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I° PRÁCTICO EVALUATIVO
El propósito del presente ensayo consiste en una breve aproximación crítica que ponga en
cuestión algunos aspectos de aquellas lecturas de carácter racional-esencialistas en torno al
análisis de los procesos de construcción de memorias referidas al pasado reciente de nuestra
última dictadura militar.
Concretamente discutiremos los supuestos teóricos sobre los que reposan los cuatro
ciclos de las memorias propuestos por Ludmila Da Silva Catela. Para ello, sostendremos en
nuestro horizonte analítico la propuesta de Mercedes Barros1 para partir de una noción de los
derechos humanos como un significante atravesado por “diversas luchas y disputas por dotarlo
de sentido”. De esto modo aceptamos que los límites que cerrarían a cada ciclo no son totales
ni guardan hacia adentro un conjunto de positividades; más bien, proponemos hablar de
momentos dentro de un proceso donde las memorias no poseen significados a priori, sino que
son estructuradas por elementos en constante tensión. Explorar sobre estos límites es poder
dar cuenta de la politicidad del proceso, siendo posibles al tiempo que imposibles, a partir de
una exclusión (radical).
1
Barros, M. (2011). “Los derechos humanos entre luchas y disputas”. Ponencia preparada para el X
Congreso Nacional de Ciencia Política. 27- 30 de Julio del 2011. Córdoba.
A partir de la revisión del artículo de Ludmila Da Silva Catela en el cual expone su propuesta
sobre los ciclos de las memorias2, se abre la pregunta por los límites temporales-cronológicos
de cada uno de estos.
Según considera la autora son cuatro los ciclos que pueden visualizarse en el proceso de
construcción de las memorias. El primero lo ubica en el período que va desde la restitución
democrática en 1983 a 1989 denominado “ciclo de establecimiento de la verdad y nacimiento
en torno a la memoria de los desaparecidos (CONADEP y los juicios a las Juntas)”. En este
primer ciclo se puntualiza la política del presidente de entonces Raúl Alfonsín (UCR) teniendo
como sustrato la conocida como Teoría de los dos demonios. En este contexto se crea en 1983 la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de indagar el carácter de la represión,
siendo el famoso Nunca Más producto del primer año de su labor; sumado a ello se crea por
medio del decreto 3090 la Subsecretaría de Derechos Humanos. Posteriormente a esto nacen
la Ley de Punto Final y la Ley de Obediencia Debida, en 1986 y 1987 respectivamente,
consideradas las leyes del perdón. Como consecuencia de éstas los sobrevivientes y familiares de
víctimas eligieron el silencio estratégico ubicándose en el plano de las memorias subterráneas
como un modo de repudio al espíritu de reconciliación impuesto por el Gobierno Nacional, a
la vez que “exigiendo verdad y justicia”.
Seguido de ello se abriría un nuevo “ciclo de impunidad” por parte del Estado
comprendido entre los años 1990 y 1995. El carácter de suma impunidad se inaugura con los
indultos presidenciales de 1989-1990 de la mano del recién electo presidentes Carlos Saúl
Menem. Estos decretos que “lavaron de culpas y causas las condenas que cumplían los
militares de las tres primeras Juntas y las cúpulas guerrilleras” profundizaron el espíritu de
“reconciliación nacional” que desde 1986 esgrimió el presidente Alfonsín. Da Silva Catela de
acuerdo a una serie de entrevistas realizadas a familiares de desaparecidos, sostuvo que estas
leyes les provocaban “intenso dolor, descreimiento y retracción”.
En el periodo de esta década y media “las memorias de las familias y las víctimas de la
represión oscilaron entre la toma de la palabra y el silencio”.
2
Da Silva Catela, L. (2005). “Desaparición, violencia política y dictadura en Argentina. Mapas de la violencia,
políticas y ciclos de las memorias”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional sobre Memoria e
Historia, 26 – 30 de Septiembre del 2005. Ciudad de Guatemala, Guatemala.
relación a la desaparición de sus madres y padres; a las rondas y los pañuelos, H.I.J.O.S sumó
el escrache como forma de condena social, siendo que torturadores y represores se
encontraban en libertad permitido por los indultos anteriormente decretados. Su consigna fue
“si no hay justicia hay escrache”. Con esto comienza a cuestionarse fuertemente la operatividad
de la Justicia cuyas respuestas son entendidas, en los términos de la autora, como “políticas de
reparación”; lo cual fue posible por la perseverante lucha de los organismos de derechos
humanos.
Mediante los llamados “juicios por la verdad” el énfasis estaba puesto más en “poder
establecer el destino de cada desaparecido” y no en la condena de quienes llevaron adelante el
plan sistemático de represión estatal.
Hecho un repaso general sobre la noción de Ludmila Da Silva Catela sobre los ciclos
de las memorias, avancemos con nuestra propuesta de lectura en torno a sus conceptos.
Más allá de la consideración de los elementos que le serían propios a cada ciclo,
precisamente partimos de cuestionar, en primera instancia, la relación de necesariedad
implicada entre dichos elementos y los períodos, para luego poder dar cuenta del carácter
arbitrario en la determinación de los límites supuestos para cada ciclo. En este sentido
preferimos no hablar de ciclos en los términos de Da Silva Catela, sino de momentos. Esto nos
permite dar cuenta de un cierto desdibujamiento en los límites que recortan un período de
tiempo. Así es posible reconocer el carácter sobredeterminado o la contaminación de ciertos
elementos discursivos. Pensar a las memorias como partes de un continuum más que como
ciclos cerrados.
En este sentido, en la propuesta de la autora se asume una temporalidad de carácter
lineal, donde cabría identificarse una sucesión de hechos concatenados en una lógica causística.
Partiendo del supuesto de una temporalidad no lineal, se habilita a poder pensar acerca de las
condiciones de posibilidad o imposibilidad de la emergencia de ciertas prácticas discursivas, y
la legitimidad de las mismas por sobre otras. Por ejemplo, preguntarse cómo fue posible a
través de las prácticas discursivas del alfonsinismo, o más precisamente de Alfonsín, la
reproducción de los fundamentos que sostienen la “teoría de los dos demonios”, legados por el
discurso militar.
A modo de cierre, antes que concluir en algo creemos que de lo que se trata es de
seguir pensando en la precariedad de los límites temporales que pueden establecerse. Pensar en
los intersticios de esos límites es reflexionar en torno a los diversos sentidos que
continuamente pueden explorarse respecto al tema. Pensar los diversos sentidos del pasado es
también pensar los diversos sentidos nuestro presente. Pensar en cómo interpretamos el
proceso de construcción de las memorias implica necesariamente pensarnos hoy.
Bibliografía
Barros, M. (2011). “Los derechos humanos entre luchas y disputas”. Ponencia preparada
para el X Congreso Nacional de Ciencia Política. 27- 30 de Julio del 2011. Córdoba.
Da Silva Catela, L. (2005). “Desaparición, violencia política y dictadura en Argentina. Mapas
de la violencia, políticas y ciclos de las memorias”. Ponencia presentada en el Seminario
Internacional sobre Memoria e Historia, 26 – 30 de Septiembre del 2005. Ciudad de
Guatemala, Guatemala.
Apuntes de clase. Cátedra Derechos Humanos y Memorias en tiempo presente. 2014