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Sumario: I. Introducción. Generalidades.— II. El interés superior del niño.— III. El abogado de los
niños.— IV. Conclusión
I. Introducción. Generalidades
En un reciente e interesante fallo, la Sala Primera de la Suprema Corte de Mendoza (1) dispuso, entre otros,
la designación de un abogado del niño, independiente de sus padres, y la fijación de una audiencia a la cual
deberían concurrir, en presencia del Sr. Juez de origen, las partes, el abogado del niño y la asesora de menores e
incapaces interviniente, entre otros.
Establece de esta manera la importancia de la figura del abogado del niño, independiente de aquellas propias
del Estado, tal como la del asesor de menores, así como el derecho del menor a contar con dicha asistencia
letrada.
Dicho fallo fue dictado en un recurso de inconstitucionalidad planteado por la madre del menor en una causa
que había sido iniciada por el órgano administrativo local, perteneciente a la Dirección de Niñez, Adolescencia
y Familia, el cual solicitara al Juez de primera instancia que dispusiera la prohibición de acercamiento del Sr. J.
J. S. hacia su hijo V. S. G. R., de tres años de edad, fundándose para ello en la denuncia hecha por la madre del
menor, según la cual el padre habría abusado sexualmente de su hijo, así como en los estudios que se le
efectuara al niño involucrado, los cuales concluían en la existencia de indicadores compatibles con la exposición
del menor a una experiencia de victimización psicofísica.
Lejos de entrar en el análisis de la cuestión de fondo del fallo en cuestión —existencia o no del abuso
sexual, necesidad de terapias psiquiátricas de ambos padres para facilitar la defensa del menor frente a la
realidad conflictiva que le toca vivir, terapia de revinculación, etc.—, dado que su tratamiento excedería el
campo de este trabajo, se considera que cabe efectuar una serie de consideraciones.
En primer lugar, destacar que del presente resolutorio se deriva que el Alto Tribunal descarta la posibilidad
de la presencia del delito de impedimento de contacto. Ello como resultado de la conflictiva relación persistente
de los progenitores y la afectación psicológica y anímica del menor como resultado de ello. (2) Situación
conflictiva que por lo general tiene como trasfondo que los padres consideran a sus hijos como objetos de
derecho antes que como sujetos de derecho. Y que lamentablemente los tiene, por lo general, implicados en
dicha situación conflictiva.
Por otra parte, en su fallo la Suprema Corte efectúa una reseña de diversos dictámenes de los profesionales
intervinientes quienes, sin nombrarlas como tales, hacen referencia —una vez más— a las teorías psicológicas
conocidas como "Síndrome de Alienación Parental" (S.A.P.) y "coconstrucción", las cuales refieren en líneas
generales a que siempre la madre "construye" en el menor el relato y justificación por los cuales éste rechaza el
contacto con su padre no conviviente o, como señalan dichas teorías, les "lavan el cerebro" en tal dirección
(S.A.P.) o le "construyen" el relato al menor, quien lo repite (coconstrucción).No obstante el hecho de que, por
lo general, en caso de disolución de la vida en pareja los menores quedan siempre a cargo de la mujer, ambas
teorías refieren pura y exclusivamente a la madre como la única persona que puede persuadir o imbuir al hijo
menor acerca de la inconveniencia de mantener contacto con su otro progenitor. Ambas teorías —que nunca se
aplican respecto de los padres, aunque sean con éstos que convivan los menores— son de uso habitual en
nuestros tribunales por psiquiatras y psicólogos, oficiales o de parte, no obstante que ellas no han sido aceptadas
ni consideradas científicas por ninguna asociación profesional del mundo y se las tiene como teorías pseudo
científicas. Así, entre otras, por la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud.
