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ÍNDICE

1. Carta del editor 5

2. Estructura del reporte 8

3. Metodología 9

4. Las primeras percepciones 11

a) Introducción 12

b) El mexicano y su relación con la comida 14

c) El mexicano y su relación con la actividad física 18

d) El mexicano y su relación con la salud, la enfermedad, la previsión 21

e) …y entonces ¿qué es la obesidad? 23

f) El mexicano y los mensajes 27

g) El mexicano y los impuestos 29

5. Decir, pensar y hacer: toma de decisiones 31

a) La familia: generadora de criterios 36

b) Del habitus ¿al hábito? 40

6. La alimentación como símbolo: a manera de conclusión 43

7. A manera de sugerencias 49

8. En sus palabras 53
ÍNDICE

Confidencial
CARTA DEL EDITOR
Mucho se habla y escribe acerca del problema de obesidad y sobrepeso en nuestro país.
El tema puede abordarse desde distintos niveles y perspectivas: económicas, políticas,
sociales o de salud. Más allá de los parámetros médicos internacionales para definir y medir
el sobrepeso y la obesidad, más allá de las implicaciones y consecuencias negativas en
la salud de los individuos, más allá de los costos económicos para un gobierno e incluso
más allá del malestar que pueda ocasionar en la vida de las personas, para Bitácora Social
comprender las percepciones culturales detrás de este fenómeno significaba un reto
interesante: queríamos entender qué significa la obesidad (y todos los elementos que la
rodean) para los individuos, en su día a día, desde una perspectiva más amplia de lo que
representan las noticias, los mensajes, los riesgos y el discurso de las instituciones o incluso
de las marcas y la publicidad.

La necesidad de esta investigación surge a partir del interés de la Alianza por una Vida
Saludable y ConMéxico de entender mejor el problema de sobrepeso y obesidad que afecta
al país. Para ello, se propuso un enfoque antropológico que buscó identificar cómo es que el
mexicano genera hábitos y toma sus decisiones cotidianas, sobre todo aquellas relacionadas
con la ingesta de alimentos y la actividad física (factores que en estudios y comunicación
siempre aparecen como relevantes).

El tema no es nuevo, la información es amplia ya que se ha hablado enfáticamente durante


los últimos años sobre el fenómeno y sus consecuencias poniendo atención especialmente
en la alimentación de las personas y su tendiente estilo de vida sedentario. Incluso, se han
llegado a polarizar las posturas a tal grado de señalar culpables y, por ende, responsables
de la problemática provocando enfrentamientos que podrían estar abonando poco al
entendimiento y solución de dicho fenómeno. Se dice que el problema es multifactorial
empezando porque en el individuo afectan componentes genéticos y metabólicos,
pasando por la oferta híper calórica y arribando a la poca actividad física. Las propuestas
de solución también son multifactoriales porque no solo involucran a legisladores,
gobiernos y organizaciones de la sociedad civil sino también a las empresas y marcas de
productos alimentarios o bebidas. ¿Y la sociedad? poco se escucha su voz o se entienden
sus percepciones. Incluso, parecería que no tiene un rol sobre el problema. Y ese es el origen

CARTA DEL EDITOR


de la investigación etnográfica: tratar de entender cuál era la perspectiva particular de las
personas sobre este tema.

Este documento no tiene la finalidad de evaluar el estado actual del fenómeno en


términos numéricos, relacionados con una perspectiva de salud o vinculado a parámetros
internacionales tales como el Índice de Masa Corporal (IMC) o las enfermedades derivadas
de la obesidad y el sobrepeso. Tampoco pretende señalar responsables o estigmatizar
posturas, productos o hábitos presentes en la cotidianidad del mexicano. El objetivo
principal del estudio -y de este documento- es realizar una radiografía social profunda que
permita comprender las percepciones, significados y realidades del discurso y acciones del
mexicano y cómo esto puede vincularse y sumarse al entendimiento de la situación desde
la perspectiva de quienes realmente viven y conviven con el fenómeno de la obesidad y el
sobrepeso en nuestro país.

5 Confidencial
El problema no solo es multifactorial, es polivalente: la comida es “algo” mucho más grande que sus
nutrientes; incluye cuestiones funcionales o prácticas como sabor, función nutritiva o satisfacción pero
también implica cuestiones emocionales o simbólicas como la evocación de momentos o la proyección
de bienestar individual y, sobre todo, familiar. ¿Cómo se puede reducir un alimento a su valor calórico
cuando, en el fondo, para quien lo come tiene un valor emocional y simbólico?

Pensemos por ejemplo en una joya. Puede un valuador establecer el precio real de ella calculando los
gramos de oro y midiendo el tamaño de las piedras preciosas, pero para el dueño puede tener un valor
sentimental mucho más alto cuando recuerda que fue un regalo de su abuela. Exactamente sucede lo
mismo con la comida, más de tres veces al día… La comida adquiere significados que van mucho más
allá de lo funcional dejando de ser una “necesidad básica” o “solución biológica” para convertirse en
otra cosa mucho más compleja.

En Bitácora Social creemos que para explicar el fenómeno teníamos que verlo como lo ve el mexicano:
¿Lo ve como un problema? ¿Le afecta directamente a él? ¿Quién cree que es responsable? ¿Por qué
come lo que come? ¿Necesita información? ¿Siente que hace o no ejercicio? ¿Por qué? ¿Cómo decide
qué comer? La investigación giró en torno a la búsqueda de estas respuestas, empezando por entender
cómo es que el mexicano toma decisiones en lo general para después poder anclarlo a sus hábitos y
rutinas alimentarias. Estamos convencidos de que si no entendemos lo que la gente está pensando (es
decir, cómo perciben el fenómeno), las campañas, políticas públicas, invitaciones, sugerencias que se
hagan podrían tener menos eco del deseado.

Hemos entendido que para muchas personas tener unos “kilitos de más” no es un problema y el rango
de “kilos de más” puede ser muy amplio y flexible. Por lo tanto, si no es un problema, cualquier mensaje
que hable de él no será percibido como un mensaje dirigido a ese individuo; si no es un problema, no hay
por qué cambiar los hábitos; si no es un problema, “no me afecta a mí”.

Estoy convencido de que el primer paso es entender las razones multifactoriales del fenómeno pero
en conjunto con la comprensión de las distintas maneras en que éste es percibido. Mucho se habla de
la ya conocida “contradicción” del mexicano entre el decir y el hacer pero este estudio de percepciones
nos permitió identificar las razones y motivaciones que hay detrás de esta aparente contradicción (que
para las personas no lo es). Este estudio, también, nos permitió entender que no es un problema de
individuos y que en la medida en que la familia nos ayuda a crear un sistema o catálogo de criterios para
la toma de decisiones es en ese espacio social donde tendrían que estarse planteando las soluciones.

Para lograr lo anterior, dialogamos ampliamente con familias mexicanas representativas y arquetípicas;
además Bitácora Social se acercó a actores clave —funcionarios públicos, líderes de opinión, miembros
de la sociedad civil organizada, entre otros— para conocer su punto de vista “oficial” y su punto de vista
personal para entender cómo coincidía o divergía esta percepción de la que tiene la población. Llamó
nuestra atención que, por una parte, algunos actores clave no quisieran dar una versión personal o ni
siquiera quisieran ser parte de la investigación a pesar de que se les ofreció discreción y anonimato; y
por otra parte, que en algunos de los casos que sí participaron la distancia entre su opinión personal
y la oficial fuera tan grande. Ante esto, me queda la duda si el sobrepeso y la obesidad son temas que
ayudan a cumplir con una agenda política pero que no necesariamente quieren ser solucionados en
conjunto. Y es una lástima, porque uno de los aprendizajes que me llevo con esta investigación es que
el problema es de todos, no sólo de aquellos individuos que tienen sobrepeso ni solo de aquellos que
han sido señalados como “culpables”. Mientras sigamos haciendo de éste un problema individual (o
responsabilizando a una industria) y no comprendamos que es un problema social poco estaremos
abonando para modificar hábitos y crear una vida más saludable para todos los mexicanos.

6 Confidencial
Dar este paso atrás y comprender qué piensa la gente sobre su alimentación, sobre el ejercicio y sobre
las acciones emprendidas por diversos actores relacionados con el sobrepeso y la obesidad (mensajes,
impuestos, y políticas públicas) fue una tarea retadora.

Sin lugar a dudas, el acercamiento pretendió comprender el fenómeno desde una postura que partiera
de la percepción de las personas: sin atribuir responsabilidades, señalar culpables o dar cosas por
hecho. A lo largo de los años he aprendido que no debes decirle al investigador lo que estás buscando
porque seguro lo encuentra. En esta investigación, como en todas las que hace Bitácora Social, los
antropólogos en campo no saben quién será el usuario de la información, así evitamos sesgos. Los
investigadores sólo están interesados en entender el fenómeno del que se trata y cuando dejas a la
gente hablar de manera natural salen otros temas que no necesariamente se están discutiendo en los
círculos de opinión. Por ejemplo, la palabra “calorías” aparece de manera natural sólo 34 veces en más
de 2300 cuartillas de campo o se habla de adelgazar tan sólo 22 veces, pero la palabra “gordito” aparece
más de 150. Incluso las afirmaciones más simples, como la falta de actividad física o la ingesta de una
dieta alta en calorías fueron eje central sin caer en categorizaciones polarizadas como qué es bueno o
malo, correcto o incorrecto.

Para entender el problema hay que entender cómo lo perciben las personas, entender la responsabilidad
de cada uno de nosotros, generar acciones que promuevan un cambio hoy aunque se reconozca que los
resultados se verán a largo plazo. Pero lo más importante es entender cómo es que la gente construye
sus hábitos, qué obtiene de sus comportamientos y decisiones para, así, poder crear un cambio
paulatino mientras los mexicanos logran poner en práctica e incorporar al catálogo de criterios de
decisiones aquellas que pueden mantener el valor simbólico de la comida pero que le ayudarán a tener
una vida más saludable.

Esperamos que la lectura resulte tan interesante como lo fue para nosotros realizar la investigación y
ojalá ayude a entender la arista cultural y simbólica de este problema que es de todos.

Othón García Silva

7 Confidencial
ESTRUCTURA DEL REPORTE
Este reporte está construido con el cuerpo general del texto redactado con un estilo
académico para mantener el rigor que caracteriza este trabajo. Esta sección es realizada por
un grupo multidisciplinario de especialistas en ciencias sociales1 que analiza todo el trabajo
de campo buscando hallazgos, teorías, explicaciones, contradicciones y regularidades.

En los recuadros se incluyen pequeñas notas, ideas y aplicaciones que ejemplifican cómo
puede usarse la información académica en la práctica. Es información útil para el lector
realizada por expertos en estrategia y comunicación. Además, se incluyen testimoniales
o frases tomadas directamente del trabajo etnográfico para mostrar el léxico que usaban
los sujetos de estudio, es decir, cómo lo decían ellos en sus propias palabras. Hay que
puntualizar que estas verbalizaciones no pueden ser consideradas como afirmaciones o
“verdades” generalizadas, solo aparecen de manera ilustrativa. La labor de análisis consiste
justamente en leer los subtextos, analizar las contradicciones, observar en qué coinciden
los sujetos de estudio, para poder aseverar algo en el cuerpo del texto.

Más allá de estas dos secciones, creemos que el documento no está completo hasta que
el lector lo hace suyo. Lo invitamos a hacer anotaciones desde su propia experiencia para
completar el análisis.

Para facilitar la lectura e identificación de los comentarios hemos creado un código que se
aplica en los recuadros de interpretación:
ESTRUCTURA DEL REPORTE

NOTAS: observaciones sobre algo que llama la atención y obliga a reflexionar.

IDEAS: describe sugerencias e ideas para llevar a cabo; pueden ser estrategias,
aplicaciones, recomendaciones para políticas públicas, comunicación, fraseos...

EN SUS PALABRAS: ejemplos de cómo lo expresaron los sujetos que participaron


en las conversaciones a profundidad.

1
El equipo incluyó un Politólogo de la UAEH y maestro en ciencia política por el Colegio de México
especialista en políticas públicas y análisis institucional; un Sociólogo de la Universidad de Utrecht con
doctorado en migraciones y minorías; un Sociólogo de la UAM con maestría en sociología política y
sociedades complejas; una Socióloga de la UNAM con especialidad en sociología de la educación; una
Psicóloga de la UNAM con especialidad en educación de jóvenes y niños en México; un Comunicólogo de la
UANL con maestría en estudios culturales por Iconos especialista en sociología y antropología cultural;
un Etnohistoriador de la ENAH especialista en antropología del consumo; un Socioantropólogo de la
UACM especialista en movimientos sociales y culturales y una Comunicóloga de la UNAM especializada
en campañas y comunicación política.

8 Confidencial
METODOLOGÍA
El presente documento expone los resultados de análisis obtenidos de un acercamiento
antropológico a la comprensión de los hábitos, sobre todo aquellos relacionados con la
alimentación y actividad física de las familias de clase media mexicana.2

El objetivo principal fue entender la vida diaria de estas familias: sus actividades, su
trabajo, la composición de su contexto, las principales preocupaciones y la manera en
que las resuelven, para después profundizar en cómo toman sus decisiones, qué factores
son importantes para éstas y qué significado tienen en su vida. En un segundo nivel de
entendimiento, se buscó profundizar en los factores que intervienen en dicha alimentación
así como identificar cómo se relaciona y se construye en el imaginario colectivo3 el
sobrepeso y la obesidad y cómo influye en la forma en que desarrollan sus actividades
diarias. Finalmente, en un tercer nivel de análisis, se buscó comprender cómo el mexicano
de clase media percibe los mensajes y acciones implementadas por distintos actores
(Gobierno, OSC, poder legislativo, especialistas y empresas/marcas) y cuáles recordaban o
habían causado impacto en su toma de decisiones y en sus hábitos.

En una primera instancia, Bitácora Social se dio a la tarea de revisar y recopilar la


información que pudiera ser relevante para entender el fenómeno a partir de los múltiples
estudios que había realizado con anterioridad. Después, a partir de esos aprendizajes se
llevó a cabo una investigación etnográfica, realizada por un equipo de 40 antropólogos,
que contempló distintas herramientas antropológicas de campo, principalmente
conversaciones a profundidad, con 81 familias de los tres niveles socioeconómicos y
culturales que conforman la clase media en diez ciudades del país: Tijuana, Baja California;
Hermosillo, Sonora; Monterrey, Nuevo León; La Paz, Baja California Sur; León, Guanajuato;

2
La manera de estratificar a las personas en este país casi siempre está relacionada con su ingreso,
su capacidad de consumo, la distribución de su gasto e incluso últimamente se ha considerado la
conformación familiar. Algunos ejemplos de esta estratificación pueden ser los realizados por el
Gobierno Federal por medio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a partir de
deciles medidos por el ingreso corriente en los hogares a partir de la Encuesta Nacional de Ingreso y
Gastos en los Hogares (ENIGH) o la medición multidimensional de la pobreza realizada por el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). En términos de consumo, algunas
asociaciones clasifican a los hogares urbanos a partir del bienestar que hay en éstos mediante variables
tales como la cantidad de baños, automóviles, cuartos o focos que hay en el hogar. En Bitácora
Social, cuando hablamos de clase media nos referimos a la clase media alta, clase media típica y clase
media baja, y podría ser equivalente o equiparada con los niveles C+ / C, / D+ que solía usar la AMAI.
Sin embargo, a partir del entendimiento del mexicano, Bitácora Social segmenta no solo a partir de
factores socioeconómicos sino a partir de factores culturales. Lo que caracteriza a cada uno de estos
METODOLOGÍA
niveles tiene que ver con la reproducción y apropiación de una serie de códigos culturales específicos
y de temperamento social que les permiten constituirse identitariamente y que, independientes del
ingreso, pueden ser identificados, mantenidos o replicados.

3
Entendemos el imaginario como “el conjunto de imágenes interrelacionadas que constituyen el
pensamiento”. Dicho imaginario permite comprender la manera en que las personas perciben a una
persona, objeto, producto o relación y a través del cual se comportan de una u otra forma o toman
decisiones en distintos aspectos de su vida. El imaginario colectivo es compartido por los sujetos que
se encuentran en un mismo contexto cultural, social, político y económico, lo que permite vislumbrar
la manera en que dicha sociedad entiende y lleva a cabo sus distintas interacciones. Véase: DURAND,
Gilbert; Las estructuras antropológicas del imaginario; México: Fondo de Cultura Económica, 2004.

9 Confidencial
Guadalajara, Jalisco; Chilpancingo, Guerrero; Ciudad de México, Distrito Federal; Oaxaca, Oaxaca y
Mérida Yucatán.4

Los rubros para la elaboración de los reportes etnográficos incluyeron cinco temas generales:
cotidianidad e historia de vida, alimentación, administración económica, sobrepeso-obesidad e
información y construcción de opinión. En total se realizaron 81 reportes de campo que incluyeron
conversaciones grupales a profundidad con familias de los diferentes niveles socioeconómicos
y culturales (NSEyC) de nuestro país. En total, el trabajo de campo generó un aproximado de 2,300
cuartillas de información etnográfica.

Para la selección de las familias, los antropólogos toman en cuenta criterios arquetípicos. El arquetipo
es una construcción social: un patrón o ejemplo de ideas y conceptos que sirven para modelar los
pensamientos y actitudes propias de un individuo. En contraste, se evitan los estereotipos que son
una especie de etiqueta, basada en generalidades, que aunque “ayudan” a identificar o “reconocer” a
alguien dentro de un grupo no son representativos. El estereotipo tiende a simplificar y a caricaturizar
el comportamiento de un grupo social. En antropología se eligen como sujetos de estudio a aquellas
personas más cercanas al mencionado arquetipo, porque representa y resguardada la identidad, el
temperamento y las construcciones sociales del grupo. Es decir, una persona que cumple con más
actitudes, hábitos y pensamientos arquetípicos es más representativa de dicho grupo. Para ello son
precisamente los antropólogos los que cuentan con la experiencia y el ojo crítico para elegir con quién
dialogarán, seleccionando a aquellos sujetos que mejor representan al objeto de estudio.

A estos ejercicios etnográficos se sumaron entrevistas a profundidad5 con actores clave y especialistas
(funcionarios públicos, científicos, miembros de la sociedad civil organizada y líderes de opinión) con
el objetivo de comprender y comparar si lo que las familias están percibiendo se acerca a lo que las
instituciones, representadas por dichos actores, tienen en mente como eje de acción. Esto se realizó
con el objetivo de identificar coincidencias que pudieran ser usadas en la construcción de caminos y
puentes desde un frente común que ayude al entendimiento y a poner en marcha acciones relevantes
vinculadas al sobrepeso y la obesidad. Este material, fue analizado por el ya mencionado gabinete
multidisciplinario con la finalidad de garantizar que los hallazgos reportados fueran los más relevantes
para el proyecto, después de ser ampliamente discutidos y consensados.

Entender a la gente en su vida cotidiana es fundamental para poder encontrar mecanismos que
reproduzcan los códigos culturales cotidianos y empaten con el imaginario colectivo más allá de
cuestionarlo o confrontarlo. En sí mismo, el documento es una invitación a entender la vida de las
familias mexicanas, recuperar el punto de vista de las personas, comprender su cotidianidad e identificar
la manera en que entienden la situación sin establecer categorías inamovibles para encontrar los
puntos en común que permitan la cooperación de todos los actores involucrados.

4
La elección de las ciudades se realizó a partir de tres variables: concentración demográfica, composición urbana
o semiurbana y altos índices de obesidad a partir de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) del año
2012.

5
Se les hizo saber que la entrevista se realizaría de manera anónima, sin citar las fuentes y respetando la secrecía
para lograr una opinión más honesta e imparcial y así obtener su versión personal y no sólo la “versión oficial”.

10 Confidencial
INTRODUCCIÓN
“La sociedad es un animal muy misterioso, con
muchos rostros y ocultas potencialidades y [...] es
un signo de extrema miopía creer que el rostro que
la sociedad te está presentando en un determinado
momento es su único rostro verdadero. Ninguno de
nosotros conoce todas las potencialidades latentes
en el espíritu del pueblo”.

Václav Havel 6

Antes de crear falsas expectativas sobre el alcance de esta investigación hay que decir que
el objetivo central fue diseñado para comprender cuál es la percepción7 de las personas con
respecto al fenómeno del sobrepeso, la obesidad y otros temas relacionados directamente
con éste, como la alimentación y la actividad física, o indirectamente, como las opiniones,
los mecanismos para la toma de decisiones, la construcción de sistemas de valores, entre
otros. No se espere en este estudio explicaciones médicas, económicas o cuantitativas, de
impacto individual o gubernamental, ni tampoco señalamientos ni absoluciones. El estudio
fue diseñado exclusivamente para entender cómo es que el mexicano de clase media toma
decisiones (sobre todo relacionadas con lo que come), cómo genera hábitos (alimentarios8 o
para incorporar el ejercicio en su vida diaria), cómo percibe o recuerda acciones y mensajes
de actores clave que quieren influir en estas decisiones y hábitos, y cómo percibe “los kilos
de más”.

IDEA: La frase “kilos o kilitos de más” habla de una disminución del problema
“suavizándolo” o minimizándolo hasta hacerlo casi insignificante. La idea sería
comenzar a comunicar que esos “kilos de más” son “los años de menos”.

Para entender el problema de sobrepeso y obesidad hay que hablar de cómo se alimenta el
mexicano, cómo construye sus hábitos, cuál es su percepción sobre enfermedad, cómo cuida
su salud… y estos conceptos no solo tienen una relación funcional, sino que pasan por procesos
simbólicos más profundos.9 Los primeros parecen tener lugar en la esfera de lo individual:

6
Citado en SCOTT, James C.; Los dominados y el arte de la resistencia; New Haven y Londres: Yale
University Press, 2000.
7
“Cada vez más, la gente organiza sus significados no alrededor de lo que hacen, sino en base a lo
que son, o creen que son”. CASTELLS, Manuel; The Rise of the Network Society. The lnformation Age:
Introducción

Economy; Society and Culture. Vol. 1; Malden, Oxford: Blackwell, 2000.


