectiva de género y derecho.
Las víctimas de la violencia por homofobia y transfobia suelen aban-
donar la escuela de forma temprana debido al irrespeto que sufren, la
inseguridad de su integridad, y son víctimas en no pocos casos de abuso
sexual, automutilaciones e intentos suicidas. Pero estos problemas pue-
den y deben enfrentarse mediante la educación y la formación de los
profesionales que laboran en el sector educativo, con el fin de brindar
el apoyo necesario para que estos infantes y sus familiares cuenten con
el apoyo necesario, aunque no se desconoce que muchas instituciones
tienen poca o ninguna experiencia para trabajar adecuadamente con
quienes desafían las normas heteronormativas de género y sexualidad.
Contar la maldad no basta, es solo un pretexto para compartir algu-
nas vivencias angustiosas de quienes no escogieron ser diferentes. Según
Goldberg, en la escuela:

impacta lo que se aprende. Y se aprende cuando se comprende. Y se comprende


cuando se reflexiona y se reflexiona cuando se experimenta y se experimenta cuando
se duda, y se duda cuando hay preguntas, y hay preguntas cuando se intercambia
(1994, p. 3).

Le corresponde, pues, a la escuela, al colectivo pedagógico, a sus direc-


tivos y a todos sus miembros en conjunto, no dejar espacio para que en
los centros escolares sea la violencia homofóbica y transfóbica lo que
impacte y se aprenda, lo que se difunda, o se cuestione si es acertado o
no el uso de ella para resolver las dificultades surgidas en las relaciones
interpersonales.
Es tarea de todas las personas convertir la escuela en espacio seguro
y de aprendizaje, en el cual las emociones fuertes las provoque una buena
obra literaria y no un grito; el estímulo hacia el estudio de una obra

252
Vamos a andar

artística y no la humillación, el debate y la reflexión sobre algún tema de


interés para todos y no la acción de la mano que pellizca o que golpea,
de manera que es urgente preparar a profesoras y profesores para pre-
venir la violencia escolar que afecta de manera general a la escuela, y en
particular la que se produce por homofobia y transfobia.
Vamos a andar, entonces, para que todos los seres humanos sean
sensibles ante los sufrimientos ajenos y capaces de flexibilizar los concep-
tos, de nombrar sin estigmatizar otras cualidades y respetar los derechos
de quienes manifiestan una expresión de género y sexualidad diferente
a la hegemónica. Vamos a andar, para que todos los seres humanos se
unan en función de influir de manera coherente para educar a las nuevas
generaciones y contrarrestar la violencia por homofobia y transfobia en
la escuela. Vamos a andar, para acercar a los seres humanos que desco-
nocen esta problemática a esta realidad humana que puede acontecer
en cualquier familia, escuela, comunidad o sociedad. La ignorancia y el
silencio contribuyen a que la sociedad no siempre esté preparada para
respetar y recibir a las personas diversas tal como son, las cuales, desde
edades muy tempranas, sufren la incomprensión de su grupo familiar y
el rechazo de una buena parte todavía de la sociedad.

Conclusiones

1. Llamar la atención sobre la responsabilidad de las escuelas en la pre-


vención de la violencia por homofobia y transfobia es fundamental.
Las evidencias que corroboran que en el contexto escolar se produ-
cen situaciones de violencia por homofobia y transfobia favorecen
el desarrollo de propuestas, reflexiones y toma de decisiones que
posibilitan de forma gradual cambios de conciencia y transformación
de comportamientos, aunque una parte de la población se oponga
y haga resistencias, por lo que será de vital importancia mantener
espacios diversos para el diálogo y la construcción de consensos.
2. El debate público sobre la violencia por homofobia y transfobia
mediante la campaña desarrollada por el cenesex en su 10a Jornada
posibilita a la ciudadanía cubana estar presente en la agenda política,

253
Rodney Rodríguez y García Leyva

al proponer y promover normas, acuerdos e iniciativas, o manifes-


tando su rechazo a las propuestas.
3. El tema de la campaña contra la homofobia y la transfobia es con-
siderado propio de una institución estatal, cenesex, y no como res-
ponsabilidad de todas las instituciones sociales cubanas. El debate
público sobre la violencia por homofobia y transfobia en la escuela
posibilita a la formación pedagógica tomar decisiones y diseñar
estrategias que contribuyan a la prevención de la violencia por
motivo de orientación sexual e identidad de género en las escuelas.

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257
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

Óscar Felipe García

Resumen

Este capítulo narra algunas reflexiones producto de años de trabajo con


poblaciones juveniles latinoamericanas, y busca evidenciar la voz de los
jóvenes en contextos de vulnerabilidad y la construida desde algunas
instituciones, que se aproximan a su intervención y abordaje, valién-
dose de insumos registrados en proyectos de vinculación social e inves-
tigación aplicada, particularmente los relacionados con las experiencias
comprendidas entre 2007 y 2017, registradas en Medellín, Colombia, y
Guadalajara, México.
Describe un nuevo fenómeno denominado “vampirismo social”, el
cual es abordado desde una perspectiva interpretativa de la complejidad;
considerando los significados que los actores presentan en sus discursos,
acciones e interacciones, muestra nuevas realidades sociales que dinami-
zan alternativas para una juventud que, fruto de sus vivencias, desconoce
las fronteras entre la ilegalidad y la legalidad y legitima comportamientos
y actitudes frente a sus realidades.

Palabras clave: vampirismo social, adicciones, violencia, asistencia


social, políticas públicas

259
Felipe García

Abstract

This chapter narrates the reflections product from years of work with
Latin American youth populations. It evidences the voice of young people
in contexts of vulnerability and that constructed by some institutions,
which approach their intervention and work, using inputs registered in
projects of social connection and applied research, particularly those
related to experiences between 2007 and 2017 registered in Medellin
Colombia and Guadalajara, Mexico.
Describes a new phenomenon called “social vampirism” which
addressed from an interpretative perspective of complexity, consider-
ing the meanings that actors present in their discourses, actions and
interactions, shows new social realities, which energize alternatives for a
youth, which results of his experiences have ignore the borders between
illegality and legality and legitimizes behaviors and attitudes towards
his realities.

Introducción

Las siguientes reflexiones son el resultado de uno de los análisis de la


compilación de relatos e historias contadas por jóvenes afectados por la
drogas, la violencia y la marginalidad en sus diferentes formas, y par-
ticularmente implícitos en un tipo de relación que hemos denominado
el nuevo vampirismo social, desde sus acercamientos a prácticas “anti-
sociales”, en pro de alcanzar “sueños” e “ideales”, hasta su condición de
benefactores de unas intervenciones públicas , las cuales han terminado
afectándolos y reduciéndolos a la condición de enfermos y delincuentes
por un sistema que se valió de ellos y después los estigmatizo y redujo a
la condición de problema.
En este sentido, podemos plantear que se ha dado lugar a una gene-
ración vampirizada y vampiro en nuestras sociedades, en la que se hacen
presentes traficantes modernos propulsores del vampirismo social, y aun
de acciones gubernamentales que siguen la misma lógica.

260
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

Así, pues, se evidencia una condición que no les ha sido del todo
improductiva a los jóvenes, ya que desde esta mirada han podido ser
benefactores de políticas que a su vez los asisten , pero también los anula
de su condición de actores de derechos y responsabilidades. Y reproduce
un juego que ya les era bien conocido en su relación con otro tipo de
traficantes que los introduce en la vida de ilegalidad y violencia propia
de su historia .
Por ello hemos construido una nueva metáfora, la del vampirismo
social, para delimitar características de las formas de tráfico juvenil en
la actualidad, que no conoce las fronteras entre la legalidad y la ilegali-
dad, y cuyas compresión y definición requieren escuchar las voces de los
actores para descifrar las complejidades subyacentes a las problemáticas
de la violencia juvenil.
Una vez registradas y analizadas las voces de los jóvenes, víctimas
de diferentes formas de violencia en y desde su niñez, en todas estas
historias emergen categorías de análisis que nos permiten darle forma
a esta metáfora “contemporánea”.
En relación con la intencionalidad de este texto, esta construcción
obedece a una perspectiva interpretativa de la complejidad que considera
los significados que los actores presentan en sus discursos, acciones e
interacciones, por lo cual se describe la voz de los jóvenes en contextos
de vulnerabilidad en Latinoamérica y la voz construida desde algunas
instituciones, que se aproximan a su intervención y abordaje valiéndose
de los insumos registrados en proyectos de vinculación social e investi-
gación aplicada, particularmente los relacionados con las experiencias
comprendidas entre 2007 y 2017 registradas en Medellín, Colombia, y
Guadalajara, México.

Justificación

Diversos organismos internacionales señalan los efectos de todas las par-


ticularidades del fenómeno de las drogas y su relación con la violencia,
la cepal, por ejemplo, precisa:

261
Felipe García

Los problemas asociados a la producción, el tráfico y consumo de drogas en América


Latina afectan la calidad de vida de la población, están ligados a formas de exclusión
social y debilidad institucional, generan mayor inseguridad y violencia, y corroen la
gobernabilidad en algunos países (un-cepal, 2017).

De igual manera la Organización de Estados Americanos, a través de


la Comisión Interamericana Contra las Adicciones, ha señalado; “los
principales líderes de las Américas reconocen expresamente el alto costo
que la violencia y la criminalidad han sig­nificado para los países más
vulnerables del hemisferio” (oea, 2012), y es muy alto el costo para los
países productores y de tránsito.
En ese panorama regional, México y Colombia han tenido una par-
ticipación muy relevante, marcada entre otros hechos, por ser cuna de
dos de las dos más conocidas organizaciones dedicadas a la producción
y tráfico de droga, el cartel de Medellín y el cartel de Sinaloa, que han
hecho icónicas las figuras de Pablo escobar y el Chapo Guzmán, quienes
han ejercieron el liderazgo de sus organizaciones desde Medellín y Antio-
quia, Colombia, y Guadalajara, México. Entre otros lugares.
Los resultados de esta investigación buscan visibilizar la mirada desde
los sujetos que han hecho parte de esta historia, la cual afecta de manera
muy particular a la población juvenil. Haciendo evidente las voces de jóve-
nes de estos contextos sociales que de manera directa o indirecta estuvie-
ron influenciados por actividades propias de estas organizaciones .
En este sentido, se pretende aportar a los esfuerzos que llevan a cabo
ambos gobiernos para establecer estrategias efectivas de prevención en la
materia, ya que los hallazgos frente a la pregunta de los modos de reclu-
tamiento y formación de jóvenes para el tráfico de las drogas, contada
desde sus mismos actores, nos puede brindar elementos significativos en
materia del desarrollo de políticas públicas para el control y la preven-
ción del fenómeno adictivo, ya que visibilizaba comprensiones propias
de las miradas de los protagonistas, así como motivaciones, represen-
taciones y dinámicas relacionales que sustenta este tipo de fenómenos .
Así, pues, se pretende conocer la concepción que tienen los jóvenes
de sus figuras mediadoras hacia el tráfico de drogas, por un lado, y hacia
la “integración social”, por el otro.

262
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

Marco teórico

Ya desde la década de los noventa encontramos indicios en aproxima-


ciones teóricas a las afectaciones que las drogas y la violencia vienen
teniendo con las poblaciones de los jóvenes en relación con los compor-
tamientos de las metrópolis.
Hopenhayn (2002) habla de los dos fantasmas que recorren la
metrópoli latinoamericana: la droga y la violencia. Introduciéndonos al
mundo de la marginalidad en las grandes metrópolis de nuestra región .
Este autor plantea: “razones no faltan, dado que América Latina
es la región con mayor ritmo de expansión urbana en el mundo, y con
dinámicas que fácilmente se asocian al incremento tanto del abuso de
drogas como del uso de la violencia”, donde se evidencia la descripción
de una población joven que en su mayoría se siente excluida de la política
y el empleo, y con canales de movilidad social cada vez más inciertos.
En este sentido, Rodríguez (2017) también nos aporta una impor-
tante analogía del fenómeno del consumo de drogas con el mito del vam-
piro, como resultado del análisis desde las aportaciones del cine a la
creación de personajes con estas características.
Dicha construcción nos refleja la descripción de la existencia de dos
tipos de vampiros; en primer lugar, el de antes del ochenta, que era un
Drácula aislado, solitario también en sus cacerías, y usando la sangre
como alimento. Este vampiro, al chupar la sangre, posee y genera nuevos
vampiros.
En segundo lugar, este autor nos describe una segunda generación
de vampiros que viven en grupo/comuna, donde se delimita un vampi-
rismo que va más allá de la sangre como alimento y denota una autentica
adicción por la violencia.
En esta investigación hemos asumido la hipótesis de la existencia
de un vampirismo social como forma evolucionada de las anteriores dos
generaciones, y que involucra por un lado la categoría de “ilegalidad”
en relación con la influencia que tienen las organizaciones dedicadas
al tráfico de drogas en y por medio de jóvenes, y por otro a la categoría
“legalidad”, que tiene que ver con la influencia que tienen sobre los jóve-
nes las instituciones del Estado a través de centros de asistencia social,

263
Felipe García

programa y proyectos en su intento de “rehabilitación”, “resocialización”


y “reintegración social”, según sea el caso y la perspectiva desde donde
cada cual lo quiera mirar.
En este sentido, la delimitación de una categoría sobre vampirismo
social emana como una instancia mediadora que le sustenta un vínculo
que seduce y luego esclaviza, en una suerte de hechizo, donde tienen
cabida planteamientos como el siguiente: “la violencia aparece como la
otra cara de la dependencia, es la relación de dependencia la que sustenta
la condición violenta” (Linares, 2003).
De igual manera, este autor nos recrea el tema de los juegos relacio-
nales, recordando su papel clave para la generar un universo psicológi-
camente nutricio o psicológicamente deficiente (grafica 1).

Gráfica 1

Fuente: Elaboración propia.

Dicho vinculo convierte al “Papá” traficante, como promotor de


niños y adolescentes traficantes de drogas; temprano y futuro joven con
problemas de “legalidad ”. Un papá que sostiene emocionalmente al niño

264
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

o adolescente en condición de abandono social y lo guía a una práctica


que, al mismo tiempo, le consume la vida, como un vampiro que va
tomando hasta la última gota de sangre (García, 2016).
De igual manera, los programas de atención del Estado, en su deber
de garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes, así como otros
programas dirigidos a los jóvenes, pueden reproducir prácticas de depen-
dencia, por ende, sustentadoras de violencia y propias de un vampirismo
social, pero ahora desde la “legalidad”, lo cual nos habla de injusticia sis-
témica, injusticia que, referida a la práctica educativa, se hace similar a la
violencia (Watkinson, 2016), y es sistémica, porque no hay un culpable,
sino consecuencias involuntarias de política y procedimientos conside-
rados “adecuados” para mejor servir a las necesidades de los alumnos
(Teubal, 2017), en este caso sujetos de derechos y responsabilidades.
Lo anterior lo podemos ubicar también en el ámbito de una media-
ción social propiciada por sujetos personas, u organizaciones, que inci-
den de manera significativa en el proceso educativo en la sociedad y
la población juvenil, que puede ser considerado como un aprendizaje
finalizado al reconocimiento y a la categorización (Taifel, 1987).
Reconocimiento por un aprendizaje de cómo representarse lo que
es bueno y lo que es malo, a partir de unas leyendas urbanas del narco y
“señores” de los territorios que habitan, surgidas a partir de unas nuevas
configuraciones de la infancia, frente a las cuales el Estado, responde con
los cuidadores, tías y educadores de las instituciones de integración social .

Metodología

Este es un estudio que se llevó a cabo a partir del relato de los sujetos,
que son jóvenes que fueron niños en situación de abandono o de calle,
y actores protagónicos del tráfico de drogas en Medellín, Colombia, y
Guadalajara, México.
En un periodo comprendido entre 2007 y 2017, se levantaron en este
proceso observación , registros, entrevista y grupos de encuentro con la
población en contextos específicos, donde se registraron y analizan los
datos recolectados de unos 200 jóvenes.

265
Felipe García

Para el desarrollo de esta investigación fue necesario involucrarse


durante algunos años en comunidades de la zona centro de Medellín,
y hacer recorridos diurnos y nocturnos por sectores de alto tráfico de
drogas y vulnerabilidad social juvenil, en una experiencia investigativa
etnográfica-fenomenológica.
De igual manera, en el caso de Guadalajara, el método de recolección
de los datos fue a través de diferentes organizaciones de la sociedad civil,
llamadas en México centros de asistencia social, que atienden a jóvenes
en situación de consumo o dependencia de drogas e involucrados en
historias de tráfico y diferentes formas de violencia.
Todas estas voces fueron registradas y nos permitieron describir esta
manifestación de la maldad en el ser humano y desde el ser humano,
haciendo énfasis en una categoría que hemos denominado el vampirismo
social.

Conclusiones

En primer lugar, resulta relevante resaltar que, infortunadamente, antes


de esta publicación algunas de las personas entrevistadas u observadas
perdieron la vida por diferentes motivos ajenos a la práctica investiga-
tiva y propios de los efectos nocivos de su adicción a las drogas, o de
situaciones colaterales debidas a su historia ligada a la violencia en sus
diferentes manifestaciones, por lo cual estos relatos están cargados de
un compromiso social y un profundo respeto por la memoria de estos
jóvenes y de todos los que aún luchan contra toda forma de vampirismo,
de la que son víctimas o victimarios.
Así, pues, encontramos en las entrevistas u observaciones llevadas
a cabo a jóvenes las siguientes características relevantes frente a la pre-
gunta por su concepción acerca de los mediadores de relaciones claves
en su existencia, tales como, por un lado, la iniciación en el mundo del
tráfico de drogas (visión desde la “ilegalidad”) y, por otro, la iniciación en
procesos de integración social por medio de programas implementados
a través de centros de asistencia social u organizaciones sociales (visión
desde la “legalidad”), todo esto acontecido en Colombia y México.