En nuestro país, incluso, su utilización ha sido considerada, entre otros, como una falta de ética profesional por
el art. 39 del Código de Ética de la Pcia. de Buenos Aires. (3) De allí que su utilización, en casos como el
presente, pueda redundar en perjuicio de los menores involucrados, habida cuenta de que las opiniones de los
técnicos intervinientes —en particular cuando no se corresponden con saberes científicos pacíficamente
aceptados— pueden llevar a los jueces a soluciones disvaliosas para éstos, en virtud de la importancia que
dichas opiniones —en casos como el presente— poseen en aras del arribo a la solución a adoptar. (4)
Un último aspecto que se entiende corresponde destacar es el vinculado con la multa que impone el
Supremo Tribunal a cualquiera de los padres que no concurra en las fechas fijadas a las sesiones de tratamiento
dispuestas. Sin entrar a considerar las bondades de la presente medida en causas judiciales como la presente,
cabe señalar respecto de éste algunas características que nos producen cierta reserva sobre su efectividad y
legitimidad. En el fallo se determina que: a) La no imposición de la multa sólo procederá en situaciones muy
excepcionales de fuerza mayor que deberán ser acreditadas fehacientemente, extremando el contenido del
instituto de la fuerza mayor. b) La multa resultará impuesta por cada inasistencia, lo cual podría llegar a resultar
violatorio de los principios de proporcionalidad de la pena y de la única punición por una misma condena.
Nótese que el delito creado por Ley 24.270 pune toda la conducta obstruccionista o de impedimento de contacto
mientras ésta dure y no a cada uno de los actos disvaliosos. c) Dicha multa se devengará a favor del progenitor
que sí concurre a las sesiones, lo cual podría llegar a exacerbar el ánimo de alguno de los progenitores que
cumplir con el deber legal impuesto, al ver que de lo contrario podría beneficiar al otro con el cual mantiene una
relación conflictiva. Ello sin perjuicio de que podría asimismo llegar a constituir un enriquecimiento indebido.
d) La multa fijada por el Supremo Tribunal es de $ 5.000 por cada inasistencia. Lamentablemente no surgen
elementos del fallo que nos permitan inferir que la sanción pecuniaria impuesta se corresponda con la realidad
económica de las partes involucradas en el caso concreto. Caso contrario, podría llegar a resultar de imposible
cumplimiento.
II. El interés superior del niño
Adentrándonos en el análisis del thema decidendum, el fallo del Supremo Tribunal de Mendoza presenta
diversas cuestiones que cabe considerar interesantes.
En primer lugar se resalta que, además de las audiencias que realizara con las partes, el Alto Tribunal
Provincial efectuó otra a solas con el menor, la cual contó con la presencia de su ministro preopinante, la
asesora de menores e incapaces y una psicóloga del EPAASI. (5) Se destaca que ésta fue la primera y única
oportunidad —a lo largo de todo el proceso— en la cual el menor fue oído de manera directa por un juez.
Por otra parte, a efectos de sustentar su resolutorio, la Suprema Corte destaca la importancia de la defensa
del interés superior del niño. Hace referencia al art. 3º.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño (6), el
cual dispone que en todas las medidas que se tomen concernientes a los niños, sea a través de instituciones o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
condición primordial a la que se atenderá será el interés superior del niño. Cabe señalar que para la precitada
convención se considera como tal a toda persona menor de 18 años de edad (art. 1º).
A su vez refiere que la Corte Interamericana de Derechos Humanos —en oportunidad de pronunciarse sobre
la interpretación de los arts. 8º y 25 de la Convención— ha señalado que "el interés superior del niño es un
principio regulador de la normativa de los derechos del niño y se funda en la dignidad misma del ser humano, en
las características propias de los niños y en la necesidad de propiciar el desarrollo de éstos, con pleno
aprovechamiento de sus potencialidades".
Al analizar la presente cuestión tiene en consideración las palabras de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en el sentido de "que cuando hay un menor de edad cuyos derechos pueden verse afectados, el Juez
debe decidir teniendo en cuenta su mejor interés, opinión que puede o no coincidir con la de los adultos que
intervienen en el pleito". (7)
Con cita al fallo precedente, destaca que "la regla jurídica que ordena sobreponer el interés del niño a
cualesquiera otras consideraciones tiene el efecto de separar conceptualmente aquel interés del niño como sujeto
de derecho de los intereses de otros sujetos individuales o colectivos e, incluso, el de los propios padres. De ello
se desprende que todas las alternativas disponibles para arribar a un pronunciamiento en un conflicto como el
presente deben ser evaluadas a la luz de privilegiar la situación real del niño, no debiendo ello ser desplazado
por más legítimos que resulten los intereses de los padres y de aquellos que ejercen la guarda preadoptiva. De lo
que se trata es de alcanzar la máxima certidumbre respecto del modo como mejor se satisface el interés superior
del niño".
