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UNIVERSIDAD NACIONAL

AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ARQUITECTURA
TALLER “JOSÉ REVUELTAS”

SABER VER LA ARQUITECTURA

ACTIVIDAD DE INVESTIGACIÓN.

CRUZ VAZQUEZ NOELIA MONTSERRAT


INVESTIGACIÓN – TALLER INTEGRAL
ARQ. RAFAEL MURIÀ VILA
FECHA DE ENTREGA: MIÉRCOLES 24 / OCTUBRE / 2018
SABER VER LA ARQUITECTURA

INDICE
I. Descripción resumida de los temas. . . . . .2
☼ La ignorancia de la arquitectura. . . . . . . . . . .2
☼ El espacio, protagonista de la arquitectura. . . . . 4
☼ La representación del espacio. . . . . . . . . . . .7
☼ Las diversas edades del espacio. . . . . . . . . . . 9
☼ Las interpretaciones de la arquitectura. . . . . . . 19
☼Para una historia moderna de la arquitectura. . . . 24

II. Conclusiones sobre el contenido. . . . . . .25

III. Opinión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

IV. Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . .27

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Capítulo primero.
La ignorancia de la arquitectura.
El interés público se dirige a la pintura, a la música, a la escultura y a la
literatura, pero no a la arquitectura, por eso queda como “la gran
olvidada”. Es necesario poseer interés por el tema y estar provisto de
una gran buena voluntad para ver la arquitectura con cierto orden e
inteligencia. Puesto que, “nadie puede cerrar los ojos frente a todas las
edificaciones que integran la escena de la vida ciudadana y llevan el sello
del hombre a los campos y al paisaje.”

La tenacidad y la dedicación de los arqueólogos, espléndidamente


meritorias en el campo filológico, se elevan difícilmente a aquel nivel de
evocación sintética que tiene un eco incitante en el público. Los
arquitectos profesionales, que por sufrir los problemas de la edificación
contemporánea tienen una profunda pasión por la arquitectura en el
sentido vivo de la palabra, carecen hoy en su mayoría de una cultura
que les dé derecho a entrar legítimamente en el debate histórico y
crítico. La cultura de los arquitectos modernos está ligada, demasiado
frecuentemente, a su polémica. Luchando contra el academicismo
falsario e imitador, muchas veces han declarado, quizás
inconscientemente, su desinterés por las obras auténticas del pasado, y
han renunciado así a tomar de ellas el elemento conductor, vital y
perenne, sin el cual ninguna nueva posición de vanguardia se amplía en
una cultura. Es tarea de la segunda generación de arquitectos
modernos, una vez superada la ruptura psicológica del acto de
gestación del movimiento funcionalista, restablecer un orden cultural;
pasado el tiempo de la exhibición de novedades y de los manifiestos de
vanguardia, la arquitectura moderna se inserta en la cultura

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arquitectónica, proponiendo en primer término una revisión crítica de


esta cultura.

Una cultura orgánica no puede emplear, al dirigirse al pasado y


especialmente a la historia de la arquitectura, dos distintos métodos de
juicio para la arquitectura moderna y la tradicional, se habrá dado un
paso decisivo en el camino de esta cultura, cuando se sea capaz de
adoptar los mismos criterios valorativos para éstas dos. El defecto
característico del modo de tratar la arquitectura consiste en el hecho de
que los edificios se juzgan como si fuesen esculturas o pinturas, de un
modo externo y superficial, descuidan pues, lo que, en el fondo, tiene
valor en la arquitectura como tal.

Líneas, color, forma, volumen, masa, espacio – tiempo, son las palabras
“tabú” de la crítica figurativa moderna, de esta manera, la arquitectura
se ha vuelto a poner de moda no por sus méritos intrínsecos, sino por
la “arquitectonicidad”, de los movimientos pictóricos modernos.

Una vez que la pintura moderna impulsó una renovación del


vocabulario crítico, se recurrió de un modo especial a la arquitectura y
a la música. Desde el punto de una crítica efectista y de brillantez social,
esta moderna confusión de las lenguas abría infinitas posibilidades.

Si los ingenieros continúan escribiendo historias de la arquitectura que


son historias de la construcción técnica, los arqueólogos persisten en su
ensayismo filológico, los críticos de arte ilustran la arquitectura como un
reflejo y un eco de las tendencias pictóricas. ¿Cómo querer que el
público la siga, o que le apasione, o que se detenga en ella?