266
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

Visión desde la “ilegalidad”

Primero, en la información proporcionada por la población de jóvenes


se hace evidente la presencia de un mediador que aparece de manera
constante en todas las historias de vida y funge como una figura que da
soporte emocional a cambio de recibir, como pago, adeptos a las activi-
dades propias del crimen organizado, como la distribución de drogas,
la prostitución infantil y el cobro de sobornos a comerciantes y demás
actores de las zonas objeto de esta investigación.
La relación con esta figura reproduce lógicas propias de la metáfora
de un vampiro que seduce de manera máxima las poblaciones juveniles,
se gana su confianza y termina convirtiéndose en dueño de su voluntad.
Segundo, hasta el 90% de los jóvenes manifiesta un grado de aprecio
y admiración por el mediador, que los recluta generalmente desde la
niñez, y los introduce en un universo de maldad, propio de las actividades
de las bandas criminales de Medellín y Guadalajara.
No obstante, se evidencia que dicha relación se sustenta en una rela-
ción de dependencia definida por contradicciones entre el amor y el odio,
según la lógica de Linares (2002), lo cual es concebido por los jóvenes
como un mal necesario y una fuente que les proporciona seguridad en
el universo desolador de la vida de calle y exclusión.
Así, dice nn, Juan, de Medellín, un joven de 18 años, con una expe-
riencia de vida en el tráfico de drogas y otras actividades delincuenciales:

Manuel era como mi padre, la verdad me cuidaba y muchas veces ha evitado que me
peguen, esos ratas del centro son una porquería (...), pero bueno, papá, nadie está
con nadie, ni Manuel. Ese man, una vez casi me mata.

De igual manera nn, Ricardo, residente en Guadalajara y oriundo de


Sinaloa, México, dice:

Son cabrones esos güeyes, para atraparlo a uno, y ya si uno no hace lo que quieren
se arma el pedo.

Lo anterior es testimonio de un discurso muy homogéneo en la población


entrevistada, y sirve como insumo para corroborar nuestra hipótesis de
la existencia de una relación facilitadora de la inducción a la maldad en

267
Felipe García

los jóvenes que han sido reclutados para el tráfico de drogas, que cumple
para su explicación con la metáfora del vampiro.
Siendo así, este primer intento de la definición del concepto y el
fenómeno de vampirismo social como fenómeno complejo de estas
sociedades, hecho que puede estar dándonos un preámbulo a un posible
panorama similar en Latinoamérica, el cual puede también darnos pistas
para establecer nuevas formas, políticas y programas de abordaje de las
poblaciones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes de nuestra región .

Visión desde la “legalidad”

En paralelo con el análisis de las historias de los jóvenes en relación con


sus comportamientos ligados a la violencia en sus múltiples manifesta-
ciones, se han hecho observaciones y registros de las vivencias desde las
instituciones encargadas de aplicar las iniciativas para la atención de
esta población en las ciudades de Medellín y Guadalajara.
Estas observaciones reflejan datos relevantes de diferentes formas
de trato recibido por los jóvenes, algunos con más tiempo que otros en
su relación construida con los centros de asistencia u organizaciones
sociales.
Para su descripción, vamos a intentar desarrollar las ideas centra-
les para mostrar algunas características de la relación institucional con
nuestra población en estudio.
Primero, infortunadamente, no son pocas las manifestaciones de
hostilidad que se viven desde las organizaciones que colaboran con el
Estado; según los discursos manifestados por los jóvenes, dichas accio-
nes van desde encierro, gritos, negligencia en la atención, suministro
de comida de mala calidad y lugares para vivir carentes de condiciones
mínimas de salubridad, ya que había humedad, suciedad y hasta cosas
en estado putrefacto.
Segundo, las experiencias narradas nos muestran una realidad no
muy diferente a la relación establecida desde la “ilegalidad”; en este
intento de los programas de gobierno de las ciudades de Medellín y
Guadalajara por garantizar los derechos de los jóvenes y promover la

268
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

integración social, también se generan lógicas vampirizadas; en este


caso de lo que nos atrevemos a precisar como un vampirismo social,
ahora provocado por un intento homogeneizador de las instituciones,
que coarta la posibilidad de emancipación del ser humano y que en la
lógica de Teubal (2017), citando a Foucault, puede terminar agudizando
la realidad social, como parte de un fenómeno violentador que no pro-
mueve liberación de las potencialidades humas.
Tercero, de las consideraciones hechas se entiende que son por lo
menos dos los elementos de nuestra escuela de construcción de un sujeto
vampirizado y vampirizador.
En primer lugar, son los papás o las personas que ejercen su función
expulsadora, ya que en ambos países ambos huyen de sus hogares a
causa de diferentes formas de violencia, incluyendo principalmente la
violencia sexual y física.
Así, pues, los jóvenes de ambos países presentan complicaciones con
las figuras de crianza, principalmente con la figura del padre, por lo cual
al menos un 88% ha crecido en una relación sociofamiliar con paterna-
lidad deteriorada y conyugalidad disarmoniosa (gráfica 2).

269
Felipe García

Gráfica 2

Fuente: Tomado de Linares, (2002).

En segundo lugar, son los mediadores emociónales los que nos per-
miten elaborar las relaciones, por ejemplo, el juego, los sueños, media-
dores que funcionan en condiciones “adecuadas” en contextos propios
de una niñez en condiciones de protección y desarrollo; sin embargo, en
muchos otros ambientes han sido reemplazadas por el trabajo infantil,
que es predominantemente ligado a actividades de maldad.
Por medio de la influencia de por lo menos estos dos elementos han
aprendido los jóvenes que han participado en este estudio en Medellín
y Guadalajara a relacionarse con el mundo y, por consecuencia, pueden
aprender también a prevenir algunos acontecimientos que destruyen
su vida.
Cuarto, la anterior realidad nos describe la importancia de la fun-
ción de prevención que nos conduce a realizar dos tareas importantes
para nuestra seguridad personal y del grupo : englobar todo aquello que
puede ser una posibilidad, una oportunidad un valor; excluir o conte-

270
El vampirismo social como factor crítico
de la prevención de las adicciones

ner todo aquello que puede ser una amenaza, un problema o un límite
(Milaneses, 2006).

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271
Migración centroamericana,
estudios de casos

Iván Gómez Trejos1

Resumen

En este trabajo se presentan dos casos relacionados con la violencia y la


migración irregular hacia los Estados Unidos. El primer caso es el de un
adolecente guatemalteco a quien se le ha dado un seguimiento periodís-
tico desde un primer encuentro en México hasta su llegada a territorio
estadounidense. Narrará parte de esa experiencia.
El segundo caso es el de una madre salvadoreña, quien decide pagar
a un traficante para que se lleve a su hijo a Norteamérica por estar ame-
nazado de muerte por las pandillas. No obstante, el joven regresa volun-
tariamente, ya que no puede estar lejos de su madre. Tres meses después,
se presenta una desgracia. Hoy su madre narra en qué condiciones vive
actualmente y cómo ha combinado su dolor con la responsabilidad de
pagar una gran deuda económica.

Palabras clave: migración, El Salvador, “coyote”, tráfico de personas,


migrantes, Triángulo del Norte, pandillas

1. Licenciado en Periodismo, Universidad de El Salvador. Docente e investigador del


Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia,
El Salvador. Correo: igomez@ufg.edu.sv.

273
Gómez Trejos

Introducción

Las historias surgen durante el desarrollo de la xii segunda Caravana


de Madres Centroamericanas 2016, que, desde hace doce años, reco-
rre durante el mes de noviembre y principios de diciembre la peligrosa
ruta migratoria dentro del territorio mexicano, pasando por Tabasco,
Chiapas, Ciudad Hidalgo, Guadalajara, hasta San Luis Potosí, Ciudad
de México y Oaxaca entro otros.
Su objetivo es buscar pistas en albergues, cárceles, zonas de tolerancia
e instituciones no gubernamentales que les permitan dar con el paradero
de sus familiares, quienes un día salieron de sus países con el propósito
de llegar a los Estados Unidos. El Objetivo es encontrarlos vivos.
En esta caravana se conoce la historia de Alex Tzi, un indígena gua-
temalteco que, a pesar de no haber cumplido los dieciocho años, tomó
la decisión de migrar hacia Estados Unidos a donde, después de pasar
muchos peligros, logró llegar. Casi un año después, aún vive en casa de
un amigo de su padre, quien le ha dado albergue y apoyo para el joven
que manifiesta haber cumplido uno de sus sueños, trabajar para ayudar
a los padres a salir adelante.
La segunda historia trata del testimonio de una madre que, por la
seguridad de su hijo y haciendo el amor propio a un lado, decide enviar
de forma ilegal y bajo el pago por la guía de un “coyote”, a su hijo de
diecisiete años hacia los Estados Unidos. La razón: la amenaza de los
grupos pandilleriles, convertidos en la primera causa de la violencia en
El Salvador.
Pero pudo más el amor de su hijo, que decide regresarse desde Gua-
temala y tratar de evitar tener conflicto con la pandilla. Sin embargo, la
realidad fue otra y hoy su madre tiene que cargar con dos sufrimientos:
la separación de su hijo y una deuda económica dejada por el costo que
se paga por intentar migrar de forma irregular.

274
Migración centroamericana, estudios de casos

Justificación

La idea de migrar hacia los Estados Unidos se ha vuelto en muchas fami-


lias centroamericanas, principalmente de escasos recursos, una alter-
nativa tan común que ni siquiera toman en cuenta las desventajas que
tendrán que asumir, como la separación familiar, el dejar a un lado la
preparación educativa y someterse a drásticos cambios culturales, así
como los peligros que significa migrar de forma irregular.
Es necesario escribir una vez más sobre las experiencias vividas por
los migrantes y las consecuencias que pueden presentarse cuando las
aspiraciones del migrante toman un giro que no era el deseado.
Finalmente, los gobiernos deben trabajar más para evitar las migra-
ciones y no mantener esa doble cara, al querer pensar que son sus ciuda-
danos en el extranjero los que están manteniendo una economía a flote
con el envío de sus remesas.

Marco teórico

La migración es un fenómeno que radica en la decisión de una persona


o el clan familiar para trasladarse a otro lugar donde para ellos se pre-
sentarán mejores condiciones de vida.
Everett Lee presupone estas características que, según su esquema,
la migración tiende a realizarse dentro de corrientes definidas como la
búsqueda de oportunidades. Además, tanto el volumen como la tasa
de migración tienden a aumentar con el tiempo, ya que el migrante se
convierte en un canal para que familiares y amigos emigren. El marco
analítico push-pull, o “atracción-repulsión”, reconoce la interacción de
fuerzas de expulsión de carácter económico o social que considera: la
falta de seguridad .
Sin embargo, este planteamiento no recoge los casos de la migración
cuando esta solo se hace por determinado tiempo; no todos los extranje-
ros, por apego cultural probablemente, están interesados en quedarse,
independientemente de sus condiciones de vida en los respectivos países.

275
Gómez Trejos

Por ejemplo, a través de una visita de campo se comprobó que grupos


familiares guatemaltecos oriundos de Huehuetenango cruzan la frontera
de San Marcos y el estado mexicano de Chiapas para trabajar en zonas
agrícolas desde octubre hasta diciembre o enero.

Antecedentes del marco conceptual

La migración centroamericana hacia el país del norte continuó en 2017,


aunque no con las cifras crecientes que se conocieron durante 2013 y
2015, cuando más de veinte mil menores de edad llegaron a poner en
jaque a las autoridades.
Los que sí han decidido arriesgarse buscan alternativas frente a cada
programa antimigrante que anuncien las autoridades.
Y es que los problemas económicos y la violencia continúan en la
región centroamericana, a pesar que ha existido por parte de los gobier-
nos del “Triángulo del Norte” un interés en común por bajar los índices
de criminalidad y trabajar en programas de prevención y asistencia a sus
ciudadanos deportados.
En El Salvador, por ejemplo, los niveles de homicidio durante el
primer trimestre de 2017 fueron de ocho asesinatos cometidos a diario.
Casi un 60% menos en comparación con la fecha de 2016, cuando se
registraban veinte personas asesinadas por día. No obstante, ha habido
tanto variables como justificaciones. Septiembre de 2017 cerró con 435
homicidios, 92 más que el mismo mes de 2016.
El 15 de noviembre de 2016 se llevó a cabo el despliegue de las Fuer-
zas de Tarea Trinacional acordado por los tres países centroamericanos
el 23 de agosto de 2016.
Existe el compromiso de implementar acciones para montar un
frente común contra las organizaciones criminales transnacionales
haciendo referencia a las pandillas.
Sin embargo, en el período vacacional de Semana Santa de abril de
2017, en el paso fronterizo ubicado en el departamento de La Unión, El
Amatillo, que conecta las fronteras en el oriente salvadoreño con Hondu-
ras, la situación de seguridad se mantenía en lo habitual. Incluso al viajar

276
Migración centroamericana, estudios de casos

al extremo sur en dirección a la frontera El Espino, que divide territorio


hondureño con el norte de su país vecino, Nicaragua, todo se mantenía
bajo los mismos protocolos migratorios.
La respuesta fue dada por las mismas fuerzas de seguridad, que
argumentaron que las disposiciones de seguridad se activan solo cuando
existe una emergencia nacional en cualquiera de los tres países del
“Triángulo del Norte”, por búsqueda o por fuga de elementos pandille-
riles de alta peligrosidad. Pero la población se ha cansado de escuchar
discursos estadísticos, a los cuales comparan con la realidad en sus pro-
pias comunidades.
El Salvador cuenta con una extensión territorial de 21,041 kilómetros
cuadrados y con seis millones 345 mil habitantes. En 2014, la violencia
dejó 3,912 homicidios; en 2015, un año catalogado como muy violento,
6,670. Mientras, en 2016 las estadísticas destacan 5,278 salvadoreños
asesinados, víctimas de la violencia. Las muertes fueron más que las de
2014, pese a la implementación de un nuevo plan de seguridad.

Metodología

Entrevista de profundidad

Primer caso: El destino de Tzi

El grupo de unas 40 madres procedentes de Guatemala, El Salvador,


Honduras y Nicaragua inicia un año más, durante noviembre de 2016,
su desplazamiento sobre territorio mexicano, en busca de sus hijos y
familiares migrantes desaparecidos.
Su única prueba es la última fotografía, la que cargarán durante toda
la caravana de casi un mes sobre la ruta del migrante.
Dentro del itinerario de ruta, la caravana llega a la casa de Las Patro-
nas, en Guadalupe Veracruz. Son mujeres valientes y humanitarias que
han dado alimento por años a los migrantes que utilizan el tren “La
Bestia” como transporte de esperanza en una peligrosa travesía hasta
la frontera norte.

277
Gómez Trejos

Desconcertados y con muestras de cansancio, se observa a tres jóve-


nes entre las edades de diecisiete y dieciocho años. Son los guatemaltecos
Crisantos, Edy y Alez Tzi, el joven de esta historia.
Tratan de poner atención del porqué del bullicio en el albergue y la
presencia de las madres. Hay una combinación entre alegría, esperanza
y miedo, pues no se atreven a incorporarse al grupo.
Una de las madres de la caravana los invita a que pasen el cerco de
púas del solar para que entren a la casa. Los tres jóvenes están nerviosos,
sus ropas un poco sucias, y en sus zapatos tenis se marca el barro de un
invierno que en el mes de noviembre aún no se ha marchado para dejar
entrar al verano tropical.
Entre ellos conversan, lo hacen en voz baja. Pero no en castellano, es
q’echi, una de las veintiuna lenguas mayas que se hablan en Guatemala.
Los tres migrantes pasan inadvertidos entre las madres centroameri-
canas; aún con timidez, aceptan el plato con tamales, tacos y una taza
de café. Conforme la noche avanza, una de las encargadas del albergue
los invita a tomar un aseo personal para luego ubicarlos en una bodega
donde pasarán la noche.
Al siguiente día, la caravana continuará su camino hasta la fresca
comunidad de Apizaco, Tlaxcala, sin pensar que el destino permitiría un
próximo encuentro con los muchachos en otro estado mexicano.
Los jóvenes habían pasado cuatro días en un albergue en Palen-
que. En ese lugar Alex Tzi conoció a Edy y Crisantos, dos guatemaltecos
oriundos de su departamento, quienes se habían unido para continuar
el viaje. Sin embargo, una vez más, al salir del centro humanitario tienen
que esconderse nuevamente de las autoridades migratorias. Después de
unas horas retoman su camino. Atrás quedará el recuerdo de las buenas
samaritanas: “Las Patronas”.
Con mucha suerte entre vías, a ratos a pie, utilizando el autobús o
arriba de “La Bestia”, después de seis días, logran avanzar más al norte,
hasta la ciudad de San Luis Potosí, donde son reconocidos por algunas
madres de la caravana que horas antes han llegado al albergue Casa de
la Caridad, Hogar del Migrante. En este lugar Alex, junto a sus amigos,
pasará cuatro días, tiempo que les permitirá recuperar fuerzas físicas.

278
Migración centroamericana, estudios de casos

Saben que falta poco para alcanzar la zona fronteriza entre México y los
Estados Unidos.
Nuevamente suben al tren sin que las autoridades migratorias se
enteren. La forma de subir tiene que ser cuando la maquina inicie la
marcha, teniendo el cuidado de calcular para sujetarse bien a la escalera.
Un paso en falso y las consecuencias serían letales.
Horas después, los muchachos llegarán a un albergue ubicado en
Saltillo, que es la capital del estado de Coahuila de Zaragoza. Inima-
ginablemente, están a solo 400 kilómetros al sur de la frontera. Una
distancia dolorosa e impacientemente larga para aquellos migrantes que
desconocen la ruta. Como es parte de las disposiciones humanitarias
en los albergues, los jóvenes guatemaltecos pernoctarán solo tres días.
El viaje continúa para los jóvenes que cargan en sus espaldas una
pequeña mochila, en la que solamente hay espacio para una muda, un
litro de agua y algo de alimento liviano, que les servirá para sustentar-
los al menos dos días. Será una noche más que sus cuerpos tratarán de
reposar sobre el hierro de sarro en uno de los vagones del tren que los
acercará poco a Monterrey.
En este lugar, nuevamente, tendrán que sortearse de no ser vistos
ni por migración ni por el crimen organizado, que con mentiras busca
la manera de convencerlos para cruzarlos del límite fronterizo a cambio
del pago de mil dólares. En este lugar permanecieron escondidos cuatro
días, antes de pasar hacia territorio norteamericano. La distancia entre
Monterey y Nuevo Laredo, su último destino en territorio mexicano, es
de unos 226 kilómetros.
Semanas después, Alex fue ubicado nuevamente por esta investiga-
ción, pero ya en territorio estadounidense, al parecer la suerte venció al
miedo a dos de los tres guatemaltecos.
Pero, ¿quién es Alex Tzi? Este joven vivía en el municipio de San
Pedro Carchá, departamento de Alta Verapaz, región norte central de
Guatemala. Un lugar tranquilo a casi cien kilómetros de la capital.
Las pandillas y la delincuencia no han tocado esta población, en
comparación con otras zonas guatemaltecas. Probablemente se debe a
la misma organización de su población que ejerce la prevención y cuidan
de la seguridad en su zona de residencia.