En conjunción con ello, destaca que la Ley 26.061 de Protección integral de los derechos de las niñas, niños
y adolescentes (8) define en su art. 3º al interés superior del menor como la máxima satisfacción, integral y
simultánea de los derechos y garantías reconocidos por la propia ley.
El precitado artículo establece, entre otros derechos y garantías de los menores, que debe respetarse su
condición de sujeto de derecho (inc. a). Asimismo, consagra su derecho a ser oído y especialmente a que su
opinión sea tenida en cuenta al momento de adoptar toda resolución que los involucre (inc. b). De igual manera
su último párrafo prescribe que, ante la existencia de conflicto entre los derechos e intereses de los menores
frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, deberán prevalecer los primeros.
En consonancia con el derecho consagrado por el inc. b) del art. 3º, el art. 27 establece que en cualquier
procedimiento judicial —además de todos aquellos derechos contemplados en la Constitución Nacional, la
Convención sobre los Derechos del Niño, en los tratados internacionales ratificados por la Nación Argentina y
en las leyes que en su consecuencia se dicten—, es obligación del Estado garantizar al menor los siguientes
derechos y garantías, entre otros: a) A ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite la niña,
niño o adolescente (inc. a]); y b) A que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar
a una decisión que lo afecte (inc. b]).
Por su parte su art. 2º dispone: a) La Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación obligatoria en
las condiciones de su vigencia, en todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza
que se adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad; b) Las niñas, niños o adolescentes
tienen derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea la forma en que se manifiesten, en todos los ámbitos; y c)
Los derechos y las garantías de los sujetos de esta ley —los menores de edad— son de orden público,
irrenunciables, interdependientes, indivisibles e intransigibles.
De igual manera, el inc. 3º del art. 9ºprivilegia el interés superior del menor por sobre su derecho de
mantener relaciones personales y contacto personal con sus padres cuando ello pueda resultar contrario a su
interés primordial.
El derecho del menor a ser oído ante los jueces y a serlo todas las veces que resulte necesario —en tanto no
le resulte perjudicial—, así como el derecho de que su opinión sea tenida en cuenta, resultan de particular
relevancia en casos de complejas situaciones conflictivas relacionadas con la ruptura del vínculo de sus padres.
(9)
De igual manera resulta relevante la intervención de la justicia civil por sobre la penal, en tanto fuero
especializado (10), a fin de evitar que la intervención de esta última profundice la situación perjudicial de los
menores.
De ahí que el menor tenga el derecho de presentarse en defensa de sus derechos con su propio patrocinio
letrado (11) —sin que se confunda éste con su representante legal—, con todas las facultades propias que se le
asignan a las partes y sin perjuicio de la representación pupilar que le pueda prestar el Estado (12), con el
propósito de procurar que su derecho a ser oído y a que se tenga en cuenta su opinión, previo al dictado de toda
resolución judicial que lo involucre, sea garantizado.
Es con relación a estos derechos donde la cuestión de la utilización de la teoría del S.A.P. o la de la co
construcción adquiere relevancia, ya que sus conclusiones finales siempre determinan que los menores no tienen
opinión propia, sino que sólo expresan la de sus madres. Y en virtud de ello vacían de toda validez y le restan
importancia a la opinión de los menores y propugnan siempre la opinión del progenitor no conviviente y la
prevalencia de la revinculación.
Y atento al peso que dichos dictámenes periciales poseen, como se señalara, se considera que es deber de la
Judicatura velar por el cumplimiento de los derechos de los menores precitados y hacer que éstos prevalezcan
por sobre teorías pseudocientíficas, aunque para ello deba declararse como desaconsejable a la revinculación.
(13) Y de considerarse ésta como potencialmente necesaria, procurar —como se sugiere en el fallo objeto de
análisis— que los profesionales intervinientes sean neutrales. Y como paso previo a la revinculación que los
padres deban efectuar un tratamiento psicológico y psiquiátrico —con el debido control judicial— para que
ambos posibiliten sentar las bases que permitan el restablecimiento del contacto.
