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Maestros que sobresalieron durante la Colonia en las Escuelas de Primeras

Letras:

Obra llevada a cabo por el obispo Francos y Monroy, despertó gran interés entre
los maestros de ese entonces. Está loable preocupación llegó hasta la Audiencia
de Guatemala, la cual en auto de enero de 1799 señalaba la necesidad de crear
Escuelas de Primeras Letras en los pueblos de indígenas. Para llevar adelante
esta iniciativa se pidió a los maestros que opinaran sobre el método más
aconsejable.

Los maestros Cervantes eran autores de un interesante Método para la


Enseñanza de la Lectura y Escritura, cuyo mérito mayor consistía en que el trabajo
debía ser simultáneo. Entre las recomendaciones que hacían estos maestros
figuraba la eliminación de la férula “ya que les oprime el espíritu y los acobarda de
modo que los hace huir”. Consistía este método, como lso propios hermanos
Cervantes lo caracterizaban, en un “Arte fácil que imitando la naturaleza, facilita
prontamente los conocimientos de combinación, pronunciación y silabeo; que son
los principios elementales sin fatiga del maestro ni fastidio de los niños.

El método propuesto por los hermanos Cervantes, que era el resultado de varios
años de experiencia, fue estudiado por fray Antonio de Goicoechea y fray José
Delgado. Refiriéndose a sus bondades, decía Goicoechea estas palabras: “En el
método antiguo se daba mucho azote con injusticia a los que no sabían la lección,
por ignorarse quienes la ignoraban por haraganería, y quienes por rudeza; pero en
el actual como todos tienen los ojos puestos en el cuadro, y repiten fielmente lo
que dice el apuntador, repitiendo así sus lecciones por muchas veces, todos han
cumplido lo que deben y el que no sabe la lección ya se sabe que es por rudo y se
le dispensa del castigo que merece.

Gracias a estos dictámenes favorables, el referido método fue aceptado por la


Audiencia para las proyectadas escuelas para los indios.

Además de los hermanos Cervantes, sobresalió el religioso Adrián de San José,


también los maestros fundadores de la Escuela de San José de Calasanz,
profesores J. Mariano Villavicencio y Manuel María Alvarado.

4. Las escuelas para los hijos de caciques

Disposiciones relativas a la educación de los indios principales

La organización social de los indios americanos, en los tres grandes focos de la


civilización que encontraron los conquistadores españoles: Los Incas, los Aztecas
y los Maya – Quichés acusaba una división o estamentos sociales.
Los pobladores prealvaradianos de Guatemala estaban divididos en tres
estamentos sociales: los nobles o principales, los sacerdotes y el pueblo. Los dos
primeros grupos en realidad constituían uno solo, pues los sacerdotes surgían de
la propia nobleza.

Cuando los conquistadores españoles llegaron a Guatemala, advirtieron la


existencia de estos dos estamentos sociales y procuraron apoyarse en los
principales para los efectos de la colonización. Alvarado redujo a prisión y dio
muerte a los jefes indígenas de las distintas poblaciones que sojuzgó, pero tuvo el
cuidado de brindar atenciones a los descendientes de estos gobernantes para
servirse de ellos; así los hijos de los reyes cakchiqueles, quichés, mames,
pocomames y tzutuhiles, fueron reconocidos como nobles y se les dio una
aparente participación en el gobierno de sus jurisdicciones como caciques. Con
esta táctica los conquistadores facilitaban sus trabajos de explotación de los indios
y de sus riquezas. La acción evangelizadora llevada a cabo por las órdenes
religiosas combatió con rudeza la religión de los antiguos aborígenes, destruyendo
sus dioses y documentos sagrados. El punto de apoyo que buscaban los
religiosos españoles se encontraba en los indios principales, ya que logrando la
conversión de estos a la fe cristiana, se les facilitaban los trabajos posteriores.