279
Gómez Trejos

El problema que predomina en esta zona guatemalteca es su pobreza.


Esa situación provocó en el joven trabajar desde los doce años, y con el
apoyo de una tía lograr mantener sus estudios vendiendo productos bási-
cos en el mercado de Carchá. Ese sacrificio significaría dejar su casa, sus
amigos, sus padres y a sus cuatro hermanos.
Terminado sus estudios de básica, Tzi mantiene su intención de con-
tinuar trabajando para de alguna manera apoyar a sus progenitores. Se
traslada a una zona rural de Fray Bartolomé de Las Casas, ubicado en
el mismo departamento guatemalteco, donde continúa trabajando en el
negocio de compra y venta de ropa. En ese lugar cumplirá sus quince años.
Allí adquiere más experiencia sobre las ventas. Recuerda que le paga-
ban 800 quetzales, unos 80 dólares al mes. Un pago modesto para un
adolescente con el único vicio de soñar con tener mejores oportunidades
en su vida y así poder ayudar a su familia, a la que visitaba cada semana
o quince días.
“Nos separaban seis horas de camino y, aunque me hacían falta,
tenía claro que por el sacrificio valía la pena la distancia”, narra el joven,
quien en el mes de octubre de 2017 cumple diez meses de residir en
Dallas, Estados Unidos.
Tzi, aunque reconocía que tenía una buena mesada en Guatemala,
su responsabilidad laboral lo obligaba a ausentarse casi un mes de los
suyos, y eso lo hacía sentir mal algunas veces, pues él quería que todo
marchara con normalidad, como en otras familias de mejores condicio-
nes económicas. Todos unidos.
Pasó más de un año en el pesado ir y venir del trabajo a su casa. No
obstante, reconoce haber sacado provecho, pues experimentó aún más
la habilidad con los números para irse independizando y hacer buenos
negocios, pero ya por cuenta propia, comenta.
En una de las tantas conversaciones que escuchaba en el mercado
sobre la suerte que había alcanzado algún paisano después de haberse
ido y trabajar por años en los Estados Unidos, a Tzi le nació la idea de
que podría alcanzar una mejor superación económica si se iba hacia
Norteamérica.
Empezó a ahorrar por unos meses y así se llenó de ánimos para
emprender el camino de su propia esperanza.

280
Migración centroamericana, estudios de casos

En una de sus visitas a sus progenitores, Alex comentó a su padre


su intención, y que en cualquier momento se iría; frente a esa decisión,
el padre percibió que no podía hacer nada para retenerlo. Localizó a un
amigo que vive en Estados Unidos, quien le prometió apoyar al mucha-
cho, pero siempre y cuando estuviera en territorio estadounidense.
Faltando una semana para el viaje, Alex visitó a sus padres. Su
madre, al enterarse, rompe en llanto y le ruega que no se fuera, por lo
peligroso del camino, y que era mejor no arriesgarse. Pero el joven ya
había decidido partir y difícilmente revocaría su decisión.
Junto a él estaba su amigo, al que por cariño le decía primo. Se trata
de Luis Genaro Coy, un joven que por un año superaba la edad de Tzi.
A los pocos días, y sin ningún guía de los que llaman popularmente
“coyotes”, ambos jóvenes parten rumbo a la frontera El Ceibo, ubicada
en el departamento guatemalteco del Petén, división fronteriza.
Desde ese lugar deberán pasar la frontera y buscar del poblado mexi-
cano de Tenosique, ubicado en el Estado de Tabasco.
Al contrario de lo registrado en la frontera de Tecún Umán, en el
Pacifico guatemalteco, en este cruce internacional la seguridad está más
reforzada por elementos del ejército, policías y autoridades migratorias,
por lo que los jóvenes tienen que esperar tres días para poder ingresar,
sorteando la pradera y pequeños cerros. Afortunadamente, y más allá
de otros peligros, existe una cálida y aceptable temperatura ambiental
para iniciar su largo camino.
En el tiempo de espera, los muchachos conocen a Edy, un joven
de diecinueve años, oriundo de la misma localidad, y a Crisantos, otro
muchacho guatemalteco de diecisiete años. Los muchachos son localiza-
dos por las autoridades migratorias y tienen que huir hacia los cerros en
busca de suerte. Alex se enfrenta a su primera realidad emocional cuando
observa que su primo Luis Genaro es alcanzado y detenido.
Pero no hay momentos para reclamos de derechos humanos o pedir
clemencia a las autoridades. La verdad era que el sueño de su amigo
había terminado. El proceso que esperaba a su primo era el de la depor-
tación a Guatemala.
Ese fue el pensamiento que le vino a la mente a Alex mientras con-
tinuaba corriendo. Minutos después, afortunadamente, vuelve a encon-

281
Gómez Trejos

trarse con sus dos paisanos, quienes también lograron escapar. Aunque
no se conocían, sabían que la única forma desde ahora en adelante era
sobrevivir a los peligros juntos. Al final de cuentas, tenían la ventaja de
compartir los gastos económicos.
Alex Tzi había ahorrado unos mil quetzales, los que serían al cambio
de moneda unos 145 dólares, unos dos mil 900 pesos mexicanos según el
cambio oficial a esa fecha. Pero este dinero apenas le duró un poco más
dos semanas, recuerda Alex.
Entre el tiempo de espera en la frontera y el de rodear los retenes
migratorios, los jóvenes tardaron nueve días para llegar hasta Tenosique
de Pino Suarez. La distancia entre la frontera y este municipio es de solo
63 kilómetros. Una hora y diecisiete minutos de tiempo de recorrido en
un vehículo, aproximadamente.
Alex reconoce hoy que se había equivocado al pensar que haber lle-
gado a Tenosique, en más de una semana, era porque estaba cerca ya de
la frontera estadounidense.
“Eso de andar bordeando cerros, caminando por caminos y sin una
dirección exacta hacia qué punto cardinal uno se dirige y más que estar
pagando a mafiosos taxistas que solo te encaminan cinco kilómetros
y después te bajan porque supuestamente adelante está la migra está
fregado”, señala.
Uno de los grandes desafíos de los migrantes es tener claramente
conciencia sobre lo que significa la distancia en kilómetros.
Del puesto fronterizo El Ceibo, Tabasco, hacia Piedras Negras es de
dos mil 263 kilómetros, mientras a El Paso, en Ciudad Juárez es de dos
mil 821 kilómetros. Mayor distancia tendrá en dirección a Nogales, que
es de tres mil 186 kilómetros. A Reynosa, 1,701 kilómetros. Nuevo Laredo
es una distancia de dos mil 134 kilómetros o mil 211 millas. Buscar Ari-
zona serán tres mil 431 kilómetros, y Nogales abarca una distancia de
tres mil 186 kilómetros.
Aunque esta información se encuentra en cualquier albergue o enti-
dad de servicio humanitario promigrante, existen otras situaciones,
como las culturales y de educación, por las que tienen que pasar los
indocumentados.

282
Migración centroamericana, estudios de casos

Uno de los errores cometidos por los migrantes en general, no solo


centroamericanos, es que desconocen las dimensiones territoriales que
tiene la República Mexicana, incluyendo la de sus propios países, si se
toma en cuenta que la mayoría provienen de zonas rurales, así como las
bajas temperaturas que según la época del año se pueden encontrar.
Muchos traficantes confunden a los migrantes haciéndoles creer que
su llegada a cualquier puesto fronterizo entre México y Estados Unidos
depende del factor tiempo en el número de días, por lo que un migrante
llega a pensar que su destino final está a solo diez o quince días. O, lo
peor, les hacen creer que con solo pasar un río caudaloso ya se encuen-
tran en tierras norteamericanas. El migrante creerá que ha cruzado el
río Bravo.
Ante esta realidad, en todos los albergues existe suficiente infor-
mación muy útil para los migrantes que ingresan de forma irregular a
México. Por ejemplo, el conocimiento de sus derechos humanos, en espe-
cial los relacionados con la migración en tránsito por México, la segu-
ridad personal ante una emergencia, como el ataque de algún animal,
como culebras, escorpiones y otros, así como reconocer a las personas
que trabajan como trata.
Desafortunadamente, el común denominador en la comunicación
que existe entre los migrantes es que todo se basa en rumores, que al
final es una ruleta a la suerte, pues no se puede dar nada por cierto hasta
que se enfrentan a la realidad.
Esta situación emocional los hace vulnerables y fácilmente presas de
peligros como el denominado “secuestro express”, que es la forma en que
opera el crimen organizado. Consiste en privar de libertad al migrante
y lograr que sus familiares envíen por medio de remesas una cantidad
promedio que no supera los mil dólares.
Por hoy estas organizaciones clandestinas utilizan a menores de
edad, que se infiltran en el grupo de migrantes para clasificar a quienes
de alguna forma han comentado en el camino que tienen pariente en los
Estados Unidos que los están apoyando.
Desde la matanza de 2010 en Tamaulipas, donde perdieron la vida
72 migrantes, y dejó 51 centroamericanos asesinados: veinticuatro hon-

283
Gómez Trejos

dureños, catorce salvadoreños y trece guatemaltecos, los carteles han


cambiado su estrategia de operación.
Ya no es conveniente logísticamente retener a grandes grupos de
indocumentados, principalmente porque en su mayoría son personas
pobres que se juegan la vida para llegar hasta territorio estadounidense.
No obstante, el migrante se juega la vida por sugerentes comentarios
que en su mayoría escucha dentro de sus propios países, comentarios
que ensalzan irónicamente como un buen traficante o pollero a aquella
persona que ya ha realizado varios viajes con éxito, llevándose hasta
algún amigo que hasta es capaz de dar testimonio positivo.
Son rumores también aquellas afirmaciones que recomiendan la
forma de burlar los puestos de control migratorio ubicados a lo largo de
las amplias autopistas, donde también suelen permanecer cerca grupos
delincuenciales; el consejo que sugiere el tipo de ropa que se usa; las
horas en el que pasa el tren; la cantidad de dinero promedio con que hay
que contar; el mantener o no la documentación que garantice la nacio-
nalidad y, finalmente, pedir asilo político con la intención de obtener la
documentación para tener libre paso por el territorio mexicano.
Otro de los comentarios incluso generó la llegada masiva de menores
indocumentados no acompañados en 2013. El crimen organizado trans-
mitió el rumor de que a toda persona menor que cruzara la frontera y se
entregara a las autoridades norteamericanas, estas les aseguraban darle
amparo y no retenerla para deportarla.
Pero estas son algunas de las supuestas reglas del juego en el camino
migratorio hacia los Estados Unidos. Un error se paga caro: la ubicación
migratoria, la detención por algún delito, la deportación, el asalto y hasta
la desaparición forzada.
Pero, ¿qué fin logró Alex Tzi? ¿Dónde y con quién se encuentra el
muchacho después de haberlo localizado por primera vez en la casa de
Las Patronas? Por hoy vive en Estados Unidos, de donde continuó su
relato.
Y es que existió un segundo encuentro con los jóvenes en otro alber-
gue, al norte de México, siguiendo la ruta de la caravana, en San Luis
Potosí. De alguna manera, los muchachos habían recorrido más de 760
kilómetros desde la casa de Las Patronas.

284
Migración centroamericana, estudios de casos

No obstante, había que despedirse y desearles suerte a los trotamun-


dos guatemaltecos. La Caravana continuaría su recorrido rumbo a Gua-
dalajara y Ciudad de México, mientras que ellos continuaban su camino.
Sin ocultar su pesar en sus ojos, los jóvenes se despiden. No obs-
tante, se les pide de forma individual que están en la libertad de desistir
y regresar a sus países. Total, la caravana estaría de regreso en Guatemala
unos diez días después.
Pero su respuesta negativa hacia la humanitaria propuesta fue
tajante. No quedó más que desearles nuevamente, con un abrazo, la
buena suerte frente a lo que les pudiera pasar.

Habíamos salido de San Luis Potosí a Saltillo en tren —continúa narrando Alex—.
Un recorrido de dos días. Luego seguimos viajando siempre en tren. Sabíamos de
los peligros que era ir de tren en tren, pues la mafia anda sobre los migrantes para
ocuparlos como “mulas” y pasar a los estados unas 25 libras de droga escondida en
las mochilas. Gracias a Dios logramos sortear ese peligro.
Nosotros queríamos pegarle hasta Nuevo Laredo, pero no se nos presentó la
oportunidad. El tren entró en la mera ciudad de Monterrey y bueno nos quedamos
allí tres días. No nos permitían quedarnos mucho tiempo en el albergue y nos dijeron
que solo podíamos dormir y luego salir.
Cuando llegamos a Nuevo Laredo, nos tiramos todos al monte para que desde
ahí empezáramos a ingresar al desierto. Éramos seis personas los que andábamos,
Edy y Crisantos, los muchachos que me los encontré cuando agarraron a mi primo.
También iban Rubén, Luis, Donaldo y yo Alex.
Al quinto día cruzamos el Río Grande o Bravo, luego ingresamos varios días al
desierto. No sé hoy exactamente cuántos fueron. Bueno, después de que cruzamos el
río, caminamos todos unos diez días más en el desierto. Recuerdo que como al sexto
día, se nos acabó la comida, pero teníamos que continuar.
El otro problema que enfrentábamos era que el agua se estaba acabando. Tam-
bién, solo llevábamos una libra de maseca en nuestras mochilas y una libra de azúcar.
Luego caminamos y caminamos, día y noche. Como a los trece días, llegamos
a Checkpoints, Texas. Solo recuerdo que era un día jueves. Decidimos descansar
unas tres horas. Al no tener agua, nos tocó tomar de los estanques que le dejan los
campesinos a las vacas y chivos.
Luego de cruzar Checkpoints, ya nos sentíamos más alegres porque solo nos
faltaban unas cinco millas para llegar a nuestro destino: Cotulla o Encinal, que está
como a 47 kilómetros por carretera.
Por ahí de las diez de la noche, descansamos unas tres horas, recuerdo. Como
a la una de la madrugada, seguimos el camino. Un amigo había soñado algo feo. Era
algo que nos iba a pasar nos dijo. Nos contó su sueño, pero no le hicimos caso, solo
le dijimos que Dios es el que nos guía, en el camino, y las palabras de un hombre no
tienen valor, le dijimos.
Luego caminamos más de una hora. Decidimos quedarnos a dormir un rato
en el monte. Cuando escuchamos a lo lejos el ruido de una troca. A los minutos el
motor se escuchó más cerca. Nos tiramos bien acostados al monte. A los minutos se

285
Gómez Trejos

escucharon pasos de personas. Eran como cinco hombres, quienes con sus linternas
nos alumbraron y nos llamaron a no movernos.
Del grupo, solo tres pudieron escapar, Edy, Luis, y un señor guatemalteco que le
decíamos don Rubén. Yo no quise correr porque pensé que eran narcos, los llamados
Zetas. Me quedé tirado en el suelo, solo escuché que dijeron nadie se mueva porque si
no aquí se quedan. Les metemos un plomazo. Por esa razón yo me quedé.
Nos quedamos Rubén, Crisantos y yo. Los otros tres los andaban buscando
ellos. A mí me esposaron con Crisantos y a don Rubén lo esposaron solo. Esa noche
yo estaba deprimido, no hallaba la forma de salir de ese infierno. Fue cuando hablé
con Crisantos. Lo primero que le dije fue que hiciéramos oración. Ora le dije, ora.
Como a los cinco minutos, le hablé a don Rubén. Le dije que escapáramos. No
nos tenemos que quedar, tenemos que seguir. Todo se lo dije en mi dialecto. Recordé
el sueño que nos había contado el señor un par de horas antes que nos agarraran.
Pero me dije que Dios lo puede todo.
Solo era un policía el que nos estaba cuidando, fue cuando hablamos nueva-
mente los tres en nuestro idioma. Es ahora o nunca. Salimos corriendo los tres. Yo
con Crisanto íbamos pegado de la mano con las esposas. En medio de los corridos,
el agente de migración también corrió. Pero, detrás del otro compañero, mientras
nosotros nos alejábamos. Luego, como a 25 metros, no escondimos debajo de unos
nopales bien escondidos.
Mientas nos buscaban, en mi mente solo oraba y le pedía a Dios que no nos
encontraran. Luego, como a las tres o cuatro de la mañana, seguimos caminando,
aunque siempre escuchábamos a lo lejos como que nos seguían buscando. Bueno, a lo
mejor eran los mismos nervios. Seguimos caminando, pero no al Norte, si no al Este
para cruzar el “Friguey”. Es una calle de doce carriles de lado derecho. Era el momento
para ver si nos levantara un carro. O sea, que nos dejara subirnos y nos sacaran de ahí.
Y bueno, seguimos caminando, Crisantos ya no aguantaba más, se me moría.
Pero yo lo animaba y le decía, Crisantos, solo pídele a Dios que nos ayude y que nos
guie. Y bueno, ya solo caminamos un día y la noche más. Nuestro destino era cruzar
la calle. Como a la una de la madrugada la cruzamos. Estábamos donde un rótulo
que decía “Encinal next exit”. Esa fue nuestra señal. Era el lugar donde nos iban a
ir a recoger.
Eran como las nueve de mañana cuando llegaron. Salimos del monte donde
aún estábamos escondidos. Ya con mayor comodidad nos llevaron a San Antonio,
Texas, donde estuvimos solo un día y dos noches. Fue allí en donde nos reventaron
las esposas. Fue en este lugar donde llegó a traerme un coyote, y al día siguiente me
llevó a Dallas, donde el amigo de mi papa.
Y bueno, en San Antonio fue en donde deje al otro chavo que me acompañaba,
Crisantos. Desde esa fecha, ya llevo nueve meses acá.
Mis padres se alegraron que estuviera con bien. Pero a la vez se pusieron tristes
porque hasta que pase un tiempo nos volveremos a ver. Pero gracias a Dios que me
bendijo, porque a los tres días que vine me dieron trabajo.

