Sei sulla pagina 1di 57

TEMA 01: GENERALIDADES SOBRE TITULOS VALORES

Introducción
Las relaciones jurídicas que se suscitan entre comerciantes precisan
de gran sencillez, facilidad de transmisión y ejecutividad que
normalmente no puede alcanzarse con el uso de contratos. Ante esta
realidad, el Derecho mercantil ha logrado desarrollar los denominados
títulos valores, que son una serie de documentos, con características
muy distintas pero con algo en común: la existencia de un emisor, el
cual se compromete a efectuar una determinada prestación en favor
del tenedor. La gran diferencia de esta figura con respecto a los
contratos escritos es que el primero, es un documento breve, firmado
por una persona, sin que sea necesaria la aceptación por su receptor,
este documento tiene la particularidad de que circula de mano en
mano, de forma tal que su último tenedor es el que puede exigir al
emisor el pago de la prestación incorporada al título.
Brunner define a los títulos valores de la siguiente manera: “ Título Valor
es el documento sobre un derecho privado, cuya realización jurídica se
haya condicionada por la presencia del documento. A su posesión se
halla subordinado el uso del derecho que contrato. Lo que caracteriza
el título valor es la incorporación del derecho al título y no su fácil
circulación”
Aprendizajes esperados

Conozcamos ahora las capacidades y actitudes a desarrollar en este


primer tema:

Capacidad

 Reconoce la importancia de los Títulos Valores


 Identifica las clases de Títulos Valores

Actitudes

 Participa activamente en los foros temáticos

Tolerancia a las diferentes opiniones


 MAPA CONCEPTUAL REFERIDO AL TEMA

Observa detenidamente el siguiente esquema, en el encontrarás de un


“vistazo” de manera sintetizada los principales concepto de la temática
que abordaremos. ¿Qué conceptos o categorías te llaman la atención?

1.1. ANTECEDENTES HISTORICOS

De acuerdo a lo establecido por el estudioso, Escutti (2004), con la


formación del burgo se perfila un nuevo tipo de actividad que,
originariamente, tiene un campo de actuación que no trasciende la
propia ciudad, cuyo tráfico era satisfecho primero con el canje y luego
con la moneda que se acuñaba dentro de sus limitadas fronteras.

Luego, se dio origen a las ferias, que eran reuniones habituales de


mercaderes de distintas localidades destinadas al intercambio,
surgieron muchas dificultades cambiarias: la diversidad de monedas
complicaba las ‘transacciones en razón de que las monedas de una
ciudad no tenían fácil curso en otra. Además, dado el peso y volumen
de la moneda acuñada, su transporte no estaba exento de dificultades:
el traslado era dificil, arriesgado y costoso; basta pensar en la
inseguridad de los caminos, sobre todo “extramuros” en determinados
lugares que eran “tierra de nadie”, en donde muchas veces pululaban
las bandas armadas.
Cuando se produjo el proceso de intercambio se da inicio a la
necesidad de solucionar los problemas cambiarios y esta pasó a
ser satisfecha por un comerciante que comenzó a hacer las veces de
cambista. Este personaje es conocido como un mercader que
inicialmente efectuó el cambio manual de las distintas monedas;
posteriormente, las eventualidades del tráfico llevaron a que se realicen
operaciones de cambio trayecticio: el cambista recibe en una localidad
una determinada cantidad de monedas del lugar y asume el
compromiso de abonar en otra ciudad un monto equivalente en dinero
de la comarca en donde debe efectuar la prestación a su cargo.

La operación se hacía efectiva con el contrato de cambio, definido


como el pacto mediante el cual la persona que había entregado el
dinero debía recibir del cambista una cantidad de monedas equivalente,
de acuerdo a la relación de valores convenida por las partes en función
del tipo de cambio existente entre las distintas monedas.

Poco a poco, el contrato de cambio empezó a ser utilizado fuera de su


ámbito originario y se fue aplicado aun cuando las deudas que se
reconocían por su intermedio no tenían origen cambiario, sino una
relación de cualquier otro tipo como por ejemplo una compra - venta o
un mutuo: la equiparación de la “declaración cambiaria” a la confesión
judicial excluía defensas que de otro modo podrían haber sido opuestas
por el cambista. Poco a poco desapareció a la figura del cambista como
único comerciante especializado que debía actuar como sujeto pasivo
distintivo del contrato de cambio. Las necesidades del comercio entre
mercaderes de distinta localidad fueron decisivas en la vulgarización
mencionada: basta pensar en la simplificación de los pagos que se
producía cuando quien figuraba como tradens en el contrato de cambio
(acreedor del cambista que era quien había creado el documento)
otorgaba mandato para el cobro de la deuda a quien era su acreedor,
con el propósito de que éste cobrara en otro lugar y viera satisfecha su
acreencia preexistente.

Lo que nació como acto propio de ciertos comerciantes según Escutti


(2004) se fue generalizando y lo utilizaron también todos los
mercaderes y los no comerciantes. Asimismo, el instrumento que nació
para usarse en localidades distintas perdió tal exclusividad y comenzó
a utilizarse dentro de un mismo ámbito.

De la fusión del acto notarial y la misiva, o con la superación de la


redacción notarial, según algunos, o directamente de la carta, según
otros, nació la letra de cambio como documento privado (pero asimilado
a la confesión judicial) que contenía una promesa de pago hecha por
una persona que aparecía como el único obligado de la relación.

Pero la evolución no terminó con el nacimiento de la letra como


instrumento cambiario. En efecto, la cesión de créditos fue insuficiente
para responder a las exigencias crecientes del tráfico, pues
implicaba: a) el cumplimiento de una serie de requisitos
formales; b) que el cesionario adquiría un derecho exactamente igual al
del cedente, y c) la posibilidad de oponer al último cesionario todas las
defensas que tenía en contra de sus antecesores.

Las necesidades originadas debido al crecimiento


del comercio exigieron la creación de algunas formas fáciles y seguras
de circular una letra. Asi nació la figura del mandatario, dio nacimiento
a la figura del endoso que consistía en una declaración consignada al
dorso de la letra y tenía como función originaria la designación de un
mandatario que pudiera percibir el pago requerido en nombre y por
cuenta del tomador; al inicio de su aparición, el rol del endosatario era
completamente secundario y dependiente; luego con el transcurrir del
tiempo se independizó y la actuación del beneficiario del endoso fue
considerada como del ejercicio de un derecho propio de cobro.

Hubo una época en la que cada endoso equivalía a un nuevo


libramiento: al encontrarse la firma al dorso del documento se transmitía
inmediatamente la letra y se pensaba que el endosante declaraba haber
recibido del endosatario el importe mencionado en este documento.
Con estas acciones se entendía que el último endosatario o portador,
ante el la falta de pago por parte del sujeto indicado originariamente
para pagar (girado), podía proceder contra el deudor originario y contra
su transmitente reclamándole el pago

1.2. NOCIÓN
Vivante, (1936) en su mono grafía sobre títulos-valores de 1895 define
a éstos como “todo documento necesario para ejercer el derecho literal
y autónomo que de él resulta”.

Cohen y Renault (1891) en su obra, Traité de droit commercial,


describen a los effets de commerce o efectos de comercio como
“documento que adoptando formas diversas comprueban una
obligación de pagar una suma de dinero, transmisibles por endoso o por
tradición manual que sirven de instrumentos de pago, supliendo así a la
moneda”.

Bruner (1985) conceptúa sobre los papeles y títulos valores como la


documentación de un derecho privado cuyo ejercicio está subordinado
a la posesión del documento.

Para Asquini (972) el titulo de crédito es el documento que contiene un


derecho literal destinado a la circulación, idóneo a conferir en modo
autónomo la titularidad de tal derecho al propietario del documento y
necesario y suficiente para legitimar a su poseedor en el ejercicio del
mismo derecho”

Para Mossa (1957) los títulos de crédito son papeles o documentos que
llevan en sí un valor económico y jurídico, porque el papel contiene un
derecho real, o de participación social, o expresa una obligación o
promesa formal y rigurosa. El valor no existe sin el documento. El valor
no existe sino en cuanto el papel concentra en sí el derecho. La
economía y el derecho, el derecho y la obligación están estrechamente
ligados en el papel hasta el punto de llevar el documento, de la
condición de simple documento probatorio, o aún constitutivo, al rango
de título de crédito.

Para Solis (1995) el título valor existe aun cuando la persona que lo ha
creado lo guarda en la caja fuerte para evitar obligarse en ese momento.
Quien tiene esa conducta da a entender que aún no quiere obligarse,
porque el mismo impide que surja la obligación; es decir, crea el título
valor pero considera que solamente se obligará en momento
determinado y oportuno. En tal caso falta la esencia del acto jurídico no
existe; la voluntad de negociar, esto es la voluntad de producir los
efectos que le son particulares. En consecuencia, si ese título entra en
circulación sin la voluntad de obligarse de su creador, la inoponibilidad
a los terceros poseedores de buena fe de la inexistencia de la voluntad
o la inexistencia de una declaración vinculativa del autor del título, viene
a confirmar que la normativa cartular es fundamentalmente inconciliable
con la autonomía privada. Es más, en el ámbito de ésta la voluntad es
imprescindible, no puede obviarse, debe existir siempre, porque esa es
la “causa” de la aplicación de una disciplina; mientras que en los títulos
valores es irrelevante la voluntad.

1.3. NATURALEZA JURIDICA

De la naturaleza jurídica de los


títulos-valores Habla nuestro autor Ruiz (2003) señalando que forman
parte los siguientes elementos:

a. Negocio jurídica- Constituye una declaración unilateral de voluntad


capaz de producir consecuencias jurídicas consistentes en una
prestación de dar.

La declaración es dirigida a un sujeto indeterminado pero determinable


cuando se da alguna relación entre éste y el titular del derecho
incorporado en el documento.

El título tiene autonomía ante la voluntad del declarante y sus


consecuencias deben ser asumidas por él, así no hayan sido queridas.

Es negocio jurídico de contenido patrimonial, al producir el incremento


en la riqueza de un individuo y Ia disminución correlativa en la de otro,
con fundamento en la declaración consignada en el título. Si el aumento
o merma no se realiza efectiva e inmediatamente por estar sometido a
plazo, el negocio es tan sólo obligacional.

Es negocio jurídico entre vivos, pues la existencia del instrumento no


está sujeta al hecho jurídico de la muerte sino a la voluntad de las
partes. Junto con los contratos, hechos ilícitos y la ley constituye fuente
de obligaciones al contener el derecho a una prestación de dar bajo la
forma de una promesa o una orden.

b) Constitutivo y dispositivo.- El derecho se incorpora o materializa en


el titulo-valor, existiendo por si mismo y, por tal razón el documento es
constitutivo de un derecho, porque le da vida al momento de su
incorporación, circulando independientemente del negocio jurídico
fundamental del cual se origina.

c) Privada- El documento privado se define como el no otorgado por


funcionario público en ejercicio de sus funciones o con su intervención.

El título-valor sólo requiere para su existencia de la voluntad de un


particular.

d) Auténtico- Los documentos son auténticos si existe certeza acerca


de la persona que los ha afirmado o elaborado.

e) Sustancial al acto – El título-valor no existe sin la


incorporación escrita de un derecho, de acuerdo con las esti1.4.
FUNCIÓN ECONÓMICA
Vásquez (1997) afirma que si el crédito ha experimentado una gran
expansión en la sociedad moderna, se debe en gran parte al masivo
empleo de los documentos que lo representan y a su regulación jurídica.

En efecto, los títulos valores facilitan la circulación de los bienes, al


reflejar un derecho visible, perfectamente configurado por su literalidad.
Y esta función económica se refuerza mediante su tutela jurídica,
protegiendo la fe en su apariencia.
Los títulos valores y más concretamente los títulos cambiarios, han
servido históricamente y continúan-sirviendo como instrumentos de
traslado de dinero, pero también como instrumentos de crédito, a corto
y medio plazo; siendo esta segunda función la principal que todavía
siguen cumpliendo, aunque en un constante perfeccionamiento.

pulaciones de la ley.

f) Original.- Su tenedor sólo puede exigir la prestación consignada en


el título, voluntaria o coactivamente, por medio de su exhibición.

1.5. DIFERENCIA CON OTROS NOMBRES GENERICOS

A través de la historia de los títulos-valores se pudo observar que éstos


no siempre han tenido la misma denominación. Se les ha conocido con
múltiples acepciones tal como lo menciona Ravassa (2006), pero de
todas ellas-cabe destacar las siguientes:

1.- Títulos de crédito

2.- Papeles de comercio

3.- Valores mobiliarios

4.- Efectos de comercio

5.- Títulos circulatorios

Nos corresponde investigar cada uno de los términos empleados y


justificar el vocablo utilizado de títulos-valores.

Con respecto a la denominación de títulos de crédito, muy utilizada por


la doctrina italiana e integrada en el Código Civil italiano de 1942. Según
ella, los títulos-valores serán los que incorporan un derecho de crédito
o de alguna forma se basan en el crédito. Dentro del concepto quedan,
desde luego, los títulos-valores más usuales y conocidos: la letra de
cambio, el pagaré, etc. Pero, por una parte, existen muchos títulos-
valores que, además de consignar o incorporar derechos de crédito,
contienen también otros muchos derechos que no son de crédito, como
en el caso de los llamados títulos corporativos, que además configuran
derechos de voto y otros de los conocidos como derechos político-
jurídicos; y también, títulos que incorporan o consignan derechos de
disposición sobre mercancías, como los llamados títulos de tradición"
Por otra parte, tampoco todos los conocidos actualmente como títulos
de crédito o títulos de contenido crediticio son realmente documentos
elaborados en función del crédito, propiamente dicho.

La designación papeles de comercio es excesivamente amplia. Entre


nosotros, papeles de comercio son también los comprobantes de la
contabilidad del empresario, las facturas comerciales corrientes, los
pedidos de mercancías y hasta las cartas de negocios o una carta de
cobro. EI recibo impreso de una registradora en un supermercado es un
papel de comercio.

Un telegrama o un fax avisando ¡a llegada de una mercancía, o un


certificado del registro mercantil, también Y, naturalmente, todos estos
documentos mencionados no son títulos-valores.

La expresión valores mobiliarios se identifica contablemente con los


títulos que cotizan en bolsa. Y, si de una parte, muchos títulos-valores
no cotizan en bolsa, como los cheques, las letras de cambio comunes
y corrientes, la mayoria de los pagarés, etc.; de otra, no todos los
valores que cotizan en bolsa pueden ser considerados títulos-valores.

Efectos de comercio es un vocablo que, tradicionalmente, se ha


empleado para oponerlo al de efectos públicos, también son títulos-
valores, incluso los propios billetes de banco, según algunos. Por otra
parte, como dice Ripert (1955) los títulos con el nombre de «efectos de
comercio» se utilizaban originalmente con exclusividad para el comercio
y de ahí su denominación. Pero como las instituciones mercantiles se
han generalizado y trascienden al público en general, hoy día los títulos-
valores se utilizan también fuera del comercio, por los particulares y, por
tanto, tal expresión ya no se justifica.