8
Se utiliza el concepto alimentario en lugar de alimenticio ya que el segundo se vincula directamente
a una noción de nutrición y salud mientras que el primero se apega más a los hábitos y significados que
cada persona da a la comida en su vida cotidiana.
9
Para el plano biológico o formal, “alimentación correcta” es “la dieta que, de acuerdo con los
conocimientos reconocidos en la materia, cumple con las necesidades específicas de las diferentes
etapas de la vida, promueve en los niños y en las niñas el crecimiento y desarrollo y previene el desarrollo
de enfermedades” (CÓDIGO PABI Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas No
Alcohólicas dirigida al Público Infantil). Para el plano social o informal, es difícil encontrar un consenso
entre la población, ya que se relaciona más con una cuestión de gustos, sabor, momentos, contextos
y relaciones.

12 Confidencial
cuánto come un individuo, cuánto ejercicio hace, cuánta actividad física, cómo podrían cambiarse sus
hábitos sedentarios parecerían ser decisiones que un individuo puede tomar. Sin embargo, explicar por
qué lo hace parece salir del ámbito de lo meramente individual para crecer hacia espacios familiares y
sociales a través de códigos simbólicos.

Primero hay que entender la supuesta contradicción en la que se mueve el mexicano diciendo una cosa
distinta a la que se hace. Un ejemplo de esta aparente contradicción puede ser aquel oficinista que dice
que no quiere que le sirvan pastel de cumpleaños porque se está “cuidando” pero que a la hora de la
comida pide una gran torta y un refresco. O la secretaria que no quiere acompañar a sus compañeros por
unos tacos de canasta y se compra un gran coctel de frutas con crema batida para “cuidarse”. Parecería
que cuando se habla de la relación que el mexicano tiene con la comida existen ciertas “creencias” y
afirmaciones que se quedan en el lugar común sin profundizar realmente en el origen y significado
de las mismas. Decir que el mexicano es contradictorio porque dice una cosa y hace otra es una frase
repetida hasta el cansancio que en este caso parecería, por encima, ser cierta. Sin embargo, al entender
y profundizar las razones por las que el mexicano decide y actúa de manera distinta a lo que ha dicho
puede verse que no es una ecuación tan sencilla.

En la cotidianidad existen diferentes expresiones que permiten vislumbrar dicha relación


aparentemente dual donde, dependiendo de factores como el lugar o contexto, el tiempo, la compañía
o los productos, pueden presentarse diferentes interpretaciones sobre una misma elección de
alimentos. Por ejemplo, cuando se le pregunta a un sujeto por qué ha seleccionado determinado platillo
o alimento puede presentar una serie de respuestas que aparentan ser duales o contradictorias. Lo que
sucede es que dependiendo de dónde esté, con quién esté, qué le sucedió en el día, sus respuestas
pueden cambiar. Un plato de albóndigas con arroz puede un día ser “justificado” a través del argumento
de que esa fonda es barata, se le antojó porque alguien más lo pidió y ha trabajado mucho esa mañana.
Al día siguiente el mismo plato de albóndigas con arroz puede ser justificado porque es balanceado al
tener arroz y carne, porque no había nada mejor o porque le recordó a su abuelita. Otro ejemplo podría
ser tomar un refresco de cola porque hace mucho calor y otro día tomar el mismo refresco de cola, a la
misma hora (como parte de un hábito) pero justificar que lo hace porque está muy cansado y necesita
“levantar el ánimo”; o justificar que se compran unas galletas porque no desayunó bien y tienen hambre
y al día siguiente argumentar que en realidad le recuerdan a las que le daba su mamá cuando era niña y
hacía bien la tarea.

NOTA: ¿Qué contextos quiere abordar una campaña? Esa podría ser una de las decisiones al
momento de representar el valor de la comida y su correcto equilibrio. Así como los productos
de consumo (alimentos y bebidas) han entendido bien la fórmula para atacar a su target en
momentos específicos, una campaña a favor del cuidado en el consumo de alimentos debería
comprender no solo el target sino aquellos hábitos que desea modificar. Para el mexicano, la
comida también parece ser un vehículo para socializar y convivir y reforzar emociones. Los
mismos esfuerzos podrían dirigirse al riesgo de perder ese tiempo de convivencia a causa de
una enfermedad.

13 Confidencial
El mexicano y su relación con la comida

Para el mexicano hay muchos criterios en juego a la hora de seleccionar su comida. En el trabajo
etnográfico puede notarse cómo se modifican y cambian los criterios cuando se les pide que, por
ejemplo, identifiquen la diferencia entre simplemente comer o alimentarse; cuando se les pide que se
recuerden todos los alimentos y bebidas que ha ingerido una persona en un día o una semana; cuando
nombran lo que compran de comida en el supermercado comparado con lo que se encontró en su
alacena; cuando comparan los atributos y riesgos de comer en casa o en la calle; o la diferencia entre
comer bien y una buena comida.

EN SUS PALABRAS: “No es normal comer sano, la mayoría de la gente come como nosotros: lo
que pueden, tienen y alcanzan a comprar”.
Socorro, 51 años, Tijuana, medio bajo, con sobrepeso

Para el mexicano hay una gran distinción entre comer y alimentarse. Alimentarse se relaciona con el
discurso que apela a la nutrición y la salud. Es ingerir aquellos alimentos o nutrimentos que necesita
el cuerpo, mientras que hay otras cosas que pueden comerse aunque no alimenten. Esta percepción
no depende del grado de información. Para cada individuo hay un criterio que ayuda a establecer qué
lo nutre como algo distinto a lo que se come. Por ejemplo, ningún mexicano afirmará que se está
alimentando con un dulce, aunque eso no signifique que pueda comérselo o que por comérselo crea
que es saludable, simplemente se lo come pero no es nutritivo. En su discurso parece haber una
claridad entre lo que cada sujeto identifica como saludable o no. Eso no quiere decir que su respuesta
sea “correcta” hablando en términos científicos, pero es correcta para él. Este criterio muchas veces se
basa en la posibilidad de reconocer el origen del producto. Una ensalada evidentemente es reconocida
como saludable y parte de los alimentos que alimentan pero también lo es un pan dulce porque está
hecho de harina, huevos y leche.

NOTA: Esto no quiere decir que el problema sea de información y que si se hace una campaña
para informar sobre el pan dulce el comportamiento cambiará. Lo que es importante es
entender que cada sujeto se va creando una serie de criterios con los que evalúa su comida
y con ellos siente que está cumpliendo en cierta manera con “cuidarse” o comer sanamente.

De la misma manera, cuando se le preguntó a una persona que hiciera memoria de todo lo que comió
a lo largo del día o que recordara todos los alimentos que compró en el supermercado, la respuesta
también puede parecer “engañosa”. Cuando se le pregunta sobre los alimentos que adquirió en el
supermercado ella nombra aquello que, en su imaginario, es considerado “alimenticio”; difícilmente
mencionan galletas, dulces, chocolates… eso no quiere decir que no lo compre o que no lo coma,

14 Confidencial
simplemente cuando se habla de alimentación tiene muy claro qué alimentos considera en ese grupo
y cuáles no.

Cuando durante las conversaciones a profundidad se les preguntó qué ingirieron durante el día o en la
última semana difícilmente los sujetos de estudio mencionaron productos que no sean considerados
como parte de una comida formal: pueden recordar qué desayunaron, comieron o cenaron pero
difícilmente recordaron aquello fuera de dichos momentos regulados y definidos. “Sentarse a comer”
(incluso aunque sea en la banqueta o comer parado) es parte del ritual de la alimentación. Significa
hacer una pausa y comer. Este ritual se repite, casi para todos, tres veces al día y lo que se come en estos
momentos es lo que se recuerda cuando se les pregunta sobre su ingesta diaria. Lo que comieron fuera
de estos espacios no es considerado “comida” o alimento aunque se coma. Y esto pasa también con las
bebidas; desde un jugo, licuado, café con leche, hasta un vaso de agua no son mencionados en su lista
de ingesta cotidiana. No quiere decir que estén escondiéndolo o negándolo… simplemente está fuera
del radar al estar fuera del ritual.

NOTA: Sería interesante observar cuántas personas están “midiéndose” en sus comidas
formales pasando por alto todo lo que comen y beben entre comidas. Un sujeto que “cuida lo
que come” a la hora de la comida puede creer que está haciendo un buen trabajo cuidándose.
Esto no tiene que ver con el contenido calórico de lo que come entre comidas, sino que en su
radar no es parte de “sus alimentos”. Probablemente sería necesario comenzar a hacer una
campaña poniendo en el radar todos aquellos alimentos que la gente come entre comidas. Y
la palabra “radar” puede ser un mecanismo de conciencia para las personas. “La comida que
no está en el radar, te pone en el radar de la obesidad”. La idea es sólo generar conciencia para
que las personas comiencen a reconocer esas ingestas que aparecen como “fantasmas” en
el cotidiano, sin etiquetar cuáles son buenas o malas, pues cada individuo o familia tiene sus
propios criterios.

Otro elemento que llama la atención cuando se les pide que hablen del valor de la comida es cómo el
contexto afecta el valor de un mismo plato. Por ejemplo, la casa parece tener un halo purificador sobre
cualquier producto que se encuentra dentro de ésta. En la calle, el mexicano busca la satisfacción de
necesidades tales como el costo, saciedad, gusto, oportunidad, oferta o simplemente hambre. Una
torta en la casa siempre tendrá mayores atributos que una torta en la calle, desde higiene, calidad,
personalización, precio, etc. Sin embargo, aquí es donde empieza a complicarse el asunto. Si esa torta
se comió en casa a la hora del desayuno es parte de su alimentación, si esa torta se comió en la calle no
se considera su valor alimenticio y no forma parte de su “suma” de ingesta a lo largo del día. Sólo con
dos valores, comer-alimentarse y casa-calle ya se muestran relaciones complejas para evaluar lo que
se está ingiriendo. En este sentido, las diferencias y los criterios para la elección de un alimento viven
más en el plano simbólico y no tanto en el plano funcional vinculado a nutrimentos o calorías (palabra
que por cierto apareció sólo 34 veces de manera natural en el trabajo de campo). Aunque parecería
una contradicción entre el discurso y la acción, para el mexicano son dos categorías distintas que no se
contraponen.

EN SUS PALABRAS: “Los buenos y malos hábitos creo que sólo se diferencian por la
palabra exceso”.
Diana, 70 años, DF, medio bajo, madre de una persona con sobrepeso

NOTA: Se corre un riesgo innecesario, en términos de comunicación, cuando se pone al hogar


como un espacio donde hay malas prácticas. Las prácticas que llevan a cabo, desde su punto
de vista son las correctas. En la casa es donde se puede apelar al valor grupal y en la calle al
valor individual, como estrategias diferenciadas. Podría hacerse comunicación pensando en
una misma persona como en dos targets diferentes: cuando está en casa y en calle.

15 Confidencial
Estas expresiones no necesariamente permiten adentrarse a la relación del mexicano con la comida:
si se busca una profundización en el entendimiento de los procesos de alimentación es necesario
recuperar 3 conceptos que rigen muchas de sus decisiones cotidianas: lo natural, lo sano y lo bueno (que
están íntimamente relacionados). Estos conceptos funcionan como guía en muchas de las decisiones
que toman sobre su consumo.

Para que un producto sea natural debe cumplir con una característica: el mexicano debe reconocer
su origen, es decir, de qué está hecho. Por ejemplo, jugo sabor naranja o leche sabor fresa construyen
en la percepción del mexicano dicha naturalidad; es leche, es naranja o tiene fresa, por ende tiene una
connotación natural. Lo interesante es que para el mexicano si algo es natural, seguramente es sano y
si es sano, seguro es bueno. De esta manera, desde su percepción, aquello de lo que reconoce el origen,
aunque sean unos tacos de carnitas (maíz + puerco) puede reafirmar que sus decisiones están siendo
las más “correctas”.

Otro ejemplo, una quesadilla con chicharrón prensado y un refresco sabor piña es una comida natural,
sana y buena porque es maíz, el queso viene de la leche y la vaca, el chicharrón es carne de puerco y
la piña es fruta. Para el mexicano, si sabe a piña es de piña; pareciera no distinguir entre “sabor a” y
“de” piña. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos con esta afirmación porque parecería implicar que
evalúan un alimento desde cierto grado de desinformación. Pero esto no es así. No es que exista un
“analfabetismo alimentario”, sino que en el cotidiano, para muchos de los mexicanos dichas decisiones
están basadas en un “sistema de creencias” que adquirieron desde muy temprana edad o son las
mejores decisiones que pueden tomar dentro de las posibilidades que se les presentan en su día a día.
Si a esa misma persona se le pone al lado de las quesadillas de chicharrón prensado una ensalada y un
vaso de agua no dudará en decir cuál es más natural, sano y bueno. Eso no quiere decir que esa será
la decisión que tome al momento de comer. Como se verá más adelante, para esta persona ambas
opciones son “buenas” dependiendo del estado de ánimo. Si está de malas porque el jefe lo regañó
sin razón intentará “recompensarse” con las quesadillas y si quedó de cenar con la novia tal vez elija la
ensalada.

No es que el mexicano no sepa elegir un alimento sano, bueno y natural, es que en su “baraja” de
elementos a considerar esos no son los únicos criterios que usa a la hora de una selección. Si bien
elegirá la que considera “mejor”, este calificativo está asignado por criterios subjetivos que no siempre
están vinculados a lo “correcto”, “bueno” o “saludable”. Puede ser que alguien elija un platillo (que a
ojos de un nutriólogo sería altamente calórico) porque ante las opciones de lo que se le antoja este es
el menos “malo”. Ahí es cuando el mexicano lo califica como mejor opción, según pudo observarse en
el trabajo de campo.

NOTA: Un término a subrayar es el de “opción”. Cuando de alimentación y comida se trata, el


mexicano tiene una gama de opciones de la cual elegir. Pensar que en esta decisión solo juega
el factor “sano” —o lo que él cree que es sano— es delimitar el campo de acción de las personas,
su libertad y el conjunto de variables que se accionan al momento de la comida. Los mexicanos
elegimos lo que comemos a partir de una intención y en ese sentido las elecciones pueden
ser muy variadas. La intención detrás de lo que comemos encierra un insight significativo y
explotable para el diseño de una campaña en pro de la toma de conciencia.

Finalmente, para completar el complejo entramado relacionado con el mexicano, sus hábitos y su
alimentación, de la misma manera en que pueden identificar que no es lo mismo comer que alimentarse,
también pueden diferenciar “comer bien” de una “buena comida”. En la primera idea muchos de los

16 Confidencial
mexicanos saben que incorporar frutas, verduras, cereales y hasta proteínas son parte de comer bien,
incluyendo los alimentos bajos en azúcar o grasas.

EN SUS PALABRAS: “La alimentación es mantener a nuestro cuerpo vivo mediante productos,
ya sean frutas, verduras, jugos u otro tipo que nos aporte la energía, nutrientes y vitaminas
que necesitamos para realizar trabajo”.
Mary, 65 años, Chilpancingo, medio alto, con diabetes (antes con sobrepeso)

Sin embargo, cuando se piensa en una buena comida se incorpora en el imaginario del mexicano el
ingrediente social, es decir, una buena comida implica la compañía de personas especiales, donde se
apela a cumplir con el gusto de la mayoría, donde las porciones no son limitadas y donde los excesos
pueden permitirse.

NOTA: Es importante considerar que las palabras no significan lo mismo para todas las
personas. El mensaje debe estar diseñado en palabras del receptor y no del emisor o de lo que
se cree que se entiende por determinada frase. Una afirmación como “aliméntate sanamente”
puede ser considerada por alguien como correcta cuando elige unos tacos de carnitas
o unas quesadillas de tinga de pollo. Para él, sentarse a comer cumple con “alimentarse” y
“sanamente” queda subsanado cuando se trata de maíz + queso + pollo. Desde la perspectiva
de un individuo esto cumple perfectamente con alimentarse sanamente. En este sentido, si
las palabras son interpretadas por el receptor, no quiere decir que sea desde la ignorancia y
que haya que “informársele” sino que para hacer llegar un mensaje es importante conocer los
significados emocionales o simbólicos que puede detonar una frase. En este mismo sentido, la
frase “aliméntate sanamente” puede ser cumplida por el sujeto a la hora de comer (3 rituales
al día) sin que esto evite, por ejemplo, la ingesta de refresco y botana fuera de esos rituales.

Entonces, cuando se habla de la relación que el mexicano tiene con la comida deben tomarse en cuenta
estos matices que se detonan con conceptos que podrían parecer muy claros y transparentes cuando
en realidad lo que sucede es que están cargados de significados que incluso son parte de su identidad
cultural (lo que hace que sea más difícil alejarse de ellos).

NOTA: Los mensajes podrían evitar utilizar palabras como “bueno-malo”, “correcto-incorrecto”,
“perfecto-imperfecto” porque tienden al juicio, provocando que la intención de las personas
al recibirlo sea defensiva y en vez de generar una reflexión creen justificaciones.

17 Confidencial
El mexicano y su relación con la actividad fÍsica

Otro de los aspectos que se integró en la guía de la investigación antropológica fue la actividad física,
justamente porque parece estar en este binomio donde lo que se come y el movimiento determinan
el peso de un individuo. Desde el punto de vista discursivo, parecería que esta característica sigue
estando en la esfera individual. Un sujeto puede “decidir” hacer ejercicio o no y cambiar sus hábitos por
unos más saludables.

Sin embargo, la actividad física es identificada en un sentido más cotidiano. Una cuestión interesante
es que cuando se habla de ejercicio se asocia más a una cuestión formal, es decir, con reglas, espacios
determinados, disciplina, etc. Es más cercano al deporte profesional que a “sudar”. Curiosamente,
cuando se habla de actividad física, entonces las personas diferencian tres criterios: si es cotidiana, si
es lúdica o si está relacionada con la apariencia o el cuidado.

EN SUS PALABRAS: “De salud me siento bien, pero en el espejo me veo panzona”.

María, 56 años, Tijuana, medio típico, madre de un hijo con sobrepeso

NOTA: Cuando en la comunicación se habla de hacer ejercicio se está pidiendo al individuo


que ingrese al espacio de lo formal, los gimnasios, equipos, uniformes… Es interesante ver
cómo el mexicano promedio, cuando se le habla de ejercicio está pensando en la imagen de
un deportista en forma… mientras que cuando se habla de actividad física el panorama puede
ampliarse. Proponer actividades lúdicas (como bailar o jugar una cascarita) podría ser más
relevante que proponer correr o hacer deporte.
NOTA: Los mensajes actuales que fomentan realizar 30 minutos de actividad física al día
se mueven en un plano general, sin hablar de algún tipo de actividad en específico, lo que
desconecta a quienes no se sienten identificados. Así como los sujetos deciden sobre su
comida a través de opciones se tendría que ayudar a ampliar su espectro de opciones para
realizar actividad física y explicarles qué tiene que suceder para que sí cuente (tiempo, sudor,
frecuencia) .

La primera categoría está relacionada con todos los movimientos que una persona puede
o tiene que hacer durante su rutina diaria sin imponérselo como obligación, pero sí como
parte de las necesidades diarias, ya sea de su empleo, transportación o trabajo en casa.
Un albañil que carga botes de grava y cemento califica esta actividad física como algo
cotidiano. El ama de casa que lava ropa, también considera dicha actividad como necesaria.
El oficinista que tiene que caminar de su casa hasta la parada del transporte público
también considera que en ese trayecto ha realizado una actividad física cotidiana. Este tipo

18 Confidencial
de actividad se caracteriza porque las personas no tienen margen de decisión al momento
de realizar la actividad, es decir, aunque no lo vean como una “obligación”, la actividad física
está relacionada a un quehacer y por lo tanto hay que llevarla a cabo.

EN SUS PALABRAS: “María, en la lavada está haciendo una actividad física, está
moviendo los brazos, la cintura, la espalda, piernas y, en mi caso, levantar botes de
mezcla, tabiques, como si estuviera haciendo ejercicio dentro de en un gimnasio”.
José, 40 años, Oaxaca, bajo, padre de una niña con obesidad y una niña
con sobrepeso

IDEA: Se han realizado acciones que ayudan a reconocer la actividad física como algo cotidiano
y a “premiarla” en cierto sentido. El hacer sentadillas para ganar un boleto del metro, el poner
bicicletas estacionarias para adquirir boletos de transporte público, el crear un piano en las
escaleras de una estación de metro son ejemplos de esta “cotidianización” de la actividad física.
Esto puede seguir construyéndose aunado a mensajes positivos sobre este tipo de acciones.

En segundo lugar, hay otra esfera de actividades físicas que son calificadas como lúdicas
o divertidas. Son todas aquellas que involucran la socialización o el disfrute personal sin
importar qué tipo de actividad física se presente. Jugar futbol en la colonia, caminar para
despejar la mente o ir a la clase de aerobics o zumba pueden ser actividades que pueden ser
electivas o espontáneas pero que se encuentran vinculadas a un momento de satisfacción
individual o colectiva.

EN SUS PALABRAS: “Me gusta mucho pedalear… ir con mi bicicleta a pasear. Me gusta
ir a un evento los miércoles, al cicloturixes . Es un grupo de personas que se dedica a
estar en la ciudad, tienen sus rumbos y me gusta cuando nos dicen: vamos a manejar
tantos kilómetros hoy; me emociona, me gusta mucho. Me gusta más pedalear que
ir al gimnasio”.
Dulce, 48 años, Mérida, medio típico, delgada (con problemas de tiroides)

En tercer lugar encontramos las actividades físicas con objetivos específicos, ya sea para
mejorar la apariencia o como mecanismo de cuidado. La única diferencia existente es que a
diferencia de las primeras categorías donde no se tiene control de las actividades o pueden
ser espontáneas, en este tipo siempre se tiene un control (y la voluntad) sobre lo que se está
realizando. En esta esfera la actividad física tiene una rutina, disciplina, objetivo, espacio y
algunas veces reglas definidas.