Alex Tzi, fue localizado por esta investigación en la primera quincena del
mes de octubre de 2017. Continúa viviendo en Dallas con el amigo de
su padre. Siempre ha permanecido en el mismo trabajo, el de ayudante
de remodelaciones de viviendas. Tiene proyectado trabajar tres años en

286
Migración centroamericana, estudios de casos

Estados Unidos y luego retornar a Guatemala junto a sus familiares, con


quienes pretende invertir en el negocio de ventas.
Actualmente, Crisantos vive en California, mientras que Edy, su
compañero de viaje, fue deportado a Guatemala días después de ser
ubicado en la frontera. Su primo Genaro, quien fue el primero en ser
repatriado, vive y trabaja junto a su familia. Del resto del grupo Alex Tzi
desconoce su suerte.

Segundo caso: La impotencia de una madre

Generalmente el tema migratorio va acompañado de las experiencias


sufridas por los indocumentados en su arriesgada travesía dentro del
territorio mexicano. Pero también existe la otra cara, que muy pocas
ocasiones se ha dado a conocer. Es el lado amargo de los que se quedan
en casa bajo la sombra de la angustia, sin respuestas a sus silenciosas
preguntas y en muchos casos sosteniendo la deuda dejada por culpa de
una ilusión. Una deuda en la que ha habido todo tipo de compromisos
de pago. Estos incluyen los juramentos jurídicos, en los que están en
juego algunos bienes materiales, que van desde un vehículo hasta una
propiedad, ubicada en el campo o en la ciudad.
En muchos casos, son los mismos traficantes de personas quienes
efectúan prestamos de cinco o siete mil dólares que serán utilizados para
pagar el derecho de intentar hasta en tres ocasiones ingresar a los Esta-
dos Unidos de forma ilegal.
Esta historia está ligada al doloroso pesar del destino, que, por amor
a su madre, una persona prefiera enfrentar las consecuencias de la ame-
naza de muerte, que vivir lejos de su tierra con la ansiedad de no estar
cerca de sus seres queridos.
Ana es una madre soltera que vive en las afueras del casco urbano de
Nejapa, un municipio radicado en la periferia del departamento de San
Salvador, con una población de más de 36 mil habitantes y una extensión
territorial de 83.36 kilómetros cuadrados, ubicada a solo 12.7 kilómetros
del centro de la capital.

287
Gómez Trejos

Es uno de los municipios llamados popularmente dormitorios, ya


que la mayoría de la clase trabajadora viaja a diario hasta las zonas urba-
nas de mayor plusvalía ; ese éxodo matutino también es acompañado
por cientos de jóvenes estudiantes que buscan tecnificarse en los insti-
tutos nacionales de la capital, dejando a su comunidad sin mayor vida
comunitaria durante todo el día laboral. Será ya entrada la noche cuando
el desplazamiento humano le irá dando vida poco a poco al municipio.
Aunque el lugar no es perfilado como un municipio de alta peligrosi-
dad delictiva, existen estructuras pandilleriles que mantienen presencia
y controles territoriales. Esto provoca una división territorial que obliga
a esos grupos a defenderla incluso hasta con su sangre para evitar que
sea retomada por su “enemigo”. Este fenómeno ya existe en El Salvador
desde los años noventa, sin que los programas de prevención muestren
resultados, al menos favorables para los propios residentes, quienes
hasta han tenido que pagar para que las mismas pandillas no les hagan
daño. Este pago es la mal llamada “renta”.
Las pandillas que operan en El Salvador tienen su origen en los Esta-
dos Unidos desde mediados de los años ochenta. Una vez deportados
lograron establecer sus clanes, cuyo interés era lograr el dominio de
zonas, generalmente las de extracto popular. Hoy en día, mantienen un
férreo control de sus ciudadanos, atemorizándolos bajo la extorsión y
amenazas de muerte, si alguna persona busca la protección en las auto-
ridades de seguridad.
Por eso las amenazas a muerte al joven hijo de Ana eran suficiente-
mente tomadas en serio. Por lo visto, no existía ningún tipo de tregua,
más que obedecer la petición de cierto grupo de pandilla que le exigía no
transitar por una zona determinada bajo el domino de ella.
Hernán era un joven de diecisiete años, que trabajaba en una motoci-
cleta de tres ruedas, conocidas popularmente como mototaxis, las cuales
se utilizan como servicio de transporte popular a bajo precio y prestan
su servicio dentro de la extensión territorial del municipio.
A principios de 2016, Hernán fue amenazado por el grupo pandilleril
que mantiene presencia en colonias donde residen el grupo de contrarios
a la pandilla. Precisamente donde vive el joven.

288
Migración centroamericana, estudios de casos

Este fenómeno social ha sido motivo de privación de libertad, ame-


nazas, e incluso la muerte, para muchas personas que viven en diferen-
tes zonas del territorio salvadoreño. Incluso aquellas colonias sirven de
límite entre los dominios de las pandillas.
Ana vive, junto con el resto de su familia, de un pequeño negocio
de abarrotes; tomó muy en serio la amenaza que le habían hecho a su
hijo, por lo que decidió que su muchacho se fuera del país, rumbo a los
Estados Unidos, como única alternativa. La madre cuenta con el apoyo
moral de sus dos hijas, una de veinte años y una de solo once años.
El joven también tenía otros planes en su vida. Por falta de direc-
ción, tomó la determinación de dejar sus estudios de secundaria por la
necesidad de buscar trabajo, ya que su novia, también menor de edad,
de diecisiete años, había quedado embarazada, por lo que el joven acertó
hacerle frente a lo que sería su nueva etapa de vida.
En un espacio de la zona verde del terreno de su madre, el mucha-
cho ya había comenzado a construir lo que sería su nuevo hogar. Pero
primero había que resolver su situación de seguridad.
En la comunidad residía Xavier, aparentemente un “pollero”, que
tenía fama de haber “cruzado de forma ilegal hasta el otro lado” a varios
salvadoreños, entre ellos a algunos conocidos de la colonia donde vive
Ana, lo que le generaba confianza para que su hijo emprendiera la ruta,
si era Xavier el guía.
A la iniciativa de viaje se unió Carlos, un muchacho de unos veinti-
cinco años, que también deseaba irse del país. Su plan era trabajar por
unos cinco años y luego regresar a El Salvador, comentaba a sus amigos.
En un encuentro con Ana y Hernán, el joven motivó a la madre para
que se realice el viaje con el costo de ocho mil dólares, con la garantía de
que, si eran deportados, desde el territorio mexicano, podrían hacer un
segundo intento semanas después de la deportación.
En menos de diez días, la madre reunió el dinero bajo préstamos,
poniendo como garantía su negocio. De inmediato, pagó la mitad del
dinero a Xavier, quien prepararía el viaje en el que irían Carlos, Hernán
y tres personas más.
Para Hernán serían los momentos más difíciles de su vida, debido a
que nunca se había separado de su madre.

289
Gómez Trejos

Prácticamente lo estaban separando de mí los pandilleros. Mi niño sufrió en esos días


antes de irse, al pensar que estaría lejos de mí. Pero yo trataba de ser fuerte delante
de él para que tomara más fuerzas —recuerda Ana.

Apenas se presentaban las primeras lluvias del mes de mayo de 2016


cuando el grupo de personas se marchó por la madrugada rumbo a la ter-
minal internacional. En siete horas de viaje terrestre, el grupo ya estaba
descansando en un pequeño y modesto hotel de la ciudad de Guatemala.
Precisamente es la zona donde se concentra la mayoría de los migran-
tes centroamericanos que pretenden salir del país en pequeños grupos
rumbo a uno de los puestos fronterizos con México.
No existe ningún impedimento legal para que migración guatemal-
teca interfiera en querer interrogarlos o simplemente requerir sus docu-
mentos de identidad o pasaportes. El ingreso al país es de forma legal.
En estos casos, el trabajo de investigación se les hace más difícil a las
autoridades, sobre todo porque ningún migrante identificará al guía que
los lleva rumbo a territorio mexicano. En ese momento de la trayectoria
existe una confianza ciega en el “coyote” por parte de los migrantes.
Aunque el grupo de indocumentados mostraba su alegría por haber
dado el primer paso del largo recorrido que le esperaba al salir de su
terruño, a Hernán no lo inquietaban las emociones de victoria.
El joven había tomado la decisión de echarse para atrás y regresar
a su país. No pensaba en el apuro económico en el que estaba su madre,
ni en su misma seguridad frente a la amenaza. Buscó la oportunidad de
distracción del guía para encaminarse a la estación de autobuses inter-
nacionales que lo retornaría a su país.
Haber dejado por primera vez a su madre era algo que no podía
sostener en su conciencia, supone la madre que habrá pensado su hijo.
Cuando el cielo daba muestras de que terminaba el día, un cuerpo
trigueño, de mediana estatura y contextura delgada, pasaba la puerta de
madera de su casa del populoso municipio salvadoreño.
Entre asombro, felicidad y enojo, Hernán fue abrazado por su madre.
Apenas había tiempo para pensar lo que podría pasar. Además de que se
habían entregado varios miles de dólares para el viaje.
Pero el consuelo se presentó en Ana al poco tiempo, pues no habían
transcurrido ni quince días cuando el grupo de migrantes encabezados

290
Migración centroamericana, estudios de casos

por Carlos y Xavier entraban a sus propias viviendas en Nejapa. En el


Estado de Veracruz, migración los había localizado y deportado casi de
inmediato.
Pese a este inconveniente existía la promesa del “pollero”, de que
aún había la garantía de emprender un segundo intento. Y Carlos, que
era el más interesado en viajar, visitaba la casa de Hernán casi a diario
para persuadirlo que por su seguridad tomara valor y emprendieran
nuevamente el viaje.
Pero el segundo intento nunca se llevó a cabo. Al buscar a Xavier,
las familias, que ya le habían pagada hasta siente mil dólares cada una,
se percataron de que casi desde que retornaron a El salvador, uno o dos
días después, él guía se había ido de la colonia.
Carlos le comentó a la madre de Hernán que prácticamente habían
sido víctimas de estafa por parte del “coyote”, quien aparentemente se
había ido a México a resolver unos problemas.
No obstante, Carlos ha jurado buscarlo y recuperar algún dinero por
las buenas o por las malas, de un viaje que nunca llegó.
Ya en 2017, más de un año después de que el grupo emprendiera el
primer viaje, aún no existen pistas del guía. Hasta la fecha no ha regre-
sado a la colonia.
Mientras, Hernán habla con su madre para de que desea volver su
antiguo trabajo en la moto de alquiler y de alguna manera le ayudará a
pagar la deuda, que rondaba en ese tiempo los ocho mil dólares.
En pocos días Hernán vuelve a su rutina diaria, y se incorpora a su
trabajo, el que se mantendrá por unos tres meses. Hasta que llegó lo
inesperado y lo que marcaría la desgracia de su madre.

Era un medio día de un miércoles del mes de septiembre de 2016, a casi cuatro meses
de su regreso de Guatemala. Como era su costumbre, mi hijo venía a almorzar a la
casa, pero ese día la motocicleta presentó problemas. Eran como las once y media de
la mañana, él vino a la casa bien sudado, había estado en vano tratando de reparar
la falla mecánica, y al no poder resolverlo por su propia cuenta, decide ir donde el
mecánico.
Le dije que almorzara antes, pero mi niño no aceptó, dijo que hasta después lo
haría, porque quería lograr terminar la jornada laboral —recuerda Ana.

Pasaron las primeras horas de la tarde y, cuando el reloj marcó las cinco,
Ana, como costumbre, llamó al número de celular de su hijo, pero solo tim-

291
Gómez Trejos

bró sin tener respuesta. De momento pensó que su hijo seguía ocupado en
el taller. Media hora después, un nuevo intento, pero es en vano, el número
ya en ese momento solo manda a buzón de voz. En un tercer intento, el
celular de Hernán ya no ofrece señal, lo que preocupa a su madre.
Ana emprende viaje hasta el lugar donde se concentra el punto final
del recorrido de trabajo, pero ningún compañero de su hijo sabe del
paradero del joven. Mientras, el dueño del taller de mecánica le afirmó
que Hernán no había llegado en busca de sus servicios.
La madre intuye que algo anda mal, porque tampoco percibe si los
compañeros de trabajo le están diciendo la verdad o si ocultan algo.
Algunos de ellos se esconden bajando la gorra bajo su cara .
Una mujer que se encuentra cerca de los trabajadores se acerca a
Ana y en voz baja le comenta que hacía minutos se comentaba entre la
gente que en la cancha de futbol se encontraba un cuerpo de una persona.
Aparentemente, había sido asesinada.
No era el momento en dudar, por lo que era mejor aceptar la suge-
rencia de ir a indagar y, si era preciso, aceptar la realidad que podría
presentarse, pues todo lo que había pasado desde al medio día hacía
pensar que algo malo le había ocurrido a su hijo.
Ana recuerda que caminó lentamente en dirección a la cancha pol-
vosa de futbol, ubicada a medio kilómetro de donde ella se encontraba.
Ya había caído el sol, y apenas unas lámparas públicas alumbraban
su camino. Poco a poco se fue percatando de que unas cintas amarrillas
confirman su temor. “Policía no pasar”, reza la advertencia, signo de que
un accidente o un hecho de sangre había ocurrido en el lugar.
Sin mayor esfuerzo visual la madre reconoció la vestimenta de su
hijo, pero no alcanzó a observar su rostro, por encontrarse boca abajo. Un
grupo de soldados le impiden pasar la línea de seguridad en el momento
que les argumenta que se trata de su hijo.
El tiempo se detiene para Ana, quien sola y en medio de una can-
cha polvorienta exclama su dolor incontenible. Había perdido a su hijo.
Había perdido su mayor ilusión y apoyo. Había perdido algo de su propio
cuerpo. Nadie se acercó a consolarla. Y no recuerda cuánto tiempo pasó
entre la penumbra. Si gritó o si exigió justicia. Hasta la fecha no lo sabe.

292
Migración centroamericana, estudios de casos

Hoy en día, un año después de la desaparición física de su hijo, Ana


aún está pagando las deudas e intereses de un viaje a Estados Unidos
que irónicamente por amor nunca se logró. Su deuda se mantiene casi
igual a los ocho mil dólares que tomó en préstamo un año antes, sumado
a otros compromisos económicos que no sabe cómo finiquitar por más
que abona.
Además de la presión económica, Ana no ha sido tratada con ningún
régimen de salud mental. Pero, ¿por qué no ha buscado ayuda psicoló-
gica? ¿Costumbre cultural? Porque evidentemente ella pasa y pasará
mucho tiempo bajo una crisis emocional.
Hasta hoy en día, Ana asegura que todo se lo deja a su fe religiosa.
Basta ver algunas entrevistas en los medios de comunicación cuando
los periodistas preguntan a las víctimas sobre qué esperar de las autori-
dades. La mayoría de las respuestas se basan en su religiosidad, en una
justicia divida. O a la mejor podría ser su respuesta a su impotencia.
La situación de Ana, como madre y mujer, es de desconsuelo, al
someterse a una resignación casi forzada. Ella asegura que su vida no
tiene sentido desde que le arrebataron a su hijo, pero ante cualquier
desatino que le podría provocar hacer una locura, piensa en sus hijas en
momentos de mayor depresión. “Eso me distrae cuando se me viene a
la mente el querer mejor quitarme la vida”, afirma.
Otro refugio que Ana cree le ha ayudado mucho es la participación
en las actividades de su iglesia cristiana. El tiempo lo dirá…, mientras
tanto, en el interior del terreno de Ana, están como testigo unas cuatro
paredes que formarían una pequeña casa que su hijo nunca terminó.
Pero para su madre, la estructura es la señal de un joven emprendedor
cuyo interés fue la superación, aspiración que la violencia le arrebató.

Conclusiones

La violencia y la pobreza son las razones por las que muchos jóvenes
del “Triángulo del Norte” centroamericano, conformado por Guatemala,
Honduras y El Salvador, deciden buscar mejores oportunidades de vida
en los Estados Unidos, aunque bajo una condición migratoria irregular.

293
Gómez Trejos

Esa decisión recreará todo un clima de peligro e incertidumbre


cuando el migrante pretenda cruzar el territorio mexicano, donde es
completamente vulnerable, bajo una falsa guía de rumores, amenazas,
indiferencias y peligros. No obstante, la decisión está tomada cuando
no hay marcha atrás.
Muchos prefieren morir en el intento que quedarse en sus países,
donde también viven la sobra de la violencia y carencias económicas que
no les permiten ni siquiera iniciar nunca un meta trazada.
Mientras unos logran pasar la pesadilla de la ruta migratoria para
iniciar un nuevo camino, al menos con el deseo de que sea de mejor espe-
ranza, otros tienen que purgar con la resignación y la realidad cuando
se enfrentan a lo peor, la desaparición por la misma violencia. Será el
momento de aceptar una resignación de una madre a la que ella no invitó
a formar parte a su nueva realidad acompañada de un mundo de deudas .
Dos historias de la migración irregular utilizando la narrativa.
Dos jóvenes, un guatemalteco y un salvadoreño, quienes no corrie-
ron con la misma suerte en buscar el llamado sueño americano. Uno de
ellos porque lo obligó el amor; el no poder estar separado de su madre
a pesar de ser amenazado de muerte por las pandillas en uno de los
municipios más populosos de la capital, San Salvador. Dos esperanzas,
y solo una logró concretarse.
Y la segunda está obligada a la resignación divina sumada a una deuda
que pretendía ser la esperanza de una vida mejor en tierras extranjeras.
Estas historias están ligadas a una investigación realizada en el
acompañamiento a la Caravana de Madres Centroamericanas, 2016.
El común denominador en todos los jóvenes que se ubicaron es que
provienen de zonas rurales de los países centroamericanos, y que habían
dejado los estudios mucho tiempo antes de haber tomado la decisión de
migrar.
Otra apreciación que se hereda para la sociedad de los países afecta-
dos por la migración es que se quiebra el vínculo familiar; padres e hijos
quedan prácticamente separados en tan poco tiempo de vida, muchos
en su adolescencia y juventud, y sin la preparación física, intelectual y
emocional para enfrentar la vida con responsabilidad.

294
Migración centroamericana, estudios de casos

Lastimosamente, esta separación forzada no es percibida de


momento por el migrante, quien romperá con sus tradiciones sociales,
y se convertirá en ese hijo que no volverá. Al menos, a convivir en familia.
Finalmente, los gobiernos del “Triángulo del Norte” están perdiendo
grandes índices proporcionales de juventud. Grandes índices de mano
de obra que podría calificarse para trabajar en las áreas que demanda
su localidad de origen.
El fenómeno migratorio de momento está labrando un destino
incierto para la economía de los países centroamericanos, independien-
temente de que se reciban remesas familiares, las que van en su mayoría
al consumo y no a la inversión.