El concepto de títulos circulatorios hace referencia a una característica


primordial de los títulos-valores: la de estar llamados a circular de mano
en mano. Y, ciertamente, esta cualidad es fundamental puesto que toda
la razón de ser, toda la significación práctica de estos documentos
radica en eso: en que circulan. Los títulos-valores existen para permitir
la circulación de la riqueza, representada primordialmente en dinero,
créditos o en mercancías. Si a los títulos-valores les quitáramos la
posibilidad de circular dejarían de tener sentido, simplemente
desaparecerían.

1.6. CLASIFICACION
Podemos establecer multiples clasificaciones de los títulos valores,
según los criterios que adoptemos. Pero , estableceremos los
siguientes grupos de acuerdo a lo establecido por Vasquez (1997):

a) Según su contenido, distinguiremos los títulos de crédito pecuniarios


de los no pecuniarios.

 A los pecuniarios les denominan algunos autores títulos de pago


y también títulos jurídico-obligacionales, porque confieren a su
legítimo poseedor el derecho a exigir una cantidad de dinero;
incluyéndose en este grupo los llamados títulos cambiarios, como
la letra de cambio, el pagaré y el cheque.
 Entre los títulos valores no pecuniarios mencionaremos las
siguientes clases:

- Los llamados títulos de tradición o representativos de mercancías,


como el talón de ferrocarril y el conocimiento de embarque.

- Los títulos de participación social, como/las acciones emitidas por


las sociedades mercantiles, que no atribuyen un derecho específico,
sino la cualidad de socio, lo que comporta toda una gama de derechos
diversos.

b) Por el modo de estar designado el titular del derecho, los títulos


pueden ser, según clasificación que parte de la denominación alemana:

- Nominativos, llamados también directos, que, como su nombre


indica, nombran directamente a una persona determinada como titular
del derecho, a favor de la cual y sólo a ella, habrá de satisfacerse la
prestación o prestaciones incorporadas. En estos títulos están algo
debilitados algunos de los caracteres típicos de los títulos valores, por
cuanto para su transmisión exigen tener en cuenta al deudor .
- Títulos al portador, que no designan a persona alguna en concreto
como titular del derecho, empleando generalmente para ello la cláusula
«al portador». Estos títulos se transmiten por su simple entrega y
deberán pagarse a quien resulte ser su tenedor.

- Títulos a la orden, que constituyen una clase intermedia entre los


nominativos y al portador, porque, si bien en principio estos títulos son
nominativos por contener el nombre de la persona a favor de la cual
habrá de pagarse la obligación, permiten que también puedan pagarse
a la orden del primer titular, quien puede transrnitirlos por simple endoso
y sin previo conocimiento ni consentimiento del deudor.

c) Por el carácter de las personas que los emiten, hay títulos públicos y
privados, según los expidan entidades públicas o particulares.

d) Por el objeto sobre el cual recae el derecho incorporado, pueden ser:

1) personales, como las acciones;

2) reales, como las obligaciones hipotecarias; y

3) obligacionales, como los cheques y las obligaciones.

e) Por el modo de emitirse, los títulos pueden ser:

- Singulares, si se emiten aisladamente, con individualidad propia y


contenido diferenciado, como los cheques.

- Y los títulos en serie, que se emiten en masa o serie, con


contenido uniforme dentro de cada serie como las acciones y las
obligaciones.

Otra clasificación Brindada por Escuti (2004) es la siguiente:


a) Al portador, a la orden y nominativos.

Según los requisitos necesarios para su circulación, se clasifican los


títulos valores en: 1) al portador; 2) a la orden, y 3) nominativos.

 En el título al portador, para estar legitimado para el ejercicio de


los derechos cartulares, basta la posesión del documento, Su
transferencia requiere su sola entrega.

 Título a la orden es el originariamente emitido a favor de


determinada persona y pagadero a ella misma o a quien tenga su
posesión y aparezca como endosatario, esto es, como
beneficiario de un endoso que, en su expresión más simple, se
manifiesta mediante la firma del endosante puesta al dorso del
documento.

 El título nominativo puede ser endosable o no endosable; para la


transferencia del primero se requiere, además del traspaso de la
posesión, el endoso y su anotación en un registro destinado a
tales fines. El título nominativo no endosable sólo puede ser
transferido mediante la cesión de créditos.

b) Causales y Abstractos.

Afirma Quintana (1960) que la causa es la “relación jurídica


fundamental, originaria, subyacente que determina a las partes a que la
objetivicen en el documento, determinando su libramiento o su
circulación”.

La distinción entre títulos causales y abstractos depende de la


vinculación existente entre el título mismo y el negocio fundamental que
le ha dado origen. Los títulos causales están signados por el negocio
fundamental que llevó a emitirlos, mientras que los abstractos funcionan
desvinculados del negocio originario.

La abstracción y la autonomía son cuestiones que no pueden


confundirse. La primera desvincula el documento de la relación causal
y, consecuentemente, no pueden serle opuestas al tercero portador las
excepciones que surgen de ella (inexistencia-falsedad, nulidad, contrato
bilateral no cumplido por el tomador del documento, etcétera). La
segunda importancia existencia de un derecho originario, es decir,
desvinculado de\la posición jurídicas de sus anteriores portadores, y,
por ende, al tenedor legitimado no se le pueden oponer las excepciones
personales que se podrían haber opuesto a los anteriores portadores.

c) Formales y no Formales.

Según el conjunto de solemnidades exigidas por la ley para la validez


de la declaración contenida en el documento, se califica a los títulos de
crédito en formales y no formales.

El título valor es formal cuando la ley exige para su existencia como tal
el Cumplimiento de determinados recaudos formales (escritura,
denominación, menciones textuales, suscripción autógrafa, etcétera).
La letra de cambio es el título formal por excelencia. Dadas las
particularidades de la materia, y sobre todo por la desvinculación
causal, se comprende que la obligación cambiaria sólo surge si se
incluyen en el documento todos los requisitos tipificados taxativamente
por la ley.

Por el contrario, los títulos no formales no requieren el cumplimiento de


solemnidades taxativamente preestablecidas Completos e Incompletos.
La clasificación tiene en cuenta la circunstancia de que el título deba ser
autosuficiente o no, es decir, si el documento debe contener o no en sí
mismo todos los elementos necesarios para la plena configuración
como tal y, por ende, para que de él emerjan los efectos cartulares
típicos previstos por la ley.
Título completo es el que debe contener todos los elementos necesarios
para su conformación cambiaria, según el arquetipo legal y la
configuración integral de los derechos y obligaciones. El título completo
es el que debe contener en su tenor literal, todos los elementos que
configuran los derechos y obligaciones de los sujetos cambiarios. Esta
categoría conceptual debe diferenciarse de las situaciones fácticas
emergentes de los títulos emitidos en blanco o incompletos que deben
presentarse completos para ser considerados válidos El ejemplo
característico de título completo es la letra de cambio.

Por el contrario, título incompleto es aquel que por sí solo no es


suficiente para determinar la directa e integral configuración de los
derechos y obligaciones de los sujetos intervinientes.

La plena y total configuración de los derechos y obligaciones de los


sujetos vinculados sólo se obtiene en otros documentos a los que remite
el propio título. El título incompleto en su literalidad debe enviar a los
elementos documentales extracartulares que configuran en su totalidad
los derechos y obligaciones de los sujetos involucrados. Ejemplo de ello
es la acción que está indisolublemente vinculada a los estatutos
sociales.

1.1. PRINCIPIOS
a) La Incorporación

Ravassa (2006) explica que en los títulos-valores el título es lo principal


y el derecho lo accesorio y, así, aunque el derecho pueda existir
independientemente del documento, no puede ejercitarse sin éste.

Por consiguiente, priva el título sobre el derecho y éste, dentro de esa


posición subordinada, se adhiere o se incorpora al título. La razón
práctica de este fenómeno estriba en la necesidad o conveniencia de
hacer visibles los derechos, que por su naturaleza no lo son, y en las
ventajas que esto acarrea.

Por ejemplo, si una persona nos debe una cierta cantidad de dinero, lo
sabemos ella y nosotros, pero los terceros no lo pueden ver ni saber.
Pero, si esa persona nos entrega una letra aceptada por dicha cantidad,
los terceros, viendo la letra, pueden conocer el monto de la deuda, el
día del vencimiento, o sea, el día en que debe efectuarse el pago, y
otras modalidades de la obligación como el lugar del cumplimiento, etc.

Uria (1976) afirmaba que: «Con la incorporación del derecho al título se


consigue (en mayor o menor medida, según el grado de incorporación)
la objetivación de ese derecho o, si se quiere, la objetivación del crédito,
en el sentido de que al quedar vinculado el crédito al documento
material y correr la suerte de éste, de un lado confiere al documento un
valor que éste no tendría por sí (el valor del crédito o derecho),
convirtiéndole en una res nova, y de otro, permite movilizar ese valor
movilizando el documento. Por eso, junto al aspecto puramente
obligacional (derecho a una prestación), ofrece también el título de
crédito un aspecto jurídico-rea] muy importante. El título funciona en el
comercio como cosa (res) que puede ser objeto de negocios jurídicos y
de derechos reales, recibiendo el tratamiento jurídico de las cosas
muebles.- Los títulos se compran, se venden y se permutan, se
transfieren y adquieren por sucesión mortís causa y por donación,
pueden ser objeto de depósito, de transporte, de prenda o de usufructo,
y ser judicialmente embargados y enajenados en procedimiento de
apremio. Y en todos estos casos la relación jurídica recae directamente
sobre el título o documento como cosa en sentido corporal, y sólo
indirectamente sobre el derecho incorporado, aunque en verdad sea
éste quien da valor a aquél».

b) La Legitimación

Ravassa (2006), afirma que, el derecho es accesorio al documento y,


por tanto, para ejercitar el derecho se requiere la exhibición del
documento y si no hay documento no hay ejercicio del derecho, quien
tenga el documento podrá ejercitar el derecho; Es decir la posesión y
exhibición del documento es requisito indispensable para poder ejercitar
el derecho. Lo que quiere decir que quien tenga el documento estará
legitimado para ejercer el derecho, y estará legitimado aun cuando no
sea el titular de tal derecho. Esto significa también que quien sea deudor
de la prestación correlativa al derecho, cumplirá con efectuar el pago de
tal prestación a quien le exhiba en debida forma el documento.

Garrigues (1974), establece que:

“Así como en el derecho de cosas en general, pueden estar separadas


la propiedad y la posesión de una cosa —propiedad sin posesión y
posesión sin propiedad- y, por consiguiente, marchar por caminos
distintos el derecho y el ejercicio del derecho, así también en el derecho
de títulos-valores puede existir derecho sin posibilidad de ejercicio
(propietario despojado de su título) y ejercicio del derecho sin tener
efectivamente derecho (posesión del título por el no-propietario).”

Valencia (1987), comenta que:

“Normalmente, el poseedor del crédito es titular del mismo. Pero podría


suceder que alguien sustraiga al acreedor la constancia escrita del
crédito (documento, letra de cambio, etc.) y mediante falsificación de la
firma del titular lo haga aparecer como regularmente cedido. En este
caso, el pago hecho al falso cesionario es válido; validez que persigue
dar la debida protección a la confianza

exenta de toda culpa que el deudor puso en la existencia del crédito en


quien lo poseía. El principio de la buena fe exenta de culpa vale como
principio general de derecho. En importantes providencias la
jurisprudencia nacional ha dicho que la buena fe exenta de culpa vale
como principio general. El Código Civil se limitó a hacer algunas
‘aplicaciones que no son de interpretación restrictiva, sino aplicaciones
de una regla general que debe aplicarse a todos los demás casos que
obedezcan a la máxima «error communís facít íus».

Podemos distinguir dos clases de legitimación: la legitimación activa y


la legitimación pasiva.

La Legitimación activa, permite al poseedor del título, aparente o real


titular del derecho, exigir la prestación contenida en el documento por
la mera exhibición del mismo o por la exhibición acompañada de otras
cláusulas calificadoras de la cualidad de tenedor legítimo, determinadas
por la ley de circulación del título, según haya sido extendido al portador,
a la orden o nominativamente.

Cumplidos estos requisitos externos, el deudor no puede negarse a


cumplir con su obligación, a menos que pueda demostrar que el tenedor
no es legítimo titular del derecho. Es decir, que aparece aquí el
fenómeno de la inversión de la carga de la prueba, en favor del
poseedor.

La legitimación pasiva atiende a la posición del deudor y a sus


obligaciones como tal. El deudor de la prestación debe cumplir con el
pago de la misma, siguiendo los principios de la legitimación. Esto
significa que debe pagar a quien aparezca como titular legítimo del
documento y aunque tal cualidad sea solo eso: mera apariencia.
Araya (1989) afirma que la presentación es necesaria y suficiente pues
no se precisa la prueba de la propia identidad ni mucho menos la
justificación de la posesión. El deudor no debe entrar a investigar las
características del portador. Para el deudor, el portador es lo que su
nombre indica: la persona que porta el título, no importa de qué forma
lo haya adquirido, ni quien sea esa persona, y debe proceder a pagar
sin más.

c) La Literalidad

El concepto de literalidad, como su nombre indica, hace referencia a los


que aparece escrito en el titulo-valor, al contenido del documento.

Todo lo que aparezca escrito en el título tiene plena validez para las
distintas partes que intervengan en él o que lo posean.

Garrigues (1974) afrima que : « Quien adquiere el derecho sobre el


título, adquiere también el derecho derivado del título, según el tenor
del documento y lo adquiere libre de todo vicio que no sea visible en
éste».

Dice Uría (1976) señala que la literalidad opera a exclusivamente en


favor de quien haya de ejercitar el derecho documental, sustrayéndole
a posibles excepciones del deudor, basadas en elementos extraños al
título. Su fundamento está en la confianza que pone quien recibe un
título sobre la exactitud de su contenido según el tenor del título mismo.
Pero también juega aquí la idea de la apariencia, porque respecto a la
relación jurídica que nace del título, para el tercero es decisivo lo que
aparezca del título mismo.

Vivante (1936) decía: « El derecho es autónomo, porque el poseedor


de buena fe ejercita un derecho propio, que no puede ser restringido o
destruido en virtud de las relaciones existentes entre los anteriores
poseedores y el deudor»

Uria (1976) señala:

«La autonomía del derecho facilita en grado sumo la circulación de los


títulos, que se vería entorpecida si - como ocurre en el tráfico civil - cada
nuevo adquirente subentrase en la posición jurídica del anterior y
soportase las mismas excepciones que el deudor podría oponer al
acreedor cedente. Pero ¿cómo se explica que se conserve autónomo
el derecho durante la circulación del título? ¿Cómo, adquirido el título
de modo derivativo por cada nuevo tenedor, puede adquirir éste un
derecho documental (el mencionado en el título) originario y autónomo?
La razón está en que el que adquiere un título antes del vencimiento
adquiere una cosa material (el documento), a la que va
inseparablemente unido un derecho (iuspropter rem) que, como tal
derecho, puede ejercitarse o no; adquiere, por tanto, la mera posibilidad
de devenir acreedor y de ejercitar un derecho, o, si se quiere, un
derecho potestativo, valiéndose del cual pueda hacer propio el crédito.
Por eso, cuando el título circula, renace ex novo en cada nuevo
adquirente la facultad de devenir acreedor ejercitando la pretensión
contenida en el título, que no fue ejercitada por nadie todavía, y sólo en
el último poseedor se da .la titularidad del derecho de crédito que
durante la circulación estuvo latente».