Todas estas medidas, reforzadas por algunas reales cédulas y practicadas por los
colonizadores, repercutieron en el campo educativo, ya que reconociendo la
calidad de nobleza a los indios principales, deberían gozar de ciertos privilegios
entre los que se encontraba la educación. Desde los tiempos del Emperador don
Carlos, hasta la época de Felipe III, se insistió en girar instrucciones para cuidar
de la educación de los principales; “para que los hijos de los Caciques, que han de
gobernar a los Indios, sean desde niños instruidos en nuestra Santa Fe Católica,
se fundaron por nuestra orden algunos Colegios en las provincias del Perú
dotados con renta para este efecto se consigno”.

El objetivo principal, como se advierte en la ordenanza anterior, era la difusión de


la fe cristiana por medio de la educación de los hijos de caciques.

La Real Cédula del 12 de marzo de 1697 se establece “ que si algunas mestizas


quisieran ser religiosas, dispn¿onga el que se las admita en Monasterios, y a las
Profesiones; y aunque en lo especial de que puedan ascender los Indios a los
puestos Eclesiásticos, o Seculares gubernativos, políticos y de Guerra, que todos
pidan limpieza de sangre, y por estatuto la calidad de Nobles, hay distinción entre
los Indios y mestizos que se llaman Caciques o como procedidos de los Indios
menos Principales, que son los tributarios y que en gentilidad reconocieron
vasallaje”
Se cran doce plazas para hijos de caciques en el Colegio Tridentino.

El 31 de diciembre de 1777, se dirige al rey el presidente del Tribunal y


gobernador de Guatemala, señor Pedro Salazar, transmitiéndole la petición del
rector de Colegio Tridentino, don Juan Gonzáles Batres, que refería a la creación
de doce becas para los hijos de caciques. Se informa en la referida carta, que ya
se ha fabricado la habitación y oficinas correspondientes, pero que no se dispone
de de las rentas necesarias para los vestuarios que habría de proporcionarse a los
becados, por cuya razón se solicita una asignación anual de mil doscientos pesos.

En la misma carta se solicita al rey que la Universidad admita cada año a uno de
estos colegiales para el grado de Doctor, exonerándolo de los gastos de propinas
y pompa.

Esta solicitud fue resuelta por el rey, aunque no autorizó ninguna erogación
especial para los vestuarios. La Universidad de San Carlos, por su parte, había
establecido con anterioridad, a instancias del entusiasta señor Sarassa, algunas
medidas tendientes a la aceptación de indios en el citado centro. “Elevo al alto
rango de facultad la docencia de las lenguas indígenas” y en las Constituciones de
la Universidad estableció que: “Los indios pueden y deben ser admitidos a
matrícula y grados”. Propuso Sarassa, entre otras medidas importantes, la
creación de doce becas en el colegio anexo para “colegiales naturales de estas
provincias”.

La educación de los hijos de caciques, y en general de indios principales, se


impartió no solamente en los establecimientos citados. Las escuelas de primeras
letras y colegios conventuales también les brindaron oportunidades pedagógicas
en distintos lugares del Reino, pues con ello, a la par que obviaban sus tareas
evangelizadoras, cumplían con las disposiciones reales.

5. Beaterios y casas de recogimiento para doncellas

La educación de la mujer durante el período colonial, tropezaba con múltiples


dificultades, siendo una de las principales la enorme pobreza que privaba entre los
mestizos e indios, de tal manera que, dentro de esas limitaciones, la mujer era a
menudo víctima de todo género de atropellos por parte de los audaces
conquistadores y colonizadores.

El problema era más agudo entre la población mestiza, pues por añadidura, se
veía con malos ojos el trabajo de la mujer, sobre todo durante los primeros dos
siglos de la colonia.
El panorama escolar tampoco era muy halagüeño: existían en la segunda mitad
del siglo XVI, una escuela para niñas blancas, una escuela para niñas indias y un
asilo para doncellas pobres.