EN SUS PALABRAS: “Yo por eso realizo ejercicio de manera constante y disciplinada…
no se trata sólo de hacer ejercicio por hacerlo, tienes que marcarte horarios, tiempos
y tipo de actividades, si vas a ir a hacer ejercicio después de comer seguramente te
sentirás cansado más rápidamente, si sólo haces ejercicio cuando quieres o ‘te sientes
gordo’ porque subiste un poco de peso o porque ya no te queda la ropa, tampoco es
válido, porque igual bajarás lo poco que subiste pero si lo dejas nuevamente subirás
y así, es un circulo”.
Karen, 26 años, DF, medio alto, delgada (hija de una persona con diabetes)

NOTA: Este tercer rubro, a diferencia de los dos primeros, se mueve más en el plano de la
individualidad. Aquí la oportunidad yace en comenzar a crear un hábito de actividad voluntaria
para toda la familia en donde haya disciplina, reglas y premios. Los niños pueden ser el mejor
vehículo para una campaña que hable de incluir a toda la familia en el dinamismo de la actividad
física, haciéndola lúdica y colectiva.

NOTA: Cabe recordar que este nivel de actividad física, más formal, es más relevante, en
términos generales, para personas de niveles socioeconómicos medio típico y medio alto
pues tiene también un significado social y simbólico. Quien hace deporte o ejercicio de manera
formal está proyectando una representación social de “tener tiempo libre”.

19 Confidencial
Sin embargo, lo interesante de las etnografías es que arrojaron información sobre que una misma
actividad puede ser considerada en cualquiera de las tres categorías. Por ejemplo, caminar puede
ser vivido por alguien como algo cotidiano, pero también como lúdico o con objetivos específicos de
apariencia o cuidado. La diferencia radica en el significado que una persona le da a dicha actividad física
y no necesariamente a algún acto concreto.

NOTA: Por poner un ejemplo, campañas como la de “Chécate, mídete y muévete” podrían
enriquecerse explicando concretamente a qué se refieren con moverse ¿caminar a la parada
del camión es suficiente?, ¿qué tanto hay que moverse para que sea efectivo?, ¿cómo sabe el
sujeto que se está “moviendo” correctamente para que sea eficiente?

De esta manera, cuando al mexicano se le pregunta o se le invita a que realice actividad física, está
seguro de que, por lo menos, una de las categorías se encuentra presente en sus dinámicas cotidianas,
por lo que no es necesario, desde su perspectiva, que se modifique ninguno de los hábitos que ha tenido
hasta ahora. Incluso, esta visión no es tan lejana de la definición formal e institucional: “Actividad física
es cualquier movimiento voluntario producido por la contracción músculo esquelético, que tiene
como resultado un gasto energético que se añade al metabolismo basal. La actividad física puede ser
clasificada de varias maneras, incluyendo tipo, intensidad y propósito”.10

NOTA: Este segundo aspecto es todavía más complicado para el cambio del hábito,
porque hay ya una creencia de que ya se lleva a cabo una actividad física. Si la
comunicación, las campañas y las políticas apelan a que el individuo haga actividad
física él podría decir “ya hago, este mensaje no es para mí”. Podría pensarse que es algo
“tramposo” para justificar el no hacerlo, pero también puede estar considerado como
parte de su agotamiento físico laboral. Tener una actividad física formal y disciplinada
implica tener mayores recursos (en tiempo, dinero, espacio) que simplemente tener
“actividad física” de cualquiera de las tres esferas.

IDEA: Pensando en una campaña que promueva la actividad física tendría que ayudar a
entender mejor el concepto, y a ayudarle al individuo a entender “qué tanto es tantito”. Si se
justifica diciendo “ya hago” habría que explicarle cómo suman sus actividades diarias y cuál
tendría que ser la suma total. En esta campaña tendría que considerarse actividades de las
tres esferas.

Sin embargo, aunque el mexicano reconoce tres esferas de actividad física, la principal es la “formal”
seguida por la de “mejora de la apariencia física”, lo cual puede ser negativo para transformar o modificar
sus hábitos. Si el mexicano ve la actividad como poco divertida, individual y con un carácter selectivo
determinado a partir de parámetros, rutinas y reglas, será menos probable que desee incorporarlo a
sus rutinas o hábitos

IDEA: Hay un área de oportunidad al poder “contagiar” al mexicano del deseo de realizar
actividad física siempre que se haga en un contexto colectivo, informal pero sobre todo
lúdico. Las políticas públicas, programas y campañas para la promoción de la actividad física
tienen ahí un diamante poco mostrado. Tras la imagen del corredor de maratones (solitario y
difícil), el deportista de excelencia que toma bebidas hidratantes (solitario o inalcanzable) hay
poco espejeo de los mexicanos comunes. Sin embargo, una fiesta donde todos bailan, regresar
(exaltar y promover) a los juegos del patio de niños, jugar cascaritas en cada oportunidad, salir
a caminar con las amigas (en lugar de tomar pastel y café) podrían ser imágenes que ayuden al
mexicano a imaginarse (y desear) nuevas formas de actividad física.

10
(Departamento de Salud y Servicios Humanos de EUA) CÓDIGO PABI Código de Autorregulación de Publicidad de
Alimentos y Bebidas No Alcohólicas dirigida al Público Infantil.

20 Confidencial
El mexicano y su relación con la salud, la enfermedad, la previsión

Conceptos como salud, enfermedad, prevención o cuidado también son sujetos de interpretación. Si
se le pregunta a un individuo sobre la perspectiva formal e institucional, puede mencionarla, pero en
general, estos conceptos son más vividos y experimentados a través de “creencias” e interpretaciones
que el mexicano hace en su vida cotidiana.

EN SUS PALABRAS: “Yo trato de comer saludable, trato de tener higiene personal para ser
saludable, de vez en cuando trato de hacer ejercicio, no siempre, pero no me considero una
persona no saludable”.
Laura, 39 años, Guadalajara, medio alto, hija de madre con sobrepeso

En primer lugar, la salud para el mexicano se asocia más a un estado de ánimo y a


cumplimiento de responsabilidades que a una cuestión biológica o fisiológica. Mientras
pueda seguir cumpliendo con sus responsabilidades diarias y no deje de cumplir su rol11
dentro de la familia se puede considerar que se tiene un buen estado de salud. Por ejemplo,
incluso si una persona tiene una infección en la garganta pero puede ir a trabajar y tener
buena actitud no está enfermo.

EN SUS PALABRAS: “Para mí si no te duele nada, significa que estás sano, lo demás, los
problemas se pueden resolver”.
Demetrio, 29 años, Mérida, medio alto, nieto de abuelo con sobrepeso

El concepto de enfermedad está vinculado a no poder cumplir con las responsabilidades


diarias. Y, desde su perspectiva, existen dos tipos: las cotidianas, que afectan sólo las rutinas
de los individuos, y las graves, que modifican la rutina, hábitos y recursos de la familia o
grupo más cercano.

11
En estudios anteriores, Bitácora Social identificó que, más que hablar de tipos de familias debe observarse
la capacidad de adaptación que tienen los miembros de la familia a los roles y necesidades cotidianas. Es decir,
independientemente del número de miembros que hay en una familia se deben cumplir una serie de roles que
ayudan a garantizar el bienestar común: proveedor económico, proveedor emocional, administrador de los recursos,
receptor de beneficios por poner algunos ejemplos. En este caso, cuando un miembro de la familia puede cumplir
con sus responsabilidades implícitas en su rol, entonces está “sano” independientemente de su condición de salud
real.

21 Confidencial
Lo más interesante es que a pesar de que la enfermedad grave sea algo coyuntural y crítico,
será el grupo o la familia la que encuentre un nuevo orden y forma de organizarse (alguien
entrará a cubrir el rol de la persona enferma), en cuanto esto sucede y se “regresa” a la
normalidad el problema deja de serlo en la cotidianidad.

EN SUS PALABRAS: “Yo te voy a decir algo cuando te enfermas no es nada más que te
duela algo sino también te sientes mal en tus emociones. Me siento mal porque es
también un gasto económico. Por ejemplo cuando me caí y me fracturé la mano, dejé
de hacer mis cosas y aparte me sentía como una carga para los demás”.
Pedro, 73 años, DF, medio típico, con sobrepeso

IDEA: Para hacer una comunicación más efectiva y revertir este concepto de enfermedad
se podría mostrar de qué manera la falta de cuidado y vigilancia a la salud no solo afecta al
individuo sino a otros miembros de la familia. “Dejarse de cuidar” es un problema familiar.
Sacar el concepto de enfermedad de la esfera personal y llevarla a cómo afecta a otros puede
parecer agresivo pero ayudará a hacer más conectivo el mensaje.

Un ejemplo de ello puede ser un dependiente de cualquier tipo de negocio (farmacia, tiendita, etc.) que
trabaja 8 horas o más de pie, acomodando, limpiando, organizando, tratando de tener la mejor actitud
con sus clientes. En caso de no sentirse del todo bien, si puede seguir desempeñando sus actividades
de todas maneras no se considerará como alguien poco saludable. Lo mismo una cajera de un banco o
una oficinista si se arregla todos los días para ir a la oficina, pone su mejor cara y es una buena ama de
casa no puede ser juzgada como alguien que no es sano o poco saludable dentro de su círculo social,
aunque nunca se haya realizado un estudio ginecológico y pueda tener problemas de salud sin saberlo.

Es curioso observar que el concepto de salud (o de enfermedad en su caso) no sólo es un aspecto


biológico sino una cuestión social,12 es decir, para que una persona “acepte” que está enferma no sólo
se tiene que sentir mal físicamente sino que debe modificar sus rutinas y tener un impedimento para
cumplir sus responsabilidades.

En términos estrictos parecería entonces que el mexicano trataría de evitar estas


situaciones previniendo. Pero no. Lo que sucede es que la prevención para el mexicano se
vive de manera particular. Puede ser que decida realizar actos cotidianos que al llevarlos
a cabo parecen prevenir una enfermedad con una única acción, por ejemplo, tomar leche
para no descalcificarse, dormirse temprano para no envejecer o evitar el alcohol para no
engordar.

EN SUS PALABRAS: “Tomamos cada dos semanas vitamina C, que es el Aderogyl, pues por
ejemplo aquí en verano tenemos el aire acondicionado en todos los lugares de la casa y,
si sales la temperatura está a 47°; entonces los cambios son muy drásticos. Entonces si
estas saliendo-entrando, la gente se enferma. Somos cuidadosos con todo eso”.
Felipe, 21 años, La Paz, medio típico, con sobrepeso

También el mexicano hace uso de cuidados en lo abstracto, que pueden ir desde pensamientos
positivos hasta creencias. Por ejemplo, levantarse con el pie derecho o pensar positivo para alejar las
malas vibras o augurios o no hacerse un “chequeo” médico para no llamar a las enfermedades.

Por último, dentro de esta noción de prevención puede hablarse de cuidado cuando se vincula, en
algunos casos, a actividad física formal.

12
El biológico, que está completamente determinado bajo reglas, normas, porciones, etc. El social, donde la
interpretación que puede hacerse es sumamente personal y construida desde códigos culturales compartidos.

22 Confidencial
… y entonces ¿qué es la obesidad?

Para el mexicano la obesidad es un “problema” o “enfermedad” hasta que trasgrede la posibilidad


de hacer sus actividades diarias o porque ya detonó alguna otra enfermedad como la diabetes. No
necesariamente está vinculada de manera directa con la comida y también se explica por “descuido” o
factores genéticos y hereditarios.

EN SUS PALABRAS: “Hace poco una de mis maestras nos contó que las personas
que tienen sobrepeso no nada más son las que comen mucho, sino que a veces es
de familia, si tu mamá es gordita también puedes heredarlo, yo creo que por eso hay
papás e hijos llenitos en la calle”.
Vanesa, 16 años, Tijuana, bajo, hija de una persona con obesidad

NOTA: Si la aproximación a la obesidad comienza por explicarla a través de un factor de


“historia familiar” el sujeto tendrá pocas intenciones para modificar sus hábitos. Si su abuela
tuvo diabetes para él será lógico (e inevitable) también tenerla, entonces por qué habría que
tomar acciones al respecto. Mientras la “historia familiar” sea justificación del padecimiento
más que los propios actos, poco podrá hacerse, reproduciendo el ciclo de generación en
generación. Solo hasta que los hijos rompan con ese “determinismo” familiar podrá modificar
sus comportamientos. No se está negando el factor genético pero la predisposición no debería
ser justificación para ya no hacer nada.

EN SUS PALABRAS: “Una persona está delgada o gorda a veces por la alimentación,
pero también tiene que ver mucho el metabolismo del cuerpo, no tenemos el mismo
metabolismo, hay personas que tienden a engordar, hay personas que comen mucho
y son flacas, pues”.
Ismael, 32 años, Oaxaca, medio bajo, con sobrepeso

EN SUS PALABRAS: “Un problema genético, también tiene que ver con tu estructura
ósea, por ejemplo, si yo no hago ejercicio me pongo bien obeso. Entonces yo creo que
es un problema entre lo genético y el tipo de estructura ósea que tengas”.
Alberto, 27años, DF, medio bajo, con sobrepeso

NOTA: Además, hay que tener en mente que cuando una persona se enferma de diabetes a causa
de una mala alimentación, la enfermedad es la diabetes, no la obesidad. La obesidad parecería
solo ser el tránsito a la verdadera enfermedad. Alguien que tiene dolor de rodillas (por el
sobrepeso) visita a un ortopedista antes que a un nutriólogo. El mexicano no está percibiendo
la relación causa y efecto hacia todos los padecimientos que puede estar provocándole la
obesidad.

Los sujetos de estudio refirieron a los antropólogos que la comida sí puede causar ciertas incomodidades
como malestares físicos y la confrontación entre lo que se come con lo que se espera social o
institucionalmente que se coma (es decir, una tensión entre la perspectiva biológica y la perspectiva
social).

La máxima expresión de un vínculo negativo relacionado con la comida está relacionado con cosas
concretas y más del día a día como tener dolor de estómago (por comer mucho o porque algo le cayó
mal), enfermedades (como infecciones pasajeras), empacho o indigestión, hasta aspectos relacionados
con la imagen: hacen referencia a “subir de peso” porque la ropa ya no le queda (no como enfermedad),

23 Confidencial
o porque se siente fatigado o incluso que no pueda realizar ciertas actividades. Sin embargo, la mayoría
de estas consecuencias son vividas en lo individual y tienen cierta sensación de ser pasajeras.

NOTA: El aspecto negativo de los malestares relacionados con la comida aparezcan calificados
como “pasajeros” es que entonces no se toman en serio. Piénsese, por ejemplo, en la gastritis,
que puede provocar malestar temporal sobre todo después de comer ciertos alimentos.
Mientras este malestar “se pase” el sujeto poco o nada modificará sus hábitos, porque incluso el
malestar se vuelve habitual: “me espero tantito y se me pasa”, “le doy un trago al medicamento
y se me quita”.

EN SUS PALABRAS: “Para mí una persona gordita o llenita es como yo, yo sé que estoy
pasadita de peso, pero no siento que esté mal de salud, nada más sí me canso más
rápido que antes, y lo noto cuando camino para mi casa con mis papás, y ellos me
hacen comentarios de que baje de peso, porque en mi familia todos son delgados”.
Mary, 25 años, Tijuana, bajo, con obesidad

Esto quiere decir que para la mayoría de los mexicanos la obesidad no deja de ser ese peligro lejano.
No se vive en el presente. Si ya se está en esa condición es algo que sucedió en el pasado o que tendrá
consecuencias en el futuro. Sin embargo, el mexicano en general vive con una visión de corto plazo.
Lo que sucede hoy sucede de manera natural, no se da cuenta que hay un proceso de acumulación y
posterga la idea de modificar el comportamiento porque siempre puede empezar mañana (o incluso en
la siguiente comida).

EN SUS PALABRAS: “A lo mejor su comida está muy cargada en carbohidratos, pero no


veo a mis hijos desnutridos, y uno lo tengo con obesidad, pero es que está enfermo de
la tiroides, si mi comida fuera mala los tres estarían como marranitos”.
María, 56 años, Tijuana, medio típico, madre de un hijo con sobrepeso

NOTA: Si el mexicano vive con una visión de corto plazo es probable que tenga otros problemas
que resolver en este presente antes de preocuparse por lo que pasará después. Es probable
que sea hora de hacer una llamada de atención y regresar la necesidad de modificar el hábito
al presente. Pero, ¿cómo hablarle al mexicano de que “más vale prevenir que lamentar” si
está acostumbrado a prevenir “con un licuado”? O lo que es más difícil aún ¿cómo hablarle
al mexicano de que prevenga algo que sucederá dentro de 10 años mientras la sensación
que vive hoy es que su situación en general (económica, laboral, del país, del matrimonio…)
lo tiene ya en una sensación de “lamento”? Ese “lamento” actual puede estar minimizando el
“lamento” posterior. ¿Cómo convertir las intenciones en acciones? ¿Cómo podría trabajarse
sobre construir en el mexicano la idea de que lo que puede pasar no sucederá mañana ni
pasado mañana sino hoy? ¿Valdría la pena insistir en el número de personas que se mueren
diariamente por haberse comido “esa torta” hoy?

EN SUS PALABRAS: “Pues yo no me siento culpable, mis hijos son lo que dan lata (risas).
Uno ya no se preocupa por las llantitas, claro no me interesa ser una persona obesa
por los riesgos a mi salud. Son mis hijos, lo que me dicen ‘no comas esto, no aquello,
toma más agua, sal a caminar”. Pero se les olvida que uno ya está viejo y que debería
de disfrutar su vida en paz, no digo que comería cualquier cosa pero ya estar bajo una
dieta rigurosa y que me prohíba muchas cosas no sería vida”.
Carmen, 71 años, DF, medio alto, con sobrepeso

En este sentido, en el imaginario del mexicano, según lo que arrojó la investigación, la obesidad es
algo intangible, a pesar de que se note el sobrepeso. En términos psicológicos es difícil materializar o
recapitular todos los hechos que ocasionaron un estado específico, ya sea emocional o físico. Por ello,
la obesidad como resultado de actitudes pasadas es un fenómeno desconectado de lo que se puede

24 Confidencial
hacer el día de hoy. Por otra parte, la obesidad ha sido planteada como ese problema que ocasiona
en el futuro una serie de enfermedades que pueden devenir en el deterioro o incluso la muerte. Este
argumento también produce la desconexión entre lo que el mexicano decide hoy y los efectos que esas
decisiones pueden tener en el futuro.

Para el mexicano, la obesidad convive cotidianamente en tres niveles: como forma de vida, como
problema y como crisis. El primer nivel se explica a partir de que el individuo que tiene sobrepeso u
obesidad puede adaptar su contexto y actividades a su situación corporal sin necesidad de hacer ningún
tipo de ajuste.

EN SUS PALABRAS: “El ser gordito no te imposibilita a tener amigos”.

Claudia, 43 años, Guadalajara, medio típico, con sobrepeso

En el segundo nivel dichos contextos o actividades comienzan a ser un obstáculo y se tienen que hacer
ciertas adaptaciones para poder continuar con las rutinas y hábitos.

EN SUS PALABRAS: “Yo si estoy bien gorda, pero ya no bajo de peso, haga lo que haga, hace
tiempo si hice todo lo que me decían para bajar, dietas, pero nada, no bajo, entonces ya sólo lo
acepto, no queda de otra”.
Rita, 24 años, León, medio alto, con obesidad

Finalmente, la obesidad como crisis es aquella que modifica completamente la rutina y cotidiano de
una persona o familia entera.

NOTA: Mostrar que las dos primeras tendrán como consecuencia lógica y cronológica la
tercera puede no ser relevante para un individuo que considera que “a él no le va a pasar” o
que él puede seguir teniendo su mismo estilo de vida. Sin embargo, mostrar que a él no le va
a pasar sino que le va a pasar a su familia puede ser una llamada de atención importante. Esto
¿modificará sus hábitos? Es probable que sea muy lentamente pero lo interesante es que se
dejará de hablar de soluciones funcionales y pragmáticas para problemas simbólicos. Elevar
el problema de la obesidad al “daño familiar” por lo menos lo pone en el mismo nivel simbólico
donde aparentemente está la comida.

En cada uno de los niveles se encuentra presente el factor individual como estabilizador de la situación,
pero es hasta la crisis donde la familia es involucrada sin su consentimiento provocando situaciones
económicas y emocionales bastante drásticas.13

A pesar de que el mexicano puede identificar discursivamente estos tres niveles y aunque se encuentre
en alguno de los dos primeros, no se nota una actitud de urgencia o preocupación de la situación ya que
se considera que, si fue ocasionado por la persona, será ella misma quien resuelva dicha situación.14 La
noción de control o “reparación” de la obesidad también se posterga, con la esperanza y certidumbre
que en el momento que se decida, se puede controlar y erradicar la problemática.
Nota en
pag. 26

13
En términos institucionales se identifican también estas situaciones drásticas o catastróficas para la familia,
“Cuando el gasto en salud supera el 30% de la capacidad de pago, entonces se incurre en gastos catastróficos. La
capacidad de pago se define como el remanente del gasto total en todos los bienes y servicios del hogar una vez
descontado el gasto dedicado a satisfacer las necesidades básicas de subsistencia (definidas sobre una línea de
pobreza)”. Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, Estrategia contra el sobrepeso y la obesidad, 2010.