Bibliografía

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http://www.eumed.net/tesis-doctorales/2013/mlsl/analisis-push-pull-
Evertt-Lee.html

295
Tejiendo nuevas identidades.
Alternativa de cambio en adolescentes
que agreden a sus progenitores

Jorge Collantes Domínguez11

Resumen

El presente trabajo es la experiencia y la reflexión de casos de violencia


filio-parental abordados desde la terapia narrativa, tejiendo las histo-
rias de los adolescentes y las adolescentes y las familias que construyen
identidad, autonomía e historias alternativas a la violencia utilizando
metodologías como el árbol de la vida, además de la externalización, la
deconstrucción, la reautoría, el humor, etcétera.
Se incluyen los factores que favorecen la violencia filio-parental,
como lo social, individual y familiar, y la construcción de la violencia.
Reflexiones de algunos casos sobre la importancia de la construcción
del contexto de seguridad, la fase social, el mapa de los efectos de la vio-
lencia, la detención de la escalada de la violencia, la conexión emocional,
valores y el futuro .
Palabras clave: terapia narrativa, adolescencia, familia, identidad, árbol
de la vida, externalización, deconstrucción, violencia filio-parental

1. Psicólogo especialista infanto-juvenil y familias, máster en terapia familiar y de


pareja; miembro de la Asociación Española de Terapia Narrativa (aeten). Dirección
electrónica: jorgecollantes1@gmail.com.

297
Collantes Domínguez

Abstract

This work summarizes the experience and reflection about violence


towards parents cases addressed from narrative therapy. Methodologies
from narrative therapy aimed at weaving alternative stories to violence
and teenagers and their families’ identities were used: tree of life, exter-
nalization, deconstruction, re-authority, and sense of humor.
Factors fostering violence towards parents at individual, family and
social level are include.
Furthermore, reflections about cases regarding the construction of a
secure context, social phase, violence effects map, to stop violence esca-
lating, emotional bond, values and the future, are include.

Keywords: narrative therapy, teenagers, family, identity, tree of life,


externalization, deconstruction, violence towards parents

Introducción

Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero


a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias.

Eduardo Galeano

La sociedad en que vivimos actualmente enfrenta un problema especial-


mente grave: la violencia, que va desde lo cotidiano, como agresiones
simbólicas y socialmente admitidas, hasta expresas formas de agresión
física. Por ejemplo, no es extraño que, a la hora de hacer fila para subir al
autobús, alguien se cuele de manera impertinente, o que al estacionar el
coche alguien dé voces e insultos porque vio primero la plaza de estacio-
namiento. No es infrecuente ingresar al ascensor del edificio y encontrar
a un vecino fumando dentro. Decirle que apague el cigarrillo podría cos-
tar una posible agresión física. Podemos incluir innumerables ejemplos
hasta enfrentarnos a tipos distintos de trasgresiones, como las violen-
cias filio-parental, familiar, escolar, política, sexual, de género, cultural,
económica y religiosa. La violencia también tiene formas de realización

298
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

“inmediata”, como elevar el tono de voz para amedrentar, o formas de


realización “mediata”, a través del ciberbullying y la informática.
El tema que nos ocupa en este capítulo es la violencia filio-parental.
De acuerdo con la sociedad española de violencia filio-parental, el 9%
de los progenitores españoles sufre violencia física y el 40% violencia
psicológica (sevifip, 2015).
La violencia que ejercen los adolescentes contra sus padres o madres,
según la memoria de la fiscalía de la comunidad de Madrid 2016, corres-
ponde a un 15,6%, y un 0.3% contra abuelos, abuelas y otros parientes.
Para entender este tipo de violencia y desarrollar estrategias y prác-
ticas originales de narrativa conviene tomar en cuenta las variables inde-
pendientes “estilo educativo”, “familia”, “adolescencia”, y la “violencia
filio-parental” como variable dependiente.
La institución “familia” ha sufrido grandes cambios. De la familia
nuclear pasamos a familia monoparental, extendida, mixta, nuevos cón-
yuges, adoptiva o de acogida. Por otro lado, la adolescencia es un ciclo
vital, con frecuencia tormentoso, donde se sufre amenazas de violencia
como sentimientos de ira , inicio de consumo de drogas, autoritarismo,
problemas de identidad, precocidad sexual, baja autoestima, bajo ren-
dimiento académico etcétera.
La terapia con adolescentes de doce a dieciocho años que muestran
violencia con sus padres o madres, desde la perspectiva narrativa, busca
construir una nueva identidad a la historia dominante ejercida por la
violencia, a partir de historias alternativas significativas que relatan y
deconstruyen la violencia. Comentaremos además la experiencia y las
reflexiones de intervención que hemos visto en los centros de apoyo a
las familias, menores con medidas judiciales y de la consulta particular
en la comunidad de Madrid.

Justificación

Es importante estudiar los casos de violencia filio-parental, tanto a los


terapeutas o las terapeutas como a las familias para mejorar el sufri-
miento y prevenir las historias saturadas de las escaladas de violencia,

299
Collantes Domínguez

agresiones, amenazas, golpes, para construir las historias alternativas


que mejorarían los vínculos afectivos familiares rotos. Ver la influencia
que tienen los factores familiares, sociales e individuales en la violen-
cia y estudiar la metodología de la externalización con responsabilidad,
deconstrucción, reautoría, árbol de la vida, humor etc., en los adolescen-
tes y las adolescentes que ejercen violencia con sus figuras parentales,
los logros y efectos que se consiguen en las familias.

¿Qué es la familia?

Es un grupo sociopsicológico, con vínculos de inclusión específica, uni-


dad sociológica, económica y contexto para el desarrollo, dentro del cual
se satisfacen necesidades de tipo biológico, emocional y sociocultural de
cada miembro. Se constituye como un campo semántico proveedor de
historias, relatos, tradiciones, rituales y experiencias variadas.
Los pilares de la familia no son, como suele pensarse, los padres y
madres. El verdadero soporte familiar lo constituyen las historias que
construimos. Historias de solidaridad, amor, respeto, corresponsabili-
dad, sueños (Michael White 2000).
La violencia filio-parental es una construcción social cultural que
produce dolor y sufrimiento en las figuras parentales (papá, mamá o
sustitutos).
No creemos en las etiquetas ni en los diagnósticos, porque no ayudan
a buscar nuevas narrativas. Hay contextos donde utilizan diagnósticos
y protocolos por eso, nombraremos el de la Sociedad española para el
estudio de la violencia filio-parental (2015), que define la violencia filio-
parental como: “Conductas reiteradas de violencia física, psicológica
(verbal o no verbal) o económica, dirigida a los progenitores y las pro-
genitoras, o a aquellos adultos que ocupan su lugar.

300
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

¿Qué es ser adolescente?

La adolescencia es un período de transición entre la infancia y la edad


adulta y, por razones de análisis, puede segmentarse en tres etapas: ado-
lescencia temprana (de diez a trece años de edad), mediana (catorce a
dieciséis), y tardía (diecisiete a diecinueve). Es una época muy impor-
tante en la vida, debido a que las experiencias, los conocimientos y las
aptitudes que se adquieren en ella tienen implicaciones importantes para
las oportunidades del individuo en la edad adulta (unicef, 2012).
Hay diferencias en los adolescentes relacionados con la cultura, la
etnia y la clase social. Reflexionemos sobre las diferencias existentes en
países como España, México y Perú, con respecto a países anglosajones
como eua., Reino Unido y Australia, o países escandinavos, como Fin-
landia, Noruega y Suecia.
El adolescente y la adolescente latinoamericanos tienden a perma-
necer junto a sus padres o madres antes de la edad adulta debido a la
importancia que dan a los vínculos de familia, la necesidad económica y
la afectiva. La valoración que dan a las figuras parentales son importan-
tes para la construcción de su identidad, para responder a las preguntas:
¿Quién soy?, ¿quién he sido?, ¿quién voy a ser?
En las grandes ciudades de España, como Madrid, Barcelona, Bilbao,
Sevilla, etc., hay una cultura individualista, el “vale todo”, por lo cual cada
vez hay más familias con hijo único, padres y madres añejos que pos-
tergan la paternidad por expectativas que exige la sociedad consumista.
En el grupo de adolescentes los amigos y amigas son importantes, pero
mayormente para actividades extraescolares, escolares y deportivas, y
hay otro grupo de adolescentes y familias en España más acostumbrados
a relacionarse con figuras pares debido a una construcción social que
favorece la convivencia, la identidad de grupo y las familias numerosas.
En las adolescentes y los adolescentes anglosajones, escandinavos
y centroeuropeos, por lo contrario, la familia queda en segundo plano
dentro de este ciclo vital y adquieren mayor importancia e influjo las
figuras pares en la construcción de su identidad.
A los adolescentes y las adolescentes inmigrantes de primera y
segunda generación en España, de Latinoamérica, África, Europa del

301
Collantes Domínguez

Este y Asia les resulta más compleja la construcción de su identidad,


porque tienen que asimilar la identidad cultural de su país de origen, de
sus ancestros y del país anfitrión. Se produce en ellos y en ellas el cons-
tante dilema, la aculturación y los sentimientos confusos de pertenencia
que se expresan en términos de “Siento que no soy de acá y tampoco me
siento de allá”.

Historia de la identidad

La identidad se teje con las historias de vida, donde hay habilidades, des-
trezas, valores, ideales y sueños que construyen los adolescentes sobre
las tramas que se les presentan en la vida cotidiana. Constantemente la
identidad está formándose y transformándose a través de la interacción
con los otros.
La identidad de los adolescentes se construye en función de historias
de su vida que relatan, asociadas a significados que se ven reflejados en
los guiones de vida que producen expectativas; son como una red de
andamios interconectados, desde el guion del sí mismo al colectivo en el
cual se ven reflejados sobre todo en su manera de pensar, sentir y actuar.
Para que la identidad se consolide son importantes los rituales de paso
del ciclo vital de adolescente a adulto, que a su vez produce cambios en
la familia, grupos pares y los adolescentes y las adolescentes.
Otro factor importante es el marco referencial de una figura signi-
ficativa y potente para construir ideales, valores y principios filosóficos.
El contexto social y la cultura tejen y destejen la identidad los jóvenes
y las jóvenes.

302
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

Guiones de vida

Fuente: Elaboración propia.

Marco teórico

La definición de violencia filio-parental como “Conductas reiteradas de


violencia física, psicológica (verbal o no verbal) o económica, dirigida a
los progenitores y las progenitoras, o aquellos adultos que ocupan su lugar
(Cottrel y Monk, 2004; Pérez y Pereira, 2006; Aroca, 2010; sevifip, 2015).

Factores que favorecen la violencia filio-parental

La violencia es el miedo a los ideales de los demás.

Mahatma Gandhi

¿Cómo comprender que un hijo querido y protegido, o una hija querida


y protegida, a quienes se les ha dado todo lo que necesitan, asuman el
papel de agresor o agresora?
Adolescentes sobreprotegidos, dependientes, mimados, quieren
construir su autonomía e identidad en determinadas situaciones. Por

303
Collantes Domínguez

ejemplo, la separación, que es dolorosa para ellos y ellas y para los pro-
genitores. La respuesta ante la frustración es de violencia ante la figura
parental. Contestaremos a la pregunta planteada considerando los fac-
tores sociales, individuales y familiares que refuerzan esta violencia de
hijos e hijas hacia sus padres y madres.
En referencia a factores sociales de adolescentes que ejercen violen-
cia en contra de sus figuras parentales, hemos observado los cambios
sociales que dificultan la construcción de la autoridad, respeto de padres,
madres y educadores, como pasar de una familia nuclear a otra mono-
parental, reconstituida, adoptiva, el atraso de los padres o madres para
tener los hijos cuando los tienen en una edad avanzada, al hijo único
o la hija única. El aumento de horas de trabajo de los padres y madres
disminuye horas y calidad de tiempo con los menores.
La sociedad es tolerante con los mensajes violentos que envían los
medios de comunicación como programas de televisión América dad,
Schin Chan, Simpson , y los videojuegos enseñan a los infantes, a los
adolescentes y las adolescentes a resolver problemas por medio de fuerza
bruta, violencia, marginación, racismo y poca tolerancia a los que pien-
san distinto, por ejemplo, en el ámbito confesional.
Respecto de los factores individuales, encontramos poca tolerancia
a la frustración, baja autoestima, egocentrismo, impulsividad, disminu-
ción de la capacidad empática.

Factores familiares que favorecen la violencia

Reconocemos cuatro estilos parentales de crianza:


1. Estilo democrático: las figuras parentales se interpretan como afec-
tuosas y dispuestas a la comunicación, pero sin descuidar los límites
y reglas que procuran construir negociando y evitando la imposición,
a la cual recurren si nos les queda otra alternativa. Supervisan y
controlan a sus hijos e hijas al mismo tiempo que apoyan el desa-
rrollo de su autonomía, proyecto de vida, su nueva identidad y su
individuación.

304
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

2. Estilo autoritario-violento: las figuras parentales buscan el control,


y menos la nutrición afectiva. Les cuesta la negociación y tienen una
marcada tendencia a imponer normas con estrategias coercitivas y,
si lo creen necesario, acciones violentas. Hay escasa comunicación,
no se realizan acuerdos, tampoco hay una explicación de por qué se
colocarán ciertas normas, y se exoneran de atender a las necesidades
afectivas del adolescente.
3. Estilo permisivo-liberal: las figuras parentales son afectuosas con
sus hijos e hijas, tienen una adecuada comunicación, pero ponen
escasos límites y reglas y, cuando lo hacen, no supervisan o hay
contradicciones en la pareja para su mantenimiento. Otorgan exce-
siva libertad a sus hijos e hijas y, mayormente, “dan todo lo que les
piden”; luego se sorprenden por la conducta de sus hijos y se pre-
guntan “¿Por qué me trata así (sin respeto, mal educado, agresivo,
chulo), si le hemos dado todo lo que nos ha pedido?”.
4. Estilo negligente-ausente: Los padres o madres se involucran poco
o casi nada en la educación de sus hijos. Aunque físicamente vivan
juntos, separados, divorciados o equivocadamente separados de sus
hijos o hijas, no dan nutrición afectiva, no acompasan, no super-
visan, no ponen reglas o límites o, si lo hacen, es por puntos de
inflexión con sus hijos.

En la intervención de adolescentes con violencia filio-parental que se


realizó en la ciudad de Madrid encontramos que el estilo educativo de
socialización parental que más perjudica a los hijos y las hijas es el estilo
educativo autoritario-violento. Se generan hijos tímidos y sumisos que
luego adoptan conductas rebeldes, desafiantes y violentas contra las figu-
ras parentales. Son hijos e hijas inseguros, de pobre autoconcepto, que
cuando se frustran utilizan métodos violentos para resolver problemas.
El estilo educativo permisivo-liberal también resulta perjudicial, en
la medida que los hijos no reconocen con facilidad sus límites, suelen
ser alborotados, buscan con mayor facilidad experimentar con drogas,
tienen más proclividad a tener problemas de conducta.
Por último, el estilo educativo negligente-ausente, con cierta facili-
dad tienen problemas de conducta, experimentación con drogas, inse-

305
Collantes Domínguez

guridad y no tienen reparo en enfrentar los problemas de vida diaria


utilizando la violencia. Estos hallazgos coinciden con estudios realizados
en 2015-2016 en Reino Unido, España y Latinoamérica.

Construcción de la violencia filio-parental

Fuente: Elaboración propia a partir de Aroca (2010).

La terapia narrativa

La terapia narrativa fue creada por Michael White, trabajador social aus-
traliano, y David Epston, antropólogo de Nueva Zelanda, en los años 80.

306
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

Características de la terapia narrativa

• Es respetuosa de las personas.


• No es culpabilizadora.
• Separa a las personas de sus problemas.
• Las historias son importantes porque moldean nuestra manera de
pensar, sentir y actuar.
• Habilita para reconocer sus habilidades, propósitos, principios de
vida, valores, sueños, esperanzas y compromisos.

White y Epston (1989) creen que la gente se enfrenta a dificultades


cuando vive con “historias dominantes” que están “saturadas de pro-
blemas”. Estas historias dominantes son restrictivas, no abarcan partes
importantes de la experiencia de las personas, o las llevan a conclusiones
negativas sobre su identidad. Estos autores ponen especial atención a los
“discursos dominantes” y el ejercicio del poder en la sociedad. Propo-
nen que estos tienen un impacto en las historias que las personas crean
sobre sí mismas y que es importante “deconstruirlos”. Morgan define la
deconstrucción en la terapia narrativa como “desarmar” o revisar cuida-
dosamente las creencias y prácticas de la cultura que están fortaleciendo
al problema y a la historia dominante (Morgan, 2000).

307
Collantes Domínguez

Modelo de la terapia narrativa

Fuente: Elaboración propia a partir de Mancilla (2011).

Metodología

En la intervención de los casos a escalas individual y familiar de violencia


filio-parental, con adolescentes de doce a dieciocho años, se utilizaron
las estrategias o practicas narrativas:
1. Externalización y responsabilidad
2. Conversaciones de remembranza
3. Deconstrucción

308
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

4. Lo ausente pero implícito


5. Conversaciones de reautoría
6. El árbol de la vida

El árbol de vida

Fue desarrollado por Ncazelo Ncube, David Denborougth y el Dulwich


Centre (Denborough, 2008) para trabajar con niños y niñas sobrevivien-
tes del genocidio de Ruanda, con el objetivo de reducir los efectos del
trauma y resaltar sus capacidades, recursos, sueños y conocimientos sin
retraumatizarlos. Los autores ofrecen experiencias que buscan conectar
con las familias, con sus valores, esperanzas y con su herencia cultural.
Esta estrategia o práctica narrativa del árbol de la vida ha sido adap-
tado al contexto terapéutico de la violencia, unido por los eslabones de la
externalización con responsabilidad, deconstrucción, remembranza, lo
ausente pero implícito, humor y la reautoría, y enriquece el trabajo con
los adolescentes y las adolescentes que construyen historias alternativas
de esperanza y resiliencia.

Asier, de diecisiete años: “Mi vida”

“Nunca dejar de existir”

Asier, adolescente de diecisiete años que presenta conflicto con su padre


y su madre. Estos refieren que él tiene “mal carácter”. Ha golpeado a su
padre, empuja a su madre de manera continua y se va de casa. Consume
porros (cannabis). No acepta hablar sobre temas de amigos que trapi-
chean. Ha repetido 3 eso (secundaria), lo expulsaron del colegio. Quiere
estudiar colegio para adultos y obtener la eso. Respeta menos a su madre
y no acepta acatar las reglas del colegio.