1.8. REQUISITOS

Los requisitos han sido ampliamente estudiados por el autor Ruiz (2003)
quien señala que los requisitos básicos de los títulos valores son:

a) Mención del Derecho

La palabra mención viene del latín mentío, -ónis, significando la


memoria o recuerdo de una persona o cosa. El derecho consiste como
se dijo atrás, en una prestación de dar sumas de dinero o bienes a
muebles.

1. Constancia escrita. El derecho ha de aparecer señalado en un escrito


hecho a mano, con lápiz o tinta; mediante impresión mecánica, como el
sistema tipográfico o máquina de escribir o por impresión
computarizada.

El material empleado puede ser papel, tela, pergamino, piel o cualquier


otro elemento apto para escribir algo sobre él; dando libertad en cuanto
al medio de escritura. Sin embargo, para los cheques se exige su
suscripción en formularios bancarios.

2. Indivisibilidad del escrito. El derecho incorporado debe aparecer en


un solo escrito, sin que se pueda dividir de tal manera que se rompa
con ello la literalidad del derecho incorporado en él y también la
prestación, objeto de cumplimiento por el deudor

3. Idioma. El derecho consignado, en la generalidad de los casos, va


escrito en idioma castellano; no obstante, cuando se expresa en idioma
diferente, es necesario su traducción, atendiendo al sentido dado a las
palabras en nuestra lengua.
4. Carencia de fórmulas sacramentales. El escrito no exige expresiones
precisas o sacramentales, ni terminología exacta, sino que basta
simplemente cumplir con los requisitos específicos y genéricos exigidos
por la ley; desde luego, hay ocasiones en las cuales se requiere una
mención especial: en el caso de los certificados de depósito, bono de
prenda, carta de porte y conocimiento de embarque y factura cambiaria,
se necesita la expresión especial de que para sus efectos se asimila a
una letra de cambio; enunciado que, de omitirse, hace perder al
documento su calidad de título-valor.

5. Contenido del derecho y mención de la cantidad. En el escrito debe


mencionarse el derecho materia de exigibilidad: una suma determinada
de dinero, en la letra de cambio, cheque, pagaré, factura cambiaria o
bono de prenda; una parte alícuota de un crédito colectivo, en los bonos;
a mercancías, si se trata de certificados de depósito, carta de porte o
conocimiento de embarque.

b) Firma del creador

La firma del creador tiene tal trascendencia, que toda obligación


cambiaria deriva su eficacia de una colocada en el título-valor y, por
ende, su ausencia permite la carencia de consecuencias jurídicas, al no
haber nacido a la vida comercial, así el documento cumpla con otros
requisitos esenciales.

El instrumento cambiario puede crearse de dos maneras: llenándolo


con todas las menciones exigidas por la ley, incluyendo la firma del
creador o, cuando se suscribe, dejando espacios en blanco para ser
completados de acuerdo con carta de instrucciones rubricada por los
deudores cambiarios.

Si el documento es firmado en blanco, no existe y sólo viene a ser


creado jurídicamente en el momento de completarse, siendo esta
circunstancia la que señala la pauta para estampar la firma del creador,
es decir, de quien lo completa.

La firma, se define como la expresión del nombre de una persona,


alguno de los elementos que lo integran o un signo o símbolo empleado
para identificarse personalmente.

La firma se estampa dentro del cuerpo del título y, en lo posible, con


excepción del cheque, se coloca el número de identificación, ya que de
acuerdo con la ley, es el único medio de identificación personal para
determinar con certeza el creador del documento.

b) Lugar de cumplimiento

Es el sitio donde el tenedor del título-valor exigirá la prestación


incorporada; no siendo un requisito esencial, pues en principio, el lugar
de cumplimiento es el señalado por las partes en el instrumento y
habiendo varios indicados, el tenedor o acreedor tiene la facultad para
escoger entre ellos.

Si en el instrumento no se advierte el lugar de cumplimiento, la


prestación deberá cumplirse en el domicilio del creador del título, en la
mayoría de los casos el obligado principal, excepto:

1. En letras de cambio en que las calidades de girador, aceptante o


girado y beneficiario recaen en diferentes personas, caso en el cual al
tenedor se le cancelará el importe del título en el domicilio del girador,
en este caso el creador y no obligado principal.

2. En las libradas a la propia orden del girador, supuesto en el cual éste


coincide con el beneficiario original y por lo tanto no es el obligado
principal.

3. En los títulos girados en blanco con carta de instrucciones y


completados por el acreedor al momento de exigir la prestación
incorporada; el lugar de cumplimiento es el de éste y no el del obligado
principal.

Si el creador tiene varios domicilios o el título se suscribe a favor de


varios creadores, la prestación podrá satisfacerse en cualquiera de
ellos, a elección del tenedor.

Si se trata de títulos-valores representativos de mercancías, como


certificados de depósito, se haya o no indicado en el mismo título el
lugar donde deba cumplirse la prestación, también es idóneo el sitio
donde han de entregarse las mercaderías.

c) Fecha - Lugar de creación y entrega

La importancia de la fecha de creación puede considerarse en dos


casos: cuando en el mismo título-valor se establecen plazos contados
a partir de su creación y en la firma sin autorización, en la cual la fecha
de creación en caso de ratificación expresa o tácita de la persona por
quien se ha firmado, sirve para determinar de manera precisa el
momento de la asunción de las obligaciones por parte del presunto
representado. En otros casos, como en el cheque, la fecha de creación
no tiene importancia, pues tales instrumentos son pagaderos a la vista
o presentación sin embargo, en la práctica, se giran cheques
posdatados que desfiguran su naturaleza, convirtiéndolos de
instrumentos de pago, en documentos crediticios o de garantía de otras
obligaciones.

LECTURA COMPLEMENTARIA I
A Continuación te brindamos un extracto del artículo titulado

TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES

Elaborado por

César E. Ramos Padilla

https://www.google.com.pe/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&cad
=rja&uact=8&ved=0CCAQFjAB&url=http%3A%2F%2Fboletinderecho.upsjb.edu
.pe%2Farticulos%2FTitulos_Valores.doc&ei=PE0sVf6jFYzNgwTKg4H4CA&usg
=AFQjCNG9sYxVxwnKyKkPIeG-hrCgeg-j7w&sig2=QJNdwYY3_F8R9a-
SfRc1fw

1.1 DESARROLLO DE LA TEORIA GENERAL DE LOS


TITULOS VALORES
del Derecho Cambiario surge en la Italia Medieval, con el origen
La Historia
de la letra de cambio, concebido como contrato de cambio
trayecticio, hasta los que perciben su naturaleza jurídica referido a un
surgimiento y desarrollo autónomo.

Rafael De Turri (1641), Ansaldo De Ansaldi. (1689) y José María


Lorenzo De Casaregi. (1737) consideraron que el fundamento de la
obligación cambiaria era de naturaleza consensual, atribuyéndose al
título una función meramente probatoria de un contrato literal de
cambio trayecticio, surgido y generado de un “pactum de cambiando”.
José María Lorenzo De Casaregi expresaba que “la cambial sirve
solamente de medio y de órgano para dar ejecución”.

de los Títulos Valores o Títulos de Crédito o Títulos


La Teoría General
Circulatorios, es una elaboración conceptual de las escuelas
comercialistas alemana e italiana.

El jurista español Uría describe las etapas de la construcción de la


teoría de los títulos de crédito, en primer término, la posición doctrinal
que valoró especialmente el aspecto de la incorporación del derecho
al título (SAVIGNY), entendida metafóricamente en el sentido de que,
transfundido el derecho al documento, la suerte del primero queda
unida inseparablemente a la del segundo; el derecho no se puede
exigir ni transmitir sin el documento y sigue las vicisitudes de éste. Un
segundo paso consistió en destacar al título de crédito de los demás
documentos jurídicos (probatorios, dispositivos, constitutivos),
partiendo de la necesidad de la posesión del documento para el
ejercicio del derecho (BRUNNER). Y por último, tomando como base
esa necesidad de poseer el documento y de exhibirlo, se elabora a
fondo la noción de la legitimación, y se hace de ésta el eje del
concepto del título de crédito, en el doble sentido de que, sin la
exhibición del documento, ni el deudor está obligado a cumplir ni
cumplirá con eficacia liberatoria (JACOBY)

El maestro sanmarquino Ulises Montoya Manfredi precisa que la


construcción doctrinaria de los títulos valores se inicia
con Savigny, que aportó la idea de la incorporación del derecho al
documento. Más tarde, Brünner agregó la nota de literalidad y
finalmente Jacobi añadió el elemento de la legitimidad. La fórmula
quedó integrada por Vivante, al expresar éste que los títulos-valores
son documentos necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo
que en ellos se consigna

1.1.1 Escuela Comercialista Alemana y Fundamentos del Derecho


Cambiario
Hans Liebe (1848) expuso el principio de formalidad que caracterizaba
al Derecho Cambiario (“Formalactsheorie”), así como los
fundamentales principios de literalidad y de abstracción, que
caracterizan a la obligación cambiaria y que la escuela alemana
desarrolló bajo los nombres de “Literalprinzip” y de
”Begebungsttheroie” o “Summenversprechenstheorie”.

La doctrina de Einert se le conoce con el nombre de


“Papiergeldtheorie”. En ella, el suscriptor emite una promesa dirigida al
público, de pagar de conformidad con las cláusulas insertas en el
título. Y para que en el público surja la confianza de que la promesa
será mantenida, fue necesario asegurar al poseedor un derecho
autónomo. Aquello que no puede hacerse en donde la relación entre el
suscriptor y el primer tomador sea concebida como un contrato,
debiéndose, en consecuencia, sostener que el primero de los
poseedores transmite a los siguientes un derecho en todo igual al
suyo.

De acuerdo a esta teoría, no se debe hablar de contrato, debiendo


concebirse a la promesa como acto unilateral, de esta manera, logra
emancipar al título, como verdadero título sustantivo de valor, del
contrato interno que lo inspira. Tal concepto de unilateralidad, ha
demolido radicalmente las teorías contractuales que consideraba al
título valor como simple instrumento de prueba y título ejecutivo del
contrato de cambio.

En 1857, Kuntze enuncia su teoría de la creación cambiaria, según la


cual el título valor nace como un negocio jurídico perfecto en cuanta
obligación cambiaria y en cuanto crédito accionable desde el
momento en que la cambial es redactada, declarándose así la
voluntad unilateral y perfecta de obligarse. Ello significa que la fuente
de la obligación cartular es la declaración unilateral de voluntad del
emisor, precisándose que el tercero que haya adquirido la posesión
del título valor lo haga de buena fe.

Finalmente Heinrich Brünner (1840 – 1915) formuló la definición de los


títulos valores diciendo que “es el documento de derecho privado,
cuya realización está subordinada a la posesión del documento”.

1.1.2 Escuela Comercialista Italiana

VIVANTE formula su célebre definición, expresando que “el título de


crédito es un documento necesario para ejercitar el derecho literal y
autónomo expresado en el mismo. El derecho expresado en el título
es literal, porque su existencia se regula a tenor del documento; el
derecho es autónomo, porque el poseedor de buena fe ejercita un
derecho propio, que no puede ser restringido o destruido en virtud de
las relaciones existentes entre los anteriores poseedores y el deudor,
y por último, el título es el documento necesario para ejercitar el
derecho, porque, en tanto el título existe, el acreedor debe exhibirlo
para ejercitar cualquier derecho, tanto principal como accesorio de los
que en él se contienen, no pudiendo realizarse ninguna modificación
en los efectos del título sin hacerla constar en el mismo”.

Silva Vallejo señala que principalmente a Vivante le toca el mérito de


la elaboración de una teoría unitaria de los títulos de crédito, fijando
los caracteres comunes de los títulos al portador, a la orden y
nominativos.

Uría considera que a la doctrina italiana y en especial a Vivante se le


debe la acentuación de la nota de la literalidad del derecho
mencionado en el título (derecho documental), y la explícita
formulación de la autonomía de ese derecho, pero, sobre todo de
haber hecho del título nominativo una verdadera tercera especie de
los títulos de crédito, encontrando en él, contra el parecer de buena
parte de la doctrina, los caracteres esenciales de todo título.

Pérez Fontana dice que corresponde a Vivante el mérito de haber


incluido los títulos nominativos entre la categoría de los títulos de
crédito, porque son necesarios para la para la transferencia y el
ejercicio del derecho literal y autónomo que en ellos está mencionado.

León Bolaffio fue el primero en abrir fuego contra la teoría unificadora


de Vivante. Según este autor, la circulación libre, regular y perfecta sin
necesidad de cualquier intervención del emitente, condensa y
exterioriza los dos caracteres del título de crédito: la incorporación y la
autonomía. Reconoce que si bien es cierto que algunos títulos
nominativos legitiman al tenedor frente al emitente y sirven para la
transferencia del derecho documentado a un tercero, no por ello
incorporan el derecho y menos aún, le atribuyen un derecho originario
inmune a las excepciones oponibles al titular.

Bolaffio resume así las razones de su discrepancia: el emitente puede


impedir la trasmisión del título nominativo o puede exigir que la
transmisión no se perfeccione sin su consentimiento. Pero aún cuando
se permitiese la transferencia por endoso autenticado por escribano
público, se trataría de una cesión de créditos lo mismo que es una
cesión de créditos la anotación de la transferencia en el registro del
emitente.

Para Lorenzo Mossa “los títulos de crédito son papeles o documentos


que llevan en sí un valor económico y jurídico, porque el papel
contiene un derecho real, o de participación social, o expresa una
obligación o promesa formal y rigurosa. El valor no existe sin el
documento. El valor no existe sino en cuanto el papel concentra en sí
el derecho. La economía y el derecho, el derecho y la obligación están
estrechamente ligados en el papel hasta el punto de llevar el
documento, de la condición de simple documento probatorio, o aún
constitutivo, al rango de título de crédito.

