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influencia predominante del modelo epistemológico positivista. Esta co-
rriente de pensamiento rechazaba la metafísica, en especial la metafísica
religiosa, así como todo atisbo de fantasía. Y logró una mpturaepistemológica
fundamental para el desarrollo autónomo del conocimiento científico
sustentado en la observación y la experimentación. Así fue que el positivismo
logró ap>¡_rtar a la historia y a la Geografía del arte literario y las encaminó
hacia un examen desapasionado de los hechos históricos o geográficos. Su
desarrollo y aplicación no examinado fueron llevando luego a un empo-
brecimiento de la producción científica.
El núcleo fundamental de este pensamiento, puede rastrearse desde
Comte A. (1982). Es el supuesto de un orden natural único en la realidad
que tiende al progreso indefinido. Todo lo que ocurre responde a ese orden
natural que hay que descubrir, conocer y aceptar.
La teoría del conocimiento que corresponde a esta posición asignó un papel
central al objeto d~ conocimiento y negó la intervención del sujeto en su
construcción. Los hechos de la naturaleza sonel objeto de conocimiento. El
investigador debía observarlos y luego ordenar los datos de lo observado.
La obsesión en captar de la forma más detallada posible a los hechos devino
en un verdadero culto hacia ellos.
El positivismo no se interrogó acerca de cómo constmye el sujeto la
realidad en su pensamiento. Supuso un conocimiento libre de valores,
neutral y objetivo, porque el sujeto congnoscente podía y debía abstraerse
de esos valores. La negación del papel activo del sujeto cog11oscente se
relaciona con el supuesto que es posible alcanzar una percepción universal
de la realidad; todas las personas percibirán las mismas cosas, verán los
mismos fenómenos, tendrán las mismas experiencias. No se tenían en
cuenta los valores, las prenociones que forman parte de la conciencip. dE¡) los
sujetos y que actúan permanentemente en la selección de aquello que
vemos de la realidad y que nos distingue a unos de otros.
--'. En consecuencia para el positivismo, tal como aparece en la práctica de
este docente y en el proceso de aprendizaje de sus alúmnos, el sujeto
cognoscente sólo puede ser un erudito, desapasionado y objetivo observa-
dor, que debe conocer la cantidad de los nomos, el nombre de las pirámides,
el nombre de las capitales, el nombre del primer faraón, el nombre del
pueblo invasor, los límites de Egipto, si allí llueve o no, en lugar de la
relación entre la sedentarizacióny la unificación política, entre la teocracia
y el arte funerario, o entre las condiciones del medio árido y la necesidad
de una organización social que garantice el mejor aprovechamiento del ·
agua. .
En el relato positivista el uso del indicativo y de la tercera persona
enmascara la opinión del autor. Desde el positivismo se califica como
ideológicos a aquellos discursos en los cuales se explicitan los valóres del
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autor y de neutros a aquellos que sólo describen situaciones, como si la
descripción no implicara un recorte selectivo -y valorativo- de la reali~
dad. Péro la negación del papel activo del sujeto en el modelo positivista,
abrió la puerta justamente a todo lo que el sujeto piensa, sin examinarlo y
mezclándolo en el discurso bajo una ap~rente neutralidad.
· El docente de nuestro ejemplo sostiet1e su clase de esa manera y no de
otra. Porque su representación acerca de la construcción del conocimiento,
es positivista. En esa representación la Historia, la Geografía, el Derecho
y todas las demás ciencias sociales se presentan como sólo una y en general
como la fiel reproducción de un orden natural. No se considera que las
Ciencias Sociales son el resultado de la interpretación de los especialistas
acerca de un fenómeno.
En este tipo de práctica no abunda ni la problematización ni el análisis.
Por eso el profesor se abstrae -supuestamente- de la posibilidad ~e
intervenir en el proceso de pensar la Historl.á o la Geografía e induce a los
alumnos a memorizar y a repetir. N o asigna un lugar para que los
adolescentes también con:struyan sus hipótesis, las confronten, las anali-
cen y establezcan una síntesis.
En consecuencia, dentro del aula, tres sujetos que se aproximan a la
realidad a través de diferentes instancias -el científico a través de su
investigación, el docente a través de la enseñanza y el alumno en su
aprendizaje- son excluidos como sujetos que pueden pensar y explicar o
interpretar la realidad.