Por la enorme pobreza y los no pocos peligros que encontraba la joven humilde,
en una sociedad en donde eran abundantes los vicios y no existían leyes de
protección a la mujer, ésta era a menudo impulsada a la vida del claustro en la
cual encontraba alimentación segura y un ambiente en el que se sentía protegida
de las incomprensiones de la sociedad.

En general, no existía una tendencia a favor de la culturización de la mujer; el


pensamiento feudal, dominante aún en estas tierras, no sentía ninguna urgencia
de que la mujer elevara sus conocimientos, como fuera en las bellas artes o en las
actividades del hogar.

En el libro La Verdad Manifiesta, encontramos una descripción de esta época en lo


tocante a la educación de los niños y a la vida de la mujer: dice al respecto lo
siguiente: “Notorio es cuantas niñas de la primera calidad, están atareadas en el
huso, rueca, telar o bastidor, no por honesta recreación, que siempre es laudable,
sino impelidas de la necesidad, cuyo dogal las pone en tal grado, que si a la
constancia de su trabajo, deben los escasos alimentos de una tortilla y carne de
vaca, no alcanzan una modesta basquiña para salir a la iglesia. Véase cuantas,
excediendo a la fortaleza de su sexo, se entregan a los amasijos, hornos y pilas
sin que las acobárdelo recio del trabajo, a vista de la pobreza que padecen.

Los monasterios y los beaterios para religiosas, desempeñaron un papel muy


importante en la educación de la mujer, pues generalmente disponían de una
escuela anexa para atender a niñas desamparadas o simplemente por encargo de
sus padres.

El problema de la educación femenina durante la Colonia, era complejo,


ofreciendo por lo menos, los aspectos siguientes: a) necesidad de una escuela
para la población de origen español nacida en estas tierras; b) necesidad de una
escuela para atender a las hijas de los indios principales; c) necesidad de un
centro de educación e internado para las “pobres hijas de españoles”, que eran el
resultado de uniones irregulares entre los colonizadores españoles y las mueres
indígenas; y d) necesidad de una escuela para la población pobre de origen
indígena y mestiza. Esta era la forma por lo menos en que surgía el problema
dentro del tipo de organización social que vivía Guatemala en esa época.

Para la protección y educación de las doncellas así como para la profesión de la


fe, la colonia contaba con un internado para doncellas pobres, dos centros
educativos, tres beaterios y cinco conventos para religiosas; dichos centros son
los que pasamos a considerar a continuación.

Colegio de la Presentación Nuestra Señora

Este centro educativo fue el primero en su género, y su objeto era suministrar


protección y educación a las doncellas pobres. Su fundación se debió a los
trabajos llevados a cabo por los señores Juan del Cueto y Cristóbal de Solís que
actuaban por encargo del obispo Marroquín. Al principio se había concebido como
un orfelinato para niñas, pero por una disposición real se transformó en asilo con
escuela anexa.

Además de las jóvenes que vivían en este asilo, concurrían otras mujeres y niñas
como externas para aprender a leer, escribir, coser, la doctrina cristiana y todo
género de labores propias de su sexo.

Beaterio de Nuestra Señora del Rosario: “Casas del Rosario”

Fue el primero en su género que se fundó en Guatemala. Estos centros estaban


destinado a la educación de mujeres indígenas, se dominaron “Casas del
Rosario”, pues aunque su finalidad primordial era la evangelización, también
impartían algunas enseñanzas como lectura, escritura y labores de mano.

Debido a un mal entendido con respecto al pago del tributo de estos


establecimientos, fueron clausurados por disposición del gobierno, permaneciendo
únicamente el de la capital del Reino, luego se rectifico. Pero solo admitió a
indiecitas que sean de 7 a 12 años de edad y se conserven en el colegio hasta la
edad de 20 o 22; y que dicho Colegio esté sujeto al Ordinario, aunque las
religiosas dominicas podrán, como antes, asistirlas en lo espiritual”.