Messineo reafirma que el título de crédito es documento constitutivo


del derecho contenido en él. Dice que el derecho de crédito está
contenido en el título para indicar el fenómeno de la denominada
incorporación del derecho en el título. Esto es, el derecho es
identificado o compenetrado en el documento, hasta el punto de
formar cuerpo con él, con las siguientes consecuencias: se adquiere el
derecho nacido del documento, mediante la adquisición del derecho
sobre el documento, en cuanto res; con la transferencia del
documento, se transfiere necesariamente el derecho cartular; sin la
presentación del documento, no puede obtenerse el cumplimiento de
la prestación; la destrucción del documento puede importar la pérdida
del derecho cartular; y la ulterior consecuencia de la incorporación de
la prenda, el secuestro, el embargo y cualquiera otro vínculo sobre el
crédito no tiene efecto, si no afecta también al título”.

Según DESEMO el Derecho Cambiario “es el conjunto de principios y


de normas que regulan los actos y las relaciones jurídicas inherentes
a los títulos de crédito cambiarios”. A su vez, el título de crédito “puede
definirse como un documento formado según determinados
requisitos de forma, obediente a una particular ley de circulación que
contiene “incorporado” el derecho del legítimo poseedor a una
prestación en dinero o en mercadería allí mencionada”. La
característica primaria de estos títulos que es su documentalidad o
cartularidad, del latín “chartula”.

Para Asquini el titulo de crédito es el documento que contiene un


derecho literal destinado a la circulación, idóneo a conferir en modo
autónomo la titularidad de tal derecho al propietario del documento y
necesario y suficiente para legitimar a su poseedor en el ejercicio del
mismo derecho”.
Ascarelli expresa que “El título de crédito es antes que nada un
documento. La disciplina legislativa, necesariamente diferente en
cuanto a los distintos títulos, indica los requisitos de cada uno de ellos.
Constituyen un documento, escrito, firmado por el deudor, formal en el
sentido de que está sujeto a condiciones de forma establecidas
justamente para identificar con exactitud el derecho en él consignado y
sus modalidades, la especie de título de crédito, la persona del
acreedor, la forma de circulación del título y la persona del deudor.
Realmente, su documentación escrita es el primer paso para alcanzar
aquella certeza, que a su vez es presupuesto indispensable de la
circulación del derecho”.

Ascarelli individualiza la fattispecie (presupuesto) del título de crédito y


lo define como “aquel documento escrito, suscrito, nominativo, a la
orden, al portador, que menciona la promesa (a la orden) unilateral de
pagar una suma de dinero o una cantidad de mercadería, al
vencimiento determinado o determinable o la entrega de mercaderías
(o título) especificadas y es socialmente destinado a la circulación; es
más, aquel documento certifica, con la suscripción de uno de los
administradores, la cualidad de socio de una sociedad anónima”. En
síntesis, para Ascarelli la fattispecie del título de crédito es un
“documento socialmente destinado a la circulación”.

Giuseppe Ferri considera que la circulación es la causa determinante


de la creación del título, está prevista y querida ab initio, por el deudor
y aunque requiera que se verifique un hecho jurídico sucesivo y ajeno
a la voluntad del deudor; sin embargo, no es independiente
y autónoma de la voluntad de éste. Ferri opina que la voluntad del
sujeto o de creador del documento de sujetarlo o incorporarlo a la
disciplina cartular es determinante para la aplicación de ésta a la
circulación del título valor. El se basa en el presupuesto que el creador
del documento puede colocar una cláusula limitativa a la circulación
del mismo; tal circunstancia le hace deducir que el título puede ser
creado exclusivamente por la voluntad individual; es decir, si el
tenedor del documento puede evitar que el título siga circulando con la
cláusula pertinente, al ejercer esta facultad implícitamente tiene la de
crear el título valor, de imprimirle esa característica y darle esa
categoría jurídica. En síntesis, Ferri hace que la tesis principal de su
pensamiento esté constituida por el carácter tipológico del documento,
la destinación a circular, pero subordinado a un requisito subjetivo: la
voluntad.

El título valor existe aun cuando la persona que lo ha creado lo guarda


en la caja fuerte para evitar obligarse en ese momento. Quien tiene
esa conducta da a entender que aún no quiere obligarse, porque el
mismo impide que surja la obligación; es decir, crea el título valor pero
considera que solamente se obligará en momento determinado y
oportuno. En tal caso falta la esencia del acto jurídico no existe; la
voluntad de negociar, esto es la voluntad de producir los efectos que
le son particulares. En consecuencia, si ese título entra en circulación
sin la voluntad de obligarse de su creador, la inoponibilidad a los
terceros poseedores de buena fe de la inexistencia de la voluntad o la
inexistencia de una declaración vinculativa del autor del título, viene a
confirmar que la normativa cartular es fundamentalmente inconciliable
con la autonomía privada. Es más, en el ámbito de ésta la voluntad es
imprescindible, no puede obviarse, debe existir siempre, porque esa
es la “causa” de la aplicación de una disciplina; mientras que en los
títulos valores es irrelevante la voluntad.

Pregunta de Selección Múltiple


La Teoría General de los Títulos Valores o Títulos de Crédito o Títulos Circulatorios, es
una elaboración conceptual de las escuelas comercialistas:

La Teoría General de los Títulos Valores es una elaboración de las escuelas alema e
italiana

Fue el primero en abrir fuego contra la teoría unificadora de Vivante:

Heinrich Brünner

León Bolaffio fue el primero en abrir fuego contra la teoría unificadora de Vivante

Según … el Derecho Cambiario “es el conjunto de principios y de normas que regulan los
actos y las relaciones jurídicas inherentes a los títulos de crédito cambiarios”.

León Bolaffio

Desemo es el autor de esta definición del derecho Cambiario

LECTURA COMPLEMENTARIA II
A Continuación te brindamos un extracto del documento titulado

ADMISIBILIDAD DEL TÍTULO VALOR ELECTRÓNICO EN LA


LEGISLACIÓN COLOMBIANA

Elaborado por

JUAN CARLOS BOTERO CAMPO


http://repository.upb.edu.co:8080/jspui/bitstream/123456789/112/1/TR
ABAJO%20DE%20GRADO.pdf

CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES

A partir de las disposiciones normativas contenidas en el Título


Tercero relacionado con los Títulos Valores, la doctrina ha
desarrollado más de quince (15) conceptos para clasificar a estos
bienes mercantiles. Los parámetros de clasificación van desde el tipo
de derecho incorporado hasta sus efectos 29 procesales, sin embargo,
analizaremos los principales métodos de agrupación de esta
institución.

1.6.1 Según el Derecho Incorporado. El artículo 619 del C. de Co en


su inciso final establece que los títulos valores pueden ser de
contenido crediticio, corporativo o de participación, y de tradición o
representativo de mercancías. Es decir, el legislador estableció el tipo
de derecho incorporado en el documento, y lo limitó a estas tres
clases de derechos. Los títulos Valores de Contenido Crediticio son
aquellos que incorporan una obligación principal de carácter dineraria,
es decir de cancelar un determinado monto de dinero, tal es el caso de
la Letra de Cambio (Art 671), Pagaré (Art 709 - 1), Cheque (Art 713 –
1), Bono de prenda (Art 757 inc 3), factura (Art 772), Certificado de
depósito a término (artículo 1394). Por su parte, los de contenido
Corporativo o de Participación incorporan fuera de una obligación
dineraria el ejercicio de derechos políticos. Es el caso de los bonos
cuya definición se encuentra en el artículo 752 del C. de Co, así como,
el Decreto 1026 de 1990 y en la Resolución 400 de 1995, igualmente
dentro de esta clasificación se pueden incluir las Acciones, sin
embargo, como se explicará más adelante, se discute el carácter de
título valor o no de este instrumento. Por último se encuentran los de
Tradición o Representativos de Mercancías que incorporan una
obligación de disposición de las mercancías que en el documento se
especifiquen. No obstante, si presentado para su ejercicio por el
legítimo tenedor es rechazado por el obligado directo se torna en un
título valor de contenido crediticio, al permitirle el cobro crediticio de
este a los obligados de regreso (artículo 645). Entonces el documento
contiene prerrogativas de poseer un derecho real sobre la mercancía y
un derecho de crédito. Es el caso del Certificado de depósito (artículo
757 inc 2), Carta de Porte y Conocimiento de Embarque (Artículo 767).

1.6.2 Según la Base de la Expresión de Pago. A partir del análisis de


cada uno de los títulos valores expresados en el título tercero del
Código de Comercio podemos afirmar que los títulos valores expresan
una “Orden de Pago” o una “Promesa de Pago” produciendo diversos
efectos cambiarios. La expresión de “Orden de Pago” se utiliza en la
Letra de Cambio, en el Cheque y en la Factura Cambiaria. Al hacer
uso de esta expresión como su nombre lo indica una parte cambiaria
le está dando la instrucción a otra de efectuar el pago del derecho
incorporado. La parte que da la orden se torna un simple obligado de
regreso, y la parte que recibe la orden, al aceptar la misma adquiere la
calidad de obligado directo . Cabe aclarar que cuando esa misma
persona sea a su vez la parte que da la orden y la parte que recibe la
orden, lo cual es posible desde el punto de vista del Derecho
Cambiario, esa misma persona adquiere una posición de obligado
directo y de obligado de regreso. En este tipo de títulos valores, se
observará una estructura compuesta por tres partes al momento de su
creación distribuida así: quién da la orden, quien recibe la orden y el
beneficiario de la misma. En lo que respecta a la expresión “ A base
de Promesa”, implica que quién está incorporando el derecho efectúa
una promesa de pago. Los títulos valores que utilizan esa
manifestación son el Pagaré, el Bono, la Acción* , la Carta de Porte, el
Conocimiento de Embarque, el Certificado de Depósito, el Bono de
Prenda, el Certificado de Depósito a Término. La parte que efectúa la
promesa de pago se torna en un obligado directo y debe responder
por el pago y descargo del título valor. En estos instrumentos se
observará una estructura compuesta por dos partes al momento de la
creación, quién promete el pago y el beneficiario de la promesa.

1.6.3 Según la Circulación del Título Valor. La forma de circulación


goza de especial importancia para los títulos valores, ya que según lo
dispuesto en el artículo 647 del C. de Co. quién adquiere un título
valor según la ley de circulación ostenta la calidad de legítimo tenedor.
El legislador adoptó tres formas a través de las cuales pueden circular
estos bienes otorgándoles una denominación específica, a saber,
Nominativos, a la orden, o al portador. El creador del instrumento es
quién determina la forma de su circulación y sólo este podrá
modificarla.
De conformidad con el artículo 648 del Código de Comercio se
consideran Títulos Valores Nominativos aquellos que se giran a favor
de una persona determinada y requieren la inscripción del tenedor en
el registro que lleve el creador del instrumento, ambos aspectos
deberán expresarse de forma literal en el título. Circulan a través de
endoso* , entrega material del título y la inscripción en dicho registro.
Podrán ser nominativos las acciones, los bonos y los certificados de
depósito. De acuerdo a lo expuesto en el artículo 651 del C. de Co.
constituyen títulos valores “a la Orden” los que se giran a favor de una
persona determinada mediante la utilización de expresiones: “a la
orden”, transferible por endoso, o que son negociables o se indique la
denominación específica del título valor. Circulan a través de Endoso y
entrega material del título. Por último se encuentran los títulos valores
“al portador”, estos se regulan por los artículos 668 al 670 del Código
de Comercio los cuales se expiden a favor de una persona no
determinada y pueden o no, incluir la expresión “al portador”. Estos
bienes circulan a través de la entrega material del título y no requieren
endoso (art 668 c de co) teniendo como efecto principal que nunca
existirán obligados de regreso en estos instrumentos. Empero, el
legislador limitó el uso de esta forma de circulación para Letra de
Cambio, el Cheque, el Certificado de Depósito, el Bono de Prenda,
Carta de porte y Conocimiento de Embarque 34, por lo tanto, no
puede ser utilizada para la factura, el CDT, el Bono y la Acción so
pena de en caso de utilización se entiende que dichos documentos no
constituyen títulos valores .

1.6.4 Según el Negocio Causal que da Origen al Título Valor. Es


importante reiterar que todos los títulos valores tienen origen en un
Acto o Negocio Jurídico a partir del cual de forma unilateral la parte o
una de las partes deudoras procede a la creación de un título valor**.
No obstante haberse creado un título valor, es posible que este quede
vinculado al negocio que dio origen al mismo, así las cosas surge la
clasificación de títulos “Abstractos” y de “Causa Específica” o
“Causales”. Sin embargo, esta clasificación adquiere importancia sólo
cuando el título circula y su tenedor sea un tercero de Buena Fe
Exenta de Culpa* , en razón a que mientras quede en manos de la
misma parte conforme lo dispone el artículo 784 numeral 12, el deudor
podrá proponerle al tenedor todas las excepciones inherentes al
negocio causal. En tal sentido aplicando la tesis del Consejo de
Estado se consideran “Causales” aquellos títulos que permanecen
ligados al contrato-origen, teniendo en cuenta que conforme al
principio de literalidad, los textos de la letra del contrato subyacente
integra el título, limitando o condicionando el ejercicio del derecho
cartular**. Así las cosas, teniendo en cuenta los requisitos normativos
para el Certificado de Depósito, el Bono de Prenda, la Carta de Porte,
el Conocimiento de Embarque, la Factura Cambiaria, las Acciones y
los Bonos, se considera que estos títulos valores son Causales. Lo
anterior, tiene fundamento diversas disposiciones, a saber, para el
certificado de depósito y bono de prenda el artículo 759 del C.de Co.
establece que en el documento se debe expresar entre otros, el
almacén, lugar de depósito, fecha de expedición, descripción de las
mercancías, tarifas, el seguro y su importe, plazos, entre otros, de
forma similar sucede en la Carta de Porte y el Conocimiento de
Embarque donde el artículo 768 del C.de Co. se exige la
denominación del transportador, nombre del remitente, número del
título, descripción de la mercancía, estimación del valor, fletes, entre
otros. Es decir, como se bien se puede observar, el título contiene
elementos propios tanto del contrato de depósito en el primer caso,
como, del contrato de transporte en el segundo. Por su parte, son
“Abstractos” aquellos que desde el punto de vista formal no se exige
una literalidad que integre el negocio subyacente, tal es el caso de la
letra de cambio, el pagaré y el cheque. A partir de los artículos 671,
709 y 713 del C. de Co., no se exige como requisitos aspectos
relacionados con el negocio causal.

1.6.5 Según su lugar de Creación. El Artículo 646 del C. de Co., le


otorga validez y rigor cambiario en Colombia a los títulos valores
creados en extranjero que bajo las normas del país de creación posea
tal calidad. Así las cosas, se desprende la clasificación de títulos
valores “Nacionales” y “Extranjeros”. En tal sentido, son “Nacionales”
aquellos que sean creados en Colombia y que cumplan con los
requisitos exigidos en nuestro ordenamiento jurídico. Son “Extranjeros”
aquellos creados por fuera del ámbito geográfico de nuestro país, y
que bajo las normas del estado de creación sus disposiciones le
otorguen la calidad de Título Valores.

Para su ejecución en Colombia, el tenedor deberá demostrar que ese


instrumento cumple con el estatuto normativo del lugar de su creación.