Lamentablemente, ni la Convención sobre los Derechos de los Niños ni la Ley 26.061 definen el concepto
"interés superior del menor", lo cual potencialmente podría llegar a generar diversas interpretaciones acerca de
su alcance. No obstante que la precitada ley establece algunos de los derechos que lo conforman y que su
contenido se va concretando a partir de la intervención judicial en casos individuales y concretos, la falta de una
definición expresa posibilita no sólo la obtención de resultados diversos, sino —y por sobre todo— que se
mantenga una "cierta cultura judicial patriarcal" a favor del adulto, por la cual la prevalencia del interés del
menor resulta muchas veces formal.
En particular, el derecho a ser oído todas las veces que resulte necesario —en tanto no le resulte perjudicial
— y su derecho a que su opinión sea tenida en cuenta previo a toda decisión a adoptar que lo involucre. Se
entiende que ello resulta de particular relevancia en asuntos de familia (régimen de visitas, terapias de
revinculación, alimentos, etc.), como también en los casos del delito de la Ley 24.270.
III. El abogado de los niños
El Supremo Tribunal de Mendoza señala —con cita a nuestro Alto Tribunal (CSJN, 6/2/2001, Fallos:
324:122, entre otros)— que "el interés de los niños ha de orientar y condicionar toda decisión de los Tribunales
de todas las instancias llamados al juzgamiento de los casos".
De allí concluye que, en casos de afectación de derechos fundamentales de los menores, el Poder Judicial
debe erigirse no sólo en garante de tales derechos, sino en partícipe activo en la protección de los mismos.
Incluso, como señala, cuando "no haya sido solicitado por las partes, o no haya sido objeto de debate en las
instancias inferiores".
Y para reafirmar su conclusión destaca que "Los jueces no pueden cerrar los ojos ante la realidad y mirar
para otro lado cuando se les exhibe una afectación significativa de los derechos de los niños entrampados en una
problemática familiar compleja, por lo que deben desempeñar un rol activo y comprometido en la causa (...). En
consecuencia, claro está que es un deber que asiste a la judicatura de intervenir de oficio en este tipo de
cuestiones". (14)
De allí que entienda que corresponde la designación de un Abogado del Niño, ya que resultaría una grave
anomalía que ambos intereses —los de los menores y los de los padres— sean defendidos por un mismo letrado,
porque no siempre coinciden. Y por lo general, en situaciones conflictivas, pueden llegar a ser contrapuestos.
Con respecto a su intervención en el proceso, la Suprema Corte de Mendoza dispone que su nombramiento
debe realizarse en primera instancia y se le debe requerir que informe periódicamente al Tribunal sobre el
efectivo cumplimiento o incumplimiento de los deberes impuestos a las partes, peticionando, si correspondiere,
todas las medidas que fueren menester en función de lo decidido en dicha instancia y del interés superior de su
representado.
En su comentario al fallo de la Corte Suprema (nota al pie N° 11), el Dr. Solari destaca como un avance lo
resuelto por el Alto Tribunal que dispone la designación del abogado del niño para ambas menores
involucradas, por cuanto no distingue entre menores adultos y menores impúberes, al contrario de cómo lo
efectuaran los tribunales a la época del fallo.
También señala que si el menor no posee posibilidades económicas para hacerse cargo del pago al abogado
del niño —o sus padres, agregamos, como consecuencia de los deberes emergentes de la patria potestad— debe
ser el Estado quien lo solvente, conforme al inc. c) del art. 27 de la Ley 26.061.
El fallo de la Suprema Corte de Mendoza resulta un significativo avance en la defensa del interés superior
del menor, concretando de esta manera los derechos que le garantizan tanto la Convención sobre los Derechos
de los Niños como la Ley 26.061. No obstante ello, cabe efectuar una serie de consideraciones respecto de
cuestiones que hacen a la defensa concreta del interés del menor y de las cuales —en principio— se considera
que el fallo adolecería.
