Extracto del Tomo 1 de Teologia Sistematica de Paul Tillich , pags 320-323
c) Dios como espíritu y los principios trinitarios. - El espíritu es la unidad de los
elementos ontológicos y del telos de la vida. Actualizado como vida, el ser en sí halla su plenitud como espíritu. La palabra telos expresa la relación entre la vida y ·el espíritu con mayor precisión que las palabras "finalidad" o "meta". Expresa la índole de la vida que interiormente la encamina al espíritu, la urgencia que siente la vida para convertirse en espíritu, para realizarse como espíritu. Telas representa la finalidad interior, esencial, necesaria, aquello en lo que un ser cumple su propia naturaleza. Dios como viviente es Dios realizado en si mismo y, por ende, espíritu. Díos es espíritu. 11:ste es el símbolo más englobante, más directo y menos limitado de la vida divina. No precisa que se le equilibre con otro símbolo, porque incluye todos los elementos ontológicos. Al llegar a este punto, hemos de hacer algunas advertencias previas acerca del espíritu, aunque la doctrina del espíritu constituya el tema de una parte separada de la teología sistemática. La palabra "espíritu" (con una ~ minúscula) ha desaparecido casi por completo de la lengua inglesa como término filosófico significativo, a diferencia de las lenguas alemana, francesa e italiana donde las palabras Geist, esprit y espirito han conservado su estatuto filosófico. Esto se debe probablemente a la separación radical que se ha establecido entre la función cognoscitiva de la mente, por una parte, y la emoción y la voluntad, por la otra parte, separación de la que tenemos un ejemplo típico en el empirismo inglés. En todo caso, la palabra "espíritu" aparece sobre todo en un contexto religioso y entonces se escribe con una E mayúscula. Pero es imposible comprender la significación de Espíritu si no se comprende la significación de espíritu, ya que el Espíritu es la aplicación simbólica del espíritu a la vida divina. El significado de espíritu está formado por el significado de los elementos ontológicos y de su unión. En términos de ambos aspectos de las tres polaridades, podemos decir que el espíritu es la unidad del poder y de la significación. En el aspecto de poder, incluye la personalidad centrada, la vitalidad autotrascendente y la libertad de autodeterminación. En el aspecto de significación, incluye la participación universal, las formas y las estructuras de la realidad, y un destino que limita y dirige. La vida realizada como espíritu abarca tanto la pasión como la verdad, tanto la líbido como la sumisión, tanto la voluntad de poder como la justicia. Si uno de estos elementos absorbe a su elemento correlativo, la vida queda reducida a una ley abstracta o a un movimiento caótico. El espíritu no se yergue en oposición al cuerpo. La vida como espíritu trasciende la dualidad de cuerpo y mente. Y trasciende asimismo la triplicidad de cuerpo, alma y mente, en la que el alma es el poder v,ital concreto y la mente y el cuerpo son sus funciones. La vida como espíritu es la vida del alma, que incluye la mente y el cuerpo, pero no como realidades junto a la realidad del alma. El espíritu no es una "parte", ni es una función particular. Es la función que 10 abarca todo y en la que participan todos los elementos de la estructura del ser. Sólo en el hombre y por el hombre es posible hallar la vida como espíritu, porque sólo en él está plenamente realizada la estructura del ser. La afirmación de que Díos es Espíritu significa que la vida como espíritu es el símbolo inclusivo de la vida divina. Contiene todos los elementos ontológicos. Dios no está más próximo a una "parte" o a una función particular del ser que a otra "parte" o a otra función del ser. Como Espíritu, está tan próximo a la oscuridad creadora del subconsciente como a la luz crítica de la razón cognoscitiva. El Espíritu es el poder en el que vive la significación, y es la significación que confiere dirección al poder. Díos como Espíritu es la unidad última de ambos, del poder y de la significación. Contrariamente a Nietzsche, que identificaba las dos afirmaciones: "Dios es Espíritu" y "Dios ha muerto", nosotros hemos de afirmar que Dios es el Dios vivo porque es Espíritu. Toda discusión de la doctrina cristiana de la Trinidad debe empezar con la afirmación cristo lógica de que Jesús es el Cristo. La doctrina cristiana de la Trinidad corrobora el dogma cristológico. Pero la situación es muy distinta si, en lugar de formular la cuestión