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Risa terapéutica
2) Yo crecí solo con dos canales en la televisión de España, y las películas que
llenaron mis sobremesas de los días festivos fueron las de los hermanos
Marx, que programaban en diferentes ciclos. Cuando me fui a vivir a
Estados Unidos asumí que todos sus habitantes tenían que saber
perfectamente quiénes eran aquellos señores que hacían cosas absurdas y
eran tan divertidos. Pensaba que ese país era como el de las películas en
blanco y negro que tantos ratos buenos me había hecho pasar.
3) Mis alumnos no los conocen. Ni los de hace veinte años, ni los de ahora.
Pero yo no pierdo la serenidad cuando me miran extrañados, sin tener ni
idea de quiénes son las personas a las que me refiero. Esa es vuestra
arqueología, les digo, tenéis el cine mudo con Harold Lloyd, Buster Keaton y
Chaplin. Tenéis a los hermanos Marx con el cine sonoro de comedias
desternillantes*. Os hicisteis los amos del humor cinematográfico del siglo
XX, debéis disfrutarlo. No puede ser que vuestra herencia sean los
establecimientos de comida rápida y el consumo desmedido de calorías. La
risa os salvará. Nos salvará a todos.
5) Lo novedoso es lo que uno descubre por primera vez, aunque lleve décadas
existiendo. El cine de siempre, el mudo lleno de grandes actores o el de las
deliciosas comedias sonoras en blanco y negro dieron un sentido optimista
a nuestro siglo XX. Ese pasado está lleno de grandes y divertidas escenas
que nos devuelven la naturalidad de las cosas. La risa que generan en
nosotros es sana y necesaria.
Ana Merino.
Disponible en:
https://elpais.com/elpais/2018/05/03/opinion/1525335818_415039.html
Competencia 1
CLAVE: B
CLAVE: B
se ofusca
se enfrasca
se confunde
se atornilla
CLAVE: B.
imaginerías
ingeniosidades
ironías
ideas.
CLAVE: B
CLAVE: C
Competencia 2
CLAVE: A
CLAVE: D
CLAVE: B
10. En el pasaje del párrafo 1 “(1) Todos sabemos que la risa tiene un efecto
sanador incuestionable. (2) En los peores momentos del día, una buena
carcajada relaja y te devuelve a la realidad oxigenado, con más energía y
menos angustia. (3) Hay tantos trabajos densos en los que la cabeza se
aturulla durante horas, que es muy recomendable pedir ayuda a los
profesionales de la risa para que nos masajeen la mandíbula, la tripa y el
pecho con sus ocurrencias”, la segunda y la tercera oración
justifican la primera.
clarifican la primera.
amplían la primera.
van en contravía.
CLAVE: B
no hay relación.
CLAVE: A
12. ¿Cuáles son los aportes del cine cómico clásico según el texto?
refresca el ánimo y nos llena de optimismo.
CLAVE: A
Competencia 3
13. Se puede inferir que la razón que la autora da en su texto para hacer
“turismo cinematográfico” es que
CLAVE: A
resaltar el valor de conocer y reír con los clásicos del cine cómico.
demostrar que reír con los clásicos del cine cómico es bueno para la
salud.
CLAVE: B
CLAVE: A
16. ¿Qué relación hay entre el contenido del artículo y el título “Risa
terapéutica”?
CLAVE: B
CLAVE: D
18. Con base en el texto, ¿Cómo se entiende la asociación entre cine cómico
clásico y risa terapéutica?
la calidad de la comedia clásica puede hacernos reír y olvidar los
problemas cotidianos.
la risa terapéutica es resultado de las escenas particulares del cine
mudo.
el cine cómico clásico tiene unas características que despiertan una
risa saludable para el cuerpo y la mente.
el cine cómico clásico demuestra que la vida es algo de lo que hay
que reírse siempre.
CLAVE: A
(1) El miércoles pasado [febrero de 2018], una estudiante de séptimo grado del
colegio INEM José Félix Restrepo, en Medellín, fue apuñalada con unas tijeras
por una de sus compañeras, quien era tan solo un año mayor. Este incidente
ha sido leído como un simple, aunque grave caso de matoneo estudiantil, pero
podría ser interpretado, también, como una consecuencia indirecta del
conflicto armado. La guerra ha erosionado moralmente a Colombia y casos
desproporcionados de violencia como este, donde una insignificante riña
escolar amenazó la vida de una niña, son un indicio de los profundos daños
intangibles que el conflicto sigue dejando.
(2) Desde los años 70s, estudios sociológicos han hablado de un aumento
pronunciado en las tasas de crímenes después de confrontaciones armadas.
Uno de los primeros y más completos reportes, fue escrito por Dane Archer y
Rosemary Gartner, quienes revelaron un alza en el número de homicidios y
lesiones personales intencionales en más de 100 países que pasaron por
guerras civiles y conflictos internacionales. Los crímenes fueron cometidos por
personas comunes y corrientes, no por víctimas presas de ciclos de odio y
venganza, ni por excombatientes acostumbrados a la violencia.
(3) En los años 90s, este fenómeno fue formalmente bautizado por el sociólogo
y matemático noruego Johan Galtung como “violencia cultural” y es hoy
entendido como un conjunto de normas, prácticas y creencias sociales que
promueven la violencia como un mecanismo adecuado para solucionar
conflictos, en desplazamiento de las prohibiciones tradicionales que la
restringían y la relegaban a ser el último recurso. Se trata de una
transformación en la cual causarles daño a otros deja de ser un tabú y de
generar rechazo y remordimiento, para convertirse en una fuente aceptable e
incluso deseable de poder, de estatus, de dinero y de satisfacción moral.