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Capítulo segundo.
El espacio, protagonista de la arquitectura
La arquitectura no deriva de una suma de longitudes, anchuras y alturas
de los elementos constructivos que envuelven el espacio, sino dimana
propiamente del vacío envuelto, del espacio interior, en el cual los
hombres viven y se mueven.

El espacio interno, aquel que, no puede ser representado


completamente en ninguna forma, ni aprehendido ni vivido, sino por
experiencia directa, es el protagonista del hecho arquitectónico. Tomar
posesión del espacio, saberlo ver, constituye la llave de ingreso a la
comprensión de los edificios.

Los estudios e investigaciones se limitarán a las contribuciones


filológicas: datos sociales (de la función), datos constructivos (la técnica),
datos volumétricos y decorativos (la plástica y la pintura), que son útiles
pero ineficientes para entender el valor de la arquitectura si se olvida y
no se comprende su esencia substantiva: el espacio.

Toda labor arqueológica-histórica y filológico-crítica es útil en cuanto


prepara y enriquece la posibilidad sintética de una historia de la
arquitectura.

Las cuatro fachadas de cualquier espacio arquitectónico, por más


trabajadas, esculpidas, horadadas, no constituyen más que la caja en la
que está comprendida la joya arquitectónica. Nadie piensa en confundir
el valor de la caja con el de su contenido. Así, en un edificio, lo que
contiene, es la caja de muros, lo contenido es el espacio interno. En
ocasiones, el uno condiciona al otro; pero siempre, hay una diversidad
entre continente y contenido

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A través de la historia, la caja de muros ha sido objeto de mayor


pensamiento y trabajo que el espacio arquitectónico.

El descubrimiento de la perspectiva, de la representación gráfica de las


tres dimensiones (altura, profundidad y ancho) pudo hacer crecer a los
artistas del siglo XV que poseían finalmente las dimensiones de la
arquitectura y el método de representarla.

Con la revolución dimensional cubista, el hombre descubrió que existía


una cuarta dimensión, ese elemento es el desplazamiento sucesivo del
ángulo visual: el tiempo, bautizado, como ya se dijo: cuarta dimensión,
que respondió de modo exhaustivo a la cuestión de las dimensiones en
la arquitectura. Los cubistas, llegaron al pensamiento de que en todo
hecho corpóreo, aparte de la forma externa, existe el organismo interno.
En arquitectura, toda obra arquitectónica, para ser comprendida y
vivida, requiere el tiempo de nuestro recorrido, la cuarta dimensión.

La cuarta dimensión es suficiente para definir el volumen arquitectónico,


es decir, la caja de muros que involucra el espacio. Pero el espacio en sí
(la esencia de la arquitectura) trasciende de los límites de ésta. Por lo
tanto, el espacio arquitectónico no es definible en términos de las
dimensiones de la pintura y la escultura; Es un fenómeno que se
concreta solamente en arquitectura y constituye su carácter específico.

La definición más precisa de arquitectura que se puede dar es, aquella


que tiene en cuenta el espacio interior, así que, todo lo que no tiene
espacio interno, no es arquitectura. La arquitectura bella es la que tiene
un espacio interno que nos atrae, nos eleva, nos subyaga
espiritualmente; la arquitectura fea, tendrá un espacio interno que
moleste, que nos repele. La experiencia espacial no está dada hasta que
la expresión mecánica y concreta no haya realizado la intuición lírica,
ésta, propia de la arquitectura tiene su prolongación en la ciudad, en las

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calles y en las plazas, en las callejuelas y en los parques, en los estadios


y en los jardines, allí donde la obra del hombre ha delimitado “vacíos”,
donde ha creado espacios cerrados, y no solamente en el espacio
interior de una edificación. Se crean dos espacios: los espacios internos,
definidos por cada obra arquitectónica, y los espacios externos o
urbanísticos que están limitados por cada una de ellas y sus contiguas.
Decir que el espacio interno es la esencia de la arquitectura, no significa
de ninguna manera que el valor de una obra arquitectónica se agote en
el valor espacial. La realidad del edificio es consecuencia de los factores
económicos, sociales y técnicos, y fijando la atención sobre los factores
artísticos, es claro que el espacio en sí, a pesar del substantivo de la
arquitectura, no basta para definirla.

El movimiento moderno en su intento de llevar de nuevo la arquitectura


a su campo, ha desterrado la decoración de los edificios, insistiendo que
los únicos valores arquitectónicos legítimos son los volumétricos
(arquitectura racionalista) y espaciales (movimiento orgánico.)