de las doctrinas cristianas, planteamos la cuestión de las presuposiciones de tales doctrinas en la idea de Dios. Entonces tenemos que hablar de los principios trinita rios, y empezar por el Espíritu en lugar de empezar por el Logos. Dios es Espíritu, y toda afirmación trinitaria debe deducirse de esta aserción fundamental. La vida de Dios es vida como espíritu. y los principios trinitarios son momentos en el proceso de la vida divina. La intuición humana de lo divino ha distinguido siempre entre el abismo de lo divino (el elemento de poder) y la plenitud de su contenido (el elemento de significación), entre la profundidad divina y el logos divino. El primer principio es la base de ·Ia divinidad, lo que hace que Dios sea Dios. Es la raíz de su majestad, la intensidad inalcanzable de su ser, el fondo inagotable del ser en el que todo tiene su origen. Es el poder del ser que opone una resistencia infinita al non-ser y confiere el poder de ser a todo lo que es. En los pasados siglos, el racionalismo teológico y filosófico ha despojado a la idea de Dios de este primer principio y, con él, le ha arrebatado su divinidad. Dios se convirtió entonces en un ideal moral o en otro nombre cualquiera que indicase la unidad estructural de la realidad. El poder de la divinidad desapareció, pues, por completo. El término clásico logos es el más adecuado para designar el segundo principio, el de significación y estructura: une la estructura significativa con la creatividad. Mucho antes de la era cristiana -en cierto modo, ya en Heráclito-, el logos adquirió ciertas connotaciones de ultimidad junto con la significación del ser como ser. Según Parménides, el ser y el logos del ser son inseparables. El logos abre el fondo divino, su infinitud y su oscuridad, y convierte su plenitud en discernible, definida, finita. El logos ha sido llamado el espejo de la profundidad divina, el principio de la autoobjetivación de Dios. En el logos, Dios pronuncia su palabra, tanto en sí mismo como más allá de sí mismo. Sin el segundo principio, el primero sería el caos y un fuego abrasador, pero no sería el fondo creador. Sin el segundo principio, Dios es demoníaco, está caracterizado por la soledad absoluta, es el "absoluto en su desnudez" (Lutero). Como actualización de los otros dos principos, el Espíritu es el tercer principio. Tanto el poder como la significación están contenidos y unidos en él. El Espíritu los hace creadores. El tercer principio es, en cierto modo, la totalidad (Dios es Espíritu) y, en cierto modo, es un principio particular (Dios posee el Espíritu como posee el logos)< Es el Espíritu en el que Dios "sale" de sí mismo: el Espíritu procede del fondo divino/Confiere una realidad concreta a lo que es potencial en el fondo divino y "declarado" en el logos divino. A través del Espíritu, la plenitud divina queda situada en la vida divina como algo definido y, al mismo tiempo, está reunida con el fondo divino. Lo finito está situado como finito en el seno del proceso de la vida divina, pero está reunido con lo infinito en el seno del mismo proceso. Es distinto de lo infinito, pero no está separado de él. La vida divina es un misterio infinito, pero no es un vacío infinito. Es el fondo de toda. abundancia, y ella misma es abundante. La consideración de los principios trinitarios no es la doctrina cristiana de la Trinidad. Es una preparación para ella, nada más. Sólo es posible discutir el dogma de la Trinidad después de elaborar el dogma cristológico. Pero los principios trinitarios aparecen siempre que se habla significativamente del Dios vivo. La vida divina es infinita, pero en el sentido de que lo finito está situado en ella de tal modo que trasciende la potencialidad y la realidad. No es, pues, exacto identificar a Dios con lo infinito. Esto sólo puede hacerse a ciertos niveles de análisis. Si se describe como finitos al hombre y su mundo, entonces, contrariamente a ellos, Dios es infinito. Pero el análisis debe rebasar este nivel en ambas direcciones. El hombre es consciente de su finitud, porque detenta el poder de trascenderla y considerarla. Sin esta conciencia, no podría decir de sí mismo que es mortal. Por otra parte, lo que es infinito no sería infinito· si estuviese limitado por lo finito. Dios es infinito porque tiene lo finito (y, con él, aquel elemento de non-ser que pertenece a la finitud) en sí mismo, unido a su infinitud. Una de las funciones que cumple el símbolo de la "vida divina" es la de remitimos a esta situación.