(4) La violencia cultural es el producto combinado de una alta exposición a
serios grados de violencia, por un lado, y del bombardeo de mensajes que
justifican, promueven y glorifican la agresión. Es, en otras palabras, el
resultado de ver y de acostumbrarse a la violencia, pero también de escuchar y
de convencerse de que esa violencia es buena y necesaria. El cambio cultural
nace, en resumen, de una violencia material, que se manifiesta en las cifras de
la guerra, y de otra simbólica, que se desprende de enunciados a favor del
conflicto.
(5) Estudios más recientes, como aquellos de Chrissie Steenkamp, resaltan el
papel del Derecho en el desarrollo de la violencia cultural. Como una
herramienta de control social y como un discurso que define la realidad para
después imponerle a esta su propia definición, el Derecho tiene el potencial de
incrementar las cifras de agresión, así como de persuadir a la gente que herir a
otros está bien.
(6) Según esta lectura, unas de las fuentes de la violencia cultural son las
normas mismas. La sociedad que mediante sus leyes glorifica la fuerza y la
destrucción de sus enemigos, siembra en la mente de la gente ínfulas de
superioridad, legitimándola para anular al otro, para quitarle su rostro y para
verlo como un cuerpo tóxico, sin derechos y sin humanidad, reducible a un
estereotipo diabólico.
(7) Diez años atrás, el sociólogo y jurista alemán Peter Waldmann afirmó, con
razón, que Colombia estaba gravemente enferma de violencia cultural como
consecuencia del largo conflicto. Hoy, las cifras de violencia y las leyes de la
guerra corroboran su teoría.
(8) Según los datos actualizados de Medicina Legal, de la Policía Nacional y del
Registro Único de Víctimas, durante los últimos 20 años, el 40.8% de las
muertes violentas fueron consecuencia de la guerra y menos del 15% de los
casos restantes estuvieron asociadas con robos o con delitos afines. Es decir,
más o menos el 45% de los asesinatos fueron producto de violencia
intrafamiliar e interpersonal.
(9) Las leyes colombianas que regulan el conflicto, por su parte, han tenido una
repercusión directa en el número de bajas y de enfrentamientos, en el
significado y en los contenidos morales de la guerra y, consecuentemente, en
los imaginarios colectivos sobre la vida y la muerte. En contraste con las
normas que operan en tiempos de paz, nuestra política militar ha santificado la
victoria por encima de los derechos humanos y ha impuesto categorías
dicotómicas sobre los combatientes, partiendo el mundo entre amigos y
enemigos.
(10) El Manual de Guerra colombiano, así como las Reglas de Enfrentamiento
de las Fuerzas Militares, han catalogado al guerrillero como un ser 100%
nocivo que representa una amenaza letal en todo momento y que, por tal
razón, debe ser neutralizado o detenido a primera vista. Colombia es de los
pocos países que ha adoptado la regla de “función de combate continuo.” Esta
les permite a los soldados atacar a los miembros de los grupos subversivos en
cualquier momento y contexto, sin importar que estén o no participando en
hostilidades, pues son considerados adversarios por el emblema que llevan
puesto, mas no por estar delinquiendo.
(11) La guerra, poniendo la pauta, y la sociedad, siguiéndole el paso, acogieron
una lectura radical y destructiva del conflicto, según la cual no se trata de
resolver las diferencias entre los bandos opuestos, sino de sobrevivir a costa de
la destrucción del otro. En este entendimiento enfermo de los problemasno
existe espacio para el diálogo. El conflicto, tanto el colombiano como aquel del
colegio, es un escenario donde el futuro de las identidades y los imaginarios de
sus participantes dependen del aniquilamiento de la contraparte, mas no de
resolver aquello que los separa.
(12) Debido a la extensa duración de nuestro conflicto armado, la violencia
cultural se ha desarrollado más de lo normal, pues la guerra dejó de ser un
estado excepcional y se volvió la norma general. Nuestro caso es tan crítico,
que la violencia ya no tiene una tonalidad neutra, sino positiva. No nos
enmudecemos ante el ciudadano agresivo y hostil, sino que lo admiramos y
disfrutamos con él el daño que imparte a quien se le viene en gana.
(13) La guerra y sus leyes siempre producirán violencia cultural. Algunos
Estados, como es quizá el caso de Colombia, requieren acudir a políticas
militares abiertamente destructivas para abrazar una paz esquiva. El Derecho
Internacional Humanitario lo permite y el país, muchas veces, lo reclama. Sin
embargo, esto no significa que no debamos reflexionar sobre los impactos
culturales que tiene nuestra política de defensa, ni que debamos dejar de
buscar formas para apaciguar y para remediar sus inevitables efectos.
(14) En este momento, cuando el país se reconstruye a sí mismo mientras
sigue protagonizando un conflicto que no termina, es importante que
entendamos que todo lo que pasa en el campo de batalla siempre tendrá un
efecto residual en nuestros entornos más cercanos. Si no tenemos una
discusión pública sobre la guerra que sufrimos y que seguiremos sufriendo,
estaremos condenados a atacarnos los unos a los otros, como la niña del INEM
quien, ante el menor de los problemas, encontró en su cartuchera el destino de
la otra.
Alejandro Moya
C1
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justifica actos de violencia por parte de quienes asumen una venganza y fueron
combatientes en la guerra.
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C2
1. Alejandro Moya utiliza al comienzo de su artículo la mención del
apuñalamiento a una estudiante de séptimo grado del colegio INEM
José Félix Restrepo, en Medellín, por parte de una de sus compañeras,
para mostrar, principalmente, que
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4. El autor cita el Manual de Guerra colombiano y las Reglas de
Enfrentamiento de las Fuerzas Militares para
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C3
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por ser una institución pública, cuenta con los mismos problemas de
violencia de toda institución pública.
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