En tanto los docentes sigamos identificando a la ciencia que se ensefía
con este modelo de pensamiento, transmitiremos bajo una supuesta obje-
tividad un conocimiento cargado de subjetividad y nos privaremos de un
enorme caudal de ideas, explicaciones e -interpretaciones que podemos
recoger del campo disciplinario. Nos limitaremos nosotros mismos la
posibilidad de pensar la realidad al ordenarla y explicársela a ;-.."..::.~stros
alumnos y limitaremos también, obviamente, a los adolescentes.
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GUI N EA
BRU,JUL A
POL V ORA
ENRIQUE
CARTO G RAFIA
ASTROL A BIO
COPERNI C O
OR l ENTE
PORTULAN O S
ATLA NTICO
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Cuando hablamos de volcanes, ciudades, batallas, invasiones inglesas,
nos ponemos de acuerdo sobre qué estamos hablando, decimos que son
hechos o fenómenos de la experiencia. Elaboramos un nivel de abstracción
que se transforma en un código básico para aprehender la realidad.
. Pero existen otros niveles de abstracción que se alejan de la posibilidad
de que todos acuerden acerca de la experiencia que tienen sobre ellos. Si
decimos que los acontecimientos de Mayo de 1810 constituyeron una
revolución o si decimos que una región geográfica es un espacio terrestre
que presenta homogeneidad en sus elementos físicos, humanos y económicos,
estamos hablando de otros niveles de abstracción. Habría que explicar, por
ejemplo, qué se entiende bajo el concepto de revolución o de homogeneidad
regionaL
Así, la falta. de reflexión teórica reduce todos los conceptos en sus
diferentes niveles de abstracción y jerarquía a hechos y fenómenos obser-
vables. El problema no es que aparezcan conceptos de diferentes jerarquías
cognoscitivas en el mismo párrafo -se podría decir que es lógico que así
ocurra:_, sino el tipo de relaciones que se establecen entre ellos y la carga
explicativa que se asigna a cada uno de ellos y a todos juntos.
Para el positivismo el objeto de la enseñanza de las ciencias sociales en
la escuela media es la totalidad. Como la totalidad no se analiza, porque es
un dado, el positivismo no tiene una propuesta para seleccionar informa-
ción. Si el todo es un dado no analizable, lo importante pasan a ser las
partes del todo y todas por igual, sinjerarquizarlas. Estudiar las corrientes
marinas, la distribución de la población o la economía de Mrica en un
primer aí'í.o de Geografía, o el arte egipcio, la democracia griega o la
coronación de Carlomagno en Francia da lo mismo, porque cualquiera de
esas partes sirve para alcanzar la totalidad real -vista como un orden
natural-. Los contenidos sé van a ir enseí'í.ando de acuerdo a su orden en
el currículum -o el libro de cabecera-y el tiempo de dictado de clases será
finalmente el que seleccione cuáles serán los contenidos a enseí'í.ar.
A veces nos preguntamos por qué no se estudia la Edad Media en la
escuela, si es porque continúa existiendo un prejuicio inconsciente en los
docentes sobre esta etapa o si es más bien la imposibilidad de recortar una
aproximación a la realidad significativa y vállda. N os inclinamos más por
la segunda opción que por la primera: la Edad Media no se estudia porque
el tiempo no alcanza.
Así, el objetivo de la enseñanza es apropiarse de partes del todo y el
resultado, la enseí'í.anza de un conocimiento atomizado, sin justificar los
recortes o la selección de esas partes. Esta es la forma de conocimiento que
termina confluyendo con el enciclopedismo.
Volvamos ahora al crucigrama. ¿A qué apunta? A que se recuerden
algunas cosas. ¿Con qué fundamentos? Recordar partes observables de la
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realidad -portulanos, Atlántico, Enrique, Cópernico, brújula, Guinea,
pólvora, cartografía, astrolabiO, Oriente- sin relacionar, jerarquizar, ni
explicar un proceso social. La consigna del docente se resuelve con un bajo
nivel de conceptualización y apelando exclusivamente a la memoria y no al
pensamiento. Apelar a la memoria no es en sí mismo malo, al contrario,
puede muchas veces ayudar a la elaboración de conceptualizaciones más
complejas. El problema se presenta cuando el único tipo de desafío que
proponemos a nuestros alumnos es recordar "cosas" sueltas y observables.