La arquitectura abarca todo, así como cualquier otro gran fenómeno de


arte, pensamiento o práctica humanos.

La historia de la arquitectura es, ante todo, la historia de las


concepciones espaciales. El juicio arquitectónico es fundamentalmente
un juicio acerca del espacio interno de los edificios; si éste es negativo,
el edificio forma parte de la no-arquitectura, o mala arquitectura, de lo
contrario, si es positivo, el edificio entra en la historia de la arquitectura,
pero si hablamos de un juicio sobre su volumetría y sus aditamentos
decorativos que es positivo, entonces nos encontramos frente a las
grandes e íntegras obras de arte, en cuya realidad colaboran los medios
expresivos de todas las artes figurativas.

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Capítulo tercero.
La representación del espacio.
En un continuo progreso científico y técnico dedicado a enriquecer el
patrimonio espiritual de un número de hombres cada vez mayor, la
poesía y la literatura, la pintura, la escultura y la música, encontraron los
medios para una difusión en gran escala; pero la arquitectura, queda
aislada y sola en este proceso. El problema de la representación del
espacio, lejos de estar resuelto, ni siquiera está planteado, pues falta la
exacta definición de la consistencia y del carácter del espacio
arquitectónico, falta por consiguiente la exigencia de representarlo y de
difundirlo.

Método de representación de los edificios aplicado a la mayoría de las


historias del arte y la arquitectura, la síntesis precede al análisis, la
estructura al “acabado”, el espacio a la decoración :

A. Plantas. Cosa abstracta, porque están completamente fuera de


toda experiencia visual concreta de un edificio, pero es el único
medio que permite juzgar al organismo entero de una obra
arquitectónica, es un elemento preminente para la
determinación del valor artístico. Le Cobusier pone de relieve
la existencia de un estado “de facto”. Lo que es necesario
subrayar en la representación de una planta, no es el límite
puesto a la libertad espacial, sino esta misma libertad
delimitada, definida, potenciada entre las paredes. Aunque
nadie pueda encontrar un método para dar en planta una
adecuada concepción espacial, con tentativas espaciales y con
la discusión sobre ellas se podrá enseñar a comprender el
espacio.

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B. Frentes y secciones. Las fachadas se tratan de reproducir un


objeto que tiene tres dimensiones por el método gráfico lineal,
el cual cae en una moda de una grafía abstracta, anti
arquitectónica, ridícula e incapaz. Se debe llegar a destacar la
materialidad del edificio del cielo que lo circunscribe y
distingue los vanos, marcando una diferenciación en los
diversos materiales. Se debe considerar un factor clave: el
parámetro humano y la escala.
C. Fotografías. Resuelven los problemas de la representación en
tres dimensiones. Pero el carácter primordial de la arquitectura
es el espacio interno y su valor deriva del vivir sucesivamente,
por lo que no bastan las fotografías. Su ventaja es que da el
sentido de la escala del edificio, pero tiene la desventaja de
nunca presentar el organismo entero de una construcción. La
cinematografía bien aplicada resuelve todos los problemas
planteados de la cuarta dimensión.

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Capítulo cuarto.
Las diversas edades del espacio.
La arquitectura responde a exigencias de diversa naturaleza y la historia
de los factores que la componen ha generado las distintas concepciones
espaciales, para esquematizar un proceso histórico-crítico se deben
ilustrar los siguientes datos:

☼ Factores sociales. Fundado en la situación económica del país y de


los individuos que promueven las construcciones, los géneros de vida,
las clases y en las costumbres.

☼ Factores intelectuales. Incluyen al individuo y a la colectividad, sus


sueños, mitos, aspiraciones y sus credos.

☼ Factores técnicos. Progreso de las ciencias y las técnicas de


construcción, la organización y la mano de obra.

☼ Mundo figurativo / estético. Concepciones y abstracciones del arte


para un lenguaje formal.

Estos se analizan de la siguiente manera:

☼ Análisis urbanístico. Todo lo que rodea a la obra arquitectónica

☼ Análisis arquitectónico. La manera de sentir y vivir los espacios


interiores.

☼ Análisis volumétrico. Estudio de la caja de muros que cubre una parte.

☼ Análisis elementos decorativo. Estudio de los adornos de la obra


arquitectónica.

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☼ Análisis de la escala. Las relaciones dimensionales del edifico con


respecto al humano.

