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I

SigrnundFreud
Ordenaxniento, eomentarios y notas de Jarnes strachey
con la eolaboracidn de Anna Freud,
asistidos porAlix Strachey yAlan Tlson
Tbaduccidn direeta del alerrrin de Josd L. Etcheverry

I/blumen 11 (1910)
Cinco conferencias sobre psicoanälisis
Un resuerdo infantil de l-,eonardo da Vinci
y otras obras

IäTÄFAUrÄ B IELIüj"ttii
u"4. IUi.
Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid
Esta obra estä dedicada, con gratitud, aI

Elr. G. Stanley HalI

Presidente de la Clark IJniversity


Frofesor de psicologfa y pedagogra
Nota introductoria

[Ibe, Psycltoanalyse

Ediciortes en alenz(tn

1910 Leipzig y Viena: F. Deuticke, G2 pägs. (1912, Z^ ed..;


1916,3" ed.; 1919,4'ed.;lg2O, b" ed.;1g22,6" ed.;
7924, 7" ed.; L930, B" ed. Todas el1as sin modifrca_
ciones.)
1924 GS, 4, pägs. 349-406. (Con leves modificaciones.)
1943 GW,8, pägs. 3-60. (Reimpreso de GS sin modifica-
ciones.)

TYaducciones en castellano'\"

L922 La psicoand.lisls. BA/ (1T vols .), Z, pägs . 145-216.


Traduccidn de Luis Löpez-Ballesteros.
7943 Igua1 titulo. EA, 2, pägs. Lg9-202. El mismo trad.uc-
tor.
1948 Psicoand.lisis. BN (2 vols .), Z, pägs. A2-57. El mismo
traductor.
L952 La psicoarud.lisis. ,SJ?, 2, pägs. lO7-57. El mismo tra_
ductor.
1968 Psicoand.lisis. B^1 (3 vols.), Z, pägs. L24-49. EI rnismo
traductor.
L972 Igual tftulo. AAf (g vols.), 5, pägs. lbg3-68. El mismo
traductor.

En 1909, la Clark University, de Worcester, Massachu_


setts, celebrd el vig6simo aniversario de su fundaciön, y slr
presidente, eI doctor G. Stanley Hali, invitö a Freud. y abarl
G. Jung a participar de esa celebracidn, donde se i".
feriria el tftulo de miembros honorarios.l Freud recibid "o.r_
ia
'r' {Cf. la sobre la ediciön en castellano,, supra, päg.
xiii y rz. 6.) "Advertencia
l Tarnbidn asistieron Sändor Fe-r:enczi, Ernest
Jones y A. A. Brill,
aunque no habian sido invitados. (Segrin una carta aä p. Jones a
J. Strachey fechada el 20 de octubre de"lg57.)

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invitacidn en diciembre de 1908, pero e1 cver-r.to tuvo lugar
r"eci6n er-l setierrrbre del prdximo aäo; dictd sus conf'eren-
cias el lunes 6 cle dicho rnes y los cuatro dfas subsiguientes.
El propio Freud dcclarö entonces quc era ese el prin-rer re-
conocirniento oficial de Ia joven ciencia, y en su Prc-setLtaciött
cttttobiogrd.fica (L925d.) cliria rnäs tarde que ocupar esa cäLe-
clra le pareciö ,,la realizaciön de un incrcible sueno diurno"
(AE, ?.8, päg. 4».2
Segrin una costurnbre sllya qr-re casi no tuvo excepciones,
F'reud pronuncid estas conferencias (eri alemän, por supues-
to) de manera directa" sin anotaciones y colr. rnuy poca pre-
paracidn previa, como nos informa eI doctor Jones. Sö1o ai
regresar a Viena fue persuadido para que las escribierä, y
se avino a hacerlo. trl trabajo no qued6 listo hasba la se-
gunda semana de diciembre, pero su memoria -,'erbal era tan
buena que Jones- Ia versidn impresa ((no se
-asegura
apartd mucho de 1a alocucidn original". A cornienzos de
1910 se publicd la traducciön al inglds en la Anterican Jour-
trul of PsycltologSt, y poco tiempo despuds apareci6 en Viena
la prirnera ediciön alernana, en forrrra de folleto.3 La obra se
krizo popular y tuvo varias ediciones; err ninguna de estas
sufriö cambios sustanciales, salvo Ia nota a1 pie agregada en
L923 aI comiel;rzo, en 1a cual Freud rectifica sus manifes-
taciones respecto de Ia deuda que tenia el psicoanälisis para
con Breuer. Esta nota no aparece rnäs que en los Gesortrnel-
te Sc/triftetl Jt en las Gesatnrnelte V{erlze. En mi "Introduc-
ciön" a Estudios scbre la histeria (1895d), A8,2, pägs.20
y sigs.. se hailarä un comentario acerca de 1a variable acti-
trrd de Freud hacia Breuer.
Durante toda su carrera, Freud se mosLrd siempre dis-
puesto a exponer sus descubrimientos en trabajos de di-
vulgacidn general. (Una lista de estos figura infra, päg. 52.)
Aunque ya tenfa publicados algunos informes su.rnarios so-
bre el psicoanälisis, esta serie de conferencias constituyö el
primer escrito extenso de divulgacidn. I.{aturalmente, sus
trabajos de esta indole eran de diversa difrcultad segrln el
priblico al que estuvieran dirigidos; y eI que ocupa las pä-
ginas siguient,es debe considerarse uno de los mäs sencillos,
Se ha[arä obro relato sobre el acontecirniento en .Contribuciön a
2
la historia del movimiento psicoarnalitico" (L974d), AE, L4, pägs. 29-30,
y una descripciön mäs completa, de la cual han sido tomados Ia mayo-
ria de los detalles gue darnos aqui, en la biograffa de Ernest Jones
(19-55, pägs. 59 y sigs.).
3 En vida de Freud, las conferencias fueron traducidas a muchas
otras lenguas: polaco (1911), ruso (1911), hüngaro (1912), holandds
(19\2), italiano (1915), dan6s (1920), francds (1921), espanol (1923),
portuguds (1931) y japonds (1-933).