La Geografía enciclopedista anterior al p.ositivismo, del siglo XIX, tenía
por objetivo la descripción de la tierra: inven~ariar todo lo que se descubría
sobre la superficie terrestre. Parecería que ese objetivo perdura ahora en
la Geografía escolar, con la· diferencia de que,. mientras Marco Polo
descubría pueblos desconocidos por gTan parte de la humanidad de su
tiempo histórico, los adolescentes de hoy "descubren el Japón y su pobla-
ción" y hacen su inventario en la clase mientras losjaponeses se transforman
en importantes agentes económicos en los Estados Unidos.
Describir, comparar, hacer tipologías, construir mapas, dar importancia
a la experiencia empírica, etc., son aspectos utilizados por la metodología
positivista útiles y necesarios en la construcción del conocimiento. Pero hoy
sabemos que un procedimiento científico exige además una reflexión crítica
acerca de qué se pretende abarcar o a qué se pretende responder con esas
herramientas.
Eí9
Relieve División política México
Clima Actividades econó- Guatemala
Biomas micas de A. del N. Belice
Costas, océanos y del S. Honduras
y mares . Agricultura
Ganadería-Pesca El Salvador
Hidrografía Minería-Actividad Nicaragua
forestal- Industria- Costa Rica
Transporte Panamá
Cuba
Haití
Rep. Dom.
Jamaica
Puerto Rico
Venezuela
Guyana
Surinam
Colombia
Ecuador
Perú
Bolivia
Chile
Paraguay
Argentina
Uruguay
Brasil
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contaminacion ambiental y otros tipos de transformaóones de la natura-
leza por parte de la sociedad. Sin embargo son tratados como temas que se
suman, que amplían, pero que no rompen con la perspectiva de ubicar en
el centro a un orden natural y a la naturaleza como principal protagonista
del desarrollo de la humanidad.
En el temario correspondiente a la Geografía de América el concepto de
población ocupa un lugar central. A diferencia del concepto de sociedad, el
de población está despojado de todo contenido histórico, de relaciones
sociales, heterogeneidad, conflictos, formas .de organización, ocupación y
transformación del territorio. El concepto de. población tiene un enfoque
naturalista. Asimila población humana a la población animal, por lo tanto
sólo interesan las relaciones "naturales" entre los miembros y su medio, y
su composición y evolución cuantitativa, su crecimiento, distribución y
reproducción.
Ejemplifiquemos esto:
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el Estado aparece destacado por su ohra, realizada por sus representantes.
El Estado y sus representantes son también sujetos de la Historia.
Profundicemos este concepto de Estado ..
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La concepción del sujeto con la que se trabaja en Ciencias Sociales tiene
gran impacto en los contenidos que se ensel'ían en los colegios. La reflexión
que se desprende de lo antedicho es la necesidad de repensar el lugar de los
sujetos de la Historia cada vez que armamos nuestras planificaciones o
cada vez que damos nuestras clases.
No se trata sólo de tener encuenta a omisiones tales como la mujer, los
artesanos, campesinos u obreros, o a los rebeldes y marginados de todo
género. No se trata tampoco de abandonar a los individuos como prota-
gonistas de la Historia o la Geografía. Hoy en día muchos especialistas
sostienen que las Historias individuales pueden hacer inteligibles determi-
nadas cuestiones de la realidad social. No se trata tampoco de negar la
importancia de la vida política y del papel de los sujetos que la encarnan con
mayor gravitación.
Tal vez lo que el positivismo transfirió a la ensefíanza por mucho tiempo
y es necesario hoy repensar es que junto a esa obsesión y clausura en torno
a determinados individuos o en torno al concepto de población, hay algo
mucho más de fondo que no se ensel'ía y que es justamente el protagonismo
de los sujetos a través de sus prácticas. En tanto los sujetos simplemente
estén junto a los hechos, perderemos el interés que puede despertar en los
alumnos explicar las intencionalidades en juego.
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de los profesores de Historia es que los adolescentes puedan construir
nociones temporales. ·
En el caso del profesor citado podemos imaginar programacwnes y
clases centradas en un cúmulo de fechas.
Esta vieja práctica dé la enseílanzª de la Historia basada en una·
c'ronologia profusa tiene relación con la larga hegemonía del paradigma
positivista. Su concepto de tiempo histórico se reduce al de instrumento
de medición. No existe la preocupación por conceptos ternporales tales
como duración, relación temporal, seriación causal o cambio y
continuidad.