La escala humana de los griegos

Calificada como la mejor cualidad de la arquitectura griega, pero su


mayor defecto consiste en la ignorancia del espacio interno y su gloria,
en la escala humana. En los templos, no hay concepción espacial.

El espacio estático de la antigua Roma

Su espacio interno está presente en maneta grandiosa, los romanos


poseían el genio de los constructores – arquitectos, que en el fondo es
el genio de la arquitectura; su planteo arquitectónico no determina por
completo un espacio cerrado, solo lo cubre. Sus escalas monumentales,
su reducción de columna por arcos. Su edilicia afirma autoridad. Su
carácter fundamental del espacio romano es estar pensado
estáticamente.

La directriz humana del espacio cristiano

El arquitecto cristiano suprime en ábside y desplaza la entrada al lado


menor, rompiendo la doble simetría del rectángulo, dejando un eje
longitudinal y haciendo de éste la directriz del camino del hombre. La
revolución espacial consistió en ordenar todos los elementos de la
iglesia en la línea del camino humano.

La aceleración direccional y la dilatación bizantinas

El problema del arquitecto bizantino no era de carácter estructural, sino


que se limitaba a introducir en el esquema longitudinal paleocristiano la
urgencia de una aceleración, toda la intención espacial consiste en
dilatar el octágono, negar su forma cerrada en los elementos. La
dilatación de los espacios romanos, por más vasta y técnicamente

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valiente que sea, encuentra su límite en la robustez manifiesta de sus


elementos estructurales. Por el contrario, e espacio bizantino es más
bien un espacio que se dilata continuamente.

La interrupción bárbara de los ritmos

Los siglos XI y XII constituyen el primer renacimiento de la edilicia


europea. Los elementos iconográficos y estructurales son la elevación
del presbítero: romper la longitud del ambiente, el deambulatorio que
continua el juego de la nave en torno al ábside; articular el edificio, el
engrosamiento de las paredes, y el gusto de los materiales toscos.

La métrica románica

Concatenación de todos los elementos del edificio, métrica espacial,


gradual y lenta concentración de empujes y de las resistencias, el
adelgazamiento de la mampostería, la desaparición del atrio.

Los contrastes dimensionales y la continuidad espacial del gótico

Se decía que el gótico sería una derivación del románico, completando


su madurez basándose en la confusión filosófica entre progreso técnico
y progreso artístico, y aun peor, en la indiferencia por el espacio interno
y escala de edificios.

El sistema de esqueleto se perfecciona en gran manera en el período


gótico, la técnica de los arcos ojivales reduce los empujes laterales;
arbotantes y contrafuertes.

Fue en tres países (Francia, Inglaterra y Alemania) donde el gótico y sus


arquitectos encuentran su afirmación integral y su paroxismo decadente,
el sueño de descarnar, de negar las paredes, de crear un espacio,

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elevarlo y darle forma estableciendo una continuidad espacial entre


interior y exterior. Los grandes vitrales y las bóvedas “paraguas”, los
encajes decorativos de lo escultórico y las enormes dimensiones de las
catedrales, anulan el sentido de superficies y de planos.

El contraste de las fuerzas dimensionales en el gótico; por primera vez,


las iglesias cristianas y los artistas, conciben espacios que están en
antítesis polémica con la escala humana y para aquel que contempla,
provocan un estado de ánimo de desequilibrio, de afectos y
solicitaciones contradictorias, de lucha. Cada edificio está calificado por
la relación entre sus dimensiones y las del hombre.

En el gótico, coexisten y contrastan dos directrices en cuanto a las


proporciones:

☼ La vertical.

☼ La longitudinal.

Se basan substancialmente en la distinta fuerza y evidencia de contraste


dimensional, tratándose de la relación entre el rectángulo de corte y el
rectángulo de planta y, sólo en segundo lugar, de la relación entre estos
dos rectángulos y el hombre.

Las leyes y las medidas del espacio del siglo XV

En el siglo XV, se descubre en América la perspectiva, la imprenta, pero


no la arquitectura del Renacimiento. La visión rápida pero objetiva de
las obras del siglo XV italiano, pone fuera de duda el problema de la
continuidad entre las arquitecturas románica y gótica y la arquitectura
del Renacimiento.

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El Renacimiento ha sido por largo tiempo objeto de dos ideas antitéticas


preconcebidas:

☼ Presentarlo como una novedad respecto al período precedente

☼ Reducirlo a un “neo- “, a un retorno de la arquitectura romana.