'l
-
en especial si se io compara con La importante seric de Confe_
rencias de introducciött al psicoa.ndlisis que pronuncid aij.os
mäs tarde (1916-17). Pero a despecho de [odos los agregados
que se le harian a la estructura dei psicoanälisis eri el-cuar_
to de siglo veni.Jero, I,a,s presentes siguen propor_
cionando un admirable esquema "o.rfu.ercias
preiiminaq q.le e*igu Ä.i.y
pocas correcciones. Y ofr.ecerl una excelente ideä cle iaioltura
y claridad de su estilo, y de su clesembarazaclo senticlo cle la
forma, que hicieron de 61 tan notable conferencista.4

James Strachey

a
En la nota necroldgica que escrikiiena a la muerte cle Sänclor Fe_
renczi, Freud consignd qr.re le cupo a este en la gdnesis
Laparticiplig"
de las conferencias-. (Cf. Freud (f gSS"),28 , ZZ,-päg. 2ZT.)

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Sefr.oras y sefr.ores: Dictar conferencias en el bluevo Mun-


do ante un auditorio ävido de saber provoca en mi un no-
vedoso y desconcertante sentimiento. Parto del supuesto de
que debo ese honor solamente aI enlace de mi nombre con
eI tema del psicoanäIisis, y por eso me propongo hablarles de
este riltimo. Intentard proporcionarles en la mäs apretada
sfntesis un panorama acerca de Ia historia, Ia g6nesis y el
ulterior desarrollo de este nuevo mdtodo de indagaciön y
terapia.

Si constituye un m6rito haber dado nacimiento al psico-


anälisis, ese m6rito no es mfo.lYo no participd en sus ini-
cios. Era un estudiante preocupado por pasar sus riltimos
exämenes cuando otro mddico de Viena, el doctor Josef
Breuer,z aplicö por primerayez ese procedimiento a una mu-
chacha afectada de histeria (desde 1880 hasta 1882). De ese
historial clinico y terap6utico r3"os ocrlparernos ahora. Lo
hallarän expuesto con detaile en Estudios sobre la histeria
t18951, publicados luego por Breuer y por mi.8
IJna sola observaciön antes de ernpezar: r:..o sin satisfac-
ci6n me he enterado de que Ia mayorfa de mis oyentes no
pertenecen al gremio m6dico. No tengan ustedes cuidado;
7
LNota agregada en 1923:l Vdase, empero, sobre este punto, 1o que
manifiesto en «Contribucidn a la historia del movimiento psicoanalf-
tico" (1914d), donde rne declaro responsable del psicoanälisis sin re-
serva alsuna.
2 El däctor Josef Breuer, nacido
en 1842, miernbro correspond.iente
de 1a Kaiserliche Akademie der Wissenschaften {Acadernia Imperia}
de Ciencias), era conocido por su-s trabajos sobre la respiraciön y Ia fr-
siologia del sentido del equilibrio. [Una resefr.a mäs detallada de su ca-
rrera se encuentra en la nota necroldgica que escribi6 Freud a Ia
muerte de Breuer (Freud, 192äg).1
3AJgunas de rnis contribuciones para este iibro han sido traduci-
das al ing16s por el doctor A. A. Bri1l, de Nueva York: Selected Papers
on Hysterla (Nueva York, 1909). [Fue este e1 primer trabajo de Freud
qu.e se public6 en fo::ma de libro en ing16s. La traducciön cornpleta de
Estudios sobre la h.isteria, hecha por el rnisrno Brill, aparecid en Nue-
va York en 1936. Para eI iristorial ciinico de Anna O. al cual alude aqui
Freud, cf.l,8,2, pägs. 47 y sigs.l

