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Psicoanálisis Inédito

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Sueños con cuerpos*


Hélène Bonnaud

“La interpretación del sueño es la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente”,1 dice Freud
en La interpretación de los sueños. En efecto, la interpretación de los sueños, más que los sueños
mismos, conduce al saber inconsciente, puesto que se inscribe en el marco del análisis. Fuera de
la transferencia y de la causalidad del síntoma, el sueño debe colocarse bajo la rúbrica de las
“formaciones del inconsciente”, que surgen en todo sujeto hablante y no podrán interpretarse sino
una vez puesta en marcha la función del sujeto supuesto saber.

Sublimación del cuerpo

En algunos sueños, el sujeto se ve con el cuerpo que le gustaría tener, imágenes sublimadas de
su cuerpo que interpretan su deseo: tal mujer se soñará con una cabellera ondulada, y tal hombre
con una pierna o un cuerpo enteramente erigido y que manifiesta la potencia. Estas imágenes del
cuerpo corresponden a la puesta en escena – esta otra escena que es el inconsciente – de una
representación de sí, sublimada. Muestran la insatisfacción que numerosos sujetos tienen respec-
to a su propia imagen o el temor de no tener el cuerpo fálico que esperaban. Esto vale para am-
bos sexos. Así, el sueño de una erección no es privilegio de sueños masculinos, y el sueño de un
orgasmo infinito tampoco es cosa de sueños femeninos. Lo sexual no se define a partir de uno u
otro sexo, sino del goce que lo identifica o no al sexo biológico que le fue asignado.

Lo que los sueños con cuerpos nos dan a leer es precisamente lo que el sujeto no puede decir
sobre su propio cuerpo, de su imagen y su perfectibilidad, por no mencionar a su propio goce. El
cuerpo es un objeto tan íntimo que a veces es puesto en reserva en el análisis, como si se tratara
de un objeto secundario o embarazoso, incluso de un objeto de vergüenza. Tener vergüenza de
su cuerpo, o de ciertas partes de su cuerpo, es una manifestación de la relación del sujeto a su yo
ideal. El sentimiento de vergüenza es el índice mismo de que el cuerpo no es una imagen desen-
carnada, sino que está capturado por el lenguaje. Lacan dice que está capturado en “la dialéctica
del significante”.2 Eso revela que no hay un cuerpo-imagen sino un cuerpo-lenguaje, un cuerpo
capturado en la palabra y cuya imagen se modifica, incluso en función de la palabra que se produ-
ce en el análisis. Es por eso que la experiencia del análisis modifica la imagen del cuerpo. En
efecto, no es poco frecuente ver cuánto se liberan de su relación al cuerpo propio los sujetos en

*
Texto original en francés publicado en el sitio web de l’École de la Cause Freudienne (ECF), disponible en:
http://www.causefreudienne.net/reves-de-corps/
1
Freud, S., “La interpretación de los sueños”, en Obras Completas, Tomo V, Amorrortu, Buenos Aires,
1976, p. 597.
2
Lacan, J., El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 1972, p. 281.
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análisis, invistiéndolo de un modo diferente y, de ese modo, sirviéndose de él de otra manera.


Gozan de él un poco mejor, es decir, que se misman3 mejor, si me permiten este neologismo. Esto
ya indica el impacto de los significantes que operan sobre el cuerpo. Al tratar la causa del síntoma,
la libido se focaliza menos sobre la imagen del cuerpo. Éste se vuelve así más abierto al deseo y,
de este modo, caen las defensas que lo obstaculizaban.

El cuerpo está afectado por el significante

En cuanto se hace su relato en la sesión de análisis, el sueño pasa de la imagen a la palabra. Se


ve afectado por los significantes. Es decir que la incoherencia propia de las imágenes encuentra
un hilo en cuanto el sueño se hace decir. Los sueños con cuerpos acentúan el alcance de la re-
presentación del cuerpo como presencia, como existencia propia a sí misma. Lo cual parece tanto
más sorprendente cuanto que el dormir vuelve al cuerpo absolutamente inerte y fuera de sí, des-
conectado de su pensamiento. La conciencia del propio cuerpo está adormecida. Por otra parte,
es por eso que, en cuanto soñamos que caminamos, que corremos, que el cuerpo está activo en
el sueño, nos vemos sorprendidos por el sentimiento intenso experimentado por la acción de esos
movimientos, mientras que el cuerpo permanece inmóvil.