Los obesos viven sentimientos de desvalorización cotidianos, todos se enfrentan a la misma presión social, lo que
14

no quiere decir que todos la elaboren de la misma manera”. SILVESTRI, Eliana y STAVILE, Alberto Eduardo; Aspectos
psicológicos de la obesidad. Importancia de su identificación y abordaje dentro de un enfoque interdisciplinario;
Córdoba: Universidad Favarolo, 2005.

25 Confidencial
NOTA: Igual que con problemas de farmacodependencia y alcoholismo, los actores involucrados
en el apoyo y la rehabilitación abren un diálogo uno a uno cuando muchas de las soluciones
efectivas dependen del involucramiento de toda la sociedad. Fue hasta que se le dio categoría
de enfermedad que las campañas diseñadas para prevenir y apoyar a dependientes y co-
dependientes, lograron mayor eficiencia logrando que las familias y la sociedad jueguen un rol
activo más eficiente.

NOTA: Como se había dicho con anterioridad, parecería que uno gana peso en familia o grupo,
durante la convivencia, mientras que debe perderlo por voluntad propia y en soledad (aunque
se conviva se tiene que restringir y comer otras cosas que los demás no están comiendo). Solo
en la medida en que también se socialice la obesidad, se confronte, se combata de manera
conjunta se podrá comenzar a plantear estrategias para solucionar el problema del sobrepeso
en la familia.

26 Confidencial
El mexicano y los mensajes

De la misma forma en que las familias mexicanas perciben e interpretan las actividades físicas, también
reciben e interpretan cualquier otro tipo de mensajes. En particular, cuando se les invitó durante las
conversaciones a profundidad a reflexionar sobre qué tipos de mensajes recordaban relacionados
con hábitos fue sorprendente que la mayoría estuvieran relacionados con publicidad de productos
de consumo.15 La conexión surgía o por que se identificaban de manera personal con la historia del
comercial, un gusto específico por el producto o algo extraordinario que sobresaliera en el anuncio.
Ninguno de los anuncios recordados cuestionaba la manera de decidir o llevar a cabo cambios o
modificaciones en los hábitos cotidianos, más bien eran ambiguos en términos de identificación y
conectaban con elementos abstractos como el esfuerzo, la libertad, etc.

EN SUS PALABRAS: “La verdad creo que es descuido de las personas, no le puedes
echar la culpa a las marcas o la publicidad, la responsabilidad de lo que comemos y en
las cantidades que lo comemos es nuestra, no de nadie más”.
Karen, 26 años, DF, medio alto, delgada (hija de una persona con diabetes)

En general, cuando se hablaba sobre algunos mensajes de modificación de hábitos los antropólogos
notaron cierta incomodidad ante la posible evaluación y el señalamiento negativo de sus propios
hábitos ya que se percibía como intrusión a las decisiones individuales, el libre albedrío o la soberanía
individual y familiar.

EN SUS PALABRAS: “No haría caso a esos mensajes, no me interesa si la televisión


me dice que consuma 10 ó 20 cervezas, no lo voy a hacer, no quiero hacerlo, prefiero
llegar a mi casa y estar con mi familia y sé que está mi agua de sabor, a lo mejor nos
acostamos todos en el piso y vemos la televisión”.
José, 40 años, Oaxaca, bajo, padre de una niña con obesidad y una niña
con sobrepeso

NOTA: Primero hay que tener conciencia de que es posible que el nivel de recordación de
los mensajes esté relacionado con que las marcas podrían estar pagando más número de
repeticiones. Pero lo relevante es que, al parecer, los mensajes que no “atacaban” sus propios
hábitos y prácticas y podían ser sumados a su propio esquema generando mayor recordación,
es decir, los recuerdan porque son más familiares, no porque sean importantes.

NOTA: La cantidad de mensajes de productos de consumo contra la cantidad de mensajes de


cuidado y bienestar alrededor de la obesidad/alimentación parecería inconsistente. Mientras
que los productos de consumo están muy interiorizados en sus hábitos, el cuidado sigue
siendo algo poco concreto.

Algunos otros mensajes vinculados a establecer posturas polarizadas con responsables o culpables
provocaban en el mexicano de clase media cierta desconfianza y reafirmación de sus propios hábitos
familiares, es decir, si algún mensaje acusaba a cierto producto por sus efectos, la reacción se mostraba
en dos sentidos: si era usual el consumo de ese producto se desmentía afirmando que su familia o ellos

15
Esto no quiere decir que crean ciegamente en la publicidad. Necesitan legitimarla, apropiarla, probarla y
reafirmarla en su cotidianidad. Lo que repiten en su discurso es que es en su mayoría engañosa, aunque consuman
los productos.

27 Confidencial
lo habían consumido por mucho tiempo y nada de eso le había pasado. Si no eran consumidores de ese
producto, la familia o individuo reconocían que por esas razones prefieren no consumirlo.

NOTA: Es interesante el grado de discrecionalidad que generan los mensajes sumados a la


creencia o código de la familia. Un mensaje parece servir, no para generar un nuevo criterio,
sino para afirmar que el propio está bien o que el mensaje es tendencioso porque no coincide
con la experiencia propia.

Así, según lo aprendido en esta investigación, esta postura “subjetiva” genera en el mexicano de clase
media, una actitud neutral ya que no genera un pensamiento crítico hacia los productos que consume
(o no) sino sólo una toma de postura o reafirmación de la misma. Se piensa que no debe juzgar los
productos ni las decisiones sino que sólo debe tomar partido por aquella postura que cree relevante
para él mismo en determinado momento: la biológica o la social.16 Esto neutraliza al mexicano, las
responsabilidades y las decisiones que toma y justifica con el sistema de valores que se va creando;
la crítica y las posturas polarizadas hacen al mexicano un ser contemplativo en cuanto a mensajes se
refiere ya que prefiere “tomar lo que le sirve” e ignorar lo que cuestiona o confronta sus decisiones; al
final, para ellos, “nada es tan malo ni nada es tan bueno”.

“Los seres humanos tienen una limitada capacidad de procesamiento de información ya que la realidad se muestra
16

abierta a complejas posibilidades, que es necesario limitar las opciones y que las personas deben optar por confiar
o por desconfiar. Ambas posibilidades pueden ser ventajosas o perjudiciales de acuerdo a las circunstancias”.
LUHMANN, Niklas; Confianza; Barcelona: Anthropos, 1996.

28 Confidencial
El mexicano y los impuestos

Según lo registrado en las etnografías las percepciones sobre los impuestos y cambios de precios en
los productos de consumo diario están envueltas de desconfianza, incredulidad y desconocimiento.

EN SUS PALABRAS: “Yo creo que los impuestos se deberían de poner a productos que no son
necesarios como bebidas alcohólicas, refrescos, cigarros, o lujos, pero no a alimentos que
todos consumen y que son necesarios, pero creo que desgraciadamente lo que se hace es todo
lo contrario”.
Claudia, 43 años, Guadalajara, medio típico, con sobrepeso

A diferencia de todos los temas tocados en este documento donde era complicado definir si había
responsables sobre la situación, este apartado fue claro que para el mexicano es el gobierno el causante
de todo lo relacionado con impuestos o precios.

EN SUS PALABRAS: “Todo está muy caro, los responsables son los gobernantes, además, te
cobran por trabajar, y en cuanto más ganas más te quitan, actualmente no se puede trabajar
horas extras, porque por ejemplo de 15 horas te pagan 5”.
Aníbal, 21 años, Hermosillo, medio bajo, sobrino de una persona con sobrepeso

La percepción (o desconocimiento) del impuesto puede ser tan ambigua que algunas personas
mencionaron que el nuevo impuesto (conocido como impuesto al refresco) era positivo ya que tenía la
finalidad de cobrarle a las empresas extranjeras algo de las implicaciones y ganancias que obtenían de
operar en México, es decir, no lo percibían como un impuesto a su propio consumo.

NOTA: La falta de claridad no sólo se vio en las familias sino también en las entrevistas con los
actores clave. Acciones que gravan el consumo de bebidas carbonatadas y bebidas azucaradas
reafirman la culpabilidad de marcas, para algunos actores clave, y la confabulación de éstas
con las autoridades reguladoras, para otros.

Este tipo de afirmaciones eran comunes y dejaban ver el estado de desinformación que tiene el
mexicano sobre la situación impositiva.17 Lo relevante es que, en términos cotidianos, no tendría por
qué saber, ya que no significó una crisis porque su vida cotidiana, si bien se ajustó (porque reorganizó
su gasto para seguir comprando lo que le parecía importante), se siguió llevando a cabo sin ninguna
modificación. Fue interesante ver en los ejercicios etnográficos que el impuesto no trastocó el consumo
de ciertos productos considerados como básicos por las familias.18 Las modificaciones se dieron en
otros productos que para ellos son “sacrificables” o intercambiables por otros más baratos.

17
Hay que aclarar que durante el proceso de discusión de recomendaciones sobre el impuesto, el equipo de Bitácora
Social llegó a la conclusión de que era muy complicado poder explicar este impuesto en particular y por qué podía ser
positivo o negativo desde la perspectiva de los sujetos de investigación. Era tal el grado de desconocimiento general
sobre qué es un impuesto, qué objetivos cumple, por qué lo cobra el gobierno… que hacer una recomendación para
hablar de este impuesto en particular implicaría empezar desde cero a explicar la “teoría” de los impuestos en general.
18
Cuando se menciona el término básico no tiene que ver con la canasta básica establecida por las instituciones o el
gobierno. Se habla de básico cuando es un gasto priorizado así por las familias; algo sumamente necesario y que no
puede faltar. Puede ser un tipo de shampoo o unas galletitas saladas. Bitácora Social lo usa tal y como lo nombran
las familias: algo que ellas sienten que es básico para ellas mismas.

29 Confidencial
En uno de los últimos apartados del ejercicio etnográfico se le solicitó al antropólogo que preguntara:
si fuera su decisión ¿a qué le pondría o quitaría el impuesto? La respuesta mantuvo este sentido de
beneficio personal. La gente al ser consumidora de un producto prefería bajar el impuesto a productos
que normalmente consume y subirlo en productos que no forman parte de sus consumos cotidianos.
La constante fue que el mexicano afirmó que mientras que no le afecte de manera significativa,
entonces no tiene importancia dentro de su cotidianidad. Este desapego o conveniencia ante la
realidad en la que se desenvuelve el mexicano de clase media toma dimensiones más complejas cuando
se lleva a decisiones que pueden ser vistas como personales o familiares tales como la alimentación o
las actividades físicas. Por lo tanto, cuando se busca encontrar explicación ante ciertas actitudes, se
vuelve complejo e inasible determinar el patrón de las motivaciones que las provocan.

NOTA: Es interesante pensar qué acciones como la prohibición de fumar en lugares públicos
cerrados o el alcoholímetro de la Ciudad de México tuvieron un impacto diferenciador
en el consumo (si no enorme, si sustancial), probablemente porque señalaban y aislaban al
consumidor. Es decir, cambió el código social del consumo. Terminar detenido, o fumando un
cigarro en la banqueta agregaba un código indeseable a la actividad de tomar o fumar.

30 Confidencial
DECIR, PENSAR Y HACER: TOMA DE DECISIONES

Como resultado del análisis del trabajo etnográfico, se pudo observar que el mexicano, “visto desde
afuera”, parece vivir en una aparente contradicción, supuestamente obligada por una realidad en la
que tiene muy poco control, donde sus decisiones se fundamentan en buscar satisfacciones para él y
su familia.

EN SUS PALABRAS: “Que en realidad el que está gordo es porque está feliz, come bien. Si
estuviéramos como sociedad en una situación de hambruna no habría obesos. Hay que verlo
como un indicador de que no estamos tan jodidos”.
Marcial, 65 años, DF, medio bajo, delgado (con diabetes e hipertensión)

Cuando el equipo de antropólogos indagaba en las razones de sus decisiones, se presentaron una
serie de elementos que justificaban dicha decisión: tiempo, dinero, accesibilidad, gusto, entre otros.
Es decir, había un espacio para pensar que la decisión podía ser mejorada pero que no estaba en sus
manos tomarla. En algunos casos era evidente que dicha justificación era coherente con la situación
de la familia que podía ser modesta en sus medios (y por lo tanto no necesariamente podía elegir qué
comer). Sin embargo, en estratos medios y altos, a veces parecía que la respuesta jugaba el papel de
cortina de humo frente a las verdaderas motivaciones de la decisión.

EN SUS PALABRAS: “Yo pienso que todos los mexicanos comemos igual, hay días que comen
bien y hay días que no, como que es más el antojo”.
Paty, 54 años, DF, medio alto, con sobrepeso

El mexicano primero parte de una intención muy específica desde su sistema de valores y creencias,
después elabora una reflexión sobre los beneficios o implicaciones de su decisión (cualesquiera que
sean y abarcan conceptos funcionales y simbólicos) y, a partir de ahí, lo materializa en una acción.

NOTA: Detrás de las intenciones individuales y familiares se esconden los


disparadores de las decisiones alrededor de la comida diaria; valores y nociones
como nutrición, naturalidad, saciedad, antojo, socialización, escape o evocación, por
nombrar algunos, constituyen un entramado que desemboca en la elección diaria de
lo que comeremos o de lo que llevaremos a la mesa. La intención o la intencionalidad
detrás de la comida es un eje importante para construir mensajes que busquen
elevar la calidad de nuestras decisiones al comer: no solo comer con el estómago,
sino también comer con la cabeza.

IDEA: Estas tres “etapas” hablan muy bien de tres posibles estrategias que aborden cada parte
del proceso de decisión. Una campaña integral podría tomar en cuenta dicho proceso para
generar acciones que le hablaran a cada nivel:
•Sistema de creencias: puede empezar a permear desde los niños, quienes se
convertirían en embajadores del cambio en el sistema.

•Reflexión: mediante la conexión con el cotidiano de las personas, la reflexión puede


llevarse al plano simbólico y desligarse del funcional.

•Materialización: más que cuestionar la decisión de las personas, se podría ayudarlas


incrementar su menú de opciones a elegir (a partir de lo simbólico y no de lo
funcional: por ejemplo, “si estás estresado en lugar de comer sal a dar una vuelta a
la manzana”).

32 Confidencial
Desde su perspectiva, lo que hace y dice cotidianamente no es una contradicción sino una estrategia ante
una realidad que hay que enfrentar (buena o mala, sencilla o difícil). Su cultura, en un sentido práctico,
responde a lo que ha aprendido a lo largo de generaciones: hacer y decir aquello que sabe que funciona
en lo social, familiar e individual. El mexicano ha desarrollado en un sentido práctico una cultura de la
diplomacia19 cotidiana, en la cual ha aprendido cuándo decir algo y cuándo ocultarlo, cuándo hacer algo
o cuándo evitarlo dependiendo del contexto, las personas presentes y las necesidades específicas.20

Por poner un ejemplo, las personas reconocen que la calle es un espacio público y puede haber una
serie reglas formales (y hasta informales) alrededor de la ocupación o disfrute de este espacio;
incluso pueden reconocerse responsabilidades. Sin embargo, aunque las personas pueden identificar
perfectamente ese deber social (“la calle es de todos”) actúan de manera distinta a partir de su
apropiación en beneficio propio (ponen una cubeta para apartar un lugar de estacionamiento, colocar
un puesto en la vía pública). Esta decisión no está fundamentada en el desconocimiento de esas reglas
sino en priorizar el beneficio individual sobre el colectivo. Lo mismo sucede con la comida. Cuando se
decide qué comer no se hace desde el desconocimiento de la pertinencia de una elección sobre la otra,
sino que hay una decisión a partir de criterios múltiples que se adaptan a la realidad.

Cuando los antropólogos cuestionaban abiertamente a las familias sobre este tipo de dualidades se
presentaba la justificación de que a pesar de que conocen ese deber social o público, no implica que en
lo individual no pueda vivirse de manera diferente. El mexicano reconoce el “deber” y esto es suficiente
para poder decir que tomó la decisión “correcta” a pesar de que ésta no cumpla con ese “deber”. Esta
misma actitud afecta directamente a las decisiones que toma sobre la comida: “Sé que no debería
comerme este chocolate, pero necesito azúcar porque trabajé mucho”. En este sentido conocer las
reglas no implica “que tengan” que cumplirse. Conocer las reglas (o el “deber”) sirve para darle una
dimensión superior a esa necesidad individual o social.

Parecería, entonces, que para poder decidir, el simple hecho de reconocer la existencia de ambas
posibilidades a) el deber y b) la necesidad/gusto/ganas es suficiente para estar libre de cualquier
contradicción evidente: al elegir se acaba la contradicción. La aparente contradicción está, vista desde
afuera, en creer que se dice una cosa y se hace otra cuando en realidad esto se vive como una decisión
entre dos opciones: puedo hacer lo “correcto” o puedo hacer lo que me “conviene”. La identificación
y reconocimiento de ambas posturas implica la definición de límites y, por lo tanto, de posibilidades.

Poco a poco, cada una de las decisiones que se toman conforma y suma elementos a la identidad
de cada familia e individuo. Este “poder de decidir” crea una sensación de autonomía (o negociación
interna) que provoca que no sólo sea importante elegir, sino también sea importante lo que se elige ya
que cada elección muestra parte de esa identidad y refuerza la idea de soberanía. Esta soberanía no
está contrapuesta a que una de las opciones (“el deber”) sea impuesta mientras que la otra (“querer”)
sea propia; la soberanía radica justamente en poder elegir cuál hacer y cuándo.21

19
Para el filósofo alemán G.W. Friedrich Hegel (1770) se podía presentar una situación diplomática cuando las palabras
significan dos cosas (por lo menos) y donde las cosas no se dejan nombrar con una sola palabra.
20
”La cotidianidad adquiere relevancia gracias a la experiencia de vida que nos prepara en la manera de conducirnos
ante los demás, estrategia de los encuentros, comportamiento social construido a partir de microscópicas señales,
marcas y atributos que, en cada ocasión, llaman al sentido; toda una semiótica social tallada a partir de las ´buenas
maneras´ y la etiqueta”. PAYA, Víctor A.; Vida y muerte en la cárcel. Ensayo sobre la situación institucional de la
cárcel; México: Plaza y Valdés, p.393.
21
Cuando se habla de esta dualidad se puede recuperar la diferencia que existe entre el deber social y el bien personal,
el cual ha sido tema de debate en diferentes disciplinas sociales, en específico, la economía y la ciencia política.
Por un lado, hay que distinguir el campo del deber social, el cual se puede imponer por coacción, y que pide no
perjudicar aquellos intereses de los otros que son considerados como su derecho. Por otro lado, está el campo del
bien personal: en él, la libertad es total para determinarlo como parezca conveniente, de modo tal que propiamente
hablando, no cabe hablar de deberes para consigo mismo.

33 Confidencial
Por poner el ejemplo de la comida (aunque esta sensación de soberanía aplica para la mayoría de sus
decisiones), en una barra del comedor de la oficina puede haber solo dos platillos a elegir —ninguno de
ellos “correctos” para la dieta—pero poder elegir da la sensación de que se tomó la mejor decisión.

Esta selección “soberana” entre el deber y el querer es una negociación constante. Se lleva a cabo con
cada decisión, cada día, y en este caso, cada comida. La intención de “cuidar lo que come” desde una
noción biológica (alimentarse y nutrirse) puede ser modificada por reflexiones cotidianas, el contexto
o las relaciones sociales que “inviten” a tomar otro tipo de decisiones. Dicha negociación interna opera,
además, compensando el esfuerzo realizado a lo largo del día: la comida, como puede constatarse en el
campo, puede convertirse en una “recompensa” inmediata ante el esfuerzo realizado. Si se ha caminado
mucho, entonces ya se puede decidir si tomar o no un refresco; si se comió una rebanada de pastel en la
oficina se piensa que a la hora de la cena podrán tomarse otras decisiones. En este sentido, compensar22
a la hora de comer es la mejor muestra de cómo operan las decisiones “soberanas” entre el deber y el
querer.23 Esta búsqueda del equilibrio desencadena una reacción de borrón y cuenta nueva cuando
se ha desequilibrado las decisiones hacia alguno de los dos criterios (deber y querer). Parece existir
un botón de reset imaginario que se reactiva de manera diaria o semanal dependiendo si la persona o
familia se encuentra con mayor tendencia a apegarse a una de las dos interpretaciones.24

NOTA: Esta soberanía, capacidad de decisión y compensación pueden acabar con cualquier
intento de mejorar los hábitos. Sentirse presionado por el deber o dejarse llevar por el querer
implican sentirse en desbalance porque, en la familia siempre ha existido un criterio para
“balancear” ambas perspectivas. Parte de que no exista mucha recordación en los mensajes
que pretenden cambiar hábitos podría encontrar su explicación en esta necesidad de elegir a
veces de un lado y a veces del otro. Pretender que solo se haga lo “correcto” (deber) es pedirle
a los sujetos que se olviden del otro criterio que ha estado ahí siempre que han tomado una
decisión y por lo tanto implica volverlo “obediente” (ante una sola postura) y no soberano (con
capacidad de elección).

Se sabe que el aspecto biológico es importante pero existen una serie de variables que condicionan sus
decisiones de manera cotidiana, provocando que el aspecto social se sobreponga de forma habitual. Si
la decisión parece no apegada a lo biológico o a lo “correcto” la persona puede sentir que no importa
porque “mañana empieza” otra vez y tendrá nuevas oportunidades para tomar mejores decisiones.