7
no hace faita una particular forrnacidn prcvia cn rleciicina
para. seg:ir rrri exp-rosiciön. Es cie;:to qLle por un trechc, avan-
zarelnos junto r:on 1os rrredicos" ilero pronto nos sellarare-
rros para acompaflar al cioct,or Ilrcuer cn Lut pecuiiarisimo
carrrinr:.
La i-racient,e del cloctor Bre:.rer, una ülllchzrcha c1e veintirin
aä.os, intelecüuahnente nlu]I dotada, clesarrollti en e1 tla1.egLs
de su enferinedad, que se extencliö por: clos aflos, una serie de
peltu:^baciones corporales y animicas nterecedoras de to-
mar-qe con tocla serieclacl. Sufriö una parälisis con rigiclez de
las dos extremidades del lado derecho, qrre permanecfarr
insensibles, y a veces esta misrna at'eccion en los miembros
clel lado izquiercl.o; perturbaciones en los movimientos ocu-
lares y i.;r,iltiples defrci.encias en la visiön, dificultades para
-sostener \a calteza, una intensa tussis rlct'uasa, asco frenl,e a
ios alirnentos l/ el1 una ocasiön. durantc varias semanas, in-
capacidacl para beber no obstante una sed inartirizadora;
ardemäs, disminucidn de la capacidad de hablar, al punto
de no pocle:r expresarse o no conlplerrder su lengua mater-
Dä, y, por riitirno, estados de ausencia, confusidn, deliria,
aiferacion de su personalidad toda, a los cuales consagrare-
.mos luego nuestra
atenci«5n.
Al toinar conocimiento usted.es cle sernejante cuadro pato-
iögico, se inciinarän a srlpol1er, aun sin ser medicos, qlle se
trata d.e una at"eccirin grave, probabiemente cerebrai. que
ofrece pocas perspectivas de restabiecir:riento y acaso lleve
al t,ernprarlo cieceso de los aquejados por eila. Admitarr, sin
embargo, esta enseflanza de los m6dicos: para toda una serie
Ce casos qr-le presentan esas graves rnarrifestaciones estä
justificatla otra concepciön, mucho mäs favorable. Si ese cua-
dro clfnico aparece en una joven en quien una indagacidn
objetiva d.ernuestra que sus drganos interllos vitales (cora-
zön, rif'ones) son normales, pero que ha experimentado vio-
lentas conrnociones del änimo, y si en ciertos caracteres mäs
finos los diversos sintornas se apartan de lo que cabria es-
perar, los mddicos no juzgarän muy grave el caso. Afrrma-
r'än no estar frente a una afeccidn orgänica dei cerebro, sino
ante ese enigmätico estado que desde los tiempos de 1a me-
dicina griega recibe el n<irnbre de histeria y es capaz de si-
mular toda una serie de €faves cuadros. Por eso no discier-
nen peiigro rnortal;r- consideran probable una recllperaciön
total- de la saiud. No siempre es rnuy fäcil dis-
-incluso
tinguir una hi.steria de una afeccidn orgä,nica grave. Pero no
riecesiiamos saber cdmo se realiza un diagnösti.co diferencial
ile esta ciase; bästcnos la seguridad de que justamente eI
cäso .le la pacienie d.e Breuen'era uno cle esos en que ningrin
m6dico experto errarfa ci diagndstico de histeria. En este
punt,o pociernos traer, c1el inforrne clfnico, Lln complemento:
el1a contrajo su enferrrredad rnientras cuidaba a su padre,
tiernarnente amado, de una grave dolencia que lo llev<i a la
tumba, 1t araiz de sus propios rnales debiö dejar de prestarle
esos auxilios.
llasta aqrii nos ha r.esuitado ventajoso avartzarjunto con
1os m6dicos, pero pronto nos sellararemos de e1los. En efecto,
no esperen ustedes que las perspectivas del tratamiento
mdclico hayan de mejorar esencialmente para e1 enferrno por
el hecho de que se le diagnostique una histeria en iugaicle
una grave afeccidn cerebral orgänica. Frente a las enferme_
dades graves del encdfalo, el arte rn6dico es impotente en la
mayoria de 1os casos, pero e} facuitativo tampoco sabe obrar
nada contra la afecciön leistdrica. Tiene que dejar. librados
a ia bondadosa naturale za el rnomento y el rnodo en qlle se
realice su esper anzada prognosis.4
Entonces, poco cambia para eI enfermo aI discernirsele la
histeria; es al m6dico a quien se le prociuce Lrna gran varia-
ci6n. Podemos observar que su actitud hacia el hist6rico
difiere por completo de Ia que adopta frente al enfermo or-
gänico. I.{o quiere dispensar al primero eI mismo grado de
inter6s que aI segundo, pues su dolencia es mucho menos
seria, aunque parezca reclamar que se la consiclere igual_
mente g'nave. Pero no es este eI rinico motivo. El m6dico, que
en sus estudios ha aprendido tantas cosas arcanas para el
iego, ha podido formarse de las causas y alteraciones pato16-
gicas (p. ej., 1as sobrevenidas en eI enc6falo cle una pä..orr.
afectada de apoplejia o neoplasia) unas representaciones que
sin duda son certeras hasta cierto grado, puesto que Ie per_
miten entender los detalles del cuadro ciinico. Ahora bien, to_
do su saber, su previa foi.macidn patologica y anätomo-fisio-
16gica, 1o desasiste ai enfrentar las singulariclad.es de los fb-
nörnencs hist6ricos. No puede comprender la histeria, ante 1a
cual se encuentra en la rnisma situacidn que el iego. He ahi
algo bien ingrato para quien tanto se precia de sü saber en
otros ierrenos. Por eso los histdricos pierden su simpatia; los
considera como unas personas que infu-ingen las leyes de su
ciencia, tal como miran los ortodoxr:s a tros her6ticos; ies
atribuye toda ia maiignidad posible, los acusa de exageracidn
y cieliberado eirgaflo, simulacidn, y los castiga quitänäoles su
inte16s.
4
Sö qr-:e esLa ase.,zeraci<in ya. no es väiida hoy,. pero en la conferen-
" me
cia rernonto juni;c con mi audit,orio ai penoäo-anterior a 1gg0. Si
iuego las cosas lirrn cambiarlo. sc del:e ; ä;;;;parte, justa.rnente, a
Ios emperios cuya historia esbozo.