309
Collantes Domínguez

310
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

El dibujo que hizo del árbol de la vida junto a su familia: padre,


madre y hermano menor

Puso al árbol de la vida, de nombre “mi vida”, su abuelo y abuela paternos


vienen de Cáceres (España) y los maternos de Madrid, la ciudad donde
nació. Dibuja unos parásitos y dice que son las cosas de las que debe
desprenderse porque pueden afectar su presente. Desea controlar su
carácter, “no ser tan cabezón” ni ponerse tan celoso con su novia. Vive
actualmente en Madrid. Cada día le gusta dormir por la noche y en la
tarde hacer siesta. Informa que sus capacidades son: presentar amigos,
pedir perdón a la familia y a sus amigos; a su padre y madre por haber-
los insultado, empujado, golpeado, y a sus amigos y amigas por su “mal
carácter”. De su padre y su madre ha aprendido a dar las gracias, saludar,
conocer sus sentimientos, expresar afecto, priorizar y compartir.
Tiene un lema: “Nunca dejar de existir”. Su sueño es ser barbero, y
de su papá ha heredado el deseo de ser “millonario”.
En lo referente a sus personas significativas, su madre le ha enseñado
a “ser buena persona”. Informa que con su hermano ha pasado muy
gratos momentos, tanto es así que lleva tatuado su nombre en el brazo.
Su abuela materna le ha dado amor y cariño. Con ella no se altera aun-
que ella lo confronte, y la sabe escuchar. Su cantante favorito es Ñengo
Flow. Al escucharlo experimenta acentuado relax. Cuando discute con
su madre o su padre se retira y se va a la habitación; allí se relaja y ya no
sale enfadado a continuar discutiendo. Dice que es el cantante de Puerto
Rico y su género es reguetón y trap . Refiere que sus padres piensan que
él sirve y podría “dar más”, que es un chico listo, aunque “cabezota”
como su padre.
Había tenido ya tres sesiones con la madre y una cuarta con la madre
y el padre juntos. Transcribo algunas partes de la primera sesión a la
cual Asier accede a venir, junto a sus progenitores. Él no quiso asistir
anteriormente. Es una constante en la historia saturada por la violencia,
conflictos familiares, bajo rendimiento académico, consumo de drogas,
etc. Los adolescentes y las adolescentes se sienten obligados por padres
o madres, profesores o profesoras, los servicios sociales, los centros de
menores (abierto y cerrado), la consulta particular.

311
Collantes Domínguez

Jorge: ¿Asier cuéntame que hobbies tienes tú?


Asier: Ninguno.
Jorge: ¿Pero hay algo que te guste hacer?
Asier: Pues no.
Jorge: Por ejemplo, la música,
Asier: Sí la música.
Jorge: ¿Hay algún estilo de música que te guste?
Asier: Pues, el reggaetón.
Jorge: ¿Aparte de la música hay algún deporte que te guste?
Asier: El boxeo.
Jorge: Ajá, el boxeo…
Asier: Yo he pensado en eso para desestresarme.
Jorge: ¿Golpear el saco te ayudaría a controlar el enfado?
Asier: Sí, porque libero, si estoy enfadado me desahogo.
Jorge: Asier, nos vamos al futuro y han pasado cinco años, ¿qué te ves haciendo
y cuantos años tendrías?
Asier: Veintidós años, yo estudiaría la eso (secundaria).
Jorge: La eso…
Asier: Algún módulo de algo… como peluquería / barbero.
Jorge: Vale, dime, en ese módulo qué personas significativas te estarían echando
la mano.
Asier: Pues, mis padres, y mi novia también.
Jorge: Asier, si construyéramos un mapa de los efectos, de los problemas que has
estado teniendo con tu madre y tu padre ¿En qué áreas, como la familia, el colegio o
las amistades, así mismo, te viste afectado?
Asier: Bueno, en casa muchas discusiones con mi padre y mi madre.
Jorge: ¿Qué más?
Asier: Me botaron de casa y algunas veces me fui y no regresé.
Jorge: ¿En el colegio, como te afectó eso?
Asier: Discutía mucho con los profesores y me expulsaron.
Jorge: ¿Cómo te afectó con tu grupo de amigos y amigas?
Asier: Me alejó de mis amigos del colegio anterior que estuve, por mi mal carácter.
Jorge: ¿Cómo te afectaron estos problemas?
Asier: Andaba triste, malhumorado y resentido con mis padres.
Jorge: Qué nombre les pondrías a los efectos que han afectado tu vida.
Asier: Mal carácter.
Jorge: ¿Cuáles han sido las consecuencias del mal carácter?
Asier: Me he peleado con mi padre y mi madre, me he ido de la casa, después no
me han dejado entrar a la casa.
Jorge: ¿Cómo te fue en el colegio?
Asier: Me han expulsado del colegio.

En las primeras sesiones los adolescentes y las adolescentes suelen


hablar poco porque se sienten obligados. Hay que ir despacio, buscar
la conexión emocional, se requiere cortar las críticas cuando provienen
de las figuras parentales. Conviene desarrollar la externalización con
responsabilidad, buscar las historias preferidas de habilidades, recursos

312
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

y valores. Visualizar el futuro nos sirve para conocer sueños, proyectos


de vida, expectativas y las personas significativas que ayudarán de modo
potente a construir historias alternativas a la violencia.

Daniela, de catorce años, “el árbol de la vida”

Sonreír al mundo a pesar de los obstáculos

Daniela viene de salud mental, con un diagnóstico de trastorno de per-


sonalidad desafiante. De inicio fue importante deconstruir este encasi-
llamiento y etiquetado que no permitía trabajar las historias preferidas y
los recursos que tenían ella y su familia. La madre manifiesta que ella la
ha agredido, lo mismo que a su padre y a su hermana menor. Refiere que
Daniela consume marihuana y alcohol. Ha repetido el colegio y la han
expulsado varias veces. Ella no acata las reglas y no respeta a la autoridad
del colegio. Ha tenido un novio que ha trapicheado con drogas, su padre y
su madre son funcionarios. La madre tiene un estilo educativo permisivo,
le cuesta poner reglas, y luego no las mantiene. El padre tiene un estilo
educativo autoritario, no dialoga la construcción de reglas, impone, y
le cuesta conectar emocionalmente con su hija, es muy crítico. La hija
piensa y siente que su padre cree que ella no sirve.
En el árbol de la vida que construyó el origen de su padre es Madrid
y el de su madre es Ciudad Real. Del mismo lugar provienen los abuelos.
Su pensamiento filosófico “Sonreír al mundo a pesar de los obstáculos”.
La autonomía es algo importante para ella. Le interesa ayudar a quien lo
necesita, como dar y recibir amor. Le importa caer bien a la gente, pero
tal y como es, “una persona muy alegre”, procura que no le afecten los
comentarios obscenos y saber decir que no porque en realidad le cuesta.
Refiere que desearía tener una buena autoestima. Ha aprobado la mayo-
ría de sus asignaturas y desea obtener la eso (secundaria); quiere “ser
alguien” en el futuro y estudiar una carrera. Anhela estudiar la carrera
de Derecho y sueña con pertenecer a uno de los mejores bufetes de abo-
gados, independizarse; dice que la caracterizan la alegría, la sonrisa, la
positividad, el querer ser mejor persona, el autosuperarse, el dar ayuda

313
Collantes Domínguez

314
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

desinteresada. Siempre que puede, da ayuda a quien lo necesita. Sus


personas significativas son su “mamá”, su “papá”, su hermano, su her-
mana, su cuñada, la mujer de su papá, sus tíos y tías; también sus amigas
Carlota y Vero.
El padre y la madre se quedaron sorprendidos por la manera en que
dibujaba su hija, además de los pensamientos filosóficos que narraba. La
historia dominante de violencia, bajo rendimiento académico, coqueteo
con la marihuana, peleas con la hermana, las expulsiones del colegio, la
dificultad de acatar las reglas, habían opacado las historias preferidas de
solidaridad, amor, sueños de ser una abogada. Tuvimos que deconstruir
ideas, pensamientos y creencias. Evidenciamos dificultad en el padre
para conectar emocionalmente con su hija, sobre el tiempo que no le
da un abrazo a su hija, desde que era niña. Ella relató que su padre era
“frío” y no abrazaba a los hijos e hijas. Que él aprendió eso, esa falta de
contacto con su familia. Al padre le contamos una metáfora que decía
“Todas las personas necesitamos cuatro abrazos diarios para sobrevivir,
ocho abrazos diarios para vivir y doce abrazos diarios para crecer”.
En la siguiente sesión le pregunté a Daniela si ha ocurrido algún
acontecimiento extraordinario. Ella contestó que en el colegio no le
habían dado ningún parte y que, por el contrario había obtenido un
“notable” en lengua. “¿Qué más?”, pregunté y ella respondió: “¡Mi padre
me ha sorprendido! Me ha dado un abrazo por la nota del colegio”. En
las siguientes sesiones, luego de seis meses, mejoró las notas del cole-
gio, dejó de salir con el novio que le enseñaba a fumar marihuana. Dejó
de golpear e insultar a su madre y a su padre, ya no volvió a consumir
drogas, mejoro la relación con su hermana, comenzó a ir al cine con el
padre y fueron a ver a su equipo de fútbol favorito el Rayo Vallecano.

Es horrible

Familia derivada por los servicios sociales, Martha, de 46 años; su hijo,


Daniel, de catorce, y su hija, Natalia, de diecisiete. La madre refiere que
vive sola con sus dos hijos desde que se separó hace tres años. Desde la
separación la niña empezó a manifestar conducta violenta hacia la madre
y ahora también hacia su hermano.

315
Collantes Domínguez

La violencia es tanto física como psíquica, de tal forma que la madre


dice: “es horrible”. También nos informa que:

Ellos se pelean entre ellos y se unen contra mí. El chico me ha golpeado, amenazado y
tirado por las escaleras. Ha plantado un tenedor en la espalda de su hermana. Tengo
miedo porque en un momento dado puede que pase algo peor. Cuando no estoy en
casa es cuando peor se enfrentan.

Pondré una parte de la primera sesión que tuvimos con esta madre y su
hijo; la madre vino a tres sesiones sola. En esta ocasión convenció a su
hijo para que esté presente:

Terapeuta: Es la primera vez que vienes aquí con nosotros…


Daniel: Sí.
Terapeuta: ¿Cómo te ha ido, cómo te ha dado por venir?
Daniel: Yo no quiero venir.
Terapeuta: ¿Vienes obligado?
Daniel: Sí.
Terapeuta: Mamá te hizo venir…
Daniel: Sí.
Terapeuta: No es nada agradable…
Daniel: No
Terapeuta: ¿Qué ha pasado entre ellos para que estén mejor?
Madre: Pues, nada… … … Supongo que tenían ganas de verse… Regresó la niña.
Daniel: Y una mierda, pues no diré nada.
Madre: Si no dices nada no nos van ayudar ni a ti, ni a mí, ni a todos.
Terapeuta: Si él no quiere decir nada, está en su derecho, eso sí, si en algún
momento quiere decir alguna cosa puede decirlo (ahora dirigiéndome al adolescente),
pero lo que te voy a pedir es que moderes tus expresiones. Yo sé que es un ejercicio
difícil en un momento dado, te voy a pedir que lo hagas aquí, porque si lo haces aquí
podrás hacerlo fuera.
Terapeuta: Argumenta, Daniel, eso de portarse bien.
Daniel: No gritarle.
Terapeuta: En los estudios…
Daniel: Ir al colegio y a clases particulares.
Madre: Eso no es suficiente… (La madre no lo mira a la cara, mira al suelo con
expresión de incredulidad).
Daniel: Ya te he dicho.
Madre: ¿Y qué más?
Terapeuta: (me dirijo a Daniel) Venga, argumenta.
Daniel: Yo ya he dicho lo que tengo que hacer, no voy a decir más.
Madre: Es que lo que me dice es poco.
Daniel: ¿Cómo que poco? (Se ofusca más).
Madre: No, no es suficiente
Daniel: ¿Qué falta?
Madre: ¡Que apruebes!

316
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

Daniel: ¿Cómo que apruebe? ¡Ya hago bastante con esforzarme! (sube el tono
de voz) ¿Cómo vas a decir que apruebe? Y patea la pata de la mesa intentando patear
al pie de la madre. El cristal de la mesa se rompe y corta el pie de la madre.
(...)
Terapeuta: Tienes que reparar lo que has hecho, empieza por tu madre.
Daniel: Perdón.

Conversando con el equipo reflexionamos que es necesario parar la esca-


lada a las primeras señales para construir un contexto de seguridad y
prevenir la violencia.
En las primeras sesiones no empezamos a deconstruir las historias
dominantes de violencia en profundidad; trabajamos antes la fase social,
la alianza y la conexión, buscando habilidades, valores y recursos desde
las historias preferidas. Luego realizamos el mapa de los efectos de la
violencia.
Para terminar, contaré una historia que me ocurrió al subir en el
metro. Encontré a cuatro jóvenes, de entre dieciséis y dieciocho años,
aproximadamente. Un español, un africano, una chica filipina y otra latina
. Comenzaron a bailar una batucada brasileña que nos contagiaron. Con
su alegría, su humor, y sus pasos espontáneos nos cargaron las baterías a
todos los viajeros, mayores y jóvenes que, de a poco, empezamos a mover
los pies y la cabeza. Luego de darles nuestros aplausos y algunas mone-
das, ellos nos agradecieron y también nos pidieron aplausos. Al principio
eran aplausos algo tibios que luego fueron en aumento. Estábamos de
pronto aplaudiendo con un entusiasmo de niños. Ellos, que nos habían
alegrado tanto, se lo merecían. Se robaron nuestra gratitud por el arte y
la emoción que nos habían transmitido. Este es el Madrid multicultural,
un poco más diverso y más grande que sus inmensos edificios. Y estos
son los adolescentes y las adolescentes y jóvenes que construyen historias
alternativas a las historias dominantes que hay en nuestra sociedad tan
llena de violencia. Yo tengo esperanzas y voto por ellos y ellas.

Personas significativas que ayudan en la terapia

La abuela de un adolescente llamado Asier es afectiva. Ella escucha


atenta sus problemas y también lo confronta cuando percibe errores en

317
Collantes Domínguez

su conducta. Él la escucha, como no lo hace con sus padres. Su hermano


menor que lo quiere y apoya .
La mejor amiga de Daniela es Carlota, una persona cariñosa, com-
prensiva, y también la tiene como modelo de amiga. A Carlota le va mal
en el colegio, ha tenido problemas con la policía que le aconseja a ella
no siga su ejemplo porque tendrá problemas gordos que provocarán que
su familia se aleje.
La madrasta de Daniela suele ser cariñosa y amable. Ella es media-
dora con su padre, una persona con dificultades para contactar emocio-
nalmente con Daniela.

Conceptos clave

• Generar vínculos afectivos con personas significativas


• Identificar y clarificar los valores de la familia
• Establecer formas no violentas (dialogantes, asertivas, resilientes) de
convivencia entre los adolescentes y las adolescentes y sus familias
• Generalizar los valores de respeto, empatía, solidaridad en diferentes
contextos de su vida: núcleo familiar, centro de estudios y localidad
(barrio, comunidad)

Problemática que se les presenta a los adolescentes


y las adolescentes con violencia filio-parental

• Problemas en la familia
• Problemas con padres, madres, abuelos y abuelas
• Problemas con hermanos y hermanas
• Problemas de la adolescencia
• Inicio y experimentación con el consumo de drogas
• Problemas en el colegio con la figura de autoridad, bajo rendimiento
académico y fracaso escolar

318
Tejiendo nuevas identidades. Alternativa de cambio
en adolescentes que agreden a sus progenitores

Conclusiones

Construcción del contexto de seguridad dentro de la terapia

El trabajo con los adolescentes y las adolescentes consiste en construir


la alianza que permite conectar con su identidad a través de sus historias
pasadas, distantes, presentes y de futuro.
Con los adolescentes y las adolescentes es posible construir historias
alternativas desde la perspectiva: “Dos pasos hacia adelante y uno hacia
atrás”.
La terapia se construye desde la zona conocida a la zona proximal
desde los andamios que construyamos con las familias, figuras pares y
los personajes significativos del adolescente.
La fase social de las primeras sesiones sirve para conectar, construir
alianzas y buscar recursos de los adolescentes y las adolescentes y sus
familias.
En los adolescentes y las adolescentes se presenta la historia domi-
nante de agredir a sus padres y madres. Esa historia está saturada de
quejas y demandas de los padres, como insultar, amenazar, golpear físi-
camente, desafío constante, bajo rendimiento académico, fracaso esco-
lar, inicio de consumo de drogas; se puede deconstruir con una historia
alternativa de habilidades, ideales, proyectos de vida, valores, recursos,
nuevas identidades.
Es posible deconstruir las etiquetas de identidad de los adolescentes,
“ponerse en sus zapatos” y recordar nuestras historias de adolescentes
rebeldes e idealistas con sueños y proyectos de vida.
Es conveniente conocer cómo se construye la violencia y la escalada
para prevenir las primeras señales de la violencia.
Es necesario conectar con los adolescentes y procurar que las figuras
parentales vuelvan a conectarse emocionalmente con ellos.
El árbol de la vida como estrategia o práctica narrativa de interven-
ción nos sirve para rescatar historias de habilidades, sueños, proyectos
de vida, valores y resiliencia a la violencia.
Los estilos educativos dentro de la familia que más favorecen la vio-
lencia filio-parental son: autoritario-violento y negligente ausente. Son

319
Collantes Domínguez

formas de educación que entorpecen la creación de narraciones creativas


que facilitan el diálogo silencioso e interpersonal.