Leamos otra observación de clase:
P: (La profesora realiza en el pizarrón el esquema de las edades histó-
ricas y explica mientras tanto) Se inicia un nuevo tiempo histórico con
un hecho q'ue se ubica un cuadradito antes del 1800: 1789. Es Ja
Revolución Francesa. Este hecho es el más importante y el que
usamos para representar el cambio de época.
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estática de la Historia, en la cual se omite la interacción entre los sucesos.
En segundo lugar promovió la idea ele que cada hecho histórico, por
acumulación, refleja las leyes naturales del progreso, que son externas al
hombre.
Para sintetizar, en las prácticas docentes de fuerte influencia positivista
domina la transmisión a los alumnos ele puntos o hitos bajo la forma ele un
conglomerado de fechas que permitan la localización temporal por medio
de parámetros universales y la ausencia de nociones temporales más
complejas.
La influencia positivista en la dü;ciplina Geografía se refleja en que
para ella la Geografía como realidad, es ahistórica. La tierra no cambia con
el tiempo histórico sino con el tiempo de la naturaleza, porque sólo se
supone un tiempo: el de la naturaleza. Esto se verá claramente en los
mapas t¡~ue a veces hacemos confeccionar a los adolescentes. En el mapa
fitogeográfico, por .ejemplo, el bosque templado suele tener una distribu-
ción muy lejana a la realidad. No se reconocen las transformaciones
ejercidas por la sociedad, que en numerosos casos lo reemplazó por cultivos.
La ahistoricidad de la Geografía se traduce en su audacia para
formular predicciones:
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Imaginemos que enseíí.amos la vida política durante la primera
década de vida independiente (181 0-1820) como una coyuntura signada
pm" la revolución -cambio profundo que no se produce en un tiempo
corto ni en un día- y sus guerras.
Iin.aginemos además qu? enseüamos a relacionar dicha revolución
con otros fenómenos significativos como las revoluciones burguesas de
Europa y Estados Unidos y la cnsis en España.
Imaginemos que comparamos con el resto de las revoluciones hispa-
noamericanas e intentamos explicar el fracaso de todas hacía 1815-
excepto la del Río de la Plata- así como el triunfo definitivo de todas
hacia 1824. ·
P: La selva presenta una población vegetal densa, con una gran diver-
sidad de especies que dificulta la actividad forestal.
P: La vivienda está en relación de dependencia con las condiciones
climáticas.
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resultado de las relaciones necesarias entre el medio y los organismos
vivos. De esta concepción"' se deriva el determinismo geográfico, según el
cual las diferencias naturales o del medio natural explican las diferencias
en las sociedades humanas. En otras palabras, el medio natural determina
las acciones humanas.
Cuando se conforma el pensamiento positivista, desde mediados del
siglo XIX, los procesos naturales aún eran para la sociedad un mundo
bastante desconocido. La Geografía asume entonces el papel de describir
esos procesos así como las obras humanas 'sobre la superficie terrestre.
Pero además tuvo interés por encontrar una explicación, y esta
explicación la encontró en el mismo orden natural. Por eso én el marco de
ese paradigma la Geografía se asumió a sí misma como una ciencia natural
para el estudio total e integral de la superficie terrestre .
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escolares se comenzaron a revisar a partir de la restauración de la.
democracia.
6 No usamos al término historicismos en el sentido general que engloba a las corrientes que
a fines del siglo XIX y comienzos del XX pusieron el acento en el movimiento constante o en
el curso de la Historia y que en consecuencia comprende tanto al positivismo como a su crítica
idealista
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naturales, sino que son una proyección del pensamiento y de los intereses
presentes. 7
Este paradigma tuvo menos influencia que el positivismo en la
enseñanza de la Historia y la Geografía. En el currículum se produjo una
mezcla de ambas corrientes. En Geografía, introdujo principalmente el
estudio de las regiones.
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usaban los positivistas ''prestado" de las Ciencias Naturales, quedó desea~
1if1cado.
Esté nuevo marco metodológico podría haber entrado a la escuela
promoviendo la empatía y la imaginación para que los adolescentes
reconstruyeran procesos sociales, junto, a .metodologías cualitativas que
ayudan a interpretar la realidad, en lugar de privilegiar la verificación de
hechos, característicos de los métodos cuantitativos del positivismo.
Desde nuestro punto de vista, y con el control de datos empíricos, esta
propuesta podría haber contribuido a mejorar la enseñanza del& :lílistoria
y de la Geografía. Pero tampoco fue así hasta tiempos muy recientes.