{}
Pues bien; el doctor Breuer no incurriö en esta falta con su
paciente: le brindö su simpatfa e interds, aunque aI cornienzo
no sabia cdmo asistirla. Es probabie que se 1o facilitaran las
notables cualidades espirituales y de catäcter de e1la, de las
que da testirrronio en el historiai clinico que redactö, Su amo-
rosa observaciön pronto clescubrid e1 camino que le posibili-
t,aria e1 primer auxilio terap,Sutico.
Se habia notado que en sus estados de ausencia, de alte-
raciön psiquica con confusiön, la enferma solia murmurar
entre sf algunas palabras que parecian provenir de unos
nexos en que se ocupase su pensalniento. Entonces e1 mödico,
qir,e se hizo informar acerca de esas palabras, Ia ponfa en una
suerte de hipnosis y en cada ocasidn se las repetfa a fin de
rnoverla a que 1as retomase. Asi comenzaba a hacerlo Ia
enferma, y de ese rnodo reproducia ante el mddico las creacio-
nes psiquicas que ia gobernaban durante las ausencias y se
habian trasLucido en esas pocas palabras inconexas. Eran
fantasias tristisimas, a menudo de po6tica hermosura
-sue-
nos diurnos, diriamos nosotros-, que por 1o cor:rrj.n tornaban
como punto de partida ia situaci6n de una muchacha ante el
lecho de enfermo de su padre. lbda vez que contaba cierto
r-:.ü.mero de esas fantasfas, qued.aba como liberada y se vefa
reconducid.a a Ia vida anirnica norrrral. Ese bienestar, que du-
raba varias horas, daba paso a1 siguiente dia a una nueva
ausencia, vuelta a cancelar de igual mod"o mediante ia enun-
ciaciön de las fantasias recidn fbrmadas. No era posible sus-
traerse a la impresidn de que Ia alteraciön psfquica exterio-
rizada en las ausencias era resultado del estimulo proceden-
te de estas foi:maciones de fantasia, plenas Ce afecto en grado
sumo. I-a paciente misrna, que en la 6poca de su enfermedad,
asombrosamente, s61o hablaba y comprendia eI ing16s, bau-
tiz6 a este novedoso tratarniento como "tallzitzg cllre>> ["cura
de conversaciön") o io definia en broma como "c/zirnney-sweep-
irzg,, {"limpie za de chimenea,,i.
Pronto se descubriö como por azar que mediante ese des-
hollinamiento del alma podfa obtenerse algo mäs que una
eliminacidn pasajera de perturbaciones animicas siempre re-
currentes. Tambidn se conseguia hacer desaparecer los sin-
tomas patoi6gicos cuando en la hipnosis se recordaba, con
exteriorizaciön de afectos, la ocasiön y eI asunto a raiz del
cual esos sintomas se habian presentado por primera Yez.
..En eI verano hubo un perfodo de intenso calor, y Ia pa-
ciente sufrid rnucha sed; entonces, y sin que pudiera indicar
razöm alguna, de pronto se le voivid imposible beber. To-
rnaba en su. rnall-o el ansiado vaso de agr:a, pero tan pronto
ls tocabart sus lal:ios, 1o arrojaba de si como si fuera una hi-


