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Colegio Bilingüe José Allamano

“Excelencia académica y respeto por las personas y las culturas”


Colegio Católico de los Misioneros de la Consolata
GUÍA 1
UNIDAD DIDÁCTICA Nº 1
ÁREA DE EDUCACIÓN RELIGIOSA

GRADO: Noveno
PERIODO: I
ASIGNATURA: Cátedra de Allamanismo
DOCENTE: William Alexander Bahene Solano

1. ESTANDAR: Conoce aspectos centrales de la vocación y de manera especial, la vocación laical misionera,
como llamado de Dios al ser humano para vivir su opción misionera en la comunidad educativa

2. PREGUNTA: ¿Qué estrategias propondrías para vitalizar la vida espiritual y la inquietud misionera, en medio
de un sinnúmero de dificultades que acontecen en nuestra realidad?

3. DERECHOS BÁSICOS DE APRENDIZAJE: Identifica las características de la vocación laical misionera.


Reconoce en su vida de estudiante el espíritu de sacrificio y de oración. Vivencia en su actuar las cualidades
del misionero según José Allamano.

4. EJE CONCEPTUAL: LA VOCACIÓN


Subtema: La espiritualidad misionera.
La "espiritualidad” es el conjunto de caminos y medios propios para vivir según el Espíritu, o sea, para colaborar
a la obra de santificación que el Espíritu se propone realizar en nosotros y en el mundo.

La ESPIRITUALIDAD MISIONERA es:


• Centrar y orientar la vida a la misión, en plena docilidad al Espíritu Santo.
• Vivir la vida cristiana con su esencial dimensión misionera universal.
• Vivir según el estilo "misionero" de Cristo, Buen Pastor.
• Asumir la misión como fuente, camino y medio propio para la santificación personal y comunitaria. Nos
santificamos en la misión y por la misión conseguimos las tres cosas que caracterizan la santidad cristiana (cf.
L.G. 4 0): unirnos más a Dios, perfeccionar nuestra caridad y tener una vida más "cristiana".

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ACTIVIDADES:

I. Ejercitando el nivel 1 de competencia (interpreta):


A raíz del contenido anterior inventa un comic por medio del cual evidencies los conocimientos aprendidos
sobre la espiritualidad misionera.

II. Ejercitando el nivel 2 de competencia (argumenta)

Lee el texto “Vida espiritual y espíritu de oración” y responde con la justificación requerida los siguientes
interrogantes: ¿Crees que el ser humano es un ser religioso por naturaleza? ¿Cuál es la razón de ser de una
espiritualidad? ¿En la actualidad contemplamos formas de espiritualidad?

Cfr. Sales, L. (1977) La vida espiritual, según las conversaciones ascéticas del siervo de Dios. Madrid: Voy
x, p. 205-206

VIDA INTERIOR Y ESPÍRITU DE ORACIÓN

Las prácticas cotidianas de piedad son un medio poderoso para preservarnos del pecado y para ayudarnos a
conseguir la perfección. Pero surge espontáneamente una pregunta: ¿Cómo es que, después de tantos días,
meses y años de practicar todos estos ejercicios, nos veamos todavía llenos de defectos y tan lejos de la
perfección? Y esto no lo decimos por humildad, sino según verdad. ¿Qué pasa? La respuesta no puede ser
sino la siguiente: o no los practicamos bien, o no procuramos sacar el fruto correspondiente. En un campo, en
una viña, no basta sembrar y plantar bien y buena semilla, es preciso, además, atender a la siembra hasta la
recolección. Lo mismo de nuestros ejercicios de piedad. Supuesto que los hacemos bien, con empeño (no digo
con fervor sensible, que no es necesario), luego no pensamos más en ellos. Hacemos la meditación, formamos
algún propósito, pero no pasamos de mera formalidad; durante el día lo olvidamos, no nos acordamos siquiera
del argumento de la meditación. He ahí el verdadero motivo del poco fruto de nuestras prácticas de piedad.
Debiéramos salir de cada ejercicio de piedad como de un jardín donde hemos recogido un ramo de flores, para
respirar su aroma todo el día. Debiéramos salir como unos vasos llenos de licor delicioso, que es preciso
conservarlo diligentemente y no derramar: o sea, recordar y volver a sentir las impresiones, las inspiraciones
de la gracia; recordar y practicar los propósitos hechos.