Beaterio y Educación anexa de Santa Rosa.

En este centro eran recibidas únicamente niñas de la nobleza guatemalteca y


además de la doctrina cristiana, se les enseñaba a leer y escribir, cose y labores
del hogar. Tuvo escuela anexa a donde concurrían algunas jóvenes con el objeto
de adquirir los conocimientos ya indicados.

Beaterio y Escuela anexa de Betlén

La orden de los Betlemitas se fundó en la ciudad de Guatemala en el año 1673,


siendo su más entusiasta organizador el Hermano Pedro de San José de
Betancourt. Durante más de 15 años no hubo mujeres en esta orden religiosa,
pero debido al fervoroso entusiasmo de la señora Agustina Delgado y su hija
María de Jesús, se empezó a organizar un beaterio de la Orden, cuyos propósitos
eran los mismos que animaban a la congregación que consistían en procuar el
alivio de los enfermos convalecientes.

Tanto el convento como el beaterio de Betlén, proyectaban su actividad a favor de


la gente pobre. En ambos centros había escuelas de primeras letras, y se buscaba
el alivio de los pobres, repartiéndoles ropa y alimento. La obra más destacada de
la Orden fue el hospital de convalecientes.

Monasterio Máximo de San jerónimo, de la Orden de la Inmaculada


Concepción Nuestra Señora.

No se tiene noticia de que haya tenido escuela anexa, aunque se sabe que recibía
pupilas.

Convento de Santa Clara

Este convento recibían muchas mujeres pobres y vituosas y también servía a la


justicia ordinaria para depositar algunas mujeres que se necesitaba poner en
custodia. Esta congregación religiosa prestó algunos servicios educativos, pues
recibía algunas jóvenes a las cuales preparaba en distintos aspectos. Entre otras
acciones de carácter educativo, creó cuatro becas destinadas a las hijas de los S.
S. ministros de la Real Audiencia.

Convento de capuchinas

Aceptaban pupilas y beatas profesas, habiendo contado para la edificación de su


convento con la ayuda del arzobispo de Guatemala, francos y Monroy.

Hospicios y hospitales coloniales

Los hospicios y hospitales coloniales vinieron a proporcionar un poco de alivio


frente al desamparo de los niños huérfanos y la enfermedad agravada por el
estado de atraso en el que se encontraba la ciencia médica en la Guatemala
colonial.

Los niños desamparados y huérfanos eran el resultado de uniones irregulares


entre españoles y mujeres indígenas, como lo hemos expresado en más de una
oportunidad en el presente trabajo. Esta circunstancia era agravada a menudo por
las pestes y calamidades a las que no fue ajena Guatemala, y que dejaban como
resultado lamentable a muchos niños privados de toda protección.

Los nombres de los religiosos Francisco Marroquín, Pedro de San José de


Betancourt y Martín de Paz, será siempre recordados en nuestra historia como
elementos benefactores que llevaron a los indios y mestizos pobres, un poco de
alivio frente a tanta calamidad que sobre ellos se cernia.
Hospicios

No registra la historia, durante el período colonial la existencia del centros


específicos para la atención de los niños huérfanos, de no ser el Colegio de la
Presentación de Nuestra Señora, que se fundó por inspiración del obispo
Marroquín, con el objeto de atender en él a las niñas desamparadas.

El rey dio su aprobación a tan loable iniciativa, pero la obra no se pudo llevar
adelante por los terremotos de la ciudad de Santiago.

Hospitales

Durante los primeros años de la Colonia, hubo en Guatemala dos hospitales: el de


Santiago, para españoles y mulatos, y el de San Alejo, para indígenas. El primero
de estos centros asistenciales, se fundó por iniciativa del obispo Marroquín en el
año de 1553; el segundo, o sea el destinado a los indígenas, se fundó pocos años
antes por fray Matías de Paz. Este último centro se estableció en la plaza de la
Candelaria, y más tarde se traladó a inmediaciones del convento de Santo
Domingo.