clrofübica. Era evidente que durante esos segr:ndos caia en
estado de ausencia. 561o vivia a fi:erza de frutas, melones,
etc., que ie mitigaban su sed rnartirizadora. Cuanclo esta si-
tuacidn ilevaba ya unas seis semanas, se puso a razoylar en
estado de hipnosis acerca de su dama de compaflfa inglesa,
a quien no arnaba, y refirid entonces con todos los signos
de la repugnancia cömo habia ido a su habitaciön, y ahf
vio a su perrito, ese asqueroso animal, beber de un vaso.
Ella no dijo nada pues queria ser cortds. Tbas dar todavia
endrgica expresidn a ese enojo que se le habia quedado atas-
cado, pidi6 de beber, tomö sin inhibicion una gran cantidad
de agrra y despertö de Ia hipnosis con el vaso en los labios.
Con ello la perturbacidn desaparecia para siempre,.S
Permitanme detenerme un momento en esta experiencia.
Hasta entonces nadie habfa eliminado un sintoma histdrico
por esa via, ni penetrado tan hondo en Ia inteligencia de su
causacidn. No podia menos que constituir un descubrimiento
de los mäs vastos alcances si se corroboraba la expectativa de
que tambidn otros sintomas, y acaso la mayorfa, nacian de
ese modo en los enfermos e igualmente se 1os podfa cance-
lar. Breuer no ahorrö esfuerzos para convencerse de e1lo, y
pasö a investigar de manera planifi.cada la patog6nesis de los
otros sintomas, mäs graves. Y asf era, efectivamente; casi
todos los sintomas habian nacido como unos restos, como
unos precipitados si ustedes quieren, de vivencias plenas de
afecto a las que por eso hemos llamado desputis ,.traumas
psiquicos"i y su particuiaridad se esclarecfa por la refe-
rencia a Ia escena traumätica que los causd. Para decirlo con
un tecnicismo, eran determinados {deierminieren} por 1as
escenas cuyos restos mndmicos ellos figurabail, y ya no se
debia describirlos como u.nas operaciones arbitrarias o enig-
mäticas de la neurosis. Anotemos sdlo una desviaciön res-
pecto de aquelia expectativa. La que dejaba como secuela
aI sfntoma no siempre era una vivencia rinica; las mäs de
las veces habfan concu.rrido a ese efecto repetidos y nume-
rosos traumas, a menudo muchfsimos de un rnismo tipo.
Toda esta cadena de recuerdos patögenos debia ser repro-
ducida luego en su secuencia cronoldgica, y por ciertä en
sentido inverso: Ios rilbimos primero, y los primeros en üI-
timo lugar; era de todo punto imposible avanzar hasta el
primer trauma, que solia ser el mäs efrcaz, saltando ].os so-
brevenidos despu6s.
Qteerrän ustedes, sin duda, qü€ les comunique otros ejein-
plos d.e causacidn de sfntoilLas histdricos, adernäs de esta
5 Estudios sobre la Itister[a (L8g5d) lAE, Z, päg. 58J.

!x
l-
-.1-
aversidn aI agua por asco al perro quc bebii; del vaso. Em-
pero, si deseo cumplir mi progrartttt, debo iimittrrme a muy
pocas rrruestras. Asf, Brer.rer refiere que las perturbaciones
en la visiön c1e la enferrna se reconducfan a ocasiones "de esLe
"i,ipo: 1a paciente estaba sentada, con lägrirnas en los ojos,
junto al }echo de enf'ermo de su paclre, cuartdo este ie pre-
guntö de pronto qu6 hora era; ella no veia claro, hizo un
esfuerzo, acercd ei reloj a sus ojos y entonces Ia esfera se le
apareciö muy grande (macropsia y strabisnTu.s cottuergens);
o bien se esfcrrz6, por sofocar las lägrirnas para que eI pa-
dre no 1as viera,.6 Por otra parte, todas 1as irnpresiones
patögenas venfan de 1er 6poca err que participö en eI cui-
daclo de su padre enfermo. "Cierta vez hacfa vigiiancia noc-
turna corl gran angustia por eI enfertrfo, que padecia alta
frebre, y en estado de tensiön porque se esperaba a un cirr-r-
jano de Viena que practicaria la operaciön. La madre se
habia alejaclo por un rato, y Anna esterba sentada junto a1
Iecho deI enfermo, con el brazo derecho sobre eI respaldo
de la silia. Cayö en un estado de stiefr.o despierio y vio cömo
desde la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo
para morderlo. (Es muy probalrle qlle en eI prado que se
extendia deiräs de ia casa aparecieran de hecho algr:nas ser-
pi.entes y ya antes hubieran provocado terror a la muchacha,
proporcionando ahora el irraterial de ia alucinaciön.) Quiso
espantar al animal, pero estaba como paralizad.a; el brazo
derecho, pendiente sobre ei respaldo, se le habia "dormido",
volvidndoseLe anest6sico y pardtico, y cuando 1o observö,
1os dedos se mudaron en peguefr.as serpientes rematadas en
calaveras (las ufr.as). Probablemente hizo intentos por ahu-
yentar a La serpiente con Ia mano derecLra paralizada, y por
esa via su anestesia y paräiisis entrö en asociacidn con la
alucinaciön de la serpiente. Cuando esta hubo desaparecido,
quiso en su angustia L-ezar, pero se le denegd toda lengi:a, no
pudo hablar en ninguna, irasta qLre por fin dio con un vel'so
infantil en inglös y entonces pudo seguir pensando y orar
en esa lengua,,.7 Al recordar esta escena en Ia hipnosis,
quedi, eliminada tambidn la parälisis rfgida del brazo cie-
recho, q.ue persistia desde eI comienzo de Ia enfermedad,
Llegando asi a su fin e1 tratamiento.
Cuar:do afr.os despuds yo empec,6 a aplicar ei mdtoCo de
indagacidn y tratamiento de Breuer a mis propios pacientes,
hice experiencias que coi.ncidian en un todo con las de 6I.
IJna ciarna de unos cr.:.arenta afr-os sufrfa de un tic, un cu-
a lbid. [päg. GBJ.
t Ibtd. [päg. 621.
rioso ruido semejante a un chasquido que ella proclucia a raiz
de cualquier emociön y aun sin ocasi6n visible. Tenfa su
origen en dos vivencias cuyo rasgo comrin era que ella se
habfa propuesto no l-r.acer r.uicio alguno, a pesar cle 1o cual,
por una suerte de .'roluntad contraria, rornpi6 el silencio
justarnente con aquel chasquido: una vez, cuand.o ai fin
habia coriseguido hacer dormir con gran trabajo a su hija en_
ferma y se dijo que ahora tenfa que guardar un sillncio
absoluto para no despertarla, y Ia ätra, cuando durante un
viaje en coche con sus dos irijas 1os caballos se espantaron con
la tormenta, y ella pretendid evitar cuidado"ä*"rrte tod.o
ruido para que los animales no se asustaran todavia mäs.B
Les doy este ejemplo entre inuchos otros consignaclos en
Estu.cl,ios sobre la lt isteria.9