1.6.6 Según su Reglamentación. El Capitulo Quinto del Título Tercero


del Libro Tercero del Código de Comercio contiene las distintas
especies de títulos valores y regula la letra de cambio, el pagaré, el
cheque, el bono, el certificado de depósito, el bono de prenda, la carta
de porte, el conocimiento de embarque, y la factura cambiaria,
quedando por fuera otros como el Certificado de Depósito a Término
que está regulado en libro cuarto y las Acciones regulado en el libro
segundo, así como, otros títulos que se encuentran por fuera del
Código de Comercio. Así las cosas a partir del artículo 620 del C. de
Co. que dice en su inciso primero: “Los documentos y los actos a que
se refiere este título sólo producirán los efectos en el previstos cuando
contengan las menciones y llenen los requisitos que la ley señale,
salvo que ella los presuma (…)”, se discute si sólo constituyen títulos
valores los contenidos en el Capítulo Quinto. La discusión la genera la
locución “sólo” que utilizó el legislador en esta disposición. Para
algunos como Henry Alberto Becerra interpretan que el legislador al
utilizar la expresión “sólo” hace referencia exclusivamente a los
incluidos en el capítulo quinto, pero para otros autores, la expresión
“sólo” hace referencia a la parte formal, es decir, requisitos generales
y los específicos de cada título con consagración expresa, no
limitándose a que sean exclusivamente los contenidos en el capítulo
quinto. Conforme lo expuesto, si se adopta la segunda teoría, serían
títulos valores “nominados” aquellos que cuenten con una
denominación y regulación específica por parte del legislador, sea
tanto en el Código de Comercio, como por cualquier otra disposición
del ordenamiento jurídico. Son “inominados” aquellos que no cuentan
con una denominación específica, y se les aplican las normas
generales de los títulos valores.

1.6.7 Otras Clasificaciones. Existen otras clasificaciones dependiendo


de si son emitidos en serie, como “singulares” o “seriales”, según su
contenido como “completos” “incoados” o “en blanco”, según el
número de derechos incorporados “simples” o “complejos”, según si
los títulos cuentan con todos los elementos jurídicos relevantes como
son los “completos” e “incompletos”, entre otras.

Pregunta de Selección Múltiple


La forma de circulación goza de especial importancia para los títulos valores

La forma de circulación goza de especial importancia para los títulos valores ya que según lo
dispuesto en el artículo 647 del C. de Co. quién adquiere un título valor según la ley de
circulación ostenta la calidad de legítimo tenedor.

De conformidad con el artículo 648 del Código de Comercio se consideran Títulos


Valores Nominativos

De conformidad con el artículo 648 del Código de Comercio se consideran Títulos Valores
Nominativos aquellos que se giran a favor de una persona determinada y requieren la
inscripción del tenedor en el registro que lleve el creador del instrumento, ambos aspectos
deberán expresarse de forma literal en el título.

Según el número de derechos incorporados los titulos valores pueden ser:

Según el número de derechos incorporados “simples” o “complejos”.

VIDEO COMPLEMENTARIO
Con la finalidad de que conozcas un poco más sobre el tema tratado, te
invito a ver el video que a continuación pongo a tu disposición y a
responder las preguntas que planteamos

TEMA: CARACTERISTICAS DE LOS


TITULOS DE CREDITO
¿Qué es el título de crédito?

Aquellos que nombran directamente a una

persona determinada como titular del derecho, a favor de la cual y sólo a ella, habrá de
satisfacerse la prestación o prestaciones incorporadas.

Documento necesario para ejercitar el derecho literal que en él consigna

El Título de crédito es aquel documento necesario para ejercitar el derecho literal que en él
consigna.

¿Cuál de estas no es característica de los títulos de créditos?

Son Características que surgen de la definición legal de los titulos de créditos:

Legitimación

Literalidad

Autonomía

Incorporación

La sgt. premisa corresponde a una de las características de los titulos de créditos:el


documento se vuelve lo principal,el derecho se torna accsesorio.

Legitimación
Incorporación

Referencias (bibliográficas)
1. Araya, C. (1989). Titulos Circulatorios. Edt. Astrea. Buenos
Aires.
2. Beaumont R. (2000) Comentarios a la nueva Ley de Títulos
Valores. Editorial Gaceta Jurídica. Lima
3. Garrides, J. (1974). Curso de Derecho Mercantil. Imprenta
Aguirre. Madrid
4. Ruiz, J. (2003). Manual de Titulos Valores. Edit. Doctrina y Ley
Ltda.Bogotá
5. Ravassa, G. (2006). Titulos Valores Nacionales e
Internacionales. Edt. Doctrina y Ley Ltda.Bogotá
6. Uría, R. (1997). Derecho Mercantil .Imprenta Aguirre. Madrid
7. Vasquez, A. (1997). Tratado de Derecho Cambiario. Edt.
Dykinson. Madrid
8. Escuti, I. (2004). Titulos de Crédito. Edt. Astrea Buenos Aires
9. Montoya, H. (2000). Nueva Ley de Títulos Valores. Gaceta
Jurídica. Lima
10. Montoya, U.(1982) Comentarios a la Ley de Títulos Valores.
Editorial Desarrollo. Lima

 Lecturas recomendadas
Para saber más

Ponemos a tu disposición y te invitamos a revisar un interesante


documento que te ayudara a reforzar y ampliar los temas que hemos
estudiado

 Documento 1: Clausulas Especiales en la Nueva Ley de


Títulos Valores

http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/publicaciones/ius/n1_2001/3.
pdf

Descripción

Este articulo elaborado por el Dr Ulises Montoya A. consiste en un


análisis a las nueva ley de Titulos valores, expicando y analizando cada
una de las nuevas áreas y modificaciones realizadas.
 Conclusiones de la primera semana

1. Una de las mayores contribuciones del derecho comercial a la


vida mercantil de los pueblos la ha constituido la institución
crediticia, conformada en gran medida por títulos valores. El
mundo mercantil se mueve hoy en día con mayor rapidez en una
gran medida gracias a la posibilidad de realizar gran número de
transacciones con base en estos documentos.
2. Los Titulos Valores tienen una gran eficacia probatoria ya que
constituye una prueba irrefutable de las obligaciones que en
ellos se hace constar. De igual manera títulos valores brindan
una posibilidad innegable de brindar celeridad a las transacciones
comerciales.
3. El título valor se presenta en su forma externa como un
documento probatorio que da testimonio de la obligación que
tiene el suscriptor del mismo de cumplir cierta prestación en
favor de otra

persona.

 Metacognición (de la primera semana)

Las siguientes preguntas te ayudarán a reflexionar sobre tus propios


aprendizajes, es un ejerció recomendado para razonar e identificar
nuestro esfuerzo intelectual, la finalidad es regular nuestras acciones y
procesos mentales

¿Crees que el Perú tiene la posibilidad de incrementar su número de


Titulos Valores a nivel nacional?

¿Qué conclusiones haz podido encontrar?

¿Qué otras clasificaciones de Titulos valores conoces?

TEMA 02: LAS GARANTIAS CAMBIARAS


Introducción
La Ley de Títulos Valores regula las formas de garantizar los títulos valores en
la forma de aval y fianza, sin excluir, claro está, las garantías reales. Por lo que,
se contempla la posibilidad de respaldar el cumplimiento de las obligaciones
cambiarias mediante cualquier garantía, sea personal o real. Lo importante y de
toda garantía se sustenta en la necesidad del acreedor de respaldar su crédito
en caso de que el deudor incumpla con su obligación.

Dentro de las garantías personales contempladas por la Ley de Títulos Valores


tenemos el Aval y la Fianza. Ambas son de naturaleza personal, pero mantienen
diferencias sustanciales, de tal manera que son inconfundibles aun cuando en el
fondo ambos tienen como finalidad esencial garantizar el cumplimiento de una
determinada obligación.

Ripert-Boulanger (1988), desde el punto de vista de lo patrimonial, el sentido


vulgar del término garantía tiene también una amplia gama. Económicamente,
se concibe garantía, genéricamente, como el respaldo de un derecho de
contenido patrimonial. En esta concepción se habla de garantía cuando se hace
referencia a ciertas obligaciones o responsabilidades connaturales a algunos
contratos. Así se habla de obligación de garantía cuando se alude por ejemplo a
la evicción o a los vicios redhibritorios, sin perjuicio de recordar en ese campo
contractual cuanto hace a las prestaciones de garantía de funcionamiento o
reparación de objetos vendidos. Pero también encuentra otra gran acepción
consistente en la constitución de una nueva obligación que refuerza un vínculo
obligatorio originario preexistente, del cual es conceptualmente diversificada.
Esto es, la agregación de un nuevo respaldo patrimonial a derechos anteriores.
Es en ese sentido que tanto las garantías reales como las personales forman
parte de esta gran categoría conceptual. En las garantías reales se agrega un
nuevo derecho, especificado sobre un bien y en las personales un nuevo vínculo
subjetivo al anterior.

Con relación a las garantías personales se destaca que pueden contener


diversas especies. La atribución a una obligación del carácter de garantía respecto de
otra puede basarse en vínculos de subordinación o simplemente relaciones de
coordinación. En el primer caso, se encuentran las garantías accesorias, en las que la
subordinación produce la accesoriedad jurídica de la obligación de garantía a la
obligación garantizada. El ejemplo clásico es la fianza que además tiene origen
contractual.

En las garantías que nacen de la coordinación se encuentran, entre otras, las que se
relacionan con necesidades funcionales del crédito, y son ejemplo clásico las garantías
cambiarias: el aval y la fianza.

A fin de salvaguardar los derechos del tenedor legítimo de un título valor que se ha
deteriorado, destruido o extraviado, o que ha sido sustraído, la nueva Ley de Títulos
Valores Nº 27287 regula los respectivos mecanismos de remedio, así como los trámites y
procedimientos correspondientes a cada supuesto que permiten evitar el eventual
perjuicio económico del tenedor y la conservación de los derechos contenidos en el título
afectado.

...
Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento Compartir igual 4.0

Introducción

La Ley de Títulos Valores regula las formas de garantizar los títulos valores en la forma
de aval y fianza, sin excluir, claro está, las garantías reales. Por lo que, se contempla la
posibilidad de respaldar el cumplimiento de las obligaciones cambiarias mediante
cualquier garantía, sea personal o real. Lo importante y de toda garantía se sustenta en la
necesidad del acreedor de respaldar su crédito en caso de que el deudor incumpla con su
obligación.

Dentro de las garantías personales contempladas por la Ley de Títulos Valores tenemos
el Aval y la Fianza. Ambas son de naturaleza personal, pero mantienen diferencias
sustanciales, de tal manera que son inconfundibles aun cuando en el fondo ambos tienen
como finalidad esencial garantizar el cumplimiento de una determinada obligación.

Ripert-Boulanger (1988), desde el punto de vista de lo patrimonial, el sentido vulgar del


término garantía tiene también una amplia gama. Económicamente, se concibe garantía,
genéricamente, como el respaldo de un derecho de contenido patrimonial. En esta
concepción se habla de garantía cuando se hace referencia a ciertas obligaciones o
responsabilidades connaturales a algunos contratos. Así se habla de obligación de garantía
cuando se alude por ejemplo a la evicción o a los vicios redhibritorios, sin perjuicio de
recordar en ese campo contractual cuanto hace a las prestaciones de garantía de
funcionamiento o reparación de objetos vendidos. Pero también encuentra otra gran
acepción consistente en la constitución de una nueva obligación que refuerza un vínculo
obligatorio originario preexistente, del cual es conceptualmente diversificada. Esto es, la
agregación de un nuevo respaldo patrimonial a derechos anteriores. Es en ese sentido que
tanto las garantías reales como las personales forman parte de esta gran categoría
conceptual. En las garantías reales se agrega un nuevo derecho, especificado sobre un
bien y en las personales un nuevo vínculo subjetivo al anterior.
Con relación a las garantías personales se destaca que pueden contener diversas especies.
La atribución a una obligación del carácter de garantía respecto de otra puede basarse en
vínculos de subordinación o simplemente relaciones de coordinación. En el primer caso,
se encuentran las garantías accesorias, en las que la subordinación produce la
accesoriedad jurídica de la obligación de garantía a la obligación garantizada. El ejemplo
clásico es la fianza que además tiene origen contractual.

En las garantías que nacen de la coordinación se encuentran, entre otras, las que se
relacionan con necesidades funcionales del crédito, y son ejemplo clásico las garantías
cambiarias: el aval y la fianza.

A fin de salvaguardar los derechos del tenedor legítimo de un título valor que se ha
deteriorado, destruido o extraviado, o que ha sido sustraído, la nueva Ley de Títulos
Valores Nº 27287 regula los respectivos mecanismos de remedio, así como los trámites y
procedimientos correspondientes a cada supuesto que permiten evitar el eventual
perjuicio económico del tenedor y la conservación de los derechos contenidos en el título
afectado.

Aprendizajes esperados
Capacidades

 Analiza las garantías cambiarias existentes.


 Reconoce la importancia del aval dentro del proceso cambiario.

Actitudes

 Participa activamente en los foros temáticos.


 Tolerancia a las diferentes opiniones

Sección
3.1 Definición de las Garantías Cambiarias
Las garantías, en términos generales, constituyen un medio o instrumento de seguridad a
las personas; con ellas se pone a buen recaudo sus derechos o sus bienes; proporcionan la
tranquilidad necesaria a los titulares de tales derechos o bienes, frente a la amenaza o
eventual afectación originada por la conducta indebida o inapropiada, adoptada –
consciente o inconscientemente– por otra persona.

Lama (2012), las garantías pueden identificarse incluso como aquellas que sirven para la
protección de bienes jurídicos de relevante importancia en nuestro ordenamiento jurídico,
y que tienen connotación extrapatrimonial. Así, por ejemplo, la Constitución Política del
Estado prevé medios idóneos que constituyen garantías que permiten asegurar y proteger
los derechos fundamentales de las personas, frente a la amenaza de violación o a la
violación misma de los referidos derechos, sea por los particulares o por el Estado; a estas
se les conoce como garantías constitucionales.

Las garantías, como una seguridad de orden patrimonial, proporcionada a los acreedores,
han tenido una significativa evolución, según lo refiere Peña Guzmán (1975), la figura
conocida en el derecho romano –Ley de las XII tablas– como el nexum, en virtud del cual
el deudor, para garantizar el cumplimiento de la obligación, se auto mancipaba al acreedor
mediante el típico procedimiento del cobre y la balanza, sometiéndose con su propia
persona al acreedor –manus– de la misma forma como se sometían quienes se
encontraban culpables por delitos por ellos cometido. Se conoce que esta figura
desapareció en el año 326 a de nuestra era, al sancionarse en Roma la Ley Paetelia
Papiria, que dispuso que el deudor en adelante solo respondería con sus propios bienes
por las obligaciones que contrajera, siendo suficiente el juramento del deudor para pagar,
de ser el caso, con sus bienes.