Hay ahí una paradoja. Hay un cuerpo en movimiento en los sueños que indica cuánto el cuerpo
vivo se manifiesta en la lengua del inconsciente. La lengua vivifica al cuerpo dormido. Lo muestra
gozante. Como lo indica esta bella frase de Lacan en …o peor, “lo que hay que suspender [al
dormir] es esa ambigüedad que existe en la relación del cuerpo consigo mismo – el gozar”.4 Si el
dormir lo suspende, el sueño, por el contrario, lo hace surgir. Es el sueño el que procura el gozar.
Hay ahí una operación entre el cuerpo desprovisto del gozar durante el dormir, y el modo por el
cual goza en el sueño.

Fragmuertación5 y goce

Los sueños también aparecen como pesadillas donde las imágenes del cuerpo surgen en situa-
ciones de desmembramientos, de deformaciones, que dan al sueño su connotación de horror.
Cuerpos cortados, quemados, magullados, golpeados, encadenados, etc., ponen en evidencia el
poder de las representaciones que van de la desfalicización del cuerpo a su destrucción. El impac-
to de la violencia muchas veces pone fin a la tortura que provocan esos sueños por medio de un
brutal despertar. En efecto, la imagen del cuerpo otorga consistencia al cuerpo vivo y depende de
una cierta regulación de las pulsiones de vida. Cuando ésta aparece fragmentada, deshecha, en-
gullida, mutilada, etc., es la vida la que es afectada. El cuerpo en el sueño se descompone para
marcar la presencia de la muerte en el psiquismo. Surge en los sueños nocturnos, recordándonos

3
Lacan, J., El Seminario, Libro XX, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. 103.
4
Lacan, J., El Seminario, Libro XIX, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 213.
5
N. de la T.: En el original, mort-cellement, neologismo que condensa mort [muerte] y morcellement [frag-
mentación].
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el poder de ese real de la muerte en el inconsciente. El sentimiento de tener un cuerpo, del cual
habla Lacan en el seminario El sinthome,6 tiene por consecuencia poder perderlo. Tener se conju-
ga con perder. Los sueños en los que el cuerpo surge desmembrado, cadaverizado, etc., son a
menudo sueños de castración. Ponen en evidencia la angustia de castración, pero también pue-
den dar a leer un real traumático, aquel que la Shoah dejó con sus imágenes de cuerpos esquelé-
ticos, vaciados, hacinados, quemados, y que no se olvidan.

Lo infinito del goce femenino

Para concluir, les propongo dos sueños que abordan el goce femenino. El primero es el sueño de
una analizante de Lacan. Soñó que “¡la existencia volvería a brotar siempre por sí misma!”. Hete
aquí el comentario de Lacan: “El sueño pascaliano de una infinidad de vidas sucediéndose a sí
mismas sin fin posible. Se despertó casi loca. Ella me lo ha dicho. Desde luego, yo no lo encon-
traba gracioso. Pero, vean, la vida, eso es algo sólido. Es justamente sobre lo cual vivimos.”7

El segundo sueño es el de una analizante de J.-A. Miller. Esclarece lo que Lacan dijo del goce
femenino, que no puede decirse, que está fuera de lo simbólico. Hete aquí el sueño. “[…] Un géi-
ser turbulento, efervescente de vida inagotable”,8 al cual ella siempre había procurado igualarse,
indica J.-A. Miller.

Ambos sueños nos impresionan: tienen las mismas resonancias, las que no pueden decirse sino
en las metáforas propias a la escritura del sueño, y muestran el poder del significante para hablar
del cuerpo gozante, sin que este último aparezca en el sueño, como podemos constatar. El sueño,
por medio de la interpretación del analista, da a leer el cuerpo que se goza. Es el cuerpo elucu-
brado en la metáfora lo que se escribe, el del brote para el primero, y el del géiser para el segun-
do, donde surge lo ilimitado del goce femenino.

Hay algo asombroso que asemeja a ambos sueños, uno relatado por Lacan, el otro por J.-A. Mi-
ller, a varias décadas de distancia, y es observar que interpretaron del mismo modo la metáfora
del goce femenino a partir de un sueño del analizante.

El sueño es así la vía regia para decir el cuerpo que se goza.

Traducción: Lorena Buchner.

6
Lacan, J., El Seminario, Libro XXIII, El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 64.
7
Lacan, J., “Conferencia en Lovaina”, 13 de octubre de 1972, inédito.
8
Miller, J.-A., El ser y el Uno, clase del 2 de marzo de 2011, inédito.
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