Sefr.oras 1z sefr.oz.es: Si me permiten ustedes la generali_


zaciön que es inevitable aun tras u.na exposicidn tan abrevia_
da, podemos verter en esta förrnula ei tonocimiento adqui_
rido hasta ahora: Nuestrcs erufermos d,e histeria paclecen d.e
rentittiscencias. Sus sirrtomas son restos y sfmtolos mn6_
micos de ciertas vivencias (traumäticas). Una corrparacion
con otros sfmbolos mndrnicos de campos diversos ..a.o ,r.o.
lleve a comprender con m.ayo" p.of*.rdidad este simboiis_
mo. Tambidn los monumentos con que adornamos nuestras
grandes ciud.ades son Linos tales simbolos mn6micos. Si us_
tedes van de paseo por Londres, hallarän, frente a una de Ias
mayores estaciones ferroviarias de Ia ciudad, una colum_
na gdtica ricamente guarnecida., la Charing Cross. En el
siglo xrrr, uno de los antiguos reyes de la ca"ä de piantage_
net hizo conducir a'Westminster los clespojos de su amada
reina Eleanor v erigid cruces göticas una de las es_
taciones donCe eI sarcdfug" se depositö "., "rda
en tierra; Charing
Cross es ei iiltirno de los monumentos destinados a con_qer_
var eI recuerdo de este itinez.ario doliente.10 En otro 1ugar
de la ciuciad, no lejos de1 London Bridge, clescubrirän una co_
lumna mäs rnoderna, errrinente, qr-rä aras cje la breve_
"* la memoria
dad es llamada ,,Tlze Mon,umerzt,,. perpetfra del
e
e
hid.
[pägs. 76 y 80J.
lJna selecci6n de este libro. aumentada con algunos ensa!,os po_c_
teriores sobre la histeria, es hof aecesible en una iraducciön efectuada
por el doctorA. A. Brill, de Nue-,za York. lCf. sttpra, päg.7, n. B. El caso
sobre el cual infonna es el de Emrny von N.,-ei seguäa" de Estuclios
sobre la h.isteria (1895d), AE, Z, pägs.71 y sigs.l
10
O ntäs bien Ia_ r:opia rnodernä dä uno ä" *Eo" monumentos. Segun
rne ha cornunicado el doctor Ernest Jones, pai.ece que el ,ro*i""
,.Chariig» sursio de las palabras ,<cltöre reitTe',,l"querictä reina,).