Las garantías en las relaciones jurídicas patrimoniales, es decir en las relaciones jurídicas
obligatorias o creditorias; en ellas se identifican a dos partes o sujetos; de un lado tenemos
al sujeto activo, a quien se le denomina acreedor o titular de un derecho de crédito, y por
el otro se identifica al sujeto pasivo, denominado deudor u obligado frente al primero.
Ante la posibilidad de incumplimiento del deber u obligación impuesta o asumida por el
sujeto pasivo –deudor–, la garantía constituye la esperanza de que tal obligación se
cumpla y el acreedor, llegado el momento, vea satisfecho su crédito; se puede afirmar
entonces que la garantía permite al acreedor la seguridad de la satisfacción de su interés
y la adecuada protección a su derecho de crédito; es decir, la garantía cubre el riesgo de
un eventual incumplimiento de la obligación asumida por el deudor.

3.1.1 Garantías respecto de los bienes del deudor


Las garantías, como una seguridad de orden patrimonial, proporcionada a los
acreedores, han tenido una significativa evolución. En sus orígenes encontramos, según
lo refiere Peña Guzmán (1975), la figura conocida en el derecho romano –Ley de las
XII tablas– como elnexum, en virtud del cual el deudor, para garantizar el cumplimiento
de la obligación, se auto mancipaba al acreedor mediante el típico procedimiento del
cobre y la balanza, sometiéndose con su propia persona al acreedor –manus– de la
misma forma como se sometían quienes se encontraban culpables por delitos por ellos
cometido. Se conoce que esta figura desapareció en el año 326 a de nuestra era, al
sancionarse en Roma la Ley Paetelia Papiria, que dispuso que el deudor en adelante
solo respondería con sus propios bienes por las obligaciones que contrajera, siendo
suficiente el juramento del deudor para pagar, de ser el caso, con sus bienes.

Efectivamente, en términos generales se reconoce por el derecho –desde Roma– que los
bienes del deudor son “prenda” común de los acreedores, es decir, que cuando una
persona contrae una obligación o asume una deuda, automáticamente todo su patrimonio
queda afectado jurídicamente a favor del acreedor, de tal manera que si el deudor se
desprende de sus bienes, enajenándolos, o gravándolos, perjudicando con ello el derecho
del acreedor de ver satisfecho su interés con la realización de dichos bienes, éste se
encuentra legitimado para impugnar –vía acción pauliana– dicha enajenación o gravamen
con el objeto de que el órgano jurisdiccional declare su ineficacia respecto de su persona.
Por ello, existiendo deuda pendiente de ser satisfecha, el deudor no tiene total libertad
para disponer de su patrimonio, pues éste es precisamente la garantía o la seguridad que
tiene el acreedor en caso que, llegado el momento, se incumpla la obligación.

Siendo que los bienes del deudor pueden ser dispuestos sin que el acreedor, por alguna
razón, tenga la oportunidad de impedir ello, surge, para tranquilidad del acreedor, la figura
de la garantía sobre determinados bienes –muebles o inmuebles– del deudor a favor del
acreedor; inicialmente dichos bienes, claramente identificados, eran entregados
físicamente al acreedor o a un tercero –depositario– apareciendo la figura de la prenda
o pignus para el caso de los muebles; en el caso de inmuebles se utilizó la anticresis o la
hypotheca; apareciendo de esta forma las denominadas garantías reales, constituida sobre
bienes del propio deudor. Hoy en nuestro ordenamiento jurídico se reconocen, en lugar
de la prenda, las denominadas garantías mobiliarias, subsistiendo, con sus
particularidades, la anticresis y la hipoteca.

3.1.2 Garantías respecto de los bienes de un tercero


Ante la eventualidad de que los bienes del deudor resultaren insuficientes para responder
por sus deudas, los acreedores ven reforzada, la seguridad de su derecho al admitirse que
un tercero, ajeno a la relación jurídica existente entre ellos, para que respondiera de la
misma forma que el deudor, es decir con su patrimonio –o con determinados bienes
claramente identificados–, por las obligaciones asumidas por éste. El tercero puede
constituirse como garante del deudor respondiendo con su patrimonio o puede afectar
jurídicamente determinados bienes de su propiedad; en el primer caso se presenta la
llamada garantía personal, como es el caso de la fianza, mientras que en el segundo se
está ante una garantía real, como es el caso de la garantía mobiliaria –nuestro
ordenamiento reconocía a la prenda– o la hipoteca.

Refiriéndose a la garantía –en el sentido patrimonial– Diez Picazo (1995), con aguda
precisión, señala que por ésta se entiende toda medida de refuerzo que se añade a un
derecho de crédito para asegurar su satisfacción, atribuyendo al acreedor un nuevo
derecho subjetivo o unas nuevas facultades. Se puede afirmar, sin duda, que esta garantía
proporciona al acreedor la posibilidad de atacar no solo el patrimonio del deudor, sino
además el del que constituyó la garantía.

En los daños causados directamente por el chofer de un vehículo en un accidente de


tránsito, el dueño del vehículo –cuando es persona distinta del chofer– asume el rol similar
al de garante del conductor frente al dañado, en la medida que cubre con su patrimonio la
obligación que le corresponde al autor directo. Sucede algo similar con el empleador o
principal respecto de los daños ocasionados directamente por el subordinado o
dependiente en el ejercicio de sus funciones o del encargo.

En los procesos judiciales, la contracautela –personal o real– ofrecida por el beneficiado


–o por un tercero– de una medida cautelar concedida por el Juez, constituye una garantía
frente a los eventuales daños que pudiera generar su ejecución si la medida dictada
resultara ser innecesaria.

En materia civil y mercantil, nuestro ordenamiento reconoce las garantías personales


como la fianza, el aval; en cuanto a las garantías reales, se identifican a la garantía
mobiliaria, la hipoteca, el derecho de retención y la anticresis; se agrega ahora como una
garantía real sui generis, aquella constituida en mérito de una resolución judicial que
admite la contracautela real en garantía de los eventuales perjuicios que pudiera generar
la ejecución de una medida cautelar.

3.2 Clases de Garantías


REALES

PERSONAL

El Art. 56 de la actual Ley de Títulos Valores (La Ley) distingue las garantías personales
de las reales. se afirma que por las primeras de las nombradas el garante responde con
todo su patrimonio hasta por el monto de la obligación, el que queda afectado
jurídicamente desde la constitución de la garantía a favor del acreedor garantizado;
mientras que por la otras el garante afecta jurídicamente determinados bienes, claramente
identificados, en favor del acreedor.

El Art. 56.1 de La Ley, establece que el cumplimiento de las obligaciones que representan
los títulos valores puede estar garantizado total o parcialmente por cualquier garantía
personal y/o real u otras formas de aseguramiento que permita la ley, inclusive por
fideicomisos de garantía.
3.2.1 Personales
Por medio de las cuales, una persona es la que se obliga a pagar la obligación de su
garantizado en caso de incumplimiento de éste. Por ejemplo, la fianza, el aval, la
solidaridad pasiva, la cláusula penal.

La solidaridad es pasiva cuando la obligación resulta contraída por varios deudores, cada
uno de los cuales está precisado a satisfacer al acreedor la totalidad de la prestación
debida, bien entendido que el cumplimiento de uno libera a todos.

La utilización de terceras personas con solvencia contrastada permite asegurar el cobro


de las operaciones mercantiles. Los avalistas y fiadores son terceros que nada tienen que
ver con el negocio del que nace la deuda, y que sin embargo se responsabilizan del pago.

Los avalistas y fiadores son una forma fácil y barata (siempre que no sean entidades
bancarias ya que éstas cobran comisiones por riesgo de firma) de reforzar las garantías de
cobro, siempre y cuando los avalistas sean solventes. En lenguaje corriente se denomina
avalista a la persona que garantiza el cumplimiento de una obligación. Sin embargo en
lenguaje jurídico esto no es exacto, ya que sólo existe aval en la obligación cambiaria, es
decir cuando una persona física o jurídica garantiza el pago de un documento cambiario.
Cuando una persona garantiza el pago de cualquier tipo de operación que no sea mediante
la firma de un título cambiario, se convierte en fiador, pero jurídicamente nunca puede
ser denominado avalista.

Las garantías se sustentan en la necesidad del acreedor de respaldar su crédito en caso


que el deudor incumpla con la obligación contenida en el título valor; entonces,
garantizar supone asegurar el cumplimiento de una obligación; por lo que:

 No es indispensable para el nacimiento de la obligación, pues hay muchas obligaciones


que no son respaldadas por una garantía específica; y,
 Se constituye en un derecho accesorio a uno principal. Lo principal es la obligación y la
garantía sólo tiene existencia para asegurar el cumplimiento de la obligación

La Ley de Títulos Valores impone la obligación de anotar o inscribir la constitución de


la garantía en el mismo título valor o en el registro respectivo, según se trate de título
materializado o desmaterializado, ya que si así no se hiciere, no podrá surtir los efectos
pretendidos a favor de cualquier tenedor.

3.2.1.1 El Aval
Etimológicamente los autores se apoyan en dos vías etimológicamente concretas, vías
que se complementan ya que intentan ambas buscar el origen del la singularidad del aval.
Savary (1985) opinan que significa a valoir o "hacer valer", y entre los que se encuentran
Espejo de Hinojosa, Blanco Constans, Estasen, Huguet, que proviene de la palabra latina
vallare, que significa reforzar, según opinión de Langle (1968). Por otra parte aquellos
que dan a la palabra un sentido de emplazamiento y colocación, haciéndola derivar del
término valle, que quiere decir debajo, guiados por el lugar donde se colocaba la firma
del avalista, justamente debajo de la de su avalado. Son de esta opinión la mayoría de
autores alemanes e italianos que creen que deriva de avallo (debajo).
Aunque carezca de relevancia dogmática resulta interesante preguntarnos por la
razón de que esta peculiar institución haya recibido el nombre de “aval” o “avallo”
en la terminología de la época. Han sido muchas las teorías elaborada para
justificar el posible origen de la voz “aval”, sin que ninguna de ellas pueda
considerarse como satisfactoria. Una, al menos se ha considerado como
improbable. Pero, a nuestro modo de ver, resulta la más certera. Nos referimos
a la tesis iniciada por Grasschoff (1968), a tenor de la cual el término “aval”
constituye una transposición de la expresión árabe hawála . Esta tesis no es,
como se ha tratado de hacer ver en alguna ocasión, en absoluto pintoresca y
buena prueba de ello es el hecho de haber contado y contar todavía en la
actualidad con valedores de las más alta cualificación. Si partimos de la idea de
que en las ciudades del Mediterráneo español existió durante la Edad Media un
estrecho contacto comercial, que dejó como fruto un buen número de términos
jurídicos – mercantiles procedentes del derecho comercial musulmán, no habría
porque desechar la hipótesis que pretende conectar la figura del aval de feria
con el instituto árabe de la hawála, toda vez que ambos constituían, en última
instancia, una delegación de pago de carácter fideiussorio.

El aval es la garantía cambiaria por excelencia. Y es el acto jurídico, unilateral, solemne,


formal y literal por el cual una persona (avalista) garantiza en todo o en parte, el pago del
título en favor de un obligado cambiario (avalado). Puede ser otorgado para garantizar
cualquiera de los títulos valores regulados en la ley o los creados conforme a lo previsto
en los Artiículos. 3 y 276 de la Ley de Títulos Valores. El aval, expresa siempre una
garantía.

Con excepción del obligado principal, el aval puede ser otorgado por cualquiera de los
que intervienen en el título valor o por un tercero. Si es otorgado por uno de los
intervinientes, éste debe señalar en modo expreso su adicional condición de avalista.

Si el girado no acepta la letra, el aval no surte efecto, si se ha otorgado en su favor, es


decir, si el girado de la letra es “A” y ésta no acepta la letra, el aval prestado por “Z”,
precisamente para garantizar el pago, no surte efecto alguno en razón a que el avalista se
obliga en la misma condición que su avalado. Por otro lado, cabe la posibilidad de que el
aceptante pudiera otorgar aval, lo cual resultaría inútil, pues no se añade ninguna ventaja
al portador del título en razón a que el aceptante responderá la pago del título valor. Sin
embargo, el aceptante puede otorgar aval por el emitente del título valor, en cuyo caso
resulta obligado al pago de la letra desde dos posiciones diversas: como aceptante en la
vía directa y como avalista del girador en la acción de regreso.

Trujillo Calle (1975), nos dice que “ es, pues, el aval, que significa, entre otras acepciones,
“debajo de” o “al lado de”, un acto jurídico típico, propio del derecho cambiario, sin par
en el derecho civil, por lo cual debe mirarse siempre bajo sus aspectos peculiares deforma,
legalidad y efectos, según la particular legislación donde se reglamente y podríamos
definirlo como “un acto jurídico unilateral, abstracto, de naturaleza cambiaria, que obliga
en forma autónoma, distinta y personal a quien lo da (avalista) por el pago de la obligación
cartular”.

Por su parte, Montoya Manfredi (1967) “El aval es una declaración de voluntad por la
que una persona llamada “avalista” o “avalante” se obliga a pagar la letra en el lugar y en
el grado del obligado o quien garantiza, y a quien se llama “avalado".
El aval como garantía se constituye de la siguiente manera:

1. Objetiva: Porque con ella se pretende, única y exclusivamente, asegurar el pago


de la obligación cambiaria, vinculando a una persona de reconocida solvencia
económica para brinda confianza a los adquirientes en la circulación del título
2. Autónoma: La obligación del avalista es principal o se encuentra en el mismo
grado respecto de su pago como la de los obligados principales o de regreso, de
tal suerte que el tenedor de un título valor avalado puede dirigirse
indistintamente contra cualquier de los signatarios.
3. Cambiaria: Solo se puede concebir el aval en relación con títulos valores, sea
que se trate de títulos de contenido crediticio, de tradición o representativos de
mercaderías.
4. Abstracta: Porque se independiza de la causa que le dio origen o sea de la
relación jurídica subyacente, básica o fundamental.

a. Características
Son caracteristicas del Aval:

1. Unilateralidad: Basta la sola declaración de irrevocabilidad, que como tal irrevocable y


no recepticia.
2. Accesoriedad: Pues tiene que existir una obligación principal para que pueda existir el
aval, es decir, que la obligación del avalista presupone siempre la del otro obligado
cambiario por quién salió garante. La garantía que presta el avalista cambiario es distinta
de la del fiador cuya accesoriedad tiene un carácter diferente, ya que la accesoriedad es
consecuencia lógica de su naturaleza cautelar.
3. Autonomía: Responde igual que el avalado, la responsabilidad del avalista es típica y
objetiva y para nada afecta la obligación causal subyacente como tampoco es
trascendente para el acreedor cambiario.
4. Literalidad: La naturaleza, calidad y contenido de los derechos y obligaciones surgen
exclusivamente de su tenor escrito
5. Incondicional: El aval es un acto cambiario, puro y simple que no puede estar sujeto a
condición alguna.
6. Independencia: Independiente de la obligación avalada y de la que dio origen al título
valor, la invalidez formal o ausencia de requisitos formales del título valor determina la
ineficacia del aval
7. Subsidariedad: La obligación del avalista de pagar el título sólo le alcanza en el caso de
que no lo haya efectuado el avalado una vez llegado el vencimiento.
8. Solidaridad: El alcance de esta responsabilidad es de igual grado y extensión que la del
avalado, es decir el avalista se obliga al pago del título, en caso no hacerlo el deudor
principal.
9. Reintegrabilidad: Ello significa que el avalista que pagó y cumple la obligación por su
avalado, tiene derecho a reintegrarse o a demandar el ejercicio de la acción cambiaria
correspondiente.

b. Sujetos del Aval


Como se sabe la persona que presta el aval se denomina avalista, y hoy en día puede serlo
cualquier persona con capacidad de obligarse cambiariamente, ya que en el primer párrafo
del Artículo 57 de la Ley de Títulos Valores se establece que el aval “puede ser otorgado
por cualquiera de los que intervienen en el título valor o por un tercero”. No obstante ello,
la propia Ley de Títulos Valores prevé que sólo el obligado principal no puede otorgar
aval. Y en caso que el aval sea otorgado por cualquier interviniente, éste debe señalar de
modo expreso su adicional condición de avalista. Para prestar un aval es preciso que el
avalista goce de la suficiente capacidad cambiaria, que no es otra que la capacidad de
obrar, o sea, ser mayor de edad y tener la libre disposición de los bienes.

