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UNIVERSIDAD NACIONAL DE VILLA MARÍA – SEDE CÓRDOBA

DERECHOS HUMANOS Y MEMORIAS EN TIEMPO PRESENTE

I° PRÁCTICO EVALUATIVO

Docente: Lic. Natalia Magrin

Estudiante/s: Karen Alzamora Arnaudo – Agustín Ambroggio

El propósito del presente ensayo consiste en una breve aproximación crítica que ponga en
cuestión algunos aspectos de aquellas lecturas de carácter racional-esencialistas en torno al
análisis de los procesos de construcción de memorias referidas al pasado reciente de nuestra
última dictadura militar.

Concretamente discutiremos los supuestos teóricos sobre los que reposan los cuatro
ciclos de las memorias propuestos por Ludmila Da Silva Catela. Para ello, sostendremos en
nuestro horizonte analítico la propuesta de Mercedes Barros1 para partir de una noción de los
derechos humanos como un significante atravesado por “diversas luchas y disputas por dotarlo
de sentido”. De esto modo aceptamos que los límites que cerrarían a cada ciclo no son totales
ni guardan hacia adentro un conjunto de positividades; más bien, proponemos hablar de
momentos dentro de un proceso donde las memorias no poseen significados a priori, sino que
son estructuradas por elementos en constante tensión. Explorar sobre estos límites es poder
dar cuenta de la politicidad del proceso, siendo posibles al tiempo que imposibles, a partir de
una exclusión (radical).

A modo de concluir este trabajo intentaremos esbozar, antes que certezas,


interrogantes abiertos que nos permitan pensar sobre la cuestión de la construcción de
memorias más allá de tipos o formas que le correspondan a cada ciclo. Más bien creemos
provechoso comprender las implicancias de los distintos momentos en el proceso a partir de la
singularidad de cada uno al nivel de un sentido más general: los derechos humanos.

1
Barros, M. (2011). “Los derechos humanos entre luchas y disputas”. Ponencia preparada para el X
Congreso Nacional de Ciencia Política. 27- 30 de Julio del 2011. Córdoba.
A partir de la revisión del artículo de Ludmila Da Silva Catela en el cual expone su propuesta
sobre los ciclos de las memorias2, se abre la pregunta por los límites temporales-cronológicos
de cada uno de estos.

Según considera la autora son cuatro los ciclos que pueden visualizarse en el proceso de
construcción de las memorias. El primero lo ubica en el período que va desde la restitución
democrática en 1983 a 1989 denominado “ciclo de establecimiento de la verdad y nacimiento
en torno a la memoria de los desaparecidos (CONADEP y los juicios a las Juntas)”. En este
primer ciclo se puntualiza la política del presidente de entonces Raúl Alfonsín (UCR) teniendo
como sustrato la conocida como Teoría de los dos demonios. En este contexto se crea en 1983 la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de indagar el carácter de la represión,
siendo el famoso Nunca Más producto del primer año de su labor; sumado a ello se crea por
medio del decreto 3090 la Subsecretaría de Derechos Humanos. Posteriormente a esto nacen
la Ley de Punto Final y la Ley de Obediencia Debida, en 1986 y 1987 respectivamente,
consideradas las leyes del perdón. Como consecuencia de éstas los sobrevivientes y familiares de
víctimas eligieron el silencio estratégico ubicándose en el plano de las memorias subterráneas
como un modo de repudio al espíritu de reconciliación impuesto por el Gobierno Nacional, a
la vez que “exigiendo verdad y justicia”.

Seguido de ello se abriría un nuevo “ciclo de impunidad” por parte del Estado
comprendido entre los años 1990 y 1995. El carácter de suma impunidad se inaugura con los
indultos presidenciales de 1989-1990 de la mano del recién electo presidentes Carlos Saúl
Menem. Estos decretos que “lavaron de culpas y causas las condenas que cumplían los
militares de las tres primeras Juntas y las cúpulas guerrilleras” profundizaron el espíritu de
“reconciliación nacional” que desde 1986 esgrimió el presidente Alfonsín. Da Silva Catela de
acuerdo a una serie de entrevistas realizadas a familiares de desaparecidos, sostuvo que estas
leyes les provocaban “intenso dolor, descreimiento y retracción”.