Educación media y los colegios mayores

Es digno de todo reconocimiento el acendrado amor por la cultura manifestado por


la población guatemalteca durante el período colonial. Desafortunadamente la
realidad no correspondió del todo a esa noble aspiración educativa manifestada en
los diversos papeles de la época. Resulto en parte problema de la educación de
los niños, surge la necesidad de dotar a la juventud de centros educativos
adecuados para la continuación de su formación.

Los conventos por lo general dispusieron de colegios conventuales en los cuales


existía la cátedra de Gramática y se estudiaba Teología, Artes y Cánones, pero su
acción quedaba a menudo reducida al ámbito del monasterio.

Pero las ambiciones culturales de Guatemala no se quedaban allí, pronto habrían


de emprender la célebre cruzada de más de un siglo a favor de la creación de la
Universidad. Las masas indígenas no dispusieron de ninguna atención en los
centros de educación media, pese a que las constituciones de la Universidad
redactadas por el licenciado Francisco Sarassa y Arce, les abrían las puestras a
este centro.

El predominio de la escolástica dentro del aula colonial, limitó grandemente el


desarrollo de la cultura y el incremento científico. Fue hasta la segunda mitad del
siglo XVIII y primeros años del XIX, cuando se introdujeron importantes reformas
en la cátedra universitaria, promovidas por el doctor Antonio Liendo y Goicoechea.
El primer preceptor de Gramática Latina que hubo en la ciudad de Guatemala
parece haber sido don Francisco de Pedroza, tal se desprende de un comunicado
de la Audiencia de Guatemala dirigido al rey, en que se da cuenta de que el
referido maestro tiene 25 años de servir esa cátedra.

La propia Universidad de San Carlos, creada por cédula de fecha 31 de enero de


1676, exigía que las cátedras se dieran en latín a excepción de las de Anatomía y
Astrología que se explicaban en español. Cosa igual ocurría en los colegios
conventuales y colegios mayores de la época colonial.

Colegio tridentino

Se proponía la reunificación del Cristianismo y la reforma de la iglesia católica.


Entre las medidas prácticas propuestas por está asamblea religiosa figuraba la
creación de seminarios que tendría bajo su cuidado la formación de sacerdotes.
Esta disposición fue incorporada en la legislación de Indias, disponiéndose que se
crearan los referidos centros en todos los reinos.

Las asignaturas que se estudiaron en los primeros años de su creación fueron las
siguientes: Gramática, Tratado de Sacramentos y Casos de Conciencia. Las
limitaciones económicas que sufría este colegio, le impedía mantener un número
mayor de cátedras, de tal modo que tuvo necesidad de mandar a sus alumnos a
que cursasen algunas materias al colegio del convento de Santo Domingo que era
a todas luces mucho más complejo.

Colegio San Lucas de los jesuitas.

Se sabe que tuvo escuela de primeras letras, como lo dejamos apuntado en otra
parte de este estudio. Funcionaban al principio, en el colegio de San Lucas, 2
cátedras de gramática, en las que también se estudiaba Retórica: una de Filosogía
y dos de Teología. Años más tarde de la creación de la universidad de Guatemala,
fundaron los religiosos de esta orden el colegio San Francisco de Borja, al cual
nos habremos de referir más adelante.

Colegio Santo Tomas de Aquino

Está íntimamente ligada a la fundación de la Universidad de San Carlos de


Guatemala, tanto que se puede considerar como el antecedente más directo de
esta magna casa de estudios.

Se establece ue los religiosos de la Orden de Santo Domingo se comprometan a


poner lectores de arte y teología gratuitamente, por un plazo de seis años y que se
hubiera de pagar catedráticos fueran preferidos lo de esta congregación.
Este es a grandes rasgos la historia del primer establecimiento público de
educación media de que dispuso Guatemala, y que se considera además como el
antecedente de la universidad.