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320
Violencia psicológica en los jardineros
en un coto del estado de Jalisco

Patricia Guadalupe Villagómez Zavala


Sergio Adalberto Franco Chávez

Introducción

Jardinero es la persona que tiene por ocupación u oficio el cuidado y


mantenimiento de un jardín.
La violencia en un fenómeno sociocultural que se encuentra en diver-
sas actividades de trabajo. Es un tema en factores culturales, sociales y
económicos que llevan a un gran costo a la seguridad social.
Cuando se habla de violencia nos situamos ante un tema que, lamen-
tablemente, como “sociedad” que aspira a vivir de modo “civilizado”,
resulta extremadamente conocido y extendido en numerosas esferas
sociales: la familia, la escuela, las instituciones políticas, los barrios, las
ciudades. Pero, salvo algunos episodios aislados, su tratamiento ha per-
manecido en buena medida ajeno al ámbito de las relaciones de trabajo.
Curiosamente, los más prestigiosos organismos, tanto en materia de
“derechos humanos” (oit, onu) como de salud (oms, ue), vienen alertando
desde hace años sobre la consideración de la “violencia en el trabajo”
como uno de los principales riesgos profesionales a que se ven someti-
dos trabajadores de todo el mundo, también en los países considerados
“desarrollados” o “avanzados.
Podemos clasificar la violencia en el trabajo atendiendo a la natura-
leza de la agresión o tipo de “poder” o fuerza ejercido:

321
Villagómez Zavala y Franco Chávez

a) Violencia física. En este caso se ejerce una fuerza física o mate-


rial que produce un traumatismo o lesión corporal de modo inmediato,
llegando en casos extremos hasta la muerte. En ciertos casos también
puede producir daños psíquicos o morales.
b) Violencia psíquica. Se llevan a cabo una o varias conductas que
provocan una forma de agresión basada en el desequilibrio o alteración
sensorial, cognitiva y emocional de la víctima vejación, insulto, discrimi-
nación . Por eso admite diversos modos de realización, de modo que la
“fuerza compulsiva” o poder que se ejerce asume formas verbales, gestos,
omisiones. A diferencia de la anterior, tarda más tiempo en aparecer y,
por tanto, es menos visible, si bien cuando aparece sus secuelas pueden
ser incluso más graves que las meramente físicas, y puede llegar también
a la muerte en los casos más graves, como puede ser vía inducción al
suicidio, como ya ha sucedido en relación con situaciones especialmente
estresantes, vejatorias o de acoso. El tiempo en sanar es, pues, también
mayor.
c) Violencia moral. Se ejerce un poder que abusa o lesiona grave-
mente derechos de la persona: dignidad, igualdad, integridad. Supone
un conjunto de conductas que, al margen de que provoquen o no un daño
psíquico, ponen en grave peligro elementales derechos de la persona. La
conducta más típica de acoso moral es la violencia de persecución, pero
también se incluyen las discriminaciones sistemáticas o continuadas
padecidas por un trabajador.
En México, la información disponible sobre los factores de riesgos
psicosociales a que están expuestos los trabajadores de jardinería se
caracteriza por estudios de estrés, fatiga o burnout, en lo referente a
estudios sobre violencia laboral o acoso psicológico en este grupo de
trabajadores. A pesar del daño potencial que provoca, es un fenómeno
poco o nada estudiado: Se puede creer que la prevalencia y la incidencia
identificadas en otros factores psicosociales, como el estrés o burnout,
sea un síntoma de la violencia laboral.

322
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

Planteamiento del problema

La personalidad es un constructo psicológico, con el que nos referimos


a un conjunto dinámico de características de una persona. También es
conocida como el conjunto de características de una persona. También
es conocida como el conjunto de características físicas, sociales y gené-
ticas que determinan a un individuo y lo hacen único (Bermúdez y otros,
2003). Algunos teóricos ponen el énfasis en las experiencias de la pri-
mera infancia, otros en la herencia y otros atribuyen lugar fundamental
al medio ambiente.
El termino agresividad hace referencia a un conjunto de patrones
de actividad que pueden manifestarse con intensidad variable, e incluye
desde peleas físicas hasta gestos o expresiones verbales que aparecen en
el curso de cualquier negociación. Se presenta como una mezcla secuen-
ciada de movimientos con diferentes patrones, orientados a conseguir
distintos propósitos (Huntington y Tumer, 1987, 1987; Mos y Oliver,
1988).

Justificación

La violencia contra los trabajadores se encuentra descontrolada, la


comunicación refleja cada día más la difícil tarea en que se encuentran
los jardineros, y frecuentemente se puede ver el despido. En varios años,
numerosas investigaciones han mostrado que en las distintas formas del
ambiente y la organización del trabajo se presenta el acoso.
Las organizaciones burocráticas grandes, con entornos estresantes
y competitivos, o los grupos de trabajo altamente cohesionados, pueden
ser ejemplos. Hoel y Cooper (2001) clasifican las distintas perspecti-
vas de análisis en cinco grupos, explicaciones centradas en el individuo,
aproximaciones en las que la interacción social es el foco de explicaciones
desde los procesos grupales .

323
Villagómez Zavala y Franco Chávez

Marco teórico

El oficio del jardinero es una ocupación que, por sus características,


genera estrés crónico, y es una ocupación donde mayor incidencia tiene
el síndrome de quemarse, por la labor que desempeña. Sus consecuen-
cias más relevantes son el deterioro de la calidad de los servicios que
ofrecen.
La psicología de la personalidad tiene una corta historia, tiene
también —como decía Ebbinghaus respecto de la psicología— un largo
pasado. De esto da cuenta una extensa serie de antecedentes dentro
del pensamiento occidental que han contribuido al nacimiento de esta
disciplina. A los efectos de este trabajo, nos centraremos, entre dichos
antecedentes, en la tradición griega postulada por Empédocies de los
humores y los temperamentos, heredera de la doctrina de los cuatro
elementos (aire agua tierra fuego) y sus respectivas características (cálido
y húmedo, cálido y seco, frío y seco, y frío y húmedo).
Según esa doctrina, se distinguen cuatro humores en el cuerpo:
sangre (procedente del corazón), bilis amarilla (del hígado), bilis negra
(del bazo y del estómago), y flema (del cerebro); el equilibrio de estos
humores da lugar a un individuo saludable, y la preponderancia de uno
de ellos da lugar a cuatro tipos de temperamento.
Así, tempranamente en la historia, queda establecida la relación
entre la personalidad y sus bases biológicas: personalidad sanguínea
(optimista, sociable y animado), colérica (amargado, impulsivo e irrita-
ble), melancólica (pesimista, triste y reservado) o flemática (impasible,
apático y controlado).
Esta tipología básica es considerada por Hipócrates y alcanza al
mundo romano a través de Galeno. Su influencia domina el pensamiento
médico aproximadamente hasta el siglo xvii. En 1575, Juan Huarte de
San Juan (patrono de la psicología en España) escribe el Examen de
ingenios para las ciencias, donde afirma que es la naturaleza la que
determina las diferencias de ingenio o habilidad que se ven en las per-
sonas. El texto de Huarte resulta un ensayo de psicología y orientación
profesional, basado en un estudio de las aptitudes personales.

324
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

Livesley (2005) examina las posibles contribuciones al desarrollo


de un modelo dimensional de los trastornos de la personalidad de la
investigación en genética molecular y en genética de la conducta, y pre-
cisa que quizá esta última pueda resultar de utilidad para construir una
clasificación basada en un modelo dimensional.
Hablando del concepto “acoso psicológico en el trabajo”, sus inicios
surgen en la década de los ochenta, en voz de psicólogo sueco Heinz
Leyman, quien tomó como referencia los estudios que el etólogo Konrad
Lorenz había realizado para explicar los ataques que sufrían algunos ani-
males por parte de sus congéneres. Mas fue a partir de los principios de
la década de los noventa cuando comenzaron a aparecer estudios sobre
acoso psicológico en el trabajo. Brodsky (1977) describió este fenómeno
como los intentos repetidos y persistentes de un individuo por ator-
mentar, desgastar, frustrar, o conseguir una relación con otro individuo.
El mobbing puede presentar en forma explícita mediante ataques
físicos o verbales, aunque también puede ser sutil, como la exclusión de
la víctima (Einarse Ranknes y Matthiesen, 1994).
Sáez (200) dice que las víctimas son personas inteligentes, com-
petentes, con creatividad y dedicación al trabajo, con una alta lealtad
hacia la organización, identificadas con su trabajo y percibidas como
una amenaza.
González de Rivera (2002) destaca de las víctimas tres caracterís-
ticas principales:
a. Inocencia (no son capaces de dañar y no descubren en los demás las
intenciones malévolas).
b. Dependencia afectiva: tienen tendencia a proteger y conservar sus
lazos interpersonales; son hipersensibles al rechazo y buscan cons-
tantemente el apoyo de los demás.
c. Autenticidad (persiguen la autorrealización y el autoconocimiento).

En su descripción de las víctimas, Piñuel y Zabala (2001 ) destacan que


poseen “elevada ética, honradez, rectitud, alto sentido de la justicia, y
con su actitud ponen de manifiesto la falta de ética de la organización”.

325
Villagómez Zavala y Franco Chávez

• Autonomía, independencia de juicio e iniciativa propia.


• Extraordinaria capacidad para su trabajo: el acosado posee capa-
cidades de las que el acosador carece. La probabilidad de acoso
aumenta cuando la capacidad de la víctima coincide con los déficits
del acosador y, especialmente, si esta capacidad es relevante en la
organización de trabajo.
• Carisma, popularidad y capacidad de liderazgo informal.
• Facilidad para la cooperación y el trabajo en equipo.
• Situación personal o familiar satisfactoria.
• Alta capacidad de empatía y compromiso con el bienestar de los
demás.
Hirigoyen (1999 ) resalta que el acosador descubre los puntos débiles
de sus víctimas y los ataca, y no considera que la víctima posee en
sí misma rasgos que la predispongan a ser acosada, sino que la víc-
tima ha sido elegida por el perverso por poseer atributos de los que
pretende apropiarse, por lo que es concebida por el acosador como
un objeto cuya finalidad es satisfacer sus necesidades.
En cuanto a las características de personalidad de las víctimas, Ley-
mann (1996) no encuentra diferencias significativas, y alerta de que
cuando algunos estudios encuentran diferencias o características
comunes de las víctimas de acoso, puede que estén interpretando
como rasgos de personalidad previos al acoso lo que en realidad son
consecuencia del acoso sobre la personalidad de la víctima.
En este sentido, Pérez Bilbao (2001) indica que los altos niveles de
neuroticismo y baja autoestima presentados por las victimas de mob-
bing deberían ser interpretados como efecto del mobbing y no como
su causa.
Por otra parte, contar las narrativas desde el otro, o los otros, se con-
sideró importante agregar indicadores, como ejemplo de la violencia
que se narra desde lo vivido. Dentro de este segmento se expone
cómo se da el quebrantamiento dentro de lo que se considera jerar-
quías de mando en la jornada laboral, lo que da lugar a un sistema
de maltrato y violencia:
• “Agresión física: ¡Muy pocas veces…!”.
• “Agresión verbal: ¡Ah!, Muchas veces…”.

326
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

• Sufres algún tipo de hostigamiento laboral: “Frecuentemente…”.


• Acoso psicológico en el trabajo: “Muy frecuentemente…”.
• Otro: “algunas veces, casi nunca”.
• “Menos que mis compañeros; igual que a mis compañeros; más
que al resto de mis compañeros”.
Y nos permitió conocer, en el momento de la entrevista, senti-
mientos que ellos refieren cómo el manejo de las emociones en
el ámbito laboral. Asociado al punto anterior, se puede describir
el contenido de los pensamientos que contenían una descripción
de la experiencia, donde sobresalen el hostigamiento, el acoso y
la agresión verbal.

Vieco y Abello (2014) destacan que es interesan señalar que:

los factores psicosociales son aquellas características de las condiciones de trabajo,


y sobre todo de su organización, que pueden afectar la salud de las personas a través
de mecanismos psicológicos y fisiológicos a los que también se les denomina estrés.

Cuando se indica desde su voz sobre esa violencia verbal, es posible que
se presenten estados emocionales de estrés.

El trabajo es la actividad más común a todos los habitantes del planeta y la mayor
fuente de desarrollo y bienestar económico, personal y social en cualquier comunidad.
No obstante, en el contexto laboral se originan múltiples factores de riesgo para la
salud biopsicosocial del individuo y su entorno” (Vieco y Abello, 2014).

Además, ponen el énfasis en las enfermedades:

Los trastornos asociados al estrés laboral incluyen un amplio abanico y van desde
los situados en la esfera psicosocial a corto plazo (ansiedad, depresión y trastornos
psicosomáticos) hasta los de la esfera biológica a más largo plazo (infarto agudo,
úlceras de estómago o dolor de espalda) (Vieco y Abello, 2014).

Según Rodríguez (2009), en el ámbito laboral:

los factores de riesgo se presentan durante la interacción del individuo con el medio
laboral, razón por la cual ninguna persona que trabaje estará exenta de resultar afec-
tada por ellos. En este medio ambiente de trabajo se mezclan los componentes gené-
ticos, psicológicos, sociales y diferentes circunstancias que pueden afectar la salud y
bienestar de los trabajadores.

327
Villagómez Zavala y Franco Chávez

Por otra parte, según Crego (2005), las narrativas que se cuentan son:

palabras que obtienen su significado a partir de diferenciaciones y contrastes con otros


elementos del sistema lingüístico y de la posición que ocupa en las expresiones (...)
tratan de descubrir el sentido de un texto —el sistema subyacente— contrastando lo
presente con lo ausente, dado que es a través de este contraste como el texto alcanza
su significado.

En los enunciados lingüísticos, o narrativas de violencia laboral, en el


caso de esta población, podemos observar la palabra “hostigamiento”
con un significado de relevancia que puede ser cuantificable, como las
veces que se dan en el ámbito laboral, suman y suman.
Y a la vez denota que no se consigue darle más explicación que con-
tenga al maltrato o violencia que conlleva de forma implícita , no se
puede alcanzar más narrativa o extender dichos relatos cortos, por el
simple hecho de sentirse desprotegidos para dar más explicación a sus
significados, y se observa miedo o temor al expresar sus ideas, pero queda
despejado que la violencia se vive de forma cotidiana.
Desde esta breve narración se dice la totalidad del maltrato.
• Sufres algún tipo de hostigamiento laboral: “Frecuentemente…”.
• Acoso psicológico en el trabajo: Muy frecuentemente…”.
• Lo ausente de la narrativa queda cubierto de significado con las
expresiones “frecuentemente”, “muy frecuentemente”.

Para Mendoza (2004), relatar una historia de violencia, como es este


caso que nos atañe, es algo que:

debe tener algún sentido, cierto significado para quien narra y para quien escucha o
lee, porque esa es la cualidad de la memoria: guardar y dar cuenta de lo significativo
de la vida, de lo que vale la pena mantener para luego comunicar y que alguien más
lo entienda.

En efecto, el sentido alude al entendimiento, a la razón, a una especie de


explicación, pero no la cientificista, sino la de la cotidianidad, la que la
gente en la vida ordinaria maneja y siente, de ahí que se hable de finali-
dades, de significaciones y de interpretaciones, porque exactamente el
sentido alude a una dirección. En suma, el sentido se sostiene sobre la

328
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

base de entender algo, de encontrarle razón, de otorgarle significado, de


brindarle importancia a algo, atributos estos de la memoria” .
Eso que se dice y eso que no se puede decir y se dice en el silencio de
la palabra, en los gestos faciales y de la continuidad de lo que sí se quiere
narrar; la violencia laboral está dentro esos conceptos abstractos, que le
dan sentido a los aspectos emocionales a manera de deducción abierta
y amplia que están presentes —miedo, maltrato, dolor, autoestima dis-
minuida, etcétera.
Entonces,

un proceso social de reconstrucción de un pasado vivido y/o significado por un grupo


o sociedad, que se contiene en marcos sociales, como el tiempo y el espacio, y como
el lenguaje, pero también se sostiene por significados, y estos se encuentran en la
cultura (Mendoza, 2004).

Y,

…existen acuerdos, narrativas que “modelan las experiencias”, para que, por caso, se
indique cómo hay que vivenciarlas, para darle un sentido al mundo. Estas formas de
discurso son un modo de organizar también la experiencia pasada (Mendoza, 2004).

… El testimonio es de alta importancia en los asuntos de la vida cotidiana; es algo que


re-incluye la narrativa: al preguntar a una persona quién es, nos contará una pequeña
historia (en el sentido de relato). Ahí está el testimonio (Mendoza, 2004).

Duero (2006) apunta que:

[los] relatos, esta trama autobiográfica (que nos permita dar cuenta de quiénes somos
y de cómo nos insertarnos en el mundo) parece hallarse enmarcada, en buena medida,
por un trasfondo de intencionalidad, racionalidad y moralidad. Al construir relatos,
sustentamos en serie de supuestos, incorporados a nuestro sentido común, sobre la
naturaleza de nuestras acciones y el contexto moral en que se enmarcan. Así, hallamos
nociones como las de sujeto individual consiente, agente libre y responsable, acción
intencional, meta, deseo, propósito, motivación y voluntad. Es dentro de este tras-
fondo, funcional a la estructura del relato, que nuestras las acciones cobran sentido
y que podemos adjudicarles, incluso, alguna connotación moral o ética.

La intencionalidad social de la violencia laboral también se ve reflejada


en el enunciado de la colectividad de los aprendizajes ya internalizados
o apropiados por el grupo —los jardineros.

329
Villagómez Zavala y Franco Chávez

“menos que mis compañeros, igual que a mis compañeros”.


“más que al resto de mis compañeros”.