1. El Avalista
El avalista se obliga eventual, incondicional, pero solidariamente, en los mismos términos
que aquel por quien se otorga el aval y en el mismo lugar y grado, al pago por lo que el
aval puede ser principal si se avala al girado, y de regreso cuando se avala a los obligados
de esa índole.

El aval se expresa con la cláusula “aval” o “por aval” y debe constar en el anverso o
reverso del mismo título avalado o en HOJA ADHERIDA A ÉL, indicándose la persona
avalada, y el nombre, N°. de documento de identidad, domicilio y firma del avalista. No
obstante ello, la ley permite que se prescinda de poner la referida cláusula cuando la
garantía consta en anverso de la letra.

Respecto a que el aval debe ser otorgado en hoja adherida a él, la Ley Argentina marca
diferencias con la mayoría de las legislaciones, e incluso con la nuestra, el permitir el
otorgamiento de aval en documento separado con la exigencia de que en éste caso se debe
indicar el lugar donde ha sido extendido. No dejamos de reconocer las eventuales ventajas
que en su momento, cuando las comunicaciones y el transporte eran muy distintos a los
dela época moderna, pudo haber tenido.

Respecto al otorgamiento de aval en documento separado, Camara (1941), sin desconocer


su importancia práctica, ha manifestado que ha sido un desacierto legal mantener el aval
en documento separado, por las siguientes dos razones: una, por contrariar los principios
básicos del Derecho Cambiario, afectando la literalidad, la completividad y la función
legitimadora del título; el derecho de garantía no queda incorporado al documento
circulando con él; y dos, puede generar dificultades en su ejecución. Dicho maestro señala
que el aval por documento separado no goza de igual eficacia que el que aparezca en la
cambial, pues resulta ser una garantía in personam y no in rem, que no se transmite de
pleno derecho mediante en endoso.

Si no se indica el domicilio del avalista, se considerará domiciliado –para todos los efectos
de ley respecto al ejercicio de las acciones derivadas del título valor- en el mismo
domicilio de su avalado, o en su caso, en el lugar de pago; y, si no se señalada el monto
avalado, se presume que es por el importe total del título valor; y si no se señala el monto
avalado, se presume que es por el importe total del título valor.

En ese sentido, ante la carencia en la indicación del domicilio de avalista se considera


como su domicilio el del avalado, por lo que, todas las notificaciones para avalado y
avalista derivadas de procesos judiciales referidas a las acciones cambiarias resultantes
del título valor, llegarán a un solo domicilio, es decir, al domicilio del avalado.

El tenedor del título tiene, en virtud de la aceptación, el derecho de accionar contra la


misma persona que otorga el aval. No hay inconveniente para que el girado que no aceptó
la letra la avala a favor de cualquier obligado de regreso, pues la ley menciona “el
obligado principal” como persona a quien prohíbe prestar aval.

Dice Montoya Manfredi (2013) En cuanto al aval que presta el girador, puede ser:

 A favor del aceptante, caso en el cual el tenedor se beneficia con la presencia de un


obligado más respecto a la acción directa y, de otro lado, en caso de caducidad de la
acción de regreso, el girador quedaría obligado por la acción directa como avalista del
aceptante.
 A favor de un endosante o de otro avalista, caso en el cual el aval del girador no agrega
ninguna garantía a la obligación que le respecta en vía de regreso, a la que, en todo caso,
queda obligado.
 A favor de un avalista anterior o sea lo se llama el “aval de aval”, que excluye al obligado
principal como avalista. El avalista de uno o varios avalistas garantiza el pago frente a
todos los endosantes posteriores del avalado por el primer avalista.
 El endosante puede prestar aval: a) a favor del aceptante, quedando en tal caso en
condición de obligado directo, además de la obligación que le corresponde como
endosante en vía de regreso; o, a favor del girado o de otro endosante, casos en los
cuales el aval es superfluo porque la acción contra el girador o los endosantes es la de
regreso y ella afecta al endosante – avalista por su propia condición de endosante sin
necesidad del aval.

Lo vertido anteriormente se encuentra regulado por la Ley de Títulos Valores; sin


embargo, no hay precepto alguno en la ley que prohíba ni contemple la pluralidad de
avalistas. No obstante, por la función de garantía que tiene el aval, es evidente, que no se
puede impedirse que coexistan diversos avalistas singulares en la misma obligación.
Veamos los distintos supuestos que pueden darse.

2. El Avalado
El avalado es la persona en cuyo favor se presta la garantía de aval. Puede ser avalado
cualquier obligado cambiario, sea obligado principal, como el aceptante, sea de regreso,
como el librador y los endosantes, sea accesorio, como otro avalista

La indicación de la persona del avalado es para impedir que la firma del avalista en el
anverso se confunda con la de un colibrador o un co – aceptante. Con tal fin se presume
que la sola firma puesta en el anverso de la letra se considera aval, salvo, desde luego,
que se trate de la firma del girador.

El aval debe mencionar la persona del avalado, pero si falta esta indicación, se entiende
que fue otorgado a favor del obligado principal; o, de ser el caso, del girador

c. Responsabilidad del Avalista


El avalista queda obligado en los mismos términos que su avalado; contrae una obligación
solidaria con los demás firmantes del título valor, y la obligación que asume es sucesiva,
no es un co – obligado, aunque su obligación sea idéntica a la del avalado. El avalista
puede asumir las obligaciones en forma indefinida, para lo cual no será necesaria su
participación en las renovaciones que acuerde el avalado y el tenedor del título. Para ello
deberá insertarse la cláusula “aval indefinido” o Aval permanente”. No obstante, ello, la
inclusión de ésta cláusula no es necesaria en los títulos valores que contengan la cláusula
de prórroga

La responsabilidad del avalista persiste, aun cuando la obligación avalada sea nula por
cualquier causa que no sea un vicio de forma, es decir, carencia o defectuosa anotación
en su caso, de cualesquiera de los requisitos esenciales que disponga la ley. Es decir, que
si se avala a un incapaz, la obligación del avalista no desaparece. Solamente podrá devenir
nulo e ineficaz el aval, si falta algún requisito extrínseco formal esencial en el título valor
que nunca tuvo la categoría de tal con arreglo a lo que dispone el segundo párrafo del
Artículo 1 de la Ley de Títulos Valores

El avalista no puede oponer al tenedor del título valor los medios de defensa personales
de su avalado.

d. Subrogación del Avalista


La subrogación consiste en la sustitución jurídica en cuya virtud, una persona viene a
ocupar el lugar de otra, de tal suerte que en adelante estén sujetas a las mismas
condiciones en que se encontraba la persona sustituida.

Si el avalista paga, adquiere los derechos resultantes del título valor contra el avalado y
los obligados, subrogándose en todas las garantías y derechos que otorga dicho
documento. En este sentido, el avalista adquiere derechos cambiarios contra el propio
avalado, pues al pago hecho por el avalista no origina los resultados del pago ordinario y,
en consecuencia, no extingue la obligación. El avalista de un obligado de regreso adquiere
derechos frente al girado aceptante, como obligado principal, y a su eventual avalista, y
también frente a los otros obligados de regreso que preceden en la relación cambiaria a
su avalado.

Por otro lado, el avalista de uno o varios avalistas garantiza el pago frente a todos los
endosatarios posteriores al avalado por el primer avalista. Si el segundo avalista paga, se
subroga en los derechos del tenedor contra el primero, porque el avalista se introduce en
la relación cambiaria en el lugar y grado respectivo avalado.

Sin embargo es de precisar que para que el avalista pueda accionar como subrogado en
los derechos del tenedor debe encontrarse en posesión del Título Valor.

Por otro lado tenemos que si el avalista paga el día del vencimiento o antes de que el título
fuese protestado, no requerirá de protesto o formalidad sustitutoria para ejercitar los
derechos cambiarios que le corresponda; pero de dicho pago debe dejarse constancia en
el mismo título.

3.1.2 La Fianza
La fianza es una garantía personal accesoria, en virtud de la cual una o más personas
responden de una obligación ajena, comprometiéndose para con el acreedor a cumplirla
en todo o en parte, si el deudor principal no lo cumple.

Por lo que, la fianza es una garantía personal constituida por un tercero en refuerzo de
cualquier tipo de obligaciones. De esta forma, el patrimonio de una persona distinta del
deudor va a respaldar también la operación u operaciones de crédito que contraiga éste.
Por tanto, su obligación es accesoria de la principal que garantiza su existencia.

La fianza cambiaria se caracteriza por ser solidaria, es decir, el fiador no puede oponer
el beneficio de excusión, salvo disposición expresa en contrato. Situación que crea una
marcada diferencia con la fianza civil regulados por los Artículos. 1879 y 1880 del
Código Civil en el que si se admite el beneficio de excusión (es el derecho que tiene el
fiador de oponerse a hacer efectiva la fianza en tanto el acreedor no haya ejecutado
todos los bienes del deudor).

Entonces, quede claro que en materia de títulos valores la fianza toma distancia del
concepto civilista, pues la fianza se presumirá siempre solidaria, salvo obvio, que de
modo expreso se haya señalado lo contrario en el mismo título valor; pero si está cerca
al concepto civilista en el sentido de que por ser solidaria no tiene beneficio de
excusión

El fiador queda sujeto a la acción cambiaria de la misma forma, durante el mismo plazo
y en los mismos términos que el afianzado. En tal sentido, el fiador tendrá derecho a
oponer al acreedor todas las defensas y excepciones que el deudor tuviere contra él, e
inclusive contra la voluntad de éste y aun cuando hubiera renunciado a la prescripción u
otra causa de liberación.

El Código Civil en su Artículo 1873, señala con relación a la extensión de la


obligación del fiador, que éste sólo quedará obligado por aquello a que expresamente se
hubiese comprometido, no pudiendo exceder de lo que debe el deudor; sin embargo, es
válido que el fiador se obligue de un modo más eficaz que el deudor.

Por otro lado, la Ley de Bancos en su Artículo 167, señala que la fianza solidaria o con
renuncia al beneficio de excusión que conste en el título valor confiere mérito ejecutivo
contra su suscriptor, en los términos que la ley de la materia señala respecto de los
avalistas.

La fianza es un contrato, pues exige un acuerdo de voluntades entre el fiador y el


acreedor cuyo crédito es garantizado. No se requiere en cambio, el consentimiento del
deudor afianzado, aunque él es por lo común el principal interesado en la fianza, ya que
sin ella la otra parte no se avendrá a contratar. Y no interesa su consentimiento ni su
misma oposición, porque la relación obligatoria se establece entre fiador y acreedor. Es
verdad que eventualmente, si el fiador paga, el deudor resultará obligado frente a él;
pero ésta es la consecuencia de todo pago por otro, haya o no fianza, de tal modo que
ésta no agrava en modo alguno sus obligaciones

a. Características
Son características de la fianza:
1. Solidaria: El fiador no puede oponerse al beneficio de excusión
2. Accesoria: Representa la cualidad de relativa que, respecto de la principal, tiene la
obligación de garantía en lo que se refiere a su existencia, subsistencia y vicisitudes
3. Subsidiaria: El fiador únicamente responde en defecto del deudor principal
4. Literalidad: Constituye un contrato literal y formal, dado que se perfecciona mediante
la forma escrita. Es esta una exigencia impuesta ad solemnitatem.

b. Clases
Son clases de fianza:

1. Simple o Mancomunada: La deuda se divide en partes iguales entre los deudores y/o
fiadores.
2. Solidaria: El fiador responde por la obligación en su totalidad, sin derecho al beneficio
de la excusión o división.
3. Limitada: El fiador puede obligarse sobre un monto predeterminado y quedar liberado
sobre cualquier exceso.
4. Ilimitada: El fiador responde por el íntegro de la obligación principal, sus intereses y
gastos, sin limitación alguna.
5. Condicionada: Pueden pactarse válidamente condiciones suspensivas y resolutorias,
especialmente cuando se otorgan créditos a futuro.
6. Incondicionada: Cuando se trata de una fianza pura y simple que no admite condición
o requisitos para su cumplimiento.
7. De Realización Automática.- Se hace efectiva al solo requerimiento del acreedor
mediante carta entregada notarialmente.
8. Revocable: Puede pactarse en algunos casos la posibilidad de dejarla sin efecto,
especialmente cuando se encuentra condicionada a determinadas circunstancias.
9. Irrevocable: No admite orden de revocatoria; tiene la misma naturaleza de una fianza
incondicionada.

c. Medios de Defensa
Son Medios de defensa:

1. Fianza por plazo determinado: El fiador que se obliga por un plazo determinado,
queda libre de responsabilidad si el acreedor no exige notarial o judicialmente el
cumplimiento de la obligación dentro de los quince días siguientes a la expiración del
plazo, o abandona la acción iniciada.
2. Fianza por plazo indeterminado: Si la fianza se ha otorgado sin plazo determinado,
puede el fiador pedir al acreedor que cuando la deuda sea exigible, haga efectivo su
derecho y demande al deudor. Si el acreedor no ejercita ese derecho en el plazo de
treinta días después de requerido o si abandona el procedimiento, el fiador queda
libre de su obligación.
3. Liberación del fiador por dación en pago: Queda liberado el fiador si el acreedor
acepta del deudor un bien en pago de la deuda, aunque después lo pierda por
evicción.
4. Extinción de la fianza por prórroga: La prórroga concedida al deudor por el acreedor
sin el asentimiento del fiador extingue la fianza, salvo que éste la haya aceptado
anticipadamente.
3.2.2 Diferencias entre el Aval y la Fianza
EL AVAL
El aval sólo es garantía de las obligaciones contenidas en un título valor La fianza se utiliza para garanti
El aval es un acto jurídico unilateral La fianza, en cambio, es un con
El avalista contrae una obligación autónoma, independiente de la El fiador, en cambio, contrae un
obligación del avalado contrato accesorio que sigue la
El aval es irrevocable La obligación del fiador puede
Quien firma un aval se obliga a responder del pago de la cantidad
El fiador sólo debe pagar al acre
establecida en el título valor frente a cualquier portador

3.2.2 Las Garantías Reales


Se debe señalar en el mismo título o en el respectivo registro la existencia de
tales garantías con las formalidades que señalen para la constitución de
garantías reales, Tal caso como en una hipoteca:

 Las circunstancias propia de la constitución de hipoteca


 El número y valor de los títulos valores que se emitan y garanticen la
hipoteca
 Las serie o series que correspondan
 La fecha o fechas de emisión
 El plazo y forma que deben ser amortizados, entre otras.