Lamentablemente el Supremo Tribunal dispone la designación de un abogado de los niños pero no establece
los mecanismos de su elección. (15)
La Ley 26.061, sancionada en el año 2005, crea en su Capítulo III (arts. 47 a 64) la figura la figura del
defensor de los derechos de las niñas, niños y adolescentes (art. 47), cuya designación será a través de una
Comisión Bicameral del Congreso Nacional (art. 49) y el cual podrá contar con dos adjuntos para el
cumplimiento de su función (art. 61). El art. 48 dispone que la defensa de los derechos de los menores se
realizará en dos niveles: a) Nacional, a través de la figura creada; y b) Provincial, respetando la autonomía de las
provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como las instituciones preexistentes. En consonancia
con ello, el art. 27 del Decreto N° 415/2006 convoca a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
a que adopten las medidas necesarias para garantizar la existencia de servicios jurídicos que garanticen el acceso
al derecho previsto en el inc. c) del art. 27 de la Ley 26.061, disponiendo que a tales efectos podrán recurrir a
abogados que sean agentes públicos y/o a convenios con organizaciones no gubernamentales, colegios de
abogados o universidades.
Si bien desde el año 2012 existe en el Parlamento Argentino un proyecto de ley (16), a la fecha la figura del
defensor de los derechos de las niñas, niños y adolescentes a nivel nacional no ha sido creada. Sin perjuicio de
ello, en varias provincias así fue realizado. (17)
De allí que se pueda concluir que, en líneas generales, la figura del Defensor del Menor no se encuentre
vigente ni en la Jurisdicción Nacional ni en la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por tal motivo, se considera que podría llegar a resultar útil —a efectos de preservar de manera efectiva el
interés superior del niño— que a través del Poder Judicial se instrumenten los mecanismos para que los
Juzgados involucrados en esta temática cuenten con la posibilidad de designar al defensor del niño en las causas
judiciales que así lo requieran.
A tales efectos, podría resultar de utilidad que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por sí, o las
Cámaras Nacional de Apelaciones en lo Civil y en lo Criminal y Correccional de Instrucción —principales
fueros intervinientes en cuestiones vinculadas con menores— creen un Registro de Defensores de los Menores,
para poder ser designados —o bien elegidos por alguno de los padres involucrados— en las causas judiciales
que así lo requieran.
Dicho registro podría estar conformado —en consonancia a lo estipulado por el art. 27 del Decreto N°
415/2006— por profesionales de los respectivos departamentos de las distintas facultades de derecho —públicas
y privadas— con asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También se podría convocar a integrarlo a
los miembros del Instituto de Derecho de Familia y de la Comisión de los Derechos de la Niñez y Adolescencia,
ambos del Colegio Público de la Capital Federal. Desde allá, todos ellos conforme los designen cada uno de los
distintos organismos mencionados. Y entendiendo que su participación profesional debe ser gratuita.
IV. Conclusión
El fallo del Supremo Tribunal de Mendoza, como se señalara, es un avance en orden a la concreción y la
consolidación de la figura del defensor del niño, cuyo mandato exclusivo es el de velar por el respeto del interés
superior del menor así como de los derechos que se derivan de él, consagrados por la Convención sobre los
Derechos del Niño y la Ley 26.061.
El último párrafo del art. 1º de la precitada ley prescribe que la omisión en la observancia de los deberes
consagrados por dicha ley habilita a todo ciudadano a interponer las acciones administrativas y judiciales a fin
de restaurar el ejercicio y el goce de tales derechos, a través de medidas expeditas y eficaces.
De la presente habilitación se entiende que se derivan diversas cuestiones de orden práctico. Entre ellas, y a
modo de propuesta de análisis y reflexión, se pueden citar sólo algunas:
1) Que los jueces intervinientes extremen los recaudos necesarios para que la participación del abogado del
niño en las causas sometidas a su consideración pueda concretarse. Incluso solicitando de oficio a alguno de los
organismos señalados supra la designación de uno. Desde ya su intervención debería ser con todas las facultades
procesales de ley, como consecuencia del carácter de sujeto de derechos que se les reconoce a los menores.