Diálogos, colectividad social como aprendizaje de la vida que da sentido


de pertenencia de identidad a la maldad y a la narrativa de la violencia
desde el grupo; se pertenece —jardineros–, y al mismo tiempo se niega
esa hostilidad entre compañeros. Como si fuera una leal a lo que se sufre
y da sentido o significado a lo que somos —relatividad de la realidad—;
entonces es tan real y genuino aceptar esta maldad como parte inherente
del desempeño laboral, como si se tuviera que sufrir para poder seguir
siendo económicamente activo y reconocido socialmente como trabaja-
dor, en una lucha de jerarquías y victimarios anónimos.
Entonces, cuáles narraciones o relatos son más destacables de contar
y ser explicados, la de maldad que se ejerce desde el poder o el colectivo
social de palabras, conceptos o diálogos que se limitan y se invisibilizan
por los discursos de la lucha por mantener una economía familiar, por
y para ellos mismos.
Ser invisible a los otros es la lucha de la constante igualdad de dere-
chos entre ambos actores, reconocer las necesidades que los hace que
converjan en un espacio de convivencia social .
Se ha perdido el límite del reconocimiento del otro como un otro en
igual de capacidades, físicas, biológicas y culturales; somos sujetos en
igualdad de derechos.
Narrar la maldad en el campo laboral es hablar de las diversas for-
mas en que se presenta —agresiones físicas, agresiones psicológicas, inti-
midación, acoso–; dicha evento es explicado desde la parte interna, entre
el mismo grupo se corre el peligro de ser vulnerable. Se puede pensar que
dicha maldad viene acompaña de una interpretación mala o errónea en
relación con la actividad es decir a una —falta de destreza de la actividad
laboral el ser un buen jardinero—, y eso es motivo suficiente para des-
cargar todo el poder, para que se desvalide y maltrate al otro o los otros.
Cuán tan importante será para los opresores visualizar o no a largo
plazo los costos sociales a que está enfrentando la situación de mala
gestión, mando, organización de actividades en respuesta a los múltiples
requerimientos de un colectivo mayor —como lo son los condóminos—,
que acaso no será otra forma de ejercer la maldad, y hacer de ese modo

330
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

una cada de violencia s obre unos contra otros. …. “algunas veces, casi
nunca”.
Además, dicen Lóyzaga y Curiel (2014) que:

[el] servicio doméstico ha sido considerado poco importante, lo anterior debido a que
generalmente es comparado con el trabajo de carácter económico, en consecuencia, a
este último siempre lo considerarán como aquel que directamente genera ganancias
y plusvalía, mientras que al trabajo doméstico no se le dará el reconocimiento que
merece; es, en este sentido, que las actividades del hogar se han desarrollado bajo
un entorno de discriminación.

Metodología

Estudio: Transversal prospectivo observacional.


Población que estudiar:
• Población: Trabajadores de jardinería de un coto del estado de
Jalisco.
• Unidad de observación: trabajadores dedicados a la jardinería de
un coto.
• Unidad de análisis: riesgos de agresividad asociados a mobbing y
violencia psicológica.

Criterios de inclusión:
• Hombres jardineros, que trabajan en un coto del estado de Jalisco.
• Que tengan más de un año trabajando en el coto.
• Que trabajen en los turnos matutino y vespertino.
• Que deseen participar de forma voluntaria.

Criterios de exclusión:
• Trabajadores que se encuentren con incapacidad en el momento del
levantamiento de datos.
• Trabajadores que están de vacaciones.
• Trabajadores que tengan menos de un año de trabajo.

331
Villagómez Zavala y Franco Chávez

Criterios de eliminación:
• No contestar completos y de manera correcta los cuestionarios en
un 80%.
• Ya no quieren participar.

Recopilación de la información: Se utilizaron los medios electrónicos


Microsoft Excel y Microsoft Word.

Lista de variables

Variables Definición conceptual


1. Edad Tiempo transcurrido a partir del nacimiento de una persona.
2. Estado civil Situación de las personas físicas determinada por sus relaciones
familiares, provenientes del matrimonio o del parentesco, que
establece ciertos derechos y deberes.
3. Escolaridad Nivel de estudios formales con que cuenta la persona.
Número de
hijos
4. Aspecto Número de años que lleva laborando en el coto.
laboral Qué turno realiza.
Tipo de contrato.
Puesto que desempeña.
5. Riesgos de Patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento que
agresividad persiste a lo largo del tiempo y de las situaciones. Primera agresividad
verbal, agresividad física, hostilidad.
6. Violencia Continuado y deliberado maltrato verbal o modal que recibe un
psicológica trabajador por otro u otros.
8. Mobbing Palabra inglesa con que se denomina una situación de desgaste
psicológico y de comportamiento abusivo sobre una persona durante
un periodo más o menos prolongado.

332
Operacionalización de las variables

Definición Definición Escala de


Variable Dimensiones Indicador Instrumentos Reactivos Análisis
conceptual operacional medición
Promedio,
Tiempo
¿Cuántos años media, moda,
transcurrido del Cuántos años Años Repuesta Cuantitativa Datos
Edad cumplidos desviación
nacimiento de un tiene cumplidos obtenida discreta generales
tiene usted? estándar,
individuo
varianza
Situación de las
Soltero
personas físicas
determinada por Frecuencia
Situación legal Casado Respuesta Cualitativa Datos ¿Cuál es su
Estado civil sus relaciones absoluta y
de la pareja obtenida nominal generales estado civil?
Viudo relativa
de familia
provenientes del Divorciado

333
matrimonio o del
parentesco que Primaria
Grado máximo
establece ciertos Secundaria Frecuencia
de estudios en Respuesta Cuantitativa Datos Grado de
Escolaridad  derechos y deberes absoluta y
el momento del Preparatoria obtenida discreta generales escolaridad
relativa
estudio
Universidad
¿Tiene usted Promedio,

hijos? media, moda,
Número de Cantidad de Respuesta Cuantitativa Datos ¿Cuántos hijos
Cantidad de hijos No desviación
hijos hijos obtenida discreta generales tiene? estándar,
Número   varianza
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco
Definición Definición Escala de
Variable Dimensiones Indicador Instrumentos Reactivos Análisis
conceptual operacional medición
¿Cuántos
a) a.
años tiene
Antigüedad Cuantitativa
trabajando en
en el puesto continua
el coto?
b. ¿Cuenta con
b) Tipo de
Cuantitativa contrato o con
contrato Promedio,
Características del continua base?
Características media, moda,
Aspecto puesto de trabajo Respuesta c. Datos
del puesto de ¿Cuál es su desviación
laboral que una persona c) Turno obtenida. Cuantitativa generales
trabajo turno laboral? estándar,
Villagómez Zavala y Franco Chávez

desempeña nominal
varianza
d. ¿Cuántas
d) Horario
Cuantitativa horas trabaja
laboral
continua al día?

334
e) Puesto e. ¿Qué puesto
que Cuantitativa desempeña en
desempeña nominal su trabajo?
Un concepto actual Agresión De muy
Agresión física
que podemos física pocas veces
utilizar es: patrón Agresión A muchas
de sentimientos Agresión verbal
verbal veces Cuestionario Frecuencia
Riesgos de y pensamientos Cuantitativa
Hostilidad Hostilidad   de Buss y 29 ítems absoluta y
agresividad ligados al nominal
Perry relativa
comportamiento
que persiste a lo
Ira Ira  
largo del tiempo y
de las situaciones
Definición Definición Escala de
Variable Dimensiones Indicador Instrumentos Reactivos Análisis
conceptual operacional medición
Acoso laboral, Prevalencia
también conocido de violencia
como acoso psicológica Frecuente
psicológico Intensidad de
en el trabajo, la violencia
hostigamiento Acoso
laboral o mobbing, Muy
psicológico
es un continuado frecuente
en el trabajo
y deliberado Algunas
maltrato verbal o   veces Casi
Sufre algún
modal que recibe nunca Frecuencia
Violencia tipo de Cuantitativa
un trabajador por Cuestionario 22 ítems absoluta y
psicológica hostigamiento Menos nominal
otro u otros que relativa
laboral que a mis

335
se comportan
compañeros
con el de manera  
igual que
cruel y que atenta
a mis
contra el derecho
compañeros
fundamental de
todo ser humano
a la dignidad y a Más que al
la integridad física   resto de mis
y psicológica compañeros.
(Pañuel, 2001)
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco
Villagómez Zavala y Franco Chávez

Conclusiones

Se observa que en el coto, por el hecho de tener a los trabajadores de


jardinería expuestos a constante estrés, ya que es por la administración
del coto como por los condóminos , se observó que también cuentan con
problemas psicológicos laborales, donde se puede prestar por el hecho de
ser jardineros por constantes agresiones físicas , verbales y de hostilidad,
esto condicionado tal vez por de estrés que se pueda manejar en su labor,
lo cual deja en claro que, al igual que puede pasar en otros cotos donde
se presentan fuertes problemas de violencia laboral.
Realizando con nuestro objetivo del estudio, podemos mencionar
poca relación que existe en los rasgos de personalidad para el posible
desarrollo de acoso laboral.
El coto cuenta con problemas añejos, a lo cual se le hace una rees-
tructuración cada año en la administración , lo que trae como conse-
cuencia el constante cambio de personal en las diferentes áreas, por lo
que tampoco es raro ver personas nuevas con poco o nula experiencia
en sus actividades.
Por lo anterior, las personas jóvenes que, por el hecho no conocen
el funcionamiento de las diferentes actividades lo cual pude condicionar
mayor estrés, y se pueda crear por lo mismo para el desarrollo de más
violencia laboral y la manifestación de rasgos de agresividad .
Es bueno señalar que la mayoría de los trabajadores de jardinería
tiene estudios de primaria, unos terminados y otros truncados, lo que
ocasiona que se abuse de ellos por no tener mayores estudios.
Los resultados concuerdan con el ambiente laboral que llegan a per-
cibir y desarrollar estos trabajadores, quienes, por un lado, permanecen
en constante estrés por parte de la administración y de los condóminos,
al examinar los resultados en donde muestran un porcentaje mayor en
rasgos de personalidad como fueron ira, hostilidad y agresividad verbal,
así como también un alto porcentaje en presencia laboral e intensidad
de acoso laboral.
El abuso verbal, el comportamiento amenazante, el asalto físico y
el mobbing (o acoso laboral), sea por la administración los condóminos

336
Violencia psicológica en los jardineros en un coto del estado de Jalisco

o por los compañeros de trabajo . Las definiciones de violencia, abuso y


agresión se complementan entre sí y conocemos la esencia de la realidad.
Se tienen factores que facilitan el mobbing en trabajadores de la
jardinería: modelos culturales y de género, nivel socioeconómico, com-
petencia marcada entre los jardineros.

Recomendaciones

• Tratar a los trabajadores como personas y no acosarlos.


• Darles cursos de capacitación en lo referente a seguridad e higiene.
• Dar estabilidad en el empleo y en todas las condiciones de su trabajo
(jornada, sueldo, pláticas para su bienestar, etcétera), evitar los cam-
bios de turno laboral contra la voluntad del trabajador.
• Asignar el trabajo al tiempo que dura la jornada laboral en lo refe-
rente a la asignación de sus tareas correspondientes.
• Facilitar la compatibilidad de la vida familiar y de trabajo, en lo
referente a sus cargas de horario de trabajo.
• Fomentar el apoyo entre los trabajadores y de sus superiores jerár-
quicos en la relación de sus tareas correspondientes.
• Que el administrador del coto y sus colaboradores tengan pláticas
con los condóminos para solicitarles que tengan un buen trato con
los jardineros.
• Que los trabajadores jardineros sean respetuosos con los condó-
minos.
• Supervisar, por la administración del coto, el equipo de trabajo que
esté en buenas condiciones, como el equipo de protección persona.
• Destinarles un área donde puedan dejar sus cosas personales mien-
tras cumplen las labores asignadas, y áreas donde puedan tomar sus
alimentos.
• Proporcionarles salarios justos, de acuerdo con las actividades que
realizan; garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades.
• Proporcionar la información necesaria, adecuada y a tiempo, para
facilitar la realización de las tareas encomendadas.

337
Villagómez Zavala y Franco Chávez

• Una política preventiva eficaz incluirá la evaluación de los riesgos


psicológicos.
• La prevención debe dirigirse a la mejora de la calidad de vida laboral,
a la vez que se garantiza la dignidad de las personas en el entorno
laboral.

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Social, (6), 0. 
Rodríguez, M. (2009), “Factores psicosociales de riesgo laboral: ¿Nuevos
tiempos, nuevos riesgos?”, Observatorio Laboral Revista Venezolana,
vol. 2, núm. 3, pp. 127-141, Universidad de Carabobo, Venezuela.
Vieco, G. G. F. y L. R. Abello (2014), “Factores psicosociales de origen laboral,
estrés y morbilidad en el mundo”, Psicología del Caribe, Universidad
del Norte, vol. 31 (2), pp. 354-385.

339
Ma. Teresa Prieto Quezada
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II
Perfil PRODEP

FORMACIÓN ACADÉMICA

Doctora en Educación. (2008). Violencia escolar: narrativas de mal-


tratos en jóvenes de bachillerato. Programa Nacional de posgrados de
CONACYT.

Maestra en Investigación en Ciencias de la Educación. (2000) Pro-


puesta pedagógica para la eliminación de la violencia en alumnos de
bachillerato. Programa Nacional de Posgrados de CONACYT.

Licenciada en Sociología (1992).


­­­­­­­­­Profesor Investigador Titular “C” 40h (definitivo).
Líneas de investigación:
Investigación de maltrato entre iguales procesos y prácticas de disciplina
y convivencia en la escuela, los problemas de indisciplina incivilidad y
violencia.
Convivencia y gestión de paz en contextos de violencia propuestas
de intervención en procesos de violencia.
Gestión de paz, convivencia y ciudadanía para prevenir las violencias.

341
Ma. Teresa Prieto Quezada

PRODUCCIÓN CIENTIFICA (Últimas publicaciones)

Artículos

*Formación docente, subjetividad e incertidumbre en México/Educação,


subjetividade e incerteza no México. (2018). Ma. Teresa Prieto Quezada,
José Claudio Carrillo Navarro. Revista: Educación y Cultura Contem-
poránea. Brasil.
*Ciberbullying en las redes sociales. Metamorfosis de la violencia tradicio-
nal. (2018) ISSN: 01850008; Ma. Teresa Prieto Quezada, José Claudio
Carrillo Navarro. Revista: Ciencia y Desarrollo vol. 44, México.
*Manifestaciones de violencias entre alumnos de educación superior. Los
usos del WhatsApp. (2018) ISSN: 1390325X; Ma. Teresa Prieto Que-
zada, José Claudio Carrillo Navarro, Luis Antonio Lucio López. Revista:
Alteridad vol.13 pág. 204-213. Ecuador.
* La violencia escolar como objeto de investigación cualitativa. (2017) ISSN:
01208454. Ma. Teresa Prieto Quezada, José Claudio Carrillo Navarro.
Revista: Análisis vol. 49, pp. 281-300. Bogotá, Colombia.
*Violencia de género. El bullying entre mujeres, por el amor de un hombre.
(2016) ISSN: 1665-0441, Ma. Teresa Prieto Quezada. Revista Ra Ximhai
vol. 12. México.
*Violencia entre pares (bullying) en México: panorama de diez años de inves-
tigación. (2015) ISSN: 1518- 7012 versión impresa 1984-042x versión
online., Ma. Teresa Prieto Quezada, José Claudio Carrillo Navarro,
Revista Interacciones vol. 11. Brasil.
*Zombis digitales: la tecnología como evasión de la realidad. (2015).ISSN
0328-3534ISSN: 03283534, Luis Antonio Lucio López, Ma. Teresa
Prieto Quezada. Revista: Novedades Educativas, vol. 296. Argentina.
* Violencia virtual y acoso escolar entre estudiantes universitarios: el lado
oscuro de las redes sociales (2015). ISSN:1665-2673, Ma. Teresa Prieto
Quezada, José Claudio Carrillo Navarro y Luis Antonio Lucio López,
Innovación Educativa, vol. 15 pp. 33-33. México.
*Educación y violencia en México. un fenómeno en los procesos de ense-
ñanza aprendizaje (2014). ISSN: 2386-9135, Ma. Teresa Prieto Quezada,
José Claudio Carrillo Navarro. Revista internacional sobre diversidad
e identidad en educación, vol. 1 pp. 41-41
*Violencia en el ciberespacio en las relaciones de noviazgo adolescente. Un
estudio exploratorio en estudiantes mexicanos de escuelas preparatorias.

342
Acerca de la autora

(2014) ISSN: 1665-3572, Luis Antonio Lucio López, Ma. Teresa Prieto
Quezada. Revista: Educación y desarrollo, vol. 31 pp. 61-61. México.
*Violao intraescolar de direitos humanos: jogo de espelhos (2014) ISSN:
1518-3483ISSN 1518-3483, Cándido Alberto Gómez, Ma. Teresa Prieto
Quezada. Revista: Diogo Acioli. Diálogos educativos, vol. 13. Brasil.
*Violencia que toca a todos nós:uma perspectiva a partir do maltrato na
escola. (2013) (ISSN: 0104-4036), Ma. Teresa Prieto Quezada. Revista:
Ensaio: avaliacao e politicas publicas em educacao en educación vol.
75. Brasil.

Libros

*2018 Si quieres la paz, narra la violencia. Ma. Teresa Prieto Quezada y


Andrés Palma Valenzuela. ISBN: 978-607-547-169-3. México.
*2017 No te enredes en las redes. Análisis y Narrativas del Ciberacoso en
Educación Superior. Ma. Teresa Prieto Quezada, José Claudio Carrillo
Navarro y Herberth Oliva. ISBN: 978-99923-47-64-5. El Salvador.
*2017 La narrativa como memoria del maltrato. Violencia en México. De lo
social a lo escolar. Ma. Teresa Prieto Quezada, Universidad S. Tomás,
Colombia, 978-958-631- 977.
*2016 Investigaciones y propuestas de intervención sobre violencia escolar
en Iberoamérica, Ma. Teresa Prieto Quezada, Editorial Universitaria,
ISBN 978-607-742- 713-1.
*2016 Convivir en la narrativa de mujeres, Ma. Teresa Prieto Quezada,
Centro Universitario del Norte, ISBN 978-607-849-006-6 .
*2015 Escuelas sin miedo, Luis Antonio Lucio López, Ma. Teresa Prieto Que-
zada, CUCEA Universidad de Guadalajara, ISBN 978-607-8336-85-2 .
Capítulos de libros:
*2018 Violencia y malos tratos en espacios escolares, reto perma-
nente en investigación educativa. Universidad de Guadalajara, Univer-
sidad 226-298.
*2017 Violencia en contextos escolares del nivel superior. El caso del
Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativo. Universi-
dad de Guadalajara. 210-234.
*2016 Una exploración de Bullying en ambientes femeninos “las garras de la
acosadora no se ven cuando se ocultan bajo la fachada de amistad., las
violencias en entornos escolares. Universidad de Guadalajara.

343
Ma. Teresa Prieto Quezada

*2016 La violencia asiste a la escuela: voces de víctimas de maltrato, violencia


y agresión en contexto de: mujeres, parejas, jóvenes y niños Universidad
Juárez Autónoma de Tabasco AM Editores. México.
*2016 Violencia entre pares en el ciberespacio. De la violencia a la conviven-
cia. Contribuciones para construir comunidades educativas saludables.
Daniel Kaplan. Novedades Educativas. Argentina.

344
Contar la maldad
se terminó de editar en diciembre de 2018
en la editorial de Ediciones de la Noche
Madero #687, Zona Centro
Guadalajara, Jalisco

www.edicionesdelanoche.com

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