No digo que hasta el comer y el beber se conviertan en una meditación, pero sí os digo que puede hacerse
todo por el Señor y en su divina presencia. Para algunos sacerdotes, por ejemplo, el breviario es un peso, pero
es porque este deber se deja para última hora, y entonces se recita sólo para acabarlo. Dígase otro tanto de la
meditación, de la lectura espiritual, etc.: no hay que hacer estos ejercicios sólo para desentendernos de ellos
más o menos rápidamente; hay que hacerlos con verdadero espíritu, con deseo sincero de sacar provecho.
Además, es necesario vivir recogidos, evitando la disipación y manteniéndonos en la presencia de Dios. La
disipación es como el viento que todo lo arrastra. Por eso es necesario el recogimiento, vivir recogidos, si se
quiere dar fruto. Ciertamente se requieren tiempo y esfuerzo para lograr el hábito del recogimiento; pero éste
es necesario. En las misiones será más difícil todavía, dada la variedad y multiplicidad de las ocupaciones.
El recogimiento es absolutamente necesario para poder sacar provecho de lo que se hace; de otro modo nos
queda una especie de oasis, que son las prácticas espirituales, pero fuera de ellas todo árido. Nuestro Señor
quiere que le escuchemos, pero nosotros andamos engolfados en pensamientos inútiles, en las cosas externas.
Él pasa y nos deja vacíos.

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Para todos es necesaria la vida interior. La Imitación de Cristo dice que la vida interior consiste en tener el
corazón recogido y unido con Dios, libre de todo apego. En otras palabras, consiste en vivir de recogimiento
y de unión con Dios. Los principios fundamentales de la vida interior son, por consiguiente, el espíritu de
oración y el espíritu de sacrificio. El espíritu de sacrificio sirve para reprimir las licencias de los sentidos
internos y externos, especialmente las palabras y los pensamientos inútiles. Para nada valdría, de hecho, el
silencio externo, si no estuviese acompañado del interno, que consiste precisamente en frenar la fantasía, la
imaginación y en evitar todo pensamiento de cosas vanas. Sin esto, el silencio de la boca no sería más que
una mascarada, y no acarrearía consigo el recogimiento como fruto. Es también silencio no hablar demasiado
o no hablar demasiado fuerte en el recreo y hablar de temas piadosos y útiles. Haced, pues, el propósito de
alejar todos los pensamientos de las cosas externas, para pensar sólo en Dios.

¿En qué consiste el espíritu de oración? Nosotros oramos por la mañana, por la tarde y varias veces a lo largo
del día; pero esos son actos de oración, no hábitos que forman el espíritu de oración. Jesús nos dice en el
Evangelio que debemos orar siempre (Lc 18, 1), lo que viene a significar que debemos estar como revestidos
del espíritu de oración, del mismo modo que nuestro cuerpo está cubierto con el vestido. ¿Cómo se obtiene
esto, si somos débiles y estamos sujetos a distracciones, si tenemos que hacer tantas otras cosas, además de
comer, recrearnos y dormir? Precisamente con el hábito de oración es como se cumple el precepto del Señor,
o sea con el espíritu de oración. Se hace la intención sincera de orar no sólo en la iglesia, sino en todas partes;
de orar vocal y mentalmente, y con la mayor frecuencia que sea posible, echando mano de piadosos recursos
para recordarlo y para animarnos a cumplirlo. Cuando no podemos tener la mente fija en Dios, basta referir
nuestas acciones a Dios y todo se convierte en oración. He ahí en qué consiste el espíritu de oración, que
ayuda poderosamente a la vida interior y toma de ésta aumento y estabilidad. Por las noches, al desvelarse,
tener un pensamiento para Jesús Sacramentado, que con tanta impaciencia nos espera a sus pies... Recordadlo
también cuando subís o bajáis las escaleras para ir a la capilla; dejar fuera de la iglesia los pensamientos
inútiles, tomar el agua bendita con devoción, hacer bien la genuflexión mirando al Sagrario y reavivando la
fe; recitar bien las plegarias...

Pertenece también al espíritu de oración el rezar bien, las breves plegarias antes y después del estudio, el
trabajo y las comidas. En vez de ponerse a preguntar el alimento y luego a gustarlo, pensar en hacerlo todo
por Dios... Cuando se va de paseo o se viaje, hacer tantas comuniones espirituales cuantas sean las iglesias
que encontramos o que sepamos que hay por esos lugares. Y nuestras aspiraciones han de ser frecuentes, aun
cuando no veamos la sombra de una espadaña, ya que el Señor se encargará de hacerlas llegar a su destino.
¡Dichosos vosotros si procuráis avanzar siempre en la vida interior con el espíritu de recogimiento y de
oración! Un religioso, un sacerdote que no tenga este espíritu, jamás será un buen religioso, un buen sacerdote.
Podrá hacerse la idea de serlo, pero no lo es. La Imitación de Cristo pone muy en evidencia la felicidad de la
interior, diciendo que lleva consigo una dulce conversación con Dios, una consolación suave, mucha paz y
una familiaridad con Dios en extremo maravillosa .

III. Ejercitando el nivel 3 de competencia (propone)

Elabora un breve ensayo por medio del cual plantees un problema actual sobre la sociedad y lo vincules a la
necesidad de una vida espiritual misionera. Deben plantear una solución concreta al problema propuesto. (1
página de extensión)

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