Colegio de san Francisco de Borja

Nace después de la Universidad y aunque tuvo por algún por algún tiempo el
privilegio de otorgar títulos, como lo tuvo el Colegio Tridentino, no fue ese el que
rivalizo con el Colegio de Santo Tomás con motivo de la gesta de creación de
nuestra Alma Máter.

El poeta Rafael Landívar tuvo a su cargo las cátedras de Retórica y Poética en


este centro educativo entre 1747 y 1749.

Colegio Conventual de Santo Domingo

Tenía por objeto la elevación de los conocimientos de los religiosos pertenecientes


a dicha orden. No obstante ello, abrieron sus puertas para recibir alumnos
seglares, “en las tres ramas: de Humanidades clásicas, Filosofía y Teología”.

Real colegio de Nobles Americanos de Granada

Según estudio estaba dedicado por igual “ a la nobleza de diversas “castas” es


decir, de los criollos, indígenas y mestizos”. Con la creación de este centro las
autoridades españolas se proponían controlar a los distintos sectores que en
alguna medida se inclinaban por la emancipación política y participaban en
movimientos rebeldes en contra de la corona española; de aquí que en los estatus
se indicara que el colegio contribuiría a suprimir los obstáculos que impedían el
desarrollo del comercio, la agricultura, las artes y las luces en general.

El plan de estudios del colegio comprendía cursos de latín, griego, historia,


lenguas vivas, religión, esgrima, gimnasia, equitación, baile, etcétera.

Creación y desarrollo de la Universidad de San Carlos de Guatemala

Antecedentes de la fundación de la universidad

El hecho de mayor trascendencia de la vida cultural de Guatemala durante el sigo


XVII, fue indudablemente la creación de la Universidad. Con la emisión de la Real
Cédula que da vida a nuestra máxima casa de estudios superiores, se cierra un
período en que por más de un siglo, la ciudad de Guatemala, acompañada de sus
autoridades civiles y eclesiásticas, mantuvo una lucha sin tregua por la
consecución de su Alma Máter.
Los más remotos antecedentes de esta fundación los encontramos en la carta que
el obispo Marroquín manda al rey de España de 1548 pidiéndole que envía
profesores de las universidades de Salamanca y Alcalá. Para Fundar en esta
ciudad “una especie de Universidad”

La educación superior, antes de la creación de la Universidad, estuvo a cargo de


los colegios conventuales de San Francisco, Santo Domingo, La Merced y la
Compañía de Jesús; sin embargo los centros que tuvieron una función pública
fueron el de los dominicos y el de San Lucas de los Jesuitas.

Las rivalidades entre jesuitas y dominicos parecían haberse eliminado con la


consecución de la facultar de otorgar grados por parte de ambas órdenes; sin
embargo, la lucha debería continuar por muchos años más en que los jesuitas se
oponían a que el colegio de Santo Tomas que gozaba del copatrocinio de los
religiosos dominicos, fuera elevado a un rango universitario.

Los benefactores de la Universidad

El primer nombre que debemos consignar como precursor de la creación de la


Universidad, es el licenciado Francisco Marroquín, primer obispo de Guatemala.
Ya hemos dicho que a su gestión se debe la creación de la cátedra de Grática
Latina así como la del colegio de Santo Tomás, para cuya elección hizo una
donación.

En la célebre cruzada a favor de la creación de la máxima casa de estudios


guatemalteca, deben citarse además de la Real Audiencia, las ordenes de los
agustinos y franciscanos que acogieron la idea con beneplácito y así lo
patentizaron al rey de 1617.

Finalmente deseamos referirnos a uno de los más ilustres precursores de la


Universidad: El licenciado Francisco Sarassa y Arce que “creó la vida universitaria
guatemalense al estuir él las constituciones”.