Lo que se busca en este siglo, es una orden, una ley, una disciplina cintra
la inconmensurabilidad, la infinitud y la dispersión del espacio gótico y
contra lo fortuito y casual del románico.

Hay una innovación radical desde el punto de vista psicológico y


espiritual: es el hombre mismo que, aprehendiendo la simple ley del
espacio, posee el secreto del edificio. Pero la gran conquista del siglo
XV italiano es traducir la métrica que en los períodos anteriores se había
desarrollado exclusivamente en planta.

Todo el esfuerzo del Renacimiento consiste en acentuar el control


intelectual del hombre sobre el espacio arquitectónico. Una época en la
que existe una unidad entre cultura e instituciones individuales,
pensamiento t arte, nueva ciencia, poesía y genio encuentran una
integración.

Fue Brunelleschi quien tuvo la necesidad de negar el eje longitudinal y


de crear una “circularidad” en torno a las cúpulas, pues esta concepción
unitaria del espacio respondía mejor al esquema de la planta central que
el longitudinal.

Alberti elimina las naves menores, crea un solo ambiente, ensanchando


las centrales y acompañándolas lateralmente con filas de capillas. Un
solo recorrido, una sola idea, una sola ley, una sola unidad de medida:
ésta es la voluntad humana y humanista, clásica y nunca clasicista, de la

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arquitectura del Renacimiento. La decoración aplicada, llegó a ser inerte


y académica en los plagiarios, pero propendió al tema del espacio de la
época, llevando a su término sobre las paredes aquella inspiración que
se concreta en la creación de los “vacíos.”

Volumetría y plástica del siglo XVI

El siglo XVI, desarrolla la aspiración central del siglo XV, la visión del
espacio absoluto, fácilmente aprehensible desde cualquier ángulo visual
y que se expresa en eurítmicos equilibrios de proporción, el siglo de oro,
expresa estos ideales en formas reencarnadas de una plasticidad que
triunfa ahora en las múltiples variaciones temáticas del espacio simétrico;
el programa edilicio del siglo XVI impone los espacio internos, se regresa
a la antigua antítesis entre espacio interno y externo, con la solidez
pesada y corpórea de sus muros y con la plástica maciza de sus
componentes decorativos.

La articulación de la planta espacial, volumétrica y decorativa ya no es


un claro desarrollo de la concepción arquitectónica sino un dictado
lógico que domina y organiza todo; el espacio infinito está expresado
en la contraposición de los visibles y lineales nervios con las zonas
neutras de relleno, mientras que las nuevas concepciones de medida
espacial del Renacimiento se manifiestan en las ocho claras divisiones
que encadenan y escanden según una ley simple y elemental.

Se desaparecen las directrices lineales, triunfando el volumen y la


plástica.

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El movimiento y la interpenetración en el espacio barroco

Miguel Ángel no abre el período barroco, pero representaba la


ebullición interior del espacio del siglo XVI, el arquetipo de su obra es:
los órdenes gigantes ya no se insertan reposadamente en la pared y en
el volumen, sino en el símbolo plástico de una necesidad de romper –
de alargar, abrir y derribar -, y aunque no pudo abandonar el espacio
del siglo XVI, sí lo modificó substancialmente.

El barroco es liberación espacial, liberación mental de las normas, de las


convenciones de la geometría y de todo lo estático, de la simetría y de
la antítesis entre el espacio interno y externo, por esto, alcanza un
significado psicológico que trasciende hasta los siguientes siglos.

El barroco crea una nueva concepción espacial, entender esta


arquitectura significa liberarse del conformismo clasicista y tender a la
creación de una expresión artística unitaria mediante el valor, el coraje,
la fantasía, etc., significa todo, pero aún más, que aceptar el gusto
barroco es entender su espacio.

El movimiento del espacio barroco, su dinamismo, sigue toda la


experiencia plástica y volumétrica del siglo XVI, rechaza sus ideales pero
no sus instrumentos, constituye una categórica afirmación espacial de
todo lo que representa espacio, volumetría y elementos decorativos en
acción; espacialmente, impulsa la negación de toda división clara y
rítmica de los vacíos en elementos geométricos simples y la
interpenetración horizontal o vertical de formas complejas cuya esencia
prismática o estereométrica se pierde al contacto de las formas vecinas.

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Saber ver la arquitectura en el barroco significa, saber distinguir el


desorden por el desorden, de la obra del genio que también a través de
una infinita multitud de imágenes encuentra el momento de su
clasicidad.

