BUENOS SAMARITANOS
Lucas 10:25-37
Por Luis Fernando Zabaleta González
Introducción:
Durante los últimos 5 años, la Iglesia de Dios de Latinoamérica
ha celebrado la campaña 1 DÍA 1 MILLÓN, en la cual se
conmemora un elemento importante de nuestra identidad: la
acción social. El tercer sábado de cada octubre, lo celebramos;
para que no se nos olvide el resto del año que “siempre tenemos
algo que dar y compartir”. Este año, se han hecho muchísimas
actividades en todo el país; nos unimos en el evento UN QUETZAL
SOLIDARIO, el cual consiste en aportar cada uno 1 quetzal que
luego es entregado para el beneficio de Casa Shalom y para
apoyar el sostenimiento de nuestro Seminario Bíblico
Pentecostal ubicado en El Fiscal.
No olvidemos que AMAR Y DAR VAN DE LA MANO. Y es que
gravitamos en la miseria humana; por todos lados en nuestra
sociedad sufrimos de:
 Incertidumbre económica.
 Migraciones.
 Y la desconexión humana.
Podríamos llamar a esta generación, “una generación
desalmada”. Si el “ALMA” representa nuestra humanidad, parece
que vivimos en medio de una generación sin alma…
DESHUMANIZADA. El ser humano… ya no vive como ser humano.
Jesús lo anunció diciendo: “… y por haberse multiplicado la
maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Vivimos
ensimismados… Vivimos con temor… y eso a apagado nuestro
amor al prójimo. Pero en esta ocasión aprenderemos que a Jesús
no le impresiona tu discurso... Él quiere acciones. Hoy
recibieremos el llamado a expresar el amor de Cristo con
acciones prácticas... no olvidaremos que AMAR Y DAR VAN DE LA
MANO. Exploremos esta fascinante historia contada por Jesús
nuestro Señor, aprendamos algunas lecciones importantes para
nuestra vida.
I. Somos una generación que sabe, pero no práctica.
Muchos pretenden ser SABIOS y capaces de poseer la VERDAD.
En el escenario encontramos a Jesús quién había pasado un gran
día… él estaba “regocijado en el Espíritu” (v. 21). Pero nunca falta
un pelo en la sopa; algún presunto sabelotodo, que quiere poner
en detrimento el regocijo de Cristo. Aparece un “escriba”,
conocedor de la Escritura, con algunas preguntas egoístas para
Jesús.
 ¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?
Una pregunta egoísta, que refleja la búsqueda del bien
personal por sobre todo. La pregunta tenía la intensión de probar
a Jesucristo; pero llevaba el veneno del ensimismamiento… “aquí
solo importo yo”.
Cómo todo un maestro de alto nivel, Jesús le responde con otra
pregunta: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?
 El escriba sabía la respuesta; ¿cómo heredo la vida eterna?
“amando a Dios con todo mi ser y a mi prójimo como a mí
mismo”.
 ¿Quién es mi prójimo?
Ahora el escriba expresaría un mecanismo de defensa que
utilizan todos los egoístas, fingir demencia ¿quién es mi
prójimo?... no lo conozco. Porque si mi prójimo es todo aquel que
tiene necesidad y necesita de mí misericordia, entonces el
mandamiento es muy pesado… me da miedo saber la respuesta.
Esta pregunta, cargada de un temor egoísta… requería una
respuesta diagramada y en un lenguaje entendible. Todo el
mensaje cristiano se reduce a un dar generoso y sin temor… el
resultado de una vida en AMOR. Porque AMAR Y DAR VAN DE LA
MANO.
II. Vivimos en una sociedad de gente en desgracia.
Jesús comienza a contarle una historia al brillante escriba, para
que éste comprendiera quién era su prójimo. La historia tiene los
siguiente elementos:
 Un camino peligroso.
El camino que presenta Jesús, era un camino conocido; de
Jerusalén a Jericó. Era un camino de pendiente pronunciada, ya
que Jerusalén se encontraba en la cima de un monte y Jericó
cerca del mar Salado. Así que era un camino, por el que no se
podía correr, ideal para los atracos. Ese camino fue el que tomó el
desdichado de la historia.
 Ladrones lo despojan de todo.