Fundación de la Universidad

La real Cédula que crea la Universidad de Guatemala contienen un análisis sobre


la historia de las gestiones llevadas a cabo desde el primer legado que concedió el
obispo Marroquín; la creación y funcionamiento del colegio de Santo Tomás; el
legado de Pedro Crespo Suárez, etcétera.

En la parte final insta a las autoridades civiles y eclesiásticas para que “hagan
luego la fundación de la dicha “universidad”, otorguen las cátedras por oposición y
se atengan a los procedimientos empleados por las universidades de México y
Lima.
Iniciación de labores

De la fecha de la emisión de la real Cédula que crea la universidad de Guatemala,


a la iniciación de sus labores, media un lapso de cinco años, durante ese tiempo
se han abierto oposiciones para la integración de cátedras y se han llevado a cabo
los trabajo preparatorios para la iniciación.

Mientras se diseñan los servicios de prestigiosos maestros, se incluyen algunos


que no poseían las calidades requeridas; esta anomalía se debió, según las
investigaciones de Mata Gavidia a que el capitán general ejerció cierta coacción
en las decisiones.

El periodo que se abre de 1686 a |688 es para la Universidad de San Carlos de


reafirmación orgánica e integridad académica. El establecimiento de las bases
orgánicas, la constitución de los organismos universitarios, el arribo de los
catedráticos de España, la graduación de las primeras promociones, etcétera, son
de sobra muestra de ello. Disponía dla Universidad de los claustros a que ya
hemos referido, un secretario dos bedeles, un maestro de ceremonias, un tesorero
síndico y el cuerpo de catedráticos. Era el rector el doctor José Baños y
Sotomayor.

Proyecciones de la Universidad de San Carlos

La fundación de la Universidad de San Carlos constituye un hecho de gran


trascendencia en la vida cultural de Guatemala. Con su erección cesas las
controversias entre los que se disputaban el privilegio de otrotgar grados y dirge
un ancho cauce para recoger las inquietudes de estudiantes y maestros, no sólo
de la ciudad de Santiago, sino del resto de las providencias que formaban el
Reino. En el seno de esta augusta casa nacieron las inquietudes docentes,
sirgieron las investigaciones médicas, jurídicas y filósoficas que muy pronto
habrpian de iluminar con sus luces la austera vida colonial. Por sus aulas pasaron
descollantes figuras con Liendo y Goicoechea, que habría de revolucionar los
estudios filosóficos; Jose´Felipe lores, cuyas aportaciones en las ciencias médicas
son dignas de todo reconocimiento; José María Alvarez y Estrada, que estudió con
gran penetración las leyes de las Indias y escribió la obra Instituciones del
Derecho Real de Castilla y de Indias.

Siendo la Universidad una conquista de las clases poderosas de condición feudal,


fácil es suponer que la adecuaron para servir aquellos intereses que eran
patrimonio de la parte minoritaria del pueblo. Solo en la segunda mitad del siglo
XVII y primeros años del XIX se opera una reforma que ya permite la discusión de
los problemas filosóficos a través de opiniones o escuelas distintas.
Introducción a la Imprenta

Los primeros tiempos que siguieron a la introducción a la Imprenta a Guatemala,


no orecieron mayores estímulos a los impresores, pues los libros fundamentales
que se empleaban en las escuelas y colegios mayores, así como en la iglesia,
venían de España magníficamente impresos y a un precio relativamente bajo en
comparación con lo que podrían costar editados en la ciudad de Santiago.

No obstante lo dicho, la producción bibliográfica de Guatemala colonial fue


fecunda. Desde los primeros tiempos la introducción de la imprenta se hicieron
libros de alguna importancia. Los cronistas dominicos y franciscanos pudieron
legar sus obras a la posteridad gracias a esas posibilidades; dentro de esa
producción bibliográfica, no faltan algunos textos que se emplearon en las
escuelas de primeras letras y colegios mayores.