2) Que cualquiera de los padres del menor involucrado pueda —en ejercicio de los deberes derivados de la
patria potestad— apelar el resolutorio que deniegue o lisa y llanamente ignore la petición formulada por alguno
de ellos de designación de un abogado del niño, para que actúe en exclusiva salvaguarda del interés superior de
su hijo. Y así asegure —entre otros— su derecho a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta en las
decisiones que los involucren.
3) Por último, también se entiende que la designación del abogado del niño puede de igual manera ser
peticionada por sí por alguno de los letrados patrocinantes de cada progenitor, en resguardo tanto del interés
superior del menor involucrado en el litigio, así como de la ética profesional, al evitar la posibilidad de tener que
defender intereses contrapuestos.
La Convención sobre los Derechos de los Niños y la Ley 26.061 nos obliga a los miembros del Poder
Judicial, de la Administración Pública y a los profesionales del derecho a repensar la situación de los menores,
como sujetos individuales de derecho y con garantías especialmente concebidas en orden a la protección y
concreción de su "interés superior". El cual, inexcusablemente, debemos defender en toda situación y actuación
que nos toque intervenir. Así como exigir que se lo haga.
Éste es el nuevo desafío que se nos plantea hoy a los profesionales del derecho.
(1) Causa n° 104.405, caratulada: "G. R., S. A. L. P. S. H. M. V. S. G. R. en J° 510/10/6F/35.838 DYNAF
solicita medida conexa s/ inc.". 08/04/2014.
(2) En igual sentido, entre otros: CNCrim y Correc, sala V, "O., L. L."; 13/09/2005; DJ 01/03/2006, 547;
cita Online: AR/JUR/6290/2005: "La conducta asumida por quien impidió el contacto de sus hijos con su padre
durante meses, no cumple las exigencias típicas del art. 1º de la ley 24.270 (Adla, LIIID, 4228), ya que dicho
obrar no resultó arbitrario, abusivo y sin razón justificada, pues, la conflictiva relación de los progenitores,
acreditada en el expediente civil de violencia familiar en trámite, hicieron que la imputada pensara que así
evitaría un mal mayor" JNCorrec Nº 11; "F., R. M."; 03/05/2010; La Ley Online; cita Online:
AR/JUR/13917/2010: "Corresponde sobreseer en orden al delito de impedimento de contacto, previsto en el art.
1º de la ley 24.270 al padre conviviente si, media entre éste y la imputada un grave conflicto vinculado a la
disolución de la pareja, cuyo encauzamiento incumbe al fuero civil". Jurisprudencia Vinculada: Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala V; "B., P."; 24/04/2007; DJ 2007II, 1328; cita
Online: AR/JUR/1863/2007.
(3) Para una mayor profundización de esta temática y su influencia en el delito de impedimento de contacto
de los hijos menores con su padre no conviviente, ver nuestro trabajo "El delito de impedimento o de
obstrucción de contacto. La Convención sobre los Derechos del Niño y la Ley. 26.061" (Revista de Derecho de
Familia y de las Personas, Año 3, N° 11, Diciembre de 2011; La Ley, págs. 51/57).
(4) Ello en vista de lo expuesto por la Procuración General de la Nación, la cual ha señalado la necesidad
que "ante fenómenos familiares de vastas aristas extrajurídicas, los jueces eviten desenvolverse a espaldas de las
disciplinas de la salud" (dictamen en Fallos: 331:941).
(5) Equipo Para el Abordaje del Abuso Sexual Infantojuvenil. El presente equipo se conformó con el aval
de la coordinación del Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario (CAI), de un número importante de jueces y fiscales, y
el apoyo total de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza.
(6) Aprobada por la Ley 23.849 (B.O. 22/10/1990; ADLA 1990, LD, 3693).
(7) CSJN, "A., F.", 13/03/2007. Cita Online: AR/JUR/153/2007; Publicado en: LA LEY 13/04/2007, 6 LA
LEY 2007B, 686 LA LEY 19/04/2007, 7, con nota de Rodolfo G. JÁUREGUI; LA LEY 2007B, 733, con
nota de Rodolfo G. Jáuregui; DJ 20071, 1071.