22
Se utiliza la palabra compensación para describir aquellas decisiones que parecen contradictorias pero que
pretenden llevar a cabo un “balance” justo entre el querer y el deber. Se puede comer un pastel siempre y cuando
no le eche azúcar al café; se puede comer mucho todo el fin de semana porque el lunes ya se empezará la dieta. La
presencia de refrescos de dieta que acompañan comidas altamente calóricas cumple esta función compensatoria.
23
“El castigo nos permite “pagar” aquello que hemos hecho mal. Este pago nos deja libres del sentimiento de
culpa, de remordimientos e intranquilidad interna, y al estar en paz con uno mismo nos deja en disposición
mental de concentrarnos en otros asuntos distintos al que generó la culpa”. SILVESTRI, Eliana y STAVILE, Alberto
Eduardo; Aspectos psicológicos de la obesidad. Importancia de su identificación y abordaje dentro de un enfoque
interdisciplinario; Córdoba: Universidad Favarolo, 2005.
24
Para Gilles Lipovetsky, en nuestra época existe una contradicción cultural predominante, a decir, “Por una parte,
nuestra época celebra la responsabilidad individual y los comportamientos preventivos, consagra el culto a la salud,
al equilibrio interior, a la calidad de vida. Pero, por la otra, se observa un maremágnum de fenómenos que indican
lo contrario, exceso y autodescontrol. Lo que se anuncia es tanto un individualismo desbocado y caótico como
un consumidor experto que asume una actitud responsable”. Cabe señalar, que cuando se habla de una “actitud
responsable” en las personas, no es que sus decisiones puedan ser evaluadas como “correctas” desde “deber ser”,
sino que es su carácter “responsable” radica en que la persona asume que ha hecho una evaluación de los factores
y ha seleccionado racionalmente la opción más “responsable”. Con la comida las elecciones se toman con este
criterio, siempre y cuando se entienda que el valor simbólico de la comida como generador de satisfactores, es un
factor que entra en la ecuación con más peso que el factor biológico o nutritivo. LIPOVETSKY, Gilles; La felicidad
paradójica; Barcelona: México, 2007.

34 Confidencial
Respetar las decisiones que toman las personas o familias en su día a día es reconocer que pueden
tomarlas, y eso es muy valorado en términos sociales y simbólicos. Si los resultados no son los óptimos,
todos reconocen también que existen factores externos que sobrepasan las capacidades de cada
familia. Lo importante es tener la capacidad de decidir. El sistema de valores y creencias relacionado
con la comida es una de las partes más sólidas del imaginario y percepción del mexicano por lo que es
muy difícil cambiarlo a menos que se presente una crisis económica, emocional o de salud dentro del
núcleo familiar. La posibilidad de tener la sensación de control y decisión sobre lo que una persona
comerá puede llegar a ser factor fundamental al comprender sus decisiones de consumo.

35 Confidencial
La familia: generadora de criterios

No solamente es importante entender cómo es este sistema de selección de dualidades, sino qué
códigos ayudan a regirlo. ¿Cómo es que una persona “crea” ese “catálogo” de criterios con el que toma
decisiones? Con la información25 que recibe a lo largo de su vida y, sobre todo, en los primeros años
de vida en el núcleo familiar. Por ejemplo, la configuración de la comida en sí puede ser uno de esos
aprendizajes: ¿se sentaba toda la familia a comer?, ¿se ponía la mesa?, ¿servían una comida en tres
tiempos?, ¿siempre había arroz o frijoles?, ¿se comía con tortilla o pan?, ¿se servía agua de frutas, agua
simple, refresco o estaba prohibido tomar líquidos hasta terminar de comer? Todos esos elementos que
se repiten en una familia —y que se dan como “normales” porque así se aprendieron— están presentes
en ese catálogo de criterios en la vida del adulto. No es sino hasta que el niño en edad escolar comienza
a ir a casas de los amigos que se da cuenta que no todo mundo come igual que él (y ahí pueden darse
nuevos aprendizajes y adquirirse —o pensar en adquirirse—nuevos códigos para el catálogo de criterios).

EN SUS PALABRAS: “Yo me siento rara si no tomo café, como que me falta algo, aunque no
estén mis padres yo me preparo café y tomo, eso me hace recordarlos”.
Paty, 50 años, Oaxaca, medio típico, con obesidad

Independiente del contexto y los factores externos, la mayoría de las familias afirman que, ella misma
(la familia), como núcleo de organización y receptora de los esfuerzos de todos los miembros, es un
ente sumamente fuerte que genera esa fortaleza a partir de los valores y prácticas que se transmiten
entre sus miembros.

Es por ello que más allá de la comunidad o la sociedad a la que pertenezca una familia, el mecanismo
para evaluar o sopesar la realidad es reducida a su nivel más pequeño: si la familia está bien, lo demás
está bien. Es en la familia donde el discurso se materializa.

EN SUS PALABRAS: “Por ejemplo yo sé que las verduras son muy sanas pero desde chiquita
no me gustan tanto y eso también se los he transmitido a mis hijos, me cuesta mucho trabajo
decirles que coman verduras. Si a mí no me ven hacerlo tan seguido como debería, ese es un
mal ejemplo pienso yo”.
Magdalena, 55 años, DF, medio típico, delgada

25
“Información” se usa en el sentido más amplio: todos aquellos conocimientos, creencias, ideas, conceptos que
el individuo desea incorporar o ha incorporado a lo largo de su vida ya sea con el contacto con otras personas, por
influencia de su familia, por vínculos sociales, medios, lecturas, consumos mediáticos… es decir, información es
todo aquello que usa como herramientas para su vida cotidiana.

36 Confidencial
Cada una de las familias va construyendo poco a poco un sistema de valores o creencias que le permiten
tener certidumbre sobre las decisiones o acciones en su día a día. Dicho sistema es “el manual” o “catálogo”
mediante el cual las personas toman las decisiones ya que les permite conocer la realidad, dando una
explicación de lo que sucede a su alrededor, y brindándoles un tipo de conocimiento muy específico
que es usado de manera regular para tomar las decisiones en la cotidianidad: el sentido común.26

EN SUS PALABRAS: “La gente come muy chistoso, porque en la tarde comen lo que uno
come en el desayuno; veo compañeros comiendo huevo revuelto bañado en salsa a
las 4:00 de la tarde. Para mí comida es un guisado de carne, pollo o pescado, puerco,
nosotros el huevo con salsa lo comemos en el desayuno”.
Antonio, 52 años, Tijuana, medio típico, padre de una persona con sobrepeso

NOTA: Es necesario aclarar, que si bien esta interpretación de sentido común puede ser cierta
en teoría, la gente no necesariamente lo vive o describe como tal. Para ellos sentido común
es la manera que tienen para tomar ciertas decisiones de manera racional pero sencilla, es
decir, con sentido común, lo que todo mundo haría, lo que es sensato hacer. Este catálogo de
criterios puede actuar, sin embargo, de las dos maneras: inconsciente o conscientemente, por
ejemplo puede decir que tomó una decisión porque “así le gusta” o porque “así le enseñaron”,
no por “sentido común”. En pocas palabras, usar en comunicación una frase como “comer con
sentido común” no sería relevante para las personas y en todo caso la interpretarían como lo
que ya hacen: decidir qué comer a través del sistema o catálogo de criterios aprendidos a lo
largo de su vida.

Dichos valores pueden ser entendidos en dos sentidos: primero, aquellos que se asignan a momentos,
productos, situaciones, personas, etc. Y en segundo, aquellos valores que se mantienen, reproducen,
reafirman y que pueden convivir en lo material (ej. cómo se pone la mesa) o en lo intangible (el valor de
comer en casa). De manera general esto crea un sistema de valores compartidos que ayuda a estructurar
la vida cotidiana y emocional de las familias27; pero también genera un “catálogo” de criterios que
acompañan al individuo en cada una de la toma de decisiones. Esto no significa que un individuo no pueda
decidir hacer algo distinto a su familia, lo único que significa es que eso, que aprendió en familia, será el
referente para sus siguientes decisiones y modificaciones de rutinas y hábitos. No es determinista pero
sí se vuelve un marco de referencia. Por ejemplo, si en una casa se acostumbra a comer arroz todos
los días, una persona podría decidir no comerlo, pero tendría la sensación de que falta algo. O si mamá
enseñó a preparar un guisado de determinada manera habrá que hacerlo consciente antes de poder
modificarlo; incluso podría decirse que algunas decisiones y comportamientos se hacen casi de manera
automática por ese aprendizaje.

EN SUS PALABRAS: “A veces tratamos de comer ensaladas, pero siempre para acompañar
comidas muy grasosas como empanadas, flautas, tacos dorados, pizza, birria”.
Cristina, 30 años, Tijuana, medio bajo, con obesidad

NOTA: Es importante entender el rol de la familia como espacio de enseñanza de estos criterios.
Cualquier iniciativa que busque modificar hábitos del individuo deberá considerar que está
hablando a ese sistema de valores aprendidos. No se trata de una cuestión de voluntad o de
juicios o visiones polarizadas si no de un sistema de aprendizaje inculcado desde el inicio que va
creando códigos asociados a esos hábitos. Entender esta polivalencia de las decisiones ayudará
a crear mejores políticas y campañas que reconozcan que el individuo (o mejor la familia) puede
ir agregando códigos y valores a su catálogo.

26
ARAYA, Sandra; Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión; Costa Rica, San José: Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Sede Académica, 2002.
27
”Los miembros de la familia están sujetos a los requerimientos de la contigüidad física. Forman una unidad familiar
y, puesto que la unidad familiar necesita comida, implica refugio, y todo el aparato de la suplencia doméstica,
debe de ser no solo un grupo reproductor, sino también económico y educacional, unido por la estructura física
del habitáculo, utensilios y riqueza compartida”. BOHANNAN, Paul y GLAZER, Mark Glazer; Antropología. Lecturas;
Madrid: McGraw-Hill, 1988.

37 Confidencial
En este sistema de valores y catálogo de criterios lo que es bueno para una familia puede tener una
etiqueta de “malo” para otra familia. Lo interesante es que ninguna familia está dispuesta a confrontar
la manera en que cada familia pone en práctica su sistema de valores y creencias. Dichos criterios y por
lo tanto las decisiones que de ellos emanan forman parte de su patrimonio, y por lo tanto, no pretenden
ponerlo en riesgo a partir de polarizar las opciones entre bueno y malo o mejor y peor. Ni mucho menos
dejará que se descalifique la manera en que han hecho las cosas siempre.

EN SUS PALABRAS: “No me gusta tener comida chatarra en mi casa, pero a veces es
necesario para las visitas ofrecerles algo, ahora que hace poco estuvo internada una
de mis primas en el hospital y saliendo se vino a mi casa, aquí teníamos pasteles, fruta
escarchada con chilito, taquitos y paletas heladas de leche y chocolate con cacahuate”.
Juanita, 63 años, Monterrey, medio alto, madre de una hija con obesidad

NOTA: Si las familias respetan el ámbito familiar y no juzgan el sistema de valores y creencias
de otras familias. ¿Qué pensarán de mensajes en medios de comunicación que sí permiten
enjuiciar sus propios criterios de decisión?

El sistema de creencias es muy fuerte en cada familia y difícilmente puede modificarse. Las mejores
oportunidades para modificar o sumar criterios a un sistema de valores o creencias es cuando se da una
fusión de dos sistemas distintos, es decir, cuando las personas se casan, cuando comienzan una nueva
etapa en un contexto diferente al propio (se mudan) o simplemente cuando cambian de relaciones y
contexto.

EN SUS PALABRAS: “Yo creo que cuando nos casamos los dos teníamos costumbres
diferentes, él por su familia y yo por la mía, pero pudimos lograr un equilibrio muy
bueno, por ejemplo Salvador siempre se salía sin desayunar y lo fui moldeando para
que se acostumbrara a tomar algo antes de salir, a veces no hace caso de llevarse
algo de comer para la tarde, pero aunque sea le mando unas manzanas, dos o tres
manzanas. En mi casa por ejemplo ya no acostumbrábamos la leche y a Salvador le
fascina tomar leche, entonces cuando nos casamos yo vuelvo a tomar leche y creo que
eso es bueno porque al menos nosotras de mujeres necesitamos calcio a cierta edad”.
Ana, 35 años, Guadalajara, medio típico, con sobrepeso

NOTA: Es evidente que se requiere algo más que una campaña o una sugerencia para modificar
los criterios, pero por lo menos se pueden ir presentando nuevos códigos que el individuo o la
familia pueda sumar a su catálogo. Las visiones parciales o polarizadas podrían tender a quedar
fuera de ese catálogo de criterios si lo que hacen es “enjuiciar”.

El permiso de identificar, reconocer y tomar o no una decisión radican en esa capacidad diplomática
del mexicano que se arraiga en los valores y códigos culturales que lo acompañan y definen. Afirmar
si una visión y opción está bien o mal es no respetar al otro, porque se evalúa lo que él hace desde un
código diferente al propio. Las decisiones para el mexicano, por grandes o pequeñas que sean le dan
certidumbre y capacidad frente a los suyos, ya que desde su perspectiva, se decide lo que es mejor para
su familia. Cada familia tiene el derecho de hacer las cosas como mejor considere.28

28
“Las personas están atentas a las opiniones de su entorno para construir la suya. De alguna manera, ésta se
encuentra dependiente de aquella, basada en el profundo temor al aislamiento, es decir, sometidos a la presión
social. Los que se encuentran en minoría, en relación a sus opiniones, las silenciarán antes de recibir el rechazo
y la sanción social”. NOELLE-NEUMANN, Elisabeth; El Espiral del Silencio. Opinión Pública. Nuestra piel social.;
Barcelona: Paidós Comunicación, 1995, p. 62.

38 Confidencial
En este sentido, para el mexicano de clase media no hay buenos o malos, peores o mejores criterios
ni decisiones. No hay categorías polarizadas sino intenciones logradas o no logradas. Es por ello
que aunque de la intención a la acción no exista una correspondencia, los individuos o familias no
desarrollan un sentimiento de culpa o frustración al no concretar dicha intención porque saben que no
están tomando la peor de sus decisiones. Si, por ejemplo, a la hora de salir a comer el grupo de pares
decide ir a una taquería, una persona decidirá que es más valioso mantener el vínculo entre pares que
comer la comida que llevaba preparada desde casa con la intención de “cuidarse”. Una vez que está en
el restaurante es probable que elija algo intermedio entre el antojo que todos están compartiendo
(tacos) y la intención que había “planeado” en la mañana (cuidarse). Tal vez coma menos tacos, pida un
refresco de dieta o agua de frutas en lugar de cerveza o tal vez pida unos tacos que considere mejor
opción, por ejemplo, queso con nopales.

Si las decisiones afectan la vida de la persona o familia, nadie más puede ser responsable sobre los
efectos o causas, mucho menos si dicha intromisión se justifica a través del beneficio colectivo o
individual.29 En su perspectiva, el único que puede juzgar si las decisiones son benéficas o perjudiciales
para los individuos o familias, son ellos mismos. En un sentido más práctico, se lleva el poder de decisión
a todos los ámbitos posibles y cualquier juicio o intento de intervención por parte de cualquier actor
social será rechazado: nadie es lo suficientemente legítimo como para cuestionar su sistema de valores
y creencias.

EN SUS PALABRAS: “Lo único verdadero son los valores que te pueda inculcar la familia,
los mensajes que puedas obtener de la televisión es irreal, sólo hay que aprender a
diferenciar lo bueno y malo para nosotros y evitar caer”.
Miguel, 34 años, DF, medio bajo, hijo de madre con obesidad

IDEA: En lugar de pretender que el mexicano haga siempre “lo correcto” podría invitársele
siempre a pensar cuál es la mejor opción en el plano biológico para después ayudarle a
construir un plano simbólico para que esa decisión haga sentido en su plano de códigos. Decir
que “es mejor comer ensalada”, por poner un ejemplo simple, solo por el hecho de que es más
nutritiva que la dona, no necesariamente está haciendo referencia a los valores simbólicos
de ambos. Pero decir que hay que comer ensalada porque “mamá estaría orgullosa de que
ahora sí te comes tus vegetales”, podría ayudar a cambiar de esfera simbólica dicha decisión
haciendo referencia a valores enseñados en el ámbito familiar (y no por el simple “deber ser”).

Como se pudo observar, según el trabajo de investigación realizado el mexicano utiliza no sólo los
aprendizajes y experiencias cotidianas para darle sentido a su vida, sino que suma los significados que
los otros construyen a su alrededor para contrastar y comparar los propios. La capacidad que tienen
las familias mexicanas para identificar, clasificar y evaluar todos los objetos y acciones que realizan
en su día a día dan cuenta de que hay una representación específica sobre cada objeto y cada acción.
El mexicano, desde su perspectiva, sabe lo que hace (y sabe por qué lo hace). Si una decisión de menú
aparentemente no es “buena” o correcta en términos biológicos siempre habrá una explicación que
demuestre que esa decisión fue acertada desde el plano simbólico.

NOTA: Algunas encuestas sobre salud pública no contemplan esta construcción de decisiones
ni las experiencias cotidianas como rubros a evaluar o medir. Incluso, la autopercepción
de la salud queda acotada a preguntas alrededor de la buena alimentación y las “cuentas
nutricionales”, es decir se queda en el ámbito funcional. El cuestionar sobre actividades en el
tiempo libre y el valor emocional de ciertas prácticas (el valor social o simbólico) puede ser más
revelador que la cantidad de calorías ingeridas.

29
Cuando nos referimos a lo individual también puede ser entendido como aquello que le compete a la familia como
ente homogéneo y no sólo a las personas o individuos.

39 Confidencial
Del habitus 30 ¿al hábito?

No es lo mismo repetirse que habituarse. Lo que una persona hace parte de su “rutina” no necesariamente
forma parte de sus hábitos. Alguien puede tener como rutina pararse a las 8 de la mañana aunque
tenga el hábito de dormir hasta tarde. Alguien puede incorporar en su rutina diaria comer una colación
de verduras pero eso no quiere decir que ya sea parte de su hábito. En pocas palabras, no todo lo que se
hace se hace de manera habitual ni todo lo que se repite forma parte del hábito.31

Un habitus, por otro lado, es un concepto mucho más amplio y relacionado al contexto en el que está el
individuo.32 Se aprende en la práctica y genera práctica. El catálogo de códigos que ejerce una familia
forma parte de su habitus, se aprende en la práctica (todos los días) y genera práctica (por ejemplo se
enseña a las nuevas generaciones). Cada una de las acciones que conforman el habitus le permiten dar
“estructura” al sujeto y a partir de ellas producir pensamientos, percepciones y acciones.33

NOTA: Cuando se está cuestionando los valores y códigos con los que decide una familia sobre
sus hábitos y costumbres se está cuestionando esta estructura. No se trata de confrontaciones
menores alrededor de un alimento y otro sino que al juzgar y evaluar se está poniendo en duda
la estructura en la que se ha desarrollado ese sujeto.

30
Concepto creado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930) que define como esquemas de obrar, pensar
y sentir asociados a la posición social. El habitus hace que personas de un entorno social homogéneo tiendan a
compartir estilos de vida parecidos. Véase: Esquisse d´une theorie de la pratique; Paris: Ed. Droz, Genéve, 1972.

Esto puede ser ejemplificado por la diferencia perceptual entre estar a dieta y seguir un régimen. En el imaginario
31

de las personas, la dieta es cuando se restringen a comer ciertas cosas y el régimen es cuando se alimentan para
cumplir ciertos objetivos. Ambas son percibidas como parte de una rutina “obligatoria” y tal vez momentánea.
Aunque en realidad la dieta sea el hábito de lo que se come diariamente.
32
Según Bourdieu cada “clase social” tiene un habitus, creándose así un marco de referencia o código de grupo
social. Para fines de este planteamiento estamos contando a la familia como generador de ese habitus aunque es
evidente que es el grupo social el que lo genera. Un individuo puede adquirir un hábito en particular pero eso no
necesariamente tendrá valor social. Por ejemplo, un individuo puede decidir empezar a correr, hacerlo parte de
su rutina hasta que lo convierta en un hábito, pero solo será parte del habitus cuando sea apropiado y practicado
en su grupo social. Por poner un ejemplo, el mexicano tiene como parte de su habitus la idea de hay que atender
bien a las visitas. En niveles socioeconómicos y culturales medios altos esto podría implicar servir una botana más
especializada o elaborada mientras que en estratos socioeconómicos y culturales medios bajos podría solucionarse
con algo más sencillo. La función sigue siendo la misma: atender a las personas, no importa el valor funcional del
alimento servido porque se cumple con el valor simbólico.
33
Esta “estructura” como la plantea Bourdieu es retomada por Randall Collins. Para él, la función fundamental
de la estructura y sus sistemas es brindar confianza al sujeto en un contexto donde pocas cosas se la generan.
Sin embargo, lo que es relevante es la capacidad de hacer las cosas, no necesariamente llevarlas a cabo. COLLINS,
Randall; Cadenas de Rituales de Interacción; Navarra: Anthropos, 2009, pp. 24-33.

40 Confidencial
Si un individuo (o familia o grupo social) incorpora un pensamiento, percepción o acción en su cotidiano,
será la repetición lo que permita conformar el habitus. El habitus, en este sentido, es una subjetividad
socializada34 porque implica que los individuos que conforman el grupo compartan el mismo “catálogo”
de códigos o criterios.35 Por poner un ejemplo, un niño aprende que si “come bien” y se acaba todo lo
que mamá le sirvió obtendrá un postre. Comer postre se convierte en un “premio” ante el esfuerzo
realizado. Es probable que ese niño de adulto busque cosas dulces para recompensarse en un día de
trabajo arduo. Otro ejemplo, de otro habitus sería el de la familia que al terminar de comer siempre
servía postre como cierre del ritual. La persona que crece con ese hábito necesita comer postre en sus
comidas para sentir que ha cumplido con el ritual completo.

Para poder modificar, entonces, los hábitos de alimentación y actividad física deben modificarse
también los habitus (y significados simbólicos) que el grupo social tiene de estos conceptos (comer y
ejercitarse). No se trata solo de pedirle al individuo que tenga la voluntad de incorporar o modificar su
hacer porque eso significaría solo modificar las rutinas y estas pueden (y de hecho tienden) a perderse
para regresar al hábito. La rutina tiene una intención de “obligatoriedad”, o “hay que hacerla” mientras
que el hábito se hace de manera natural.