V. La cultura en la segunda mitad del siglo XVII y principios del siglo


XIX

Al referirnos a la escuela de primeras letras y a la labor llevada a cabo por el


arzobispo Francos y Monroy, describimos con suma brevedad el marco
histórico en que se desarrollaban los trabajos del referido religioso.

Como antecedente, España había concebido a Francia en 1701 que


extrajera mercancías de las colonias con su propia flota, concesión que fue
después ampliada a la Gran Bretaña.

La simpatía manifestada por Carlos IIII hacia las nuevas ideas liberales le
permitió rodearse de algunos colaboradores que tenían visión renovada
sobre los problemas de ese momento.

Como consecuencia de aquellos cambios económicos operados en la


Península y en virtud de las nuevas corrientes de pensamiento surgidas en
Inglaterra, Francia y Alemania, a raíz de las revoluciones burguesas, en
España se dan nuevas condiciones culturales que se hacen extensivas a las
colonias.

El racionalismo y el empirismo contribuyeron en alto grado a la anulación de


la Escolástica, a tal punto que los jesuitas lograron que las obras de
Descartes fueran incluidas en el índice y luego eliminadas de las
universidades de París y de Angers.
La Reforma universitaria: Antonio de Goicochea

Aun cuando los estatutos de la Universidad de San Carlos dejan poco que
desear dentro de los avances de la época, es justo reconocer que había una
gran distancia entre lo declarado por aquel histórico documento, redactado
por Sarassa y Arce, y lo que en realidad ocurría en la primera centuría de
nuestra vida universitaria.

El nuevo espíritu que animaba a las autoridades coloniales con relación a la


cultura, se traduce en ciertas reales cédulas en que se pone de manifiesto
la necesidad de promover su desarrollo.

En la respuesta se ve ya claramente la nueva tendencia que priva en la


Universidad de San Carlos, sus aspiraciones y su deseo de introducir en el
plan de estudios la Física Experimental, las Matemáticas, la Cirugía, etc.
Detrás de esto se advierte ya la mano de Liendo y Goicochea que fue el
gran impulsor de la reforma.

La constitución universitaria que lleva el número 107 sirvió de apoyo para la


introducción de las reformas, pues esta constitución admite que además de
la Cátedra de Prima de Teología, se ponga otra, con calidad que en esta
cátedra alternativamente se lean doctrinas contrarias; de manera que en un
curso se lea la doctrina de Santo Tomás y en otro la de Escoto, Vásques,
Suárez o los conimbricenses.

Como testimonio de la inquietud filosófica que vivió nuestra universidad en


este periodo, han quedado los tesarios correspondientes a gran número de
graduados. Estos tesarios han sido cuidadosamente estudiados por Mata
Gavidia en su investigación monográfica Panorama Filosófico de la
Universidad de San Carlos al final del siglo XVII.

Las cuatro escuelas filosóficas que se desarrollaron en la Universidad de


San Carlos en los últimos años del siglo XVIII, fueron las siguientes: a)
aristotélico – tomista b) escotista, c) ecléctica y d) neoscolástica.

Pese a esa aparente diversidad ideologica todavía no arriban a nuestras


aulas universitarias las corrientes modernas que se disputaban el primado
en Europa, representadas por la dirección materialista propugnada por
Francisco Bacon y la racionalista representada por Renato Descartes con
su correspondiente rigor metódico.
La reforma universitaria promovida por Liendo y Goicoechea parte de la
revisión del Plan de estudios, el cual se componía de 11 cátedras y con la
reforma se ve enriquecido y ampliado en las principales direcciones
facultativos.

La reforma no se limito a la ampliación de Plan de estudios, también se


revisó la bibliografía usual, recomendado salir del texto único para ampliar el
horizonte de la investigación. Con la introducción de los estudios
matemáticos y de Física experimental, los estudios filosóficos toman una
nueva dirección, optando frecuentemente por el empleo del método
experimental.

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