(8) Boletín Oficial 26/10/2005 ADLA 2005, E4635. La presente norma internaliza y reglamenta la norma
internacional (CSJN; "G., J. L."; 15/06/2010; DJ 06/10/2010, 2738; Sup. Penal 2011 [junio], 23; LA LEY 2011
C; cita Online: AR/JUR/27789/2010).
(9) JNCInstruc. Nº 11; "F., R. M."; 03/05/2010; La Ley Online; cita Online: AR/JUR/13917/2010:
"Corresponde sobreseer en orden al delito de impedimento de contacto, previsto en el art. 1º de la ley 24.270 al
padre conviviente si, media entre éste y la imputada un grave conflicto vinculado a la disolución de la pareja,
cuyo encauzamiento incumbe al fuero civil". Jurisprudencia Vinculada: CNCrim. y Correc., sala V; "B., P.";
24/04/2007; DJ 2007II, 1328; cita Online: AR/JUR/1863/2007.
(10) CNCrim. y Correc., sala VI, "P., M. P."; 25/02/2010; La Ley Online; cita Online: AR/JUR/814/2010:
"Corresponde sobreseer en orden al delito de impedimento de contacto a la madre que convive con los menores
si, al ser entrevistados éstos manifestaron que no desean tener contacto con su padre pues, la intervención de la
justicia penal nada aportará en beneficio de la vinculación de los padres con sus hijos, debiendo resolverse la
cuestión de fondo en sede civil".
(11) Al respecto ver: SOLARI, Néstor E.; "Un importante precedente de la Corte Suprema sobre la figura
del abogado del niño"; LA LEY 01/12/2010, 01/12/2010, 10.
(12) De conformidad con lo dispuesto por el art. 27 del Decreto N° 45/2006 (B.O. 18/04/2006; ADLA
2006B, 1410), reglamentario de la Ley 26.061. Comentario al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (CS), 20101026, "G., M. S. c. J. V., L.".
(13) CN Crim. y Correc., sala IV; "G., P. M. s/infracción ley 24.270"; 24/08/2009; LA LEY 11/12/2009, 6,
con nota de Néstor E. SOLARI; LA LEY 2010A, 67, con nota de Néstor E. Solari; cita Online:
AR/JUR/39572/2009: "Debe confirmarse el auto que denegó el pedido de restablecimiento de contacto con los
menores efectuado por el progenitor, pues resulta desaconsejable tomar dicha resolución en sede penal, habida
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cuenta que los niños se encuentran excesivamente implicados en la situación conflictiva existente entre sus
padres, y que han manifestado su expresa negativa a llevar adelante la revinculación", Jurisprudencia Vinculada:
CN Crim. y Correc., sala VI, "M. N. L. s/sobreseimiento"; 25/03/2009, La Ley Online; AR/JUR/3650/2009.
(14) Con cita del fallo: "CNCiv., Sala B; 06/12/13; "L. N. A. c/ Z. M. s/ art. 250 CPC Incidente de Familia".
(15) En el caso del fallo de la CSJN del año 2010 señalado en la nota N° 11, si bien el Alto tribunal
tampoco fija los mecanismos para su designación, cabe señalar que la Provincia de Santiago del Estero en el año
2008 ya había creado la figura del Defensor de los Niños, Niñas y Adolescentes (ver nota N° 17).
(16) H. Cámara de Diputados de la Nación. Trámite Parlamentario N° 015 (22/03/2012). (Expte. N° 1332
D2012. http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=1332D2012).
(17) Entre otras, las provincias de: Corrientes (Ley N° 5773, del año 2007), Córdoba (Ley N° 9396 del año
2008); Santiago del Estero (Ley N° 6915, del año 2008) y Chaco (Ley N° 7162, del año 2013). En la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires funcionan las Defensorías Zonales de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
Zonales, creadas por Ley N° 114 [1998]. Si bien se las considera parte legítima en las causas judiciales (art. 67)
y dentro de sus funciones legales surge la facultad de interponer acción judicial contra todo acto que vulnere o
restrinja los derechos de niños, niñas y adolescentes y sus familias como así también aquéllas que tengan por
objeto la vigencia de principios, derechos y garantías asegurados por la presente ley (inc. o del art. 70), no
pareciera surgir del texto de la ley su facultad de actuar como Defensor de los menores.