En el periodo de esta década y media “las memorias de las familias y las víctimas de la
represión oscilaron entre la toma de la palabra y el silencio”.

Un tercer ciclo comenzaría en 1995, denominado como el ciclo de “las reparaciones


por parte del Estado y fertilidad de las memorias por parte de familiares y víctimas que invaden
el espacio público”. La autora remarca a este año como un “año bisagra en relación a la
construcción de las memorias”. Ante la declaración de un ex marino refiriéndose a los vuelos
de la muerte, el tema de los desaparecidos tomó una gran importancia en la opinión pública. La
confesión pública mencionada marcó un nuevo punto de partida sobre el tema. En este clima
político-social nace la organización H.I.J.O.S reactualizando prácticas e interrogantes en

2
Da Silva Catela, L. (2005). “Desaparición, violencia política y dictadura en Argentina. Mapas de la violencia,
políticas y ciclos de las memorias”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional sobre Memoria e
Historia, 26 – 30 de Septiembre del 2005. Ciudad de Guatemala, Guatemala.
relación a la desaparición de sus madres y padres; a las rondas y los pañuelos, H.I.J.O.S sumó
el escrache como forma de condena social, siendo que torturadores y represores se
encontraban en libertad permitido por los indultos anteriormente decretados. Su consigna fue
“si no hay justicia hay escrache”. Con esto comienza a cuestionarse fuertemente la operatividad
de la Justicia cuyas respuestas son entendidas, en los términos de la autora, como “políticas de
reparación”; lo cual fue posible por la perseverante lucha de los organismos de derechos
humanos.

Mediante los llamados “juicios por la verdad” el énfasis estaba puesto más en “poder
establecer el destino de cada desaparecido” y no en la condena de quienes llevaron adelante el
plan sistemático de represión estatal.

Otro año que operaría como un parteaguas en este proceso en relación a la


construcción de las memorias de la represión es el año 2001, tiempos de clivaje social que
posibilitaron una reactualización de las memorias, lo cual entre otras cosas propició diálogos y
propuestas conjuntas entre los distintos niveles estamentales y los organismos de derechos
humanos “para crear instituciones de memoria y monumentos públicos para recordar a los
desaparecidos”. Con esto la autora considera que se produce una reapropiación de los
símbolos y estrategias llevadas adelante por los organismos de derechos humanos desde los ’70
hasta entonces. En estas condiciones se inauguraría un cuarto ciclo denominado como
“estatización de la memoria”. Dentro de los elementos del ciclo se considera a la figura del
nuevo presidente en el año 2003 Néstor Kirchner como determinante. De un modo novedoso
las políticas de derechos humanos adquieren nuevos sentidos. En este sentido, se emprende un
nuevo y fuerte reconocimiento a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Cabe destacar en este
período como lo más significativo del nuevo ciclo la revocación de las leyes de la impunidad. En
este marco la recuperación de la Escuela de Mecánica de la Armada con el objetivo de
transformarlo en un espacio de la memoria y el descuelgue de los cuadros de los represores son
concebidos como dos eventos políticos que caracterizarían determinantemente el comienzo de
este nuevo ciclo.

Hecho un repaso general sobre la noción de Ludmila Da Silva Catela sobre los ciclos
de las memorias, avancemos con nuestra propuesta de lectura en torno a sus conceptos.