El espacio urbanístico del siglo XIX

Período neoclásico y eclecticismo. Desde el punto de vista de los


espacios internos, el siglo XIX presenta variaciones del gusto, nunca
nuevas concepciones, época de mediocridad de invención y de
esterilidad poética, sus artistas presentarán obras que serán fácilmente
comprensibles en cuanto a los temas espaciales.

El hotelito burgués representa, la quiebra total del espacio interno, por


ende, de la arquitectura. Los grandiosos ambientes estáticos antiguos se
convierten ahora en pequeños cubos yuxtapuestos estáticamente, sin
grandiosidad, tiene apariencia vana.

La verdadera redención del siglo XIX se realiza en los espacios externos,


en el urbanismo. Afrontando los grandes fenómenos que siguen a la
revolución industrial, principalmente el fenómeno migratorio hacia las
ciudades y el advenimiento de los nuevos medios de locomoción. La
grandeza de esta aportación es en la historia de las edades sucesivas de
los espacios externo, quizá la mayor.

Las mezquinas reglamentaciones edilicias la zonificación sin relieve y


uniforme, la falta de fantasía volumétrica y espacial en urbanismo
equivocado mata la posibilidad de mucha arquitectura.

El siglo XIX, intentó encauzar el desastre urbanístico, aclaró los


problemas y propuso las primeras soluciones a la ciudad moderna,

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SABER VER LA ARQUITECTURA

La “planta libre” y el espacio orgánico de la edad moderna

El espacio moderno se funda en la “planta libre”. La exigencia social que


ya no plantea a la arquitectura temas áulicos y monumentales, sino el
problema concreto de la casa para familia media, o la vivienda obrera y
campesina hasta ahora fraccionada, así como la nueva técnica
constructiva del acero y del hormigón armado que brinda la posibilidad
de concentrar los elementos de resistencia estática en un delgado
esqueleto estructural.

La arquitectura moderna vuelve a proyectar el sueño gótico en el


espacio, pero establece mediante amplios ventanales, verdaderas
paredes de vidrio, contacto absoluto entre el espacio interno y el
externo. A las paredes divisorias interiores se les modifica sin responder
a las funciones estáticas lo que posibilita la conexión libre.

El espacio moderno resume, la voluntad gótica de una continuidad


espacial y de una “descarnadura edilicia” como consecuencia de una
reflexión social. Reanuda la experiencia barroca, por consideraciones
funcionales; continua la métrica espacial del Renacimiento y su gusto
por las divisiones modulares; prefiere la simplicidad y la esencialidad de
los elementos figurativos, adopta la lección de la riqueza expresiva
individual.

Las dos grandes corrientes espaciales de la arquitectura moderna son el


funcionalismo (Escuela de Chicago, 1880-1890) y el movimiento
orgánico (Europa, último decenio), entienden el tema del plano libre,
solo que la primera de forma racional, y la segunda, orgánicamente y
con plena humanidad.

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SABER VER LA ARQUITECTURA

Para Wright, la aspiración a la continuidad espacial tiene una vitalidad


mucho más expansiva; la planta libre, no es para él una dialéctica interior
al volumen arquitectónico, sino el resultado final de una conquista que
se expresa en términos espaciales. Su arquitectura orgánica responde a
instancias funcionales complejas. Su mensaje post-funcionalista es la
humanización de la arquitectura.

El espíritu científico arroja hoy su luz sobre todo el campo irracional del
hombre, descubre y libera los problemas colectivos e individuales del
inconsciente, y la arquitectura, se abre y se humaniza, no por romántica
arbitrariedad, sino por el natural progreso del urbanismo y de las masas
obreras proletarias que entran en la vida política. Llevo a los
funcionalistas a la heroica lucha por la casa mínima, por la
estandarización, por la industrialización de la construcción.

El espacio orgánico es rico en movimiento, en indicaciones


direccionales, en ilusiones de perspectiva, vivas y geniales invenciones,
pero su movimiento era profundamente original, pues tiene por objeto
expresar la acción misma de la vida del hombre.

El hombre, en la diversidad de sus actividades y de su vida, en sus


exigencias materiales y psicológicas, en su presencia espiritual, el
hombre integral en cuya realidad el alma y el cuerpo hallan su vital
conjunción, ese es el centro de la cultura sobre la que nace el arte
contemporáneo, lo que guía e inspira al urbanismo y a la arquitectura.