Es por ello que una persona difícilmente pueda cambiar sus hábitos, lo que puede hacer es sumar
nuevos; por ejemplo, alguien que siempre se ha trasladado en transporte público hacia un lugar
específico no olvidará dicho aprendizaje sólo por el hecho de ahora utilizar su automóvil. Y, aunque
parece un ejemplo burdo, se replica en cualquier situación que involucre el aprendizaje de algo nuevo.
Lo mismo con conocer un nuevo restaurante o una nueva forma de preparar una receta.

El habitus funciona en un nivel más profundo que el de las estructuras conscientes porque es capaz
de inventar en presencia de nuevas situaciones, medios nuevos de cumplir las antiguas funciones. Es
decir, incorpora todas las experiencias anteriores conduciendo a la gente a hacer lo que debe hacer sin
planteárselo explícitamente, como una meta, más allá del cálculo e, incluso, de la conciencia, más allá
del discurso y la representación.36

Entonces, el habitus funge como marco referencial37 de todas las decisiones que se toman en el día
a día y por lo tanto, cuando se les pregunta a las familias de clase media mexicana si están tomando
buenas o malas decisiones en su vida, les es difícil calificarlas de una u otra forma. Afirman que cada
una de esas decisiones los acerca a cumplir las metas más abstractas e ideales que confluyen en su
imaginario colectivo como pueden ser la felicidad, el bienestar o la calidad de vida de su familia.

34
El habitus como sistema de disposiciones constituye una estructura que integra todas las experiencias pasadas y
presentes, funciona en cada momento como una matriz de percepciones, de apreciaciones y de acciones. BOURDIEU,
Pierre y WACQUANT, Loic; Respuestas. Por una antropología reflexiva; México: Grijalbo, 1995, p.88.
35
Ágnes Heller afirma que la vida cotidiana es ese conglomerador de códigos y referentes que colocan a cada
miembro de la comunidad (familia y grupo etario) en su punto referencial, es decir, que brinda seguridad a partir de
saber en dónde están los demás, que me pueden hacer, para qué sirven, etc. HELLER, Ágnes; La Sociología de la Vida
Cotidiana; Madrid: Península, 1978.
36
BOURDIEU, Pierre y WACQUANT, Loic; Respuestas. Por una antropología reflexiva; México: Grijalbo, 1995, p.88.
37
“Lo que he llamado marcos referenciales incorpora un importante conjunto de distinciones cualitativas. Pensar,
sentir, juzgar dentro de dichos marcos es funcionar o con la sensación de que alguna acción o modo de vida o
modo de sentir es incomparablemente mejor que otros que tenemos a mano”. TAYLOR, Charles; Fuentes del yo. La
construcción de la identidad moderna; Barcelona: Editorial Paidós, 1996, pp. 34-35.

41 Confidencial
Tampoco puede afirmarse que sean “decisiones” racionales prácticas, porque involucran este sistema
de valores. No son racionales ni irracionales son decisiones razonables porque toman la decisión “de
la mejor manera posible” dada la situación, su contexto, los aprendizajes, y el catálogo de criterios
familiares.38

NOTA: Hay que tener conciencia que las políticas públicas y campañas se enfrentan a este
habitus (o aprendizaje simbólico). Mientras la comida sea símbolo de algo más grande y
emblemático que su mera función biológica, no serán bien recibidos los mensajes que quieran
someter las decisiones alimentarias a proceso racionales de suma y resta. Quizá es necesario
comenzar a modificar el significado simbólico de la comida (o generar otros mecanismos de
satisfacción simbólica) para poder trasformar la manera en que los individuos se comportan.

Para el mexicano intentar es lo importante y ese intento tiene el significado y se reconoce como
“cambio”. Ejemplo de ello puede ser comenzar una dieta o disminuir el consumo de algún producto
que antes se consumía de manera regular. No importa si esa práctica se mantiene en el tiempo, lo
importante es demostrar que se tiene la voluntad y capacidad para mostrar un cambio. Pero sobre
todo es importante reconocer que en la reflexión, en las decisiones, en la intención de modificar el peso
del beneficio simbólico tiene más peso que el beneficio biológico.

NOTA: A lo largo de los estudios de Bitácora Social la cultura del esfuerzo ha sido una constante.
Según rasgos de temperamento del mexicano que aparecen una y otra vez en campo, el
mexicano vive con tal incertidumbre que no puede medirse a través de resultados, así que
ha optado por referirse al esfuerzo realizado. En el caso de cambio de hábitos (alimentación/
actividad física) parecería que opera la misma cultura: basta con intentarlo. Así que en
campañas de comunicación podrán tomarse dos caminos: a) enseñar con que no basta intentar
o b) enseñar que ese es el camino pero hay que hacerlo todo el tiempo, en cada elección de
alimentos incluso en aquellos entre comidas. Ayudar a que el mexicano no lo intente una o dos
veces y luego lo abandone podría ser el primero de muchos pasos en el camino para la solución
de este problema.

EN SUS PALABRAS: “Sinceramente no es fácil bajar de peso, se requiere mucho coraje,


convencimiento, fuerza de voluntad, paciencia, fe… mucha gente se burló de mí, mucha gente
intentó desanimarme o hasta meterme miedo, pero ahora, mi vida es otra. Me siento tan sano,
fuerte, con más orden en mi vida, con más amor propio, con más auto confianza y seguridad en
mí mismo. Y eso, no lo cambio por nada”.
Carlos, 34 años, Mérida, medio alto, hijo de madre con sobrepeso

Será en la medida en que el mexicano pueda encontrar espacios o mecanismos de satisfacción simbólica
cotidiana en otras prácticas o hábitos para que la comida empiece a perder protagonismo.39

38
La razón por la que son importantes estas decisiones razonables es porque están sometidas a decisiones más
relevantes para el sujeto. En México, es más importante la preparación de los alimentos, el compartirlo con la
familia, el hacerlo en un buen lugar, que el origen y el efecto que tendrán en el cuerpo. Randall Collins afirma que hay
dos tipos de “rituales”: el ritualismo funcionalista, que es el que sucede prácticamente de manera instintiva y busca
agilizar el proceso de adaptación y socialización del sujeto; y el ritualismo subcognitivo, que parte de un proceso
de razonamiento y análisis mayor y que busca resolver los problemas “mayores” o nuevos. Parecería, entonces, a
la luz de esta investigación, que la comida en México, en lugar de ser un ritual funcionalista, tiene en realidad más
características de un ritual subcognitivo. COLLINS, Randall; Cadenas de Rituales de Interacción; Navarra: Anthropos,
2009.
39
“Hoy la clase media tiene que aparentar, vivir de ilusiones. (…) El hombre de clase media se ve arrastrado por
situaciones sociales que no comprende. Por supuesto debe entender y ser un personaje importante dentro de la
sociedad”, pero como lo ha explicado Mills, el hombre de la clase media es “héroe en forma de víctima, la pequeña
criatura que es manejada, pero que no maneja, que trabaja anónimamente en la oficina, en la burocracia o en la
empresa de alguien importante, que nunca habla fuerte, que nunca replica, que nunca opina”. CAREAGA, Gabriel;
Mitos y fantasías de la clase media; México: Cal y Arena, 2012, pp.56-67.

42 Confidencial
LA ALIMENTACIÓN COMO SÍMBOLO: A MANERA DE CONCLUSIÓN

Cuando se habla de alimentación, normalmente se piensa desde una perspectiva biológica donde
los seres humanos tienen que cubrir sus necesidades básicas como puede ser: comer, dormir, entre
otras. Sin embargo, todas estas actividades a pesar de parecer universales, son llevadas a cabo con tal
variedad de prácticas culturales que hablar de ellas como “básicas” puede parecer simplista.40

La alimentación es definida como el conjunto de procesos biológicos, psicológicos y sociológicos


relacionados con la ingestión de alimentos mediante el cual el organismo obtiene los nutrimentos que
necesita, así como las satisfacciones intelectuales, emocionales, estéticas y socioculturales que son
indispensables para la vida humana plena.41 Es a partir de esta definición y de lo que se observó en
campo que puede afirmarse que en México el proceso de alimentación (la elección y los hábitos detrás
de ella) tiene que ver más con un aspecto social que con uno puramente biológico,42 ya que el mexicano
obtiene satisfacciones intelectuales, emocionales, estéticas y socioculturales diariamente a través de
su alimentación.

IDEA: Bajo esta hipótesis y considerando la idea de adicionar nuevos hábitos alimentarios, en
lugar de cambiarlos, la idea de alimentación balanceada puede redirigirse a la actitud más que
al alimento: se vale comer con el corazón y las emociones, pero es muy importante “comer
con la cabeza”.

La cultura43 en México, como en cualquier otra sociedad, tiene como principal función proveer un
sistema de significaciones para construir una visión de la realidad con la que orientarse; da criterios
y horizontes para la toma de decisiones al señalar valores y fines; y otorga un referente identitario,
integrando un todo colectivo.44

Cuando se hace referencia a este tipo de cultura no se busca caer en el folclor de las prácticas
relacionadas con la tradición y costumbres en un sentido extraordinario, sino tratar de recuperar esas
actividades y actitudes que sin ser exteriorizadas como elementos o rasgos de identidad, pertenencia y
orgullo que moldean y condicionan la manera en que se interpreta la realidad de las familias mexicanas.

40
GARCÍA CANCLINI, Néstor (coordinador); El consumo cultural en México; México: Consejo Nacional para Cultura y
las Artes, 1993.
41
CÓDIGO PABI Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas No Alcohólicas dirigida al Público
Infantil.
42
“La elección de alimentos es sin duda, de todas las actividades humanas, aquella que cabalga de manera más
desconcertante sobre el límite entre la naturaleza y la cultura”. DOUGLAS, Mary; “Les structures du culinaire” en
Communications, No. 31; Paris: École des Hautes Études en Sciences Sociales, Centre d’ Études Transdisciplinaires,
Editions du Seuil, 1989.
43
“La cultura popular no se limita a lo tradicional porque comprende, la organización de los sectores subalternos
ya que supone prácticas diferentes y no funcionales a la lógica de la dominación, de tal manera que supera a la
noción de clases sociales”. PALACIOS Moncayo, Miguel; Cultura y dominación en Durango; Durango, México: La casa
editorial de Durango, 2013.
44
ETXEBERRIA, Xabier; Sociedades multiculturales; Bilbao, España: Ediciones Mensajero, 2004.

44 Confidencial
La cultura puede ser todo aquello que parecería normal, cotidiano e irrelevante pero que influye
de manera importante en la forma en que se desarrollan la vida y las decisiones en el día a día. La
alimentación es un gran referente cultural y simbólico.

IDEA: Un esfuerzo podría dirigirse a identificar regiones o zonas donde la obesidad impacta
con mayor fuerza para hacer campañas regionales con acciones muy dirigidas. Éstas pueden
funcionar luego como casos de éxito, ya que nunca se muestran los beneficios concretos de
adelgazar o de estar bien físicamente desde una perspectiva social.

De todas las actividades que realiza el mexicano, la alimentación suele ser uno de los rituales mejor
establecidos y con mayores significados.45 La comida, como ritual, ayuda a darle sentido al flujo de
los acontecimientos y a reproducir mecanismos, prácticas, procedimientos y costumbres que tienen
como intención el bienestar de su familia.

A lo largo del trabajo etnográfico se pudo identificar que las personas, independientemente del nivel
socioeconómico y cultural al que pertenecían mencionaban ciertas actividades en las cuales invertían
no sólo su tiempo, esfuerzos, decisiones y satisfacciones de la familia mexicana. En todos los niveles
socioeconómicos y culturales que conformaron el estudio se identificaron tres contenedores46
principales: trabajo, familia y alimentación.

EN SUS PALABRAS: “Pues sabiendo que tengo trabajo me siento bien, pues sabes que te levantas
y tienes aseguradas tus dos, tres semanas pa’que no te falte qué comer y seguir trabajando.
Ya que te levantas: ‘pues a trabajar en lo tuyo’. No tienes que salir a otro lado para sacar para
comer. Y me siento al cien”.
José, 44 años, Guadalajara, baja, pareja de una persona con obesidad

Lo interesante es la manera en que dichos contenedores se van diversificando conforme el bienestar


económico o sociocultural se incrementa, es decir, pueden comenzar a presentarse más contenedores
como aquellos relacionados con viajes, entretenimiento, cuidado personal, relaciones sociales,
desarrollo personal, imagen… Estos contenedores pueden variar de familia a familia y no son exclusivos
de un nivel u otro, lo que se modifica es la prioridad y la cantidad de esfuerzo y tiempo dedicados a
“llenar” esos contenedores.

NOTA: Una muestra de cómo la alimentación “llena” otros contenedores como el de viaje
puede ser observada en los supermercados que hacen “festivales gastronómicos” de
diferentes países ofreciendo productos que evoquen o que sean de ese país sin importar si
sus características funcionales son apegadas a una “buena dieta” desde el deber ser. El valor no
está en lo “nutritivo” sino en conocer.

45
”Se puede presentar diversos valores simbólicos de los alimentos: exclusivo (para una persona), situacional (con
una persona específica), gratificación, distinción social, crisis, vínculos sociales (difíciles o irrecuperables) que
provocan estabilidad o blindaje emocional”. SILVESTRI, Eliana y STAVILE, Alberto Eduardo; Aspectos psicológicos
de la obesidad. Importancia de su identificación y abordaje dentro de un enfoque interdisciplinario; Córdoba:
Universidad Favarolo, 2005.
46
Se eligió la palabra contenedores para simbolizar aquello donde las familias depositan su esfuerzo, sus prioridades,
sus satisfactores. También pueden ser vistos como necesidades o responsabilidades. Son ejes que guían su quehacer
como individuos o como familias. Se utiliza el concepto de contenedores porque las personas realizan ciertas
actividades para “llenarlos” pero eso no significa que para acceder a un contenedor se deba cubrir el anterior. Los
contenedores se encuentran en un mismo nivel y la única diferencia que se presenta es que dependiendo del nivel
socioeconómico y cultural pueden tener cierto grado de independencia o dependencia entre sí. En un sentido más
simplista estos contenedores pueden ser vistos como las responsabilidades que cada individuo tiene que realizar
para que todo funcione. Y se mencionan como responsabilidades ya que su cumplimento o incumplimiento puede
generar en el plano emocional afectaciones o satisfacciones relevantes dependiendo de la situación.

45 Confidencial
La trampa está en creer que la alimentación aparece como uno de los principales contenedores
por su función biológica en el sentido de sobrevivencia. La alimentación aparece como uno de los
tres principales contenedores porque, como se ha explorado a lo largo del documento, tiene más
significados y beneficios culturales y simbólicos que funcionales. En este sentido por eso aparece a la
par de la familia y el trabajo.

Para las familias, tener los contenedores —y evaluar el nivel en el que se encuentra cada uno de ellos—
es una manera de dar sentido a su vida, reafirmar y comprobar que los esfuerzos que realiza día a
día tienen resultado y que, aunque no se pueda lograr todo lo deseado, las cosas no van tan mal. La
alimentación es aquel contenedor que puede ser rellenado más fácilmente y con satisfacción de todos
los miembros de la familia;47 el que se lleva a cabo todos los días, tres veces al día y ayuda a generar
estabilidad en el cotidiano.

Paradójicamente, la comida es la única que puede ser usada indistintamente por las familias para cubrir
sus necesidades simbólicas cotidianas. La alimentación permite encontrar el “punto de equilibrio
social”, es decir, aunque otros aspectos de las vidas de las familias mexicanas no estén cubiertos,
la alimentación sustituye o subsana simbólicamente dichas carencias. E incluso cuando las cosas
en otros aspectos de la vida van bien, también se puede complementar y celebrar dichas bonanzas
con comida. Para fines de este análisis podríamos usar el concepto del “genotipo ahorrador”48 pero
simbólico. Dicho abastecimiento ante la posible carencia o abundancia permite que las familias se
blinden emocionalmente frente a futuros inconvenientes o situaciones ganando seguridad.49 Esta
actitud y comportamiento estuvieron presentes en todos los NSEyC pero con mayor relevancia en
NSEyC medios bajos y bajos.

47
Independientemente del estrato sociocultural, o de qué tan satisfechos estén los niveles de los contenedores
se presentó a lo largo de la investigación un sentimiento generalizado de malestar o frustración debido a que se
considera que el papel que juegan las familias en el abastecimiento de los contenedores sociales es muy bajo. En su
percepción, el contexto no es idóneo en la creación de oportunidades que permitan a las familias y sus miembros
tener un mayor peso en la estructura y decisiones de sus vidas. La incertidumbre en los ámbitos más básicos y
necesarios desde la perspectiva de las familias es muy grande, sobre todo las relacionadas con el trabajo y la familia.
En este sentido, al tener la percepción de poco control de lo que su sucede alrededor de sus vidas, las satisfacciones
cotidianas se van contrayendo dejando muy pocos espacios para construir mecanismos que les ayuden a saber que
no todo está tan mal. A pesar que en clase media alta y clase alta se tienen abastecidos a buen o máximo nivel los
distintos contenedores sociales, en el discurso se puede identificar el mismo sentimiento de malestar o frustración
al no controlar completamente lo que sucede en sus vidas, sobre todo en aspectos de seguridad de su familia o de
cuestiones económico-laborales.
48
El término se recuperó y adaptó a partir del análisis genético que hace el Doctor José Enrique Campillo Álvarez
en su libro El mono obeso. Así como el organismo “aprendió” a acumular grasas ante la escasez, los mexicanos de
clase media “ahorran” o usan estímulos simbólicos para sentirse en bien. (Cita del mono obeso: “La respuesta de la
evolución ante la falta de alimentos fue diseñar un organismo con gran capacidad de acumular reservas de energía
en forma de grasa. Apareció el “mono obeso”. A la característica metabólica que permitía este almacenamiento
extra de energía en los periodos de abundancia, se le denomina “genotipo ahorrador” y se basa en la existencia de
insulinorresistencia en las células musculares y gran sensibilidad a la insulina en las células adiposas. Esta situación
permitía derivar la glucosa excedente hacia la síntesis de triglicéridos en los adipocitos. También interviene un
cierto grado de leptinorresistencia de los receptores hipotalámicos a esta hormona. Esto permitía que, aunque los
depósitos grasos aumentaran de tamaño, siguieran teniendo hambre para llenarlos un poco más”). CAMPILLO, José
Enrique; El mono obeso. La evolución humana y las enfermedades de la opulencia: obesidad, diabetes, hipertensión,
dislipemia y ateroesclerosis; Barcelona: Editorial Planeta, 2010, p. 106.
49
La seguridad es una necesidad esencial de los seres humanos, se manifiesta en la certeza de no sentirse amenazados
en su integridad física, psíquica, afectiva y patrimonial. Las amenazas contra la integridad física y psíquica producen
uno de los sentimientos más lacerantes en las personas, el miedo, lo conocen sólo quienes lo han sufrido, y es la
evidencia de nuestra vulnerabilidad en el límite. CONTRERAS, Carlos; “Seguridad humana” en Quórum Revista de
pensamiento iberoamericano. Núm. 18; España: Universidad de Alcalá, verano 2007, pp. 152-163.

46 Confidencial
Contrariamente, en la clase media alta50 se presenta un fenómeno peculiar: no sólo pueden
tener abastecidos plenamente los contenedores, sino que existe una presión social por
parte de los miembros de su núcleo social para estar procurando todos los contenedores
a su alcance. Por poner un ejemplo, puede existir un contenedor de “viajes”, el cual puede
ser cubierto en términos económicos y temporales sin ningún problema. Si alguien con
esta posibilidad no lo utiliza será evaluado por sus pares y la justificación de la persona
que no lo utiliza comienza a volverse compleja ya que no tiene pretexto para no usar
dicho contenedor. Este fenómeno de supervisión social no se presentó en otros niveles
donde cada familia tiene el derecho de decidir cómo gastar o abastecer cada uno de los
contenedores. En general, en la clase media baja y típica, nadie cuestiona la manera de
organización o utilización de los recursos a su disposición.

La clase media típica,51 al no tener bien definido su temperamento o identidad, los intenta
subsanar mediante el consumo de ciertos productos o experiencias, buscando definir
códigos culturales que lo representen para establecer una distancia simbólica sobre todo
con la clase media baja.52 La alimentación es la herramienta perfecta para esto. El consumo
de marcas, la asistencia a ciertos lugares (bares y restaurantes) son uno de los pocos medios
que le permite a la clase media típica demostrar y exteriorizar su situación frente a los otros.