Más allá de la consideración de los elementos que le serían propios a cada ciclo,
precisamente partimos de cuestionar, en primera instancia, la relación de necesariedad
implicada entre dichos elementos y los períodos, para luego poder dar cuenta del carácter
arbitrario en la determinación de los límites supuestos para cada ciclo. En este sentido
preferimos no hablar de ciclos en los términos de Da Silva Catela, sino de momentos. Esto nos
permite dar cuenta de un cierto desdibujamiento en los límites que recortan un período de
tiempo. Así es posible reconocer el carácter sobredeterminado o la contaminación de ciertos
elementos discursivos. Pensar a las memorias como partes de un continuum más que como
ciclos cerrados.
En este sentido, en la propuesta de la autora se asume una temporalidad de carácter
lineal, donde cabría identificarse una sucesión de hechos concatenados en una lógica causística.
Partiendo del supuesto de una temporalidad no lineal, se habilita a poder pensar acerca de las
condiciones de posibilidad o imposibilidad de la emergencia de ciertas prácticas discursivas, y
la legitimidad de las mismas por sobre otras. Por ejemplo, preguntarse cómo fue posible a
través de las prácticas discursivas del alfonsinismo, o más precisamente de Alfonsín, la
reproducción de los fundamentos que sostienen la “teoría de los dos demonios”, legados por el
discurso militar.

Creemos conveniente o necesario en el rastreo de las condiciones de posibilidad de los


distintos procesos articulatorios, en nuestro caso, entre Derechos Humanos y los diferentes
gobiernos que condujeron el Estado, poner atención a la singularidad producto de cada
relación. Dichos proyectos de gobierno (políticos) no surgen en un vacío absoluto, más bien se
inscriben en un contexto de lo que Laclau (1990, en Barros:2011) llamó “relativa
estructuralidad”, lo cual posibilita al tiempo que limita ciertos tipos de articulación política.
Dicha noción es pertinente en tanto y en cuanto cuestiona todo análisis que enfatiza las
“verdaderas intenciones” de los individuos, como así los diversos límites impuestos por
estructuras de sentido que subyacen más bien a dicho concepto. En tanto que podemos hablar
de una relación de sobre-determinación, se enfoca una mirada más hacia la prevalencia y
disponibilidad de distintos lenguajes en y a través de los cuales los sujetos se identifican
políticamente y no necesariamente de manera plena consciente, disputando y luchando por
dotar de sentido a ese mundo que los rodea. Tanto el proyecto de Alfonsín, como el de
Menem, como el del Kirchnerismo, como proyectos políticos, emergen en un contexto
específico, que toma cuerpo mediante el ejercicio de ciertas prácticas discursivas concretas en
relación a la disponibilidad a mano de ciertos discursos, que hacen a la vida política del
momento. Antes que buscar las explicaciones en los por qué de ciertas decisiones y estrategias,
dirigirnos hacía la comprensión de cómo se constituyen esas decisiones y estrategias, nos
brinda una complejidad analítica mayor. En este sentido, los sujetos políticos no son agentes
constituidos a priori y exteriores a las condiciones que los rodean, más bien son sujetos que se
constituyen como tal políticamente en el devenir del mismo proceso.

A modo de cierre, antes que concluir en algo creemos que de lo que se trata es de
seguir pensando en la precariedad de los límites temporales que pueden establecerse. Pensar en
los intersticios de esos límites es reflexionar en torno a los diversos sentidos que
continuamente pueden explorarse respecto al tema. Pensar los diversos sentidos del pasado es
también pensar los diversos sentidos nuestro presente. Pensar en cómo interpretamos el
proceso de construcción de las memorias implica necesariamente pensarnos hoy.
Bibliografía

 Barros, M. (2011). “Los derechos humanos entre luchas y disputas”. Ponencia preparada
para el X Congreso Nacional de Ciencia Política. 27- 30 de Julio del 2011. Córdoba.
 Da Silva Catela, L. (2005). “Desaparición, violencia política y dictadura en Argentina. Mapas
de la violencia, políticas y ciclos de las memorias”. Ponencia presentada en el Seminario
Internacional sobre Memoria e Historia, 26 – 30 de Septiembre del 2005. Ciudad de
Guatemala, Guatemala.
 Apuntes de clase. Cátedra Derechos Humanos y Memorias en tiempo presente. 2014

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