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las ideas y de la religión. Frente al enfoque institucional se abre el espectro
temático para recuperar la diversidad de lo creado por el hombre.
¿Cuií.les son los efectos de esta apertura en la ensei'íanza? Los contenidos
de la materia Historia pasan también a ser el mayor número posible de
datos destacables, aunque ahora más vm~iados. Conocer y aprobar Historia .
e's recordar no sólo el nombre de todos los emperadores romanos, sino
también el de sus dioses, sus héroes, sus artistas y sus obras arquitéctonicas,
escultóricas o literarias. Se refuerza un enciclopedismo cargado de pre-
juicios y el desborde de información hace que la ensefíanza no pueda
superar la separación tajante y casi absoluta entre política, economía,
cultura. El cuadro de doble entrada tiene su razón de ser pues ayuda a
ordenar un enorme caudal de información. Pero no puede superar el
esquematismo que hace perder la posibilidad de explicar o comprender los
procesos históricos. En el caso de la ensefíanza de la Historia, la luc};,a
ideológica por la que atravesó nuestro país rio permitió consensuar ningún
horizonte conceptual para que la institución escolar lo transmitiese. Esto
preservó dentro de la escuela la continuidad de la concepción didáctica de
la Historia asociada al paradigma positivista.
·La ensefíanza de la Historia intentó algunos manotazos para responder
al caudal de conocimiento que se producía desde otros paradigmas.
Incrementó la variedad de información, se incorporaron los legados cul-
turales de las civilizaciones, desarrollados por posturas historicistas, así
como luego se sumarán algunos aspectos de la sociedad o de la economía,
desarrollados por posturas estructuralistas o marxistas. Pero esto sólo
resultó en agudizar el enciclopedismo. ¿Qué es lo que la enseüanza de la
Historia no se permitía? La reflexión epistemológica sobre lo que se ensefía
y la transmisión de paradigmas disciplinarios relevantes. Se smnaban sin
·sentido datos a un discurso incoherente. Se yuxtaponía información
priorizando siempre la acumulación por sobre la explicación o la compren-
sión (Riekenberg M., 1991).
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atemporal. Obviamente no hay cambios, el mapa manifiesta un presente
eterno.
La enseñanza de la Geografía se siguió preocupándose más por las
formas que por los procesos. Se refuerza aquella ahistoricidad planteada
desde el positivismo.
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Es un espacio terrestre que presenta homogeneidad en sus
ele;mentos físicos, humanos y económicos." (ALEMAN E. y A
LO PEZ RAFFO, 182 edición, impreso en febrero de 1990, p. 292).
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Aquí se incluyen otros conceptos, situación de aislamiento y progreso
socioeconómico. ¿Cómo se definen? A partir de cómo se conceptualízan se
pueden plantear las relaciones entre ellos.
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2. ¿Es lo mismo diferenciar el espacio. de una manera que de
otra?
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orígenes del peronismo, no importando demasiado si las relaciones que
establecen están validadas por el conocimiento actual; para otros docentes
la relatividad del conocimiento se ensei1a al transmitir a nuestros alumnos
cómo han variado con el tiempo las interpretaciones consensuadas acerca
de los orígenes del peronismo: la visión clásica-académica (Germani G.,
1962) que coincidió con la partidaria y que puso el eje en las migraciones
internas y en la captación de sectores populares por medio de un líder
carismático, la visión que se centró en la racionalidad de la alianza de
fracciones de clases sociales (Murmis M: y D. C. Portantiero, 1971), y
finalmente las visiones más recientes que asocian el surgimiento del
peronismo a una crisis de participación política en un contexto de moder-
nización económica (Torre D. C., 1988).
Nosotros creemos que para que los alumnos puedan construir conoci-
mientos deben encontrar en nuestras propuestas un incentivo para el
desarrollo de habilidades intelectuales pero también deben conocer dife-
rentes interpretaciones de las ciencias sociales. De esta manera, los
alumnos pueden examinar las diferentes interpretaciones de las discipli-
nas y, a su vez, los resultados de las disciplinas pueden poner a prueba
argumentos personales de los alumnos. A través del examen y de la
argumentación se construyen los consensos y se evita el relativismo
extremo.
El interrogante del docente sobre si Rosas era nacionalista o no se queda
a mitad de camino ante los dos desafíos porque no alienta a que el alumno
siga avanzando en sus argumentacionesy porque no presenta
sistemáticamente las diferentes interpretaciones o explicaciones acerca de
la figura de Rosas y su ideología.
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