EN SUS PALABRAS: “Creo que la gente lo hace [elige ciertas cosas] por aparentar. Por ejemplo
si enfrente está una doña vendiendo unas quesadillas que, pienso pueden ser más saludables,
la gente va al McDonald’s de enfrente, por aparentar”.
Daniel, 30 años, DF, medio típico, delgado

Por último, la principal característica de la clase media baja53 es el valor de su colectividad


lo que le brinda una seguridad simbólica y emocional muy fuerte. En este sentido, la
alimentación es el cohesionador social o el pretexto perfecto para fortalecer esos vínculos
sociales y su identidad.54

50
La clase media alta se sabe privilegiada por lo que sus decisiones cotidianas se vinculan directamente a un
pragmatismo funcional, es decir, sus consumos y relaciones siempre tienen una razón de ser en beneficio de
mantener privilegios, los cuales están relacionados principalmente con la capacidad de consumos materiales y
culturales, además de la reafirmación a través de la pertenencia a grupos exclusivos que le permiten mantener su
estilo de vida. A diferencia de la clase media baja y la clase media típica, el nivel de vida al que están acostumbrados
no los define como individuos sino que forma parte de su bagaje y de su experiencia. Dicha seguridad simbólica, al
tener cubiertas sus necesidades en lo económico, les permite tener una cosmovisión a largo plazo y la capacidad de
relacionarse con otros niveles socioeconómicos y culturales sin desarrollar tensiones de clase.
51
La clase media típica tiene como principal característica sociocultural el encontrarse en una constante búsqueda
de reafirmación de su situación frente a los otros, es decir, busca distintas formas para diferenciarse o acercarse a
los códigos culturales existentes mediante consumos, relaciones o actitudes del resto de la población (hacia arriba
o hacia abajo). Si bien esto puede tener una explicación histórico-política en nuestro país a partir de los años 50’s y la
conformación de la clase intelectual como proyecto de nación, la realidad económica, social y política ha provocado
que dicho estrato sea el más afectado en términos emocionales e identitarios. Esto ocasiona que la clase media
típica busque constantemente nuevos referentes o nuevos consumos y tenga cierto recelo de la situación de la
clase media alta, a quienes clasifican como “ricos” pero también cierto repudio hacia la clase media baja, a quienes
tildan de “pobres”.
52
“Jean Baudrillard y tantos otros muestran que en las sociedades contemporáneas buena parte de la racionalidad
de las relaciones sociales se construye, más que en la lucha por los medios de producción, en la que se efectúa para
apropiarse de los medios de distinción”. GARCÍA CANCLINI, Néstor; “El consumo sirve para pensar” en Diálogos de la
comunicación. No. 30; Lima, junio 1991.
53
En términos concretos, al conformarse como núcleos sociales extensos que unen a los individuos de este nivel
socioeconómico y cultural a través de la consanguineidad y de las relaciones de afinidad, lo que permite que su
identidad sea reafirmada y reproducida dentro del mismo contexto y grupo, es decir, no necesitan reafirmarse
a través de la comparación con el otro sino que sus consumos y relaciones tienen el objetivo de satisfacer las
necesidades del grupo para incrementar su cohesión y fortalecimiento.

47 Confidencial
Esta búsqueda del biensentir (entendido como los momentos o situaciones donde el mexicano y su
familia pueden reafirmar que lo están haciendo bien) si bien se expresa de manera diferente en cada
nivel socioeconómico y cultural, ha provocado una paradoja en cuanto a la alimentación: ante el poco
control que el mexicano tiene sobre su cotidiano, la percepción de la alimentación se ha modificado
convirtiéndose al mismo tiempo en contenedor y contenido (de otros contenedores).

En una primera instancia, como se observaba, (como “contenedor” prioritario) la alimentación es una
de las formas de reconocer que se está haciendo bien o se va por buen camino. Desde una perspectiva
psicológica, se sabe que cualquier ser humano busca el reconocimiento hasta en los actos más pequeños.
Por ello, la alimentación es una de las formas más discretas que tiene el individuo para reconocer su
esfuerzo sin ser juzgado por los demás (porque además cualquier decisión que se tome relacionada
con la comida puede estar justificada por múltiples factores funcionales y simbólicos codificados
desde cada núcleo familiar). En un sentido colectivo, cualquier celebración, reunión o reconocimiento
conlleva la ingesta de alimentos. En un sentido simbólico, incluso la comida suele ser el punto central
de la actividad y no la reunión en sí misma.

Sin embargo, en segunda instancia (como “contenido”) la alimentación se ha convertido en ese “líquido
social” que ayuda a llenar otros contenedores. Por ejemplo la alimentación puede ayudar a que la
familia esté satisfecha al final del día por el esfuerzo realizado y se premie con un gusto; asistir a un
restaurante “comprueba” lo bien que le está yendo al proveedor económico.

En este sentido, parecería también que la alimentación puede convertirse en un bien material que
proyecta “identidad” del individuo.55 Pero lo más interesante es cuando la alimentación se convierte
en ese “líquido” que llena otros contenedores, permitiendo tener satisfactores más allá de los tres
básicos. La alimentación, en este sentido, se ha convertido en entretenimiento, manera de viajar, en
bien material que ayuda a proyectar estatus, en vehículo de relaciones sociales, entre otros.

Esta paradoja sobre la alimentación implica que sea todavía más difícil revertir el problema del
sobrepeso y la obesidad. En la medida en que comer es el más eficiente, barato, y “bajo control” de los
satisfactores sociales 56, su influencia en el habitus social está anclado a referentes simbólicos que van
mucho más allá de las cucharadas de azúcar, el contenido calórico o las calorías quemadas.

Sin importar el nivel socioeconómico y cultural, la conformación de la familia, el contexto al que


pertenecieran o incluso la interpretación biológica o social que hicieran de la comida, todas las familias
e individuos hacían uso regular del mecanismo del biensentir, en mayor o menor medida, a través de
la comida.
EN SUS PALABRAS: “Es que el comer es sentirte bien, por ejemplo cuando llevas mucho tiempo
sin comer y pruebas bocado o que te das un antojito uno siente bonito, porque aunque sea
necesidad primaria el degustar es fundamental”.
Perla, 23 años, DF, medio típico, delgada

54
“La identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el marco u horizonte dentro del
cual se intenta determinar, caso a caso, lo que es bueno, valioso, lo que se debe hacer, lo que se aprueba o lo que se
opone. En otras palabras, es el horizonte dentro del cual se puede adoptar una postura”. TAYLOR, Charles; Fuentes
del yo. La construcción de la identidad moderna. Barcelona: Editorial Paidós, 1996, p. 43.
55
“Los individuos están cada vez más obligados a elegir su identidad, que de esta manera se convierte en una cuestión
de selección personal, y los principales canales para la comunicación de la identidad son los bienes materiales y
simbólicos. De ahí la importancia del consumo”. WARDE, Alan; Consumption, Food and Taste. Culinary Antinomies
and Commodity Culture; Journal of Consumer Culture. Vol. 5; Londres, Thousand Oaks, CA y Nueva Delhi: Sage, 1997,
p. 7.
56
“Los pobres, como categoría social, no son los que sufren carencias y privaciones específicas, sino los que reciben
auxilio o deberían recibirlo según las normas sociales. En consecuencia, la pobreza no puede, en este sentido,
definirse como un estado cuantitativo en sí mismo, sino en relación con la reacción social que resulta de una
situación específica”. PAUGAM, Serge; Las formas elementales de la pobreza; España: Editorial Alianza, 2007.

48 Confidencial
A MANERA DE SUGERENCIAS
Si el individuo crea un catálogo de códigos para justificar sus decisiones en el ambiente
familiar, las iniciativas, programas, políticas públicas y campañas tendrían que estar
planteadas a partir de ese contexto familiar.

Pero debe cuidarse que no se hagan evaluaciones o juicios de valor a ciertos


mecanismos o actitudes. Hay que tener conciencia que esos procesos considerados
“malos o buenos” forman parte del sistema de valores de la familia.

Puede evaluarse la posibilidad de que los “voceros” que sugieran incluir nuevos
códigos y comportamientos sean los niños como su contribución al código familiar.

Si bien no hay relación entre el presente y el futuro y la obesidad se ve como algo que
“sucedió”, es probable que tenga que dejar de hablarse de “prevención” a largo plazo
y comenzar a mostrar que no es algo que “puede” pasar o que sucederá “después”...
las consecuencias tienen que ser visibles hoy.

La mejor manera de hacerlas visibles es “sacar” las consecuencias del individuo y


llevarlas al contexto familiar. Cuando alguien tiene un problema de salud deja de ser
personal para afectar a toda la familia.

Si lo que sucede tiene que ver con los códigos simbólicos y el habitus de un grupo social
las iniciativas tendrían que partir de esos códigos y dirigir mensajes especializados a cada
“target”. Así como las marcas establecen estrategias concretas para una marca y producto
y lo hacen desde una “personalidad de marca”, estas iniciativas también podrían tener un
público objetivo concreto.

La mayoría de los impresos (revistas, vallas, anuncios fijos en internet) no están


dirigidos a alguien en particular. Se podrían crear targets para poder tener una
estrategia más clara (niños, jóvenes, mujeres, obesos potenciales, gorditos, los muy
gordos...).

Si la obesidad fuera una marca, ¿qué personalidad tendría y cómo le hablaría a las
personas?

Si la relación con la comida es cultural entonces los mensajes tendrían que ser
regionalizados reconociendo los códigos locales.

Cabe entonces la pregunta ¿podría la Alianza por una vida saludable explorar la
posibilidad de convertirse en una Alianza por una vida plena? No se trata sólo de
cambiar el nombre sino de comenzar a cambiar el diálogo de la alimentación de lo
funcional a lo simbólico; dejar de hablar de qué se “debe” o no comer para explorar
de que manera puede un individuo (y su familia) encontrar otros satisfactores.

Finalmente, cambiar una percepción simbólica no es tarea fácil. Primero hay que reconocer
que el problema está en una esfera distinta a la funcional porque a partir de ahí los mensajes
cambiarían de objetivo. Solo hasta que hagamos sugerencias en la esfera donde está
(simbólica y no funcional), sólo hasta que todos reconozcamos nuestra responsabilidad en
la generación y mantenimiento de esos códigos, sólo hasta que nos demos cuenta que la
solución es a muy largo plazo pero hoy ya hay consecuencias y afecta directamente a cada
familia no estaremos generando el lenguaje preciso para modificar esos hábitos.

Es muy claro, no se trata sólo de comer menos calorías o de gastar más calorías… se trata de
que los mexicanos reconozcamos que estamos dándole un valor simbólico a la comida que
está teniendo consecuencias de salud. En ese sentido es problema de todos.

51 Confidencial
53 Confidencial
HÁBITOS

“Definitivamente creo que los hábitos así como “Yo acepto que no tenemos buenos hábitos, pero
las responsabilidades van cambiando de acuerdo también veo que la comida rápida es muchas veces
a lo que estés viviendo, de acuerdo a tu etapa en la opción más fácil, rica y a la mano que tenemos,
la vida”. porque la comida rápida no necesariamente es
nutritiva, pero como es lo más rápido o rico pues
Laura, 39 años, Guadalajara, medio alto,hija de eso comemos”.
una persona con sobrepeso
Claudia, 43 años, Guadalajara, medio típico,
con sobrepeso
“Entiendo que modificar los hábitos alimentarios
de una población es una tarea muy compleja,
primero porque hay que interesar a la gente en su “Yo creo que consideraríamos más el hecho de
bienestar, en su salud y después hay que decirle hacer lo posible por modificar nuestros hábitos
que todo lo que habían escuchado, todo lo que se alimenticios, antes de pensar en hacer una de
les ha venido diciendo desde hace muchos años, tantas dietas supuestamente milagrosas que han
es básicamente mentira… ¡imagínate! Es un gran inventado o consumir un producto milagro…la
reto”. verdad a mí me dan flojera las dietas”.
Adrián, 46 años, Mérida, alto, delgado Mario, 39 años, Oaxaca, media típico,
con obesidad

“Los niños ya hasta les están enseñando a sus


papás a comer. Como dice mi papá, ellos traen
otros hábitos y costumbres y no esperar a que
las personas estén en vías de estar obesos para
entonces intentar darles un tratamiento o
recomendaciones poco profesionales y hasta con
regaños”.

José, 70 años, Mérida, medio alto,


con sobrepeso

EJERCICIO

“Hacer ejercicio una hora y media todos los días “Sudar es normal porque tu cuerpo se mueve y
esto lo hago después de levantarme de 6 a 7:30, además aquí todo el tiempo sudas porque hay
esto puede variar, si tengo libre la mañana regreso mucho calor. No creo que a alguien de Yucatán le
de ir a dejar a las niñas y hago el ejercicio. También guste sudar, sudamos muuucho”.
dedico tiempo para mí, es de importancia verme
bien, sentirme bien, me arreglo, maquillo, esto es Chío, 23 años, Mérida, medio típico, hija de una
parte de mi presentación personal y física, quizá persona con sobrepeso
unos 30 minutos o 40”.
Naty, 32 años, Chilpancingo, medio alto, hija de
una persona con sobrepeso “A mí me gusta sudar, pero más bien cuando
hago ejercicio, porque cuando estoy trabajando y
sudo pues es por el calor o el sol, pero haciendo
ejercicio se siente muy bien sudar, es más, si salgo
“El ejercicio fíjate que me hace muy bien, si no a caminar y no sudo siento que no hice nada o que
hago ejercicio como que mi cuerpo se oxida. No no me sirvió el ejercicio”.
debe de pasar más de una semana, o quince días;
necesito caminar, necesito hacer algo, siempre Claudia, 43 años, Guadalajara, medio típico,
y cuando estemos haciendo ejercicio estamos con sobrepeso
bien; el problema radica cuando las actividades
laborales o políticas nos acaparan y dejamos de
hacerlo, ahí tenemos un poquito de conflicto”. “Me gustaría tener más tiempo para hacer
Ernesto, 48 años, Chilpancingo, medio alto, ejercicio para bajar unos kilos y sentirme con más
con sobrepeso energía”.
María, 56 años, Tijuana, medio típico, madre de
una persona con sobrepeso

55 Confidencial
“Cuando me toca cuidar a Camila, me la llevo “El simple hecho de caminar lo suficiente, o con
al parque y ahí estoy en los juegos con ella…. el hecho de subir a mi oficina cuatro pisos, por las
me agacho, juego, corro, la cargo….lo que hace escaleras todos los días, durante varias semanas,
cualquiera para mantenerla distraída…. Y quieras meses, se podría decirse que es una actividad
o no, eso cansa….yo acabo todo sudado….eso física. Es por ello que considero tener un ritmo de
también es una actividad física aunque no sea vida activo, y cuando sudo libero toxinas, es una
deporte”. manera de purificarme.”
Demetrio, 29 años, Mérida, medio alto, nieto de Ernesto, 48 años, Chilpancingo,
una persona con sobrepeso medio alto, con sobrepeso

“Por ejemplo cuando caminamos, cuando “Pues es el ejercicio que hacemos cuando
barremos, cuando sacudimos, cuando estamos trabajamos, si hacemos quehacer ya es ejercicio
activos durante todo el día, también afecta en lo y es bueno para uno porque así no te duele el
emocional, por ejemplo yo, cuando hago ejercicio cuerpo y aguantas más pues, vive uno más años”.
estoy más feliz en todo el día, eliminas todas esas
toxinas malas que te enferman, las sacas en ese Tori, 80 años, Chilpancingo, medio bajo, madre
momento de la activación que tienes durante de una persona con obesidad
todo el día”.
Paty, 50 años, Oaxaca, medio típico,
con obesidad “[Existen dos tipos de actividad física] la primera
como toda actividad que se realiza con intención,
es decir, cuando vas a correr al parque como mi
papá, a nadar al club o levantar pesas al gym y la
“Tener actividad física es realizar un esfuerzo segunda como la que se hace sin intención y que
como realizar una actividad fuera lo normal que no se puede evadir, por ejemplo, lavar un coche,
no tiene que ver con las actividades diarias, salir ser empleado en una fábrica o ser albañil, entre
de la rutina realizar un deporte, caminar o correr”. otras”.
Francisco, 25 años, Tijuana, medio típico, Diana, 33 años, DF, medio alto, hija de una
con obesidad persona con obesidad

ALIMENTACIÓN FUNCIONAL

“No es saludable y menos bueno para el peso “Comer cosas nutritivas y en buena cantidad, ni
consumir tanta azúcar, las cantidades de las poco ni mucho”.
colaciones también son medidas, se puede comer
una fruta o hasta 2, la cantidad que quite el Lucía, 51 años, DF, medio típico,
hambre, pero no más”. con sobrepeso

Naty, 32 años, Chilpancingo, medio alto, hija de


una persona con sobrepeso
“Yo por lo menos trato de balancear… en mi
desayuno me gustan los huevos, me gusta
el jamón, me gusta el queso; me gustan los
“Para estar saludable, hay que comer sano: sándwiches, los hot cakes. Dos o tres veces por
verduras, agua, poca soda”. semana me hago pura fruta con yogurt, me gusta
la leche o cereal”.
Antonio, 52 años, Tijuana, medio típico, padre de
una persona con sobrepeso Graciela, 63 años, La Paz, medio típico,
con sobrepeso

“Agrego, la alimentación es comer a las horas,


equilibrar entre verduras y carnes, eso es “Ahorita los señores están haciendo dieta, porque
alimentación, lo demás que comúnmente el señor estuvo enfermo y sigue la dieta que le
hacemos o que yo hago es comer nada más para da la nutrióloga. La verdad yo pienso que son
mantener el estómago lleno, existe una diferencia comidas muy nutritivas, aunque se debe cocinar
entre alimentación y comer, podemos comer lo con poca grasa y casi nada de sal pues así casi no
que sea, pero alimentarse es cuidar la salud”. me gusta”.
Ernesto, 48 años, Chilpancingo, medio alto, Juana, 36 años, Chilpancingo, medio bajo,
con sobrepeso con sobrepeso

56 Confidencial
“Antes comías lechuga y ya, pero está muboga “Con grupos de alimentos me refiero a los que
esto de la comida sana, y entonces cada vez hay te marcan los nutriólogos, te dan un circulo o
más opciones, lo malo es que salen caros, son pirámide sobre los alimentos, desde la comida
más baratos los tacos, por eso prefiero hacerme chatarra hasta frutas y verduras, obviamente hay
de comer”. comer más verduras que carnes, pero más carne
que cereales como pan dulce y hay comer nada o
Neshy, 27 años, DF, medio alto, delgada casi nada de dulces o azucares.”
Karen, 26 años, DF, medio alto, delgada (hija de
una persona con diabetes)
“Una comida balanceada y correcta debe tener
de todo, de todos los grupos de comida, mucha
verdura, mucha fruta, debe tener carne y pocas
harinas y dulces. Yo pienso que nuestra comida es “Yo sólo como frutas y verduras, puro pollo, nada
rutinaria y muy normal, no creo que sea excelente de puerco. Pero antes la comida era más sabrosa
pero tampoco tan mala, creo que está bien”. porque le poníamos manteca a todo, y estaba
sabrosa. En cambio ahora todo lo tengo que
Catalina, 71 años, DF, medio alto, comer insípido, pero ni modo así es sano”.
con sobrepeso
Clara, 84 años, Mérida, medio típico, antes con
sobrepeso (con diabetes)
“Por ejemplo, una manzana es saludable, pero tal
vez no tan nutritiva porque tal vez tu cuerpo o tú
necesitas una nutrición o algo más consistente”.
Laura, 39 años, Guadalajara, medio alto, hija de
una persona con sobrepeso

ALIMENTACIÓN SIMBÓLICA

“Le compro un yogurt a Ximena y otro a mi mamá “…de las cosas que más me preocupan [es saber
y ya me voy a esperar la combi. Ya que llego a mi que] que vamos a comer hoy, cuánto dinero hay
casa, la que casi siempre me abre la puerta es para comprar comida, [la cantidad] depende de lo
Ximena, y lo primero que me dice es ¡Tía Juana! que traiga Marcos ese día”.
¿Qué me trajiste? Y pues ya le doy lo que le haya
comprado, si es que se portó bien”. Mary, 25 años, Tijuana, bajo, con obesidad

Juana, 36 años, Chilpancingo, medio bajo,


con sobrepeso
“A veces la hora de la comida es lo que me gusta
mucho compartir con mi familia, porque estamos
todos”.
“Me gusta hacer de comer rico y ver que les gusta
la comida. Porque cuando no les gusta... [sube la David, 53 años, Oaxaca, medio típico,
voz y hace una mueca de frustración]. Como ayer, con sobrepeso
hice pollo a la jardinera y mi marido prefirió una
sopa maruchan y atún a la mexicana, eso es algo
que me enoja, pero lo entiendo”. “Yo procuro tener una buena alimentación en
Carmen, 45 años, DF, medio bajo, madre de una casa, me da desconfianza en la calle”.
persona con sobrepeso Catalina, 71 años, DF, medio alto,
con sobrepeso

“Por mí comería diario Big-mac’s pero mejor trato


de comerla en un momento especial, algo que no “Si tienes la posibilidad debes hacer lo mejor para
hago diario como cuando voy al cine, voy cada 15 comer, yo me estreso y me da mucha hambre,
días”. aunque trato de comer sólo en la casa, casi
Gustavo, 50 años, Guadalajara, medio típico, siempre ando picando comidas o comprando
con sobrepeso antojitos todo el tiempo”.
Karen, 19 años, DF, medio bajo,
con obesidad

57 Confidencial
“Cuando visitó a mi mamá, siempre me llena “Yo le pido a la señora que haga chilaquiles, pollo
trastes de comida, ella vende tortillas y tienen a la plancha, ensaladas de atún de pollo, pollo
una fondita, entonces me echa los guisos que empanizado entre otras cosas. Busco que sea
sobraron, también a veces vienen los amigos de saludable, que no nos engorde tampoco, pero
mi hijo y mandan a comprar tlayudas y quesadillas, que también tenga un buen sabor”.
pero sólo así traemos comida de fuera, nosotros
no compramos, somos muchos y sale caro”. Juanita, 63 años, Monterrey, medio alto, madre
de una persona con obesidad
Avelina, 65 años, Oaxaca, medio bajo, pareja de
una persona con obesidad
“Uff, pues las carnitas asadas, eso es mi fuerte, a
mí me encantan también los helados de la sultana,
“Me encantan las cosas dulces como los la carne asada me gusta hacerla yo con mis
pastelitos, galletas, pan, etc. Acompañados de amigos, estoy contento con la comida casera de
mi café, me da mucha tranquilidad comerlos mi esposa, y la verdad es que en Costco también
creo que también porque tomar mi café es un venden comida ya pre elaborada que esta rica, las
momento de tranquilidad que disfruto en mi día. costillitas, la pizza, etc.”.
Ahora que estoy a dieta no como muchas cosas
dulces pero si me puedo comer unas dos galletas Pepe, 63 años, Monterrey, medio alto, padre de
o un pan pequeño”. una persona con obesidad
Patricia, 65 años, Guadalajara, medio alto, con
sobrepeso