_1. d
incendio que en 1666 estaild en las cercanias y destruyö
gran parte de 1a ciud.ad. Estos rnonulrrentos son, pl1es, sfm-
bolos mndmicos colno 1os sintomas histdricos; hasta este
punto parece justificada la comparacidn- Pero, equd d'irfan
ustedes de un londinense que todavia hoy permaneciera
desolado ante el monurnento recordatorio del itinerario fü-
nebre de 1a reina Eleanor, eflYez de perseguir sus negocios
con la prelnLrra que las rnodernas condiciones de trabajo
exigen o de regocijarse por Ia juvenil reina de su cotazön?
;C de otro que ante ,,The Moruumerlt,, llorara la reducciön a
c.enizas de su amada ciudad, que empero hace ya mucho
tiempo que fue restaurada con rnayor esplendor todavia?
Ahora bien, ios histdricos y los neurdticos todos se compor-
tan como esos dos londinenses no präcticos. Y no es sölo
que recuerden las dolorosas vivencias de un lejano pasado;
todavia permanecen adheridos a ellas, no se libran del pa-
sado y por 6i descuidan la realidad efectiva y el presente.
Esta fijacidn de la vida anirnica a 1os traumas patdgenos es
rtno de los caracteres mäs importantes y de mayor sustan-
tividad präctica de las neurosis.
Les concedo de buen grado Ia objecidn que quizä formu-
lan ustedes en este momento, considerando el historial clf-
nico de la paciente de Breuer. En efecto, todos sus traumas
provenian de la 6poca en qi-Ie cuidaba a su padre enfermo, y
sus sintomas sölo pueden concebirse como urros signos re-
cordatorios de su enfermedad y muerte. Por tanto, corres-
ponden a u.n duelo, y no hay duda de que Llna fijacidn a Ia me-
moria del difunto tan poco tiempo despu6s de su deceso
no tiene nada de patolögico, sino que mäs bien responde
a un proceso de sentimiento normal. Yo se los concedo; la
fijaciön a los traurnas no es nada llamativo en el caso de la
paciente de Breuer. Pero en otros, como eL del tic tratad.o por
mf. cuyos ocasionamientos se remontaban a mäs de quince y
a diez aflos, eI caräcter d,e Ia adherencia anormal ai pasado
resulta rnuy nitido, y es probable que Ia paciente de Breuer 1o
habria d.esarrolLado igualmente de no haber iniciado trata-
miento catd.rtico trascurrido un lapso tan breve desde ia
vivencia de los traumas y la gdnesis de los sintomas.

Hasta aqui s61o hemos elucidado eI nexo de los sintomas


histdricos con Ia biografia de los enferrnos; en este punto, a
partir de otros dos aspectos de la observaciön de Breuer
podernos obtener une guia acerca del modo en qlle es preciso
concebir el proceso de Ia contracci6n de la enferme'dad y de1
restabiecirniento.

L4
En primer lugar, corresponde destacar que la enferrna de
Breuer, en casi todas ias situaciones patdgenas, debiö so-
focar una intensa excitacidn en vez de posibilitarle su de-
curso mediante los correspondientes signos de afecto, pä-
iabras y acciones. En Ia pequefr.a vivencia con el perro de
su dama de compafr.ia, sofoc6, por rniramiento hacia ella,
toda exteriorizaciön de su muy intenso asco, y mientras
vigilaba junto aI lecho de su padre, tuvo el permanente
cuidado de no dejar que el enfermo notara nada de su an-
gustia y dolorosa desaz6n. Cuando despu6s reprodujo ante el
mödico esas mismas escenas, el afecto entonces inhibido
aflord con particular violencia, corno si se hubiera reserwado
durante todo ese tiempo.Y en efecto: el sintoma que habfa
quedado pendiente de esa escena cobraba su mäxima inten-
sidad a medida que uno se acercaba a su causacidn, para
desaparecer tras la completa tramitaciön de esta rj"itirna. Por
otro lado, pudo hacerse la experiencia de que recordar Ia
escena ante eI rn6dico no producia efecto aiguno cuando
por cualquier razön ello discurrfa sin desarroilo de afecto.
Los destinos de estos afectos, que uno podia representarse
como magnitudes desplazables, eran entonces Io decisivo
tanto para Ia contraccidn de la enfermedad corno para eI
restablecimiento. Asf resultö forzoso sllponer que aquella
sobrevino porque los afectos desarrollados en las situaciones
patdgenas hallaron bloqueada una salida normal, y la esen-
cia de su contraccidn consistia en qi-1e entonces esos afectos
«estrangulados" eran sometidos a un errrpleo anormal. En
parte persistian como unos lastre-s duraderos de la vida
animica y fuentes de constante excitaciön; en parte expe-
rimentaban una trasposiciön a inusuales ineruaciones e irt -
hibiciartes corporales que se constituian como los sfntomas
corporales del caso. Para este riltimo proceso hemos acu-
flado el nombre de conuersiön histdrica. Lo corriente y nor-
mal es que una parte de nuestra excitaciön animica sea
guiada por eI camino de Ia inervacidn corporal, y el resul-
tado de eIIo es 1o que conocemos como «expresidn de ias
emociones>'. Ahora bien, la conversidn hist6rica exagera esa
parte del decurso de un proceso anfmico investido de afec-
to; corresponde a una expresiön mucho mäs intensa, guia-
da por nuevas vfas, de Ia emoci6n. Cuando un cauce se
divide en dos canales, se producirä la congestiön de uno
de ellos tan pronto como la corriente tropiece con un obs-
täculo en el otro.
Lo ven ustedes; estarnos en vfas de obtener una teoria
puran'flente psicoLögica de la histeria, en Ia que adjudicamos
el primer rango a los procesos afectivos.