Como era de suponerse, pues era común. Este pobre hombre,
fue sorprendido por una banda de ladrones, maleantes
organizados que le emboscaron. Aquel hombre que esa mañana
salió con el ánimo de comerciar, para tener un bien que
compartir con su familia, resulta que sus planes cambiaron… fue
despojado de todos sus bienes.
 Él queda despojado, herido y medio muerto.
El mal por lo general no llega solo. No solamente lo perdió
todo; sino que también su cuerpo físico fue dañado, los ladrones
le hirieron tan violentamente que llegaron a pensar que estaba
muerto. La intensión era matarle.
Esa es la historia generalizada de cada ser humano que
transita por esta vida, de aquellos que no tienen a Dios por
Pastor. Pues los hijos de Dios tenemos promesa; cuando
tengamos que pasar por caminos peligrosos: “Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento…”
(Salmos 23:4). Los que deciden caminar en sendas peligrosas sin
el cuidado divino, son despojados, heridos y dejados casi muertos
tirados en el camino de la vida. Niños, ancianos, hombres y
mujeres sufren los efectos del mal en este camino peligroso; hay
desempleo, hambre, mortandad, delincuencia, crimen
organizado, corrupción, enfermedades, etc. No hay escapatoria
del mal en esta vida… Jesús nos dice, como a aquel escriba… EL
AMAR Y EL DAR VAN DE LA MANO.
III. La práctica de vida del samaritano nos debe inspirar.
Me imagino que todos estaban impactados de aquella historia
que Jesús contaba, sobre el dolor humano. Quizá muchos se
sentían identificados, asentían con la cabeza recordando
experiencias similares que posiblemente les sucedió o a alguno
de sus familiares; posiblemente recordaban a algunos que habían
muerto por ese camino. Nadie reía, todos en silencio oían la
historia de Jesús… aún no entendían la respuesta de ¿quién es mi
prójimo?
Jesús siguió narrando la historia, ahora entrarían en escena
tres personajes. Sigamos la narración de Jesús:
 Un sacerdote.
Un sacerdote, también iba por aquel camino, descendiendo a
Jericó. En ese camino peligroso vamos todos… pero la diferencia
es quién nos acompaña. Pues aquel sacerdote, iba por allí
también. El sacerdote, se identificaba como líder para su pueblo,
él tenía normas estrictas que debía cumplir, por ejemplo, no
podía estar cerca de un muerto: “ni entrará donde haya alguna
persona muerta; ni por su padre ni por su madre se contaminará”
(Levítico 21:11); “el que tocare cadáver de cualquier persona
será inmundo siete días” (Números 19:11). Este sacerdote nos
ilustra aquella falacia cristiana del “prestigio ritualista
deshumanizado”; hacer la ley sobre las personas. Así como las
leyes de nuestro país, que sirven para oprimir, más que para
proteger. El sacerdote prefirió su prestigio, más que ayudar al
prójimo.
 Un levita.
El siguiente personaje que apareció en ese mismo camino, era
un levita. Un ministro del templo que realizaba tareas específicas
de ayuda para los sacerdotes. Así como el sacerdote, también
notó que en aquel camino solitario había una persona
abandonada, herida y casi muerta. Pensemos que este levita, no
quería cuidar su prestigio… pero sí quizá se llenó de miedo.
Miedo deshumanizado, provocado por ver el sufrimiento de
otros, nos paralizamos y acobardamos; temiendo que a nosotros
también nos suceda la misma tragedia de aquel moribundo. Al
ver a aquel prójimo, el levita quizá dijo: “patas pa´qué te quiero”.
Mirando para todos lados, apresuró sus pasos para salir de aquel
lugar peligroso… quizá hasta hizo una oración por aquel
desgraciado, mientras corría.
 Un samaritano.
Posiblemente, se decían unos a otros… “ja, yo hubiera hecho lo
mismo, que tal si corro con la misma suerte” “además uno nunca
sabe, a veces son trampas en el camino”. Jesús continúo con el
relato, ahora trajo a escena a un personaje que no encajaba: un
samaritano. El contexto es que judíos y samaritanos no se
llevaban en ese tiempo, el pleito era el etnocentrismo… ambos
decían ser el verdadero pueblo de Dios. Pero Jesús, utilizaría a
este personaje para describir lo que significa la empatía y
solidaridad, hacer misericordia con el prójimo. Todos vamos en
el mismo camino de la vida; todos corremos el peligro de ser
despojados, heridos y malmatados… pero “en el amor no hay
temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18). El amar y el dar van de
la mano.