Es ley de la cultura arquitectónica orgánica la escala humana, el rechazo


en toda la arquitectura que se superpone al hombre o que es
independiente de él.

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Capítulo quinto
Las interpretaciones de la arquitectura.
Hay pocos críticos de la arquitectura que son auténticos pues
mencionan al espacio interno, pero otros simplemente no lo hacen.
Incluso los filósofos o los historiadores tienen un mejor concepto de la
arquitectura pues incluyen lo meramente importante: el espacio interno,
aunque sin profundizar en el tema.

El método de una historia viva de la arquitectura debe ser empírico,


experimental y desarrollado con ejemplos concretos; la interpretación
debe demostrar la eficacia de un aspecto permanente de la arquitectura
(interpretaciones válidas), hay otras no válidas por su generalidad.

Las diferentes interpretaciones son:

☼ Interpretación política. Las recopilaciones históricas cuentan con


buena información de la política de la época, se intenta relacionar la
arquitectura con estos acontecimientos, pero no se es completamente
dependiente de ellos. Por ejemplo, el movimiento funcionalista se
desarrolla en Inglaterra debido a la emigración de los arquitectos
modernos alemanes a causa del nazismo. Atiende las casusas de las
corrientes arquitectónicas.

☼ Interpretación filosófico – religiosa. Divididas en dos, se refiere a los


fenómenos históricos que involucran la cultura arquitectónica y el
simbolismo.

☼ Interpretación científica. Existe un paralelismo entre las concepciones


matemáticas y geométricas, y el pensamiento arquitectónico. Es la más
clara por su obvia relación entre matemática y arquitectura pues
siempre ha existido su relación.

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☼ Interpretación económico – social. De acuerdo con la época, las


necesidades y costumbres determinaban el uso de la construcción y el
cómo se diseñaba. Por eso había situaciones similares, aunque se
encontrasen en lugares opuestos. Varía de acuerdo con los cambios en
los métodos o en los materiales. Puede ser simbólica e individualista, ya
que a veces se puede diseñar para simbolizar poder o riquezas.

☼ Interpretación materialista. Depende de lo que se requiera en base a


diferentes cuestiones, desde el uso del espacio, a la ubicación
geográfica, igualmente depende de la época y de las tecnologías con
las que se cuente, “todo edificio debe responder a su objeto”

☼ Interpretación técnica. Se repiten las técnicas ya pasadas. Existe una


enorme diferencia entre una construcción real y una construcción
parante, una es lo que se hace y puede no coincidir con lo que se intenta
demostrar. A veces, la estructura es más abierta y se le da la apariencia
de que la estructura es pesada.

☼ Interpretación fisio – psicológica. Existe una relación entre el estado


de ánimo y el estilo arquitectónico. La Simpatía simbolista ha intentado
reducir el arte a una ciencia, lo que nos lleva a decir que en ese caso un
edificio no sería más que una máquina. Casos de los elementos
geométricos:

• Línea horizontal: Expresa el sentido de lo racional e


intelectual.
• Línea vertical: Símbolo del infinito, del éxtasis, de la
emoción. Si es ascendente, representa alegría; si es
descendente, representa tristeza.

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SABER VER LA ARQUITECTURA

• Línea recta y línea curva: Las rectas significan decisión,


rigidez y fuerza. Las líneas curvas representan hesitación,
flexibilidad o valores decorativos.
• La helicoidal: Símbolo de ascender, liberación de la
materia terrena.
• El cubo: Representa la integridad, porque todas sus
dimensiones son iguales entre sí.
• El círculo: Sentido del equilibrio, del control sobre todos
los elementos de la vida.
• La esfera: Representan la perfección.
• La elipse: En torno a dos centros, no permite descansar al
ojo, lo mantiene en movimiento.

La interpenetración de las formas geométricas es símbolo del


dinamismo y del movimiento continuo.

- Interpretación de las proporciones


- Interpretación geométrica – matemática.
- Interpretación antropomórfica

☼ Interpretación formalista. Se enuncian una serie de leyes, normas o


principios a los que debe responder la construcción arquitectónica para
que se sienta completo.

• La unidad: Propósito de todo artista es expresar su trabajo


en una sola idea. Toda composición arquitectónica debe
tener una relación entre sus componentes.
• La simetría: Equilibrio de los edificios formales de carácter
axial.