Las Garantías Reales son parte del estudio del Derecho Civil: Derechos
Reales.

3.3 Deterioro, Destruccion, Extravio y


Sustraccion de los Titulos Valores
Los títulos valores incorporan derechos y los hacen indesligables de su propia naturaleza,
de tal manera que el título constituye el derecho pero también su medio de prueba. Esta
es la razón fun-damental por la que se debe procurar su conservación. Y es que, del buen
esta-do del título valor dependerá que nadie ponga en duda los datos consignados en él,
como por ejemplo, los montos, identidad de los obligados, fechas de vencimiento y
avales, permitiendo así a su tenedor ejercitar sin mayor dificultad las acciones cambiarias
conducentes a su ejecución.Puede suceder, sin embargo, por aque-llos avatares de la vida,
que el título va-lor se deteriore, destruya, extravíe o que simplemente sea sustraído de su
titular. Frente a tales situaciones, ¿es posible ejecutar el título valor? Por supuesto que sí,
y en las siguientes líneas explica-remos como hacerlo.
3.3.1 Deterioro notable y destrucción parcial del
título valor
Se considera que un título valor ha sido deteriorado en forma notable o destruido
parcialmente, cuando en el documento no aparecen todos los requisitos formales
que la ley exige, subsistiendo solo los datos necesarios para su identificación.
Puede suceder así, que un título valor se deteriore impidiendo apreciar su fecha
de emisión pero los datos que permiten identificarlo se mantienen aún intactos.

En este caso, conforme al artículo 101.1 de la Ley de Título Valor, el tenedor


tiene el derecho de exigir al obligado principal, vía carta notarial, que le reponga
otro título valor, contra entrega del documento cambiario original debidamente
anulado. Así, dentro de los 3 días hábiles siguientes de recibida la comunicación
notarial, el obligado deberá reponer el título valor, esto es, deberá entregar al
tenedor un nuevo documento, el cual tendrá que ser llenado idénticamente al
anterior.

Si el título valor original hubiera sido suscrito por otras personas, el tenedor podrá
exigirles a estos, vía comunicación notarial, que vuelvan a intervenir y firmar en
el nuevo documento que reemplazará al título valor deteriorado notablemente o
destruido parcialmente. Una vez que estos obligados solidarios cumplan con
firmar el nuevo título valor, estarán facultados a testar el antiguo documento, es
decir, tachar sus firmas en él. Esta es una medida de seguridad que permitirá
evitar que dichas personas, que pueden ser avalistas o endosantes, no queden
obligadas dos veces por el mismo concepto.

Pero, ¿qué pasaría si el obligado principal o el obligado solidario se negaran a


firmar el nuevo título valor? En este supuesto, el tenedor podrá solicitar al juez
en la vía procedimental sumarísima que ordene el cumplimiento de lo solicitado,
sin perjuicio de la responsabilidad que corresponda al obligado por la negativa
injustificada de sustituir el título valor o intervenir en él. Para ello, el tenedor
deberá presentar al juez el título notablemente deteriorado o parcialmente
destruido.
3.3.2 Deterioro total y sustracción del Título Valor
Otras de las vicisitudes que pueden ocurrirle al título valor, ya sea por descuido
del tenedor, por intervención de terceros, caso fortuito o fuerza mayor, son,
conforme al artículo 102 de la Ley de Títulos Valores, las siguientes:

1. Que el título valor se extravíe: Es decir, que desaparezca de la libre


disposición del tenedor por causas desconocidas y que sea materialmente
inubicable. Por ejemplo, puede suceder que el tenedor de un título valor
lo deje olvidado en su portafolio cuando viajaba en un taxi con destino al
aeropuerto.
2. Que el título valor sea sustraído: Esto sucede cuando el título valores
hurtado o robado.
3. Que el título valor se deteriore totalmente: Es decir, que sea
irreconocible su contenido o se haya destruido. Nótese que en este caso,
a diferencia de lo que sucede con el deterioro notable, han desaparecido
los datos necesarios para poder identificar al título valor. Estos datos son
de dos clases:

- Comunes a todos los títulos

- Específicos para cada tipo.

En cuanto a los datos comunes, tenemos al importe, la identificación y la


firma de los intervinientes, y como ejemplo de datos específicos a cada
tipo, podemos mencionar a
la denominación “letra de cambio” para este título valor, o la fecha de
vencimiento, en caso el título requiera de una

En cualquiera de los supuestos descritos, si las obligaciones contenidas en el


título valor ya fueran exigibles, el tenedor podrá solicitar al juez la declaración
de su ineficacia, así como que se le autorice a exigir el cumplimiento de la
obligación principal y accesorias inherentes al título valor.

Si, por el contrario, las obligaciones contenidas en el título valor aún no fueran
exigibles, el tenedor podrá solicitar al juez que ordene la emisión de un
duplicado del título valor, a la par de solicitar igualmente la ineficacia del
documento original, el cual quedará anulado bajo responsabilidad del
peticionario.

Las solicitudes anteriormente referidas, deberán ser presentadas a través de una


demanda de ineficacia de título valor, la misma que se tramitará conforme a la
vía procedimental sumarísima, debiéndose notificar el auto admisorio de la
demanda tanto al obligado principal como a los demás intervinientes en el título
valor. En dicha notificación, el juez deberá ordenar a los obligados cambiarios
que suspendan el pago del título valor, y dispondrá la publicación de la solicitud
durante 5 días consecutivos en el diario oficial El Peruano.

Así, pues, la declaración de ineficacia del título valor no solo impedirá que un
tercero sin derecho pueda cobrar la obligación contenida en el título sustraído o
extraviado, sino que su legítimo tenedor pueda efectivizarlo.

Cabe advertir, finalmente, que quien pretenda solicitar la declaración judicial de


ineficacia de un título valor podrá, bajo su responsabilidad, dirigir una carta
notarial a los obligados a cumplir las obligaciones inherentes al título valor,
requiriéndoles suspenderlas, debiendo señalar para ello la causa de tal solicitud,
la que solamente podrá ser alguna de las indicadas en el artículo 102 de la Ley
de Títulos Valores. Quien haga uso de este derecho de suspensión, está
obligado a interponer la respectiva acción judicial de ineficacia del título valor,
que debe notificarse a todos los destinatarios de dicha comunicación dentro de
los 15 días siguientes a la recepción de su comunicación de suspensión; o,
dentro de este mismo plazo, hacerles entrega de copia de la demanda
interpuesta y presentada ante la autoridad judicial.
3.3.3 La Responsabilidad de un Título Valor
Extraviado o Sustraído

La responsabilidad de quien paga un título valor extraviado o sustraído


dependerá de si ha sido notificado de la condición del título, ya sea por el juez
con el auto admisorio de la demanda de ineficacia o por el propio interesado
con la solicitud de suspensión de pago. Esto es, si el obligado no ha recibido
alguno de estos documentos y paga el título valor a quien aparentemente
tendría derecho a recibir el importe de la deuda cambiaria, dicho pago lo
liberará de toda responsabilidad, siempre que hubiera cumplido con la
obligación principal y las obligaciones accesorias contenidas en el título valor.

Sería distinto si efectúa el pago pese a haber recibido con anterioridad alguna
de las referidas notificaciones, en cuyo caso lo efectuará por su propia cuenta y
riesgo, respondiendo por la validez de este. Lo que quiere decir, que si el juez
declara ineficaz el título valor, el deudor principal tendrá que abonar al
solicitante de la ineficacia, el importe de la deuda cambiaria.

No debe olvidarse que cuando se ha ejercitado el derecho de suspensión de


pago, el interesado deberá entregar al obligado principal una copia de la
demanda de ineficacia del título valor interpuesta, dentro de los 15 días de
haberle solicitado la suspensión. Si en dicho plazo el interesado no cumpliera
con ello, ni el obligado fuera notificado del auto admisorio de la demanda de
ineficacia, habrá caducado la suspensión solicitada por el interesado; en cuyo
caso, el obligado principal no tendrá responsabilidad alguna si es que efectúa
el pago a quien demuestre tener la condición de tenedor del título valor.

Planteemos para entender mejor lo señalado, el siguiente ejemplo: si “A”


solicita el 1 de julio a “B”, obligado principal de un título valor, que suspenda el
pago del título, “A” deberá entregarle hasta el 16 de julio una copia de la
demanda interpuesta de ineficacia del título valor. Si no lo hubiese entregado
hasta dicha fecha, “B” podrá efectuar el pago a quien demuestre tener la
condición de tenedor del documento cambiario.

3.3.4 Tenedor legítimo frente a la solicitud de


ineficacia del título valor
Quien se considere tenedor legítimo del título valor, puede oponerse a la solicitud
de ineficacia dentro de los 10 días hábiles siguientes a la fecha de publicación
del último aviso del inicio del proceso de ineficacia, en el diario oficial El Peruano,
si es que no ha sido notificado con dicha demanda. Si hubiese sido notificado, la
oposición deberá ser presentada en los plazos propios previstos para el proceso
sumarísimo en donde se tramita la ineficacia del título valor, vale decir, dentro de
los 5 días hábiles siguientes de la notificación.

En dicha oposición, quien se considere tenedor legítimo deberá presentar el título


valor original. De esta manera, haciendo el análisis del texto del documento
cambiario, el juez podrá acreditar la condición de legítimo titular de quien efectúa
la oposición. Si no se pudiera cumplir con esto, el tenedor deberá ofrecer
garantía suficiente a criterio del juez, para responder por los daños y perjuicios
que causare su oposición, en caso esta fuera desestimada.

3.3.5 Declaración de la Ineficacia del Título Valor

Quien se considere con legítimo derecho sobre el título valor, puede solicitar su
ineficacia cuando se haya extraviado, sustraído o deteriorado totalmente. Ahora
bien, el juez declarará ineficaz el título valor siempre que el peticionario pruebe
su derecho y, transcurrido el plazo establecido en la ley, no se formula la
oposición; o, formulada esta, hubiera sido desestimada en resolución firme.

La oposición se puede interponer hasta dentro de 10 días hábiles de la


publicación del último aviso de la solicitud de ineficacia en el
diario oficial El Peruano, de tal suerte que si el tenedor legítimo no ejerce este
derecho observando tal plazo, el juez podrá declarar inmediatamente ineficaz el
título valor. Asimismo, si aun cuando se hubiera formulado la oposición dentro
del plazo legal, esta fuera desestimada en resolución firme, también procederá
que el juez declare la ineficacia del título valor.
Referencias Bibliográficas

1. Araya, C. (1989). Titulos Circulatorios. Edt. Astrea. Buenos Aires.


2. Beaumont R. (2000) Comentarios a la nueva Ley de Títulos Valores. Editorial Gaceta
Jurídica. Lima
3. Garrides, J. (1974). Curso de Derecho Mercantil. Imprenta Aguirre. Madrid
4. Ruiz, J. (2003). Manual de Titulos Valores. Edit. Doctrina y Ley Ltda.Bogotá
5. Ravassa, G. (2006). Titulos Valores Nacionales e Internacionales. Edt. Doctrina y Ley
Ltda.Bogotá
6. Uría, R. (1997). Derecho Mercantil .Imprenta Aguirre. Madrid
7. Vasquez, A. (1997). Tratado de Derecho Cambiario. Edt. Dykinson. Madrid
8. Escuti, I. (2004). Titulos de Crédito. Edt. Astrea Buenos Aires
9. Montoya, H. (2000). Nueva Ley de Títulos Valores. Gaceta Jurídica. Lima
10. Montoya, U.(1982) Comentarios a la Ley de Títulos Valores. Editorial Desarrollo. Lima

Lecturas Recomendadas

Para saber más

Ponemos a tu disposición y te invitamos a revisar dos interesantes documentos que te


ayudaran a reforzar y ampliar los temas que hemos estudiado

Documento: Garantías en Títulos Valores


URL: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/32a64f0047544a31be71ff6da8fa37d8/4
.+Lama+More.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=32a64f0047544a31be71ff6da8fa37d
8

Descripción:

En este artículo el Dr. Lama dirige su atención a las garantías en las relaciones jurídicas
patrimoniales, es decir en las relaciones jurídicas obligatorias o creditorias; en las que se
identifican a dos partes o sujetos: de un lado al sujeto activo, a quien se denomina acreedor
o titular de un derecho de crédito, y por el otro al sujeto pasivo, denominado deudor u
obligado frente al primero; por lo que ante la posibilidad de incumplimiento del deber u
obligación impuesta o asumida por el sujeto pasivo -deudor-, la garantía constituye la
esperanza de que tal obligación se cumpla y el acreedor vea satisfecho su crédito. En tal
sentido, se analizan las garantías personales y reales que nuestro ordenamiento civil y
mercantil, reconoce.

Documento: Deterioro, Destrucción, Extravío un Título Valore

URL: http://bv.ujcm.edu.pe/links/cur_derecho/DereComercial-II-12.pdf

Descripción: El autor dirige su atención sobre los derechos del tenedor legítimo de un
título valor que se ha deteriorado, destruido o extraviado, o que ha sido sustraído, la nueva
Ley de Títulos Valores Nº 27287 regula los respectivos mecanismos de remedio, así como
los trámites y procedimientos correspondientes a cada supuesto que permiten evitar el
eventual perjuicio económico del tenedor y la conservación de los derechos contenidos
en el título afectado.

Conclusiones

1. La fianza y el aval son garantías personales que aseguran el cumplimiento del


crédito contendido en un título valor. El fiador o aval puede garantizar al
obligado principal del título valor o al endosante. Estos garantes aseguran el
cumplimiento de la obligación con su patrimonio personal. Sin embargo,
aseguran tal obligación de manera distinta.
2. La fianza puesta en un título valor es siempre solidaria, salvo que de modo expreso se
haya señalado lo contrario. En este tipo de garantía el fiador puede oponer al tenedor
del documento cambiario los medios de defensa personales de su afianzado.

Potrebbero piacerti anche