IV. Pasemos de la observación al compromiso con el
prójimo.
Siguiendo los pasos del “samaritano”, comprenderemos que el
hacer misericordia es un asunto de héroes, que salen de su zona
de confort, para hacer misericordia con el necesitado. Veamos lo
que hizo este personaje heróico y entendamos lo que pide Jesús
de sus discípulos:
 Observación:
Todo comienza con cambiar el enfoque, de mirar en un espejo
solo nuestra imagen, a ser capaces de mirar al otro que no tiene
la misma bendición que la nuestra. El samaritano “iba de camino,
vino cerca de él, y viéndole…”. Para observar a nuestro prójimo,
debemos ir por el camino, sin miedo, sin ataduras religiosas.
Yendo por el camino, nos permite estar cerca de la realidad de
sufrimiento humano y observar en qué consiste el verdadero
problema de nuestras generaciones. ¿Cuál es el sufrimiento de
los niños, de los jóvenes, de los adultos, de los ancianos?
 Empatía:
Decimos que empatía es ponernos en los zapatos del otros, sin
ser el otro. Es un acercamiento al sentimiento humano. ¿Cuál es
el sufrimiento del colectivo LGBT? ¿Cuál ha sido el pasado
doloroso y el presente miserable de los mareros? Empatía es
librarse de prejuicios y tener un nivel de comprensión espiritual,
para poder sentir el dolor ajeno. Jesús sentía compasión por las
multitudes, pues los veía como gente que no tenia rumbo, sin
sentido de vida, sin razón, sin capacidad de ver un futuro mejor. Conclusión:
Este samaritano “fue movido a misericordia”. No sé cómo se sienta usted, después de escuchar a Jesús y su
 Acercamiento: historia del Buen Samaritano. Quizá aquellos que oían, se daban
Ahora que el samaritano había identificado a aquel moribundo, cuenta de lo lejos que estaban de poder decir que estaban
lo había visto bien, había analizado el problema y su gravedad; cumpliendo con el primero y el segundo mandamiento, amar a
entonces se acercó con propósito. “Vendó sus heridas, echándoles Dios con todo y a nuestro prójimo como a uno mismo.
aceite y vino”. Había hemorragia, que requería tratamiento Cree usted que ha respondido la pregunta ¿Haciendo qué cosa
inmediato; una respuesta pronta para atender aquella necesidad. heredaré la vida eterna? O quizá Jesús nos pregunta: ¿Quieres
El samaritano se acercó para ayudar, no para condenar ni vivir eternamente? Y es que la verdadera vida eterna está en el
regañar (“ya ves, por tonto te pasó esto”); atendió sus heridas por amar y el dar; comienza en esta vida y continúa por la eternidad.
donde se salía toda esperanza de vida. Es tiempo que la gente vea nuestras buenas obras y así
 Desacomodo: glorifiquen a nuestro Padre (Mateo 5:16).
Pero no basta con vendar heridas… la segunda parte requiere
desacomodo. La restauración es un proceso que nos demanda “Vé y haz tú lo mismo”.
renunciar a nuestra comodidad para ver la transformación del
prójimo, de moribundo a lleno de vida. Para que esto sucediera,
el samaritano sabía que no podía dejar al prójimo tirado en aquel
lugar. Así que “… poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón,
y cuidó de él”.
 Compromiso:
Y si creían que eso era todo, faltaba más. La recuperación de
aquellas heridas, iban a necesitar tiempo y cuidados
postraumáticos. El prójimo necesita que se le tenga compromiso,
las heridas son fuertes, la recuperación puede ser larga, se
necesitan samaritanos comprometidos: “Otro día al partir, sacó
dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo
que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. Dos denarios
que equivalían al salario de dos días de trabajo; el sustento
personal, lo estaba dando para la recuperación de aquel
necesitado… esto es caminar la segunda milla, hacer más de lo
que creemos que es suficiente. Y si se necesita más, el samaritano
estaba dispuesto a pagarlo también. Porque el amar y el dar, van
de la mano.