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• El equilibrio o ‘’balance’’: Simetría en la arquitectura


informal, sin ejes. Imaginando la parte central de un
edificio, es importante que a los lados haya ‘’masas’’ de
mismo nivel.
• El énfasis o la acentuación. En cada composición es
necesario un punto focal o un centro de interés visual.
Como ejemplo puede ser la cúspide de una pirámide.
• El contraste. Para que un edificio sea ‘’vivo’’ es necesario
que su vitalidad se exprese por el contraste de líneas
verticales y horizontales, entre ‘’vacíos’’ y ‘’llenos’’, los
volúmenes, las masas, la calidad de los materiales (lisos y
rugosos) y en los contrastes de color.
• La proporción: Relaciones de las partes entre sí y con el
conjunto del edificio, con el fin de alcanzar las cualidades
de la unidad (balance, énfasis, contraste, armonía, ritmo)
• La escala. Es el elemento esencial en el juicio
arquitectónico, junto con la indicación de la altura del
hombre medio.
• La expresión o el carácter: Es cuestión de sensibilidad
familiarizarse con las diversas lenguas, los múltiples
lenguajes, las infinitas fisionomías de los edificios.
• La verdad: Un edificio puede ser falso o verdadero según
el género al que pertenezca. La verdad tiene que ir
controlada con la propiedad.
• La propiedad. La propiedad de un piso es poder caminar
sobre él, y dicha propiedad tiene más valor que la verdad
estructural.

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• La urbanidad. Se relaciona con la comunicación entre


edificios, lo que alguien como arquitecto quiere muchas
veces no respeta a las demás construcciones y su
importancia, rompiendo con una armonía.
• El estilo. La lengua del dibujo. Cada persona, y
especialmente cada artista, adopta el idioma para
expresiones y significados individuales.

☼ Interpretación espacial. El valor de la arquitectura viene de su espacio


interno, éste actúa sobre nosotros, provocándonos un placer que quizá
a veces no notamos, pero surge en esa realidad. Por lo que lo más ideal
es un espacio simétrico proporcionado al cuerpo humano. Las
conclusiones fundamentales establecidas por Scott son: la ya
mencionada en un inicio de este párrafo, continuando:

• Los restantes volumétricos, plásticos y decorativos, tienen valor


para el edificio dependiendo cómo traten al espacio.
• El valor espacial de la arquitectura está ligado a los ‘’vacíos’’.

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Capítulo 6.
Para una historia moderna de la arquitectura
Los volúmenes de estética de la arquitectura, aun los más recientes son
en su mayor parte de carácter mezquinamente empírico, extraños al
pensamiento filosófico contemporáneo y obscuros en su planteo.

Se debe considerar que se debe:

• Leer las obras del pasado con ojos de artistas vivos


• Abrir el camino a la arquitectura moderna y a la del pasado
• Desterrar los prejuicios de base cultural o arqueológica
• Preparar el goce estético de las obras históricas de los espacios
arquitectónicos y urbanísticos.

Por lo tanto, una historia moderna y orgánica de la arquitectura no se


dirigirá solamente al compartimiento estético e intelectual de nuestro
ser, no sólo a la sección cultural ni a nuestra emotividad.

El espacio es la arquitectura concebida como arte, es el objeto de los


símbolos visivos más idóneos y ajustados a ella.

El espacio no solo es una cavidad vacía, está también vivo y positivo, es,
en todo sentido, especialmente en el humano e integrado, una realidad
para ser vivida.

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Conclusiones
En la arquitectura de se pueden encontrar contribuciones de las demás
artes, el espacio interno es el espacio que nos circunda y nos incluye, es
el que da el “la” en el juicio sobre un edificio, el que constituye el “sí” o
el “no” de cualquier sentencia estética sobre arquitectura. Las demás
cosas pueden ser importantes, pero son funciones de la concepción
espacial. Cada vez que en la historia y en la estética se pierde de vista
esta jerarquía de valores, se genera confusión y se acentúa la
desorientación presente en materia de arquitectura. El espacio, el
“vacío”, protagonista de la arquitectura, es normal puesto que ésta no
es tan solo arte, ni solo una imagen de vida histórica o de vida vivida
por nosotros o por los demás, es también, el ambiente, la escena en la
cual se desarrolla nuestra vida. La directriz humana es la mezcla de la
escala humana de los griegos con la concepción del espacio interno

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Opinión

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Bibliografía
Zevi, Bruno. (2004). Saber ver la arquitectura. Editorial Apóstrofe. 224
págs.

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