“Sólo los fines de semana se permite comer


MC’Donalds, pizza, su papá les permite la comida
chatarra a las niñas e hijos, como palomitas,
salsas envasadas, Sabritas, refrescos, dulces,
hamburguesas. Yo no estoy de acuerdo con eso”.
Naty, 32 años, Chilpancingo, medio alto, delgada,
hija de una persona con sobrepeso

OBESIDAD

“Sin caer en discriminaciones, creo que las “Para una persona que si le haya hecho caso, la
personas somos muy dadas a fijarnos en los responsabilidad. A lo mejor es una persona que
aspectos físicos de los demás, por eso cuando tiene hijos chiquillos y quiere durar con ellos un
vemos a una persona, chaparrita, grandota, buen rato. Es parte de su responsabilidad estar
gordita o que tiene los dientes manchados y bien para ellos, para que no les falte [refiriéndose
chuecos, acné en la cara y otras características a morir].”
que llegamos a considerar como malas, por lo
menos se nos viene a la mente algún pensamiento Pancho, 79 años, Tijuana, medio bajo, con
de que a nosotros o nuestros hijos no nos gustaría sobrepeso (tiene un hijo con el pie amputado
estar así, porque de alguna u otra manera estas debido a complicaciones con su diabetes)
personas sufren críticas o hasta discriminación
por su condición”.
Francisca, 37 años, Oaxaca, medio típico, madre “Ahora les dices que estar gordo es también
de una persona con sobrepeso malo, pues quedan desconcertados las personas,
porque por una parte te dicen que dejen comer a
los niños y por otra que es malo comer en exceso
y que además es malo estar llenito, pues ya no
“La sangre ya tiene grasa, es preocupante para los saben las personas, ni que es malo y ni que es
padres que no tienen responsabilidad sobre sus bueno”.
hijos, deberían checarlos, llevarlos al doctor cada
mes, que su talla y su peso vayan correctamente y Diana, 70 años, DF, medio bajo, madre de una
si no disminuirle las raciones de la comida”. persona con sobrepeso

María, 27 años, Oaxaca, bajo, delgada, madre de


una persona con sobrepeso

58 Confidencial
“[Hablando de obesos] Son aquellas personas “Cualquier cuerpo es bueno, siempre y cuando
que no se pueden ni mover por sí solas, ya me ha pueda hacer lo que se supone sin bofearse mucho.
tocado verlas, caminan lento y les cuesta trabajo Conozco gordos que corren más rápido que yo”.
levantarse de las sillas o hasta bañarse”.
Marco, 18 años, Tijuana, medio típico, hermano
Marco, 31 años, Tijuana, bajo, pareja de una de una persona con sobrepeso
persona con obesidad

“No sólo son gordos por la comida, también


“Desafortunadamente, aquí en Mérida, muchas puede ser porque sus organismos no asimilan
personas piensan que si estás llenito, es porque bien la comida y deben tratarse médicamente, no
estás saludable y hasta lo consideran atractivo”. sólo ponerse a dieta con pastillas y tonterías que
no deben”.
Marina, 42 años, Mérida, alto, delgada
Alicia, 50 años, Guadalajara, medio bajo,
con sobrepeso
“De dónde venimos, de Chiapas, el que sufre
obesidad tiene dinero y come un montón, el clima
no le permite a uno la obesidad”. “Cuando estoy más delgado se me quitan mis
males, me siento excelente de todo, hasta más
Socorro, 51 años, Tijuana, medio típico, positivo, con más ganas y sí me siento incómodo
con sobrepeso cuando traigo panza, como ahorita”.

“En mi familia, las abuelas nos enseñaron a no Gustavo, 50 años, Guadalajara, medio típico,
burlarnos de las personas gorditas y con alguna con sobrepeso
discapacidad, pero creo que con un método muy
tradicional, porque te decían que si te burlabas de
las personas tú te ibas a poner así o tus hijos iban
a nacer así”. “Por ejemplo, yo tengo obesidad y ahorita estoy
yendo a un tratamiento para bajar de peso. Yo me
Francisca, 37 años, Oaxaca, medio típico, madre considero obesa, me siento pesada para hacer
de una persona con sobrepeso muchas cosas a pesar de que camino mucho… Por
eso ya estoy desayunando mucha fruta cuando
salgo a desayunar a los restaurantes”.
“Porque yo por ejemplo, hay personas de mi edad Graciela, 63 años, La Paz, medio típico,
y de mi estatura que están muy gorditas, yo no con sobrepeso
me siento gordísima, digo, de repente si la lonjita
y eso, pero no estoy tanto”.
Carmen, 45 años, DF, medio bajo, madre de una “No sé. Estoy lonjudo pero no estoy hipopótamo
persona con sobrepeso todavía. A las personas con obesidad se les nota
en los brazos. Las manos y las muñecas se les ven
gordas. Se me ve un poco de cachete pero todavía
no llego a eso. No puedo decir que tengo las
“Yo creo que la única diferencia ente un cuerpo piernas gordas por ejemplo”.
obeso y uno en forma, es en que la gente te trata
mejor entre mejor te veas. En cuanto a lo demás,
lo que puede hacer una persona esbelta lo puede
hacer una persona con sobrepeso” Daniel, 27 años, Monterrey, medio alto,
con sobrepeso
Cristina, 30 años, Tijuana, medio bajo,
con obesidad

SALUD Y ENFERMEDAD

“Pues no veo que mis hijos se sientan cansados, “Estar bien, no tomar pastillas, que mis hijas
anémicos o con manchas, supongo que están no tengan dolores, anden de traviesas de aquí
saludables”. para allá, no verlas decaídas, que siempre anden
alegres con ganas de comer, que no les duela
María, 56 años, Tijuana, medio típico, madre de nada, absolutamente nada”.
una persona con sobrepeso
Naty, 32 años, Chilpancingo, medio alto, hija de
una persona con sobrepeso

59 Confidencial
“Yo me considero saludable porque como bien, “La salud no depende solo de nosotros, es también
duermo muy bien y tengo higiene personal, todos asunto de las personas que nos rodean, pero esto
los días me baño y todos los días me lavo los dependen de varias cosas, del que comemos,
dientes, eso para mí es ser sano”. tomamos, cómo nos cuidamos”.
Patricia, 65 años, Guadalajara, medio alto, Mary, 65 años, Chilpancingo, medio alto,
con sobrepeso delgada (con diabetes)

“Hay que tener en cuenta que las preocupaciones “Lo contrario a la enfermedad, estar bien del
por problemas familiares también pueden causar cuerpo, no sentir algún problema crónico y estar
enfermedad”. activo, que puedas hacer tus cosas y sentirte
entero”.
Demetrio, 84 años, Mérida, medio alto,
con sobrepeso Enrique, 52 años, DF, medio típico,
con sobrepeso

“Pues sí, sin salud estas fuera, no puedes hacer lo


que te propongas, porque la salud es el motor del “Si me comparo con los que están bien, deportistas
cuerpo, sin ella no eres nada”. y así, pues sí digo: ‘ay, tengo que empezar a hacer
ejercicio’… yo creo que estamos, pues diría, nada
Argelia, 43 años, DF, medio bajo, más bien, sé que no estamos sanos pero tampoco
con sobrepeso estamos, pues, no sanos”.

Bibiana, 20 años, Monterrey, medio bajo,


con sobrepeso
“Yo las medidas que tomo es que si siento que si
me va a dar gripa me como una naranja, me chupo
un limón y si me va a dar gripa pues digo ya pues
que me dé y si me da feo pues ahora si voy al
médico, a Similares o a la Cruz Roja, aunque luego
en los centros de salud si acaso solo te dan una
paracetamol o un mejoralito”.
Juana, 36 años, Chilpancingo, medio bajo,
con sobrepeso

SATISFACCIONES

“Mis hábitos alimenticios se han hecho caóticos, “Indiscutiblemente me consiento mucho con la
he aumentado de manera considerable de peso lo comida. Estoy en sobrepeso, pero no en obesidad.
cual ha hecho que la mayoría de mi ropa ya no me Hago ejercicio en mi casa, cardio en la bicicleta y
quede y me siento un tanto afectado por eso. No aerobics. Casi no camino en los días cotidianos de
me siento cómodo con la ropa ni cómo me veo. trabajo, camino pero son pocas las escaleras que
He tenido que comprar ropa, a mí no me gusta subo, todo está muy cerca en mi oficina”.
comprar ropa”.
Isabella, 25, Monterrey, medio alto,
Daniel, 27 años, Monterrey, medio alto, con sobrepeso
con sobrepeso

“Hace unos cinco meses vi en el Face que los


“Cuando tengo un antojo por las tardes prefiero médicos o nutriólogos, no sé, recomiendan
comerme unas papas, cacahuates, palomitas tomar una o dos cucharaditas de vinagre de sidra
o algo salado. Casi no se me antojan las cosas de manzana por la tarde y por la noche, porque
dulces y cuando como pastel o algún pan es solo dicen que es muy bueno para la salud, que ayuda
para probarlo y ya.”. a equilibrar el organismo estando saludable y a no
enfermarse mucho y la verdad si he notado que
Andrea, 19 años, Guadalajara, medio alto, antes funciona, me siento bien”.
con sobrepeso
Lucía, 51 años, DF, medio típico,
con sobrepeso

60 Confidencial
“Una noche antes me tome unas cervezas en “La cena es lo peor y lo que peor hago en
la casa mientras asábamos carnes con unos el día porque me voy que a los tacos, a las
amigo porque era noche de box y nos reunimos... hamburguesas, a las quesadillas, por eso te digo
después de cenar me sentí un poco mareado que soy garnachera”.
y le dije a mi esposa que me iría a acostar… a
la mañana siguiente desperté con un dolor de Laura, 32 años, DF, medio alto, hija de una
cabeza horrible y muy mareado, así que le pedí a persona con sobrepeso
mi esposa que me llevara al doctor…. después de
los análisis resulto ser que estaba hasta el tope de
mis triglicéridos, colesterol, ácido úrico, presión, “Si hay lana, pues todos los fines me como un
azúcar y otras cosas…. en resumen me estaba pan de concha, o uno de esos de yema que
llevando la chingada”. venden ahí en el 20 de noviembre o de esos
Demetrio, 29 años, Mérida, medio alto, nieto de que tienen ahí embarradito de mantequilla con
una persona con sobrepeso relleno de mermelada de fresa ¡y me lo como así,
delicioso, ese es mi delirio!, porque casi no como
carbohidratos”.

“Los fines de semana es cuando como más cosas Paty, 50 años, Oaxaca, medio típico,
que no son saludables o nutritivas pero que me con obesidad
gustan, como puede ser un helado, unas papas
fritas”.
Laura, 39 años, Guadalajara, medio alto, hija de “A veces sí padezco de algo pero no sé qué
una persona con sobrepeso sea, si es la presión o el azúcar, de repente hay
temporadas que me siento muy mal. Por ejemplo
ahorita con el calorón me mareo mucho, nunca
me he checado, pero me tomo una Coca y se me
“Creo que vivo mi vida, ya vendrá la oportunidad quita todo lo que siento”.
de cuidarse, porque debo de aprovechar el
momento de crecer, si no es ahora, es posible no Dolores, 49 años, Guadalajara, bajo,
hacerlo nunca”. con sobrepeso

Karen, 19 años, DF, medio bajo,


con obesidad
“Puedes comer bien y no gastar mucho, pero creo
que la generosidad primero se ve en la comida,
y pues cuando te mueras no te vas a llevar nada,
“Vivo la vida como viene, si me enfermo, pues ya pues disfruta el tiempo que permaneces en esta
tendré tiempo para recuperarme, mis excesos tierra”.
creo yo son pocos, y también creo que mis
enfermedades serán consecuencias de mis actos, Miguel, 34 años, DF, medio bajo,
pero lo bailado quien te lo quita”. con obesidad

Argelia, 43 años, DF, medio bajo,


con sobrepeso
“Siento culpa, remordimiento, solo lo consumo
[pozole] cuando de verdad siento que ya no
soporto el antojo”.
“Fines de semana, como mis panuchos, no lo
puedo evitar, pero trato de…eso sólo sábado, Naty, 32 años, Chilpancingo, medio alto, hija de
pero los domingos trato de cuidarme, siempre. una persona con sobrepeso
Lo recompenso porque digo: voy a pedalear,
tengo derecho. Porque la vida es así, tienes que
disfrutar un poco”. “Mi comida favorita es el mole, el verde y el
Dulce, 48 años, Mérida, medio típico, delgada poblano pero así como un antojo es el ate me
(con problemas de tiroides) encanta el ate de membrillo, cuando lo como
es un momento muy placentero, es muy rico de
verdad”.

“Estoy dejando de cenar, porque es algo que me Catalina, 71 años, DF, medio alto,
afecta a mi peso, de por si soy medio gordita y con sobrepeso
si ceno subo mucho de peso y eso hace que me
sienta fatigada y de mal humor, entonces prefiero
ya dejar de cenar”.
Lucía, 51 años, DF, medio típico,
con sobrepeso

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“¿Culpable? No. Para nada, sé que tengo una
buena alimentación y que darme una escapada
de vez en cuando no afecta en nada, hoy se me
antojo y no pasa nada, claro también intento
que no sea cada tres días, pero en general no me
provoca remordimiento”.
Karen, 26 años, DF, medio alto, delgada (hija de
una persona con diabetes)

MENSAJES

“Los alimentos, ya están muy refrigerados, “Me acuerdo que salió un anuncio de que debías
tan sólo lo veo en el pollo cuánto tiempo lleva medirte la cintura y de que si pasaba de una
congelado, o que tal las cosas que ya traen medida era peligroso, de todos estos que hablan
químicos, como los frijoles enlatados y todo lo de bajar de peso me acuerdo mucho del de
que viene enlatado, pero pues es causa también Bonafont donde están llenando un vaso y se sale
de un país inestable, porque ya no hay quien la grasa, me gustó porque me hace sentir que al
trabaje el campo como antes”. tomar lo que debo tomar de agua así elimino la
grasa como en el anuncio”.
Diana, 70 años, DF, medio bajo, madre de una
persona con sobrepeso Karla, 35 años, Guadalajara, medio bajo,
con sobrepeso

“En el hospital había una enfermera que me decía


que iba a bajar de peso y me enseñó unos folletos, “Porque los anuncios mienten, siempre van a
pero que eran de la pirámide de la alimentación, mentir, los anuncios nunca van a mostrar la
pero me pasó lo mismo que con la nutrióloga, no realidad, ni nada de lo que verdad pasa en el país”.
sé si no está bien hecho pero no se me queda la
información”. Chío, 23 años, Mérida, medio típico, hija de una
persona con sobrepeso
Jorge, 39 años, León, medio alto, antes con
sobrepeso (úlcera gástrica) “Ahí luego te invitan a que hagas ejercicio, que
comas sano, que con tu familia hagas actividades
al aire libre, pero aquí en Chilpancingo a duras
penas hay espacios para eso, los parques luego
“Sí, como que esos comerciales hicieron que están cerrados o en muy malas condiciones y pues
todos trajeran su botellita de agua. Siempre también con la inseguridad que se vive aquí, así
ponen una imagen de una mujer joven y en forma la gente menos sale de sus casas, porque tienen
y te recomienda cargar tu botella de agua de dos miedo de que algo les pueda pasar”.
litros para cumplir un reto, y de repente todos
traían ya la botella cargando, bueno a partir de Juana, 36 años, Chilpancingo, medio bajo,
ahí yo veo que mucha gente carga agua en sus con sobrepeso
mochilas y bolsas y antes no era así”.
Laura, 32 años, DF, medio alto, hija de una
persona con sobrepeso “He visto poca publicidad que abogue por la buena
alimentación, ah pero eso sí cuanto comercial
te ofrece malteadas y pastillas maravillosas
y milagrosas, todo lo queremos rápido y sin
“[La función de los anuncios es] que el gobierno esfuerzo, o te pasan comerciales de aparatos de
se ahorre un dinero, porque imagínate si la ejercicio milagrosos, como el ab-toner o el crunch
gente está engordando, después enfermara no sé qué (risas) ni me acuerdo, pero disque un
gravemente y el gobierno terminara pagando el aparato milagroso que te va a dejar flaco en dos
tratamiento a alguien que a lo mejor morirá”. días (risas), puras mentiras”.
Fernando, sin edad especificada, DF, medio bajo, Mary, 35 años, Guadalajara, alto,
delgado con sobrepeso

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SISTEMA DE VALORES

“Tengo hábitos alimenticios como siempre tomar “Hay alimentos que te hacen bien y otros que te
agua fresca a la hora de la comida, nunca me ha hacen mal y hay que balancearlo. Hay que darse
gustado que tomen refresco a la hora de comer, sus libertades”.
también siempre como carne y trato de que no
haya pleito cuando estamos comiendo, que no Rocío, 25 años, DF, medio bajo,
empecemos con discusiones o si alguien trae delgada
problemas o algo prefiero que haya silencio o
platica bien, pero que haya armonía”.
Patricia, 65 años, Guadalajara, medio alto, “Cuando estamos muy atareados nos compramos
con sobrepeso una Coca chica, de 600 o de medio litro y la
compartimos, o sea una nos la tomamos entre los
dos, no somos de mucho refresco. Si la vamos a
comprar para la hora de la comida, que no alcancé
“Yo creo que nuestra alimentación no es la mejor a hacer agua, entonces compramos la retornable
pero no creo que sea la peor tampoco, comemos para los cuatro y ya, se termina ese mismo día, en
lo que podemos y trato de que comamos bien y la comida nos la acabamos entre los cuatro y ya
nos llenemos, que es lo más importante, malo no se compra más, hasta mucho después, otro día
que tuviéramos ni qué comer o qué Vane no tenga por allá raramente”.
que llevarse a la escuela”.
Karla, 35 años, Guadalajara, medio bajo,
Marco, 31 años, Tijuana, bajo, pareja de una con sobrepeso
persona con obesidad

“Comer saludable sale caro, porque los alimentos


que no tienen químicos, o sea, los orgánicos, son
muy caros”.
Rocío, 32 años, Oaxaca, medio bajo,
con sobrepeso

IMPUESTOS

“No siento que me afecte tanto, por ejemplo, “La verdad a mí me da coraje porque digo, cómo
cuando aumentó el cigarro, si dije ¡Uy qué caros!, sube todo y los sueldos siguen siendo bajos”.
pero pues sigo comprando, igual con la comida
chatarra, es mínimo lo que aumenta, pero pues a Perla, 23 años, DF, medio típico,
la larga claro que te afecta”. delgada

Lulú, 60 años, Guadalajara, alto, madre de una


persona con sobrepeso
“Sabemos que las bebidas azucaradas tienen más
impuestos… como a mí me gusta la Coca light, yo
sí me di cuenta de que subió; hasta la comida del
“La economía siempre está en cambio, tal vez no perro subió, ahora es un lujo tener perros”.
lo notamos siempre, pero si te das cuenta cuando
sube el huevo, lo sé porque la señora que nos Concepción, 44 años, La Paz, medio típico, con
ayuda se encarga de comprar las cosas y cuando sobrepeso
algo sube siempre me lo dice”.
Laura, 38 años, León, medio alto, pareja de una
persona con sobrepeso “Yo sí estoy de acuerdo con los impuestos
en los alimentos. La verdad es que no estoy
muy enterada de donde se van destinados
exactamente nuestros impuestos. Sí sé porque
“Yo si he dicho ‘hijos de su puta madre, ya subieron se cobra los impuestos… los impuestos dan los
esto, si estaba en esto’, a veces sí da coraje porque presupuestos como de lo que es el alumbrado
uno va con el dinero justo y luego no completo y de las calles, mantenimiento de carreteras. El
ya no compré [lo que necesitaba]”. impuesto que se agrega a la comida tal vez se
va para salubridad (estoy inventando) al final de
Dolores, 49 años, Guadalajara, bajo, cuentas es para el gobierno”.
con sobrepeso
Isabella, 25 años, Monterrey, medio alto,
con sobrepeso

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“Pues en las bebidas azucaradas está bien para “Pero luego las empresas por lo mismo que le
que ya no bebamos eso, pero en lo otro básico sí suben el precio a sus productos, implementan
es gacho ¿no?...”. estrategias para vender más y supuestamente
te ofrecen más producto o te regalan algo para
Concepción, 44 años, La Paz, medio típico, compensar el aumento.”
con sobrepeso
Francisca, 37 años, Oaxaca, medio típico, madre
de una persona con sobrepeso
“Cada que voy al mandado veo que de repente las
cocas aumentan y luego bajan. Que de repente
ya subió el jitomate, que ya subió el limón, que
ya subió el huevo y uno nomás no sabe por qué.
Cuando pasa eso que de repente sube algo, pues
compro un poco menos, o de plano no lo compro”.
Lucía, 72 años, DF, medio típico,
con sobrepeso

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Sobre Bitácora Social
Bitácora Social es una casa de investigación cuyos cimientos son
el estudio y el análisis antropológico a profundidad, enfocados
a entender a las personas en sus contextos cotidianos, para así
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Fue fundada en 2010 con la intención de construir puentes


entre el mundo académico y el mundo comercial/organizacional.
El objetivo desde el inicio fue —y continúa siendo— proveer a
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en la disciplina que, al día de hoy, representan una red de más de 170
antropólogos distribuidos en 10 países de Latinoamérica. En cinco
años se han llevado a cabo más de 120 proyectos entendiendo
fenomenologías sociales que pueden ir desde comportamientos
cotidianos alrededor del consumo de marcas y productos, el
significado de ser mujer o la percepción en torno a la salud hasta
huelgas, relaciones laborales, razones por las que se da alta
rotación en un empleo o los significados simbólicos de diferentes
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