IL,
Una seguncler observaciön dc Brcuer nos fierza ahor:a a
concecler una signi.fr-cativj.dad considerable a los estados de
conciencia entre los rasgos caracteristicos dei acontecer pa-
toidgico. l,a enf'erma de Breuer mostraba rnfrltiples condi-
ciones anirnicas (estados de ausencia, confusiön ), alieraciön
del caräcter) iunto a su estado nolrr- al. En estc irltimo no
sabia nada de aqr-rellas escenas patdgenas ni de su urdirnbre
con sus sfntomas; habia olvidaclo esas escenas, o en todo
cnso d.esgarrado la urdimbre patögena. Cuando se la ponfa
en estado cle hipnosis, tras r-111 colLsiderable gasto de trabajo
se lograha reevocar en su rnernoria esas escenas, y merced
a este trabajo de recuerdo 1os sfntomas eran cancelados. La
interpretaciön de estos hecleos habrfa provocado gran
desconcierto si las experiencias y experirnentos del hipno-
tismo no hubieran inclicado ya eI camino. Ei estudio de los
fen,5menos hipnöticos nos habia farniliarizaclo con ia con-
cepciön, sorpren.dente al comier\zo, de que en un rnismo
individuo son posibles varios agrupamientos anirnicos que
pueden mantener bastante independencia reciprocä, «ns
saber nada" unos de otros, y atraer hacia si alternativa-
rnente a Ia conciencia. En ocasiones se obser"van tambi6n
casos espontäneos de esta indole, qlle se designan como de
"clouble consciettce" ["doble conciencia"]. Cuando, dada esa
escisiön de ia personalidaC, la conciencia permanece iigada
d.e rnanera constante a uno de esos dos estados, se lo liama el
estado anfmico conciente, e inconciertte a1 divorciaCo de 61. En
los consabidos fenömenos de ia llamada "sugestidn pos-
hipnötica>>, en que Llna orden imparticla durante la hipnosis
se abre paso luego de manera irnperiosa en eI estado nor-
mal, se tiene un destacado arquetipo de los influjos que ei
estado conciente puede experirnentar por obra clel que para
61 es inconciente; y siguiendo este paradigma se iogra cier-
tamente explicar las experiencias hechas en el caso de Ia
histeria. Breuer se decidid por la hipötesis d.e que 1os sin-
tomas histdricos nacian en unos particuLares estados animi-
cos que 61 l1amö hipnoides. Excitaciones que caen dentro
cLe tales estados hipnoides devienen con faciliclad patögenas
porque ellos no ofrecen }as condiciones para un decurso
normal de los procesos excitatorios. De estos nace entonces
un insö1ito producto: ei sintoma, justamente; y este se eleva
y penetra como un cuerpo extrafl.o err el estado norrnal, al que
tre falta, en cambio, toda noticia sobre ia situacidn patögena
hipnoide. Donde existe un sintofila, se encuentra tam]-ri6n
Llna anrnes'ra, una iagrrna de1 recuerdo; y el lienado Ce esa
laguna conlleva la cancelaci6r:. tle las condiciones gerierado-
ras del sintoma
Me terno que ester partc de nri exposiciön nr: les haya pa-
recicio muy Lrasparente. Pero consiCeren que se trata cie
novedosas y dificiles intuiciones, clue qnizä no iruedan acla-
rarse rnucho mäs: prueba de que no hernos €rvanzado toda-
viil un gra11 trecho en nuestro conocimiento. Por 1o clemäs,
la tesis de Brer-rer acerca de ios estaclos .hipnoicles denroströ
ser estorbosa y srlperflua, y el acbuai. psicoanälisis Ia ha
abanclonado. I-es dir6 luego, siquiera indicativarnente, qud
influjos y procesos habrfan de descubrirse tras esa divisoria
de los estados iripnoides postuiados por Breuer. Habrän
recibido ustedes, sin duda, ia justificada impresidn Ce que
las in-zestigaciones de Breuer sö1o puclieron ofrecerles una
teoria harto incornpleta y un esclarecirniento insatisfactorio
de los fendmenos observad.os; pero las teorias no caen del
cie1o, y co1r. mayor justifrcaciön todavia deberän ustedes des-
confierr si aiguien les ofrece ya desde eI cornienzo d.e sus
observaciones un"a teorfa redonda;r sin lagunas. Es que esta
irilima s61o podrfa ser hija de ia especulacidn y no eI fruto
de una exploracidn de los hechos sin supuesios previos.

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.j./

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